Seguridad Maria
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PROCESO DE SEGURIDAD
Como se puede observar, este proceso está dirigido a aquellas personas sobre las que
se ha dictado una resolución de inicio, debido a que, tras realizarse el examen pericial,
se ha determinado que son inimputables, o a aquellas que, según la valoración del
fiscal, merecen la imposición de una medida de seguridad.
Por su parte Mavila (2010) menciona que, este proceso permite la implementación de
medidas de seguridad como alternativas a la pena, garantiza la confidencialidad del
procedimiento y la obligatoriedad de que el imputado se someta a una evaluación
especializada. Además, especifica a quiénes se les aplica este procedimiento y detalla
el mecanismo para convertir un proceso de seguridad en un proceso penal, en el que
se impone una pena.
Por tanto, es importante hacer una distinción entre la condición de la persona según su
imputabilidad y entre aquellas personas capaces de entender el carácter antijurídico
de sus acciones y su comportamiento. El artículo 20 del Código Penal regula las
causas de inimputabilidad, como, por ejemplo, las anomalías psíquicas. Debido a esto,
a estas personas no se les puede imponer una pena; en su lugar, corresponde
aplicarles una medida de seguridad.
Este proceso es de doble vía: una se aplica a las personas inimputables y la otra se
refiere a las medidas de seguridad para estas personas, siempre que exista el riesgo
de que puedan volver a cometer el mismo delito. Así pues, se regula bajo dos
modalidades:
Para que se apliquen estas medidas, deben concurrir dos condiciones: en primer lugar,
que la persona haya cometido un acto que esté tipificado como delito, y en segundo
lugar, que, a partir del hecho y de la personalidad del agente, se pueda prever un
pronóstico de conducta futura que indique una alta probabilidad de que cometa nuevos
delitos.
Representación procesal:
La representación procesal del inimputable, así como el ejercicio de sus
derechos, será asumida por su curador. Este curador será quien se
comunique con el tribunal en cuestiones judiciales, excepto en actuaciones
de carácter personal, como interrogatorios o reconocimientos.
En el juicio, se deben discutir todos los aspectos relevantes para imponer una medida
de seguridad, como la relación entre el delito y la conducta del procesado, y la
comprobación de la comisión del hecho punible. Si no se prueba el delito, no se
justifica la medida de seguridad. Es esencial demostrar la peligrosidad del imputado
mediante pruebas periciales que validen la necesidad de un tratamiento
institucionalizado. La medida de internamiento debe tener una duración específica,
igual que una pena, y la sentencia debe incluir la reparación civil proporcional al daño
causado. Si no se impone reparación civil cuando corresponde, la sentencia es nula.
La Sección Cuarta del Libro Quinto del Nuevo Código Procesal Penal regula el
proceso por delitos que implican el ejercicio privado de la acción penal, conocido
también como proceso de querella. El nombre asignado a este procedimiento resalta
su característica principal, que lo distingue en otros sistemas jurídicos, como el
español. En este último, el Título IV del Libro IV de la Ley de Enjuiciamiento Criminal
(LECRIM) establece el proceso para los delitos de injuria y calumnia entre particulares.
Este enfoque subraya que la razón de ser de este proceso especial radica en los
delitos involucrados, los cuales son privados, es decir, solo pueden ser perseguidos a
instancia de la víctima. De esta manera, surge la necesidad de identificar cuáles
delitos están sujetos al ejercicio privado de la acción penal, como lo especifica el
artículo 459° del Nuevo Código Procesal Penal.
5.4.1. La querella
La querella se define como un acto procesal que se presenta por escrito ante el
órgano jurisdiccional, con el fin de plantear tanto pretensiones penales como civiles
relacionados con la reparación. En el sistema legal peruano, esta acción penal se
inicia ante el Juzgado Penal Unipersonal. La querella no solo informa sobre la
comisión de un delito, sino que también impulsa la acción penal, sin la intervención del
Ministerio Público, lo que convierte al querellante en el principal actor del proceso.
En los delitos de acción privada, según el artículo 459° del Código Procesal Penal, el
Ministerio Público no tiene participación en el procedimiento. Así, es el agraviado quien
inicia el proceso, promoviendo tanto la acción penal como la civil, y tiene la opción de
desistirse de ambas. En este tipo de proceso, el acusador y los órganos de
persecución penal estatales quedan fuera, y será el afectado quien, por su propio
derecho o a través de su representante, impulse la acción legal, ajustándose al Código
Procesal Civil.