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Evolución histórica y tendencia de los estudias acerca de la actividad

jurisdiccional del estado

Siendo la encargada de garantizar pa prevalencia de las normas del Estado, la


función esencial de la jurisdicción dentro de las políticas públicas, es la de
constituirse en poder equilibrado entre el legislativo y el ejecutivo controlando la
observancia de las esferas competenciales aunado a esto, mantiene la suprema
de la constitución vigilando que se respeten los procedimientos de elaboración de
las leyes, y subordinando el orden jurídico la norma fundamental.

En la actualidad, la teoría política ha descartado la separación de poderes


postulada por Charles de Secodant, barón de la Brède y de Montesquieu, al
plantear la unidad del poder del Estado y la multiplicidad de sus funciones públicas
(legislativa, jurisdiccional, administrativa, registral, monetaria, electoral, y de
control, entre otras), cuyo ejercicio se asigna a diversos órganos.

El Estado, cualquiera que sea su tipo, deposita en sus órganos, cuando menos,
las funciones de hacer la ley, interpretarla y hacerla cumplir; es decir, la función
legislativa, la función jurisdiccional y la función administrativa. Se trata de
funciones públicas caracterizadas por ser esenciales, habida cuenta que si
cualquiera de ellas no se ejerce, el Estado desaparece.
Estas funciones fueron confundidas por Montesquieu con los órganos del Estado
denominados “poderes”, a los que se encomienda su ejercicio, sin que en la
actualidad se asigne cada una de ellas a uno de tales poderes, por lo que los tres
participan, en mayor o menor medida, en el ejercicio de ellas; de esta suerte, la
función jurisdiccional se encomienda principalmente al Poder Judicial, pero en
algunos casos al Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo, según expuse en el
capítulo segundo de esta obra.
En el Estado de derecho, el ejercicio de las funciones públicas no se lleva a cabo
de manera despótica, sino en consonancia con ciertos valores, que en el caso de
la función jurisdiccional son principalmente los de justicia, libertad y seguridad.
En el desarrollo de esta teoría del acto jurisdiccional examino los principios que los
deben orientar, principalmente en el caso de la sentencia: la congruencia, la
motivación, la fundamentación y la exhaustividad.
La función pública jurisdiccional, que como toda función pública es una actividad
esencial del Estado que conlleva la autoridad, la potestad, el imperio, e incluso de
su soberanía, se ejerce por medio del acto jurisdiccional.

En este primer número de la serie Estudios sobre la actividad jurisdiccional de la


SCJN a través de su acervo documental, los cuatro artículos que lo conforman,
resaltan la labor de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
en los dos primeros años (2011-2012) de la implementación de la reforma
Constitucional de 2011 en materia de amparo y de derechos humanos, la cual dio
origen a la Décima Época del Semanario Judicial de la Federación.
La selección de los temas se realizó tomando como referencia los asuntos
señalados como relevantes en los Informes Anuales de la Primera Sala de 2011 y
2012, para lo cual, se procuró que éstos fuesen novedosos, originales y que el
criterio sustentado en ellos haya sido determinante en la materia.
Cada una de estas colaboraciones contiene en su primer apartado un breve
resumen del asunto, en el que se destaca una figura jurídica particular, que sirve
de contexto para el desarrollo de los demás subtemas o secciones, cuya
investigación se realizó con base en los acervos resguardados por este Alto
Tribunal —expedientes,1 bibliohemerografía y normativa nacional e internacional.
El orden en que se presenta cada artículo responde a las fechas en que se
emitieron las resoluciones que dan causa al presente volumen.
Algunos de los asuntos seleccionados son producto del ejercicio de la facultad de
atracción para conocer de amparos en revisión y amparos directos, facultad que
"constituye una herramienta de gran importancia para que la Sala continúe
allegándose de casos, que por su interés y trascendencia, contribuyan el progreso
jurídico y social del Estado mexicano." A través de ésta "la Sala está en posición
de cambiar prácticas y sentar precedentes a favor de los derechos humanos.

Procedimentalistas
En los modelos procedimentalistas de ética discursiva, el análogo al principió
catalizador representado por el contrato social originario de la sociedad en el
iusnaturalismo moderno es, como he dicho, el procedimiento. Este constituye un
marco general irrebatible (y, por tanto, definidor de lo político) que establece las
condiciones para garantizar contenidos concretos en forma de consensos, de
acuerdo, resultado de un proceso dialógico de conformación de discursos, que
represente un determinado punto de vista sobre el bien común y la justicia en la
comunidad de comunicación en que surge y se desarrolla ese procedimiento. Así
pues, el proceso se configura en condición básica de este orden social,
abandonándose la idea de una fundamentación del mismo en razón de una ética
dogmática sustentada en ciertos principios exteriores al conflicto de intereses
humanos, y en determinados fines derivados de tales principios, en el espacio
público de la comunicación lingüística.
PROCEDIMENTALISTAS y que se centra en el estudio del procedimiento en el
sentido señalado en párrafos anteriores, es decir, la sucesión cronológica y
ordenada de actos procesales del inicio al fin con ese objeto.
Es discutible si el término procedimiento, en sentido etimológico, es el más
apropiado pero es el más utilizado y de gran predicamento en España, Italia e
Hispanoamérica. Y la expresión procedimentalismo, fue acuñada por Niceto
Alcalá-Zamora y Castillo y resultó afortunada por su uso exclusivo. También como
expresión sinónima se utiliza la de judicialismo o derecho judicial. Es decir el
derecho regulador del procedimiento que aplican los jueces para obtener mediante
el mismo dicho juicio.
Debe destacarse que este método aún siendo más depurado que el de la práctica
no llega a la depuración y complejidad del empleado por el procesalismo científico
en la etapa posterior. Es importante destacarlo desde este momento y justifica que
los autores que escriben sobre el procedimentalismo lo hagan a su vez sobre otras
disciplina jurídicas. En posteriores epígrafes veremos hasta donde se podía llegar
empleando este método.
En efecto los procedimentalistas más destacados escriben no sólo obras de
nuestra disciplina si no sobre otras disciplinas jurídicas. Pueden destacarse Pedro
Gómez de la Serna, Manuel Ortiz de Zúñiga, Vicente Hernández de la Rúa, José
María Manresa Navarro, José de Vicente y Caravantes, José María Rodríguez,
Nongués y Secall, Fran- cisco Pacheco sobre todo en el procedimentalismo civil
de la primera y segunda época. En efecto estos autores escriben además obras
de derecho mercantil, civil, romano, penal, administrativo...
Es importante destacar esta cuestión pues, hoy, no es común que un procesalista
entre en la dogmática de otras disciplinas jurídicas con la técnica depurada que les
corresponde; ni viceversa que la dogmática de otras disciplinas sirva para abordar
los aspectos esenciales del proceso.
Cuando los autores más destacados mencionados en el párrafo penúltimo, que
son procedimentalistas, escriben sobre otras disciplinas jurídicas no lo hacen con
el método del procedimentalismo si no que se sirven del acorde a esas disciplinas
y solo acuden a este sencillo método para escribir las obras de procedimiento. De
igual forma ocurre cuando un civilista, penalista..., realiza una obra sobre
procedimientos judiciales y se debe a la simplicidad y facilidad que resulta del
empleo de dicho método.
Procedimentalistas son los autores que se sirven de este método en la confección
de sus obras. Es decir de sus libros sean simples manuales comentarios de
mayor o menor extensión y calidad científica, sean monografías o sean artículos
doctrinales.
Y dichas obras escritas toman como base esencial el estudio del procedimiento
judicial sin perjuicio de que adopten esta denominación, otra semejante u otra
diferente. Pero siempre la esencia de ese método, dogmática, investigación tiene
como centro el procedimiento judicial del inicio al fin al margen de su
denominación concreta.

Jurisdiccionalista
La jurisdicción es, normalmente, una atribución del Estado y este va a ejercer la
jurisdicción por medio de uno de los tres poderes básicos: el Poder Judicial, que
aplica la norma jurídica al caso específico. Además de resolver el conflicto, ejecuta
lo resuelto. La competencia es la distribución de la jurisdicción entre diferentes
órganos de ésta, dado que no es posible que un solo tribunal o muy pocos de ellos
puedan hacerse cargo, por ejemplo, de todas las materias, en todos los lugares
del país. O bien, que en un solo tribunal estén dos instancias, una inferior y otra
superior.

Debemos comenzar por definir lo que se entiende por “jurisdicción” la doctrina ha


realizado múltiples esfuerzos en este sentido y hoy contamos con una serie de
definiciones Una de las funciones que el Estado ejerce por medio de sus tres
poderes es la función jurisdiccional, la cual está asignada exclusivamente al Poder
Judicial. La jurisdicción se define como una potestad, como un dominio o como el
ejercicio de poder. Afirma Cabanellas(1983) que “la palabra jurisdicción se forma
de jus y de diere, aplicar o declarar el derecho, por lo que se dice jurisdictio o jure
dicendo”(173-174).
Esa potestad la tiene el Poder Judicial por medio del(de la) juez(a) y lo
entendemos como la capacidad de resolver los conflictos con autoridad de cosa
juzgada. Es una potestad que se concreta no solo juzgando, sino también
haciendo ejecutar el fallo y esto es posible cuando los(as) jueces(zas) están
sometidos(as) únicamente a las leyes y a la Constitución.

El concepto de jurisdicción no fue siempre unitario; en un primer momento de la


historia se entendió que la jurisdicción era propia de los tres poderes del Estado y
aun en la actualidad algunos(as) autores(as) insisten en que el poder ejecutivo y el
legislativo realizan labor jurisdiccional.
Inclusive se llegó a decir, equivocadamente, que el Poder Judicial no ejercía la
jurisdicción en forma exclusiva; actualmente sabemos que esto no es cierto 1.
En otro momento se le confundió con el término “fuero”; así, dentro de esa
terminología pasamos del concepto de fuero único al concepto de unidad
jurisdiccional. Nos dice sobre esto Montero Aroca(1988:128) que la mayoría de los
códigos europeos del siglo XIX empleaban comúnmente el término fuero y que
“fue la doctrina la que empezó a hablar de jurisdicción ordinaria y especiales”. La
doctrina, al inicio utilizó como sinónimos los términos fuero y jurisdicción, y así
decía Ortiz de Zúñiga: “También se entiende por fuero lo mismo que por
jurisdicción”

No todas las funciones jurisdiccionales son contenciosas, es decir, no todas


suponen la existencia de una disputa, en donde una parte adversa a otra.
Recordemos que al definir jurisdicción, se habló de ella con referencia al conflicto;
según esa concepción, su fin era el de dirimir, solver o resolver ese conflicto. Pues
bien, fuera del ejercicio de esta función jurisdiccional, se encuentran los procesos
conocidos como de jurisdicción voluntaria, llamados así por tener la característica
de no recaer sobre un litigio.
En realidad, este tipo de procesos de “jurisdicción voluntaria” no consiste de modo
alguno en el ejercicio de la jurisdicción, por carecer del fin último de ésta, es decir,
la aplicación del derecho y criterios de justicia para la resolución de un conflicto de
carácter jurídico. Además, carece del elemento objetivo propio de esta función, o
sea el litigio sobre el cual se la ejerce. De la misma manera que no es jurisdicción,
tampoco es voluntaria 4, porque cuando se da este tipo de procesos normalmente
la ley es impuesta a las personas físicas o jurídicas del procedimiento, en vez de
obedecer a ésta por la libre voluntad de los interesados en él. Se ha dado en
llamar de “jurisdicción voluntaria” a procesos que no tienen ese carácter. En este
sentido han surgido vocablos como “procedimientos paraprocesales”, recurriendo
con ambigüedad al prefijo “para” con el objetivo de resaltar que se encuentran
cercanos a procesos que sí tienen esa calidad. Pero estos procedimientos no son
procesales, ni se despliegan próximos a un proceso.
PROCESALISTAS

Las llamadas “teorías procesalistas de la justicia” son tributarias de la


Llamadas morales dialógicas, discursivas, argumentativas, constructivas o ética
Comunicativa”, de amplia difusión en estos tiempos y cuyos principales
exponentes.
Son los filósofos alemanes Karl Otto Apel y Jurgen
Habermas.
JOHN RAWLS distingue tres clases de “justicia procesal”: a) Justicia
Procesal perfecta cuando existe un criterio anterior de lo justo y un procedimiento
para alcanzarlo (caso del pastel dividido en partes iguales)
b) Justicia procesal imperfecta cuando siguiendo el procedimiento se llega a un
resultado injusto (caso del inocente condenado o del culpable absuelto)
c) Justicia puramente procesal en la que no interesa el resultado sino la
observancia del procedimiento ya que no existe un criterio independiente por
referencia al cual se pueda saber que un determinado resultado es justo.

Las teorías procesalistas de la justicia son de cuño puramente proce-


Sal y sus pilares básicos de apoyo en la ética comunicativa, podrían
sumariamente en estos rasgos:

a) El desplazamiento del “paradigma de la conciencia” (“factum” de la


Conciencia moral normativa) por el “giro lingüístico” (“factum” del lenguaje)
como punto de partida de la reflexión filosófica.

b) El lenguaje, desde la dimensión pragmática, orientado al entendi-


miento como la radicación y expresión de la racionalidad hu-
mana no en la conciencia subjetiva universalizable sino en la acción co-
municativa, por lo que la persona humana queda definida por su compe-
tencia dialógica en una comunidad de comunicación.

c) La resolución discursiva de los conflictos, es decir, mediante discursos


prácticos o actos de argumentación sujetos a ciertos supuestos
fundamentales y destinados al acuerdo.

d) El consenso como fuente de validez de las normas y la legitimación del


consenso por la observancia de las reglas del discurso en los
procesosproductores de las mismas, de modo tal que la racionalidad
humana

e) La consecuente preeminencia de la dimensión deontológica (lo correcto


sobre la axiológica lo bueno en suma, la validez de las normas generales o
particulares no se fundamentales en sus contenidos, por ser justas, sino por
la forma, por ser correctas
Es decir, fruto del consenso alcanzado a través de discursos prác-
ticos observantes de ciertas reglas necesariamente supuestas en una discusión
ideal.
PROCESOS
En líneas generales, un proceso consiste en un conjunto secuencial de acciones
ejecutadas para alcanzar un determinado objetivo.

En el medio microeconómico, un proceso consiste en una secuencia lógica y


planificada de etapas que se cumplen con la intención de alcanzar cierto
propósito. Así pues, la estructuración de procesos es imprescindible para que las
organizaciones puedan llevar a cabo sus
Actividades.
En un sentido jurídico, el término proceso se utiliza como sinónimo de juicio, pleito
o causa, y con él se hace referencia, en el moderno Derecho Procesal, al estado o
situación, de carácter dinámico, representada por el conjunto de derechos,
deberes y cargas que nacen para las partes y el tribunal como consecuencia del
ejercicio por el demandante de una pretensión de tutela jurisdiccional, situación
que subsiste hasta que se dicta una sentencia estimatoria o desestimatoria de la
pretensión deducida. En este sentido, proceso es la relación jurídica que se
establece entre las partes y el tribunal como consecuencia de la presentación de
la demanda y que finaliza cuando se dicta sentencia o se pone fin al proceso de
otro modo. Se habla así de proceso civil, proceso contencioso-administrativo,
proceso laboral

Los grandes avances del moderno Derecho Procesal se deben, en parte, a la


conceptuación del proceso como relación jurídica establecida entre las partes y el
juez, de la que derivan un conjunto de derechos y deberes, o simples cargas de
naturaleza procesal; esta construcción, que se debe, en parte, al gran procesalista
alemán Büllow, permite explicar muchos fenómenos del proceso que, sin ella,
resultarían incomprensibles.

Los procesos declarativos o procesos de cognición (“cognición” significa


“conocimiento”).
Aquellos en los que el órgano judicial conoce, es decir, juzga, un conflicto
concreto, dictando una resolución que responde a las pretensiones planteadas
mediante la aplicación del Derecho. Una vez que el órgano judicial se ha
pronunciado formalmente, se espera que los destinatarios de la resolución la
cumplan voluntariamente, pero ello no siempre sucede así (por ejemplo, puede
suceder que el empresario se niegue a readmitir a un trabajador o que la empresa
demandada.
Desaparezca del mercado). En estos casos, la parte afectada por el
incumplimiento puede emprender.

Un proceso ejecutivo (o de ejecución). Nos ocuparemos del proceso ejecutivo más


delante de

Manera que en este tema nos referiremos exclusivamente al proceso declarativo,


salvo que se

Indique otra cosa. Algunos procesalistas mencionan un tercer tipo de proceso


llamado proceso
Cautelar; consiste en una serie de medidas vinculadas a un proceso principal y
destinadas a asegurar

La eficacia de éste (por ejemplo, una prisión provisional en el orden penal.

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