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EL PUEBLO Y EL BARRIO: SU REALIDAD COMUNITARIA

1. Aproximaciones a la acción comunitaria y al concepto de comunidad

El concepto de comunidad tiene muchos significados diferentes según el contexto en el


que lo utilicemos, pero también muchos elementos en común. Podemos hablar tanto de
comunidad de vecinos, de la comunidad homosexual o de comunidades virtuales en las
redes sociales. Vamos a acercarnos a la comprensión de este término aproximándonos
a la bibliografía especializada sobre este tema, que nos ofrece diferentes enfoques de
este concepto.

1.1. Comunidad vs. sociedad

Una de las maneras tradicionales de acercarnos a la comunidad es desde la disciplina


de la sociología, ya que precisamente se ocupa del estudio científico de la estructura de
las sociedades y sus poblaciones.

De los muchos autores que desde esta ciencia se han ocupado del concepto de
comunidad, vamos a seguir el planteamiento de Ferdinand Tonnies, que distingue entre
las nociones de comunidad y sociedad.

Este autor, en su obra de 1887 Gemeinschaft und Gesellschaft, lleva a cabo la primera
distinción que desde la sociología se realiza entre comunidad y sociedad. En la siguiente
figura se esquematiza la diferenciación de estos dos conceptos según la teoría de
Tonnies:

COMUNIDAD SOCIEDAD

La comprenden organizaciones o Se basa en la racionalidad, el cálculo y la


asociaciones basadas en el trabajo común. construcción desagregada de grupos
humanos.
Sus miembros tienen creencias comunes.
Genera acciones aisladas de la mano del
El individuo es parte natural de la comercio y la industria.
comunidad.
Las personas deben abandonar ciertas
Se manifiesta en la familia, los gremios y libertades para construir la sociedad.
las tradiciones.

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1.2. Comunidad como sistema social

En el ámbito de la intervención social actual, la teoría de sistemas propuesta por Urie


Bronfenbrenner es sin duda el modelo teórico que más ha influido en la mayor parte de
los autores que han trabajado sobre la comunidad, tanto desde la sociología como
desde la psicología social (se profundizará en este modelo teórico en la Unidad 3).

A partir de este enfoque, vamos a revisar a tres autores principales que han definido el
concepto de comunidad:

- M.ª José Escartín (1998) la caracteriza como «un sistema social, que está
formado por grupos que interactúan entre sí y están interconectados por un
entretejido social denominado "redes sociales"». Esta autora nos introduce en
un concepto muy actual en el ámbito de la intervención comunitaria como son
las redes sociales y que desarrollaremos más adelante.
- Por su parte, Gonzalo Musitu (1993), en su obra Intervención comunitaria y
dimensiones de la comunidad, enfatiza que la comunidad es «la integración de
todos los miembros de la sociedad, considerando que el dependiente y el
marginal deben ser participantes activos, menos dependientes, que deben
desempeñar un rol más central». Es un enfoque sistémico en cuanto que pone
el acento en la comunidad formada por miembros interdependientes entre sí, de
modo que cualquier cambio en un elemento va seguido de cambios en otros
elementos. Es sin duda el enfoque sociológico de comunidad que más se sigue
actualmente en la intervención comunitaria.
- Otro autor destacable desde este enfoque, esta vez en el ámbito de la psicología
social, es Kurt Lewin, psicólogo de la primera mitad del siglo XX y un clásico a
la hora de estudiar la psicología de los grupos. Desarrolló la metodología de la
investigación-acción así como la aplicación de la teoría de la Gestalt al estudio
de los grupos, para la cual la comunidad está compuesta por una serie de grupos
interrelacionados entre sí, es decir, que es algo más que la suma de sus partes,
y destacó que no se puede estudiar a los individuos fuera de su entorno.

1.3. Comunidad y acción social

Una definición muy completa de comunidad y muy útil para los agentes comunitarios es
la de Montero (1998), que la define como «un grupo social dinámico, histórico y
culturalmente constituido y desarrollado, preexistente a la presencia de los interventores
sociales, que comparte intereses, objetivos, necesidades y problemas, en un espacio y

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un tiempo determinados y que genera colectivamente una identidad, así como formas
organizativas, desarrollando y empleando recursos para lograr sus fines». Es una
definición en la que destaca la independencia de la comunidad frente a los agentes
sociales, pues en muchas ocasiones estos intentan que la comunidad se adapte a sus
«programas» y debe hacerse justo al contrario, la comunidad es y existe antes de la
intervención y hay que respetarla y analizar su realidad social para que los programas
estén a su servicio.

Otro autor clásico en la intervención comunitaria es Rudolf Rezsohazy (1988), que


define la comunidad como «una entidad geográficamente localizable que forma una
unidad de vida y que ofrece a sus habitantes los equipamientos, los servicios, las
relaciones y las oportunidades necesarios para su vida cotidiana». Este autor enmarca
las siguientes características de la comunidad:

- Se inscribe en un espacio.
- Las personas mantienen relaciones múltiples.
- Los miembros están unidos a su comunidad.

Tomando estas como referencia, y consultando además las diferentes


definiciones de comunidad que encontramos en la bibliografía especializada
sobre intervención social, podemos esquematizar sus características en común
de la siguiente manera:

- Identidad: Ocupación de un área geográfica.


- Sentimiento de pertenencia: Relaciones sociales habituales.
- Cultura compartida: Compartir sus ventajas y beneficios.
- Solidaridad: Presentando diferentes formas de organización.

Todas las definiciones expuestas nos ayudan en nuestro futuro trabajo como
agentes sociales para generar dinámicas de participación y transformación de
las comunidades. No obstante, según el concepto de comunidad que
manejemos daremos más importancia a unos elementos o a otros. Tampoco
hace falta que nos quedemos con una única definición de comunidad, sino que
podemos utilizar los elementos más significativos de cada una e incluso
componer nuestra propia definición de comunidad, que determinará nuestro
estilo personal como animadores comunitarios a la hora de desarrollar nuestros
planes de actuación.

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1.4. Comunidad como redes sociales

No podemos finalizar este análisis del concepto de comunidad sin referirnos a las redes
sociales, que constituyen una nueva forma de entender la comunidad como un conjunto
de relaciones interpersonales donde no hay una referencia territorial expresa.

Vamos a fijarnos en la definición de Báñez (1994), que considera que este concepto de
redes sociales «permite superar la contradicción entre el nivel individual y comunitario,
ya que sitúa al individuo en el centro de la intervención; al considerarlo como punto de
partida en la configuración de sus redes de relaciones, lo convierte en un instrumento
sumamente concreto, siendo en este sentido la antítesis de la vaguedad que se le
imputaba al concepto de comunidad. Persona y ambiente como elementos
complementarios y en interacción constante, por lo que cualquier actuación que se
centre en uno de ellos está condenada al fracaso» (Báñez, 1994: 22). Esta definición
nos sitúa frente al concepto virtual de la comunidad. El sentimiento de pertenencia no
está relacionado con un espacio físico, sino con la creación de relaciones sociales en
diferentes espacios, virtuales o no, pero que no están vinculados a un territorio físico
determinado.

Así, Moxley determinaba en 1989 las siguientes características principales de las redes
sociales:

- Tienen una estructura.


- Existe pertenencia a varias redes sociales.
- Permiten mantener interacciones.
- Poseen una función de apoyo social.

El concepto de red social se está imponiendo en la acción social comunitaria actual. Hoy
día las personas y los grupos se mueven en diferentes tipos de redes: redes de apoyo,
redes sociales virtuales (Facebook, Twitter...), redes profesionales, etc., que han
contribuido a generar un sentimiento de pertenencia no necesariamente vinculado al
espacio físico, como se extrae de las definiciones vistas anteriormente. A la hora de
intervenir en las comunidades, necesariamente tenemos que tener en cuenta que las
personas crean relaciones más allá de un territorio, lo cual no impide que sigan
perteneciendo a comunidades vinculadas a espacios físicos concretos, pero nos permite
ampliar nuestra mirada a la hora de planificar nuestra intervención.

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2. Análisis de la estructura comunitaria

Partimos de la definición de comunidad de Marco Marchioni, que señala que esta es


siempre «un territorio en el cual vive una determinada población que tiene determinadas
demandas y que cuenta con determinados recursos».

De esta definición, podemos extraer los cuatro factores estructurales que componen la
comunidad, que son los siguientes:

- El territorio.
- La población.
- Las demandas.
- Los recursos.

En los siguientes apartados vamos a desarrollar estos cuatro factores para acercarnos
a ellos con un cierto grado de profundidad.

2.1. El territorio: ámbito rural vs. ámbito urbano.

En las definiciones de comunidad relacionadas con la intervención social comunitaria,


de una u otra manera, aparece el elemento del territorio.

No se trata de un elemento menor, puesto que nuestro entorno físico y ambiental influye
en nuestras vidas de manera determinante. Pensemos en las personas que sufren algún
tipo de discapacidad motora y lo que nos podrían contar sobre las múltiples barreras
arquitectónicas que se encuentran en pueblos y ciudades. Y si investigamos un poco
sobre el medioambiente y preguntamos a las organizaciones que reivindican su cuidado,
comprenderíamos la importancia del medio en general para nuestro desarrollo como
individuos y grupos.

En este elemento del territorio hay que destacar también la diferencia de vivir en un
ámbito rural o en uno urbano, cada uno con sus correspondientes ventajas e
inconvenientes:

- Un ámbito rural, con escasos servicios para la población o que se encuentran


lejos de la misma, lo cual dificulta mucho su acceso. Sin embargo, los pueblos
tienen la ventaja de una mayor cercanía a los recursos naturales (bosques, ríos,
prados, etc.).
- Un ámbito urbano, donde hay una red importante de medios de transporte
urbanos y donde se dispone de todos los servicios sociales, sanitarios,
educativos y de ocio imprescindibles para cubrir las diferentes necesidades de
las personas. Pero, a diferencia de los pueblos, en las ciudades los espacios

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verdes están concentra dos en algunos lugares muy concretos, y hay barrios de
concentración poblacional donde puede llegar a ser difícil encontrar un árbol.

Desde un punto de vista social, el territorio y su organización pueden contribuir a


confirmar y mantener las diferencias existentes, ya que las barreras o divisiones
urbanísticas pueden dificultar o favorecer las relaciones entre las personas.

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿qué nos interesa conocer del territorio para poder
trabajar con la población? Tendremos que trabajar con los siguientes elementos:

- La ubicación de los servicios generales.


- La ubicación de los servicios comunitarios: educativos, sanitarios,
ocupacionales, culturales, de tiempo libre y deportivos, sociales y asistenciales.
- La ubicación de las asociaciones de todo tipo.
- La ubicación de los puntos de encuentro de la población.
- La ubicación de los locales para actividades comunitarias.

¿Con qué instrumentos contamos para conocer el territorio?

Para conocer a fondo un territorio, contamos con dos instrumentos fundamentales:

- El plano del territorio, que nos ayuda en nuestro trabajo diario en el terreno.
- Un fichero de recursos para recoger y almacenar la información anterior de
manera utilizable.

2.2. La población.

Parece una obviedad la importancia que tiene el conocimiento de la población de una


determinada comunidad a la hora de pretender iniciar un trabajo comunitario con ella.
Sin embargo, no resulta suficiente conocerla de forma genérica.

A la hora de estudiar a la población, podemos hacerlo de dos maneras fundamentales:

- Desde una perspectiva estadística.


- Desde una perspectiva sociológica.

La población desde la perspectiva de la estadística

La estadística nos ofrece datos objetivos de la población como pueden ser, entre otros,
los siguientes:

- El número de habitantes.
- El número de hombres y mujeres.
- El número de adultos.

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- El número de personas mayores.
- El número de jóvenes y niños.
- La población activa.
- Los sectores productivos.
- Los niveles de instrucción.

A partir de los datos estadísticos podemos conocer de una comunidad cómo ha ido
evolucionando en el tiempo, así como predecir situaciones demográficas futuras e
incluso realizar un estudio de necesidades prospectivas.

Como agentes que intervenimos en la comunidad necesitamos conocer su


pasado, su presente y su futuro para poder extraer las conclusiones necesarias
de cara a la elaboración de proyectos de intervención comunitaria.

En relación con los datos estadísticos de población y su evolución en el tiempo, nos


interesa conocer los siguientes factores:

- Aumentos y disminuciones de población a lo largo del tiempo y sus causas:


hay, por ejemplo, barrios en las ciudades que han surgido por concentraciones
de población obrera y muchos pueblos pierden población por su falta de futuro
laboral.
- Características de la población: si es una comunidad joven o en- vejecida; tasa
de paro; sectores productivos; yacimientos de empleo; niveles académicos; etc.
- Organizaciones civiles: la capacidad de participación de una comunidad, con
qué asociaciones cuenta, su vitalidad, las actividades que realizan, etc.
- Nivel de migraciones: cuánta población inmigrante está asentada en la
comunidad, sus niveles de integración, sus dificultades, etc.
- Presencia de minorías étnicas: conocer qué minorías existen, a qué se
dedican, sus dificultades, etc.

La población desde la perspectiva sociológica

Desde una perspectiva más directamente relacionada con la intervención, la población


también nos interesa en cuanto que está formada por personas, familias y grupos.

Los grupos de personas más importantes de cara a nuestro futuro trabajo comunitario
son:

- Usuarios potenciales: son todas las personas de la comunidad que han acudido
a un servicio con alguna demanda social o que están en disposición de hacerlo:

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es lo que denominamos como población de riesgo. Debemos conocerlos e
implicarlos en las diferentes actividades de la comunidad.
- Líderes naturales: son aquellas personas que constituyen un referente moral o
de autoridad en la comunidad en la que queremos intervenir. Es fundamental
conocer a estas personas pues su implicación en los proyectos comunitarios, o
simplemente su aceptación de los mismos, puede resultar imprescindible para el
éxito de nuestro trabajo.
- Representantes o delegados: han sido elegidos en una asociación u
organización. Pueden ser dirigentes políticos, sindicales, de una asociación de
vecinos, etc.
- Técnicos de la Administración pública o de entidades priva- das: su implicación
es muy importante ya que de ellos dependen decisiones, actuaciones, etc., que
tienen mucho que ver con el desarrollo del propio proceso comunitario,
empezando por la coordinación de los recursos, la disponibilidad de los locales,
la liberación de profesionales para tareas comunitarias, etc.

También nos interesa la población en cuanto formada por familias, ya que todas las
personas pertenecen a una familia. El trabajo comunitario va a repercutir directa o
indirectamente en ellas, de ahí la importancia de tener en cuenta su perspectiva.

Y, por último, nos interesa la población de una comunidad en cuanto que está formada
por grupos. Los grupos constituyen un elemento estructural de la población. En este
sentido es preciso señalar que:

- Cada grupo o asociación es un recurso comunitario en sí mismo y, de hecho, la


potenciación del tejido asociativo es una finalidad intrínseca de la intervención
comunitaria.
- Esta tiene que ir orientada a la creación de nuevos grupos para que se desarrolle
la autonomía de la población.
- Además, la intervención comunitaria ha de buscar siempre la conexión entre los
diferentes grupos y asociaciones para la creación de redes comunitarias.

2.3. Las demandas de la población.

Si queremos llevar a cabo un proceso de intervención en una comunidad,


necesariamente debemos partir de las demandas de la población. Este extremo lo
desarrollaremos más adelante, cuando tratemos la metodología de la intervención
comunitaria. Ahora nos interesa en cuanto que forma parte de la estructura comunitaria.

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Cuando hablamos de demandas nos estamos refiriendo a la expresión de las
necesidades que tienen las personas, familias y grupos en una comunidad. Estas
demandas pueden ser de dos tipos:

- Explícitas: cuando la necesidad se verbaliza y se concreta en la solicitud de un


determinado servicio.
- Implícitas: cuando la necesidad se puede verbalizar o no, pero no hay una
solicitud de servicio, sino que se presupone en la expresión de la propia
necesidad. Las demandas implícitas están escondidas, pero eso no significa que
no existan.

A la hora de analizar las demandas de cara a la intervención comunitaria, lo podemos


hacer desde tres puntos de vista fundamentales, que son los siguientes:

- Demandas sociales relacionadas con determinadas partes del territorio:


fronteras entre terrenos, barreras arquitectónicas, medios de transporte, etc.
- Demandas sociales referidas a determinadas franjas de población. Podemos
realizar una intervención comunitaria por franjas de edad (niños, jóvenes,
adultos, tercera edad); por sexos (centrarnos en mujeres o problemáticas
específicas de los hombres), etc.
- Demandas sociales referidas al nivel sectorial de problemas. Podemos intervenir
desde los diferentes sectores educativo, social, ocio y tiempo libre, cultural, etc.

2.4. Los recursos.

Los recursos de una comunidad están constituidos por todo aquello que es útil para
satisfacer las diferentes necesidades de sus miembros en cuanto personas, familias o
grupos.

Sin duda la propia comunidad y su población conforman el primer recurso que tenemos
para poder desarrollar nuestra intervención comunitaria.

Los recursos son el pilar en el que se asienta cualquier proyecto comunitario y tenemos
que conocer tanto los que hay como los que se necesitan para que nuestro proyecto
sea eficaz, útil, eficiente y viable.

Desde una óptica funcional y operativa, podemos hablar de diferentes tipos de recursos:

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- Recursos reales: son los que ya tenemos, que se pueden utilizar directamente.
Un primer nivel de intervención social consiste en la mejor y más racional
utilización de estos recursos.
- Recursos potenciales: son aquellos con los que es posible contar en el futuro,
bien porque están previstos, bien porque hay necesidad de ellos. Los recursos
potenciales nos pueden guiar en la elaboración de nuestro proyecto comunitario.
- Recursos públicos: son los que dependen de las Administraciones públicas y que
garantizan el acceso de toda la población a los mismos.
- Recursos privados: son los que dependen de entidades privadas (con o sin
ánimo de lucro). Hay que contar con ellos siempre en coordinación con los
recursos públicos. Aquí podemos incluir el voluntariado, ya que es un elemento
muy importante de apoyo social en las comunidades.

Todos estos recursos de la comunidad los podemos englobar en el marco de dos


grandes sistemas comunitarios de apoyo:

- Las redes de relaciones naturales: la familia, los vecinos, los amigos, etc.
- Las redes formales de acción social: tanto públicas como privadas.

2.5. Conclusión.

Conocer los distintos elementos que estructuran la comunidad constituye la base para
poder realizar un diagnóstico comunitario adecuado que nos permita llevar a cabo una
planificación de la intervención que pueda ser realmente útil a la población de una
comunidad de cara a satisfacer sus demandas reales contando con sus propios recursos
(tanto internos como externos). Sin este conocimiento, no podemos iniciar ningún
proceso comunitario que se quiera caracterizar por el rigor y la funcionalidad, cualidades
a las que debe aspirar cualquier profesional de la intervención social comunitaria.

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