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Relatoría: La gubernamentalidad biopolítica: de la sociedad de control estatal al

liberalismo
El articulo La gubernamentalidad biopolítica: de la sociedad de control estatal al
liberalismo, estudiado desde el pensamiento de Foucault explora la relación entre el poder
soberano y el biopoder en el contexto del nazismo y la gubernamentalidad biopolítica. Se
discuten conceptos como el urbanismo neoliberal, la sociedad del riesgo y la ética en la
gobernanza, destacando cómo el biopoder regula la vida social y económica. Además, se analiza
la evolución de la gubernamentalidad desde un modelo disciplinario hacia uno neoliberal,
enfatizando la transformación del poder y la subjetivación en la sociedad contemporánea. Antes
de mirar esta línea de tiempo conviene que aclaremos términos como (gobernabilidad, poder,
gobierno, población e individuo)
La gobernabilidad implica una relación del yo consigo, es decir, las prácticas por las que
se pueden organizar las estrategias que los individuos, en su libertad, pueden utilizar con respecto
a cada uno.
El poder es una propiedad que alguien posee y que puede transferir o alienar por un acto
jurídico del orden de la cesión o el contrato con el objetivo de constituir una soberanía política,
éste poder funciona en red dando lugar al individuo y a la sociedad.
El gobierno es una manera recta de disponer las cosas para conducirlas a un “fin
oportuno”, por tanto, el fin del gobierno está en las cosas que dirige,
La población que se considerará como un conjunto de procesos que es menester manejar
en sus aspectos naturales y a partir de ellos. Y el individuo es una realidad fabricada por la
tecnología específica del poder denominada “disciplina” y este individuo es, a su vez, el sujeto de
la biopolítica cuando se aborda su cuerpo productivo en su conexión con la sociedad.
La evolución de la gubernamentalidad inicia con el poder disciplinario, que aparece en los
siglos XVII-XVIII, y es un dispositivo que se ejerce a través de la mecánica polimorfa de las
disciplinas que se expresa por medio de la norma y también lo ejerce la propia sociedad a través
del control del tiempo y el espacio de cada individuo. Es, pues, un poder disperso que cala en el
cuerpo del individuo y lo moldea a fondo; es decir, es un poder individualizante y corrector cuyo
modelo es médico.
El biopoder, por su parte, produce y garantiza la seguridad de la sociedad, lo que incide en
las nociones de riesgo y peligrosidad. Este poder se ocupa de datos relacionados con la población
y busca optimizar la vida de un determinado grupo. Los medios de los que se sirve son los
mecanismos de previsión y de estimación estadísticos, así como los mecanismos reguladores para
mantener una homeostasis y garantizar la seguridad acerca de todo lo aleatorio. En todo caso, el
modelo de este poder es, como en el disciplinario, médico y su objetivo es la seguridad de la
población. El elemento común (la norma) es el que permite la circulación de lo disciplinario a lo
regulador, pues ambos son poderes normalizadores. El biopoder toma en consideración el hecho
biológico de que el hombre constituye una especie y se despliega como un conjunto de
mecanismos que interactúan con los jurídico-legales y los disciplinarios-correctivos.
El aspecto que hace las veces de hilo conductor en la transformación de sentido de la
noción de biopolítica es el de seguridad. En primer lugar, el espacio está unido a la ciudad vista
como un espacio de circulación y de producción necesaria para satisfacer las necesidades vitales
y en segundo lugar, al tratamiento de lo aleatorio, especialmente a la escasez. El biopoder es,
pues, el poder que se aplica al hombre vivo, a la especie, y produce la población, que es
gobernada de un modo diferente a como lo son los individuos.
La biopolítica surge desde tres “sustratos” diferentes: la pastoral cristiana, una técnica
diplomático-militar y la policía como arte de gobernar. La idea de que se gobierna a los hombres
alcanza su elaboración más nítida en la pastoral cristiana, que entiende el poder como cuidado
que atiende a omnes et singulati. El paso de ese poder pastoral a la gubernamentalidad ocurrió
cuando el poder pastoral entró en crisis y se dispersó, lo que dio origen a contraconductas que
buscaban otras formas por las cuales los sujetos fueran conducidos o simplemente la manera de
conducirse cada uno a sí mismo. En el gobierno de la población y en el fortalecimiento de la
fuerza del Estado se introdujeron dos herramientas ya mencionadas: un dispositivo diplomático-
militar y un dispositivo policial. Con el primero se buscó el equilibrio de Europa, lo que supuso
un nuevo uso de la guerra, junto a una profesionalización de lo militar, y un desarrollo del
instrumento diplomático. La policía, segundo mecanismo, cumplió una función clave: “el control
y la cobertura de la actividad de los hombres”
La idea clave, que servirá de paso al nuevo sentido de la biopolítica, es que el Estado tiene
que garantizar la gestión de la población, lo que requiere un conocimiento científico porque la
población tiene sus leyes propias de transformación y desplazamiento, y está sometida a procesos
naturales
La nueva gubernamentalidad se articula, por tanto, con varios elementos: sociedad,
economía, población, seguridad y libertad. Esto significa que esta gubernamentalidad establece
una limitación interna que requiere para alcanzar sus objetivos limitar la acción gubernamental.
Así pues, la práctica gubernamental solo alcanzará su objetivo si respeta esa naturaleza, lo que
implica conocerla. Esa autolimitación del gobierno es el liberalismo, que es la organización de
los métodos de transacción aptos para definir la limitación de las prácticas de gobierno.
La pretensión de que el mercado o la economía tiene capacidad de formalización para el
Estado y para la sociedad es el primer elemento que modifica radicalmente el paso del
liberalismo al neoliberalismo: “no se trata simplemente de liberar la economía. Se trata de saber
hasta dónde podrán extenderse los poderes políticos y sociales de información de la economía de
mercado”
Por ello la política neoliberal no se ocupa del bienestar social, a lo sumo fomenta una
“política social individual” o privatizada; es decir, no se asegura a los individuos ante los riesgos
con una cobertura social, sino que se otorga a cada uno de ellos un espacio económico dentro del
cual cada uno asumirá y afrontará dichos riesgos.
La gubernamentalidad neoliberal es, por tanto, un gobierno de la sociedad en el que esta
es una sociedad de empresa. La sociedad es comprendida y regulada con los criterios de la
economía, la que, a su vez, tiene como principio fundamental la competencia: este es el segundo
aspecto que el neoliberalismo modifica respecto al liberalismo clásico, pues concibe el mercado
no como intercambio, sino como competencia.
En conclusión, Foucault sostiene que no hay una linealidad en la evolución de los
poderes; el poder soberano y el disciplinario persisten en la sociedad actual, mientras que la
biopolítica, centrada en la seguridad, ha ganado preponderancia desde los años 80. La biopolítica
se articula en torno a la libertad y la seguridad, donde el Estado, a través de dispositivos de
seguridad, busca promover y proteger a la población, que se define principalmente desde un
punto de vista biológico. El neoliberalismo redefine la gubernamentalidad, considerando a la
sociedad como una empresa y a la población como capital humano, lo que implica que las
intervenciones sociales se basan en criterios económicos.
Foucault argumenta que el poder crea la realidad social e individual a través de
dispositivos que se entrelazan a lo largo de la historia, y aunque la preponderancia de estos
dispositivos puede variar, no existe un sujeto soberano universal.

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