Orientacion y Consejeria Psicologica
Orientacion y Consejeria Psicologica
Orientacion y Consejeria Psicologica
I. Introducción
II. Definición
1.1. Counselling
El término “Counselling” está en inglés; indicando una noción de proceso, una acción
temporal de continuidad y despliegue. La traducción no es precisa y pueden usarse diversos
términos para referirse a ella como: orientación, consejo, consultoria, asesoria, hasta tutora.
Para evitar discusiones los autores prefieren utilizar este término, ya que los términos
anteriormente mencionados no son totalmente sinónimo, y entrañan sutiles diferencias
semánticas.
Normalmente se ejecuta o desarrolla en ambientes con personas no recluidas
recluidas como en
el ámbito educativo (centros académicos), vocacional, organizacional/laboral (agencias),
personal, social,
social, o en el consultorio
consultorio privado.
B. Shertzer y Stone (1999) refieren en su libro Manual para el Asesoramiento
psicológico (Counseling);
(Counseling); es un proceso de apoyo, filosofia que trata de definir un saber estar
con las personas. Son técnicas de apoyo emocional, que con su manejo adecuado en manos
de profesionales, son capaces de ayudar a las personas a resolver sus propios conflictos, si se
les da la oportunidad.
Es una profesión que promueve, el autoconocimiento necesario para producir
cambios, tomar decisiones, resolver conflictos en función de elaborar nuevas alternativas e
incorporar recursos internos que favorezcan su desarrollo personal y cooperar en una
búsqueda de lo transcendental.
transcendental.
Proceso mediante el cual el consultor ayuda a interpretar hechos relacionado con una
elección, un plan o ciertos ajustes que necesita hacer.
Proceso que tiene lugar en una relación de persona a persona entre un individuo
perturbado por problemas que no puede manejar solo y un profesional cuya formación y
experiencia lo califican para Ayudar a otros a alcanzar soluciones para diversos tipos de
dificultades personales.
Proceso mediante el cual la estructura del yo se relaja en el medio seguro de la
relación con el terapeuta y se perciben experiencias previamente negadas que se integran
entonces en un yo modificado.
La interacción que se produce entre dos individuos llamados consultor y cliente
(paciente), que tiene lugar en un contexto profesional, y que se inicia y se mantiene como
medio para facilitar que se produzca ciertos cambios en la conducta del cliente.
El proceso que implica relaciones interpersonales entre un counselor y uno o más
clientes, el primero emplea métodos psicológicos basados en el conocimiento sistemático de
la personalidad humana para tratar de mejorar la
l a salud mental de los
l os segundos.
Ayudar a un individuo a tomar conciencia de sí mismo y de los modos en que
reacciona a las influencias que ejerce su significado personal de esta conducta y a desarrollar
y clarificar un conjunto de metas y valores que orientan la
l a conducta futura. desde una primera
etapa donde el énfasis estuvo puesto en trabajar con las cogniciones y/o los constructos
cognitivos como determinantes de los comportamientos y conductas, en la actualidad se ha
integrado lo emocional, las experiencias vivenciales, como dadoras de significado y
basamento en
en la instalación de
de la manera de ser en el mundo.
mundo.
en todos los modos de conceptualizar el counseling la noción de proceso es un
elemento esencial. se habla de camino, de acontecer, de acciones dirigidas hacia adelante a
superar la dificultad y facilitar el desarrollo.
se mencionan panes, ajustar a realizar soluciones para diversos tipos de dificultades
personales, la toma de concienci de sí mismo como factor clave para el cambio y para
alcanzar las metas de propuestas.
se vislumbra la posibilidad de la autoayuda la autorrealización, la búsqueda de metas
y valores más integrados.
Otro dato importante es el factor al “clima” en la relación de ayuda, donde se debe
observar: calidez, tolerancia, aceptación, comprensión y aprehensión, actitudes que fueron
muy trabajadas por Carl Rogers (1984).
Cuenta con ocho normas de apoyo emocional que deben estar siempre presentes y que
deberíamos aplicarlas en nuestra labor como tutores y consejeros.
En muchas ocasiones, nuestra propia intuición nos hace actuar usando algunas o todas
de estas normas, pero es importante, si queremos evolucionar a un mayor reconocimiento de
nuestra labor tutoral, que seamos conscientes de por qué usamos estas normas y hacia dónde
llevan.
- No juzgues.
Nuestra labor no es la de juzgar a nadie, y menos a las personas que buscan consejo
en nosotros. En nuestro quehacer diario cometemos el error de establecer una sentencia de
culpabilidad o no culpabilidad a las conductas de las personas, con lo cual reeditamos el
ambiente descalificador que llevó al aconsejado a la crisis o problema que lo aqueja; es decir,
no ayudamos en nada. Muy al contrario, el consejero o tutor debe crear un ambiente de
aceptación –poco usual en nuestro medio, por lo demás- a fin de que la persona se anime a
explorarse a sí misma y supere sus dificultades. Aceptar al consultante no significa estar de
acuerdo con él ni compartir sus creencias; significa, lisa y llanamente, evitar juzgarlo o
criticarlo. Alcanzar esta meta implica haber recorrido el 50% del camino de un proceso de
orientación o consejo.
- Sé empático.
Definimos empatía como el proceso de colocarse, cognoscitiva y efectivamente, en la
situación del otro, de procurar entender sus sentimientos, vivencias y el significado personal
de sus experiencias más importantes, dejando de lado en lo posible nuestro propio campo
experiencial. La aplicamos mediante :
Cabe establecer una diferenciación entre simpatía y empatía, para que no caigamos en
errores. La simpatía es superficial, y hasta cierto punto entraña sentimientos de pena, lástima,
solidaridad, cortesía, condolencia o similares, pero desde una actitud de “estar fuera del
marco referencial del aconsejado”. El consejero que “simpatiza” no se esfuerza por entender
usando las claves mentales del otro sino conservando las suyas propias, y es desde allí que
juzga y simpatiza. Obviamente, esto no es de mucha ayuda, pues no hay un verdadero
acompañamiento emocional, que es lo verdaderamente terapéutico en esta clase de
relaciones. La empatía, en cambio, supone un renunciamiento personal momentáneo; un
tratar de asumir al otro en todo lo posible a fin de comprenderlo.
No siempre vamos a poder empatizar con todo el mundo y esto no significa que no
seamos buenos consejeros. Pero si que es verdad que aunque no podamos empatizar si que
podemos tratar de averiguar qué sentimientos tiene la otra persona en esos momentos. Esto de
por sí ya es bastante ayuda.
- No des consejos
Curiosamente lo que menos se recomienda a un “consejero” es aconsejar. Si partimos
del principio básico del counseling, el cual dice que la persona es capaz de resolver sus
propios conflictos si se le dan las condiciones psicológicas adecuadas, dar consejos puede ser
innecesario y hasta contraproducente, pues decirle a la persona lo que debe hacer violaría este
principio básico, ya que implicaría que nosotros, los “aconsejadores”, sabemos mejor que él
lo que debe hacer con su vida. Además, casi siempre, de todo el tiempo que estemos con el
aconsejado, seguramente no se va a acordar de lo que le hayamos dicho pero sí que se
acordará de cómo se sintió con ese profesional. Obviamente esto tiene sus excepciones; hay
casos, muy puntuales y concretos, donde un consejo puede ser tolerado, pero no exageremos.
- No preguntes nunca (o casi nunca) por qué
La vía regia para la superación de los conflictos y problemas es la toma de contacto y
la exploración de las emociones y sentimientos; esto lleva al autoconocimiento y al cambio
positivo. La búsqueda de “porques” nos aleja de esta meta y nos lleva automáticamente a la
racionalización y al autoengaño. El por qué nos empuja a buscar la causa de la causa de la
causa... y para eso el consejero o el tutor no son necesarios. Si necesitamos hacer preguntas,
más útil resulta el “cómo”. Preguntar cómo suceden las cosas nos lleva a ce ntrarnos en los
procesos y a una mayor toma de conciencia. El por qué, además, lleva también a buscar
culpables y/o responsables, y a evadir nuestra propia responsabilidad por lo que nos sucede.
a. Enfoque cognitivo-comportamental
c. La consejería existencialista:
Se fundamenta en la filosofía, psiquiatría, psicología y teología. Busca comprender las
formas de ser en el mundo y las emociones del ser humano enfocándose en la experiencia
subjetiva de cada persona. Se centra entonces en la vida de la persona más que en su
personalidad (González y Arriagada, 2004).
Busca ayudar a desarrollar y consolidar las capacidades personales de los individuos
para afrontar la vida, motivando a la vez la búsqueda de valores e ideales que guían el ser y
actuar: para este enfoque el ser humano es responsable de sus actos y puede llegar a ser más
feliz confrontándose a la realidad. La elección de su posición en el mundo le pertenece aún si
otra persona lo ayuda a encontrarla. La única realidad que pertenece a los individuos es la
realización de sus proyectos (González y Arriagada, 2004, p. 7)
Desde la práctica, refieren que el foco de la consejería está puesto en el encuentro del
cliente consigo mismo y no en el encuentro ayudador-cliente. Es decir, no se busca que el
cliente reconstruya relaciones anteriores o a los otros en la relación establecida en la
consejería sino que se confronte a sí mismo y a su vida con el fin de que busque develar el
conjunto más amplio de fenómenos que rigen y definen su vida, yendo más allá del aprender
nuevas competencias o eliminar un síntoma (González y Arriagada, 2004).
Conclusiones
Bibliografía