Monografia Historiografia
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AUSTRAL
El origen de la historia como disciplina científica se constituye al inicio del siglo XIX, con el
historicismo clásico, en lo cual se produce un cambio en la relación de cómo se venia
desarrollando la investigación, escritura y enseñanza de la Historia. El principal estandarte (pero
no el único) es Leopold Von Ranke que partia de la idea de una unión entre la ciencia y el arte.
“Historicismo” en el siglo XIX es definido como una forma no solo como un método sino que
inclusive como una visión y relación con la realidad, partiendo de esta ultima premisa se puede
interpretar la realidad en su desarrollo histórico, por lo que toda “ciencia humana” debe partir
primeramente de la historia. El historiador al ser percibido ahora como un científico debe llevar
a cabo un análisis critico de las fuentes que utiliza, a su vez se niega la idea del desarrollo como
el sinónimo de progreso y por lo tanto cada vez que un periodo llega a su “fin” es la
culminación del tiempo en cuestión.
La ciencia representada por Ranke toma fuerza en la formacion en universidades y por medio de
la política y cultura se consolido en Alemania, ya que contaba con un “rigor científico” que le
permitió su institucionalización y su transformación como ciencia.
La idea de ciencia que representaba Ranke fue tomando mucha fuerza y logro imponerse no
solo en las universidades ya que también fue apoyada por valores políticos y culturales de una
burguesía nacional que crecía en todos los aspectos posibles.
Toda esta conformación del Historicismo Clasico entra en crisis a finales del siglo XIX, en la
cual se instalan debates sobre el concepto de ciencia y su practica, por lo tanto ya no solamente
respondia a un plano nacional sino que ya estamos trasladándolo a un plano internación en lo
historiográfico.
En distintos países de Europa y Estados Unidos, comienza a desarrollarse una discusión acerca
de los fundamentos de la investigación histórica y de historiografía por los cuales se pretenden
que correspondan a las nuevas condiciones sociales y políticas que transcurren en esos
momentos, con lo que el paradigma entraría en crisis y seria desplazado durante el siglo xx.
DESARROLLO:
El énfasis de la historicidad esta puesto en el rol de la conciencia humana, por lo tanto se debe a
la idea de que las personas se relacionan con el mundo influenciado por el tiempo y espacio.
Para poder comprender la mente humana para ese momento es necesario e indispensable
analizar el contexto en el cual surge y se desarrolla la época a analizar.
Dentro de esta corriente que mencione anteriormente surgen dos grandes nombres:
El método científico para este autor se caracteriza como un método empírico capaz se poder ser
aplicado a los fenómenos humanos y que pueda estudiarlo, intentando evitar las consideraciones
normativas por lo tanto se encontraba una clara diferenciación entre lo que uno encontraba en la
empiria y los juicios de valor que uno realiza.
Ranke de esta manera intenta plasmar una dimensión de tipo “científica” que será propia de la
Historia como disciplina intentando distar de las especulaciones tan típicas de la filosofía, esto
queda mas que explicitado en su idea de “Tratar de exponer como ocurrieron, en realidad las
cosas”1
Los historiadores dentro de esta corriente, optan por definir el carácter científico de la disciplina
por medio de que utilizan un objeto empírico como fuentes (los documentos), mientras que para
abordarlo utilizan un método que es “objetivo” permitiendo llegar a la “verdad”
1
Introducción de “Historia de los pueblos latinos y germánicos”
El método ahora sería el problema de la historia como ciencia, siendo entonces el
perfeccionamiento del mismo el que permita elaborar un orden sistemático que sea útil y esté
disponible para los investigadores. La secuencia llevada a cabo desde el abordaje del material
empírico será critica analizando minuciosamente la fuente para poder obtener “información
verdadera” que permita reconstruir que “ocurrió realmente”.
La historia logra definirse como disciplina autónoma principalmente por el uso de un estudio
sistemático de las fuentes que por medio de la misma se realice una construcción de los hechos
del pasado, siendo el historiador un individuo objetivo que no caería en juicios de valor.
En su obra opta por mantener indiferencia al poder papal y renunciar a cualquier tipo de
emoción ya sea simpatía u odio para servir realmente a su deber como historiador, ya que la
objetividad es el deber ser del mismo, una tarea sumamente difícil ya que desde mi punto de
vista es sumamente difícil (por no decir imposible) el estar desconectado de que es lo que
ocurre en el mundo a la hora de llevar a cabo su obra.
Finalmente, hay otro aspecto que resulta importante destacar acerca de la postura de Ranke, que
es el lugar que le asigna a la nación-estado, como espacio a través del cual se canaliza la
actividad de los hombres, de manera tal que la historia es puesta al servicio de una nueva
«síntesis superior», que era la historia general de las naciones-estado (Torres, pág. 157).
El punto de partida y lo que permitió la consolidación de esta forma de realizar historia fue
primero que nada su tendencia a ser una instrumentalización política y realizar un discurso
nacionalista ya que estas temáticas publicas dentro de las cuales se encuentra el ámbito político,
por lo tanto podemos establecer la primatica de lo político-diplomático.
En su obra “Introducción a las Ciencias del Espíritu”, se concibe a la sociedad como una
maquina en movimiento la cual es mantenida por el rol de las personas que desconocen de gran
manera su accionar mismo.
Dilthey concibe a las ciencias del espíritu como aquellas que tienen como objeto de estudio
realidad histórica y social, esta expresión es utilizada principalmente para referir a un complejo
mundo de hechos que se utiliza para unir a este tiempo de ciencias en contraposición a las
ciencias de la naturaleza. Los hechos espirituales que desarrollo el hombre, constituye una
realidad que no se debe dominar sino comprender.
Un ser humano nace, subsiste y crece en función de las operaciones de su cuerpo y sus
interacciones con el entorno natural; su vivencia vital, al menos en parte, se deriva de estas
operaciones; sus percepciones son moldeadas por los órganos sensoriales y sus emociones por el
mundo exterior; la diversidad y fluidez de sus ideas, así como la fuerza y dirección de sus
decisiones, están influenciadas de manera múltiple por los cambios en su sistema nervioso.
De este modo, la vida espiritual de un individuo es simplemente una faceta de la unidad mente-
cuerpo que constituye la existencia humana. El conjunto de estas unidades de vida conforma la
realidad que las ciencias histórico-sociales estudian.
Dado que este texto busca fundamentar la autonomía relativa de las ciencias del espíritu, debe
también explorar, como otro aspecto de su lugar en el panorama científico, el sistema de
interdependencias que las conecta con el conocimiento natural, convirtiéndolas en el
componente final y supremo de una estructura que se inicia en los fundamentos matemáticos.
Los hechos del espíritu representan el límite máximo de los fenómenos naturales, mientras que
los fenómenos naturales establecen las condiciones fundamentales para la vida espiritual. Por lo
tanto, el estudio del reino de las personas, la sociedad humana y la historia, como la
manifestación más alta dentro del mundo empírico, requiere comprender el sistema de
presuposiciones que el conjunto natural implica para su evolución.
Mientras que las ciencias naturales explican los fenómenos en términos de causa y efecto, en las
ciencias espirituales, el mecanismo fundamental para comprender los fenómenos no es el
principio de causa y efecto, sino el de comprensión. La distinción entre estas dos ciencias, la
natural y la espiritual, radica en la autoconciencia humana. Las ciencias del espíritu estudian al
ser humano tal como él mismo se percibe: alma, conciencia y espíritu.
Wilhelm Dilthey, en sus contribuciones, aborda principalmente la distinción entre las ciencias
de la naturaleza y las ciencias del espíritu, así como la relación entre la historia y estas últimas.
Dilthey reflexiona sobre la incertidumbre en los fundamentos de las ciencias del espíritu,
observando que los especialistas a menudo se refugian en la mera descripción, concepciones
subjetivas ingeniosas o en la metafísica. Su intento es filosofar sobre el principio de la escuela
histórica y el trabajo de las ciencias sociales, buscando mediar entre esta y las teorías abstractas.
Dilthey sostiene que las ciencias del espíritu se ocupan de la realidad histórico-social, aunque su
base de conocimiento es natural. Argumenta que estas ciencias no se diferencian de las ciencias
de la naturaleza por una dicotomía entre sustancias materiales y espirituales, sino por que los
hechos del mundo espiritual se encuentran ampliamente relacionados a las uniformidades del
curso natural. Esto indica el inicio de una ciencia autónoma del espíritu, con sus propias
estructuras, una vez que se excluye la subordinación de los hechos espirituales al conocimiento
mecánico natural.
Dilthey propone una relación dialéctica entre los hechos del espíritu y los de la naturaleza,
donde los primeros representan el límite supremo de los segundos, y estos últimos establecen las
condiciones fundamentales para la vida espiritual, ya que: “Las ciencias que se ocupan del
hombre, de la sociedad y de la historia tienen como base suya las ciencias de la naturaleza por lo
mismo que las unidades psicofísicas sólo pueden ser estudiadas con ayuda de la biología pero
también porque el medio en que se desenvuelven y en que tiene lugar su actividad teleológica,
encaminada en gran parte al dominio de la naturaleza, está constituido por ésta (…)” (pág. 26).
Son los hechos, los teoremas y los juicios del valor los que conforman la metodología y los
temas que son característicos de las ciencias del espíritu. Los fines pueden alcanzarse por medio
del uso de la razón llevando a cabo acciones tales como el análisis o la abstracción que permiten
describir, explicar y predecir. La ciencia ahora destaca una parte de lo que se conoce de la
realidad historia-social. La conexión que se realiza entre esta realidad terrestre, nos permite a
nosotros poder establecer conexiones entre lo espiritual partiendo desde las bases de las
diferencias que pueden existir entre tiempo y el espacio que tarde o temprano por medio de la
acumulación va a poder articular el conocimiento de las Ciencias del Espíritu.
Dilthey como conclusión en contraposición a Ranke opta por una postura no tan sesgada de la
realidad ya que el primero afirma que existe una clara relación entre el objeto de estudio y el
sujeto que lo estudia algo que no se encuentra dentro de la postura del último antes mencionado.
Las metodologías introducidas por el Historicismo Clásico (principalmente las propuestas por
Ranke) sirvieron sin duda alguna para la consolidación de la disciplina científica y para que se
vuelva profesionalizada, pero a partir de distintas cuestiones que parecían inconexas con la
historia es que surgen una serie de estudios y cuestionamientos a esta forma de escribir la
Historia entre los cuales se encuentra:
Huizinga:
Realiza una conceptualización acerca de las distintas formas de vida y del espíritu durante el
siglo XV en los Países Bajos, este ofrece una recuperación de los aspectos culturales y
simbólicos y como estos se encuentran relacionados intrínsecamente al estudio de las
sociedades.
En su obra se realiza un especial énfasis en la muerte que durante la Edad Media fue
principalmente un pensamiento cultural trascendental en las sociedades debido a lo fuerte del
pensamiento religioso durante este momento histórico en particular.
Karl Marx:
Para Marx, estos historiadores tenían una visión histórica que se limitaba únicamente a los actos
políticos, religiosos y teóricos. Por lo tanto, Marx y Engels proponen un método materialista
para hacer historia, centrado en los modos de producción. ¿Por qué? Porque de un modo de
producción y de intercambio determinados surgen formas políticas específicas, y a partir de la
organización política se puede explicar cómo surgen los productos teóricos y las formas de
conciencia en religión, filosofía y moral.
Para Marx, primero está la producción, y luego lo moral, lo jurídico y lo religioso. Así, Marx y
Engels enfocan sus posturas en lo económico y analizan las relaciones de producción, que
involucran tanto los medios materiales como los sociales, entendiendo la producción como un
proceso histórico.
Según Marx: "No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la
conciencia". Desde esta perspectiva, se parte del individuo real y vivo, considerando la
conciencia solo como su conciencia. Es decir, la organización social y el estado surgen de la
producción, no de cómo los individuos se representan ante la propia o ajena imaginación, lo
cual contrasta claramente con las posturas clásicas de la historia al poner el foco en lo
económico.
Así, Marx identificó una limitación en la forma de abordar el pasado y la filosofía subyacente a
este enfoque, al ignorar los procesos de reproducción material que son el motor de la historia de
los individuos.
Simiand:
Su obra es publicada en 1903, se encuentra hecho a modo de critica al autor Seignobos y su obra
titulada como “La Méthode historique appliquée a les sciences sociales” (1901).
Las fuentes utilizadas también permiten observar las relaciones entre los fenómenos, cuales son
los actores, como se relacionan y no como hechos únicos e irrepetibles.
La visión rankeana en la utilización de los documentos, se encuentra mas que definida en la idea
de “contar como ocurrieron realmente las cosas”, esto para Simiand es algo imposible de lograr
ya que no es una fiel representación del pasado, carentes de rigurosidad, en la que el rol del
sujeto es sumamente importante porque a partir de la construcción de hipótesis logra llegar a
una “representación del pasado”.
Entonces para el autor Simiand lo imposible no se encuentra en el documento solamente, sino
que también en el espíritu del científico, ya que muchas veces se opta por la utilización de
métodos que entorpecen el labor del historiador y no ayudan en su “espíritu constructor”.
Es necesario renunciar a los hábitos no validos por los historiadores los cuales son:
El ídolo cronológico: Evitar siempre remontarse a “los orígenes” de los fenómenos sino que
muchas veces el estudio de algunos hechos es mejor llevar a cabo un análisis detenido y
profundo.
Si bien existen ciertas continuidades entre lo propuesto por Simiand con la postura de Ranke,
existen ciertos elementos de ruptura que permiten pensar una “sustitución” progresiva de la
practica histórica tradicional, y la adopción de un método reflexivo y critico.
Debe descartar lo subjetivo para poder extraer lo subjetivo por medio de un proceso de
abstracción en la que el rol del individuo es sumamente importante.
A finales del siglo XIX se instala el debate sobre el concepto de ciencia y la práctica científica,
que se había impuesto no solamente en la investigación histórica sino también siendo trasladada
al plano historiográfico internacional de aquel momento. En distintos países de Europa como
también en los Estados Unidos, comienza a desarrollarse una acalorada discusión acerca de
cuales son los fundamentos de la investigación histórica y de historiografía por los cuales se
pretenden que correspondan a las nuevas condiciones sociales y políticas que transcurren en
esos momentos en las que “(...) se debería trabajar con un concepto de ciencia que ofreciera
criterios metódicos rigurosos no solo para la investigación de los hechos, sino también para el
reconocimiento y la explicación de las interrelaciones históricas; concepto que por lo tanto
enlazara la historia con la concepción de una ciencia social empírica.” (Iggers: 33).
En Alemania, la discusión alcanzó su punto más alto con Karl Lamprecht y su publicación de
“Historia Alemana”, en la misma se cuestionaba y criticaba los dos principios que hasta
entonces eran fundamentales en la Ciencia Histórica: El papel central del estado en la
exposición histórica y la narración referida a las personas.
Por esta razón sufriría las críticas por sus “colegas”, en la que concluiría con la marginación y
posterior exclusión de Lamprecht como Historiador y su enfoque fue dejado de lado por mucho
tiempo.
En América, sin embargo, los historiadores estaban fuertemente convencidos que era necesario
una “nueva ciencia histórica moderna”, la cual justamente debía ocuparse de la sociedades para
así poder empezar a intimar más con los métodos socio científicos.
Esta Nueva Historia Social, a pesar de ser abordada por diversas perspectivas, todas estaban de
acuerdo en la idea del historicismo clásico, en la cual la historia era una ciencia orientada hacia
la búsqueda de una “realidad objetiva” que procedía entones de un modo rigurosamente
metódico.
Se destacan cuatro tendencias, “una que aplicaba los métodos tradicionales de crítica de textos a
la historia social, la segunda que pretendía convertir la historia en una sociología histórica, una
tercera (...), para la cual los modelos abstractos de la economía se convirtieron en patrones para
una ciencia histórica cuantificable y orientada a la teoría y finalmente la escuela de los Annales
que hizo poner radicalmente en duda el concepto de tiempo con la que trabajaba las demás
tendencias(...) basándose en el análisis cuidadoso de fuentes no solo políticas, sino también
económicas, religiosas, literarias y artísticas.”(Iggers: 37)
La Nueva Escuela Histórica de Economía Nacional en Alemania fue para una historia social que
buscaba ocuparse de los problemas que surgieron con el proceso de industrialización, su
máximo referente es Gustav Von Schmoller.
“Tomó del historicismo clásico la convicción de que la economía no era determinada por leyes
estrictas, universales y expresables en fórmulas matemáticas, tal como afirmaban la economía
política clásica inglesa y escocesa(...), sino que aquella solo podía ser comprendida
históricamente y dentro del marco de valores e instituciones de un pueblo”(Iggers: 38). También
tomo como propios otros dos elementos del historicismo clásico como lo fueron el papel central
del Estado y el método de crítica de fuente.
De esta escuela surgieron, los primeros estudios empíricos acerca de las condiciones de los
obreros.
También se destacan aportes importantes de Otto Hintze y Max Weber para la configuración de
la ciencia histórica, quienes aspiraron a intentar lograr una concepción precisa y que unido a
esto se encuentre la comprobación critica de las premisas metódicas y teóricas de esa práctica.
Weber propone que cada sociedad humana posee una dinámica interna dentro de lo cultural, en
las estructuras de pensamiento y de comportamiento que ayudan a comprender las relaciones y
el cambio social.
A partir del cambio producido en el siglo XIX, especialmente en Estados Unidos, hubo
esfuerzos por modernizar la cuestión historiográfica, ampliando el objeto de estudio hacia una
historiografía con un enfoque particular que incluye toda la población y no solo al Estado o los
“Grandes Hombres”. Nace así “New History” pero sin embargo aún resulta complicado hallar
un punto en común entre sus integrantes.
En los dos primeros períodos que siguen a la II Guerra Mundial, se pondrá en juicio los
fundamentos políticos y científicos de historiadores progresistas, pero producto de la guerra fría
surgiría nuevamente este consenso a nivel nación.
La historia cuantitativa, tal como fue entendida por la New Economic History en EE.UU,
trabajaba con modelos teóricos, permitiendo asi un desarrollo considerable de la historia
económica que se basaba en cuatro supuestos:
4° El método cuantitativo no solo es aplicable a los procesos económicos, sino también a los
sociales.
““Los Annales continúan los esfuerzos socio científicos de la ciencia histórica en el siglo XX,
pero al mismo tiempo van más allá de la historia social moderna y persiguen una historia
cultural que cuestiona muchas de las premisas de la historiografía social moderna.”(Iggers: 49).
Los annales se han convertido en una escuela científica institucionalizada, sus principales
fundadores son: Lucien Febvre y Marc Bloch. Ambos entienden a la historia como una ciencia
que debe ser guiada, anulando los límites entre las disciplinas parciales para integrarlas en las
“ciencias del hombre”. Bajo esta idea propuso integrar a otras disciplinas como la economía, la
sociología, antropología, la lingüística, la semiótica, el arte y el psicoanálisis. La
institucionalización fue un factor clave ya que favoreció aún más la investigación
interdisciplinar, lo que habilito el trabajo en equipo y las nuevas herramientas tecnológicas que
proporcionaba el tratamiento electrónico de datos.
Las obras de los Annales, nos plantean que ya no existe un hilo conductor en la que las acciones
de los individuos desempeñan un papel protagónico. Tanto el estado como la economía se han
integrado en una visión global de la sociedad, sin marginar el elemento político.
Francia en la segunda mitad del siglo XX, crece de manera exponencial y se desarrolla de
manera particular en el ámbito Historiográfico “En los sesenta se impone en Francia, de modo
parecido a como sucedió en los EE.UU, la fascinación por las cifras y por el ordenador (...). La
demografía histórica surge primero en Francia y en Inglaterra como una ciencia puramente
cuantitativa. Pero con la reconstrucción de familias pronto se ocupa de las condiciones de vida
de una forma más concreta” (Iggers: 55-56).
Pero fue de mayor trascendencia la historia de las mentalidades, que se asocian con una historia
serial, en la que largas secuencias de datos son procesadas electrónicamente.
Los annales no han dejado nunca de ser un fenómeno francés, en cuanto a los caminos en la
investigación histórica de la cultura, sociedad han ejercido una gran influencia.
CONCLUSIÓN:
El Historicismo Clásico, que dominó la historiografía del siglo XIX, introdujo un enfoque
revolucionario al intentar reconstruir los eventos históricos de manera objetiva y basada en
fuentes documentales verificables. Liderado por figuras prominentes como Leopold von Ranke,
este enfoque buscaba establecer una narrativa histórica precisa y libre de interpretaciones
subjetivas, “el contar como realmente sucedieron las cosas”.
Sin embargo, hacia finales del siglo XIX y principios del XX, el Historicismo Clásico comenzó
a ser objeto de críticas sustanciales. Los historiadores empezaron a cuestionar la supuesta
objetividad de este enfoque, argumentando que las interpretaciones de las fuentes históricas no
podían separarse completamente de las influencias personales y los prejuicios ideológicos de los
investigadores, entre los cuales se destacan Heizinga y Simiand. Esta crítica socavó la idea de
que la historia podría ser una ciencia exacta y completamente neutral.
Entonces esta crisis, no solo puso en tela de juicio sus fundamentos metodológicos y
epistemológicos, sino que también llevó a una transformación significativa en la historiografía
que era propia de la época. Esta transformación incluyó un enfoque más crítico y reflexivo
sobre cómo se estudia y se interpreta el pasado, reconociendo la importancia de los contextos
culturales, sociales y políticos en la configuración de la historia. Así, mientras el Historicismo
Clásico sentó las bases para el estudio sistemático de la historia, su crisis impulsó una evolución
hacia enfoques más diversos y complejos que continúan enriqueciendo nuestra comprensión del
pasado en la actualidad.
BIBLIOGRAFIA:
Aurell et al.: “Comprender el pasado. Una historia de la escritura y el pensamiento histórico”.
Selección: capítulo 6. “El siglo de la historia: historicismo, romanticismo, positivismo” por
Aurell y Burke.
Dilthey, Wilhelm: “Introducción a las Ciencias del espíritu”. Fondo de Cultura Económica,
México.
Huizinga, Johan (2005). El otoño de la Edad Media. Estudios sobre la forma de la vida y el
espíritu durante el siglo XIV-XV en Francia y los Países Bajos. Madrid: Alianza.
Iggers, George (1998): La ciencia histórica en el siglo XX. Las tendencias actuales, Barcelona,
Idea Brooks, 1998. (p. 14-22 / 23-58)
Pedro Ruiz Torres: “La historia como concepto histórico: historia erudita, historia filosófica e
historia científica en los siglos XVIII y XIX”.