Definiciones de Tragedia
Definiciones de Tragedia
Definiciones de Tragedia
plática, verso dulce, armonía, o sea la música, que en esto fue común
con la tragedia, sólo diferenciándola en que trata las acciones
humildes y plebeyas, y la tragedia, las reales y altas.
Por argumento la tragedia tiene la historia (…)
El arte nuevo de hacer comedia, Lope de Vega.
Los personajes se ven involucrados inevitablemente en conflictos
cuya resolución siempre es fatal. Intentan cambiar su destino pero
finalmente fracasan, ya que pareciera que no tienen control sobre sus
vidas o se encuentran librados a la voluntad divina.
Lenga y literatura III, saber es clave (Santillana)
La tragedia griega representa la concepción del mundo y del lugar
que el hombre poseía dentro de él en la Antigüedad. Sus personajes
carecen de poder: por culpas que desconocen o faltas graves que han
cometido, está sometidos a un destino fatal e inexorable, del que
pueden escapar, por lo que solo es posible la resignación y el
lamento.
Las principales fuerzas que rigen al mundo y dictaminan la suerte de
todos los hombres son los dioses, cuyas razones resultan michas
veces incomprensibles y no admiten cuestionamientos. Si el hombre
se rebelaba, cometía una falta que los griegos denominaban hybris, o
desmesura, que consistía creerse superior a la divinidad.
Las tragedias solían escenificar mitos que el pueblo ya conocía y
consideraba sagrados. Además, ellos indicaba el modo en que era
necesario comportarse.
La tragedia sobrevivió a diferentes épocas, conservando su
estructura. Sin embargo, a partir del renacimiento aparece y se
desarrolla una nueva concepción del hombre, que se imagina a sí
mismo como dueño de su destino y capaz de enfrentar las fuerzas
que se le oponen, que ya no aparecen como trascendentales, es
decir, situadas más allá de él, sino como sociales: el hombre vive en
un mundo que puede cambiar y en el que su suerte depende de la
relación con otros hombres, de sus elecciones, y de la fuerza de su
voluntad. Es el paso del teocentrismo, un mundo en que Dios es el
protagonista y dictamina el lugar y el destino de cada ser humano, al
antropocentrismo, un mundo centrado en el hombre, en el que cada
cual es capaz de “hacerse a sí mismo”.
En cada mundo de esta naturaleza, la tragedia clásica ya no es ni
posible ni necesaria, los poetas comienzan a producir textos que no
respetan ni las reglas de unidades ni el sentido de sometimiento del
hombre al universo. Shakespeare es el precursor de estos cambios: la
tragedia se convierte en el drama, en el que las relaciones entre los
hombres se entienden no como predestinadas sino como conflicto.
Literatura IV, Saber es clave (Santillana).
La epopeya, pues y la poesía trágica, al igual que la comedia [entre otras] son todas
ellas, consideradas genéricamente, imitaciones. Pero difieren entre sí en tres cosas:
en imitar con medios diversos, en imitar objetos diversos, en imitar de modo
diverso y no de la misma manera […] Todas ellas hacen la imitación mediante el
ritmo, el lenguaje y la armonía, separadamente o mezclados.
Puesto que los que hacen la imitación la hacen de quienes actúan, y es necesario
que estos sean buenos o malos (pues los caracteres casi siempre se corresponden
solo con estas dos categorías, ya que en cuanto a los caracteres, todos los hombres
difieren en razón del vicio o de la virtud), los imitan o como mejores que nosotros, o
como peores que nosotros, o tales como nosotros […] Es evidente que cada una de
las imitaciones mencionadas ofrecerá estas diferencias y será una u otra por imitar,
y en este sentido, uno u otro objeto.
Por esta misma diferencia se distingue también la tragedia respecto de la comedia.
Pues la una se propone imitar a los hombres peores y la otra mejores de cómo son
en realidad.
[…] La tragedia, tuvo sus inicios en improvisaciones y a través de varios cambios
alcanzó finalmente su naturaleza; En ello incidieron las innovaciones de Esquilo y de
Sófocles: Se incrementó el número de actores, el género logró amplitud y halló la
métrica más apropiada para el diálogo.
[…]La tragedia es la imitación de acciones elevadas […] lo más que puede dentro
de una sola revolución del Sol, o excederla poco.
[…] la tragedia es pues, imitación de una acción elevada y completa, que posee una
medida; con un lenguaje sazonado con cada una de las especies (lenguaje, armonía
y ritmo); actuando, y no por medio de una narración; y que, a través de la
conmiseración y el temor, produce la purificación de esos afectos. Por lenguaje
sazonado, entiendo el que tiene ritmo y armonía, esto es canto; Y por «con cada
una de las especies de sazonamiento», el que se logre en unas ocasiones solo por
medio de versos y en otras, En cambio, solo por medio del canto.
[…] elemento constitutivo de la tragedia necesariamente sería el ordenamiento del
espectáculo, y además, la melodía y la expresión lingüística, pues estos son los
medios con que hacen la imitación. Por expresión lingüística, entiendo la propia
composición de los versos […] imitación no es de una acción y esta es ejecutada
por unos que actúan, Los cuales necesariamente tienen determinada cualidad
según el carácter y el pensamiento, y, El que se acierte o se fracase depende de
ellas, Es la trama la que constituye la imitación de la acción […] Son
necesariamente seis los elementos constitutivos de toda tragedia: la trama, los
caracteres, la expresión lingüística, el pensamiento, el espectáculo, y la música.
La tragedia no es imitación de hombres, sino de la acción coma, esto es coma de la
existencia. Y la dicha y la desdicha están en la acción, coma y el fin es una forma de
acción, coma, no una cualidad. Por lo tanto, coma no actúan. A fin de imitar los
caracteres coma, sino que adquieren los caracteres por añadidura, coma a causa de
las acciones. Los actos coma, es decir, la trama coma, son el fin de la tragedia,
coma y en todas las cosas el fin es lo más importante.
Los elementos más importantes mediante los cuales la tragedia produce Él, los
espectadores, un efecto emotivo coma son componentes de la trama, coma esto es
coma las peripecias y los reconocimientos.
Poética, Aristóteles.