Hora Santa

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HORA SANTA

¿QUE QUIERES QUE HAGA POR TI?

1. Exposición del Santísimo


La Iglesia tiene la vocación de llevar la alegría al mundo, una alegría auténtica y
duradera que brota de la Pascua. Nos reunimos en oración en esta Hora Santa
para suplicarle al Señor de la Eucaristía, que inunde nuestros corazones de ese
gozo de la alegría que, como Amigo entrañable, Él nos puede dar.
2. Invocación al Espíritu santo
Dios Espíritu Santo, Dulce Huésped del alma, Consolador y Santificador nuestro,
inflama nuestro corazón, llena de luz nuestra mente para que te tratemos cada vez
más y te conozcamos mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para
que, transformados por tu fuerza, te pongamos en la entraña de nuestro ser y de
nuestro obrar, y todo lo hagamos bajo tu impulso.
Canto al Espíritu Santo

3. Oración preparatoria:
Señor Jesús, queremos velar contigo, queremos estar junto a ti. Quizá no se nos
ocurran muchas cosas, pero queremos estar, queremos sentir tu amor, queremos
amarte, queremos aprender a amar. Lo importante es estar abiertos a tu
presencia. Y agradecer, alabar, suplicar. Y callar, escuchar, no decir nada,
simplemente estar. Acógenos como discípulos que quieren escuchar tus palabras,
aprender de ti, seguirte siempre. Acógenos como amigos. Y haz de nosotros
también tus testigos, testigos del amor. Señor Jesús, toca esta noche nuestro
corazón, anos tu gracia, sálvanos, llénanos de la vida que sólo tú puedes dar.
Aumenta nuestra Fe, nuestra Esperanza y nuestro Amor mutuo, para que
vengamos a ser agradables a tu corazón. Tú que vives y reinas por los siglos de
los siglos. Amén.

Ofrecemos este tiempo de oración y adoración por todos los bautizados, para que
Dios aumente nuestra fe todos los días de nuestra vida en silencio cada uno le
presenta a Dios sus intenciones en esta hora santa.

Guía: Alabemos y demos gracias en cada instante y momento,


Todos: al Santísimo y Divinísimo Sacramento.
Canto:

4. Palabra de Dios
Guía. de pie, inspirados en el Espíritu Santo, escuchemos la Palabra de Dios.
Del santo Evangelio según San Marcos (Mc. 10, 46-52).

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de


mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino
pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar:
“¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se
callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión
de mí!”.
Jesús se detuvo entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole:
“¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”. El ciego tiró su manto; de un salto se puso
en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por
ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha
salvado”. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.
Palabra del Señor.
Breve pausa de silencio.

5. Meditación y Reflexión
Oración introductoria: Señor, como Bartimeo soy un ciego, me falta la luz de la
fe y por eso tropiezo con mi pecado. El egoísmo cierra mis ojos, me paraliza. Por
eso yo también te grito fuertemente en esta oración: Señor, ¡ten compasión de mí!
¡Padre mío, haz que vea! ¡Haz que me aleje de mi indiferencia y comodidad
movido por el amor, la esperanza y la fe!

Reflexión: Bartimeo quería algo y lo pidió con todas sus fuerzas, incluso gritando.
Jesús no pudo seguir adelante, porque había alguien junto al camino que le
necesitaba y que hacía lo posible para ser escuchado. Entonces le llamó, y el
ciego,
arrojando todo lo que tenía, su manto, se puso en pie y acudió en seguida. Nos
encontramos ante una lección perfecta de cómo orar. Primero hay que hacerlo con
la actitud del mendigo ciego: con humildad.

A Jesús le llamó "Hijo de David", es decir, hijo del más grande rey de Israel. Y de
sí mismo dijo que era alguien de quien debía compadecerse. Así es el encuentro
de la criatura con Dios. Entonces, cuando Dios encuentra un alma bien dispuesta,
se rinde, le llama y le hace la gran pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti?

Hoy podemos preguntarnos: ¿qué quiero que Dios haga por mí? ¿Cuál es el gran
deseo que arde en mi corazón? Pidamos, que aumente nuestra fe hasta límites
insospechados, pidamos ser grandes apóstoles, pidamos ser santos. El ciego
supo
pedir lo que necesitaba. Y para acudir a ese encuentro salvador no le importó
dejar
su manto, su miserable manto, porque así, desprendido de todo, alcanzaría la
gracia
que más anhelaba en su corazón. En silencio con una fe firme pide a Dios lo que
tanto necesitas en tu vida. (silencio)
Canto

6. Súplica a Jesús Sacramentado

Guía: Señor Jesús, te adoramos con una actitud sencilla de presencia, de silencio
y de espera. Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y
palabras. En nuestras noches físicas y morales, si Tú estás presente, eso nos
basta, aunque muchas veces no sintamos la consolación de tu presencia.
Ayúdanos siempre para que, sobre todo en esos momentos de dolor, de soledad,
de sensación de fracaso, no lleguemos a desfallecer. A cada súplica
responderemos: R:"Que no tambalee nuestra fe".
Lector: Aunque miremos el sol oscurecerse... R.
Lector: Aunque miremos la luna teñirse de sangre... R.
Lector: Aunque miremos opacarse las estrellas, R.
Lector: Aunque miremos las aguas levantarse sobre las tierras, R.
Lector: Aunque miremos venir enfermedades desconocidas, R.
Lector: Aunque vivamos en medio de la guerra, R.
Lector: Aunque seamos perseguidos por el enemigo de la Iglesia, R.
Lector: Aunque miremos estremecerse la Iglesia, R.
Lector: Aunque veamos que no hay ningún pueblo sin dolor y sin llanto, R.
Lector: Aunque vivamos en el dolor, R.

Breve silencio

7. Oración de los fieles


Guía: Dirijamos nuestra oración a Dios, confiados de que Él nos escuchará y
digámosle con mucha fe: Ten compasión de nosotros, Señor.
1. Por la Iglesia, para que, unida al Señor, camine siempre en la luz y esté
dispuesta
a amar y perdonar sin cansarse nunca de obrar el bien. Oremos
2. Por los responsables del orden social y político, para que hagan su trabajo de
tal manera que, en la sociedad, nadie quede marginado o excluido en sus
proyectos. Oremos
3. Por una misión compartida. Oremos para que la Iglesia siga apoyando por todos
los medios un estilo de vida sinodal, bajo el signo de la corresponsabilidad,
promoviendo la participación, la comunión y la misión compartida entre
sacerdotes, religiosas y laicos. Oremos
4. Por todos nuestros hermanos perseguidos por causa de la fe, para que en la
adhesión cotidiana a Cristo sepan donar incluso su misma vida, con la certeza de
que la encontrarán un día en la eternidad. Oremos

Guía: Te bendecimos, Padre, por el corazón compasivo de Cristo que en el oasis


de Jericó tuvo lástima del ciego del camino, imagen viva de la humanidad caída,
necesitada de tu luz. Hacemos nuestros, Señor, los gritos de su fe suplicante: nos
rodea amenazante el desierto salvaje de la increencia, al tiempo que nos oprimen
nuestros miedos e inseguridades. Haz, Señor, que tu palabra y tu amor despierten
nuestra fe, curando nuestra innata cegara, para poder verlo todo en la vida con los
ojos nuevos que nos da esa fe: los criterios de Jesús. Así podremos seguirlo bajo
el impulso y la fuerza de tu ternura, como hombres y mujeres nuevos,
renacidos por tu Espíritu. Amén.

Canto:

8. Reserva

Ministro: Alabemos y demos gracias en cada instante y momento,


Todos: al Santísimo y Divinísimo Sacramento.

Ministro: Oh Dios, que en este admirable Sacramento nos dejaste el memorial de


tu pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de
Tu Cuerpo y de Tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el
fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Bendito sea Dios.


Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su Gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos. Amén.

Ministro: Sagrado Corazón de Jesús


Todos: En ti confío

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