Hora Santa
Hora Santa
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3. Oración preparatoria:
Señor Jesús, queremos velar contigo, queremos estar junto a ti. Quizá no se nos
ocurran muchas cosas, pero queremos estar, queremos sentir tu amor, queremos
amarte, queremos aprender a amar. Lo importante es estar abiertos a tu
presencia. Y agradecer, alabar, suplicar. Y callar, escuchar, no decir nada,
simplemente estar. Acógenos como discípulos que quieren escuchar tus palabras,
aprender de ti, seguirte siempre. Acógenos como amigos. Y haz de nosotros
también tus testigos, testigos del amor. Señor Jesús, toca esta noche nuestro
corazón, anos tu gracia, sálvanos, llénanos de la vida que sólo tú puedes dar.
Aumenta nuestra Fe, nuestra Esperanza y nuestro Amor mutuo, para que
vengamos a ser agradables a tu corazón. Tú que vives y reinas por los siglos de
los siglos. Amén.
Ofrecemos este tiempo de oración y adoración por todos los bautizados, para que
Dios aumente nuestra fe todos los días de nuestra vida en silencio cada uno le
presenta a Dios sus intenciones en esta hora santa.
4. Palabra de Dios
Guía. de pie, inspirados en el Espíritu Santo, escuchemos la Palabra de Dios.
Del santo Evangelio según San Marcos (Mc. 10, 46-52).
5. Meditación y Reflexión
Oración introductoria: Señor, como Bartimeo soy un ciego, me falta la luz de la
fe y por eso tropiezo con mi pecado. El egoísmo cierra mis ojos, me paraliza. Por
eso yo también te grito fuertemente en esta oración: Señor, ¡ten compasión de mí!
¡Padre mío, haz que vea! ¡Haz que me aleje de mi indiferencia y comodidad
movido por el amor, la esperanza y la fe!
Reflexión: Bartimeo quería algo y lo pidió con todas sus fuerzas, incluso gritando.
Jesús no pudo seguir adelante, porque había alguien junto al camino que le
necesitaba y que hacía lo posible para ser escuchado. Entonces le llamó, y el
ciego,
arrojando todo lo que tenía, su manto, se puso en pie y acudió en seguida. Nos
encontramos ante una lección perfecta de cómo orar. Primero hay que hacerlo con
la actitud del mendigo ciego: con humildad.
A Jesús le llamó "Hijo de David", es decir, hijo del más grande rey de Israel. Y de
sí mismo dijo que era alguien de quien debía compadecerse. Así es el encuentro
de la criatura con Dios. Entonces, cuando Dios encuentra un alma bien dispuesta,
se rinde, le llama y le hace la gran pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti?
Hoy podemos preguntarnos: ¿qué quiero que Dios haga por mí? ¿Cuál es el gran
deseo que arde en mi corazón? Pidamos, que aumente nuestra fe hasta límites
insospechados, pidamos ser grandes apóstoles, pidamos ser santos. El ciego
supo
pedir lo que necesitaba. Y para acudir a ese encuentro salvador no le importó
dejar
su manto, su miserable manto, porque así, desprendido de todo, alcanzaría la
gracia
que más anhelaba en su corazón. En silencio con una fe firme pide a Dios lo que
tanto necesitas en tu vida. (silencio)
Canto
Guía: Señor Jesús, te adoramos con una actitud sencilla de presencia, de silencio
y de espera. Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y
palabras. En nuestras noches físicas y morales, si Tú estás presente, eso nos
basta, aunque muchas veces no sintamos la consolación de tu presencia.
Ayúdanos siempre para que, sobre todo en esos momentos de dolor, de soledad,
de sensación de fracaso, no lleguemos a desfallecer. A cada súplica
responderemos: R:"Que no tambalee nuestra fe".
Lector: Aunque miremos el sol oscurecerse... R.
Lector: Aunque miremos la luna teñirse de sangre... R.
Lector: Aunque miremos opacarse las estrellas, R.
Lector: Aunque miremos las aguas levantarse sobre las tierras, R.
Lector: Aunque miremos venir enfermedades desconocidas, R.
Lector: Aunque vivamos en medio de la guerra, R.
Lector: Aunque seamos perseguidos por el enemigo de la Iglesia, R.
Lector: Aunque miremos estremecerse la Iglesia, R.
Lector: Aunque veamos que no hay ningún pueblo sin dolor y sin llanto, R.
Lector: Aunque vivamos en el dolor, R.
Breve silencio
Canto:
8. Reserva