TEMA I Introducción A Los Libros Poéticos y Sapienciales

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LIBROS POÉTICOS Y SAPIENCIALES Tema I: Introducción libros poéticos y

sapienciales

TEMA I

INTRODUCCIÓN LIBROS POÉTICOS Y SAPIENCIALES


La Biblia cristiana, tal como aparece en los códices más antiguos, presenta los libros
que la integran agrupados en tres grandes conjuntos: Libros históricos (incluyendo el
Pentateuco); libros proféticos (los cuatro profetas mayores y los doce menores) y libros
poéticos. Este último grupo incluye el libro de los Salmos, el del Cantar de los Cantares
y los que llamamos libros sapienciales (Job, Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico y
Sabiduría).

1. LOS LIBROS A ESTUDIAR Y SU SITUACIÓN EN LA BIBLIA. Libros


objeto de la asignatura. Lugar y orden en el canon bíblico.

2. RASGO FORMAL MÁS DESTACADO: EL LENGUAJE POÉTICO. La


poesía en la Biblia. Peculiaridades del lenguaje poético: belleza expresiva y
condensación del pensamiento Procedimientos poéticos: el paralelismo, los
recursos fónicos y la estrofa.

3. LA REVELACIÓN DIVINA TESTIMONIADA EN LOS LIBROS


POÉTICOS Y SAPIENCIALES.

1 Los libros a estudiar y su situación en la Biblia

1.1 Libros objeto de nuestra asignatura

En el presente curso vamos a estudiar los siguientes libros de la Sagrada Escritura:

 Un libro de oraciones: los Salmos de David. Se trata de una colección de ciento


cincuenta poemas. Muchos salmos están atribuidos al rey David. Esta colección
se acabó de formar hacia el siglo II a. C.

 Un libro de cantos de amor: el Cantar de los Cantares. Son cantos que dirige
un amante a su amada y ésta a su amante, alternados a veces con la intervención
de un coro. El amante se presenta como un rey, el rey Salomón; la amada es una
muchacha llamada «la sulamita». Por eso este libro se ha atribuido
tradicionalmente a Salomón. Pero por el lenguaje y la forma poética se considera
un libro de la época persa (siglos V-IV a. C.).

 Proverbios es una recopilación de sentencias en forma poética de distintas


épocas sobre la sabiduría, su excelencia y sus ventajas. Las sentencias se
atribuyen a diversos sabios, entre ellos a Salomón, por lo que también se le ha
adjudicado el libro en general. En realidad está compuesto después del destierro,
alrededor del siglo IV a. C.

 El libro de Job cuenta la historia de las desgracias sufridas por este sabio
oriental y presenta una serie de diálogos entre Job y sus amigos sobre el sentido

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de su sufrimiento. Finalmente Dios habla a Job y le restituye la salud y todos
sus bienes. El libro pudo haber sido compuesto hacia el siglo III a. C.

 Eclesiastés, llamado también Qohélet, contiene las reflexiones de un sabio


sobre el sentido que tiene el esfuerzo humano en esta vida si va a acabar con la
muerte. Ese sabio se presenta como rey e hijo de David, por lo que el libro se
atribuyó también a Salomón. En realidad el libro pudo haber sido compuesto
también en el siglo III a. C.

 Eclesiástico contiene fundamentalmente consejos en orden a vivir según la


Ley del Señor. Por el prologo del libro, escrito por un nieto del autor, sabemos
que su autor fue Jesús ben Sirac (de ahí́ que el libro sea llamado también
«Sirácida»), y que su época de composición sería alrededor del año 190 a. C.

 Sabiduría es una larga meditación sobre la sabiduría humana como


participación de la Sabiduría divina. Este libro fue escrito en griego y se nota en
él el influjo de la filosofía griega. Aunque se presenta como un libro de
Salomón, en realidad está escrito muy cerca ya de la era cristiana, quizá́ hacia el
año 20 a. C.

1.2. Lugar y orden de estos libros en el canon bíblico

Estos libros están colocados después de los libros históricos del Antiguo Testamento y
antes de los escritos de los Profetas. Este hecho no es casual y tiene una significación
importante que se percibe comparando cómo se organizan los libros en la Biblia hebrea
y en los antiguos códices cristianos que contienen el texto bíblico en griego y en latín.

En la Biblia hebrea los libros que vamos a estudiar están situados en último lugar, tras
los libros de los Profetas, y agrupados con los de Rut, Lamentaciones, Ester, Daniel,
Esdras-Nehemías y Crónicas. Todo este bloque constituye el conjunto denominado
Ketubim (Escritos). El judaísmo oficial posterior al s. I d.C. no consideró libros
sagrados Eclesiástico y Sabiduría. Las Biblias protestantes normalmente omiten
estos dos libros.

En el canon hebreo los libros proféticos se entienden como los que interpretan la Ley
y muestran su dinamismo; por eso van a continuación de la Ley. En el canon cristiano
los libros de los Profetas se comprenden más bien como los que, anunciando al Mesías,
apuntan directamente al Nuevo Testamento y por eso van colocados al final del Antiguo
Testamento. En el canon hebreo los poetas y sabios son considerados como los que
cantan y meditan la Ley. En el canon cristiano, además de eso, se les ve como los que
preparan el advenimiento de Cristo, aunque no lo anuncien con la inmediatez de los
profetas.

En la sección de «libros poéticos» de algunos antiguos códices griegos de la Biblia


aparecen otras dos obras: los Salmos de Salomón y las Odas y Oraciones (entre ellas
la Oración del rey Manasés). También aparece un salmo más (el 151). En algún
momento estas obras fueron consideradas sagradas. Más tarde, sin embargo, la Iglesia
no las aceptó como inspiradas por Dios, y dejaron de formar parte de la Sagrada
Escritura. Son libros que pertenecen a los Apócrifos del Antiguo Testamento.

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Los libros que la Iglesia aceptó, pero el judaísmo no (además del Eclesiástico y
Sabiduría) son: el libro de Judit y el de Tobías, los dos libros de los Macabeos, las
partes del libro de Daniel conservadas solamente en griego, la Carta de Jeremías y el
libro de Baruc, así como amplios fragmentos de Ester. Estos libros son llamados
deuterocanónicos por los católicos. Este término indica que sólo en un segundo
momento fueron reconocidos unánimemente como libros inspirados. La Iglesia ha sido
más abierta que el judaísmo en la recepción de libros sagrados de la tradición judía,
porque lo ha hecho desde la perspectiva de la fe en Jesucristo, no desde una
comprensión centrada en torno a la Ley.

Los protestantes rechazan los libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento y los
suelen designar Libros Apócrifos. Entre ellos incluyen también los no canónicos que
aparecen en los antiguos códices griegos formando parte de los libros poéticos. Para
distinguirlos de otras obras judías anteriores a la formación del canon del Antiguo
Testamento y que no entraron a formar parte de éste, llaman a estos últimos libros
pseudoepigráficos. Los católicos, en cambio, llamamos apócrifos a todos los que no
entraron en el canon, estuviesen o no contenidos en antiguos códices bíblicos.

Los libros deuterocanónicos tienen un interés especial para ver la conexión entre el
Antiguo y el Nuevo Testamento.

Primero porque evidencian la continuidad temporal entre la realización de los planes de


Dios con Israel y la aparición del Mesías. En efecto, los libros de los Macabeos sitúan al
lector en la puerta del contexto histórico en que vivió́ Jesucristo y se formó la Iglesia. A
la luz de estos libros entendemos el último desarrollo de la situación política de Israel
según los planes de Dios, y el surgir de grupos, como los fariseos y saduceos que
jugarán un papel importante en la vida de Jesús y de la Iglesia.

Segundo porque muestran cómo continúa desarrollándose la revelación divina a su


pueblo hasta su culminación en el Nuevo Testamento. Así se ve en el libro del
eclesiástico, en el de Daniel y, sobre todo, en el de la Sabiduría, compuesto pocos años
antes de nacer Jesucristo. Con estos libros Dios preparaba a su pueblo para la aceptación
de la revelación del Verbo encarnado. Por otra parte la antropología empleada en el
libro de la Sabiduría prepara la que subyace en el Nuevo Testamento.

Los siete libros que vamos a estudiar están ordenados de manera diversa en la Biblia
hebrea y cristiana. En la Biblia hebrea los libros aparecen en el siguiente orden:

Salmos de David. Quizá́ fue el libro en torno al cual se comenzó́ a formar la colección
de los Escritos (Ketubim).

Job y Proverbios.

Los «cinco rollos» (megillot) que eran leídos en las principales fiestas judías: Rut,
Cantar de los Cantares, Eclesiastés, Lamentaciones de Jeremías y Ester.

El libro de Daniel.

Esdras-Nehemías y Crónicas.

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En la Biblia cristiana el orden en que son presentados los libros que estudiamos parece
responder a la antigüedad de sus protagonistas o autores supuestos:

El libro de Job es colocado el primero porque su protagonista es considerado un


patriarca de los tiempos antiguos.

Los Salmos atribuidos a David.

Los libros atribuidos a Salomón: Eclesiastés, Cantar de los Cantares y Sabiduría.

El Eclesiástico escrito por Jesús ben Sirac a comienzos del s. II a. C.

A pesar de lo indicado, muchos antiguos códices griegos colocan a Job detrás de Cantar
de los Cantares.

2. Rasgo formal más destacado: el lenguaje poético

2.1. La poesía en la Biblia

Desde el punto de vista literario, los libros que vamos a estudiar utilizan
fundamentalmente formas poéticas de expresión. Los salmos son piezas poéticas
compuestas para ser interpretadas musicalmente en su mayor parte en la liturgia del
Templo. El Cantar de los Cantares contiene los cantos de amor cruzados entre un
amante y su amada, cantos que evidentemente tienen estilo poético. Proverbios,
Eclesiastés, Job, Eclesiástico y Sabiduría recogen proverbios breves construidos en
verso, o reflexiones más amplias sobre la vida y la sabiduría que mantienen asimismo la
forma de poemas. Sólo en el libro de Job se distinguen claramente unas partes en
prosa: la parte introductoria y la final.

El lenguaje poético está presente también en otras partes a lo largo de la Sagrada


Escritura. Israel, como en general todos los pueblos, cultivó la poesía desde época muy
temprana. Rastros de primitivos poemas, que constituyen quizás los estratos más
antiguos de la Biblia, se conservan insertados dentro de los relatos en prosa de carácter
más reciente. En general es fácil distinguir los tipos de poesía presentes en la Escritura
atendiendo a los temas tratados:

 Épica: Cantos de liberación como el de Ex 15,1-18; el canto de venganza de


Gen 4,23-24, propio de las tribus del desierto; cantos de victoria como el de Jc
5; o de conquista como Nm 21,27-30. También la emplean los profetas para
cantar las gestas divinas, por ejemplo Ha 3,2-19.

 Lírica: El canto del pozo en Nm 21,17-18. El mayor desarrollo lo tendrá́ en el


Cantar de los Cantares.

 Sapiencial: Un ejemplo es Gn 1,27-28. Este tipo se encuentra en algunos salmos


(Sal 1, por ejemplo) y en los libros sapienciales.

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 Oracional: Es el caso de Nm 10,35-36. Este tipo constituye el núcleo más
importante de la poesía de los Salmos.

 Oracular: Expresa bendiciones y maldiciones, como en Gn 3,11-16. Este tipo


de poesía fue cultivada especialmente por los profetas que se sirven de ella para
presentar con fuerza y belleza su mensaje. Véase por ejemplo 2 Re 19,2-28.32-
34 (= Is 37,22-29.33-35), o los poemas de Is 5,1-7; 38,10-20.

 Elegíaca: Cantos de exaltación de personajes en su muerte, como el de David a


la muerte de Saúl y Jonatán en 2 S 1.

El espíritu poético pervivió́ a lo largo de la historia del pueblo de Israel y, en épocas


más recientes, se considerará un arte introducir piezas poéticas en medio de los relatos
en prosa, como sucede en 1 M 3,3-9; 14,4-15. Estas piezas generalmente han sido
compuestas por el mismo autor del relato en prosa, aunque también es posible que
existiesen previamente y el autor las acomode a su narración. En cualquier caso sirven
para detener la trama, y, con frecuencia, por tratarse de oraciones, para llevar al lector a
elevar el corazón a Dios, y hacer que participe de los sentimientos del autor.

En el Nuevo Testamento se encuentra ese mismo fenómeno, especialmente en el


Evangelio de San Lucas, donde aparecen los tres famosos cánticos: el Magnificat (Lc
2,46-54), el Benedictus (Lc 1,68-79) y el Nunc dimittis (Lc 2,29-32). En el libro del
Apocalipsis también se recurre a la poesía como forma de expresión de alabanza (cf. Ap
15,3-4; etc.). Todo ello nos da una idea del talante poético del pueblo hebreo.

En los libros que ahora estudiamos se suele distinguir un tipo de poesía lirica que se
encuentra en algunos salmos y en el Cantar de los Cantares y otro tipo que tiene más
bien carácter sapiencial, propio para transmitir una enseñanza. De ahí́ de estos libros,
unos se designen comúnmente como libros poéticos (Salmos y Cantar) y otros como
sapienciales (Proverbios, Job, Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría).

2.2. Peculiaridades del lenguaje poético: belleza expresiva y condensación del


pensamiento

El lenguaje poético constituye una forma literaria particular por la que se comunica de
manera bella un sentimiento interior. El lenguaje poético se caracteriza por su fuerza
expresiva; importan mucho las palabras por sí mismas, tanto o más que las ideas
expuestas o los acontecimientos narrados. La expresión poética provoca un impacto
sensorial que despierta la imaginación del que escucha o del lector para que participe
del sentimiento del poeta. Un buen lector recrea el poema hasta tal punto que se
identifica con el poeta. De ahí́ que el poeta busque los puntos más impresionables del
posible lector al que se dirige. Buscando ese efecto, el poeta combina ideas,
sensaciones, imágenes y ritmo, haciendo que las palabras vayan cargadas de valores
concomitantes.

En ese sentido, cada tipo de poesía que vamos a encontrar tiene su propia peculiaridad:

 Los Salmos son, por una parte, la condensación expresiva del sentir de Israel
ante las experiencias de su relación con Dios a lo largo de la historia, y, por otra,

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el medio de revivir tales sentimientos en generaciones futuras. Quienes los
recitan vuelven a «recrearlos» haciendo de ellos expresión de sus propias
vivencias religiosas.

 El Cantar de los Cantares hace sentir al lector la atracción mutua


experimentada por dos jóvenes enamorados y la ansiedad por el encuentro.
Mediante el uso de metáforas, a veces atrevidas, expresa la belleza de ambos
jóvenes de manera que impacta en el lector. El ritmo que imprime la
intervención del coro hace que el lector se sienta invitado a participar de la
admiración ante aquella belleza.

 Los libros sapienciales usan un procedimiento poético que sugiere una manera
intuitiva y certera de adquirir conocimiento y sabiduría desde la observación de
la realidad. A la vez, reflejan también un modo lingüístico de transmitir tal
conocimiento de forma que sea impactante al lector y fácil de recordar. Las
expresiones breves y condensadas se desarrollan después en poemas más largos
que llevan a la meditación sobre la conducta o a la contemplación de la
sabiduría.

2.3. Procedimientos poéticos más importantes en la Biblia: el paralelismo, los


recursos fónicos y la estrofa.

Una de las principales características de la poesía es el ritmo. Ritmo es la repetición


sucesiva de un elemento fónico que guía la frase. El ritmo hace que los sentidos
presten atención y surja la representación de las ideas que se quieren comunicar. Hay un
ritmo externo y un ritmo interno o conceptual. En la perfecta integración entre ambos
ritmos está la calidad poética.

La poesía hebrea adquiere su ritmo externo mediante los acentos, pero en ella lo
realmente importante es el ritmo interno o conceptual. Los recursos estilísticos de la
poesía hebrea son el paralelismo, la versificación y la estrofa. Un poema está
construido por versos y éstos agrupados en estrofas. El verso corresponde por lo general
a un versículo y se compone normalmente de dos hemistiquios, formando así un
dístico. Hay excepciones, como Sal 111 y 112 en los que cada hemistiquio aparece
como un verso y otras veces en que los versos tienen tres miembros.

El paralelismo. El ritmo conceptual se expresa mediante el paralelismo. Éste consiste


en la igualdad o semejanza entre las dos partes que integran el verso y en que los
pensamientos (o palabras) de una parte se correspondan con los de la otra. Se llama
interno cuando se da entre los hemistiquios de un versículo y externo cuando se
encuentra en dos versículos consecutivos. El paralelismo tiene una importancia
fundamental y es como un movimiento continuo, musical y reiterativo. El paralelismo
se da también en otras literaturas vecinas de Israel. Esto responde quizá a la tendencia a
la euritmia y al afán oriental de dar fuerza a la palabra. También puede deber su
origen en la alternancia de los cantos corales en el culto. En cualquier caso la
observación del paralelismo sirve para comprender mejor el ritmo de los sentimientos
del poeta y dónde quiere poner el énfasis.

El paralelismo aparece construido de tres formas:

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 Sinonímico: Consiste en repetir con una expresión equivalente lo que se acaba
de decir. Es el más frecuente. Ejemplos: «El perverso está atento al labio
malicioso, / el mentiroso presta oídos a lengua maligna» (Pr 17,4); «Los cielos
pregonan la gloria de Dios / y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Sal
19,2); «Señor, no me reprendas en tu enojo, / ni me castigues en tu cólera» (Sal
38,2). Si los términos se entrecruzan se denomina quiasmo (por la forma en que
aparecen, similar a una ji griega). Supone una mayor perfección técnica: «Ahora,
reyes: / sed juiciosos. / Escarmentad / los que gobernáis la tierra» (Sal 2,10).

 Antitético (antonímico): Consiste en oponer a la primera parte la segunda. Así


se dice lo positivo y lo negativo. Ejemplos: «La ciudad prospera con la
bendición de los rectos, / se arruina con la boca de los malvados» (Pr 11,11);
«Unos confían en los carros, y otros en los caballos; / nosotros invocamos el
Nombre del Señor, nuestro Dios» (Sal 20,8); «Muchos son los dolores del impío,
/ pero la misericordia rodea al que espera en el Señor» (Sal 32,10); etc.

 Sintético (progresivo, constructivo, o formal): Consiste en completar el


pensamiento de la primera parte mediante la segunda parte. Se realiza de
distintos modos:

– Coordinando otra idea con la ya expuesta: «Elevo mi voz al Señor / y me responde


desde su monte santo» (Sal 3,5).

– Introduciendo una pregunta: «El Señor está conmigo: no temo: / ¿qué puede
hacerme el hombre?» (Sal 118,6).

– Proponiendo una comparación: «Mejor es refugiarse en el Señor / que confiar en el


hombre» (Sal 118,8).

– Mostrando el contraste entre dos situaciones: «El Señor me ha castigado


duramente, / pero no me ha entregado a la muerte» (Sal 118,18).

– Introduciendo una subordinada final: «El ángel del Señor se sitúa alrededor de los
que le temen / para librarlos» (Sal 34,8) o condicional: «Si el Señor no edifica la casa, /
en vano se afanan los constructores. / Si el Señor no guarda la ciudad, / en vano vigilan
los centinelas» (Sal 127,1).

El verso a veces se complica con estructuras de 3 o 4 partes (versos trimembres y


cuatrimembres):

 Cuando se reitera una parte de la frase y resultan tres miembros aparece el


paralelismo trimembre, típico de la poesía antigua: «Las nubes descargaron sus
aguas, / los cielos lanzaron su voz, / centellearon tus saetas» (Sal 77,18).

 Cuando se amplían cada una de las dos partes del verso, y resultan así cuatro
miembros, aparece un paralelismo articulado (cuatrimembre): «Y no sean, como
sus padres, / una generación rebelde y contumaz, / una generación de corazón
voluble, / de espíritu infiel a Dios» (Sal 78,8). Otro ejemplo: «Que no hay
verdad en sus bocas: / sus entrañas son malicia; / su garganta es sepulcro abierto,
/ aunque adulen con su lengua» (Sal 5,10).

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A veces el paralelismo puede estar construido sobre una idea de lugar o movimiento, o
de ambas cosas a la vez como encontramos en Sal 1,1: «Dichoso el hombre que no
sigue el consejo de impíos, / ni se detiene en el camino de los pecadores, / ni toma
asiento con los farsantes, / sino que se complace en la Ley del Señor, / y noche y día
medita en su Ley». La idea de lugar va aquí unida a un movimiento ascendente
(consejo, camino, asiento / seguir, detenerse y tomar asiento).

El paralelismo también puede construirse sobre una palabra que se repite: «Pues, en
verdad, tus enemigos, Señor, / en verdad, tus enemigos perecerán, / todos los
malhechores desaparecerán» (Sal 92,10). También puede usarse la repetición de una
forma gramatical: «El Señor está sentado sobre el diluvio, / el Señor está sentado como
rey eterno» (Sal 29,10).

Cuando una parte del primer miembro se repite en el segundo nos encontramos ante el
llamado ritmo gradual: «Tienen boca, y no hablan; / tienen ojos, y no ven» (Sal 115,5);
«Hijos de Dios, dad al Señor, / dad al Señor la gloria y el poder. / Dad al Señor la gloria
de su Nombre, / postraos ante el Señor en su atrio santo» (Sal 29,1-2) o «Casa de Leví,
bendecid al Señor. / Los que teméis al Señor, bendecid al Señor» (Sal 135,20). El ritmo
gradual también puede estar basado en palabras sinónimas: «Te declaré mi pecado, /
no te oculté mi delito. / Dije: “Confesaré mis culpas al Señor”. / Y Tú perdonaste mi
culpa y mi pecado» (Sal 32,5); o utilizando atracciones sintácticas: «Bendigo al Señor
en todo tiempo; / continuamente su alabanza está en mi boca» (Sal 34,2).

La sonoridad. El paralelismo contribuye a formar el verso atendiendo a los conceptos,


pero la poesía hebrea utiliza al mismo tiempo otros recursos relacionados con la
sonoridad de las palabras. La sonoridad, que evidentemente sólo se percibe en la lengua
original, se consigue con:

 La aliteración: coincidencia de sonidos al comienzo de las palabras o de las


sílabas.

 La asonancia: coincidencia sonora en las vocales acentuadas.

 La paranomasia (juegos de palabras).

 La onomatopeya, es decir, uso de palabras cuyo sonido recuerde lo que se


describe.

El verso a su vez viene marcado por el número y colocación de acentos tónicos. A una
silaba tónica siguen las átonas en número indeterminado. Lo que cuenta en la poesía
hebrea son las sílabas tónicas. Para percibir el efecto sonoro debido a los acentos éstos
han de oírse en hebreo con sumo detalle. Una estructura bien definida es la quiná
(combinación de dos partes desiguales que tienen acentos en número de 3+2, 4+2 ó
4+3). Recibe ese nombre porque se emplea con mucha frecuencia en los cantos de
lamentación (quiná). Es raro encontrar versos de cuatro acentos o tetrámetros (2+2).
Son más frecuentes los de cinco acentos o pentámetros (2+3), y los de seis (hexámetros)
en diversas combinaciones: 3+3, 2+2+2, 4+2, 2+4. En el verso de tres miembros las
combi- naciones de acentos pueden ser variadas: 2+2+2, 3+3+3, 4+4+4, 3+3+2, 3+2+3,
4+4+3. La métrica ayuda a veces a reconstruir el texto cuando es oscuro. Pero en la

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poesía hebrea el sistema de versificación por acentos no se desarrolló con gran
perfección.

La estrofa. Se entiende por estrofa la agrupación de varios versos. La delimitación


viene indicada por el sentido del texto o por alguna característica formal, como las
asonancias, el ritmo acentual, las letras iniciales, las alternancias y frases repetidas, etc.
Con todo, no es claro que haya siempre una división estrófica bien determinada. Así lo
muestra la diversidad de opciones en múltiples ediciones de la Biblia. Habrá́ de tenerse
en cuenta:

 el sentido general de un grupo de versos que corresponda al de otro grupo (a


veces en paralelismo de diverso tipo).

 los estribillos, como en el Sal 42, donde los vv. 6 y 12: «¿Por qué te abates,
alma mía, y por qué te me turbas? Espera en Dios, que aún podré alabarlo,
salvación de mi rostro y Dios mío» marcan la división del salmo.

 las letras del alfabeto con las que a veces se inicia un grupo de versos. Son los
salmos llamados acrósticos (cf. Sal 25; 34; 37; 111; 112; 119; 145).

 la aparición de la palabra «selah» (cf. Sal 3,3.5.9). El significado de este término


parece ser el de intervalo (o pausa, según la traducción de los Setenta). Aparece
71 veces en los Salmos y 3 en Habacuc, ordinariamente al final de un verso, y no
tiene nada que ver con el contenido. Podría ser una anotación litúrgica o
musical.

3. La revelación divina testimoniada en los libros poéticos y sapienciales

Desde el punto de vista teológico, todos esos libros, por ser parte del Antiguo
Testamento, participan del mismo valor que la Iglesia atribuye a la Sagrada Escritura, y
su importancia teológica está en que:

• Muestran la forma de actuar de Dios con los hombres (cf. Dei Verbum 15a). Esto
aparece no tanto mediante la narración de los acontecimientos salvíficos, o con el
anuncio de castigos, como sucede en los libros históricos o proféticos; sino mediante la
alabanza y la oración al Dios que se ha revelado a su pueblo, y mediante la reflexión
sobre la excelencia de la Ley que le ha otorgado.

• Preparan el advenimiento de Nuestro Señor Jesucristo mediante la oración confiada


pidiendo la ayuda de Dios, y mediante la contemplación anticipada del Verbo, es decir,
de la Sabiduría divina actuando en el mundo y entre los hombres.

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Ejercicio1. Vocabulario

Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:

• Paralelismo
• Canon
• Épocapersa
• Qohélet
• Apócrifo
• Deuterocanónico
• Pseudoepigrafía
• Sinonímico
• Trimembre
• Asonancia
• Aliteración
• Acróstico
• «selah»
• Paranomasia
• Antitético
• Sintético

Ejercicio 2. Guía de Estudio

Contesta a las siguientes preguntas:

1. Escriba de memoria los nombres de los libros de la Biblia que vamos a estudiar
en esta asignatura. Se contestará en clase.
2. ¿Cuáles de los libros señalados faltan en la Biblia hebrea?
3. ¿Con qué libros sagrados se cierra la Biblia hebrea?
4. Escribe por orden según el tiempo en que vivieron sus protagonistas o autores
ficticios los libros que se van a estudiar en este curso.
5. Escribe los mismos libros por orden cronológico según la fecha de su
composición o redacción final.
6. ¿Cómo se llaman las tres formas de paralelismo que se dan en la poesía hebrea?
7. ¿Qué se entiende por estrofa?

8. ¿Cómo se expone generalmente en los Salmos la forma de actuar de Dios con


los hombres?
9. ¿Cómo preparan los libros sapienciales la venida de Jesucristo?

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Ejercicio3. Comentario de texto

Lee el siguiente texto y haz un comentario personal a la luz de los contenidos de la


lección:

La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar,
anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor
universal y la del Reino Mesiánico. Mas los libros del Antiguo Testamento manifiestan
a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y
misericordioso con los hombres, según la condición del género humano en los tiempos
que precedieron a la salvación establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan
también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos, demuestran, sin embargo,
la verdadera pedagogía divina. Por tanto, los cristianos han de recibir devotamente estos
libros, que expresan el sentimiento vivo de Dios, y en los que se encierran sublimes
doctrinas acerca de Dios y una sabiduría salvadora sobre la vida del hombre, y tesoros
admirables de oración, y en los que, por fin, está latente el misterio de nuestra salvación.

(CONCILIO VATICANO II, Dei Verbum 15)

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