T1 El Saber Filosófico

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 16

1.

EL SABER FILOSÓFICO

1. La tarea de pensar
Para acercarnos al significado de «filosofía», la primera idea que habría que tener
clara es que la filosofía consiste en «pensar», aunque no pensar de cualquier manera,
sino «pensar bien» o «pensar correctamente». De ahí que, ante todo, en filosofía se
pretenda enseñar a pensar. Lo primero, pues, a interrogar es: ¿en qué consiste
pensar?

a. Para empezar a pensar hemos realizado una pregunta, lo que indica que en el
comienzo de todo pensamiento se encuentra la pregunta y que una de las
maneras mejores de pensar es hacerse preguntas, o de otro modo, el
preguntar, el cuestionar, es la herramienta por excelencia de la filosofía. De
hecho, a diferencia de los animales, los seres humanos nos planteamos
preguntas sobre lo que nos rodea y nosotros mismos.
b. Además, lo que hacemos es preguntar por el pensar, es decir, cuando
preguntamos qué es pensar, no interesa lo que pensamos sino la actividad de
pensar como tal: qué es pensar; es decir, interesa pensar el pensar.
Propiamente hablando, la filosofía no consiste simplemente en pensar, por
ejemplo, qué haremos dentro de un rato, qué comeremos luego o con quién
saldremos por la tarde. La filosofía consiste, sobre todo, en una actividad
reflexiva. Vamos a dejar la cuestión de la reflexión para más tarde; ahora nos
detendremos en analizar la importancia de la filosofía como una «actividad».

El ser humano es capaz de una actividad única entre todas las especies: la actividad
de pensar. Y es que, pensar es una tarea, una actividad, una producción típicamente
humana. Como puso de manifiesto el gran filósofo español Ortega y Gasset, el ser
humano piensa por y para algo; pensar es una ocupación, no un simple suceso que
ocurre sin más.

Resulta posible sacar algunas consecuencias del saber filosófico como actividad:

a. Si existe un motivo (por) y una finalidad (para) del pensar es porque existe una
necesidad de pensar. El ser humano tiene que pensar para que su vida no sea
caótica, para organizar su existencia. Necesita pensar porque tiene necesidad
de orientarse (Kant) y orientar su vida, y lo hace mediante el pensamiento. A
diferencia del resto de animales, el ser humano nace desorientado, de manera
que constantemente tiene la urgente necesidad de saber a qué atenerse
respecto al mundo, a los demás y a sí mismo. Sin ello no podría sobrevivir.

1
b. Por esa razón, la tarea de pensar nos diferencia radicalmente del resto de seres
vivos con los que compartimos el planeta. El ser humano no reacciona
inmediatamente a los estímulos del medio ambiente; entre el estímulo y la
respuesta media una distancia, un hueco, espacio reservado para el
pensamiento y condicionado por nuestro carácter, cultura, sexo, costumbres,
etc.
c. ¿Por qué sucede esto? Pues porque todo ser vivo es un «factum», algo ya
hecho, prácticamente acabado y sin excesivas posibilidades de salirse de lo que
genéticamente ya es. En buena medida, el animal nace terminado, delimitado,
programado. En cambio, el ser humano es algo por hacer, un quehacer, un
proyecto no predecible del todo Como decía Ortega, somos “un ser de
carencias”.
d. d. Siguiendo el hilo de todo lo anterior, llegamos a la conclusión de que, puesto
que no somos “hechos brutos”, tampoco nuestra vida es un simple cúmulo de
«hechos», sino que lo que propiamente existen son «posibilidades» que se
abren o cierran, se crean o se destruyen, según va pasando el tiempo y
“jugamos nuestras cartas”. Y ese “jugar”, que es un “jugársela”, es parte
fundamental de la vida y de nuestra vida. En cada decisión, de una u otra
manera, en mayor o menor grado, nos la estamos jugando, incluso cuando nos
tomamos la vida a la ligera como un juego (en sentido negativo).
e. Pues bien, el pensar (y pensar “correctamente”, claro) da origen a un conjunto
de saberes con los cuales el ser humano procurar orientar su existencia, hacer
que su vida sea una “vida propiamente humana”. El animal aprende cosas,
posee genéticamente pautas de conducta y, en muchos casos, hasta realiza
aprendizajes básicos, pero no tiene saberes; el animal no hace ciencia, no
estudia, por ejemplo, su conducta o la del resto de animales. Los saberes
pueden ser teóricos o saberes de cosas y técnicos o saber hacer cosas. Y son la
manera que tiene el ser humano de adaptarse al medio en el que se encuentra,
transformarlo y ponerlo a su servicio. La filosofía es un saber teórico, puesto
que aspira a conseguir una serie de conocimientos; pero también es, en cierto
sentido, un saber técnico, ya que aspira a un tipo muy peculiar de saber hacer:
el «saber pensar».

2. El saber y sus fuentes


La palabra “saber” recuerda a “sabor”. Es algo así como “probar las cosas”, entrar
en contacto con ellas y entenderlas. De hecho, su etimología (origen o procedencia de
una palabra) proviene de “sapere”, que en latín significa “saber” y, en algunos
contextos, “saborear”. El ser humano desea saber para conocer la realidad y orientar

2
su vida (y así, poder ser felices). Quizá por eso dice Aristóteles en la Metafísica que
“todos los seres humanos desean por naturaleza saber”.

Dentro de los elementos del saber, podemos hablar de que, cuando alguien
realmente “sabe” algo o sobre algo, es necesario que cumpla con una serie de
características:

a) Hacer consciente lo que se sabe. Puede que haya conocimientos “enterrados”


dentro de nosotros. Obviamente, sabe más quien es consciente de lo que sabe.
b) Sistematizar lo sabido. Esto implica relacionar lo que se sabe, integrar los
nuevos conocimientos o saberes en el sistema que uno ya tiene de forma
coherente.
c) Poder dar razón o razones ante los demás. Es decir, se capaz de justificar,
razonar o explicar a los demás. Cuando decimos “sé lo que es, pero no sé
explicarlo” realmente no lo sabemos completamente.
d) Tener actitud crítica. Es fundamental ser capaz de preguntarnos qué sabemos,
no conformarnos con la primera respuesta y aceptar la posibilidad de que
podemos estar equivocados, para así revisar lo que creemos saber.

Con todo esto, tenemos una primera definición: saber es una aprehensión de la
realidad, que queda fijada en el sujeto. Es decir, es captar algo y hacerlo tuyo,
comprenderlo, interiorizarlo y ser capaz de comunicarlo.

Tradicionalmente, se ha hablado de dos fuentes principales del saber. Por un lado,


los datos que nos muestran los sentidos, la sensibilidad, que constituye la experiencia
básica, el primer contacto con la realidad. Pero estos datos no se comprenden si no se
ordenan, si no organizamos y contextualizamos esos datos, y a eso se dedica la
segunda de las fuentes: la razón. Lógicamente, estas dos fuentes trabajan
conjuntamente a la hora de saber o conocer.

La sensibilidad (los sentidos) da lugar a diferentes tipos de experiencia, que, a su


vez, dan lugar a distintos tipos de saberes. Así, podemos hablar de experiencia
cotidiana, religiosa, estética o filosófica, entre otros tipos. Esto no quiere decir que lo
que consigamos con ellos sea necesariamente verdad, pero eso ya lo trataremos más
adelante. Por otro lado, la razón produce diversas formas de saber según el tipo de
experiencia en el que repara. Podemos destacar:

a. Intuición: se trata de una experiencia inmediata, un conocimiento que es


directo y seguro, indudable.
b. Reflexión: se trata del saber derivado de la experiencia interna.
c. Inducción: se trata de un procedimiento que suele partir de datos particulares
conocidos por la sensibilidad, llegando a una conclusión que es una
generalización de los datos anteriores. Por ejemplo, si he tomado leche durante

3
varios días y en todas esas ocasiones me he sentido mal, llego a la conclusión
de que la leche me sienta mal. Esto no quiere decir que sea cierto, pues igual
hay alguna excepción o causa en la que no he reparado, pero es un
procedimiento habitual.
d. Deducción: Es el procedimiento mediante el cual se extrae una conclusión
lógica necesaria de unas premisas o verdades previas. Es decir, es cuando llego
a una conclusión a partir de otras verdades que ya sabía o que doy por
verdaderas. Por ejemplo, si sé que la leche me sienta mal y hoy he tomado
leche, puedo deducir que voy a sentirme mal cuando pase un rato.

3. Tipos de saber
El primero de los saberes es el común u ordinario. Se trata de un saber basado en
la experiencia cotidiana. Por ello, está cargado de prejuicios. Quien “sabe” de esta
manera, realmente no conoce las causas o motivos de lo que cree saber. Es un tipo de
saber basado en la experiencia cotidiana.

El saber científico se parece más a la filosofía. Ambos se enfrentan a preguntas y,


en las dos disciplinas, las respuestas son racionales. Quiere esto decir que tales
respuestas se pueden discutir, se deben argumentar con razones.

Si entramos en las diferencias, la primera podría ser que los problemas científicos
tienen una y solo una solución correcta mientras que los filosóficos pueden tener
varias respuestas correctas. Cuando un problema científico se resuelve, el problema se
olvida, sin embargo, los problemas filosóficos nunca terminan de resolverse. A lo largo
de la historia se puede ver cómo los problemas que se podían solucionar de una vez
han pasado a formar parte de la ciencia, mientras que los irresolubles han seguido en
el ámbito de la filosofía.

Por lo tanto, hay problemas que son misterios y otros que son enigmas. Los
misterios son problemas con solución. Además, con una y solo una respuesta correcta.
La ciencia se enfrenta con misterios y trata de solucionarlos. Si hay un problema al que
no se le encuentra solución se abandona y se escoge otro que sí sea solucionable. Los
enigmas son problemas que son irresolubles. Problemas que no tienen una y solo una
respuesta o solución. Se trata de problemas que nunca podremos responder del todo y
para siempre. Los verdaderos problemas filosóficos (la libertad, el tiempo, la muerte, la
justicia, etc.) son enigmas. Los problemas filosóficos son enigmas, y por ello las
preguntas son más importantes que las respuestas en muchas ocasiones.

En la época de la Grecia clásica, la astronomía o la biología ‐entre muchas otras‐


eran disciplinas dentro de la filosofía. En cuanto pudieron ser tratadas con el método
científico, dejaron la filosofía y pasaron a la ciencia. Por ello podemos decir que otra de
las diferencias fundamentales entre ciencia y filosofía es que aquélla (la ciencia)
4
entiende la experiencia como experimentación y se exprese con el lenguaje de las
matemáticas, que es el que permite analizar cuantitativamente las cosas.

Muy relacionado con el saber científico está el saber técnico. Se trata de un saber
práctico que consiste en saber cómo realizar ciertas actividades. En nuestros tiempos,
la unión de ciencia y técnica recibe el nombre de tecnología. Pero el saber técnico es
más amplio: se puede hablar de técnica de tiro en baloncesto, o de técnicas para crear
un refugio en la naturaleza antes del nacimiento de la ciencia como la entendemos hoy
en día. Sí es cierto que, en nuestros días, la ciencia no avanzaría (o no lo haría tan
rápido) si no tuviera la ciencia como aliada. Y, por otro lado, la ciencia también
incentiva a la técnica para intentar construir o inventar aparatos que nos ayuden a
investigar lo que aún no se puede.

También se puede hablar de saber artístico. Hablamos de saber tallar una


escultura o escribir una novela, por ejemplo. Se suele pensar que el saber artístico es
subjetivo, aunque no todos opinan lo mismo. Una diferencia importante entre este
saber y el filosófico o científico, es que se basa más en la narración que en la
explicación. Mientras la ciencia o la filosofía argumenta y explica, buscando causas y
motivos, el saber artístico no tiene esa necesidad.

Con respecto al saber religioso, podríamos decir que las distintas religiones
también ofrecen preguntas y respuestas a las grandes cuestiones. Sin embargo,
mientras la religión se apoya en la fe (que es una creencia personal basada en la
revelación) y en dogmas (verdades fundamentales que se aceptan sin ponerse en
duda), la filosofía se basa en la razón y los argumentos, fomentando la capacidad
crítica.

Por último, el saber filosófico es muy difícil de definir. Hay que tener en cuenta que
la pregunta sobre qué es la filosofía es ya una pregunta filosófica. Esto quiere decir que
no hay acuerdo sobre qué es la filosofía. Un matemático no se pregunta qué son las
matemáticas, porque esa pregunta es filosófica, no matemática. Podemos decir de
modo provisional que se trata de un saber que se adquiere pensando, pero utilizando
la razón para argumentar de forma rigurosa. En el siguiente punto desarrollaremos
esta cuestión.

4. Hacia una definición de filosofía


Resulta incompleto y poco eficaz dar una definición de filosofía, como resulta
insuficiente decir “animal racional” para responder a la pregunta “¿quién soy yo?”.
Para preguntar «correctamente», o lo que es lo mismo, para preguntar
«filosóficamente» habría que cuestionarse previamente en qué consiste definir y si
existen y cuáles son las diferentes maneras de definir un término.

5
El término «de‐finir» significa etimológicamente trazar los límites, fronteras o
fines de algo para distinguirlo de aquello que no es. Cuando definimos establecemos
los confines de un concepto, lo limitamos fijando sus contornos precisos y así decir con
precisión “lo que es y lo que no es”. Por lo tanto, algo que está definido es algo que
está acabado, delimitado, terminado, perfectamente claro en sus contornos. Lo
definido es lo que es justo aquello que es, ni más ni menos. Por otra parte, definir
implica contraponer algo a otra cosa, de modo que una manera provisional de definir
algo será la vía negativa, es decir, afirmar “aquello que no es”.

La palabra “filosofía” significa etimológicamente búsqueda, aspiración a un


conocimiento, a la sabiduría: amor o amistad (filo) hacia la sabiduría (sofía). No
consiste en tener tal conocimiento, sino que propiamente la filosofía consiste en
buscarlo.

Según Diógenes Laercio (s. II a.C), fue Pitágoras (s. V a.C) el primero en utilizar el
término «filosofía» y en llamarse a sí mismo «filósofo». Pitágoras decía que sólo el
hombre puede ser filósofo porque, a diferencia de los dioses, es alguien que tiende, se
aproxima y desea la sabiduría. El filósofo hace del deseo a la sabiduría su profesión y
pretende con ella alcanzar la perfección del alma.

La filosofía es el amor al saber, a la sabiduría, pero un amor entendido como deseo,


anhelo, ansia y tendencia hacia lo que se ama. Es un amor que busca activamente al
amado porque es consciente de su carencia y de que tiene necesidad de él. Por eso
decía Aristóteles que en la admiración, en el extrañamiento ante las cosas, está en el
origen de la filosofía, pues solo quien mira de manera diferente el mundo puede
sentirse extraño en él y preguntarse por un porqué.

Podríamos decir que el filósofo es un punto intermedio entre el sabio y el


ignorante. Ya Sócrates en el siglo V a.C. se llamaba a sí mismo amigo de la filosofía
(filósofo) en contraposición a los sofistas (de “sofós”, sabio), y decía irónicamente
aquello de “sólo sé que no sé nada”. Podríamos decir que el ignorante no sabe nada
(tampoco lo ignorante que puede llegar a ser). El filósofo sí es consciente de que no
sabe, y desea saber y buscar el conocimiento. En este sentido, podemos decir que la
filosofía tiene como uno de sus objetivos la verdad. Pero también decía Sócrates que la
mayor misión que tenemos en la vida es conocernos a nosotros mismos (“conócete a ti
mismo”). Esto es así porque podemos hablar de un objetivo práctico en la filosofía: la
búsqueda de la felicidad. La dificultad está en saber cómo serlo, tanto de manera
individual como colectiva.

Si bien no es posible dar una definición exacta de lo que es la filosofía, sí que


podemos afirmar que el saber filosófico participa de las siguientes características:

6
 Es un saber reflexivo, una sabiduría que retorna sobre lo vivido para
procurar comprender los problemas que preocupan al ser humano y trata
de sugerir propuestas y vías de solución.
 Es un saber racional. Los problemas son planteados a través de nuestra
razón. Esto la diferencia de otro tipo de planteamientos, como el mito o la
religión. Busca soluciones que se adapten al entendimiento humano.
 Es un saber global, totalizador, frente a la ciencia, que es más bien un saber
parcial, sectorial, especializado. Por eso la filosofía es un saber sistemático
e integrador que trata de ordenar los distintos ámbitos de la realidad y de la
experiencia humana.
 Es un saber radical, esto es, va siempre a las raíces. Y es “radical” en dos
sentidos:
a) En la forma de abordar los problemas: la filosofía trata siempre sus
cuestiones (ser humano, conocimiento, acción, sociedad) intentando ir
a las raíces de los mismos. Es más, la filosofía llega a ser tan radical que
se plantea incluso su condición, validez y utilidad como tal. Ninguna
ciencia llega tan lejos.
b) En los temas tratados. En la temática de la filosofía se encuentra
preguntas como el sentido de la existencia humana, la libertad, la
trascendencia, el más allá, el bien y el mal, la verdad, etc. Este tipo de
problemas son los que podríamos llamar "problemas radicales" que,
como tales, tienen soluciones siempre provisionales y mejorables.
 Es un saber que posee carácter práctico porque trata de orientar la acción
humana a partir de una serie de principios. Se manifiesta en la filosofía ética
de forma individual, y política, de forma colectiva.
 Es un saber crítico y autocrítico. La filosofía es a la vez reflejo y crítica de la
mentalidad de una época. Hace una crítica de los prejuicios y dogmatismos
que existen en la mentalidad de una sociedad (las verdades sin fundamento
que se imponen, las ideas que se aceptan de una forma inconsciente). Este
carácter crítico hace que la filosofía se encuentre siempre enfrentada a las
ideologías. Se llama ideología, en sentido negativo, al conjunto de ideas,
imágenes y valoraciones que son aceptadas acríticamente y utilizadas para
manipular y dominar a los otros.

5. El nacimiento de la filosofía
5.1 Factores históricos
Propiamente hablando, el pensamiento filosófico nació al mismo tiempo, en torno
al siglo VI a. C., en tres lugares: India, China y Grecia. En estos tres lugares se produce
un cuestionamiento crítico de las tradicionales respuestas míticas y explicaciones

7
racionales. No obstante, las filosofías orientales difieren respecto a la occidental en su
visión del ser humano, de la naturaleza o de la mente.

La filosofía griega tiene su nacimiento en Jonia (colonia griega de Asia Menor), en


el siglo VI a.C. Concretamente, en la polis de Mileto, a la que pertenecían unos sabios
denominados «físicos», ya que estudiaban la naturaleza (physis): Tales, Anaximandro y
Anaxímenes. Ellos se consideran los padres de la filosofía, pues no se contentaron con
respuestas mitológicas, sino que buscaban explicaciones “científicas”.

Los factores que explican el nacimiento de la filosofía son los siguientes:

a) La consolidación de la Polis, ciudades‐Estado formadas por varias aldeas


próximas que mantienen relaciones comerciales y que se agrupan en una sólida
organización social y política. La polis supone una mayor estabilidad social y
económica, y da la posibilidad del «ocio» para disfrutar de tiempo libre en los
«ne‐gocios» (no‐ocio).
b) Además, el sistema democrático de la polis, que llega a su máximo esplendor
con Pericles, supuso una mayor participación ciudadana en la vida política. A
partir del siglo VII a. C. tiene lugar una progresiva democratización (isonomía:
igualdad ante la ley; isegoría: igualdad en el uso de la palabra en el ágora). Todo
ello favorece el diálogo, la discusión y con ello una libertad que acabó por
derrumbar el régimen aristocrático tradicional.
c) Muy vinculado a la democracia ateniense están los intensos movimientos de
expansión colonial, sobre todo por Asia Menor, promovidos por el incremento
de población y los intereses comerciales. Se produce el contacto entre pueblos
y razas con culturas y costumbres diferentes, lo que fomenta la apertura de
pensamiento y la crítica de las propias tradiciones.
d) La religión politeísta griega facilitó la ruptura de la filosofía con los mitos
tradicionales. A ello contribuye la ausencia de libros sagrados en los que se
fijaran las diversas doctrinas, además de la falta de una casta sacerdotal que
velara por el mantenimiento de ese cuerpo doctrinal.

5.2 El paso del mito al logos


Estos factores supusieron la sustitución de explicaciones míticas por explicaciones
racionales y reflexivas, es decir, lo que se conoce como EL PASO DEL MITO AL LOGOS.
Detengámonos brevemente a analizar el significado de ambos términos:

5.2.1 El mito

El término «mito» significa “relato”, “narración”. Los mitos son relatos poético‐
religiosos en los que se explican los fenómenos naturales y sociales a partir de la

8
intervención arbitraria o caprichosa de los dioses y de hombres heroicos con
características sobrehumanas. Algunas características de los mitos son:

 Sus protagonistas son personajes legendarios, dioses y héroes del Olimpo.


Dichos dioses son frecuentemente fuerzas de la naturaleza personificadas y
divinizadas.
 El relato mítico parte de una precisa observación de los cambios producidos en
la naturaleza y de un notable conocimiento del comportamiento humano. Su
tarea es describir esos fenómenos y, sobre todo, explicarlos. Para ello
propone un modelo de conocimiento de la naturaleza y de las acciones del ser
humano.
 Ahora bien, dicho modelo explicativo tiene como fuente principal la
imaginación, de modo que se trata de relatos imaginativos o fantásticos, no
racionales. Por ello, no son últimamente justificables ni se pueden criticar, pues
sus explicaciones dependen de la voluntad caprichosa de unos dioses
concebidos al modo humano (antropomorfismo).
 Los mitos son acríticos, su transmisión oral de generación en generación
supone que el individuo recibe de sus mayores el relato tal y como la sociedad
lo acepta, sin cuestionarse y, por lo tanto, sin posibilidad de modificación. El
mito es tradicional, se acepta y asume como lo impone la tradición.
 Tanto su autor como el tiempo en el que transcurren son desconocidos. No
tiene un autor, porque el mito es el resultado de tradiciones orales que se
transmiten de generación en generación entre el pueblo. Además, el mito está
situado en un pasado remoto. De esta manera, las aventuras y acciones en ellos
narrados son válidos siempre y en todas partes, precisamente porque esas
acciones son intemporales, están «más allá» del tiempo.
 Es el destino el que otorga estabilidad y consistencia a los relatos míticos, de
modo que la voluntad o el capricho de los dioses no puede imponerse a lo que
está trazado desde siempre. El destino convierte los hechos fortuitos del mito
en hechos necesarios. Es el destino el que garantiza un orden fijo en las
explicaciones, que vincula todos los fenómenos de la naturaleza y establece
una jerarquía en el universo y en las acciones de los seres humanos. Es el
destino el que se encarga de otorgar (o al menos lo intenta) validez universal a
lo que dice el mito, puesto que lo que se narra es algo que “ha sido, es y será”.

5.2.2 El logos

Por su parte, el término «logos» (λόγος) cuenta con numerosos significados muy
relacionados entre sí. Su significado más antiguo procede del verbo griego “legein” que
significa reunir, recoger un conjunto de elementos. Posteriormente, legein pasó a
significar “hablar”, “decir” (al decir algo, reunimos o recogemos en oraciones un
conjunto de palabras bajo unas reglas sintácticas), con lo que logos pasó a significar
9
“palabra”, “expresión”, “habla”. Logos se usó también para significar “ley”, “norma”,
la proporción o número («razón») que existe entre dos o más cosas o procesos.

Al final, el término significó “razón”, que es el significado clásico y el que utilizamos


para referirnos a las «explicaciones racionales» de los primeros filósofos.

La cultura occidental tal y como la conocemos tiene su origen en una intuición


muy simple que sólo tuvieron los griegos: hay un orden. Que hay un orden significa
tanto como “debe haber un orden, una armonía, una proporción, una medida, en
definitiva, un logos”. Indudablemente, se trata de una creencia, de una fe que no es
posible demostrar, pero a la que algunos sabios griegos se aferran. Esta intuición no es
tan sencilla como parece: el mundo más que un cosmos ordenado parece algo caótico
e impredecible a primera vista. Pero el griego gusta mucho del orden y se resiste a que
la realidad sea tal y como aparece a los sentidos. Primero recurre a un sistema más o
menos ordenado de dioses, pero lo caprichoso de sus comportamientos pone muchas
dificultades a una visión ordenada del universo: necesita un logos.

El mito pretende, en definitiva, explicar para dominar la naturaleza y las


sociedades humanas, afán que comparte también con el discurso racional filosófico.
Pero este último (logos) va a diferenciarse del mito en su carácter racional,
sistemático y crítico:

a. Racional: porque se basa en explicaciones coherente, lógicas. Ciertamente,


el discurso mítico tiene una lógica, no se trata de una mera invención
irracional sin sentido. Filosofía y mito son dos tipos de discurso, cada uno
con una «lógica» interna. Pero el mito no resiste un examen atento que
pregunta constantemente por su fundamento. Su falta de respuesta a la
pregunta “¿por qué?”, que se soluciona recurriendo a la voluntad de los
dioses, hicieron ver la necesidad de un nuevo pensamiento basado en la
reflexión.
b. Sistemático: el discurso filosófico es, ante todo, coherente y, por lo tanto,
exige que todas sus afirmaciones estén relacionadas entre sí y lo estén de
manera jerárquica. Para que exista un saber “racional” no pueden existir
incoherencias o hechos que queden sin explicar. Lo más importante es que
todas las afirmaciones formen un todo, un sistema, al que poco a poco se
incorporan nuevos hechos. Un pensamiento es más potente en la medida
en que más observaciones o acontecimientos es capaz de explicar mediante
unos principios generales.
c. Crítico. Si algo falta al mito es un espíritu crítico con la información
transmitida por la tradición. La filosofía no admite nada sin un examen
racional previo y revisa continuamente sus propias afirmaciones para
aceptarlas o rechazarlas.

10
En resumen, podemos decir que tradicionalmente se ha explicado que el
nacimiento de la filosofía se produce en Mileto en el siglo VI a.C., precisamente porque
se cambia la forma de explicar los fenómenos que nos rodean, desde una explicación
religiosa a una racional. Es lo que se conoce como el paso del mito al logos. Un mito es
una narración sagrada de acontecimientos en los que seres sobrenaturales ‐como
dioses o héroes‐ realizan acciones memorables que explican el mundo. Por su parte,
logos significa “razón” o “palabra”. Sería algo así como la palabra que da razón, que
explica y argumenta. Cuando se pasa de explicar un fenómeno natural con un mito a
explicarlo con argumentos (aunque puedan estar equivocados), nace la filosofía.

6. Las ramas de la filosofía


Después de examinar el origen de la filosofía y sus diferencias respecto al discurso
científico y al relato mítico, podemos pasar a indicar «de qué va», en qué consiste la
filosofía. Con ello se accede a la definición objetiva de filosofía que trata de los
diversos contenidos que trata el filósofo cuando realiza su actividad.

También la filosofía, al igual que la ciencia, se ha ido especializando a lo largo de la


historia y han ido surgiendo diversas disciplinas. Las principales son:

 Metafísica: etimológicamente significa “‘más allá de la física’”, en el sentido del


saber que rebasa lo físico y se ocupa de preguntas «trascendentales» que van
más allá de las preocupaciones cotidianas. Aborda las cuestiones
«fundamentales», es decir, cuestiones radicales porque se encuentran como
fundamento o raíz del resto de conocimientos. La metafísica está compuesta,
según Aristóteles, por la ontología, que trata la cuestión del ser, su significado,
sus propiedades, etc.; y por la teología, que se cuestiona por el ser supremo o
primero (Dios). A esta disciplina pertenecen cuestiones como las preguntas por
el sentido, por el ser o la nada, por la muerte, etc. Podríamos decir que la
cuestión fundamental de esta rama es lo que es o existe, la realidad.
 Lógica: es la rama de la filosofía que estudia la estructura y validez de los
razonamientos. Como la matemática, es un saber puramente formal, sin
contenido, en el que se trabaja con unos símbolos y unas reglas. La lógica nos
dice cuándo un razonamiento es correcto, esto es, enseña a pensar
correctamente.
 Epistemología o Gnoseología: también se conoce como teoría del
conocimiento. Su objeto es el conocimiento: qué es, tipos y formas de
conocimiento, qué se entiende por verdad, cuáles son los límites del
conocimiento, etc.
 Ética: es una reflexión teórica sobre las actitudes, valores y normas que rigen el
comportamiento humano. Analiza el comportamiento humano en sociedad,

11
sus normas, la fundamentación de sus valores, la validez y universalidad de
dichas normas, etc.
 Política: se ocupa de la dimensión social del ser humano y de su capacidad para
organizarse en una comunidad política. Analiza los tipos de comunidad posibles
y la justicia o no de las mismas.
 Estética: se interesa por el arte y la belleza. Su pretensión es establecer
posibles cánones de belleza; examina cómo va el arte cambiando a lo largo de
la historia, etc. La estética está ligada a la reflexión acerca de las obras de arte y
el sentimiento generado por su contemplación.

No obstante, la filosofía es un saber integrador del resto de saberes, por eso realiza
también una reflexión sobre otros saberes, esto es, es un saber «de segundo grado».
De ahí que existan: filosofía de la naturaleza, filosofía de la ciencia, filosofía del
lenguaje, filosofía de la economía, del arte o de la religión, etc.

7. La historia de la filosofía y sus problemas


La historia de la filosofía es, ante todo, una historia de problemas, de interrogantes
o cuestiones que en cada momento histórico preocupan e intentan resolverse. Los
cuatro periodos en los que suele dividirse la historia de la filosofía (antigua, medieval,
moderna y contemporánea) se enfrentan, cada uno de ellos, a interrogantes propios
de esa coyuntura, producidos por cosmovisiones que se diferencian unas de otras, de
modo que los mismos conceptos tienen un significado diferente para un griego, por
ejemplo, que para un medieval o un moderno. De ahí que nos interese sobre todo
detectar cuál es la cuestión de fondo entorno a la que gira toda la filosofía de una
época determinada.

a) FILOSOFÍA ANTIGUA

Abarca desde el siglo VI a.C. hasta el III d.C. Resulta posible dividir la filosofía
antigua en distintos periodos según las diversas problemáticas que predominan en un
tiempo o en otro. Así, tendríamos:

1. Filosofía de la naturaleza

Son los primeros intentos rechazar el mito y realizar un pensamiento «científico»,


representado por la Escuela de Mileto (Tales, Anaximandro, Anaxímenes), Pitágoras,
Heráclito y Parménides. Al igual que el niño, la admiración de los primeros pensadores
se dirige hacia el mundo exterior e indagan la verdadera realidad de las cosas. Ahora
bien, ¿a qué cosas o realidades nos referimos? A la naturaleza, physis. Por esta razón,
van a ser conocidos como «físicos». Dos son los problemas vinculados a la naturaleza:

12
 El cambio y lo permanente

Al griego le admira, en primer lugar, el incesante cambio y devenir en el que se


encuentra la naturaleza. Frente a este estado de continuo movimiento, el griego busca
lo que permanece siempre, a pesar de todas las modificaciones. La pregunta, pues, que
se harán los físicos griegos será: ¿qué es lo que permanece a pesar del devenir y, es
más, es el origen de todos esos cambios, de modo que los cambios obedecen a una
«razón» o «lógica» en un sistema ordenado y coherente? Ese principio del que todo
surge y al que todo retorna cuando se descompone es el arjé: sustrato permanente
que es causa y origen del resto de las cosas y permanece a pesar de todos los cambios.

 Multiplicidad/Unidad

En segundo lugar, el griego se plantea si es posible que todas las realidades, a pesar de
su diversidad, pueden ser reducidas a uno o unos pocos elementos para ser explicadas.
Esto es, ¿la diversidad de seres vivos, acciones, personas, etc., esconde una unidad
desde la que reciban su sentido y coherencia? Toda la filosofía griega procurará llevar
la multiplicidad del mundo que observamos a la unidad, a ese fondo único que no
cambia y que se mantiene invariable.

2. Filosofía del ser humano. Antropología. Sócrates y los sofistas. Siglo V a.C.

Coincide con una época de esplendor en todos los campos: económico, político,
militar, cultural… Las preocupaciones coinciden con las de una polis (Atenas) donde
importa el triunfo social y se logra por medio de la palabra y el arte de convencer
(retórica). Por eso, se pasa de la naturaleza a la pregunta por el comportamiento del
ser humano en la polis, criterios, normas, valores a adoptar, etc. En este punto, las
propuestas de Sócrates y los sofistas se enfrentarán radicalmente. Mientras que los
sofistas sostendrán un escepticismo y relativismo, Sócrates defenderá la existencia y
vigencia de valores universales (justicia, bondad, etc.).

3. Los grandes sistemas: Platón y Aristóteles. Siglo IV a.C.

Época de crisis en la que la filosofía llega a su madurez al requerirse grandes soluciones


a los problemas de una polis venida a menos (Atenas). Con Platón y Aristóteles la
filosofía se caracteriza por su pretensión de una explicación total de la realidad.
Ambos aspiran a elaborar un sistema que pueda explicar todo: el ser, el conocimiento,
la conducta humana, la sociedad, la política. Además, inauguran dos líneas de
pensamiento que, en adelante, se mantendrán durante toda la historia de la filosofía:
idealismo (Platón), empirismo (Aristóteles).

13
4. Filosofía ética. Epicureísmo y Estoicismo. Siglos III‐I a.C.

Es el periodo helenístico, en el que la filosofía se refugia en la interioridad del hombre,


su salvación y felicidad. Hartos ya de intentar y no poder salvar la polis, al griego le
queda como reducto su propio interés particular. La filosofía pasa de ser un sistema
con pretensión de explicar todo lo que hay a un modo de vida, una actividad para
conseguir una vida feliz. La apuesta de Epicuro por el placer y la vida sencilla o del
estoicismo por la ataraxia (ausencia de sufrimiento) son claros ejemplos de esta
filosofía.

5. Neoplatonismo. Siglos I a.C.‐ III d.C.

Época romana, predomina un fuerte sentimiento místico y un anhelo religioso de


salvación. La filosofía de referencia será la de Platón.

b) FILOSOFÍA MEDIEVAL

El pensamiento filosófico medieval está dominado por el cristianismo y su búsqueda


de la salvación. Al extenderse esta religión durante los primeros siglos, la teología se
enriquece con la filosofía para dar explicación de sus misterios e intentar explicar la fe
a los nuevos cristianos.

La cuestión más debatida es la relación entre la fe y la razón. Con preguntas


como: ¿fe y razón son compatibles? ¿Quién tiene más importancia en caso de
conflicto? Las respuestas son diversas, pero tienen en común la tesis de que Dios es el
ser por excelencia, el ser supremo, infinito (perfecto) y necesario (no puede no existir).
El resto de los seres son finitos (imperfectos) y contingentes (no tienen en ellos la
razón de su existencia).

Destacamos el pensamiento de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino:

‐ Agustín de Hipona (s. IV‐V) estará influido por el pensamiento de Platón y valora la
fe por encima de la razón.

‐ Tomás de Aquino (s. XIII) es el más genial representante de la escolástica, corriente


de pensamiento de la edad media caracterizada por el interés teológico. Tomás intentó
valientemente armonizar razón y fe, utilizando la filosofía de Aristóteles. Para este
pensador, ambas pueden alcanzar la verdad, aunque por diversos caminos.

c) FILOSOFÍA MODERNA

La era moderna se inaugura con el renacimiento de la cultura grecolatina (s. XV), en el


que emerge el humanismo, corriente cultural que reivindica la dignidad y valor
humano. Fundamental es, además, la revolución científica, y con ella, el nacimiento de

14
la ciencia moderna, que incorpora las matemáticas como base y modelo de las ciencias
empíricas. No extraño que se produzca un cambio de paradigma y se desplace todo el
interés hacia el yo que conoce. Es decir, el interés de la filosofía es epistemológico, de
modo que se intenta averiguar las posibilidades y los límites del conocimiento. A la
pregunta, ¿qué puedo conocer y cómo puedo conocerlo?, dos son las posibles
respuestas:

1. Racionalismo (Descartes, Leibniz, Malebranche, Spinoza). La razón es la fuente


de todo conocimiento que proporciona conocimientos seguros y evidentes. El
racionalismo aspira a convertir la filosofía en una “matemática del
pensamiento”, cuyo el primer principio o axioma evidente del que se deriva el
resto del edificio es: “pienso, luego existo”.
2. Empirismo (Bacon, Locke, Hume). La experiencia (empiría) es la fuente de todo
nuestro conocimiento y también el límite del mismo. La filosofía debe partir de
la experiencia sensorial, las sensaciones que el sujeto recibe a través de los
sentidos externos e internos.

El criticismo de Kant y la Ilustración

La filosofía de Kant y la Ilustración suponen la culminación de la filosofía moderna. El


siglo XVIII es el siglo de la razón, de las luces. En él, la razón individualista del yo de
Descartes se convierte en razón universal: del yo se pasa al “nosotros”.

Kant intentará una síntesis conciliadora y superadora entre las propuestas racionalista
y empirista: todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, pero es necesario
el uso de la razón para que exista conocimiento universal y necesario. Utilizará un
método crítico: examinar los elementos del conocimiento para saber sus posibilidades
en el ámbito teórico, práctico y estético. El resultado será un énfasis en la autonomía
del sujeto y una reivindicación de su libertad.

En este último punto, Kant es uno de los máximos representantes de la Ilustración,


movimiento cultural que afecta a todos los ámbitos: científico, político, literario…
Como movimiento típicamente burgués, su mayor logro es reivindicar la libertad, la
tolerancia y la fe en el progreso. Y es que, la ilustración convierte la razón en libertad,
entendida como autonomía y liberación de la tradición y las supersticiones.

d) EDAD CONTEMPORÁNEA

1. Filosofía en el siglo XIX

A partir del siglo XIX la filosofía se hace mucho más compleja, en paralelo con una
situación histórica convulsa: extensión del capitalismo por Europa, crisis económica en

15
muchos países, revoluciones liberales, movimientos proletarios, huelgas,
manifestaciones, etc.

La actitud característica de estos pensadores será la de crítica y sospecha de la


tradición, especialmente respecto a la Ilustración anterior. La razón ilustrada no ha
conseguido mejorar el mundo, todo lo contrario, ha sido manipulada por intereses
ocultos y bajo apariencia de “racional” se ha oprimido al ser humano por distintos
medios. Destacamos dos corrientes:

 El marxismo (K. Marx y F. Engels) y su interés por examinar las condiciones del
proletariado para desenmascarar la opresión de los intereses económicos.
 El vitalismo de Nietzsche. Defiende la vida y lo irracional frente a la razón
tradicional; razón que hay que desenmascarar por tratarse de una razón
manipuladora y al servicio de intereses escondidos de poder.

2. La filosofía en el siglo XX

Los graves acontecimientos históricos del siglo hacen que la filosofía gire en torno a la
pregunta por el sentido: sentido de la existencia, de la sociedad, la ciencia, el lenguaje,
la política, etc. La realidad ya no se acepta sin más ni más, sino que, como sostienen
todas estas corrientes, es tal y como lo interpretamos, y hay que cuestionar, revisar y
transformar toda la interpretación tradicional hasta el final. Destacamos:

 Fenomenología (E. Husserl, M. Scheler). Intenta retomar la filosofía cartesiana,


pero sin caer en el error de un yo encerrado en sí mismo. Además, aspira a
convertir la filosofía en un saber radical, que estudia los fenómenos tal y como
se muestran.
 Existencialismo (J‐P. Sartre, M. Heidegger). Se desarrolla en un momento de
extrema crudeza, el período de las dos guerras mundiales. Su punto de partida
es la existencia humana, una existencia radicalmente libre y angustiosa, sin
referentes ni ideales ya desaparecidos.
 Estructuralismo (C. Lévi‐Strauss, M. Foucault). Surge con el desarrollo de las
ciencias humanas. Su tesis fundamental es que la cultura, el lenguaje, la
historia… forman sistemas y debe estudiarse, no los actos u obras concretas,
sino la misma estructura, el todo.
 Escuela de Frankfurt (M. Horkheimer, Th. Adorno, H. Marcuse, J. Habermas).
Realiza una reflexión crítica de la sociedad posindustrial y la razón instrumental
que la ha originado. Propone una crítica radical de la técnica, la ciencia, la
cultura de masas, y pone el acento especialmente en rescatar al ser humano en
ese mundo tecnificado.

16

También podría gustarte