TAYLOR Sujeto de La Educacion Primaria de Adultos

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Sujeto de la Educación Primaria - Unidad 1 -

El adulto y la educación
El adulto como sujeto de aprendizaje
Extractado por Viviana Taylor del artículo “El adulto como sujeto de aprendizaje en
entornos virtuales”, de Cecilia Flood - FLACSO Argentina

“Los adultos no caben en los bancos de las escuelas hechas para los niños, no se
pondrán los románticos guardapolvos blancos ni “pasarán al frente a dar la lección”.
Sus padres no les firmarán el boletín de calificaciones, no recitarán de memoria los
ríos del Asia que “les sirve para la vida” pero no para su trabajo, no dispondrán de
las mejores horas del día para el aprendizaje, y es probable que afronten la
actividad educativa en condiciones de fatiga. No permitirán que se ignore o
desvalorice su experiencia, no admitirán no ser escuchados y no tolerarán
metodologías que no los involucren.”1

El adulto que aprende presenta algunos requerimientos como la exigencia de


percibir la utilidad del aprendizaje, la consideración de su experiencia, la necesidad
de participación y evaluación permanente.
¿Qué elementos deberíamos tener en cuenta en la capacitación de adultos para
involucrarlos realmente? ¿Cuáles son los principales temores o resistencias? ¿Qué
estilos de aprendizaje se pueden definir? ¿Qué estrategias son necesarias para
recuperar la experiencia y abordar la utilidad del aprendizaje?

Características del adulto como sujeto del aprendizaje


El adulto no llega “en cero” a una situación de aprendizaje. En especial, si hacemos
referencia a contextos de formación vinculadas a su trabajo, trae consigo un bagaje
de experiencia laboral, de su vida personal y un trayecto por la educación formal.
Los aprendizajes son distintos a lo largo de las etapas de la vida de los sujetos, ya
que ellos también sufren cambios. En la etapa adulta, la participación en
experiencias de formación acompaña a un conjunto de proyectos personales y
familiares, su ubicación en el mundo del laboral y un recorrido en la formación (en
el sistema educativo formal o no formal).
Como todo sujeto de aprendizaje, la edad y las características de la etapa en la cual
se encuentra inciden en el interés que desarrolle por determinado aprendizaje, las
posibilidades y limitaciones, los recursos de los cuales dispone, los ritmos y estilos.
Es por ello, que podemos decir que el adulto en rol de alumno es alguien que trae
consigo el caudal de sus conocimientos y de sus experiencias anteriores. Cualquier
propuesta de formación debe partir necesariamente de las «situaciones de vida» en
que se encuentran los adultos.

Las motivaciones del sujeto que aprende:


La motivación, los intereses y necesidades de los sujetos suponen algunas de las
fuentes principales del aprendizaje.
La fuente de esta motivación puede tener diferentes niveles de consciencia. En
ocasiones el adulto busca participar de actividades de formación si tiene la
percepción de que incidirá en la resolución de algún problema personal, familiar o
profesional. También si la actividad le proporciona placer y bienestar.
En general, en los adultos los intereses dependen de las características de esta
etapa vital, de las situaciones personales y sociales, de los requerimientos del
ámbito laboral, de las características individuales y del contexto sociocultural en el
cual se encuentra.

Algunas motivaciones personales por las cuales los adultos se acercan a las
propuestas de formación se pueden centrar en:
• mejorar su condición,

• satisfacer su curiosidad,

• desempeñar mejor su trabajo,

• enriquecimiento personal (resolución de problemas personales, sociales o


familiares),

• clarificar sus relaciones interpersonales, entre otras.

Por otro lado, acceden a instancias de formación para “reciclarse”, ampliar


conocimientos o adquirir una titulación.
En los procesos de aprendizaje en los cuales participa, el adulto presenta algunos
requerimientos, que podemos sintetizar en los siguientes:
- Exige propuestas que le permitan participar, compartiendo su experiencia
previa. El estado de pasividad en general no es aceptado por el adulto. En
ocasiones buscará estrategias para desarrollar la actividad que está vinculada con
su proceso de aprendizaje, buscando alternativas para intervenir, haciendo bromas,
etc.
- Necesita captar rápidamente cual será la utilidad del aprendizaje,
encontrar líneas de acción para resolver las problemáticas de su práctica
profesional y laboral. El adulto requiere, por su escasa disposición de tiempo, de
propuestas que muestren claramente cuál será el nivel de aplicación de la
propuesta de formación o la forma en que podrá enriquecerse a partir de su
participación.
- Necesita reconocer un alto compromiso de los docentes y una interacción
adecuada con ellos. El adulto, como sujeto de aprendizaje, exige el compromiso
del formador a partir de sus intervenciones y del modo en que realiza el
seguimiento de sus aprendizajes.
- Requiere de espacios para poder compartir sus experiencias. Existe en el
adulto una tendencia a valorar su pasado ya que es fuente seguridad. Resulta
central la consideración de ese pasado en las instancias de formación, pero desde
una reflexión crítica y superadora. La experiencia supone el resultado de la
reflexión sobre los hechos del pasado.
"El alumno construye y debe construir, al menos, dos tipos distintos de
representaciones.
Por un lado, representaciones sobre el significado del contenido a aprender.
Y por otro, representaciones sobre el sentido que tiene para él aprender ese
contenido, sobre los motivos para hacerlo, las necesidades que ese aprendizaje
cubre y las consecuencias que supone para la percepción de uno mismo como
aprendiz.
Ambos tipos de representaciones se construyen de manera dinámica, contextual y
situada, a partir de lo que aporta en cada momento el aprendiz: ni el significado ni
el sentido que el alumno construye están, meramente, en el material que es objeto
de aprendizaje, ni su construcción queda asegurada por el diseño de dicho
material."2

Cuando analizamos la inserción de los adultos debemos considerar su interacción


con el docente, la propuesta en general, los materiales y los recursos tecnológicos.
“Lo que hace que la “actividad conjunta” sea efectivamente conjunta no es la co-
presencia física de los participantes, sino el hecho de que profesor y alumnos
actúan el uno para el otro y entre sí, de manera que las actuaciones de cada
participante sólo se entienden y cobran significado en el marco de, y en referencia
a, las actuaciones del resto de participantes”.
Múltiples son los factores motivacionales que inciden en el proceso de aprendizaje y
que podemos sintetizar en los siguientes:
Factores de la situación vital del estudiante: Se incluyen aspectos de la vida
personal, situación social o familiar que pueden actuar como facilitadotes u
obstaculizadores del aprendizaje.
Factores cognitivos y metacognitivos: Los factores que inciden en la
construcción del conocimiento y la posibilidad de conectar con lo que el alumno ya
sabe.
Factores motivaciones y afectivos: Características personales que inciden en el
aprendizaje, experiencias previas, etc.
Factores relacionados con la interacción social: habilidades comunicativas,
experiencias y potencialidad para el trabajo colaborativo, etc.
Diferencias individuales: Características individuales en el aprendizaje. Estilos de
aprendizaje, ritmos y capacidades.
Necesidad consciente de formación: En general los adultos que se incluyen en
propuestas de formación lo hacen por la posibilidad de aprender contando con una
cierta flexibilidad de tiempos por la cual pueda ser paralela con el resto de sus
ocupaciones (laborales o familiares).
Interés por los contenidos de la propuesta de formación: La necesidad de
actualizarse en determinados contenidos dependerá de los recorridos que los
alumnos han realizado anteriormente y la posibilidad de significar los aprendizajes
que logre. Aquí será imprescindible la relevancia de la selección de contenido y su
vinculación con los saberes previos.
La fuente de motivación en el diseño formativo y los materiales: El alumno
busca aprender y ser consciente del nivel de aprendizaje. El lugar que ocupan los
materiales es central y por lo tanto su presentación, la calidad y la promoción de la
interactividad resulta fundamental para la motivación de los alumnos. Es por ello
que el intercambio de conocimientos, la puesta en común, el planteo de dudas y
avances es uno de los elementos de mayor fuerza motivadora.
La fuente de motivación en la acción docente: El tipo de relación docente y
alumnos que se plantee otorgará un tamiz particular a través del cual se procese la
relación con contenidos y materiales.
La posibilidad de que éstos puedan ser conscientes de su aprendizaje y los
procesos de mejora. Es por ello que las actividades metacognitivas o de reflexión
de las propias tareas resultan bien enriquecedoras. El tipo de comunicación entre el
docente y el alumno adulto resulta fundamental para acompañar el aprendizaje e
incidir en la toma de consciencia del aprendizaje. Algunas de las cuestiones que son
centrales en esta comunicación es el encuadre: pautar los tiempos que demandarán
las tareas, el tipo de devolución que realizará acerca de las mismas, las instancias
formales de evaluación. Es imprescindible una propuesta de formación que incluya
diversidad de actividades evaluativos, con criterios claros que le permitan al alumno
comprender el nivel de acercamiento a los objetivos de aprendizaje y ser más
consciente de su proceso.

El desarrollo profesional como fuente motivacional: Cuando las propuestas de


formación incluyen y satisfacen los deseos de mejora personal y profesional en
nivel de compromiso y motivación es superior. En el caso de los adultos muchas de
las actitudes se conforman en el contexto de la maduración o desarrollo profesional,
para la cual es un requisito el logro de las interacciones genuinas.

La fuente de motivación en el trabajo colaborativo: La posibilidad de


participar en espacios de interacción con otros, aportar las capacidades personales
en la producción de tareas concretas y comunes, actúa como un factor motivador y
de satisfacción para el proceso personal del aprendizaje. Es por ello que resulta
fundamental el aprovechamiento de las nuevas tecnologías para habilitar
herramientas que favorezcan la posibilidad de compartir y producir colectivamente.
Resulta importante explicitar que el tipo de trabajo cooperativo que se propone en
este tipo de entornos, es asincrónico. Por tanto, no hay coincidencia de tiempo ni
de espacio entre los participantes. Es por ello que es necesario explicitar todos los
procesos que ocurren en el trabajo en equipo, desde la etapa de constitución hasta
el resultado evaluativo final. Desde la experiencia de la tutoría, la organización en
los grupos resulta fundamental en la motivación y el nivel de compromiso con la
tarea. En ocasiones la no acomodación a las pautas de un trabajo compartido
asincrónico lleva a la sensación de frustración y desmotivación. Es interesante
analizar las estrategias que realizan los alumnos para compensar la condición de
asincronía en la comunicación: a partir de acuerdos en ciertos horarios, la búsqueda
de recursos de comunicación alternativos (mensajería instantánea dentro y fuera
del campus) o más tradicionales (uso del teléfono). También el uso de espacios
más informales como el café comienza a constituirse como un lugar central en el
intercambio no formal y de ayuda mutua.

Los estilos de aprendizaje


Los alumnos tienden a constituir estilos de aproximarse al conocimiento utilizando
diversidad de estrategias. Cada sujeto selecciona mecanismos o procedimientos,
recursos útiles para procesar información, pensar, resolver problemas, aprender o
actuar.
Ante cualquier nueva actividad el sujeto de aprendizaje construye representación
de la tarea y de los recursos con que cuenta. De allí es que puede seleccionar las
propias estrategias a utilizar.
Numerosas investigaciones han aportado en la clasificación de diversas estrategias
que utiliza un sujeto cuando aprende. Por ejemplo, la utilización de estrategias que
van desde las más simples a las más complejas: asociativas, de elaboración y de
organización. También se puede definir la forma de encarar la tarea considerando la
intención de quien aprende y el entorno. En general se plantean diversos enfoques:
superficial, profundo o estratégico.
Creemos fundamental la consideración de los estilos de aprendizaje, a partir de
proponer una diversidad estrategias de enseñanza que permitan al alumno
familiarizarse distintas herramientas y logrando una adecuada apropiación de los
contenidos. Parece pertinente comenzar a considerar más sistemáticamente la
inclusión de estrategias que pongan en juego actividades en las que las TICs
ocupen un lugar primordial.

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