Viaje Sobre Hormiga

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"La Vuelta al Mundo en las Patas de una Hormiga"

Había una vez una hormiga llamada Mila que vivía en una pequeña colonia en el
bosque, cerca de un viejo árbol. Era una hormiga curiosa y soñadora, y aunque
trabajaba cada día con dedicación, su mente estaba llena de preguntas y deseos de
explorar. Mientras las demás hormigas se concentraban en sus tareas, Mila solía mirar
más allá de la colonia, preguntándose cómo sería el mundo más allá del hormiguero.

Un día, mientras cargaba una hoja, escuchó una conversación entre dos escarabajos
que hablaban de un lugar lejano, lleno de plantas enormes, lagos cristalinos y
montañas altas. Fascinada por sus palabras, Mila decidió que ella también quería ver
esos lugares. Quería conocer el mundo y descubrir hasta dónde podía llegar.

Esa noche, mientras las demás hormigas dormían, Mila se despidió en silencio y
emprendió su aventura. Sabía que el mundo era inmenso, pero su espíritu de
exploración era aún mayor.

Capítulo 2: El Río y la Hoja Flotante

Tras caminar durante un día entero, Mila llegó al borde de un río. El agua brillaba
bajo la luz del sol, y el murmullo de la corriente era algo completamente nuevo para
ella. Sin embargo, había un problema: el río era ancho y profundo, imposible de
cruzar caminando.

Mientras pensaba en cómo atravesarlo, vio una hoja flotando suavemente cerca de la
orilla. Con valentía, Mila saltó sobre la hoja y, poco a poco, la corriente comenzó a
llevarla. La pequeña hormiga navegó a lo largo del río, viendo pájaros que bebían
agua, peces que nadaban bajo ella, y flores de colores en las orillas. El río la condujo
lejos, hasta una tierra desconocida, y cuando finalmente llegó a una orilla diferente, se
sintió como una verdadera exploradora.

Capítulo 3: La Montaña y el Sabio Escarabajo

Al continuar su viaje, Mila llegó a una montaña. Parecía tan alta que tocaba las nubes,
y por un momento, la hormiga dudó. Sin embargo, en ese mismo instante, un
escarabajo anciano que vivía en la ladera la saludó.

—¿A dónde vas, pequeña hormiga? —preguntó el escarabajo.

—Quiero ver el mundo —respondió Mila con entusiasmo.

El escarabajo sonrió y le ofreció su ayuda, llevándola en su caparazón durante la parte


más empinada. Mientras subían, el escarabajo le contó historias de tierras lejanas y
seres increíbles que vivían en cada rincón del planeta. Mila escuchaba con fascinación,
y al llegar a la cima, el anciano escarabajo la dejó ver el paisaje inmenso. Desde ahí,
Mila sintió que realmente había comenzado a conocer el mundo, y con gratitud,
continuó su viaje.

Capítulo 4: La Ciudad Ruidosa


Después de días de caminar, Mila llegó a un lugar que la sorprendió: era una ciudad
llena de ruido, luces y criaturas enormes. Coches, personas y edificios altísimos la
rodeaban. Todo era inmenso y desconocido, pero Mila no se acobardó.

Entre las grietas de las aceras y los rincones ocultos, encontró a otras hormigas que
también vivían allí, pero que jamás habían salido de la ciudad. Fascinadas, estas
hormigas escucharon las historias de Mila sobre el río, la montaña y el escarabajo
sabio. Algunas no creían que existieran lugares tan distintos, pero otras se llenaron de
esperanza y curiosidad, soñando con un día salir a verlos por sí mismas.

Mila pasó varias semanas en la ciudad, explorando rincones oscuros y descubriendo


que incluso entre las luces y el cemento, había pequeñas maravillas. Finalmente,
siguió adelante, recordando su propósito de descubrir el mundo.

Capítulo 5: El Mar y el Último Viaje

Un día, Mila llegó a la playa. La arena era suave bajo sus patas, y el sonido de las olas
era como una canción tranquila. Frente a ella, el mar se extendía hasta donde la vista
alcanzaba. Era una imagen tan impresionante que la pequeña hormiga se quedó sin
palabras. Sintió la inmensidad del mundo, y por primera vez, se dio cuenta de lo lejos
que había llegado desde su pequeño hormiguero en el bosque.

Caminando por la orilla, conoció a una cangreja llamada Lía, que al escuchar sus
historias, decidió llevarla a recorrer la costa. Juntas, exploraron las playas, conchas y
pequeños charcos donde se escondían criaturas marinas. Mila descubrió peces
coloridos, algas de formas extrañas y caracoles que dejaban huellas en la arena.

Al final de su recorrido, Mila sabía que su viaje estaba completo. Había visto ríos,
montañas, ciudades y el mar. Había hecho amigos, contado historias y vivido
aventuras que jamás imaginó.

Epílogo: La Hormiga Viajera

Cuando finalmente regresó a su hogar, las hormigas de la colonia apenas la


reconocieron. No era la misma hormiga que se había ido. Mila ahora tenía el corazón
lleno de recuerdos, y aunque era pequeña, había visto el mundo como pocos.

Desde ese día, se convirtió en la hormiga viajera, la que contaba historias de lugares
lejanos y maravillosos. Y así, gracias a sus relatos, otras hormigas también soñaron
con explorar, sabiendo que el mundo es un lugar grande y lleno de maravillas, incluso
para las patas pequeñas de una hormiga.

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