Responsabilidad Extracontractual
Responsabilidad Extracontractual
Responsabilidad Extracontractual
GUILLERMO LAGOS.
CUESTIONES GENERALES SOBRE
RESPONSABILIDAD CIVIL
Dentro del ámbito jurídico podemos afirmar que una persona tiene
responsabilidad cuando está obligada a resarcir, reparar o indemnizar
todo perjuicio causado a otra, sea porque habiendo contratado con él,
incumplió alguna obligación derivada de ese contrato, sea porque
incurrió en una conducta dolosa o culpable que le ha producido un
daño, sea porque incumplió una obligación derivada de la ley o de un
cuasicontrato.
En Chile, no existen las llamadas indemnizaciones punitivas, que se
caracterizan porque exceden del perjuicio efectivo sufrido por la
víctima y que cumplen una función vindicativa y preventiva. Barros
explica que "en algunos Estados de USA la doctrina da lugar a
indemnizaciones punitivas como sanción al demandado 'por su
conducta vergonzosa', pero al mismo tiempo, 'para disuadirlo a él y a
otros como él de tener una conducta semejante en el futuro'"
Responsabilidad Extracontractual.
TIPOS DE RESPONSABILIDAD
La primera distinción que debemos hacer es:
1. Responsabilidad Penal y
2. Responsabilidad Civil, que a su vez se subdivide en
Responsabilidad Contractual.
Responsabilidad Extracontractual.
Responsabilidad Precontractual.
Responsabilidad Poscontractual
DE LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL.
Concepto.
Se entiende por responsabilidad extracontractual la que proviene
de la comisión de un hecho ilícito que cause daño a otro, es decir,
de un delito o cuasidelito civil (artículos 2314 y 2284 del Código
Civil).
Daño material.
El daño material “consiste en una lesión pecuniaria, en una
disminución del patrimonio”.
Se debe indemnizar tanto el daño presente como el futuro,
siempre que se tenga la certeza que se producirá; si no existe tal
certeza el daño es incierto y no es indemnizable.
La doctrina entiende que este daño puede recaer tanto en la
persona como en las cosas, pues la ley no distingue, y porque ello
se desprende tanto del artículo 44 inciso final del Código Civil, que
define dolo "como la intención positiva de inferir injuria a la
persona o propiedad de otro ", como del artículo 2329 que hace
RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL
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indemnizable "todo daño". Esta distinción, sin embargo, cobra
importancia cuando se trata de avaluarlo.
La doctrina entiende que este daño puede recaer tanto en la
persona como en las cosas, pues
la ley no distingue, y porque ello se desprende tanto del artículo
44 inciso final del Código Civil, que define dolo "como la intención
positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro", como
del artículo 2329 que hace indemnizable "todo daño". Esta
distinción, sin embargo, cobra importancia cuando se trata de
avaluarlo.
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DAÑO IMPUTABLE A CULPA O DOLO
RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL
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IMPUTABILIDAD: Es el segundo requisito o elemento de la
responsabilidad extracontractual. No basta con causar daño a otro
para que se genere la obligación de indemnizar. Es necesario que el
acto o hecho que produce el daño sea el resultado de una conducta
dolosa o culpable del actor. Así resulta de relacionar los artículos
2314 con el 2284 incisos 3o y 4o. La primera de estas normas
expresa que "el que ha cometido un delito o cuasidelito que ha
inferido daño a otro, es obligado a la indemnización”. Luego se
responde por haber incurrido en delito o cuasidelito, y en
conformidad al artículo 2284, en el primer caso hay intención de
dañar (dolo) y en el cuasidelito, un hecho culpable.
Responsabilidad Extracontractual.
Esta exigencia es la consecuencia de seguirse en Chile la teoría
subjetiva o clásica en materia de responsabilidad.
DEL DOLO
DEFINICIÓN: Dolo o malicia consiste -dice el artículo 44 del
Código Civil- en la intención positiva de inferir injuria a la
persona o propiedad de otro. Dicho de otro modo, el autor
causa un daño en forma deliberada.
CLASIFICACIÓN:
o El dolo puede ser positivo o negativo. El primero consiste
en la ejecución de un hecho; el segundo en una omisión o
abstención como, por ejemplo, el que pudiendo salvar a
alguien que se está ahogando nada hace justamente para
que se ahogue. Si no actúa por temor, evidentemente no
hay dolo.
o El dolo puede ser directo o eventual, creación este último
del Derecho Penal. Se actúa con dolo directo cuando se
causa un mal con la clara intención -intención positiva- de
causarlo. Al lado de esta concepción románica del dolo
está lo que la doctrina llama dolo eventual, es decir,
aquel que realiza una acción u omisión, sin ánimo de
causar daño, pero representándose la posibilidad de que
su actuar puede causarlo. Al comportarse de esa manera
actúa con dolo eventual.
DE LA CULPA
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DEFINICIÓN: Alessandri, tomando pie en el artículo 44 del
Código Civil, define la culpa como la falta de aquella diligencia
o cuidado que los hombres prudentes emplean ordinariamente
en sus actos y negocios propios. Los artículos 2319 y 2329 la
hacen sinónima de descuido o negligencia.
EN SEDES: Culpa contractual y extracontractual.
Concordamos con Alessandri en que la culpa es una misma en
materia contractual y extracontractual, pues en ambas importa
una conducta descuidada, negligente, falta de previsión,
imprudente.
Cierto es que en la primera existe una graduación, que no se
encuentra en la extracontractual, pero ello se explica porque en
aquella las partes están unidas por un vínculo jurídico que
impone al deudor un deber de cuidado distinto según el tipo de
contrato de que se trate.
APRECIACIÓN: La culpa se aprecia en abstracto.
La doctrina está de acuerdo en que la culpa se debe apreciar en
abstracto, esto es, comparándola con un modelo ideal que,
debe ser "un hombre prudente colocado en su misma
situación.“ El juez deberá, pues, comparar la conducta del
agente con la que habría observado un hombre prudente de
idéntica profesión u oficio colocado en el mismo lugar, tiempo y
demás circunstancias externas de aquél ¿Qué habría hecho
éste en su caso? ¿Habría obrado en igual forma o habría
tomado otras pre cauciones? Si lo primero, no hay culpa; en
caso contrario, sí.
Culpa contra la legalidad.
Culpa contra la legalidad es aquella que surge del solo
incumplimiento de una norma legal o reglamentaria, como es el
caso de la persona que provoca un accidente por infringir las
normas del tránsito. En estos casos basta con probar la
violación de la norma para tener por acreditada la culpa, puesto
que ésta consiste precisamente en no haber respetado la
norma en cuestión.
Enrique Barros precisa que si bien la regla general es que la
infracción de una norma legal permite dar por acreditada la
culpa, ello no significa contrario sensu, que el cumplimiento de
todas las normas legales acredite que se ha actuado con la
diligencia debida, pero constituye un valioso indicio de ello.
PRUEBA DE LA CULPA: Quien demanda indemnización por
responsabilidad extracontractual tiene que probar el dolo (art.
1459) o la culpa del autor de los daños. Respecto de la culpa,
bueno es recordar que al revés de lo que ocurre en la
responsabilidad contractual, en la extracontractual no se
presume, por lo que debe probarse. Ello, por aplicación de lo
dispuesto en el artículo 1698 del Código Civil.
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Justamente es este problema probatorio el mayor inconveniente
que presenta el sistema de responsabilidad subjetiva, pues la
prueba en muchos casos no es fácil, lo que conduce a que la
víctima no pueda obtener la indemnización por el daño sufrido.
Como una manera de paliar este grave inconveniente se
establecen presunciones de culpabilidad. Es lo que hace
nuestro Código Civil en los artículos 2320 a 2323 y 2326 a
2329.
PRESUNCIONES DE RESPONSABILIDAD
Presunciones de responsabilidad por hecho propio.
Según Alessandri, el artículo 2329 establece "una presunción
de culpabilidad cuando el daño proviene de un hecho que, por
su naturaleza o por las circunstancias en que se realizó, es
susceptible de atribuirse a culpa o dolo del agente..." . Y el
ejemplo que coloca es el siguiente: cuando se produce un
choque de trenes, la víctima no tiene por qué probar la culpa de
la empresa o de sus dependientes, bastándole con acreditar el
choque y el daño sufrido, por cuanto este hecho -el choque- por
su naturaleza, supone culpa, pues los trenes deben funcionar
en condiciones de no chocar.
Lectura artículo 2329.
Se ha entendido que el inc. 1º no hace sino reiterar el principio
general del art. 2314. Por ende, se exige probar culpa o dolo del
autor del hecho.
En cambio, los tres casos que enumera esta disposición en su
inc. 2º, constituyen presunciones de culpabilidad. En tal
sentido se interpreta la expresión “especialmente
obligados”. La víctima, entonces, no requiere probar la culpa.
Sólo debe acreditar la comisión del hecho, presumiéndose culpa
del autor. Se justifican estas presunciones, porque los tres
casos describen situaciones de riesgo en que la víctima queda
expuesta a un daño inminente, como consecuencia de hechos
excepcionales que conllevan un peligro objetivo (disparo,
remoción de losas, mal estado de acueductos o puentes). En
estos casos, se sustituye la regla general del inc. 1º propia de la
responsabilidad subjetiva, por una presunción de
responsabilidad por el riego creado o provocado, propio de
actividades riesgosas. Por ello, para la doctrina más moderna,
las presunciones de responsabilidad por el hecho propio
señaladas en este inc. 2º son meramente ejemplares. De esta
manera,
Exención de responsabilidad.
El art. 2323 precisa que no hay responsabilidad, si se
configura el caso previsto en el art. 934: si el edificio cae
por caso fortuito (como avenida, rayo o terremoto), no
habrá lugar a la indemnización, salvo si se prueba por el
afectado que el caso fortuito, sin el mal estado del
edificio, no lo hubiera derribado.
EXTENSIÓN DE LA INDEMNIZACIÓN
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Regla general: reparación integral del daño (art. 2329, inc. 1°
y art. 2317, inc. 1°).
La indemnización dependerá de la magnitud del daño, que
debe ser íntegramente resarcido. En consecuencia, la
indemnización deberá abarcar tanto los perjuicios materiales -
daño emergente como lucro cesante-, como los morales.
Excepciones.
Sin embargo, la extensión de la indemnización puede reducirse,
cuando el daño se debió también o parcialmente a culpa de la
víctima. Dispone el art. 2330: “La apreciación del daño está
sujeta a reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él
imprudentemente”.
La culpa de la víctima, si bien no libera de responsabilidad al
autor, sí la atenúa.
Esta regla del art. 2330, nos demuestra que si bien la culpa
extracontractual no admite gradaciones y la responsabilidad
dependerá de la cuantía del daño, para el legislador no es
completamente indiferente o inocua la gravedad de la culpa
que exhibe el autor.
En definitiva, la culpa mutua del autor y de la víctima del daño,
impone una compensación de las culpas. La responsabilidad
será compartida, aún cuando en proporciones diferentes,
dependiendo de la gravedad de la culpa de cada cual. La culpa
más grave absorberá a la más leve, respondiendo el que
incurrió en la primera, por lo que exceda la segunda.
Cabe advertir que la doctrina nacional está dividida en cuanto a
extender o no la reducción de la indemnización a las víctimas
por repercusión o por rebote. Por la afirmativa, Ramón
Domínguez Águila y Enrique Barros Bourie. Por la negativa,
Arturo Alessandri Rodríguez y Pablo Rodríguez Grez. Explicación
posturas:
https://docs.google.com/document/d/
1_7AMOyQvLXJVPLynoeUY14OG695TRMtL/edit?
usp=drive_link&ouid=118130796493370569573&rtpof=true&s
d=true
Cúmulo de indemnizaciones.
¿Puede acumularse la indemnización que se deba por el autor con
otras prestaciones que se deban a la víctima por terceros con motivo
del daño sufrido?
¿Puede la víctima reclamar ambas indemnizaciones o prestaciones?
Por ejemplo, si la víctima de un accidente automovilístico tiene
asegurado su vehículo: ¿Puede acumular la indemnización por el
cuasidelito con la indemnización que le debe la aseguradora?
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Se señala que la acumulación de indemnizaciones implicaría un
enriquecimiento para la víctima; en efecto, desde el momento que
ésta recibe una de las indemnizaciones (de la aseguradora, en el
ejemplo), no habría daño, en definitiva, y si el perjuicio desaparece,
faltaría uno de los elementos de la responsabilidad extracontractual.
Se contesta al planteamiento anterior indicándose que no resulta
equitativo que el autor del daño resulte beneficiado de la prestación
que un tercero haga a la víctima. En el caso del seguro, se agrega, se
llegaría al absurdo que el contrato cedería en la práctica en favor de
un tercero extraño, causante del propio daño.
Para llegar a una solución, se sostiene que habría que indagar si la
prestación del tercero significa o no una reparación integral del daño
causado. Si la respuesta es afirmativa, el cúmulo de indemnizaciones
sería inaceptable, pues implicaría una doble indemnización o
reparación del daño. En cambio, si la reparación sólo fuere parcial,
sería procedente dirigirse en contra del autor, por la diferencia. Aquí,
bien podría demandarse el daño moral, que usualmente no cubrirá la
póliza contratada.
EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN
La acción encaminada a reparar el daño causado por el delito o
cuasidelito se extingue por los modos generales de extinción de las
obligaciones.
Tres modos de extinguir requieren algunos alcances:
La renuncia.
A diferencia de lo que acontece con la acción penal, la acción
civil derivada de un delito o cuasidelito es renunciable. La
renuncia afectará solamente al renunciante y a sus herederos.
La prescripción.
Según lo hemos referido, dispone el art. 2332 del Código Civil
que “Las acciones que concede este título por daño o dolo,
prescriben en cuatro años contados desde la perpetración del
acto”.
El artículo 2332 prescribe que "Las acciones que concede este
título por daño o dolo, prescriben en cuatro años contados
desde la perpetración del acto".
Existen dos enfoques interpretativos que se han formulado,
para dilucidar los alcances de la expresión “perpetración del
acto”, esto es, si se trata necesariamente del momento de la
comisión del hecho, o si se trata del momento en que el daño
derivado del hecho ilícito, se manifiesta para la víctima,
cuestión que cobra relevancia cuando el daño no es coetáneo
con la comisión del hecho.
Alessandri sostuvo que la frase “perpetración del acto”, debía
entenderse “desde el día en que se cometió el hecho doloso o
culpable y no desde aquél en que se produjo el daño, si éste y
el hecho no son coetáneos”. (doctrina tradicional)
La doctrina “moderna” plantea que el plazo de prescripción no
debe contarse desde la comisión del hecho, sino desde el
momento en que el daño se manifiesta. Se funda esta tesis en
el siguiente supuesto: mientras no se produzca el daño, no
puede entenderse que exista un hecho ilícito. Éste se
materializa no sólo por la conducta ilícita, pues mientras no sea
visible el daño, faltará uno de los presupuestos de la
responsabilidad delictual o cuasidelictual. Y si todavía falta tal
requisito para calificar al hecho como ilícito y generador de
responsabilidad, mal podría correr un plazo de prescripción
contra el afectado, por la sencilla razón de que éste aún no
tiene tal condición, pues el daño no se ha manifestado.
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Enrique Barros sostiene la misma doctrina, en base a tres
argumentos principales:
1. El absurdo de que la acción pueda prescribir antes de que
se produzca o manifieste el daño;
2. El daño es un necesario presupuesto del hecho ilícito,
corresponde a la consumación del mismo; y
3. La interpretación que postula el inicio del cómputo del
plazo de la prescripción desde la ocurrencia del daño
resulta más armónica con la función de la prescripción,
cual es castigar al acreedor negligente en hacer valer sus
derechos.
Cláusulas de irresponsabilidad.
Cometido el delito o cuasidelito el afectado puede renunciar
válidamente a su derecho a reclamar las indemnizaciones
pertinentes.
¿Qué ocurre cuando antes de la comisión de un delito o
cuasidelito se pacta la irresponsabilidad del autor? Tratándose
del dolo y de la culpa grave, tales cláusulas serían inadmisibles
por objeto ilícito: art. 1465.
Se circunscribe el problema a la culpa leve y levísima. Aunque
no hay unanimidad en la doctrina, la mayoría considera que las
cláusulas de irresponsabilidad referidas a la culpa leve y
levísima serían válidas. Con todo, habrá que distinguir en la
naturaleza del daño:
1. Si el daño recae en las cosas, la cláusula sería válida. El
art. 1558 establece su validez respecto de la
responsabilidad contractual, de manera que ninguna
razón justifica que el mismo criterio no sea aplicable a la
responsabilidad extracontractual.
2. Distinta debe ser la solución si el daño recae en las
personas: en tal caso, la cláusula no sería válida, puesto
que no puede renunciarse o disponerse de la vida, la
integridad física o el honor de las personas.
Atenuantes de responsabilidad.
Son las siguientes:
Si el daño ha sido causado parcialmente por la víctima.
1. Si se ha estipulado una cláusula atenuante de la
responsabilidad, en los casos en que se admite su validez
conforme a lo expuesto.
2. Responsabilidad Extracontractual.
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NEXO CAUSAL
Este requisito, que también se exige para la responsabilidad
contractual, no ha sido definido por el legislador. La Corte Suprema
ha dicho que "debe entenderse que entre un acto ilícito y un
determinado daño hay relación causal cuando el primero engendra el
segundo y éste no puede darse sin aquél, en otros términos, existe
relación de causalidad cuando el hecho doloso o culposo es la causa
directa y necesaria del daño".
Reiteradamente se ha fallado que la determinación de la relación
causal es una cuestión de hecho que, por lo mismo, escapa al control
del tribunal de casación.
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No basta con la existencia del daño y del dolo o culpa. Se requiere
además que entre ambos elementos medie un vínculo de causalidad,
que el primero sea el resultado del dolo o de la culpa. Es decir, se
producirá esta relación de causalidad cuando el dolo o culpa ha sido
la causa necesaria del daño, de manera que, si no hubiera mediado,
el daño no se habría producido.
LOS DEMENTES
En su sentido amplio, tal como se interpreta para el ámbito
contractual y del Derecho Penal. La demencia, para eximir de
responsabilidad, debe ser contemporánea a la ejecución del hecho.
Por ello, la demencia sobreviniente, es decir, originada con
posterioridad a la ejecución del hecho ilícito, no exime de
responsabilidad.
Es sabido que para nuestro Código Civil son dementes aquellas
personas que por cualquier motivo se hallan privadas totalmente de
razón, se encuentren o no declaradas en interdicción. No rige en esta
materia el artículo 465 del Código Civil, por ser aplicable esa norma
únicamente a la capacidad para celebrar actos y contratos.
MENORES DE 7 AÑOS
Estas personas son incapaces de delitos o cuasidelitos, por carecer
absolutamente de discernimiento. Por la misma razón el artículo 723
los declara incapaces de adquirir la posesión de cosas muebles, para
sí o para otros.