Clase 3
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CLASE 3-BLOQUE 2
La dimensión vincular. Aporte a la constitución de subjetividades
• Acompañar y sostener las trayectorias escolares, pues una enseñanza centrada en el desarrollo
progresivo y recursivo de capacidades supone sostener una mirada integral de las trayectorias y
asumir la responsabilidad pedagógica por los aprendizajes de los/las niños/as, adolescentes y
jóvenes más allá del año/grado, ciclo, nivel o modalidad o área en que se enseña.
Existen factores externos a la escuela que influyen en el desempeño de los estudiantes. Entre
ellos podemos mencionar sus biografías personales, las expectativas propias y de sus familias, y
las decisiones que toman los estudiantes y las familias sobre su trayectoria escolar (cambios de
escuela, opción por el trabajo, dedicación exclusiva al estudio, entre otras). Sobre estos factores
la escuela sólo puede intervenir indirectamente.
Sin embargo hay también factores propios de la escuela que pueden actuar como facilitadores
o barreras para la permanencia de los estudiantes. Es en este grupo de factores donde la
institución escolar puede intervenir.
Continuemos…
Las trayectorias reales y diversas de los estudiantes reflejan formas particulares y singulares en
las que cada estudiante transita la experiencia formativa en la escuela. Esto implica considerar
dos dimensiones: la vincular y la académica.
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En primer lugar diré que es posible definir al SUJETO como una construcción explicativa de la
constitución de REDES DE EXPERIENCIAS en los individuos y en los grupos.
En este sentido el SUJETO no está dado, sino que se constituye. No hay condiciones
predeterminadas que determinen que uno sea lo que es, por el solo hecho de existir. Esto
implica que la condición de pertenencia a una clase social o a un grupo de referencia no
determina la identidad de manera automática.
¿Qué lugar tiene la escuela en estas redes de experiencia? Desde hace dos siglos, las identidades
educativas han estado marcadas por la fuerza de la cultura escolar. Como justamente la función
de la escuela venía a redimir o salvar a la población de la ignorancia o la barbarie, se les pedía a
los sujetos sociales (gauchos, obreros, amas de casa, católicos o protestantes) que dejaran en la
puerta de la escuela su cultura y concurrieran justamente allí a construir otra identidad. Así, la
educación moderna se basaba en la negación de las culturas familiares, regionales, sociales que
preexistían a la escuela y a las cuales ésta tenía que pasar por el tamiz de la razón.
La educación (en este contexto) era el mecanismo por el cual un padre esperaba que el hijo
fuera más de lo que él era. Identidades como “el buen aluno”, “el burro”, “los normalistas”,
aparecían como portadoras de significaciones intensas. A través de la escuela, se quería que el
sujeto pedagógico suprimiera o dominara al sujeto social.
Para que la escuela logre sus objetivos es necesario contar con docentes que, en la manera de
vincularse con sus estudiantes, construyan contextos favorables al aprendizaje. Una vinculación
caracterizada por el afecto, respeto y expectativas realistas sobre las capacidades de los
alumnos, sea cual sea la historia de relaciones con que éstos lleguen a la escuela, es una
oportunidad única de brindar la experiencia de ser cuidado y enseñar a cuidar a otro, y sienta
las bases para la autonomía y apertura al aprendizaje.
¿Significa esto que además de docente se debe ser terapeuta? La respuesta es no; no se trata
de convertirse en terapeuta, sino de reconocer el efecto terapéutico que tiene para un
estudiante el tener un buen profesor, que logra aprendizajes en marcos de un ambiente de
afecto, cercanía y valoración.
Existen ambientes y estilos de relación que favorecen el aprendizaje y otros que lo obstaculizan
e incluso inhiben. Sin duda es un gran desafío y exigencia. Intentar ser un buen profesor de
todos, también de los que están heridos en su capacidad de vincularse, requiere apertura y
convencimiento de los beneficios. Los estudiantes con vínculos dañados no sólo establecen
formas complejas de relacionarse, sino suelen tener mayores dificultades para aprender,
justamente porque el aprendizaje pasa por una relación con un “otro”.
¿Qué características asumen los docentes que consideran la dimensión vincular en los procesos
de enseñanza y de aprendizaje? (aportando al acompañamiento de trayectorias escolares)
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• Profesores que enseñan sus disciplinas con entusiasmo y manejo profundo, le dicen a
sus estudiantes que los aprecian y valoran. El mensaje a través de la práctica pedagógica
es: “mereces lo mejor, me esfuerzo para ello”.
• Profesores que corrigen errores y atienden a las dificultades de manera apacible y
paciente, a la vez que exigente, construyen experiencias de contención, de apoyo,
reducen el temor al fracaso, promueven la perseverancia y resiliencia. A la vez, su
exigencia basada en expectativas realistas, trasmite confianza en las propias
capacidades y valoración
• Profesores que centran la evaluación en el aprendizaje y no en la calificación. Cuando
un estudiante se siente permanente calificado, corregido, no se atreve a explorar formas
distintas de hacer las cosas ni a demostrar de distintas maneras su nuevo saber porque
la exploración es siempre castigada. Por ello es importante tanto que existan instancias
no calificadas para ensayar sin temor, como que las evaluaciones enfaticen la
retroalimentación del aprendizaje y sus desafíos por sobre la calificación. Los
estudiantes agradecen los comentarios claros y específicos, porque significa que los
vieron como “un otro”. Si no se muestran las consecuencias cuando se ha cometido un
error, puede ser interpretado como “no ser visto”, “no ser considerado” por el otro
• Profesores que celebran los logros enfatizando su valor para el crecimiento personal (no
por reconocimiento social). El reconocimiento positivo es central para construir la
autoestima y necesario para sentir que el otro ve no sólo mis errores. El reconocimiento
tanto público como privado es una vía que permite saber que los esfuerzos tienen frutos
y que otro se alegra de mis avances.
• Profesores que visibilizan esfuerzos y logros cotidianos. Las observaciones cuidadosas y
reconocimientos de avance son maneras de decir “te veo, te reconozco, me doy cuenta
que existes, y me importa lo que haces”.
La idea es llamar la atención, sobre la multiplicidad de derivaciones que tienen nuestras acciones
en la constitución de subjetividades. Por lo cual, reflexionar sobre cómo se construye el vínculo
pedagógico es una invitación a revisar nuestras pautas, disposiciones y actitudes personales más
frecuentes en la relación con nuestros estudiantes a fin de brindar experiencias positivas de
vinculación y aprendizaje.
Junto con ello, invita a tomar conciencia de cuánto y cómo podemos favorecer el crecimiento y
aprendizaje de nuestros estudiantes al enmarcar nuestra labor en relaciones personales y
grupales donde la exploración y autonomía se permiten y promueven en ambientes de afecto y
cuidado, de atención a las necesidades individuales, de valoración de las diferencias, de
seguridad, colaboración, refuerzo y contención.
En la sección archivos encontrarán dos textos, realizar un punteo de aquellos aspectos que
resultaron significativos en relación a los temas tratados en la clase.
Buscar videos, relatos, crónicas donde logre visualizarse la dimensión vincular como sostén de
los aprendizajes.