283 El Ethos de La Escuela
283 El Ethos de La Escuela
283 El Ethos de La Escuela
AMIGO
UNIVERSIDAD
C AT Ó L I C A
ISBN: 978-958-8943-22-0
El ethos de la escuela:
Comunicación,
cultura y
educación
Autor
Wilman Alexis Galeano Builes
El ethos de la escuela:
Comunicación,
cultura y
educación
Medellín - Colombia
2016
370.112 G152
El ethos de la escuela : comunicación, cultura y educación [recurso electrónico] / Wilman Alexis Galeano Builes.
-- Medellín : Funlam, 2016
95 p.
El ethos de la escuela:
Comunicación, cultura y educación
ISBN: 978-958-8943-22-0
Texto resultado de la investigación “Filosofía de la educación”. Este estudio fue realizado por el grupo de investigación Filosofía y
Teología crítica, de la Universidad Católica Luis Amigó.
El autor es moral y legalmente responsable de la información expresada en este libro, así como del respeto a los derechos de autor. Por
lo tanto, no compromete en ningún sentido a la Universidad Católica Luis Amigó.
Para citar este libro siguiendo las indicaciones de la tercera edición en español de APA:
Galeano Builes W. A. (2016). El ethos de la escuela: Comunicación, cultura y educación. Medellín, Colombia: Fondo Editorial Luis Amigó
El libro El ethos de la escuela: comunicación, cultura y educación, publicado por la Universidad Católica Luis
Amigó, se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
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Contenido
Introducción
Conclusiones
Referencias
Introducción
¿Qué o quién soy yo? Probemos otra respuesta: soy un ser humano, un miembro de la
especie humana o, “como aseguró el dramaturgo romano Terencio, ‘soy humano y nada
de lo humano me es ajeno’, de acuerdo –provisionalmente, claro- pero entonces ¿qué
significa ser humano? ¿En qué consiste eso ‘humano’ con lo que me identifico?” Con
esta afirmación dada por Fernando Savater (1999, p. 27) orientamos todo el material
aquí expuesto, ya que el etnos de la escuela gira alrededor del quehacer humano. Por
esta razón, al referirnos al acto mismo de la escuela, bajo sus vertientes: comunicación,
cultura y educación se está demostrando que la escuela no es solamente una estructura
física, en la cual se imparte un determinado tipo de conocimiento y cuya vida oscila alre-
dedor de la comunidad educativa, tal como lo describe el espíritu de la Ley 115 de 1994
(sobre la educación).
Esta idea, si bien plantea lo que realmente debe ser el quehacer escolar: integrar cono-
cimiento con humanidad o humanidad con conocimiento; en los últimos 18 años ha per-
manecido intacta, sin ningún tipo de modificación. Más aún, la cultura, la comunicación
y la educación han quedado como estrategias de la enseñanza-aprendizaje aplicadas a
distintos contextos humanos. Se considera que dichas vertientes de la escuela deben
trascender tales aspectos elementales y ser estudiadas a mayor profundidad. Por lo que
se debe pensar en la escuela como un nuevo modo de educar.
V Introducción
Cuando se pensaba de qué modo se iría a abordar este viaje ético-filosófico entorno al
acto de hacer escuela, se retomaba la experiencia docente y la forma como se involucra
en la cultura posmoderna –aunque algunos filósofos hayan desistido de nombrarla así-,
las TIC y la educación, y cómo los estudiantes asimilan estos profundos cambios –cri-
sis en sus propias vidas-. Esta nueva cultura exige también un nuevo modo de educar
y de reestructurar los métodos de enseñanza a partir de la comunicación. No se puede
olvidar un aforismo de Albert Einstein, en el cual exponía que no se imaginaba el día en
que la tecnología estuviera por encima de la humanidad. Y a eso es lo que precisamente
se enfrenta la escuela, la cultura actual se ha encargado de transmitir un sinnúmero de
información que ha permitido que los seres humanos de algún modo actúen como “autó-
matas”, como consecuencia de ello, se ha perdido lo esencial de la vida humana, que es
la misma humanidad.
Con Educación, como tercer capítulo, se intentarán establecer las bases de un ethos
de la escuela partiendo de la idea de una crisis de la educación que, a la larga, lleva al
cultivo de una sociedad pluralista e incluyente; y por otra parte, de la escuela como valor
histórico, en donde “el éxito de la obra (escuela) consiste fundamentalmente más bien
en hacer problemático dicho ámbito, en superar sus confines” (Vattimo, 2000, p. 51). El
vanguardismo o posmodernismo ha permitido que las estructuras humanas y sociales
del mundo hayan cambiado a pasos agigantados. Y así como a la filosofía, la política,
la ciencia y a la estética les ha tocado renovar su enfoque y su visión acerca de dichas
estructuras, también le corresponde a la escuela hacerlo.
Dicha transformación del mundo produce el deseo por encontrar nuevas causas, nue-
vos fines, nuevos enfoques. De todo esto, resultan nuevos valores de ver la realidad: la
belleza no se mide por el gusto al arte, sino lo que me produzca sensaciones, por eso el
arte callejero. El bien no es estipulado por las normas morales ya existentes, cada quien
es bueno según las circunstancias. Lo verdadero, como no existe una sola verdad, cada
quien es poseedor de su verdad. Frente a esto, la escuela ha de tomar postura no para
criticar ni para denigrar si “aquello o lo otro es mejor que…”, sino para incluirlo como
parte de un todo. De algún modo, la idea de bueno o malo desaparece por el valor de
la inclusión. Nadie es distinto o diferente al otro, solo es el otro. De aquí surge el valor
de la alteridad: ver al otro no como un Tú, sino como otro Yo. De este modo, la relación
humana se da entre dos Yo y no entre dos seres diferentes.
A la escuela, más que enseñar determinadas asignaturas –que por alguna razón, no
han podido ser rediseñadas- le corresponde formar al hombre moderno, pues su mundo
(y en el cual ha habitado por siglos) le es ajeno, no lo conoce, le es extraño. En otras
palabras, es un mundo nuevo para él. Pero ¿Cómo hacer que de nuevo lo sienta como
algo suyo, si lo viejo ha sido abandonado y se ha caído en un nihilismo axiológico?
Desde hace más de 20 años, el mundo viene siendo testigo de la evolución que han
tenido las tecnologías de la comunicación y de la información (TIC) y cómo estas se han
ido apoderando de ciertos ámbitos humanos como lo es, entre otros, la escuela. Negar
la importancia de las TIC en el acontecer diario de la vida humana, sería un absurdo.
Sin embargo, sí parece que la vida del hombre mismo ha tenido un giro en torno a su
aparición. Es más, el modus actuandi del mundo moderno ha cambiado a causa del flo-
recimiento de las TIC, lo que implica el surgimiento de una nueva generación y por tanto,
de un nuevo estilo de vida.
Respecto a este nuevo modo de ver el mundo, que de hecho es un cambio intempes-
tivo de vida, se encuentra que la comunidad humana no fue preparada para tal cosa, ni
la familia, ni la sociedad, ni el individuo mismo han tenido las herramientas para asimilar
dicha transformación, más bien se han acogido a ello. Este nuevo fenómeno se lo han
dado a la escuela para que, desde su quehacer en la formación y educación de hombres
y mujeres, encuentre los espacios que permitan conocer e interpretar el valor de dichos
cambios. Por eso “no se pretende negar la escuela, sino hacer que la escuela sea útil”
(Kaplun, 1983, p. 23). En otras palabras, que esté a la altura de los grandes avances
epistemológicos y tecnológicos. Por lo que la razón de ser de la escuela en la actualidad
está apuntando a hacerle frente a dichos avances, tomando postura y no dejándose
arrastrar por el vaivén del consumismo. Sabemos de antemano que el desarrollo de las
TIC es producto de una sociedad con ansia de llenar los vacíos que ha dejado la pérdida
del sentido humano y por ende, su quehacer.
Primera parte - Comunicación 10
De este modo, nos acercamos a vislumbrar las incidencias del manejo de las TIC en
el actuar humano y la corresponsabilidad que la escuela posee frente a las acciones
comunicativas.2
1
Frente a este término de “nuevo” nos remitiremos a lo afirmado por Wilman Galeano Builes (2011) en la tesis de grado para obtener la
maestría: El concepto de historia en Hannah Arendt; en la cual dice: “cada quién es un ‘nuevo’ y cada una de sus acciones permiten la
creación de algo inédito. Todo actuar es crear, crear es novedad y la suma de muchas novedades son las que generan una historia (…)
porque cada final es una novedad que se está construyendo” (p. 39).
2
Cabe precisar que una acción comunicativa es buscar consensos en el lenguaje, incluyendo el discurso. Como las TIC son consideradas
un modo de lenguaje, la pretensión es hallar la manera de conjugar el discurso de la escuela con el discurso tecnológico. Así podríamos
acercarnos a una ética del discurso escolar.
11 Capítulo I - Las TIC y la escuela
humanos, las TIC producen una sensación de deleite y disfrute -algo así sienten los
artistas, los artesanos al contemplar su obra-, pues la consideran como algo bueno y
perfecto; su fin es producir felicidad.
Bajo estos parámetros, las TIC pasan a ser parte del ambiente vital de la humanidad;
por tanto, sería imposible construir escuela sin hacerlas parte de ella. Su influencia se
hace visible porque marcan tendencias y fomentan nuevos roles, es un nuevo modus
vivendi; y propicia lo que Aristóteles afirmó como “vida activa”, la cual define el actuar
humano como actividad del alma, en donde todo lo que hace el hombre debe ser bello y
bueno. No queda duda que las TIC hacen parte del actuar humano, que producen satis-
facción y apuntan a la felicidad, pero, ¿la escuela sabe esto?
La felicidad, nos dice Aristóteles, es una virtud3 y como tal incita a la escuela a actuar
en pos de un bien humano como lo son las TIC. En tal sentido, el manejo de estas tec-
nologías ha de procurarse como acción virtuosa en tanto intelectual, pues es de suyo
“la sabiduría, la comprensión y la prudencia” (Aristóteles, 1976, p. 13). Parece que estu-
viésemos planteando para la escuela un modo de contemplación y sublimación de las
TIC, en donde se perciban como un modelo mágico para la consecución de su fin. La
verdad es que estas tecnologías han provocado en el mundo moderno la generación
de una “sociedad de masas”, la cual se preocupa por lo útil, lo fácil, lo instantáneo. En
otras palabras, se convirtió en la sociedad del homo faber 4, en donde el hombre, como
creador del mundo artificial, se ha encargado de transformar las cosas para su propia
satisfacción.
En eso ha caído el uso de las TIC en la escuela, en generar espacios de placer y feli-
cidad donde se sobrepone lo fabril en vez del actuar. Por lo tanto, la utilización de estas
tecnologías queda en la mera producción, favoreciendo el fenómeno modernista de la
necesidad, cuyo objeto de producción “se realiza bajo la guía de un modelo, de acuerdo
con el cual se construye el objeto” (Arendt, 1993, p. 161). Quizá esta idea fabril ha sido
el punto de ignición de una sociedad en crisis, pues todo apunta a que el hacer del hom-
bre se convierta en un resultado, en procesos, en competencias. Y el modo más sutil de
lograrlo es poner a la escuela como el agente formador de dicha idea.
3
Precisamente en ética a Nicómaco, Aristóteles (1976) se refiere a esto: “los que identifican la felicidad con la virtud o con cierta virtud
particular concuerda nuestra definición, porque a la virtud pertenece la ‘actividad conforme a la virtud´ (…) y así como en los juegos
olímpicos no son los más bellos ni los más fuertes los que son coronados, sino los que luchan (…) de la propia suerte los que obran son
los que conquistan con derecho las cosas bellas y buenas de la vida” (P. 25)
4
Frente a esta afirmación nos dice Hannah Arendt que: “la palabra latina faber, probablemente relacionada con facere (“hacer algo” en el
sentido de producción), designaba originariamente al fabricador” (1993, p. 191).
Primera parte - Comunicación 12
Hablar de una crisis en la sociedad conlleva a trasladarnos al siglo XV, en los inicios del
renacimiento y los albores de la modernidad, donde sobresalen tres elementos bastantes
importantes: la refutación del sistema ptolemaico (surgimiento de la ciencia), la aparición
de las ciudades (nacimiento de la burguesía) y la destrucción del estado absoluto (apa-
rición de estado moderno o liberal). Tales acontecimientos propiciaron el abandono de la
tradición por parte de las gentes, pero en el ambiente quedó un sinsabor y una angustia
por saber qué sucedería después. Pues, con la aparición de la ciencia y el desarrollo de
instrumentos para interpretar el cosmos se va provocando el advenimiento de la técnica
y la tecnología. No solo basta pensar el mundo matemáticamente, sino que dicho pensa-
miento ha de ser aplicable, de ahí entonces la física, la química, la matemática aplicada,
entre otras. Por otro lado, con el surgimiento de la burguesía se produce el aumento del
comercio y la generación de riqueza, ambas cosas obligan al citadino a consumir y entre
más consumo, mayor producción. Por último, al darse un nuevo modelo de estado, la
autoridad es arrebatada del gobernante y se le otorga al pueblo, y se manifiesta en la
norma o constitución. Todo ciudadano posee derechos naturales inalienables y consti-
tucionales.
Con estos hechos es pertinente pensar para la escuela… ¿Qué hacer? ¿Qué y a quién
formar? ¿Cómo lo vamos a hacer? Todo lo que hay es nuevo, pero el sistema como tal
es viejo. Se rehúsan a explotar lo novedoso por temor a no contar con las herramientas
propias para su uso. Se forman a los nuevos con metodologías viejas, se educa a la
sociedad con valores no convincentes como el de la religión, la moral, la autoridad, la
norma. En otras palabras, la institucionalidad como concepto universal pierde importan-
cia y surge la idea de individualidad.
Bajo estas consideraciones, a la escuela le toca cambiar sus hábitos, si quiere respon-
der a los nuevos retos que ofrece el desarrollo de las TIC; pues la sociedad permanece
aún en crisis –porque no ha encontrado todavía el camino- y sigue ofreciendo avances
técnicos y tecnológicos, consumismo y una fuerte dosis de individualismo encubierto
13 Capítulo I - Las TIC y la escuela
de pluralidad. Frente a estos hechos y para dar respuesta a la influencia de las TIC en
todo ámbito social, político, religioso, familiar, entre otros, la propuesta que presenta la
escuela ha de ser “desarrollar las capacidades intelectuales del educando a partir del
contacto mismo con el ambiente (…) en este sentido, cualquier espacio es propicio para
educar: la familia, los grupos pares, la sociedad, las TIC” (Galeano Builes, 1998, p. 15).
Si la escuela y su entorno optan por ver las TIC como un bien, es decir “ser aquello
a que todas las cosas aspiran” (Aristóteles, 1976, p. 13), entonces las TIC serían una
acción tendiente a un fin o un producto. Si fuesen vistas como producto, lo que importa-
ría es la cantidad más que la cualidad.
Si las TIC son vistas como fines, serían causa de un bien porque:
Si existe un fin de nuestros actos querido por sí mismo, y los demás por él; y
si es verdad también que no siempre elegimos una cosa en vista de otra, es
claro que ese fin último será entonces no solo el bien, sino el bien soberano
(Aristóteles, 1976, p. 14).
Todo lo anterior apunta a considerar que las TIC son en sí mismas un bien y como tal,
buscan la felicidad como fin último. Para lograrlo, la escuela como promotora de una
nueva sociedad y, por ende, de una nueva cultura, ha de interactuar con otros espacios –
familia, estado, religión, política- que le son útiles para dicha aspiración. Esto le genera –a
la escuela- la posibilidad de actuar, no para la producción de nuevos contextos sociales
y/o culturales, sino para hacer justicia con los que existen, porque la escuela la compo-
nen un grupo de hombres y mujeres que en su interior comparten, dialogan, persuaden;
en sí son un grupo político que actúan en pos del otro. A razón de lo anterior, Aristóteles
afirma que la política “en efecto, determina cuáles son las ciencias necesarias en las
ciudades, y cuáles las que cada ciudadano debe aprender y hasta dónde” (1976, p. 14).
Para que las TIC cumplan con su plan teleológico han de ser deconstruidas, y para ello
se debe “partir de un contexto que dé cuenta de la crisis global y de los elementos de
cambio y transformación a los que se asiste” (Mejía, 1992, p. 57). Tal acción decons-
tructiva ha de ser liderada por la escuela, en donde:
Si por estética de lenguaje de las TIC entendemos el modo por el cual la razón y el gusto
se unifican para emitir un juicio de valor en cuanto al arte de la argumentación, sin lugar
a dudas tendríamos que referirnos al “ethos del lenguaje”.
El ethos de lenguaje es posible comprenderlo desde la figura griega del ““καλος κ ’αγατος””5,
(Kalos k’aghatos) pues allí se unía la visión cósmica del universo; el comunicarse era solo
Παντα ρει
posible desde la condición divina, es decir, la perfección. Platón es muy vehemente al
afirmar que el mundo sensible era una mimesis del mundo real, por lo τεκνη
que el το lenguaje
ον uti-
lizado en ese mundo mimético es a la vez imperfecto. Aquí se desarrolla la problemática
entre Platón y los sofistas; mientras que para Platón el lenguaje se origina
τελος para elaborar
discursos perfectos, los sofistas consideran que el lenguaje es un discurso político, es
Αλεθεια
decir, cualquiera puede hacer uso de ello. Esta concepción sofista se puede retomar para
involucrar el tema de las TIC, ya que en la contemporaneidad, la política(λογοιy )la tecnología
son catalogadas nuevos modos del lenguaje.
ειδοςapunta a una
Al referirse Heidegger al término lenguaje de esta forma, sin duda alguna
posibilidad del desocultamiento del ser, que trata de manifestarse al hombre. Como tal, el
αλεθεια ειναι
lenguaje es una obra de arte que permite el desvelamiento del ser.
(πολιτεια)
(επιµελεια).
5
El término kalós k’agathós es una referencia a las dos grandes fuerzas del universo: lo bueno y lo bello, a la cual todos los miembros de
polis debían aspirar para hacer de la ciudad algo perfecta tal como es el cosmos.
καλον κ’αγατον
γενετωρ
15 Capítulo I - Las TIC y la escuela
Y reconocer al lenguaje como una obra de arte es afirmar que el ser puede manifestarse
a través de los signos lingüísticos que dicen algo de sí, esto es posible ya que el lenguaje
por sí mismo es el ser. Lo anterior significa que los símbolos y signos utilizados en el coti-
diano quehacer humano crean una estética del lenguaje. Es decir, muestran al ser como
algo cercano a realidad humana, y su esencialidad se revela a partir del lenguaje. Cuando
se observa un informe noticioso presentado en televisión o un comercial de determinado
producto, no solo estamos mirando su simetría antropomórfica o cromática, o la razón
por la que el publicista o comunicador se incentivó a hacerla; cuando ponemos nuestros
sentidos en una estética como esta, es el ser quien nos incita a hacerlo, su razón…
quiere que sea descubierto. La forma como se puede descubrir al ser en un mensaje de
alguna página web de carácter social o informativo es por medio de la posibilidad.
Las TIC, en este caso, son consideradas como esa posibilidad y su fin es el de agradar
a sus usuarios y el de generar impresión para quienes las utilizan. Como tal, pueden ser
vistas como obras de arte. Y ninguna obra muestra realmente lo que es, pues está en
constante devenir, lo que significa “que el lenguaje
καλος κ ’αγατοςes” el que permite que se dé esa posibi-
“καλος κ ’αγατος ”
lidad; ya que es desde el lenguaje donde ese devenir se convierte en unicidad. Al menos
así lo entendió
Παντα “καλος
ρει Heráclito
κ ’αγατοςcon
” su Παντα ρει (Panta rei), y por ello mismo lo llamaron el
oscuro; no porque su pensamiento fuera incomprensible, sino porque su pensar sobre la
τεκνηtoτοon
teknh ον dependía τεκνη το ον
Παντα ρει del devenir del lenguaje; el lenguaje así entendido es la posibilidad
del inicio. Cada vez que el ser se desvela en el lenguaje se da un origen, se inicia algo.
τελος τεκνη το ον τελος
“καλος κ ’αγατος ”
La estética del lenguaje de las TIC es entonces el inicio6 de algo, pero un inicio que no
Αλεθεια Αλεθεια
tiene un τελος
teloV (Telos), es más un medio para que algo pueda iniciar, por esto mismo la
Παντα ρει
esencialidad de la estética del lenguaje, es la posibilidad de un nuevo nacer. Cada vez que
(λογοι ) Αλεθεια (λογοι )
observamos una obra publicitaria no estamos τεκνη
viendoτοla ον
misma obra, sino que siempre se
desocultará algo nuevo del Ser.
(λογοι ) καλος κ ’ αγαθος ,
καλος κ ’ αγαθος , τελος
Lo estético del lenguaje de las TIC es un acto, es algo que se da en el momento pre-
sente, pues
Αλεθεια. su intención
καλος es, desocultar
κ ’ αγαθος al Ser (Aleqeia
Αλεθεια. Αλεθεια–Aletheia). Lo que en Nietzsche se
llamaría re-presentar, pues:
µιµεσις Αλεθεια. µιµεσις (λογοι )
ειδος ειδος
µιµεσις καλος κ ’ αγαθος ,
6
Téngase en cuenta que el concepto de “inicio” es retomado del pensamiento de Hannah Arendt. Y con el cual hace referencia al término
αλεθεια
a la acción. ειναι
αλεθεια
archein, que significa comenzar, gobernar y poner ειναι En otras palabras, los hombres toman la iniciativa, se prestan
algo en movimiento.
ειδος
Αλεθεια.
αλεθεια ειναι
(πολιτεια) (πολιτεια)
“καλος κ ’αγατοςΠαντα
” ρει
Primera parte - Comunicación 16
τεκνη το ον
Παντα ρει
τεκνη το ον τελος
El re-presentar propone lo que es. Determina y establece lo que puede tener
vigencia como ente. Así pues, la definición deΑλεθεια
lo que es se halla en cierto
τελος
modo bajo el yugo de un representar que acecha a todas las cosas para
establecerlas a su manera y mantenerlas en este estado (Heidegger, 1951,
p. 10). Αλεθεια (λογοι )
(επιµελεια).
17 Capítulo I - Las TIC y la escuela
La estética del lenguaje de las TIC como medio para acercarnos al mensaje no puede
continuar con aquello que nos narra el mito de la caverna de Platón, pues podemos caer
en una falacia, es decir, pretender demostraciones que de suyo son imposibles de argu-
mentar y solo quedan en la idea.
Las TIC son una categoría inmanente, esto es humanizar las cosas que el hombre
posee. Es politizar al mundo en tanto cosa hecha, cosa creada y cosa compartida. Las
TIC son poiesis, cosa que los filósofos fundacionalistas olvidaron. En este sentido, la
poiesis no es philo sophein (búsqueda de la verdad especulativa), sino philo physei
(búsqueda de la verdad actuativa). La poiesis es contingente por su capacidad de actuar,
así lo entendió Arendt (2002) cuando afirma que:
La tarea de la estética del lenguaje de las TIC ha de ser la de crear neologismos propi-
cios para entender e interpretar lo que nos rodea. Pero su papel ahí no queda, es decir, no
es solo lenguaje, pues caeríamos en la universalidad de los contenidos que hasta ahora
se han criticado.
7
Para Heidegger el habla es un actuar humano, por lo que de aquí se despliega el hecho del argumentar. Argumentar es una acción que
permite visibilizar al ser en tanto permite con el lenguaje hacer más real la ex-sistencia del ser. Podemos decir que las TIC son elementos
del habla, puesto que re-presentan con la imagen un nuevo modo del lenguaje simbólico.
Primera parte - Comunicación 18
Si bien es cierto que para hablar es necesario pensar, también es cierto que para pensar
hay que hablar, pues ese encuentro que se da al interior de cada ser no es un solipsismo
pensante, es un encuentro de ser con el yo; es más un hablar de la yoidad. Esto involu-
cra una pluralidad, pues la argumentación no es posible desde el ámbito de lo solitario,
argumentar es la posibilidad de reencontrarse con el ser, de descubrir su ex-sistencia.
καλοςΑλεθεια.
κ ’ αγαθος ,
Lo que sin lugar a dudas nos lleva a afirmar que la condición humana por excelencia
Παιδεια
es el habla, la cual nos lleva por pasajes inverosímiles. Nos permite narrar, profetizar,
anunciar, denunciar, descubrir, cubrir, revelar; elementos estos necesarios para la inter-
pretación de la realidad y que nos muestran el camino del habla, que no es otro sino el
de actuar.
Por lo expuesto, es necesario en la estética del lenguaje de las TIC prestar atención
a la hora de elaborar discursos, pues más que su contenido, es prestar atención a las
motivaciones que tiene el auditorio. De este modo, el habla permanecerá siempre signifi-
cante y el lenguaje permitirá que el ser esté a distancia de quienes le quieren reconocer.
En este sentido, le corresponde a la escuela descubrir los distintos modos del lenguaje
que las TIC proveen, no para que sean herramientas útiles del quehacer del maestro, sino
para que desde allí se pueda prolongar el ideal de humanos que se quiere obtener. Si bien
Primera parte - Comunicación 20
El lenguaje como hecho estético produce elementos de juicio que permiten desear
o gustar la realidad que se tiene alrededor. Por esta razón, la imagen que proyecta una
escena en cine, en teatro, en televisión ha de hablar por sí misma, debe proyectar la
ex-sistencia del Ser. Cuando se utiliza un medio de comunicación, lo que se hace es
re-crear el mundo, tarea ardua de ejercer ya que la realidad mundana está plagada de
glosas superficiales que solo reflejan un mimesis de lo real. Como se vive en la cultura
del tecno-consumismo, todo actúa al estilo copypage, ante esta realidad es responsa-
bilidad de la escuela buscar las incidencias cognitivas y actitudinales que favorezcan la
interpretación de la naturaleza y permitan que el Ser se desvele.
Capítulo II
INCIDENCIAS ACTITUDINALES Y
COGNITIVAS DE LAS TIC EN LA
ESCUELA8
Las TIC están desplegadas en todos los niveles sociales proporcionando un alto índice
de información a quienes las utilizan; la escuela, por su parte, ha venido manteniendo
un estilo unidireccional de formación que en los tiempos actuales no compagina con las
necesidades del entorno.
Esto genera la necesidad de crear nuevos modos de educar para que, a la hora de
entrar en contacto con los intereses de los estudiantes, puedan responder satisfactoria-
mente. En este sentido, la escuela ha de transformar el estilo de educación por uno más
pluralista, donde el aprendizaje se adquiera en el uso correcto de las TIC, las cuales más
que perturbadoras de este mismo y de la enseñanza, y del aprendizaje se conviertan en
espacios de construcción del conocimiento a partir del diálogo, la información, la comu-
nicación, la investigación, la lectura y la socialización.
Una escuela abierta a los avances científicos y tecnológicos es una escuela abierta al
cambio, a lo novedoso y a lo dinámico. La escuela del siglo XXI se debe reconocer como
gestora de nuevas sociedades, a partir de la reestructuración de su currículo, de manera
que las TIC puedan ser conocidas, manejadas y útiles en la educación creando en el
estudiante principios éticos y científicos.
8
Este capítulo está basado en la tesis de pregrado Los medios de comunicación en la educación, elaborada en 1998 por el autor del
presente libro.
Primera parte - Comunicación 22
En nuestra actual sociedad, las TIC han ido lentamente penetrando en los procesos socia-
les y mentales de hombres y mujeres, de manera que influyen en los modos de com-
portamiento y generan una mayor cantidad de información –que en muchos casos no
ha sido asimilada- y al mismo tiempo, cambios en la sociedad, la familia, entre otros.
Le corresponde a la escuela enfrentar dicho fenómeno mediante un cambio en su actual
estilo de enseñanza, por una visión más integral y no reduccionista de las TIC, puesto
que estas constituyen por sí mismas “industrias culturales, procesos de generación y
transmisión social de valores, pautas de comportamiento, ideas e imágenes del mundo y
conocimiento” (Tovar et al, 1996, p. 52).
Bajo este punto de vista, las TIC han de ser parte del ambiente vital de la sociedad
–incluyendo la escuela-, lo que permite afirmar que sería imposible construir nuevos
estilos de vida sin hacerlas parte de ellos. Hoy más que nunca, las tecnologías de la
información y la comunicación influyen en la manera de ser y hacer de las personas,
incluso afectan su personalidad y los roles que están ejerciendo. En este caso, la escuela
debe reconocer que los hábitos de vida humana han ido adquiriendo un modus vivendi
similar al que los medios de información y comunicación le muestran, pues imitan –en
este caso las nuevas generaciones humanas- a sus personajes, programas, juegos y
videos, redes sociales y demás, lo cual explica de una forma cierta por qué se habla de
una generación Web 2.09.
Lo anterior suscita en la sociedad poca aceptación a las tradiciones enseñadas por los
padres o por la misma cultura; mejor dicho, la generación Web 2.0, por ser el resultado
de la evolución tecnológica de los medios de comunicación, se ha convertido en una
cultura de masas10 que solo le preocupa lo rápido, lo fácil, lo descomplicado y lo instan-
táneo. En una palabra, no se preocupa por el sostenimiento de la cultura, sino que está
altamente influenciada por la esteticidad del mundo.
9
Un sitio Web 2.0 permite a los usuarios interactuar y colaborar entre sí como creadores de contenido generado por usuarios en una
comunidad virtual, a diferencia de sitios web donde los usuarios se limitan a la observación pasiva de los contenidos que se ha creado
para ellos.
10
Este término será ampliamente desarrollado en el apartado denominado “Cultura”.
23 Capítulo II - Incidencias actitudinales y cognitivas de las TIC en la escuela
Las TIC han despertado las mentes de la gente común, que pide ser tenida en cuenta en
la construcción de un nuevo orden social; es decir, quieren desempeñar roles, compro-
meterse totalmente con la causa social y política, ya no se conforman con ser parte de lo
social, sino que están deseosos de hacer parte del cambio. Esto contrasta con la manera
de pensar de la gente culta que es un tanto vertical y disciplinada, que creen sabérselas
todas y que por tanto, no creen necesario que les aporten. Sin embargo, en la actualidad,
las TIC marcan la pauta de los avances científicos, tecnológicos y educativos, además
de modificar profundamente el modo de pensar, de expresión y de ser de las personas en
todos los ámbitos: laboral, familiar y social, por lo que se hace necesario integrarlas a la
escuela de manera convincente y segura para que desde allí sean trabajadas y transfor-
madas en beneficio de la humanidad y, una vez asimiladas, puedan ser utilizadas para el
bien de la sociedad.
En este sentido, toda esa información que propagan y transmiten las TIC será utilizada
para la generación de conocimientos en los seres humanos, la formación de ciudadanos
responsables y del devenir histórico de su propia vida y la de los demás.
Las TIC no son el conjunto de cosas, de objetos que se retoman para formar algo,
sino el principio de comprensión de unos nuevos modelos de comportamiento; en este
sentido, lo que reflejan estas son los distintos contextos de la realidad. La transformación
que ha influido en la escuela “se plasma en la falta de producción y la abundancia de la
reproducción, en la ausencia de creatividad y la abundancia de la divulgación” (Martin
Barbero, 1991, p. 86). Bajo estas circunstancias, lo que debemos aprovechar son las
informaciones que suscitan las TIC, ya que han de ser un estilo de vida de las nuevas
generaciones.
Primera parte - Comunicación 24
Por otra parte, hablar de una escuela que conozca el qué y el porqué de las TIC y los
medios masivos de comunicación es acercarnos a lo que afirma García Novell (1996):
Una educación que tiene que fortalecer la autonomía de los alumnos, frente a
los menajes: enseñándoles a interpretar la información con criterio personal
y espíritu reflexivo y conservar que aprendan a utilizar los de medios de
comunicación [y las TIC] sin dejarse utilizar por ellos (p. 40).
La escuela queda con el reto de decodificar la información emanada por las TIC y que
un gran número de personas reciben para transformarla en modos de comportamiento;
por cuanto “los medios han instaurado un panorama informativo cultural frecuentemente
alejado de los intereses, necesidades y valores de las poblaciones a las que se dirige”
(Valdés, 1987, p. 26). La escuela por tanto, debe ser la gran propiciadora de espacios
de formación a partir de la debida concientización de las sociedades que le competen, la
comunidad donde se encuentren y la humanización social, religiosa, moral y política de
sus integrantes.
Pese a que el problema abordado es la actitud que debe tener la escuela frente al avasa-
llante flujo de información que traen las TIC, no se puede ser ajeno a un fenómeno que
también es importante ahondar, puesto que su influencia en los estilos de comunicación,
las relaciones de poder y hábitos de vida es profunda y afecta a la misma escuela. Dicho
fenómeno es el posmodernismo, el cual como lo afirma Eduardo Bericat Alastuey (2003)
es
11
Concepto extraído del libro llamado La sociedad transparente, de Gianni Vattimo (1998).
27 Capítulo II - Incidencias actitudinales y cognitivas de las TIC en la escuela
Según Lyotard (2001), la tradición hizo uso de un lenguaje acomodado a sus necesi-
dades, lo cual se constituyó en “metarrelatos” cuyo enfoque giró en torno a la libertad,
la voluntad, el progreso, el judeocristianismo, y su importancia radicó en la legitimación
de la realidad. Dicha legitimidad fue sospechosa porque a razón de su uso surgieron
fenómenos como el totalitarismo, el capitalismo, la homofobia y en el caso de la escuela:
las pedagogías de corte tradicionalista, positivista y metodologías unidireccionalistas. En
el mundo posmoderno, la realidad se manifiesta de varias formas, siendo el lenguaje, la
Primera parte - Comunicación 28
manera más apropiada para interpretarla. Sin embargo, en los últimos decenios ha venido
surgiendo un tipo de lenguaje que se atrevió a darle apariencia a lo que no aparece. Su
método ha sido reflejarlo en un mundo surreal en donde “la inmanencia del sujeto en el
objeto que el sujeto estudia y transforma” (p. 32) permite comprender que el objeto como
tal posee lenguaje y del mismo modo, puede ser interpretado. En esta medida, el juicio
que surge de la utilidad del lenguaje, en la observación de la obra de arte, se podría llamar
ética de la obra de arte, en donde la posibilidad del Ser como medio, se da en la pluralidad
de los seres que poseen el lenguaje, a esto nos referimos cuando apuntamos a conocer
la utilidad ontológica de las TIC.
Por su parte, Arendt (1993) considera que ese tipo de democracia, para obtener mejo-
res dividendos, debe ser activa, lo cual implica un alto grado de pluralidad y discurso;
lo que conlleva a comprender que el quehacer público está condicionado a estos dos
elementos indispensables del bios politikos.
Lo público es condición para el sostenimiento del Estado -al menos así lo dejo escrito
Rousseau (1998, p. 103) en el contrato- y por tal motivo, se hace contingente, pues esto
no quiere decir a los ojos de ginebrino que sea un condicionante, sino un elemento para
que lo democrático se dé. Esto es que como elemento permita la pluralidad y el discurso,
el debate y la libre asociación, la elección y la libre votación.
29 Capítulo II - Incidencias actitudinales y cognitivas de las TIC en la escuela
Lo público –que en nuestro caso puede ser la escuela- es lo común para todos; lo
afirma Arendt (1993), allí donde está el individuo está lo público. En otras palabras, lo
público es el mundo. Es decir, ahí donde algo se deja ver y oyen otros al igual que noso-
tros12. La mejor expresión de la publicidad está en el discurso (o léxico como lo expresa
Rorty) manifestado este en la poesía, la danza, el teatro, el debate, la opinión.
Cuando la escuela cobra sentido, se da por sentado que no es propiedad de nadie, pues
todos podemos hacer uso de ella; al menos eso reflejó Arendt cuando quiso asemejarla
con el ideal griego homérico, pues allí encontramos que la vida pública era cosa del
acontecer diario; la religión y sus ritos, el ágora y sus debates e incluso la política misma,
era cuestión de todos.
12
Hay dos formas de entender lo público. Por una parte significa que todo lo que aparece en público puede verlo y oírlo todo el mundo
y tiene la más amplia publicidad posible y por otra, significa el propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de
nuestro lugar poseído privadamente en él.
Primera parte - Comunicación 30
Por lo que:
Pensar la historia, es ponerle fin a los grandes relatos que por siglos se han mantenido,
y que de algún modo han influido en la construcción de la sociedad. Lo que significa
cambiarlo todo, darle un nuevo enfoque a las cosas, propiciar la emancipación de todo
aquello que posea connotación histórica tradicional. La posmodernidad considera que el
hecho histórico llegó a su culmen cuando la modernidad dejó de ofrecerles a los hom-
bres seguridad, libertad, voluntad y capacidad de juicio. Todo estaba influenciado bajo la
mirada racionalista y objetiva del conocimiento científico. El lenguaje, la política, la ética,
inclusive la educación, fueron trastocadas por el pensamiento racional herencia del car-
tesianismo en el cual todo es susceptible de ser cuestionado.
Sin duda alguna es Nietzsche (2007) quien propicia el espacio para hablar de lo nove-
doso, con su aforismo acerca de la muerte de Dios crea la necesidad de establecer una
nueva ética, una nueva política, una nueva educación y por lo tanto, una nueva historia.
Para que esto se pudiese desarrollar, fue necesario desplegar un nuevo lenguaje puesto
que el anterior ya no contenía las ideas de los nuevos. Es en esta línea donde Martin
Heidegger (1990) plantea un modo de hablar y de utilizar el lenguaje adecuado, que per-
mita desvelar al ser. Y sobre este tipo de nuevo lenguaje y nuevo modo del habla surgen
dos pensadores que establecen la forma de ver la historia con un nuevo significado y de
narrar la historia a través de los mass media, dichos autores son Hannah Arendt y Gianni
Vattimo.
Para Hannah Arendt (1995), la historia perdió su rumbo al momento en que los anti-
guos griegos abandonaron la realidad y se dedicaron a contemplar el universo. Se pasó
de una historia lineal a una historia cíclica. Sin embargo, piensa nuestra autora, volvió a
tener significado en el momento en el que tanto Hegel como Marx consideraron que la
historia no posee un fin, sino que es al mismo tiempo un origen. Y en ese lapso es donde
el discurso cobra su verdadero sentido, pues su objeto es el de humanizar las acciones
Primera parte - Comunicación 32
del hombre. Por tal razón, propone que la historia es conditio sine qua non del quehacer
humano, que pueda estar en el orden de la política y obviamente, en el verdadero sentido
de la educación.
Ahora bien, piensa Vattimo (1998) que la historia como narración ha de partir “con el
hecho de que la sociedad en que vivimos sea una sociedad de la comunicación genera-
lizada, la sociedad de los mass media.” (p. 73). Es verdad que su visión sobre el hecho
histórico difiere de Hannah Arendt, por cuanto cree que la historia en la modernidad ha
sido concebida como progreso a la mejor manera de Marx. Ese tipo de concepción debe
ser replanteada y asistir más bien una re conceptualización de la historia como “nihi-
lismo”. “En Nietzsche, como se sabe, Dios muere en la medida en que el saber ya no
tiene necesidad de llegar a las causas últimas, en que el hombre no necesita ya creerse
con un alma inmortal” (Vattimo, 2000, p. 27).
Lo anterior, da pie para que surjan los mass media como una nueva experiencia histó-
rica, pues estos se convierten en los nuevos mega-relatos. Los encargados de informar
de manera inmediata lo que está sucediendo en cualquier parte del mundo a todo el que
tenga acceso a ellos. Esto permite el origen de nuevas historias, pues en el nuevo mundo
no existe una historia, sino imágenes del pasado propuestas por varios puntos de vista.
Desde esta óptica, podemos subrayar la importancia de las TIC por cuanto:
Si en algún momento hubo quienes pensaron que el desarrollo de las TIC serviría para
la uniformidad de la sociedad, su homogeneidad, el efecto fue totalmente contrario, ya
que se han convertido en la multiplicación y masificación de las visiones del mundo. Su
real objeto es que todas las sociedades se comuniquen entre sí, para ello ha evolucio-
nado el mercado y su pretensión es que la sociedad las adquiera. Para Vattimo (2000),
el otro es el medio informativo que narra las experiencias de vida a través de la imagen.
Aquí, lo nuevo aparece como un modelo a seguir de la realidad –entendida esta como
una contaminación producto de la imagen, la interpretación y reconstrucción que com-
piten entre sí- por lo que de algún modo, si bien es una visión pluralista y libertaria de
la realidad, también es cierto que la idea de realidad ha cambiado. Más parece un relato
mítico-fabulesco, a la mejor manera de Platón.
De ahí que se pueda decir que las TIC, como los nuevos relatos, están alejándose de
la realidad existencial y se están avocando en una realidad virtual que nada tiene que
decir a esa condición política establecida por el hombre. Por eso mismo, dicha pérdida
del principio de la realidad –sustentada por Vattimo- ha llevado a una mitificación del
quehacer humano intentando alejarse de ese racionalismo heredado por la modernidad.
Si la escuela quiere encajar en esa virtualidad de la realidad ha de replantear sus métodos
y estrategias de enseñanza y aprendizaje, de manera que le permitan cambiar lo racional
por lo irracional, lo real por lo virtual, y lo cognitivo por lo histórico.
SEGUNDA PARTE
Cultura
Capítulo I.
LA CRISIS DE LA HUMANIDAD
Revela Vattimo (1996) que el mundo moderno está inmerso en una profunda crisis como
consecuencia de la pérdida de valores absolutos. Pero dicha ausencia de valores no
anula la ex-sistencia del ser, como pretendió Nietzsche (2007) establecerlo al afirmar la
muerte de Dios13, por el contrario, la idea es darle un nuevo rumbo a su actividad. El ser
del Ser no se halla en la absoluta racionalidad de las cosas, ni mucho menos en la intimi-
dad mistérica de las cosas. Vattimo (2000), haciendo alusión a Heidegger, establece que
la ex–sistencia del ser está en el hombre mismo. De este modo, hablar de un humanismo
tal como la tradición lo ha planteado, a lo largo de los años, sería una torpeza, por cuanto
dicha corriente supone la existencia de unos valores que en la actualidad carecen de
validez.
El principio de la época moderna del hombre (cursivas añadidas) es, por una
parte, que el momento de la idealidad, de la subjetividad, exista por sí como
tal o como individualidad. Con ello nace lo que nosotros llamamos libertad
subjetiva. Pero ésta es al mismo tiempo universal, porque el sujeto como
tal, el hombre como tal hombre, es libre, y él posee la determinación infinita
para llegar a ser sustancial (p. 179).
13
Nos dice Hannah Arendt (2002) en su texto Vida del Espíritu: “lo que ha `muerto´ no es únicamente la localización de tales `verdades
eternas´, sino la misma distinción (entre lo sensible y lo suprasensible)” (p. 195).
Segunda parte - Cultura 36
Para la modernidad, este tipo de humanismo traspasó las fronteras y permitió que el
hombre fuese el centro, no solo del mundo sino de sí mismo. De ahí que surgiese el sub-
jetivismo cartesiano y el individualismo rousseauniano como parte de esa apropiación de
lo humano. En cuanto al subjetivismo cartesiano podemos decir que:
La idea fue rescatar al hombre de la impenetrable metafísica que hasta entonces influía
y devolverle su verdadera esencia, el yo. Dicha crisis marcó una nueva senda en el mundo
y permitió que el hombre se encontrase consigo mismo a partir de su propia realidad. Por
su parte, el profesor Arango refiriéndose al individualismo planteado por Rousseau dice
que “un desarrollo conceptual y social en el que se hacía necesario separar o liberar las
iniciativas individuales de las restricciones tradicionales” (Arango, 2008, p. 118); ahora
bien, tanto el individualismo como el humanismo se diferencian:
De esta manera, el humanismo propicia las condiciones para que la tradición filosófica
abandone las sendas de la modernidad y sea el hombre mismo el que actúe sobre su
propia historia. Para el hombre moderno pensar en su historia como acontecimiento es
un nuevo modo de verse a sí mismo (vita activa), ya que como afirma Hannah Arendt
(1998): “con la expresión vita activa me propongo designar tres actividades fundamen-
tales: labor, trabajo y acción. Son fundamentales porque cada una corresponde a una de
las condiciones básicas bajo las que se ha dado al hombre la vida en la tierra” (p. 21).
Todas las obras poseen ese carácter de cosa. ¿Qué serían sin él? Sin embargo,
tal vez nos resulte chocante esta manera tan burda y superficial de ver la
obra. En efecto, se trata seguramente de la perspectiva propia de la señora
de la limpieza del museo o del transportista. No cabe duda de que tenemos
que tomar las obras tal como lo hacen las personas que las viven y disfrutan.
Pero la tan invocada vivencia estética tampoco puede pasar por alto ese
carácter de cosa inherente a la obra de arte (p. 2).
La crisis por la que pasa el humanismo actual es bastante notable y no deja de afectar
a la escuela. De hecho, la educación también ha venido transformándose al mismo ritmo
en el que cambia la humanidad.
La cultura de masas es la ruta por la cual la escuela debe de pasar. Todos estos cam-
bios que ha expresado el profesor Vargas Guillen (1999) compaginan perfectamente con
lo que hoy la escuela viene demostrando. Sin embargo, frente a lo anterior cabe preguntar
si ¿La actitud que la escuela debe tomar frente a estos cambios debe ser en pos de los
actos sensibles del hombre (la estética) o sobre la estetización de la sociedad (cultura
de masas)? hablar de estética en esta época, necesariamente, posibilita la reproducción
masiva de las cosas y por tanto, una tecnologización de la vida. Lo que permite, sin lugar
Segunda parte - Cultura 40
a dudas, afirmar que se están padeciendo los rigores de una sociedad de masas, en la
cual el consumismo es el motor principal de la vida humana. Del mismo modo, la educa-
ción se convierte en un producto y la escuela, en el espacio que lo produce.
Frente a lo anterior, Bauman (2005) expresa su crítica frente al tipo de educación que
hoy se imparte y precisamente la denomina educación líquida, con ello quiere decir que
la escuela moderna solo ofrece un producto y no un proceso. Que la sociedad contem-
poránea ve a la educación como una fábrica de cosas dispuestas a producir y en razón
de eso, a ser consumidas. De ahí que la escuela sea el espacio en el cual un conjunto
de personas se dispongan a averiguar cuáles son sus necesidades para luego ser satis-
fechas. Por tanto, el rol de la escuela rompe con el mundo de la vida cotidiana y pasa a
ser amorfo.
Como dice el profesor Vargas Guillen (1999): “Él es ente que se percata de su expe-
riencia de ser, de su ser, de su hacer, pero el ente mismo porta y comporta la nada, la
capacidad de ‛neantizarse’, de ser aniquilado” (p.133). La escuela se entiende como la
apariencia, pero dicho aparecer no proviene exclusivamente del gusto por la belleza o lo
agradable –como nos lo han hecho saber los medios masivos-, más bien es “el mundo
(…) en el que las cosas tienen en común ser vistas, oídas, tocadas, catadas y olidas, ser
percibidas por criaturas sensitivas dotadas de órganos sensoriales adecuados” (Arendt,
2002, p. 42).
41 Capítulo I - La crisis de la humanidad
Muchas cosas existen y, con todo, nada más asombroso que el hombre. Él se
dirige al otro lado del espumoso mar con la ayuda del tempestuoso viento
sur, bajo las rugientes olas avanzando, y a la más poderosa de las diosas, a
la imperecedera e infatigable tierra, trabajo sin descanso, haciendo girar
los arados año tras año, al ararla con mulos. El hombre que es hábil de
caza, envolviéndolos con los lazos de sus redes, a la especie de los aturdidos
pájaros, y a los rebaños de agrestes fieras, y a la familia de los seres marinos.
Por sus mañas se apodera del animal del campo que va a través de los
montes, y unce al yugo que rodea la cerviz al caballo de espesas crines,
así como al incansable toro montaraz. Se enseñó a sí mismo el lenguaje y
el alado pensamiento, así como las civilizadas maneras de comportarse, y
también, fecundo en recursos aprendió a esquivar bajo el cielo los dardos de
los desaplacibles hielos y los de las lluvias inclementes. Nada de lo porvenir
le encuentra falto de recursos. Solo de la muerte no tendrá escapatoria. De
enfermedades que no tenían remedio ya ha discurrido posibles evasiones.
Poseyendo una habilidad superior a lo que se puede uno imaginar, la destreza
para ingeniar recursos la encamina unas veces al mal y otras al bien. (p. 94).
En esta descripción que hace Sófocles se alcanzan a percibir todas las dotes que el
ser humano posee: su ethos, su technos, su telos e inclusive, su cultus; lo que lleva al
hombre a ser la creatura por excelencia. Pero más que eso, lo que permite que el hombre
sea lo que es, es su capacidad de asombro, el no quedar satisfecho con lo que posee.
Por eso mismo, Hannah Arendt (1993) considera como condición humana: la acción, el
trabajo y la labor, tributos a la capacidad de transformación y apoderamiento del mundo.
Segunda parte - Cultura 42
El mismo Fernando Savater (1999), trata de darnos una razón cuando afirma que “lo
asombroso del hombre es que se mantiene abierto e indeterminado en un universo donde
todo tiene su puesto y debe responder sin excentricidades a lo que marca su naturaleza”
(p. 97). Según dicha aseveración, el hombre“καλος κ ’αγατος
es una ” distinta a las demás, por
creatura
cuanto que todas las demás creaturas inferiores y/o superiores a él poseen un determi-
Παντα ρει
nado quehacer en el mundo.
τεκνη το ον
De ahí que, volviendo a Hannah Arendt (1993), la dignidad humana está supeditada a lo
que haga el mismo hombre; siempre y cuando, él no se limite a la labor y a la fabricación,
τελος
vaya más allá y pueda alcanzar una conciencia política entorno a su actuar. Esta afirma-
ción, merece ser profundizada para poder Αλεθεια
comprender el accionar humano en el mundo.
que a lo largo de la historia se ha venido fragmentando, pero que en los últimos años ha
venido tomando fuerza, puesto que la figura del hombre es un hecho que hace referencia
a un ser en concreto capaz de transformar su entorno y posibilitar lo nuevo a partir del
acto de ocupar un espacio en el mundo.
Sabemos que el término como tal es producto del Renacimiento, como respuesta a
la metafísica tomista, la cual concibe que el hombre es una criatura de Dios, apuntando
a los primeros indicios de un “creacionismo”, es decir, de un sometimiento por parte
del hombre a la voluntad de Dios15. El concepto humanismo proviene propiamente de
los Romanos humanitas16, sin embargo, este concepto fue interpretado como dignitatis,
creatum, voluntas, humilitas, que si bien, buscando su original intención, fragmentariza
la humanitas.
Ahora bien, no solo en los sabios griegos encontramos estos indicios, sino también
en las tragedias de Sófocles, las biografías de Homero en tanto “acción” (praxis). La
humanitas es la acción del ser entendida como tekné y ethos; el homo humanis technus
apunta a la labor y al trabajo en términos de Arendt (1960)19; el homo moris más que una
15
Véase textos bíblicos: Gn 1,26-28; 2, 7-25; 1 Co 11, 7; Ap 2,7; 22, 2.14
16
Para Heidegger (1992) es claro que humanitas es un término que proviene de los romanos y tenía el significado de paideia, el homo
humanus es quien posee la virtus romanae.
17
El término esencialidad lo llamó Heidegger (1992, p. 5) “ex-sistencia” y la entiende como la apertura del ser.
18
Entiéndase como lo afirma Arendt (1993, p. 5): la condición humana propone analizar las distintas actividades que componen la vida
activa, a fin de poder delimitar el espacio de la política.
19
Para Arendt (1993, p. 117), la labor es una actividad al dictado de la naturaleza, en la que esta se acepta como algo dado. En este sentido,
la labor, no distingue a la especie humana de otras especies animales, sino que compartimos con ella esta actividad; y trabajo como
actividad distintivamente humana, ya que es la respuesta humana a la destrucción y a la permanente fluidez de la naturaleza.
Segunda parte - Cultura 44
acción aparente es una acción ontológica, puesto que ethos entendido como habitación,
es precisamente el punto de partida del entendimiento de la apertura del ser. El ser habita
en la humanitas del hombre.
Ahora bien, si Hannah Arendt entiende el humanismo como bios politikos, entonces
podemos afirmar que la condición que hace al hombre humano, no es solo su esencialidad,
sino también su existencia. Esto nos lleva a reflexionar acerca al humanismo como acción.
Para Arendt (1996) el humanismo está en crisis, no tanto por lo que se ha considerado
a lo largo de la historia, sino en tanto el concepto y la forma de contextualizarlo. Arendt,
al igual que Heidegger (1960), piensa que el humanismo21 es una condición humana,
que bajo la mirada política está enraizada en tres acontecimientos: la labor, el trabajo y la
acción. Por obvias razones, no nos detendremos en los conceptos de trabajo y labor por-
que tal como lo afirma García Morente (1996), dichos conceptos hacen parte de la tekné.
Por un lado, todo se veía y medía respecto del entorno de las cosas que
son para siempre, mientras que por otro, los griegos – al menos los pre
platónicos- entendían que la grandeza humana residía en las proezas y en
las palabras (…) esta paradoja, que la grandeza se entendiera en términos
de permanencia en tanto que la grandeza humana se veía precisamente en
las actividades más fútiles y menos duraderas de los hombres, obsesionó a
poetas e historiadores griegos, tal y como lo había perturbado la paz de los
filósofos (Arendt, 1996, p. 46).
Lo anterior se afirma porque la humanización del humano, no es una cosa que nazca
por natura en los individuos, sino que al contacto con la sociedad (la polis), el hombre
reconoce su humanidad. Su libertad e igualdad está sujeta al encuentro con el otro, su
vida tiene sentido si y sólo si está cobijada bajo la figura de la norma como posibilidad de
humanización de lo colectivo.
Humanismo, desde la acción, es entonces aquel condicionante que hace que la per-
sona como ser humano se identifique con la pregunta “¿Qué soy?”, en donde permite
reconocer la existencia y la posición, del ser humano, en el mundo. Además, le permite
que se identifique como ser plural, que nace y muere, que se reúne y vive con otros y que
comparte un mundo y hábitat común.
Por tanto, la acción es más un medio (praxeos) que un fin, vista como un fin (telos) se
acercaría más al pensamiento heideggeriano e incluso platónico, pues como constructo
artificial le corresponde al hombre nacer, transformar y posibilitar su propia existencia.
Considerar que el mundo actual experimenta una posible crisis cultural, es pensar tam-
bién, en una transformación de los valores metafísicos y políticos que esto conlleva. Algu-
nos autores que se atreven a utilizar este término, le dan una connotación de “cambio de
hábitos”, otros de “nihilismo” humanista, otro tanto de “cambio de era” denominándole:
“posmodernidad”, “fin de la historia”, “sociedades líquidas”; con ello intentan demostrar
que el mundo moderno se enfrenta a un nuevo paradigma del pensamiento, en el cual “la
apariencia” y “el ser” se tornan lo mismo, por lo que el término cultura comienza a tomar
otra perspectiva. Por otro lado, estamos sujetos a una tradición que viene en contravía a
los avances tecnológicos que el mundo ha desarrollado, lo que origina la necesidad del
hombre moderno de volver a educarse frente a la naturaleza y consigo mismo.
De esta manera, en este apartado se tomará en cuenta que la cultura como información
es un hecho que la escuela debe adoptar, pero que su campo de acción (el de la cultura)
no se limita allí, sino que le permite al hombre reconocerse como un “homo simbolicus”
en tanto “no puede escapar de su propio logro, no le queda más remedio que adoptar las
condiciones de su propia vida; ya no vive solamente en un puro universo físico sino en
un universo simbólico” (Cassirer, 1994, p. 47).
Por otro lado, nos permitirá entender que el término cultura es un modismo que expresa
la universalidad de nada, ya que desde la pluralidad no existe tal cosa. No se puede for-
mar culturalmente en nada (en términos metafísicos), puesto que su esencialidad está
dispuesta en el hecho político, su origen proviene de la experiencia misma del hombre
con su entorno.
Frente a este hecho tangible de la realidad, encontramos dos acciones que pueden ofre-
cer mucho en su desarrollo: la sociedad y la escuela. Acciones, porque más que concep-
tos universalistas que propenden por un todo, son entidades que han surgido a partir de
la experiencia humana. Para la tradición greco-romana, el vivir en sociedad era cuestión
de habitar la polis; dicho modo de habitar era ser reconocido como ciudadano libre y
capaz de participar de las cosas del pueblo. Obviamente, esto incluía el aprendizaje de
las costumbres, la religión, el arte y la lengua.
Para los greco-romanos, tanto cultura como formación designaban el mismo oficio.
Esto es que a los ciudadanos se les formaba en la virtud (Areté), en la búsqueda del
Kalós. Los griegos fueron los primeros en educar a sus habitantes en valores culturales:
lo bello y lo bueno que, posteriormente, se volvieron principios universales. Es cierto
Segunda parte - Cultura 50
que lo que entendieron los griegos y los romanos por cultura no se ha asimilado como
tal en la actualidad, la palabra es más un conjunto de expresiones humanas descriptivas
asociadas al desarrollo socio-antropológico de cada una de las sociedades.
Para Jaeger (2001) es claro que el hombre es un zoon logon ekhon, en tanto ser un
animal rationale. Es posible que dicha concepción la haya extraído de la idea aristotélica
del nous como la capacidad de contemplación, ya que por logos se entendía razón o
discurso. He aquí uno de los más profundos malentendidos que expresa la tradición al
asimilar lo “racional” con lo “simbólico”; el más claro ejemplo de ello lo podemos obser-
var en Hegel (1966) al afirmar que:
51 Capítulo II - Crisis de la cultura
El todo es, por consiguiente, como cada momento singular, una realidad
[Realität] extrañada de sí; se quiebra en un reino en el que la autoconciencia
es real, lo mismo que su objeto, y otro, el reino de la pura conciencia, que más
allá del primero no tiene presencia real, sino que es en la fe (p. 288).
Para que haya una cultura legítima, es obvio que existan relatos que la legitimen; “su
decadencia no impide que existan millares de historias, pequeñas o no tan pequeñas,
que continúen tramando el tejido de la vida cotidiana” (Lyotard, 2001, p. 31). Dicho
de otro modo, el animal simbólico debe comprender que el mundo moderno está lleno
de historias que tratan de interpretar la naturaleza, cada historia es un relato que resig-
nifica la vida humana. Si se habla de mito, de lenguaje, de arte y de ciencia como los
principales relatos fundacionalistas del pensamiento, hoy por hoy habría que decir que
relatos universales entorno a ellos no existen, porque fueron abandonados, el hombre
debe emprender la búsqueda de la resignificación de su existencia y el punto de partida
ha de ser la historia, su historia. Referente a lo anterior, afirma Hannah Arendt (1998):
Solo ahora nos hemos establecido como seres “universales”, como criaturas que son
terrenas no por naturaleza y esencia sino únicamente por la condición de estar vivas y
que por consiguiente en virtud del razonamiento pueden superar esta condición no de
manera especulativa sino real (p. 291).
Segunda parte - Cultura 52
A la escuela le queda el reto de recoger todos los relatos y hacer de ellos metarrelatos a
partir de la narración de sus historias. De este modo, la cultura, junto con sus principales
relatos, comienza a ser un conjunto de informaciones que posteriormente se vuelven
símbolos no para ser interpretados, sino para construir una nueva civilización. Cassirer
(1994) retoma el problema del ser simbólico como un estado humano; en él se da una
lucha entre la bios theoretikos y la bios politikos; siendo este último el estado ideal de
la vida humana. La cultura no se desarrolla en el autoexamen y el autoconocimiento, su
esplendor radica en la permanencia de la vida política. Según Cassirer, el concepto “vida
política” alude a dos cosas: todo lo que es propio al estado o al sistema de las activida-
des humanas. En cuanto al primero, desde sus inicios el hombre ha sido un ser político
-tal como lo expresan Herodoto, Hesiodo o el mismo Heráclito-, pero dicha condición
humana es limitada, puesto que se ha dado en el proceso de la historia. Con respecto al
segundo concepto, habría que decir que tal definición no es otra cosa que una referencia
a la naturaleza humana entendida de forma funcional y no sustancial.
Frente a lo anterior expresa Cassirer (1994) que: “la característica sobresaliente y dis-
tintiva del hombre no es una naturaleza metafísica o física sino su obra. Es esta obra,
el sistema de las actividades humanas, lo que define y determina el círculo de la huma-
nidad” (p. 108). Por tanto, es preciso aclarar que todas y cada una de las acciones
humanas han surgido en condiciones particulares de índole histórica o social. La escuela
puede ser considerada como una de esas condiciones particulares en las cuales el que-
hacer humano se dedica a construir un espacio político; partiendo de este presupuesto,
podemos concluir que cultura y política en tiempos modernos son de algún modo equi-
parables, ya que ambas presuponen la acción humana como su principal elemento. De
ahí que sea la escuela ese espacio político-cultural en el que se desarrolla lo humano del
hombre.
Arendt, en muchos de sus escritos, (véase 1993, 1995, 1996) se manifiesta escéptica
ante la cultura suscitada por un sinnúmero de “filosofías” que, según ella, son de índole
metafísica pero sin ninguna connotación política y es precisamente allí donde, según
nuestra autora, se encuentra el problema. Resultado de ello, es el modelo de cultura que
hoy el mundo padece, puesto que hemos dejado de pretender que la escuela se ocupe
de los asuntos humanos y se ha pasado, en la cultura moderna, a ser una “cultura de
53 Capítulo II - Crisis de la cultura
masas”. Dicho de otro modo, “el adoctrinamiento es el resultado de estas tentativas (…)
porque tiene su origen en una perversión, no del conocimiento, sino de la comprensión”
(Arendt, 1995, p. 30).
Precisamente ese problema es el que se quiere plantear, pues a la luz del pensamiento
arendtiano, el quehacer de la cultura actual es opuesto al quehacer de la política. De ahí
que la cultura esté condenada a ser un conjunto de símbolos, de hechos y gestas enmar-
cados en el acontecer del tiempo. La idea es que sea la escuela la principal promotora
de volver a unificar cultura y política, de tal manera que sea una creadora de hombres en
tanto comprendan que sus actos y hazañas deben ir acompañados por la acción; de tal
modo que para hablar de los asuntos humanos haya una referencia explícita a la cultura
construida por los hombres mismos.
En la sociedad actual, la noción de “cultura” está permeada por categorías de índole psi-
cológico-política y tecno-utilitarista25, las cuales han permitido el surgimiento de un tipo
de individuo que, parafraseando a William James (2000), es un amante de los hechos en
toda su cruda variedad. Esto significa que los elementos históricos, filosóficos, políticos,
educativos dados a lo largo de la tradición son insuficientes y es necesario replantearlos
-o en el último de los casos destruirlos y comenzar de nuevo-. Si se toma la cultura como
un problema psicológico-político, entonces habría que asociarla al concepto de masa y
por lo tanto, se tendría que remitir al pensamiento de Freud y de Hannah Arendt.
25
El término aquí expuesto hace referencia al valor tecnológico y económico que los individuos en la sociedad le han dado a las cosas
materiales, que de alguna forma se hacen necesarias para el diario transcurrir de un ser humano promedio, aunque no lo sean en la
realidad.
Segunda parte - Cultura 54
Justamente estas dos posturas, tanto la de Freud como la de Arendt, vaticinan lo que a
finales del siglo XX y principios del XXI se denominará “sociedad de consumo”. Se consi-
dera que este fenómeno moderno es resultado del nihilismo26, ya que toda verdad, hasta
entonces, considerada verdadera deja de serlo y todo pasa a ser posible. Para Vattimo
(2000), el nihilismo es producto de los medios de comunicación masivos, por cuanto
reproducen en masa lo que antes era considerado en orden metafísico como arte. Así
entonces, la poesía, la retórica, la pintura pasan a un estado “callejero” a donde todos
pueden acceder; lo cual conlleva a deducir que lo que se creía propiedad de unos pocos
se volvió derecho de todos.
Con dicha aseveración, el filósofo posmodernista interpreta que los medios masivos de
comunicación son los artífices del surgimiento de la cultura de masas, que en palabras
del profesor Federico Medina Cano (1988), se presenta como cultura superior. Dicho
término hace alusión al poder que posee la sociedad para dominar y conocer las ape-
tencias, los gustos y las necesidades de los seres humanos. Es de precisar que el con-
cepto cultura ha venido teniendo una metamorfosis a lo largo del tiempo, pasando por
su derivación latina cultus como aquella actividad humana en la que se cultiva el campo,
hasta la concepción capitalista en la que “son las ideas las que generan las diferencias
entre los hombres, permiten el progreso y explican el éxito” (Medina Cano, 1988, p. 97).
Esto supone un grado de conocimiento en el cual se cultiva el intelecto para “sobresalir,
26
Por Nihilismo se entiende aquella “situación en la que el hombre reconoce explícitamente la ausencia de fundamento como constitutiva
de su propia condición”. (Vattimo 2000 105)
Segunda parte - Cultura 56
marcar la distinción y subrayar el logro y la consecución del poder personal” (p. 97).
Pensar en una cultura de masas es interpretar que, en el mundo en el cual vivimos, existe
un amplio dominador de los comportamientos y actitudes humanas: el individualismo;
pues, allí donde hay masa también está el individuo
Ya lo decía Lipovetsky (1983) que el mundo moderno es una gran aldea global de
masas, en otras palabras, es una sociedad de masas en la que el grado de individualismo
es tan alto que se ha perdido la conciencia, el uso racional de las cosas; la mente humana
ha quedado reducida al consumo. La idea de lo individual es una categoría que tiene sus
antecedentes en el orgullo racional de la ilustración, en su omnisciente y omnipotente
deseo de manipular racionalmente la realidad. Sobre el individualismo descansa la idea
de un liberalismo político, ético, humanista en la que la libertad “significa (…) la facultad
de realizar o no ciertas acciones, sin ser impedido por los demás, por la sociedad como
un todo orgánico o, más sencillamente, por el poder estatal” (Bobbio, 1991, p. 197).
Dicha libertad aboga por un desprendimiento de la norma impuesta por las estructuras
tradicionales, y en la cual solo las leyes validas son las que el Yo ha dado. De ahí se puede
decir que se va aflorando la idea de un individualismo que va permeando las sociedades
modernas y que ha desatado el deseo incontrolable por consumir aquello que mi Yo me
solicita.
El deseo de ser libre se acomoda a lo que la televisión muestra como libertad, el gusto
por la belleza lo ofrece las tendencias de la moda; la voluntad no es una facultad humana,
es un instinto consumista.
El paso de una época a otra, es cierto que genera cambios y trastornos a todo nivel,
pero la transformación que ha tenido este periodo es bastante marcada. La cantidad de
información que nos llega de todas partes es abismal, el hombre moderno no es capaz
de asimilarla y procesarla. El lenguaje icónico que manejan las TIC es sutil, dando la
impresión que la realidad existente es la única versión, de este modo fetichizan la reali-
dad. La sociedad actual vive bajo la sombra de la apariencia, pero tal aparecer no puede
ser entendido a luz platónica de un dualismo esencial del mundo, en donde se añora el
pasado por todo lo que fue y se rechaza lo moderno porque nos aleja de esa esencialidad.
Se considera que mientras exista la sociedad capitalista, la cultura masiva y el desarrollo
tecno-científico, siempre habrá sociedad consumista. La idea es que desde el quehacer
de la escuela, ese mundo que, se nos aparece tal y como es, que “abarca muchas cosas,
naturales y artificiales, vivas y muertas, efímeras y eternas (…) lo que significa ser vis-
Segunda parte - Cultura 58
tas, oídas, tocadas, catadas y olidas, ser percibidas por criaturas sensitivas dotadas de
órganos sensoriales adecuados” (Arendt, 2002, p. 43), pueda ser puesto a consideración
crítica y racional.
La escuela no puede irse en contra del modelo capitalista, ni del desarrollo tecnológico;
debe más bien, tener los sentidos bien dispuestos para que lo que se cree que es un
problema, se convierta en oportunidad. El individualismo es un fenómeno posmoderno
que gusta a las nuevas generaciones, ya que no condiciona, ni predetermina; en otras
palabras, es un logro alcanzado que difícilmente será arrebatado. Mientras la cultura apa-
rezca y se deje percibir por la totalidad de los hombres, será una cultura de masas. Los
medios de comunicación de masas hacen su aparición como promotores de una nueva
cultura y el escenario es la sociedad de masas, de ahí una cultura de consumo masivo en
la que los hombres ávidos de conocimiento inician su búsqueda en lo que más se acerca
a su condición: las cosas del mundo.
Es posible pensar que la sociedad de consumo floreció como una respuesta a las
inquietudes suscitadas de una comunidad de hombres que no quería seguir viviendo
en lo abstracto del mundo, lo inmaterial del Yo. Esto, por supuesto, no les permitía ser
ellos mismos. Una vez descubren la forma de romper con ese yugo histórico-filosófico
se da comienzo a una inusitada forma de consumir. Esto quiere decir que el hombre
moderno lo único que está haciendo es descubrir su mundo, lo cual implica consumirlo.
Sin embargo,
Somos del mundo y no solo estamos en él; también somos apariencias por
el hecho de llegar y partir, aparecer y desaparecer; y aunque venimos de
ninguna parte, llegamos bien equipados para tratar con cualquier cosa que
aparezca y para participar en el juego del mundo (Arendt, 2002, p. 46).
TERCERA PARTE
Educación
τεκνη το ον
Παντα ρει
τεκνη το ον τελος
Αλεθεια
τελος
Αλεθεια (λογοι )
Capítulo I
καλος κ ’ αγαθος , Αλεθεια.
LAΑλεθεια.
CRISIS DE LA EDUCACIÓN
µιµεσις
ειδος
µιµεσις
αλεθεια ειναι
ειδος
Si por nihilismo se entiende “la liberación de los valores anteriores como liberación hacia
una transvaloración todos (esos) valores” (πολιτεια)
de ειναι
αλεθεια (Heidegger, 2000b, p. 2), entonces se hace
necesario pensar en un nuevo enfoque educativo-formativo que apunte a resignificar
(pol iteia) y al cuidado de sí (επιµελεια).
la convivencia (πολιτεια) (epime leia. Solo de esa manera se podrá
superar la crisis humano-formativa que padece, en la actualidad, la sociedad, pues no se
sabe, por ejemplo, el tipo de ser humano queκαλον
(επιµελεια). κ’αγατον
se pretende formar.
La frase nietzscheana “Dios ha muerto”, quiere decir que lo considerado dogma, deja de
serlo, ha perdido su poder. La institucionalidad es un acto del pasado que ha dejado de
ser esencial, quedando la humanidad como aquello que puede resignificar lo ya olvidado;
esto incluye la educación, puesto que, la enseñanza se había convertido en una insti-
tucionalidad con fines y principios ya estipulados, no debatibles. La idea es, entonces,
volver el quehacer educativo un acto humano, donde la teorética educativa sea más
comprensible y accesible a las necesidades de la sociedad moderna.
El proceso de educar, parece tener dos etapas: la primera antes de la revolución fran-
cesa y en especial con la aparición de Rousseau y la segunda con la aparición del nihi-
lismo nietzscheano. Colombia no es ajena a este tipo de cambios estructurales, aunque
difícilmente los asimila, pues continúa con un sistema tradicional con algunas reformas.
La educación es un valor que pretende “adiestrar” a los individuos a obtener unos prin-
cipios “metafísicos”: Dios, patria y libertad, que en realidad solo quedan en elementos
suprasensibles sin ningún significado, ni sentido. Pero esto es real en la medida en que
no hemos sido capaces de superar la primera etapa del proceso educativo. Afirma Arendt
(1996) que “el mundo en el que se introduce a los niños (…) es un mundo viejo, es decir,
pre-existente, construido por los vivos y por los muertos” (p. 189), lo cual significa que
esta primera etapa es la etapa de los prejuicios.
Los griegos se enfrentaron a dos tipos de juicio, por una parte el juicio político donde
los asuntos humanos primaban y el cuidado de sí era cuestión de todos. El poder actuar
era la mejor forma de la paideia helénica, pues es en la acción donde se garantiza el bien-
estar del Estado. Para lograr tal cosa se debe formar al pueblo en los tipos de gobiernos
existentes.27
Por otro lado está el juicio teórico, cuyo mayor interés es precisamente confiar en los
principios ónticos del Ser: cosmos, humanidad, ente, sociedad, entre otros; esto es per-
mitir que la filosofía permee el juicio político; por lo que educación se deja a manos de
27
Aristóteles en La política considera seis tipos de gobierno, de los que la democracia es el tipo de gobierno menos trastornante tanto para
quien gobierna, como para los gobernados.
καλος κ ’ αγαθος ,
Tercera parte - Educación 62
Αλεθεια.
µιµεσις
los filósofos y se rechaza de tajo la formación sofista. Lo anterior genera unos prejuicios
necesarios para la comprensión
ειδος de la realidad, los cuales son asimilados y utilizados
posteriormente por el cristianismo.
αλεθεια ειναι
Es claro, que tanto para griegos como para romanos y cristianos, la formación era una
(πολιτεια)
exclusividad masculina; para el caso, Diógenes Laercio (1954) cita a Tales de Mileto,
quien “decía que por tres cosas daba gracias a la fortuna: la primera, por haber nacido
hombre y no bestia; segunda, varón y no mujer; tercera, griego y no bárbaro” (p. 25).
(επιµελεια).
Razón por la cual en las primeras etapas precientíficas y filosóficas solo aparecen varo-
nes como portadores del καλονkalonκ’αγατον
kagaton -Kalón kagathón- (Arendt, 2002, p. 153).
Por su naturaleza caída, los seres humanos están destinados a la muerte, pero antes de
llegarles debían ser fieles y obedientes a la voluntad divina, la cual estaba depositada en la
voluntad de la iglesia. En esto se desenvolvió en gran medida todo el magisterio eclesial.
Por otra parte, la pluralidad es igualdad, pues “si los hombres no fueran iguales, no
podrían entenderse ni planear y prever para el futuro las necesidades de los que llegarán
después” (Arendt, 1993, p. 200).
Tercera parte - Educación 64
A esto invita Rousseau (1999) en su texto “El Emilio”, donde afirma que:
La sensibilidad que posee Rousseau para detectar que la educación ha de ser políti-
co-humana es producto de la insatisfacción social de su época; formar deja de ser una
exclusividad de la schola cristianorum y pasa a ser parte de la école publique, donde no
solo enseñar es parte del claustro escolar, sino que además es responsabilidad misma
del “estado, la familia y la sociedad”. Esto incluye “revendiquer le rôle de la femme à la
société, assurer-lui ses droits et donner plus importance à son que faire à la famille”30.
No se puede confundir educación con política, ni mucho menos educar para la política,
pues “la educación no debe tener un papel en la política, porque en la política siempre
tratamos con personas que ya están educadas” (Arendt, 1996, p. 188). Más bien, se
debe entender que la educación ha de ser humano-pública en cuanto que es un problema
de todos, y por ser de todos los seres humanos es competencia exclusiva de nosotros,
entendiéndose “nosotros” como la prefiguración de la inclusión de género en la actualidad.
Hablar de género en nuestro contexto, más que una posición frente a la igualdad y la
diversidad humana, es una tendencia, lo que no ha permitido una actitud político-social
por parte de la sociedad en general. Nuestra constitución es generosa en plantear algu-
nos derechos frente a esta visión (véase Constitución Política de Colombia, arts. 1-11),
pero lograr el cumplimiento de estos, es la tarea a realizar.
30
“Reivindicar el papel de la mujer en la sociedad, garantizarle sus propios derechos y dar mayor importancia en su quehacer en la familia”
(traducción propia).
65 Capítulo I - La crisis de la educación
επιµελεια
(επιµελεια).
γενετωρ
Obviamente, esta idea no es posible lograrla sino se parte de una educación huma-
no-política; en donde la escuela no sea un ente institucional abandonado por la sociedad
y la familia, pues la igualdad y la diversidad de género comienzan primero allí. De esta
manera, se alcanzará “el cuidado de sí” y la “convivencia”. Cuando los seres humanos
actúen “para-nos”, es decir, interpreten que su vida es eminentemente política porque
conviven con otros y porque todo es de todos, se podrá afirmar como dice Arendt (1993)
“una vida sin acción ni discurso está literalmente muerta para el mundo; ha dejado de ser
una vida humana porque ya no la viven los hombres” (p. 201).
Parece que la frase arendtiana “la vida de los asuntos humanos” (1998, 207) es pro-
picia para esta reflexión, pues dilucida el camino que se ha de seguir, además de ser
una forma de transvalorar el término “política”. El problema de género no se presenta
en la actualidad como un fenómeno nuevo, más bien se ha recrudecido por aquello de
equiparar igualdad con justicia (de hecho es una forma torpe de transvalorar un término),
añadiendo a ese recrudecimiento la figura LGTBI. Estos tres tipos de género: el femenino,
el masculino y el homo-erótico (LGTBI), en los últimos años vienen intentando tomar
posición, escalando posición social, económica, política, de manera que les permita
demostrar su poder, imponer su autoridad frente a los otros, conllevando “la aparición
de movimientos políticos (…) y el desarrollo de una nueva forma totalitaria de gobierno”
(Arendt, 1996, p. 101).
67 ρει
Παντα
Αλεθεια
Capítulo I - La crisis de la educación
τεκνη το ον
(λογοι )
τελος
De este modo, lo que se hace con la vida de los asuntos humanos es llevarla a un
estado de producción donde genere un sinnúmero de necesidades, pero que al final
Αλεθεια καλος κ ’ αγαθος ,
ninguna satisface nada, ni a nadie. Equiparar igualdad con justicia es peligroso, ya que
ambos) conceptos poseen radicales diferencias; por su parte, la igualdad es una con-
(λογοι
dición política, no natural. No se nace siendo igual, Αλεθεια.
más bien se es por antonomasia
diverso, lo cual significa que por principio no hay igualdad. Ahora, lo único que hace igual
καλος κ ’ αγαθος ,
a los hombres es la condición de ser seres humanos y nada más.
µιµεσις
Αλεθεια.
En cuanto a la justicia, se puede referir a ella en tanto equitativa o distributiva, siendo
ειδος
la equidad un término muy distinto al de igualdad. La justicia equitativa otorga por partes
µιµεσις
“iguales” los bienes conseguidos, pero no a razón de nuestra condición humana, pues
αλεθεια ειναι
ειδος
Los hombres pueden vivir sin laborar, pueden obligar a otros a que laboren
por ellos, e incluso a decidir el uso y disfrute de las cosas del mundo sin añadir
αλεθεια ειναι
a este un simple objeto útil, la vida de un explotador(πολιτεια)
de la esclavitud y la de un
parasito pueden ser injustas, pero son humanas (Arendt, 1996, p. 201).
(πολιτεια)
A lo que los géneros deben apuntar es al cuidado de (επιµελεια).
sí y la convivencia como una
alternativa igualitaria, pues al fin y al cabo esto es lo propio de nuestra naturaleza; no la
(επιµελεια).
destrucción entre nosotros mismos. El tercer apartado tratará de despejar de una mejor
καλον κ’αγατον
manera este problema y cómo desde el ámbito de la educación se pueden proponer
καλον κ’αγατον
alternativas de igualdad y diversidad de género.
γενετωρ γενετωρ
γενος γενος
1.3 Diferencia e igualdad de género
επιµελεια
Es importante resaltar que para los griegos tanto la επιµελεια Epimeleia), como la
πολιτεια
polite ia (Politeia) fueron aspectos muy importantes en la vida de los asuntos humanos;
el cuidado de sí, que grosso modo parece un problemaπολιτεια
más del que hacer ético, fue para
(επιµελια γενευ)
los helénicos una tarea del diario acontecer; esto se ve reflejado en sus obras pictóricas,
esculturas, incluso el origen de las olimpiadas, surge a raíz de este. Fue posteriormente
(επιµελια γενευ)
Παιδεια
que los filósofos consideraron que la epimeleia fuera una acción exclusiva de la contem-
plación.
Παιδεια
(πολιτεια)
Tercera parte - Educación 68
(επιµελεια).
καλον κ’αγατον
Como bien lo explica la profesora Luciana Samamé (2010):
γενετωρ
El objetivo de la epimeleia parece ser el gobierno de los otros. El cuidado
de sí se presenta desde esta óptica como una fase dialécticamente necesaria
para el cuidado de los γενος
otros, pues ¿Cómo podría uno llegar a gobernar a los
demás si no es capaz de gobernarse a uno mismo? Esto parece ser un tema
que recorre no solo la filosofía platónica, sino también la especulación griega
clásica en su conjuntoεπιµελεια
en materia de política. A esta dialéctica entre cuidado
de sí y cuidado de los otros, Platón traza también magistralmente en su
πολιτεια
Politeia, a partir de su analogía entre al alma y la ciudad (5).
Cuidar al otro significa estar cuidando de sí mismo, para los griegos tanto como para
los romanos, el verbo “cuidar” expresa “velar por” o “estar pendiente de…” propendía
a la “protección”, esto era visto en las acciones bélicas donde los superiores estaban
obligados a proteger su escuadrón, en esta medida todos eran uno, todos eran iguales.
Para aquellos que por su condición social, política, militar se consideraban iguales (políti-
co-político, militar-militar, rico-rico, pobre-pobre) existía la obligación de protegerse entre
sí.
estado existencial en el que uno se hace compañía a sí mismo, donde uno se encuentra
solo, pero privado de la compañía humana” (Arendt, 2002, p. 96). La igualdad de género
no la da la ley ni el derecho, ni se otorga luchando contra sí mismo (el otro); se es igual
por el simple hecho de ser humano, pero la tarea no es completa si no se entiende que a
pesar de ser iguales se es también distinto y esto nos hace ser “seres plurales”.
El problema del género en el siglo XXI, es tal vez, la mayor preocupación que se ha de
tener en el campo educativo. Por un lado porque es un tema que necesariamente debe
ser tratado, pues cada día son más quienes sienten vulnerados sus derechos y no existen
las herramientas pedagógicas para solucionarlos. Hablar de género en las condiciones
actuales no es solo referirse a las diferencias sexuales entre hombres, mujeres y comu-
nidad LGTBI, es algo que va más allá y que podríamos denominar “fenomenología del
género”.
En segundo lugar, la realidad del género es una comprensión del quehacer humano:
En tercer lugar, la realidad del género es un asunto político, pues es competencia exclu-
siva de los seres humanos; lo que sugiere “que no se trata de investigar la naturaleza
humana, sino las actividades humanas en términos de la experiencia de estas, en térmi-
nos de nuestros más recientes temores y experiencias” (Arendt, 1997, p. 13).
Capítulo II
DE LA EDUCACIÓN TRADICIONAL A
LA EDUCACIÓN POSMODERNA
Se entiende por educación tradicional todo proceso racionalista que busca la interpreta-
ción de la naturaleza a partir de las herramientas creadas por los hombres, ello configuró
lo que en algún momento se denominó modernidad. Es obvio, que esta época, llena de
grandes avances científicos y de descubrimientos, marcó la sociedad otorgándole un
sello característico: la razón y las grandes ideas. Estas últimas han sido el foco de discu-
sión de la reflexión filosófica contemporánea, puesto que se han reconocido como teorías
universales desplegándose en todos los campos del conocimiento humano y científico.
31
Para Kant (2003) este término va directamente relacionado con la educación, ya que “el hombre tiene necesidad de cuidados y de
educación. La educación comprende la disciplina y la instrucción” (p. 31).
Tercera parte - Educación 72
Esa fue la tarea que esta nueva era -si se puede llamar así- le dejó a la educación. El
pensamiento contemporáneo instó a todas las corrientes del conocimiento a emprender
dicha hazaña, de allí es que surgen o se separan de la filosofía disciplinas del saber
científico como la psicología, la sociología, la política, la ética, entre otras, que luego
serán para la educación pieza esencial en la enseñanza-aprendizaje. Con todo lo anterior,
se inicia la etapa de desfragmentación del conocimiento, todo aquello que se consideró
universal, inmutable, permanente, fue decayendo y Lyotard (2001) los llamó “metarrela-
tos”, ya que fueron reflejo de la emancipación de la razón y de la libertad. Incluso la idea
misma de educación dada por Jaeger (2001), sobre la necesidad misma de educar para
conocer la naturaleza y misterio y de educar al hombre para su propio beneficio desde
la ética y la política, comenzó a ser cuestionada, puesto que lo que se creyó perdurable
y punto de referencia para todo el orbe fue demostrando su incompetencia en el mundo
contemporáneo. Un ejemplo de ello es el resultado que dejaron las dos guerras mundia-
les y el progreso incesante del capitalismo.
La posmodernidad surge a partir del cambio de concepción histórica del mundo. Esto
es, pasar de ver al mundo como el conjunto de un todo -a la manera cristiana de un
principio y un final interconectados entre sí-, a verlo como un ente pasajero y volátil, sin
ningún valor extramundano. La historia ya no narra metarrelatos, solo sucesos que acae-
cen en el diario vivir humano, por eso mismo comienza a aparecer la tecnología como el
nuevo modelo a seguir y con ella, todo el desarrollo de las nuevas sociedades.
32
Es cierto que en muchos círculos del conocimiento el fenómeno “posmodernista” no posee mucha aceptación, siendo Jürgen Habermas
(1999) el pensador más empecinado en rechazar su valor filosófico y epistemológico.
73 Capítulo II - De la educación tradicional a la educación posmoderna
Sin lugar a dudas, la posmodernidad ha influido al mundo moderno desde las caracte-
rísticas antes mencionadas y en Colombia, no ha sido la excepción que dicha influencia
haya trastocado su sistema educativo. Partiendo de este hecho, ¿se puede hablar de una
educación posmoderna? ¿Es necesario comenzar con una deconstrucción de la educa-
ción? ¿La educación actual es una respuesta al consumismo y proliferación de nuevas
tecnologías? ¿La educación posee aún un modelo tradicional que no responde al sentir
de los nuevos?
Para responder a estos interrogantes es preciso acudir a Derrida (1993), Arendt (1996)
y Bauman (2005), quienes han pensado la educación desde una perspectiva vanguar-
dista o neo pragmática. Dichos pensadores han considerado que el mundo moderno
es manejado por una neo-lingüística no convencional, en la cual el arte, la cultura y las
nuevas tecnologías se apoyan. Sobre estas tres realidades humanas se fundamenta la
educación actual, por eso afirmar en el entorno educativo que “Juanito no sabe leer” o
“Zunganito no sabe sumar ni restar” ya no es responsabilizar a la escuela del déficit de
resultados. Hemos pasado a la era de la información, la bildung ha pasado a ser interpre-
tada, primero, como un proceso y luego como un producto para transmitir y conservar
el conocimiento. El valor de educar está sujeto al vertiginoso avance de la tecnología, lo
que implica una sociedad fluctuante e inmediatista.
Tercera parte - Educación 74
Lyotard (1991) reconoce que la actual crisis socio-cultural del mundo se halla, pre-
cisamente, en el cambio de las estructuras lingüísticas. Dicho en otras palabras, los
términos lingüísticos convencionales utilizados para el mundo actual son obsoletos, ya
que, el desarrollo de la industria y el consumo masivo de productos han generado nuevos
“esquemas de comunicación”, entre ellos, el arte. Por eso, pensar una educación en
términos de estructuras del lenguaje convencionales sería una acción sin sentido.
De Peretti (1989) considera que para Jacques Derrida, filósofo francés del siglo XX, la
cuestión del lenguaje es un problema que debe ser deconstruido, en tanto que:
Por tal razón debemos, ante todo, iniciar con aclarar el término “educación”33.
Muchos teóricos han asociado el término con “paideia”, “bildung”, “formación”, “trans-
misión”. Tales conceptos han sido asimilados y enseñados a lo largo de años y sobre
ellos se ha desarrollado una epistemología muy bien fundamentada. El problema radica
en que este tipo de definición no es veraz y pertinente para el mundo contemporáneo.
La pertinencia radica en que el término educación es una alusión al Ser del ente. La
universalidad del Ser hace que los conceptos como tales se expliquen por sí mismos,
de manera que su esencia no pueda ser confundida por el uso del lenguaje. Como en
realidad, la educación es un uso lingüístico que hace referencia a muchos elementos, se
hace necesario entonces deconstruirla.
33
Es preciso aclarar que Jacques Derrida expuso una conferencia acerca de la educación, solamente se hace una interpretación de su
pensamiento y se adapta al problema que nos acaece en este capítulo.
75 Capítulo II - De la educación tradicional a la educación posmoderna
Αλεθεια.
µιµεσις
ειδος
mismo no guarda ningún significado, por cuanto solo es significante al ser comparado
con elementos de la realidad. Ello nos lleva a decir que no existe educación, existen
αλεθεια ειναι
educaciones.
(πολιτεια)
Sobre lo anterior afirma Derrida:
La desconstrucción no tiene que ver con esa tradición sino, por el contrario,
(επιµελεια).
pone en duda la idea de que la lectura deba finalmente descubrir la
presencia de un sentido o una verdad oculta en el texto. Pero hay también
καλον κ’αγατον
otra manera de pensar la hermenéutica, que se percibe en Nietzsche o en
Heidegger, donde la interpretación no consiste en buscar la última instancia
de un sentido oculto sino en una lectura
γενετωρ activa y productiva: una lectura que
transforma el texto poniendo en juego una multiplicidad de significaciones
diferentes y conflictuales. Ese sentido nietzscheano de la interpretación
γενος
es mucho más cercano a la desconstrucción, tal como lo es la mención de
Heidegger a la hermeneuin que no busca descifrar ni revelar el sentido
depositado en el texto sino producirlo
επιµελειαa través de un acto poético, de una
fuerza de lectura-escritura (1995, p. 6).
πολιτεια
Lo que en última instancia se quiere decir es que al hablar del término educación, se
hace referencia a un conjunto de actitudes pedagógicas
(επιµελια γενευ) que de una u otra manera se
hacen necesarias para la formación humana. De hecho, al remitirse a la etimología de la
palabra, una cosa es lo que significó la Παιδεια
Paidei a (Paideia) en los griegos y otra muy dis-
tinta la ex-ducere, de igual manera el bildung y tantas otras acepciones del término. Sin
embargo, con el tiempo se fueron homologando y aceptando como sinónimas.
34
Dice Derrida (1995) frente a Gadamer: “Las relaciones entre desconstrucción y hermenéutica son también complejas. Lo que se llama en
general ‛hermenéutica’ designa una tradición de exégesis religiosa que pasa por Schleiermacher y la teología alemana hasta Gadamer
entre otras fuentes, y supone que la interpretación de los textos debe descubrir su ‛querer decir’ verdadero y oculto” (p. 6).
77 Capítulo II - De la educación tradicional a la educación posmoderna
Así mismo sucede con el concepto educación, no basta con definirla y conocer todas
sus acepciones sino que también hay que saber escribirla; pero escribir en este contexto
es entender cuáles son todas las aplicaciones que esta puede tener en la actualidad. Así,
es válido adoptar los conceptos artefactualidad y actuvirtualidad que el mismo Derrida
(1993) propone:
La educación no puede ser ajena a la realidad que la sucumba y rodea, y es allí donde
se escribe lo que se quiere y se puede. Es menester del quehacer educativo entender
que se vive en un mundo real, pero rodeado e influenciado por un mundo artificial, donde
todo lo que se produce es consumido. En eso consiste la artefactualidad y sobre ella,
la educación debe crear un significado significante para el mundo, de otro modo caería
a ser otra forma de producción. Respecto a la actuvirtualidad, el mundo real no es tan
verídico, puesto que en la era de la virtualidad todo se proporciona a partir de allí y “el
tiempo” es cuestión de la perspectiva en que se perciba. Lo anterior señala otro camino:
mundo real=mundo virtual. Todo se maneja en cuestión de un clic: la información, la
tecnología, la ciencia, el entretenimiento. Entonces… ¿educar para qué? Todo está allí,
en el mundo virtual. La educación, por tanto, ha de dejar pasar la episteme abstracta y no
significante en la que ha permanecido desde tiempo atrás e involucrarse con lo aparente,
lo sensible; por lo que debe, sin lugar a dudas, apuntar al arte como punto de partida de
su nuevo quehacer.
Tercera parte - Educación 78
Arendt (1996) quiso revelar esta tesis al afirmar que “la desaparición de prejuicios solo
significa que ya no tenemos las respuestas en las que habitualmente nos fundábamos,
sin siquiera comprender que en su origen eran respuestas a preguntas” (p. 186). Los
estructuralistas dedicaron parte de su discurso a los problemas de comprensión del
lenguaje, llegando a una conclusión final sobre que cada tipo de lenguaje es autónomo
entre sí, ya que es afectado por la historia y la cultura de su alrededor. No se pretende
establecer un determinado tipo de lenguaje educativo (por así decirlo) para un sinnúmero
de historias y culturas entrecruzadas por la experiencia personal de cada individuo.
35
Es conveniente resaltar que Hannah Arendt siempre se consideró una teórica de la política, sin embargo y según su literatura, esta fue
más allá posibilitando, inclusive, la forma de ver el mundo de una nueva manera. Su estilo característico propicia determinar que si
bien no es una posmodernista entregada a la causa, sí pensó que el mundo moderno debía ser visto de otra forma. De algún modo, se
acercó al pragmatismo.
79 Capítulo II - De la educación tradicional a la educación posmoderna
Este nuevo discurso debe iniciar comprendiendo que la educación no es ente universal
ofrecido para un sujeto óntico-abstracto denominado hombre. Aquí se debe destacar que
el intercambio narrativo es un constructor de historias, y cuyas hazañas permitirán cono-
cer a los hombres y sus culturas. En otras palabras, la escuela será el espacio propicio
para el encuentro con la palabra, donde cada quien se irá descubriendo e identificando no
solo consigo mismo, sino con su otro Yo.
Ahora bien, existe un mundo en el cual nada es familiar, la utopía moderna de que
todo era ya conocido, comprensible, manipulable por el hombre y la ciencia, es irreal.
Se vive en la época de la inmigración de lo humano cultural y lo humano virtual. Arendt
se adelantó a estos acontecimientos visualizando un mundo moderno incomprensible y
sumergido en una crisis de identidad humana bastante compleja. Todos los humanos que
Tercera parte - Educación 80
La idea de un inicio hace pensar que hubo un final. Dicho acontecimiento permite
afirmar lo que el profesor Marc Augé (1998) enunció: “todos esos análisis suponen por
cierto que algo ha acabado, algo esencial que no puede comprenderse plenamente sino
partiendo de su fin. Estos son los análisis de la ruptura” (p. 32). Para entender que esta-
mos padeciendo una nueva época, es necesario replantear nuestras verdades y comen-
zar de nuevo esto es lo que se entiende por inmigrantes, por consiguiente, lo válido y real
del mundo es ahora objeto de extrañamiento, el mundo aparece como algo extraño. En
otras palabras, los hombres son extranjeros en su propio mundo. Arendt no pretende ser
alarmista ni mucho menos pesimista de tal realidad, lo que quiere es demostrar que el
extrañamiento puede ser utilizado como algo a favor de las intenciones humanas, com-
prender que el otro ya no es un semejante a mí permite descubrir que se es diferente y por
tanto, merece el mismo trato; de ahí que la idea de unidad se cambie por la de pluralidad.
ties are growing more ethnically, racially and linguistically diverse while teachers remain
predominantly monoracial, monoethnic, monocultural and monolingual and, in a world
of accelerated changes, educational institutions risk anachronism and redundancy”36 (p.
1411). Lo cierto es que a la escuela le llegó el tiempo de cambiar, de convertirse en una
extranjera, de modo que lo nuevo pueda ser asumido y trabajado al interior de las aulas
comprendiendo que estamos bajo la condición de una sociedad de masas en donde nada
es exclusivo de nadie, todos tienen las mismas oportunidades. Así entonces,
36
“Las poblaciones escolares en las sociedades occidentales son cada vez más étnica, racial y lingüísticamente diversas mientras que
los maestros siguen siendo predominantemente monoracial, monoétnico, monocultural y monolingüe y, en un mundo de cambios
acelerados, existe el riesgo de instituciones educativas anacrónicas y redundantes”
Tercera parte - Educación 82
Bauman parece un pesimista frente a los cambios que la educación ha venido teniendo,
pero realmente su intención es la de demostrar el padecimiento que se tiene en un mundo
lleno de controversias; nada es fijo y estable, todo es removible, itinerante y hasta las
más férreas convicciones humanas han sido transformadas en posibilidades. Su pro-
puesta es la de una “educación posmoderna”, que se inicia en el mismo momento en
que el hombre abandona lo fundacionalista de su ser y permite el devenir socio-cultural
de su emotividad. Algunos consideran, quizá, a Heidegger como el primer posmodernista
en cuanto que descubre la posibilidad del ser en todas las cosas.
Y sobre esa base se desprende la posibilidad de construir un nuevo mundo, una nueva
sociedad, una nueva escuela. Al respecto, Bauman considera que la escuela-sólida solo
ha quedado en el ideal de la historia; sus principios y fundamentos están relegados al
recuerdo. Una vez la posmodernidad tomó posesión del mundo contemporáneo, el pano-
rama es nihilista, lo que obliga a las sociedad y, específicamente, a la escuela a redescu-
brirse e iniciar un proceso de desmantelación de lo antiguo. Con ellos surge la escuela-lí-
quida, que no es otra cosa que la cultura light, cuya finalidad es precisamente lo leve, lo
ligero, lo fácil. “A diferencia del laberinto de los conductistas, el mundo, tal como se vive
hoy, parece más un artefacto proyectado para olvidar que un lugar para el aprendizaje”
(Bauman, 2005, p. 33).
La cultura light impone al hombre, obviamente, que sea un ser ligero, despreocupado
por lo que se le presenta, todo es posible y si “se fue, puede regresar”. Esto repercute
en la pedagogía al instaurar los llamados refuerzos. Silvio Botero (2002) se refiere a la
escuela-líquida como educación débil, ya que se educa solo para instruir; según este
83 Capítulo II - De la educación tradicional a la educación posmoderna
Para Bauman (2005), la educación está en proceso de pérdida de valor puesto que
las estructuras en las que está cimentada, para un tipo de sociedad vanguardista, son
obsoletas; ya no responden a las necesidades de los individuos. Por eso, nuestro autor
considera que a la educación se le presentan nuevos retos: el primero, el cambio de
paradigmas pedagógicos que respondan a las necesidades del estudiante moderno, y
el segundo, el tipo de conocimiento que está impartiendo no llena las expectativas de la
sociedad. Para un tipo de sociedad líquida, la escuela debe tomar una actitud más flexi-
ble, ya que lo que nos ofrece la contemporaneidad es un vasto número de información y
de datos que en muchas ocasiones los estudiantes no saben interpretar. Dicha flexibilidad
debe permitir el surgimiento de nuevos paradigmas pedagógicos que ofrezcan una edu-
cación acorde al tipo de estudiantes que posee la escuela.
Al respecto, afirma Bauman (2005): “en nuestro volátil mundo de cambio instantáneo
y errático, las costumbres establecidas, los marcos cognitivos sólidos y las preferencias
por los valores estables, aquellos objetivos últimos de la educación ortodoxa, se con-
vierten en desventajas” (p. 37), por lo que pensar en una escuela moderna es vislumbrar
el abandono de la vieja enseñabilidad -conductista, tradicional, socialista- por una que
responda a la cultura y sociedad actual. Lo anterior, intenta reconocer, tal como lo afirma
Lipovetsky (1983) que “se ha definido la sociedad posindustrial como una sociedad de
servicios” (p. 17) en la cual todo es ofrecido como una opción a elegir.
Es difícil acertar si lo que percibe el autor es una forma pesimista del mundo actual o
una profecía que determina el telos de la humanidad. Pero lo que sí es cierto, es que se
vive en una era de máxima prevención, quizá porque se considera un extraño al otro o
porque no se ha sabido llegar lo suficiente al otro para que este pueda ofrecer su amistad.
Y, esa debe ser la motivación de la escuela, no solo como institución, sino como albergue
de un sinnúmero de otredades que permanentemente conviven y comparten entre sí. Por
eso, “nosotros, los humanos, estamos dotados de memoria y de una capacidad para el
aprendizaje y, por este motivo, tenemos intereses creados en una disposición ‘ordenada’
del mundo” (Bauman, 2009a, p. 16).
Pensar en una escuela donde prevalezca lo individual sería casi una utopía, puesto que
el aprendizaje es una actividad colectiva. De hecho, las primeras formas de conocimiento
se dan a partir de la repetición de actos hechos por otros. Puede ser que el problema
radique en el temor que despierta entrar en relación con otros a razón de las multiformes
maneras de ego-ensimismarse: el consumismo, el hedonismo, la egolatría y el desarrollo
tecnológico multimediático. Pero la razón de ser de la escuela es precisamente aden-
trarse en ese mundo egocéntrico del hombre moderno, sin violentarlo, y desde allí bus-
car las alternativas posibles que permitan una reinterpretación de lo que hoy se vive. Al
menos, eso lo percibe Bauman y reconoce que la tarea de la educación es ardua y tenaz.
Es un hecho veraz que tanto la escuela como la sociedad han venido transformándose
de manera vertiginosa, pero también es real que no se ha sabido cómo afrontar estos
cambios. En este ensayo, se quiso precisamente reflexionar en torno al quehacer de la
escuela frente al devenir histórico-cultural de las últimas décadas; con lo cual, se descu-
bre que la escuela no posee las suficientes herramientas epistemológicas, filosóficas y
sociales que puedan provocar una reflexión ad intra de su actuar pedagógico.
Las razones son muy obvias de extraer ya que, si bien existe una buena bibliografía
acerca de la metódica, esta no alcanza a llenar los grandes vacíos que la posmodernidad
ha creado. Y allí es donde gira el meollo de este trabajo.
Un estudio más concienzudo ha desvelado que tres son las categorías en las que la
escuela debe centrar su interés: la comunicación, la cultura y la educación. Este trípode
socio-epistemológico ha permitido que la praxis escolar apunte a desarrollar las poten-
cialidades de los estudiantes, provocando el surgimiento de algunos modos de compor-
tamiento adecuados para la estimulación cognitiva.
La idea con este ensayo no es ser apocalíptico, ni pesimista, ni mucho menos satanizar
la posmodernidad como tantos otros pensadores lo han hecho, incluso, atreviéndose a
decir que no existe, que es un elemento imaginario no acorde con los principios fundan-
tes del saber científico; más bien, es saberla utilizar para beneficio de la misma escuela.
Obviamente, este ensayo no se dedica a resolver este tipo de constructos epistémicos;
su principal interés es poner la mirada en aquellas estructuras fundantes, que a juicio del
autor, constituyen el quehacer de la escuela; y que, por supuesto, han sido permeadas
por la posmodernidad.
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No se nos olvide que tal afirmación la hizo Hannah Arendt (1996) en su texto La crisis de la educación, al establecer que la educación
moderna estaba hecha por adultos para niños, lo que implicaba un rechazo en los estudiantes, puesto que sus intereses no correspondían
a los suyos.
Conclusiones 88
Frente al anterior interrogante, que es muy propio de la época actual, resta decir que
el hacer científico no llena a los sedientos tecnozoicos, su virtud se halla en la forma
como se visualiza al mundo. Se vive en la era tecnozoica en la que el hombre no percibe
ni aprehende, solo visualiza lo que tiene a su alrededor. Lo hace porque la realidad de su
entorno es fugaz, itinerante y su comprensión está sujeta a lo que estos (los tecnozoicos)
le ofrezcan. Obviamente, es menester de la escuela pensar en estos nuevos modos del
ser –tal como llegó a determinar Heidegger- pues el ser se manifiesta en cualquier cosa
y cualquier cosa puede ser. Quizá para el autor alemán, la comunicación, la cultura y la
escuela son o pueden ser modos del ser, en el sentido neo metafísico de buscar el ser
del SER, no en el misterio ni en su oscura realidad, sino en las cosas que les son propias
como el lenguaje, el arte y la historia.
Precisamente, es en estas tres realidades en las que también actúa la escuela, por
lo que se afirma que la escuela es parte del SER. Así entonces, si el es de la escuela
está enmarcado en la búsqueda de la verdad, su actuar es el referente histórico para
iniciarla. De este modo, ver la escuela como un elemento posmodernista, no es dejarla
en el abandono nihilista de la realidad social, sino más bien como el elemento primario
que permitirá el comienzo de una nueva visión del mundo. Al menos así lo manifestaron
Hannah Arendt, Jacques Derrida y Zygmunt Bauman.
Cada uno de estos pensadores creyeron que dicha búsqueda del ser ha de iniciar en la
misma escuela, pues es allí donde los estudiantes están en contacto con el ser. El pro-
blema radica, a consideración de ellos, en que la forma como se les está mostrando el
camino no es la correcta. Y, obviamente, la responsabilidad recae en el profesor, puesto
que trae consigo metodologías y pedagogías obsoletas que para nada motivan al estu-
diantado en su deseo por iniciar la búsqueda. Por otro lado, los medios de comunicación
han ayudado en dicha inapetencia metafísica, ya que son manipulados para otros intere-
ses. Frente a esto, el docente debe tomar los mass media y las TIC como una estrategia
ontológica para reiniciar el deseo por encontrar la verdad del ser.
La escuela como estructura posmoderna debe velar porque el deseo por conocer al
ser no se pierda, quizá aprendiendo a contextualizarse con lo que el mundo actual ofrece.
Razón tenía Julián de Zubiría Samper (2006) cuando afirmó: “la pregunta ‘¿Para qué
enseñamos?’ atañe el sentido y la finalidad de la educación. La selección, el carácter y la
jerarquía de los temas, se relacionan con la pregunta ‘¿Qué enseñar?’”(p. 37).
89 Conclusiones
Los grandes relatos han ido perdiendo confiabilidad y los seres humanos, por su afán
de desocultar al ser, han ido creyendo en micro relatos que, al final, se sabe no le ofre-
cen nada del todo cierto. La escuela es ese relato que sin ser mega o micro aún posee
todavía credibilidad; lo que sí es que se le exige no caer en los absolutismos que caye-
ron los anteriores relatos. Su ethos es estar al pie de los avances del mundo moderno,
mostrar las posibles alternativas, reflexionar en torno a lo más conveniente o no de tales
sucesos y mostrarles todas las alternativas que puedan existir. Obviamente, ha de tener
siempre presente que sus mejores aliados serán 1) la comunicación, 2) la cultura y 3)
la educación, ya que la primera le permitirá a partir del lenguaje virtual o simbólico las
mejores formas de interpretar las manifestaciones del SER. La segunda, porque es desde
la contextualización donde se puede desocultar, y para lograrlo ha de darse una crisis. Y
respecto al tercer aliado, porque la escuela debe retomar los elementos posmodernistas
que le permitan crear nuevas didácticas y pedagogías para enseñar cómo se puede des-
cubrir en cualquier cosa.
Es innegable que los nuevos procesos educativos se alejan en mayor medida de la tra-
dición pedagógica, a razón de los cambios en el modus vivendi de las sociedades moder-
nas, las cuales están sujetas al desarrollo de las nuevas tecnologías y al rompimiento con
las superestructuras hasta ahora posesionadas. Lo anterior implica que la escuela debe
estar a la par de tales cambios, de manera que responda a las nuevas necesidades que
el mundo plantea.
Bauman, Z. (2012). El mundo que nos espera. (Entrevista con Rosa Maria Calaf).
Castellón: TVE.
91 Referencias
Derrida, J. (1995). Una filosofía deconstructiva. Zona erógena, No. (35), p.p.1-10
Laercio, D. (1954). Vida de los filósofos más ilustre. Madrid: Biblioteca virtual universal
Dusi, P., et al. (2012). Citizenship Education in Multicultural Society: Teachers’ Practices
/ Procedia–Social and Behavioral Sciences, 69, p.p. 1410 – 1419
Ley General de educación (Ley 115 de 1994) Colombia, art. 5, 13, 16, 21 y 22
Martin Barbero, J. (1992). Nuevos modos de leer. Magazín dominical. 474 (5) p.p. 1-18
93 Referencias
Mejía J., M. R. (1992). La deconstrucción: como ayuda para una cultura escolar.
Bogotá: Cinep.