Camino de Cuaresma
Camino de Cuaresma
Camino de Cuaresma
ORACIÓN INICIAL
Señor, concédenos la disposición de desapegarnos de todo
aquello que nos aleja de ti. Regálanos tu Santo Espíritu para que,
con docilidad e infinita confianza en tu bondad y misericordia,
podamos imitar a María Santísima. Que ella nos alcance la
gracia de encontrar a Jesús en el silencio de nuestro corazón.
CITA
La oración me tiene que llevar a un acto de abandono. Es la
actitud de la infancia y sencillez espiritual. Lanzarse al vacío
porque mi Padre siempre me acoge, me protege y me cuida. Este
silencio me llevará a descubrir la ternura de Dios, quien con
infinitos gestos me grita al oído: estoy locamente enamorado de
ti. (Sal de tu Cielo. P. Guillermo Serra, L.C.)
REFLEXIÓN
En nuestra vida, es común que nos demos cuenta que al guardar
cierta distancia de un problema, al alejarnos y separar nuestras
emociones, podemos ser más objetivos y certeros en encontrar
una solución.
Concédeme,
dulcísimo y amadísimo Jesús,
que descanse en Ti
sobre todas las cosas creadas;
sobre la salud y la belleza,
sobre la gloria y los honores,
sobre todo poder y dignidad,
sobre toda ciencia y sutileza,
sobre todas las riquezas y las artes,
sobre la buena fama y los elogios,
sobre las dulzuras y las consolaciones…
Porque Tú, Señor Dios mío,
eres lo Mejor sobre todo:
Tú el Altísimo, Tú el Omnipotente,
Tú la fuente de todo consuelo y deleite…
En Ti estuvieron y estarán siempre unidas
todas las virtudes perfectamente.
Por eso es para mí poco, insuficiente,
cualquier cosa que Tú me regales
fuera de Ti mismo,
mi corazón no puede estar
plenamente alegre y sereno si,
por encima de todo don y de toda creatura,
no reposa en Ti.
PROPÓSITO
CITA
REFLEXIÓN
PROPÓSITO
DESIERTO DE LA FE
ORACIÓN INICIAL
REFLEXIÓN
ORACIÓN SILENCIO
El silencio parece ser tu lenguaje hacia el hombre El silencio
fue testigo del acto de la creación El silencio de la noche te
acogió entre los hombres El silencio te envolvió hasta el
bautismo El silencio comunica profundas emociones El silencio
provoca reacciones El silencio me muestra mil razones El
silencio me recuerda mil canciones El silencio es medicina y
alimento para mi camino El silencio es música y compañía para
mí, peregrino El silencio es plenitud cuando se tiene corazón de
niño El silencio es amor que me lleva a mi destino Jesús a mi
alma Sí, el silencio es mi lenguaje porque soy Palabra La
Palabra que habló el Padre y así, en silencio Ha de ser escuchada
por tu alma Silencia tu razón y entendimiento tus pasiones, tu
corazón y sentimientos tus emociones, sueños y temores Deja
que te hable a los cuatro vientos Confía ¡oh alma mía! pues soy
presencia y no ausencia Doy la vida a través de mi corazón
traspasado Mi silencio es amor que te da toda su esencia Soy
Amor y como enamorado, mi silencio te he dejado Abrázalo,
vívelo, escúchalo, pues será para ti alimento Palabra viva que te
librará de cualquier tormento Paz para tu alma atribulada en este
momento Vida eterna que te salva y te da mi testamento
CUARESMA DEL AMOR
Por Sebastián García
El ser humano está creado por y para el amor. ¿Y qué
mayor amor, que el de Cristo por nosotros y para nosotros, que
entregó su vida por toda la humanidad hasta su muerte y
resurrección?...
La cuaresma es en sí un tiempo de reflexión y de
arrepentimiento, según la liturgia, pero para mí es, sobre todo,
tiempo de Amor, manifestado en el perdón, en el compromiso,
en la gratitud y correspondencia a Dios.
Todos los días son buenos para pararse a pensar en el
sentido de la vida, en cómo se vive y cómo se gasta. Pero hay
momentos puntuales, como la cuaresma, en los que podemos
percatarnos mejor del gran Amor de Dios por nosotros y por
todas sus criaturas.
Cuando me paro a pensar detenidamente en lo que Jesús
vivió, sufrió y experimentó por mí el Jueves, Viernes y Sábado
Santo, un azote recorre mi cuerpo y mi alma. Nadie en esta vida
lo ha dado todo, y tanto, por mí como lo hizo Jesús. Es el Amor
supremo que se me pueden ofrecer. Es la entrega total del
Hombre-Dios, en la cruz, por mí. Jesús no escatima ningún
esfuerzo, y lucha titánicamente. Bebe hasta el fondo la copa del
sufrimiento y del abandono por mí, y con ello logra que cada día
pueda yo llamar a Dios: padre. Sí, Padre mío, y Padre nuestro.
Es el Amor con toda su grandeza y pureza. Es el Amor de la
donación total, sin esperar nada. Jesús sólo quiso ganar para los
hombres un sitio al lado del Dios Mayor, de Dios Padre.
Muchas veces los hombres buscamos el amor en la tierra,
y no siempre encontramos quien nos corresponda. Hay fallos y
debilidades en el amor humano y, sin embargo, nos afanamos y
luchamos por él. Y, pudiendo disfrutar gratis del amor, con
mayúsculas, ¿cómo no lo valoramos y apreciamos
debidamente?...
El Amor de Dios no falla nunca y nos espera siempre;
nos disculpa, nos comprende y nos ama en todo momento. Es el
Amor Absoluto. Por eso, a la hora de su despedida, el Jueves
Santo, nos deja en la Eucaristía su Cuerpo y su Sangre, como
máxima expresión de su deseo de estar junto a nosotros.
Además, nos infunde su propio Espíritu para poder sentir, pensar
y obrar como Él.
Pero ese Jesús-Amor, al final, se quedará solo y
abandonado, incomprendido y burlado por los hombres. Por
mucho que yo haga, por mucho que los hombres le
correspondan, nunca nos acercaremos lo suficiente al Amor que
Jesús nos profesa. Muchas veces fallamos; muchas veces
pecamos contra Él y contra sus hijos, nuestros hermanos. Mis
caídas y mis egoísmos me arrastran. Y me siento mal, porque
soy egoísta e injusta, no correspondiendo al Amor con que Dios
me ama y ama a mis hermanos, a mis prójimos. Muchos días
recorro el camino de la vida pensando sólo en poseer, en
mandar, en sobresalir, en disfrutar más y más, y no me acuerdo
de los marginados, ni de los pobres, ni de los débiles, ni de los
oprimidos y de los que no tienen a nadie que les prodigue un
poco de compañía o una sencilla ayuda. En suma, me olvido del
Amor de Dios, de su mensaje y del mandamiento que nos dejó
como distintivo de sus seguidores: "Amaos unos a otros, como
yo os he amado".
Desde el prisma del amor se entiende mejor que la
cuaresma ha de ser un tiempo especial de reconciliación y de
perdón. De reconciliación con Dios, movidos por el amor, y no
por el miedo; y de reconciliación con los hombres porque,
gracias al amor, entendemos mejor que todos nos ofendemos
unos a otros continuamente, y que todos tenemos nuestros fallos
y debilidades, por los que necesitamos de comprensión y de
perdón unos a otros.
Mas el perdón que Dios me otorga, acto supremo de
Amor, ha de ser correspondido. Si, cuando un amigo nos hace
un gran favor, no sabemos cómo corresponderle, y todo nos
parece poco, ¿cuánta mayor correspondencia hemos de
expresarle a Jesús, nuestro Amigo número uno?... La vida, si no
es vivida y gastada por Amor y para el Amor, que Dios nos tiene
y que debemos a nuestros hermanos, no tiene sentido. La vida
sin donación y sin compromiso es vacía y no nos produce
felicidad. La felicidad y la paz sólo llegan a nuestro cuando
hacemos el bien a los demás, cuando amamos, cuando nos
comprometemos, cuando nos damos a Dios y a los demás. Sólo
así seremos capaces de reconocer a Dios en la tierra a través de
nuestros prójimos, a través de lo que hagamos por ellos.
Tenemos que luchar por la justicia, por la igualdad entre todos.
Hemos de trabajar por instaurar en este mundo una humanidad
fraterna. Y para ello hemos de morir todos un poco cada día a
nuestros egoísmos y amor propio.
Por eso la cuaresma es un tiempo singular en el que Dios
manifiesta su Amor supremo por mí, y en el que yo debo
reorientar toda mi vida por el Amor y para el Amor. La
austeridad, la penitencia y demás ejercicios cuaresmales no
tienen otro sentido: ayudarme a vivir mejor el amor.