Scriptorium

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Scriptorium

Esta miniatura del siglo XV de Jean Miélot (muerto en 1472)1 representa al propio autor trabajando,
precisamente mientras compila sus Miracles de España, en los que esta miniatura aparece.

El término scriptorium,a literalmente «un lugar para escribir», se usa


habitualmente para referirse a la habitación de los monasterios de la Europa
medieval dedicada a la copia de manuscritos por los escribas monásticos. No
obstante, múltiples indicios (tanto documentales como arqueológicos) parecen
indicar que tales habitaciones fueron muy poco frecuentes; la mayor parte de la
escritura monástica se habría realizado en una especie de cubículos que existían
en los claustros o en las propias celdas de los monjes. Por lo demás, las
referencias especializadas suelen aludir en la actualidad con el término scriptoria a
la producción escrita de un monasterio, y no a unas habitaciones.
En cualquier caso, e independientemente de su identidad física,
un scriptorium era, necesariamente, una zona próxima o adjunta a una biblioteca;
dicho de otra forma, la presencia de una biblioteca es indicio de la existencia
próxima de un scriptorium.2 Los scriptoria, en este sentido de habitaciones
dedicadas a un fin concreto, probablemente solo existieron durante periodos de
tiempo limitados, cuando una institución o un individuo querían conseguir un gran
número de textos copiados para nutrir una biblioteca; una vez que esto se
conseguía, no habría necesidad de que tales zonas siguiesen estando habilitadas
para ello. Hacia comienzos del siglo XIII, se empezaron a desarrollar también
negocios seculares de copia de textos; los escribas profesionales pudieron haber
llegado a tener habitaciones especiales dedicadas a su tarea, pero en la mayor
parte de los casos lo más probable es que tuviesen una mesa de escritura próxima
a una ventana en sus propias casas.

Iglesia de San Juan Evangelista en Rimini


En esta iglesia, cuya patrona era Gala Placidia (muerta en 450), las parejas de cámaras
rectangulares que flanqueaban el ábside, accesibles solamente desde cada nave lateral, se
han interpretado como parejas de bibliotecas (latinas y griegas) y, quizá, como scriptoria.3 Su
abundante iluminación, los nichos de 0,5 metros de profundidad, la disposición
de hipocausto bajo el suelo para mantener el espacio seco, son rasgos que se pueden
encontrar en la arquitectura de las bibliotecas de la Antigua Roma.4
Cuando las bibliotecas y scriptoria monásticas surgieron a comienzos del siglo VI (los primeros
escritos monásticos europeos datan del año 517), definieron la cultura literaria europea y
preservaron selectivamente la historia literaria de Occidente. Los monjes copiaron
la Biblia de Jerónimo y los comentarios y cartas de los Primeros Padres de la Iglesia, tanto con
intención misionera como para uso dentro del propio monasterio. Los productos
del scriptorium proporcionaron un valioso medio de intercambio. Dentro del scriptorium, había
normalmente una división del trabajo entre los monjes que preparaban los pergaminos para la
copia, alisando y marcando con tiza la superficie, los que pautaban el pergamino y copiaban el
texto, y los que lo ilustraban. A veces, un único monje podía asumir todas estas funciones. 5 A
comienzos del siglo XIII, la producción manuscrita monástica entró en declive, pues los
copistas particulares se reciclaron para escribir para los laicos. Hacia 1250 aparecieron las
primeras librerías que, antes de la introducción de la imprenta en el último cuarto del siglo XV,
ya habían sustituido virtualmente a los monasterios como dispensadores de libros para la
comunidad.6
Las tradiciones individuales de scriptoria se desarrollaron en completo aislamiento, hasta el
punto de que la moderna paleografía ha de identificar el producto de cada scriptorium y su
datación aproximada por comparación con otras producciones datables de ese
mismo scriptorium. Al mismo tiempo, las comparaciones de la «mano» característica de
los scriptoria revelan conexiones sociales y culturales entre ellos, así como el desarrollo de
nuevas «manos» y su diseminación a través de los viajes realizados por los individuos y por
los ejemplos de los manuscritos que pasaron de una biblioteca a otra.
San Mateo en un «despacho» o scriptorium idealizado. (Libro de Horas, París, c 1420 (Biblioteca
Británica, Sloane Mss 2468)7

Los ilustradores de manuscritos trabajaban en colaboración con los escribas en una intrincada
variedad de interacciones que impedían cualquier mínimo modelo de producción manuscrita
monástica.8

El scriptorium físico
De Casiodoro en Vivarium
El monasterio construido en el segundo cuarto del siglo VI bajo la indicación
de Casiodoro en Vivarium, al sur de Italia, contenía un scriptorium construido
expresamente, pues estaba interesado en coleccionar, copiar y preservar textos.
La descripción de Casiodoro sugiere que el scriptorium tendría lámparas de aceite
autoalimentadas, un reloj de sol y una clepsidra. El scriptorium habría tenido
también escritorios para el trabajo de copia de textos por parte de los monjes, así
como los necesarios tinteros, navajas y plumas. Casiodoro estableció una
biblioteca donde, al final del Imperio Romano, intentó hacer aprender griego a los
lectores en latín y preservar textos tanto sagrados como profanos para las
generaciones futuras. En tanto biblioteca no oficial, Casiodoro coleccionó tantos
manuscritos como pudo y escribió tratados con la intención de instruir a sus
monjes en el uso adecuado de los textos. Al final, sin embargo, la biblioteca de
Vivarium fue dispersada y perdida, aunque estuvo activa hasta aproximadamente
el año 630.
De los benedictinos
El contemporáneo de Casiodoro, Benedicto de Nursia, también permitió a sus monjes leer las
grandes obras paganas en el monasterio que fundó en Monte Cassino en 529. La creación de
una biblioteca en ese monasterio inició la tradición de los scriptoria benedictinos, en donde la
copia de los textos no solo proveía de materiales realmente necesarios para las rutinas de la
comunidad y servía como trabajo para unas manos y unas mentes que de otra manera
estarían ociosas, sino que producía un producto valioso. San Jerónimo mostró que los
productos del scriptorium podrían ser una fuente de ingresos para la comunidad monástica,
aunque Benedicto con cautela indicó que «si hay trabajadores expertos en el monasterio,
déjeseles trabajar en su arte con toda humildad».9
En los primitivos monasterios benedictinos, las habitaciones para escribir eran en realidad un
corredor abierto al patio central del claustro.10 El espacio podía acoger, aproximadamente, a
veinte monjes, que estaban protegidos de los elementos sólo por el muro trasero y por el
abovedado de encima. Los monasterios construidos después en la Edad Media situaron
el scriptorium en el interior, cerca de la entrada de la cocina o cerca de la calefacción. El calor
de estos scriptoria sirvió como incentivo para que los monjes poco dispuestos trabajasen en la
transcripción de textos (pues rara vez las zonas de residencia del monasterio eran
calentadas).
El benedictino Plano de San Galo es un diseño de un monasterio idealizado que data de entre
819 y 826, y que muestra al scriptorium y la biblioteca situados en la esquina noreste del
cuerpo principal de la iglesia; las evidencia encontradas en los monasterios que han
sobrevivido no reflejan esta disposición. Aunque el propósito del plano es desconocido,
muestra con claridad la conveniencia de situar los scriptoria dentro de un gran cuerpo de
estructuras monásticas a comienzos del siglo IX.11
De los cistercienses
Los scriptoria de los cistercienses parecen haber sido bastante similares a los de los
benedictinos. La casa generalicia en Cîteaux, con unos de los scriptoria mejor documentados
de la alta Edad Media, desarrolló un severo estilo particular en la primera mitad del siglo XIIb
que se extendió en paralelo a la misma orden cisterciense, a través de los prioratos
de Burgundy y de otros más.12 En 1134, la orden cisterciense ordenó que los monjes se
mantuviesen en silencio en el scriptorium como debían hacerlo en el claustro. Hay evidencias
también de que, a finales del siglo XIII, los cistercienses habrían permitido a ciertos monjes
llevar a cabo su trabajo en pequeñas celdas en las que no cabría más de una persona. 13 Estas
celdas fueron llamadas scriptoria por la labor de copiado que se realizaba en ellas, aun
cuando su función primaria no hubiese sido la de una habitación para escribir.
De los cartujos
Los cartujos entendían su labor de copia de textos religiosos como su obra misionera para
engrandecer a la Iglesia; la estricta soledad de los cartujos precisaba de que la labor manual
de los monjes fuese practicada en el interior de sus celdas individuales; muchos monjes se
dedicaron a esta tarea de transcripción de textos. De hecho, cada celda estaba equipada
como habitación a tal efecto, con pergaminos, pluma, tintero y regla. Guigues du Pin, o Guigo,
el arquitecto de la orden, recomendaba a los hermanos que fuesen cuidadosos con los libros
que recibiesen de la biblioteca y que no los manchasen con humo o suciedad, y que los
tratasen como si fuesen el alimento eterno de sus almas.14

Los scriptoria en las reglas monásticas


Regla de San Ferréol
La vida monástica en la Edad Media estaba estrictamente centrada en la oración y en el
trabajo manual. A comienzos de la Edad Media, hubo muchos intentos de establecer una
organización y rutina para la vida monástica. Charles Forbes René de Montalembert cita un
documento del siglo VI, la Regla de San Ferréol, que prescribe que aquel que no trabajase la
tierra debería dedicarse al trabajo de copista.15 Esta indicación implica que la labor de
un escriba se comparaba con la del ejercicio de la agricultura o de otro tipo de trabajo externo.
Montalembert también señala que el trabajo del escriba es físicamente cansado. 16
Las «Instituciones» de Casiodoro
Aunque no se tratase de una regla monástica como tal, Casiodoro escribió
sus Instituciones como una guía pedagógica para los monjes de Vivarium, el monasterio que
había fundado al sudeste de Italia. Converso romano con una educación clásica, Casiodoro
escribió extensamente sobre las prácticas de los escribas. Advierte a los escribas de que sean
especialmente rigurosos en contrastar sus copias con los antiguos y más valiosos ejemplares,
y de que tengan cuidado de no cambiar las palabras inspiradas de las Escrituras al intentar
mejorar el texto desde un punto de vista gramatical o estilístico. Declara también que toda
obra del Señor escrita por el escriba es una herida infligida a Satán, pues leyendo las
Escrituras el escriba instruye en la buena dirección a su propia mente y copiando los
preceptos divinos ayuda a expandirlos.17 Es importante notar que, frente a lo que era
costumbre en los monasterios, Casiodoro incluyó los textos clásicos de la Roma y Grecia
antiguas en la biblioteca monástica. Cuando los monjes copiaban estos textos, Casiodoro los
animaba a que los enmendasen gramatical y estilísticamente.18
Regla de San Benito
El tratado monástico más famoso del siglo VII, la Regla de Benito de Nursia, no alude a la
labor de transcripción por su nombre. Es importante notar, con todo, que la Regla de San
Benito indica de forma explícita que los monjes deben tener acceso fácil a los libros durante
dos horas diarias de lectura obligatoria y durante la Cuaresma, cuando cada monje debía leer
un libro entero.19 Consecuentemente, cada monasterio tenía que tener una amplia colección
de libros, guardada bien en armarios, bien en una biblioteca tradicional. No obstante, dado
que la única manera de obtener una gran cantidad de libros en la Edad Media era a través de
la copia, en la práctica esto implicaba que el monasterio tenía que tener una forma de
transcribir los textos en otras colecciones.20 Es importante hacer constar también que una
traducción alternativa de las estrictas normas de Benito acerca del uso del oratorio como lugar
para el silencio, para la oración reverente, sugiere la posibilidad de que existiese
un scriptorium.
En el Capítulo 52 de su Regla, Benito advierte de que el oratorio debe quedar reservado para
lo que fue creado, y para ninguna otra cosa.21 Sin embargo, en el original, Benito utiliza la
palabra «condatur», que puede ser traducida tanto por almacén como por componer o escribir,
con lo que sus intenciones respecto de la producción de manuscritos resultan ambiguas. 22 Los
primeros comentarios sobre la Regla de San Benito describen la labor de transcripción como
la ocupación común de la comunidad, por lo que es también posible que Benito no viese
necesario mencionar el scriptorium por su nombre debido al papel integral que desempeñaba
en el monasterio.
El Elogio de los escribas de Trithemius
El abad Johannes Trithemius de Sponheim escribió una carta, De Laude Scriptorum (Elogio de
los escribas), a Gerlach, Abad de Deutz en 1492 con el objeto de explicar a los monjes las
virtudes de copiar textos. Trithemius defiende que la copia de textos es central para el modelo
educativo monástico, argumentando que la transcripción posibilita al monje contemplar con
mayor profundidad el texto y acceder a una mejor comprensión del mismo. Elogia luego a los
escribas diciendo que aquel que es aplicado en su trabajo nunca deja de elogiar a Dios, da
placer a los ángeles, consolida al justo, convierte a pecadores, elogia al humilde, confirma al
bueno, confunde al orgulloso y reprende al obstinado.23
Entre las razones que aduce para continuar copiando manuscritos a mano, están el
precedente histórico de los antiguos escribas y la supremacía de la transcripción sobre otras
labores manuales. Esta descripción de la escritura monástica es especialmente importante
porque fue escrita tras los primeros usos populares de la imprenta. Trithemius alude
directamente a esta nueva tecnología competidora cuando dice que el libro
impreso está hecho de papel y que como el papel desaparecerá rápidamente. Sin
embargo, sigue diciendo, la obra del escriba, hecha en pergamino, perdurará.23
Trithemius cree también que hay obras que no se reproducirán mediante la
imprenta, sino que quedarán mejor copiadas, que tendrán más valor.24

La función de los libros y de las transcripciones en la


vida monástica

John White Alexander, mural Manuscript Book (1896), Biblioteca del Congreso (Thomas Jefferson
Building), Washington, D.C.

Los escribas trabajaban con frecuencia toda su vida en un scriptorium mal


iluminado. La escritura de manuscritos era un proceso laborioso que podía llegar a
dañar la salud de uno. Un prior se quejaba al respecto en el siglo X del daño que
provocaba en los ojos, la espalda y en el cuerpo entero.25
El director de un scriptorium monástico era el armarius ("proveedor"), que proveía
a los escribas de sus materiales y supervisaba el proceso de copia. No obstante,
el armarius tenía otras obligaciones. Al comienzo de la Cuaresma, el armarius era
responsable de asegurar que todos los monjes recibiesen libros para leer,19 pero
también tenía la potestad de denegar el acceso a determinados libros. Hacia el
siglo X el armarius tenía también funciones litúrgicas, por ejemplo, cantar el
octavo responsorio, sostener el farol mientras el abad leía y aprobar todo el
material que fuese a ser leído en voz alta en la iglesia, la sala capitular y en
el refectorio.26
Cuando servía como armarius en Vivarium, c. 540-548, Casiodoro escribió un
comentario sobre los Salmos titulado Expositio Psalmorum como una introducción
a los mismos para los interesados en entrar en la comunidad monástica. La obra
alcanzó gran prestigio más allá del monasterio de Casiodoro y fue objeto de
estudio y reflexión monástica.
Respecto del papel de los Salmos en el estudio dentro de los monasterios, cada
uno de ellos se habría recitado cuidadosamente al menos una vez a la semana
durante el periodo de estudio, siempre teniendo a la vista el comentario sobre el
mismo. El objetivo final sería absorber el contenido de ese comentario y asociarlo
nemotécnicamente a cada verso de la Escritura.27
De esta manera, los monjes medievales llegarían a un conocimiento y experiencia
muy íntimos de los textos que copiaban. El acto de transcripción se convertía en
un acto de meditación y oración, y no de simple copia.

Casiodoro

Casiodoro, Gesta Theodorici


(Leiden, University Library, Ms. vul. 46, fol. 2r)

Casiodoro (en latín, Magnus Aurelius Cassiodorus Senator) fue un político y


escritor latino, fundador del monasterio de Vivarium, nació en Squillace hacia
el 485 y murió hacia el 580.1 La vida de Casiodoro se articula, esencialmente, en
torno a dos períodos separados por la conversión (conversión que le indujo a
abandonar la vida pública).

Vida
Antes de su conversión
Casiodoro era descendiente de una familia de origen sirio (de donde procedería el
nombre de Κασσιόδωρος) instalada, tras varias generaciones,
en Squillace (Scyllacem), en Calabria. La familia de los Cassiodori ya desempeñó
un importante cometido político después de su llegada a Italia: el bisabuelo de
Casiodoro sirvió en la armada de Valentiniano III, repeliendo a
los vándalos cuando intentaron desembarcar en Calabria y Sicilia (hacia 420). Su
abuelo formó parte de la delegación enviada por Atila en 452; su padre fue comes
sacrarum largitionum de Odoacro y fue nombrado, en 495, corrector Lucaniae et
Bruttiorum por Teodorico el Grande, y accedió en 503 a la praefectura praetoriana.
Casiodoro estaba predestinado, por tanto, a ejercer una carrera política de primer
orden, incluso su nombre (Magnus Aurelius Cassiodorus Senator, nombre que él
se dio a sí mismo en la suscripción de las Variae en 538) da testimonio de su
pertenencia a la aristocracia de la época: Aurelius significa la alianza de Casiodoro
con un miembro eminente de la gens Aurelia Symmaque (suegro de Boecio), y el
apellido Senator hace relación a su cargo de senador (al final de su vida,
Casiodoro sólo firmará como Cassiodorus Senator).
Aunque no se tiene constancia de los estudios que realizó, cabe deducir, por sus
obras posteriores, que profundizó en el aprendizaje de las artes liberales y,
especialmente, en la gramática. Casiodoro comenzó su carrera política en la corte
de Rávena en 503, ejerciendo como consejero (consiliarius) de su padre y se
apuntó en el cursus honorum. Se hace aquí una pequeña reseña de la carrera
política de Casiodoro:

 Consiliarius praefecti (503-506: Casiodoro fue consejero de su padre, prefecto


del pretorio. Su cargo (una especie de precuestura) le vino dado por la
recitación de un elogio de Teodorico el Grande (Ordo generis).

 Quaestor sacri palatii (506-511): Las actas de este cargo de canciller están
conservadas en los volúmenes I a IV de las Variae.

 Cónsul ordinarius (514): Se trataba sólo de un título honorífico. Aunque


algunos suponen que habría sido nombrado después, tal como lo fueron su
bisabuelo y su padre: corrector Lucaniae y Bruttiorum, no existe ningún
documento que permita confirmar esta hipótesis.

 Magister officiorum (523-527): Parece ser que Casiodoro sustituyó en este


cargo a Boecio, arrestado en 523 y ejecutado en 524. Este hecho arroja una
sombra de duda sobre su carrera política. (Casiodoro daba la imagen de un
funcionario diligente, oportunista, que sucedió a un Boecio que se presentó en
la Consolation de Philosophie como un defensor de los débiles). Casiodoro se
convirtió en el amigo íntimo y consejero de Teodorico, conservando su poder
incluso tras la muerte de éste y bajo la regencia de su hija Amalasunta.
En 527, Casiodoro desapareció provisionalmente de la escena política (se
retiró, quizá, a su tierras de Squillace, retomando el gobierno de la Lucania y
del Bruttium).

 Praefectus praetorio (533-538): Casiodoro conservó su cargo pese a los


muchos y confusos acontecimientos que se sucedieron en este período:
muerte del joven Atalarico, hijo de Amalasunta (534), división del trono ente la
regente Amalasunta y su adversario Teodato (534-535), asesinato de
Amalasunta (30 de abril de 535). Advenimiento de Vitiges, matrimonio forzado
de la nieta de Teodorico, Matasunta, con el usurpador (536).
En 537, Belisario tomó Roma y puso sitio a Rávena hasta que la conquistó
en 540 (lo que provocó el exilio de Vitiges, Matasunta y sus fieles
a Constantinopla); pero Casiodoro fue oportunamente apartado de su cargo
en 538.

 Patricius (538): Probablemente Casiodoro obtuvo este título después de su


marcha de la prefectura del pretorio, pero mantuvo, no obstante, unas
excelentes relaciones con la corte de Rávena.
Conversión y retiro

Miniatura de Casiodoro en las Las Crónicas de Núremberg.

Como la mayor parte de los políticos de la época, Casiodoro era cristiano. En


términos generales la política de los arrianos a los que servía era tolerante con los
"nicenos". Pero, en los comienzos de su carrera, Casiodoro no parecía sentir
demasiado interés por las cuestiones religiosas.
El cambio que experimentó se produjo durante la prefectura del pretorio de
Casiodoro (533). Casiodoro, a través de sus escritos, hace saber que practicaba
la lectio divina para mantenerse en sus principios; tenía unas buenas relaciones
con el papa Juan II (intervino junto a él en favor de los monjes escitas en el 534) y
mantuvo una relación más estrecha con el sucesor de Juan II, el papa Agapito I,
con el que proyectó en 535 la fundación de una escuela de teología en Roma (la
toma de Roma por parte de Belisario en 536 retrasó este proyecto).
El momento crucial en la conversión de Casiodoro se originó a causa de la
redacción de su tratado De Anima (538) y, significativamente, por sus comentarios
sobre los salmos: Exposition psalmorum que escribió posiblemente durante su
estancia en Constantinopla (donde tuvo que refugiarse tras la toma de Rávena por
Belisario en 540).
El hecho más trascendental de este período de retiro de Casiodoro es, sin duda
alguna, la fundación del monasterio de Vivarium. La fecha de su fundación no se
conoce con certeza: unos opinan que se remonta al 540, pero eso no resulta muy
verosímil, ya que Casiodoro no tuvo tiempo de fundar el monasterio antes de su
marcha a Constantinopla, y no volvió a Calabria hasta el 13 de
agosto 555 ( la Pragmática Sanción de Justiniano autorizó a los emigrados
italianos a regresar a su país). Por consiguiente, sería en esa época cuando
Casiodoro fundaría el monasterio, en sus tierras familiares de Squillace. De todos
modos, es posible que pudiera haber fundado el Vivarium durante el tiempo en el
que fue prefecto del pretorio (alrededor de 535) y que regresara a su país mucho
más tarde (555).
El monasterio de Vivarium debe su nombre a la dársena de pescadores que
Casiodoro habría hecho acondicionar al pie del monasterio, situado en una colina).
La iglesia del monasterio está dedicada a san Martín y, aledaña al monasterio, se
halla la colina de Mons Castellum, dedicada a los eremitas (nombre que Casiodoro
dio en las Institutiones describiendo el lugar: De positione monasterii Vivarensis
siue Castellensis –Inst. Div. 1,29). Casiodoro describió el monasterio de Vivarium
utilizando el topos de locus amoenus (Variae 12, 15; Exposotio psalm. 103, 17;
Inst. 1,29). El monasterio de Vivarum constituye una especie de ciudad en la cual
las ciues religiosi no tendrán que preocuparse de su subsistencia material,
debiéndose consagrar a los oficios litúrgicos, al ejercicio de las artes y, sobre todo,
a la copia y corrección de libros: Vivarium tiene que ser un centro de primordial
importancia para la transmisión de numerosos textos, tanto bíblicos, como
litúrgicos o paganos.
Casiodoro se retiró al Vivarium, consagrando su prolongado retiro a su obra
literaria (Instituciones, Exposition epistulae ad Romanos, liber memorialis o liber
titulorum, Complexiones apostolorum, De orthographia'', que escribió a los 90
años).
No se conoce con exactitud la fecha del fallecimiento de Casiodoro, después de la
redacción de su tratado De Orthographia (escrito a los 93 años). Continuó
corrigiendo su obras anteriores (especialmente las Instituciones), pero teniendo en
cuenta que su obra literaria se terminó con (Iam tempus est ut totius operis nostri
conclusionem facere debeamus, un prefacio para De Orthographia), puede
situarse la fecha de su muerte hacia 580.

Obra
Estas son algunas de las obras de Casiodoro:

 Laudes (panegíricos reales): compuestos por Casiodoro desde 506.


 Chronica: lista consular, destinada a Eutharico, yerno de Teodorico, presunto heredero
muerto en 519.
 Historia Gothorum: obra recogida en doce libros, compuesta por encargo de Teodorico.
De esta obra, actualmente perdida, se conserva el resumen de Jordanès (De origine
actibusque Getarum).
 Variae: recopilación de 468 cartas y formularios oficiales en doce libros (contienen las
actas redactadas por Casiodoro como administrador: l. I-IV, como maestro de oficios: l. V
y VIII-IX, y como prefecto del pretorio: l. X-XII; los libros VI y VII contienen las fórmulas de
promoción o de decretos redactadas por Casiodoro). Casiodoro se limitó a transcribir, en
esta recopilación, sólo aquellas actas que pudo encontrar, lo que le permitió eludir lo que
afectaba a su honor, entre otros todo aquello que trataba del arresto de Boecio sucedido
en 523.
 Ordo generis Cassiodororum: lista de los escritores y eruditos de la familia, escrita de
manera aleatoria y, sin duda, resumida.
 Liber de anima: tratado sobre el alma basado en las Escrituras y en los textos filosóficos
citados por Claudien Mamert en su De statu animae; el liber de anima, escrito
probablemente en 538 señala el comienzo de la conversión de Casiodoro.
 Exposition psalmorum: proyecto concebido e iniciado en Rávena en 538, es la obra más
considerable de Casiodoro, que consiste en un comentario gramatical, literario, ascético y
teológico acerca de los Salmos. Esta obra está inspirada en las Enarrationes de San
Agustín. Fue revisada por el propio Casiodoro durante su retiro en Vivarium.
 Institutiones divinarum et saecularium litterarum: es la obra más conocida de Casiodoro,
escrita expresamente para los monjes de Vivarium (introducción a las Escrituras y a
las artes liberales). Es posterior a la estancia de Casiodoro en Constantinopla. El primer
libro de las Institutiones se subtitula Institutiones divinarum litterarum (basado en las
Escrituras) y el segundo Institutiones saecularium litterarum (dedicado a las artes
liberales). Casiodoro revisó estos textos en sus últimos años, y era ya muy viejo cuando
escribió el codex archetypus,
 Expositio Epistulae ad Romanos: remodelación del comentario de Pelagio sobre las trece
epístolas paulinas.
 Codex de grammatica
 Liber memorialis ou liber titulorum
 Complexiones apostolorum
 De Orthographia: compilación de extractos de Cornutus, Velius Longus, Curtius
Valerianus, Papirianus, Adamantius Martyrius, Eutyches, Caesellius y Priscien.
 Historia ecclesiastica o Historia tripartita.
 Antiquitatum Iudaicarum libri XXII: traducción de Flavio Josefo, que tuvo una gran
influencia en la Edad Media.
 Adumbrationes in Epistulas canonicas: extractos traducidos y purgados de
las Hypotyposes de Clemente de Alejandría.
 Commenta Librorum Regum.
 Commentaire de Saint Jérôme «in propria IV evangeliorum».
 Recueils canoniques.
 Recueils hagiographiques.
 Florilèges dogmatiques.
 Psalterium archetypum: un manuscrito que contiene todos los Salmos, puntuado por el
propio Casiodoro.
 Codex grandior de la Biblia prevulgata: recopilación de todo el conjunto de las Escrituras
destinado a la lectura pública.
 Vulgate cassiodoriana, obra realizada a partir de unos manuscritos que pasaban por ser
autógrafos de san Jerónimo; esta recopilación fue, sin duda, el origen del texto de la
Vulgata en el Codex Amiatinus, que es el manuscrito en el que se basa
nuestra Vulgata actual.
 un Traité de l'âme, traducido al francés por Amaury Bouchard
 cuatro tomos de las Artes liberales, intit. De institutione divinarum litterarum (aritmética,
astronomía, geometría, música))
 los tratados del Discours, de l'Orthographe, 12 libros de Lettres, de los Commentaires
sobre los Salmos, etc. Casiodoro había escrito una Histoire des Gothis, de la que sólo
queda un extracto hecho por Jordanes; y se le atribuye una Histoire tripartite, abreviada
de Sócrates, Sozomeno y Teodoreto de Ciro de la que su verdadero autor fue Epiphane le
Scolastique. La edición más apreciada de todas sus obras es la de dom Garet, 2 vol. in-
fol., Ruan, 1679, y de Venecia, 1729. Denis Sainte-Marthe escribió su Vie. M. Alexandre
Olleris, conservador de los libros latinos, publicó en 1841 una tesis sobre Casiodoro.
Patricios
.

Dibujo de un patricio romano o nobiles patritii con toga senatorial blanca y púrpura que exhibe la hebilla
de oro donde se grababan cargos y emblemas. Según la tradición, solían llevar una «C» de cien,
emblema del primer Senado.

En la Antigua Roma, el orden social de los patricios1 (del latín, patricii; singular, patricius)
estaba compuesta por los descendientes de las treinta curias primitivas. El nombre viene de
pater (padre), en referencia a los fundadores, es decir, a los primeros padres de Roma. Es el
senador por excelencia y forma parte de la nobleza primigenia de Roma, llamada nobleza de
sangre e ilustrii o nobiles patritii, y por sustrato cultural la de toda Europa. En torno al
emperador y a los senadores patricios se desarrollará toda la sociedad, cultura y civilización
romana que culminará en el Imperio romano. Las ramas patricias de
los Valerios, Fabios, Cornelios, Claudios, Emilios y Manlios formaban una aristocracia dentro
del patriciado conocida como gentes mayores.2

Historia de la sociedad romana


La historia de los patricios es la del Senado romano y la de la propia Roma. Constituían
una nobleza fundamental y, tras los escándalos de la República romana, una clase
aristocrática, reducida y selecta, distinguida de entre el grueso del senado por
los emperadores para formar su cámara o consejo privado. Con el vocablo genérico «patricio»
se distinguía a los considerados superiores al resto de senadores, plebeyos incorporados con
la república.
A medida que el peso social y político de Roma aumentaba en el Lacio, la población de la
ciudad no dejaba de crecer, y educarse, fruto de la inmigración que el nuevo polo de poder
regional iba atrayendo. A este aluvión de nuevos ciudadanos se les denominó plebe,
plebeyos, en contraposición a los descendientes de los antiguos moradores de la ciudad, los
patricios.
Durante la república, en el contexto de las luchas patricio-plebeyas, se introducirán grandes
cambios, como la ampliación de la ciudadanía, la limitación del poder de los cónsules, la
introducción del Tribuno de la plebe, la inclusión de los plebeyos en el Senado, la elección
de magistraturas curules por los Comicios por tribus, etc. Roma sufre una lenta pero constante
transformación, que culminará con las Leyes Licinias y finalmente con la Ley Hortensia.
Patricios y plebeyos quedarán igualados tanto política como socialmente, por lo que el poder
dejarán de ostentarlo por exclusividad los patricios. Así, en algún momento entre el 560 y
el 530 a. C. la población de plebeyos supera a la de patricios, pasando a integrar la mayor
parte de los rangos y clases del ejército romano, que hasta entonces había estado reservado
a los patricios.
La doctrina coincide en que las luchas entre patricios y plebeyos comenzaron tras la rigurosa
aplicación de las leyes contra los deudores, que permitían al acreedor privar de libertad al
deudor insolvente y hasta venderle como esclavo. Las frecuentes guerras contra Tarquino y
sus aliados habían obligado a los plebeyos a contraer deudas con los patricios, y en los
frecuentes casos de insolvencia los patricios no dudaban en hacer uso del derecho que la ley
les otorgaba.
En el 494 a. C.3 estalló la primera crisis: la secesión plebeya del Monte Sacro. En ese año,
siendo indispensable una leva por las necesidades de una guerra difícil
contra ecuos y volscos, los hombres llamados a las armas se negaron a salir en campaña.
Fue forzoso entonces para el cónsul Publio Servilio suspender temporalmente la ley en
materia de procedimientos, poner en libertad a algunos encarcelados e impedir los arrestos
por deudas, condiciones impuestas por los plebeyos para reincorporarse a las armas.
Cumplidas estas condiciones, volvieron a las legiones y participaron en la campaña, pero el
siguiente cónsul, Apio Claudio Sabino, patricio, revirtió la situación, volviéndola al estado
primitivo anterior a la campaña en la que los patricios tenían prioridad sobre los plebeyos.
Esto generó tal estado de revuelta entre la población plebeya que fue necesario el
nombramiento de un dictador, cargo que recayó en la figura de otro patricio, Manio Valerio.
Sin embargo, ya era demasiado tarde. El ejército, en su mayor parte plebeyo, abandonó sus
jefes y estandartes, marchó ordenadamente y se retiró a Crustumería, entre el Tíber y el Anio.
Se instaló en una colina e hizo promesa de fundar una ciudad plebeya en una de las regiones
más fértiles del territorio romano.
Fue cuando el Senado de Roma, no pudiendo prescindir del ejército, negoció el regreso. Se
acordaron muchas concesiones para los plebeyos, siendo la más destacable la creación
del Tribunado de la plebe. El Tribunado de la plebe fue creado para defender los intereses del
pueblo. La mayoría de las familias plebeyas ricas se habían adherido al movimiento, por lo
que al hablar de las luchas entre el patriciado y la plebe no debe pensarse exclusivamente en
luchas entre ricos y pobres. Sin embargo, llegó el momento en el que la nobleza plebeya se
separó del resto de los plebeyos en pretensiones, dejando de luchar por la misma causa. 4 Si
los primeros querían integrarse en el orden constitucional con igualdad de privilegios, los
segundos tenían reclamaciones más concretas y sencillas, fundamentalmente económicas,
como acceder al reparto del ager publicus.
El consulado fue exclusivo de los patricios hasta las Leyes del 367 a. C.. Del 367 al 342 a. C.,
la cuestión fue debatida, con alternativas. Del 342 al 172 a. C., hubo un cónsul patricio y uno
plebeyo, y desde el 172 a. C. ostentaron el cargo, o bien un patricio y un plebeyo o bien dos
plebeyos, pero nunca dos patricios.
Pese a todo, ser patricio era el estatus más alto y ambicionado de la sociedad romana.
Determinados puestos, sobre todo religiosos, estaban reservados únicamente a ellos. En una
sociedad tan orgullosa y elitista como la romana ser patricio, ser romano de pura cepa, era el
máximo orgullo.
Los patricios fueron languideciendo poco a poco. Al conformar la élite de la sociedad romana,
cada vez que tenía lugar una guerra civil o una convulsión por el cambio de un emperador,
sus filas eran diezmadas durante o después del conflicto por el bando vencedor (donde,
indudablemente, también había patricios).
Las "gens" (familias) más ancianas fueron desapareciendo poco a poco. Aquellas más
antiguas, y que habían participado en la fundación de Roma, se desvanecieron lentamente a
medida que Roma comenzaba a ser un Imperio y nuevas familias plebeyas, como los Decios,
o los Sempronios iban adquiriendo posiciones de preeminencia, ocupando los espacios que
las viejas familias patricias ya no eran capaces de cubrir por falta de descendientes.
Familias como los Horacios, los Lucrecios, los Verginios y los Menenios desaparecieron por
completo de los registros poco después del siglo II a. C. (lo cual no quiere decir que esas
familias se hubiesen extinguido). Otras, como la gens Julia, desaparecen por largo tiempo
para reaparecer a finales de la República y principios del Principado de Augusto.
Hay casos en los que un mismo nombre era compartido por una familia plebeya y una patricia,
aún tratándose de dos ramas totalmente distintas y que no estaban emparentadas entre sí.
Así, por ejemplo, los Apio Claudio eran patricios y los Claudio Marcelo eran de origen plebeyo
de Oriente.
A finales de la República y principios del Principado de Augusto tan solo las siguientes familias
patricias continuaban dando cónsules con regularidad: Julios, Domicios, Pinarios,
Postumios, Claudios, Valerios, Junios, Sergios, Servilios y Cornelios.
En la época del emperador Constantino I el Grande, en el Bajo Imperio, tan sólo se tiene
constancia de la pervivencia de la Gens Valeria.
Con el paso del tiempo, el término patricio dejó de tener el significado que se le había dado
hasta entonces, para significar ‘aristócrata’ o ‘poderoso’, pero sin distinción de sangre, hasta el
punto de que, con el fin del Imperio Romano de Occidente, a Odoacro, rey de los hérulos y
de Roma, se le dio el título de patricio, por el emperador del Imperio Romano de
Oriente Zenón

Derechos de los patricios


Los patricios tuvieron por mucho tiempo el goce exclusivo de los derechos de la ciudad
de Roma, convirtiéndose en una casta privilegiada. Gozaron de los derechos políticos como:

 ius sufragii: que los facultaba a votar en los comicios;


 ius honorum: que les permitía ocupar las magistraturas;
 ius militae: que les posibilitaba ser jefes de las legiones romanas;
 ius ocuppandi agrum publicum: que los autorizaba a tomar posesión de las tierras
conquistadas.
En cuanto a la esfera religiosa:

 ius sacerdotii: por el cual podían integrarse a los colegios sacerdotales;


 ius sacrorum: que les permitía ejercer el culto de la ciudad;
 ius auspiciorum: o derecho de consultar a los auspicios.
En orden a los derechos privados gozaron de:

 ius connubii: o aptitud legal para contraer matrimonio legítimo (ius nuptiae);
 ius commerci: o derecho de realizar toda clase de negocio jurídico;
 ius actionis: o facultad de hacer valer en la justicia sus derechos por medio de una acción
(actio);
 derecho del uso de tres nombres (tria nomina): uno individual (praenomen), otro gentilicio
(nomen) y un tercero familiar (cognomen).5
Institutiones divinarum et saecularium
litterarum
Institutiones divinarum et saecularium litterarum (Educación en las letras divinas y
humanas) es una obra de Casiodoro, considerada la primera enciclopedia cristiana. Se
comenzó su redacción hacia el 550 y su autor nunca la dio por terminada, ya que acometió
sucesivas ampliaciones de la misma hasta el momento de su muerte, cerca de treinta años
después.
Dividido en dos libros, el primero dedicado a las Escrituras y el segundo a las artes liberales,
el título está directamente inspirado por la obra de Quintiliano Institutiones oratoriae libri (siglo
I), que adapta, junto con muchos otros tratados clásicos grecorromanos, al nuevo contexto
cultural del cristianismo; al igual hicieron posteriormente Isidoro de Sevilla (Etymologiae)
y Alcuino de York (De grammatica, De rhetorica), ambos conocedores de la obra de
Casiodoro.1 La denominación también se incluía en Institutiones Grammaticae, tratado
de Prisciano, un gramático latino activo en Constantinopla hacia el año 500, que es citado por
el propio Casiodoro.
Las Institutiones de Casiodoro incluyen un compendio-guía de las siete artes liberales (ya
definidas en De nuptiis Philologiae et Mercurii de Marciano Capella -entre 410 y 429-2). En la
obra de Casiodoro reciben un tratamiento muy desigual, ya que la retórica y la dialéctica
ocupan más de la mitad del texto, circunstancia esta que podría deberse a la formación
romana del autor.
La utilización de su esquematización del conocimiento en estas siete disciplinas se fijó
como trivium et quadrivium, convirtiéndose en la base de la educación que se impartió en
las escuelas monásticas, catedralicias y palatinas, y posteriormente en los studia
generalia y universidades medievales.

Gramática, retórica y dialéctica


 La Gramática, origen y fundamento de los escritos liberales se basa en la obra de Donato.
 La Retórica, necesaria y honorable en cuestiones civiles, utiliza el De
inventione de Cicerón y los comentarios de Mario Victorino y Fortunatiano.
 La Dialéctica, que separa las verdades de las falsedades, contiene anotaciones de
las Isagogae de Porfirio y las Categorias y Perihermeneias de Aristóteles. También
maneja las Perihermeneias de Apuleyo de Madaura y algunos capítulos de
los Tópica de Cicerón.

Aritmética, música, geometría y astronomía


 La Aritmética, disciplina de la cantidad numerable, presenta una visión superficial de la
obra de Nicómaco recogida por Boecio.
 La Música, que habla de los números relacionados con los sonidos, toca todos los puntos
principales de los griegos.
 La Geometría, disciplina de la medida inalterable y de las formas, está basada
en Euclides, Apolonio y Arquímedes.
 La Astronomía, disciplina del curso de los astros celestes, se reduce a una visión de los
siete climas y a unas definiciones de los principales conceptos.3
La originalidad de la obra estriba en su carácter de guía didáctica que ofrece, junto a los
conceptos básicos de cada una de las disciplinas, la bibliografía necesaria el estudio de las
mismas.

Difusión de la obra
El compendio de las artes liberales comenzó a circular muy pronto como una obra
independiente bajo el título de De artibus ac disciplinis liberalium litterarum y alcanzó gran
difusión como lo demuestra el elevado número de copias y comentarios que se hicieron de
ella. Una de estas copias llegaría a Isidoro de Sevilla que la integró dentro de sus Etimologías.

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