TFG Bueno
TFG Bueno
TFG Bueno
1. INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. 1
2. JUSTIFICACIÓN .................................................................................................................. 6
3. OBJETIVOS ......................................................................................................................... 6
4. METODOLOGÍA.................................................................................................................. 7
4.1 Estrategia de búsqueda ................................................................................................... 7
4.2 Selección de artículos ...................................................................................................... 7
4.3 Obtención de datos ......................................................................................................... 8
5. RESULTADOS Y DISCUSIÓN ................................................................................................ 9
5.1 Peso y masa corporal ..................................................................................................... 10
5.2 Marcadores lipídicos ..................................................................................................... 12
5.3 Inflamación ................................................................................................................... 14
5.4 Presión arterial y frecuencia cardiaca ............................................................................ 15
5.5 Resistencia a la insulina ................................................................................................. 17
5.6 Efectos adversos y adherencia ....................................................................................... 19
6 LIMTACIONES, FORTALEZAS y FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN ................................ 20
7 CONCLUSIONES ............................................................................................................... 21
8 APLICACIONES PRÁCTICAS ............................................................................................... 22
9 BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 23
ÍNDICE DE TABLAS
TABLA 6: Resultados de siete estudios: AI sobre las presiones arteriales y la FC. ..................... 16
1
como máximo el 25% las necesidades energéticas diarias en algunos protocolos) y ventanas o
periodos de alimentación, también conocidos como ad libitum (en las que el usuario ingiere a
su antojo, cuantitativa y cualitativamente). De hecho, durante el AI la ingesta total de calorías
no tiene por qué ser limitada, no obstante, se altera la frecuencia del consumo de alimentos (8).
De esta forma, se valora la verdadera eficacia de llevar acabo el AI para lograr beneficios a largo
plazo, puesto que los siguientes protocolos favorecen satisfacción y adherencia al individuo que
las realiza, ya que le permiten al usuario comer a su antojo durante los periodos de alimentación
ad libitum (9)(Tabla 1).
2
El periodo de ayuno ofrece aspectos favorables a nivel cardiovascular, debido a que reduce las
concentraciones de glucosa e insulina, cataboliza las grasas e incluso reduce las concentraciones
de colesterol y triglicéridos (11). Además, a nivel celular, sucederá una limpieza y reparación
celular y de ADN dañado gracias a la autofagia. Las vías metabólicas habituales permanecen
inactivas debido a una necesidad de ahorro y, en su defecto, se activan la reparación celular y la
reparación de errores genéticos (7). Sin embargo, durante los periodos de alimentación,
también llamados de recuperación, el cambio metabólico torna de nuevo hacia el consumo de
glucosa, favoreciendo de nuevo, un mayor crecimiento celular, plasticidad y una reconstrucción
de los tejidos estructurales y funcionales (7,10).
Según de Cabo y colaboradores (2019), el beneficio de un AI es la perfecta combinación ente los
periodos de nula ingesta y los periodos de alimentación, puesto que los beneficios a largo plazo
son una mayor resiliencia y una mayor resistencia a enfermedades cardiovasculares, debido a la
reducción de sus factores de riesgo (2,7)(Figura1).
FIGURA 1: Cambio metabólico y adaptación celular a largo plazo. Elaboración propia a partir de
Rafael de Cabo y colaboradores (2019) (7).
Los beneficios del AI de cara al riesgo cardiovascular son: disminución de la grasa abdominal e
IMC, mejora del metabolismo lipídico, disminución de los procesos que generan inflamación
crónica, disminución de la presión arterial y frecuencia cardíaca y mayor sensibilización a la
insulina y reducción de su resistencia. A continuación, se observa la influencia y relación que
3
mantienen estos factores en el desarrollo de las ECV, además del papel que desempeña el AI
sobre ellos.
En los últimos años, la incidencia de obesidad ha aumentado de forma considerable y,
aquellas personas obesas tienen mayores probabilidades de sufrir enfermedades
cardiovasculares que las personas de peso estándar o sobrepeso (12). El AI, al ser un protocolo
de nula ingesta durante las ventanas de ayuno, genera un gran cambio sobre la composición
corporal del usuario que la realiza (13). Con lo cual, es importante determinar la utilidad del
ayuno y los protocolos más exitosos para la reducción de peso, puesto que el riego de ECV
mejora con la pérdida del 10% del peso total (14).
El sobrepeso y la obesidad también favorecen la aparición de diferentes complicaciones como
la dislipidemia. El colesterol y los triglicéridos (TGC) son grasas naturales esenciales para todas
las células del organismo y, cuando sus concentraciones en sangre se elevan, producen
hipercolesterolemia. Aquellas personas con cantidades superiores a 240mg/dl tienen dos veces
más probabilidades de sufrir un infarto agudo de miocardio que aquellas personas con 200mg/dl
(13). Además, el exceso prolongado de concentraciones de colesterol, sobre todo el colesterol
de baja densidad (LDL), genera la formación de placas de ateroma (2).
En los periodos de ayuno, tras la evidente circunstancia de escasez energética, el ciclo de Krebs,
además de las vías de síntesis de TGC y colesterol, permanecen prácticamente bloqueadas
dando cabida únicamente a la formación de cuerpos cetónicos. Por lo tanto, se observa una
menor cantidad de colesterol y TGC y un aumento en las concentraciones de cuerpos cetónicos
(10). De esta forma, el AI puede mantener las concentraciones lipídicas estables, evitando que
se acumule formando inflamación sobre el endotelio vascular (12).
La Aterosclerosis es uno de los principales contribuyentes en el desarrollo de las ECV (14). Se
trata de una enfermedad inflamatoria crónica, que provoca estrechez y rigidez en las arterias
por una disfunción endotelial vascular y una prolongada exposición a factores de riesgo
cardiovasculares. Se caracteriza por el depósito de sustancias grasas en el interior de las arterias,
lo que provoca inflamación dando lugar a oclusiones y, por lo tanto, infartos cerebrales,
cardiacos y vasculares (2).
El exceso de LDL se oxida, induciendo la respuesta inflamatoria y la adhesión de leucocitos y
monocitos que, de forma prolongada, provocarán una inflamación crónica y, consecuentemente
el desarrollo de la aterosclerosis(2). El AI, además de reducir el colesterol que genera esta
obstrucción ha demostrado reducir también la inflamación crónica por medio de la reducción
basal de citoquinas proinflamatorias en sangre, como el factor necrótico tumoral alfa (TNFα) y
las interleuquinas (IL) IL-6 o IL-8, además del aumento de adiponectina y la reducción de leptina
y proteína C reactiva (PCR) (15).
Debido a este estrechamiento de las paredes arteriales consecuentemente sucede un aumento
de presiones conocido como hipertensión arterial (HTA), dando lugar un mayor riesgo de
trombosis (16). La HTA se considera uno de los factores de riesgo más relevantes puesto que es
el principal factor de riesgo poblacional frente al desarrollo de ECV(12).
Los usuarios con HTA tienen, en comparación a los usuarios normotensos, 10 veces más riesgo
de sufrir un Accidente Cerebrovascular, 5 veces más riesgo de desarrollar Cardiopatía Coronaria,
2-4 veces más riesgo de sufrir una Insuficiencia Cardiaca y 1,7 veces más riesgo de padecer una
4
Insuficiencia Renal Crónica. Aumentar 20mmHg la presión arterial sistólica (PAS) y un 10mmHg
la presión arterial diastólica (PAD) sobre los valores de 115/75mmHg, aumenta por dos el riesgo
de muerte por ECV (17). El AI ha demostrado reducir estas presiones, además, la reducción de
peso debido al ayuno también mejora los niveles de hipertensión y frecuencia cardiaca (FC)(18).
No solo eso, los malos hábitos dietéticos también generan un incremento de insulina plasmática
(hiperinsulinemia) que pueden favorecer la resistencia de sus receptores. Es entonces cuando
sucede el síndrome metabólico (SM) y, el riesgo de ECV se dispara (12,19). La resistencia a la
insulina es la causa principal del SM. Este sucede cuando el cuerpo no es capaz de responder a
la cantidad de hormona de insulina que produce, generando hiperinsulinemia y aumentando,
consecuentemente, las concentraciones de glucosa plasmática (19).
La combinación de varios fallos metabólicos darán lugar a este SM y, consecuentemente, un
mayor riesgo de sufrir ECV. Estos fallos serán la diabetes mellitus (DM), la aterosclerosis, la
obesidad, la dislipidemia o la HTA. En el SM, coexisten por lo tanto mencionadas complicaciones
que se estimulan entre sí, agravando la intolerancia a la glucosa y formando parte en el
desarrollo y el mantenimiento del SM (Figura 2). Este síndrome se considera por lo tanto, la
máxima expresión de fallo metabólico (20).
FIGURA 2: Relación entre los componentes del síndrome metabólico. Elaboración propia a partir
de Navarro y colaboradores (2005) (20).
Gracias al AI, la resistencia a la hormona de la insulina reduce, debido al aumento de la
sensibilización de sus receptores tras los periodos de ayuno puesto que la autofagia de las
células pancreáticas ayuda a largo plazo a mejorar y regular su secreción (21).
Como se ha observado, los factores de riesgo pueden surgir de manera aislada e independiente
o derivados de otras complicaciones. Mediante esta revisión sistemática se observa la verdadera
utilidad del AI en la práctica, de cara a la reducción de estos cinco factores de riesgo (obesidad,
dislipidemia, aterosclerosis, hipertensión y resistencia a la insulina) mediante la comparación
siete estudios y protocolos. La hipótesis de la presente revisión sistemática es que el AI es
5
efectivo para reducir los factores de riesgo más característicos de las ECV sobre las que se puede
abordar mediante el manejo dietético.
El papel del equipo sanitario es, y ha sido durante años, corregir mediante sugerencias dietéticas
y ejercicio físico los hábitos inadecuados en pacientes con riesgo cardiovascular (4). Comer entre
tres y cinco veces al día ha sido y es una necesidad vital irrefutable para mantener un estilo de
vida saludable (22). Sin embargo, mediante estas costumbres o hábitos de vida, no disponemos
nunca de periodos de descanso o de ayuno, impidiendo así satisfacernos de los beneficios que
este nos pueda aportar.
2. JUSTIFICACIÓN
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte a nivel mundial y la
mayoría de los casos pueden prevenirse mediante el abordaje y la detección precoz de los
factores de riesgo como, por ejemplo: la dislipemia, la hipertensión, la aterosclerosis, la
obesidad o la resistencia a la insulina. Estos factores de riesgo tratan de revertirse mediante
medicamentos, cambios en el estilo de vida y modificaciones nutricionales sugeridas por
profesionales sanitarios. Por lo tanto, es necesario ampliar y actualizar los conocimientos para
poder poner en práctica nuevos hallazgos. Por ende, ante la gran amenaza que suponen las ECV,
el AI es un protocolo muy en boga cuya investigación ha de ser profundizada para determinar
su verdadera eficacia y utilidad en este campo.
Varios estudios analizados que observan el AI como potencial protocolo en la prevención las
ECV, muestran diferencias en los resultados obtenidos. Es por ello, que debido a que se trata de
un protocolo actual, novedoso y cada vez más conocido a nivel poblacional pero poco
reconocido a nivel sanitario, se precisa la realización de una revisión sistemática que contraste
diferentes resultados para esclarecer si realmente el AI es factible en la prevención de
enfermedades cardiovasculares.
3. OBJETIVOS
El objetivo general de la presente revisión sistemática es:
Determinar la utilidad del ayuno intermitente como estrategia dietética para reducir los
factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares.
Como objetivo específico se desarrolla el siguiente:
6
4. METODOLOGÍA
4.1 Estrategia de búsqueda
Este estudio se trata de una revisión sistemática realizada entre los meses de enero y
mayo de 2020, ambos inclusive. Se analizaron estudios relacionados con el AI y las ECV. Se aplicó
el modelo PICOT con el propósito de responder a la pregunta de la presente revisión; P
(población): “hombres y mujeres con riesgo de enfermedad cardiovascular”, I (intervención):
“ayuno intermitente”, C (comparación): “protocolos sin ventanas de restricción o similares al
ayuno intermitente”, O (resultados): “evaluación de los cambios metabólicos y fisiológicos
relacionados con la salud cardiovascular”, T (tipo de estudio): “ensayos clínicos aleatorizados”.
Una vez definidos los criterios de elegibilidad de acuerdo con el modelo PICOT, la estrategia de
búsqueda tuvo lugar en las bases de datos Dialnet, Scielo y PubMed/MEDLINE de NCBI (National
Center for Biotechnology Information). Los artículos empleados para la revisión se extrajeron de
PubMed, debido a la escasa cantidad de artículos en el resto de las bases de datos acerca del AI.
Las palabras clave utilizadas fueron: día de ayuno alterno/alternate day fasting,
intermitente/intermittent, restricción/restriction y metabolismo/metabolism. Los descriptores
de la salud (DeSC) utilizados fueron: peso corporal/body weight, pérdida de peso/ weight loss,
factores de riesgo/risk factors, enfermedades cardiovasculares/ cardiovascular diseases y
enfermedades del corazón/ heart diseases. Como operador booleano, se empleó “AND”. Así, se
formularon las siguientes estrategias de búsqueda: (“Alternate day fasting” AND “weight loss”
AND “cardiovascular diseases”), (“Intermittent” AND “restriction” AND “metabolism”),
(“Alternate day fasting” AND “weight loss” AND “risk factors”) y (“Alternate day fasting” AND
“body weight” AND “heart disease”).
7
debido a que 15 solo trataban la influencia del AI sobre un factor de riesgo, 9 trataban sobre el
AI, pero no sobre las ECV y 4 no aportaban nuevas interpretaciones.
8
5. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La presente revisión sistemática pretende demostrar la efectividad del AI en la
prevención de las ECV mediante la observación de su influencia sobre los factores de riesgo
cardiovasculares, así como identificar el tipo de protocolo más eficaz para prevenir el desarrollo
de estas enfermedades. Los siete estudios analizados demuestran que la práctica del AI reduce
la probabilidad de desarrollar ECV. Estos ponen a prueba el AI bajo los siguientes contextos
(Tabla 2).
9
5.1 Peso y masa corporal
Las personas con un índice de masa corporal (IMC) mayor o igual a 25 tendrán
sobrepeso, mientras que las personas con un IMC mayor o igual al 30 tendrán obesidad (12). Se
trata de la acumulación excesiva de grasa que aumenta el riesgo cardiovascular debido a una
mayor probabilidad de afectar a órganos vitales como el corazón. A pesar del componente
hereditario o el estilo de vida sedentario, la causa más habitual de su desarrollo es la mala
alimentación o la ingesta excesiva de alimentos por encima de los requerimientos calóricos (12).
La presente tabla refleja los resultados obtenidos en cada estudio. La reducción de peso sucede
en todos los protocolos de AI analizados (Tabla 3).
10
mostraron disminuciones en la masa magra, sin embargo, aquellas que consumieron mayores
cantidades de proteínas y grasas destacaron por una menor pérdida de masa muscular (23). Con
lo cual, gracias a la ingesta de proteínas y grasas por encima de las cantidades de los
carbohidratos, se limita la pérdida de masa magra manteniendo la tasa de metabolismo basal
(TMB), el gasto energético y la oxidación de grasas (23).
Para prevenir esta pérdida de masa magra, Bhutani y colaboradores (2013) analizaron tanto
hombres como mujeres con un IMC de 30-39,9 kg/m2 durante 12 semanas, y combinaron un
grupo de AI (1:6) con ejercicio tres días por semana. En los grupos de ayuno y ejercicio, el peso
disminuyó 6kg al final del estudio, frente a 2kg que se redujeron en el grupo que únicamente
realizó AI (24). En este caso, en cambio, la masa libre de grasa se mantuvo en ambos grupos
debido, posiblemente, a que se trataba de un protocolo de un único día de ayuno a la semana,
además de que el ejercicio previene la pérdida de masa muscular (24). Los niveles de
circunferencia abdominal también se redujeron considerablemente para el grupo combinado
con ejercicio siendo -8cm para estos y -5cm para el grupo que únicamente realizó AI (24).
Estos resultados sugieren que el ayuno reduce el peso corporal, pero para prevenir la pérdida
de masa magra, una ingesta mayor de proteínas en los días de alimentación es más apropiada,
sin embargo, no acelera la pérdida de peso. Por lo tanto, incorporar el ejercicio físico al protocolo
de AI puede potenciar esta reducción de masa grasa limitando la pérdida de la masa muscular.
En otro estudio que realizaron Harvie y colaboradores (2011) con 107 mujeres y un AI de (2:5)
en días consecutivos, esta vez prolongado hasta 6 meses, las participantes redujeron una media
de 1kg/mes, (el 30% de las participantes perdió un 5%, mientras que el 25% perdió un 10% del
peso total) correspondiente tanto a masa grasa como a masa magra (25). Además, se observó
un aumento de cuerpos cetónicos, dando lugar a una mayor oxidación de grasas (25).
Eshghinia y colaboradores (2013) en un estudio de AI en días alternos (sábado, lunes y
miércoles), pudieron observar tras seis semanas que el peso de 15 participantes se redujo hasta
una media de 1kg/semana, obteniendo finalmente pérdidas de peso de hasta 6kg, sin
alteraciones sobre la masa magra (13). En otro estudio de (2:5) realizado en días alternos, se
observó una significativa disminución de peso en 114 sujetos del 7,1% ± 0,7%, correspondientes
al tejido adiposo subcutáneo y visceral, sin modificaciones sobre la masa muscular. Al finalizar
el protocolo durante las posteriores 26 semanas de seguimiento (después de un año de AI), el
peso aún se mantenía reducido en un 5,2% ± 1,2% para Schübel R y colaboradores (2018) (11).
En estos casos, a pesar de tratarse de ayunos superiores a un día por semana la masa magra no
varió, debido a que se trataba de días de ayuno alternos inferiores a 24 horas. Por lo tanto, el
mantenimiento de la masa magra y la disminución de la masa grasa se puede lograr de forma
efectiva alternando los días de ayuno.
Por otro lado, para observar la influencia del AI sobre sujetos de peso estándar Varady y
colaboradores (2013) pusieron a prueba a 30 sujetos, algunos normo peso y otros con
sobrepeso, durante 12 semanas. Con un ayuno de (1:6), el peso se redujo a 5,2kg para los grupos
que ayunaban en comparación con el grupo control (14). Este estudio demostró que a pesar del
peso o el IMC con el que se inicia el AI, la reducción de peso sucede por igual. Además, la
cantidad ingerida durante las ventanas de alimentación es irrelevante en la reducción de peso,
como demostraron Trepanowski y colaboradores (2017) en su estudio de un año de AI (1:6)
donde los sujetos ingirieron el 125% de sus necesidades energéticas durante las ventanas de
11
alimentación en los primeros seis meses y un 150% durante los siguientes seis, manteniéndose
sobre la pérdida de peso del 6% (26). Se demostró, por lo tanto, la clara utilidad del AI en la
prevención de ECV, debido a la reducción del peso corporal en sujetos obesos como en sujetos
de peso estándar, independientemente de la cantidad calórica ingerida durante las ventanas ad
libitum (14,26).
12
ausencia de aumento de HDL se debe a que este únicamente aumenta de manera significativa
en presencia de ejercicio físico. Por lo tanto, en el estudio realizado por Bhutani y colaboradores
(2013), un ayuno de (1:6) junto con ejercicio tres días por semana, demostró un incremento del
18±9% en las concentraciones de HDL y una significativa disminución de LDL -12 ± 5% (24).
Varady y colaboradores (2013) también relacionaron esta ausencia en el aumento de HDL a que
este únicamente aumenta con una pérdida de peso superior al 10% (14).
Por otro lado, teniendo en cuenta que una mayor cantidad de partículas de colesterol pequeñas
y densas se asocian a un mayor riesgo de ECV (debido a que tienen mayor permeabilidad a través
de la pared endotelial), en el grupo de ayuno junto con ejercicio, las partículas pequeñas de LDL
y HDL se redujeron en proporción -7 ± 2% y -4 ± 1% respectivamente, además de aumentar el
tamaño de las partículas pequeñas de LDL en un 4 ± 1Å (24). El grupo que únicamente ayunó
también destacó por una significativa reducción en la proporción de partículas pequeñas LDL -
12 ± 3% y un aumento en el tamaño de estas en un 5 ± 1Å (24). Además, Varady y colaboradores
(2013) también observaron este aumento en el tamaño de las partículas LDL en un 4 ± 1 Å, tanto
en sujetos con obesidad y como en aquellos de peso estándar (14).
Los cambios más significativos, sin embargo, fueron para las concentraciones de colesterol total
y TGC, que demostraron importantes disminuciones en todos los estudios a excepción de los
grupos analizados por Bhutani y colaboradores (2013) donde, además, para el grupo de ayuno
sin ejercicio, LDL apenas disminuyó debido a que este reduce 2mg/dL por cada kg de peso
perdido (24). De todas formas, todos los estudios demostraron que el AI previene las ECV
mediante la reducción de la lipoproteína LDL (de principal importancia en la formación de
aterosclerosis) (11, 13, 14, 23, 24, 25, 26).
Trepanowski y colaboradores (2013), a pesar de observar disminución del colesterol total y LDL
en los primeros seis meses (-4,3 mg/dL y -2,6 mg/dL respectivamente) observaron un aumento
en sus concentraciones al cabo de un año (+4,2 mg/dL y +1,2 mg/dL), aun así, el balance inicial
y final de estos marcadores continuaba siendo negativo (26).
En conclusión, la reducción de peso favorecerá no solo el aumento de la HDL sino también la
reducción de LDL (24). Esto se observa en el estudio de Eshghinia y colaboradores (2013), donde
gracias a la pérdida de 1kg/semana, los participantes obtuvieron una disminución de colesterol
total, TGC, LDL y aumento de HDL en un protocolo (3:4) en días alternos, siendo este el más
exitoso (13). No solo eso, además de la pérdida de peso, el AI también demuestra activar
mecanismos cardioprotectores mediante la disminución cuantitativa de partículas pequeñas de
LDL o el aumento del tamaño de las mismas, tanto en sujetos obesos como en aquellos de peso
estándar (14, 24).
Por lo tanto, los mejores resultados se obtuvieron en los protocolos (3:4) en días alternos y en
aquellos grupos combinados con ejercicio. Sin embargo, en protocolos de ayuno menos
exigentes como el realizado en el estudio de Varady y colaboradores (2013), un día de ayuno a
la semana (1:6) demostró ser suficiente para reducir tanto el colesterol total, TGC, LDL y
aumentar el tamaño de las partículas pequeñas de LDL (14).
13
5.3 Inflamación
La reducción de los marcadores inflamatorios obtenidos por el AI refleja una reducción
del riesgo de aterosclerosis. En la siguiente tabla se comparan los resultados de los seis estudios
que analizan los marcadores inflamatorios (Tabla 5).
Uno de los marcadores más útiles a observar para valorar la eficacia del ayuno como
antiinflamatorio es la proteína C reactiva (PCR), que se relaciona con el desarrollo de placas de
ateroma, puesto que aumenta en respuesta inflamatoria (27). En varios estudios el AI se observa
como reductor de la PCR, así como reductor de los marcadores de estrés oxidativo (25).
Hervie y colaboradores (2011), Varady y colaboradores (2013) y Schübel y colaboradores (2018),
observaron esta reducción de la PCR, al igual que sucedió en el estudio de Trepanowski y
colaboradores (2017) realizado con 69 sujetos metabólicamente sanos, donde también
disminuyó esta proteína durante un AI de (1:6) (11,14,24,26,27). Sin embargo, este último
estudio no demostró reducción en el resto de biomarcadores proinflamatorios, pero la PCR
participa la producción de células inflamatorias (particularmente IL-6 y FNTα), con lo cual el
ayuno, al disminuir la PCR, altera también las concentraciones de citoquinas proinflamatorias de
manera indirecta (27).
Combinando el ayuno junto con el ejercicio, no se observaron cambios en ningún sentido, tras
12 semanas de AI (1:6) en el estudio de Bhutani y colaboradores (2013), debido posiblemente a
que la PCR necesita una disminución de peso del 5 al 10% para modificar sus concentraciones
(24,28). Por lo tanto, este estudio de tres meses no observó una reducción tan significativa como
para alterar la PCR. Por otro lado, en el estudio de Schübel y colaboradores (2018), tras un año
de AI (2:5) en días no consecutivos, la PCR disminuyó (-17,0 ± 8,5 ng/pL), disminuyendo consigo
IL-8 y FNTα sin mostrarse alteraciones sobre IL-6 (11). Al contrario que Hervie y colaboradores
14
(2013), que observaron reducción de IL-6 sin cambios en el FNTα tras cuatro meses de AI (2:5)
en días consecutivos (23).
Otro biomarcador de interés para valorar el riesgo de aterosclerosis es la adiponectina, hormona
sintetizada por el tejido adiposo, que está involucrada en el metabolismo de la glucosa y ácidos
grasos e inhibe la aterosclerosis en sus fases iniciales, debido a que reduce la expresión de
moléculas que se adhieren a las células endoteliales (2). Es inversamente proporcional al peso,
por lo tanto, cuanto mayor es el IMC menor es la concentración de adiponectina (2).
En un estudio de AI (2:5) en días consecutivos, la adiponectina se reducía (24). Esto es debido a
que las concentraciones de adiponectina disminuyen en el comienzo de los estudios tras las
primeras 8-12 semanas, pero aumentan después de la pérdida de un 10% de peso (28). En este
estudio de Harvie y colaboradores (2013), solo se observó un 5% en la disminución de peso
corporal, por eso, puede que no fuera suficiente para notar este incremento, mientras que la
leptina se redujo desde el principio (23). Por el contrario, Varady y colaboradores (2013) a pesar
de llevar a cabo un estudio más breve, también demostraron aumento de adiponectina en sus
sujetos (672 ± 1191 ng/ml), (6 ± 10%) tanto en obesos como en sujetos de peso estándar (14).
La leptina es una hormona que se encuentra elevada en personas obesas o con sobrepeso, y se
relaciona con el aumento del IMC, el colesterol, los triglicéridos, la tensión arterial y los factores
inflamatorios (2). La disminución de leptina es más significativa en los protocolos de AI que el
aumento de la adiponectina o la reducción de citoquinas. Como observan Varady y
colaboradores (2013), la leptina reduce (-10 ± 3 ng/ml), (40 ± 7%), en tan solo doce semanas de
AI (1:6) (14). Igual que en el estudio de Hervie y colaboradores (2013), donde tras 4 meses la
reducción de peso no fue suficiente para aumentar la adiponectina, pero la leptina se redujo
desde el principio (23). De la misma forma, el estudio de Schübel y colaboradores (2018),
también demostró mayor disminución de leptina (-47,9 ± 9,2 ng/ml) en comparación con los
cambios sucedidos en el resto de los marcadores inflamatorios (11).
El AI actúa en la reducción de la inflamación crónica y el riesgo de aterosclerosis mediante la
disminución de los marcadores proinflamatorios por mecanismos duales; de manera directa
reduciendo citoquinas y de manera indirecta mediante la reducción de peso. La disminución de
peso es muy importante en la reducción de PCR y leptina, así como en el aumento de
adiponectina. Con lo cual, el AI ayuda a reducir los factores proinflamatorios, pero el protocolo
llevado a cabo influye en estos cambios, debido a que, dependiendo del porcentaje de peso
perdido, la reducción o aumento de estos marcadores variará. Además, es importante tener en
cuenta que, si los valores de los factores proinflamatorios son estables, el AI no alterará sus
concentraciones (26).
15
TABLA 6: Resultados de siete estudios: AI sobre las presiones arteriales y la FC. Elaboración
propia.
ESTUDIO RESULTADOS
Harvie y - ↓ PAS y PAD
colaboradores
(2013) (23).
Bhutani y - AI + ejercicio: ↓PAS (-2 ± 2 mmHg). = PAD (0 ± 3 mmHg). ↓ FC ( -2
colaboradores (2013) ± 2 lpm)
(24). - AI: ↓ PAS (-3 ± 1 mmHg). ↓ PAD (-2 ± 2 mmHg). = FC (0 ± 1 lpm)
Schübel y - ↓ PAS y PAD
colaboradores (2018)
(11).
Varady y - ↓ PAS (-7 ± 2 mmHg)
colaboradores (2013) - ↓PAD (-6 ± 2 mmHg)
(14).
Harvie y - En el inicio → a los seis meses de AI: ↓ PAS, de media (115,2
colaboradores (2011) mmHg → 111,5 mmHg). ↓ PAD, de media (76,7 mmHg →
(25). 72,4mmHg).
Trepanowski y - A los 6 meses de AI → a los doce meses: ↓PAS, de media (-3,1 →-
colaboradores (2017) 2,3mmHg). ↓ PAD, de media (-1,5 → -0,1 mmHg). ↓FC (-5,8 → -1,2
(26). lpm).
Eshghinia y - Presiones iniciales → presiones al final del estudio: ↓ PAS (114,8 ±
colaboradores (2013) 9,16 → 105,13 ± 10, 19mmHg). ↓ PAD (82,86 ± 10,6 → 74,5 ± 10,8
(13). mmHg).
Combinando el ayuno con grupos de ejercicio, solo aquellos que realizan AI obtienen
una disminución de presiones sistólicas y diastólicas, pero no sobre la FC para el estudio de
Bhutani y colaboradores (2013) (24). La disminución de presiones también sucedió siendo la PAS
(-7 ± 2 mmHg) y la PAD (-6 ± 2 mmHg) en un en un estudio con sujetos normo peso y sobrepeso
realizado por Varady y colaboradores (2013). Además, para aquellos con hipertensión leve y
moderada, las presiones también descendieron, sobre todo la PAS en el estudio de Eshghinia y
colaboradores (2013) (13,14).
Tras un ayuno (2:5) de dos días consecutivos durante seis meses, tanto las presiones sistólicas
como diastólicas disminuyeron para Harvie y colaboradores (2011) siendo estas -3,7 mmHg y -
4,3 mmHg respectivamente (25). De todas formas, después de un año de AI (1:6), la FC y PAS
disminuyeron sin casi mostrarse alteraciones sobre la PAD, para los usuarios metabólicamente
sanos de Trepanowski y colaboradores (2017). Además, a pesar de obtener reducción sobre las
presiones sistólicas y FC en los primeros seis meses, al año estos descensos de presiones se
ralentizaban o disminuían, a medida que los valores lograban estabilizarse (26).
Por otro lado, en diferentes estudios donde tanto la PAS como la PAD se reducían, el descenso
de la PAS era más significativa que la reducción de la PAD y FC (13, 14, 24, 26). Con lo cual, el AI
aporta mayores cambios sobre la PAS. Sin embargo, es importante considerar que las ECV
mantienen mayor relación con las presiones sistólicas que con las diastólicas (17). Además, se
precisan mayores estudios para observar el AI a largo plazo o con sujetos con tensiones en rango
estable, debido a que estos estudios solo observaron usuarios con hipertensión o
prehipertensión. Estudiar a un grupo normotenso más amplio sería necesario para verificar los
16
hallazgos de Trepanowski y colaboradores (2017), donde el AI dejó de disminuir las presiones a
medida que se fueron obteniendo niveles adecuados (26).
Definitivamente, el AI ayuda a regular las presiones y FC elevadas. No existe en este caso un
protocolo de AI que sea considerablemente superior o mejor a otro, pero sí se puede afirmar
que aquellos que obtengan mayor pérdida de peso o disminución de las placas de ateroma
reducirán a su vez la HTA por reducción de las resistencias periféricas arteriales (18).
17
para el grupo que consumía mayor cantidad de proteínas y grasas (23). Como se menciona en
el estudio, una ingesta de proteínas superior a 140gr/dL y una ingesta inferior a 15g/dL de fibra,
puede implicar un aumento en la resistencia de la insulina, debido a que los aminoácidos activan
proteínas que inhiben la señalización de los receptores insulínicos (23). Con lo cual, las dietas
con menor cantidad de proteínas y con mayor fibra serán las más aptas. La disminución de
insulina sucedida en este estudio refleja una mayor regulación en la secreción hormonal. Sin
embargo, no se demostraron disminuciones en las concentraciones de glucosa, debido a que los
sujetos estudiados eran normo glucémicos (23).
Aquellos que realizaron ejercicio durante los periodos de ayuno en el estudio de Bhutani y
colaboradores (2013), obtuvieron mayores descensos en las concentraciones de insulina basales
(-21 ± 15 µIU/ml) que los que únicamente ayunaron (-7 ± 6 µIU/ml) pero, los niveles de glucosa
o HOMA-IR no obtuvieron cambios relevantes (24). Estudiando a sujetos con obesidad y
sobrepeso, tras la realización del AI durante 1 año, con un protocolo (2:5) en días no
consecutivos, tanto las concentraciones de glucosa como de insulina se reducían al final del
estudio independientemente del IMC de los participantes. En este caso HOMA-IR también
disminuyó (-9,0 ± 7,2) (11).
De todas formas, la reducción de la resistencia a la insulina valorada por HOMA-IR fue más
característica en los estudios de dos días de ayuno consecutivos (2:5). Harvie y colaboradores
(2013), por ejemplo, obtuvieron una disminución de HOMA-IR del 40% (23). Pero, estos datos
se obtuvieron tras las ventanas de ayuno. Sin embargo, en otro estudio, los niveles de insulina
sérica y resistencia de insulina también se redujeron incluso después de cinco días ad libitum
posteriores a dos días consecutivos de ayuno, con lo cual, los protocolos (2:5) en días
consecutivos pueden ser los más efectivos para prevenir el SM (25).
En este estudio, mientras que los valores iniciales de insulina fueron 7,3µU/ml, a los seis meses
lograron reducirse hasta un 5,2µU/ml. Igual que HOMA-IR, donde en el inicio del protocolo la
concentración media fue de 1,5 µU/mmol/L y finalmente se redujo hasta 1,1. La disminución en
la resistencia a la insulina también se asoció al aumento de la adiponectina, debido a que esta
mejora la sensibilidad a la insulina (25). En cuanto a los niveles de glucosa, estos solo
disminuyeron 0,1 mmol/L (25).
Observando el AI a largo plazo, en el estudio de Trepanowski y colaboradores (2017), tras un
año de AI (1:6) realizado por usuarios metabólicamente sanos, tanto las concentraciones de
insulina como de glucosa disminuían después de seis meses. Sin embargo, estos descensos en
las concentraciones a partir del medio año se producían más lentamente que en los meses
iniciales, siendo los cambios al año menos significativos, posiblemente debido a la estabilización
de estos marcadores a largo plazo (26).
18
5.6 Efectos adversos y adherencia
El déficit calórico y la falta de nutrientes durante horas puede suponer la aparición de
efectos adversos y complicaciones (Tabla 8). A nivel cualitativo, la falta de nutrientes, sobre todo
en ayunos superiores a las 24 horas, provoca un déficit de vitaminas como; A, D, B, E y C (23).
Del mismo modo, sucede un déficit de oligoelementos, tales como; Mg, Fe, Zn y Ca (23). Además,
los ayunos prolongados pueden generar mayores complicaciones y déficits nutricionales. Los
síntomas más habituales fueron; sensación de frio, estreñimiento, falta de energía, constipado,
sensación de falta de aire, dolores de cabeza, falta de concentración y mal humor (11, 14, 23,
25). Un grupo reducido refirió también mareos y calambres (11).
Los grupos de AI, demostraron finalmente una adherencia alta y un consumo menor de
calorías tanto en los días de alimentación como en los días de ayuno. Para Harvie y
colaboradores (2013), los grupos de ayuno consumían un 32% menos de lo prescrito en los días
ad libitum y los grupos alimentados con mayor cantidad de proteínas lo hacían en un 23% menos
(23). Para Harvie y colaboradores (2011), tras seis meses de AI (2:5), los participantes también
19
redujeron las ingestas diarias, incluso en las ventanas de alimentación (25). Por otro lado, en el
AI (2:5) en días alternos de Schübel y colaboradores (2018), se consumía un 34,7% menos de lo
pautado en los grupos de ayuno (11). Estos resultados pueden ser debidos a las observaciones
realizadas por Varady y colaboradores (2013), donde en un AI (1:6) de tres meses, la satisfacción
y la plenitud de los participantes estudiados se elevó y la sensación de hambre disminuyó
colocándose por debajo del grupo control (14). Estos datos sugieren, que el AI no conduce a una
alimentación desordenada ni a un consumo excesivo en los días restringidos.
En los estudios de Harvie y colaboradores (2011 y 2013), se llegó a la conclusión de que los AI
de (1:6) eran más efectivos a la hora de adaptarlos a la vida diaria, ya que era suficiente un día
de ayuno para mantener los beneficios (23, 25). En el caso de un AI (2:5) en días consecutivos,
el 21% de los participantes abandonaron el estudio, y el 51% afirmó tener falta de adherencia al
protocolo por dificultades de adaptación (25). Para evitar abandonos, Schübel y colaboradores
(2018) sostienen que los beneficios del AI pueden mantenerse tan solo realizando un día de
ayuno por semana, además de ser mejor tolerado por los usuarios (11).
En cuanto a la adherencia, el 76% de los participantes cumplió con el AI de (2:5) de Harvie y
colaboradores (2013) (23). Por otro lado, 30 de 32 cumplieron el estudio de Varady y
colaboradores (2013) de doce semanas (14). Sin embargo, en estudios más prolongados, los
abandonos fueron mayores, como se observó en el estudio de un año de Trepanowski y
colaboradores (2017), donde en un AI de (1:6) 13 de 34 sujetos abandonaron el estudio debido
a la dificultad para adherirse al protocolo (26).
Estos resultados demuestran que, a largo plazo, la tasa de abandono del AI puede ser alta. Pero
como afirman Schübel y colaboradores (2018), hay menos abandonos cuando los usuarios
elaboran sus propios planes de comida y rutinas de ayuno (11). Sin embargo, en la mayoría de
estos estudios, el constante seguimiento y control no permitió la libre preparación de dietas por
parte de los sujetos (11). De todas formas, la libertad de decisión y la implicación del usuario
para elaborar sus planes de ayuno y comidas puede ser efectiva para lograr una mayor
adherencia, pero aun así, es muy importante tener un asesoramiento profesional durante
cualquier protocolo de AI, con el fin de evitar la aparición de efectos adversos o déficits
nutricionales a lo largo del proceso.
20
actuales están demostradas únicamente en animales, por lo tanto, a pesar de aportar
información de interés para la revisión, estos fueron descartados de acuerdo con los criterios de
inclusión.
Como fortalezas, todos los estudios analizados fueron estudios longitudinales prospectivos, por
lo que, realizaron un seguimiento continuo de sujetos desde el inicio hasta el final de los estudios
evitando errores en sus resultados. Además, observar el AI desde diferentes contextos y
protocolos aporta mayores evidencias frente a la utilidad del AI como herramienta eficaz para
prevenir las ECV. Es más, algunos estudios observaron el ayuno durante dos meses, mientras
que otros se prolongaron hasta el año de duración, dando la posibilidad de identificar los
cambios del AI a corto y a largo plazo.
Futuras investigaciones deberían analizar el AI con estudios más prolongados, para observar su
eficacia más allá del año, tanto con sujetos metabólicamente sanos, como con usuarios normo
peso. Las modificaciones fisiológicas que expliquen los mecanismos de acción del AI en la
reducción de los factores de riesgo cardiovasculares deberían ser profundizadas en el futuro.
7 CONCLUSIONES
La pérdida de peso es más efectiva en ayunos (2:5) consecutivos pero estos protocolos
favorecen no solo la pérdida de la masa grasa, sino también de la masa magra. Los
ayunos dos días por semana (2:5) no consecutivos o los ayunos en días alternos son, por
lo tanto, más efectivos, que junto con el consumo proteico y el ejercicio físico evitarán
la pérdida muscular, además de aportar mayor saciedad y evitar efectos adversos. Pero
la adherencia será mayor en los protocolos de un día de ayuno por semana (1:6), y los
beneficios se mantendrán por igual.
21
8 APLICACIONES PRÁCTICAS
El AI podría incorporarse en las consultas de atención primaria, dirigido a los usuarios
con mayor riesgo cardiovascular. Aquellos usuarios con síndrome metabólico, es decir, aquellos
que presenten al menos tres de los siguientes criterios: (I) valores basales de glucosa >110mg/dl,
(II) presión sistólica ≥ 130mmHg y diastólica ≥85mmHg, (III) HDL en hombres <40 mg/dL y en
mujeres <50mg/dL, (IV) triglicéridos ≥ 150 mg/dL y (V) perímetro abdominal en hombres ≥120cm
y en mujeres ≥88, serán candidatos para ser abordados mediante prevención primaria en los
centros de salud, puesto que el SM requiere un abordaje terapéutico inicial basado en medidas
no farmacológicas (19, 20). Estos usuarios buscan una reducción de peso al igual que una
disminución en sus factores de riesgo, por lo tanto, mediante la realización de ayunos (2:5) en
días no consecutivos obtendrán los mejores resultados.
Sin embargo, para iniciar con un protocolo tan restrictivo, sería preferible iniciar a priori con un
AI (1:6) e ir observando la tolerancia del sujeto. Una dieta equilibrada durante los periodos de
alimentación ad libitum es, además, muy importante para prevenir déficits y complicaciones
nutricionales. Hay que tener en cuenta que el AI no es una dieta sino una herramienta. Por lo
tanto, sugerir las recomendaciones habituales de la pirámide nutricional o el plato de Harvard
es casi tan importante como la realización del propio ayuno.
En el caso de incorporar posteriormente los dos días de ayuno no consecutivos (2:5),
incrementar el consumo proteico entre un 5-10% sería adecuado para aumentar la saciedad y
prevenir la pérdida de masa muscular (sin superar los 140gr/dL, con el fin de evitar la aparición
de la resistencia a la insulina). Para aquellos usuarios que tienen dificultades en el cumplimiento
de dietas restrictivas, el AI es una alternativa que también aportaría beneficios adyacentes a
estos usuarios, siempre y cuando se lleve a cabo bajo supervisión profesional mediante un
seguimiento programado de consultas enfermeras, con sus respectivos controles de peso,
glucemia y tensión (Tabla 9).
22
9 BIBLIOGRAFÍA
1. Organización Mundial de la Salud [Internet]. Organización Mundial de la Salud; 2020 [acceso 16 de enero
de 2020]. ¿Qué son las enfermedades cardiovasculares? [1]. Disponible en:
https://www.who.int/cardiovascular_diseases/about_cvd/es/
2. Malinowski B, Zalewska K, Węsierska A, Sokołowska M, Socha M, Liczner G et al. Intermittent Fasting in
Cardiovascular Disorders—An Overview. Nutrients [Internet] 2019 [acceso 16 de enero de 2020];11(3): [673].
Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6471315
3. Sardarinia M, Akbarpour S, Lotfaliany M, Bagherzadeh-Khiabani F, Bozorgmanesh M, Sheikholeslami F
et al. Risk Factors for Incidence of Cardiovascular Diseases and All-Cause Mortality in a Middle Eastern Population
over a Decade Follow-up: Tehran Lipid and Glucose Study. PLOS ONE [Internet] 2016 [acceso 16 de enero de
2020]; 11(12): [e0167623]. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5145170/
4. Cartera de Servicios de Atención Primaria [Internet]. Valladolid: Junta de Catilla y León; 2019 [acceso 16
de enero de 2020]. Atención al adulto y personas mayores [107-125]. Disponible en:
https://www.saludcastillayleon.es/institucion/es/catalogo-prestaciones/cartera-servicios/cartera-servicios-
atencion-primaria.ficheros/1522344-cartera%20de%20servicios%202019.pdf
5. Fundación Española del Corazón [Internet]. Madrid: Fundación Española del Corazón; 2020 [acceso 16
de enero de 2020]. Dietas. Disponible en: https://fundaciondelcorazon.com/nutricion/dieta.html
6. Piepoli M, Hoes A, Agewall S, Albus C, Brotons C, Catapano A et al. Guía ESC 2016 sobre prevención de
la enfermedad cardiovascular en la práctica clínica. Rev Esp Cardiol. 2016; 69 (10): 939.e1-939.e87. DOI:
10.1016/j.recesp.2016.09.004.
7. de Cabo R, Mattson M. Effects of Intermittent Fasting on Health, Aging, and Disease. N ENGL J MED.
2019; 381(26): 2541-2551. DOI: 10.1056/NEJMra1905136
8. Saz-Peiro P. Ayuno intermitente. Med Natur [Internet] 2017 [acceso 21 de enero de 2020]; 11(1): [3-9].
Disponible en: file:///C:/Users/ramos/Downloads/Dialnet-AyunoIntermitente-5819457%20(8).pdf
9. Tinsley GM, La Bounty PM. Effects of intermittent fasting on body composition and clinical health
markers in humans. Nutrition Reviews [Internet] 2015 [acceso 21 de enero de 2020]; 73(10): [661–74]. Disponible
en: https://doi.org/10.1093/nutrit/nuv041
10. Peiró PS, Lucas MO. Fisiología y bioquímica en el ayuno. Med Natur [Internet] 2007 [acceso 23 de enero
de 2020]; 1(1): [10–19]. Disponible en: file:///C:/Users/ramos/Downloads/Dialnet-
FisiologiaYBioquimicaEnElAyuno-2223818%20(3).pdf
11. Schübel R, Nattenmüller J, Sookthai D, Nonnenmacher T, Graf ME, Riedl L, et al. Effects of intermittent
and continuous calorie restriction on body weight and metabolism over 50 wk: A randomized controlled trial.
Am J Clin Nutr. 2018; 108(5): 933–945. DOI: 10.1093/ajcn/nqy196
12. Fundación Española del Corazón [Internet]. Madrid: Fundación Española del Corazón; 2020 [acceso 23
de enero de 2020]. Factores De Riesgo. Disponible en: https://fundaciondelcorazon.com/prevencion/riesgo-
cardiovascular.html
13. Eshghinia S, Mohammadzadeh F. The effects of modified alternate-day fasting diet on weight loss and
CAD risk factors in overweight and obese women. J Diabetes Metab Disord. 2013; 12 (1): 1-4. DOI: 10.1186/2251-
6581-12-4
14. Varady K, Bhutani S, Klempel M, Kroeger C, Trepanowski J, Haus J et al. Alternate day fasting for weight
loss in normal weight and overweight subjects: a randomized controlled trial. Nutr J. 2013; 12(146): 1-8. DOI:
https://doi.org/10.1186/1475-2891-12-146
15. Johnson JB, Summer W, Cutler RG, Martin B, Hyun DH, Dixit VD, et al. Alternate day calorie restriction
improves clinical findings and reduces markers of oxidative stress and inflammation in overweight adults with
moderate asthma. Free Radic Biol Med. 2007;42(5):665–74. DOI: 10.1016/j.freeradbiomed.2006.12.005
23
16. Franklin S, Wong N. Hypertension and Cardiovascular Disease: Contributions of the Framingham Heart
Study. Glob Heart. 2013;8(1):49-57. DOI: 10.1016/j.gheart.2012.12.004
17. Lira C. M. Impacto de la hipertensión arterial como factor de riesgo cardiovascular. REV. MED. CLIN.
CONDES. 2015;26(2):156-163. DOI: https://doi.org/10.1016/j.rmclc.2015.04.004
18. de la Sierra A, Bragulat E. Hipertensión arterial y riesgo cardiovascular [monografía en Internet].
Barcelona: Unidad de Hipertensión Arterial. Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer(IDIBAPS);
2001 [acceso 23 de enero de 2020]. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-medicina-integral-63-pdf-
10022761
19. Valdés E, Bencosme N. Síndrome metabólico y enfermedad cardiovascular en personas con diabetes
mellitus tipo 2. Rev Cubana Endocrinol [Internet] 2013 [acceso 4 de febrero de 2020]; 24( 2 ): [125-135].
Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1561-29532013000200003
20. Navarro Pérez J, Navarro Adam A, García Sánchez L, Navarro Quesada J. Manejo integral del síndrome
metabólico. FMC . 2005;12(5):293-302. DOI: DOI: 10.1016/S1134-2072(05)71224-X
21. Liu H, Javaheri A, Godar R, Murphy J, Ma X, Rohatgi N et al. Intermittent fasting preserves beta-cell mass
in obesity-induced diabetes via the autophagy-lysosome pathway. Autophagy. 2017;13(11):1952-1968. DOI:
10.1080/15548627.2017.1368596
22. Estilos de vida saludable - Distribución diaria [Página de inicio en internet].
Estilosdevidasaludable.mscbs.gob.es; 2020 [accaso 16 de marzo de 2020]. Disponible en:
http://www.estilosdevidasaludable.mscbs.gob.es/alimentacionSaludable/queSabemos/enLaPractica/distribuir/
diario/home.htm
23. Harvie M, Wright C, Pegington M, McMullan D, Mitchell E, Martin B et al. The effect of intermittent
energy and carbohydrate restriction v. daily energy restriction on weight loss and metabolic disease risk markers
in overweight women. Br J Nutr. 2013;110(8):1534-1547. DOI: 10.1017/S0007114513000792
24. Bhutani S, Klempel MC, Kroeger CM, Trepanowski JF, Varady KA. Alternate day fasting and endurance
exercise combine to reduce body weight and favorably alter plasma lipids in obese humans. Obesity.
2013;21(7):1370–9. DOI: 10.1002/oby.20353
25. Harvie M, Pegington M, Mattson M, Frystyk J, Dillon B, Evans G et al. The effects of intermittent or
continuous energy restriction on weight loss and metabolic disease risk markers: a randomized trial in young
overweight women. Int J Obes. 2011;35(5):714-727. DOI: 10.1038/ijo.2010.171.
26. Trepanowski J, Kroeger C, Barnosky A, Klempel M, Bhutani S, Hoddy K et al. Effect of Alternate-Day
Fasting on Weight Loss, Weight Maintenance, and Cardioprotection Among Metabolically Healthy Obese Adults.
JAMA Intern Med. 2017;177(7):930-938. DOI: 10.1001/jamainternmed.2017.0936.
27. Sproston N, Ashworth J. Role of C-Reactive Protein at Sites of Inflammation and Infection. Front
Immunol. 2018; 9: 754. DOI: 10.3389/fimmu.2018.00754
28. Klempel M, Kroeger C, Bhutani S, Trepanowski J, Varady K. Intermittent fasting combined with calorie
restriction is effective for weight loss and cardio-protection in obese women. Nutr J. 2012; 11(1): 98. DOI:
10.1186/1475-2891-11-98.
24