Trabajo Sociales
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La cenicienta
Había una vez una joven llamada Cenicienta, que vivía con
su madrastra y sus dos hermanastras. Ellas la trataban muy
mal, obligándola a hacer todo el trabajo de la casa y
despreciándola. A pesar de su difícil situación, Cenicienta
era bondadosa y siempre mantenía la esperanza.
Un día, el rey organizó un gran baile para encontrar una
esposa para su hijo, el príncipe. Cenicienta soñaba con
asistir, pero su madrastra no la dejó ir. Sin embargo, su hada
madrina apareció y, usando magia, le proporcionó un
hermoso vestido y unos zapatos de cristal, además de un
carruaje para llevarla al baile. La única condición era que
debía regresar antes de la medianoche.
Cenicienta fue al baile y cautivó al príncipe, quien se
enamoró de ella de inmediato. Bailaron juntos toda la
noche, pero al acercarse la medianoche, Cenicienta tuvo
que huir, dejando atrás uno de sus zapatos de cristal.
El príncipe, decidido a encontrarla, recorrió el reino
probando el zapato a todas las jóvenes. Cuando llegó a la
casa de Cenicienta, sus hermanastras intentaron ponérselo,
pero no les quedó. Finalmente, Cenicienta se probó el
zapato y le quedó a la perfección.
El príncipe la reconoció y, al ver su bondad y belleza, la llevó
al castillo, donde se casaron y vivieron felices para siempre.
El patito feo
Había una vez una mamá pata que incubó sus huevos con
gran expectación. Cuando finalmente nacieron, todos los
patitos eran adorables, excepto uno que era diferente: un
patito gris y torpe que todos llamaron "el patito feo". Los
otros patitos y animales del estanque se burlaban de él, lo
que lo hizo sentir muy triste y solo.
El patito decidió abandonar el hogar para escapar de las
burlas. Viajó por el campo, encontrando diversos animales,
pero ninguno lo aceptaba. Se sintió más y más solo y, tras
muchas dificultades, llegó a un lago donde observó a unos
hermosos cisnes. A pesar de su tristeza, continuó buscando
un lugar al que pertenecer.
Con el paso del tiempo, el patito creció y se transformó. Un
día, al mirar su reflejo en el agua, se dio cuenta de que ya no
era el patito feo, sino un magnífico cisne. Los otros cisnes lo
aceptaron y lo admiraron, y finalmente encontró su lugar en
el mundo.
Blancanieves
Había una vez una hermosa princesa llamada Blancanieves,
cuya madrastra, la malvada reina, estaba celosa de su
belleza. La reina consultaba a un espejo mágico, que
siempre le decía que era la más hermosa del reino, hasta
que un día, le reveló que Blancanieves había superado su
belleza.
Furiosa, la reina ordenó que Blancanieves fuera llevada al
bosque y eliminada. Sin embargo, el cazador no pudo
hacerlo y dejó escapar a la princesa. Blancanieves se
adentró en el bosque y encontró una cabaña donde vivían
siete enanitos. Ellos la acogieron y le pidieron que se
quedara a vivir con ellos.
Mientras tanto, la reina descubrió que Blancanieves seguía
viva y decidió matarla ella misma. Disfrazada de anciana, le
ofreció a Blancanieves una manzana envenenada. Cuando la
princesa mordió la manzana, cayó en un profundo sueño.
Los enanitos, al encontrarla, la pusieron en un ataúd de
cristal. Con el tiempo, un príncipe que había oído hablar de
su belleza llegó y, al ver a Blancanieves, se enamoró de ella.
Al besarla, rompió el hechizo y la despertó.
Blancanieves y el príncipe se casaron, y la malvada reina, al
enterarse, fue derrotada. Así, Blancanieves vivió feliz junto a
su príncipe y los siete enanitos.
Pinocho
Había una vez un carpintero llamado Geppetto que talló una
marioneta de madera llamada Pinocho. Un día, un hada
mágica le dio vida, prometiéndole que se convertiría en un
niño de verdad si demostraba ser valiente y honesto.
Pinocho, curioso y travieso, se embarcó en muchas
aventuras. Sin embargo, a menudo se dejaba llevar por las
malas influencias. Conoció a personajes como el astuto
zorro y el gato, quienes lo engañaron, y a Lampwick, un niño
que lo llevó a un lugar donde podían jugar y divertirse sin
preocupaciones, pero que resultó ser un lugar terrible.
Cada vez que Pinocho decía una mentira, su nariz crecía, lo
que le enseñó la importancia de la honestidad. A lo largo de
sus peripecias, también se preocupó mucho por su padre
Geppetto, que había sido tragado por una ballena.
Finalmente, Pinocho logró rescatarlo y, al demostrar su
valentía y amor, el hada le concedió su deseo: se convirtió
en un niño de carne y hueso.
Pinocho aprendió valiosas lecciones sobre la
responsabilidad, la amistad y la verdad, y vivió feliz junto a
Geppetto.
La ratita presumida
Había una vez una ratita que vivía en una pequeña casa y
era muy coqueta y presumida. Un día, mientras barría su
casa, encontró una moneda de oro. Decidió comprar un lazo
hermoso para adornarse, ya que quería lucir bien.
Con su nuevo lazo, la ratita se sentía muy orgullosa y decidió
salir a pasear. En su camino, se encontró con varios animales
que la admiraban, como el gato, el perro y el pato, todos
intentando cortejarla. Pero la ratita, muy exigente, solo
quería a alguien que fuera guapo y elegante.
Finalmente, conoció a un ratón que era muy apuesto y se
sintió atraída por él. Sin embargo, cuando el ratón comenzó
a hablar, se dio cuenta de que no era tan encantador como
parecía. Desilusionada, decidió no seguir adelante con la
relación.
Al final, la ratita aprendió que lo más importante no es solo
la apariencia, sino también el carácter y la sinceridad.
Decidió no dejarse llevar por las apariencias y buscar a
alguien que realmente la valorara.