Riboratti y La Soja
Riboratti y La Soja
Riboratti y La Soja
Entre las décadas de 1970 y 2000, la soja se consolidó como el motor principal del
cambio en la región pampeana de Argentina. Este proceso estuvo impulsado por
innovaciones tecnológicas, el uso de biotecnología y modificaciones en la estructura
productiva del sector agrario, transformando profundamente la agricultura de la región.
La introducción de la soja:
El estímulo necesario: A pesar de que las condiciones ambientales de la pampa
húmeda eran ideales para el cultivo de soja y la tecnología estaba disponible, el
despegue real de la soja no ocurrió hasta la década de 1970. Previamente, se había
intentado fomentar su cultivo en el noroeste del país, sin éxito. En la pampa húmeda,
el cultivo encontró el incentivo necesario para desarrollarse y aprovechar su potencial,
especialmente en combinación con otras innovaciones agrícolas.
Posibilidad de doble cultivo: Una de las claves del éxito de la soja en la pampa fue
la posibilidad de implementar un sistema de doble cosecha. Hasta la década de 1970,
los productores solo podían obtener una cosecha al año debido a las limitaciones
climáticas. Sin embargo, con la introducción de nuevas variedades de trigo, cuya
cosecha se realizaba en diciembre, los agricultores podían sembrar soja en enero y
cosecharla en mayo, aumentando significativamente el uso del terreno y los beneficios
obtenidos. Este sistema permitió maximizar la rentabilidad por hectárea y transformó la
lógica productiva de la región.
Impacto en el suelo: El sistema de doble cultivo trajo consigo un incremento en la
productividad, pero también generó una presión considerable sobre el suelo. Sin la
aplicación de fertilizantes, el uso intensivo del terreno provocó problemas de
degradación, lo que obligó a los productores a replantear las prácticas de manejo de la
tierra. A pesar de esto, el sistema de doble cosecha se mantuvo en muchas áreas
debido a su rentabilidad, marcando el establecimiento definitivo de la soja como un
cultivo predominante en la pampa.
El auge de la soja en los 80 y 90:
Condiciones favorables: Durante la década de 1980, la soja comenzó a consolidarse
como el cultivo dominante en la pampa húmeda. Las tecnologías requeridas no eran
muy diferentes de las utilizadas en la producción de cereales tradicionales, y los
mercados internacionales ofrecían precios favorables. A esto se sumó el impulso de la
"nueva Revolución Verde", caracterizada por la introducción de la biotecnología, que
aceleró aún más el crecimiento del cultivo de soja.
Labranza cero o siembra directa: En los años 90, la adopción de la labranza cero o
la siembra directa (no remueve el suelo ni modificación del suelo) permitió que el
cultivo de soja se expandiera aún más. Este sistema evitaba la constante remoción
(removiendo) del suelo, lo que preservaba la humedad y la estructura biológica del
terreno, al tiempo que se reducía la erosión. No obstante, el éxito de esta técnica
dependía del uso masivo de agroquímicos para controlar plagas y malezas, generando
preocupaciones sobre los impactos ambientales a largo plazo. Aunque el sistema fue
considerado "sostenible", su dependencia de insumos externos lo hacía vulnerable.
Semillas transgénicas: La adopción masiva de semillas genéticamente modificadas,
como la soja RR (resistente al herbicida), marcó un punto de inflexión en la producción
agraria. Estas semillas permitieron a los productores reducir significativamente los
costos de producción, ya que eran resistentes a herbicidas más económicos y
efectivos. Argentina se destacó como líder mundial en la adopción de esta tecnología,
consolidando su posición en el mercado global de la soja.
Innovaciones en maquinaria y gestión:
Agricultura de precisión: Durante las décadas de 1990 y 2000, la introducción de
tractores equipados con GPS y computadoras permitió un manejo más eficiente y
preciso de las grandes explotaciones agrícolas. Estos avances en maquinaria
reflejaban una tendencia hacia una agricultura cada vez más tecnificada y capital
intensiva, donde la capacidad de gestión sofisticada se convertía en un factor clave de
competitividad.
Sistemas de riego: Aunque las condiciones climáticas de la pampa húmeda limitaban
la necesidad de riego, en algunos casos se implementaron sistemas de riego por
aspersión para aumentar la productividad. Sin embargo, estos sistemas tenían altos
costos y, en algunos casos, los productores carecían de un conocimiento adecuado
sobre sus efectos a largo plazo en el medio ambiente.
Problemas de almacenamiento y transporte:
Silos y bolsas de plástico: Uno de los principales desafíos históricos para los
productores de cereales en Argentina había sido la falta de capacidad de
almacenamiento, lo que obligaba a vender el grano rápidamente y a menudo en
condiciones desfavorables. A partir de los años 90, la introducción de bolsas plásticas
gigantes para ensilado permitió una mayor flexibilidad y capacidad para almacenar el
grano de manera económica, lo que mejoró la posición de negociación de los
productores frente a los mercados.
El sector campesino
Este apartado analiza la situación del campesinado y las poblaciones indígenas en
Argentina, sectores históricamente marginados que, a pesar de las crisis económicas
que han afectado al interior del país, han logrado sobrevivir gracias a su capacidad de
auto-sustentación.
Marginalización histórica
Exclusión histórica: Los sectores campesinos e indígenas han estado históricamente
excluidos del desarrollo económico del país, lo que los ha llevado a vivir en
condiciones de precariedad durante siglos. Sin embargo, esta marginación les ha
dotado de una notable capacidad de auto-sustentación, que les ha permitido sobrevivir
a las crisis que han afectado a otros sectores de la economía rural. La falta de
dependencia de los mercados formales y su conexión con el entorno natural han sido
factores clave en su resiliencia.
Supervivencia por auto-sustentación: Debido a su capacidad de autosuficiencia,
muchas de estas comunidades han logrado sortear las crisis que impactaron
profundamente a otros sectores rurales. Su modo de vida, basado en prácticas
agrícolas tradicionales y el uso de recursos locales, ha sido clave para mantener su
sustento en tiempos de adversidad.
Mejora relativa en la situación de los pueblos indígenas
Avances legales: A pesar de su histórica exclusión, las poblaciones indígenas han
experimentado algunas mejoras. La reforma constitucional de 1994 fue un hito clave,
ya que les otorgó derechos que fortalecieron su identidad y les brindaron herramientas
legales para luchar por la preservación de sus tierras y su cultura. Estos derechos han
sido fundamentales en su lucha por el reconocimiento y la protección de sus territorios
ancestrales.
Organizaciones de apoyo: El fortalecimiento de movimientos de apoyo, tanto
nacionales como internacionales, ha contribuido al empoderamiento de las
comunidades indígenas. ONG’s y otros actores de la sociedad civil han jugado un
papel importante en la organización de estos grupos y en su capacidad para reclamar
sus derechos ante las autoridades y en foros internacionales.
Respuesta gubernamental
Progreso lento y limitado: Aunque los gobiernos han comenzado a responder a las
demandas de las comunidades campesinas e indígenas, los avances han sido lentos
y, en muchos casos, insuficientes. Un ejemplo de progreso fue la expropiación de
tierras, como antiguas haciendas andinas, que fueron entregadas en propiedad
comunitaria a poblaciones locales. Sin embargo, estas acciones han sido aisladas y no
siempre han tenido el impacto esperado en la mejora de las condiciones de vida de
estas comunidades.
Conflictos no resueltos: A pesar de algunos avances, muchos conflictos por la
tenencia de tierras siguen sin resolverse. Un ejemplo emblemático es el caso del Lote
55 en la Provincia de Salta, donde persisten enfrentamientos por la ocupación de
tierras fiscales entre comunidades indígenas y poblaciones criollas. Estos conflictos
son agravados por la falta de intervención efectiva por parte de los gobiernos
provinciales y nacionales, y reflejan la complejidad de la situación territorial en
Argentina.
Recampesinización
Mecanización y desaparición del trabajo temporario: La modernización de ciertos
sectores agrícolas, como la producción azucarera y algodonera, ha reducido
drásticamente el trabajo asalariado temporario que complementaba la economía
campesina. Esta pérdida de empleo ha obligado a algunas comunidades a regresar a
prácticas tradicionales de auto-sustento, en un proceso conocido como
"recampesinización". Este fenómeno, que implica el regreso a formas de producción
más simples y autónomas, es una respuesta a la falta de alternativas laborales y a los
cambios en el modelo agrícola.
Futuro incierto: Aunque el proceso de recampesinización es todavía poco estudiado,
su desarrollo plantea preguntas sobre el futuro de estas comunidades en un contexto
de transformaciones económicas y sociales. Si bien esta vuelta a las prácticas
tradicionales puede ofrecer una solución temporal, es incierto si será sostenible a largo
plazo, o si se necesitarán nuevas políticas que integren a estos sectores en un modelo
de desarrollo más inclusivo.