Soldados de Plomo
Soldados de Plomo
Soldados de Plomo
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AGRADECIMIENTOS
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN 11
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Columna de artillería de
montaña del ejército de Cabrera. 8
Almirall (Barcelona),
1960-1980
E
sta exposición es un viaje por la historia de las miniaturas militares
en España, desde su origen en los siglos XVIII y XIX como juguetes,
hasta su actual condición de objetos de coleccionismo y modelismo
de autor. Todas las figuras de la muestra tienen por escenario común las
guerras carlistas del siglo XIX, cuyos protagonistas, batallas y hechos más
relevantes son representados en miniatura según la técnica y tendencias
estéticas de cada momento.
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Caballería carlista.
Castresana (Madrid), 1940
L
os popularmente conocidos como soldaditos de plomo, aquellos que
en su día fueron juguetes, fascinaron a infinidad de niños y sirvieron
como base para cuentos, en la actualidad forman parte de la cultura
popular de cada país. El vistoso colorido de sus uniformes y el detalle de los
mismos hacen que sean hoy en día auténticas joyas buscadas por coleccio-
nistas de todo el mundo.
Los soldaditos de estaño en un primer momento y de plomo posterior-
mente, nacieron en Alemania en el siglo XVIII como juguetes infantiles, de
manera que los niños reproducían con ellos formaciones, batallas y comba-
tes en el suelo de su habitación. Fue en Nüremberg (Baviera), a mediados de
ese siglo, donde el artesano Johann Gottfried Hilpert, protegido de Federi-
co II de Prusia, fabricó los primeros soldados de estaño con un formato pla-
no, fundidos en moldes de pizarra o piedra.
En 1838, el escritor danés Hans Christian Andersen publicó el cuento
infantil El intrépido soldadito de plomo, la historia de amor entre un sol-
dado cojo y una bailarina de papel que se encuentra en el imaginario de
los niños de todo el mundo. Esta narración popularizó el soldado de plomo
hasta hacerlo universal.
A partir de los primeros soldaditos planos, este juguete sufrió una evo-
lución formal a la par que se introducían nuevos materiales en su produc-
ción, pasando a lo largo del siglo XX de ser un entretenimiento para niños
a fabricarse como objeto de colección para adultos.
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EL INICIO DE LA PRODUCCIÓN
EN ESPAÑA. EL TALLER ORTELLI.
Todo parece indicar que los primeros solda- sino que también fundió escenas muy diver-
dos de plomo fabricados en España nacieron sas de la vida cotidiana y de carácter religio-
en Barcelona en 1828, de la mano de Carlo Or- so, que constituyen cuadros muy vivos y su-
telli y de su grabador Salvatore Bacciarini, ar- tilmente evocadores de la época. Mobiliario,
tesanos de origen italiano, establecidos en utensilios de cocina, flores, carrozas y otros
aquella época en la ciudad. Ortelli continuó carruajes como tartanas y calesas, barcos de
su producción casi hasta finales del siglo XIX. vela y de vapor, bailarines, pájaros, escenas de
Todas sus figuras eran planas y de una es- circo, corridas de toros y juegos de capilla fue-
cala de 54 milímetros, aproximadamente. El ron algunos de los elementos de la vida coti-
material empleado era una aleación de esta- diana reproducidos fielmente por Ortelli.
ño, plomo y antimonio, y para su fabricación Curiosamente y a pesar de la extensión
se utilizaban moldes de pizarra y de bronce del carlismo en la zona de Cataluña, ningu-
principalmente. La mayor parte de las figuras na figura de los ejércitos carlistas salió mode-
se pintaban, si bien las más baratas eran pin- lada del taller de Ortelli. Es necesario acudir
tadas sólo por una cara. al extranjero, al taller de Ernst Heinrichsen
Los soldados de Ortelli eran de muy cui- en Nüremberg, para encontrar una serie de
dada realización y reproducían, con expre- soldados carlistas en formato plano y en dis-
sión graciosa y cierta ingenuidad, uniformes tintas posiciones de combate. Estos soldados,
del ejército español de Fernando VII e Isabel fundidos muy poco después de la última gue-
II, así como mozos de escuadra barceloneses. rra carlista (1872-1876), constituyen una fuen-
Pero su producción no se limitó a los soldados, te inestimable para la iconografía militar.
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Guardias alabarderos de Isabel II.
Taller Ortelli (Barcelona),1865
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Lancero liberal. Taller Ortelli Formación de infantería en línea.
(Barcelona), 1835 Taller Ortelli (Barcelona), 1835
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LOS SODADOS
DE PAPEL.
Entre los antecedentes más inmediatos a los En un primer momento, la impresión era
soldados de plomo, cabe mencionar los recor- en blanco y negro, y con el tiempo se incorpo-
tables. A veces los niños debían conformarse ró el color. Inicialmente, las láminas eran xi-
con este tipo de soldados al alcance de todos lografías iluminadas bien a mano o median-
los bolsillos, impresos en papel o cartulina y te el sistema de trepa (plantilla troquelada).
que tenían que recortar en tiras. Por su sen- En la última década del siglo XIX, comenzó
cillez resultaban más asequibles económica- a utilizarse la litografía como técnica de im-
mente, aunque no por ello dejan de ofrecer presión.
un enorme interés. Los talleres de donde salieron estos re-
Al parecer, su origen no responde a moti- cortables en hilera eran barceloneses y se
vaciones infantiles, sino que se basaron en las conocían como fulls de rengles. Entre los im-
láminas militares que se dibujaban para re- presores más destacados cabe mencionar a
forzar la oratoria de los sargentos encargados Estevill, Simó, Piferrer y Bosch. La casa barce-
del reclutamiento. La lámina más antigua co- lonesa Abadal y Llorens y las madrileñas José
nocida en España fue impresa en Valencia en María Marès y Minuesa marcaron el paso a
1794, a partir de una plancha de cobre. la gran producción. La fama de todas estas
casas fue pronto eclipsada por la de Esteban
Paluzie, iniciada en 1870, y la de Hernando,
de Madrid, cuyos primeros recortables son
de principios del siglo XX.
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LOS PRIMEROS SOLDADOS
EN BULTO REDONDO.
A principios del siglo XX se empezaron a pro- Sin embargo, las primeras figuras en bul-
ducir las primeras figuras de soldados en bul- to y grupos de soldaditos que rememoraban
to redondo, destacando las fábricas instaladas las guerras carlistas no aparecieron hasta
en Barcelona. De esa época, hay que reseñar bien entrado el siglo XX, de la mano del ma-
los modelos de Baldomero Casanellas, que se drileño Pedro Palomeque. Este artesano ini-
comercializaban con el nombre de La Guerra, ció su producción en 1922 en Madrid, rom-
los de los hermanos Capell Coixet, quienes piendo de este modo el monopolio que hasta
hacia 1925 fabricaron algunos soldados carlis- entonces ostentaba Barcelona. Está conside-
tas, y los del grabador Eulogio González. rado el primer uniformólogo que aplicó sus
En los años treinta del siglo XX, el juguete conocimientos al soldado de plomo. Dedicó
fabricado en España vivió una época de bo- mucho tiempo a la investigación, que des-
nanza. Es el momento del auge del juguete de pués plasmaba en la confección de sus figu-
hojalata. Así, junto con motocicletas y coches, ras. En su catálogo se registran varias series
también se fabricaban soldaditos de este ma- referentes a dichas guerras: “Tropas carlistas,
terial. En muchas ocasiones se empleaban tercera guerra”, “Regimiento del Rey Carlos
unos moldes importados desde Francia o Ale- VII”, “Artillería carlista”, “Combate en Trevi-
mania, que consistían en dos placas unidas ño”, sin olvidar su célebre “Abrazo de Verga-
mediante grapas. Las principales fábricas va- ra”, que realizó en 1929.
lencianas del momento, como Payá Herma-
nos, incluían soldaditos en sus catálogos, así
como otros complementos.
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Soldados toys.
Mundiart (Valencia), 1985
2. DE JUGUETE A
OBJETO DE COLECCIÓN.
LA SEGUNDA MITAD
DEL SIGLO XX.
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Cazadores de caballería.
Sánquez (Madrid), 1945
L
a utilización del plomo en la fabricación de soldados motivó
que a mediados del siglo XX estos juguetes cayeran en desu-
so por la alta toxicidad del metal y de la pintura que los cu-
bría. Mientras el soldado de juguete tradicional desaparecía de los
escaparates, en la década de 1960 nacía la miniatura militar: un tipo
de figura heredera de aquel soldadito, pero dirigida a un público
adulto. A partir de ese momento, la miniatura buscaría un mayor
realismo en el detalle del uniforme, en la pose anatómica o en la
unidad a la que representa, consiguiendo resultados sorprendentes
en su decoración, detalle y ambientación. Es la época dorada de las
miniaturas dedicadas a las guerras carlistas.
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Vista general del segundo
ámbito de la exposición
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Reclutamiento carlista.
Fabricante desconocido
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LA INTRODUCCIÓN
DE NUEVOS MATERIALES.
En los años siguientes a la Guerra Civil los Una de las revoluciones más importantes
fabricantes y artesanos continuaron creando en el juguete vino de la mano del plástico. En
figuras o grupos de unidades históricas de 1950 Payá instaló una máquina de inyectado,
las guerras carlistas, además de reproducir pero la primera firma española que fabricó
con máxima fidelidad los tercios de requetés soldados de este material fue Reamsa, con
combatientes en la reciente contienda. series del ejército español. Ante el avance de
Entre los fabricantes de ese momento este material, el soldado de plomo perdió su
destacan José Gutiérrez “Compte”, Gutiérrez carácter de juguete para pasar a ser objeto de
Solana, Sánquez y Castresana, en Madrid; coleccionismo.
Vicente Mallol, en Valencia; Joaquín Pla Dal-
mau, en Girona; y Lucio Sáez, en Barcelona
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Detalle de la escena Abrazo de Vergara.
Almirall (Barcelona), 1975
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LOS MOLDES DE SILICONA
DE JOSÉ ALMIRALL.
Un nombre clave en la historia de la minia- una capa de un barniz denso que, al solidifi-
tura militar es José Almirall Fusté, a quien se car, proporcionaba la rigidez necesaria. Si el
debe la introducción del sistema de la fabri- resultado era de su agrado, sacaba el molde de
cación de moldes de silicona en España. Afin- silicona para las réplicas.
cado en Barcelona, a partir de 1961 Almirall En su catálogo destacaba una amplia
pasó de ser un mero aficionado a convertirse gama de figuras desde las guerras napoleó-
en un profesional del negocio, creando una nicas del siglo XIX hasta la Segunda Guerra
de las empresas de soldaditos más impor- Mundial. También fabricó una completa co-
tantes de España durante al menos un par de lección de soldados españoles a través de la
décadas. Historia, que abarcaba desde los tercios de
Su intención era fabricar unas miniatu- Flandes hasta los combatientes en la Guerra
ras de calidad aceptable sin llegar al precio- Civil, incluyendo una vasta serie de los reyes
sismo de las piezas únicas de elevado coste y de España. Asimismo, las tropas carlistas fue-
manteniendo la rigurosidad en el diseño de ron ampliamente reproducidas, destacando
los uniformes. su representación del Abrazo de Vergara con
En el proceso de trabajo, Almirall partía de soldados de 45 milímetros.
dos figuras desnudas, una masculina y otra Los primeros Almirall tenían una calidad
femenina, que vestía con lámina de plomo o muy notable y estaban decorados con gran
papel de estaño, u otros materiales como pa- detalle. Paulatinamente, su producción se
pel o cartulina. Una vez que conseguía darles fue masificando, en detrimento de la calidad
la forma deseada, endurecía el conjunto con final de las figuras.
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LA PROLIFERACIÓN
DE MARCAS COMERCIALES.
Los años setenta y ochenta fueron años de En el ámbito de la temática carlista hay
auge en la fabricación de soldados de colec- que mencionar también al bilbaíno Carlos
ción, y hasta finales del siglo XX se multipli- Santiago Guinea, apasionado coleccionis-
caron las marcas comerciales. En 1976, con ta de miniaturas que acabó iniciándose en
ocasión del centenario de la finalización de su fabricación, creando la marca Oquendo
la última guerra carlista, el prolífico artesano Miniaturas. Esta casa se mantuvo en fun-
madrileño Vicente Juliá “Chauve” empezó a cionamiento entre 1980 y 1987 y prestó una
comercializar desde su tienda en la calle Jor- atención especial a las figuras de carlistas y
ge Juan una completa y magnífica serie com- liberales, a los que dedicó una serie de cua-
puesta por cincuenta miniaturas dedicadas renta miniaturas.
a esa última contienda. La creación de esta
colección supuso una empresa larga y arries-
gada, dada la escasa información fidedigna
que se podía encontrar en España sobre la
uniformidad carlista. Para el modelado y de-
coración de estas excelentes figuras, Juliá se
valió de los estudios y dibujos que José María
Bueno había publicado, tras años de investi-
gación, en los boletines de la Agrupación de
Miniaturistas Militares de España.
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Jinete liberal. Oquendo
Miniaturas (Bilbao), 1980
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Soldados de infantería carlista de 1833-1840.
Mundiart (Valencia), 1985
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LOS FABRICANTES
DE FINALES DEL SIGLO XX.
Otras muchas marcas se dedicaron a la fabri- También es necesario mencionar la des-
cación de miniaturas militares en estas últi- aparecida tienda madrileña de Barreira Mi-
mas décadas del siglo XX. Todas elaboraron litaría, donde Rafael Montuenga comenzó a
amplios catálogos donde casi siempre tenían realizar su serie para la marca El Infante, y al
cabida las figuras de temática carlista. Cabe artesano José Gutiérrez Solana, quien repro-
destacar, en Valencia, Army House, Alymer dujo, entre otros, doce abanderados carlistas
con sus miniplombs, y Mundiart. Igualmen- transformando originales de Vicente Juliá.
te reseñables son los “cabezones” de Julio La-
bandera y su marca Escarapela, en Zaragoza;
Ramón Labayen y la firma Bretxa para Jugue-
tería Antón, en San Sebastián; y las firmas
madrileñas Escuadrón, Legio VII, Beneito
Miniaturas, El Viejo Dragón y Merlín Minia-
turas. Otra marca conocida es Ristre Minia-
turas, heredera de la revista de historia mi-
litar del mismo nombre, para la cual Miguel
de Rey realizó una extensa y original serie de
la primera guerra carlista.
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Banda de música carlista.
Mundiart (Valencia), 1985
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5
LOS DIORAMAS.
Se denominan dioramas o viñetas las escenas
compuestas por más de una figura. El mérito
de estos trabajos reside tanto en las propias
miniaturas como en la escenificación, pues
su objetivo es reproducir o recrear un hecho
histórico, situación o acción. Es la manifesta-
ción modelística más completa, ya que puede
combinar figuras con creación de terrenos,
vehículos, edificaciones y otros elementos.
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Diorama Cabrera
en la defensa de Morella.
C
ada vez son más los modelistas que realizan sus propias obras,
en un ejercicio que aúna escultura, maquetismo, investigación
histórica y pintura artística. Las cotas de realismo en muchas
de las miniaturas son verdaderamente sorprendentes. El resultado
es una pieza única, que tiene como destino bien la producción en
serie para su comercialización, o el enriquecimiento de colecciones
propias o ajenas.
La pintura de figuras ha avanzado al mismo ritmo que el pro-
pio miniaturismo militar, intentando superarse con cada obra en la
obtención del realismo más extremo, y aportando a su vez la conno-
tación artística precisa que convierta cada pieza en algo único y de
calidad. Cuestiones como el control de la propia pintura, la ilumi-
nación o la búsqueda de la expresividad mediante el color, son hoy
aspectos fundamentales en la decoración de una miniatura.
Algunos trabajos realizados en este campo se acercan y conec-
tan con ciertos aspectos del arte y consiguen crear una obra capaz
de transmitir un mensaje.
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JOSÉ CUSACHS, FUENTE
HISTÓRICA DE MINIATURISTAS.
Las fuentes de las que se sirven los fabri- A finales de 1886, Cusachs comenzó a per-
cantes de soldaditos para tratar con rigor filar los óleos y dibujos de su gran trabajo La
los uniformes que visten sus creaciones son vida militar en España, una obra pictórica
numerosas. En lo que se refiere a las guerras que recogía los múltiples y variados apuntes
carlistas, las más empleadas son los grabados que a lo largo de los años había reunido en el
del Álbum de las Tropas del Norte, los traba- ejército. Para la redacción del texto buscó la
jos sobre uniformidad militar de José María colaboración de su amigo el capitán Francis-
Bueno, las postales de Delfín Salas, y las ilus- co Barado. Fue publicada en 1888, y el resul-
traciones y pinturas de José Cusachs y Au- tado fue una edición de gran formato, con
gusto Ferrer-Dalmau. un total de 343 páginas y 264 óleos y dibujos.
José Cusachs y Cusachs nació en 1851 en La positiva valoración que recibió por parte
el seno de una familia perteneciente a la bur- de la crítica de su época marcó un antes y un
guesía catalana. Tuvo una brillante carrera después en el reconocimiento de Cusachs
militar en el ejército gubernamental, espe- como artista.
cialmente notable durante la última guerra
carlista, en la que alcanzó el grado de coman-
dante. Sin embargo, su pasión por la pintura
le condujo en 1882 a abandonar la milicia y
dedicarse a su verdadera vocación.
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Trincheras carlistas. José Cusachs, 1888
Museo del Carlismo, Estella-Lizarra
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1
Miniaturas inspiradas en obras
de José Cusachs
1: Tambor de Tortosa de 1839
2: Corneta de cazadores de 1874 2
3: Sargento de artillería de 1875
4: Trinchera carlista
5: General Dorregaray 1874
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Ilustraciones de José Cusachs
extraídas de La vida militar en España,
Barcelona, Orbis, 1900
Museo del Carlismo, Estella-Lizarra
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Salida en batería 1885 El asalto. Basada en
original de Augusto
Ferrer-Dalmau
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La madre. Basada en original
de Augusto Ferrer-Dalmau
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“Batalla de Luchana”. Figuras Perry Miniatures (Reino Unido)
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JUEGOS
DE GUERRA.
Paralelamente al coleccionismo de soldados
de plomo, y teniendo a estos como base, en
los años ochenta del siglo XX se desarrolla en
España la afición hacia los juegos de guerra
con figuras. Su procedencia hay que situarla
en los países anglosajones, donde se deno-
minan wargames, y su fin no es otro que las
reproducciones de batallas históricas en una
mesa o tablero. Para jugar es necesario un re-
glamento y fichas o pequeñas miniaturas de
plomo que representen a los ejércitos conten-
dientes, aportando estas últimas un mayor
realismo al juego.
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EL PROCESO
DE MODELADO.
La creación o modelado de una miniatura no Para la creación de una miniatura, el mo-
es muy diferente al trabajo de un escultor, delista parte de una exhaustiva investigación
ya que se tienen en cuenta las proporciones del sujeto a representar. A continuación, so-
anatómicas, las facciones, los gestos, las po- bre un esqueleto de alambre realiza un mi-
ses y las actitudes. Para su modelado se han nucioso trabajo de modelado, de manera que,
estandarizado distintas masillas, que por su una vez finalizada la figura, puede contem-
elasticidad, tiempo de fraguado y maleabili- plarse en ésta hasta el más mínimo detalle.
dad facilitan el trabajo del autor. Finalmente, tan importante como el mo-
Uno de los fines de un modelo original delado es la pintura de la pieza, con la que en
es su multiplicación en copias para la comer- muchas ocasiones se consigue tal gama de
cialización. A partir de la pieza primitiva se matices y tonalidades, que hacen de la minia-
crean moldes de silicona donde se vacían co- tura una auténtica obra de arte.
pias en metal, plástico o resinas, siguiendo
distintas técnicas.
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Distintos instrumentos
y materiales para
modelar y pintar
Oficial de
zuavos
carlistas:
Ilustración
de José
Cusachs;
modelado
en masilla;
figura
pintada.
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Lancero de la
Guardia Real.
Proceso actual
de modelado
de una
miniatura.
Fotografías
de Francisco
Javier Ruiz
60
“ÉRASE UNA VEZ. . .
Veinticinco soldaditos de plomo, todos her- Cada soldadito era un vivo retrato de los
manos, ya que los habían fundido de la mis- otros; sólo uno era un poco diferente a los de-
ma vieja cuchara. Armas al hombro y la mira- más. Tenía una sola pierna, porque había sido
da al frente, con sus bonitas guerreras rojas el último en ser fundido y no quedó plomo
y sus pantalones azules. Lo primero que oye- suficiente para terminarlo. Aun así, se mante-
ron en este mundo, cuando se levantó la tapa nía tan firme sobre su única pierna como los
de la caja en que venían, fue el grito: “¡Sol- otros sobre las dos. Y es de este soldadito pre-
daditos de plomo!”, que había dado un niño cisamente de quien trata esta historia.”
pequeño batiendo palmas, pues se los habían
regalado por su cumpleaños. Enseguida los
puso de pie sobre la mesa.