Supremacía de Dios en La Predicación Guia

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Supremacía de Dios en la predicación

Una pregunta importante que debemos hacernos todos los que aspiramos al
ejercicio de la predicación es ¿Quién está primero en el ejercicio de la
predicación? la respuesta es: El Señor.

Ahora, ¿Cuál es la meta de Dios en la predicación? la respuesta es: que Él sea


exaltado, no el predicador. Esta es una de la razón por la cuales nunca sabremos
cual será el alcance real de nuestro ministerio desde este lado de la eternidad.

Con esto en mente podemos ver la Trinidad en actuación en el ministerio de la


predicación:

● La meta es la Gloria de Dios (Padre)


● La cruz de Cristo (Hijo) es el tema base de nuestra predicación
● El poder de Dios (Espíritu Santo) es el medio por el cual la predicación llega
a ser efectiva

Veamos estos puntos con mayor profundidad a continuación:

La Meta de Dios en la predicación:

Como lo dijimos anteriormente, la meta de la predicación en la mente de Dios,


quien en últimas es el autor de la misma, es Su Gloria. Es fácil predicar
eficientemente y fallar miserablemente en el objetivo mismo del acto, al no tener
clara la meta podemos establecer nuevas metas que, aunque parezcan nobles no
son lo que Dios estableció, por ejemplo: los perdidos, el crecimiento de la iglesia,
ver un cambio en la sociedad, etc.
El predicador debe tener esto presente al momento de leer su texto por primera
vez, al estudiarlo, al bosquejarlo, al plasmarlo, antes de subir al púlpito, al
predicarlo, al orar para que sea efectivo y al ver algún fruto.

Dios en su palabra deja clara esta meta en Su Palabra (Is. 55.10-11; Rom 11:36)
El puritano Cotton Mather dijo una vez “En la tarea de un predicador cristiano, el
gran esquema e intención es restaurar el trono y dominio de Dios en las almas de
los hombres” La declaración de Mather, hecha hace 300 años no puede ser más
acertada. Cuando la Escritura se refiere a la predicación de la Palabra y su papel
vital en el plan de redención, el hecho de que Dios reina es fundamental. Veamos
2 textos que nos pueden ayudar:

● Leer Rom 10:14-15 comparado con Isaías 52.7


● Leer Mateo 28 16-20

En ambos casos el tema de que Dios reina es fundamental. Aun la misericordia


ofrecida en el mensaje del evangelio tiene como fin último la Gloria de Dios.
La sumisión de manera mecánica ante la autoridad del Rey, no es la meta del
predicador, pues esta sumisión no trae verdadera Gloria a Dios. Como en la época
del rey Josías, se puede tener una vida religiosa sin ningún tipo de afecto. Dios
desea una sumisión gozosa (Mateo 13:44) Por esta razón el predicador buscará
que el oyente se cuestione de las motivaciones detrás de sus acciones e insistirá
en el peligro de la frialdad espiritual.

El tema base de nuestra predicación

El gran dilema del predicador que entiende la Gloria de Dios, Su Justicia, Santidad
y Rectitud, es ¿cómo puede seguir exaltando a este gran Dios y proveer
esperanza para los oyentes al mismo tiempo? La manera en que el mundo natural
percibe el sufrimiento en relación con Dios es antropocéntrica, el hombre natural (y
aun no pocos creyentes) se preguntan cómo puede Dios permitir el sufrimiento y
dolor en sus criaturas, sin embargo, el predicador que ha navegado en las aguas
profundas de las Escrituras podrá preguntarse por qué Dios ha sido tan
misericordioso, no solamente con sus oyentes primarios, sino que con él mismo
principalmente.

Por esta causa, la cruz de Cristo brilla en toda la Escritura como el único motivo
por el cual Dios contiene Su ira santa, y se nos presenta como el único medio por
el cual Dios puede no solo contener su ira sino perdonar a los transgresores. La
cruz, como lo único a la cual aferrarse, deja de lado cualquier vanagloria humana y
deja al predicador desnudo ante su audiencia, imposibilitado de salvarse o
justificarse a sí mismo, sin motivo para gloriarse de su amor por Cristo o sus
buenas obras y lo arroja en medio de la muchedumbre que lo escuche como un
pecador más necesitado de la gracia de Dios, sediento de la misma agua que está
ofreciendo desde el pulpito, deseoso por sentarse en la mesa a la que llama a sus
oyentes.

● Un predicador que no tome en cuenta la cruz en su predicación, está


privando al pueblo de la única fuente de esperanza (Romanos 3.23-26)

● Un predicador que no toma en cuenta la cruz en su predicación está


animando al pueblo a confiar en su propia justicia. (Gálatas 3. 1-2)

La Cruz testifica del alto valor de la Gloria de Dios, no del hombre. El predicador
debe señalar a su audiencia que la magnitud de su pecado se mide en la magnitud
de la Gloria de Dios. Cuanto más grande es Dios, más grande es la afrenta contra
él. Sin la existencia de la cruz, no tendría ningún sentido predicar.
El poder de Dios: La obra del Espíritu Santo en la predicación

Es imposible que un hombre como nosotros pueda producir arrepentimiento en los


oyentes. Por tal razón el predicador debe depender 100% en el ministerio del
Espíritu Santo. Algunos pueden equivocarse y pensar que eso significa tener
ciertas “prácticas espirituales” algunos soplan el Espíritu Santo, otros imponen
manos, otros se arrodillan con la congregación y oran hasta que varios estén
llorando. ¡Otros incluso no predican y solo claman que el Señor traiga salvación!

Depender del poder del Espíritu Santo implica inicialmente, depender de la Biblia.
La presencia de la Biblia en la predicación debe ser suprema y permanente.
Algunos predicadores solo leen el texto una vez en el sermón y nunca más
vuelven a él durante el sermón. Depender del Espíritu Santo en la predicación es
vivir la realidad de 2 Tim 3.16 y 2 Pedro 1.21.

La predicación debe estar saturada de la Palabra de Dios, la gente debe poder ver
que lo que el predicador está diciendo es lo que la Biblia está diciendo. No basta
con trazar principios bíblicos afirmando que lo que decimos es lo que Dios dice, el
predicador debe mostrar que eso es lo que Dios dice, pues entiende que es la
Palabra escrita, la que es inspirada por Dios y, por lo tanto, es la que tiene el
poder para transformar las vidas de los oyentes.

Es necesario hacer paz con la realidad de nuestra incapacidad, y de esa manera,


hacer lo que esté a nuestro alcance para buscar la manifestación del poder de
Dios en nuestra predicación. El pastor Jhon Piper provee 5 consejos para aquellos
que desean glorificar a Dios con Su predicación, esto es algo que Piper hace justo
antes de predicar:

1. Admitir ante el Señor su total inutilidad sin Dios. (Juan 15.5)


2. Orar al Señor por ayuda. (Salmo 50.15)
3. Confiar. No de manera general, sino en alguna promesa especifica de
parte de Dios en Su Palabra.
4. Actuar. Confiando en que Dios cumplirá su Palabra
5. Agradecer. Al final de la predicación

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