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Título: Preservación de la prueba en casos de violencia de género digital. Aspectos


críticos y desafíos
Autores: Mainardi, Yael E. - Bernaola, Martín A.
Publicado en: RDF 114, 12
Cita: TR LALEY AR/DOC/568/2024

Sumario: I. Introducción.— II. Compromisos pendientes del Estado nacional.— III. Estadísticas
nacionales e internacionales.— IV. Principales desafíos.— V. Intervenciones propuestas.
Recomendaciones.— VI. Consideraciones finales.
(*)
I. Introducción
La sanción de la ley 27.736, también llamada Ley "Olimpia", promulgada el 23/10/2023, introdujo una
nueva modalidad de violencia en la ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales.
En efecto, el art. 4° de la Ley "Olimpia" dispuso la modificación del art. 6° de la citada ley 26.485,
incorporando en el inc. i) la violencia digital como una forma de violencia contra las mujeres, modalidad que
hasta ese momento no estaba regulada.
A lo largo de estos años, a través de las tecnologías de la información y la comunicación —en adelante, TIC
— se han expuesto a mujeres, niñas y diversidades a la proliferación de contenidos no consentidos, teniendo
efectos devastadores y llegando, en algunos casos, a consecuencias fatales, lo cual se corrobora con las
estadísticas que se mencionarán en párrafos siguientes.
El nombre de esta ley refiere a la activista mexicana Olimpia Coral Melo, quien, luego de que a los 18 años
fuera víctima de la difusión no consentida de material íntimo por parte de su pareja, ha impulsado reformas
destinadas a penalizar este tipo de conductas tanto en su país como en otras naciones de América Latina. Su
iniciativa ya fue aprobada por más de 20 estados mexicanos.
En primer lugar, resulta fundamental destacar que los delitos facilitados por los entornos digitales presentan
rasgos distintivos que requieren especial atención, tales como una mayor posibilidad para el anonimato, una
audiencia más amplia y una dificultad incrementada para escapar, derivada del alto impacto y la inmediatez de
las TIC, intensificando el poder lesivo. Es a partir del año 2000 que se introduce el término acoso cibernético,
ciberacoso o ciberbullying.
El reconocimiento de esta forma de violencia de género era una deuda pendiente del Estado por cuanto en
los últimos tiempos, el uso de las TIC intensificó la violencia machista, creando un nuevo medio que facilita la
discriminación y la desigualdad, utilizado para agredir a las mujeres tanto en su privacidad, intimidad, identidad,
libertad, dignidad, honor y reputación. Era imperativo abordar esta problemática y proporcionar a estos grupos
vulnerables nuevas herramientas legales de protección y canales de denuncia frente a las situaciones que
emergen en los entornos digitales.
Abordaremos en el presente artículo los vacíos legales existentes y los desafíos que presenta la
implementación de este avance legislativo por parte de los operadores jurídicos, en la creencia de que la omisión
de estos aspectos podría acarrear un retroceso en los derechos de las mujeres y obturar su real y efectivo acceso
a la justicia.
II. Compromisos pendientes del Estado nacional
Sin perjuicio de contar con la Ley Olimpia, a nivel nacional existe un proyecto de ley que propugna la
incorporación al Cód. Penal argentino de figuras que incluyan la violencia digital y con ella, la criminalización
de este tipo de conductas. Por esta vía se busca tutelar bienes jurídicos como la vida, la integridad física, sexual
y psicológica, el derecho a la privacidad, al honor, la intimidad, la imagen, la propiedad intelectual y el derecho
a vivir una vida libre de violencia.

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Este proyecto de ley (1) fue denominado "Belén", en referencia a Belén San Román, una mujer madre de
dos niñas que murió sin una legislación que la cobijara. En 2020 se quitó la vida como consecuencia de la
difusión y viralización de contenido íntimo no consentido y la extorsión, hostigamiento y las amenazas sufridas
por quien fuera su exnovio.
Según investigaciones realizadas, el 90% de quienes sufren la divulgación no consensuada de contenido
íntimo en los entornos virtuales son mujeres (REVM-ONU, 2018).
Asimismo, de acuerdo con los estudios de la Comisión Interamericana de Mujeres sobre la violencia contra
las mujeres durante las medidas implementadas para reducir la propagación del COVID-19 (2020), la rápida
digitalización adoptada en respuesta a la pandemia ha confirmado que a medida que más mujeres y niñas
participan en entornos digitales, la ciberviolencia de género se incrementa. Esto subraya que las desigualdades
estructurales de género que caracterizan a todas las sociedades también encuentran su reproducción en el
ciberespacio.
En el año 2021, el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH-UNESCO)
elaboró un informe exhaustivo sobre la incidencia del ciberacoso en toda la región, enfocado en las niñeces y
adolescencias. Según los resultados de dicho estudio, Argentina se posiciona como el segundo país más afectado
en América Latina, ubicándose detrás de México. Se destacó que, en ese período, se han presentado
aproximadamente 6000 denuncias por ciberacoso, dando lugar a un promedio de 25 causas judiciales diarias en
todo el territorio nacional. Desde el año 2012, la cifra asciende a casi 30.000 casos denunciados.
Recientemente, UNICEF elaboró una Guía de Sensibilización sobre Convivencia Digital que provee
herramientas para promover el ejercicio de una ciudadanía digital activa de los y las adolescentes. Asimismo, ha
lanzado junto con Telefé una campaña de concientización "#ElSilencioSeSienteHate" que intenta "frenar los
discursos de odio que circulan en el mundo offline y online y empoderar a las y los testigos de hateo para que se
involucren, conozcan los impactos que tienen estas situaciones en la salud mental y cuenten con herramientas
para intervenir y generar conciencia sobre el tema entre sus pares" (2). Ello nace a raíz de las estadísticas (3) que
indican que son cada vez más las y los adolescentes expuestos a situaciones de discriminación o maltrato,
cyberbullying, situaciones de violencia y/o pornografía en Internet.
Como se intenta visibilizar, las mujeres son las principales afectadas por esta nueva forma de violencia
machista, experimentando perjuicios de manera desproporcionada.
En la actualidad se identifican distintas prácticas de discriminación y violencia hacia la mujer que ocurren en
estos espacios digitales. Algunas son: ciberacoso, ciberhostigamiento, trolling, doxing (4) o swatting,
gendertrolling (5), sextorsion, slutshaming (6), cyberflashing (7), suplantación o robo de identidad, sealioning
(8), grooming (9), entre otras.
En el Cód. Penal de la Nación solo se encuentran tipificados como delitos, los relacionados con la
pornografía infantil (art. 128), el grooming (art. 131), el acceso sin autorización a un sistema o dato informático
de acceso restringido (art. 153 bis), el daño informático (art. 183) y su figura agravada (art. 184).
En el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires contamos con los arts. 63, 64, 74, 75, 76 y 77 contenidos en el
Capítulo III) titulado "Niños, niñas y adolescentes" y el V) de "Identidad digital de las personas" del Cód.
Contravencional. En este se incorporan como contravenciones a algunas formas específicas de violencia de
género digital, entre las que se encuentran el suministro de material pornográfico a menores de edad a través de
medios informáticos, la difusión no consentida de contenido íntimo, hostigamiento digital, el grooming y la
suplantación digital de la identidad.
Hoy en día, solo la Ciudad de Buenos Aires cuenta con reglamentación específica respecto a estas conductas
disvaliosas.
Por los datos mencionados, el deficiente andamiaje jurídico y la realidad imperante, se impone no solo
seguir legislando en la materia, sino crear acciones concretas y articuladas entre los distintos poderes en pos de
poner fin a esta modalidad de violencia que destruye a las mujeres, niñas y diversidades, así como también a sus

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familias, contextos y redes, algunas veces, con consecuencias fatales.


Es por ello que el presente artículo busca visibilizar el problema de la falta de articulación entre los poderes
del Estado y las consecuencias negativas que esto tiene para las mujeres que acceden a la justicia civil en busca
de medidas de resguardo y/o de reparación del daño causado y a la justicia penal y/o contravencional con el fin
de lograr el reproche que merece aquella actitud disvaliosa.
III. Estadísticas nacionales e internacionales
El informe de "Ciberviolencia y ciberacoso contra las mujeres y niñas" elaborado en el marco de la
Convención Belém do Pará (10) destaca que la Comisión de Banda Ancha de las Naciones Unidas fue pionera al
señalar —en 2015— que la violencia de género contra mujeres y niñas había alcanzado proporciones
pandémicas en el ámbito digital. Este informe identificó que el 73% de las mujeres había experimentado algún
tipo de violencia en línea, y reveló que el 61% de los acosadores virtuales se habían identificado como hombres.
Por su parte, la REVM-ONU (11) refirió que el 90% de las afectadas por la difusión no consensuada de
imágenes íntimas son mujeres, y que, a la vez, tienen un 50% más de probabilidad que los hombres de ser
víctimas de suplantación y robo de identidad en línea.
En el ámbito local, frente a la aparición y los mecanismos de utilización de las TIC se deben atender los
problemas que ello genera para quienes suelen ser víctimas de ciberacoso y hechos de violencia en entornos
digitales, que resultan ser, como vemos, en su mayoría mujeres y diversidades.
El informe elaborado por Amnistía Internacional sobre violencia online contra las mujeres durante el debate
por la legalización de la interrupción legal del embarazo en Argentina (12) reveló que un 26% de las mujeres y
diversidades víctimas de violencia o abuso en las redes sociales recibió amenazas directas y/o indirectas de
violencia psicológica o sexual. Asimismo, dicho informe expresó que casi una de tres sufrió violencia en las
redes sociales, y que el impacto de esto afectaba otras áreas de la vida de su vida. Por ejemplo, se encontró que
el 39% de las mujeres víctimas expresaron sentir que su seguridad física estaba en peligro.
Si bien no tenemos números oficiales de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación que revelen datos acerca de esta modalidad de violencia, actores de la sociedad civil como ELA —
Equipo Latinoamericano de Justicia y Género— junto con NODOS sí han recopilado datos que permiten la
visibilización del conflicto que atraviesa esta población vulnerable.
En el año 2019, publicaron un informe que presentaba los resultados de una encuesta sobre las vivencias de
discriminación, acoso y violencia sufridas por mujeres e identidades feminizadas mayores de 18 años. Los
resultados revelaron que un 41% de las mujeres y un 38% de las personas LGTBIQ+ habían experimentado
situaciones de ciberacoso y ciberhostigamiento. Asimismo, en el estudio titulado "Violencia pública contra las
mujeres en Argentina: experiencias en primera persona" del año 2018, ELA documentó que el 62% de las
mujeres encuestadas había sido víctima de agresiones en internet (13).
Estos datos demuestran que se debe exigir a todos los Poderes del Estado, nuevos, efectivos y eficaces
mecanismos de reparación que puedan dar una respuesta rápida, ágil y adecuada a las víctimas, así como
también una inmediata toma de evidencias digitales con el fin de posibilitar el acceso a la justicia en condiciones
de igualdad.
IV. Principales desafíos
Como se planteará en los párrafos siguientes, consideramos que, si los avances obtenidos con la sanción de
la Ley Olimpia no son acompañados a nivel legislativo, ejecutivo y judicial con medidas y recursos adecuados
para una correcta implementación e intervención, se corre el riesgo de que tales políticas públicas terminen
generando un retroceso respecto a derechos ya consagrados en favor de la mujer.
En tal sentido, la preservación de la prueba como evidencia digital se constituye en el eje basal para lograr
un adecuado y eficaz acceso a la justicia de quien resulta víctima de esta modalidad de violencia, permitiendo
que pueda formular una denuncia penal y/o contravencional con el fin de obtener una respuesta punitiva, una
denuncia civil a fin de contar con medidas de resguardo y/o plantear una acción de resarcimiento por los daños y
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perjuicios sufridos.
Vale recordar que actualmente los hechos que denuncia una mujer víctima de violencia de género digital
pueden dar lugar a la intervención de dos fueros: el civil y el penal. Ambos deben atender con la debida
diligencia reforzada que se exige en estos casos.
El fuero punitivo iniciará (14) una investigación con el fin de determinar si quien fue denunciado merece el
reproche penal como autor de la conducta tipificada en el Cód. Contravencional de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y/o Cód. Penal de la Nación.
Por su parte, el fuero civil al amparo del art. 26 de la ley 26.485, ordenará todo tipo de medidas de
protección relativas a la conflictiva denunciada.
Del análisis de la casuística surge, por ejemplo, que habitualmente se dictan resoluciones por las cuales se
dispone la eliminación de contenido intimo que fuera publicado por el agresor, conversaciones, imágenes,
audios, videos.
También se ordena —entre otras— la eliminación de cuentas en distintas plataformas, de contenidos de la
nube, de material existente en dispositivos móviles, computadoras y/o todo intercambio producido con el
victimario, decretando, además, los apercibimientos pertinentes para su efectivo cumplimiento.
Pero, no obstante estas medidas que aparecen como ejemplares, consideramos —tal como alertamos al
principio de este apartado— que pueden generar eventuales retrocesos.
Ello así pues entendemos que este tipo de resoluciones, si bien se ajustan a derecho, podrían producir un —
no deseado— beneficio para los agresores.
En efecto, el victimario puede verse "amparado" por las medidas judiciales que se mencionan, que si bien
fueron dictadas en su contra y como protección a favor de la víctima, posibilitarían que el agresor se deshiciera
de lo que resulta prueba fundamental para futuros procesos penales y/o civiles patrimoniales.
Así entonces, nos encontraríamos frente a medidas de la justicia civil acordes para el resguardo de la
víctima, pero que en definitiva obturarían la posibilidad de la mujer de instar la acción penal para obtener una
respuesta punitiva y/o eventualmente una reparación del daño ocasionado.
En ese orden, previo a la sanción de la Ley Olimpia se sugería a la damnificada llevar a cabo determinadas
acciones respecto a este tipo de hechos de violencia sucedidos en entornos digitales, como ser la toma de
capturas de pantalla para almacenar la información en algún otro dispositivo que brindara mayor seguridad; no
denunciar/reportar el perfil del victimario en las redes sociales, ya que al bloquear al usuario se podría perder
información necesaria para una eventual investigación; no hacerse pasar por otra persona; entre otras (15).
En ese contexto surgieron precedentes judiciales desfavorables. Por citar algunos casos, respecto a las
capturas de pantalla —conocidas como screenshot— presentadas por la víctima como prueba del delito
denunciado, peritos informáticos han argumentado que estas no cumplen con los protocolos adecuados tanto
para la recolección de pruebas como para la preservación, conservación y reproducción de la información
contenida en una evidencia digital. En consecuencia, el Tribunal llegó a la conclusión de que la prueba
presentada por la víctima no podía ser considerada (16).
A esto se le suma que resulta habitual que la defensa de los imputados incorpore planteos dirigidos a objetar
el valor probatorio de los screenshots por no asegurarse la preservación de la cadena de custodia y por ende la
inmutabilidad de la evidencia digital, afectando —según ellos— la garantía constitucional de defensa en juicio
del denunciado.
También respecto a las capturas de pantalla, la Suprema Corte de Justicia de Mendoza (17) en una demanda
laboral por despido, desestimó los screenshots acompañados por la actora por no resultar una prueba confiable
sin la certificación o pericia técnica que los avalara.
En este sentido, cabe hacer referencia a la reconocida y en extremo difundida aplicación de servicio de
mensajería gratuita WhatsApp, que cuenta con un comando por el cual se pueden eliminar los mensajes y/o el

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contenido que se envía. Dicha herramienta —al no poder hacer valer el screenshot— colocaría a la víctima en
una situación desventajosa ya que perdería la posibilidad de contar con evidencia digital que acredite sus dichos,
pues muchas veces el agresor envía el mensaje y/o contenido y una vez que verifica su lectura, lo borra,
perpetrando el acto violento ya que la simple lectura del mensaje amedrenta, sojuzga y coacciona a la víctima.
Es evidente por lo dicho hasta aquí que la preservación de la prueba digital constituye una necesidad
impostergable a fin de garantizar el acceso a la justicia de las personas víctimas de violencia de género digital.
En la actualidad, debido a la falta de recursos adecuados, los tiempos de las dependencias judiciales encargadas
de receptar la prueba y peritarla puede producir que se pierda evidencia digital que acredite el delito denunciado,
por ejemplo: amenazas, hostigamiento, extorsión, entre otros.
En el año 2020 el Ministerio Público Fiscal de la Nación presentó su Guía de Buenas Prácticas para receptar
la prueba digital, por la cual, debido a la "volatilidad de la evidencia digital, recomienda siempre solicitar la
preservación de los datos en cuanto se advierta que podrán ser de interés para la investigación. De acuerdo con
nuestra experiencia, algunos datos pueden dejar de estar disponibles en cuestión de minutos, he allí la
importancia de realizar la preservación lo más pronto posible" (18).
En el sitio web del Ministerio Público mencionado, se encuentran disponibles un protocolo y tres guías de
buenas prácticas relacionadas con la evidencia digital. Sin embargo, ninguno de ellos aborda específicamente la
cuestión de la violencia de género en entornos digitales, y aún no brinda información respecto a dependencias
especializadas para obtener, recolectar, manejar y custodiar evidencia digital en tales contextos (19).
Si bien el art. 9° de la Ley Olimpia incorporó como derechos y garantías mínimas del procedimiento el
"resguardo diligente y expeditivo de la evidencia en soportes digitales por cuerpos de investigación
especializados u organismos públicos correspondientes", dicha norma no resulta operativa debido a la falta de
dependencias especializadas en la recepción, custodia y preservación de la prueba que funcionen de manera
permanente.
Por estas razones, entendemos que debe agilizarse la recepción de la evidencia digital y se deben adoptar
nuevos mecanismos de recopilación, conservación y custodia de la prueba que le permitan a la víctima, ser
tenida en cuenta en la investigación de la búsqueda de la verdad y del reproche penal que merece quien comete
el delito.
A esto se suma que las medidas que se ordenen en sede civil deberán dictarse en consonancia con las que se
dispongan en sede penal, a los fines de propender al acceso a la justicia en ambos fueros.
Esta necesaria articulación se fundamenta en que —como esbozamos en párrafos anteriores—, si una de las
medidas dispuestas en sede civil radica, por ejemplo, en que el agresor elimine todo contenido íntimo no
consentido, imágenes, conversaciones, etc., y aún la justicia penal no realizó la toma de toda la evidencia digital
que crea pertinente para llevar adelante la investigación, la víctima no podrá lograr un acceso a la justicia
completo en todos los fueros ante los cuales podría recurrir.
Los siguientes casos ilustran lo dicho y advierten sobre los riesgos que avizoramos.
En el mes de octubre de 2020, en contexto de pandemia, el Juzgado Nacional en lo Civil N° 38 dispuso una
medida de protección frente a los derechos personalísimos afectados de una mujer a la que el agresor grabó
manteniendo relaciones sexuales sin su consentimiento. Fundó su resolución en hechos que constituyen
violencia simbólica y mediática, previstos en los arts. 5° inc. 5) y 6 inc. f) de la ley 26.485 y sin un marco
normativo expreso, menciona "una nueva forma de violencia contra las mujeres relacionada con el alcance cada
vez más amplio de internet, la rápida propagación de la información móvil, el uso generalizado de las redes
sociales" (20), reconociendo así la violencia de género digital. En este sentido, ordenó entre otras medidas, hacer
entrega del video que habría sido tomado sin consentimiento y acreditar su total y absoluta destrucción incluso
en la nube, sin que haya quedado almacenado en ningún tipo de sistema o soporte en el plazo de 48 horas de
notificado. Asimismo, a los fines de acreditar la absoluta destrucción de dicho contenido, se le ordenó que sea
mediante la intervención de un escribano o similar. Esto, bajo apercibimiento de aplicar una multa pecuniaria en
caso de incumplimiento.
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Por otro lado, la Sala M de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil en el caso "Q. C., E. S. c. T., B. s/
denuncia por violencia familiar", con fecha 15/07/2022, revocó la sentencia de primera instancia que había
resuelto que la parte actora ocurra por la vía y forma que corresponda a los fines que el denunciado borre videos
íntimos de su dispositivo móvil. Argumentan su decisión en el derecho a una vida libre de violencias, la
violencia de género digital —no regulada hasta ese entonces—, el derecho a la privacidad, a la intimidad, al
honor por reputación, y a la dignidad, derechos personalísimos de jerarquía constitucional. Bajo este análisis, la
Sala M ordena al denunciado que "elimine de todos sus dispositivos los videos que contenga material íntimo de
E. S. Q. C., incluso en la nube, sin que quede almacenado en ningún tipo de sistema o soporte, en el plazo de 48
horas de notificado, bajo apercibimiento de aplicar una multa de $1.000.000 en caso de incumplimiento".
En el mismo sentido, resolvió el Juzgado de Familia N° 5 de La Matanza, en el caso "V., M. A. c. D., M. M.
s/ protección contra la violencia familiar (ley 12.569)", ordenando al denunciado —entre otras medidas— que
proceda a eliminar de todos sus dispositivos los videos que contenga material íntimo de V., M. A., incluso en la
nube, sin que quede almacenado en ningún tipo de sistema o soporte, como así también de toda red social, en el
plazo de 48 horas de notificado, bajo apercibimiento de aplicar una multa de $50.000 en caso de incumplimiento
(21).
Como se advierte, estas medidas que —a priori— resultan ejemplificadoras y ajustadas no solo a los hechos
denunciados por la mujer víctima de violencia sino al derecho que la ampara, pueden imposibilitar la acción
penal —al ordenarse la eliminación de toda la prueba— y que el agresor quede impune, no obteniendo ningún
reproche por parte de la justicia penal. Ello, por cuanto la característica principal de la evidencia digital —como
mencionamos más arriba— es su volatilidad, pudiendo ser susceptible de ser alterada, dañada o destruida.
Por estas razones nos interrogamos en relación con tales medidas: ¿son ajustadas a derecho, o resultan
adecuadas en "apariencia" pero en definitiva coartan el acceso a la justicia a la mujer víctima?
Consideramos sin dudas que el reconocimiento de la violencia de género en entornos digitales era una deuda
del Estado, pero también lo es, la articulación y la interrelación que debe existir necesariamente entre los
distintos operadores judiciales en pos de que ese reconocimiento de derechos no se vuelva una ficción.
En vista de lo expuesto, afirmamos que es esencial implementar medidas de protección adecuadas a la
conflictiva denunciada. Estas deben ser operativas, eficaces y eficientes para desalentar su repetición, poner fin
al daño ocasionado y, sobre todo, atender y gestionar de manera inmediata la recepción de toda la evidencia
digital posible, así como su conservación, resguardo y custodia. Ello permitirá que la evidencia pueda ser tenida
en cuenta en la investigación que se inicie en la búsqueda de una respuesta punitiva y/o ser utilizada para el
inicio de las acciones de reparación económica en el ámbito civil.
Esto exige una adecuada articulación interinstitucional entre los fueros involucrados para evitar, por
ejemplo, que se disponga la eliminación de la evidencia antes de corroborar su recepción y/o preservación por la
justicia penal.
Resulta necesario también la creación de dependencias especializadas en la materia que trabajen las 24 hs
del día, los 365 días del año y que tengan entre sus funciones la de recibir la evidencia digital, conservarla y
ejercer su custodia durante todo el tiempo que dure el proceso.
Una vez asegurada la prueba y anoticiados ambos fueros de manera inmediata, el juzgado civil recién
debería resolver teniendo en cuenta la batería de medidas del art. 26 de la ley 26.485.
Además, surge imprescindible la formación y capacitación de todos los agentes del estado respecto a esta
nueva modalidad de violencia (22).
Es relevante retomar lo estipulado por el Comité de la CEDAW en la Recomendación General Nro. 33 en
relación al acceso de las mujeres a la justicia en cuanto a que "[l]a buena calidad de los sistemas de justicia
requiere que todos los componentes del sistema se ajusten a las normas internacionales de competencia,
eficiencia, independencia e imparcialidad y provean, de manera oportuna, recursos apropiados y efectivos que se
ejecuten y den lugar a una resolución sostenible de la controversia que tengan en cuenta las cuestiones de género

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para todas las mujeres. Requiere también que los sistemas de justicia se enmarquen en un contexto, sean
dinámicos, de participación, abiertos a las medidas innovadoras prácticas, sensibles a las cuestiones de género y
tengan en cuenta las crecientes demandas de justicia que plantean las mujeres (...)", párr. 14 d) (23).
V. Intervenciones propuestas. Recomendaciones
A la luz de los inconvenientes reseñados, creemos que resulta imperioso agilizar los procedimientos ante
casos de violencia digital, atendiendo a la rápida obtención, preservación y conservación de la prueba.
La intervención que requieren estos casos obliga a que sea articulada entre los fueros civil y penal, a los
fines de que estos obren con la debida diligencia reforzada, con el objeto de poner fin a la violencia desplegada
en los entornos digitales y, además, que las medidas que se adopten no obturen el acceso a la justicia sino lo
fortalezcan y garanticen.
Esto implica la participación activa por parte de todos los operadores jurídicos y actores institucionales.
De este modo, la víctima de este tipo de violencia puede obtener la preservación de la prueba digital en el
marco de la denuncia penal y como consecuencia de ella. También podrá obtenerla a raíz de la denuncia que
realice en sede civil para el dictado de medidas de protección.
Pero en caso de que opte por la acción civil resarcitoria sin haber instado previamente alguna de las dos
denuncias, deberá obtener la prueba en forma anticipada. Para ello, consideramos pertinente la vía cautelar del
art. 232 del Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación antes que el procedimiento establecido en el art. 326 y ccds. de
dicho Código. Esto debido a que la prueba anticipada requiere la citación de la contraria, extremo que podría
hacer fracasar el fin pretendido.
En virtud de lo sostenido y con el único fin de preservación la evidencia digital, se deberá apartar del
principio de bilateralidad previsto en aquel procedimiento, para una vez obtenidas las pruebas, exhibir su valor
probatorio en el proceso principal al que se apunta.
Por otro lado, resaltamos la necesidad de brindar capacitación respecto de esta nueva forma de ejercer la
violencia machista para todos los Poderes del Estado. El objetivo es formar a sus agentes y colaboradores para
promover intervenciones adecuadas que no reproduzcan ni perpetúen prácticas desiguales. Además, se busca
concientizar y visibilizar las formas en que se ejerce la violencia de género digital, así como identificar las
medidas más diligentes y eficaces que garanticen el real y efectivo acceso a justicia para esta población
vulnerable.
En noviembre de 2023, el Ministerio Público de la Defensa elaboró una Guía en esta temática (24), en cuyo
capítulo III, se hallan los medios de contacto de las principales empresas de plataformas digitales, redes sociales
y sitios web, a los fines de efectuar las solicitudes a las que se refiere el art. 26, a.9) de la ley 26.485.
Asimismo, en cumplimiento con los principios estipulados en la ley 26.485 y conforme art. 5° Ley Olimpia,
consideramos que a los fines de recabar datos oficiales que puedan dar a conocer el impacto de las TIC en
mujeres, niñas y diversidades, la Oficina de Violencia Doméstica de la CSJN que —entre otras funciones—
recepta las denuncias por violencia de género, debería incorporar una categoría específica. Esto permitirá contar
con números reales de afectación en estos entornos y con ello, la posibilidad de crear políticas públicas acordes
a las necesidades imperiosas de esta población, teniendo en miras la prevención y erradicación de las diversas
modalidades de violencia contra las mujeres.
VI. Consideraciones finales
Como se intentó exponer en este trabajo, consideramos, por un lado, que la preservación de la evidencia
digital es trascendental para garantizar el acceso a la justicia de las mujeres y diversidades víctimas de violencia
de género en entornos digitales. Por el otro, resultó pertinente visibilizar la conflictiva que atraviesan las
víctimas al momento de recurrir a la justicia penal en la búsqueda de una respuesta punitiva contra las acciones
disvaliosas perpetradas por el agresor. Es por esto que se plantea la necesidad de pensar herramientas con el
objetivo de que no se encuentren con barreras por una mala praxis judicial.

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Por el contexto en donde se genera este tipo de violencia, su rápida proliferación y difusión, se producen
consecuencias devastadoras y desproporcionadas, afectando derechos personalísimos que deben ser atendidos
con la debida diligencia reforzada para prevenir, investigar, sancionar y erradicar la violencia de género que se
produce en los entornos digitales.
Recordemos que, por los compromisos internacionales asumidos, el Estado Argentino tiene que velar por
hacer efectivos los derechos de la mujer a la no discriminación y al disfrute de la igualdad de derecho y de
hecho (25), el derecho de acceso efectivo a la justicia, a igual protección ante la ley, el acceso a recursos
efectivos y oportunos y la aplicación de todas las medidas necesarias para eliminar y combatir la violencia por
razón de género contra la mujer también en los entornos digitales (26).
Además, desde el Sistema de Administración de Justicia se tiene la obligación de evitar el fomento de la
impunidad y la revictimización que históricamente han padecido y padecen las mujeres que sufren la violencia
machista.
Por último, entendemos que resulta imperioso legislar y reglamentar sin mayores dilaciones los distintos
tipos de ciberdelitos que suceden en estos entornos digitales en pos de brindar los mecanismos, recursos y vías
de acción oportunas para su persecución.
(A) Abogada y abogado, UBA. Secretaria y secretario letrado de la Defensoría General de la Nación con
funciones en una Defensoría Pública Oficial con competencia en lo Civil, Comercial y del Trabajo ante la
Justicia Nacional de la Ciudad de Buenos Aires.
(1) Expediente Diputados 2757-D-2022, trámite Parlamentario Nro. 69.
(2) Disponible en https://www.unicef.org/argentina se-siente-hate?utm_term=violencia
%20digital&utm_campaign=2023+%7C+
%23ElSilencioSeSienteHate&utm_source=adwords&utm_medium=ppc&hsa_acc=
9169331521&hsa_cam=20403586492&hsa_grp=
149533963417&hsa_ad=666903643377&hsa_src=g&hsa_tgt=kwd-326250770796&hsa_kw=violencia
%20digital&hsa_mt=b&hsa_net=adwords&hsa_ver=3&gad_source=1&gclid=Cj0KCQiAwbitBhDIARIsABfF
YIL8w0ECFDEGhvFtUeP2jB8_kDcMHFkForezhan-n8EPnGAu2NlVx7MaAprkEALw_wcB.
(3) Disponible en https://argentina.ureport.in/opinion/2267/.
(4) Doxing implica la publicación de información personal, videos o imágenes íntimos o de información falsa
para dañar la reputación de la víctima, de sus hijos/as o personas cercanas.
(5) El troleo de género involucra la publicación de contenido extremadamente ofensivo y hashtags en redes
sociales para provocar efectos en la opinión pública e incitar a la violencia contra las mujeres.
(6) Es un término utilizado para tildar de fácil o promiscua (y otros adjetivos relacionados) a una mujer cuya
vestimenta y/o comportamientos no se alinean con lo que la sociedad tradicional espera.
(7) Envío de materiales sexualmente explícitos no solicitados, incluyendo elaboración y envío de videos de
hombres masturbándose o eyaculando con fotografías de la víctima, o de fotografías de penes. Disponible en
https://www.oas.org/es/mesecvi/docs/MESECVI-Ciberviolencia-ES.pdf.
(8) Consiste en el acoso de una persona con solicitudes persistentes de evidencia, preguntas y/o invitaciones
incesantes de involucrarse en un debate en línea con un pretendido sentido de sinceridad y civilidad, a fin de
provocar una respuesta agresiva que pueda ser utilizada para contraatacar.
(9) Es la acción deliberada de un adulto de contactar a una persona menor de edad, a través de medios
electrónicos o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, con el objeto de ganar su confianza, atacar su
integridad sexual o con fines de explotación sexual (incluyendo la obtención, almacenamiento o difusión de
pornografía infantil). El grooming puede hacerse a través de redes sociales, chats de mensajería instantánea o
juegos en línea.
(10) Disponible en: https://lac.unwomen.org/sites/default/files/2022-11/MUESTRA%20Informe%20Violencia
%20en%20linea%202.1%20%282%29_Aprobado%20%28Abril%202022%29_0.pdf.
(11) REVM-ONU, "Informe acerca de la violencia en línea contra las mujeres", 2018; EIGE, "La ciberviolencia
contra mujeres y niñas". Disponible en: https://www.apc.org/sites/default/files/gisw13_chapters.pdf.

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Documento

(12) Amnistía Internacional, "Corazones verdes. Violencia online contra las mujeres durante el debate por la
legalización de la interrupción legal del embarazo en Argentina", Amnistía Internacional, 2019. Disponible en:
https://amnistia.org.ar/corazonesverdes/informe-corazones-verdes
(13) Disponible en: https://ela.org.ar/publicaciones-documentos/violencia-politica-contra-las-mujeres-en-
argentina-experiencias-en-primera-persona/.
(14) Dependiendo del delito y/o contravención de que se trate, la víctima deberá o no, instar la acción para que
el Ministerio Público Fiscal lleve adelante la investigación.
(15) Por ejemplo, se puede ver en la página del MPF, sugerencias de acción respecto a los delitos de grooming.
Disponible en https://mpfciudad.gob.ar/tematicas/2020-03-09-18-42-38-delitos-informaticos
(16) Juzgado Federal de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional de San Martín, "Z. V., W. s/ violación
sist. informático art. 153 bis, 1° párrafo, querellante: M., P. E.", agosto 2023, FSM 31674/2022.
(17) SCJ Mendoza, "Bastias, Yesica Carolina c. Freire, Marcelo José p/despido", 14/12/2020, causa Nro. 13-
05340211-3/1.
(18) Disponible en https://www.mpf.gob.ar/ufeci/files/2021/07/UFECI-2020-Gui%CC%81a-de-Evidencia-
Digital.pdf.
(19) Disponible en https://www.mpf.gob.ar/ufeci/enlaces/protocolos-y-guias-de-actuacion/.
(20) Juzgado Nacional en lo Civil N° 38, "P., L. B. c. P., G. A. s/ medidas precautorias", 26/10/2020.
(21) Juzgado de Familia N° 5, La Matanza, "V., M. A. s/ D., M. M. s/ protección contra la violencia familiar
(Ley 12569)", 11/11/2022.
(22) Art. 9 inc. h) ley 26.485 y ley 27.499 —"Micaela"—.
(23) Disponible en: https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2016/10710.pdf?file=fileadmin/
Documentos/BDL/2016/10710.
(24) Disponible en: https://www.mpd.gov.ar/index.php/biblioteca-mpd-n/libros/6877-violencia-de-genero-en-
entornos-digitales.
(25) Comité CEDAW, Recomendación general nro. 28, párr. 9.
(26) Comité CEDAW, Recomendación general nro. 35, párr. 35 a).

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