FINKELSTEIN Cuando y Como Emergieron Los Israelitas
FINKELSTEIN Cuando y Como Emergieron Los Israelitas
FINKELSTEIN Cuando y Como Emergieron Los Israelitas
FINKELSTEIN, I. (2007) “When and how did the israelites emerge?”, en:
FINKELSTEIN, I., MAZAR, A y SCHMIDT, B. The Quest for the Historical Israel.
Debating Archaeology and the History of Early Israel, Brill, Leiden-Boston, pp.
73-111.
Traducción del inglés, para uso interno de la cátedra: Melisa Gómez 2011
[73] De acuerdo con la narrativa bíblica, la conquista de Canaán terminó solo con
un éxito parcial. El libro de Josué (13:2-6) narra que grandes partes de Canaán seguían
sin ser tomadas, y el capítulo 1 del libro de los Jueces enumera las ciudades cananeas
que seguían siendo enclaves en los territorios tribales, es decir, dentro de la tierra que
estaba conquistada. Este es el escenario para lo que sucedió después, el llamado periodo
de los Jueces. Este fue un largo periodo entre la Conquista y el establecimiento de la
Monarquía en el cual Israel era gobernado por líderes carismáticos llamados jueces, que
libraron a la gente de sus enemigos. De acuerdo con la lógica interna de la narrativa
bíblica, y cuando se pone contra la historia del antiguo Cercano Oriente, el periodo de
los Jueces cubrió aproximadamente dos siglos, desde aproximadamente 1200 hasta
1000 a.C.
Aún así, el libro de los Jueces no ilustra las realidades de la Edad del Hierro I.
Aunque probablemente contiene materiales antiguos que se originaron en las fuentes
israelitas del norte (y que pueden haber sido puestas por escrito antes del colapso del
Reino del Norte), en su forma actual, Jueces es un libro relativamente tardío,
deuteronomista, que representa la ideología de Judá en el siglo VII a.C., cientos de años
después de que los eventos afirmados tuvieran lugar. Esto se puede ver en varios
campos:
1. Los ciclos de pecado, retribución y redención claramente caracterizan a la
teología deuteronomista.
2. Casi todas las historias ocurren en los territorios de las tribus del norte. Jueces
I, que también pertenece, en mi opinión, a la compilación del siglo VII,
claramente sostiene que las tribus del norte no pudieron depurar a los cananitas
adúlteros de su interior y que la tribu de Judá fue la única que lo hizo
exitosamente. Esto explica lo que vendrá después: a diferencia de Judá, las
tribus del norte fueron presa, una y otra vez, de la trampa de las deidades
cananeas.
3. [74] Jueces es un preludio del surgimiento de la dinastía davídica en Jerusalén.
Retrata la situación previa a la monarquía – incluyendo la relación entre el
Pueblo de Israel y el Dios de Israel – en colores oscuros, y en su final, predice
el surgimiento de la monarquía: “En aquellos días no había rey en Israel; cada
hombre hacía lo que era correcto a sus ojos” (Jueces 21:25).
Por lo tanto, aunque es posible que los mitos y relatos en Jueces preserven algunos
vagos recuerdos anteriores de sucesos locales, la mayor parte de ellos tiene poco valor
histórico para el estudio del surgimiento del primitivo Israel. Necesitamos volvernos
entonces a las fuentes extra-bíblicas y a la arqueología, en tanto las dos nos
proporcionan testimonios “en tiempo real” de los primeros días del antiguo Israel.
La estela del faraón Merneptha, que describe su campaña a Canaán en 1207 a.C,
menciona la conquista de tres ciudades y su subyugación – en realidad, la aniquilación –
de un grupo de personas llamadas “Israel”. No se indica el tamaño de este grupo y su
localización exacta. Sólo testifica que un cierto grupo de nombre Israel estaba presente
en Canaán a fines del siglo XIII.
La arqueología ha revelado una oleada de asentamientos sin precedentes en las
tierras altas de Canaán que comenzó aproximadamente al mismo tiempo. En el curso de
la Edad del Hierro I – del siglo XII a X a.C.- unos doscientos cincuenta asentamientos
fueron establecido en el área entre los valles de Beer-sheba y Jezreel. Como la mayoría
de estos sitios seguían poblados en forma ininterrumpida en el Hierro II cuando
formaron el corazón de los estados de Israel y Judá, podemos referirnos a sus habitantes
en forma segura como “israelitas”, o “proto-israelitas” (el término de William G.
Dever). Este es el trasfondo material del surgimiento del Israel primitivo.
Dos preguntas principales han dominado el estudio de la emergencia del Israel
primitivo. Primero, ¿cuál fue el origen de los pobladores del Hierro I de las tierras altas
– los proto-israelitas? Como un proceso similar ocurrió en ese momento en las tierras
altas de Transjordania, se debería hacer la misma pregunta sobre los proto-amonitas,
proto-moabitas y proto-edomitas. En segundo lugar, ¿cuáles fueron las fuerzas que
estimularon la fundación de cientos de pequeñas comunidades aisladas en las tierras
altas en el Hierro I?
Los primeros estudiosos no pudieron llegar a un consenso sobre las respuestas a
estas preguntas, y las teorías variaron entre una completa confianza en el texto bíblico y
la total negación de su valor como registro histórico. Pero en años recientes, el espectro
de los puntos de vista se ha estrechado bastante dramáticamente. Primero y principal, la
mayoría de nosotros hoy está de acuerdo en lo que no aceptamos y que en sí mismo es
un remarcable logro en la investigación histórica. En forma sorpresiva, la mayoría de
los estudiosos hoy encontrarán fácil unirse tras el rechazo a la tres teorías propuestas por
los estudiosos que dominaban el estudio del surgimiento del Israel primitivo hasta hace
aproximadamente veinte años.
En la parte 2, expliqué por qué la teoría de la conquista militar de William F.
Albright – un disfraz arqueológico para la narrativa bíblica de la conquista [75] de
Canaán – debe ser dejada de lado. Partes importantes de la teoría de la infiltración
pacifica de Albrecht Alt, que sostenía que la emergencia del Israel primitivo debía ser
vista como un proceso de sedentarización gradual de los nómades pastores de la estepa,
no pueden ser aceptadas tampoco porque nuestra comprensión de la naturaleza del
nomadismo pastoral en el antiguo Cercano Oriente ha cambiado en forma significativa.
Hoy comprendemos que el nomadismo pastoril de cabras y ovejas es una rama de la
vida sedentaria, y que la avenida sedentaria-pastoril estaba abierta en los dos extremos –
sedentarización y nomadización – de acuerdo con factores políticos, económicos y
sociales en cambio. En forma breve, no había “fuente” de nómades en la estepa que
pudiera haber suministrado a los infiltrados pacíficos a Canaán.
La teoría de la revolución social de Mendenhall-Gottwald – un producto algo
ingenuo de las contracorrientes marxistas en los campus norteamericanos de los
utópicos años 60’ – explicaba el surgimiento del Israel primitivo en términos de lucha
de clases; un levantamiento de los elementos rurales explotados en la sociedad cananea
contra sus señores. Esto llevó a su retirada de las tierras bajas a las tierras altas vacías,
donde establecieron comunidades justas e igualitarias. Pero la arqueología encontró
pocos rastros de un traslado tan dramático de las tierras bajas sedentarias a las tierras
altas sedentarias en un corto periodo de tiempo, tanto en la cultura material de los sitios
de las tierras altas o en los patrones de asentamiento de las tierras bajas. Simplificando
lo anterior, no había suficientes asentamientos en el Bronce Tardío en las tierras bajas
como para suministrar un número suficiente de personas en retirada. En realidad,
muchos de esos sitios del Bronce Tardío seguían habitados en el Hierro I.
Es valioso notar que estos tres modelos “clásicos” describían la emergencia del
Israel primitivo como un evento único en la historia de Palestina. En otras palabras, en
forma consciente o inconsciente, los tres seguían la construcción teológica básica de la
narrativa bíblica. La información reciente ha demostrado que esta premisa básica es
errónea.
En lo que sigue, deseo presentar un modelo para entender la emergencia del Israel
primitivo que está basado en dos décadas de trabajo de campo intensivo en las tierras
altas – como excavaciones y estudios. Las dos ramas de la moderna investigación
arqueológica de campo fueron empleadas en el estudio de la emergencia de Israel. Por
primera vez, se llevaron a cabo excavaciones meticulosas no sólo en los grandes
montículos de las tierras bajas, sino también en los sitios rurales de las tierras altas.
Ellas echaron luz sobre la cultura material y las estrategias económicas de la gente del
Hierro I. Pero el “gran salto adelante” en el estudio de la emergencia del Israel primitivo
fuer el giro, en los 80’, hacia los estudios globales en las tierras altas. Esto hizo posible
una reconstrucción casi completa de los patrones de asentamiento en la antigüedad. La
mayor parte del campo de la colina central de Cisjordania fue peinada por completo en
el curso de investigaciones regionales. También se han emprendido investigaciones
intensivas en la meseta transjordana. Estas investigaciones nos proporcionan
información invaluable sobre el número de sitios, su tamaño, su número de habitantes y
su localización, incluyendo los factores económicos que dictaron su distribución.
[76] Deseo comenzar con las conclusiones principales, porque ser conscientes de
la última línea hará más fácil seguir los complejos detalles arqueológicos, textuales,
antropológicos y etnográficos reunidos aquí. En lo que puedo juzgar, el surgimiento del
Israel primitivo no fue un evento único en la historia de Canaán. Más bien, fue otra fase
repetida en los procesos cíclicos y a largo plazo, socio-económicos y demográficos que
comenzaron en el cuarto milenio a.C. La oleada de asentamientos que ocurrió en las
tierras altas a fines del segundo milenio a.C. fue meramente otro capítulo en los
cambios alternados a lo largo del continuum socio-económico típico en el Cercano
Oriente entre los modos de subsistencia sedentario y pastoril.
El medio ambiente
1
NT: Es un cántaro que tiene un reborde debajo del cuello en la forma de una o más raspas.
del Hierro IIA y también ha sido encontrado en sitios contemporáneos de las tierras
bajas y Transjordania. En este caso también, su popularidad en el campo de la colina
central debe haberse relacionado con factores ambientales y sociales, más que con
fronteras étnicas.
Los estudios etnográficos han demostrado que, en muchos caso, los marcadores
étnicos pueden ser mejor identificados en las prácticas mortuorias, el culto y las formas
de comida, es decir, los patrones de dieta. La arqueología no nos ha dado información
de los dos primeros. Ni un solo cementerio o santuario del Hierro I ha sido encontrado
en las tierras altas. Por lo tanto sólo nos quedan las formas de comida o prácticas
culinarias, representadas por el segundo hallazgo más extendido en las excavaciones
arqueológicas, es decir, los huesos.
Es ampliamente aceptado que las formas de comida tienden a ser símbolos
conservadores de la etnicidad. Ciertos grupos se resisten a cambiar las formas de
comida incluso frente a la asimilación potencial. Lo que come la gente, y cómo lo come,
es un aspecto importante de su identidad. Los antropólogos sostienen que las formas de
comida a menudo rivalizan con la ideología y la religión en términos de
conservadurismo cultural, y que la comida en uno de los [79] símbolos primarios
manipulados por la gente que busca mantener su identidad cultural y su solidaridad de
grupo.
En los últimos años se ha acumulado un cuerpo significativo de datos sobre la cría
animal en las Edades del Bronce y del Hierro. Especialmente importante para el estudio
de la etnicidad en la Edad del Hierro es la información sobre la proporción de huesos de
cerdo en las acumulaciones de fauna en varios sitios. Brian Hesse y Paula Wapnish han
demostrado que en los sitios filisteos esta proporción es mucho más grande que en
promedio – “normal” – para la Edad del Bronce. La popularidad del consumo de cerdo
en el Hierro I en la llanura costera meridional puede estar relacionada con prácticas de
cría traídas del hogar natal filisteo. En las tierras altas, la cría de cerdos era practicada
en la Edad del Bronce y otros periodos. Pero los huesos de cerdo desaparecen de las
acumulaciones de fauna a partir del Hierro I. El hecho más interesante es que los huesos
de cerdo contemporáneos siguen estando presentes en números significativos en
Heshbon en la frontera entre Ammon y Moab en Transjordania. Las acumulaciones de
fauna del Hierro II reflejan las mismas características. Sin importar los factores
complejos que pueden influenciar la distribución del cerdo, esto parece significar que el
tabú sobre los cerdos ya se practicaba en el campo de la colina en el Hierro I. Los
cerdos no estaban presentes en los sitios del Hierro I proto-israelitas en las tierras altas,
mientras que eran bastante populares en un sitio proto-amonitas y en numerosos sitios
en Filistea.
Hay dos razones posibles para este fenómeno: la amplia popularidad del consumo
de cerdo en Filistea puede haber sido vista como un marcador étnico filisteo por los
proto-israelitas de las tierras altas, quienes, en reacción, evitaron criar cerdos. No menos
importante, evitar la cría del cerdo puede haber provenido del trasfondo pastoril de estos
pueblos que se establecieron en las tierras altas en el Hierro I, ya que los cerdos no
pueden ser pastoreados en distancias significativas. Esta es la razón, sostienen muchos,
de por qué los cerdos se convirtieron en un símbolo de la vida sedentaria y por qué los
pastores nómadas en el antiguo Cercano Oriente evitaban criar cerdos.
Resumen
[83] Los procesos de asentamiento que tuvieron lugar en las tierras altas de
Canaán en el Hierro I tuvieron mucho en común con las dos oleadas de ocupación
precedentes en estas áreas. Estas analogías refuerzan la hipótesis de que mucha de la
actividad de asentamiento del Hierro I fue parte de un mecanismo cíclico y a largo plazo
de procesos alternantes de sedentarización y nomadización de los grupos indígenas en
respuesta a circunstancias políticas, económicas y sociales cambiantes. Traduciendo
estas palabras en lenguaje simple, se puede decir que los israelitas primitivos eran, en
realidad, cananeos.
El desenlace de la actividad de asentamiento de Hierro I – la emergencia de los
estados territoriales de Israel y Judá – se parece en algunas características a la formación
en el campo de la colina de grandes entidades territoriales durante el Bronce Medio y
Tardío, y posiblemente en el Bronce Antiguo. Pero el surgimiento del Reino del Norte
de Israel, que logró expandirse desde las tierras altas a las tierras bajas y formar un
verdadero estado territorial, marca un fenómeno nuevo – una revolución – en la historia
social de Canaán – Israel. En otras palabras, el evento genuinamente excepcional de las
tierras altas de Palestina no fue el “establecimiento israelita” de las tradiciones bíblicas,
sino la emergencia histórica del estado israelita en torno al 900 a.C en las tierras altas
del norte.
La descripción literaria del surgimiento del Israel primitivo como un evento
singular en los anales de la región apareció sólo siglos después del Hierro I. La historia
del estado de Judá en el periodo del Hierro II tardío le dio forma. La descripción bíblica
del surgimiento del Israel primitivo fue para el Historiador Deuteronomista un modo de
servir a la ideología del sur centrada en Judá y a las aspiraciones histórico-nacionales, y
para transmitir su mensaje teológico. Esa narrativa ha prevalecido hasta hace poco
tiempo, cuando la arqueología llegó a la etapa central de la investigación histórica en
Canaán-Israel.