Alejandro Del Bosque
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a-tee xt
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en Decir sí de Griselda Gambaro
E
n una obra dramática contemporánea podemos distinguir,
regularmente, entre texto y para-texto. Para Jean-Marie
Thomasseau el para-texto “es el texto impreso (en cursiva,
o en otro tipo de caracteres, que le diferencien, siempre visualmente,
de la otra parte de la obra) que envuelve el texto dialogado en el
discurso de la obra teatral” (84). En síntesis, el para-texto es el
texto no dialogado que tradicionalmente se ha reconocido como el
conjunto de acotaciones1 o didascalias que se intercalan en una obra
teatral.
El origen de las didascalias es griego. Designaban las instruccio-
nes del poeta dramático a sus intérpretes (83). En la literatura lati-
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Marina Gálvez Acero destaca la necesidad de revalorar “una parcela de la obra
dramática, la de las acotaciones, que tradicionalmente había sido juzgada como de
servidumbre a lo que se consideraba función principal del texto: su representación.”
Es necesario reconocer las acotaciones como una parte integradora de la obra
dramática. Aceptar, al igual que Villegas, la funcionalidad de las acotaciones como
“hablante dramático básico”, especie de “personaje-narrador, equivalente al
omnisciente de la narrativa” que “modifica sustancialmente la estructura de la obra”
en donde “los otros personajes, los del diálogo, pasan a ser hablantes enmarcados…”
Las acotaciones, además, “tienen la peculiaridad de expresar en forma sensible el
nivel semántico del texto”. Sin las acotaciones “se perdería el preciso significado de
lo expresado con las palabras” (135-137). Las acotaciones o didascalias son, cuando
se emplean adecuadamente, el hilo conductor de una obra teatral.
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Y agrega Fernández:
…es precisamente ese sentimiento de desencanto profundo el que
marca y presta unidad, y coherencia a la Generación del 60,
contrariamente a lo que había sucedido con los dramaturgos de la
época anterior” (30).
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Miguel Ángel Guiella enfatiza la gran originalidad de Gambaro desde sus
inicios al decir: “En el contexto de la escena argentina la crítica la vinculó al
vanguardismo y habló de influencias como Kafka, Beckett, Pinter o Artaud. Lo
cierto es que Gambaro ha sido siempre una escritora extremadamente inaprensible”
(7 dramaturgos, 55).
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El voseo no se manifiesta en Decir sí en ninguna de sus modalidades excepto
cuando el personaje, Hombre, tutea fugazmente al Peluquero: “…Dar una mano.
Para eso estamos, ¿no? Hoy me toca a mí, mañana a vos. ¡No lo estoy tuteando! Es
un dicho que…anda por ahí…(187).
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El Peluquero espera su último cliente del día, hojea una revista sentado
en el sillón. Es un hombre grande, taciturno, de gestos lentos. Tiene
una mirada cargada, pero inescrutable. No saber lo que hay detrás de esta
mirada es lo que desconcierta. No levanta nunca la voz, que es triste,
arrastrada. Entra Hombre, es de aspecto muy tímido e inseguro (185).
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Hombre: …Son buenos espejos. Los de ahora nos hacen caras de…
Peluquero (mortecino): Marmotas…
Hombre (seguro): ¡Sí, de marmotas! (El Peluquero, como si efectuara una
comprobación, se mira en el espejo, y luego mira al Hombre. Hombre rectifica
velozmente) ¡No a todos! ¡A los que son marmotas! ¡A mí! ¡Más
marmota de lo que soy! (188-89).
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Hombre (El Peluquero se sienta en el sillón. Señala los objetos para afeitar.
Hombre mira los utensilios y luego al Peluquero. Recibe la precisa insinuación.
Retrocede) Yo…yo no sé. Nunca…
Peluquero (mortecino): Anímese. (Se anuda el paño blanco bajo el cuello,
espera pacíficamente) (189).
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La censura, dentro del texto dramático de Gambaro, es una prolongación de lo
que se vivía en el exterior: “Una junta militar imponía un terrorismo de estado con
las secuelas de tiranía. Desde el poder se ejercía la censura tanto a nivel de creación
como de representación…Indudablemente, tales circunstancias tenían que afectar al
modo de hacer y representar. El condicionante fue, pues, político, como política fue
también la respuesta del público llenando las salas en solidaridad y en connivencia
con los artistas y su iniciativa” (Giella, De dramaturgos, 22).
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Peluquero: Pelo.
Hombre (tierno y persuasivo): Por favor, con el pelo no, mejor no meterse
con el pelo…¿para qué? Le queda lindo largo…moderno. Se usa…
Peluquero (lúgubre e inexorable): Pelo (191).
Peluquero: Cante.
Hombre: ¿Qué yo cante? (Ríe estúpidamente) Esto sí que no…¡Nunca!
(El Peluquero se incorpora a medias en su asiento, lo mira. Hombre con un
hilo de voz) Cante, ¿qué? (Como respuesta, el Peluquero se encoge tristemente
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Bibliografía
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Griselda Gambaro admite, con honestidad, la temática recurrente de sus obras:
“Finalmente percibimos que lo único que hemos hecho son variaciones sobre el
mismo tema. Hay algunos que me preocupan desde siempre, sólo que los voy
manejando de otra manera: el abuso del poder, la relación entre víctima y victimario,
el miedo. Pienso que son temas constantes en mi obra” (Roster, 43).
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Gambaro”, en: En busca de una imagen. Ensayos críticos sobre Griselda Gambaro
y José Triana. Diana, pp. 11-23.
Taylor (ed). Girol Books Inc., Colección Telón Crítica, 1, Canadá, 1989.
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