TFM e 145 Ramirez Burgos, Alba

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Facultad de Ciencias Económicas y

Empresariales
Trabajo de Fin de Máster
Máster en Análisis económico y finanzas

Análisis de los determinantes


de la salud de las personas
mayores en España
Presentado por:
Alba Ramírez Burgos

Tutelado por:
Patricia Gómez Costilla
Noelia Somarriba Arechavala
Valladolid, 28 de septiembre de 2020
RESUMEN:
El objetivo de este trabajo es estudiar los determinantes de la salud de las
personas mayores en España. Para alcanzarlo, partiendo de la Encuesta
Nacional de Salud del año 2017, se ha realizado un análisis econométrico de la
salud percibida en personas mayores aplicando un modelo de regresión logística
binaria que permita analizar la influencia de diversos determinantes en la
percepción de la salud de los individuos. Los resultados que se han obtenido
para toda la muestra, a través del programa Stata, evidencian que las mujeres
declaran peor salud percibida, así como los individuos con menor formación y
conductas menos saludables (obesidad, sedentarismo, etc.…).
En lo que respecta a las diferencias que afectan a la percepción de la salud en
cuanto al género, las mujeres reportan una mejor salud que los hombres cuando
ambos presentan educación secundaria o terciaria, sin embargo ocurre lo
contrario cuando estudiamos las ocupaciones o la situación profesional. Cuando
analizamos la obesidad, aunque afecta negativamente a ambos sexos,
observamos una mayor influencia negativa en las mujeres. En último lugar, los
habitantes de zonas rurales perciben su salud como mejor que los de zonas
urbanas y se aprecian diferencias importantes en la significación de los
determinantes al segmentar la muestra rural y urbana.

PALABRAS CLAVE: salud percibida, análisis Logit, determinantes de la salud.

ABSTRACT:
The objective of this paper is to study the determinants of health in elderly people
from Spain. To achieve it, using the National Health Survey form year 2017, it
has been done an econometric analysis about perceived health in elderly people
applying a binary logistic regression which allows to analyse the influence of
various determinants in individuals´ health perception. The model´s results were
obtained through Stata software, and it highlights differences which affects to
health perception as to gender, attributing worse ratings to women and individuals
with low education and less healthy conducts (obesity, sedentarism, …).
When we talk about differences that affects to health perception based in gender,
women report better health than men when both have secondary or tertiary
studies, despite that, it occurs the opposite when we focus on obesity, although
it has a negative influence in both, we notice a higher adverse influence in
women. In the last place, inhabitants of rural areas perceive their health better
than the ones in urbans, and we could appreciate important differences in health
determinants signification when the sample is segmented by rural and urban
areas.
KEY WORDS: self-perceived health, Logit analysis, determinants of health.

JEL CODE CLASSIFICATION: C35 (Discrete Regression and Qualitative Choice


Models), I12 (Health Behaviour), Z13 (Social and Economic Stratification).
ÍNDICE DE CONTENIDO
1. Introducción .............................................................................................................. 1
2. Antecedentes ............................................................................................................. 5
2.1. El concepto de salud y su medición....................................................................... 5
2.2. Los determinantes socioeconómicos de la salud. Revisión de enfoques ........... 8
2.2.1 Revisión de modelos explicativos del concepto de salud y sus desigualdades 8
2.2.2. Los determinantes de la salud. Revisión de la literatura .............................. 13
2.2.2.1. Edad y envejecimiento........................................................................... 13
2.2.2.2. Género ................................................................................................... 16
2.2.2.3. Clase social ............................................................................................ 18
2.2.2.4. Educación .............................................................................................. 20
2.2.2.5. Ocupación laboral .................................................................................. 21
2.2.2.6. Estilo de vida ......................................................................................... 23
2.2.2.7. Hábitat rural-urbano .............................................................................. 26
2.2.2.8. Sistema de atención sanitaria ................................................................. 27
3. Metodología ............................................................................................................ 29
3.1. Descripción de la Encuesta Nacional de Salud ................................................ 29
3.2. Análisis preliminar de microdatos de la ENSE................................................ 31
3.3. Descripción del modelo Logit Bivariado ......................................................... 36
4. Análisis empírico .................................................................................................... 43
4.1. Selección de variables. Justificación................................................................ 43
4.2. Análisis preliminar de los datos ....................................................................... 52
4.3. Estimación de los modelos econométricos ...................................................... 55
4.3.1. Estimación del modelo para la muestra global (50 años y más) .................. 56
4.3.2. Modelo estratificado por sexo ...................................................................... 65
4.3.3 Modelo comparativo zona rural y zona urbana ............................................. 69
4.4. Reflexiones ...................................................................................................... 73
5. Conclusiones ........................................................................................................... 81
6. Bibliografía ............................................................................................................. 85
ÍNDICE DE GRÁFICOS:

Gráfico 2.2.1.1: Determinantes de la salud según Dahlgren y Whitehead ....................... 9


Gráfico 2.2.1.2: Determinantes de la salud según Laframboise ..................................... 10
Gráfico 2.2.1.3: Determinantes sociales de la salud según Solar e Irwin....................... 11
Gráfico 3.2.1: Distribución de la muestra por edad ........................................................ 31
Gráfico 3.2.2: Distribución de la muestra por sexo ........................................................ 32
Gráfico 3.2.3: Distribución de la muestra por sexo en rangos de edad .......................... 33
Gráfico 3.2.4: Distribución de la muestra según su situación profesional ..................... 34
Gráfico 3.2.5: Distribución de la muestra según nivel de estudios ................................ 35
Gráfico 3.2.6: Distribución de la muestra por tamaño de población .............................. 35
Gráfico 3.3.1: Distribución de respuestas de la salud percibida de nuestra muestra ...... 37

ÍNDICE DE TABLAS:
Tabla 4.2.1: Lista de variables y descripción ................................................................. 53
Tabla 4.2.2: Descripción de las variables del modelo .................................................... 54
Tabla 4.3.1.1: Modelos muestra de 50 años y más. Odds Ratio y Medidas de Bondad de
Ajuste .............................................................................................................................. 57
Tabla 4.3.1.2: Efecto marginal de las variables .............................................................. 63
Tabla 4.3.2.1: Modelo comparativo mujer-hombre ........................................................ 66
Tabla 4.3.3.1: Modelo comparativo zona rural y zona urbana ....................................... 70
1. INTRODUCCIÓN

Es evidente que la salud es una de las dimensiones más importantes del


bienestar de los individuos, porque la carencia de la misma va a condicionar el
desarrollo y las posibilidades de vivir una vida plena. Pero, además, la situación
actual de pandemia en la que nos encontramos, evidencia de forma exacerbada
la importancia que tiene la salud pública para el normal funcionamiento de una
sociedad a todos los niveles: económico, social, político, etc… Teniendo en
cuenta que los individuos no pueden tener una vida plena si no gozan de buena
salud, y que el mantenimiento de esta se logra gracias a características
intrínsecas de los individuos, cuidado de la salud de estos y un buen sistema
sanitario que permita solventar los problemas médicos que puedan surgir, es de
especial relevancia mantener unas condiciones óptimas que favorezcan la buena
salud.
Por otra parte, el envejecimiento de la población es uno de los retos a los que se
enfrentan todas las sociedades desarrolladas en general y las europeas en
particular. Su principal problema se debe al deterioro que provoca el paso de los
años en la salud y la creciente necesidad de uso de los sistemas sanitarios. En
el caso de España, y como consecuencia del incremento de la esperanza de vida
y de la reducción de la natalidad, la pirámide de población presenta una
estructura regresiva, esto quiere decir que se encuentra ensanchada en la zona
central (población adulta) y con un porcentaje de personas mayores significativo,
que tiende a serlo aún más.
A principios de 2020, según datos del censo poblacional aportado por el Instituto
Nacional de Estadística (INE), la población mayor de 65 años representaba el
22% del total y se prevé que para 2050 este segmento supere el 30%. El
incremento de la población mayor supone un importante desafío en términos
económicos, especialmente para el Estado de Bienestar, y desde la óptica del
bienestar de los individuos.
Basándonos en los datos expuestos anteriormente, nos hacemos una idea del
grado de importancia que tiene el segmento poblacional de nuestro estudio (50
años o más) con respecto al total.

1
Por todo lo señalado anteriormente el estudio de la salud de nuestros mayores
resulta una cuestión de especial relevancia en la actualidad y es la razón por la
cual lo he elegido como tema de estudio.
A través de este trabajo trataremos de establecer la importancia que tiene cada
uno de los determinantes de la salud, teniendo en cuenta tanto características
sociodemográficas de los individuos, como los factores relacionados con su
propia salud y el sistema sanitario. De este modo, conoceremos la medida en
qué afecta cada aspecto a la percepción de la salud y podremos intentar mejorar
esta para dar lugar a sociedades más longevas que valoren positivamente su
salud y hagan un uso más eficiente de los servicios sanitarios.
Para conocer mejor los aspectos que condicionan el estado de salud de los
individuos en España, la Encuesta Nacional de Salud Española (ENSE) ofrece
una valiosa fuente de información, que nos aporta datos relevantes sobre la
salud percibida de los individuos y sus características. Cuando analizamos la
salud autopercibida debemos prestar especial atención a las características
sociodemográficas de los individuos, a los aspectos relacionados con su salud
física y a elementos concernientes a la asistencia sanitaria a la que puede
acceder el individuo. Todos estos determinantes, afectan al modo de percibir la
salud, dando lugar a desigualdades en la autopercepción de esta por los
individuos. Ahondar en estos aspectos en el colectivo de personas mayores es
sin duda un tema de gran trascendencia que puede permitir el diseño de políticas
encaminadas a reducir estas desigualdades y mejorar el bienestar de los
mayores, colectivo muy significativo en nuestra población como hemos visto
anteriormente, debido a la baja tasa de natalidad y al aumento de la esperanza
de vida.
Empleando estos datos para estimar si el efecto de variables, como: los hábitos
de vida, las características sociodemográficas de los individuos, el ámbito
geográfico donde residen… resultan significativas en la salud percibida de las
personas. Para ello, llevaremos a cabo estimaciones a través de modelos de
elección discreta, en concreto, modelos Logit por medio del programa Stata y los
datos mencionados anteriormente. A través de estos análisis, nos marcamos
como objetivos además de estudiar qué factores resultan significativos en la
determinación de la salud de nuestros mayores como colectivo global, si ocurre
como para el resto de población, que las mujeres a pesar de vivir más tienen una

2
peor salud y si son los mismos factores los que configuran la salud de las mujeres
que la de los hombres. Además, se estudiará si el hecho de residir en una zona
rural puede derivar en una peor salud autopercibida, en relación al acceso al
sistema sanitario, o si por el contrario el entorno en sí mismo puede repercutir en
unos hábitos más saludables que impliquen una mejor salud.
Este trabajo se estructura en varios capítulos. En primer lugar, abordaremos los
antecedentes, dentro de los cuales se revisan varias definiciones del concepto
de salud, ofrecidas por diversos organismos y los distintos enfoques en su
medición, y junto a ello se realiza una breve revisión de algunos trabajos que
explican el impacto de factores como el género, la edad, la clase social, el hábitat
rural-urbano… sobre la salud de los individuos. A continuación, se realiza una
breve presentación de la fuente de datos empleada y la explicación de la técnica
de estimación econométrica utilizada. Tras ello, se procede al análisis empírico
consistente en la estimación de varios modelos econométricos, con el objetivo
de analizar qué factores resultan significativos al explicar la salud de nuestros
mayores, para la población total y para ciertos segmentos de la misma.
Por último, se elaboran las conclusiones en las que daremos respuesta a los
objetivos aquí planteados.

3
2. ANTECEDENTES

2.1. El concepto de salud y su medición

Existen multitud de definiciones del concepto de salud, siendo una de las más
difundidas la propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1948, p.
100): “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”; de esta definición
entendemos que la salud es un estado positivo unido intrínsecamente al
bienestar personal, que no sólo se relaciona con la no enfermedad o la ausencia
de malestar, sino que también lo hace con una sensación de felicidad y energía.
La OMS se basó en Sigerist (1941, p. 695), que explicaba que “la salud no es
simplemente la ausencia de enfermedad, es algo positivo, una actitud gozosa y
una aceptación alegre de las responsabilidades que la vida impone al individuo”.
Es decir, Sigerist consideraba que la salud se basa tanto en el bienestar físico,
como en el psicológico. Posteriormente, Dubos (1995, p. 348) definió la salud
como “el estado de adaptación al medio y la capacidad de funcionar en las
mejores condiciones en este”. Otra descripción es la enunciada por la OMS
(1985, p. 16) que presenta la salud como un recurso: “El grado en que una
persona o grupo es capaz, por un lado, de llevar a cabo sus aspiraciones y de
satisfacer sus necesidades y, por el otro de enfrentarse con el ambiente. En
consecuencia, la salud debe considerarse no como un objetivo en la vida sino
como un recurso más de la vida cotidiana”. La salud entendida en base a esta
definición es un concepto positivo que comprende recursos personales y
sociales, así como la capacidad física de que los individuos se adecúen a las
necesidades que presenta su actividad cotidiana.
La salud aparece ligada a otros conceptos como el de bienestar, por ejemplo,
Gonzalo & Pasarín, (2004, p. 73) establecen que la salud es un requisito para el
bienestar, estos autores plantean que una buena salud es imprescindible para
alcanzar un estado de bienestar y lograr acceder a otros recursos.
La medición del concepto de salud desde una acepción tan amplia como la que
se ha expuesto previamente, es compleja puesto que existen gran número de
enfoques e indicadores para dicho propósito, e intentaremos describir parte de
ellos.

5
Una forma de medir la salud es por medio de la salud percibida o autopercibida,
es decir cómo se sienten los individuos en relación con su salud, habitualmente
medida por medio de escalas de Likert que se obtienen al preguntarle a la
persona cómo considera actualmente que es su salud. Esta medida refleja la
valoración que hacen los individuos de esta, la cual será la variable dependiente
que emplearemos en el estudio. Este enfoque se adopta en multitud de trabajos
como por ejemplo son Blázquez Abellán et al. (2016) y Pérez-Fuentes et al.
(2015).
Según Pilar et al. (2006, p. 584), la salud autopercibida es la sensación que tiene
la persona sobre su propio estado de salud, esto es, cómo uno mismo percibe
su estado corporal. Por otro lado, Morcillo Cebolla et al. (2014, p. 511) recogen
que la mala salud autopercibida está estrechamente relacionada con la
presencia de enfermedades crónicas, el uso de servicios sanitarios y la
mortalidad. Esta explicación se centra en la aparición de enfermedades en los
individuos y cómo acceden al tratamiento de estas.
Este indicador será nuestro elegido por su modo de obtención (pregunta única y
no condicionada con respuesta múltiple) que permite graduar los resultados y
ordenarlos. Principalmente, el estado de salud percibido se ve influenciado por
características biológicas y fisiológicas del individuo, hábitos de vida, y por el
estado emocional del sujeto en el momento de la recogida de datos. Las
diferencias existentes en cuanto al criterio de valoración son explicadas por
Jürges (2007, p. 163) en base a las diferencias culturales existentes en cada país
que suelen ser comunes a todos sus habitantes. Esta tendencia a diferentes
valoraciones podemos observarla en el estudio realizado por Desesquelles et al.
(2009, p. 1124) que observa dos países como son Italia y Francia y muestra la
diferencia de criterios en cuanto a valoración de su salud percibida en
poblaciones de entre 45 y 74 años.
Otra posible forma de medir la salud es por medio del concepto de morbilidad,
que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) (2018, p. 10) define como
“la ocurrencia de enfermedades, lesiones y discapacidades en las poblaciones”,
asociándose salud con el padecimiento de enfermedades que afectan al
desarrollo de la vida del individuo. Mientras que la Organización Mundial de la
Salud (OMS) (2015b, p. 1) se centra en la discapacidad de las personas y cómo
esto da lugar a la pérdida de una vida sana y puede desencadenar en una muerte

6
prematura. Este indicador mide tanto la incidencia como la prevalencia de
enfermedades en la población, pero no resulta muy útil porque trata procesos
concretos y de este modo no se puede explicar la salud del conjunto poblacional.
Otro posible indicador de la salud de una población es la tasa de mortalidad. La
definición de mortalidad que aporta la Real Academia Española, (2020) (RAE)
es: “tasa de muertes producidas en una población durante un tiempo dado, en
general o por una causa determinada”. También observaremos la definición que
ofrece la Organización Mundial de la Salud (2017): “el número de defunciones
por lugar, intervalo de tiempo y causa”. Cuando empleamos este indicador como
medidor, se muestra el número de fallecidos de una zona en un momento
temporal determinado. Otorga mayor peso a las muertes a temprana edad, por
tratarse de circunstancias poco comunes, pero no permite datos de malestar o
discapacidad. Además pierde información referente al bienestar de la población
en cuanto a la perspectiva de salud.
Estrechamente relacionado con la mortalidad, pero en el lado opuesto del ciclo
vital se encuentra la esperanza de vida, que según el Instituto Nacional de
Estadística (2018) (INE) se define como “el número medio de años que esperaría
seguir viviendo una persona de una determinada edad en caso de mantenerse
el patrón de mortalidad por edad observado”. Para emplear este medidor, se
calculan los años de la persona fallecida y la diferencia de estos con la predicción
de la esperanza de vida existente, aportando así más peso a las defunciones en
edad temprana, que es una ventaja de este indicador; pero al mismo tiempo se
elimina el segmento de población que vive por encima de la predicción, por lo
que se pierde globalidad.
Tanto la morbilidad, como la esperanza de vida y la mortalidad son indicadores
relativos a la población en su conjunto, mientras que la salud autopercibida nos
permite un estudio a nivel individual, siendo una de sus ventajas.

Una vez definidos los conceptos de salud, salud autopercibida, morbilidad,


mortalidad y esperanza de vida que son el punto de partida para comprender
nuestro estudio. Así como de haber justificado la elección de la salud percibida
para analizar el estado de salud de los individuos; pasaremos a estudiar los
principales determinantes socioeconómicos del concepto de salud, a través de
la revisión de una serie de trabajos que nos ofrecen una panorámica de

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diferentes modelos adoptados en la medición de la salud de las personas.
También completaremos el capítulo con una revisión de los resultados de un
conjunto de trabajos que estudian qué factores determinan el concepto de salud
percibida. Tras esta primera revisión de los determinantes de la salud de las
personas, incidiremos en aquellos que consideramos prioritarios para el posterior
análisis econométrico que realizaremos.

2.2. Los determinantes socioeconómicos de la salud. Revisión de


enfoques

2.2.1 Revisión de modelos explicativos del concepto de salud y sus


desigualdades

La literatura sobre los determinantes de la salud es muy extensa y abarca desde


los modelos más elementales hasta los más complejos.
Por ejemplo, Dahlgren & Whitehead (1993, pp. 27–38) diseñaron el modelo
presentado en el Gráfico 2.2.1.1 con el fin de explicar las condiciones
socioeconómicas, culturales y medioambientales que determinaban la salud de
los individuos:

8
GRÁFICO 2.2.1.1: DETERMINANTES DE LA SALUD SEGÚN DAHLGREN Y WHITEHEAD

FUENTE: DAHLGREN Y W HITEHEAD, 1993.

Para conocer cómo afectan a la salud de los individuos los diferentes


determinantes, se observa el esquema desde el centro hacia fuera. En el núcleo,
se encuentran las características no modificables de los individuos como son el
sexo, la edad y los factores constitucionales. En el siguiente nivel están los
factores relacionados con el estilo de vida personal como el deporte que
practican, hábitos de consumo de alcohol y tabaco… En el estrato sucesivo están
las relaciones sociodemográficas del individuo con su sociedad y el entorno que
le rodea. A continuación, en la última capa se encontrarían las condiciones de
vida y trabajo como alimentación, acceso a bienes y servicios…
Los determinantes de la salud están influenciados por una multitud de factores
como pueden ser (Dahlgren & Whitehead, 1993, pp. 27–29):
• Positivos para la salud (mantener buena salud) entre estos se pueden
encontrar las buenas relaciones familiares, vivienda digna, seguridad
económica y alimentaria.
• De protección (resistencia ante la enfermedad) a través de vacunas,
apoyo social, dietas saludables.

9
• Condicionantes de riesgo (causan problemas o enfermedades que
podrían evitarse) se derivan de ambientes inadecuados como la
contaminación o de hábitos perjudiciales como el consumo de tabaco.

Los determinantes de la salud se pueden explicar también a través del modelo


de Laframboise (1973), el cual dividía los factores que afectan a la salud en
cuatro campos (véase el Gráfico 2.2.1.2): biología humana, medio ambiente,
estilo de vida y organización de servicios de salud. El apartado de biología
humana se refería a la dotación genética de los individuos, que en ese momento
aún no se conocía, también al crecimiento, desarrollo y envejecimiento. El campo
que explica el medio ambiente se refiere a factores externos como
contaminación, factores psicosociales… El tercer determinante son los hábitos
de salud o estilo de vida, que tiene que ver con las decisiones del individuo,
según diversos autores este apartado sería el que tiene una mayor influencia en
la salud de los individuos puesto que engloba aspectos como alimentación,
deporte, consumo de alcohol y tabaco… Y el último apartado, que es la
organización de la asistencia sanitaria, basada en cantidad, calidad, índole,
orden y relaciones entre personas y recursos sanitarios.

GRÁFICO 2.2.1.2: DETERMINANTES DE LA SALUD SEGÚN LAFRAMBOISE

Biología
humana

Organización Determinantes Medio


de servicios
de la salud ambiente
de salud

Hábitos de
salud/Estilo
de vida

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA.

10
Otro posible modelo es propuesto por Solar & Irwin (2007), quienes trataron de
explicar cómo se producían las desigualdades en la salud de los individuos, ver
Gráfico 2.2.1.3. Estos autores proponen que el modelo debe aclarar los
mecanismos que provocan inequidades en salud, indicar la relación entre los
determinantes, establecer prioridades entre ellos e implementar políticas de
acción. Este enfoque fue posteriormente adoptado por la OMS para definir los
determinantes de la salud.

GRÁFICO 2.2.1.3: DETERMINANTES SOCIALES DE LA SALUD SEGÚN SOLAR E IRWIN

FUENTE: SOLAR E IRWIN, 2007.

El modelo de determinantes sociales de Solar e Irwin contempla dos bloques de


determinantes: los estructurales, y los intermedios.
Los determinantes estructurales representan atributos que dan lugar a una
estratificación social y definen la posición socioeconómica de la población. Este
grupo genera jerarquías de poder, prestigio y acceso a recursos que marcan el
punto de partida de la estratificación social, económica y política que determinará
parte de las desigualdades en salud. Estos determinantes están condicionados
por el gobierno y a través de él, por las políticas macroeconómicas y sociales
(educación, mercado laboral, bienestar social, sistema sanitario público…),

11
también por los valores culturales de la sociedad, además de por actores
económicos y sociales (grandes corporaciones) y las relaciones internacionales
del país. Los determinantes estructurales se encuentran formados por:
• Contexto socioeconómico y político, que comprende factores que afectan
a la estructura social, y a la distribución del poder y los recursos.
• Ejes de desigualdad, son los determinantes que pueden provocar
desigualdades dentro de la sociedad, como la clase social, la edad, la
etnia, el género y el territorio. Todo esto afecta a las oportunidades de
tener buena salud.

Los determinantes intermedios son los que se deben a la estructura social


existente y producen diferencias en los recursos materiales (condiciones de vida
y trabajo) que influyen en los individuos y en los servicios sanitarios dando lugar
a desigualdades en salud. En cuanto a los determinantes intermedios, están
compuestos por recursos materiales como las condiciones de empleo, carga de
trabajo en el hogar y personas dependientes, situación económica, calidad de
vivienda y equipamientos y entorno residencial. Todos estos recursos junto con
la posición de poder afectan a los factores psicosociales y las conductas
individuales. El conjunto de estos elementos puede dar lugar a desigualdades en
servicios de salud que desencadenan diferencias entre grupos sociales.
Existen desigualdades entre ambos grupos, pero la principal es que los
determinantes estructurales son el punto inicial desde el que surgen las
divergencias en salud; y los determinantes intermedios se derivan de estos
provocando diferencias materiales que son desencadenantes de las
desigualdades en salud. Podemos observar discrepancias en cuanto al grupo de
personas al que afectan los determinantes; cuando hablamos de determinantes
estructurales, su influencia se extiende a toda la sociedad bajo la misma política
de gobierno, mientras que en el caso de los determinantes intermedios afectan
individualmente a los sujetos.

En estos tres modelos enunciados: Dahlgren y Whitehead, Laframboise, y Solar


e Irwin se aborda una explicación de la salud como concepto multidimensional
influido por diversas variables procedentes del entorno, del propio ser humano,
sociedad en la que convive… Según la definición aportada por el Global Forum
12
for Health Research & World Health Organization (2004), la investigación para la
salud pretende entender el impacto de políticas, programas, y eventos teniendo
en cuenta los determinantes de la salud y cómo afectan a esta. También buscan
dar apoyo a dichas intervenciones para disminuir el impacto social,
contribuyendo así en la búsqueda de la equidad en salud.

A continuación, pasaremos a explicar algunos de los factores que determinan de


forma significativa la salud de los individuos estudiados en la literatura sobre el
tema, junto a referencias de algunos trabajos que inciden en estos factores.

2.2.2. Los determinantes de la salud. Revisión de la literatura

2.2.2.1. Edad y envejecimiento

En la actualidad estamos viviendo un proceso de envejecimiento de la sociedad


superior al existente en años anteriores. En 2017, según datos del censo
poblacional publicados por el INE, la población de más de 65 años había
aumentado en todos los intervalos de edad adulta, especialmente entre 65 y 74
años que se incrementó un 10% con respecto al año anterior. Como enuncian
Cantarero-Prieto et al. (2018, p. 1197), la población está envejeciendo como
resultado del descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida. La
estructura poblacional española actualmente está envejecida debido al aumento
de la esperanza vital, todo esto se encuentra ligado al declive de la tasa de
mortalidad que sufrimos. Estas características dan lugar a ajustes demográficos,
económicos, de estructura familiar y en el hogar… y socialmente tienen
consecuencias que Pérez Díaz (2010, p. 37) divide en tres: feminización de la
población, existen grandes diferencias entre hombres y mujeres a medida que
envejecen; sobreenvejecimeinto, el grupo de personas de avanzada edad crece
con rapidez; y por último dependencia, provocada por los problemas de salud
asociados al envejecimiento.
En relación a la salud autopercibida esta empeora con la edad, según Roqué I
Figuls et al. (2012, p. 287) y Sanchez-Santos et al. (2011, p. 288) se debe
principalmente al incremento del nivel de dependencia. Pero los autores Roqué
i Figuls at al. han obtenido una relación inversa de la salud cuando los individuos

13
superan los 70 años. Este cambio perceptivo en la salud de los individuos se
relaciona con las escasas expectativas que se tienen de encontrarse bien, y por
ello ante aspectos positivos, los individuos los valoran más.
Urbanos-Garrido (1995, p. 15), explica que cuanto más mayores somos,
desciende la probabilidad de sentirse sano. Esta autora también relaciona que
tener hábitos de vida saludables dan lugar a un efecto positivo de salud; uno de
estos podría ser la práctica de deporte de forma regular, que permite incrementar
las probabilidades de valorar la salud como buena. Otra posible explicación al
cambio de percepción de la salud en personas mayores, podría ser la diferencia
de criterios existente entre generaciones.
La vejez es explicada por Rodríguez Ávila (2018, p. 88) desde la perspectiva
subjetiva del individuo e incluye cambios biológicos, psicosociales y en las
capacidades cognitivas. El paso del tiempo en los individuos provoca
limitaciones, pérdida de capacidad y derecho para acceder a recursos, así como
la aparición de enfermedades o discapacidades. Uno de los cambios más fuertes
se produce con la llegada de la edad de jubilación, que provoca una readaptación
a una nueva etapa vital en la que las capacidades de los individuos se ven
reducidas.
No siempre esto tiene que ser cierto, si se empieza a fomentar el envejecimiento
saludable, los individuos podrán alcanzar la vejez manteniendo plenas sus
capacidades.
Ligado al concepto de envejecimiento surgen diferentes definiciones, así como
teorías que le sustentan. Veamos brevemente algunas de estas definiciones e
hipótesis con el fin de comprender esta etapa de la vida en la que se ubica
nuestro colectivo objeto de estudio.
El envejecimiento según los autores Fernández-Ballesteros et al. (2013, p. 83)
se clasifica en:
• Envejecimiento saludable: ausencia de enfermedad y buena capacidad
funcional para las actividades diarias.
• Envejecimiento activo: buen funcionamiento físico y cognitivo.
• Envejecimiento productivo: participación y compromiso e implicación
social.
• Envejecimiento exitoso: engloba las tres anteriores.

14
Cuando hablamos de envejecimiento saludable podemos fijarnos en la
definición propuesta por la Organización Mundial de la Salud (2019, p. 1),
“proceso de desarrollo y mantenimiento de la capacidad funcional que permite el
bienestar en la vejez”. Ligado a esta definición se encuentran una serie de
capacidades (satisfacer necesidades básicas, contribuir con la sociedad,
movilidad, mantener relaciones…) que permiten al individuo interactuar consigo
mismo y con su entorno.
Resulta interesante en relación al envejecimiento activo la definición que ofrece
también la Organización Mundial de la Salud (2015) como: “el proceso de
optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin
de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen”.
Al tratar sobre envejecimiento productivo hay que nombrar a Butler que fue
quien propuso dicha modalidad de envejecimiento y la definió como “la
capacidad de un individuo o una población para servir en la fuerza de trabajo
remunerada, en actividades de voluntariado, ayudar en la familia y mantenerse
independiente como sea posible” (Butler, 2000, p. 23). Pero este mismo concepto
se puede apreciar desde otra perspectiva como la de Bass et al., (1993, p. 247),
“el envejecimiento productivo es cualquier actividad desarrollada por una
persona mayor que produce bienes o servicios, o desarrolla capacidades”.
Por último, el envejecimiento exitoso es explicado por Sarabia Cobo (2009,
p.173) como “el que ocurre cuando las personas sienten satisfacción por poder
adaptarse a las situaciones cambiantes de su vida”.
El envejecimiento, se basa en un conjunto de teorías desarrolladas por diferentes
autores, a continuación, comentaremos algunas de ellas:
• La teoría de la desvinculación de Cumming & Henry (1991, p. 218), que
habla sobre la actividad que desarrolla el ser humano a lo largo de su vida
y del abrupto descenso que se produce al perder la autonomía física y la
capacidad de socialización.
• La teoría de la actividad desarrollada de Havighurst (1961, p. 8), que
relaciona el puesto desempeñado por el individuo con su satisfacción y la
percepción de mejor calidad de vida a la que da lugar.
• La teoría de los roles especificada por Atchley (1977, p. 16), en la que
se explican las actividades desarrolladas por cada uno en función de los

15
roles asumidos. Dependiendo de las cargas familiares asociadas a cada
momento de la vida del individuo.
• Por último, González de Gago (2010, p. 53) enunció la teoría de la
continuidad que pretende mantener hábitos, personalidad, estilo de
vida… durante la vejez.

Seguidamente, pasaremos a estudiar la relación existente entre la salud y el


género.

2.2.2.2. Género

Esta característica del ser humano es definida por la RAE como “grupo al que
pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de
vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico”. De acuerdo con
Fernández-Mayoralas et al. (2018, p. 150) existen diferencias de género debidas
al desarrollo de diferentes actividades (trabajo remunerado, doméstico,
actividades de cuidado) , lo que provoca cargas en el sexo femenino mayores,
que unidas a su situación de vulnerabilidad física desencadenan un
envejecimiento con peor salud. Por otro lado, Murillo (1996, p. 10) caracteriza el
género como el “conjunto de creencias, rasgos personales, actitudes,
sentimientos, valores, conductas y actividades que diferencian al hombre y a la
mujer a través de un proceso de construcción social que tiene varias
características. Y que como proceso histórico se desarrolla a diferentes niveles
tales como el estado, el mercado de trabajo, las escuelas, los medios de
comunicación, la ley, la familia, y a través de las relaciones interpersonales”. Por
ejemplo, se aprecian grandes diferencias en el acceso al mercado de trabajo
entre ambos géneros. A esto se suman también las cargas familiares (cuidado
de hijos, personas dependientes y hogar) que se suelen atribuir a la mujer por
costumbre social. Todas estas cargas provocan un mayor desgaste en la salud
del género femenino que se refleja a lo largo de toda la vida.
De acuerdo con Fernández-Mayoralas et al. (2018, p. 169) y Sánchez-López
(2013, p. 2), las mujeres son más longevas, pero su esperanza de vida con
buena salud es inferior a la de los hombres, esto es conocido como la “paradoja
de la morbilidad”. Los hombres presentan mayor probabilidad de tener buena

16
salud, aunque también de morir más jóvenes, esto se asocia con la idea de que
tienen hábitos de vida menos saludables, tal como explican Thielke & Diehr
(2012, p. 2–4) y van Oyen et al. (2010, p. 229). Mientras que las mujeres tienen
un estilo de vida menos arriesgado, aunque están más expuestas a la depresión,
debido a la menor realización de actividad física (Morcillo Cebolla et al. 2014, p.
519).
Los determinantes que afectan principalmente a la salud de las mujeres son
psicosociales y socioeconómicos, como explica Moral et al. (2014, p. 81). En
todos los países están presentes las desigualdades entre hombres y mujeres y
al relacionarlas con la salud, se obtiene que el sexo femenino padece más
enfermedades crónicas y considera su nivel de salud peor (Borrell et al., 2004,
p. 3).
Los factores que explican las diferencias de salud de las mujeres están
relacionados con su incorporación al mercado laboral, su rol reproductor (que
sigue siendo casi exclusivamente femenino) y los cuidados familiares (García-
Calvente et al., 2004, p. 132). También se explican por las diferencias en la
distribución laboral de hombres y mujeres, siendo las mujeres las que se
encargan en mayor medida del trabajo doméstico y del cuidado de personas
dentro del hogar familiar (un 30,26% de las personas adultas cuidan de una
persona mayor conviviente, siendo más de un 60% mujeres; según datos del
IMSERSO (2019)). Asimismo, cuando las mujeres se incorporan al terreno
laboral encuentran más dificultades (mayor tasa de paro femenina), los contratos
son en mayor medida temporales y en muchas ocasiones se enfrentan a salarios
medios más bajos (Garcia-Prieto & Gómez-Costilla, 2017, p. 10) y al techo de
cristal, que hoy en día sigue estando presente e impide a las mujeres acceder a
puestos más altos dentro de la carrera profesional (Guil Bozal, 2008, p. 228).
Cuando nos referimos a puestos de trabajo temporal, tres cuartas partes de los
mismos están ocupados por mujeres, con todo lo que esto implica: peores
condiciones, menor salario, trabajos monótonos de baja preparación, mayor
riesgo de pérdida del empleo… (Merino-Llorente & Somarriba-Arechavala, 2019,
p. 3).
A continuación, abordaremos la relación entre la clase social y la salud.

17
2.2.2.3. Clase social

Con carácter general la clase o grupo social, se define según la RAE como “el
conjunto de personas que pertenecen al mismo nivel social y que presentan
cierta afinidad de costumbres, medios económicos, intereses…”.
La clasificación de los individuos en clases sociales se suele realizar en base a
criterios como el puesto de trabajo o el nivel de ingresos del hogar, esto se
conoce como clase social ocupacional. Según Palència et al. (2013, p. 216), la
clase social ocupacional es “una medida de la posición socio-económica basada
en la jerarquía ocupacional de acuerdo con su habilidad”. Por eso, una
clasificación básica de los trabajadores es según si realizan o no trabajos
manuales, entendiendo estos como aquellos que requieren fuerza física para su
desempeño. Este grupo de trabajadores manuales tiene un mayor número de
enfermos porque presentan una salud deficiente ligada a hábitos de vida poco
saludables, como puede ser alimentación inadecuada, falta de higiene,
desarrollo de adicciones perjudiciales para la salud, mayor número de
enfermedades crónicas y/o limitantes, tal como ha estudiado Urbanos-Garrido
(1995, p. 12). Este mayor número de padecimientos en las clases más bajas se
debe a los escasos conocimientos para resolver problemas sencillos y a la falta
de acceso a recursos, tanto por motivos económicos como por dificultades para
desplazarse hasta los centros médicos.
Por el contrario, las personas de clases sociales más aventajadas presentan las
características opuestas en cuanto al estado de salud: buena cobertura sanitaria,
un mayor cuidado personal, hábitos más saludables y mejor capacidad
económica, tal y como refleja Borrell et al. (2004, p. 2). En otro estudio del mismo
autor, (Borrell et al., 2012, p. 183), establecen que las desigualdades sociales
existentes son evitables si se diera un reparto justo de circunstancias,
oportunidades y recursos relacionados con la salud.
La Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud de la OMS plantea que
las desigualdades en salud “son el resultado de la situación en que la población
crece, vive, trabaja y envejece y el tipo de sistema para combatir la enfermedad.
A su vez, las condiciones en que la gente vive y muere están determinadas por
fuerzas políticas, sociales y económicas”. Se deben desarrollar políticas que
eliminen las desigualdades existentes para lograr que la población tenga también

18
igualdad sanitaria. La salud de las clases sociales más desfavorecidas se
encuentra deteriorada por el peor acceso a la sanidad, que provoca un aumento
de patologías crónicas y de mortalidad en edades tempranas (Grupo de Trabajo
de la Sociedad Española de Epidemiología, 2000, p. 351).
Cuando hablamos de clase social no podemos olvidarnos de mencionar la
educación, factor que abordaremos en el siguiente epígrafe, que suele
encontrarse asociada a la ocupación. Las clases sociales más bajas tienen
también menor acceso a la educación por el coste que lleva asociado y por el
tiempo dedicado a esta, por lo que al descender en la escala social, se observa
un aumento porcentual de las personas inactivas y con menor nivel de estudios
(Urbanos-Garrido, 1995, p. 12). Las personas que pertenecen a clases sociales
desfavorecidas no acceden a buenos puestos en el mercado laboral como
hemos mencionado debido a que estos requieren un nivel de estudios y una
titulación basándonos en la explicación del Grupo de trabajo de la Sociedad
Española de Epidemiología (2000, p. 352).
En este mismo artículo se explica otro aspecto ligado a la clase social
ocupacional como es la renta, esta suele ir vinculada al puesto de trabajo y a los
requerimientos más estrictos en cuanto a formación de los individuos. Estas
diferencias salariales provocan estratificación de clases y desigualdades
sociales debido a la disparidad de cantidades percibidas por las personas.
Estudios como el de Rodgers (2002, p. 533, 536) establecen que las diferencias
existentes en renta dan lugar a desigualdades en acceso al sistema sanitario, y
a la educación y esto provoca un deterioro de la salud.
Es de especial relevancia la apreciación que hace Wilkinson (1996, p. 102) en la
que apoya la relación existente entre la salud y el nivel de renta, pero hace
alusión al hecho de que descensos en el nivel de renta afectan en mayor medida
a la salud de personas pobres.

Posteriormente vamos a comentar las relaciones existentes entre la educación y


la salud.

19
2.2.2.4. Educación

El nivel de estudios es un indicador del grado educativo de la persona y se mide


en función de la titulación académica superior que haya obtenido el individuo. Se
utiliza el rango más alto de estudios al que se ha tenido acceso porque “las
personas con mayor nivel de estudios son capaces de comprender mejor la
información sobre la promoción de la salud” (Coma et al., 2003, p. 209), esto
quiere decir que tienen mejores conocimientos sobre lo que les ocurre y cómo
hacerle frente. El nivel educativo, en relación a la salud, influye en el acceso a
servicios sanitarios, estilo de vida y exposición a ambientes de riesgo. Como ya
hemos comentado anteriormente, un menor acceso a la educación suele ir
asociado a una clase social más baja y ambos implican una mayor dificultad para
utilizar los servicios sanitarios.
Los principales beneficios relacionados con la educación son en forma de
ingresos, ya que permiten tener un mayor nivel de vida, y en ocasiones alcanzar
un estatus social superior como explica Velasco (2004, p. 89). Este autor basa
su explicación en la “teoría del capital humano” que fundamenta las diferencias
salariales en la educación y la experiencia de los individuos. La posibilidad de
acceder a estudios superiores generará en el futuro la obtención de un mejor
puesto de trabajo y un salario más elevado. Cuando el individuo tiene estudios
superiores, existe una fuerte diferencia de ingresos con respecto a las personas
que tienen estudios básicos o medios (Beyer & Beyer, 1999, pp. 10–11).
Además, según Spijker & Gumà (2018, p. 660), un alto nivel educativo juega un
papel protector del bienestar físico y psicológico, ya que permite a los individuos
sentirse realizados y poder emplear tiempo en otro tipo de actividades que les
aporten mejor calidad de vida.
La educación también afecta a las tasas de dependencia, por ejemplo Gonzalo
& Pasarín (2004, p. 79) obtienen que las tasas de dependencia de personas
mayores en clases con estudios universitarios son menores que en personas
analfabetas.
En general, se observa una peor salud percibida en las personas con nivel
educativo bajo según explican Aguilar-Palacio et al., (2014, p. 37). El nivel
educativo es el marcador más importante de desigualdad de salud autopercibida
en mayores de 65 años (Morcillo Cebolla et al., 2014, p. 521).

20
Seguidamente pasaremos a hablar de la relación existente entre salud y
ocupación.

2.2.2.5. Ocupación laboral

La ocupación en general es explicada por Townsend (1997, p. 19) como “las


actividades en las que se implican las personas de forma cotidiana en su
contexto de vida, influenciadas por la cultura, con una organización y un
propósito específico, y cuyo desempeño aporta un valor y un significado para
cada individuo”. Según Bello Gómez et al., (2010, p. 171), los componentes de
la ocupación, permiten hacer una contribución de la persona al entorno con el
que se relaciona (físico, social, cultural…). Las tareas que desarrolla cada ser
humano le ayudan a adaptarse al entorno y realizarse como persona a través de
actividades de su agrado (Wilcock, 1993, p. 22).
El ser humano realiza tareas ocupacionales en su vida diaria en las cuales
interactúa con el entorno y estas relaciones influyen en la salud, el bienestar y la
calidad de vida (Ramos Veiguela et al., 2018, p. 514).
Más concretamente cuando hablamos de la ocupación laboral, la participación
en el mercado, aporta a los individuos bienestar por la independencia que les
otorga (González González & Wong, 2014, p. 90). Según explican Barroso et al.
(2015, p. 10) se puede clasificar a los individuos según si son empleados,
desempleados, estudiantes, jubilados, incapacitados...
A continuación, observaremos como perciben la salud los individuos
dependiendo a que grupo laboral pertenezcan:
Cuando analizamos la salud percibida relacionada con la ocupación, se da el
hecho de que la mejor percepción de la salud es la de las personas que se
encuentran empleadas (Artazcoz et al., 2004, p. 61; Barroso et al., 2015, p. 19).
Tras esta relación positiva entre empleo y salud se podría encontrar la
satisfacción laboral (Girón Daviña, 2010, p. 190).
Al hablar de estudiantes, se observa que la mayoría de estos perciben su salud
de forma buena o muy buena, pese a que sus hábitos (no realizar ejercicio, poco
consumo de frutas y verduras, consumo de alcohol y otras drogas y escasez de
sueño) están patentes en la gran mayoría de los individuos (Becerra, 2016, pp.

21
243–244). Esta contradicción entre unos buenos hábitos y percibir buena salud
se debe a que el colectivo de estudiantes está formado por personas jóvenes, y
estas tienden a estar sanas.
Los jubilados perciben su salud como mala por el descenso de ingresos, el
deterioro de las relaciones sociales, la perdida de estatus de actividad… que
dan lugar al deterioro de la salud (Allan A. et al., 2005, p. 2). Pero esta percepción
muestra diferencias, cuando los jubilados tienen menor edad, entre 50 y 83 años,
perciben su salud como mala, pero a partir de los 83 años se invierte la valoración
y pasan a calificar su salud percibida como buena (Girón Daviña, 2010, p. 173).
El estudio de esta situación laboral de desempleo y su relación con la salud de
los individuos refleja efectos negativos en las personas que pertenecen a este
grupo, por diferencias sociales, de género, del sistema de seguridad social...
(García, 2010, p. 63). El hecho de pertenecer al grupo de desempleados, genera
problemas de salud, principalmente psicológicos por no percibir salario, y
derivados de estos se incrementan las dificultades para volver al terreno laboral
(González González & Wong, 2014, p. 90; Millán-León, 2010, p. 108)
Cuando hablamos del trabajo en el hogar, Rodríguez (2001, p. 3) define dichas
tareas como: “El trabajo doméstico es el conjunto de actividades del hogar
dirigidas a la satisfacción de necesidades de primer orden de los miembros de la
familia, y a las que se les ha atribuido el carácter de obligatorias y gratuitas”.
Cabe destacar que las personas que se dedican al cuidado del hogar manifiestan
peor salud que los trabajadores que se dedican a otra tarea laboral. En el caso
de las mujeres (que suelen ser quien desempeña estos empleos por tradición
social (Lobera et al., 2014, p. 219)), el hecho de tener un trabajo remunerado,
aunque implique más cargas, aporta bienestar, independencia económica y
personal, así como satisfacción con el empleo (Artazcoz et al., 2004, p. 61). Las
personas que desempeñan trabajo doméstico sufren sobrecarga de trabajo
desencadenando situaciones que ponen en riesgo su bienestar físico y
psicológico, esto las hace valorar su salud percibida como mala (Soria Trujano
& Mayen Aguilar, 2017, p. 95).
Por último, entendemos por incapacitados a aquellos sujetos que en cuanto a su
ocupación laboral presentan limitaciones funcionales que les impiden
desempeñarla con normalidad, tal como explica Vicente Pardo (2014, p. 662).
Para asegurarnos que estos trabajadores están en condiciones de realizar las

22
tareas requeridas por su empleo sin incurrir en riesgo para el mismo o terceras
personas, se debe evaluar su estado de salud y los requerimientos precisos de
su puesto (Vicente Pardo, 2014, p. 670). Cuando el individuo padece una
enfermedad que le impide realizar actividades ocupacionales que previamente
podía realizar, aumenta el riesgo de padecer depresión, que les hace percibir su
salud como mala (Katz & Yelin, 2001, p. 1198).

Posteriormente pasaremos a explicar la relación entre el estilo de vida y la salud


de los individuos.

2.2.2.6. Estilo de vida

La OMS en su oficina regional europea describe el estilo de vida como la “forma


general de vida basada en la interacción entre las condiciones de vida en un
sentido amplio y los patrones individuales de conducta determinados por factores
socioculturales y características personales” (Organización Mundial de la Salud,
1985, p. 7), el estilo de vida de las personas viene determinado por el entorno en
el que vive (posición geográfica, nivel cultural, hábitos, sociedad…) y las
características propias de este, así como por los factores intrínsecos del
individuo.
Otra definición posible es la que proponen De La Cruz Sánchez & Pino Ortega,
(2019, p. 1) que la explican como: “una conducta relacionada con la salud de
carácter consistente, que está posibilitada o limitada por la situación social de
una persona y sus condiciones de vida”, claramente se muestra la relación entre
estilo de vida y salud; es importante que el individuo mantenga unos hábitos de
vida saludables tanto de ejercicio físico como de buena alimentación y al mismo
tiempo evite caer en adicciones perjudiciales para su salud como son el
tabaquismo, alcoholismo… Todos estos hábitos saludables favorecen una buena
salud de los individuos unidos a una buena situación social (pertenencia a grupos
sociales medios-altos, acceso a educación y sistema sanitario…). Según
Cockerham, (1981, p. 233), los estilos de vida en salud son patrones de
comportamiento colectivos de salud, que se configuran a partir de diferentes
elecciones que hacen los seres humanos y están condicionados por las
oportunidades de vida que les brinda el contexto en que se desarrollan.

23
Las personas con una situación económica desfavorable tienden a exhibir una
mayor prevalencia de factores de comportamiento, como tabaquismo o mala
alimentación, según Caballero González et al. (2012, p. 3), todo esto derivado
de la falta de conocimiento de conductas saludables y debido a un modelo social
conductual incorrecto.
El consumo de drogas, incluyendo dentro de estas el tabaco y el alcohol pese a
su situación legalizada, es poco saludable para los individuos.
Se atribuye al tabaco la mayor parte de la mortalidad debida a enfermedades
cardiorrespiratorias y cáncer. La nicotina (compuesto más conocido del tabaco)
provoca efectos hemodinámicos y vasculares; así como los componentes
gaseosos del cigarrillo tienen efectos tóxicos sobre las células. Además, los
fumadores reconfiguran sus necesidades situando al tabaco en cabeza y esto da
lugar a grandes problemas alimenticios en los grupos más desfavorecidos, como
explican Paredes Díaz et al., (2015, p. 50). Estos autores también han estudiado
que el hábito de fumar está relacionado con un mayor consumo de bebidas
alcohólicas y una menor ingesta de vegetales y frutas.
Cuando hablamos del consumo de alcohol tenemos que este provoca efectos
negativos en el sistema cardiovascular además de adicción a largo plazo, pero
también provoca traumatismos (accidentes de tráfico, ahogamientos, caídas…)
mientras el sujeto se encuentra bajo sus efectos (Gárciga Ortega et al., 2015, p.
5). Además, los individuos que consumen alcohol tienden a abandonar sus
hábitos nutricionales debido al aumento de las situaciones de embriaguez que a
su vez también provocan problemas psicológicos, sociales, familiares y del
entorno (Paredes Díaz et al., 2015, p. 51).
Tanto el consumo de tabaco como el de alcohol dan lugar a inseguridades que
derivan en una mayor dependencia de dichas sustancias (García-Laguna et al.,
2012, p. 192). Afortunadamente, en la actualidad se están desarrollando
campañas para reducir el consumo de alcohol y tabaco mostrando los riesgos
que provocan.
El estilo de vida relacionado con la salud se caracteriza por tener naturaleza
conductual y observable, continuidad de las conductas que las convierte en
hábitos, y combinación entre estas (hábitos de ejercicio físico suelen ir ligados
con una correcta alimentación y ausencia de consumo de alcohol y tabaco,
dando lugar a individuos preocupados por mantener una vida sana y equilibrada)

24
(De La Cruz Sánchez & Pino Ortega, 2019, p. 2; Martínez & Saldarriaga, 2011,
p. 168).
Los determinantes del estilo de vida pueden ser individuales (aspecto biológico,
genética, psicología y conducta) o sociodemográficos y culturales (entorno que
rodea al individuo).
Los hábitos de vida que desarrollamos en la actualidad como el sedentarismo
asociado al uso de nuevas tecnologías dan lugar a patologías sanitarias del tipo
hipocinético (Salas Cabrera, 2015, p. 37), estas patologías, empobrecen y
ralentizan tanto los movimiento voluntarios como espontáneos de los individuos,
y suelen ir acompañados de rigidez muscular, incapacidad de movimiento,
trastornos de salud mental y períodos de inactividad debidos a la enfermedad
(algunas de las cuales son cardiovasculares, obesidad y problemas de peso, y
trastornos músculo esqueléticos). Alonso Cabrera et al. (2004, p. 82) explican
que los beneficios que se logran practicando ejercicio de forma habitual,
producen mejoras en la salud humana. Tal como explica Fuentes Trigo (2010, p.
1), la ausencia de actividad física provoca problemas en el cuerpo, empeora la
calidad de vida del individuo y puede derivar en sobrepeso y obesidad. Siendo
estas, dos de las principales enfermedades que se dan en la actualidad (Luperon
& López, 2014, p. 2). Para evitar estos problemas debemos implantar entre
nuestros hábitos la práctica de actividad física desde muy pequeños para
mantenernos sanos y evitar caer en hábitos perjudiciales como los que hemos
mencionado anteriormente (García-Laguna et al., 2012, p. 184). Además la
práctica de actividad física se asocia con unos mejores hábitos alimenticios y con
un menor consumo de alcohol y tabaco (Castillo et al., 2007, p. 207).
Los hábitos alimenticios de los individuos también están influenciados por la
cultura, las costumbres y el ambiente en que vive (García-Laguna et al., 2012, p.
188). La mala alimentación puede ser debida a problemas de estrés, alegría y
tristeza que nos hace comer de forma desproporcionada alimentos no saludables
(Prentice, 2001, p. 16).

Seguidamente pasaremos a explicar las influencias que tiene en la salud el


entorno geográfico en el que el individuo está ubicado, diferenciando entre
hábitat rural o urbano.

25
2.2.2.7. Hábitat rural-urbano

Las zonas urbanas, tal como definen las Naciones Unidas son los centros de
población con más de 10.000 habitantes, y rural los que tienen menos habitantes
(Santillana, 1964, p. 73). Una zona rural normalmente es un territorio vinculado
al campo con escaso número de habitantes y cuya principal actividad económica
es agropecuaria; mientras que la zona urbana se caracteriza por tener mayor
población y dedicarse a actividades relacionadas con la industria y los servicios
(Pérez Porto & Merino, 2017).
En la mayoría de los países desarrollados, la salud es mejor en las ciudades que
en las zonas rurales; aunque en las áreas urbanas hay mayores desigualdades
entre distintas localizaciones (Observatorio de Salud y Medio Ambiente de
Andalucia, 2006, p. 6). Estas diferencias son también explicadas por De La Cruz
Sánchez & Pino Ortega, (2019, p. 5) que establecen que las personas que
habitan áreas geográficas con mayor privación material (asociado con áreas
rurales) presentan una salud más deteriorada. Las zonas rurales pueden
presentar mayores dificultades para acceder a servicios básicos como la sanidad
u otras prestaciones debido a la distancia existente con los centros médicos
dónde se da el servicio más completo de acuerdo con la necesidad existente
(hospital, centro de salud, radioterapia, fisioterapia, rehabilitación…) (De La Cruz
Sánchez & Pino Ortega, 2019, p. 3).
Por otro lado, la cercanía existente entre los habitantes del ambiente rural puede
ser un elemento positivo para la salud, así como la menor presencia de
contaminación, que en la actualidad está resultando determinante para que
muchas personas vuelvan a vivir en zonas rurales.
Según Smith et al. (2008, p. 59) el estado de salud viene determinado por las
características del área rural, ambiente, estilo de vida y ocupación.
En relación, a la ubicación geográfica comentada anteriormente, el tratamiento
médico es más complicado en zonas rurales porque las distancias hasta los
centros sanitarios especializados son mayores y el transporte limitado, tienen
más dificultades para acceder a diagnóstico y tratamiento; si no disponen de
medio de transporte particular en muchos casos resulta imposible llegar al centro
de salud. Algunas variables que nos indican el mal funcionamiento de la sanidad
en las zonas rurales más alejadas, como es el caso del mayor número de

26
personas con diabetes y el escaso diagnóstico existente es observado por Smith
et al. (2008, p. 57) en países como Canadá y Reino Unido. Reforzando estas
deficiencias se encuentra también la prevención de enfermedades en las zonas
rurales que deriva en un mayor número de muertes por cáncer debido a la falta
de instrumental para detección, tratamiento, soporte… en otros casos, el
problema puede deberse a la falta de privacidad y anonimato que hace que las
personas no quieran buscar tratamiento médico (Smith et al., 2008, p. 57).

A continuación, explicaremos la relación existente entre el sistema de atención


sanitaria y la salud.

2.2.2.8. Sistema de atención sanitaria

Si nos centramos en el sistema sanitario público español éste se organiza en


torno al Sistema Nacional de Salud que da cobertura universal y gratuita de la
mayoría de las prestaciones para corregir desigualdades entre clases sociales
(Urbanos-Garrido, 1995, p. 16). Este tipo de cobertura sanitaria es propia de
países con alto nivel de bienestar social, entendiendo este término como el
conjunto de factores que aportan al individuo herramientas que mejoran su
calidad de vida. El sistema sanitario español trata de cumplir los principios que
establece la OMS para un correcto funcionamiento, que son: universalidad de la
cobertura (pública y accesible para todos los ciudadanos), atención integrada (en
todas las fases de la enfermedad se reciben servicios de un especialista),
equidad en la distribución de recursos (cualquier persona tiene derecho a
acceder a tratamiento), eficiencia de las prestaciones al menor coste (ajustarse
al máximo al presupuesto manteniendo la mejor cobertura), funcionalidad para
adaptarse a nuevas necesidades (al controlar la enfermedad de forma continua,
puede adaptarse el tratamiento a cada momento de esta), participación
comunitaria de la población en planificación y gestión del sistema (aportar datos
de uso para mejorar la organización) e intersectorialidad coordinando áreas
(división del trabajo por especialidades y actuación conjunta); estos son los
principios que se establecen, pero tal como explica Miranda Camarero (2014, p.
445) muchos se han deteriorado gravemente, dando lugar a carencias en el
sistema sanitario.

27
Revisando la literatura sobre el tema se observa que los individuos de grupos
sociales humildes o con bajo nivel de estudios, acuden más a los servicios de
medicina general puesto que descargan más la responsabilidad de sus
problemas de salud en los profesionales (Lostao et al., 2001, p. 125). En relación
a las consultas de medicina general financiadas públicamente se obtiene una
relación inversa entre la frecuencia con que se acude a estas y los ingresos
económicos del hogar (Regidor et al., 2006, p. 353).
Al hablar de consultas a especialistas en el sector público se produce la misma
tendencia. Mientras que, si hablamos de consultas a especialistas teniendo en
cuenta tanto las cubiertas de forma privada como pública, se observa una
tendencia a acudir mayor en grupos sociales más altos. Así ocurre en el caso del
ginecólogo y del dentista (posiblemente por ser un servicio que no se encuentra
cubierto por el sistema nacional de salud) (Palència et al., 2013, p. 11). Este tipo
de consultas, suelen ser preventivas, y es la clase social con mayor nivel de
estudios la que toma interés en este tipo de diagnósticos. Los individuos con
ingresos altos realizan casi el 30% de las consultas al especialista sin
financiación pública posiblemente debido a la falta de recursos en el sistema
público para cubrir la demanda existente (Regidor et al., 2006, p. 355).
En cuanto a las hospitalizaciones, se observa un mayor uso en clases sociales
con ingresos bajos, independientemente del tipo de sanidad utilizada. Los
servicios de urgencias hospitalarias se han incrementado un 2,6% anual entre
los años 1997 y 2005, esto implica 720.000 visitas adicionales cada año (la
mayoría por realizar un uso inadecuado del servicio) (Peiró et al., 2010, p. 7). En
general, cuanto mayor es la capacidad de los servicios sanitarios, los individuos
pueden recibir los tratamientos con una mayor rapidez, y así curar la enfermedad
que padecen (Pinillos-Franco & Somarriba-Arechavala, 2019, p. 4).
Una vez descritos los determinantes socioeconómicos que vamos a considerar
en nuestro estudio de la salud, vamos a pasar a describir cómo será la
metodología y el modelo econométrico a seguir para nuestro análisis, en el
siguiente capítulo.

28
3. METODOLOGÍA

3.1. Descripción de la Encuesta Nacional de Salud

Para llevar a cabo el estudio utilizamos la Encuesta Nacional de Salud (ENSE)


que toma datos de forma periódica acerca de la salud de los ciudadanos, el estilo
de vida de estos y el acceso a los sistemas sanitarios. La realización de la
encuesta la llevan a cabo el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social
(MSCBS) en colaboración con el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Su principal objetivo es mejorar el grado de fiabilidad de las estimaciones a nivel
nacional que traten sobre la morbilidad y la salud percibida por los ciudadanos,
el grado de acceso y de utilización de los servicios de salud, los factores que
determinan la salud (estilo de vida, características del medio ambiente), y la
relación entre el estado de salud y los determinantes individuales,
sociodemográficos y territoriales de salud así como con el uso de servicios
sanitarios. A través de su análisis histórico permite conocer la evolución de los
indicadores y analizar las tendencias. De tal modo que la ENSE posibilita la
planificación de medidas de política sanitaria para dar una mejor atención.
Su relación con la Encuesta Europea de Salud es alterna, cada dos años y
medio, ya que tratan variables similares. El periodo de recogida de información
es aproximadamente de un año, en la oleada con la que vamos a trabajar va
desde octubre de 2016 hasta octubre de 2017, evitando así problemas que
puedan derivarse de la estacionalidad.
La recogida de información se realiza a través de un asistente de ordenador
(CAPI) y puede complementarse telefónicamente.
Para obtener los datos se ha utilizado un muestreo trietápico estratificado:
• Las unidades de primera etapa son las secciones censales (utilizan las
del año anterior) y agrupan en estratos en función del tamaño del
municipio distribuyéndose de forma homogénea en los cuatro trimestres
del año. Esto da lugar a 2.500 unidades censales.
• Las unidades de segunda etapa son las viviendas familiares principales,
se seleccionaron 37.500 mediante muestreo sistemático aleatorio, pero
finalmente solo se obtuvo una muestra efectiva en 23.860 hogares.
29
• Dentro de cada hogar se selecciona un adulto (mayor de 15 años) para el
cuestionario de adultos y un menor si lo hubiera.
La ENSE aporta datos nacionales y autonómicos del estado de salud, uso de
servicios sanitarios y determinantes de salud. El ámbito poblacional se dirige a
viviendas familiares principales, y si dentro de estas hay varios hogares se
tratarán por separado.
La información se recoge a través de 3 cuestionarios: el de hogar, el de adultos
y el de menores. Como máximo se realizan 250 preguntas divididas en los
distintos cuestionarios: 31 corresponden al hogar, 135 al de adulto y 84 al de
menores. El de hogar recoge información sobre todos los miembros de la unidad
familiar y variables sociodemográficos de los mismos, como edad, sexo, nivel de
estudios, situación laboral… e información específica sobre la persona de
referencia del hogar, las características de la vivienda y el entorno. Los otros dos
cuestionarios obtienen información individual de la persona de 15 años o más y
de 14 o menos, seleccionada de forma probabilística entre los miembros del
hogar. Los dos cuestionarios de individuos se dividen en tres módulos: estado
de salud (enfermedades crónicas, limitaciones, dolor, salud mental…), asistencia
sanitaria (acceso y utilización de servicios, necesidades no cubiertas, consumo
de medicamentos…) y determinantes de salud (características físicas, actividad
física, descanso, alimentación…).
En nuestro estudio sobre la salud percibida utilizaremos principalmente el
cuestionario de adultos porque los datos que aporta permiten analizar la
accesibilidad al sistema sanitario, las diferencias existentes entre distintas zonas
rurales y diferentes características de los individuos que influyen en la variable
dependiente. También utilizaremos algunas variables presentes en el
cuestionario del hogar que se encuentra ligado al de adultos a través de la
variable de identificación del hogar.

A continuación, vamos a estudiar los datos que los proporcionan los microdatos
de la ENSE para la población de 50 años o más que tal y como se ha comentado
es nuestra población objeto de estudio.

30
3.2. Análisis preliminar de microdatos de la ENSE

A partir de la encuesta descrita previamente del año 2017 se toman los


microdatos correspondientes a los cuestionarios de hogar y de adultos y los
fusionaremos, dando lugar a una muestra de 23.089 observaciones.
Dados los objetivos que perseguimos en el trabajo que aquí se presenta
relacionados con la población de personas mayores de España, vamos a ofrecer
una descripción detallada para un colectivo formado por individuos de 50 años o
más de algunas variables relevantes como son la edad, el género, la situación
profesional, el nivel de estudios y el hábitat. No se pretende ser exhaustivo en
nuestro análisis sino ofrecer unas pocas pinceladas de la que será nuestra
muestra.
Para hacernos una idea de la distribución de la muestra proporcionada por la
ENSE, en el Gráfico 3.2.1 se representará tanto a la población menor de 50 años,
como a los intervalos de edad que consideraremos en nuestro estudio:

GRÁFICO 3.2.1: DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA POR EDAD

9%

20% Adultos entre 15 y 50 años


44%
Entre 50 y 65 años
Entre 66 y 80 años
Mayores de 80 años

27%

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA CON DATOS DE LA ENCUESTA NACIONAL DE S ALUD


ESPAÑOLA 2017.

Como podemos observar en el Gráfico 3.2.1, los individuos que tienen 50 años
o más acumulan el 56% de la muestra. Dentro de este grupo poblacional los
individuos que pertenecen al intervalo de edad comprendido entre 50 y 65 años
representan más de una cuarta parte de la muestra total, les siguen los de

31
edades comprendidas entre 66 y 80 que acumulan el 20% de la frecuencia y por
último, los mayores de 80 constituirían el 9%.
A continuación, pasaremos a analizar los datos de la muestra utilizando sólo los
que corresponden a los individuos de 50 años o más. Una vez se eliminan los
sujetos que poseen menos de 50 años se obtiene una muestra con 9.935 sujetos,
de los cuales se encuentran 4.783 en el grupo entre 50 y 65 años, 3.631 en el
grupo entre 66 y 80 años, y los restantes 1.521 son mayores de 80.
En cuanto al género, tal y como se puede observar en el Gráfico 3.2.2, las
mujeres representan un porcentaje ligeramente superior a los hombres en
nuestra muestra seleccionada. Para poder conocer mejor cómo se distribuye por
sexo cada grupo de edad vamos a observar el Gráfico 3.2.3.

GRÁFICO 3.2.2: DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA POR SEXO

45% mujer
hombre
55%

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA CON DATOS DE LA ENSE 2017.

32
GRÁFICO 3.2.3: DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA POR SEXO EN RANGOS DE EDAD
3000

2500
Nº de individuos
2000

1500
hombre

1000 mujer

500

0
50-65 años 66-80 años Más 80 años
Rangos de edad

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA CON DATOS DE LA ENSE 2017.

Como ya habíamos observado en el Gráfico 3.2.2, el número de mujeres es


superior al de hombres, y esta tendencia se mantiene en todos los rangos de
edad, pero varía la proporción en que se encuentran. En el primer grupo de
nuestro estudio (entre 50 y 65 años), observamos que el número de hombres y
mujeres es prácticamente el mismo, mientras que en el segundo grupo (entre 66
y 80) las diferencias aumentan llegando casi a 400 mujeres más que hombres.
Y en el último rango de nuestra muestra (mayores de 80) el número de mujeres
duplica al de hombres. Esta circunstancia ya se había mencionado
anteriormente, y se debe principalmente a la paradoja de la morbilidad y a la
mayor esperanza de vida que poseen las mujeres.

En relación a la situación profesional que desempeñan los individuos de nuestra


muestra, debido a las edades objeto de nuestro estudio es interesante eliminar
a la población que se encuentra estudiando, por ser poco procedente en este
grupo de edad, así como los individuos que no han aportado respuesta sobre su
situación profesional (valores perdidos). De este modo obtenemos el Gráfico
3.2.4.

33
GRÁFICO 3.2.4: DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA SEGÚN SU SITUACIÓN PROFESIONAL

Trabajando en el hogar 1267

Jubilados 5117

Incapacitados 317
Series1

Trabajadores 2568

Desempleados 652

0 1000 2000 3000 4000 5000 6000

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA CON DATOS DE LA ENSE 2017.

Tal como podíamos esperar, en el Gráfico 3.2.4, el mayor número de personas


se encuentran en la categoría de jubilados debido a la edad de los individuos
que forman parte de la muestra. Le siguen en importancia los sujetos que están
en la categoría de trabajadores, cabe esperar que se encuentren en el rango de
edad entre 50 y 65, que es el grupo de nuestro estudio que aún se encuentra en
edad de trabajar.
Las dos categorías con menos frecuencia son desempleados (652) e
incapacitados (317).

Si tenemos en cuenta el nivel de estudios máximo alcanzado por los individuos


tal y como podemos observar en el Gráfico 3.2.5, observamos que un 48,2% de
las personas de nuestra muestra han cursado estudios primarios o menos, en
segunda posición en cuanto a frecuencia de realización de estudios se
encuentran los secundarios con un 34,68% y el restante 17,12% corresponde a
individuos que han cursado estudios terciarios.

34
GRÁFICO 3.2.5: DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA SEGÚN NIVEL DE ESTUDIOS

6000

5000
Nº individuos

4000

3000

2000

1000

0
Estudios primarios Estudios secundarios Estudios terciarios
Nivel de estudios

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA CON DATOS DE LA ENSE 2017.

Otro aspecto relevante que debemos conocer de la muestra escogida es cómo


se distribuye la población en las zonas rurales y urbanas, para ello tenemos la
variable estrato que se divide según el número de habitantes que tiene el
municipio de residencia. Podemos observar el reparto demográfico de estos en
el Gráfico 3.2.6.

GRÁFICO 3.2.6: DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA POR TAMAÑO DE POBLACIÓN

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA CON DATOS DE LA ENSE 2017.

35
Como podemos ver en el gráfico 3.2.6, nuestra población está repartida en
función de los diferentes tamaños de los municipios, aunque cabe destacar que
en los municipios de menos de 10.000 habitantes se asienta un 24,66% de la
muestra y en los municipios capital de provincia que poseen menos de 500.000
habitantes un 21,12%; esto supone que con estos dos grupos se complete casi
la mitad de la población.
En nuestro análisis, basándonos en el criterio establecido por EUROSTAT, se
agrupan en la “zona rural” los individuos que viven en municipios con menos de
10.000 habitantes y los que viven en áreas con más de 10.000 habitantes en
“zona urbana” como se comentará más adelante. En base a esta clasificación, el
24,66% vive en zonas rurales, mientras que en zonas urbanas lo hace un
75,34%.

A continuación, vamos a pasar a definir la metodología del modelo econométrico


que vamos a emplear en este estudio para elaborar la parte empírica.

3.3. Descripción del modelo Logit Bivariado

El objetivo de este trabajo es analizar qué factores resultan significativos en la


explicación de la salud autopercibida de la población de 50 años o más.
La variable dependiente, salud percibida, se define en el cuestionario como la
forma en que los individuos perciben su estado de salud, y se clasifica desde
muy mala hasta muy buena. Para obtener la información sobre la salud percibida
de los individuos se pregunta en el cuestionario de la siguiente forma: “En los
últimos doce meses, ¿diría que su estado de salud ha sido muy bueno, bueno,
regular, malo o muy malo?”
El Gráfico 3.3.1 recoge la distribución de frecuencias de las respuestas de los
encuestados de 50 y más años.

36
GRÁFICO 3.3.1: DISTRIBUCIÓN DE RESPUESTAS DE LA SALUD PERCIBIDA DE NUESTRA
MUESTRA

3% 8%
12%
Muy buena
Buena
Regular

43% Mala
34%
Muy mala

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA CON DATOS DE LA ENSE 2017.

En el Gráfico 3.3.1 observamos la frecuencia de los diferentes valores para la


variable “salud percibida”. Los estados de salud más frecuentes son “buena”
salud con un 43%, seguida de “regular” con un 34%, y tras esta “mala” con un
12%. Los valores más extremos de la variable son los que menos individuos han
seleccionado, como es el caso de “muy mala” salud con un 3% y “muy buena”
con un 8%.

A partir de la información de esta variable se ha procedido a recodificarla en una


variable categórica que adopta el valor 1 si el individuo posee una salud percibida
buena o muy buena, y 0 si posee una salud regular, mala o muy mala.
Las dos posibles categorías que podría adoptar la variable dependiente
dicotómica se pueden observar en el siguiente esquema:

1 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑑𝑖𝑣𝑖𝑑𝑢𝑜 𝑝𝑜𝑠𝑒𝑒 𝒃𝒖𝒆𝒏𝒂 𝑠𝑎𝑙𝑢𝑑 𝑝𝑒𝑟𝑐𝑖𝑏𝑖𝑑𝑎 𝑃(𝑌𝑖 = 1) = 𝑝𝑖


𝑌𝑖 = {
0 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑑𝑖𝑣𝑖𝑑𝑢𝑜 𝑝𝑜𝑠𝑒𝑒 𝒎𝒂𝒍𝒂 𝑠𝑎𝑙𝑢𝑑 𝑝𝑒𝑟𝑐𝑖𝑏𝑖𝑑𝑎 𝑃(𝑌𝑖 = 0) = (1 − 𝑝𝑖 )

Un modelo de estas características dicotómicas se podría abordar como un


modelo lineal general corrigiendo una serie de problemas (interpretación de
parámetros y predicciones, falta de normalidad y heteroscedasticidad),
corregidos estos problemas se construye el modelo lineal de probabilidad.

37
Este modelo tiene un planteamiento sencillo y de fácil interpretación, sin
embargo, puede ser interesante exigir que las predicciones se muevan en el
intervalo 0 y 1 para lo cual se plantea:
𝑌𝑖 = 𝐹(𝛽0 + 𝛽1 𝑋1𝑖 + 𝛽2 𝑋2𝑖 +. . . +𝛽𝑘 𝑋𝑘𝑖 ) + 𝜀𝑖 𝑖 = 1,2, . . . , 𝑁
Donde F es una función continua y creciente entre 0 y 1; 0≤F≤1.
En el caso de que la función de distribución coincidiese con la distribución normal
estándar se estimaría un modelo probit, mientras que si la F coincide con la
función de distribución logística estimaremos un modelo logit bivariado, como en
nuestro caso, que se basa en:
𝑒𝑥 1
𝐹(𝑥) = 𝑥
=
1+𝑒 1 + 𝑒 −𝑥
El modelo sería:
𝑒 𝛽0+𝛽1 𝑋1𝑖 +⋯+𝛽𝑘 𝑋𝑘𝑖 1
𝑌𝑖 = 𝛽 +𝛽 𝑋 +⋯+𝛽 𝑋
+ 𝜀𝑖 = + 𝜀𝑖
1 + 𝑒 0 1 1𝑖 𝑘 𝑘𝑖 1 + 𝑒 0 1𝑋1𝑖 +⋯+𝛽𝑘 𝑋𝑘𝑖 )
−(𝛽 +𝛽

La probabilidad de que 𝑌𝑖 tome el valor 1, dados unos valores de los regresores


𝑥𝑖 , será:
𝑒 𝑋𝑖 ·𝛽
𝑝𝑖 = 𝑝(𝑌𝑖 = 1|𝑋𝑖 ) =
1 + 𝑒 𝑋𝑖 ·𝛽
Mientras que la probabilidad de que 𝑌𝑖 tome el valor 0:
𝑒 𝑋𝑖 ·𝛽 1
1 − 𝑝𝑖 = 1 − =
1 + 𝑒 𝑋𝑖 ·𝛽 1 + 𝑒 𝑋𝑖 𝛽

En los modelos logísticos se emplea la función logística de los parámetros:


𝐸(𝑌𝑖 |𝑋𝑖 ) = 𝐹(𝛽0 + 𝛽1 · 𝑋1𝑖 + 𝛽2 · 𝑋2𝑖 +. . . +𝛽𝑗 · 𝑋𝑗𝑖 +. . . +𝛽𝑘 · 𝑋𝑘𝑖 ) = 𝐹(𝑋𝑖 𝛽)
y, por tanto,
𝛿𝐸(𝑌𝑖 |𝑋𝑖 )
= 𝑓(𝑋𝑖 𝛽) · 𝛽𝑗
𝛿𝑋𝑗𝑖
sin más que tener en cuenta que la derivada de la función de distribución
logística, es su función de densidad.
Por tanto, el incremento de 𝑌𝑖 cuando 𝑋𝑗𝑖 aumenta en una unidad depende de los
valores de todos los regresores.
El efecto marginal de la variable en la probabilidad será:
𝜕𝑝
= 𝑓(𝑋𝑖 𝛽)𝛽𝑗
𝜕𝑥𝑗𝑖
siendo f la función de densidad logística.

38
Estos efectos marginales variarán con los valores de x. Para calcular dichos
efectos marginales Greene (1999, p. 753) establece que “una posibilidad es
evaluar las expresiones obtenidas tomando como x las medias muestrales de los
datos; otra posibilidad es evaluar los efectos marginales en cada observación
con las expresiones dadas y calcular después la media muestral de los efectos
individuales”. En nuestro caso hemos optado por este segundo procedimiento.

Por otro lado, se define la razón de probabilidad (Odds) como el cambio en la


razón de probabilidad cuando la variable independiente aumenta en una unidad.
Se expresa como el cociente entre las probabilidades de que 𝑌𝑖 = 1(salud
percibida buena) e 𝑌𝑖 = 0 (salud percibida mala) dados unos valores de los
regresores:
𝑒 𝑋𝑖 ·𝛽
𝑝𝑖 𝑋𝑖 ·𝛽
𝑂𝑖 = = 1+𝑒 = 𝑒 𝑋𝑖 ·𝛽 = 𝑒 𝛽0+𝛽1 𝑋1𝑖 +⋯+𝛽𝑘 𝑋𝑘𝑖
1 − 𝑝𝑖 1
1 + 𝑒 𝑋𝑖 ·𝛽
Si para el individuo i-ésimo 𝑂𝑖 > 1, es más probable que ocurra 𝑌𝑖 =1.
Si 𝑂𝑖 < 1, es menos probable que ocurra 𝑌𝑖 =1.

Para comprenderlo mejor, cuando el valor de la Odds de la variable


independiente es mayor que 1, al aumentar la variable, esta dará lugar a una
mayor probabilidad de que la variable dependiente tome el valor 1. Por ejemplo,
si la “variable 1” tiene un Odds de 1,42, esto quiere decir que aumenta la
probabilidad de que la variable salud percibida tome el valor 1 (buena salud
percibida) cuando se produce un aumento de la “variable 1” y manteniendo el
resto de variables constantes. Mientras que si la Odds de la variable
independiente toma un valor menor que 1, para aumentos de dicha variable será
menos probable que la variable dependiente tome el valor 1.
Consideramos el Odds ratio como el cociente entre la razón de probabilidad para
los valores (𝑋1𝑖 , 𝑋2𝑖 , … , 𝑋𝑗𝑖 + 1, … , 𝑋𝑘𝑖 ) y la razón de probabilidad para los valores
(𝑋1𝑖 , 𝑋2𝑖 , … , 𝑋𝑗𝑖 , … , 𝑋𝑘𝑖 ), es decir todos los regresores se mantienen menos el
j-ésimo que aumenta una unidad:

39
𝑂(𝑋1𝑖 , 𝑋2𝑖 , … , 𝑋𝑗𝑖 + 1, … , 𝑋𝑘𝑖 ) 𝑒 𝛽0+𝛽1 𝑋1𝑖 +𝛽2𝑋2𝑖 +⋯+𝛽𝑗 (𝑋𝑗𝑖 +1)+⋯+𝛽𝑘𝑋𝑘𝑖
= = 𝑒 𝛽𝑗
𝑂(𝑋1𝑖 , 𝑋2𝑖 , … , 𝑋𝑗𝑖 , … , 𝑋𝑘𝑖 ) 𝑒 𝛽0+𝛽1𝑋1𝑖 +𝛽2 𝑋2𝑖 +⋯+𝛽𝑗𝑋𝑗𝑖 +⋯+𝛽𝑘 𝑋𝑘𝑖
Por tanto 𝑒 𝛽𝑗 y su estimador, se interpretará como el cambio en la razón de
probabilidades cuando 𝑋𝑗𝑖 aumenta una unidad permaneciendo el resto de
regresores constantes, si la variable es ficticia se interpreta como el cambio en
la razón de probabilidades entre los individuos para los 𝑋𝑗𝑖 = 0 y los individuos
𝑋𝑗𝑖 = 1.

Si utilizamos los estimadores de máxima verosimilitud, se puede hacer inferencia


como es nuestro caso, y plantear contrastes de significación conjunta e individual
siguiendo a Fernández-Abascal Teira1 (2020).

❖ Contraste de significación conjunta:

Para evaluar si nuestro modelo es significativo de forma conjunta se plantean el


siguiente conjunto de hipótesis que vamos a testar:
𝐻0 : 𝛽1 = 𝛽2 = ⋯ = 𝛽𝑘 = 0 (𝑅𝑒𝑔𝑟𝑒𝑠𝑖ó𝑛 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑔𝑛𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑡𝑖𝑣𝑎)
𝐻1 : 𝐴𝑙𝑔ú𝑛 𝛽𝑗 ≠ 0 (𝑅𝑒𝑔𝑟𝑒𝑠𝑖ó𝑛 𝑠𝑖𝑔𝑛𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑡𝑖𝑣𝑎)
Tras ello, basándonos en las funciones de verosimilitud, se establece el contraste
estadístico,
𝐻0
𝐿𝑅 = −2[𝑙𝑛 𝐿(𝛽𝑅 ) − 𝑙𝑛𝐿(𝛽𝑀𝑉 )] 𝜒𝑘2
⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗
𝐴𝑝𝑟𝑜𝑥.
en el cual 𝐿(𝛽𝑅 ) es la función de verosimilitud para el estimador restringido
(nuestra hipótesis nula, de igualdad a 0 de todos los 𝛽𝑘 esto es, cuando el modelo
solo tiene término independiente, 𝑌𝑖 = 𝐹(𝛽0 ) + 𝜀𝑖 ) y 𝐿(𝛽𝑀𝑉 ) es la función de
verosimilitud para el estimador sin restringir.
Cuando el estadístico sea significativamente grande (diferencias entre
𝐿(𝛽𝑅 ) 𝑦 𝐿(𝛽𝑀𝑉 )), rechazaremos 𝐻0 . Nuestro p-valor será:
𝑝 − 𝑣𝑎𝑙𝑜𝑟 = 𝑝(𝜒𝑘2 ≥ 𝐿𝑅0 )
siendo 𝐿𝑅0 el valor muestral del estadístico.

1
Me gustaría agradecer al profesor D. Hermenegildo Fernández-Abascal Teira por permitirme
el uso de sus materiales para dar explicación a este apartado de metodología del modelo
empleado.

40
Una vez hemos contrastado el modelo de forma global, pasamos a hacerlo
individualmente.

❖ Contraste de significación individual (Contraste de Wald):

Partiendo de que β (estimador máximo verosímil) posee una distribución


asintóticamente normal,
𝛽𝑗 − 𝛽𝑗
𝛽𝑗 → 𝑁(𝛽𝑗 , 𝜎𝛽𝑗 ) => → 𝑁(0,1)
𝐴𝑝𝑟𝑜𝑥. 𝜎𝛽𝑗 𝐴𝑝𝑟𝑜𝑥.

Podemos establecer contrastes e intervalos de confianza que definan nuestro


modelo.
En primer lugar planteamos las hipótesis que vamos a estudiar:
𝐻0 : 𝛽𝑗 = 0 (𝑋𝑗 𝑛𝑜𝑠𝑖𝑔𝑛𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑡𝑖𝑣𝑜)
𝐻1 : 𝛽𝑗 ≠ 0 (𝑋𝑗 𝑠𝑖𝑔𝑛𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑡𝑖𝑣𝑜)
y el estadístico de la prueba:
2
𝛽𝑗 𝐻0
( ) 𝜒12
⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗⃗
𝜎𝛽𝑗 𝐴𝑝𝑟𝑜𝑥.

El p-valor será:
𝑝 − 𝑣𝑎𝑙𝑜𝑟 = 𝑝(𝜒12 ≥ 𝜒02 ),
con 𝜒02 como valor muestral del estadístico.

Bondad de ajuste
Para evaluar la bondad del modelo podemos basarnos en diferentes cálculos,
comentaremos a continuación algunas de las medidas a las que aludiremos en
la interpretación de nuestros modelos econométricos.

1. Porcentaje de aciertos y errores en la predicción


Pese a que el modelo predice probabilidades de que la variable dependiente
tome el valor 1 o el 0, podemos considerar que predice 𝑌𝑖 atendiendo al siguiente
criterio:
𝑆𝑖 𝑝̂𝑖 ≥ 0.5 𝑒𝑠𝑡𝑖𝑚𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑌𝑖 = 1
𝑆𝑖 𝑝̂𝑖 < 0.5 𝑒𝑠𝑡𝑖𝑚𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑌𝑖 = 0

41
Considerando el número de aciertos y errores, se obtienen y valoran sus
porcentajes de acierto cuando 𝑌𝑖 toma los valores 1 y 0, (sensibilidad y
especificidad respectivamente) así como el porcentaje global de aciertos en la
predicción del modelo.

2. 𝑹𝟐 de Cox y Snell (McFadden)


Se define como la unidad menos el cociente de los logaritmos de las funciones
de verosimilitud con el estimador sin restringir y restringido:
𝑙𝑛𝐿(𝛽𝑀𝑉 )
𝑅2 = 1 − ,
𝑙𝑛𝐿(𝛽𝑅 )
Siendo respectivamente 𝐿(𝛽𝑀𝑉 ) y 𝐿(𝛽𝑅 ) las funciones de verosimilitud sin
restricciones y restringida. Dado que |𝐿(𝛽̂𝑀𝑉 )| < |𝐿(𝛽̂𝑅 )|, el valor del coeficiente
está en el intervalo [0,1].
Si el 𝐿(𝛽𝑀𝑉 ) es significativamente mejor que el 𝐿(𝛽𝑅 ), 𝑅2 tomará valores grandes,
significativamente distintos de cero; pero si ocurre lo contrario, 𝑅2 tiende a 0.

3. Criterios de información
Existen varios métodos para estudiar nuestro análisis, pero en nuestro caso
vamos a dar explicación al AIC de Akaike y el SC de Schwarz (BIC) en los cuales
se escoge el modelo que tome valores más pequeños.
• Akaike´s Information Criterion (criterio de información de Akaike) mide el
desajuste entre una distribución hipotética y una distribución teórica.
• Bayesian Information Criterion (criterio de información bayesiano o de
Schwarz) realiza el mismo cálculo que el AIC pero penaliza más los
modelos con mayor número de parámetros estimados.

A continuación pasaremos a realizar la justificación de la elección de nuestras


variables y seguidamente procederemos al análisis de nuestro modelo como
parte empírica de este trabajo.

42
4. ANÁLISIS EMPÍRICO

Antes de abordar la estimación del modelo econométrico propuesto, con el fin de


estudiar los factores que resultan significativos en la salud de nuestros mayores,
se justificará la selección de variables según la literatura sobre el tema y se hará
un análisis preliminar de los datos de dichas variables a través de un breve
análisis estadístico descriptivo.

4.1. Selección de variables. Justificación

Para llevar a cabo el análisis econométrico vamos a emplear, tal y como se ha


comentado previamente, como variable dependiente la salud percibida por los
individuos, la cual mide la percepción general de cómo se sienten los sujetos con
respecto a su salud.
Utilizaremos la variable salud percibida, esta variable se recoge en el
cuestionario a través de la pregunta mencionada previamente sobre cómo siente
su salud. Por tanto, se expresa en una escala de tipo Likert de valor 1 a 5 siendo
1 “muy buena salud percibida” y 5 “muy mala salud percibida”. Recodificaremos
la variable para transformarla en dicotómica, con el fin de facilitar el proceso de
estimación y la interpretación de los resultados. Esta forma de proceder es
habitual en un conjunto amplio de trabajos como por ejemplo: Aguilar-Palacio et
al. (2014, p. 38), Lorenzo et al. (2013, p. 273) y Solé-Auró et al. (2020, p. 3).
Tomarán el valor 1 los estados de salud “muy bueno” y “bueno” y el valor 0 los
estados “regular”, “malo” y “muy malo”.
La dicotomización de la variable, a pesar de sus ventajas, presenta como
limitación que puede suponer una pérdida de información y derivada de esta,
una pérdida de eficiencia en el análisis (Manor et al., 2000, pp. 149–150).

En cuanto a las variables independientes que vamos a incluir en el análisis


tenemos:
• Género (Mujer), variable de tipo dicotómico, en la cual otorgaremos el
valor 1 a las mujeres y el 0 a los hombres (Vélez Galárraga et al., 2009,
p. 436). Esta variable se introduce en el modelo con el fin de captar si
existen desigualdades de género en la salud autopercibida. Es sabido por

43
trabajos previos que el sexo femenino presenta una peor valoración del
estado de salud que los hombres, tal y como recoge Morcillo Cebolla et
al. (2014, p. 519) en su revisión de trabajos; en catorce de los estudios
analizados se concluye que el sexo femenino se relaciona con una peor
valoración del estado de salud.
Esta es una de las variables clave de nuestro estudio, ya que queremos
conocer cuáles son los determinantes de la salud que afectan en mayor
medida a mujeres y hombres.

• Edad (EDADa): esta variable en el cuestionario se recoge como una


variable tipo escala. A través del análisis econométrico se tratará de
estudiar la relación entre la edad y la salud percibida por los individuos.
Recodificaremos la variable en tres intervalos en función de la edad de los
sujetos: las personas entre 50 y 65 años (entre50y65), que dentro de
nuestro estudio son los únicos que se encuentran en edad de trabajar.
Los individuos situados entre 66 y 80 años (entre66y80), y por último los
que tengan 80 años o más (mayor80).

• Nivel educativo (NIVEST2) es una variable de tipo ordinal que representa


el nivel máximo de formación alcanzado por la persona entrevistada, la
incorporación de esta variable a nuestras estimaciones es de gran interés
para posteriormente analizar el impacto que tiene la educación en la
percepción de la salud de los individuos. Recodificaremos la variable
(NIVEST) para crear tres dummy de orden ascendente de forma similar a
otros estudios como por ejemplo Fernández et al. (2017, p. 3); estos
autores dividen los niveles educativos alcanzados en: estudios primarios
(estudiosprimarios) (valores 1-4 previos), estudios secundarios

2
NIVEST se divide en la ENSE en 9 categorías: “No procede, es menor de 10 años” (1), “No
sabe leer o escribir” (2), “Educación Primaria incompleta” (3), “Educación Primaria completa” (4),
“Primera etapa de Enseñanza Secundaria, con o sin título” (5), “Estudios de Bachillerato” (6),
“Enseñanzas profesionales de grado medio o equivalentes” (7), “Enseñanzas profesionales de
grado superior o equivalentes” (8) y “Estudios universitarios o equivalentes” (9).

44
(estudiosecundarios) (5-7) y estudios terciarios o superiores
(estudiosterciarios) (8-9).

• Clase social (CLASE_PR3) es una variable ordinal, al igual que el nivel


educativo que establece diferentes categorías en función de los puestos
que tiene la persona de referencia de la unidad familiar, guarda relación
con la clase social ocupacional. Siguiendo a Borrell & Benach (2006, p.
398) y Gonzalo & Pasarín (2004, p. 73), estudiaremos si el aumento en la
clase social influye en una mejor valoración de la salud percibida de los
individuos. Recodificaremos la variable CLASE_PR en tres grupos
divididos de menor a mayor nivel en cuanto a la cualificación basándonos
en la clasificación empleada por autores como Domingo-Salvany et al.
(2013, p. 160) y que da lugar a: trabajadores semi y no cualificados
(trabajadoresseminocualificados) que engloban las categorías 5 y 6 de
referencia, ocupaciones intermedias (ocupacionesintermedias) que
comprenden las categorías 3 y 4, y directivos (directivos) que incluyen las
categorías 1 y 2 previas. Se generará una variable dummy para cada uno
de los grupos sociales expuestos anteriormente con el fin de conocer
cómo es la salud percibida de los individuos de cada uno de ellos.

• Situación profesional (ACTIVa4) es una variable categórica que muestra


las diferentes situaciones laborales que pueden presentar los individuos

3
CLASE_PR se obtiene en la ENSE escogiendo entre 6 categorías que van de mayor número
de personas al cargo y estudios hasta menor y también admite la ausencia de respuesta:
“Directores/as y gerentes de establecimientos de 10 o más asalariados/as y profesionales
tradicionalmente asociados/as a las licenciaturas universitarias” (1), “Directores/as y gerentes de
establecimientos de menos de 10 asalariados/as y profesionales tradicionalmente asociados/as
a diplomaturas universitarias y otros/as profesionales de apoyo técnico. Deportistas y artistas”
(2), “Ocupaciones intermedias y trabajadores/as por cuenta propia” (3), “Supervisores/as y
trabajadores/as por cuenta propia” (4), “Trabajadores/as cualificados/as del sector primario y
otros/as trabajadores/as semi-cualificados/as” (5), y “Trabajadores/as no cualificados/as” (6).
4
ACTIVa se obtiene de la ENSE, en la cual posee 7 categorías de la actividad económica actual
del individuo y la ausencia de respuesta como una más. “Trabajando” (1), “En desempleo” (2),
“Jubilado/a, prejubilado/a” (3), “Estudiando” (4), “Incapacitado/a para trabajar” (5), “Las labores
del hogar” (6) y “Otros” (7).

45
en el momento de la encuesta y se pregunta sobre la actividad económica
que desempeñan. Analizaremos la relación de cada uno de los estados
laborales de los individuos con la salud que estos perciben, para así
conocer si el trabajo desempeñado es un factor determinante de la salud
del individuo. La situación laboral admite diferentes categorías como son:
estudiantes, empleados, desempleados, incapacitados, jubilados y
trabajadores del hogar (Barroso et al., 2015, p. 10), clasificación similar a
la de la encuesta pero eliminando valores no contestados y la categoría
“otros”. En nuestro estudio, al tratarse de una población de 50 años o más,
algunas de las categorías carecen de interés. Por tanto, sólo utilizaremos
cuatro categorías: desempleados (desempleados), trabajadores
(trabajadores), incapacitados (incapacitados) y jubilados (jubilados)
generando una variable ficticia para cada categoría para así dar
explicación a la influencia de la salud percibida dentro de cada una de las
ocupaciones laborales comparándola con el grupo de referencia que son
los jubilados.

• Enfermedad crónica (Enfcrónica) es una variable dicotómica que se


forma recodificando la variable G225 otorgándola el valor 1 si se padece
enfermedad crónica y 0 si no. Esta variable muestra la presencia o no de
enfermedades de tipo crónico en los individuos, que son aquellas con una
duración superior a los 6 meses y trataremos a través de nuestro estudio
de analizar la repercusión de estas en la salud percibida (Fernández et
al., 2017, p. 3).

• Consumo de medicamentos (Consumomedicamentos) es una variable


de tipo dicotómico que analiza la frecuencia del consumo de
medicamentos recetados por un médico en las dos últimas semanas. Se
recodifica la variable P856 otorgando el valor 1 si el individuo toma

5
G22 indica en la ENSE si el individuo posee enfermedad o problema de salud crónicos o de
larga duración a través de respuesta “si” (1), o “no” (2), “no sabe” (8) y “no contesta” (9).
6
P85 trata el consumo de medicamentos recetados por un médico durante las dos últimas
semanas y se obtiene a través de respuesta afirmativa (1) o negativa (2).

46
medicamentos y el 0 si no los toma, en la línea de trabajos como Jiménez-
Martín (2016, p. 24).

• Fumador (Fuma) es una variable de tipo dicotómico que observa si los


individuos son consumidores de tabaco. Recodificaremos la variable
V1217 otorgando el valor 1 si el individuo fuma, tanto si lo hace a diario
como si no, así como si ha fumado alguna vez en su vida, y el valor 0 si
no fuma, ni lo ha hecho nunca, de acuerdo con la misma recodificación
empleada por Selivanova & Cramm (2014, p. 1187) en su estudio.

• Alcohol (consumoalcohol) es una variable de tipo dicotómico que recoge


si los individuos son consumidores de alcohol de forma asidua. Para
generarla, se recodifica la variable W1278 otorgando el valor 1 a los
individuos que consumen alcohol todas las semanas durante los últimos
12 meses (previamente valores 1-4), y el valor 0 a los que no han
consumido alcohol (valores 5-9) siguiendo la clasificación de autores
como Sánchez et al. (2015, p. 185).

• Frecuencia con que se practica actividad física (Frecejer) es una


variable dicotómica que se obtiene a partir de la variable T1129, esta
variable (T112) refleja la frecuencia con la que los individuos realizan

7
V121 pregunta sobre si el individuo fuma en la actualidad y obtiene como posibles respuestas:
“Sí, fumo a diario” (1), “Sí fumo, pero no a diario” (2), “No fumo actualmente, pero he fumado
antes” (3), “No fumo ni he fumado nunca de manera habitual” (4), “No sabe” (5), “No contesta”
(6).
8
W127 aporta información sobre la frecuencia en que se consume alcohol en los últimos 12
meses y tiene 9 categorías + “No sabe”(98)+”No contesta”(99): “A diario o casi a diario”(1), “5-6
días por semana”(2), “3-4 días por semana”(3), “1-2 días por semana”(4), “2-3 días en un mes”(5),
“Una vez al mes”(6), “Menos de una vez al mes”(7), “No en los últimos 12 meses, he dejado de
tomar alcohol”(8) y “Nunca o solamente unos sorbos para probarlo a lo largo de toda la vida”(9).
9
T112 estudia la frecuencia con la que los individuos realizan actividad física en su tiempo libre
y toma los valores: “No hago ejercicio físico. El tiempo libre lo ocupo de forma casi completamente
sedentaria” (1), “Hago alguna actividad física o deportiva ocasional” (2), “Hago actividad física
varias veces al mes” (3), “Hago entrenamiento deportivo o físico varias veces a la semana” (4),
“No sabe” (8), “No contesta” (9).

47
ejercicio físico en su tiempo libre, otorgando el valor 1 si realiza ejercicio
físico o entrenamiento varias veces a la semana (previa categoría 4), y el
valor 0 si no realiza ejercicio o lo hace de forma ocasional (categorías 1-
3).

• Obesidad (Obesidad) en el caso de nuestro estudio nos propondremos


como objetivo estudiar el impacto de la obesidad en la salud percibida de
nuestros mayores siguiendo a Barajas Gutiérrez & Martín (1998, pp. 228–
229). Para ello crearemos la variable Obesidad que adoptará el valor 1
cuando el Índice de Masa Corporal (IMC) esté por encima de 30, y 0 en el
resto de los casos. El IMC (IMCa) es una variable escala que se calcula
dividiendo los kilogramos de peso entre la estatura en metros elevada al
cuadrado. Dependiendo del valor del IMC se suelen establecer las
siguientes categorías:
o menos de 18,5 (peso insuficiente)
o entre 18,5 y 24 (peso normal)
o entre 24 y 29,9 (sobrepeso)
o y por encima de 30 (obesidad).
La obesidad es uno de los problemas de salud pública a los que se
enfrenta nuestra sociedad, de hecho, algunos autores, como Dixon (2010,
p. 104), emplea inclusive el término de epidemia para referirse a este
problema. Este mismo autor establece que en situaciones de obesidad
hay mayores probabilidades de aparición de problemas cardiovasculares,
diabetes tipo II, artritis y problemas psicológicos.

• Alimentación (consumofruta) es una variable dicotómica que recoge si


una persona come fruta frecuentemente según las veces en que ingiera
este tipo de alimento a lo largo de la semana. Perseguimos analizar el
impacto sobre la salud percibida de los individuos entre una dieta
equilibrada y una buena salud tal y como explican Blázquez Abellán et al.
(2016, p. 536). Recodificaremos la variable U120_110 otorgando el valor 1

10
U120_1 aporta información sobre la frecuencia de consumo de fruta fresca y tiene las
categorías: “Una o más veces al día “(1), “De 4 a 6 veces a la semana” (2), “Tres veces a la

48
a consumo adecuado de fruta que incluye comerla más de 4 veces a la
semana y el valor 0 a comer fruta 3 veces o menos a la semana (Vierci et
al., 2013, p. 60).

• Rural (zonarural) es una variable dicotómica que clasifica a la población


según reside en zonas rurales o en zonas urbanas. Para obtener nuestra
variable, se recodifica a partir de la variable ESTRATO 11 otorgando el
valor 1 a los municipios de menos de 10.000 habitantes, que serán las
zonas no urbanas y el valor 0 a los que tengan más de 10.000 habitantes
que serán las zonas urbanas, esta es una práctica habitual en la
estadística oficial.
Esta es una de las variables claves en nuestro análisis, ya que nos hemos
marcado como objetivo estudiar el impacto que tiene el hábitat (rural
versus urbano) en la salud de nuestros mayores.

• Frecuencia con la que acude a consulta de médico general


(consultamédica) es una variable dicotómica que muestra si el individuo
acude con frecuencia (una vez o más al mes) a consulta del médico
general. Se obtendrá recodificando la variable N4812 otorgándole el valor
1 si ha acudido al menos una vez en el último mes, y 0 si no ha acudido
en el último mes.

semana” (3), “Una o dos veces a la semana” (4), “Menos de una vez a la semana” (5), “Nunca”
(6), “No sabe” (8), “No contesta” (9).
11
ESTRATO se divide en la ENSE en 6 categorías de mayor a menor número de habitantes:
“Municipios de más de 500.000 habitantes” (0), “Municipio capital de provincia (excepto
anteriores)” (1), “Municipios con más de 100.000 habitantes (excepto anteriores)” (2),
“Municipios de 50.000 a 100.000 habitantes (excepto anteriores)” (3), “Municipios de 20.000 a
50.000 habitantes (excepto anteriores)” (4), “Municipios de 10.000 a 20.000 habitantes” (5),
“Municipios con menos de 10.000 habitantes” (6).
12
N48 aporta información sobre el tiempo que ha pasado desde la última consulta al médico
general y tiene 4 categorías: “En las últimas 4 semanas” (1), “Entre 4 semanas y 12 meses” (2),
“Hace 12 meses o más” (3) y “Nunca” (4).

49
• Falta de asistencia sanitaria debido a listas de espera (listaespera) es
una variable dicotómica que refleja si el individuo no ha podido acceder a
los servicios sanitarios a lo largo del último año debido a problemas
derivados de listas de espera. Para crear la nueva variable
recodificaremos R10613 otorgando el valor 1 si las listas de espera le han
impedido acceder al sistema sanitario y el valor 0 si no han influido en su
acceso a los servicios médicos, eliminando las categorías en las que no
responden o no han necesitado asistencia (Barriga Martín et al., 2013, p.
11).

• Falta de asistencia sanitaria debido a problemas en el transporte


(problematransporte) es una variable dicotómica que muestra si el
individuo no ha podido acceder a los servicios sanitarios en los últimos 12
meses debido a problemas de transporte. Para crear la variable
utilizaremos R10714 recodificándola con el valor 1 si el transporte ha
provocado problemas de acceso al sistema sanitario, y el valor 0 si no ha
habido problemas de acceso al sistema sanitario derivados del transporte
y eliminando al igual que en listaespera las demás categorías (Osorio
Ochoa et al., 2011, p. 31).

• Falta de asistencia sanitaria debido a problemas económicos


(noasisteco) es una variable dicotómica que refleja la dificultad para
acceder a asistencia sanitaria debido a problemas económicos. Esta
variable da lugar a mayor número de individuos afectados por problemas
de falta de asistencia por motivos económicos (Bedregal G et al., 2002, p.
1290). Para crear la nueva variable fusionamos R108_1, R108_2, R108_3
Y R108_415creando una nueva variable a la que se le otorga el valor 1 si

13
R106 establece si ha existido falta de asistencia debido a listas de espera en los último 12
meses, a través de las categorías: “Sí” (1), “No” (2), “No he necesitado asistencia médica” (3),
“No sabe” (8), “No contesta” (9).
14
R107 establece si ha habido falta de asistencia debido a problemas de transporte en los últimos
12 meses, y las categorías son las mismas que en R106.
15
R108_1, R108_2, R108_3, R108_4 muestran si existe falta de asistencia debido a problemas
económicos en los últimos 12 meses en atención médica, atención dental, algún medicamento

50
existen dificultades para acceder a la asistencia sanitaria (atención
médica, dental, mental o acceso a medicamentos recetados) derivadas
de problemas económicos (categoría 1 de cualquiera de las variables
previas) y el 0 si no hay problemas (Saucedo Avila et al., 1997, p. 16).

Estas últimas tres variables no se suelen incluir tradicionalmente en la


modelización de la salud autopercibida, sino que suelen ser empleadas como
variables dependientes para modelizar la accesibilidad al sistema sanitario, lo
que es una de las aportaciones de este trabajo. Basándonos en la bibliografía
existente que trata la accesibilidad a los servicios sanitarios, (Lostao et al., 2001,
p. 125–126) se establecen diferencias en el uso de los servicios en función de la
clase social de los individuos, pero no en el acceso debido a listas de espera
puesto que estas otorgan prioridad a los individuos que tienen mayores
necesidades, lo mismo ocurre con el tiempo de llegada a las consultas que
podría relacionarse con nuestra variable de falta de acceso debido a problemas
de transporte. Por todo esto no podemos prever que existan diferencias en el
acceso a los servicios sanitarios en función de las características
socioeconómicas de los individuos.

Este conjunto de variables definidas puede agruparse en tres bloques o


dimensiones:
Características sociodemográficas del individuo, que tratará las cualidades
intrínsecas a cada uno y el espacio en el que habitan. Este grupo lo forman:
mujer, edad, nivel educativo, clase social, situación profesional y zona rural.
Factores de salud que engloba sintomatologías y hábitos del individuo
incluyendo las variables: enfermedad crónica, consumo de medicamentos, fuma,
consumo de alcohol, frecuencia con que se practica actividad física, obesidad y
consumo de fruta.
Factores relacionados con el sistema sanitario, estos plantean las
dificultades de acceso a la atención sanitaria, así como la asiduidad de asistir a
consulta e incluye las variables: frecuencia con la que acude a consulta de

que le hayan recetado o atención de salud mental. Cada una de las variables constará de 5
posibles respuestas idénticas a las descritas en la variable R106.

51
médico general, falta de asistencia debido a listas de espera, problemas de
transporte y problemas económicos.

En el siguiente apartado realizaremos un análisis de las variables que vamos a


emplear dando una definición de estas y seguidamente observando las
características de nuestros individuos.

4.2. Análisis preliminar de los datos

En la tabla 4.2.1, realizaremos una pequeña descripción de las variables de


nuestro modelo, antes de proceder a la estimación econométrica. Aparecen
destacadas las variables de referencia de las categorías edad, nivel de estudios,
clase social y situación profesional.

52
TABLA 4.2.1: LISTA DE VARIABLES Y DESCRIPCIÓN
Variable Descripción
Características sociodemográficas del individuo
Clasificación de la salud de los individuos según
Saludpercibida criterio propio (1 muy buena, buena salud, 0
regular, mala o muy mala salud)
Mujer Sexo femenino (1)
Entre50y65 Edad del entrevistado: entre 50 y 65 años (1)
Entre66y80 Edad del entrevistado: entre 66 y 80 años (1)
Mayor80 Edad del entrevistado: mayor de 81 años (1)
Mayor nivel de estudios completado: primario
Estudiosprimarios o menos
(1)
Mayor nivel de estudios completado:
Estudiosecundarios
secundario (1)
Mayor nivel de estudios completado: terciario
Estudiosterciarios
(1)
Clase social ocupacional del individuo:
Trabajadoresseminocualificados
trabajadores semi o no cualificados (1)
Clase social ocupacional del individuo:
Ocupacionesintermedias
ocupaciones intermedias (1)
Clase social ocupacional del individuo:
Directivos
directivos (1)
Situación profesional del encuestado: jubilados
Jubilados
(1)
Situación profesional del encuestado:
Desempleados
desempleados (1)
Situación profesional del encuestado:
Trabajadores
trabajadores (1)
Situación profesional del encuestado:
Incapacitados
incapacitados (1)
Factores de salud de los individuos
Enfcronica El individuo padece enfermedad crónica (1)
El individuo consume a diario medicamentos
Consumomedicamentos
recetados(1)
Fuma El individuo fuma o ha fumado en su vida (1)
Consumoalcohol El individuo consume alcohol semanalmente (1)
El individuo realiza ejercicio físico varias veces
Frecejer
a la semana (1)
Obesidad El IMC del individuo es >30: obesidad (1)
El individuo toma fruta más de 4 veces/semana
Consumofruta
(1)
Factores relacionados con el sistema sanitario
El individuo asiste a consulta de medicina
Consultamedica
general al menos 1 vez en el último mes (1)
El individuo no accede a servicios sanitarios en
Listaespera el último año por problema de listas de espera
(1)
El individuo no accede a servicios sanitarios en
Problematransporte
el último año por problema de transporte (1)
El individuo no accede a servicios sanitarios en
Noasisteco
el último año por problemas económicos (1)
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

53
La tabla 4.2.2, recoge a tipo informativo el valor medio de las diferentes variables,
que en el caso de las dicotómicas se corresponde con el porcentaje, y su
desviación estándar con el fin de ofrecer una panorámica de la encuesta.

TABLA 4.2.2: DESCRIPCIÓN DE LAS VARIABLES DEL MODELO


Desviación
Variables N Media; %
estándar
Saludpercibida 9.935 0,51 0,5
Mujer 9.935 0,55 0,5
Entre66y80 9.935 0,37 0,48
Mayor80 9.,935 0,15 0,36
Estudiosecundarios 9.935 0,35 0,48
Estudiosterciarios 9.935 0,17 0,38
Ocupacionesintermedias 9.618 0,35 0,48
Directivos 9.618 0,15 0,36
Desempleados 9.921 0,07 0,25
Trabajadores 9.921 0,26 0,44
Incapacitados 9.921 0,03 0,18
Enfcronica 9.933 0,87 0,34
Consumomedicamentos 9.935 0,82 0,39
Fuma 9.935 0,5 0,5
Consumoalcohol 9.933 0,37 0,48
Frecejer 9.931 0,07 0,25
Obesidad 9.935 0,23 0,42
Consumofruta 9.933 0,87 0,34
Consultamedica 9.935 0,4 0,49
Listaespera 9.935 0,2 0,4
Problematransporte 9.935 0,02 0,14
Noasisteco 9.935 0,12 0,32
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA.

A la vista de los estadísticos obtenemos que un 51% de los individuos de la


muestra consideran su salud percibida como buena.
Atendiendo a las características sociodemográficas, un 55% de los individuos
son mujeres, y el 52% tiene más de 65 años.
Los individuos con un nivel de estudios secundarios son el 35%, mientras que
sólo tienen estudios superiores un 17% de los sujetos, dando así lugar a que los
estudios primarios o inferiores representen el 48%.
En relación con la categoría clase social, entre las ocupaciones intermedias y los
directivos acumulan el 50% de la frecuencia frente a los trabajadores semi y no
cualificados que ocupan el 50% restante.

54
La situación profesional se divide en diversas categorías, pero las que
empleamos en este estudio: desempleados, incapacitados y trabajadores
representan respectivamente el 7, el 3 y el 26% de la población.
Cuando tratamos los factores de salud que afectan a nuestra muestra,
obtenemos que un 87% de los individuos padecen una enfermedad crónica,
mientras que consumen medicamentos recetados por el médico sólo un 82% del
total. En cuanto a los hábitos de consumo, un 50% son consumidores de tabaco
o lo han sido a lo largo de su vida, mientras que cuando hablamos de consumo
de alcohol sólo lo toman con frecuencia el 37%. Otros hábitos como es la práctica
de ejercicio de forma habitual sólo lo realizan un 7% de nuestros individuos. Este
dato puede estar relacionado con el 23% de personas que padecen obesidad,
puesto que suelen ser variables antagónicas.
Cuando hablamos de hábitos alimenticios, nuestros individuos presentan un
buen consumo de fruta, tomando el 87% fruta en más de cuatro ocasiones a la
semana.
Al hablar de factores del sistema sanitario, un 40% de la muestra ha acudido al
menos una vez en el último mes a consulta de medicina general. Si hablamos de
la falta de asistencia entre nuestros sujetos, el problema que menos afecta a los
individuos es el transporte con un 2%, seguido de los problemas económicos con
un 12% y en mayor medida las personas se han visto afectadas por las listas de
espera, un 20% afirma haber sufrido falta de asistencia debido a estas.

Tras este análisis hemos podido conocer mejor cómo son los individuos que
forman parte de nuestro estudio y podremos avanzar en la estimación
econométrica de modelos.

4.3. Estimación de los modelos econométricos

Con el fin de contrastar las hipótesis que nos hemos marcado en un principio, se
estiman una serie de modelos econométricos, a partir de las variables
seleccionadas en la primera parte de este capítulo.
En primer lugar, se estimarán tres modelos para la muestra global, es decir para
aquellos individuos de 50 años y más. En este caso introduciremos en bloques

55
las variables consideradas, con el objetivo de ver la ganancia explicativa en el
modelo que se obtiene al ampliar el conjunto de variables.
En segundo lugar, y teniendo en cuenta algunas de las variables que salen
significativas en la estimación realizada, pasaremos a segmentar el fichero
según dichas variables para establecer las diferencias que existen en los factores
que determinan la salud percibida en los individuos que poseen dicha
característica y los que no.

4.3.1. Estimación del modelo para la muestra global (50 años y más)

Utilizaremos el modelo logit que hemos descrito anteriormente y se construirá de


la siguiente manera:
𝑒 𝛽0+𝛽1 𝑋1𝑖 +𝛽2𝑋2𝑖 +𝛽3 𝑋3𝑖 +𝛽4𝑋4𝑖 +⋯+𝛽20𝑋20𝑖 +𝛽21𝑋21𝑖
𝑌𝑖 = + 𝜀𝑖
1 + 𝑒 𝛽0+𝛽1𝑋1𝑖 +𝛽2 𝑋2𝑖 +𝛽3𝑋3𝑖 +𝛽4 𝑋4𝑖 +⋯+𝛽20𝑋20𝑖 +𝛽21𝑋21𝑖
Siendo 𝑌𝑖 la variable dependiente = 𝑠𝑎𝑙𝑢𝑑𝑝𝑒𝑟𝑐𝑖𝑏𝑖𝑑𝑎𝑖 , y las independientes:
𝑋1𝑖 = 𝑚𝑢𝑗𝑒𝑟𝑖 𝑋2𝑖 = 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒66𝑦80𝑖 𝑋3𝑖 = 𝑚𝑎𝑦𝑜𝑟81𝑖
𝑋4𝑖 = 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑑𝑖𝑜𝑠𝑒𝑐𝑢𝑛𝑑𝑎𝑟𝑖𝑜𝑠𝑖 𝑋5𝑖 = 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑑𝑖𝑜𝑠𝑡𝑒𝑟𝑐𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜𝑠𝑖
𝑋6𝑖 = 𝑒𝑚𝑝𝑙𝑒𝑎𝑑𝑜𝑠𝑖 𝑋7𝑖 = 𝑑𝑖𝑟𝑒𝑐𝑡𝑖𝑣𝑜𝑠𝑖 𝑋8𝑖 = 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑚𝑝𝑙𝑒𝑎𝑑𝑜𝑠𝑖
𝑋9𝑖 = 𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎𝑗𝑎𝑑𝑜𝑟𝑒𝑠𝑖 𝑋10𝑖 = 𝑖𝑛𝑐𝑎𝑝𝑎𝑐𝑖𝑡𝑎𝑑𝑜𝑠𝑖 𝑋11𝑖 = 𝑒𝑛𝑓𝑐𝑟𝑜𝑛𝑖𝑐𝑎𝑖
𝑋12𝑖 = 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑢𝑚𝑜𝑚𝑒𝑑𝑖𝑐𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠𝑖 𝑋13𝑖 = 𝑓𝑢𝑚𝑎𝑖
𝑋14𝑖 = 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑢𝑚𝑜𝑎𝑙𝑐𝑜ℎ𝑜𝑙𝑖 𝑋15𝑖 = 𝑓𝑟𝑒𝑐𝑒𝑗𝑒𝑟𝑖
𝑋16𝑖 = 𝑜𝑏𝑒𝑠𝑖𝑑𝑎𝑑𝑖 𝑋17𝑖 = 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑢𝑚𝑜𝑓𝑟𝑢𝑡𝑎𝑖 𝑋18𝑖 = 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑢𝑙𝑡𝑎𝑚𝑒𝑑𝑖𝑐𝑎𝑖
𝑋19𝑖 = 𝑙𝑖𝑠𝑡𝑎𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑖 𝑋20𝑖 = 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑙𝑒𝑚𝑎𝑡𝑟𝑎𝑛𝑠𝑝𝑜𝑟𝑡𝑒𝑖
𝑋21𝑖 = 𝑛𝑜𝑎𝑠𝑖𝑠𝑡𝑒𝑐𝑜𝑖
Para evaluar los datos obtenidos en los diferentes análisis se construye la tabla
4.3.1.1 en la cual podemos observar la significación que tienen las variables
introducidas en nuestros modelos por bloques de forma progresiva. En primer
lugar se introducen las características sociodemográficas, en un segundo
modelo se amplían las variables incorporando los factores relacionados con la
salud del individuo y por último, en el tercer modelo las variables relacionadas
con el sistema sanitario.
La variable rural sólo aparece en el primer modelo, ya que deja de ser
significativa al incorporar más variables al modelo y generaba problemas con el
resto de variables.

56
TABLA 4.3.1.1: MODELOS MUESTRA DE 50 AÑOS Y MÁS. ODDS RATIO Y MEDIDAS DE
BONDAD DE AJUSTE
Características
Características sociodemográficas +
Características sociodemográficas + Factores de la salud
sociodemográficas Factores de la salud del individuo +
del individuo Factores del Sistema
Sanitario
Mujer 0,75*** 0,82*** 0,84***
Entre66y80 0,72*** 0,84** 0,81***
Mayor80 0,46*** 0,58*** 0,52***
Estudios secundarios 1,41*** 1,28*** 1,32***
Estudios terciarios 1,76*** 1,47*** 1,47***
Ocupacionesintermedias 1,26*** 1,2*** 1,17***
Directivos 1,76*** 1,6*** 1,49***
Desempleados 0,96 0,77** 0,83
Trabajadores 1,55*** 1,24*** 1,21**
Incapacitados 0,14*** 0,18*** 0,19***
Zona rural 1,11**
Enfermedad crónica 0,14*** 0,15***
Consumo medicamentos 0,33*** 0,39***
Fuma 0,85*** 0,87***
Consumo alcohol 1,62*** 1,6***
Frecuencia ejercicio 1,75*** 1,78***
Obesidad 0,81*** 0,84***
Consumo fruta 1,16** 1,17**
Consulta medica 0,6***
Lista espera 0,51***
Problema transporte 0,69**
No asistencia problema
0,61***
económico
Medidas de Bondad
-log likelihood 6116,9614 5514,0417 5342,3245
AIC 12257,92 11064,08 10728,65
BIC 12343,96 11193,13 10886,37
LR Chi-cuadrado 1075,68 2268,79 2612,23
Prob. >Chi-cuadrado 0,00 0,00 0,00
Pseudo R2 0,08 0,17 0,20
N 9.605 9.596 9.596
Sensibilidad 64,15% 61,35% 66,17%
Especificidad 63,82% 76,70% 74,82%
Nº aciertos 6.146 6.605 6.754
Clasificación correcta 63,99% 68,83% 70,38%
Niveles de significación: *p<0,1, **p<0,05, ***p<0,01

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA.

57
La interpretación de estos modelos sólo se puede realizar analizando los
parámetros, puesto que medir el efecto de la probabilidad usando su magnitud
es incorrecto. Empleando los valores de los Odds ratio obtenemos que cuando
son menores que 1, dicha variable influye de forma negativa en la probabilidad
de tener buena salud percibida. Y cuando su valor se encuentra por encima de
1, la influencia en la percepción de buena salud es positiva, manteniéndose
constantes el resto de estimadores.
En el primer análisis, hemos obtenido que todas las variables propuestas
resultan significativas al 1% en la explicación de la salud del colectivo estudiado
excepto la variable “desempleados” (no significativa), y “zona rural” (significativa
al 5%).
Las variables que tienen un efecto negativo en la probabilidad de percibir la salud
como buena, son: ser mujer, ser mayor de 65 años (tanto “entre66y80”, como
“mayor80”), desempleado e incapacitado.
En el caso del género, Damian et al. (1999, p. 415), justifica la peor percepción
de la salud en las mujeres por la propensión de estas a las enfermedades de tipo
crónico, las incapacidades y también a desórdenes nerviosos y depresivos.
También sustenta el mayor padecimiento de enfermedades en las mujeres
López Giménez et al. (2014, pp. 35–36) e incluye un mayor consumo de
medicamentos que provocan una peor percepción de la salud.
Cuando tratamos la edad, podemos explicar la relación negativa existente entre
una mayor edad y el reporte de peor salud percibida de los individuos, esta
relación que hemos obtenido en nuestro estudio, es también explicada por
autores como Damian et al. (1999, p. 412) y Sanchez-Santos et al. (2011, p. 288)
que atribuyen al paso del tiempo el incremento de enfermedades crónicas que
dan lugar a una percepción de la salud como se ha explicado anteriormente.
Si analizamos a los individuos que padecen incapacidades, podemos esperar
que tengan menor probabilidad de reportar buena salud tal como explica
Sampedro Díaz de Greñú (2016, p. 20) y Lindeboom & Kerkhofs (2002, p. 19)
debido a las dificultades que tiene la persona para desempeñar su trabajo que
provocan malestar desembocando en una peor percepción de su estado de
salud; de forma similar afecta la variable desempleados en la salud percibida, ya
que provoca problemas, en su mayoría psicológicos derivados de la falta de
trabajo, y recogen estas observaciones autores como Del Pozo Iribarría et al.

58
(2002, p. 442) y Urbanos-Garrido & González López-Valcárcel (2013, p. 323). De
acuerdo con la argumentación anterior, y con la literatura que aborda el tema,
(Artazcoz et al., 2004, p. 61; Barroso et al., 2015, p. 19) la explicación existente
para nuestros resultados es que tener un empleo, aporta a los individuos una
percepción de su salud mejor, gracias a la satisfacción derivada del empleo.
Cuando hablamos de estudios, un mayor nivel de estos da lugar a una mayor
probabilidad de percibir la salud propia como buena, tal como habían enunciado
autores como Aguilar-Palacio et al. (2014, p. 38–39), López-Torres Hidalgo et al.
(2013, p. 49) y Martín et al. (2019, p. 83) que obtienen los mismos resultados
que nosotros y explican estos en que los individuos disponen de más
conocimientos sobre cómo resolver sus problemas de salud por lo que esta
variable afecta de manera positiva a la variable dependiente, teniendo en cuenta
que la categoría de referencia es estudios primarios o menos. Un paso más allá
va el autor Girón Daviña (2010, p. 87) explicando que ha logrado demostrar que
el paso de un nivel de estudios al inmediatamente superior aporta mejoras en la
probabilidad de percibir la salud como buena. Este razonamiento se encuentra
relacionado con la categoría siguiente por la relación existente entre el nivel de
estudios y el acceso a un puesto de trabajo superior.
La tendencia existente en la clase social es la misma que en el nivel de estudios
tal y como puede verse en la tabla 4.3.1.1. A medida que se asciende en la
estructura empresarial se observan mayores impactos positivos en la salud del
individuo teniendo en cuenta que la categoría de referencia son los trabajadores
que se dedican a actividades semi o no cualificadas al igual que en Borrell &
Benach (2006, p. 398) y Gonzalo & Pasarín (2004, p. 73), esta explicación se
fundamenta en que un mejor puesto de trabajo aporta mejores pólizas sanitarias,
así como un mayor tiempo de ocio que permite a los individuos realizar
actividades que les motiven.
En el caso de este análisis en que hemos incluido la zona rural, obtenemos que
ser habitante de áreas rurales, aumenta la probabilidad de tener salud
autopercibida buena, en comparación a la categoría de referencia que son los
que residen en zonas urbanas, este hecho lo explica el Servicio de Promoción
de la Salud (2002, pp. 16–21) en base a la tranquilidad, la sociabilidad y la vida
saludable que existe en las zonas rurales. Esta variable no se incluirá en

59
posteriores análisis porque empeora los resultados de estos y no es significativa,
tal y como se ha comentado anteriormente.
A la hora de analizar la bondad hemos tenido en cuenta un conjunto amplio de
medidas que han sido comentadas en la parte de la metodología del trabajo.
La bondad de este análisis (características sociodemográficas) es moderada, ya
que sólo clasifica correctamente un 64%.
El modelo pasa el contraste de significación global para un nivel de significación
del 1% y su pseudo 𝑅2 es de 0,08, lo que nos indica que presenta una capacidad
explicativa muy reducida.

Al incorporar al modelo el segundo bloque de variables relacionadas con los


factores de salud del individuo se observa que todas las variables del bloque
sociodemográfico siguen manteniéndose significativas e inclusive
desempleados se convierte en significativa al 5%. La única excepción es rural
que se descarta del modelo porque deja de ser significativa y ocasiona
problemas en la presencia de otras variables.
El total de variables relacionadas con “nivel de estudios”, “clase social”, y
“situación profesional”, suavizan su impacto positivo en la probabilidad de
percibir la salud como buena, y mantienen su nivel de significación.
En cuanto al nuevo bloque de variables introducidas que guardan relación con
los factores de salud y afectan de forma negativa a la salud percibida son:
“enfermedad crónica”, “consumo de medicamentos”, “obesidad” y “fuma”. En
sentido contrario, es decir de forma positiva, “consumo de alcohol”, “frecuencia
de ejercicio” y “consumo de fruta”.
El padecimiento de enfermedades crónicas se relaciona con una percepción de
la salud mala tal como justifican Fernández et al. (2017, p. 8) y Rivera et al.
(2013, p. 347) debido a los dolores que provocan. Asociado con estas
enfermedades se encuentra el consumo de medicamentos recetados por el
médico en las últimas semanas, que da lugar a una percepción de la salud como
mala tal como muestran autores como Carrera-Lasfuentes et al. (2013, p. 531),
debido a que su ingesta se debe a algún tipo de enfermedad para la que el
médico ha prescrito este tratamiento.
Cuando pasamos a hablar de la obesidad, variable que está relacionada con el
IMC, es de esperar que tenga una influencia negativa en la percepción de la

60
salud como buena. Autores como Ellulu (2017, p. 317), relacionan la obesidad
con una mala salud debido a su relación con el incremento de enfermedades
cardiovasculares y renales que se derivan de la obesidad. También Barajas
Gutiérrez & Martín, (1998, p. 228–229) explican la relación entre la obesidad y la
peor percepción de la salud, pero en su estudio argumentan que esta asociación
es debida principalmente a los problemas psiquiátricos y de artrosis que se
derivan en pacientes obesos. En cuanto al consumo de tabaco, basándonos en
autores como Blázquez Abellán et al. (2016, p. 539) podemos explicar la mala
percepción de la salud de las personas que fuman o han fumado de manera
habitual por los efectos negativos que provoca dicho hábito.
La influencia positiva del consumo de alcohol en la buena salud percibida de los
individuos, la justifica Girón Daviña (2010, p. 181) por la costumbre social con la
que se asocia. Esta misma argumentación es apoyada por Grønbaek (2009, p.
407) y este también incluye el beneficio que la pequeña ingesta de alcohol aporta
a la salud mental.
La práctica frecuente de ejercicio físico está relacionada con la percepción de
buena salud de los sujetos, ya que protege física y psicológicamente a los
individuos, como explican Aguilar-Palacio et al. (2013, p. 108) y es también una
característica fundamental para llevar a cabo hábitos de vida saludables. Y para
favorecer estas conductas, es importante tener una alimentación correcta,
potenciando el consumo de frutas y verduras en detrimento de cereales y
comidas procesadas, para así dar lugar a una mejor salud percibida según como
explican autores como Blázquez Abellán et al. (2016, p. 540) y Södergren et al.
(2012, p. 539).

En cuanto a las medidas de bondad se aprecia una ligera mejora en todas las
medidas consideradas.

Por último, se incorpora el bloque de variables que guardan relación con el


sistema sanitario.
Al igual que ocurría en el segundo análisis, al incluir los factores del sistema
sanitario, la influencia de las características sociodemográficas tiende a
suavizarse muy ligeramente, pero mantienen su significación, a excepción de la

61
categoría “desempleados” que deja de ser significativa, sin cambiar en ningún
caso la tendencia de su influencia.
Los factores de salud mantienen sus valores casi constantes y siguen siendo en
todos los casos significativos.
Los nuevos factores incluidos (sistema sanitario), presentan una influencia
negativa en la percepción de buena salud como cabía esperar por su significado,
resultando todos significativos al 1%, menos problema de transporte que lo es al
5%. La necesidad de asistencia a consulta médica según la literatura se asocia
con una mala percepción de la salud, tal como reflejan Aguilar-Palacio et al.
(2016, p. 238) ya que el hecho de necesitar los servicios sanitarios se debe a
malestar de los individuos.

Las medidas de bondad consideradas mejoran también ligeramente al incluir


este nuevo bloque de variables. Se sigue superando el contraste de significación
global, el Pseudo 𝑅2 mejora su explicación del modelo pasando del 7% inicial al
20%. También hay que destacar que el modelo clasifica correctamente el 70,38%
de los individuos que analiza, lo que supone una mejora. A ello se suma que los
criterios de información BIC y AIC reducen su valor.

Con el fin de facilitar la interpretación de los resultados se ha realizado para el


modelo que incorpora los tres bloques de variables, un análisis de los efectos
marginales de las variables, esto nos permitirá conocer el impacto que tiene cada
una de ellas sobre la salud percibida de los individuos. Información que se recoge
en la tabla 4.3.1.2.
De acuerdo con la explicación aportada previamente sobre el cálculo de los
marginales, procederemos a estudiar los cambios que se producen en nuestra
variable dependiente, salud percibida, fruto de los cambios de valor (0 y 1 por
ser variables dicotómicas) unitarios efectuado en las variables independientes
del modelo que dan lugar a cambios en la probabilidad de los individuos de
percibir su salud como buena.

62
TABLA 4.3.1.2: EFECTO MARGINAL DE LAS VARIABLES
Variables Efecto marginal
Sociodemográficas
Mujer -0,0339163
Entre 66 y 80 -0,0402364
Mayor 80 -0,1235835
Estudios secundarios 0,052728
Estudios terciarios 0,0738548
Ocupaciones intermedias 0,0305593
Directivos 0,0759124
Desempleados -0,0353178
Trabajadores 0,0366178
Incapacitados -0,3117987
Factores salud
Enfermedad crónica -0,3556402
Consumo medicamentos -0,1791013
Fuma -0,0270404
Consumo alcohol 0,0889241
Frecuencia realiza ejercicio 0,1098889
Obesidad -0,0323698
Consumo fruta 0,0293611
Factores servicio sanitario
Consulta médica -0,0970233
Lista espera -0,1293075
Problema transporte -0,0700701
No asistencia motivos económicos -0,0942828

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA.

Tal y como podemos ver en la tabla 4.3.1.2, las variables marcadas en verde son
las que tienen un efecto positivo en la probabilidad de percepción de la salud del
individuo como buena. Y las marcadas en rojo tienen un efecto negativo en la
probabilidad de percepción de buena salud.
La edad afecta negativamente a la percepción de la salud tanto a los mayores
de 80 años, cuya probabilidad de poseer buena salud disminuye un 12,35%
frente a otra persona que se encuentre en el grupo de referencia (entre 50 y 65
años), como a los individuos de entre 66 y 80 años cuya probabilidad disminuye
un 4,02% con respecto al grupo referencia. Cuando hablamos de la variable
mujer, la probabilidad de tener buena salud percibida disminuye un 3,39% frente
a los sujetos que son hombres.
Al fijarnos en los estudios de los individuos, observamos que cuanto mayor es
su nivel educativo, mayor es la probabilidad de tener buena salud percibida como
hemos visto anteriormente. Cuando las personas tienen estudios secundarios, la

63
probabilidad de tener buena salud aumenta un 5,27% con respecto a los
individuos con estudios primarios o menos, y si los estudios de los individuos son
terciarios, la probabilidad de tener buena salud percibida aumenta un 7,38%.
En cuanto a la clase social ocupacional que tienen los sujetos, también mejora
cuando se aumenta dentro de esta. Los individuos pertenecientes a ocupaciones
intermedias tienen un 3,05% más de probabilidades de percibir su salud como
buena, y los directivos un 7,59% más, ambos frente a los trabajadores que
desarrollan trabajos semi o no cualificados.
Si nos fijamos en la situación profesional hay diferencias, pues los desempleados
tienen un 3,53% menos de probabilidades de percibir su salud como buena, pero
son los incapacitados quienes tienen menor probabilidad de tener buena salud
percibida, ya que esta disminuye un 31,17% cuando los individuos se encuentran
en esta categoría frente a los jubilados. La influencia opuesta podemos
encontrarla con los trabajadores, ya que estos por el hecho de tener empleo,
tienen una probabilidad de percibir su salud como buena un 3,66% mayor que
los jubilados que son nuestra categoría de referencia.
A continuación, valoraremos la situación que se deriva de los hábitos de salud.
Cuando los individuos padecen una enfermedad crónica, su probabilidad de
tener buena salud percibida disminuye un 35,56% frente a los que no tienen
enfermedades. También disminuye, aunque en este caso es un 17,91% la
probabilidad de percibir la salud como buena en individuos que consumen
medicamentos recetados por el médico frente a los que no los toman.
Cuando el sujeto fuma o ha fumado en su vida, la probabilidad de tener buena
salud percibida disminuye un 2,7% frente a los que no han fumado nunca. Por
otro lado, tenemos que las personas que consumen alcohol habitualmente tienen
una probabilidad del 8,89% más de tener buena salud que los individuos que no
suelen tomarlo, este hecho lo explican Azpiazu Garrido et al. (2002, p. 696)
porque las personas que toman alcohol a edades avanzadas es porque se
encuentran bien de salud, en el caso contrario ya habrían abandonado dicho
hábito. También las personas que practican ejercicio con asiduidad tienen un
10,98% más de probabilidades de tener buena salud percibida que las personas
que tienen una vida sedentaria. Del mismo modo, muestra un aumento de la
probabilidad de tener buena salud percibida el hecho de consumir fruta frente a
no hacerlo con un 2,93%. Otro aspecto que influye de forma diferente es el peso,

64
los individuos que poseen obesidad tienen un 3,23% menos de probabilidades
de percibir su salud como buena frente a individuos que se encuentran en otro
IMC inferior al 30.
Por último, pasaremos a comentar la asistencia a consultas médicas, la falta de
atención en las mismas por diversos motivos, y cómo afecta esto a la salud de
los sujetos. Como cabe esperar, la asistencia a consultas médicas da lugar a
una disminución de la probabilidad de percibir la salud como buena, en este caso
supone un 9,7% menos que los individuos que no han asistido a consulta en el
último mes. Del mismo modo, cualquier problema que dificulte el acceso a los
servicios sanitarios dará lugar a una menor probabilidad de valorar la salud como
buena. Por ello obtenemos que cuando la falta de asistencia es porque están
afectados por listas de espera la probabilidad de percibir la salud como buena
disminuye un 12,93% frente a los que no están afectados. Cuando se producen
dificultades de transporte y esto impide el acceso al sistema sanitario, los
individuos afectados ven su probabilidad de percibir buena salud reducida un 7%
frente a los sujetos que no están afectados. Y por último, los individuos que
tienen dificultades de asistencia debido a motivos económicos tienen un 9,42%
menos de probabilidades de percibir su salud como buena frente a los que no se
ven afectados por este motivo.

Una vez hemos completado el análisis econométrico de la población objeto de


estudio sin segmentar, vamos a proceder a estudiar si el género afecta a la
significación de los determinantes propuestos, ya que es de especial relevancia
conocer cómo afectan estos determinantes a la salud percibida de hombres y
mujeres. Posteriormente, estudiaremos también las diferencias existentes en la
salud percibida de la población que habita zonas rurales y urbanas para conocer
la influencia de los determinantes de salud en cada una de ellas.

4.3.2. Modelo estratificado por sexo

En este apartado procederemos a segmentar la muestra en función del género,


con el fin de estudiar si hay diferencias en la salud percibida en función de los
factores que la determinan en hombres y mujeres utilizando nuestro modelo
econométrico.

65
TABLA 4.3.2.1: MODELO COMPARATIVO MUJER-HOMBRE
Mujer Hombre
Efectos Efectos
Odds ratio Odds ratio
marginales marginales
Características sociodemográficas
Entre 66 y 80 0,73*** -0,0581428 0,94 -0,0116157
Mayor 80 0,51*** -0,1281544 0,57*** -0,1085489
Estudios secundarios 1,44*** 0,0685947 1,19** 0,0331147
Estudios terciarios 1,76*** 0,1064193 1,22 0,0371712
Ocupacionesintermedias 1,13* 0,0237475 1,23*** 0,0396204
Directivos 1,44*** 0,0692983 1,57*** 0,0861072
Desempleados 0,75* -0,0549931 0,97 -0,0051655
Trabajadores 1,12 0,0211704 1,37*** 0,0596147
Incapacitados 0,27*** -0,2444095 0,16*** -0,3445414
Factores de salud
Enfermedad crónica 0,13*** -0,3923306 0,18*** -0,3220098
Consumo medicamentos 0,38*** -0,18178 0,41*** -0,1722044
Fuma 0,88 -0,0239693 0,8*** -0,0419843
Consumo alcohol 1,45*** 0,0696268 1,71*** 0,1019352
Frecuencia ejercicio 1,82*** 0,1125274 1,77*** 0,1091823
Obesidad 0,81*** -0,0408821 0,9 -0,0211331
Consumo fruta 1,1 0,017851 1,2* 0,0351782
Factores sistema sanitario
Consulta médica 0,58*** -0,1040937 0,63*** -0,0890959
Lista espera 0,52*** -0,1226085 0,49*** -0,1367918
Problema transporte 0,63** -0,085846 0,78 -0,0461907
Noasisteco 0,6*** -0,0949722 0,63*** -0,0887237
Medidas de Bondad
-log likelihood 2873,4427 2456,1577
AIC 5788,885 4954,315
BIC 5926,513 5088,54
LR Chi-cuadrado 1425,30 1135,45
Prob> Chi-cuadrado 0 0
Pseudo R2 0,1987 0,1877
N 5.186 4.410
Sensibilidad 60,39% 73,89%
Especificidad 80,96% 65,03%
Nº aciertos 3.696 3.087
Clasificación correcta 71,27% 70%
Niveles de significación: *p<0,1, **p<0,05, ***p<0,01

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA.

Al realizar el análisis en función del sexo de los individuos, observamos que tanto
hombres como mujeres ven afectada su salud percibida de forma negativa al
aumentar la edad. Esta repercusión es mayor cuando los individuos están en el
rango “mayor80” que cuando están “entre66y80” y más acusada en el caso de

66
las mujeres. Dichas variables son significativas en todos los casos a excepción
de los hombres entre 66 y 80 años, que no lo es.
Cuando tratamos el nivel de estudios de los individuos, se vuelve a observar que
en ambos géneros, un nivel de estudios superior repercute en una mayor
probabilidad de manifestar buena salud. En el caso de las mujeres este efecto
es más acusado, cifrándose estos incrementos en la probabilidad de manifestar
buena salud en un 6,85% y 10,84% para secundaria y terciaria con respecto a
los estudios primarios o sin estudios. En el caso de los hombres, ambos
incrementos son del 3% siendo además estudios secundarios significativos al
5% y estudios terciarios no significativos. El cambio a un nivel superior es casi
imperceptible en el caso de los hombres con respecto a la categoría de
referencia.
Cuando hablamos de clase social, un ascenso dentro de esta afecta
positivamente a ambos géneros. Siendo la variable “directivos” significativa al
1% en ambos casos, y la variable “ocupacionesintermedias” significativa al 10%
en mujeres y al 1% en hombres. Pero la influencia positiva en la salud percibida
es superior en los hombres tanto cuando pertenecen a
“ocupacionesintermedias”, como cuando son “directivos”, tal y como podemos
ver en los efectos marginales (3,96% y 8,61% en hombres frente a 2,37% y
6,92% en mujeres).
La situación profesional sigue la misma tendencia para ambos sexos, con la
situación de “trabajadores” (no significativa en mujeres, y significativa al 1% en
hombres), que repercute positivamente en la probabilidad de reportar buena
salud con incrementos del 2,37% en las mujeres y del 5,96% en los hombres con
respecto a la categoría de referencia (jubilados). Además, tanto los
“desempleados” (significativa al 10% en mujeres y no significativa en hombres),
como los “incapacitados” (ambos significativos al 1%) afectan negativamente a
la probabilidad de manifestar una salud percibida buena, los efectos marginales
en la categoría de incapacitados adoptan unos valores muy elevados de 24,44%
para las mujeres y 34,45% para los hombres. Mientras que, en el caso de los
desempleados, hacen que en las mujeres disminuya un 5,49% su probabilidad
de percibir la salud como buena, y en los hombres sólo hace que disminuya un
0,51% que lo hace casi imperceptible.

67
Los factores de salud que presentan una influencia negativa, tal y como hemos
visto en el resto de los modelos estimados en este trabajo son “enfermedad
crónica”, “consumo de medicamentos” (ambos significativos al 1%), y “hábito de
fumar” (no significativa en mujeres y significativa al 1% en hombres).
Siendo muy acusados los efectos marginales de la variable enfermedad crónica
con disminuciones en la probabilidad de reportar buena salud del 39,23% y
32,20%, respectivamente para mujeres y hombres. También resultan acusados
los efectos sobre el consumo de medicamentos, cuantificados en descensos del
18,17% en mujeres y 17,22% en hombres. Mientras que el hábito de fumar afecta
a la probabilidad de percibir la salud como buena en las mujeres disminuyendo
un 2,39% frente al 4,19% de los hombres.
Por otro lado, afectan positivamente “frecuencia de realización de ejercicio”
(significativa al 1%) y “consumo de fruta” (no significativa en mujeres y
significativa al 10% en hombres). Según los efectos marginales, la realización de
ejercicio aumenta la probabilidad de percibir la salud como buena en casi un 11%
en ambos casos, y el consumo de fruta en el caso de las mujeres aumenta la
probabilidad de percibir la salud como buena un 1,78% frente al 3,51% de los
hombres.
En cuanto al consumo de alcohol, este afecta positivamente a ambos sexos,
aunque con mayor influencia en los hombres con un 10,19% en comparación
con el 6,96% de las mujeres ambos con una significación del 1%.
Por el contrario, cuando hablamos de “obesidad” aunque afecta negativamente
a ambos sexos, observamos una mayor influencia negativa en las mujeres, con
un efecto marginal negativo del 4,08%, siendo significativo al 1%, mientras que
en el caso de los hombres no es significativo y su efecto marginal es del 2,11%.
Al realizar la comparación por género y observando los factores relacionados
con el sistema sanitario, todos afectan negativamente a la posibilidad de percibir
la salud como buena, tanto en hombres como en mujeres. El acudir los individuos
a consulta al menos una vez al mes, observamos que es significativo para un
nivel de significación del 1% para ambos sexos. En las mujeres la probabilidad
de percibir la salud como buena disminuye un 10,4% frente al 8,9% que
disminuye en los hombres. Cuando los motivos de falta de asistencia son
debidos a listas de espera, para una significación del 1% en ambos casos
disminuye la probabilidad de percibir la salud como buena en torno al 12%.

68
Mientras que si tratamos los afectados por problemas de transporte en el caso
de las mujeres disminuye la probabilidad de percibir buena salud un 8,5% para
el 5% de significación frente al 4,6% de los hombres que no es significativo. Y en
último lugar, cuando los individuos están afectados por problemas económicos
para una significación del 1% la probabilidad de percibir buena salud disminuye
para ambos sexos un 9%.

La bondad de ajuste de ambos modelos es buena, y presenta valores similares.


Dependiendo de las medidas de bondad utilizadas arrojan resultados más
positivos en unos casos al modelo de las mujeres y en otros al de los hombres,
aunque dichas diferencias son mínimas. Teniendo en cuenta las predicciones en
el caso de las mujeres se acierta un 71,27% y en los hombres un 70%. Si
empleamos los modelos Akaike y BIC el mejor modelo sería el de los hombres,
pero si tenemos en cuenta Pseudo𝑅2 , el modelo de las mujeres es mejor con un
𝑅 2 de 0,1987.

Tras este análisis en función del género vamos a proceder a realizar un estudio
similar atendiendo a la zona en la que viven los individuos: rural frente a urbana.
Para aportar información sobre la salud percibida de los individuos de dichas
zonas y conocer las variables que afectan a dicha percepción de buena salud.

4.3.3 Modelo comparativo zona rural y zona urbana

Con el objetivo de estudiar la presencia de diferencias en los factores que


determinan la salud del individuo dependiendo de si residen en zona urbana o
no urbana, se segmenta la muestra objeto de estudio en estos dos grupos y se
estiman modelos incorporando los tres bloques de variables.

69
TABLA 4.3.3.1: MODELO COMPARATIVO ZONA RURAL Y ZONA URBANA
Zona rural ZONA URBANA
Efectos
Odds ratio Efecto marginal Odds ratio
marginales
Características sociodemográficas
Mujer 0,94 -0,011978 0,81*** -0,0399583
Entre 66 y 80 0,95 -0,0095548 0,77*** -0,0487888
Mayor 80 0,56*** -0,1110662 0,51*** -0,1263721
Estudios secundarios 1,32** 0,05225 1,32*** 0,0535393
Estudios terciarios 1,55** 0,0823729 1,48*** 0,0745347
Ocupacionesintermedias 1,17 0,0297147 1,17*** 0,03002
Directivos 1,8*** 0,1115404 1,44*** 0,0692687
Desempleados 0,93 -0,0133618 0,81 -0,0408464
Trabajadores 1,44** 0,0684835 1,15 0,0270485
Incapacitados 0,23*** -0,27501 0,18*** -0,3220364
Factores de salud
Enfermedad crónica 0,11*** -0,4245202 0,17*** -0,3343168
Consumo medicamentos 0,45*** -0,1524249 0,37*** -0,1870073
Fuma 0,9 -0,0199399 0,86** -0,0277631
Consumo alcohol 1,69*** 0,0995975 1,57*** 0,0853542
Frecuencia ejercicio 2,32*** 0,1597474 1,75*** 0,1058821
Obesidad 0,85 -0,0305239 0,84*** -0,0322813
Consumo fruta 1,22 0,037646 1,15* 0,0263558
Factores sistema sanitario
Consulta médica 0,63*** -0,0868933 0,59*** -0,1000229
Lista espera 0,48*** -0,1380985 0,51*** -0,1268745
Problema transporte 1,12 0,021941 0,54*** -0,1168025
Noasisteco 0,65** -0,0824763 0,6*** -0,0970683
Medidas de Bondad
-log likelihood 1301,8763 4033,066
AIC 2647,753 8110,132
BIC 2774,539 8261,666
LR Chi-cuadrado 656,13 1970,66
Prob> Chi-cuadrado 0 0
Pseudo R2 0,2013 0,1963
N 2.352 7.244
Sensibilidad 64,38% 66,77%
Especificidad 77,08% 74,28%
Nº aciertos 1.661 5.101
Clasificación correcta 70,62% 70,42%
Niveles de significación: *p<0,1, **p<0,05, ***p<0,01

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA.

A continuación, vamos a pasar a comentar las diferencias existentes entre la


zona rural y la urbana y como afecta cada una de las variables a la salud
percibida en función del espacio/hábitat en el que habiten los individuos.

70
En relación al género, el colectivo de las mujeres tiene una menor probabilidad
de reportar una buena salud percibida independientemente del espacio en el que
vivan, en el caso de la zona rural sorprendentemente el género no es significativo
mientras que en la zona urbana lo es al 1%. En la zona urbana las mujeres
reportan un 4% menos de probabilidad que los hombres de tener buena salud,
mientras que en la zona rural es sólo un 1%.
Los grupos de edad que se encuentran por encima de los 65 años (“entre66y80”
y “mayor80”) también tienen una menor probabilidad de percibir su salud como
buena teniendo en cuenta que la categoría de referencia son el colectivo de 50
a 65 años, siendo este efecto negativo más acusado en el grupo de mayor edad;
En el grupo que habita en la zona urbana, las diferencias son menores entre los
dos rangos de edad. La variable “mayor80” es significativa siempre al 1%, y
“entre66y80” no es significativa en la zona rural y en la urbana lo es al 1%. Por
lo que observamos en la zona urbana el avance de la edad tiene un efecto más
significativo que en la zona rural, donde sólo es significativo el tramo de mayores
de 80. Los efectos marginales correspondientes a los adultos mayores de 80
años alcanzan valores similares en torno al 11% menos de probabilidad de
percibir su salud como buena en ambas zonas. Cuando nos fijamos en el grupo
de entre 66 y 80 años, en la zona urbana tienen un 4,87% menos de
probabilidades de percibir su salud como buena, y en la zona rural esta
probabilidad no llega al 1%, haciendo que casi no existan diferencias entre este
grupo y el de referencia.
Cuando hablamos del nivel de estudios, a mayor nivel de estos, mayor
probabilidad de reportar una buena salud percibida, y los datos en ambos
núcleos son similares. La mejora de la salud percibida en las personas con
estudios secundarios es de un 5% de probabilidad y cuando los estudios son
terciarios mejora hasta un 8%. Reflejando un nivel de significación del 5% en
ambas categorías en la zona rural y un 1% en la urbana
Lo mismo que ocurría en el nivel educativo, ocurre en la clase social. A mayor
categoría, mayor probabilidad de reportar buena salud, siendo la variable
“ocupacionesintermedias” no significativa en el medio rural y las demás
significativas al 1%. Los individuos pertenecientes a ocupaciones intermedias de
ambas zonas tienen un efecto marginal del 3% de mejora en su probabilidad de
percibir su salud como buena, mientras que los directivos presentan diferencias,

71
en el área urbana que alcanzan un 7% en la probabilidad de percibir su salud
como buena, pero si nos desplazamos al área rural llegamos al 11%.
Una mejor situación profesional afecta de forma positiva a la probabilidad de
manifestar una buena salud en ambas poblaciones. La variable “trabajadores”
no es significativa en la zona urbana, pero si en la rural al 5%. Su probabilidad
de percibir buena salud es superior a la categoría de referencia en ambas zonas,
con un 2,7% en la urbana y más del doble en la rural. Desempleados e
incapacitados presentan una menor probabilidad de reportar buena salud que la
categoría de referencia que es jubilados, siendo desempleados nunca
significativa e incapacitados significativa al 1%. Los incapacitados en ambas
zonas perciben un 3% menos de probabilidades de percibir su salud como
buena, y los desempleados cambian de un 1% en la zona rural a un 4% en la
urbana.
En cuanto a factores de salud, el padecimiento de “enfermedad crónica”, el
“consumo de medicamentos”, el hábito de “consumir tabaco” y la “obesidad”
repercuten negativamente en la probabilidad de manifestar buena salud,
resultando obesidad y el consumo de tabaco no significativas en el ámbito rural.
Los efectos marginales de esas variables alcanzan valores similares en ambas
zonas. Impactos positivos en la probabilidad obtienen el “consumo de alcohol”,
“realización de actividad física” y “consumo de fruta”. Sorprende la diferencia de
valor del Odds ratio en el caso de la práctica de deporte, muy superior en la zona
rural. La variable consumo de fruta no es significativa en la zona rural pero si lo
es en la urbana al 10%. Los valores de los efectos marginales de las tres
variables son similares en el área rural y en el área urbana.
Al tratar los factores del sistema sanitario, la mayoría de las variables
consideradas afectan negativamente a la probabilidad de reportar buena salud.
La asistencia a consulta médica afecta negativamente a la probabilidad de tener
una buena salud percibida en ambos colectivos (rural versus urbano), siendo
menor la repercusión en la zona rural para el mismo nivel de significación, sus
efectos marginales son en la zona rural de un 8,6% menos de probabilidad de
percibir la salud como buena, frente al 10% de la zona urbana. La “falta de
asistencia por lista de espera” afecta en mayor medida a la salud percibida de la
zona rural que a la de la zona urbana al 1% de significación y con unos
marginales de 13,8% en la zona rural y 12,6% en la urbana. En cuanto a la “falta

72
de asistencia por problemas económicos”, tiene una mayor influencia en la zona
urbana, siendo su impacto negativo. Por último, trataremos la “falta de asistencia
por problema de transporte”, que da lugar a resultados muy dispares. En la zona
rural, afecta positivamente a la salud percibida buena, pero no es significativo,
mientras que en la zona urbana afecta negativamente con una significación del
1%.

Cuando nos ponemos a observar las medidas de bondad obtenemos que tanto
el modelo Akaike como el BIC nos indican que modelo rural arroja mejores
resultados. La clasificación de ambos modelos clasifica correctamente en casi la
misma proporción, 70,62% en la zona rural frente al 70,42% en la urbana. Y en
último lugar, podemos establecer que ambos modelos son globalmente
significativos pero el modelo rural aporta más información. Aunque todas las
clasificaciones toman valores similares, es siempre un poco mejor el modelo de
zona rural.

Una vez hemos completado el análisis rural versus urbano, vamos a proceder a
recopilar las principales reflexiones asociadas a nuestros modelos.

4.4. Reflexiones

Una vez hemos concluido los análisis y hemos obtenido los resultados de cómo
afectan a la variable dependiente el resto de variables incluidas en nuestros
modelos, procederemos a comparar los resultados obtenidos con los alcanzados
en otros estudios existentes, a parte de estos estudios se les ha hecho referencia
previamente.
La primera variable que hemos considerado en nuestro estudio ha sido el género
de los individuos. Al incluir esta, pretendíamos dar respuesta a la existencia o no
de diferencias debidas al género en la percepción de la salud, nuestros modelos
han confirmado la presencia de estas diferencias atribuyendo a la mujer una peor
percepción. Estudios previos como García-Calvente et al. (2004, p. 71), explican
esta peor percepción de la salud en las mujeres debido a las numerosas cargas
que soportan en el hogar derivadas de necesidades familiares, que por
costumbre social se otorgan a estas. También existe una mayor vulnerabilidad

73
en el sexo femenino por la mayor afección a enfermedades de tipo crónico que
se produce entre las féminas, lo que es explicado por los autores Borrell et al.
(2004, p. 3).
Tras fundamentar la peor percepción de la salud en las mujeres, decidimos
observar cómo es el impacto del aumento de la edad dentro de nuestro grupo de
personas mayores, que incluye a los individuos de 50 años en adelante. Cabía
esperar que el envejecimiento afectase a la salud percibida de forma negativa,
hecho que hemos podido constatar puesto que nuestros resultados atribuyen a
los individuos de entre 66 y 80 años y a los mayores de 80 una peor salud
percibida que la categoría de referencia que serían las edades comprendidas
entre 50 y 65, efecto que se va incrementando a mayor edad. Este hecho lo
explican diversos trabajos como Damian et al. (1999, p. 412) y Sanchez-Santos
et al. (2011, p. 288) en la recopilación llevada a cabo por Morcillo Cebolla et al.
(2014) que da a la edad una gran importancia en la salud percibida debido a la
dependencia que comienzan a sufrir los individuos. Estos problemas son
explicados por Rodríguez Ávila (2018, p. 88), que asocia la vejez de los
individuos a deterioros en sus capacidades cognitivas y físicas. Otorgamos gran
relevancia al deterioro de la salud percibida asociada a la edad, puesto que entre
los factores sociodemográficos de nuestros microdatos esta variable adopta un
efecto marginal elevado.
Seguidamente pasamos a hablar de los resultados obtenidos en relación con el
nivel de estudios. Con este buscábamos contrastar si el hecho de poseer un nivel
de estudio secundario o superior favorece a una buena salud percibida en los
individuos. Y tal como hemos visto en el análisis econométrico, se cumple que el
hecho de ascender en el máximo nivel de estudios cursados mejora la
percepción de la salud, esta situación la explican autores como Girón Daviña
(2010, p. 87) que obtiene unos resultados iguales a los del presente estudio e
incluso puede fundamentar que el paso de un nivel secundario a uno terciario de
estudios mejora la salud percibida.
Nuestros resultados avalan que se obtiene una mayor probabilidad de percibir la
salud como buena en individuos que ocupan puestos más altos con respecto a
los trabajadores semi y no cualificados que son nuestra categoría de referencia.
La explicación a estos valores la aportan Borrell et al. (2004, p. 133) que
establecen que el puesto de trabajo de las personas posee características

74
intrínsecas como son la mejor cobertura sanitaria, hábitos más saludables, más
tiempo libre… que permiten a los individuos cuidarse y priorizar actividades de
su agrado favoreciendo así una actitud positiva que incrementa la buena
percepción de salud.
Seguidamente y también enlazada con los dos conjuntos de variables
precedentes encontramos la situación profesional. Dentro de esta hemos
obtenido diferentes resultados para cada una de nuestras variables. En primer
lugar tenemos a los trabajadores, estos tal como esperábamos perciben su salud
de forma positiva, hecho que autores previos habían recogido en sus trabajos
como es el caso de Artazcoz et al. (2004, p. 61) y Barroso et al. (2015, p. 19) y
que se debe al hecho de que poseer un trabajo da lugar a satisfacción laboral
que según Bello Gómez et al. (2010, p. 171) y Girón Daviña (2010, p. 190) es el
principal motivo para percibir la salud como buena en cuanto a la ocupación
laboral. En esta misma categoría encontramos la variable desempleados, que de
forma coherente con la explicación otorgada al empleo, cabe esperar que la falta
de este puesto de trabajo de lugar a una menor probabilidad de percibir la salud
como buena, tal como confirman nuestros resultados. Autores previos a nuestro
estudio fundamentan la mala percepción de la salud en los desempleados con
problemas psicológicos que se producen derivados de la situación de inactividad
(González González & Wong, 2014, p. 90). En último lugar dentro de esta
categoría encontramos a las personas que están incapacitadas. Esta categoría
es la que mayor influencia tiene en la salud percibida dentro del grupo
ocupacional. Los individuos que padecen una discapacidad, perciben su salud
de forma negativa por los impedimentos que esta produce y las situaciones de
depresión que se derivan de la imposibilidad de poder realizar tareas que
efectuaba con anterioridad, tal como explican Katz & Yelin (2001, p. 1199).
Una vez hemos concluido con las características sociodemográficas del modelo,
procedemos a la fundamentación de los factores de salud.
Dentro de este grupo la variable que mayor influencia ejerce sobre la salud
percibida es la enfermedad crónica, la cual, por cómo se define esperábamos
una influencia negativa en la percepción de la salud y así ha sido, aportando el
valor del efecto marginal más negativo de todo nuestro estudio y cumpliendo con
lo enunciado por Menéndez et al. (2005, p. 359), que explica el padecimiento de
las enfermedades crónicas con una estrecha relación existente de estas con la

75
discapacidad. En segundo lugar dentro de los factores de salud se halla la
variable de consumo diario de medicamentos recetados, que basándonos en la
explicación de Carrera-Lasfuentes et al. (2013, p. 533) la ingesta de estos se
encuentra asociada a una enfermedad y es por ello, que se percibe una
influencia negativa en la probabilidad de percepción de buena salud frente a
individuos que no precisan de este tipo de medicamentos.
Tras estas, pasamos a comentar el consumo de sustancias nocivas para la salud
como son el tabaco y el alcohol.
El tabaco en nuestro estudio de acuerdo con la explicación de Lanas & Serón
(2012, p. 699) influye de forma negativa en la salud percibida de los individuos
por las numerosas contraindicaciones que posee dicha sustancia. Mientras que
cuando hablamos de alcohol esperábamos un efecto negativo del mismo por la
presencia de etanol en su composición pero hemos obtenido una influencia
positiva en la probabilidad de percibir la salud como buena y autores como
García-laguna et al. (2012, p. 192) aportan luz a este hecho. Un consumo
moderado de vino al día puede tener efectos favorables para la salud por la
presencia de sustancias que actúan como antioxidantes, y disminuyen la
coagulación.
Seguido de estas, estudiamos la frecuencia de realización de actividad física en
los individuos. En el análisis previo de las variables vaticinamos que esta
aportaría una influencia positiva sobre la percepción de buena salud en los
individuos, y los resultados de nuestro estudio lo corroboran. La realización de
ejercicio con frecuencia aporta la mayor influencia positiva en la percepción de
la salud de los individuos. Esto se debe según autores como Alvarez-Pitti et al.
(2020, p. 173.e1) a los efectos positivos que tiene este hábito sobre la prevención
de enfermedades y la mejora de la salud de los individuos.
La siguiente variable que vamos a comentar es la obesidad, esta tiene una
influencia negativa en la salud percibida de los individuos, esto se debe según
Hernández-Cortés & Londoño Pérez (2013, p. 749) a los problemas que lleva
asociados como son la inseguridad, baja autoestima, problemas derivados de
malos hábitos alimenticios como colesterol y enfermedades cardiovasculares.
Por último cabe mencionar que una buena salud se relaciona con unos buenos
hábitos alimenticios, y por este motivo hemos incluido la variable de consumo de
fruta que aporta una probabilidad positiva a la percepción de buena salud ya que

76
ayuda a mantener una dieta equilibrada y según Moñino et al. (2016, p. 281) un
buen consumo de fruta mejora la salud.
Posteriormente pasaremos a comentar los factores de servicio sanitario. Todas
estas categorías por su definición se esperaba una influencia negativa en la
salud percibida de los individuos.
Dentro de este grupo aparece en primer lugar la frecuencia con que los
individuos acuden a consulta médica, el hecho de precisar estos servicios nos
indica que el sujeto posee una necesidad y necesita control por parte de un
profesional, por lo que es normal que su influencia sobre la salud percibida sea
negativa de acuerdo con la explicación de Aguilar-Palacio et al. (2016, p. 238).
Los tres motivos por falta de asistencia representan probabilidades negativas de
percibir la salud como buena, siendo lista de espera el que afecta con mayor
impacto a la percepción de la salud. Y son autores como Barriga Martín et al.
(2013, p. 11), Osorio Ochoa et al. (2011, p. 31) y Saucedo Avila et al. (1997, p.
16) los que justifican esta influencia negativa en la insatisfacción de sus
necesidades que les provoca intranquilidad.

En cuanto al género, en ambos modelos (mujer versus hombre) se mantiene la


significación de los factores considerados con algunas excepciones. En el caso
de las mujeres no es significativo el hábito de fumar, el consumo de fruta y el
tener empleo, en sentido contrario la variable hábitos de transporte sólo es
significativa paras las mujeres, hecho que argumentaremos a continuación. En
el caso de los hombres el tramo de edad de 66 a 80 no es significativo sobre la
probabilidad de reportar buena salud, así como el encontrarse desempleado,
padecer obesidad y poseer estudios terciarios.
Esta segmentación en base al género de los individuos nos permite identificar
las variables que influyen en mayor medida en hombres y mujeres y de esta
forma conocer cómo está determinada su salud percibida según las
características y factores que afectan al individuo.
Las mujeres, cuando están en el intervalo de edad entre 66 y 80 años perciben
su salud de forma más negativa que los hombres de esta misma edad, con casi
5% de diferencia, esto se debe a que las mujeres perciben su edad como peor
porque presentan mayor discapacidad, toman más medicación y están más
influenciadas por la depresión, como explican Benyamini et al. (2003, p. 401).

77
Este mismo hecho se observa cuando los individuos se encuentran en
desempleo, ya que las mujeres ven mucho más afectada su salud cuando se
hallan en esta situación profesional, frente a la casi irrelevancia de esta situación
en los hombres. Las mujeres como explican Merino-Llorente & Somarriba-
Arechavala (2019, p. 3) son más propensas a perder su empleo debido a las
peores condiciones de trabajo que tienen, ya que la mayoría de los empleos
temporales los desarrollan estas. Además se encuentran más afectadas por esta
situación ya que el acceso al mercado de trabajo es más complicado como
hemos explicado anteriormente por el “techo de cristal” que explican las autoras
Garcia-Prieto & Gómez-Costilla (2017, p. 10). Otro determinante que afecta el
doble a las mujeres que a los hombres de forma negativa es la falta de asistencia
por problemas de transporte posiblemente debido a que estas presentan un
menor acceso a vehículos como explican Ker & Tranter (1997, p. 13). Pero
también hay variables que afectan en mayor medida de forma negativa a los
hombres, como el hábito de fumar. Este hecho lo explican Wan et al. (2007, p.
427) y se debe a que los hombres fuman más que las mujeres, y prefieren los
cigarros que contienen mayor cantidad de alquitrán y nicotina, los cuales son
más perjudiciales para la salud.
Otro hábito que diferencia la percepción de la salud en función del género es el
consumo de alcohol, que en nuestro estudio como hemos visto previamente
influye de forma positiva en la buena salud percibida de nuestros individuos, pero
esta influencia es mayor en los hombres, esto se debe a que el consumo de
alcohol en hombres adultos es superior que en mujeres, esta explicación la
fundamentan Schulte et al. (2009, p. 542).
En último lugar en cuanto a las diferencias por sexo, se encuentra la mejor
percepción de la salud en las mujeres, tanto con estudios secundarios, como
terciarios con respecto a la categoría de referencia (estudios primarios o
inferiores). Y en los hombres no existe casi diferencia entre tener estudios
secundarios y terciarios con respecto a la categoría de referencia. El impacto
positivo en las mujeres en comparación con los hombres es del doble en los
estudios secundarios y del triple en los terciarios. Esta diferencia entre sexos es
argumentada por Ross et al. (2012, p. 1160) ya que las mujeres tienen menos
recursos socioeconómicos da otros tipos (autoridad, ganancias, bienestar).

78
Además las oportunidades de lograr un trabajo a tiempo completo son menores,
por ello explicábamos anteriormente la mayor influencia negativa del desempleo.

Por último, vamos a hablar de las diferencias existentes entre las áreas rurales
y urbanas que hemos considerado en el estudio en función de la zona en que
vivan los individuos. De este análisis, hemos obtenido que las personas que
habitan áreas rurales tienen mayores probabilidades de percibir su salud como
buena que los que viven en áreas urbanas, este resultado lo fundamenta el
Servicio de Promoción de la Salud (2002) en la tranquilidad presente en dichas
áreas, las relaciones sociales y el menor nivel de contaminación existente.
En el caso de la muestra segmentada hay diferencias en la configuración del
estado de salud percibida en la zona rural, el género, el tramo de edad de 66 a
80, las ocupaciones intermedias, el desempleo, el hábito de fumar, el
padecimiento de obesidad y los problemas de transporte dejan de ser
significativas, mientras que en la zona urbana a diferencia de la zona rural, ese
conjunto de variables es significativo a excepción del desempleo, y se incluye
trabajadores entre las variables no significativas de la zona urbana.
Cuando hablamos del género de los individuos, observamos que afecta el hecho
de ser mujer afecta de forma negativa en ambos grupos poblacionales, por el
mayor padecimiento de enfermedades que tienen estas. En las zonas urbanas,
la influencia en la salud percibida es más negativa debido a desórdenes mentales
derivados de estas zonas como son la ansiedad, depresión, fatiga… que explica
Harpham (1994, p. 233), mientras que en las zonas rurales la mala valoración de
la salud de las mujeres se debe al gran número de tareas que tiene que
desarrollar la mujer sin reconocimiento de su labor y realizando grandes
esfuerzos físicos, como explica Talens (1999, p. 13–16).
De un modo muy similar afecta la variable edad, aunque en el caso de la zona
rural podríamos decir que casi no tiene efecto negativo el paso del rango de
referencia (50-65 años) a la siguiente (66-80), mientras que en la zona urbana
observamos la tendencia que venimos observando en los análisis previos, en los
que el envejecimiento afecta de forma negativa a la edad, como explican Rojas
Ocaña et al. (2006, p. 8) debido a la pérdida de energía y a la disminución de la
independencia.

79
En el sentido contrario influye la categoría directivos, en la cual ambas zonas
perciben su salud como buena, pero esta influencia es mayor en la zona rural,
porque el hecho de desempeñar estudios superiores y alcanzar un puesto
superior permite aprovechar las oportunidades del sector y dar lugar a nuevas
actividades económicas que fomentarán la vida rural y de este modo la mejor
percepción de la salud por parte del individuo (Millán Jiménez, 2002, pp. 4–5).
La realización de ejercicio físico afecta también de forma positiva en ambas
zonas, pero en mayor medida en la zona rural, y debemos destacar en esta el
gran valor de su Odds ratio. La obtención de estos resultados se debe a que las
personas que habitan en las zonas rurales realizan más actividad física que los
de zonas rurales, y esto como ya hemos visto favorece la mejora de la salud
percibida, esta fundamentación se basa en Sicras-Mainar et al. (2008, p. 264).
Por último, hablaremos de los dispares resultados que hemos obtenido en la
variable de acceso al sistema sanitario debido a problemas de transporte. En
esta, los habitantes de las zonas rurales ven afectada su salud percibida de
forma positiva, mientras que en el área urbana esta percepción es negativa, esto
puede deberse a las grandes distancias existentes en las zonas urbanas para
acceder a los servicios sanitarios como explican Olivet et al. (2008, p. 22). Otra
posible razón es el mal uso que se hace de los servicios médicos ya comentado
anteriormente y que tiene mayor peso en las zonas urbanas por la densidad de
población existente.

Con esto podemos dar por concluido el análisis de los resultados de nuestro
modelo logístico y proceder a desarrollar las conclusiones de este trabajo.

80
5. CONCLUSIONES

En este trabajo se ha realizado un estudio econométrico sobre los determinantes


de la salud de los individuos para conocer las características que favorecen la
buena percepción de la salud. Para ello hemos utilizado los datos obtenidos en
la Encuesta Nacional de Salud del año 2017 que es la versión más reciente de
la que se tienen datos.
Los procedimientos estadísticos llevados a cabo se han obtenido con el
programa Stata en su versión 14, que nos ha permitido realizar un análisis Logit
sobre la salud percibida de los individuos en relación con determinantes
sociodemográficos, factores de salud y del sistema sanitario que les afectan.
Con la selección de la muestra que hemos obtenido escogiendo a los individuos
de 50 años o más hemos podido establecer las características que más influyen
en la salud percibida de estos.
Los resultados muestran que ser mujer, tener más de 65 años, padecer
enfermedades de tipo crónico y tomar medicamentos diariamente hacen que
disminuya la probabilidad de tener buena salud.
Cuando se tiene mayor nivel de estudios, clase social más alta y se desempeña
una actividad ocupacional, la posibilidad de percibir buena salud aumenta a
medida que se asciende dentro de estos grupos con respecto a la categoría de
referencia. Para poder alcanzar los niveles más elevados de estas variables,
deben realizarse estudios superiores que permitan el acceso a los puestos que
tal como hemos visto fomentan en mayor medida la buena salud. Estas
desigualdades derivadas del nivel económico de los individuos deben evitarse
fomentando el acceso a enseñanzas.
No podemos obviar la necesidad de un buen sistema sanitario, puesto que es
clave para mantener la buena salud de la población. En nuestro análisis, las
variables de falta de asistencia médica y de consulta han resultado negativas
para la percepción de buena salud, por ello es necesario el impulso de
inversiones y mejoras en el sistema sanitario para que la población pueda
obtener mejor acceso y por tanto optar a una mejor salud.
Tener un estilo de vida saludable (no fumar, practicar deporte, comer sano y
tomar pequeñas cantidades de alcohol) favorecen la percepción de la salud
como buena. Estos hábitos implican un beneficio en sí mismos, al mismo tiempo

81
que evitan padecer obesidad, que como hemos visto anteriormente es uno de
los principales problemas que afectan a la sociedad actual. Para lograr adquirir
hábitos de vida saludables relacionados con la realización de ejercicio físico en
el tiempo libre es necesario promover este tipo de conductas a través de
actividades deportivas fomentadas desde organismos públicos y a las que
tengan acceso todos los miembros de la población sin restricción económica.
En cuanto al consumo de sustancias perjudiciales para la salud como es el
tabaco, y teniendo como precedente el éxito que ha supuesto la prohibición de
fumar en locales cerrados tanto de uso público como privado, que estén abiertos
a cualquier persona, eliminando así un gran número de fumadores pasivos; es
recomendable promover campañas de concienciación social para reducir el
consumo de tabaco y así mejorar la salud puesto que es uno de los
determinantes que mayor impacto negativo tiene en la percepción de esta.
Algo similar ocurre atendiendo al género, la presencia de gaps en la salud
autopercibida de las mujeres con menor probabilidad de manifestar una buena
salud debería ser tenida en cuenta para el diseño de programas de acción en
materia sanitaria, así como de las diferencias apreciadas en la significación de
ciertos factores que deberían conducir al diseño de acciones, tales como
programas de apoyo a la conciliación de la vida familiar. Estas medidas deben
ofrecerse para conciliar tanto los estudios superiores como el trabajo, puesto que
como hemos visto anteriormente los estudios y el poseer un empleo son
fundamentales para percibir una buena salud y afectan de forma positiva a las
mujeres, pero las cargas familiares que suelen tener impiden su desarrollo
profesional en muchos casos.
También, el hecho de vivir en zonas rurales hemos obtenido que favorece la
buena percepción de la salud por la calidad de vida que se disfruta en ellas,
además de constatar que en el entorno rural la salud autopercibida no se explica
con los mismos factores que en la zona urbana, ello hace que se deban aplicar
políticas diferenciadas en función del tamaño de la población en donde se reside.
Y derivado de la buena salud que se percibe en las zonas rurales, debemos
fomentar la vida en estas mejorando las infraestructuras de fomento, así como
los servicios culturales, educativos y sanitarios que son importantes para lograr
una buena salud percibida como hemos visto en este trabajo.

82
Como punto final debemos concienciarnos de la influencia que ejercen todos y
cada uno de estos factores en la salud de los individuos.

83
6. BIBLIOGRAFÍA

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