TFM e 145 Ramirez Burgos, Alba
TFM e 145 Ramirez Burgos, Alba
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Empresariales
Trabajo de Fin de Máster
Máster en Análisis económico y finanzas
Tutelado por:
Patricia Gómez Costilla
Noelia Somarriba Arechavala
Valladolid, 28 de septiembre de 2020
RESUMEN:
El objetivo de este trabajo es estudiar los determinantes de la salud de las
personas mayores en España. Para alcanzarlo, partiendo de la Encuesta
Nacional de Salud del año 2017, se ha realizado un análisis econométrico de la
salud percibida en personas mayores aplicando un modelo de regresión logística
binaria que permita analizar la influencia de diversos determinantes en la
percepción de la salud de los individuos. Los resultados que se han obtenido
para toda la muestra, a través del programa Stata, evidencian que las mujeres
declaran peor salud percibida, así como los individuos con menor formación y
conductas menos saludables (obesidad, sedentarismo, etc.…).
En lo que respecta a las diferencias que afectan a la percepción de la salud en
cuanto al género, las mujeres reportan una mejor salud que los hombres cuando
ambos presentan educación secundaria o terciaria, sin embargo ocurre lo
contrario cuando estudiamos las ocupaciones o la situación profesional. Cuando
analizamos la obesidad, aunque afecta negativamente a ambos sexos,
observamos una mayor influencia negativa en las mujeres. En último lugar, los
habitantes de zonas rurales perciben su salud como mejor que los de zonas
urbanas y se aprecian diferencias importantes en la significación de los
determinantes al segmentar la muestra rural y urbana.
ABSTRACT:
The objective of this paper is to study the determinants of health in elderly people
from Spain. To achieve it, using the National Health Survey form year 2017, it
has been done an econometric analysis about perceived health in elderly people
applying a binary logistic regression which allows to analyse the influence of
various determinants in individuals´ health perception. The model´s results were
obtained through Stata software, and it highlights differences which affects to
health perception as to gender, attributing worse ratings to women and individuals
with low education and less healthy conducts (obesity, sedentarism, …).
When we talk about differences that affects to health perception based in gender,
women report better health than men when both have secondary or tertiary
studies, despite that, it occurs the opposite when we focus on obesity, although
it has a negative influence in both, we notice a higher adverse influence in
women. In the last place, inhabitants of rural areas perceive their health better
than the ones in urbans, and we could appreciate important differences in health
determinants signification when the sample is segmented by rural and urban
areas.
KEY WORDS: self-perceived health, Logit analysis, determinants of health.
ÍNDICE DE TABLAS:
Tabla 4.2.1: Lista de variables y descripción ................................................................. 53
Tabla 4.2.2: Descripción de las variables del modelo .................................................... 54
Tabla 4.3.1.1: Modelos muestra de 50 años y más. Odds Ratio y Medidas de Bondad de
Ajuste .............................................................................................................................. 57
Tabla 4.3.1.2: Efecto marginal de las variables .............................................................. 63
Tabla 4.3.2.1: Modelo comparativo mujer-hombre ........................................................ 66
Tabla 4.3.3.1: Modelo comparativo zona rural y zona urbana ....................................... 70
1. INTRODUCCIÓN
1
Por todo lo señalado anteriormente el estudio de la salud de nuestros mayores
resulta una cuestión de especial relevancia en la actualidad y es la razón por la
cual lo he elegido como tema de estudio.
A través de este trabajo trataremos de establecer la importancia que tiene cada
uno de los determinantes de la salud, teniendo en cuenta tanto características
sociodemográficas de los individuos, como los factores relacionados con su
propia salud y el sistema sanitario. De este modo, conoceremos la medida en
qué afecta cada aspecto a la percepción de la salud y podremos intentar mejorar
esta para dar lugar a sociedades más longevas que valoren positivamente su
salud y hagan un uso más eficiente de los servicios sanitarios.
Para conocer mejor los aspectos que condicionan el estado de salud de los
individuos en España, la Encuesta Nacional de Salud Española (ENSE) ofrece
una valiosa fuente de información, que nos aporta datos relevantes sobre la
salud percibida de los individuos y sus características. Cuando analizamos la
salud autopercibida debemos prestar especial atención a las características
sociodemográficas de los individuos, a los aspectos relacionados con su salud
física y a elementos concernientes a la asistencia sanitaria a la que puede
acceder el individuo. Todos estos determinantes, afectan al modo de percibir la
salud, dando lugar a desigualdades en la autopercepción de esta por los
individuos. Ahondar en estos aspectos en el colectivo de personas mayores es
sin duda un tema de gran trascendencia que puede permitir el diseño de políticas
encaminadas a reducir estas desigualdades y mejorar el bienestar de los
mayores, colectivo muy significativo en nuestra población como hemos visto
anteriormente, debido a la baja tasa de natalidad y al aumento de la esperanza
de vida.
Empleando estos datos para estimar si el efecto de variables, como: los hábitos
de vida, las características sociodemográficas de los individuos, el ámbito
geográfico donde residen… resultan significativas en la salud percibida de las
personas. Para ello, llevaremos a cabo estimaciones a través de modelos de
elección discreta, en concreto, modelos Logit por medio del programa Stata y los
datos mencionados anteriormente. A través de estos análisis, nos marcamos
como objetivos además de estudiar qué factores resultan significativos en la
determinación de la salud de nuestros mayores como colectivo global, si ocurre
como para el resto de población, que las mujeres a pesar de vivir más tienen una
2
peor salud y si son los mismos factores los que configuran la salud de las mujeres
que la de los hombres. Además, se estudiará si el hecho de residir en una zona
rural puede derivar en una peor salud autopercibida, en relación al acceso al
sistema sanitario, o si por el contrario el entorno en sí mismo puede repercutir en
unos hábitos más saludables que impliquen una mejor salud.
Este trabajo se estructura en varios capítulos. En primer lugar, abordaremos los
antecedentes, dentro de los cuales se revisan varias definiciones del concepto
de salud, ofrecidas por diversos organismos y los distintos enfoques en su
medición, y junto a ello se realiza una breve revisión de algunos trabajos que
explican el impacto de factores como el género, la edad, la clase social, el hábitat
rural-urbano… sobre la salud de los individuos. A continuación, se realiza una
breve presentación de la fuente de datos empleada y la explicación de la técnica
de estimación econométrica utilizada. Tras ello, se procede al análisis empírico
consistente en la estimación de varios modelos econométricos, con el objetivo
de analizar qué factores resultan significativos al explicar la salud de nuestros
mayores, para la población total y para ciertos segmentos de la misma.
Por último, se elaboran las conclusiones en las que daremos respuesta a los
objetivos aquí planteados.
3
2. ANTECEDENTES
Existen multitud de definiciones del concepto de salud, siendo una de las más
difundidas la propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1948, p.
100): “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”; de esta definición
entendemos que la salud es un estado positivo unido intrínsecamente al
bienestar personal, que no sólo se relaciona con la no enfermedad o la ausencia
de malestar, sino que también lo hace con una sensación de felicidad y energía.
La OMS se basó en Sigerist (1941, p. 695), que explicaba que “la salud no es
simplemente la ausencia de enfermedad, es algo positivo, una actitud gozosa y
una aceptación alegre de las responsabilidades que la vida impone al individuo”.
Es decir, Sigerist consideraba que la salud se basa tanto en el bienestar físico,
como en el psicológico. Posteriormente, Dubos (1995, p. 348) definió la salud
como “el estado de adaptación al medio y la capacidad de funcionar en las
mejores condiciones en este”. Otra descripción es la enunciada por la OMS
(1985, p. 16) que presenta la salud como un recurso: “El grado en que una
persona o grupo es capaz, por un lado, de llevar a cabo sus aspiraciones y de
satisfacer sus necesidades y, por el otro de enfrentarse con el ambiente. En
consecuencia, la salud debe considerarse no como un objetivo en la vida sino
como un recurso más de la vida cotidiana”. La salud entendida en base a esta
definición es un concepto positivo que comprende recursos personales y
sociales, así como la capacidad física de que los individuos se adecúen a las
necesidades que presenta su actividad cotidiana.
La salud aparece ligada a otros conceptos como el de bienestar, por ejemplo,
Gonzalo & Pasarín, (2004, p. 73) establecen que la salud es un requisito para el
bienestar, estos autores plantean que una buena salud es imprescindible para
alcanzar un estado de bienestar y lograr acceder a otros recursos.
La medición del concepto de salud desde una acepción tan amplia como la que
se ha expuesto previamente, es compleja puesto que existen gran número de
enfoques e indicadores para dicho propósito, e intentaremos describir parte de
ellos.
5
Una forma de medir la salud es por medio de la salud percibida o autopercibida,
es decir cómo se sienten los individuos en relación con su salud, habitualmente
medida por medio de escalas de Likert que se obtienen al preguntarle a la
persona cómo considera actualmente que es su salud. Esta medida refleja la
valoración que hacen los individuos de esta, la cual será la variable dependiente
que emplearemos en el estudio. Este enfoque se adopta en multitud de trabajos
como por ejemplo son Blázquez Abellán et al. (2016) y Pérez-Fuentes et al.
(2015).
Según Pilar et al. (2006, p. 584), la salud autopercibida es la sensación que tiene
la persona sobre su propio estado de salud, esto es, cómo uno mismo percibe
su estado corporal. Por otro lado, Morcillo Cebolla et al. (2014, p. 511) recogen
que la mala salud autopercibida está estrechamente relacionada con la
presencia de enfermedades crónicas, el uso de servicios sanitarios y la
mortalidad. Esta explicación se centra en la aparición de enfermedades en los
individuos y cómo acceden al tratamiento de estas.
Este indicador será nuestro elegido por su modo de obtención (pregunta única y
no condicionada con respuesta múltiple) que permite graduar los resultados y
ordenarlos. Principalmente, el estado de salud percibido se ve influenciado por
características biológicas y fisiológicas del individuo, hábitos de vida, y por el
estado emocional del sujeto en el momento de la recogida de datos. Las
diferencias existentes en cuanto al criterio de valoración son explicadas por
Jürges (2007, p. 163) en base a las diferencias culturales existentes en cada país
que suelen ser comunes a todos sus habitantes. Esta tendencia a diferentes
valoraciones podemos observarla en el estudio realizado por Desesquelles et al.
(2009, p. 1124) que observa dos países como son Italia y Francia y muestra la
diferencia de criterios en cuanto a valoración de su salud percibida en
poblaciones de entre 45 y 74 años.
Otra posible forma de medir la salud es por medio del concepto de morbilidad,
que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) (2018, p. 10) define como
“la ocurrencia de enfermedades, lesiones y discapacidades en las poblaciones”,
asociándose salud con el padecimiento de enfermedades que afectan al
desarrollo de la vida del individuo. Mientras que la Organización Mundial de la
Salud (OMS) (2015b, p. 1) se centra en la discapacidad de las personas y cómo
esto da lugar a la pérdida de una vida sana y puede desencadenar en una muerte
6
prematura. Este indicador mide tanto la incidencia como la prevalencia de
enfermedades en la población, pero no resulta muy útil porque trata procesos
concretos y de este modo no se puede explicar la salud del conjunto poblacional.
Otro posible indicador de la salud de una población es la tasa de mortalidad. La
definición de mortalidad que aporta la Real Academia Española, (2020) (RAE)
es: “tasa de muertes producidas en una población durante un tiempo dado, en
general o por una causa determinada”. También observaremos la definición que
ofrece la Organización Mundial de la Salud (2017): “el número de defunciones
por lugar, intervalo de tiempo y causa”. Cuando empleamos este indicador como
medidor, se muestra el número de fallecidos de una zona en un momento
temporal determinado. Otorga mayor peso a las muertes a temprana edad, por
tratarse de circunstancias poco comunes, pero no permite datos de malestar o
discapacidad. Además pierde información referente al bienestar de la población
en cuanto a la perspectiva de salud.
Estrechamente relacionado con la mortalidad, pero en el lado opuesto del ciclo
vital se encuentra la esperanza de vida, que según el Instituto Nacional de
Estadística (2018) (INE) se define como “el número medio de años que esperaría
seguir viviendo una persona de una determinada edad en caso de mantenerse
el patrón de mortalidad por edad observado”. Para emplear este medidor, se
calculan los años de la persona fallecida y la diferencia de estos con la predicción
de la esperanza de vida existente, aportando así más peso a las defunciones en
edad temprana, que es una ventaja de este indicador; pero al mismo tiempo se
elimina el segmento de población que vive por encima de la predicción, por lo
que se pierde globalidad.
Tanto la morbilidad, como la esperanza de vida y la mortalidad son indicadores
relativos a la población en su conjunto, mientras que la salud autopercibida nos
permite un estudio a nivel individual, siendo una de sus ventajas.
7
diferentes modelos adoptados en la medición de la salud de las personas.
También completaremos el capítulo con una revisión de los resultados de un
conjunto de trabajos que estudian qué factores determinan el concepto de salud
percibida. Tras esta primera revisión de los determinantes de la salud de las
personas, incidiremos en aquellos que consideramos prioritarios para el posterior
análisis econométrico que realizaremos.
8
GRÁFICO 2.2.1.1: DETERMINANTES DE LA SALUD SEGÚN DAHLGREN Y WHITEHEAD
9
• Condicionantes de riesgo (causan problemas o enfermedades que
podrían evitarse) se derivan de ambientes inadecuados como la
contaminación o de hábitos perjudiciales como el consumo de tabaco.
Biología
humana
Hábitos de
salud/Estilo
de vida
10
Otro posible modelo es propuesto por Solar & Irwin (2007), quienes trataron de
explicar cómo se producían las desigualdades en la salud de los individuos, ver
Gráfico 2.2.1.3. Estos autores proponen que el modelo debe aclarar los
mecanismos que provocan inequidades en salud, indicar la relación entre los
determinantes, establecer prioridades entre ellos e implementar políticas de
acción. Este enfoque fue posteriormente adoptado por la OMS para definir los
determinantes de la salud.
11
también por los valores culturales de la sociedad, además de por actores
económicos y sociales (grandes corporaciones) y las relaciones internacionales
del país. Los determinantes estructurales se encuentran formados por:
• Contexto socioeconómico y político, que comprende factores que afectan
a la estructura social, y a la distribución del poder y los recursos.
• Ejes de desigualdad, son los determinantes que pueden provocar
desigualdades dentro de la sociedad, como la clase social, la edad, la
etnia, el género y el territorio. Todo esto afecta a las oportunidades de
tener buena salud.
13
superan los 70 años. Este cambio perceptivo en la salud de los individuos se
relaciona con las escasas expectativas que se tienen de encontrarse bien, y por
ello ante aspectos positivos, los individuos los valoran más.
Urbanos-Garrido (1995, p. 15), explica que cuanto más mayores somos,
desciende la probabilidad de sentirse sano. Esta autora también relaciona que
tener hábitos de vida saludables dan lugar a un efecto positivo de salud; uno de
estos podría ser la práctica de deporte de forma regular, que permite incrementar
las probabilidades de valorar la salud como buena. Otra posible explicación al
cambio de percepción de la salud en personas mayores, podría ser la diferencia
de criterios existente entre generaciones.
La vejez es explicada por Rodríguez Ávila (2018, p. 88) desde la perspectiva
subjetiva del individuo e incluye cambios biológicos, psicosociales y en las
capacidades cognitivas. El paso del tiempo en los individuos provoca
limitaciones, pérdida de capacidad y derecho para acceder a recursos, así como
la aparición de enfermedades o discapacidades. Uno de los cambios más fuertes
se produce con la llegada de la edad de jubilación, que provoca una readaptación
a una nueva etapa vital en la que las capacidades de los individuos se ven
reducidas.
No siempre esto tiene que ser cierto, si se empieza a fomentar el envejecimiento
saludable, los individuos podrán alcanzar la vejez manteniendo plenas sus
capacidades.
Ligado al concepto de envejecimiento surgen diferentes definiciones, así como
teorías que le sustentan. Veamos brevemente algunas de estas definiciones e
hipótesis con el fin de comprender esta etapa de la vida en la que se ubica
nuestro colectivo objeto de estudio.
El envejecimiento según los autores Fernández-Ballesteros et al. (2013, p. 83)
se clasifica en:
• Envejecimiento saludable: ausencia de enfermedad y buena capacidad
funcional para las actividades diarias.
• Envejecimiento activo: buen funcionamiento físico y cognitivo.
• Envejecimiento productivo: participación y compromiso e implicación
social.
• Envejecimiento exitoso: engloba las tres anteriores.
14
Cuando hablamos de envejecimiento saludable podemos fijarnos en la
definición propuesta por la Organización Mundial de la Salud (2019, p. 1),
“proceso de desarrollo y mantenimiento de la capacidad funcional que permite el
bienestar en la vejez”. Ligado a esta definición se encuentran una serie de
capacidades (satisfacer necesidades básicas, contribuir con la sociedad,
movilidad, mantener relaciones…) que permiten al individuo interactuar consigo
mismo y con su entorno.
Resulta interesante en relación al envejecimiento activo la definición que ofrece
también la Organización Mundial de la Salud (2015) como: “el proceso de
optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin
de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen”.
Al tratar sobre envejecimiento productivo hay que nombrar a Butler que fue
quien propuso dicha modalidad de envejecimiento y la definió como “la
capacidad de un individuo o una población para servir en la fuerza de trabajo
remunerada, en actividades de voluntariado, ayudar en la familia y mantenerse
independiente como sea posible” (Butler, 2000, p. 23). Pero este mismo concepto
se puede apreciar desde otra perspectiva como la de Bass et al., (1993, p. 247),
“el envejecimiento productivo es cualquier actividad desarrollada por una
persona mayor que produce bienes o servicios, o desarrolla capacidades”.
Por último, el envejecimiento exitoso es explicado por Sarabia Cobo (2009,
p.173) como “el que ocurre cuando las personas sienten satisfacción por poder
adaptarse a las situaciones cambiantes de su vida”.
El envejecimiento, se basa en un conjunto de teorías desarrolladas por diferentes
autores, a continuación, comentaremos algunas de ellas:
• La teoría de la desvinculación de Cumming & Henry (1991, p. 218), que
habla sobre la actividad que desarrolla el ser humano a lo largo de su vida
y del abrupto descenso que se produce al perder la autonomía física y la
capacidad de socialización.
• La teoría de la actividad desarrollada de Havighurst (1961, p. 8), que
relaciona el puesto desempeñado por el individuo con su satisfacción y la
percepción de mejor calidad de vida a la que da lugar.
• La teoría de los roles especificada por Atchley (1977, p. 16), en la que
se explican las actividades desarrolladas por cada uno en función de los
15
roles asumidos. Dependiendo de las cargas familiares asociadas a cada
momento de la vida del individuo.
• Por último, González de Gago (2010, p. 53) enunció la teoría de la
continuidad que pretende mantener hábitos, personalidad, estilo de
vida… durante la vejez.
2.2.2.2. Género
Esta característica del ser humano es definida por la RAE como “grupo al que
pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de
vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico”. De acuerdo con
Fernández-Mayoralas et al. (2018, p. 150) existen diferencias de género debidas
al desarrollo de diferentes actividades (trabajo remunerado, doméstico,
actividades de cuidado) , lo que provoca cargas en el sexo femenino mayores,
que unidas a su situación de vulnerabilidad física desencadenan un
envejecimiento con peor salud. Por otro lado, Murillo (1996, p. 10) caracteriza el
género como el “conjunto de creencias, rasgos personales, actitudes,
sentimientos, valores, conductas y actividades que diferencian al hombre y a la
mujer a través de un proceso de construcción social que tiene varias
características. Y que como proceso histórico se desarrolla a diferentes niveles
tales como el estado, el mercado de trabajo, las escuelas, los medios de
comunicación, la ley, la familia, y a través de las relaciones interpersonales”. Por
ejemplo, se aprecian grandes diferencias en el acceso al mercado de trabajo
entre ambos géneros. A esto se suman también las cargas familiares (cuidado
de hijos, personas dependientes y hogar) que se suelen atribuir a la mujer por
costumbre social. Todas estas cargas provocan un mayor desgaste en la salud
del género femenino que se refleja a lo largo de toda la vida.
De acuerdo con Fernández-Mayoralas et al. (2018, p. 169) y Sánchez-López
(2013, p. 2), las mujeres son más longevas, pero su esperanza de vida con
buena salud es inferior a la de los hombres, esto es conocido como la “paradoja
de la morbilidad”. Los hombres presentan mayor probabilidad de tener buena
16
salud, aunque también de morir más jóvenes, esto se asocia con la idea de que
tienen hábitos de vida menos saludables, tal como explican Thielke & Diehr
(2012, p. 2–4) y van Oyen et al. (2010, p. 229). Mientras que las mujeres tienen
un estilo de vida menos arriesgado, aunque están más expuestas a la depresión,
debido a la menor realización de actividad física (Morcillo Cebolla et al. 2014, p.
519).
Los determinantes que afectan principalmente a la salud de las mujeres son
psicosociales y socioeconómicos, como explica Moral et al. (2014, p. 81). En
todos los países están presentes las desigualdades entre hombres y mujeres y
al relacionarlas con la salud, se obtiene que el sexo femenino padece más
enfermedades crónicas y considera su nivel de salud peor (Borrell et al., 2004,
p. 3).
Los factores que explican las diferencias de salud de las mujeres están
relacionados con su incorporación al mercado laboral, su rol reproductor (que
sigue siendo casi exclusivamente femenino) y los cuidados familiares (García-
Calvente et al., 2004, p. 132). También se explican por las diferencias en la
distribución laboral de hombres y mujeres, siendo las mujeres las que se
encargan en mayor medida del trabajo doméstico y del cuidado de personas
dentro del hogar familiar (un 30,26% de las personas adultas cuidan de una
persona mayor conviviente, siendo más de un 60% mujeres; según datos del
IMSERSO (2019)). Asimismo, cuando las mujeres se incorporan al terreno
laboral encuentran más dificultades (mayor tasa de paro femenina), los contratos
son en mayor medida temporales y en muchas ocasiones se enfrentan a salarios
medios más bajos (Garcia-Prieto & Gómez-Costilla, 2017, p. 10) y al techo de
cristal, que hoy en día sigue estando presente e impide a las mujeres acceder a
puestos más altos dentro de la carrera profesional (Guil Bozal, 2008, p. 228).
Cuando nos referimos a puestos de trabajo temporal, tres cuartas partes de los
mismos están ocupados por mujeres, con todo lo que esto implica: peores
condiciones, menor salario, trabajos monótonos de baja preparación, mayor
riesgo de pérdida del empleo… (Merino-Llorente & Somarriba-Arechavala, 2019,
p. 3).
A continuación, abordaremos la relación entre la clase social y la salud.
17
2.2.2.3. Clase social
Con carácter general la clase o grupo social, se define según la RAE como “el
conjunto de personas que pertenecen al mismo nivel social y que presentan
cierta afinidad de costumbres, medios económicos, intereses…”.
La clasificación de los individuos en clases sociales se suele realizar en base a
criterios como el puesto de trabajo o el nivel de ingresos del hogar, esto se
conoce como clase social ocupacional. Según Palència et al. (2013, p. 216), la
clase social ocupacional es “una medida de la posición socio-económica basada
en la jerarquía ocupacional de acuerdo con su habilidad”. Por eso, una
clasificación básica de los trabajadores es según si realizan o no trabajos
manuales, entendiendo estos como aquellos que requieren fuerza física para su
desempeño. Este grupo de trabajadores manuales tiene un mayor número de
enfermos porque presentan una salud deficiente ligada a hábitos de vida poco
saludables, como puede ser alimentación inadecuada, falta de higiene,
desarrollo de adicciones perjudiciales para la salud, mayor número de
enfermedades crónicas y/o limitantes, tal como ha estudiado Urbanos-Garrido
(1995, p. 12). Este mayor número de padecimientos en las clases más bajas se
debe a los escasos conocimientos para resolver problemas sencillos y a la falta
de acceso a recursos, tanto por motivos económicos como por dificultades para
desplazarse hasta los centros médicos.
Por el contrario, las personas de clases sociales más aventajadas presentan las
características opuestas en cuanto al estado de salud: buena cobertura sanitaria,
un mayor cuidado personal, hábitos más saludables y mejor capacidad
económica, tal y como refleja Borrell et al. (2004, p. 2). En otro estudio del mismo
autor, (Borrell et al., 2012, p. 183), establecen que las desigualdades sociales
existentes son evitables si se diera un reparto justo de circunstancias,
oportunidades y recursos relacionados con la salud.
La Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud de la OMS plantea que
las desigualdades en salud “son el resultado de la situación en que la población
crece, vive, trabaja y envejece y el tipo de sistema para combatir la enfermedad.
A su vez, las condiciones en que la gente vive y muere están determinadas por
fuerzas políticas, sociales y económicas”. Se deben desarrollar políticas que
eliminen las desigualdades existentes para lograr que la población tenga también
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igualdad sanitaria. La salud de las clases sociales más desfavorecidas se
encuentra deteriorada por el peor acceso a la sanidad, que provoca un aumento
de patologías crónicas y de mortalidad en edades tempranas (Grupo de Trabajo
de la Sociedad Española de Epidemiología, 2000, p. 351).
Cuando hablamos de clase social no podemos olvidarnos de mencionar la
educación, factor que abordaremos en el siguiente epígrafe, que suele
encontrarse asociada a la ocupación. Las clases sociales más bajas tienen
también menor acceso a la educación por el coste que lleva asociado y por el
tiempo dedicado a esta, por lo que al descender en la escala social, se observa
un aumento porcentual de las personas inactivas y con menor nivel de estudios
(Urbanos-Garrido, 1995, p. 12). Las personas que pertenecen a clases sociales
desfavorecidas no acceden a buenos puestos en el mercado laboral como
hemos mencionado debido a que estos requieren un nivel de estudios y una
titulación basándonos en la explicación del Grupo de trabajo de la Sociedad
Española de Epidemiología (2000, p. 352).
En este mismo artículo se explica otro aspecto ligado a la clase social
ocupacional como es la renta, esta suele ir vinculada al puesto de trabajo y a los
requerimientos más estrictos en cuanto a formación de los individuos. Estas
diferencias salariales provocan estratificación de clases y desigualdades
sociales debido a la disparidad de cantidades percibidas por las personas.
Estudios como el de Rodgers (2002, p. 533, 536) establecen que las diferencias
existentes en renta dan lugar a desigualdades en acceso al sistema sanitario, y
a la educación y esto provoca un deterioro de la salud.
Es de especial relevancia la apreciación que hace Wilkinson (1996, p. 102) en la
que apoya la relación existente entre la salud y el nivel de renta, pero hace
alusión al hecho de que descensos en el nivel de renta afectan en mayor medida
a la salud de personas pobres.
19
2.2.2.4. Educación
20
Seguidamente pasaremos a hablar de la relación existente entre salud y
ocupación.
21
243–244). Esta contradicción entre unos buenos hábitos y percibir buena salud
se debe a que el colectivo de estudiantes está formado por personas jóvenes, y
estas tienden a estar sanas.
Los jubilados perciben su salud como mala por el descenso de ingresos, el
deterioro de las relaciones sociales, la perdida de estatus de actividad… que
dan lugar al deterioro de la salud (Allan A. et al., 2005, p. 2). Pero esta percepción
muestra diferencias, cuando los jubilados tienen menor edad, entre 50 y 83 años,
perciben su salud como mala, pero a partir de los 83 años se invierte la valoración
y pasan a calificar su salud percibida como buena (Girón Daviña, 2010, p. 173).
El estudio de esta situación laboral de desempleo y su relación con la salud de
los individuos refleja efectos negativos en las personas que pertenecen a este
grupo, por diferencias sociales, de género, del sistema de seguridad social...
(García, 2010, p. 63). El hecho de pertenecer al grupo de desempleados, genera
problemas de salud, principalmente psicológicos por no percibir salario, y
derivados de estos se incrementan las dificultades para volver al terreno laboral
(González González & Wong, 2014, p. 90; Millán-León, 2010, p. 108)
Cuando hablamos del trabajo en el hogar, Rodríguez (2001, p. 3) define dichas
tareas como: “El trabajo doméstico es el conjunto de actividades del hogar
dirigidas a la satisfacción de necesidades de primer orden de los miembros de la
familia, y a las que se les ha atribuido el carácter de obligatorias y gratuitas”.
Cabe destacar que las personas que se dedican al cuidado del hogar manifiestan
peor salud que los trabajadores que se dedican a otra tarea laboral. En el caso
de las mujeres (que suelen ser quien desempeña estos empleos por tradición
social (Lobera et al., 2014, p. 219)), el hecho de tener un trabajo remunerado,
aunque implique más cargas, aporta bienestar, independencia económica y
personal, así como satisfacción con el empleo (Artazcoz et al., 2004, p. 61). Las
personas que desempeñan trabajo doméstico sufren sobrecarga de trabajo
desencadenando situaciones que ponen en riesgo su bienestar físico y
psicológico, esto las hace valorar su salud percibida como mala (Soria Trujano
& Mayen Aguilar, 2017, p. 95).
Por último, entendemos por incapacitados a aquellos sujetos que en cuanto a su
ocupación laboral presentan limitaciones funcionales que les impiden
desempeñarla con normalidad, tal como explica Vicente Pardo (2014, p. 662).
Para asegurarnos que estos trabajadores están en condiciones de realizar las
22
tareas requeridas por su empleo sin incurrir en riesgo para el mismo o terceras
personas, se debe evaluar su estado de salud y los requerimientos precisos de
su puesto (Vicente Pardo, 2014, p. 670). Cuando el individuo padece una
enfermedad que le impide realizar actividades ocupacionales que previamente
podía realizar, aumenta el riesgo de padecer depresión, que les hace percibir su
salud como mala (Katz & Yelin, 2001, p. 1198).
23
Las personas con una situación económica desfavorable tienden a exhibir una
mayor prevalencia de factores de comportamiento, como tabaquismo o mala
alimentación, según Caballero González et al. (2012, p. 3), todo esto derivado
de la falta de conocimiento de conductas saludables y debido a un modelo social
conductual incorrecto.
El consumo de drogas, incluyendo dentro de estas el tabaco y el alcohol pese a
su situación legalizada, es poco saludable para los individuos.
Se atribuye al tabaco la mayor parte de la mortalidad debida a enfermedades
cardiorrespiratorias y cáncer. La nicotina (compuesto más conocido del tabaco)
provoca efectos hemodinámicos y vasculares; así como los componentes
gaseosos del cigarrillo tienen efectos tóxicos sobre las células. Además, los
fumadores reconfiguran sus necesidades situando al tabaco en cabeza y esto da
lugar a grandes problemas alimenticios en los grupos más desfavorecidos, como
explican Paredes Díaz et al., (2015, p. 50). Estos autores también han estudiado
que el hábito de fumar está relacionado con un mayor consumo de bebidas
alcohólicas y una menor ingesta de vegetales y frutas.
Cuando hablamos del consumo de alcohol tenemos que este provoca efectos
negativos en el sistema cardiovascular además de adicción a largo plazo, pero
también provoca traumatismos (accidentes de tráfico, ahogamientos, caídas…)
mientras el sujeto se encuentra bajo sus efectos (Gárciga Ortega et al., 2015, p.
5). Además, los individuos que consumen alcohol tienden a abandonar sus
hábitos nutricionales debido al aumento de las situaciones de embriaguez que a
su vez también provocan problemas psicológicos, sociales, familiares y del
entorno (Paredes Díaz et al., 2015, p. 51).
Tanto el consumo de tabaco como el de alcohol dan lugar a inseguridades que
derivan en una mayor dependencia de dichas sustancias (García-Laguna et al.,
2012, p. 192). Afortunadamente, en la actualidad se están desarrollando
campañas para reducir el consumo de alcohol y tabaco mostrando los riesgos
que provocan.
El estilo de vida relacionado con la salud se caracteriza por tener naturaleza
conductual y observable, continuidad de las conductas que las convierte en
hábitos, y combinación entre estas (hábitos de ejercicio físico suelen ir ligados
con una correcta alimentación y ausencia de consumo de alcohol y tabaco,
dando lugar a individuos preocupados por mantener una vida sana y equilibrada)
24
(De La Cruz Sánchez & Pino Ortega, 2019, p. 2; Martínez & Saldarriaga, 2011,
p. 168).
Los determinantes del estilo de vida pueden ser individuales (aspecto biológico,
genética, psicología y conducta) o sociodemográficos y culturales (entorno que
rodea al individuo).
Los hábitos de vida que desarrollamos en la actualidad como el sedentarismo
asociado al uso de nuevas tecnologías dan lugar a patologías sanitarias del tipo
hipocinético (Salas Cabrera, 2015, p. 37), estas patologías, empobrecen y
ralentizan tanto los movimiento voluntarios como espontáneos de los individuos,
y suelen ir acompañados de rigidez muscular, incapacidad de movimiento,
trastornos de salud mental y períodos de inactividad debidos a la enfermedad
(algunas de las cuales son cardiovasculares, obesidad y problemas de peso, y
trastornos músculo esqueléticos). Alonso Cabrera et al. (2004, p. 82) explican
que los beneficios que se logran practicando ejercicio de forma habitual,
producen mejoras en la salud humana. Tal como explica Fuentes Trigo (2010, p.
1), la ausencia de actividad física provoca problemas en el cuerpo, empeora la
calidad de vida del individuo y puede derivar en sobrepeso y obesidad. Siendo
estas, dos de las principales enfermedades que se dan en la actualidad (Luperon
& López, 2014, p. 2). Para evitar estos problemas debemos implantar entre
nuestros hábitos la práctica de actividad física desde muy pequeños para
mantenernos sanos y evitar caer en hábitos perjudiciales como los que hemos
mencionado anteriormente (García-Laguna et al., 2012, p. 184). Además la
práctica de actividad física se asocia con unos mejores hábitos alimenticios y con
un menor consumo de alcohol y tabaco (Castillo et al., 2007, p. 207).
Los hábitos alimenticios de los individuos también están influenciados por la
cultura, las costumbres y el ambiente en que vive (García-Laguna et al., 2012, p.
188). La mala alimentación puede ser debida a problemas de estrés, alegría y
tristeza que nos hace comer de forma desproporcionada alimentos no saludables
(Prentice, 2001, p. 16).
25
2.2.2.7. Hábitat rural-urbano
Las zonas urbanas, tal como definen las Naciones Unidas son los centros de
población con más de 10.000 habitantes, y rural los que tienen menos habitantes
(Santillana, 1964, p. 73). Una zona rural normalmente es un territorio vinculado
al campo con escaso número de habitantes y cuya principal actividad económica
es agropecuaria; mientras que la zona urbana se caracteriza por tener mayor
población y dedicarse a actividades relacionadas con la industria y los servicios
(Pérez Porto & Merino, 2017).
En la mayoría de los países desarrollados, la salud es mejor en las ciudades que
en las zonas rurales; aunque en las áreas urbanas hay mayores desigualdades
entre distintas localizaciones (Observatorio de Salud y Medio Ambiente de
Andalucia, 2006, p. 6). Estas diferencias son también explicadas por De La Cruz
Sánchez & Pino Ortega, (2019, p. 5) que establecen que las personas que
habitan áreas geográficas con mayor privación material (asociado con áreas
rurales) presentan una salud más deteriorada. Las zonas rurales pueden
presentar mayores dificultades para acceder a servicios básicos como la sanidad
u otras prestaciones debido a la distancia existente con los centros médicos
dónde se da el servicio más completo de acuerdo con la necesidad existente
(hospital, centro de salud, radioterapia, fisioterapia, rehabilitación…) (De La Cruz
Sánchez & Pino Ortega, 2019, p. 3).
Por otro lado, la cercanía existente entre los habitantes del ambiente rural puede
ser un elemento positivo para la salud, así como la menor presencia de
contaminación, que en la actualidad está resultando determinante para que
muchas personas vuelvan a vivir en zonas rurales.
Según Smith et al. (2008, p. 59) el estado de salud viene determinado por las
características del área rural, ambiente, estilo de vida y ocupación.
En relación, a la ubicación geográfica comentada anteriormente, el tratamiento
médico es más complicado en zonas rurales porque las distancias hasta los
centros sanitarios especializados son mayores y el transporte limitado, tienen
más dificultades para acceder a diagnóstico y tratamiento; si no disponen de
medio de transporte particular en muchos casos resulta imposible llegar al centro
de salud. Algunas variables que nos indican el mal funcionamiento de la sanidad
en las zonas rurales más alejadas, como es el caso del mayor número de
26
personas con diabetes y el escaso diagnóstico existente es observado por Smith
et al. (2008, p. 57) en países como Canadá y Reino Unido. Reforzando estas
deficiencias se encuentra también la prevención de enfermedades en las zonas
rurales que deriva en un mayor número de muertes por cáncer debido a la falta
de instrumental para detección, tratamiento, soporte… en otros casos, el
problema puede deberse a la falta de privacidad y anonimato que hace que las
personas no quieran buscar tratamiento médico (Smith et al., 2008, p. 57).
27
Revisando la literatura sobre el tema se observa que los individuos de grupos
sociales humildes o con bajo nivel de estudios, acuden más a los servicios de
medicina general puesto que descargan más la responsabilidad de sus
problemas de salud en los profesionales (Lostao et al., 2001, p. 125). En relación
a las consultas de medicina general financiadas públicamente se obtiene una
relación inversa entre la frecuencia con que se acude a estas y los ingresos
económicos del hogar (Regidor et al., 2006, p. 353).
Al hablar de consultas a especialistas en el sector público se produce la misma
tendencia. Mientras que, si hablamos de consultas a especialistas teniendo en
cuenta tanto las cubiertas de forma privada como pública, se observa una
tendencia a acudir mayor en grupos sociales más altos. Así ocurre en el caso del
ginecólogo y del dentista (posiblemente por ser un servicio que no se encuentra
cubierto por el sistema nacional de salud) (Palència et al., 2013, p. 11). Este tipo
de consultas, suelen ser preventivas, y es la clase social con mayor nivel de
estudios la que toma interés en este tipo de diagnósticos. Los individuos con
ingresos altos realizan casi el 30% de las consultas al especialista sin
financiación pública posiblemente debido a la falta de recursos en el sistema
público para cubrir la demanda existente (Regidor et al., 2006, p. 355).
En cuanto a las hospitalizaciones, se observa un mayor uso en clases sociales
con ingresos bajos, independientemente del tipo de sanidad utilizada. Los
servicios de urgencias hospitalarias se han incrementado un 2,6% anual entre
los años 1997 y 2005, esto implica 720.000 visitas adicionales cada año (la
mayoría por realizar un uso inadecuado del servicio) (Peiró et al., 2010, p. 7). En
general, cuanto mayor es la capacidad de los servicios sanitarios, los individuos
pueden recibir los tratamientos con una mayor rapidez, y así curar la enfermedad
que padecen (Pinillos-Franco & Somarriba-Arechavala, 2019, p. 4).
Una vez descritos los determinantes socioeconómicos que vamos a considerar
en nuestro estudio de la salud, vamos a pasar a describir cómo será la
metodología y el modelo econométrico a seguir para nuestro análisis, en el
siguiente capítulo.
28
3. METODOLOGÍA
A continuación, vamos a estudiar los datos que los proporcionan los microdatos
de la ENSE para la población de 50 años o más que tal y como se ha comentado
es nuestra población objeto de estudio.
30
3.2. Análisis preliminar de microdatos de la ENSE
9%
27%
Como podemos observar en el Gráfico 3.2.1, los individuos que tienen 50 años
o más acumulan el 56% de la muestra. Dentro de este grupo poblacional los
individuos que pertenecen al intervalo de edad comprendido entre 50 y 65 años
representan más de una cuarta parte de la muestra total, les siguen los de
31
edades comprendidas entre 66 y 80 que acumulan el 20% de la frecuencia y por
último, los mayores de 80 constituirían el 9%.
A continuación, pasaremos a analizar los datos de la muestra utilizando sólo los
que corresponden a los individuos de 50 años o más. Una vez se eliminan los
sujetos que poseen menos de 50 años se obtiene una muestra con 9.935 sujetos,
de los cuales se encuentran 4.783 en el grupo entre 50 y 65 años, 3.631 en el
grupo entre 66 y 80 años, y los restantes 1.521 son mayores de 80.
En cuanto al género, tal y como se puede observar en el Gráfico 3.2.2, las
mujeres representan un porcentaje ligeramente superior a los hombres en
nuestra muestra seleccionada. Para poder conocer mejor cómo se distribuye por
sexo cada grupo de edad vamos a observar el Gráfico 3.2.3.
45% mujer
hombre
55%
32
GRÁFICO 3.2.3: DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA POR SEXO EN RANGOS DE EDAD
3000
2500
Nº de individuos
2000
1500
hombre
1000 mujer
500
0
50-65 años 66-80 años Más 80 años
Rangos de edad
33
GRÁFICO 3.2.4: DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA SEGÚN SU SITUACIÓN PROFESIONAL
Jubilados 5117
Incapacitados 317
Series1
Trabajadores 2568
Desempleados 652
34
GRÁFICO 3.2.5: DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA SEGÚN NIVEL DE ESTUDIOS
6000
5000
Nº individuos
4000
3000
2000
1000
0
Estudios primarios Estudios secundarios Estudios terciarios
Nivel de estudios
35
Como podemos ver en el gráfico 3.2.6, nuestra población está repartida en
función de los diferentes tamaños de los municipios, aunque cabe destacar que
en los municipios de menos de 10.000 habitantes se asienta un 24,66% de la
muestra y en los municipios capital de provincia que poseen menos de 500.000
habitantes un 21,12%; esto supone que con estos dos grupos se complete casi
la mitad de la población.
En nuestro análisis, basándonos en el criterio establecido por EUROSTAT, se
agrupan en la “zona rural” los individuos que viven en municipios con menos de
10.000 habitantes y los que viven en áreas con más de 10.000 habitantes en
“zona urbana” como se comentará más adelante. En base a esta clasificación, el
24,66% vive en zonas rurales, mientras que en zonas urbanas lo hace un
75,34%.
36
GRÁFICO 3.3.1: DISTRIBUCIÓN DE RESPUESTAS DE LA SALUD PERCIBIDA DE NUESTRA
MUESTRA
3% 8%
12%
Muy buena
Buena
Regular
43% Mala
34%
Muy mala
37
Este modelo tiene un planteamiento sencillo y de fácil interpretación, sin
embargo, puede ser interesante exigir que las predicciones se muevan en el
intervalo 0 y 1 para lo cual se plantea:
𝑌𝑖 = 𝐹(𝛽0 + 𝛽1 𝑋1𝑖 + 𝛽2 𝑋2𝑖 +. . . +𝛽𝑘 𝑋𝑘𝑖 ) + 𝜀𝑖 𝑖 = 1,2, . . . , 𝑁
Donde F es una función continua y creciente entre 0 y 1; 0≤F≤1.
En el caso de que la función de distribución coincidiese con la distribución normal
estándar se estimaría un modelo probit, mientras que si la F coincide con la
función de distribución logística estimaremos un modelo logit bivariado, como en
nuestro caso, que se basa en:
𝑒𝑥 1
𝐹(𝑥) = 𝑥
=
1+𝑒 1 + 𝑒 −𝑥
El modelo sería:
𝑒 𝛽0+𝛽1 𝑋1𝑖 +⋯+𝛽𝑘 𝑋𝑘𝑖 1
𝑌𝑖 = 𝛽 +𝛽 𝑋 +⋯+𝛽 𝑋
+ 𝜀𝑖 = + 𝜀𝑖
1 + 𝑒 0 1 1𝑖 𝑘 𝑘𝑖 1 + 𝑒 0 1𝑋1𝑖 +⋯+𝛽𝑘 𝑋𝑘𝑖 )
−(𝛽 +𝛽
38
Estos efectos marginales variarán con los valores de x. Para calcular dichos
efectos marginales Greene (1999, p. 753) establece que “una posibilidad es
evaluar las expresiones obtenidas tomando como x las medias muestrales de los
datos; otra posibilidad es evaluar los efectos marginales en cada observación
con las expresiones dadas y calcular después la media muestral de los efectos
individuales”. En nuestro caso hemos optado por este segundo procedimiento.
39
𝑂(𝑋1𝑖 , 𝑋2𝑖 , … , 𝑋𝑗𝑖 + 1, … , 𝑋𝑘𝑖 ) 𝑒 𝛽0+𝛽1 𝑋1𝑖 +𝛽2𝑋2𝑖 +⋯+𝛽𝑗 (𝑋𝑗𝑖 +1)+⋯+𝛽𝑘𝑋𝑘𝑖
= = 𝑒 𝛽𝑗
𝑂(𝑋1𝑖 , 𝑋2𝑖 , … , 𝑋𝑗𝑖 , … , 𝑋𝑘𝑖 ) 𝑒 𝛽0+𝛽1𝑋1𝑖 +𝛽2 𝑋2𝑖 +⋯+𝛽𝑗𝑋𝑗𝑖 +⋯+𝛽𝑘 𝑋𝑘𝑖
Por tanto 𝑒 𝛽𝑗 y su estimador, se interpretará como el cambio en la razón de
probabilidades cuando 𝑋𝑗𝑖 aumenta una unidad permaneciendo el resto de
regresores constantes, si la variable es ficticia se interpreta como el cambio en
la razón de probabilidades entre los individuos para los 𝑋𝑗𝑖 = 0 y los individuos
𝑋𝑗𝑖 = 1.
1
Me gustaría agradecer al profesor D. Hermenegildo Fernández-Abascal Teira por permitirme
el uso de sus materiales para dar explicación a este apartado de metodología del modelo
empleado.
40
Una vez hemos contrastado el modelo de forma global, pasamos a hacerlo
individualmente.
El p-valor será:
𝑝 − 𝑣𝑎𝑙𝑜𝑟 = 𝑝(𝜒12 ≥ 𝜒02 ),
con 𝜒02 como valor muestral del estadístico.
Bondad de ajuste
Para evaluar la bondad del modelo podemos basarnos en diferentes cálculos,
comentaremos a continuación algunas de las medidas a las que aludiremos en
la interpretación de nuestros modelos econométricos.
41
Considerando el número de aciertos y errores, se obtienen y valoran sus
porcentajes de acierto cuando 𝑌𝑖 toma los valores 1 y 0, (sensibilidad y
especificidad respectivamente) así como el porcentaje global de aciertos en la
predicción del modelo.
3. Criterios de información
Existen varios métodos para estudiar nuestro análisis, pero en nuestro caso
vamos a dar explicación al AIC de Akaike y el SC de Schwarz (BIC) en los cuales
se escoge el modelo que tome valores más pequeños.
• Akaike´s Information Criterion (criterio de información de Akaike) mide el
desajuste entre una distribución hipotética y una distribución teórica.
• Bayesian Information Criterion (criterio de información bayesiano o de
Schwarz) realiza el mismo cálculo que el AIC pero penaliza más los
modelos con mayor número de parámetros estimados.
42
4. ANÁLISIS EMPÍRICO
43
trabajos previos que el sexo femenino presenta una peor valoración del
estado de salud que los hombres, tal y como recoge Morcillo Cebolla et
al. (2014, p. 519) en su revisión de trabajos; en catorce de los estudios
analizados se concluye que el sexo femenino se relaciona con una peor
valoración del estado de salud.
Esta es una de las variables clave de nuestro estudio, ya que queremos
conocer cuáles son los determinantes de la salud que afectan en mayor
medida a mujeres y hombres.
2
NIVEST se divide en la ENSE en 9 categorías: “No procede, es menor de 10 años” (1), “No
sabe leer o escribir” (2), “Educación Primaria incompleta” (3), “Educación Primaria completa” (4),
“Primera etapa de Enseñanza Secundaria, con o sin título” (5), “Estudios de Bachillerato” (6),
“Enseñanzas profesionales de grado medio o equivalentes” (7), “Enseñanzas profesionales de
grado superior o equivalentes” (8) y “Estudios universitarios o equivalentes” (9).
44
(estudiosecundarios) (5-7) y estudios terciarios o superiores
(estudiosterciarios) (8-9).
3
CLASE_PR se obtiene en la ENSE escogiendo entre 6 categorías que van de mayor número
de personas al cargo y estudios hasta menor y también admite la ausencia de respuesta:
“Directores/as y gerentes de establecimientos de 10 o más asalariados/as y profesionales
tradicionalmente asociados/as a las licenciaturas universitarias” (1), “Directores/as y gerentes de
establecimientos de menos de 10 asalariados/as y profesionales tradicionalmente asociados/as
a diplomaturas universitarias y otros/as profesionales de apoyo técnico. Deportistas y artistas”
(2), “Ocupaciones intermedias y trabajadores/as por cuenta propia” (3), “Supervisores/as y
trabajadores/as por cuenta propia” (4), “Trabajadores/as cualificados/as del sector primario y
otros/as trabajadores/as semi-cualificados/as” (5), y “Trabajadores/as no cualificados/as” (6).
4
ACTIVa se obtiene de la ENSE, en la cual posee 7 categorías de la actividad económica actual
del individuo y la ausencia de respuesta como una más. “Trabajando” (1), “En desempleo” (2),
“Jubilado/a, prejubilado/a” (3), “Estudiando” (4), “Incapacitado/a para trabajar” (5), “Las labores
del hogar” (6) y “Otros” (7).
45
en el momento de la encuesta y se pregunta sobre la actividad económica
que desempeñan. Analizaremos la relación de cada uno de los estados
laborales de los individuos con la salud que estos perciben, para así
conocer si el trabajo desempeñado es un factor determinante de la salud
del individuo. La situación laboral admite diferentes categorías como son:
estudiantes, empleados, desempleados, incapacitados, jubilados y
trabajadores del hogar (Barroso et al., 2015, p. 10), clasificación similar a
la de la encuesta pero eliminando valores no contestados y la categoría
“otros”. En nuestro estudio, al tratarse de una población de 50 años o más,
algunas de las categorías carecen de interés. Por tanto, sólo utilizaremos
cuatro categorías: desempleados (desempleados), trabajadores
(trabajadores), incapacitados (incapacitados) y jubilados (jubilados)
generando una variable ficticia para cada categoría para así dar
explicación a la influencia de la salud percibida dentro de cada una de las
ocupaciones laborales comparándola con el grupo de referencia que son
los jubilados.
5
G22 indica en la ENSE si el individuo posee enfermedad o problema de salud crónicos o de
larga duración a través de respuesta “si” (1), o “no” (2), “no sabe” (8) y “no contesta” (9).
6
P85 trata el consumo de medicamentos recetados por un médico durante las dos últimas
semanas y se obtiene a través de respuesta afirmativa (1) o negativa (2).
46
medicamentos y el 0 si no los toma, en la línea de trabajos como Jiménez-
Martín (2016, p. 24).
7
V121 pregunta sobre si el individuo fuma en la actualidad y obtiene como posibles respuestas:
“Sí, fumo a diario” (1), “Sí fumo, pero no a diario” (2), “No fumo actualmente, pero he fumado
antes” (3), “No fumo ni he fumado nunca de manera habitual” (4), “No sabe” (5), “No contesta”
(6).
8
W127 aporta información sobre la frecuencia en que se consume alcohol en los últimos 12
meses y tiene 9 categorías + “No sabe”(98)+”No contesta”(99): “A diario o casi a diario”(1), “5-6
días por semana”(2), “3-4 días por semana”(3), “1-2 días por semana”(4), “2-3 días en un mes”(5),
“Una vez al mes”(6), “Menos de una vez al mes”(7), “No en los últimos 12 meses, he dejado de
tomar alcohol”(8) y “Nunca o solamente unos sorbos para probarlo a lo largo de toda la vida”(9).
9
T112 estudia la frecuencia con la que los individuos realizan actividad física en su tiempo libre
y toma los valores: “No hago ejercicio físico. El tiempo libre lo ocupo de forma casi completamente
sedentaria” (1), “Hago alguna actividad física o deportiva ocasional” (2), “Hago actividad física
varias veces al mes” (3), “Hago entrenamiento deportivo o físico varias veces a la semana” (4),
“No sabe” (8), “No contesta” (9).
47
ejercicio físico en su tiempo libre, otorgando el valor 1 si realiza ejercicio
físico o entrenamiento varias veces a la semana (previa categoría 4), y el
valor 0 si no realiza ejercicio o lo hace de forma ocasional (categorías 1-
3).
10
U120_1 aporta información sobre la frecuencia de consumo de fruta fresca y tiene las
categorías: “Una o más veces al día “(1), “De 4 a 6 veces a la semana” (2), “Tres veces a la
48
a consumo adecuado de fruta que incluye comerla más de 4 veces a la
semana y el valor 0 a comer fruta 3 veces o menos a la semana (Vierci et
al., 2013, p. 60).
semana” (3), “Una o dos veces a la semana” (4), “Menos de una vez a la semana” (5), “Nunca”
(6), “No sabe” (8), “No contesta” (9).
11
ESTRATO se divide en la ENSE en 6 categorías de mayor a menor número de habitantes:
“Municipios de más de 500.000 habitantes” (0), “Municipio capital de provincia (excepto
anteriores)” (1), “Municipios con más de 100.000 habitantes (excepto anteriores)” (2),
“Municipios de 50.000 a 100.000 habitantes (excepto anteriores)” (3), “Municipios de 20.000 a
50.000 habitantes (excepto anteriores)” (4), “Municipios de 10.000 a 20.000 habitantes” (5),
“Municipios con menos de 10.000 habitantes” (6).
12
N48 aporta información sobre el tiempo que ha pasado desde la última consulta al médico
general y tiene 4 categorías: “En las últimas 4 semanas” (1), “Entre 4 semanas y 12 meses” (2),
“Hace 12 meses o más” (3) y “Nunca” (4).
49
• Falta de asistencia sanitaria debido a listas de espera (listaespera) es
una variable dicotómica que refleja si el individuo no ha podido acceder a
los servicios sanitarios a lo largo del último año debido a problemas
derivados de listas de espera. Para crear la nueva variable
recodificaremos R10613 otorgando el valor 1 si las listas de espera le han
impedido acceder al sistema sanitario y el valor 0 si no han influido en su
acceso a los servicios médicos, eliminando las categorías en las que no
responden o no han necesitado asistencia (Barriga Martín et al., 2013, p.
11).
13
R106 establece si ha existido falta de asistencia debido a listas de espera en los último 12
meses, a través de las categorías: “Sí” (1), “No” (2), “No he necesitado asistencia médica” (3),
“No sabe” (8), “No contesta” (9).
14
R107 establece si ha habido falta de asistencia debido a problemas de transporte en los últimos
12 meses, y las categorías son las mismas que en R106.
15
R108_1, R108_2, R108_3, R108_4 muestran si existe falta de asistencia debido a problemas
económicos en los últimos 12 meses en atención médica, atención dental, algún medicamento
50
existen dificultades para acceder a la asistencia sanitaria (atención
médica, dental, mental o acceso a medicamentos recetados) derivadas
de problemas económicos (categoría 1 de cualquiera de las variables
previas) y el 0 si no hay problemas (Saucedo Avila et al., 1997, p. 16).
que le hayan recetado o atención de salud mental. Cada una de las variables constará de 5
posibles respuestas idénticas a las descritas en la variable R106.
51
médico general, falta de asistencia debido a listas de espera, problemas de
transporte y problemas económicos.
52
TABLA 4.2.1: LISTA DE VARIABLES Y DESCRIPCIÓN
Variable Descripción
Características sociodemográficas del individuo
Clasificación de la salud de los individuos según
Saludpercibida criterio propio (1 muy buena, buena salud, 0
regular, mala o muy mala salud)
Mujer Sexo femenino (1)
Entre50y65 Edad del entrevistado: entre 50 y 65 años (1)
Entre66y80 Edad del entrevistado: entre 66 y 80 años (1)
Mayor80 Edad del entrevistado: mayor de 81 años (1)
Mayor nivel de estudios completado: primario
Estudiosprimarios o menos
(1)
Mayor nivel de estudios completado:
Estudiosecundarios
secundario (1)
Mayor nivel de estudios completado: terciario
Estudiosterciarios
(1)
Clase social ocupacional del individuo:
Trabajadoresseminocualificados
trabajadores semi o no cualificados (1)
Clase social ocupacional del individuo:
Ocupacionesintermedias
ocupaciones intermedias (1)
Clase social ocupacional del individuo:
Directivos
directivos (1)
Situación profesional del encuestado: jubilados
Jubilados
(1)
Situación profesional del encuestado:
Desempleados
desempleados (1)
Situación profesional del encuestado:
Trabajadores
trabajadores (1)
Situación profesional del encuestado:
Incapacitados
incapacitados (1)
Factores de salud de los individuos
Enfcronica El individuo padece enfermedad crónica (1)
El individuo consume a diario medicamentos
Consumomedicamentos
recetados(1)
Fuma El individuo fuma o ha fumado en su vida (1)
Consumoalcohol El individuo consume alcohol semanalmente (1)
El individuo realiza ejercicio físico varias veces
Frecejer
a la semana (1)
Obesidad El IMC del individuo es >30: obesidad (1)
El individuo toma fruta más de 4 veces/semana
Consumofruta
(1)
Factores relacionados con el sistema sanitario
El individuo asiste a consulta de medicina
Consultamedica
general al menos 1 vez en el último mes (1)
El individuo no accede a servicios sanitarios en
Listaespera el último año por problema de listas de espera
(1)
El individuo no accede a servicios sanitarios en
Problematransporte
el último año por problema de transporte (1)
El individuo no accede a servicios sanitarios en
Noasisteco
el último año por problemas económicos (1)
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA
53
La tabla 4.2.2, recoge a tipo informativo el valor medio de las diferentes variables,
que en el caso de las dicotómicas se corresponde con el porcentaje, y su
desviación estándar con el fin de ofrecer una panorámica de la encuesta.
54
La situación profesional se divide en diversas categorías, pero las que
empleamos en este estudio: desempleados, incapacitados y trabajadores
representan respectivamente el 7, el 3 y el 26% de la población.
Cuando tratamos los factores de salud que afectan a nuestra muestra,
obtenemos que un 87% de los individuos padecen una enfermedad crónica,
mientras que consumen medicamentos recetados por el médico sólo un 82% del
total. En cuanto a los hábitos de consumo, un 50% son consumidores de tabaco
o lo han sido a lo largo de su vida, mientras que cuando hablamos de consumo
de alcohol sólo lo toman con frecuencia el 37%. Otros hábitos como es la práctica
de ejercicio de forma habitual sólo lo realizan un 7% de nuestros individuos. Este
dato puede estar relacionado con el 23% de personas que padecen obesidad,
puesto que suelen ser variables antagónicas.
Cuando hablamos de hábitos alimenticios, nuestros individuos presentan un
buen consumo de fruta, tomando el 87% fruta en más de cuatro ocasiones a la
semana.
Al hablar de factores del sistema sanitario, un 40% de la muestra ha acudido al
menos una vez en el último mes a consulta de medicina general. Si hablamos de
la falta de asistencia entre nuestros sujetos, el problema que menos afecta a los
individuos es el transporte con un 2%, seguido de los problemas económicos con
un 12% y en mayor medida las personas se han visto afectadas por las listas de
espera, un 20% afirma haber sufrido falta de asistencia debido a estas.
Tras este análisis hemos podido conocer mejor cómo son los individuos que
forman parte de nuestro estudio y podremos avanzar en la estimación
econométrica de modelos.
Con el fin de contrastar las hipótesis que nos hemos marcado en un principio, se
estiman una serie de modelos econométricos, a partir de las variables
seleccionadas en la primera parte de este capítulo.
En primer lugar, se estimarán tres modelos para la muestra global, es decir para
aquellos individuos de 50 años y más. En este caso introduciremos en bloques
55
las variables consideradas, con el objetivo de ver la ganancia explicativa en el
modelo que se obtiene al ampliar el conjunto de variables.
En segundo lugar, y teniendo en cuenta algunas de las variables que salen
significativas en la estimación realizada, pasaremos a segmentar el fichero
según dichas variables para establecer las diferencias que existen en los factores
que determinan la salud percibida en los individuos que poseen dicha
característica y los que no.
4.3.1. Estimación del modelo para la muestra global (50 años y más)
56
TABLA 4.3.1.1: MODELOS MUESTRA DE 50 AÑOS Y MÁS. ODDS RATIO Y MEDIDAS DE
BONDAD DE AJUSTE
Características
Características sociodemográficas +
Características sociodemográficas + Factores de la salud
sociodemográficas Factores de la salud del individuo +
del individuo Factores del Sistema
Sanitario
Mujer 0,75*** 0,82*** 0,84***
Entre66y80 0,72*** 0,84** 0,81***
Mayor80 0,46*** 0,58*** 0,52***
Estudios secundarios 1,41*** 1,28*** 1,32***
Estudios terciarios 1,76*** 1,47*** 1,47***
Ocupacionesintermedias 1,26*** 1,2*** 1,17***
Directivos 1,76*** 1,6*** 1,49***
Desempleados 0,96 0,77** 0,83
Trabajadores 1,55*** 1,24*** 1,21**
Incapacitados 0,14*** 0,18*** 0,19***
Zona rural 1,11**
Enfermedad crónica 0,14*** 0,15***
Consumo medicamentos 0,33*** 0,39***
Fuma 0,85*** 0,87***
Consumo alcohol 1,62*** 1,6***
Frecuencia ejercicio 1,75*** 1,78***
Obesidad 0,81*** 0,84***
Consumo fruta 1,16** 1,17**
Consulta medica 0,6***
Lista espera 0,51***
Problema transporte 0,69**
No asistencia problema
0,61***
económico
Medidas de Bondad
-log likelihood 6116,9614 5514,0417 5342,3245
AIC 12257,92 11064,08 10728,65
BIC 12343,96 11193,13 10886,37
LR Chi-cuadrado 1075,68 2268,79 2612,23
Prob. >Chi-cuadrado 0,00 0,00 0,00
Pseudo R2 0,08 0,17 0,20
N 9.605 9.596 9.596
Sensibilidad 64,15% 61,35% 66,17%
Especificidad 63,82% 76,70% 74,82%
Nº aciertos 6.146 6.605 6.754
Clasificación correcta 63,99% 68,83% 70,38%
Niveles de significación: *p<0,1, **p<0,05, ***p<0,01
57
La interpretación de estos modelos sólo se puede realizar analizando los
parámetros, puesto que medir el efecto de la probabilidad usando su magnitud
es incorrecto. Empleando los valores de los Odds ratio obtenemos que cuando
son menores que 1, dicha variable influye de forma negativa en la probabilidad
de tener buena salud percibida. Y cuando su valor se encuentra por encima de
1, la influencia en la percepción de buena salud es positiva, manteniéndose
constantes el resto de estimadores.
En el primer análisis, hemos obtenido que todas las variables propuestas
resultan significativas al 1% en la explicación de la salud del colectivo estudiado
excepto la variable “desempleados” (no significativa), y “zona rural” (significativa
al 5%).
Las variables que tienen un efecto negativo en la probabilidad de percibir la salud
como buena, son: ser mujer, ser mayor de 65 años (tanto “entre66y80”, como
“mayor80”), desempleado e incapacitado.
En el caso del género, Damian et al. (1999, p. 415), justifica la peor percepción
de la salud en las mujeres por la propensión de estas a las enfermedades de tipo
crónico, las incapacidades y también a desórdenes nerviosos y depresivos.
También sustenta el mayor padecimiento de enfermedades en las mujeres
López Giménez et al. (2014, pp. 35–36) e incluye un mayor consumo de
medicamentos que provocan una peor percepción de la salud.
Cuando tratamos la edad, podemos explicar la relación negativa existente entre
una mayor edad y el reporte de peor salud percibida de los individuos, esta
relación que hemos obtenido en nuestro estudio, es también explicada por
autores como Damian et al. (1999, p. 412) y Sanchez-Santos et al. (2011, p. 288)
que atribuyen al paso del tiempo el incremento de enfermedades crónicas que
dan lugar a una percepción de la salud como se ha explicado anteriormente.
Si analizamos a los individuos que padecen incapacidades, podemos esperar
que tengan menor probabilidad de reportar buena salud tal como explica
Sampedro Díaz de Greñú (2016, p. 20) y Lindeboom & Kerkhofs (2002, p. 19)
debido a las dificultades que tiene la persona para desempeñar su trabajo que
provocan malestar desembocando en una peor percepción de su estado de
salud; de forma similar afecta la variable desempleados en la salud percibida, ya
que provoca problemas, en su mayoría psicológicos derivados de la falta de
trabajo, y recogen estas observaciones autores como Del Pozo Iribarría et al.
58
(2002, p. 442) y Urbanos-Garrido & González López-Valcárcel (2013, p. 323). De
acuerdo con la argumentación anterior, y con la literatura que aborda el tema,
(Artazcoz et al., 2004, p. 61; Barroso et al., 2015, p. 19) la explicación existente
para nuestros resultados es que tener un empleo, aporta a los individuos una
percepción de su salud mejor, gracias a la satisfacción derivada del empleo.
Cuando hablamos de estudios, un mayor nivel de estos da lugar a una mayor
probabilidad de percibir la salud propia como buena, tal como habían enunciado
autores como Aguilar-Palacio et al. (2014, p. 38–39), López-Torres Hidalgo et al.
(2013, p. 49) y Martín et al. (2019, p. 83) que obtienen los mismos resultados
que nosotros y explican estos en que los individuos disponen de más
conocimientos sobre cómo resolver sus problemas de salud por lo que esta
variable afecta de manera positiva a la variable dependiente, teniendo en cuenta
que la categoría de referencia es estudios primarios o menos. Un paso más allá
va el autor Girón Daviña (2010, p. 87) explicando que ha logrado demostrar que
el paso de un nivel de estudios al inmediatamente superior aporta mejoras en la
probabilidad de percibir la salud como buena. Este razonamiento se encuentra
relacionado con la categoría siguiente por la relación existente entre el nivel de
estudios y el acceso a un puesto de trabajo superior.
La tendencia existente en la clase social es la misma que en el nivel de estudios
tal y como puede verse en la tabla 4.3.1.1. A medida que se asciende en la
estructura empresarial se observan mayores impactos positivos en la salud del
individuo teniendo en cuenta que la categoría de referencia son los trabajadores
que se dedican a actividades semi o no cualificadas al igual que en Borrell &
Benach (2006, p. 398) y Gonzalo & Pasarín (2004, p. 73), esta explicación se
fundamenta en que un mejor puesto de trabajo aporta mejores pólizas sanitarias,
así como un mayor tiempo de ocio que permite a los individuos realizar
actividades que les motiven.
En el caso de este análisis en que hemos incluido la zona rural, obtenemos que
ser habitante de áreas rurales, aumenta la probabilidad de tener salud
autopercibida buena, en comparación a la categoría de referencia que son los
que residen en zonas urbanas, este hecho lo explica el Servicio de Promoción
de la Salud (2002, pp. 16–21) en base a la tranquilidad, la sociabilidad y la vida
saludable que existe en las zonas rurales. Esta variable no se incluirá en
59
posteriores análisis porque empeora los resultados de estos y no es significativa,
tal y como se ha comentado anteriormente.
A la hora de analizar la bondad hemos tenido en cuenta un conjunto amplio de
medidas que han sido comentadas en la parte de la metodología del trabajo.
La bondad de este análisis (características sociodemográficas) es moderada, ya
que sólo clasifica correctamente un 64%.
El modelo pasa el contraste de significación global para un nivel de significación
del 1% y su pseudo 𝑅2 es de 0,08, lo que nos indica que presenta una capacidad
explicativa muy reducida.
60
salud como buena. Autores como Ellulu (2017, p. 317), relacionan la obesidad
con una mala salud debido a su relación con el incremento de enfermedades
cardiovasculares y renales que se derivan de la obesidad. También Barajas
Gutiérrez & Martín, (1998, p. 228–229) explican la relación entre la obesidad y la
peor percepción de la salud, pero en su estudio argumentan que esta asociación
es debida principalmente a los problemas psiquiátricos y de artrosis que se
derivan en pacientes obesos. En cuanto al consumo de tabaco, basándonos en
autores como Blázquez Abellán et al. (2016, p. 539) podemos explicar la mala
percepción de la salud de las personas que fuman o han fumado de manera
habitual por los efectos negativos que provoca dicho hábito.
La influencia positiva del consumo de alcohol en la buena salud percibida de los
individuos, la justifica Girón Daviña (2010, p. 181) por la costumbre social con la
que se asocia. Esta misma argumentación es apoyada por Grønbaek (2009, p.
407) y este también incluye el beneficio que la pequeña ingesta de alcohol aporta
a la salud mental.
La práctica frecuente de ejercicio físico está relacionada con la percepción de
buena salud de los sujetos, ya que protege física y psicológicamente a los
individuos, como explican Aguilar-Palacio et al. (2013, p. 108) y es también una
característica fundamental para llevar a cabo hábitos de vida saludables. Y para
favorecer estas conductas, es importante tener una alimentación correcta,
potenciando el consumo de frutas y verduras en detrimento de cereales y
comidas procesadas, para así dar lugar a una mejor salud percibida según como
explican autores como Blázquez Abellán et al. (2016, p. 540) y Södergren et al.
(2012, p. 539).
En cuanto a las medidas de bondad se aprecia una ligera mejora en todas las
medidas consideradas.
61
categoría “desempleados” que deja de ser significativa, sin cambiar en ningún
caso la tendencia de su influencia.
Los factores de salud mantienen sus valores casi constantes y siguen siendo en
todos los casos significativos.
Los nuevos factores incluidos (sistema sanitario), presentan una influencia
negativa en la percepción de buena salud como cabía esperar por su significado,
resultando todos significativos al 1%, menos problema de transporte que lo es al
5%. La necesidad de asistencia a consulta médica según la literatura se asocia
con una mala percepción de la salud, tal como reflejan Aguilar-Palacio et al.
(2016, p. 238) ya que el hecho de necesitar los servicios sanitarios se debe a
malestar de los individuos.
62
TABLA 4.3.1.2: EFECTO MARGINAL DE LAS VARIABLES
Variables Efecto marginal
Sociodemográficas
Mujer -0,0339163
Entre 66 y 80 -0,0402364
Mayor 80 -0,1235835
Estudios secundarios 0,052728
Estudios terciarios 0,0738548
Ocupaciones intermedias 0,0305593
Directivos 0,0759124
Desempleados -0,0353178
Trabajadores 0,0366178
Incapacitados -0,3117987
Factores salud
Enfermedad crónica -0,3556402
Consumo medicamentos -0,1791013
Fuma -0,0270404
Consumo alcohol 0,0889241
Frecuencia realiza ejercicio 0,1098889
Obesidad -0,0323698
Consumo fruta 0,0293611
Factores servicio sanitario
Consulta médica -0,0970233
Lista espera -0,1293075
Problema transporte -0,0700701
No asistencia motivos económicos -0,0942828
Tal y como podemos ver en la tabla 4.3.1.2, las variables marcadas en verde son
las que tienen un efecto positivo en la probabilidad de percepción de la salud del
individuo como buena. Y las marcadas en rojo tienen un efecto negativo en la
probabilidad de percepción de buena salud.
La edad afecta negativamente a la percepción de la salud tanto a los mayores
de 80 años, cuya probabilidad de poseer buena salud disminuye un 12,35%
frente a otra persona que se encuentre en el grupo de referencia (entre 50 y 65
años), como a los individuos de entre 66 y 80 años cuya probabilidad disminuye
un 4,02% con respecto al grupo referencia. Cuando hablamos de la variable
mujer, la probabilidad de tener buena salud percibida disminuye un 3,39% frente
a los sujetos que son hombres.
Al fijarnos en los estudios de los individuos, observamos que cuanto mayor es
su nivel educativo, mayor es la probabilidad de tener buena salud percibida como
hemos visto anteriormente. Cuando las personas tienen estudios secundarios, la
63
probabilidad de tener buena salud aumenta un 5,27% con respecto a los
individuos con estudios primarios o menos, y si los estudios de los individuos son
terciarios, la probabilidad de tener buena salud percibida aumenta un 7,38%.
En cuanto a la clase social ocupacional que tienen los sujetos, también mejora
cuando se aumenta dentro de esta. Los individuos pertenecientes a ocupaciones
intermedias tienen un 3,05% más de probabilidades de percibir su salud como
buena, y los directivos un 7,59% más, ambos frente a los trabajadores que
desarrollan trabajos semi o no cualificados.
Si nos fijamos en la situación profesional hay diferencias, pues los desempleados
tienen un 3,53% menos de probabilidades de percibir su salud como buena, pero
son los incapacitados quienes tienen menor probabilidad de tener buena salud
percibida, ya que esta disminuye un 31,17% cuando los individuos se encuentran
en esta categoría frente a los jubilados. La influencia opuesta podemos
encontrarla con los trabajadores, ya que estos por el hecho de tener empleo,
tienen una probabilidad de percibir su salud como buena un 3,66% mayor que
los jubilados que son nuestra categoría de referencia.
A continuación, valoraremos la situación que se deriva de los hábitos de salud.
Cuando los individuos padecen una enfermedad crónica, su probabilidad de
tener buena salud percibida disminuye un 35,56% frente a los que no tienen
enfermedades. También disminuye, aunque en este caso es un 17,91% la
probabilidad de percibir la salud como buena en individuos que consumen
medicamentos recetados por el médico frente a los que no los toman.
Cuando el sujeto fuma o ha fumado en su vida, la probabilidad de tener buena
salud percibida disminuye un 2,7% frente a los que no han fumado nunca. Por
otro lado, tenemos que las personas que consumen alcohol habitualmente tienen
una probabilidad del 8,89% más de tener buena salud que los individuos que no
suelen tomarlo, este hecho lo explican Azpiazu Garrido et al. (2002, p. 696)
porque las personas que toman alcohol a edades avanzadas es porque se
encuentran bien de salud, en el caso contrario ya habrían abandonado dicho
hábito. También las personas que practican ejercicio con asiduidad tienen un
10,98% más de probabilidades de tener buena salud percibida que las personas
que tienen una vida sedentaria. Del mismo modo, muestra un aumento de la
probabilidad de tener buena salud percibida el hecho de consumir fruta frente a
no hacerlo con un 2,93%. Otro aspecto que influye de forma diferente es el peso,
64
los individuos que poseen obesidad tienen un 3,23% menos de probabilidades
de percibir su salud como buena frente a individuos que se encuentran en otro
IMC inferior al 30.
Por último, pasaremos a comentar la asistencia a consultas médicas, la falta de
atención en las mismas por diversos motivos, y cómo afecta esto a la salud de
los sujetos. Como cabe esperar, la asistencia a consultas médicas da lugar a
una disminución de la probabilidad de percibir la salud como buena, en este caso
supone un 9,7% menos que los individuos que no han asistido a consulta en el
último mes. Del mismo modo, cualquier problema que dificulte el acceso a los
servicios sanitarios dará lugar a una menor probabilidad de valorar la salud como
buena. Por ello obtenemos que cuando la falta de asistencia es porque están
afectados por listas de espera la probabilidad de percibir la salud como buena
disminuye un 12,93% frente a los que no están afectados. Cuando se producen
dificultades de transporte y esto impide el acceso al sistema sanitario, los
individuos afectados ven su probabilidad de percibir buena salud reducida un 7%
frente a los sujetos que no están afectados. Y por último, los individuos que
tienen dificultades de asistencia debido a motivos económicos tienen un 9,42%
menos de probabilidades de percibir su salud como buena frente a los que no se
ven afectados por este motivo.
65
TABLA 4.3.2.1: MODELO COMPARATIVO MUJER-HOMBRE
Mujer Hombre
Efectos Efectos
Odds ratio Odds ratio
marginales marginales
Características sociodemográficas
Entre 66 y 80 0,73*** -0,0581428 0,94 -0,0116157
Mayor 80 0,51*** -0,1281544 0,57*** -0,1085489
Estudios secundarios 1,44*** 0,0685947 1,19** 0,0331147
Estudios terciarios 1,76*** 0,1064193 1,22 0,0371712
Ocupacionesintermedias 1,13* 0,0237475 1,23*** 0,0396204
Directivos 1,44*** 0,0692983 1,57*** 0,0861072
Desempleados 0,75* -0,0549931 0,97 -0,0051655
Trabajadores 1,12 0,0211704 1,37*** 0,0596147
Incapacitados 0,27*** -0,2444095 0,16*** -0,3445414
Factores de salud
Enfermedad crónica 0,13*** -0,3923306 0,18*** -0,3220098
Consumo medicamentos 0,38*** -0,18178 0,41*** -0,1722044
Fuma 0,88 -0,0239693 0,8*** -0,0419843
Consumo alcohol 1,45*** 0,0696268 1,71*** 0,1019352
Frecuencia ejercicio 1,82*** 0,1125274 1,77*** 0,1091823
Obesidad 0,81*** -0,0408821 0,9 -0,0211331
Consumo fruta 1,1 0,017851 1,2* 0,0351782
Factores sistema sanitario
Consulta médica 0,58*** -0,1040937 0,63*** -0,0890959
Lista espera 0,52*** -0,1226085 0,49*** -0,1367918
Problema transporte 0,63** -0,085846 0,78 -0,0461907
Noasisteco 0,6*** -0,0949722 0,63*** -0,0887237
Medidas de Bondad
-log likelihood 2873,4427 2456,1577
AIC 5788,885 4954,315
BIC 5926,513 5088,54
LR Chi-cuadrado 1425,30 1135,45
Prob> Chi-cuadrado 0 0
Pseudo R2 0,1987 0,1877
N 5.186 4.410
Sensibilidad 60,39% 73,89%
Especificidad 80,96% 65,03%
Nº aciertos 3.696 3.087
Clasificación correcta 71,27% 70%
Niveles de significación: *p<0,1, **p<0,05, ***p<0,01
Al realizar el análisis en función del sexo de los individuos, observamos que tanto
hombres como mujeres ven afectada su salud percibida de forma negativa al
aumentar la edad. Esta repercusión es mayor cuando los individuos están en el
rango “mayor80” que cuando están “entre66y80” y más acusada en el caso de
66
las mujeres. Dichas variables son significativas en todos los casos a excepción
de los hombres entre 66 y 80 años, que no lo es.
Cuando tratamos el nivel de estudios de los individuos, se vuelve a observar que
en ambos géneros, un nivel de estudios superior repercute en una mayor
probabilidad de manifestar buena salud. En el caso de las mujeres este efecto
es más acusado, cifrándose estos incrementos en la probabilidad de manifestar
buena salud en un 6,85% y 10,84% para secundaria y terciaria con respecto a
los estudios primarios o sin estudios. En el caso de los hombres, ambos
incrementos son del 3% siendo además estudios secundarios significativos al
5% y estudios terciarios no significativos. El cambio a un nivel superior es casi
imperceptible en el caso de los hombres con respecto a la categoría de
referencia.
Cuando hablamos de clase social, un ascenso dentro de esta afecta
positivamente a ambos géneros. Siendo la variable “directivos” significativa al
1% en ambos casos, y la variable “ocupacionesintermedias” significativa al 10%
en mujeres y al 1% en hombres. Pero la influencia positiva en la salud percibida
es superior en los hombres tanto cuando pertenecen a
“ocupacionesintermedias”, como cuando son “directivos”, tal y como podemos
ver en los efectos marginales (3,96% y 8,61% en hombres frente a 2,37% y
6,92% en mujeres).
La situación profesional sigue la misma tendencia para ambos sexos, con la
situación de “trabajadores” (no significativa en mujeres, y significativa al 1% en
hombres), que repercute positivamente en la probabilidad de reportar buena
salud con incrementos del 2,37% en las mujeres y del 5,96% en los hombres con
respecto a la categoría de referencia (jubilados). Además, tanto los
“desempleados” (significativa al 10% en mujeres y no significativa en hombres),
como los “incapacitados” (ambos significativos al 1%) afectan negativamente a
la probabilidad de manifestar una salud percibida buena, los efectos marginales
en la categoría de incapacitados adoptan unos valores muy elevados de 24,44%
para las mujeres y 34,45% para los hombres. Mientras que, en el caso de los
desempleados, hacen que en las mujeres disminuya un 5,49% su probabilidad
de percibir la salud como buena, y en los hombres sólo hace que disminuya un
0,51% que lo hace casi imperceptible.
67
Los factores de salud que presentan una influencia negativa, tal y como hemos
visto en el resto de los modelos estimados en este trabajo son “enfermedad
crónica”, “consumo de medicamentos” (ambos significativos al 1%), y “hábito de
fumar” (no significativa en mujeres y significativa al 1% en hombres).
Siendo muy acusados los efectos marginales de la variable enfermedad crónica
con disminuciones en la probabilidad de reportar buena salud del 39,23% y
32,20%, respectivamente para mujeres y hombres. También resultan acusados
los efectos sobre el consumo de medicamentos, cuantificados en descensos del
18,17% en mujeres y 17,22% en hombres. Mientras que el hábito de fumar afecta
a la probabilidad de percibir la salud como buena en las mujeres disminuyendo
un 2,39% frente al 4,19% de los hombres.
Por otro lado, afectan positivamente “frecuencia de realización de ejercicio”
(significativa al 1%) y “consumo de fruta” (no significativa en mujeres y
significativa al 10% en hombres). Según los efectos marginales, la realización de
ejercicio aumenta la probabilidad de percibir la salud como buena en casi un 11%
en ambos casos, y el consumo de fruta en el caso de las mujeres aumenta la
probabilidad de percibir la salud como buena un 1,78% frente al 3,51% de los
hombres.
En cuanto al consumo de alcohol, este afecta positivamente a ambos sexos,
aunque con mayor influencia en los hombres con un 10,19% en comparación
con el 6,96% de las mujeres ambos con una significación del 1%.
Por el contrario, cuando hablamos de “obesidad” aunque afecta negativamente
a ambos sexos, observamos una mayor influencia negativa en las mujeres, con
un efecto marginal negativo del 4,08%, siendo significativo al 1%, mientras que
en el caso de los hombres no es significativo y su efecto marginal es del 2,11%.
Al realizar la comparación por género y observando los factores relacionados
con el sistema sanitario, todos afectan negativamente a la posibilidad de percibir
la salud como buena, tanto en hombres como en mujeres. El acudir los individuos
a consulta al menos una vez al mes, observamos que es significativo para un
nivel de significación del 1% para ambos sexos. En las mujeres la probabilidad
de percibir la salud como buena disminuye un 10,4% frente al 8,9% que
disminuye en los hombres. Cuando los motivos de falta de asistencia son
debidos a listas de espera, para una significación del 1% en ambos casos
disminuye la probabilidad de percibir la salud como buena en torno al 12%.
68
Mientras que si tratamos los afectados por problemas de transporte en el caso
de las mujeres disminuye la probabilidad de percibir buena salud un 8,5% para
el 5% de significación frente al 4,6% de los hombres que no es significativo. Y en
último lugar, cuando los individuos están afectados por problemas económicos
para una significación del 1% la probabilidad de percibir buena salud disminuye
para ambos sexos un 9%.
Tras este análisis en función del género vamos a proceder a realizar un estudio
similar atendiendo a la zona en la que viven los individuos: rural frente a urbana.
Para aportar información sobre la salud percibida de los individuos de dichas
zonas y conocer las variables que afectan a dicha percepción de buena salud.
69
TABLA 4.3.3.1: MODELO COMPARATIVO ZONA RURAL Y ZONA URBANA
Zona rural ZONA URBANA
Efectos
Odds ratio Efecto marginal Odds ratio
marginales
Características sociodemográficas
Mujer 0,94 -0,011978 0,81*** -0,0399583
Entre 66 y 80 0,95 -0,0095548 0,77*** -0,0487888
Mayor 80 0,56*** -0,1110662 0,51*** -0,1263721
Estudios secundarios 1,32** 0,05225 1,32*** 0,0535393
Estudios terciarios 1,55** 0,0823729 1,48*** 0,0745347
Ocupacionesintermedias 1,17 0,0297147 1,17*** 0,03002
Directivos 1,8*** 0,1115404 1,44*** 0,0692687
Desempleados 0,93 -0,0133618 0,81 -0,0408464
Trabajadores 1,44** 0,0684835 1,15 0,0270485
Incapacitados 0,23*** -0,27501 0,18*** -0,3220364
Factores de salud
Enfermedad crónica 0,11*** -0,4245202 0,17*** -0,3343168
Consumo medicamentos 0,45*** -0,1524249 0,37*** -0,1870073
Fuma 0,9 -0,0199399 0,86** -0,0277631
Consumo alcohol 1,69*** 0,0995975 1,57*** 0,0853542
Frecuencia ejercicio 2,32*** 0,1597474 1,75*** 0,1058821
Obesidad 0,85 -0,0305239 0,84*** -0,0322813
Consumo fruta 1,22 0,037646 1,15* 0,0263558
Factores sistema sanitario
Consulta médica 0,63*** -0,0868933 0,59*** -0,1000229
Lista espera 0,48*** -0,1380985 0,51*** -0,1268745
Problema transporte 1,12 0,021941 0,54*** -0,1168025
Noasisteco 0,65** -0,0824763 0,6*** -0,0970683
Medidas de Bondad
-log likelihood 1301,8763 4033,066
AIC 2647,753 8110,132
BIC 2774,539 8261,666
LR Chi-cuadrado 656,13 1970,66
Prob> Chi-cuadrado 0 0
Pseudo R2 0,2013 0,1963
N 2.352 7.244
Sensibilidad 64,38% 66,77%
Especificidad 77,08% 74,28%
Nº aciertos 1.661 5.101
Clasificación correcta 70,62% 70,42%
Niveles de significación: *p<0,1, **p<0,05, ***p<0,01
70
En relación al género, el colectivo de las mujeres tiene una menor probabilidad
de reportar una buena salud percibida independientemente del espacio en el que
vivan, en el caso de la zona rural sorprendentemente el género no es significativo
mientras que en la zona urbana lo es al 1%. En la zona urbana las mujeres
reportan un 4% menos de probabilidad que los hombres de tener buena salud,
mientras que en la zona rural es sólo un 1%.
Los grupos de edad que se encuentran por encima de los 65 años (“entre66y80”
y “mayor80”) también tienen una menor probabilidad de percibir su salud como
buena teniendo en cuenta que la categoría de referencia son el colectivo de 50
a 65 años, siendo este efecto negativo más acusado en el grupo de mayor edad;
En el grupo que habita en la zona urbana, las diferencias son menores entre los
dos rangos de edad. La variable “mayor80” es significativa siempre al 1%, y
“entre66y80” no es significativa en la zona rural y en la urbana lo es al 1%. Por
lo que observamos en la zona urbana el avance de la edad tiene un efecto más
significativo que en la zona rural, donde sólo es significativo el tramo de mayores
de 80. Los efectos marginales correspondientes a los adultos mayores de 80
años alcanzan valores similares en torno al 11% menos de probabilidad de
percibir su salud como buena en ambas zonas. Cuando nos fijamos en el grupo
de entre 66 y 80 años, en la zona urbana tienen un 4,87% menos de
probabilidades de percibir su salud como buena, y en la zona rural esta
probabilidad no llega al 1%, haciendo que casi no existan diferencias entre este
grupo y el de referencia.
Cuando hablamos del nivel de estudios, a mayor nivel de estos, mayor
probabilidad de reportar una buena salud percibida, y los datos en ambos
núcleos son similares. La mejora de la salud percibida en las personas con
estudios secundarios es de un 5% de probabilidad y cuando los estudios son
terciarios mejora hasta un 8%. Reflejando un nivel de significación del 5% en
ambas categorías en la zona rural y un 1% en la urbana
Lo mismo que ocurría en el nivel educativo, ocurre en la clase social. A mayor
categoría, mayor probabilidad de reportar buena salud, siendo la variable
“ocupacionesintermedias” no significativa en el medio rural y las demás
significativas al 1%. Los individuos pertenecientes a ocupaciones intermedias de
ambas zonas tienen un efecto marginal del 3% de mejora en su probabilidad de
percibir su salud como buena, mientras que los directivos presentan diferencias,
71
en el área urbana que alcanzan un 7% en la probabilidad de percibir su salud
como buena, pero si nos desplazamos al área rural llegamos al 11%.
Una mejor situación profesional afecta de forma positiva a la probabilidad de
manifestar una buena salud en ambas poblaciones. La variable “trabajadores”
no es significativa en la zona urbana, pero si en la rural al 5%. Su probabilidad
de percibir buena salud es superior a la categoría de referencia en ambas zonas,
con un 2,7% en la urbana y más del doble en la rural. Desempleados e
incapacitados presentan una menor probabilidad de reportar buena salud que la
categoría de referencia que es jubilados, siendo desempleados nunca
significativa e incapacitados significativa al 1%. Los incapacitados en ambas
zonas perciben un 3% menos de probabilidades de percibir su salud como
buena, y los desempleados cambian de un 1% en la zona rural a un 4% en la
urbana.
En cuanto a factores de salud, el padecimiento de “enfermedad crónica”, el
“consumo de medicamentos”, el hábito de “consumir tabaco” y la “obesidad”
repercuten negativamente en la probabilidad de manifestar buena salud,
resultando obesidad y el consumo de tabaco no significativas en el ámbito rural.
Los efectos marginales de esas variables alcanzan valores similares en ambas
zonas. Impactos positivos en la probabilidad obtienen el “consumo de alcohol”,
“realización de actividad física” y “consumo de fruta”. Sorprende la diferencia de
valor del Odds ratio en el caso de la práctica de deporte, muy superior en la zona
rural. La variable consumo de fruta no es significativa en la zona rural pero si lo
es en la urbana al 10%. Los valores de los efectos marginales de las tres
variables son similares en el área rural y en el área urbana.
Al tratar los factores del sistema sanitario, la mayoría de las variables
consideradas afectan negativamente a la probabilidad de reportar buena salud.
La asistencia a consulta médica afecta negativamente a la probabilidad de tener
una buena salud percibida en ambos colectivos (rural versus urbano), siendo
menor la repercusión en la zona rural para el mismo nivel de significación, sus
efectos marginales son en la zona rural de un 8,6% menos de probabilidad de
percibir la salud como buena, frente al 10% de la zona urbana. La “falta de
asistencia por lista de espera” afecta en mayor medida a la salud percibida de la
zona rural que a la de la zona urbana al 1% de significación y con unos
marginales de 13,8% en la zona rural y 12,6% en la urbana. En cuanto a la “falta
72
de asistencia por problemas económicos”, tiene una mayor influencia en la zona
urbana, siendo su impacto negativo. Por último, trataremos la “falta de asistencia
por problema de transporte”, que da lugar a resultados muy dispares. En la zona
rural, afecta positivamente a la salud percibida buena, pero no es significativo,
mientras que en la zona urbana afecta negativamente con una significación del
1%.
Cuando nos ponemos a observar las medidas de bondad obtenemos que tanto
el modelo Akaike como el BIC nos indican que modelo rural arroja mejores
resultados. La clasificación de ambos modelos clasifica correctamente en casi la
misma proporción, 70,62% en la zona rural frente al 70,42% en la urbana. Y en
último lugar, podemos establecer que ambos modelos son globalmente
significativos pero el modelo rural aporta más información. Aunque todas las
clasificaciones toman valores similares, es siempre un poco mejor el modelo de
zona rural.
Una vez hemos completado el análisis rural versus urbano, vamos a proceder a
recopilar las principales reflexiones asociadas a nuestros modelos.
4.4. Reflexiones
Una vez hemos concluido los análisis y hemos obtenido los resultados de cómo
afectan a la variable dependiente el resto de variables incluidas en nuestros
modelos, procederemos a comparar los resultados obtenidos con los alcanzados
en otros estudios existentes, a parte de estos estudios se les ha hecho referencia
previamente.
La primera variable que hemos considerado en nuestro estudio ha sido el género
de los individuos. Al incluir esta, pretendíamos dar respuesta a la existencia o no
de diferencias debidas al género en la percepción de la salud, nuestros modelos
han confirmado la presencia de estas diferencias atribuyendo a la mujer una peor
percepción. Estudios previos como García-Calvente et al. (2004, p. 71), explican
esta peor percepción de la salud en las mujeres debido a las numerosas cargas
que soportan en el hogar derivadas de necesidades familiares, que por
costumbre social se otorgan a estas. También existe una mayor vulnerabilidad
73
en el sexo femenino por la mayor afección a enfermedades de tipo crónico que
se produce entre las féminas, lo que es explicado por los autores Borrell et al.
(2004, p. 3).
Tras fundamentar la peor percepción de la salud en las mujeres, decidimos
observar cómo es el impacto del aumento de la edad dentro de nuestro grupo de
personas mayores, que incluye a los individuos de 50 años en adelante. Cabía
esperar que el envejecimiento afectase a la salud percibida de forma negativa,
hecho que hemos podido constatar puesto que nuestros resultados atribuyen a
los individuos de entre 66 y 80 años y a los mayores de 80 una peor salud
percibida que la categoría de referencia que serían las edades comprendidas
entre 50 y 65, efecto que se va incrementando a mayor edad. Este hecho lo
explican diversos trabajos como Damian et al. (1999, p. 412) y Sanchez-Santos
et al. (2011, p. 288) en la recopilación llevada a cabo por Morcillo Cebolla et al.
(2014) que da a la edad una gran importancia en la salud percibida debido a la
dependencia que comienzan a sufrir los individuos. Estos problemas son
explicados por Rodríguez Ávila (2018, p. 88), que asocia la vejez de los
individuos a deterioros en sus capacidades cognitivas y físicas. Otorgamos gran
relevancia al deterioro de la salud percibida asociada a la edad, puesto que entre
los factores sociodemográficos de nuestros microdatos esta variable adopta un
efecto marginal elevado.
Seguidamente pasamos a hablar de los resultados obtenidos en relación con el
nivel de estudios. Con este buscábamos contrastar si el hecho de poseer un nivel
de estudio secundario o superior favorece a una buena salud percibida en los
individuos. Y tal como hemos visto en el análisis econométrico, se cumple que el
hecho de ascender en el máximo nivel de estudios cursados mejora la
percepción de la salud, esta situación la explican autores como Girón Daviña
(2010, p. 87) que obtiene unos resultados iguales a los del presente estudio e
incluso puede fundamentar que el paso de un nivel secundario a uno terciario de
estudios mejora la salud percibida.
Nuestros resultados avalan que se obtiene una mayor probabilidad de percibir la
salud como buena en individuos que ocupan puestos más altos con respecto a
los trabajadores semi y no cualificados que son nuestra categoría de referencia.
La explicación a estos valores la aportan Borrell et al. (2004, p. 133) que
establecen que el puesto de trabajo de las personas posee características
74
intrínsecas como son la mejor cobertura sanitaria, hábitos más saludables, más
tiempo libre… que permiten a los individuos cuidarse y priorizar actividades de
su agrado favoreciendo así una actitud positiva que incrementa la buena
percepción de salud.
Seguidamente y también enlazada con los dos conjuntos de variables
precedentes encontramos la situación profesional. Dentro de esta hemos
obtenido diferentes resultados para cada una de nuestras variables. En primer
lugar tenemos a los trabajadores, estos tal como esperábamos perciben su salud
de forma positiva, hecho que autores previos habían recogido en sus trabajos
como es el caso de Artazcoz et al. (2004, p. 61) y Barroso et al. (2015, p. 19) y
que se debe al hecho de que poseer un trabajo da lugar a satisfacción laboral
que según Bello Gómez et al. (2010, p. 171) y Girón Daviña (2010, p. 190) es el
principal motivo para percibir la salud como buena en cuanto a la ocupación
laboral. En esta misma categoría encontramos la variable desempleados, que de
forma coherente con la explicación otorgada al empleo, cabe esperar que la falta
de este puesto de trabajo de lugar a una menor probabilidad de percibir la salud
como buena, tal como confirman nuestros resultados. Autores previos a nuestro
estudio fundamentan la mala percepción de la salud en los desempleados con
problemas psicológicos que se producen derivados de la situación de inactividad
(González González & Wong, 2014, p. 90). En último lugar dentro de esta
categoría encontramos a las personas que están incapacitadas. Esta categoría
es la que mayor influencia tiene en la salud percibida dentro del grupo
ocupacional. Los individuos que padecen una discapacidad, perciben su salud
de forma negativa por los impedimentos que esta produce y las situaciones de
depresión que se derivan de la imposibilidad de poder realizar tareas que
efectuaba con anterioridad, tal como explican Katz & Yelin (2001, p. 1199).
Una vez hemos concluido con las características sociodemográficas del modelo,
procedemos a la fundamentación de los factores de salud.
Dentro de este grupo la variable que mayor influencia ejerce sobre la salud
percibida es la enfermedad crónica, la cual, por cómo se define esperábamos
una influencia negativa en la percepción de la salud y así ha sido, aportando el
valor del efecto marginal más negativo de todo nuestro estudio y cumpliendo con
lo enunciado por Menéndez et al. (2005, p. 359), que explica el padecimiento de
las enfermedades crónicas con una estrecha relación existente de estas con la
75
discapacidad. En segundo lugar dentro de los factores de salud se halla la
variable de consumo diario de medicamentos recetados, que basándonos en la
explicación de Carrera-Lasfuentes et al. (2013, p. 533) la ingesta de estos se
encuentra asociada a una enfermedad y es por ello, que se percibe una
influencia negativa en la probabilidad de percepción de buena salud frente a
individuos que no precisan de este tipo de medicamentos.
Tras estas, pasamos a comentar el consumo de sustancias nocivas para la salud
como son el tabaco y el alcohol.
El tabaco en nuestro estudio de acuerdo con la explicación de Lanas & Serón
(2012, p. 699) influye de forma negativa en la salud percibida de los individuos
por las numerosas contraindicaciones que posee dicha sustancia. Mientras que
cuando hablamos de alcohol esperábamos un efecto negativo del mismo por la
presencia de etanol en su composición pero hemos obtenido una influencia
positiva en la probabilidad de percibir la salud como buena y autores como
García-laguna et al. (2012, p. 192) aportan luz a este hecho. Un consumo
moderado de vino al día puede tener efectos favorables para la salud por la
presencia de sustancias que actúan como antioxidantes, y disminuyen la
coagulación.
Seguido de estas, estudiamos la frecuencia de realización de actividad física en
los individuos. En el análisis previo de las variables vaticinamos que esta
aportaría una influencia positiva sobre la percepción de buena salud en los
individuos, y los resultados de nuestro estudio lo corroboran. La realización de
ejercicio con frecuencia aporta la mayor influencia positiva en la percepción de
la salud de los individuos. Esto se debe según autores como Alvarez-Pitti et al.
(2020, p. 173.e1) a los efectos positivos que tiene este hábito sobre la prevención
de enfermedades y la mejora de la salud de los individuos.
La siguiente variable que vamos a comentar es la obesidad, esta tiene una
influencia negativa en la salud percibida de los individuos, esto se debe según
Hernández-Cortés & Londoño Pérez (2013, p. 749) a los problemas que lleva
asociados como son la inseguridad, baja autoestima, problemas derivados de
malos hábitos alimenticios como colesterol y enfermedades cardiovasculares.
Por último cabe mencionar que una buena salud se relaciona con unos buenos
hábitos alimenticios, y por este motivo hemos incluido la variable de consumo de
fruta que aporta una probabilidad positiva a la percepción de buena salud ya que
76
ayuda a mantener una dieta equilibrada y según Moñino et al. (2016, p. 281) un
buen consumo de fruta mejora la salud.
Posteriormente pasaremos a comentar los factores de servicio sanitario. Todas
estas categorías por su definición se esperaba una influencia negativa en la
salud percibida de los individuos.
Dentro de este grupo aparece en primer lugar la frecuencia con que los
individuos acuden a consulta médica, el hecho de precisar estos servicios nos
indica que el sujeto posee una necesidad y necesita control por parte de un
profesional, por lo que es normal que su influencia sobre la salud percibida sea
negativa de acuerdo con la explicación de Aguilar-Palacio et al. (2016, p. 238).
Los tres motivos por falta de asistencia representan probabilidades negativas de
percibir la salud como buena, siendo lista de espera el que afecta con mayor
impacto a la percepción de la salud. Y son autores como Barriga Martín et al.
(2013, p. 11), Osorio Ochoa et al. (2011, p. 31) y Saucedo Avila et al. (1997, p.
16) los que justifican esta influencia negativa en la insatisfacción de sus
necesidades que les provoca intranquilidad.
77
Este mismo hecho se observa cuando los individuos se encuentran en
desempleo, ya que las mujeres ven mucho más afectada su salud cuando se
hallan en esta situación profesional, frente a la casi irrelevancia de esta situación
en los hombres. Las mujeres como explican Merino-Llorente & Somarriba-
Arechavala (2019, p. 3) son más propensas a perder su empleo debido a las
peores condiciones de trabajo que tienen, ya que la mayoría de los empleos
temporales los desarrollan estas. Además se encuentran más afectadas por esta
situación ya que el acceso al mercado de trabajo es más complicado como
hemos explicado anteriormente por el “techo de cristal” que explican las autoras
Garcia-Prieto & Gómez-Costilla (2017, p. 10). Otro determinante que afecta el
doble a las mujeres que a los hombres de forma negativa es la falta de asistencia
por problemas de transporte posiblemente debido a que estas presentan un
menor acceso a vehículos como explican Ker & Tranter (1997, p. 13). Pero
también hay variables que afectan en mayor medida de forma negativa a los
hombres, como el hábito de fumar. Este hecho lo explican Wan et al. (2007, p.
427) y se debe a que los hombres fuman más que las mujeres, y prefieren los
cigarros que contienen mayor cantidad de alquitrán y nicotina, los cuales son
más perjudiciales para la salud.
Otro hábito que diferencia la percepción de la salud en función del género es el
consumo de alcohol, que en nuestro estudio como hemos visto previamente
influye de forma positiva en la buena salud percibida de nuestros individuos, pero
esta influencia es mayor en los hombres, esto se debe a que el consumo de
alcohol en hombres adultos es superior que en mujeres, esta explicación la
fundamentan Schulte et al. (2009, p. 542).
En último lugar en cuanto a las diferencias por sexo, se encuentra la mejor
percepción de la salud en las mujeres, tanto con estudios secundarios, como
terciarios con respecto a la categoría de referencia (estudios primarios o
inferiores). Y en los hombres no existe casi diferencia entre tener estudios
secundarios y terciarios con respecto a la categoría de referencia. El impacto
positivo en las mujeres en comparación con los hombres es del doble en los
estudios secundarios y del triple en los terciarios. Esta diferencia entre sexos es
argumentada por Ross et al. (2012, p. 1160) ya que las mujeres tienen menos
recursos socioeconómicos da otros tipos (autoridad, ganancias, bienestar).
78
Además las oportunidades de lograr un trabajo a tiempo completo son menores,
por ello explicábamos anteriormente la mayor influencia negativa del desempleo.
Por último, vamos a hablar de las diferencias existentes entre las áreas rurales
y urbanas que hemos considerado en el estudio en función de la zona en que
vivan los individuos. De este análisis, hemos obtenido que las personas que
habitan áreas rurales tienen mayores probabilidades de percibir su salud como
buena que los que viven en áreas urbanas, este resultado lo fundamenta el
Servicio de Promoción de la Salud (2002) en la tranquilidad presente en dichas
áreas, las relaciones sociales y el menor nivel de contaminación existente.
En el caso de la muestra segmentada hay diferencias en la configuración del
estado de salud percibida en la zona rural, el género, el tramo de edad de 66 a
80, las ocupaciones intermedias, el desempleo, el hábito de fumar, el
padecimiento de obesidad y los problemas de transporte dejan de ser
significativas, mientras que en la zona urbana a diferencia de la zona rural, ese
conjunto de variables es significativo a excepción del desempleo, y se incluye
trabajadores entre las variables no significativas de la zona urbana.
Cuando hablamos del género de los individuos, observamos que afecta el hecho
de ser mujer afecta de forma negativa en ambos grupos poblacionales, por el
mayor padecimiento de enfermedades que tienen estas. En las zonas urbanas,
la influencia en la salud percibida es más negativa debido a desórdenes mentales
derivados de estas zonas como son la ansiedad, depresión, fatiga… que explica
Harpham (1994, p. 233), mientras que en las zonas rurales la mala valoración de
la salud de las mujeres se debe al gran número de tareas que tiene que
desarrollar la mujer sin reconocimiento de su labor y realizando grandes
esfuerzos físicos, como explica Talens (1999, p. 13–16).
De un modo muy similar afecta la variable edad, aunque en el caso de la zona
rural podríamos decir que casi no tiene efecto negativo el paso del rango de
referencia (50-65 años) a la siguiente (66-80), mientras que en la zona urbana
observamos la tendencia que venimos observando en los análisis previos, en los
que el envejecimiento afecta de forma negativa a la edad, como explican Rojas
Ocaña et al. (2006, p. 8) debido a la pérdida de energía y a la disminución de la
independencia.
79
En el sentido contrario influye la categoría directivos, en la cual ambas zonas
perciben su salud como buena, pero esta influencia es mayor en la zona rural,
porque el hecho de desempeñar estudios superiores y alcanzar un puesto
superior permite aprovechar las oportunidades del sector y dar lugar a nuevas
actividades económicas que fomentarán la vida rural y de este modo la mejor
percepción de la salud por parte del individuo (Millán Jiménez, 2002, pp. 4–5).
La realización de ejercicio físico afecta también de forma positiva en ambas
zonas, pero en mayor medida en la zona rural, y debemos destacar en esta el
gran valor de su Odds ratio. La obtención de estos resultados se debe a que las
personas que habitan en las zonas rurales realizan más actividad física que los
de zonas rurales, y esto como ya hemos visto favorece la mejora de la salud
percibida, esta fundamentación se basa en Sicras-Mainar et al. (2008, p. 264).
Por último, hablaremos de los dispares resultados que hemos obtenido en la
variable de acceso al sistema sanitario debido a problemas de transporte. En
esta, los habitantes de las zonas rurales ven afectada su salud percibida de
forma positiva, mientras que en el área urbana esta percepción es negativa, esto
puede deberse a las grandes distancias existentes en las zonas urbanas para
acceder a los servicios sanitarios como explican Olivet et al. (2008, p. 22). Otra
posible razón es el mal uso que se hace de los servicios médicos ya comentado
anteriormente y que tiene mayor peso en las zonas urbanas por la densidad de
población existente.
Con esto podemos dar por concluido el análisis de los resultados de nuestro
modelo logístico y proceder a desarrollar las conclusiones de este trabajo.
80
5. CONCLUSIONES
81
que evitan padecer obesidad, que como hemos visto anteriormente es uno de
los principales problemas que afectan a la sociedad actual. Para lograr adquirir
hábitos de vida saludables relacionados con la realización de ejercicio físico en
el tiempo libre es necesario promover este tipo de conductas a través de
actividades deportivas fomentadas desde organismos públicos y a las que
tengan acceso todos los miembros de la población sin restricción económica.
En cuanto al consumo de sustancias perjudiciales para la salud como es el
tabaco, y teniendo como precedente el éxito que ha supuesto la prohibición de
fumar en locales cerrados tanto de uso público como privado, que estén abiertos
a cualquier persona, eliminando así un gran número de fumadores pasivos; es
recomendable promover campañas de concienciación social para reducir el
consumo de tabaco y así mejorar la salud puesto que es uno de los
determinantes que mayor impacto negativo tiene en la percepción de esta.
Algo similar ocurre atendiendo al género, la presencia de gaps en la salud
autopercibida de las mujeres con menor probabilidad de manifestar una buena
salud debería ser tenida en cuenta para el diseño de programas de acción en
materia sanitaria, así como de las diferencias apreciadas en la significación de
ciertos factores que deberían conducir al diseño de acciones, tales como
programas de apoyo a la conciliación de la vida familiar. Estas medidas deben
ofrecerse para conciliar tanto los estudios superiores como el trabajo, puesto que
como hemos visto anteriormente los estudios y el poseer un empleo son
fundamentales para percibir una buena salud y afectan de forma positiva a las
mujeres, pero las cargas familiares que suelen tener impiden su desarrollo
profesional en muchos casos.
También, el hecho de vivir en zonas rurales hemos obtenido que favorece la
buena percepción de la salud por la calidad de vida que se disfruta en ellas,
además de constatar que en el entorno rural la salud autopercibida no se explica
con los mismos factores que en la zona urbana, ello hace que se deban aplicar
políticas diferenciadas en función del tamaño de la población en donde se reside.
Y derivado de la buena salud que se percibe en las zonas rurales, debemos
fomentar la vida en estas mejorando las infraestructuras de fomento, así como
los servicios culturales, educativos y sanitarios que son importantes para lograr
una buena salud percibida como hemos visto en este trabajo.
82
Como punto final debemos concienciarnos de la influencia que ejercen todos y
cada uno de estos factores en la salud de los individuos.
83
6. BIBLIOGRAFÍA
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