Don Juan Tenorio

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Don Juan

Tenorio

José Zorrilla
Este drama es propiedad del editor de la Galería Dra-
mática 1 el cual perseguirá ante la ley al que le reim-
prima ó represente en algun teatro del reino , ó en alguna
Sociedad de las formadas por acciones, suscripciones ó cual-
quiera otra contribucion pecuniaria , sea cual fuere su de-
nominacion , con arreglo á lo prevenido en las Reales órde-
nes de 15 de Mayo de 1837 , 8 de Abril de 1839 y 4 de
Marzo de 1844 , relativas á la propiedad de las obras dra-
máticas.
AL SEÑOR

Don Francisco Luis De Vallejo

EN PRENDA DE BUENA MEMORIA ,

SU MEJOR AMIGO

José Zorrilla.

Madrid . = Marzo de 1844.


PERSONAJES DE TODO EL DRAMA.

DON JUAN TENORIO .


DON LUIS MEJIA.
DON GONZALO DE ULLOA , comendador de Calatrava .
DON DIEGO TENORIO .
DOÑA INES DE ULLOA.
DOÑA ANA DE PANTOJA.
CHRISTOFANO BUTTARELLI .
MARCOS CIUTTI .
BRIGIDA.
PASCUAL.
EL CAPITAN CENTELLAS .
DON RAFAEL DE AVELLANEDA.
LUCIA.
LA ABADESA DE LAS CALATRAVAS DE SEVILLA.
LA TORNERA DE IDEM.
GASTON.
MIGUEL .
UN ESCULTOR .
ALGUACILES 1.° y 2.°
UN PAGE (que no habla).
LA ESTATUA DE DON GONZALO (el mismo) .
LA SOMERA DE DOÑA INES (ella misma) .

Caballeros sevillanos , encubiertos , curiosos , esquele -


tos , estátuas , ángeles , sombras , justicia y pueblo .

La accion en Sevilla por los años de 1545 , últimos del em-


perador Carlos V. Los cuatro primeros actos pasan en
en una sola noche . Los tres restantes, cinco años despues,
y en otra noche.
PRIMERA PARTE .

Acto
cto primero .

LIBERTINAJE Y ESCANDALO.

PERSONAS .

DON JUAN. CIUTTI.


DON LUIS . CENTELLAS.
DON DIEGO. AVELLANEDA .
DON GONZALO. GASTON.
BUTTARELLI. MIGUEL.
Caballeros , curiosos , enmascarados , rondas .

Hostería de Christófano Buttarelli.—Puerta en el fondo que da


á la calle mesas , jarros y demas utensilios propios de seme-
jante lugar.

ESCENA PRIMERA .

don juan , con antifaz , sentado á una mesa escribiendo.


CIUTTI Y BUTTARELLI , á un lado esperando. Al levantarse
el telon se ven pasar por la puerta del fondo máscaras , es-
tudiantes y pueblo con hachones , músicas , etc. , etc.

D. Juan. ¡Cuál gritan esos malditos !


Pero mal rayo me parta
si en concluyendo la carta
no pagan caros sus gritos !
(Sigue escribiendo . )
6
Butt. (4. Ciutti. ) Buen Carnaval .
Ciulti. (4 Buttarelli. ) Buen agosto
para rellenar la arquilla.
Butt. ¡Quiá! Corre ahora por Sevilla
poco gusto y mucho mosto.
Ni caen aqui buenos peces ,
que son casas mal miradas
por gentes acomodadas
y atropelladas á veces .
Ciutti. Pero hoy....
Butt. Hoy no entra en la cuenta ,
Ciutti : se ha hecho buen trabajo .
Ciutti. ¡ Chist ! habla un poco mas bajo ,
que mi señor se impacienta
pronto.
Butt. ¿ A su servicio estás ?
Ciutti. Ya ha un año .
Butt. ¿Y qué tal te sale ?
Ciutti. No hay prior que se me iguale ;
tengo cuanto quiero , y mas.
Tiempo libre , bolsa llena,
buenas mozas y buen vino .
Butt. ¡Cuerpo de tal , qué destino !
Ciutti. (Señalando á don Juan.)
Y todo ello á costa agena.
Butt. ¿Rico , eh ?
Ciutti. Baréa la plata.
Butt. ¿Franco ?
Ciutti. Como un estudiante .
Butt. ¿Y noble?
Ciutti. Como un infante .
Butt. ¿Y bravo ?
Ciutti. Como un pirata .
Butt. ¿Español ?
Ciutti. Creo que sí.
Butt. ¿Su nombre?
Ciutti. Lo ignoro en suma .
Butt. ¡ Bribon ! Ꭹ dónde va?
Ciutti. Aqui.
Butt. Largo pluméa .
Ciutti. Es gran pluma .
Butt. ¿ Y á quién mil diablos escribe
7
tan cuidadoso y prolijo?
Ciutti. A su padre .
Butt. ¡Vaya un hijo !
Ciutti. Para el tiempo en que se vive
es un hombre estraordinario.
Mas silencio .
D. Juan. (Cerrando la carta. ) Firmo y plego :
¿Ciutti ?
Ciutti. Señor .
D. Juan. Este pliego
irá dentro del orario
en que reza doña Inés
á sus manos á parar .
Ciutti. ¿Hay respuesta que aguardar ?
D. Juan. De el diablo con guardapies
que la asiste , de su dueña
que mis intenciones sabe
recogerás una llave ,
una hora y una seña :
y mas ligero que el viento
aqui otra vez .
Ciutti. Bien está. (Vase. )
ESCENA II .
DON JUAN. BUTTARELLI.
D. Juan. Christófano , vieni quá .
Butt. ¡ Eccellenza !
D. Juan. Senti.
Butt. Sento .
Ha hó imparatto il Castigliano ,
se é piú fácile al signor
la sua lingua……….
D. Juan. Sí , es mejor :
lascia dunque il luo toscano ,
y dime : ¿don Luis Mejía
ha venido hoy ?
Butt. Escelencia ,
no está en Sevilla.
D. Juan . ¿Su ausencia
dura en verdad todavia ?
Butt. Tal creo.
8
D. Juan. ¿Y noticia alguna
no tienes de él ?
Butt. ¡ Ah ! una historia
me viene ahora á la memoria
que os podrá dar....
D. Juan. ¿Oportuna
luz sobre el caso ?
Butt. Tal vez .
D. Juan. Habla pues.
Butt. (Hablando consigo mismo.)
No , no me engaño :
esta noche cumple el año ,
lo habia olvidado .
D. Juan. ¡ Pardiez !
¿Acabarás con tu cuento?
Butt. Perdonad , señor , estaba
recordando el hecho .
D. Juan. ¡Acaba ,
vive Dios ! que me impaciento.
Butt. Pues es el caso , señor,
que el caballero Mejía
por quien preguntais , dió un dia
en la ocurrencia peor
que ocurrírsele podia .
D. Juan. Suprime lo al hecho estraño ;
que apostaron me es notorio
á quién haria en un año
con mas fortuna mas daño
Luis Mejía y Juan Tenorio.
Butt. ¿La historia sabeis ?
D. Juan. Entera ;
por eso te he preguntado
por Mejía.
Butt. ¡ Oh ! me pluguiera
que la apuesta se cumpliera ,
que pagan bien y al contado.
D. Juan. ¿Y no tienes confianza
en que don Luis á esta cita
acuda?
Butt. ¡ Quiá ! ni esperanza :
el fin del plazo se avanza ,
y estoy cierto que maldita
9
la memoria que ninguno
guarda de ello.
D. Juan. Basta ya.
Toma.
Butt. Escelencia , ¿ y de alguno
de ellos sabeis vos ?
D. Juan. Quizá.
Butt. ¿Vendrán pues ?
D. Juan. Al menos uno ;
mas por si acaso los dos
dirigen aqui sus huellas
el uno del otro en pós ,
tus dos mejores botellas
prevénles .
Butt. Mas....
D. Juan. ¡ Chito...! A Dios .

ESCENA III.

BUTTARELLI.

¡ Santa Madona ! de vuelta


Mejía y Tenorio estan
sin duda... y recogerán
los dos la palabra suelta .
¡ Oh ! sí , ese hombre tiene traza
de saberlo á fondo . (Ruido dentro . ) ¿Pero
qué es esto? (Se asoma á la puerta.)
¡Anda ! ¡ el forastero
está riñendo en la plaza !
¡Válgame Dios ! ¡ qué bullicio !
Cómo se le arremolina
chusma... y cómo la acoquina
él solo.. ¡ puf ! ¡ qué estropicio !
¡ cuál corren delante de él !
No hay duda , estan en Castilla
los dos , y anda ya Sevilla
toda revuelta. ¡ Miguel !
10
ESCENA IV.

BUTTARELLI. MIGUEL.

Miguel. ¿Che comanda ?


Butt. Presto , qui
servi una tabola , amico :
é del Lacryma piú antico
porta due buttiglie.
Miguel. Sí ,
signor padron.
Butt. ¡ Micheletto ,
apparechia in caritá
lo piú ricco que si fá ,
afrettali !
Miguel. Gia mi afretto ,
signor padrone. (Vase.)

ESCENA V.

BUTTARELLI. DON GONZALO.

D. Gonz. Aqui es.


Patron ?
Butt. ¿ Qué se ofrece ?
D. Gonz. Quiero
hablar con el hostelero .
But . Con él hablais ; decid pues .
D. Gonz. ¿ Sois vois ?
Butt. Sí , mas despachad ,
que estoy de priesa .
D. Gonz. En tal caso
ved si es cabal y de paso
esa dobla y contestad .
Butt. ¡Oh escelencia !
D. Gonz. ¿ Conoceis
á don Juan Tenorio ?
Butt. Si.
D. Gonz. ¿Y es cierto que tiene aqui
hoy una cita ?
Butt. ¡ Oh ! ¿ sereis
vos el otro ?
11
D. Gonz. ¿ Quién ?
Butt. Don Luis .
D. Gonz. No ; pero estar me interesa
en su entrevista.
Butt. Esta mesa
les preparo ; si os servís
en esotra colocaros
podreis presenciar la cena
que les daré... ¡ Oh ! será escena
que espero que ha de admiraros.
D. Gonz. Lo creo .
Bull. Son sin disputa
los dos mozos mas gentiles
de España .
D. Gonz. Sí , y los mas viles
tambien .
Butt. ¡ Bah ! se les imputa
cuanto malo se hace hoy dia ;
mas la malicia lo inventa ,
pues nadie paga su cuenta
como Tenorio y Mejía.
D. Gonz. ¡Ya !
Butt. Es afan de murmurar
porque conmigo , señor,
ninguno lo hace mejor,
y bien lo puedo jurar.
D. Gonz. No es necesario : mas...
Luis. ¿ Qué ?
D. Gonz. Quisiera yo ocultamente
verlos , y sin que la gente
me reconociera.
Butt. A fé
que eso es muy fácil , señor.
Las fiestas de Carnaval
al hombre mas principal
permiten sin deshonor
de su linage servirse
de un antifaz , y bajo él ,
¿ quién sabe hasta descubrirse
de qué carne es el pastel ?
D. Gonz. Mejor fuera en aposento
contiguo...
12
Butt.. Ninguno cae
aqui.
D. Gonz. Pues enlonces trae
el antifaz .
Butt. Al momento .

ESCENA VI.

DON GONZALO.

No cabe en mi corazon
que tal hombre pueda haber,
y no quiero cometer
con él una sinrazon.
Yo mismo indagar prefiero
la verdad ... mas á ser cierta
la apuesta , primero muerta
que esposa suya la quiero .
No hay en la tierra interes
que si la daña me cuadre ;
primero seré buen padre ,
buen caballero despues .
Enlace es de gran ventaja ,་
mas no quiero que Tenorio
del velo del desposorio
la recorte una mortaja.

ESCENA VII.

DON GONZALO . BUTTARELLI , que trae un antifaz.

Butt. Ya está aqui .


D. Gonz. Gracias , patron :
¿tardarán mucho en llegar ?
Butt. Si vienen no han de tardar :
cerca de las ocho son .
D. Gonz. ¿Esa es hora señalada ?
Butt. Cierra el plazo , y es asunto
de perder quien no esté á punto
de la primer campanada .
D. Gonz. Quiera Dios que sea una chanza ,
y no lo que se murmura .
13
Butt. No tengo aun por muy segura
de que cumplan la esperanza ;
pero si tanto os importa
lo que ello sea saber,
pues la hora está al caer
la dilacion es ya corta.
D. Gonz. Cúbrome pues y me siento .
(Se sienta en una mesa á la derecha y se pone el antifaz. )
Butt. (Curioso el viejo me tiene
del misterio con que viene...
y no me quedo contento
hasta saber quién es él . )
(Limpia y tragina , mirándole de reojo . )
D. Gonz. (¡Que un hombre como yo tenga
que esperar aqui y se avenga
con semejante papel !
En fin , me importa el sosiego
de mi casa, y la ventura
de una hija sencilla y pura ,
y no es para echarlo á juego . )

ESCENA VIII .

DON GONZALO . BUTTARELLI. DON DIEGO á la puerta del


fondo.

D. Diego. La seña está terminante ,


aqui es bien me han informado :
llego pues .
Butt. ¿ Otro embozado ?
D. Diego. ¡ Há de esta casa !
Butt. Adelante .
D. Diego. ¿ La hostería del Laurel?
Butt. En ella estais , caballero .
D. Diego. ¿ Está en casa el hostelero ?
Butt. Estais hablando con él.
D. Diego . ¿ Sois vos Buttarelli ?
Butt. Yo.
D. Diego . ¿Es verdad que hoy tiene aqui
Tenorio una cita?
Butt. Sí.
D. Diego . ¿Y ha acudido á ella ?
14
Butt. No.
D. Diego . ¿Pero acudirá ?
Butt. No sé .
D. Diego. ¿Le esperais vos ?
Butt. Por si acaso
venir le place .
D. Diego . En tal caso
yo tambien le esperaré .
(Se sienta en el lado opuesto á don Gonzalo . )
Butt. ¿Qué os sirva vianda alguna
quereis mientras ?
D. Diego. No tomad:
Butt. ¡ Escelencia !
D. Diego. Y escusad
conversacion importuna.
Butt. Perdonad.
D. Diego . Vais perdonado :
dejadme pues .
Butt. (Aparte.) ¡Jesucristo !
En toda mi vida he visto
hombre mas mal humorado .
D. Diego. (Aparte. ) ¡ Que un hombre de mi linage
descienda á tan ruin mansion !
Pero no hay humillacion
á que un padre no se baje
por un hijo . Quiero ver
por mis ojos la verdad
y el monstruo de liviandad
á quien pude dar el ser .
(Buttarelli , que anda arreglando sus trastos , contempla
desde el fondo á don Gonzalo y á don Diego , que per-
manecerán embozados y en silencio .
Butt. iVaya un par de hombres de piedra !
para estos sobra mi abasto :
¡ mas pardiez ! pagan el gasto
que no hacen , y asi se medra .
ESCENA IX .
DON GONZALO. DON DIEGO . BUTTARELLI . El CAPITAN CENTE-
LLAS. AVELLANEDA. DOS CABALLEROS .
Avell. Vinieron , y os aseguro
15
que se efectuará la apuesta.
Centellas. Entremos pues , Buttarelli.
Bull. Señor capitan Centellas ,
¿vos por aqui ?
Centellas. Sí , Christófano .
¿Cuándo aqui sin mi presencia
tuvieron lugar las orgias
que han hecho raya en la época ?
Butt. Como ha tanto tiempo ya
que no os he visto.
Centellas. Las guerras
del emperador , á Tunez
me llevaron ; mas mi hacienda
me vuelve á traer á Sevilla ;
y segun lo que me cuentan
llego lo mas á propósito
para renovar añejas
amistades . Con que apróntanos
luego unas cuantas botellas ,
y en tanto que humedecemos
la garganta , verdadera
relacion haznos de un lance
sobre el cual hay controversia .
Butt. Todo se andará , mas antes
dejadme ir á la bodega .
Varios. Sí , sí.
ESCENA X.

DICHOS , menos BUTTARELLI .


Avell. Sentarse , señores ,
y que siga Avellaneda
con la historia de don Luis .
Centellas. No hay ya mas que decir de ella
sino que creo imposible
que la de Tenorio sea
mas endiablada , y que apuesto
por don Luis.
Centellas. Acaso pierdas.
Don Juan Tenorio se sabe
que es la mas mala cabeza
del orbe , y no hubo hombre alguno
16
que aventajarle pudiera
con solo su inclinacion ;
¿ con que qué hará si se empeña ?
Avell. Pues yo sé bien que Mejía
las ha hecho tales , que á ciegas
se puede apostar por él .
Centellas. Pues el eapitan Centellas
pone por don Juan Tenorio
cuanto tiene .
Avell. Pues se acepta
por don Luis , que es muy mi amigo .
Centellas. Pues todo en contra se arriesga ;
porque no hay como Tenorio
otro hombre sobre la tierra ,
y es proverbial su fortuna
y estremadas sus empresas .
ESCENA XI.

DICHOS . BUTTARELLI , con botellas.

Butt. Aqui hay Falerno , Borgoña ,


Sorrento .
Centellas. De lo que quieras
sirve , Christófano , y dinos :
¿ qué hay de cierto en una apuesta
por don Juan Tenorio há un año
y don Luis Mejía hecha ?
Butt. Señor capitan , no sé
tan á fondo la materia
que os pueda sacar de dudas ,
pero diré lo que sepa .
Varios. Habla , habla .
Butt. Yo , la verdad ,
aunque fue en mi casa mesma
la cuestion entre ambos , como
pusieron tan larga fecha
á su plazo , creí siempre
que nunca á efecto viniera ;
Asi es , que ni aun me acordaba
de tal cosa á la hora de esta.
Mas esta tarde , seria
17
el anochecer apenas ,
entróse aqui un caballero
pidiéndome que le diera
recado con que escribir
una carta ; y á sus letras
atento no mas , me dió
tiempo á que charla metiera .
con un page que traía
paisano mio , de Génova .
No saqué nada del page ,
que es por Dios muy brava pesca ,
mas cuando su amo acababa
su carta , le envió con ella
á quien iba dirigida :
el caballero en mi lengua
me habló y me pidió noticias
de don Luis . Dijo , que entera
sabia de ambos la historia ,
y que tenia certeza
de que al menos uno de ellos
acudiria á la apuesta .
Yo quise saber mas de él ,
Mas púsome dos monedas
de oro en la mano diciéndome :
y por si acaso los dos
al tiempo aplazado llegan ,
ten prevenidas para ambos
tus dos mejores botellas.
Largóse sin decir mas ,
y yo atento á sus monedas ,
les puse en el mismo sitio
donde apostaron , la mesa.
Y vedla alli con dos sillas ,
dos copas y dos botellas.
Avell. Pues señor , no hay que dudar ;
era don Luis.
Centellas. Don Juan era.
Avell. ¿ Tú no le viste la cara ?
Butt. Si la traía cubierta
con un antifaz.
Centellas. Pero hombre ,
¿tú á los dos no les recuerdas ?
18
¿ ó no sabes distinguir
á las gentes por sus señas
lo mismo que por sus caras ?
Butt. Pues confieso mi torpeza ;
no le supe conocer ,
y lo procuré de veras.
Pero silencio .
Avell. ¿ Qué pasa?
Butt. A dar el reló comienza
los cuartos para las ocho. (Dan. )
Centellas. Ved, ved la gente que se entra .
Avell. Como que está de este lance
curiosa Sevilla entera.
(Se oyen dar las ocho ; varias personas entran y se re-
parten en silencio por la escena ; al dar la última cam-
panada , don Juan con antifaz se llega d la mesa que
ha preparado Buttarelli en el centro del escenario , y
se dispone á ocupar una de las dos sillas que estan de-
lante de ella. Inmediatamente despues de él , entra don
Luis tambien con antifaz y se dirige d la otra. Todos
los miran.)
ESCENA XII.

DON DIEGO. DON GONZALO. DON JUAN . DON LUIS. BUTTARELLI.


CENTELLAS. AVELLANEDA. CABALLEROS CURIOSOS . ENMAS-
CARADOS .

Avell. (4 Centellas por don Juan. )


Verás aquel , si ellos vienen ,
qué buen chasco que se lleva.
Centellas. (A Avellaneda por don Luis.)
Pues alli va otro á ocupar
la otra silla : ¡ uf ! aqui es ella .
D. Juan. (A don Luis.)
Ésa silla está comprada 9
hidalgo.
D. Luis. (A don Juan .)
Lo mismo digo ,
hidalgo ; para un amigo
tengo yo esotra pagada .
D. Juan. Que esta es mia haré notorio .
D. Luis.
Y yo tambien que esta es mia .
19
D. Juan. Luego soís don Luis Mejía .
D. Zuis. Sereis pues don Juan Tenorio.
D. Juan . Puede ser .
D. Luis. Vos lo decís.
D. Juan. ¿ No os fiais ?
D. Luis. No.
D. Juan. Yo tampoco.
D. Luis . Pues no hagamos mas el coco.
D. Juan. Yo soy don Juan . ( Quitándose la máscara.)
D. Luis. (Id.) Yo don Luis .
(Se descubren y se sientan .)
(El capitan Centellas , Avellaneda , Buttarelli y algunos
otros se van á ellos y les saludan , abrazan y dan la
mano y hacen otras semejantes muestras de cariño y
amistad. Don Juan y don Luis las aceptan cortes-
mente.)
Centellas. ¡ Don Juan !
Avell. ¡ Don Luis !
D. Juan. ¡ Caballeros !
D. Luis. ¡ Oh amigos ! ¿ qué dicha es esta ?
Avell. Sabiamos vuestra apuesta ,
y hemos acudido á veros.
D. Luis. Don Juan y yo tal bondad
en mucho os agradecemos .
D. Juan. El tiempo no malgastemos ,
don Luis. (A los otros . ) Sillas arrimad.
(A los que estan lejos.)
Caballeros , yo supongo
que á ucedes tambien aqui
les trae la apuesta , y por mí
á antojo tal no me opongo .
D. Luis! Ni yo ; que aunque nada mas
fue el empeño entre los dos ,
no ha de decirse por Dios
que me avergonzó jamas .
D. Juan. Ni á mí , que el orbe es testigo
de que hipócrita no soy,
pues por do quiera que voy
va el escándalo conmigo .
D. Luis. ¡ Eh ! ¿y esos dos no se llegan
á escuchar? Vos. (Por don Diego y don Gonz.)
D. Diego. Yo estoy bien.
:
20
D. Luis. ¿Y vos ?
D. Gonz. De aqui oigo tambien .
D. Luis. Razon tendrán si se niegan .
(Se sientan todos al rededor de la mesa en que estan don
Luis Mejia y don Juan Tenorio. )
D. Juan. ¿ Estamos listos ?
D. Luis. Estamos.
D. Juan. Como quien somos cumplimos.
D. Luis. Veamos pues lo que hicimos.
D. Juan. Bebamos antes .
D. Luis. Bebamos. (Lo hacen .)
D. Juan. La apuesta fue....
D. Luis. Porque un dia
dije que en España entera
no habria nadie que hiciera
lo que hiciera Luis Mejía.
D. Juan. Y siendo contradictorio
al vuestro mi parecer,
yo os dije nadie ba de hacer
lo que hará don Juan Tenorio.
¿ No es asi ?
D. Luis. Sin duda alguna :
y vinimos á apostar
quién de ambos sabria obrar
peor , con mejor fortuna ,
en el término de un año ,
juntándonos aqui hoy
á probarlo .
D. Juan. Y aqui estoy .
D. Luis. Y yo .
Centellas. ¡ Empeño bien estraño
por vida mia !
D. Luis. Hablad pues.
D. Luis. No , vois debeis empezar.
D. Juan. Como gusteis , igual es ,
que nunca me hago esperar.
Pues señor, yo desde aqui
buscando mayor espacio
para mis hazañas , dí
sobre Italia , porque alli
tiene el placer un palacio.
De la guerra y del amor
15
antigua y clásica tierra ,
y en ella el emperador ,
con ella y con Francia en guerra ,
díjeme : " 2 dónde mejor ?
Donde hay soldados hay juego ,
hay pendencias y amoríos . »>
Di pues sobre Italia luego
buscando á sangre y á fuego
amores y desafios.
En Roma , á mi apuesta fiel ,
fijé entre hostil y amatorio
en mi puerta este cartel :
«Aqui está don Juan Tenorio
para quien quiera algo do él . »
De aquellos dias la historia
á relataros renuncio :
remítome á la memoria
que dejé alli , y de mi gloria
podeis juzgar por mi anuncio.
Las romanas caprichosas ,
las costumbres licenciosas ,
yo gallardo y calavera ,
¿ quién á cuento redujera
mis empresas amorosas ?
Salí de Roma por fin
como os podeis figurar ,
con un disfraz harto ruin ,
y á lomos de un mal rocin ,
pues me querian ahorcar .
Fuí al ejército de España ,
mas todos paisanos mios ,
soldados y en tierra estraña ,
dejé pronto su compañía
tras cinco ú seis desafios .
Nápoles , rico vergel
de amor , del placer emporio ,
vió en mi segundo cartel :
་་ Aqui está don Juan Tenorio ,
y no hay hombre para él.
Desde la princesa altiva
á la que pesca en ruin barca ,
no hay hembra á quien no suscribaa ;
22
y á cualquier empresa abarca
si en oro ó valor estriba.
Búsquenle los reñidores;
cérquenle los jugadores ;
quien se precie que le ataje ;
y á ver si hay quien le aventaje
en juego , en lid ó en amores.»
Esto escribí ; y en medio año
que mi presencia gozó
Nápoles , no hay lance estraño ,
no hay escándalo ni engaño
en que no me hallara yo .
Por donde quiera que fuí
la razon atropellé
la virtud escarnecí ,
á la justicia burlé ,
y á las mugeres vendí.
Yo á las cabañas bajé ,
yo á los palacios subí ,
yo los claustros escalé ,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Ni reconocí sagrado ,
ni hubo ocasion ni lugar
por mi audacia respetado ;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
A quien quise provoqué ,
con quien quiso me batí ,
y nunca consideré
que pudo matarme á mi
aquel á quien yo maté.
A esto don Juan se arrojó ,
y escrito en este papel
está cuanto consiguió :
y lo que él aqui escribió
mantenido está por él .
D. Luis. Leed pues .
D. Juan. No, oigamos antes
vuestros bizarros estremos ,
y si traeis terminantes
vuestras notas comprobantes ,
23
lo escrito cotejaremos .
D. Luis. Decís bien ; cosa es que está ,
don Juan , muy puesta en razon ;
aunque á mi ver poco irá
de una á otra relacion .
D. Juan. Empezad pues .
D. Luis. Allá va.
Buscando yo como vos
á mi aliento empresas grandes
dije : «¿ dó iré ¡ vive Dios !
de amor y lides en pós ,
que vaya mejor que á Flandes ?
Alli , puesto que empeñadas
guerras hay , á mis deseos
habrá al par centuplicadas
ocasiones estremadas
de riñas y galanteos . >>
Y en Flandes conmigo dí ,
mas con tan negra fortuna ,
que al mes de encontrarme alli
todo mi caudal perdí ,
dobla á dobla , una por una.
En tan total carestía
mirándome de dineros
de mí todo el mundo huía ;
mas yo busqué compañía
y me uní á unos bandoleros.
Lo hicimos bien , ¡ voto á tal !
y fuimos tan adelante
con suerte tan colosal
que entramos á saco en Gante
el palacio episcopal .
¡ Qué noche ! Por el decoro
de la Pascua el buen obispo
bajó á presidir el coro ,
y aun de alegría me crispo
al recordar su tesoro .
Todo cayó en poder nuestro :
mas mi capitan avaro
puso mi parte en secuestro :
reñimos , fuí yo mas diestro
y le crucé sin reparo .
24
Juróme al punto la gente
capitan , por mas valiente :
juréles yo amistad franca :
pero á la noche siguiente
huí , y les dejé sin blanca .
Yo me acordé del refran
de que quien roba al ladron
há cien años de perdon ,
y me arrojé á tal desman
mirando á mi salvacion .
Pasé á Alemania opulento ,
mas un provincial Gerónimo ,
hombre de mucho talento ,
me conoció , y al momento
me delató en un anónimo .
Compré á fuerza de dinero
la libertad y el papel ;
y topando en un sendero
al fraile , le envié certero
una bala envuelta en él.
Sallé á Francia . ¡ Buen pais !
y como en Nápoles vos
puse un cartel en París
diciendo : «Aqui hay un don Luis
que vale lo menos dos.
Parará aqui algunos meses,
y no trae mas intereses
ni se aviene á mas empresas
que á adorar á las francesas
y á reñir con los franceses . »
Esto escribí ; y en medio año
que mi presencia gozó
Paris , no hubo lance estraño
ni hubo escándalo ni daño
donde no me hallara yo.
Mas como don Juan , mi historia
tambien á alargar renuncio ;
que basta para mi gloria
la magnífica memoria
que alli dejé con mi anuncio.
Y cual vos , por donde fuí
la razon atropellé ,
25
la virtud escarnecí,
á la justicia burlé ,
y á las mugeres vendí.
Mi hacienda llevo perdida
tres veces , mas se me antoja
reponerla , y me convida
mi boda comprometida
con doña Ana de Pantoja .
Muger muy rica me dan ,
y mañann hay que cumplir
los tratos que hechos estan ;
lo que os advierto , don Juan ,
por si quereis asistir.
A esto don Luis se arrojó ,
y escrito en este papel
está lo que consiguió :
y lo que él aqui escribió
mantenido está por él.
D. Juan. La historia es tan semejante
que está en el fiel la balanza ;
mas vamos á lo importante
que es el guarismo á que alcanza
el papel con que adelante .
D. Luis. Razon teneis en verdad .
Aqui está el mio : mirad ,
por una línea apartados
traigo los nombres sentados
para mayor claridad .
D. Juan. Del mismo modo arregladas
mis cuentas traigo en el mio :
en dos líneas separadas
los muertos en desafio ,
y las mugeres burladas .
Contad.
D. Luis. Contad.
D. Juan. Veinte y tres .
D. Luis. Son los muertos. GULA A ver vos.
¡Por la cruz de San Andrés !
Aqui sumo treinta y dos.
D. Juan. Son los muertos .
D. Luis. Matar es.
D. Juan. Nueve os llevo.
26
D. Luis. Me venceis.
Pasemos á las conquistas .
D. Juan. Sumo aqui cincuenta y seis .
D. Luis . Y yo sumo en vuestras listas
setenta y dos.
D. Juan. Pues perdeis .
D. Luis. ¡ Es increible , don Juan !
D. Juan. Si lo dudais , apuntados
los testigos ahi estan ,
que si fueren preguntados
os lo testificarán .
D. Luis. i Oh ! y vuestra lista es cabal .
D. Juan. Desde una princesa real
á la hija de un pescador :
¡ oh ! ha recorrido mi amor
toda la escala social .
¿Teneis algo que tachar ?
D. Luis. Solo una os falta en justicia.
D. Juan. & Me la podeis señalar?
D. Luis. Sí por cierto ; una novicia
que esté para profesar.
D. Juan. ¡ Bah ! pues yo os complaceré
doblemente , porque os digo
que á la novicia uniré
la dama de algun amigo
que para casarse esté.
D. Luis. ¡ Pardiez que sois atrevido !
D. Juan. Yo os lo apuesto si quereis .
D. Luis . Digo que acepto el partido .
¿Para darlo por perdido
quereis veinte dias ?
D. Juan. Seis.
D. Luis . ¡ Por Dios que sois hombre estraño !
¿ Cuántos dias empleais
en cada muger que amais ?
D. Juan. Partid los dias del año
entre las que ahi encontrais .
Uno para enamorarlas ,
otro para conseguirlas
otro para abandonarlas ,
dos para sustituirlas ,
y un hora para olvidarlas .
27
Pero la verdad á hablaros
pedir mas no se me antoja ,
porque pues vais á casaros
mañana pienso quitaros
á doña Ana de Pantoja.
D. Luis. ¿ Don Juan , quó es lo que decís ?
D. Juan. Don Luis, lo que oido habeis.
D. Luis. Ved , don Juan , lo que emprendeis .
D. Juan. Lo que he de lograr , don Luis.
D. Luis. Gaston.
Gaston. Señor.
D. Luis. Ven acá.
(Habla don Luis en secreto con Gaston , y este se va preci-
pitadamente.)
D. Juan. Ciutti .
Ciutti. Señor.
D. Juan. Ven aqui.
(Don Juan idem con Ciutti , que hace lo mismo. )
D. Luis. ¿ Estais en lo dicho ?
D. Juan. Sí.
D. Luis. Pues va la vida.
Pu s va. Pues va.
(Don Gonzalo , levantandose de la mesa en que ha perma-
necido inmóvil durante la escena anterior , se afronta con
don Juan y don Luis. )
D. Gonz. ¡ Insensatos ! vive Dios
que á no temblarme las manos
á palos como á villanos
os diera muerte á los dos.
D. Juan. Veamos.
D. Luis.
D. Gonz. Escusado es ,
que he vivido lo bastante
para no estar arrogante
donde no puedo .
D. Juan. Idos pues .
D. Gonz. Antes , don Juan , de salir
de donde oirme podais ,
es necesario que oigais
lo que os tengo que decir.
Vuestro buen padre don Diego
porque pleitos acomoda
28
os apalabró una boda
que iba á celebrarse luego ;
pero por mí mismo yo
lo que erais queriendo ver ,
vine aqui al anochecer ,
y el veros me avergonzó.
D. Juan. ¡ Por Satanás , viejo insano ,
que no sé cómo he tenido
calma para haberte oido
sin asentarte la mano !
Pero di pronto quién eres ,
porque me siento capaz
de arrancarte el antifaz
con el alma que tuvieres .
D. Gonz. ¡ Don Juan !
D. Juan. ¡ Pronto !
D. Gonz. Mira pues .
D. Juan. ¡ Don Gonzalo !
D. Gonz. El mismo soy .
Y á Dios , don Juan : mas desde hoy
no penseis en doña Inés .
Porque antes que consentir
en que se case con vos ,
el sepulcro ¡ juro á Dios !
por mi mano la he de abrir.
D. Juan. Me haceis reir , don Gonzalo ;
pues venirme á provocar
es como ir á amenazar
á un leon con un mal palo .
Y pues hay tiempo , advertir
os quiero á mi vez á vos
que ó me la dais , ó por Dios
que á quitárosla he de ir .
D. Gonz . ¡ Miserable !
D. Juan. Dicho está :
solo una muger como esta
me falta para mi apuesta ;
ved pues que apostada va.
(Don Diego , levantandose de la mesa en que ha permane-
cido encubierto mientras la escena anterior , baja al cen-
tro de la escena , encarándose con don Juan . )
D. Diego . No puedo mas escucharte .
29
vil don Juan , porque recelo
que hay algun rayo en el cielo
preparado á aniquilarte.
¡ Ah...! no pudiendo creer
lo que de tí me decian 9
confiando en que mentían ·
te vine esta noche á ver.
Pero te juro , malvado ,
que me pesa haber venido
para salir convencido
de lo que es para ignorado .
Sigue pues con ciego afan
en tu torpe frenesí ,
mas nunca vuelvas á mí ;
no te conozco , don Juan.
D. Juan.
¿ Quién nunca á tí se volvió ?
¿ ni quién osa hablarme asi ,
ni qué se me importa á mí
que me conozcas ó no?
D. Diego. A Dios pues , mas no te olvides
de que hay un Dios justiciero .
D. Juan. Ten. (Deteniéndole.)
D. Diego.
¿ Qué quereis ?
D. Juan. Verte quiero.
D. Diego. Nunca , en vano me lo pides.
D. Juan. ¿ Nunca ?
D. Diego. No.
D. Juan . Cuando me cuadre.
D. Diego. ¿Cómo?
D. Juan. Asi. (Le arranca el antifaz. )
Todos. ¡ Don Juan !
D. Diego . ¡Villano !
¡ Me has puesto en la faz la mano !
D. Juan. ¡Válgame Cristo , mi padre !
D. Diego . Mientes , no lo fuí jamas.
D. Juan. ¡ Reportaos , con Belcebú !
D. Diego. No , los hijos como tú
son hijos de Satanás.
Comendador , nulo sea
lo hablado.
D. Gonz. Ya lo es por mí;
vamos.
30
D. Diego. Sí, vamos de aqui
donde tal monstruo no vea.
Don Juan , en brazos del vicio
desolado te abandono :
me matas... mas te perdono
de Dios en el santo juicio.
(Vanse poco á poco don Diego y don Gonzalo.)
D. Juan. Largo el plazo me poneis ,
mas ved que os quiero advertir
que no os he ido á pedir
jamas que me perdoneis.
Con que no paseis afan
de aqui adelante por mí ,
que como vivió hasta aqui ,
vivirá siempre don Juan.

ESCENA XIII.

DON JUAN . DON LUIS. CENTELLAS. AVELLANEDA . BUTTARELLI .


CURIOSOS. MASCARAS.

D. Juan. ¡ Eh ! ya salimos del paso :


y no hay que estrañar la homilia i
son pláticas de familia ,
de las que nunca hice caso .
Con que lo dicho , don Luis ,
van doña Ana y doña Inés
en puesta.
D. Luis. Y el precio es
la vida.
D. Juan. mos D Luis .
cís: v
Vo lo d Vamos.
(Al salir se presenta una ronda , que les detiene. )
ESCENA XIV.
DICHOS . Una ronda de ALGUACILES .
Alguacil. Alto allá .
Don Juan Tenorio ?
D. Juan . Yo soy.
Alguacil. Sed preso.
31
D. Juan.
¿ Soñando estoy ?
¿ por qué ?
Alguacil. Despues lo verá .
D. Luis. (Acercándose á don Juan y riéndose. )
Tenorio , no lo estrañeis ,
pues mirando á lo apostado
mi page os ha delatado ,
para que vos no ganeis.
D. Juan. ¡ Hola ! ¡ pues no os suponia
con tal despejo , pardiez !
D. Luis. Id pues ; que por esta vez ,
don Juan , la partida es mia.
D. Juan. Vamos pues .
(Al salir , les detiene otra ronda que entra en la escena . )

ESCENA XV.

DICHOS. UNA RONDA.

Alguacil. (Que entra.) Téngase allá.


Don Luis Mejía ?
D. Luis. Yo soy.
Alguacil. Sed preso.
D. Luis. ¿ Soñando estoy ?
Yo preso !
D. Juan. (Soltando la carcajada . )
¡ Já , já , já , já !
Mejía , no lo estrañeis ,
pues mirando á lo apostado
mi page os ha delatado
para que no me estorbeis .
D. Luis. Satisfecho quedaré
aunque ambos muramos .
D. Juan. Vamos :
con que, señores , quedamos
en que la apuesta está en pie .
(Las rondas se llevan á don Juan y á don Luis ; muchos
los siguen. El capitan Centellas , Avellaneda y sus ami-
gos quedan en la escena mirándose unos á otros.)
32
ESCENA XVI.

EL CAPITAN CENTELLAS. AVELLANEDA . CURIOSOS.

Avell. ¡ Parece un juego ilusorio !


Centellas. Sin verlo no lo creería !
Avell. Pues yo apuesto por Mejía.
Centellas. Y yo pongo por Tenorio.

FIN DEL ACTO PRIMERO .


cto segundo .

DESTREZA.

PERSONAS.

DON JUAN TENORIO . PASCUAL.


DON LUIS MEJIA . LUCIA.
DOÑA ANA DE PANTOJA . BRIGIDA .
CIUTTI .

Tres embozados del servicio de don Juan.

Estertor de la casa de doña Ana vista por una esquina . Las dos
paredes que forman el ángulo se prolongan igualmente por
ambos lados , dejando ver en la de la derecha una reja , y
} en la izquierda una reja y una puerta.

ESCENA PRIMERA .

DON LUIS MEJIA , embozado.

Ya estoy frente de la casa


de doña Ana , y es preciso
que esta noche tenga aviso
de lo que en Sevilla pasa .
No dí con persona alguna
por dicha mia... ¡ Oh qué afan !
pero ahora , señor don Juan ,
3
34
cada cual con su fortuna.
Si honor y vida se juega ,
mi destreza y mi valor
por mi vida y por mi honor
jugarán... mas alguien llega .

ESCENA II.

DON LUIS . PASCUAL.

Pascual. ¡ Quién creyera lance tal !


¡ Jesus qué escándalo ! ¡ presos !
D. Luis. ¡ Qué veo ! ¿ es Pascual ?
Pascual. Los sesos
me estrellaria .
D. Luis. Pascual ?
Pascual. ¿ Quién me llame tan apriosa ?
D. Luis. Yo.-Don Luis .
Pascual. ¡ Válame Dios !
D. Luis. ¿ Qué te asombra ?
Pascual. Que seais vos.
D. Luis. Mi suerte , Pascual , es esa.
Que á no ser yo quien me soy
y á no dar contigo ahora
el honor de mi señora
doña Ana moria hoy.
Pascual. ¿ Qué es lo que decís ?
D. Luis . Pascual.
á don Juan Tenorio ?
Pascual. Sí.
¿ Quién no le conoce aquí ?
Mas según publicas voces
estabais presos los dos.
Vamos , ¡ lo que el vulgo miente
D. Luis. Ahora acertadamente
habló el vulgo ; y juro á Dios
que á no ser porque mi primo
el tesorero real
quiso fiarme , Pascual ,
pierdo cuanto mas estimo .
Pascual. Pues cómo ?
D. Luis . ¿ En servirme estás ?
35
Pascual. Hasta morir.
D. Luis . Pues escucha .
Don Juan y yo en una lucha
arriesgada por demas
empeñados nos hallamos ;
pero á querer tú ayudarme
mas que la vida salvarme
puedes.
Pascual. ¿Qué hay que hacer? Sepamos .
D. Luis. En una insigne locura
dimos tiempo há : en apostar
cuál de ambos sabria obrar
peor , con mejor ventura.
Ambos nos hemos portado
bizarramente á cual mas ;
pero él es un Satanás ,
y por fin me ha aventajado .
Púsele no sé qué pero ,
dijímonos no sé qué
sobre ello , y el hecho fue
que él mofándome altanero
me dijo : «y si esto no os llena ,
pues que os casais con doña Ana ,
os apuesto á que mañana
os la quito yo. »
Pascual. ¡Esa es buena !
¿Tal se ha atrevido á decir?
D. Luis. No es lo malo que lo diga ,
Pascual , sino que consiga
lo que intenta.
Pascual. ¿Conseguir?
En tanto que yo esté aqui
descuidad , don Luis.
D. Luis. Te juro
que si el lance no aseguro
no sé qué va á ser de mí.
Pascual. Por la Virgen del Pilar,
¿ le temeis ?
D. Luis. No , ¡ Dios testigo !
Mas lleva ese hombre consigo
algun diablo familiar.
Pascual. Dadlo por asegurado .
:
36
D. Luis. ¡ Oh! tal es el afan mio
que ni en mí propio me fio
con un hombre tan osado .
Pascual. Yo os juro por San Ginés
que con toda su osadía
le ha de hacer por vida mia
mal tercio un Aragonés :
nos veremos.
D. Luis . ¡Ay, Pascual,
que en qué te metes no sabes !
Pascual. En apreturas mas graves
me he visto y no salí mal .
D. Luis. Estriba en lo perentorio
del plazo , y en ser quien es.
Pascual. Mas que un buen Aragonés
no ha de valer un Tenorio.
Todos esos lenguaraces
espadachines de oficio
no son mas que frontispicio
y de poca alma capaces .
Para infamar á mugeres
tienen lengua , y tienen manos
para osar á los ancianos
ó apalear á mercaderes.
Mas cuando una buena espada
por un buen brazo esgrimida
con la muerte les convida ,
todo su valor es nada .
Y sus empresas y hullas
se reducen todas ellas
á hablar mal de las doncellas
y á huir ante las patrullas .
D. Luis. ¡ Pascual !
Pascual. No lo hablo por vos ,
que aunque sois un calavera
teneis la alma bien entera
y reñís bien , ¡ voto á brios !
D. Luis. Pues si es en mí tan notorio
el valor , mira , Pascual,
que el valor es proverbial
en la raza de Tenorio .
Y porque conozco bien
37
de su valor el estremo,
de sus ardides me temo,
que en tierra con mi honra den .
Pascual. Pues suelto estais ya , don Luis,
y pues que tanto os acucia
el mal de celos , su astucia
con la astucia prevenís .
¿Qué temeis de él ?
D. Luis. No lo sé ;
mas esta noche sospecho
que ha de procurar el hecho
consumar .
Pascual. Sofiais.
D. Luis. ¿Por Lué?
Pascual. ¿No está preso ?
D. Luis. Sí que está ;
mas tambien lo estaba yo
y un hidalgo me fió .
Pascual. Mas ¿quién á él le fiará ?
D. Luis. En fin , solo un medio encuentro
de satisfacerme.
Pascual. ¿ Cuál ?
D. Luis. Que de esta casa , Pascual ,
quede yo esta noche dentro .
Pascual. Mirad que asi de doña Ana
teneis el honor vendido .
D. Luis. ¡Qué mil rayos ! ¿ su marido
no voy á ser yo mañana ?
Pascual. Mas señor, ¿ no os digo yo
que os fio con la existencia ...?
D. Luis. Sí , salir de una pendencia ,
mas de un ardid diestro , no .
Y en fin , ó paso en la casa
la noche , ó tomo la calle
aunque la justicia me halle .
Pascual. Señor don Luis , eso pasa
de terquedad , y es capricho
que dejar os aconsejo
y os irá bien .
D. Luis.. No lo dejo ,
Pascual.
Pascual. ¡ Don Luis !
38
D. Luis. Está dicho ,
Pascual. ¡Vive Dios! ¿Hay tal afan ?
D. Luis. Tú dirás lo que quisieres,
mas yo fio en las mugeres
mucho menos que en don Juan.
Y pues lance es estremado
por dos locos emprendido ,
bien será un loco atrevido
para un loco desalmado .
Pascual. Mirad bien lo que decís ,
porque yo sirvo á doña Ana
desde que nació , y mañana
sereis su esposo , den Luis.
D. Luis . Pascual , esa hora llegada
y ese derecho adquirido,
yo sabré ser su marido
y la haré ser bien casada.
Mas en tanto...
Pascual. No hableis mas .
Yo os conozco desde niños
y sé lo que son cariños ,
por vida de Barrabás.
Oid : mi cuarto es sobrado
para los dos dentro de él
quedad : mas palabra fiel
dadme de estaros callado .
D. Luis. Te la doy.
Pascual. Y hasta mañana
juntos con doble cautela
nos quedaremos en vela .
D. Luis. Y se salvará doña Ana .
Pascual, Sea.
D. Luis. Pues vamos.
Pascual. Teneos.
¿Qué vais á hacer?
D. Luis. A entrar .
Pascual. ¿Ya ?
D. Luis . ¿ Quién sabe lo que él hará?`
Pascual. Vuestros celosos deseos
reprimid que ser no puede
mientras que no so recoja
mi amo don Gil de Pantoja
39
y todo en silencio quede .
D. Luis . ¡Volo á...!
Pascual. ¡ Eh! dad una vez
breves treguas al amor .
D. Luis. ¿Y á qué hora ese buen señor
suele acostarse ?
Pascual. A las diez ;
y en esa calleja estrecha
hay una reja ; llamad
á las diez , y descuidad
mientras en mí.
D. Luis. Es cosa hecha.
Pascual. Don Luis , hasta luego pues.
D. Luis. A Dios , Pascual , hasta luego .

ESCENA III.

DON LUIS.

Jamas tal desasosiego


tuve . Paréceme que es
esta noche hora menguada
para mí... y no sé qué vago
presentimiento , qué estrago
teme mi alma acongojada.
Por Dios que nunca pensé
que á doña Ana amara asi ,
ni por ninguna sentí
lo que por ella ... ¡ Oh ! y á fé
que de don Juan me amedrenta
no el valor, mas la ventura .
Parece que le asegura
Satanás en cuanto intenta .
No , no : es un hombre infernal,
y téngome para mí
que si me aparto de aqui
me burla pese á Pascual .
Y aunque me tenga por necio
quiero entrar que con don Juan
las precauciones no estan
para vistas con desprecios .
(Llama á la ventana . )
40
ESCENA IV...

DON LUIS . DOÑA ANA.

Doña Ana. ¿Quién va?


D. Luis. ¿ No es Pascual ?
Doña Ana. Don Luis.
D. Luis. Doña Ana.
Doña Ana . ¿Por la ventana
llamas ahora?
D. Luis. Ay Doña Ana,
cuán á buen tiempo salís.
Doña Ana . ¿Pues qué hay, Mejía?
D. Luis. Un empeño
por tu beldad con un hombre
que temo.
Doña Ana . ¿Y qué hay que te asombre
en él , cuando eres tú el dueño
de mi corazon?
D. Luis. Doña Ana,
no lo puedes comprender ,
de ese hombre sin conocer
nombre y suerte .
Doña Ana. Será vana
su buena suerte conmigo
ya ves , solo horas nos faltan
para la boda , y te asaltan
vanos temores.
D. Luis. Testigo
me es Dios que nada por mí
me da pavor mientras tenga
espada , y ese hombre venga
cara á cara contra tí.
Mas como el leon audaz
y cauteloso y prudente,
como la astuta serpiente...
Doña Ana. Bah , duerme , don Luis , en paz ,
que su audacia y su prudencia
nada lograrán de mí,
que lengo cifrada en tí
la gloria de mi existencia .
D. Luis. Pues bien , Ana , de ese amor
41
que me aseguras en nombre,
para no temer á ese hombre
voy á pedirte un favor.
Doña Ana. Dí ; mas bajo , por si escucha
tal vez alguno .
D. Luis. Oye pues.

ESCENA V.

DOÑA ANA y DON LUIS , á la reja derecha. DON JUAN y


CIUTTI , en la calle izquierda.

Ciutti. Señor, por mi vida , que es


vuestra suerte buena y mucha.
D. Juan. Ciutti , nadie como yo:
ya viste cuan fácilmente
el buen alcaide prudente
se avino y suelta me dió.
Mas no hay ya en ello que hablar :
¿ mis encargos has cumplido?
Ciutti. Todos los he concluido
mejor que pude esperar.
D. Juan. ¿La beata...?
Ciutti. Esta es la llave
de la puerta del jardin ,
que habrá que escalar al fin,
pues como usarced ya sabe
las tapias de ese convento
no tienen entrada alguna.
D. Juan. ¿Y te dió carta?
Ciutti. Ninguna ;
me dijo que aqui al momento
iba á salir de camino ;
que al convento se volvia,
y que con vos hablaria.
D. Juan. Mejor es.
Ciutti. Lo mismo opino .
D. Juan. ¿Y los caballos ?
Ciutti. Con silla
y freno los tengo ya.
D. Juan. ¿Y la gente?
Ciutti. Cerca está .
42
D. Juan. Bien , Ciutti; mientras Sevilla
tranquila en sueño reposa
creyéndome encarcelado ,
oíros dos nombres añado
á mi lista numerosa .
¡ Já ! ¡já !
Señor. Ciutti
D. Juan. ¿Qué ?
Ciutti. Callad.
D. Juad. ¿Qué hay, Ciutti ?
Ciutti. Al doblar la esquina
l obl r la vecina
he visto un hombre.
Ci tti. Es verdad ;
pues ahora sí que es mejor
el lance: y si es ese ?
Ciutti. D . Jua .
D. Juan? Don Luis.
Ciutti. Imposible.
D. Juan. ¡ Toma !
¿no estoy yo aqui ?
Ciutti. Diferencia
va de él á vos.
D. Juan . Evidencia
lo creo , Ciutti ; alli asoma
tras de la reja una dama .
Ciulti. Una criada tal vez .
D. Juan. Preciso es verlo , pardiez ,
no perdamos lance y fama.
Mira, Ciutti á fuer de ronda
tú con varios de los mios
por esa calle escurrios
dando vuelta á la redonda
á la casa .
Ciutti. Y en tal caso
cerrará ella.
D. Juan. Pues con eso
ella ignorante y él preso
nos dejarán franco el paso .
Ciutti. Decís bien .
D. Juan. Corre , y atájale
que en ello el vencer consiste .
43
Ciutti. ¿Mas si el truhan se resiste?
D. Juan. Entonces de un tajo , rájale.

ESCENA VI.

DON JUAN . DOÑA ANA . DON LUIS .

D. Luis. ¿Me das pues tu asentimiento?


Doña Ana. Consiento.
D. Luis. ¿Complácesme de ese modo?
Doña Ana. En todo .
D. Luis. Pues te velaré hasta el dia.
Doña Ana. Sí , Mejía .
D. Luis. Páguete el cielo , Ana mia.
satisfaccion tan entera.
Doña Ana . Porque me juzgues sincera ,
consiento en todo , Mejía.
D. Luis. Volveré pues otra vez .
Doña Ana. Sí , á las diez .
D. Luis. ¿Me aguardarás , Ana?
Doña Ana. Sí.
D. Luis. Aqui.

Doña Ana. ¿Y tú estarás puntual , eh?
D. Luis . Estaré.
Doña Ana. La llave pues le daré .
D. Luis. Y dentro yo de tu casa .
venga Tenorio.
Doña Ana. Alguien pasa;
d las diez.
D. Luis. Aqui estaré.

ESCENA VII.

DON JUAN. DON LUIS.

D. Luis. Mas se acercan. ¿ Quién va ya?


D. Juan. Quien va.
D. Luis. De quien va asi ¿qué se infiere?
D. Juan. Que quiere.
D. Luis. ¿Ver si la lengua le arranco ?
D. Juan. El paso franco .
D. Luis. Guardado está.
44
D. Juan. ¿Y soy yo manco?
D. Luis. Pidiéraislo en cortesía.
D. Juan. ¿Y á quién?
D. Luis. A don Luis Mejía.
D. Juan. Quien va , quiere el paso franco .
D. Luis. ¿Conocéisme?
D. Juan. Si.
D. Luis. ¿Y yo á vos?
D. Juan. Los dos.
D. Luis. Y en qué estriba el estorballe ?
D. Juan. En la calle .
D. Juan. ¿De ella los dos por ser amos?
D. Juan. Estamos.
D. Luis. Dos hay no mas que podamos
necesitarle á la vez .
D. Juan. Lo sé.
D. Luis. ¡ Sois don Juan !
D. Juan. ¡Pardiez!
los dos ya en la calle estamos.
D. Luis. ¿No os prendieron?
D. Juan. Como á vos.
D. Luis. ¡Vive Dios !
¿ y huisteis ?
D. Juan. Os imité :
¿y qué ?
D. Luis. Que perdereis.
D. Juan. No sabemos.
D. Luis. Lo veremos.
D. Juan. La dama entrambos tenemos
sitiada y estais cogido .
D. Luis. Tiempo hay.
D. Juan. Para vos perdido .
D. Luis. ¡ Vive Dios que lo veremos !
(Don Luis desenvaina su espada ; mas Ciutti , que ha ba-
jado con los suyos cautelosamente hasta colocarse tras
él , le sujeta.)
D. Juan. Señor don Luis , vedlo pues .
D. Luis. Traicion es.
D. Juan. La boca... (4 los suyos , que se la tapan á
don Luis. )
D. pues. ¡ Oh !
D. Juan. (Le sujetan los brazos .) Sujeto atrás:
45
mas .
La empresa es , señor Mejía,
como mia.
Encerrádmele hasta el dia . (A los suyos . )
La apuesta está ya en mi mano . (A don Luis. )
A Dios , don Luis : si os la gano
traicion es ; mas como mia.

ESCENA VIII.

DON JUAN.

Buen lance ¡ viven los cielos!


Estos son los que dan fama :
mientras le soplo la dama
él se arrancará los pelos
encerrado en mi bodega.
¿Y ella...? Cuando crea hallarse
con él... ¡ já ! ¡ já... ! Oh , y quejarse
no puede , limpio se juega.
A la carcel le llevé
y salió llevóme á mí
y salí : hallarnos aqui
era fuerza... ya se vé,
su parte en la grave apuesta
defendia cada cual.
Mas con la suerte está mal ]
Mejía , y tambien pierde esta.
Sin embargo , y por si acaso ,
no es demas asegurarse
de Lucía , á desgraciarse
no vaya por poco el paso .
Mas por alli un bulto negro
se aproxima ... y á mi ver
es el bulto una muger.
¿Otra aventura ? Me alegro .

ESCENA IX .

DON JUAN. BRIGIDA .

Brígida. ¿Caballero ?
46
D. Juan ¿Quién va allá?
Brigida. ¿Sois don Juan ?
D. Juan. ¡Por vida de ...!
¡Si es la beata! ¡y á fé
que la habia olvidado ya !
Llegaos ; don Juan soy yo.
Brigida. ¿Estais solo?
D. Juan . Con el diablo .
Brigida. ¡Jesucristo !
D. Jun. Por vos lo hablo .
Brigida. ¿Soy yo el diablo ?
D. Juan. Créolo .
Brigida. ¡Vaya! Qué cosas teneis:
vos sí que sois un diablillo...
D. Juan. Que te llenará el bolsillo
si le sirves.
Brigida . Lo vereis.
D. Juan. Descarga pues ese pecho .
¿Qué hiciste?
Brigida. Cuanto me ha dicho
vuestro page..., y qué mal bicho
es ese Ciutti .
D. Juan. ¿Qué ha hecho?
Brigida. ¡Gran bribon!
D. Juan . ¿No os ha entregado
un bolsillo y un papel?
Brigida . Leyendo estará ahora en él
doña Inés .
D. Juan. ¿La has preparado?
Brigida . Vaya ; y os la he convencido
con tal maña y de manera,
que irá como una cordera
tras vos.
D. Juan. ¡Tan facil te ha sido!
Brigida. ¡ Bah! pobre garza enjaulada,
dentro la jaula nacida,
¿qué sabe ella si hay mas vida
ni mas aire en que volar?
Si no vid nunca sus plumas
del sol á los resplandores ,
¿qué sabe de los colores
de que se puede ufanar?
47
No cuenta la pobrecilla
diez y siete primaveras ,
y aun virgen á las primeras
impresiones del amor,
nunca concibió la dicha
fuera de su pobre estancia,
tratada desde sn infancia
con cauteloso rigor.
Y tantos años monótonos
de soledad y convento
tenian su pensamiento
ceñido á punto tan ruin,
á tan reducido espacio ,
y á círculo tan mezquino,
que era el claustro su destino
y el altar era su fin .
«Aqui está Dios, » la dijeron;
y ella dijo : «Aqui le adoro. »
«Aqui está el claustro y el coro . »
Y pensó « No hay mas allá . »
Y sin otras ilusiones
que sus sueños infantiles,
pasó diez y siete abriles
sin conocerlo quizá.
D. Juan. ¿Y está hermosa?
Brigida. ¡ Oh! como un angel .
D. Juan. ¿Y la has dicho...
Brigida. Figuraos
si habré metido mal caos
en su cabeza , don Juan .
La hablé del amor , del mundo ,
de la corte y los placeres,
de cuánto con las mugeres
erais pródigo y galan.
La dije que erais el hombre
por su padre destinado
para suyo : os he pintado
muerto por ella de amor ,
desesperado por ella,
y por ella perseguido ,
y por ella decidido
á perder vida y honor.
48
En fin , mis dulces palabras
al posarse en sus oidos
sus deseos mal dormidos
arrastraron de sí en pós ;
y allá dentro de su pecho
han inflamado una llama
de fuerza tal , que ya os ama
y no piensa mas que en vos.
D. Juan. Tan incentiva pintura
los sentidos me enagena,
y el alma ardiente me llena
de su insensata pasion.
Empezó por una apuesta ,
siguió por un devaneo ,
engendró luego un deseo,
y hoy me quema el corazon.
Poco es al centro de un claustro ;
¡al mismo infierno bajara,
y á estocadas la arrancara
de los brazos de Satan !
¡ Oh ! hermosa flor , cuyo caliz
al rocío aun no se ha abierto ,
á trasplantarte va al huerto
de sus amores don Juan.
¿Brígida ?
Brigida . Os estoy oyendo
y me haceis perder el tino:
yo os creia un libertino
sin alma y sin corazon .
D. Juan. ¿Eso estrañas? ¿No está claro
que en un objeto tan noble
hay que interesarse doble
que en otros?
Brigida. Teneis razon.
D. Juan. ¿Con que á qué hora se recogen
las madres?
Brigida. Ya recogidas
estarán . ¿Vos prevenidas
todas las cosas teneis?
D. Juan. Todas.
Brigida. Pues luego que doblen
á las ánimas , con tiento
49
saltando al huerto , al convento
fácilmente entrar podeis
con la llave que os he enviado;
de un claustro oscuro y estrecho
es, seguidle bien derecho ,
y dareis con poco afan
en nuestra celda .
D. Juan. Y si acierto
á robar tan gran tesoro,
te he de hacer pesar en oro.
Brigida. Por mí no queda , don Juan.
D. Juan . Vé y aguárdame .
Brigida. Voy pues
á entrar por la portería,
y á cegar á Sor María
la tornera. Hasta despues .
(Vase Brígida , y un poco antes de concluir esta escena
sale Ciutti , que se para en el fondo esperando.)

ESCENA X.

DON JUAN. CIUTTI.

D. Juan. Pues señor , ¡ soberbio embite !


muchas hice hasta esta hora ,
mas por Dios que la de ahora
será tal que me acredite .
Mas ya veo que me espera
Ciutti. Lebrel . (Llamándole. )
Ciutti. Aqui estoy.
D. Juan. ¿Y don Luis?
Ciutti. Libre por hoy
estais de él.
D. Juan. Ahora quisiera
ver á Lucía.
Ciutti. Llegar
podeis aqui. (A la reja derecha . ) Yo la llamo,
y al salir á mi reclamo
la podeis vos abordar.
D. Juan. Llama pues.
Ciutti. La seña mia
sabe bien para que dude
4
50
en acudir .
D. Juan. Pues si acude ,
lo demas es cuenta mia.
(Ciutti llama á la reja con una seña que parezca conve-
nida. Lucia se asoma á ella , y al ver á don Juan se
detiene un momento .)

ESCENA XI.

DON JUAN. LUCIA . CIUTTI.

Lucia. ¿Qué quereis, buen caballero?


D. Juan. Quiero.
Lucia. ¿Qué quereis? Vamos á ver.
D. Juan. Ver.
Lucia. ¿Ver? ¿Qué vereis á esta hora?
D. Juan. A tu señora.
Lucia. Idos , hidalgo , en mal hora;
¿quién pensais que vive aqui?
D. Juan. Doña Ana Pantoja, y
quiero ver á tu señora.
Lucia. ¿Sabeis que casa doña Ana?
D. Juan. Sí , mañana.
Lucia . ¿Y ha de ser tan infiel ya?
D. Juan. Sí será .
Lucia. ¿Pues no es de don Luis Mejía?
D. Juan. ¡Cá! otro dia.
Hoy no es mañana, Lucía ;
yo he de estar hoy con doña Ana ,
y si se casa mañana,
mañana será otro dia .
Lucia. ¡Ah! ¿en recibiros está?
D. Juan. Podrá.
Lucia. ¿ Qué haré si os he de servir?
D. Juan. Abrir.
Lucia. ¡Bah! ¿Y quién abre este castillo?
D. Juan. Ese bolsillo .
Lucia. ¿Oro?
D. Juan. Pronto te dió el brillo .
Lucia. ¡ Cuánto !
D. Juan. De cien doblas pasa .
Lucia. ¡Jesus!
51
D. Juan. Cuenta y dí : ¿esta casa
podrá abrir ese bolsillo?
Lucia. ¡Oh! si es quien me dora el pico ...
D. Juan. Muy rico. (Interrumpiéndola. )
Lucia. ¿Sí? ¿qué nombre usa el galan?
D. Juan. Don Juan.
Lucia. ¿Sin apellido notorio?
D. Juan. Tenorio .
Lucia. ¡Animas del purgatorio!
¿Vos don Juan?
D. Juan. ¿Qué te amedrenta,
si á tus ojos se presenta
muy rico don Juan Tenorio?
Lucia. Rechina la cerradura.
D. Juan. Se asegura.
Lucia. ¿Y á mí quién? ¡ Por Belcebu!
D. Juan. Tú .
Lucia . ¿Y qué me abrirá el camino?
D. Juan. Buen tino..
Lucia . ¡ Bah! ir en brazos del destino...
D. Juan. Dobla el oro.
Lucia. Me acomodo .
D. Juan. Pues mira como de todo
se asegura tu buen tino .
Lucia . Dadme algun tiempo , pardiez.
D. Juan. A las diez .
Lucia . ¿Dónde os busco , ó vos á mí?
D. Juan. Aqui .
Lucia. ¿Con que estareis puntual , eh?
D. Juan. Estaré .
Lucia. Pues yo una llave os traeré.
D. Juan. Y yo otra igual cantidad .
Lucia. No me falteis .
D. Juan. No en verdad;
á las diez aqui estaré.
A Dios pues, y en mí te fia.
Lucia. Y en mí el garboso galan .
D. Juan. A Dios pues, franca Lucía .
Lucia. A Dios pues , rico don Juan .
(Lucia cierra la ventana. Ciutti se acerca d don Juan á
una seña de este .)
52

ESCENA XII.
I
DON JUAN. CIUTTI .

D. Juan. (Riéndose. ) Con oro nada hay que falle:


Ciutti , ya sabes mi intento ;
á las nueve en el convento ,
á las diez en esta calle. (Vanse .)

FIN DEL ACTO SEGUNDO .


24 38,6 esin R

cto tercero .
રત

PROFANACION.

PERSONAS .

DON JUAN. BRIGIDA.


DOÑA INÉS. LA ABADESA.
DON GONZALO. LA TORNERA.
Celda de doña Inés.-Puerta en el fondo y á la izquierda.

ESCENA PRIMERA.

DONA INÉS. LA ABADESA.

Abadesa. ¿ Con que me habeis entendido ?


Doña Inés. Sí señora.
Abadesa. Está muy bien ;
la voluntad decisiva
de vuestro padre tal es .
Sois jóven , cándida , y buena;
vivido en el claustro habeis
casi desde que nacisteis ;
y para quedar en él
atada con santos votos
para siempre , ni aun teneis
como otras pruebas dificiles,
ni penitencias que hacer.
Dichosa mil veces vos ;
dichosa , sí , doña Inés ,
que no conociendo el mundo
no le debeiss de temer.
¡Dichosa vos , que del claustro
al pisar en el dintel
no os volvereis á mirar
lo que tras vos dejareis !
y los mundanos recuerdos
del bullicio y del placer
no os turbarán tentadores
del ara santa á los pies;
pues ignorando lo que hay
tras esa santa pared,
lo que tras ella se queda
jamas apetecereis .
Mansa paloma enseñada
en las palmas á comer
del dueño qué la ha criado
en doméstico vergel,
no habiendo salido nunca
ghn de la protectora red,
no ansiareis nunca las alas
por el espacio tender.
Lirio gentil , cuyo tallo
mecieron solo tal vez
las embalsamadas brisas
del mas florecido mes ,
aqui á los besos del aura
vuestro caliz abrireis ,
y aqui vendrán vuestras hojas
tranquilamente á caer.
Y en el pedazo de tierra
que abarca nuestra estrechez ,
y en el pedazo de cielo
que por las rejas se ve ,
vos no vereis mas que un lecho
do en dulce sueño yacer,
y un velo azul suspendido
á las puertas del Edén .
¡Ay! en verdad que os envidio,
55
venturosa doña Inés ,
con vuestra inocente vida.
la virtud del no saber.
¿Mas por qué estais cabizbaja?
¿ Por qué no me respondeis
como otras veces alegre
cuando en lo mismo os hablé?
¿ Suspirais...? ¡ Oh! ya comprendo:
de vuelta aqui hasta no ver
á vuestra aya estais inquieta ,
pero nada receleis .
A casa de vuestro padre
fue casi al anochecer ,
y abajo en la portería
estará yo os la enviaré ,
que estoy de vela esta noche.
Con que , vamos , doña Inés ,
recogeos , que ya es hora:
mal ejemplo no me deis
á las novicias , que há tiempo
que duermen ya : hasta despues .
Doña Ines. Id con Dios , madre abadesa...
Abadesa. A Dios , hija.

ESCENA II.

DOÑA INÉS .

Ya se fué..
No sé qué tengo , ¡ ay de mí !
' que en tumultuoso, tropel
mil encontradas ideas
me combaten á la vez .
Otras noches complacida
sus palabras escuché ;
y de esos cuadros tranquilos
que sabe pintar tan bien ,
de esos placeres domésticos ,
la dichosa sencillez
y la calma venturosa,
me hicieron apetecer
la soledad de los claustros
56
y su santa rigidez .
Mas hoy la oí distraida,
y en sus pláticas hallé,
si no enojosos discursos ,
á lo menos aridez .
Y no sé por qué al decirme
que podria acontecer
que se acelerase el dia
de mi profesion , temblé ;
y sentí del corazon
acelerarse el vaiven ,
y teñírseme el semblante
de amarilla palidez .
¡Ay de mí... ! ¡ pero mi dueña
dónde estará...! Esa muger
con sus pláticas al cabo
me entretiene alguna vez.
Y hoy la echo menos... acaso
porque la voy á perder,
que en profesando es preciso
renunciar á cuanto amé .
Mas pasos siento en el claustro ;
¡ oh ! reconozco muy bien
sus pisadas... Ya está aqui.

ESCENA III.
DOÑA INÉS . BRÍGIDA .
Brigida. Buenas noches , doña Inés .
Doña Ines. ¿Cómo habeis tardado tanto?
Brigida. Voy á cerrar esta puerta.
ta. rígid . E o es uy bue o y uy sant o
Doña Iné . H y rde de q e est abie
para las otras novicias
que han de consagrarse á Dios ,
no , doña Inés , para vos .
Doña Inés. Brígida , no ves que vicias
las reglas del monasterio
que no permiten ...
Brigida. ¡ Bah ! ¡ bah!
mas seguro asi se está,
y asi se habla sin misterio
57
ni estorbos : ¿habeis mirado
el libro que os he traido?
Doña Ines. Ay, se me habia olvidado .
Brigida. ¡Pues me hace gracia el olvido !
Doña Inés. ¡ Como la madre abadesa
se entró aqui inmediatamente!
Brígida. ¡Vieja mas impertinente !
Doña Inés. ¿Pues tanto el libro interesa?
Brigida. Vaya si interesa , mucho .
¡Pues quedó con poco afan
el infeliz !
Doña Ines. ¿Quién?
Brigida. Don Juan.
Doña Inés. ¡Válgame el cielo! ¡ qué escucho!
¿ Es don Juan quien me le envia?
Brigida. Por supuesto .
Doña Inės. ¡ Oh! yo no debo
tomarle.
Brígida.. ¡Pobre mancebo !
¿Qué está di c endo?
Brígida .
desa rarle a ma arle. Doña Iné s
asi, ser Si ese horario no tomais
tal pesadumbre le dais
que va á enfermar , lo estoy viendo.
Doña Inés. Ah , no , no : de esa manera
le tomaré .
Brígida. Bien hareis .
Doña Inés . ¡ Y qué bonito es !
Brígida. Ya veis;
quien quiere agradar se esmera .
Doña Inés. Con sus manecillas de oro.
¡Y cuidado que está prieto!
á ver , á ver si completo
contiene el rezo del coro.
(Le abre , y cae una carta de entre sus hojas . )
Mas ¿qué cayó?
Brígida. Un papelito
Doña Inés. ¡ Una carta!
Brígida. Claro está ;
en esa carta os vendrá
ofreciendo el regalito .
58
Doña Inés . ¡ Qué ! ¿ Será suyo el papel?
Brigida. ¡Vaya , que sois inocente !
pues que os feria , es consiguiente
que la carta será de él .
Doña Inés. ¡ Ay Jesus!
Brigida. ¿Qué es lo que os da?
Doña Inés. Nada , Brígida , no es nada.
Brigida. No, no: si estais inmutada:
(ya presa en la red está. )
¿Se os pasa?
Doña Inés. Sí.
Brigida. Eso habrá sido
cualquier mareillo vano .
Doña Inés. Ay, se me abrasa la mano
con que el papel he cogido.
Brigida. Doña Inés, válgame Dios,
jamas os he visto asi :
estais trémula.
Doña Inés. ¡Ay de mí !
Brigida. ¿Qué es lo que pasa por vos?
Doña Inés. No sé... El campo de mi mente
siento que cruzan perdidas
mil sombras desconocidas
que me inquietan vagamente ;
y há tiempo al alma me dan
con su agitacion tortura.
Brigida. ¿ Tiene alguna por ventura
el semblante de don Juan?
Doña Inés. No sé : desde que le ví,
Brígida mia, y su nombre
me dijiste , tengo á ese hombre
siempre delante de mí.
Por do quiera me distraigo
con su agradable recuerdo ,
y si un instante le pierdo
en su recuerdo recaigo .
No sé qué fascinacion
en mis sentidos ejerce,
que siempre hacia él se me tuerce
la mente y el corazon :
y aqui y en el oratorio ,
y en todas partes advierto
59
que el pensamienio divierto
con la imagen de Tenorio .
Brigida. ¡Válgame Dios ! Doña Inés,
segun lo vais esplicando
tentaciones me van dando
de creer que eso amor es .
Doña Inés. ¡Amor has dicho !
Brigida . Sí, amor.
Doña Inés. No, de ninguna manera.
Brigida . Pues por amor lo entendiera
el menos entendedor ;
mas vamos la carta á ver:
¿en qué os parais? ¿un suspiro?
Doña Inés. ¡ Ay ! que cuanto mas la miro
menos me atrevo á leer .
(Lee. ) «Doña Inés del alma mia. ».
¡Vírgen Santa, qué principio !
Brigida. Vendrá en verso , y será un ripio
que traerá la poesía.
Vamos , seguid adelante.
Doña Inés. (Lee. ) « Luz de donde el sol la toma,
hermosísima paloma
privada de libertad,
si os dignais por estas letras
pasar vuestros lindos ojos,
no los torneis con enojos
sin concluir , acabad . »
Brigida. ¡Qué humildad ! ¡ y qué finura!
¡dónde hay mayor rendimiento!
Doña Inés. Brígida , no sé qué siento .
Brigida. Seguid , seguid la lectura .
Doña Inés. (Lee. ) «Nuestros padres de consuno
nuestras bodas acordaron,
porque los cielos juntaron
los destinos de los dos .
Y halagado desde entonces
con tan risueña esperanza,
mi alma, doña Inés, no alcanza
otro porvenir que vos .
De amor con ella en mi pecho
brotó una chispa ligera ,
que han convertido en hoguera
60
tiempo y aficion tenaz .
Y esta llama que en mí mismo
se alimenta inestinguible ,
cada dia mas terrible
va creciendo y mas voraz . "
Brigida. Es claro ; esperar le hicieron
en vuestro amor algun dia,
y hondas raices tenia
cuando á arrancársele fueron .
Seguid.
Doña Inés. (Lee. ) «En vano á apagarla
concurren tiempo y ausencia,
que doblando su violencia
no hoguera ya, volcan es .
Y yo que en medio del cráter
desamparado batallo ,
suspendido en él me hallo
entre mi tumba y mi Inés . »
Brigida. ¿Lo veis, Inés ? Si ese horario
le despreciais , al instante
le preparan el sudario .
Doña Inés. Yo desfallezco .
Brigida. oña Inés .
Adel nte. (Lee . ) « Inés , alma de mi alma ,
perpetuo iman de mi vida,
perla sin concha escondida
entre las algas del mar ;
garza que nunca del nido
tender osastes el vuelo
el diáfano azul del cielo
para aprender á cruzar;
si es que á través de esos muros
el mundo apenada miras
y por el mundo suspiras
de libertad con afan ,
acuérdate que al pie mismo
de esos muros que te guardan
para salvarte te aguardan
los brazos de tu don Juan .»
(Representa.) Qué es lo que me pasa, ¡ cielo !
que me estoy viendo morir?
(Ya tragó todo el anzuelo, )
61
Vamos, que está al concluir.
Doña Inés. (Lee. ) « Acuérdate de quien llora
al pie de tu celosía,
y alli le sorprende el dia
y le halla la noche alli;
acuérdate de quien vive
solo por tí , ¡ vida mia !
y que á tus pies volaria
si le llamaras á tí.>>
Brigida. ¿Lo veis? vendria .
Doña Inés. ¡Vendria!
Brigida . A postrarse á vuestros pies .
Doña Inés. ¿Puede?
Brigida. ¡ Oh! sí.
Doña Inés. ¡Virgen María!
Brigida . Pero acabad, doña Inés.
Doña Inés. (Lee . ) «A Dios , oh luz de mis ojos ;
á Dios , Inés de mi alma :
medita por Dios en calma
las palabras que aqui van :
y si odias esa clausura,
que ser tu sepulcro debe ,
manda, que á todo se atreve
por tu hermosura don Juan . »
(Representa dona Inés.)
¡Ay! ¿qué filtro envenedado
me dan en este papel ,
que el corazon desgarrado
me estoy sintiendo con él?
¿Qué sentimientos dormidos
son los que revela en mí?
¡qué impulsos jamas sentidos!
¿qué luz , que hasta hoy nunca vi?
¿ Qué es lo que engendra en mi alma
tan nuevo y profundo afan ?
¿Quién roba la dulce calma
de mi corazon?
Brigida. Don Juan.
Doña Inés. ¡ Don Juan dices... ! ¿con que ese hombre
me ha de seguir por do quier?
¿solo he de escuchar su nombre ?
¿solo su sombra he de ver?
62
¡ Ah ! bien dice: juntó el cielo
los destinos de los dos,
y en mi alma engendró este anhelo
fatal.
Brigida. ¡Silencio por Dios !
(Se oyen dar las ánimas. )
Doña Inés. ¿Qué?
Brigida. Silencio .
Doña Inés . Me estremezco .
Brigida. ¿Oís, doña Inés, tocar ?
Doña Inés. Sí, lo mismo que otras veces
las ánimas oigo dar.
Brigida. Pues no hableis de él .
Dona Inés . ¡Cielo santo !
¿De quién?
Brigida. ¿ De quién ha de ser?
de ese don Juan que amais tanto ,
porque puede aparecer . ;
Doña Inés. ¡ Me amedrentas ! ¿puede ese hombre
llegar hasta aqui?
Brigida. Quizá
Porque el eco de su nombre
tal vez llega adonde está.
Doña Inés. ¡ Cielos ! ¿ y podrá.. .?
Brigida. Quién sabe.
Doña Inés. ¿Es un espíritu , pues?
Brigida. No, mas si tiene una llave ....
Doña Inés. ¡ Dios!
Brigida.. Silencio , doña Inés:
¿no oís pasos?
Doña Inés. ¡Ay! ahora
nada oigo .
Brigida. Las nueve dan .
Suben... se acercan... Señora...
Ya está aqui .
Doña Inés. ¿Quién?
Brigida. Él .
Doña Inés . ¡Don Juan!
ESCENA IV .
DOŃA INÉS. DON JUAN . DOŃA BRÍGIDA .
Doña Inés. ¿Qué es esto ? sueño ... deliro .
63
D. Juan. ¡ Inés de mi corazon !
Doña Inés . Es realidad lo que miro ,
ó es una fascinacion...
tenedme... apenas respiro....
sombra... huye por compasion .
¡Ay de mí...!
(Desmáyase doña Inés y don Juan la sostiene. La carta de
don Juan queda en el suelo abandonada par doña Inés
al desmayarse. )
Brigida. La ha fascinado
vuestra repentina entrada,
y el pavor la ha trastornado.
D. Juan. Mejor, asi nos ha ahorrado
la mitad de la jornada.
¡Ea! no desperdiciemos
el tiempo aqui en contemplarla
si perdernos no queremos .
En los brazos á tomarla
voy , y cuanto antes , ganemos
ese claustro solitario .
Brigida. ¡ Oh , vais á sacarla asi!
D. Juan. Necia , piensas que rompí
la clausura temerario
para dejármela aqui?
Mi gente abajo me espera:
sígueme.
Brigida . ¡ Sin alma estoy !
¡Ay! este hombre es una fiera,
nada le ataja ni altera...
Sí , sí ; á su sombra me voy..

ESCENA V.

LA ABADÉSA .

Jurara que habia oido


por estos claustros andar:
hoy á doña Inés velar
algo mas la he permitido ,
y me temo... mas no estan
aqui. ¿ Qué pudo ocurrir
á las dos para salir
64
de la celda ? ¿ dónde irán ?
¡ Hola! yo las ataré
corto para que no vuelvan
á enredar y me revuelvan
á las novicias ... sí á fé.
Mas siento por allá fuera
pasos . ¿ Quién es ?

ESCENA VI .

LA ABADESA . LA TORNERA.

Tornera . Yo , señora .
Abadesa . ¡Vos en el claustro á esta hora!
¿Qué es esto , hermana tornera?
Tornera . Madre abadesa , os buscaba.
Abadesa. ¿Qué hay? decid .
Tornera . Un noble anciano
quiere hablaros .
Abadesa. Es en vano .
Tornera. Dice que es de Calatrava
caballero ; que sus fueros
le autorizan á este paso;
y que la urgencia del caso
le obliga al instante á verbs .
Abadesa. ¿Dijo su nombre?
Tornera. Ab desa.
don Gonzalo Ulloa.
Abadesa. ¿Qué
puede querer ...? Abralé ,
hermana : es comendador
de la orden , y derecho
tiene en el claustro de entrada .

ESCENA VII.

LA ABADESA . DON GONZALO despues .

Abadesa. ¿A una hora tan avanzada


venir asi... ? no sospecho
qué pueda ser... mas me place,
pues no hallando a su hija aqui
65
63
la reprenderá, y asi
mirará otra vez lo que hace .

ESCENA VIII.

LA ABADESA . DON GONZALO. LA TORNERA, á la puerta .

D. Gonz. Perdonad, madre abadesa ,


que en hora tal os moleste ;
mas para mí, asunto es este
que honra y vida me interesa.
Abadesa. ¡Jesus!
D. Gonz. Oid.
Abadesa. Hablad pues .
D. Gonz. Yo guardé hasta hoy un tesoro
de mas quilates que el oro ,
y ese tesoro es mi Inés.
Abadesa. A propósito.
D. Gonz. Escuchad.
Se me acaba de decir
que han visto á su dueña ir
há poco por la ciudad
hablando con el criado
de un don Juan, de tal renombre
que no hay en la tierra otro hombre
tan audáz ni tan malvado .
En tiempo atrás se pensó
con él á mi hija casar,
y hoy que se la fui á negar
robármela me juró :
que por el torpe doncel
ganada la dueña está
no puedo dudarlo ya :
debo pues guardarme de él .
Y un dia, un hora quizás
de imprevision le bastara
para que mi honor manchara
ese hijo de Satanás. 7
Hé aqui mi inquietud cuál es :
por la dueña en conclusion
vengo: vos la profesion
abreviad de doña Inés.
5
66
Abadesa. Sois padre, y es vuestro afan
"
muy justo, comendador;
mas ved que ofende á mi honor.
D. Gonz. No sabeis quién es don Juan .
Abadesa. Aunque le pintais tan malo,
yo os puedo decir de mí
que mientras Inés esté aquí
segura está , don Gonzalo.
D. Gonz. Lo creo; mas las razones
abreviemos : entregadme
á esa dueña y perdonadme
mis mundanas opiniores .
Si vos de vuestra virtud
me respondeis, yo me fundo ,
en que conozco del mundo
la insensata juventud.
Abadesa. Se hará como lo exigís .
Hermana tornera, id pues
á buscar á doña Inés
y á su dueña.
D. Gonz. ¿Qué decís ,
señora? ó traicion me ha hecho
mi memoria, ó yo sé bien
que esta es hora de que estén
ambas á dos en su lecho .
Abadesa. Há un punto sentí á las dos
salir de aquí, no sé á qué.
D. Gonz. ¡Ay! por qué tiemblo no sé;
¡mas qué veo , Santo Dios!
Un papel... me lo decia
á voces mi mismo afan.
(Leyendo . ) » Doña Inés del alma mia...»
y la firma de don Juan.
Ved. · ved ... esa prueba escrita .
Leed ahí... ¡ Oh! mientras que vos
por ella rogais á Dios
viene el diablo y os la quita.
67

ESCENA IX.

LA ABADESA. DON GONZALO. LA TORNERA.

Tornera . Señora...
Abadesa. ¿Qué es?
Tornera. Vengo muerta.
D. Gonz. Concluid.
Tornera. No acierto á hablar...
he visto á un hombre saltar
por las tapias de la huerta.
D. Gonz. ¿Veis? corramos : ¡ ay de mí!
Abadesa. ¿Dónde vais, comendador?
D. Gonz. ¡Imbécil! tras de mi honor,
que os roban á vos de aqui .

FIN DEL ACTO TERCERO .


cto cuarto .
Acto

EL DIABLO A LAS PUERTAS DEL CIELO.

PERSONAS .

DON JUAN . CIUTTI.


DOÑA INÉS . BRÍGIDA .
DON GONZALO . ALGUACILES 1.º y 2.0
DON LUIS .

Quinta de don Juan Tenorio cerca de Sevilla y sobre el Gua-


dalquivir. Balcon en el fondo. Dos puertas á cada lado .

ESCENA PRIMERA.

BRÍGIDA CIUTTI .

Brigida. ¡ Qué noche, válgame Dios!


á poderlo calcular
no me meto yo á servir
á tan fogoso galan .
¡Ay, Ciutti! molida estoy ;
no me puedo menear.
Ciutti. ¿Pues qué os duele?
Brigida. Todo el cuerpo
y toda el alma ademas .
Ciutti. ¡Ya! no estais acostumbrada
69
al caballo, es natural.
Brigida. Mil veces pensé caer :
¡uf! ¡ qué mareo ! ¡ qué afan !
Veía yo unos tras otros
ante mis ojos pasar
los árboles como en alas
llevados de un huracan,
tan apriesa y produciéndome
ilusion tan infernal ,
que perdiera los sentidos
si tardamos en parar .
Ciutti. Pues de estas cosas vereis
si en esta casa os quedais
lo menos sois por semana.
Brigida. ¡Jesus!
Ciutti. ¿Y esa niña está
reposando todavia?
Brigida. ¿Y á qué se ha de despertar?
Ciutti. Sí, es mejor que abra los ojos
en los brazos de don Juan.
Brigida. Preciso es que tu amo tenga
algun diablo familiar.
Ciulti. Yo creo que sea él mismo
un diablo en carne mortal,
porque á lo que él , solamente
se arrojara Satanás .
Brigida. ¡Oh ! ¡ el lance ha sido estremado !
Ciutti. Pero al fin logrado está .
Brigida. ¡Salir asi de un convento
en medio de una ciudad
como Sevilla!
Ciutti. Es empresa
tan solo para hombre tal.
Mas ¡ qué diablos ! si á su lado
la fortuna siempre va,
y encadenado á sus pies
duerme sumiso el azar.
Brigida. Sí, decís bien.
Ciutti. No he visto hombre
de corazon mas audaz ;
ni halla riesgo que le espante,
ni encuentra dificultad
70
que al empeñarse en vencer
le haga un punto vacilar .
A todo osado se arroja,
de todo se ve capaz ,
ni mira donde se mete,
ni lo pregunta jamas.
Alli hay un lance , le dicen :
y él dice: «allá va don Juan . »
¡Mas ya tarda, vive Dios!
Brigida. Las doce en la catedral
han dado há tiempo.
Ciutti. Y de vuelta
debia á las doce estar.
Brigida. ¿Pero por qué no se vino
con nosotros ?
Ciutti. Tiene allá
en la ciudad todavia
cuatro cosas que arreglar.
Brigida. ¿Para el viaje?
Ciutti. Por supuesto ;
aunque muy facil será
que esta noche á los inflernos
le hagan á él mismo viajar .
Brigida. ¡Jesus, qué ideas!
Ciutti. Pues digo.
¿Son obras de caridad
en las que nos empleamos
para mejor esperar?
Aunque seguros estamos
como vuelva por acá.
Brigida. ¿De veras, Ciutti?
Ciutti. Venid
á este balcon y mirad .
¿Qué veis?
Brigida. Veo un bergantin
que anclado en el rio está .
Ciutti. Pues su patron solo guarda
las órdenes de don Juan ,
y salvos en todo caso
á Italia nos llevará.
Brigida. ¿Cierto?
Ciutti. Y nada receleis
71
por nuestra seguridad;
que es el barco mas velero
que voga sobre la mar.
Brigida. ¡Chist! ya siento á doña Inés .
Ciutti. Pues yo me voy, que don Juan
encargó que sola vos
debiais con ella hablar.
Brigida. Y encargó bien, que yo entiendo
de esto .
Ciutti A Dios pues .
Brigida. Vete en paz .

ESCENA II.

DOÑA INÉS . BRÍGIDA .

Doña Inés. Dios mio, ¡ cuánto be soñado !


Loca estoy: ¿qué hora será?
¿Pero qué es esto, ay de mí?
no recuerdo que jamas
haya visto este aposento .
¿Quién me trajo aquí?
Brigida. Don Juan .
Doña Inės. Siempre don Juan ... ¿mas conmigo
aqui tú tambien estás,
Brígida?
Brigida . Sí, doña Inés .
Doña Inés. Pero dime en caridad ,
¿dónde estamos? ¿Este cuarto
es del convento?
Brigida. No tal:
aquello era un cuchitril
en donde no habia mas
que miseria.
Doña Inés. Pero en fin,
¿en dónde estamos?
Brigida. Mirad,
mirad por este balcon ,
y alcanzareis lo que va
desde un convento de monjas
á una quinta de don Juan.
Doña Inés. ¿Es de don Juan esta quinta?
72
Brigida. Y creo que vuestra ya .
Doña Inés. Pero no comprendo, Brígida,
lo que me hablas .
Brigida. Escuchad .
Estabais en el convento
leyendo con mucho afan
una carta de don Juan ,
cuando estalló en un momento
un incendio formidable.
Doña Inés. ¡ Jesus!
Brigida. Espantoso , inmenso;
el humo era ya tan denso
que el aire se hizo palpable .
Doña Inés. Pues no recuerdo ...
Brigida. Las dos
con la carta entretenidas,
olvidamos nuestras vidas,
yo oyendo, y leyendo vos .
Y estaba en verdad tan tierna,
que entrambas á su lectura
achacamos la tortura
que senliamos interna.
Apenas ya respirar
podiamos, y las llamas
prendian ya en nuestras camas:
nos ibamos á axfixiar,
cuando don Juan, que os adora;
y que rondaba el convento,
al ver crecer con el viento
la llama devastadora,
con inaudito valor
viendo que ibais á abrasaros,
se metió para salvaros
por donde pudo mejor.
Vos al verle asi asaltar
la celda tan de improviso
os desmayásteis … preciso ,
la cosa era de esperar.
Y él cuando os vió caer asi
en sus brazos os tomó
y echó á huir; yo le seguí,
y del fuego nos sacó .
73
¿Dónde ibamos á esta hora?
Vos seguíais desmayada ,
yo estaba ya casi ahogada.
Dijo pues : « hasta la aurora
en mi casa las tendré. >>
Y hénos, doña Inés , aqui .
Doña Ines. ¿Con que esta es su casa?
Brigida. Sí.
Doña Inés. Pues nada recuerdo á fé.
Pero... ¡ en su casa ! ... Oh , al punto
salgamos de ella... yo tengo
la de mi padre .
Brigida. Convengo
con vos; pero es el asunto...
Doña Inés. ¿ Qué?
Brigida. Que no podemos ir.
Doña Inés. Oir tal me maravilla.
Brigida. Nos aparta de Sevilla...
Doña Inés . ¿Quién?
Brigida. Vedlo , el Guadalquivir .
Doña Inés. ¿ No estamos en la ciudad?
Brigida. A una legua nos hallamos
de sus murallas .
Doña Inés. ¡ Oh ! ¡ estamos
perdidas!
Brigida. ¡ No sé en verdad
por qué!
Doña Inés. Me estás confundiendo ,
Brígida... y no sé qué redes
son las que entre estas paredes
temo que estás tendiendo .
Nunca el claustro abandoné
ni sé del mundo esterior
los usos, mas tengo honor ;
noble soy, Brígida , y sé
que la casa de don Juan
no es buen sitio para mi:
me lo está diciendo aqui
no sé qué escondido afan .
Ven , huyamos.
Brigida. Doña Inés,
la existencia os ha salvado .
74
Doña Inés. Sí, pero me ha envenenado
el corazon .
Brigida. ¿Le amais pues?
Doña Inés. No sé... mas por compasion
huyamos pronto de ese hombre,
tras de cuyo solo nombre
se me escapa el corazon.
¡ Ah ! tú me diste un papel
de mano de ese hombre escrito,
y algun encanto maldito
me diste encerrado en él.
Una sola vez le ví
por entre unas celosías ,
y que estaba me decias
en aquel sitio por mí.
Tú, Brígida, á todas horas
me venias de él á hablar,
haciéndome recordar
sus gracias fascinadoras .
Tú me dijiste que estaba
para mio destinado
por mi padre... y me has jurado
en su nombre que me amaba .
¿Que le amo dices?... pues bien ,
si esto es amar, si, le amo ;
pero yo sé que me infamo
con esa pasion tambien .
Y si el débil corazon
se me va tras de don Juan ,
tirándome de él estan
mi honor y mi obligacion .
Vamos pues, vamos de aqui
primero que ese hombre venga ;
pues fuerza acaso no tenga
si le veo junto á mi.
Vamos , Brígida .
Brigida. Esperad.
¿No ois?
Doña Inés. ¿Qué?
Brigida. Ruido de remos.
Doña Inés. Sí, dices bien ; volveremos
en un bote á la ciudad .
75
15
Brigida. Mirad, mirad, doña Inés .
Doña Inés. Acaba... por Dios partamos .
Brigida. Ya imposible que salgamos .
Doña Inés. ¿Por qué razon?
Brigida. Porque él es
quien en ese barquichuelo
se adelanta por el rio .
Doña Inés. ¡Ay! ¡ dadme fuerzas, Dios mio !
Brigida. Ya llegó, ya está en el suelo .
Sus gentes nos volverán
á casa, mas antes de irnos
es preciso despedirnos
á lo menos de don Juan.
Doña Inés. Sea, y vamos al instante .
No quiero volverle á ver .
Brigida. (Los ojos te hará volver
el encontrarle delante . )
Vamos.
Dona Inés. Vamos.
Ciutti. (Dontro. ) Aqui estan.
D. Juan. (Idem. ) Alumbra.
Brigida. ¡Nos busca!
Doña Inés. El es .

ESCENA III.

DICHAS . DON JUAN.

D. Juan. ¿Adonde vais, doña Inés?


Doña Inés. Dejadme salir , don Juan .
D. Juan. ¿Que os deje salir?
Brigida. Señor,
sabiendo ya el accidente
del fuego, estará impaciente
por su hija el comendador.
D. Juan. ¡El fuego ! ¡ Ah! No os dé cuidado
por don Gonzalo , que ya
dormir tranquilo le hará
el mensage que le he enviado .
Doña Inés. ¿Le habeis dicho?...
D. Juan. Que os hallabais
bajo mi amparo segura,
76
y el aura del campo pura
libre por fin respirábais .
¡Cálmate pues, vida mía!
reposa aqui; y un momento
olvida de tu convento
la triste carcel sombría.
¡Ah! ¿ No es cierto , angel de amor,
que en esta apartada orilla
mas pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando al dia,
¿no es cierto, paloma mia,
que estan respirando amor? ·
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares ,
que agita con manso aliento ;
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador
llamando al cercano dia,
¿no es verdad , gacela mia ,
que están respirando amor?
Y estas palabras que estan
filtrando insensiblemente :
tu corazon ya pendiente
de los labios de don Juan ,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mia,
que estan respirando amorí
Y esas dos Liquidas perlas
que se desprenden tranquilas
77
de tas radiantes pupilas
convidándome á beberías
evaporarse á no verlas
de sí mismas al calor,
y ese encendido color
que en tu semblante no habia,
¿no es verdad, hermosa mia,
que estando respirando amor?
¡Oh! sí, bellísima Inés ,
espejo y luz de mis ojos ;
escucharme sin enojos ,
como lo haces , amor es :
mira aqui á tus plantas pues
todo el altivo rigor
de este corazon traidor
que rendirse no creía
adorando , vida mia,
la esclavitud de tu amor.
Doña Inés. Callad por Dios, ¡ oh! don Juan ,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afan .
¡ Ah! callad por compasion ,
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece,
y se arde mi corazon .
¡Ah! me habeis dado á beber
un filtro infernal sin duda ,
que á rendiros os ayuda
la virtud de la muger.
Tal vez poseeis, don Juan ,
un misterioso amuleto
que á vos me atrae en secreto
como irresistible iman .
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora,
y el amor que negó á Dios .
¿Y qué he de hacer ¡ ay de mí!
sino caer en vuestros brazos,
si el corazon en pedazos
me vais robando de aqui ?
78
No , don Juan , en poder mio.
resistirte no está ya:
yo voy á tí como va
sorbido al mar ese rio.
Tu presencia me enageua ,
tus palabras me alucinan ,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena .
¡ Don Juan! ¡ don Juan ! yo lo imploro
de tu hidalga compasion :
ó arráncame el corazon ,
ó ámame, porque te adoro .
D. Juan. ¡Alma mia! esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puede hacer
hasta que el Edén se me abra.
No es , doña Inés , Satanás
quien pone este amor en mí;
es Dios, que quiere por tí
ganarme para él quizás .
No, el amor que hoy se atesora
en mi corazon mortal,
no es un amor terrenal
como el que sentí hasta ahora ;
no es esa chispa fugaz
que cualquier ráfaga apaga;
es incendio que se traga
cuanto ve, inmenso , voraz.
Desecha pues tu inquietud ,
bellísima dona Inés ,
porque me siento á tus pies
capaz aun de la virtud .
Sí, iré mi orgullo á postrar
ante el buen comendador,
y ó habrá de darme tu amor,
ó me tendrá que matar.
Doña Inés. ¡Don Juan de mi corazon !
D. Juan. ¡Silencio ! ¿habeis escuchado?
D. Juan. ¿Qué?
Doña Inés. Sí, una barca ha atracado
debajo de ese balcon.
Un hombre embozado de ella
79
. Brígida, al momento
salta..
pasad á ese otro aposento ,
y perdonad , Inés bella ,
si solo me importa estar.
Doña Inés. ¿Tardarás?
D. Juan. Poco ha de ser.
Doña Inés. A mi padre hemos de ver.
D. Juan. Sí, en cuanto empiece á clarear.
A Dios.
ESCENA IV .

DON JUAN. CIUTTI .


Ciutti. Señor.
D. Juan. ¿Qué sucede,
Ciutti?
Ciutti. Ahí está un embozado
en veros muy empeñado .
D. Juan. ¿Quién es?
Ciutti. Dice que no puede
descubrirse mas que á Vos,
y que es cosa de tal priesa
que en ella se os interesa
la vida á entrambos á dos .
D. Juan. ¿Y en él no has reconocido
marca ni señal alguna
que nos oriente?
Giutti. Ninguna;
mas á veros decidido
viene .
D. Juan . ¿Trae gente?
Ciutti. No mas
que los remeros del bote .
D. Juan. Que entre.
ESCENA V.

DON JUAN. Luego CIUTTI, y DON LUIS , embozado.

D. Juan . ¡Jugamos á escote


la vida... ! mas ¿si es quizás
un traidor que basta mi quinta
80
me viene siguiendo el paso?
Hálleme pues por si acaso
con las armas en la cinta .
(Se ciñe la espada y suspende al cinto un par de pistolas
que habrá colocado sobre la mesa á su salida en la
escena tercera. Al momento sale Ciutti conduciendo á
don Luis , que embozado hasta los ojos espera á que se
queden solos. Don Juan hace á Ciutti una seña para
que se retire. Lo hace .)

ESCENA VI.

DON JUAN. DON LUIS .

D. Juan. (Buen talante . ) Bien venido ,


caballero .
D. Luis . Bien hallado,
señor mio.
D. Juan. Sin cuidado
hablad.
D. Luis. Jamas lo he tenido .
D. Juan. Decid pues : ¿á qué venís
á esta hora y con tal afan?
D. Luis. Vengo á mataros, don Juan .
D. Juan. Segun eso sois don Luis.
D. Luis. No os engañó el corazon,
y el tiempo no malgastemos,
don Juan: los dos no cabemos
ya en la tierra.
D. Juan. En conclusion ,
señor Mejía, ¿ es decir
que porque os gané la apuesta
quereis que acabe la fiesta
con salirnos á batir?
D. Luis . Estais puesto en la razon:
la vida apostado habemos,
y es fuerza que nos paguemos .
D. Juan. Soy de la misma opinion .
Mas ved que os debo advertir
que sois vos quien ha perdido .
D. Luis. Pues por eso os la he traido ;
mas no creo que morir
81።
deba nunca un caballero
que lleva en el cinto espada
como una res destinada
por su dueño al matadero.
D. Juan. Ni yo creo que resquicio
habreis jamas encontrado
por donde me hayais tomado
por un cortador de oficio.
D. Luis. De ningun modo ; y ya veis
que pues os vengo á buscar
mucho en vos debo fiar.
D. Juan. No mas de lo que podéis .
Y por mostraros mejor
mi generosa hidalguía,
decid si aun puedo, Mejía,
satisfacer vuestro honor.
Leal la apuesta os gané ;
mas si tanto os ha escocido ,
mirad si hallais conocido
remedio, y la aplicaré.
D. Luis. No hay mas que el que os he propuesto ,
don Juan. Me habeis maniatado,
y habeis la casa asaltado
usurpándome mi puesto:
y pues el mio tomasteis
para triunfar de doña Ana,
no sois vos, don Juan, quien gana ,
porque por otro jugásteis,
D. Juan. Ardides del juego son .
D. Luis. Pues no os los quiero pasar,
y por ellos á jugar
vamos ahora el corazon .
D. Juan. ¿Le arriesgais pues en revancha
de doña Ana de Pantoja?
D. Luis. Si , y lo que tardo me enoja
en lavar tan fea mancha .
Don Juan, yo la amaba, sí;
mas con lo que habeis osado
imposible la hais dejado
para vos y para mí .
D. Juan. ¿Por qué la apostásteis pues?
D. Luis. Porque no pude pensar
6
82
que lo pudierais lograr.
Y... vamos, por San Andrés ,
á reñir, que me impaciento .
D. Juan. Bajemos á la ribera.
D. Luis. Aqui mismo .
D. Juan. Necio fuera:
¿no veis que en este aposento
prendieran al vencedor?
Vos traeis una barquilla.
D. Luis. Sí.
D. Juan. Pues que lleve á Sevilla
al que quede .
D. Luis. Eso es mejor;
salgamos pues .
D Juan. Esperad.
D. Luis. ¿Qué sucede ?
D. Juan. Ruido siento .
D. Luis. Pues no perdamos momento.

ESCENA VII.

DON JUAN. DON LUIS . CIUTTI.

Ciutti. Señor, la vida salvad.


D. Juan. ¿Qué hay pues?
Ciutti. El comendador,
que llega con gente armada.
D. Juan. Déjale franca la entrada,
pero á él solo .
Ciutti. Mas señor...
D. Juan. Obedéceme . (Vase Ciutti.)

ESCENA VIII.

DON JUAN. DON LUIS .

D. Juan. Don Luis,


pues de mí os habeis fiado
cuanto dejais demostrado
cuando á mi casa venís,
no dudaré en suplicaros,
pues mi valor conoceis,
83
que un instante me aguardeis .
D. Luis. Yo nunca puse reparos
en valor que es tan notorio ;
mas no me fio de Vos.
D. Juan. Ved que las partes son dos
de la apuesta con Tenorio,
y que ganadas estan .
D. Luis. ¡ Lograsteis á un tiempo ...!
D. Juan . Sí:
la del convento está aquí:
y pues viene de don Juan
á reclamarla quien puede ,
cuando me podeis matar
no debo asunto dejar
tras mí que pendiente quede .
D. Luis. Pero mirad que meter
quien puede el lance impedir
entre los dos puede ser...
D. Juan. ¿Qué ?
D. Luis. Escusaros de reñir.
D. Juan. ¡Miserable...! de don Juan
podeis dudar solo vos :
mas aqui entrad, vive Dios ,
y no tengais tanto afan
por vengaros , que este asunto
arreglado con ese hombre,
don Luis, yo os juro á mi nombre
que nos batimos al punto .
D. Luis. Pero ...
D. Juan. ¡Con una legion
de diablos! entrad aqui;
que harta nobleza es en mí
aun daros satisfaccion .
Desde ahí ved y escuchad;
franca teneis esa puerta,
si veis mi conducta incierta
como os acomode obrad .
D. Luis. Me avengo, si muy reacio
no andais.
D. Juan . Calculadlo vos
á placer: mas vive Dios
que para todo hay espacio.
84
(Entra don Luis en el cuarto que don Juan le señala.)
Ya suben . (Don Juan escucha. )
D. Gonz. (Dentro.) ¿Donde está?
D. Juan. Él es.

ESCENA IX.
DON JUAN . DON GONZALO.
D. Gonz. ¿Adónde está ese traidor?
D. Juan. Aqui está, comendador.
D. Gonz. ¿De rodillas?
D. Juan. Y á tus pies .
D. Gonz. Vil eres hasta en tus crímenes.
D. Juan. Anciano, la lengua ten,
y escúchame un sola instante .
D. Gonz. ¿Qué puede en tu lengua haber
que borre lo que tu mano
escribió en este papel?
¡Ir á sorprender ¡ infame!
la cándida sencillez
de quien no pudo el veneno
de esas letras precaver!
¡ Derramar en su alma virgen
traidoramente la hiel
en que rebosa la tuya
seca de virtud y fé!
¡Proponerse asi enlodar
de mis timbres la alta prez,
como si fuera un harapo
que desecha un mercader !
¿Ese es el valor, Tenorio,
de que blasonas ? ¿Esa es
la proverbial osadía
que te da al vulgo á temer?
¿Con viejos y con doncellas
la muestras...? y ¿ para qué?
¡vive Dios! para venir
sus plantas asi á lamer
mostrándote á un tiempo ageno
de valor y de honradez .
D. Juan. ¡ Comendador !
D. Gonz. Miserable;
85
tú has robado á mi hija Inés
de su convento, y yo vengo
por tu vida , ó por mi bien .
D. Juan. Jamas delante de un hombre
mi alta cerviz incliné,
ni he suplicado jamas
ni á mi padre ni á mi rey.
Y pues conservo á tus plantas
la postura en que me ves ,
considera, don Gonzalo ,
que razon debo tener .
D. Gonz. Lo que tienes, es pavor
de mi justicia .
D. Juan. ¡Pardiez !
óyeme, comendador,
ó tenerme no sabré,
y seré quien siempre he sido
no queriéndolo ahora ser .
D. Gonz. ¡Vive Dios!
D. Juan. Comendador,
yo idolatro á doña Inés
persuadido de que el cielo
nos la quiso conceder
para enderezar mis pasos
por el sendero del bien.
No amé la hermosura en ella
ni sus gracias adoré,
lo que adoro es la virtud,
don Gonzalo , en doña Inés .
Lo que justicias ni obispos
no pudieron de mí hacer
con cárceles y sermones,
lo pudo su candidez .
Su amor me torna en otro hombre
regenerando mi ser,
y ella puede hacer un angel
de quien un demonio fué .
Escucha pues, don Gonzalo ,
lo que te puede ofrecer
el audaz don Juan Tenorio
de rodillas á tus pies.
Yo seré esclavo de tu hija ,
$6
en tu casa viviré,
tú gobernarás mi hacienda
diciéndome esto ha de ser.
El tiempo que señalares
en reclusion estaré;
cuantas pruebas exigieres
de mi audacia ó mi altivez,
del modo que me ordenares
con sumision te daré.
Y cuando estime tu juicio
que la puedo merecer,
yo la daré un buen esposo
y ella me dará el Edén .
D. Gonz. Basta, don Juan ; no sé cómo
me be podido contener
oyendo tan torpes pruebas
de tu infame avilantez .
Don Juan, tu eres un cobarde
cuando en la ocasion te ves,
y no hay bajeza á que no oses
como te saque con bien .
D. Juan. ¡Don Gonzalo!
D. Gonz. Y me avergüenzo
de mirarte así á mis pies
lo que apostabas por fuerza
suplicando por merced .
D. Juan. Todo asi se satisface ,
don Gonzalo , de una vez .
D. Gonz. ¡Nunca, nunca ! ¿Tú su esposo?
primero la mataré .
¡Ea ! entrégamela al punto ,
ó sin poderme valer
en esa postura vil
el pecho te cruzaré.
D. Juan. Míralo bien, don Gonzalo ;
que vas á hacerme perder
con ella hasta la esperanza
de mi salvacion tal vez .
D. Gonz. ¿Y qué tengo yo, don Juan,
con tu salvacion que ver?
D. Juan. Comendador, que me pierdes.
D. Gonz. Mi hija .
87
D. Juan. Considera bien
que por cuantos medios pude
te quise satisfacer ;
y que con armas al cinto
tus denuestos toleré
proponiéndole la paz
de rodillas á tus pies.

ESCENA X.
dichos , don luis, soltando una carcajada de burla.
D. Luis. Muy bien, don Juan.
D. Juan. ¡Vive Dios!
D. Gonz. ¿Quién es ese hombre?
D. Luis. Un testigo
de su miedo, y un amigo,
comendador , para vos.
D. Juan. ¡Don Luis!
D. Luis. Ya he visto bastante,
don Juan, para conocer
cual uso puedes hacer
de tu valor arrogante;
y quien hiere por detras
y se humilla en la ocasion,
es tan vil como el ladron
que roba y huye.
D. Juan. ¿Esto mas?
D. Luis. Y pues la ira soberana
de Dios junta como ves
al padre de doña Inés
y al vengador de doña Ana,
mira el fin que aquí te espera
cuando á igual tiempo te alcanza ,
aqui dentro su venganza
y la justicia allá fuera.
D. Gonz. ¡ Oh! ahora comprendo... ¿sois vos
el que ...
D. Luis. Soy don Luis Mejía ,
á quien á tiempo os envia
por vuestra venganza Dios.
D. Juan . ¡ Basta pues de tal suplicio!
si con hacienda y honor
88
ni os muestro ni doy valor
á mi franco sacrificio ,
y la leal solicitud
con que ofrezco cuanto puedo
tomais, vive Dios, por miedo,
y os mofais de mi virtud,
os acepto el que me dais
plazo breve y perentorio
para mostrarme el Tenorio
de cuyo valor dudais .
D. Luis. Sea; y cae á nuestros pies
digno al menos de esa fama
que por tan bravo te aclama.
D. Juan. Y venza el infierno pues .
Ulloa, pues mi alma asi
vuelves á hundir en el vicio ,
cuando Dios me llame á juicio
tú responderás por mí. (Le da un pistoletazo. )
D. Gonz. ¡Asesino!
D. Juan. Y tú, insensato,
que me llamas vil ladron ,
di en prueba de tu razon
que cara á cara te mato .
(Riñen, y le da una estocada .)
D. Luis. ¡Jesus!
D. Juan. Tarde tu fé ciega
acude al cielo, Mejía,
y no fue por culpa mia;
pero la justicia llega
y á fé que ha de ver quien soy.
Ciutti. (Dentro. ) Don Juan .
D. Juan. Asomando al balcon . ) ¿ Quién es?
Ciulli. (Dentro. ) Por aquí;
salvaos .
D. Juan. ¿Hay paso?
Ciutti. Si;
arrojaos .
D. Juan. Allá voy.
Llamé al cielo y no me oyó ,
y pues sus puertas me cierra
de mis pasos en la tierra
responda el cielo , y no yo .
89
( Se arroja por el balcon , y se le oye caer en el agua del
rio, al mismo tiempo que el ruido de los remos muestra
la rapidez del barco en que parte ; se oyen golpes en las
puertas de la habitacion; poco despues entra la justicia,
soldados, etc.)

ESCENA XI.

ALGUACILES , SOLDADOS . Luego DOÑA INES Y BRÍGIDA .

Alg. 1. El tiro ha sonado aquí.


Alg. 2.° Aun hay humo .
Alg. 1.° ¡Santo Dios!
aqui hay un cadáver .
Alg. 2.° Dos.
Alg. 1.° ¿Y el matador?
Alg. 2.° Por alli.
(Abren el cuarto en que están doña Inés y Brígida , y las
sacan á la escena; daña Inés reconoce el cadáver de su
padre.)
Alg. 2.° ¡Dos mugeres!
Doña Inés . ¡Ah, qué horror,
padre mio!
Alg. 1.° ¡ Es su hija!
Brigida. Sí.
Doña Inés. ¡Ay! ¿dó estás, don Juan, que aqui
me olvidas en tal dolor?
Alg. 1.º Él le asesinó.
Doña Inės. ¡Dios mio!
¿me guardabas esto mas?
Alg. 2.0 Por aqui ese Satanás
se arrojó sin duda al rio .
Alg. 1.º Miradlos ... á bordo estan
del bergantin calabrés .
Todos. Justicia por doña Inés .
Doña Ines. Pero no contra don Juan .

FIN DEL ACTO CUARTO.


SEGUNDA PARTE.

Pet
eto
o primero.

LA SOMBRA DE DOÑA INES .

PERSONAS .

DON JUAN. UN ESCULTOR.


EL CAPITAN CENTELLAS . LA SOMBRA DE DOÑA INÉS .
DON RAFAEL DE AVELLANEDA.
Panteon de la familia Tenorio. —El teatro representa un mag-
nifico cementerio , hermoseado á manera de jardin . En pri-
mer término, aislados y de bulto, los sepulcros de don Gon-
zalo de Ulloa, de doña Inés y de don Luis Mejía , sobre los
cuales sa ven sus estátuas de piedra . El sepulcro de don
Gonzalo á la derecha y su estátua de rodillas : el de don Luis
á la izquierda, y su estátua tambien de rodillas : el de doña
Inés en el centro, y su estátua de pie. En segundo término
otros dos sepulcros en la forma que convenga; y en tercer
término y en puesto elevado el sepulcro y estátua del funda-
dor Don Diego Tenorio, en cuya figura remata la perspectiva
de los sepulcros . Una pared llena de nichos y lápidas circuye
el cuadro hasta el horizonte . Dos llorones á cada lado de la
tumba de doña Inés dispuestos á servir de la manera que á
su tiempo exige el juego escénico. Cipreses y flores de todas
clases embellecen la decoracion , que no debe tener nada de
horrible. La accion se supone en una tranquila noche de ve-
rano, y alumbrada por una clarísima luna.

ESCENA PRIMERA .
el escultor, disponiéndose á marchar.
Pues señor, es cosa hecha:
el alma del buen Don Diego
91
puede á mi ver con sosiego
reposar muy satisfecha.
La obra está rematada
con cuanta suntuosidad
su postrera voluntad
dejó al mundo encomendada .
Y ya quisieran ¡pardiez !
todos los ricos que mueren
que su voluntad cumplieren
los vivos, como esta vez.
Mas ya de marcharse es hora:
todo corriente lo dejo ,
y de Sevilla me alejo
al despuntar de la aurora.
¡Ah! mármoles que mis manos
pulieron con tanto afan,
mañana os contemplarán
los absortos sevillanos ;
y al mirar de este panteon
las gigantes proporciones
tendrán las generaciones
la nuestra en veneracion .
Mas yendo y viniendo dias
se hundirán unas tras otras,
mientra en pié estareis vosotras
postumas memorias mias.
¡Oh! frutos de mis desvelos ,
peñas á quien yo animé
y por quienes arrostré
la intemperie de los cielos;
el que forma y ser os dió
va ya á perderos de vista ;
¡velad mi gloria de artista ,
pues vivireis mas que yo!
Mas ¿quién llega?

ESCENA II.

EL ESCULTOR . DON JUAN , que entra embozado.

Escultor. Caballero...
D. Juan. Dios le guarde .
92
Escultor. que me es
mas ya es tarde y ...
D. Juan. liqueis.
un instante , porque quiero
aso so s forastero?
Escultor. . Es ultor
. Ju n. Años há
D. Juan . ¿Po a
que falto de España ya,
y me chocó el ver al paso
cuando á esas verjas llegué
que encontraba este recinto
enteramente distinto
de cuando yo le dejé.
Escultor. Yo lo creo; como que esto
era entonces un palacio,
y hoy es panteon el espacio
donde aquel estuvo puesto.
D. Juan. ¡ El palacio hecho panteon!
Escultor. Tal fue de su antiguo dueño
la voluntad, y fue empeño
que dió al mundo admiracion.
D. Juan. ¡Y por Dios que es de admirar!
Escultor. Es una famosa historia,
á la cual debo mi gloria.
D. Juan. ¿Me la podreis relatar?
Escultor. Sí; aunque muy sucintamente ,
pues me aguardan .
D. Juan. D. J
Escultor. an.
la verdad pura .
D. Juan. Decid,
que me teneis impaciente .
Escultor. Pues habitó esta ciudad
y este palacio heredado
un varon muy estimado
por su noble calidad .
D. Juan . Don Diego Tenorio .
Escultor. El mismo.
Tuvo un hijo este don Diego
peor mil veces que el fuego,
un aborto del abismo .
93
33
Un mozo sangriento y cruel,
que con tierra y cielo en guerra
dicen que nada en la tierra
fue respetado por él.
Quimerista, seductor
y jugador con ventura,
no hubo para él segura
vida, ni hacienda, ni honor .
Asi le pinta la historia,
y si tal era, por cierto
que obró cuerdamente el muerto
para ganarse la gloria.
D. Juan. Pues ¿cómo obró?
Escultor . Dejó entera
su hacienda al que la empleara
en un panteon que asombrara
á la gente venidera.
Mas con condicion que dijo
que se enterraran en él
los que á la mano cruel
sucumbieron de su hijo.
Y mirad en derredor
los sepulcros de los mas
de ellos.
D. Juan. ¿Y vos sois quizás
el conserge?
Escullor. El escultor
de estas obras encargado .
D. Juan. ¡Ah! ¿Y las habeis concluido?
Escultor. Há un mes ; mas me he detenido
hasta ver ese enverjado
colocado en su lugar ;
pues he querido impedir
que pueda el vulgo venir
este sitio á profanar.
D. Juan . (Mirando. ) ¡ Bien empleó sus riquezas
el difunto!
Escultor. ¡Yo lo creo!
Miradle alli.
D. Juan. Ya le veo .
Escultor. ¿Le conocisteis ?
D. Juan. Sí.
94
Escultor. Piezas
son todas muy parecidas
y á conciencia trabajadas .
D. Juan. ¡Cierto que son estremadas!
Escultor. ¿Os han sido conocidas
las personas?
D. Juan. Todas ellas .
Escultor. ¿Y os parecen bien?
D. Juan. Sin duda,
segun lo que á ver me ayuda
el fulgor de las estrellas.
Escultor. ¡Oh! se ven como de dia
con esta luna tan clara.
Esta es mármol de Carrara.
(Señalando á la de don Luis. )
D. Juan. ¡Buen busto es el de Mejía !
¡Hola ! aqui el comendador
se representa muy bien.
Escultor. Yo quise poner tambien
la estátua del matador
entre sus víctimas, pero
no pude á manos haber
su retrato ... Un Lucifer
dicen que era el caballero
don Juan Tenorio.
D. Juan. ¡Muy malo !
Mas como pudiera hablar
le habia algo de abonar
la estátua de don Gonzalo .
Escultor. ¿Tambien habeis conocido
á don Juan ?
D. Juan. Mucho.
Escultor. Don Diego
le abandonó desde luego
desheredándole .
D. Juan. Ha sido
para don Juan poco daño
ese, porque la fortuna
va tras él desde la cuna .
Escultor. Dicen que ha muerto.
D. Juan. Es engaño:
vive.
95
Escultor. ¿Y dónde?
D. Juan . Aqui, en Sevilla.
Escultor. ¿Y no teme que el furor
popular?...
D. Juan. En su valor
no ha echado el miedo semilla.
Escultor. Mas cuando vea el lugar
en que está ya convertido
el solar que suyo ha sido
no osará en Sevilla estar.
D. Juan. Antes ver tendrá á fortuna
en su casa reunidas
personas de él conocidas,
puesto que no odia á ninguna.
Escultor. ¿ Creis que ose aqui venir?
D. Juan. ¿Por qué no? pienso á mi ver
que donde vino á nacer
justo es que venga á morir
Y pues le quitan su herencia
para enterrar á estos bien,
á él es muy justo tambien
que le entierren con decencia ,
Escultor. Solo á él le está prohibida
en este panteon la entrada.
D. Juan. Trae don Juan muy buena espada,
y no sé quién se la impida.
Escultor. ¡Jesus! ¡ tal profanacion!
D. Juan. Hombre es don Juan que á querer
volverá el palacio á hacer
encima del panteon .
Escultor. ¿Tan audaz ese hombre es
que aun á los muertos se atreve?
D. Juan. ¿Qué respetos gastar debe
con los que tendió á sus pies?
Escultor. ¿Pero no tiene conciencia
ni alma ese hombre?
D. Juan. Tal vez no,
que al cielo una vez llamó
con voces de penitencia,
y el cielo en trance tan fuerte
alli mismo le metió ,
que á dos inocentes dió
1
96
para salvarse la muerte .
Escultor. ¡Qué monstruo, supremo Dios!
D. Juan. Podeis estar convencido
de que Dios no le ha querido .
Escultor. Tal será .
D. Juan. Mejor que vos.
Escultor. (¿Y quién será el que á don Juan
abona con tanto brio?)
Caballero , á pesar mio
como aguardándome están...
D. Juan. Idos pues en hora buena .
Escultor. He de cerrar .
D. Juan. No cerreis,
y marchaos.
Escultor. ¿Mas no veis ...
D. Juan. Veo una noche serena
y un lugar que me acomoda
para gozar su frescura,
y aquí he de estar á mi holgura
si pesa á Sevilla toda .
Escultor. (¡Si acaso padecerá
de locura, desvaríos?)
D. Juan. (Dirigiéndose d las estatuas .)
Ya estoy aqui, amigos mios .
Escultor. ¿No lo dije? loco está.
D. Juan . Mas cielos , ¡ qué es lo que veo!
ó es ilusion de mi vista,
ó á doña Inés el artista
aqui representa creo.
Escultor. Sin duda.
D. Juan. &Tambien murió?
Escultor. Dicen que de sentimiento
cuando de nuevo al convento
abandonada volvió
por don Juan .
D. Juan. ¿Y yace aquí?
Escultor. Sí.
D. Juan. ¿La visteis muerta vos?
Escultor. Sí.
D. Juan. ¡Cómo estaba?
Escultor. ¡Por Dios
que dormida la creí!
97
La muerte fue tan piadosa
con su cándida hermosura ,
que la envió con la frescura
y las tintas de la rosa.
D. Juan. ¡Ah! mal la muerte podria
deshacer con torpe mano
el semblante soberano
que un angel envidiaria .
¡Cuán bella y cuán parecida
su efigie en el marmol es!
¡Quién pudiera, doña Inés,
volver á darte la vida!
¿Es obra del cincel vuestro?
Escultor. Como todas las demas.
D. Juan. Pues bien merece algo mas
un retrato tan maestro .
Tomad.
Escultor. ¿Qué me dais aquí?
D. Juan. ¿No lo veis?
Escultor. Mas... caballero...
¿por qué razon ...?
D. Juan. Porque quiero
yo que os acordeis de mi.
Escultor. Mirad que estan bien pagadas .
D. Juan. Asi lo estarán mejor .
Escultor. Mas vamos de aqui, señor,
que aun las llaves entregadas
no estan , y al salir la aurora
tengo que partir de aqui .
D. Juan. Entregádmelas á mí,
y marchaos desde ahora .
Escultor. ¿A vos? 1
D. Juan. A mí: ¿ qué dudais?
Escultor. Como no tengo el honor...
D. Juan. Ea, acabad, escultor .
Escultor. Si el nombre al menos que usais
supiera...
D. Juan. ¡Viven los cielos!
Dejad á don Juan Tenorio
velar el lecho mortuorio
en que duermen sus abuelos .
Escultor. ¡Don Juan Tenorio!
7
98
D. Juan. Yo soy.
Y si no me satisfaces ,
compañia jaro que haces
á tus estatuas desde hoy.
Escultor. (Alargándole las llaves.)
Tomad. (No quiero la piel
dejar aqui entre sus manos.
Ahora que los sevillanos
se las compongan con él. ) (Vase. )

ESCENA III .

DON JUAN.

Mi buen padre empleó en esto


entera la hacienda mia:
hizo bien: yo al otro dia
la hubiera á una carta puesto .
No os podeis quejar de mí,
vosotros á quien maté;
si buena vida os quité ,
buena sepultura os dí.
¡Magnífica es en verdad
la idea de tal panteon !
y... siento que el corazon
me halaga esta soledad.
¡Hermosa noche...! ¡ ay de mi!
¡Cuántas como esta tan puras
en infames aventuras
desatinado perdí !
¡ Cuántas al mismo fulgor
de esa luna transparente
arranqué á algun inocente
la existencia ó el honor!
Sí, despues de tantos años
cuyos recuerdos espantan
siento que en mí se levantan
pensamientos en mí estraños .
¡ Oh! acaso me los inspira
desde el cielo en donde mora
esa sombra protectora
que por mi mal no respira .
99
【 Se dirige á la estatua de doña Inés hablándola con
respeto .)
Mármol ea quien doña Inés
en cuerpo sin alma existe,
deja que el alma de un triste
llore un momento á tus pies.
De azares mil á través
conservé tu imagen pura,
y pues la mala ventura
te asesinó de don Juan ,
contempla con cuanto afan
vendrá hoy á tu sepultura.
En tí nada mas pensó
desde que se fue de tí;
y desde que huyó de aqní ,
solo en volver meditó .
Don Juan tan solo esperó
de doña Inés su ventura ,
y hoy que pós de su hermosura
vuelve el infeliz don Juan ,
mira cual será su afan
al dar con tu sepultura.
Inocente doña Inés,
cuya hermosa juventud
encerró en el atahud
quien llorando está á tus pies ;
si de esa piedra á través
puedes mirar la amargura
del alma que tu hermosura
adoró con tanto afan,
prepara un lado á don Juan
en tu misma sepultura .
Dios te crió por mi bien ,
por tí pensé en la virtud,
adoré su escelsitud,
y anhelé su santo Edén .
Sí, aun hoy mismo en tí tambien
mi esperanza se asegura ,
que oigo una voz que murmura
en derredor de don Juan
palabras con que su afan
se calma en tu sepultura .
100
¡ Oh doña Inés de mi vida !
si esa voz con quien deliro
es el primer suspiro
de tu eterna despedida ;
si es que de tí desprendida
llega esa voz á la altura ,
y hay un Dios tras esa anchura
por donde los astros van ,
dile que mire á don Juan
llorando en tu sepultura .
(Se apoya en el sepulcro ocultando el rostro ; y mientras
se conserva en esta postura un vapor que se levanta
del sepulcro oculta la estátua de doña Inés . Cuando el
vapor se desvanece la estátua ha desaparecido. Don
Juan sale de su enagenamiento . )
Este marmol sepulcral
adormece mi vigor,
y sentir creo en redor
un ser sobrenatural.
Mas... ¡ cielos! ¡ el pedestal
no mantiene su escultura!
¿Qué es esto? ¿aquella figura
fue creacion de mi afan?

ESCENA IV .

(El lloron y las flores de la izquierda del sepulcro de


doña Inés se cambian en una apariencia , dejando ver
dentro de ella, y en medio de resplandores , la sombra
de doña Inés.)

DON JUAN . LA SOMBRA DE DOÑA INÉS .

Sombra. No; mi espíritu, don Juan ,


te aguardó en mi sepultura.
D. Juan. (De rodillas.)
¡Doña Inés ! ¡Sombra querida,
alma de mi corazon ,
no me quites la razón
si me has de dejar la vida!
Si eres imagen fingida,
solo hija de mi locura ,
101
no aumentes mi desventura
burlando mi loco afan.
Sombra. Yo soy doña Inés, don Juan,
que te oyó en su sepultura.
D. Juan. Con que vives ?
Sombra. Para tí;
mas tengo mi purgatorio
en ese marmol mortuorio
que labraron para mí.
Yo á Dios mi alma ofrecí
en precio de tu alma impura ,
y Dios al ver la ternura
con que te amaba mi afan,
me dijo: «Espera á don Juan
»en tu misma sepultura .
>>Y pues quieres ser tan fiel
»á un amor de Satanás,
>> con don Juan te salvarás,
»ó te perderás con él.
>>por él vela : mas si cruel
»te desprecia tu ternura,
»y en su torpeza y locura
» sigue con bárbaro afan,
»>llévese tu alma don Juan
» de tu misma sepultura . »
D. Juan. (Fascinado . )
¡Yo estoy soñando quizas
con las sombras de un Edén!
Sombra. No: y ve que si piensas bien
á tu lado me tendrás ;
mas si obras mal causarás
nuestra eterna desventura.
Y medita con cordura
que es esta noche, don Juan ,
el espacio que nos dan
para buscar sepultura.
A Dios pues; y en la árdua lucha
en que va á entrar tu existencia,
de tu dormida conciencia,
la voz que va á alzarse escucha ;
porque es de importancia mucha
meditar con sumo tiento
109
la eleccion de aquel momento
que sin poder evadirnos
al mal ó al bien ha de abrirnos
la losa del monumento.
(Ciérrase la apariencia; desaparece doña Inés , y todo
queda como al principio del acto menos la estátua de
doña Inés, que no vuelve á su lugar. Don Juan queda
atónito.)
ESCENA V.

DON JUAN.

¡Cielos! ¿ Qué es lo que escuché?


¡Hasta los muertos así
dejan sus tumbas por mí!
mas sombra, delirio fue.
Yo en mi mente le forjé ;
la imaginacion le dió
la forma en que se mostró,
y ciego vine á creer
en la realidad de un ser
que mi mente fabricó.
Mas nunca de modo tal
fanatizó mi razon
mi loca imaginacion
con su poder ideal.
Sí, algo sobrenatural
ví en aquella doña Inés
tan vaporosa á través
aun de esa enramada espesa ;
mas... ¡ bah ! circunstancia es esa
que propia de sombras es.
¿ Qué mas diáfano y sutil
que las quimeras de un sueño?
¿Dónde hay nada mas risueño ,
mas flexible y mas gentil?
¿Y no pasa veces mil
que en febril exaltacion
ve nuestra imaginacion
como ser y realidad
la vacía vanidad
de una anhelada ilusion?
103
¡ Sí por Dios, delirio fue !
mas su estátua estaba aqui.
Sí, yo la ví y la toqué,
y aun en albricias le dí
al escultor no sé qué.
¡Y ahora solo el pedestal
veo en la urna funeral!
¡ Cielos ! la mente me falta ,
ó de improviso me asalta
algun vértigo infernal .
¿Qué dijo aquella vision?
¡Oh! yo la oí claramente ,
y su voz triste y doliente
resonó en mi corazon.
¡Ah! ¡y breves las horas son
del plazo que nos augura !
No, no: ¡de mi calentura
delirio insensato es !
mi fiebre fue á doña Inés
quien abrió la sepultura.
¡Pasad y desvaneceos ,
pasad, siniestros vapores
de mis perdidos amores
y mis fallidos deseos !
¡Pasad, vanos devaneos
de un amor muerto al nacer,
no me volvais á traer
entre vuestro torbellino
ese fantasma divino
que recuerda una muger!
¡Ah! ¡ estos sueños me aniquilan,
mi cerebro se enloquece...
y esos mármoles parece
que estremecidos vacilan!
(Las estátuas se mueven lentamente y vuelven la cabeza
hácia él. )
Sí, sí: ¡ sus bustos oscilan,
su vago contorno medra...!
pero don Juan no se arredra:
¡alzaos, fantasmas vanos ,
y os volveré con mis manos
á vuestros lechos de piedra !
104
No, no me causan pavor
vuestros semblantes esquivos;
jamas , ni muertos ni vivos
humillareis mi valor.
Yo soy vuestro matador
como al mundo es bien notorio ;
si en vuestro alcazar mortuorio
me aprestais venganza fiera ,
daos prisa , aqui os espera
otra vez don Juan Tenorio .

ESCENA VI .
DON JUAN. EL CAPITAN CENTELLAS . AVELLANEDA.
Centellas. (Dentro.) ¿Don Juan Tenorio?
D. Juan. Volviendo en si.) ¿Qué es eso?
¿Quién me repite mi nombre?
Avell. (Saliendo . ) Veis á alguien? (A Centellas.)
Centellas. (Idem .) Si, allí hay un hombre .
D. Juan. ¿Quién va?
Avell. Él es.
Centellas. (Léndose á don Juan . ) Yo pierdo el seso
con la alegría. ¡ Don Juan!
Avell. Señor Tenorio !
D. Juan. ¡Apartaos ,
vanas sombras !
Centellas. Reportaos,
señor don Juan... los que estan
en vuestra presencia ahora
no son sombras, hombres son,
y hombres cuyo corazon
vuestra amistad atesora.
A la luz de las estrellas
os hemos reconocido ,
y un abrazo hemos venido
á daros .
D. Juan. Gracias, Centellas .
Centellas. Mas ¿ qué teneis ? por mi vida
que os tiembla el brazo , y está
vuestra faz descolorida
D. Juan. (Recobrando su aplomo . )
La luna tal vez lo hará .
105
Avell. Mas don Juan , ¿ qué haceis aqui?
¿Este sitio conoceis ?
D. Juan. ¿ No es un panteon?
Centellas. ¿Y sabeis
á quién pertenece ?
D. Juan . A mí:
mirad á mi al rededor,
y no vereis mas que amigos
de mi niñez, ó testigos
de mi audacia y mi valor.
Centellas. Pero os oimos hablar:
¿con quién estabais ?
D. Juan. Con ellos.
Centellas. ¿Venís aun á escarnecellos?
D. Juan. No , los vengo á visitar.
Mas un vértigo insensato
que la mente me asaltó
un momento me turbó;
y á fé que me dió mal rato .
Esos fantasmas de piedra
me amenazaban tan fieros ,
que á mí acercado á no haberos
pronto ...
Centellas . ¡Já! ¡já! ¡já! ¿os arredra ,
don Juan, como á los villanos
el temor de los difuntos?
D. Juan. No á fé; contra todos juntos
tengo aliento y tengo manos .
Si volvieran á salir
de las tumbas en que estan
á las manos de don Juan
volverian á morir.
Y desde aqui en adelante
sabed, señor capitan,
que yo soy siempre don Juan ,
y no hay cosa que me espante .
Un vapor calenturiento
un punto me fascinó,
Centellas, mas ya pasó:
cualquiera duda un momento .
Avell.
Es verdad .
Centellas. }Es
106
D. Juan . Vamos de aquí .
Centellas. Vamos , y nos contareis
como á Sevilla volveis
tercera vez.
D. Juan. Lo haré así.
Si mi historia os interesa
á fé que oirse merece ,
aunque mejor me parece
que la oigais de sobremesa.
¿No opinais...?
Avell.
Como Justeis.
Centellas.
D. Juan. Pues bien: cenareis conmigo
y en mi casa.
Centellas. Pero digo,
¿es cosa de que dejeis
algun huesped por nosotros?
¿No teneis gato encerrado ?
D. Juan. ¡Bah! Si apenas he llegado :
no habrá alli mas que vosotros
esta noche .
Centellas. ¿Y no hay tapada
á quien algun planton demos?
D. Juan. Los tres solos cenaremos .
Digo, si de esta jornada
no quiere igualmente ser
alguno de estos .
(Señalando á las estátuas de los sepulcros.)
Centellas. Don Juan,
dejad tranquilos yacer
á los que con Dios estan.
D. Juan. ¡Hola! ¿Parece que vos
sois ahora el que temeis,
y mala cara poneis
á los muertos? Mas ¡por Dios
que ya que de mí os burlasteis
cuando me visteis así,
en lo que penda de mí
os mostraré cuánto errásteis!
Por mí pues no ha de quedar :
y á poder ser, estad ciertos
que cenareis con los muertos ,
107
y os los voy á convidar .
Avell. Dejaos de esas quimeras .
D. Juan. ¿Duda en mi valor ponerme ,
cuando hombre soy para hacerme
platos de sus calaveras?
Yo á nada tengo pavor :
(Dirigiéndose á la estátua de don Gonzalo , que es la que
tiene mas cerca . )
tú eres el mas ofendido ;
mas si quieres, te convido
á cenar, comendador .
Que no lo puedas hacer
creo, y es lo que me pesa;
mas por mi parte en la mesa
te haré un cubierto poner.
Y á fé que favor me harás ,
pues podré saber de tí
si hay mas mundo que el de aqui ,
y otra vida, en que jamas
á decir verdad creí.
Centellas. Don Juan, eso no es valor,
locura, delirio es.
D. Juan. Como lo juzgueis mejor :
yo cumplo asi. Vamos pues.
Lo dicho, comendador.

FIN DEL ACTO PRIMERO .


Acto segund
o.

LA ESTATUA DE DON GONZALO.

PERSONAS .

DON JUAN. LA SOMBRA DE DOÑA INES .


CENTELLAS. LA ESTATUA DE DON GON-
AVELLANEDA . ZALO .
CIUTTI.

Aposento de don Juan Tenorio. - - Dos puertas en el fondo


á derecha é izquierda preparadas para el juego escénico del
acto. Otra puerta en el bastidor que cierra la decoracion
por la izquierda. Ventana en el de la derecha.—Al alzarse
el telon estan sentados á la mesa don Juan, Centellas y Ave-
llaneda. La mesa ricamente servida , el mantel cogido con
guirnaldas de flores &c. En frente del espectador don Juan,
y á su izquierda Avellaneda ; en el lado izquierdo de la me-
sa Centellas , y en el de enfrente de este una silla y un
cubierto desocupados.

ESCENA PRIMERA.

DON JUAN . EL CAPITAN CENTELLAS. AVELLANEDA . CIUTTI.


UN PAGE .

D. Juan. Tal es mi historia, señores :


pagado de mi valor
quiso el mismo emperador
109
dispensarme sus favores.
Y aunque oyó mi historia entera
dijo: «hombre de tanto brio
merece el amparo mio ;
vuelva á España cuando quiera: "
y héme aqui en Sevilla ya.
Centellas. ¡ Y con qué lujo y riqueza!
D. Juan. Siempre vive con grandeza
quien hecho á grandeza está .
Centellas. A vuestra vuelta.
D. Juan. Bebamos.
Centellas. Lo que no acierto á creer
es cómo llegando ayer
ya establecido os hallamos .
D. Juan. Fue el adquirirme , señores,
tal casa con tal boato,
porque se vendió á barato
para pago de acreedores .
Y como al llegar aqui
desheredado me hallé ,
tal como está la compré .
Centellas. ¿Amueblada y todo?
D. Juan. Sí.
Un necio que se arruinó
por una muger, vendióla,
Centellas. ¿Y vendió la hacienda sola?
D. Juan. Y el alma al diablo .
Centellas. ¿Murió?
D. Juan. De repente: y la justicia,
que iba á hacer de cualquier modo
pronto despacho de todo,
viendo que yo su codicia
saciaba, pues los dineros
ofrecia dar al punto ,
cedióme el caudal por junto
y estafó á los usureros .
Centellas. Y la muger ¿ qué fue de ella?
D. Juan. Un escribano la pista
la siguió, pero fue lista
y escapó.
Centellas. ¿Moza?
D. Juan. Y muy bella.
110
Centellas. Entrar hubiera debido
en los muebles de la casa
D. Juan. Don Juan Tenorio no pasa
moneda que se ha perdido.
Casa y bodega he comprado,
dos cosas que, no os asombre ,
pueden bien hacer á un hombre
vivir siempre acompañado;
como lo puede mostrar
vuestra agradable presencia,
que espero que con frecuencia
me hagais ambos disfrutar.
Centellas. Y nos hareis honra inmensa.
D. Juan. Y á mi vos . Ciutti .
Ciutti. Señor.
D. Juan. Pon vino al comendador. (Señalando el vaso
del puesto vacío . )
Avell. Don Juan, ¿aun en eso piensa
vuestra locura?
D. Juan. ¡ Sí á fé!
Que si él no puede venir ,
de mí no podreis decir
que en ausencia no le honré .
Centellas. ¡Já! ¡já! ¡já! Señor Tenorio ,
creo que vuestra cabeza
va menguando en fortaleza.
D. Juan. Fuera en mí contradictorio ,
y ageno de mi hidalguía
á un amigo convidar
y no guardarle el lugar
mientras que llegar podria.
Tal ha sido mi costumbre
siempre, y siempre ha de ser esa ;
y el mirar sin él la mesa
me da en verdad pesadumbre.
Porque si el comendador
es difunto tan tenaz
como vivo, es muy capaz
de seguirnos el humor .
Centellas. Brindemos á su memoria ,
y mas en él no pensemos .
D. Juan. Sea.
111
Centellas. Brindemos .
Avell.
Brindemos .
D. Juan.
Centellas. A que Dios le dé su gloria.
D. Juan. Mas yo que no creo que haya
mas gloria que esta mortal,
no hago mucho en brindis tal,
mas por complaceros , ¡vaya!
Y brindo á que Dios te dé
la gloria, comendador.
(Mientras bebe se oye lejos un aldabonazo, que se supo-
ne dado en la puerta de la calle.
Mas ¿llamaron?
Ciutti. Si señor .
D. Juan. Ve quién .
Ciutti. (Asomando por la ventana.)
A nadie se ve.
¿Quién va allá? Nadie responde.
Centellas. Älgun chusco .
Avell. Algun menguado
que al pasar habrá llamado
sin mirar siquiera dónde.
D. Juan. (A Ciutti.)
Pues cierra y sirve licor.
(Llamando otra vez mas recio. )
Mas llamaron otra vez?
Ciutti. Sí.
D. Juan. Vuelve á mirar .
Ciutti. ¡Pardiez !
á nadie veo , señor .
D. Juan. ¡Pues por Dios que del bromazo
quien es no se ha de alabar!
Ciutti, si vuelve á llamar
suéltale un pistoletazo.
(Llaman otra vez , y se oye un poco mas cerca . )
¿Otra vez?
Ciutti. ¡ Cielos!
Avell.
Centellas. ¿Qué pasa?
Ciutti. Que esa aldabada postrera
ha sonado en la escalera ,
no en la puerta de la casa.
112
Avell.
Qué dices? ( Levantándose asombrados . )
Centellas. }¿Qué
Ciutti. Lo cierto digo,
nada mas: dentro han llamado
de la casa.
D. Juan. ¿Qué os ha dado?
¿pensais ya que sea el muerto?
Mis armas cargué con bala:
Ciutti, sal á ver quien es.
(Vuelven á llamar mas cerca. )
Avell. ¿Oisteis?
Ciutti. Por San Ginés,
que eso ha sido en la antesala .
D. Juan. ¡Ah! ya lo entiendo ; me habeis
vosotros mismos dispuesto
esta comedia, supuesto
que lo del muerto sabeis .
Avell. Yo os juro, don Juan...
Centellas. Y yo.
D. Juan. ¡Bah! Diera en ello el mas topo :
y apuesto que ese galopo
los medios , para ello os dió.
Avell. Señor don Juan, escondido
algun misterio hay aqui.
( Vuelven á llamar mas cerca . )
Centellas. ¡Llamaron otra vez !
Ciutti. Sí;
y ya en el salon ha sido .
D. Juan. ¡Ya ! mis llaves en manojo
habreis dado á la fantasma,
y que entre asi no me pasma ;
mas no saldrá á vuestro antojo ,
ni me han de impedir cenar
vuestras farsas desdichadas .
(Se levanta, y corre los cerrojos de las puertas del fondo
volviendo á su lugar.)
Ya estan las puertas cerradas:
ahora el coco para entrar
tendrá que echarlas al suelo ,
y en el punto que lo intente
que con los muertos se cuente,
y apele despues al cielo .
118:
Centellas. Qué diablos, teneis razon .
D. Juan. ¿Pues no temblabais?
Centellas. Confieso
que en tanto que no di en eso
tuve un poco de aprension .
D. Juan . ¿Declarais pues vuestro enredo?
Avell. Por mi parte nada sé.
Centellas. Ni yo.
D. Juan. Pues yo volveré
contra el inventor el miedo .
Mas sigamos con la cena;
vuelva cada uno á su puesto,
que luego sabremos de esto .
Avell. Teneis razon.
D. Juan . (Sirviendo á Centellas. )
Cariñena:
sé que os gusta, capitan .
Centellas. Como que somos paisanos .
D. Juan. (A Avellaneda, sirviéndole de otra botella . )
Jerez á los sevillanos,
don Rafael.
Avell. Habeis , don Juan,
dado á entrambos por el gusto;
¿mas con cuál brindareis vos?
D. Juan. Yo haré justicia á los dos .
Centellas. Vos siempre estais en lo justo.
D. Juan. Sí á fé; bebamos,
Avell.
Bebamos.
Centellas.
(Llaman á la misma puerta de la escena, fondo, derecha. )
D. Juan. Pesada me es ya la broma,
mas veremos quién asoma
mientras en la mesa estamos .
(A Ciutti, que se manifiesta asombrado . )
¿Y qué haces tú ahí, bergante?
¡listo! Trae otro manjar: (Vase Ciutti.)
mas me ocurre en este instante
que nos podemos mofar
de los de afuera invitándoles
á probar su sutileza ,
entrándose hasta esta pieza
y sus puertas no franqueándoles .
8
114
Avell. Bien dicho.
Centellas. Idea brillante.
(Llaman fuerte, fondo derecha.)
D. Juan. ¡Señores! ¿á qué llamar?
los muertos se han de filtrar
por la pared; adelante .
(La estatua de don Gonzalo pasa por la puerta sin abrir-
la, y sin hacer ruido . )

ESCENA IX .

DON JUAN . CENTELLAS . AVELLANEDA. LA ESTATUA DE DON


GONZALO .

Centellas . ¡Jesus!
Avell. ¡Dios mio!
D. Juan. ¡Qué es esto!
Avell. Yo desfallezco . (Cae desvanecido.)
Centellas. Yo espiro. (Cae lo mismo . )
D. Juan. ¡Es realidad , ó deliro !
es su figura... su gesto .
Estatua. ¿Por qué te causa pavor
quien convidado á tu mesa
viene por tí?
D. Juan . ¡Dios! ¿no es esa?
la voz del comendador ?
Estatua. Siempre supuse que aqui
no me habias de esperar.
D. Juan. Mientes, porque hice arrimar
esa silla para tí .
Llega pues para que veas
que aunque dudé en un estremo
de sorpresa , no te temo
aunque el mismo Ulloa seas .
Estatua. ¿Aun lo dudas?
D. Juan. No lo sé.
Estatua. Pon si quieres, hombre impío,
tu mano en el marmol frio
de mi estátua.
D. Juan. ¿Para qué?
me basta oirlo de tí:
cenemos pues; mas te advierto ...
115
Estatua. ¿Qué?
D. Juan. Que si n0 eres el muerto
no vas á salir de aqui .
¡ Eh! alzad. (Á Centellas y Avellaneda. )
Estatua. No pienses, no,
que se levanten , don Juan ;
porque en sí no volverán
hasta que me ausente yo.
Que la divina clemencia
del Señor para contigo ,
no requiere mas testigo
que tu juicio y tu conciencia.
Al sacrílego convite
que me has hecho en el panteon ,
para alumbrar tu razon
Dios asistir me permite.
Y héme que vengo en su nombre
á enseñarte la verdad;
y es: que hay una eternidad
tras de la vida del hombre .
Que numerados estan
los dias que ha de vivir,
y que tienes que morir
mañana mismo, don Juan.
Mas como esto que á tus ojos
está pasando supones
ser del alma aberraciones
y de la aprension antojos,
Dios en su santa clemencia
te concede todavía,
don Juan, hasta el nuevo dia
para ordenar tu conciencia.
Y su justicia infinita
porque conozcas mejor,
espero de tu valor
que me pagues la visita.
¿Irás don Juan?
D. Juan. Iré, sí;
mas me quiero convencer
de lo vago de tu ser
antes que salgas de aquí. (Coge una pistola . )
Estatua . Tu necio orgullo delira,
116
don Juan: los hierros mas gruesos
y los muros mas espesos
se abren á mi paso : mira.
(Desaparece la estátua sumiéndose por la pared. )

ESCENA VI.

DON JUAN. AVELLANEDA. CENTELLAS .

D. Juan . ¡ Cielos! ¡ Su esencia se trueca


el muro hasta penetrar
cual mancha de agua que seca
el ardor canicular !
¿No me dijo: «< el marmol toca
de mi estatua?» ¿ Cómo pues
se desvanece una roca?
¡Imposible! ilusion es.
Acaso su antiguo dueño
mis cubas envenenó,
y el licor tan vano ensueño
en mi mente levantó.
¡Mas si estas que sombras creo
espíritus reales son,
que por celestial empleo
llaman á mi corazon !
Entonces para que iguale
su penitencia don Juan
con sus delitos , ¿qué vale
el plazo ruin que le dan?
¡Dios me da tan solo un dia ...!
si fuese Dios en verdad
á mas distancia pondria
su aviso y mi eternidad.
<«<Piensa bien que al lado tuyo
me tendrás...» dijo de Inés
la sombra, y si bien arguyo ,
pues no la veo, sueno es .
(Trasparéntase en la pared la sombra de doña Inés. )
117
ESCENA IV.

DON JUAN. LA SOMBRA DE DOÑA INÉS. CENTELLAS y AVE-


LLANEDA , dormidos.

Sombra. Aqui estoy.


D. Juan. ¡Cielos !!
Sombra. Medita
lo que al buen comendador
has oido, y ten valor
para acudir á su cila .
Un punto se necesita
para morir con ventura ;
elígele con cordura,
porque mañana, don Juan ,
nuestros cuerpos dormirán
en la misma sepultura .
(Desaparece la sombra. )

ESCENA V.

DON JUAN . CENTELLAS . AVELLANEDA.

D. Juan. Tente, doña Inés, espera ;


y si me amas en verdad ,
hazme al fin la realidad
distinguir de la quimera .
Alguna mas duradera
señal dame, que segura
me pruebe que no es locura
lo que imagina mi afan,
para que baje don Juan
tranquilo á la sepultura .
Mas ya me irrita por Dios
el verme siempre burlado ,
corriendo desalentado
siempre de sombras en pós.
¡Oh! tal vez todo esto ha sido
por estos dos preparado ,
y mientras se ha ejecutado
su privacion han fingido .
Mas por Dios que si es asi ,
118
se han de acordar de don Juan.
¡ Eh! don Rafael, capitan.
Ya basta: alzaos de ahí.
(Don Juan mueve á Centellas y á Avellaneda , que se le-
vantan como quien vuelve de un profundo sueño. )
Centellas. ¿Quién va?
D. Juan. Levantad.
Avell. ¿Qué pasa?
¡Hola, sois vos !
Centellas. ¿Dónde estamos?
D. Juan. Caballeros , claros vamos .
Yo os be traido á mi casa,
y temo que á ella al venir
con artificio apostado
habeis sin duda pensado
á costa mia reir:
mas basta ya de ficcion,
y concluid de una vez.
Centellas. Yo no os entiendo.
Avell. ¡Pardiez!
tampoco yo.
D. Juan. En conclusion.
¿Nada habeis visto ni oido?
Avell.
Centellas . ¿De qué?
}¿De
D. Juan. No finjais ya mas .
Centellas. Yo no he fingido jamas,
señor don Juan .
D. Juan. ¡Habrá sido
realidad! ¿Contra Tenorio
las piedras se han animado ,
y su vida ban acotado
con plazo tan perentorio?
Hablad pues por compasion.
Centellas. ¡Voto va Dios! ¡ya comprendo
lo que pretendeis!
D. Juan. Pretendo
que me deis una razon
de lo que ha pasado aqui ,
señores, ó juro á Dios
que os haré ver á los dos
que no hay quien me burle á mí .
119
Centellas. Pues ya que os formalizais,
don Juan, sabed que sospecho
que vos la burla habeis hecho
de nosotros.
D. Juan. ¡Me insultais!
Centellas. No por Dios; mas si cerrado
seguís en que aquí han venido
fantasmas, lo sucedido
oid como me he esplicado.
Yo he perdido aquí del todo
los sentidos , sin esceso
de ninguna especie, y eso
lo entiendo yo de este modo .
D. Juan. A ver, decídmelo pues.
Centellas. Vos habeis compuesto el vino ,
semejante desatino
para encajarnos despues .
D. Juan. ¡Centellas!
Centellas. Vuestro valor
al estremo por mostrar
convidásteis á cenar
con vos al comendador.
Y para poder decir
que á vuestro convite exótico
asistió, con un narcótico
nos habeis hecho dormir.
Si es broma, puede pasar;
mas á ese estremo llevada
ni puede probarnos nada,
ni os la hemos de tolerar.
Avell . Soy de la misma opinion
D. Juan. ¡Mentís!
Centellas. Vos.
D. Juan. Vos , capitan .
Centellas. Esa palabra, don Juan...
D. Juan. La he dicho de corazon .
Mentís; no son á mis brios
menester falsos portentos,
porque tienen mis alientos
su mejor prueba en ser míos .
Avell.
Centellas. Veamos . (Ponen mano á las espadas.)
120
D. Juan. Poned á tasa
vuestra furia, y vamos fuera
uo piense despues cualquiera
que os asesiné en mi casa.
Avell. Decís bien... mas somos dos .
Centellas. Reñiremos, si os fiais,
el uno del otro en pós.
D. Juan. Ŏ los dos, como querais.
Centellas. ¡Villano fuera por Dios!
Elegid uno, don Juan,
por primero .
D. Juan. Sedlo vos.
Centellas. Vamos.
D. Juan . Vamos , capitan.

FIN DEL ACTO SEGUNDO .


cto tercero .
Acto

MISERICORDIA DE DIOS , Y APOTEO-


SIS DEL AMOR.

PERSONAS .

DON JUAN. ZALO .


LA ESTATUA DE DON GON- DOÑA INÉS .

Sombras, estátuas, espectros, ángeles.

Panteon de la familia Tenorio .—Como estaba en el acto primero


de la segunda parte, menos las estátuas de doña Inés y de don
Gonzalo, que no estan en su lugar.

ESCENA PRIMERA .

DON JUAN, embozado y distraido, entra en la escena len-


tamente.

Culpa mia no fue : delirio insano


me enagenó la mente acalorada,
Necesitaba víctimas mi mano
que inmolar á mi fé desesperada ,
y al verlos en mitad de mi camino
presa los hice alli de mi locura .
¡No fuí yo, vive Dios ! ¡ fue su destino !
122
Sabian mi destreza y mi ventura .
¡Oh! arrebatado el corazon me siento
por vértigo infernal..., mi alma perdida
va cruzando el desierto de la vida
cual hoja seca que arrebata el viento .
Dudo ... temo ... vacilo ... en mi cabeza
siento arder un volcan... muevo la planta
sin voluntad , y humilla mi grandeza
un no sé qué de grande que me espanta .
(Un momento de pausa .)
Jamas mi orgullo concibió que hubiese
nada mas que el valor ...! Que se aniquila
el alma con el cerpo cuando muere
creí... mas hoy mi corazon vacila.
¡Jamas creí en fantasmas ... ! ¡ desvaríos !
mas del fantasma aquel, pese á mi aliento ,
los pies de piedra caminando siento
por do quiera que voy tras de los mios.
¡ Oh! y me trae á este sitio irresistible
misterioso poder...
(Levanta la cabeza y ve que no está en su pedestal la es-
tátua de don Gonzalo .)
¡Pero qué veo!
¡falta de allí su estatua ...! sueño horrible,
déjame de una vez... no, no te creo .
Sal, huye de mi mente fascinada ,
fatídica ilusion ... estás en vano
con pueriles asombros empeñada
en agotar mi aliento sobrehumano .
Si todo es ilusion , mentido sueño ,
nadie me ha de aterrar con trampantojos :
si es realidad , querer es necio empeño
aplacar de los cielos los enojos .
No: sueño ó realidad del todo anhelo
vencer ó que me venza; y si piadoso
busca tal vez mi corazon el cielo ,
que le busque mas franco y generoso .
La efigie de esa tumba me ha invitado
á venir a buscar prueba mas cierta
de la verdad en que dudé obstinado...
Héme aqui pues : comendador , despierta.
(Llama al sepulcro del comendador . -- Este sepulcro se
123
cambia en una mesa que parodia horriblemente la
mesa en que cenaron en el acto anterior don Juan,
Centellas y Avellaneda . - En vez de las guirnaldas
que coyian en pabellones sus manteles , de sus flores y
lujoso servicio, culebras , huesos y fuego, etc. (A gusto
del pintor . ) Encima de esta mesa aparece un plato de
ceniza , una copa de fuego y un reloj de arena.—-Al
cambiarse este sepulcro todos los demas se abren y de-
jan paso á las osamentas de las personas que se supo-
nen enterradas en ellos, envueltas en sus sudarios.—
Sombras, espectros y espiritus pueblan el fondo de la
escena . — La tumba de doña Ines permanece . )
ESCENA II .
DON JUAN. LA ESTATUA DE DON GONZALO . LAS SOMBRAS.
Estátua. Aquí me tienes, don Juan ,
y hé aqui que vienen conmigo
los que tu eterno castigo
de Dios reclamando estan.
D. Juan. ¡Jesus!
Estátua . ¿Y de qué te alteras
si nada hay que á tí te asombre,
y para hacerte eres hombre
platos con sus calaveras?
D. Juan. ¡Ay de mí!
Estátua. Qué, ¿el corazon
te desmaya?
D. Juan . No lo sé ;
concibo que me engañé ;
uo son sueños... ¡ ellos son !
(Mirando á los espectros . )
Pavor jamas conocido
el alma fiera me asalta,
y aunque el valor no me falta ,
inc va faltando el sentido .
Estátua. Eso es , don Juan, que se va
concluyendo tu existencia,
y el plazo de tu sentencia
está llegando ya.
D. Juan. ¡Qué dices!
Estátua. Lo que hace poco
194
que doña Inés te avisó;
lo que te he avisado yo ,
y lo que olvidaste loco .
Mas el festin que me has dado
debo volverte, y asi
llega, don Juan , que yo aqui
cubierto te he preparado.
D. Juan. ¿Y qué es lo que ahí me das?
Estátua. Aqui fuego, alli ceniza .
D. Juan. El cabello se me eriza.
Estátua. Te doy lo que tú serás .
D. Juan. ¡Fuego y ceniza he de ser!
Estátua Cual los que ves en redor :
en eso pára el valor,
la juventud y el poder .
D. Juan Ceniza bien, ¡pero fuego !
Estátua. El de la ira omnipotente,
do arderás eternamente
por tu desenfreno ciego .
D. Juan. ¿Con que hay otra vida mas
y otro mundo que el de aqui?
¿Con que es verdad ¡ ay de mí!
lo que no creí jamas?
¡Fatal verdad que me hiela
la sangre en el corazon !
verdad que mi perdicion
solameute me revela.
¿Y ese reló?
Estátua. Es la medida
de tu tiempo .
D. Juan. ¡Espira ya!
Estátua. Sí: en cada grano se va
un instante de tu vida.
D. Juan. Y esos me quedan no mas?
Estátua. Sí.
D. Juan. ¡Injusto Dios! tu poder
me haces ahora conocer
cuando tiempo no me das
de arrepentirme .
Estatua. Don Juan ,
un punto de contricion
da á un alma la salvacion ,
125
y ese punio aun te le dan.
D. Juan. ¡Imposible ! ¡ en un momento
borrar treinta años malditos
de crímenes y delitos !
Estátua . Aprovéchale con tiento, ( Tocan á muerto )
porque el plazo va á espirar
y las campanas doblando
por tí estan, y estan cavando
la fosa en que te han de echar.
(Se oye á lo lejos el oficio de difuntos. )
D. Juan. ¿Con que por mí doblan?
Estátua. Si .
D. Juan. ¿Y esos cantos funerales?
Estátua. Los salmos penitenciales ,
que estan cantando por ti.
(Se ve pasar por la izquierda luz de hachones , y rezan
dentro. )
D. Juan. ¿Y aquel entierro que pasa?
Estátua. Es el tuyo .
D. Juan. ¡Muerto yo!
Estátua. El capitan te maló
á la puerta de tu casa.
D. Juan. Tarde la luz de la fé
penetra en mi corazon ,
pues crímenes mi razon
á su luz tan solo ve.
Los ve... y con horrible afan
porque al ver su multitud
ve á Dios en la plenitud
de su ira contra don Juan .
¡Ah! por do quiera que fuí
la razon atropellé ,
la virtud escarnecí
y á la justicia burlé .
Y emponzoñé cuanto ví,
y á las cabañas bajé,
y á los palacios subí,
y los claustros escalé ;
y pues tal mi vida fue,
no, no hay perdon para mí .
¡Mas ahí estais todavia! (A los fantasmas .)
con quietud tan perlinaz!
126
dejadme morir en paz
á solas con mi agonía.
Mas con esa horrenda calma
¿qué me augurais, sombras fieras?
¿Qué esperais de mí?
Estátua. Que mueras
para llevarse tu alma .
Y á Dios, don Juan ; ya tu vida
toca á su fin, y pues vano
todo fue , dame la mano
en señal de despedida.
D. Juan. ¿Muéstrasme ahora amistad?
Estátua. Sí: que injusto fuí contigo,
y Dios me manda tu amigo
volver á la eternidad.
D. Juan. Toma pues.
Estátua. Ahora , don Juan ,
pues desperdicias tambien
el momento que te dan,
conmigo al infierno ven .
D. Juan. ¡Aparta , piedra fingida !
Suelta , suéltame esa mano,
que aun queda el último grano
en el reló de mi vida.
Suéltala , que si es verdad
que un punto de contricion
da á un alma la salvacion
de toda una eternidad ,
yo, Santo Dios, creo en tí:
si es mi maldad inaudita
tu piedad es infinita...
¡Señor, ten piedad de mí!
Estátua. Ya es tarde.
(Don Juan se hinca de rodillas, tendiendo al cielo la ma-
no que te deja libre la estátua. Las sombras, esquele-
tos, etc. , van á imalanzarse sobre él, en cuyo momento
se abre la tumba de doña Inés y aparece ésta . Doña
Inés toma la mano que don Juan tiende al cielo . )
197
ESCENA III.

DON JUAN. LA ESTÁTUA DE DON CONZALO . DOÑA INÉS . SOM-


BRAS, ETC.

Doña Inés. No; héme ya aquí,


don Juan : mi mano asegura
esta mano que á la altura
tendió tu contrito afan,
y Dios perdona á don Juan
al pie de mi sepultura .
D. Juan. ¡Dios clemente ! ¡Doña Inés !
Doña Inés. Fantasmas, desvaneceos:
su fé nos salva... volveos
á vuestros sepulcros pues .
La voluntad de Dios es:
de mi alma con la amargura
purifiqué su alma impura,
y Dios concedió á mi afan
la salvacion de don Juan
al pie de la sepultura.
D. Juan. ¡Inés de mi corazon!
Doña Ines. Yo mi alma he dado por tí,
y Dios te otorga por mí
tu dudosa salvacion .
Misterio es que en comprension
no cabe de criatura,
y solo en vida mas pura
los justos comprenderán
que el amor salvó á don Juan
al pie de la sepultura.
Cesad , cantos funerales :
(Cesa la música y salmodia . )
callad mortuorias campanas :
(Dejan de tocar á muerto . )
ocupad , sombras livianas ,
vuestras urnas sepulcrales :
(Vuelven los esqueletos á sus tumbas, que se cierran .)
volved á los pedestales,
animadas esculturas ;
(Vuelven las estátuas á sus lugares. )
y las celestes venturas
128
en que los justos estan
empiecen para don Juan
en las mismas sepulturas.
(Las flores se abren y dan paso á varios angelitos que ro-
dean á doña Inés y á don Juan, derramando sobre
ellos flores y perfumes, y al son de una música dulce
y lejana se ilumina el teatro con luz de aurora. Doña
Inés cae sobre un lecho de flores, que quedará á la vis-
ta, en lugar de su tumba, que desaparece. )

ESCENA ÚLTIMA.

DOÑA INÉS . DON JUAN . LOS ÁNGELES ,

D. Juan. ¡ Clemente Dios , gloria á tí!


Mañana á los sevillanos
aterrará el creer que á manos
de mis víctimas caí.
Mas es justo : quede aquí
al universo notorio
que pues me abre el purgatorio
un punto de penitencia,
es el Dios de la clemencia
el Dios de DON JUAN TENORIO .
(Cae don Juan á los pies de doña Inés y mueren ambos.
De sus bocas salen sus almas representadas en dos bri-
llantes llamas que se pierden en el espacio al son de
la música. Cae el telon. )

CA DE
/HID

FIN DEL DRAMA.


cb.: 1001 97 6663
198
en que los justos estan
empiecen para don Juan
en las mismas sepulturas.
(Las flores se abren y dan paso á varios angelitos que ro-
dean á doña Inés y á don Juan, derramando sobre
ellos flores y perfumes, y al son de una música dulce
y lejana se ilumina el teatro con luz de aurora. Doña
Ines cae sobre un lecho de flores, que quedará á la vis-
ta, en lugar de su tumba, que desaparece. )

ESCENA ÚLTIMA.

DOÑA INÉS . DON JUAN . LOS ÁNGELES .

D. Juan. ¡Clemente Dios , gloria á tí !


Mañana á los sevillanos
aterrará el creer que á manos
de mis víctimas caí.
Mas es justo : quede aquí
al universo notorio
que pues me abre el purgatorio
un punto de penitencia,
es el Dios de la clemencia
el Dios de DON JUAN TENORIO .
(Cae don Juan á los pies de doña Inés y mueren ambos.
De sus bocas salen sus almas representadas en dos bri-
llantes llamas que se pierden en el espacio al son de
la música. Cae el telon.)

CA DE
7818

FIN DEL DRAMA .

FIND

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