Don Juan Tenorio
Don Juan Tenorio
Don Juan Tenorio
Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido
escanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.
Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de
dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es
posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras
puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir.
Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como
testimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.
Normas de uso
Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas.
Asimismo, le pedimos que:
+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares;
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales.
+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos
propósitos y seguro que podremos ayudarle.
+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine.
+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La legislación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de
autor puede ser muy grave.
El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página http://books.google.com
Don Juan
Tenorio
José Zorrilla
Este drama es propiedad del editor de la Galería Dra-
mática 1 el cual perseguirá ante la ley al que le reim-
prima ó represente en algun teatro del reino , ó en alguna
Sociedad de las formadas por acciones, suscripciones ó cual-
quiera otra contribucion pecuniaria , sea cual fuere su de-
nominacion , con arreglo á lo prevenido en las Reales órde-
nes de 15 de Mayo de 1837 , 8 de Abril de 1839 y 4 de
Marzo de 1844 , relativas á la propiedad de las obras dra-
máticas.
AL SEÑOR
SU MEJOR AMIGO
José Zorrilla.
Acto
cto primero .
LIBERTINAJE Y ESCANDALO.
PERSONAS .
ESCENA PRIMERA .
ESCENA III.
BUTTARELLI.
BUTTARELLI. MIGUEL.
ESCENA V.
ESCENA VI.
DON GONZALO.
No cabe en mi corazon
que tal hombre pueda haber,
y no quiero cometer
con él una sinrazon.
Yo mismo indagar prefiero
la verdad ... mas á ser cierta
la apuesta , primero muerta
que esposa suya la quiero .
No hay en la tierra interes
que si la daña me cuadre ;
primero seré buen padre ,
buen caballero despues .
Enlace es de gran ventaja ,་
mas no quiero que Tenorio
del velo del desposorio
la recorte una mortaja.
ESCENA VII.
ESCENA VIII .
ESCENA XIII.
ESCENA XV.
DESTREZA.
PERSONAS.
Estertor de la casa de doña Ana vista por una esquina . Las dos
paredes que forman el ángulo se prolongan igualmente por
ambos lados , dejando ver en la de la derecha una reja , y
} en la izquierda una reja y una puerta.
ESCENA PRIMERA .
ESCENA II.
ESCENA III.
DON LUIS.
ESCENA V.
ESCENA VI.
ESCENA VII.
ESCENA VIII.
DON JUAN.
ESCENA IX .
Brígida. ¿Caballero ?
46
D. Juan ¿Quién va allá?
Brigida. ¿Sois don Juan ?
D. Juan. ¡Por vida de ...!
¡Si es la beata! ¡y á fé
que la habia olvidado ya !
Llegaos ; don Juan soy yo.
Brigida. ¿Estais solo?
D. Juan . Con el diablo .
Brigida. ¡Jesucristo !
D. Jun. Por vos lo hablo .
Brigida. ¿Soy yo el diablo ?
D. Juan. Créolo .
Brigida. ¡Vaya! Qué cosas teneis:
vos sí que sois un diablillo...
D. Juan. Que te llenará el bolsillo
si le sirves.
Brigida . Lo vereis.
D. Juan. Descarga pues ese pecho .
¿Qué hiciste?
Brigida. Cuanto me ha dicho
vuestro page..., y qué mal bicho
es ese Ciutti .
D. Juan. ¿Qué ha hecho?
Brigida. ¡Gran bribon!
D. Juan . ¿No os ha entregado
un bolsillo y un papel?
Brigida . Leyendo estará ahora en él
doña Inés .
D. Juan. ¿La has preparado?
Brigida . Vaya ; y os la he convencido
con tal maña y de manera,
que irá como una cordera
tras vos.
D. Juan. ¡Tan facil te ha sido!
Brigida. ¡ Bah! pobre garza enjaulada,
dentro la jaula nacida,
¿qué sabe ella si hay mas vida
ni mas aire en que volar?
Si no vid nunca sus plumas
del sol á los resplandores ,
¿qué sabe de los colores
de que se puede ufanar?
47
No cuenta la pobrecilla
diez y siete primaveras ,
y aun virgen á las primeras
impresiones del amor,
nunca concibió la dicha
fuera de su pobre estancia,
tratada desde sn infancia
con cauteloso rigor.
Y tantos años monótonos
de soledad y convento
tenian su pensamiento
ceñido á punto tan ruin,
á tan reducido espacio ,
y á círculo tan mezquino,
que era el claustro su destino
y el altar era su fin .
«Aqui está Dios, » la dijeron;
y ella dijo : «Aqui le adoro. »
«Aqui está el claustro y el coro . »
Y pensó « No hay mas allá . »
Y sin otras ilusiones
que sus sueños infantiles,
pasó diez y siete abriles
sin conocerlo quizá.
D. Juan. ¿Y está hermosa?
Brigida. ¡ Oh! como un angel .
D. Juan. ¿Y la has dicho...
Brigida. Figuraos
si habré metido mal caos
en su cabeza , don Juan .
La hablé del amor , del mundo ,
de la corte y los placeres,
de cuánto con las mugeres
erais pródigo y galan.
La dije que erais el hombre
por su padre destinado
para suyo : os he pintado
muerto por ella de amor ,
desesperado por ella,
y por ella perseguido ,
y por ella decidido
á perder vida y honor.
48
En fin , mis dulces palabras
al posarse en sus oidos
sus deseos mal dormidos
arrastraron de sí en pós ;
y allá dentro de su pecho
han inflamado una llama
de fuerza tal , que ya os ama
y no piensa mas que en vos.
D. Juan. Tan incentiva pintura
los sentidos me enagena,
y el alma ardiente me llena
de su insensata pasion.
Empezó por una apuesta ,
siguió por un devaneo ,
engendró luego un deseo,
y hoy me quema el corazon.
Poco es al centro de un claustro ;
¡al mismo infierno bajara,
y á estocadas la arrancara
de los brazos de Satan !
¡ Oh ! hermosa flor , cuyo caliz
al rocío aun no se ha abierto ,
á trasplantarte va al huerto
de sus amores don Juan.
¿Brígida ?
Brigida . Os estoy oyendo
y me haceis perder el tino:
yo os creia un libertino
sin alma y sin corazon .
D. Juan. ¿Eso estrañas? ¿No está claro
que en un objeto tan noble
hay que interesarse doble
que en otros?
Brigida. Teneis razon.
D. Juan. ¿Con que á qué hora se recogen
las madres?
Brigida. Ya recogidas
estarán . ¿Vos prevenidas
todas las cosas teneis?
D. Juan. Todas.
Brigida. Pues luego que doblen
á las ánimas , con tiento
49
saltando al huerto , al convento
fácilmente entrar podeis
con la llave que os he enviado;
de un claustro oscuro y estrecho
es, seguidle bien derecho ,
y dareis con poco afan
en nuestra celda .
D. Juan. Y si acierto
á robar tan gran tesoro,
te he de hacer pesar en oro.
Brigida. Por mí no queda , don Juan.
D. Juan . Vé y aguárdame .
Brigida. Voy pues
á entrar por la portería,
y á cegar á Sor María
la tornera. Hasta despues .
(Vase Brígida , y un poco antes de concluir esta escena
sale Ciutti , que se para en el fondo esperando.)
ESCENA X.
ESCENA XI.
ESCENA XII.
I
DON JUAN. CIUTTI .
cto tercero .
રત
PROFANACION.
PERSONAS .
ESCENA PRIMERA.
ESCENA II.
DOÑA INÉS .
Ya se fué..
No sé qué tengo , ¡ ay de mí !
' que en tumultuoso, tropel
mil encontradas ideas
me combaten á la vez .
Otras noches complacida
sus palabras escuché ;
y de esos cuadros tranquilos
que sabe pintar tan bien ,
de esos placeres domésticos ,
la dichosa sencillez
y la calma venturosa,
me hicieron apetecer
la soledad de los claustros
56
y su santa rigidez .
Mas hoy la oí distraida,
y en sus pláticas hallé,
si no enojosos discursos ,
á lo menos aridez .
Y no sé por qué al decirme
que podria acontecer
que se acelerase el dia
de mi profesion , temblé ;
y sentí del corazon
acelerarse el vaiven ,
y teñírseme el semblante
de amarilla palidez .
¡Ay de mí... ! ¡ pero mi dueña
dónde estará...! Esa muger
con sus pláticas al cabo
me entretiene alguna vez.
Y hoy la echo menos... acaso
porque la voy á perder,
que en profesando es preciso
renunciar á cuanto amé .
Mas pasos siento en el claustro ;
¡ oh ! reconozco muy bien
sus pisadas... Ya está aqui.
ESCENA III.
DOÑA INÉS . BRÍGIDA .
Brigida. Buenas noches , doña Inés .
Doña Ines. ¿Cómo habeis tardado tanto?
Brigida. Voy á cerrar esta puerta.
ta. rígid . E o es uy bue o y uy sant o
Doña Iné . H y rde de q e est abie
para las otras novicias
que han de consagrarse á Dios ,
no , doña Inés , para vos .
Doña Inés. Brígida , no ves que vicias
las reglas del monasterio
que no permiten ...
Brigida. ¡ Bah ! ¡ bah!
mas seguro asi se está,
y asi se habla sin misterio
57
ni estorbos : ¿habeis mirado
el libro que os he traido?
Doña Ines. Ay, se me habia olvidado .
Brigida. ¡Pues me hace gracia el olvido !
Doña Inés. ¡ Como la madre abadesa
se entró aqui inmediatamente!
Brígida. ¡Vieja mas impertinente !
Doña Inés. ¿Pues tanto el libro interesa?
Brigida. Vaya si interesa , mucho .
¡Pues quedó con poco afan
el infeliz !
Doña Ines. ¿Quién?
Brigida. Don Juan.
Doña Inés. ¡Válgame el cielo! ¡ qué escucho!
¿ Es don Juan quien me le envia?
Brigida. Por supuesto .
Doña Inės. ¡ Oh! yo no debo
tomarle.
Brígida.. ¡Pobre mancebo !
¿Qué está di c endo?
Brígida .
desa rarle a ma arle. Doña Iné s
asi, ser Si ese horario no tomais
tal pesadumbre le dais
que va á enfermar , lo estoy viendo.
Doña Inés. Ah , no , no : de esa manera
le tomaré .
Brígida. Bien hareis .
Doña Inés . ¡ Y qué bonito es !
Brígida. Ya veis;
quien quiere agradar se esmera .
Doña Inés. Con sus manecillas de oro.
¡Y cuidado que está prieto!
á ver , á ver si completo
contiene el rezo del coro.
(Le abre , y cae una carta de entre sus hojas . )
Mas ¿qué cayó?
Brígida. Un papelito
Doña Inés. ¡ Una carta!
Brígida. Claro está ;
en esa carta os vendrá
ofreciendo el regalito .
58
Doña Inés . ¡ Qué ! ¿ Será suyo el papel?
Brigida. ¡Vaya , que sois inocente !
pues que os feria , es consiguiente
que la carta será de él .
Doña Inés. ¡ Ay Jesus!
Brigida. ¿Qué es lo que os da?
Doña Inés. Nada , Brígida , no es nada.
Brigida. No, no: si estais inmutada:
(ya presa en la red está. )
¿Se os pasa?
Doña Inés. Sí.
Brigida. Eso habrá sido
cualquier mareillo vano .
Doña Inés. Ay, se me abrasa la mano
con que el papel he cogido.
Brigida. Doña Inés, válgame Dios,
jamas os he visto asi :
estais trémula.
Doña Inés. ¡Ay de mí !
Brigida. ¿Qué es lo que pasa por vos?
Doña Inés. No sé... El campo de mi mente
siento que cruzan perdidas
mil sombras desconocidas
que me inquietan vagamente ;
y há tiempo al alma me dan
con su agitacion tortura.
Brigida. ¿ Tiene alguna por ventura
el semblante de don Juan?
Doña Inés. No sé : desde que le ví,
Brígida mia, y su nombre
me dijiste , tengo á ese hombre
siempre delante de mí.
Por do quiera me distraigo
con su agradable recuerdo ,
y si un instante le pierdo
en su recuerdo recaigo .
No sé qué fascinacion
en mis sentidos ejerce,
que siempre hacia él se me tuerce
la mente y el corazon :
y aqui y en el oratorio ,
y en todas partes advierto
59
que el pensamienio divierto
con la imagen de Tenorio .
Brigida. ¡Válgame Dios ! Doña Inés,
segun lo vais esplicando
tentaciones me van dando
de creer que eso amor es .
Doña Inés. ¡Amor has dicho !
Brigida . Sí, amor.
Doña Inés. No, de ninguna manera.
Brigida . Pues por amor lo entendiera
el menos entendedor ;
mas vamos la carta á ver:
¿en qué os parais? ¿un suspiro?
Doña Inés. ¡ Ay ! que cuanto mas la miro
menos me atrevo á leer .
(Lee. ) «Doña Inés del alma mia. ».
¡Vírgen Santa, qué principio !
Brigida. Vendrá en verso , y será un ripio
que traerá la poesía.
Vamos , seguid adelante.
Doña Inés. (Lee. ) « Luz de donde el sol la toma,
hermosísima paloma
privada de libertad,
si os dignais por estas letras
pasar vuestros lindos ojos,
no los torneis con enojos
sin concluir , acabad . »
Brigida. ¡Qué humildad ! ¡ y qué finura!
¡dónde hay mayor rendimiento!
Doña Inés. Brígida , no sé qué siento .
Brigida. Seguid , seguid la lectura .
Doña Inés. (Lee. ) «Nuestros padres de consuno
nuestras bodas acordaron,
porque los cielos juntaron
los destinos de los dos .
Y halagado desde entonces
con tan risueña esperanza,
mi alma, doña Inés, no alcanza
otro porvenir que vos .
De amor con ella en mi pecho
brotó una chispa ligera ,
que han convertido en hoguera
60
tiempo y aficion tenaz .
Y esta llama que en mí mismo
se alimenta inestinguible ,
cada dia mas terrible
va creciendo y mas voraz . "
Brigida. Es claro ; esperar le hicieron
en vuestro amor algun dia,
y hondas raices tenia
cuando á arrancársele fueron .
Seguid.
Doña Inés. (Lee. ) «En vano á apagarla
concurren tiempo y ausencia,
que doblando su violencia
no hoguera ya, volcan es .
Y yo que en medio del cráter
desamparado batallo ,
suspendido en él me hallo
entre mi tumba y mi Inés . »
Brigida. ¿Lo veis, Inés ? Si ese horario
le despreciais , al instante
le preparan el sudario .
Doña Inés. Yo desfallezco .
Brigida. oña Inés .
Adel nte. (Lee . ) « Inés , alma de mi alma ,
perpetuo iman de mi vida,
perla sin concha escondida
entre las algas del mar ;
garza que nunca del nido
tender osastes el vuelo
el diáfano azul del cielo
para aprender á cruzar;
si es que á través de esos muros
el mundo apenada miras
y por el mundo suspiras
de libertad con afan ,
acuérdate que al pie mismo
de esos muros que te guardan
para salvarte te aguardan
los brazos de tu don Juan .»
(Representa.) Qué es lo que me pasa, ¡ cielo !
que me estoy viendo morir?
(Ya tragó todo el anzuelo, )
61
Vamos, que está al concluir.
Doña Inés. (Lee. ) « Acuérdate de quien llora
al pie de tu celosía,
y alli le sorprende el dia
y le halla la noche alli;
acuérdate de quien vive
solo por tí , ¡ vida mia !
y que á tus pies volaria
si le llamaras á tí.>>
Brigida. ¿Lo veis? vendria .
Doña Inés. ¡Vendria!
Brigida . A postrarse á vuestros pies .
Doña Inés. ¿Puede?
Brigida. ¡ Oh! sí.
Doña Inés. ¡Virgen María!
Brigida . Pero acabad, doña Inés.
Doña Inés. (Lee . ) «A Dios , oh luz de mis ojos ;
á Dios , Inés de mi alma :
medita por Dios en calma
las palabras que aqui van :
y si odias esa clausura,
que ser tu sepulcro debe ,
manda, que á todo se atreve
por tu hermosura don Juan . »
(Representa dona Inés.)
¡Ay! ¿qué filtro envenedado
me dan en este papel ,
que el corazon desgarrado
me estoy sintiendo con él?
¿Qué sentimientos dormidos
son los que revela en mí?
¡qué impulsos jamas sentidos!
¿qué luz , que hasta hoy nunca vi?
¿ Qué es lo que engendra en mi alma
tan nuevo y profundo afan ?
¿Quién roba la dulce calma
de mi corazon?
Brigida. Don Juan.
Doña Inés. ¡ Don Juan dices... ! ¿con que ese hombre
me ha de seguir por do quier?
¿solo he de escuchar su nombre ?
¿solo su sombra he de ver?
62
¡ Ah ! bien dice: juntó el cielo
los destinos de los dos,
y en mi alma engendró este anhelo
fatal.
Brigida. ¡Silencio por Dios !
(Se oyen dar las ánimas. )
Doña Inés. ¿Qué?
Brigida. Silencio .
Doña Inés . Me estremezco .
Brigida. ¿Oís, doña Inés, tocar ?
Doña Inés. Sí, lo mismo que otras veces
las ánimas oigo dar.
Brigida. Pues no hableis de él .
Dona Inés . ¡Cielo santo !
¿De quién?
Brigida. ¿ De quién ha de ser?
de ese don Juan que amais tanto ,
porque puede aparecer . ;
Doña Inés. ¡ Me amedrentas ! ¿puede ese hombre
llegar hasta aqui?
Brigida. Quizá
Porque el eco de su nombre
tal vez llega adonde está.
Doña Inés. ¡ Cielos ! ¿ y podrá.. .?
Brigida. Quién sabe.
Doña Inés. ¿Es un espíritu , pues?
Brigida. No, mas si tiene una llave ....
Doña Inés. ¡ Dios!
Brigida.. Silencio , doña Inés:
¿no oís pasos?
Doña Inés. ¡Ay! ahora
nada oigo .
Brigida. Las nueve dan .
Suben... se acercan... Señora...
Ya está aqui .
Doña Inés. ¿Quién?
Brigida. Él .
Doña Inés . ¡Don Juan!
ESCENA IV .
DOŃA INÉS. DON JUAN . DOŃA BRÍGIDA .
Doña Inés. ¿Qué es esto ? sueño ... deliro .
63
D. Juan. ¡ Inés de mi corazon !
Doña Inés . Es realidad lo que miro ,
ó es una fascinacion...
tenedme... apenas respiro....
sombra... huye por compasion .
¡Ay de mí...!
(Desmáyase doña Inés y don Juan la sostiene. La carta de
don Juan queda en el suelo abandonada par doña Inés
al desmayarse. )
Brigida. La ha fascinado
vuestra repentina entrada,
y el pavor la ha trastornado.
D. Juan. Mejor, asi nos ha ahorrado
la mitad de la jornada.
¡Ea! no desperdiciemos
el tiempo aqui en contemplarla
si perdernos no queremos .
En los brazos á tomarla
voy , y cuanto antes , ganemos
ese claustro solitario .
Brigida. ¡ Oh , vais á sacarla asi!
D. Juan. Necia , piensas que rompí
la clausura temerario
para dejármela aqui?
Mi gente abajo me espera:
sígueme.
Brigida . ¡ Sin alma estoy !
¡Ay! este hombre es una fiera,
nada le ataja ni altera...
Sí , sí ; á su sombra me voy..
ESCENA V.
LA ABADÉSA .
ESCENA VI .
LA ABADESA . LA TORNERA.
Tornera . Yo , señora .
Abadesa . ¡Vos en el claustro á esta hora!
¿Qué es esto , hermana tornera?
Tornera . Madre abadesa , os buscaba.
Abadesa. ¿Qué hay? decid .
Tornera . Un noble anciano
quiere hablaros .
Abadesa. Es en vano .
Tornera. Dice que es de Calatrava
caballero ; que sus fueros
le autorizan á este paso;
y que la urgencia del caso
le obliga al instante á verbs .
Abadesa. ¿Dijo su nombre?
Tornera. Ab desa.
don Gonzalo Ulloa.
Abadesa. ¿Qué
puede querer ...? Abralé ,
hermana : es comendador
de la orden , y derecho
tiene en el claustro de entrada .
ESCENA VII.
ESCENA VIII.
ESCENA IX.
Tornera . Señora...
Abadesa. ¿Qué es?
Tornera. Vengo muerta.
D. Gonz. Concluid.
Tornera. No acierto á hablar...
he visto á un hombre saltar
por las tapias de la huerta.
D. Gonz. ¿Veis? corramos : ¡ ay de mí!
Abadesa. ¿Dónde vais, comendador?
D. Gonz. ¡Imbécil! tras de mi honor,
que os roban á vos de aqui .
PERSONAS .
ESCENA PRIMERA.
BRÍGIDA CIUTTI .
ESCENA II.
ESCENA III.
ESCENA VI.
ESCENA VII.
ESCENA VIII.
ESCENA IX.
DON JUAN . DON GONZALO.
D. Gonz. ¿Adónde está ese traidor?
D. Juan. Aqui está, comendador.
D. Gonz. ¿De rodillas?
D. Juan. Y á tus pies .
D. Gonz. Vil eres hasta en tus crímenes.
D. Juan. Anciano, la lengua ten,
y escúchame un sola instante .
D. Gonz. ¿Qué puede en tu lengua haber
que borre lo que tu mano
escribió en este papel?
¡Ir á sorprender ¡ infame!
la cándida sencillez
de quien no pudo el veneno
de esas letras precaver!
¡ Derramar en su alma virgen
traidoramente la hiel
en que rebosa la tuya
seca de virtud y fé!
¡Proponerse asi enlodar
de mis timbres la alta prez,
como si fuera un harapo
que desecha un mercader !
¿Ese es el valor, Tenorio,
de que blasonas ? ¿Esa es
la proverbial osadía
que te da al vulgo á temer?
¿Con viejos y con doncellas
la muestras...? y ¿ para qué?
¡vive Dios! para venir
sus plantas asi á lamer
mostrándote á un tiempo ageno
de valor y de honradez .
D. Juan. ¡ Comendador !
D. Gonz. Miserable;
85
tú has robado á mi hija Inés
de su convento, y yo vengo
por tu vida , ó por mi bien .
D. Juan. Jamas delante de un hombre
mi alta cerviz incliné,
ni he suplicado jamas
ni á mi padre ni á mi rey.
Y pues conservo á tus plantas
la postura en que me ves ,
considera, don Gonzalo ,
que razon debo tener .
D. Gonz. Lo que tienes, es pavor
de mi justicia .
D. Juan. ¡Pardiez !
óyeme, comendador,
ó tenerme no sabré,
y seré quien siempre he sido
no queriéndolo ahora ser .
D. Gonz. ¡Vive Dios!
D. Juan. Comendador,
yo idolatro á doña Inés
persuadido de que el cielo
nos la quiso conceder
para enderezar mis pasos
por el sendero del bien.
No amé la hermosura en ella
ni sus gracias adoré,
lo que adoro es la virtud,
don Gonzalo , en doña Inés .
Lo que justicias ni obispos
no pudieron de mí hacer
con cárceles y sermones,
lo pudo su candidez .
Su amor me torna en otro hombre
regenerando mi ser,
y ella puede hacer un angel
de quien un demonio fué .
Escucha pues, don Gonzalo ,
lo que te puede ofrecer
el audaz don Juan Tenorio
de rodillas á tus pies.
Yo seré esclavo de tu hija ,
$6
en tu casa viviré,
tú gobernarás mi hacienda
diciéndome esto ha de ser.
El tiempo que señalares
en reclusion estaré;
cuantas pruebas exigieres
de mi audacia ó mi altivez,
del modo que me ordenares
con sumision te daré.
Y cuando estime tu juicio
que la puedo merecer,
yo la daré un buen esposo
y ella me dará el Edén .
D. Gonz. Basta, don Juan ; no sé cómo
me be podido contener
oyendo tan torpes pruebas
de tu infame avilantez .
Don Juan, tu eres un cobarde
cuando en la ocasion te ves,
y no hay bajeza á que no oses
como te saque con bien .
D. Juan. ¡Don Gonzalo!
D. Gonz. Y me avergüenzo
de mirarte así á mis pies
lo que apostabas por fuerza
suplicando por merced .
D. Juan. Todo asi se satisface ,
don Gonzalo , de una vez .
D. Gonz. ¡Nunca, nunca ! ¿Tú su esposo?
primero la mataré .
¡Ea ! entrégamela al punto ,
ó sin poderme valer
en esa postura vil
el pecho te cruzaré.
D. Juan. Míralo bien, don Gonzalo ;
que vas á hacerme perder
con ella hasta la esperanza
de mi salvacion tal vez .
D. Gonz. ¿Y qué tengo yo, don Juan,
con tu salvacion que ver?
D. Juan. Comendador, que me pierdes.
D. Gonz. Mi hija .
87
D. Juan. Considera bien
que por cuantos medios pude
te quise satisfacer ;
y que con armas al cinto
tus denuestos toleré
proponiéndole la paz
de rodillas á tus pies.
ESCENA X.
dichos , don luis, soltando una carcajada de burla.
D. Luis. Muy bien, don Juan.
D. Juan. ¡Vive Dios!
D. Gonz. ¿Quién es ese hombre?
D. Luis. Un testigo
de su miedo, y un amigo,
comendador , para vos.
D. Juan. ¡Don Luis!
D. Luis. Ya he visto bastante,
don Juan, para conocer
cual uso puedes hacer
de tu valor arrogante;
y quien hiere por detras
y se humilla en la ocasion,
es tan vil como el ladron
que roba y huye.
D. Juan. ¿Esto mas?
D. Luis. Y pues la ira soberana
de Dios junta como ves
al padre de doña Inés
y al vengador de doña Ana,
mira el fin que aquí te espera
cuando á igual tiempo te alcanza ,
aqui dentro su venganza
y la justicia allá fuera.
D. Gonz. ¡ Oh! ahora comprendo... ¿sois vos
el que ...
D. Luis. Soy don Luis Mejía ,
á quien á tiempo os envia
por vuestra venganza Dios.
D. Juan . ¡ Basta pues de tal suplicio!
si con hacienda y honor
88
ni os muestro ni doy valor
á mi franco sacrificio ,
y la leal solicitud
con que ofrezco cuanto puedo
tomais, vive Dios, por miedo,
y os mofais de mi virtud,
os acepto el que me dais
plazo breve y perentorio
para mostrarme el Tenorio
de cuyo valor dudais .
D. Luis. Sea; y cae á nuestros pies
digno al menos de esa fama
que por tan bravo te aclama.
D. Juan. Y venza el infierno pues .
Ulloa, pues mi alma asi
vuelves á hundir en el vicio ,
cuando Dios me llame á juicio
tú responderás por mí. (Le da un pistoletazo. )
D. Gonz. ¡Asesino!
D. Juan. Y tú, insensato,
que me llamas vil ladron ,
di en prueba de tu razon
que cara á cara te mato .
(Riñen, y le da una estocada .)
D. Luis. ¡Jesus!
D. Juan. Tarde tu fé ciega
acude al cielo, Mejía,
y no fue por culpa mia;
pero la justicia llega
y á fé que ha de ver quien soy.
Ciutti. (Dentro. ) Don Juan .
D. Juan. Asomando al balcon . ) ¿ Quién es?
Ciulli. (Dentro. ) Por aquí;
salvaos .
D. Juan. ¿Hay paso?
Ciutti. Si;
arrojaos .
D. Juan. Allá voy.
Llamé al cielo y no me oyó ,
y pues sus puertas me cierra
de mis pasos en la tierra
responda el cielo , y no yo .
89
( Se arroja por el balcon , y se le oye caer en el agua del
rio, al mismo tiempo que el ruido de los remos muestra
la rapidez del barco en que parte ; se oyen golpes en las
puertas de la habitacion; poco despues entra la justicia,
soldados, etc.)
ESCENA XI.
Pet
eto
o primero.
PERSONAS .
ESCENA PRIMERA .
el escultor, disponiéndose á marchar.
Pues señor, es cosa hecha:
el alma del buen Don Diego
91
puede á mi ver con sosiego
reposar muy satisfecha.
La obra está rematada
con cuanta suntuosidad
su postrera voluntad
dejó al mundo encomendada .
Y ya quisieran ¡pardiez !
todos los ricos que mueren
que su voluntad cumplieren
los vivos, como esta vez.
Mas ya de marcharse es hora:
todo corriente lo dejo ,
y de Sevilla me alejo
al despuntar de la aurora.
¡Ah! mármoles que mis manos
pulieron con tanto afan,
mañana os contemplarán
los absortos sevillanos ;
y al mirar de este panteon
las gigantes proporciones
tendrán las generaciones
la nuestra en veneracion .
Mas yendo y viniendo dias
se hundirán unas tras otras,
mientra en pié estareis vosotras
postumas memorias mias.
¡Oh! frutos de mis desvelos ,
peñas á quien yo animé
y por quienes arrostré
la intemperie de los cielos;
el que forma y ser os dió
va ya á perderos de vista ;
¡velad mi gloria de artista ,
pues vivireis mas que yo!
Mas ¿quién llega?
ESCENA II.
Escultor. Caballero...
D. Juan. Dios le guarde .
92
Escultor. que me es
mas ya es tarde y ...
D. Juan. liqueis.
un instante , porque quiero
aso so s forastero?
Escultor. . Es ultor
. Ju n. Años há
D. Juan . ¿Po a
que falto de España ya,
y me chocó el ver al paso
cuando á esas verjas llegué
que encontraba este recinto
enteramente distinto
de cuando yo le dejé.
Escultor. Yo lo creo; como que esto
era entonces un palacio,
y hoy es panteon el espacio
donde aquel estuvo puesto.
D. Juan. ¡ El palacio hecho panteon!
Escultor. Tal fue de su antiguo dueño
la voluntad, y fue empeño
que dió al mundo admiracion.
D. Juan. ¡Y por Dios que es de admirar!
Escultor. Es una famosa historia,
á la cual debo mi gloria.
D. Juan. ¿Me la podreis relatar?
Escultor. Sí; aunque muy sucintamente ,
pues me aguardan .
D. Juan. D. J
Escultor. an.
la verdad pura .
D. Juan. Decid,
que me teneis impaciente .
Escultor. Pues habitó esta ciudad
y este palacio heredado
un varon muy estimado
por su noble calidad .
D. Juan . Don Diego Tenorio .
Escultor. El mismo.
Tuvo un hijo este don Diego
peor mil veces que el fuego,
un aborto del abismo .
93
33
Un mozo sangriento y cruel,
que con tierra y cielo en guerra
dicen que nada en la tierra
fue respetado por él.
Quimerista, seductor
y jugador con ventura,
no hubo para él segura
vida, ni hacienda, ni honor .
Asi le pinta la historia,
y si tal era, por cierto
que obró cuerdamente el muerto
para ganarse la gloria.
D. Juan. Pues ¿cómo obró?
Escultor . Dejó entera
su hacienda al que la empleara
en un panteon que asombrara
á la gente venidera.
Mas con condicion que dijo
que se enterraran en él
los que á la mano cruel
sucumbieron de su hijo.
Y mirad en derredor
los sepulcros de los mas
de ellos.
D. Juan. ¿Y vos sois quizás
el conserge?
Escullor. El escultor
de estas obras encargado .
D. Juan. ¡Ah! ¿Y las habeis concluido?
Escultor. Há un mes ; mas me he detenido
hasta ver ese enverjado
colocado en su lugar ;
pues he querido impedir
que pueda el vulgo venir
este sitio á profanar.
D. Juan . (Mirando. ) ¡ Bien empleó sus riquezas
el difunto!
Escultor. ¡Yo lo creo!
Miradle alli.
D. Juan. Ya le veo .
Escultor. ¿Le conocisteis ?
D. Juan. Sí.
94
Escultor. Piezas
son todas muy parecidas
y á conciencia trabajadas .
D. Juan. ¡Cierto que son estremadas!
Escultor. ¿Os han sido conocidas
las personas?
D. Juan. Todas ellas .
Escultor. ¿Y os parecen bien?
D. Juan. Sin duda,
segun lo que á ver me ayuda
el fulgor de las estrellas.
Escultor. ¡Oh! se ven como de dia
con esta luna tan clara.
Esta es mármol de Carrara.
(Señalando á la de don Luis. )
D. Juan. ¡Buen busto es el de Mejía !
¡Hola ! aqui el comendador
se representa muy bien.
Escultor. Yo quise poner tambien
la estátua del matador
entre sus víctimas, pero
no pude á manos haber
su retrato ... Un Lucifer
dicen que era el caballero
don Juan Tenorio.
D. Juan. ¡Muy malo !
Mas como pudiera hablar
le habia algo de abonar
la estátua de don Gonzalo .
Escultor. ¿Tambien habeis conocido
á don Juan ?
D. Juan. Mucho.
Escultor. Don Diego
le abandonó desde luego
desheredándole .
D. Juan. Ha sido
para don Juan poco daño
ese, porque la fortuna
va tras él desde la cuna .
Escultor. Dicen que ha muerto.
D. Juan. Es engaño:
vive.
95
Escultor. ¿Y dónde?
D. Juan . Aqui, en Sevilla.
Escultor. ¿Y no teme que el furor
popular?...
D. Juan. En su valor
no ha echado el miedo semilla.
Escultor. Mas cuando vea el lugar
en que está ya convertido
el solar que suyo ha sido
no osará en Sevilla estar.
D. Juan. Antes ver tendrá á fortuna
en su casa reunidas
personas de él conocidas,
puesto que no odia á ninguna.
Escultor. ¿ Creis que ose aqui venir?
D. Juan. ¿Por qué no? pienso á mi ver
que donde vino á nacer
justo es que venga á morir
Y pues le quitan su herencia
para enterrar á estos bien,
á él es muy justo tambien
que le entierren con decencia ,
Escultor. Solo á él le está prohibida
en este panteon la entrada.
D. Juan. Trae don Juan muy buena espada,
y no sé quién se la impida.
Escultor. ¡Jesus! ¡ tal profanacion!
D. Juan. Hombre es don Juan que á querer
volverá el palacio á hacer
encima del panteon .
Escultor. ¿Tan audaz ese hombre es
que aun á los muertos se atreve?
D. Juan. ¿Qué respetos gastar debe
con los que tendió á sus pies?
Escultor. ¿Pero no tiene conciencia
ni alma ese hombre?
D. Juan. Tal vez no,
que al cielo una vez llamó
con voces de penitencia,
y el cielo en trance tan fuerte
alli mismo le metió ,
que á dos inocentes dió
1
96
para salvarse la muerte .
Escultor. ¡Qué monstruo, supremo Dios!
D. Juan. Podeis estar convencido
de que Dios no le ha querido .
Escultor. Tal será .
D. Juan. Mejor que vos.
Escultor. (¿Y quién será el que á don Juan
abona con tanto brio?)
Caballero , á pesar mio
como aguardándome están...
D. Juan. Idos pues en hora buena .
Escultor. He de cerrar .
D. Juan. No cerreis,
y marchaos.
Escultor. ¿Mas no veis ...
D. Juan. Veo una noche serena
y un lugar que me acomoda
para gozar su frescura,
y aquí he de estar á mi holgura
si pesa á Sevilla toda .
Escultor. (¡Si acaso padecerá
de locura, desvaríos?)
D. Juan. (Dirigiéndose d las estatuas .)
Ya estoy aqui, amigos mios .
Escultor. ¿No lo dije? loco está.
D. Juan . Mas cielos , ¡ qué es lo que veo!
ó es ilusion de mi vista,
ó á doña Inés el artista
aqui representa creo.
Escultor. Sin duda.
D. Juan. &Tambien murió?
Escultor. Dicen que de sentimiento
cuando de nuevo al convento
abandonada volvió
por don Juan .
D. Juan. ¿Y yace aquí?
Escultor. Sí.
D. Juan. ¿La visteis muerta vos?
Escultor. Sí.
D. Juan. ¡Cómo estaba?
Escultor. ¡Por Dios
que dormida la creí!
97
La muerte fue tan piadosa
con su cándida hermosura ,
que la envió con la frescura
y las tintas de la rosa.
D. Juan. ¡Ah! mal la muerte podria
deshacer con torpe mano
el semblante soberano
que un angel envidiaria .
¡Cuán bella y cuán parecida
su efigie en el marmol es!
¡Quién pudiera, doña Inés,
volver á darte la vida!
¿Es obra del cincel vuestro?
Escultor. Como todas las demas.
D. Juan. Pues bien merece algo mas
un retrato tan maestro .
Tomad.
Escultor. ¿Qué me dais aquí?
D. Juan. ¿No lo veis?
Escultor. Mas... caballero...
¿por qué razon ...?
D. Juan. Porque quiero
yo que os acordeis de mi.
Escultor. Mirad que estan bien pagadas .
D. Juan. Asi lo estarán mejor .
Escultor. Mas vamos de aqui, señor,
que aun las llaves entregadas
no estan , y al salir la aurora
tengo que partir de aqui .
D. Juan. Entregádmelas á mí,
y marchaos desde ahora .
Escultor. ¿A vos? 1
D. Juan. A mí: ¿ qué dudais?
Escultor. Como no tengo el honor...
D. Juan. Ea, acabad, escultor .
Escultor. Si el nombre al menos que usais
supiera...
D. Juan. ¡Viven los cielos!
Dejad á don Juan Tenorio
velar el lecho mortuorio
en que duermen sus abuelos .
Escultor. ¡Don Juan Tenorio!
7
98
D. Juan. Yo soy.
Y si no me satisfaces ,
compañia jaro que haces
á tus estatuas desde hoy.
Escultor. (Alargándole las llaves.)
Tomad. (No quiero la piel
dejar aqui entre sus manos.
Ahora que los sevillanos
se las compongan con él. ) (Vase. )
ESCENA III .
DON JUAN.
ESCENA IV .
DON JUAN.
ESCENA VI .
DON JUAN. EL CAPITAN CENTELLAS . AVELLANEDA.
Centellas. (Dentro.) ¿Don Juan Tenorio?
D. Juan. Volviendo en si.) ¿Qué es eso?
¿Quién me repite mi nombre?
Avell. (Saliendo . ) Veis á alguien? (A Centellas.)
Centellas. (Idem .) Si, allí hay un hombre .
D. Juan. ¿Quién va?
Avell. Él es.
Centellas. (Léndose á don Juan . ) Yo pierdo el seso
con la alegría. ¡ Don Juan!
Avell. Señor Tenorio !
D. Juan. ¡Apartaos ,
vanas sombras !
Centellas. Reportaos,
señor don Juan... los que estan
en vuestra presencia ahora
no son sombras, hombres son,
y hombres cuyo corazon
vuestra amistad atesora.
A la luz de las estrellas
os hemos reconocido ,
y un abrazo hemos venido
á daros .
D. Juan. Gracias, Centellas .
Centellas. Mas ¿ qué teneis ? por mi vida
que os tiembla el brazo , y está
vuestra faz descolorida
D. Juan. (Recobrando su aplomo . )
La luna tal vez lo hará .
105
Avell. Mas don Juan , ¿ qué haceis aqui?
¿Este sitio conoceis ?
D. Juan. ¿ No es un panteon?
Centellas. ¿Y sabeis
á quién pertenece ?
D. Juan . A mí:
mirad á mi al rededor,
y no vereis mas que amigos
de mi niñez, ó testigos
de mi audacia y mi valor.
Centellas. Pero os oimos hablar:
¿con quién estabais ?
D. Juan. Con ellos.
Centellas. ¿Venís aun á escarnecellos?
D. Juan. No , los vengo á visitar.
Mas un vértigo insensato
que la mente me asaltó
un momento me turbó;
y á fé que me dió mal rato .
Esos fantasmas de piedra
me amenazaban tan fieros ,
que á mí acercado á no haberos
pronto ...
Centellas . ¡Já! ¡já! ¡já! ¿os arredra ,
don Juan, como á los villanos
el temor de los difuntos?
D. Juan. No á fé; contra todos juntos
tengo aliento y tengo manos .
Si volvieran á salir
de las tumbas en que estan
á las manos de don Juan
volverian á morir.
Y desde aqui en adelante
sabed, señor capitan,
que yo soy siempre don Juan ,
y no hay cosa que me espante .
Un vapor calenturiento
un punto me fascinó,
Centellas, mas ya pasó:
cualquiera duda un momento .
Avell.
Es verdad .
Centellas. }Es
106
D. Juan . Vamos de aquí .
Centellas. Vamos , y nos contareis
como á Sevilla volveis
tercera vez.
D. Juan. Lo haré así.
Si mi historia os interesa
á fé que oirse merece ,
aunque mejor me parece
que la oigais de sobremesa.
¿No opinais...?
Avell.
Como Justeis.
Centellas.
D. Juan. Pues bien: cenareis conmigo
y en mi casa.
Centellas. Pero digo,
¿es cosa de que dejeis
algun huesped por nosotros?
¿No teneis gato encerrado ?
D. Juan. ¡Bah! Si apenas he llegado :
no habrá alli mas que vosotros
esta noche .
Centellas. ¿Y no hay tapada
á quien algun planton demos?
D. Juan. Los tres solos cenaremos .
Digo, si de esta jornada
no quiere igualmente ser
alguno de estos .
(Señalando á las estátuas de los sepulcros.)
Centellas. Don Juan,
dejad tranquilos yacer
á los que con Dios estan.
D. Juan. ¡Hola! ¿Parece que vos
sois ahora el que temeis,
y mala cara poneis
á los muertos? Mas ¡por Dios
que ya que de mí os burlasteis
cuando me visteis así,
en lo que penda de mí
os mostraré cuánto errásteis!
Por mí pues no ha de quedar :
y á poder ser, estad ciertos
que cenareis con los muertos ,
107
y os los voy á convidar .
Avell. Dejaos de esas quimeras .
D. Juan. ¿Duda en mi valor ponerme ,
cuando hombre soy para hacerme
platos de sus calaveras?
Yo á nada tengo pavor :
(Dirigiéndose á la estátua de don Gonzalo , que es la que
tiene mas cerca . )
tú eres el mas ofendido ;
mas si quieres, te convido
á cenar, comendador .
Que no lo puedas hacer
creo, y es lo que me pesa;
mas por mi parte en la mesa
te haré un cubierto poner.
Y á fé que favor me harás ,
pues podré saber de tí
si hay mas mundo que el de aqui ,
y otra vida, en que jamas
á decir verdad creí.
Centellas. Don Juan, eso no es valor,
locura, delirio es.
D. Juan. Como lo juzgueis mejor :
yo cumplo asi. Vamos pues.
Lo dicho, comendador.
PERSONAS .
ESCENA PRIMERA.
ESCENA IX .
Centellas . ¡Jesus!
Avell. ¡Dios mio!
D. Juan. ¡Qué es esto!
Avell. Yo desfallezco . (Cae desvanecido.)
Centellas. Yo espiro. (Cae lo mismo . )
D. Juan. ¡Es realidad , ó deliro !
es su figura... su gesto .
Estatua. ¿Por qué te causa pavor
quien convidado á tu mesa
viene por tí?
D. Juan . ¡Dios! ¿no es esa?
la voz del comendador ?
Estatua. Siempre supuse que aqui
no me habias de esperar.
D. Juan. Mientes, porque hice arrimar
esa silla para tí .
Llega pues para que veas
que aunque dudé en un estremo
de sorpresa , no te temo
aunque el mismo Ulloa seas .
Estatua. ¿Aun lo dudas?
D. Juan. No lo sé.
Estatua. Pon si quieres, hombre impío,
tu mano en el marmol frio
de mi estátua.
D. Juan. ¿Para qué?
me basta oirlo de tí:
cenemos pues; mas te advierto ...
115
Estatua. ¿Qué?
D. Juan. Que si n0 eres el muerto
no vas á salir de aqui .
¡ Eh! alzad. (Á Centellas y Avellaneda. )
Estatua. No pienses, no,
que se levanten , don Juan ;
porque en sí no volverán
hasta que me ausente yo.
Que la divina clemencia
del Señor para contigo ,
no requiere mas testigo
que tu juicio y tu conciencia.
Al sacrílego convite
que me has hecho en el panteon ,
para alumbrar tu razon
Dios asistir me permite.
Y héme que vengo en su nombre
á enseñarte la verdad;
y es: que hay una eternidad
tras de la vida del hombre .
Que numerados estan
los dias que ha de vivir,
y que tienes que morir
mañana mismo, don Juan.
Mas como esto que á tus ojos
está pasando supones
ser del alma aberraciones
y de la aprension antojos,
Dios en su santa clemencia
te concede todavía,
don Juan, hasta el nuevo dia
para ordenar tu conciencia.
Y su justicia infinita
porque conozcas mejor,
espero de tu valor
que me pagues la visita.
¿Irás don Juan?
D. Juan. Iré, sí;
mas me quiero convencer
de lo vago de tu ser
antes que salgas de aquí. (Coge una pistola . )
Estatua . Tu necio orgullo delira,
116
don Juan: los hierros mas gruesos
y los muros mas espesos
se abren á mi paso : mira.
(Desaparece la estátua sumiéndose por la pared. )
ESCENA VI.
ESCENA V.
PERSONAS .
ESCENA PRIMERA .
ESCENA ÚLTIMA.
CA DE
/HID
ESCENA ÚLTIMA.
CA DE
7818
FIND