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LA ARQUITECTURA ETRUSCA: CARACTERÍSTICAS, MATERIALES Y TIPOS DE

CONSTRUCCIÓN

RAFAEL AGUSTÍ TORRES

HISTORIADOR DEL MUNDO ANTIGUO Y ESPECIALISTA EN ARQUEOLOGÍA CLÁSICA

MIEMBRO DE LA CLASSICAL SOCIETY & SOCIETY OF ANCIENT LITERATURE (UNIVERSITY


OF CAMBRIDGE)

MIEMBRO DE LA AMERICAN ASSOCIATION OF ANCIENT HISTORIANS

MIEMBRO DE LA OXFORD UNIVERSITY HISTORY SOCIETY


LA ARQUITECTURA ETRUSCA: CARACTERÍSTICAS, MATERIALES Y TIPOS DE
CONSTRUCCIÓN

I. CARACTERÍSTICAS

La arquitectura etrusca se desarrolló en el área geográfica denominada Etruria,


correspondiente a las actuales regiones italianas de Toscana, Umbría occidental y el
Lazio septentrional y central, con una extensión al norte de la zona de Padania (actual
Emilia-Romagna), Lombardía suroriental y el Véneto meridional y, al sur, en algunas
zonas de la Campania.

Esta arquitectura tuvo un periodo de desarrollo que va desde el siglo IX a.C. al siglo I
a.C., cuando la civilización romana, en plena expansión, finalmente absorbió a la
civilización etrusca. Los etruscos fueron considerados hábiles constructores en piedra,
madera y otros materiales utilizados para construir templos, casas, tumbas y murallas,
así como puentes y carreteras. Las estructuras cuyos vestigios han llegado hasta
nuestros días consisten principalmente en tumbas y murallas, pero hay también restos
de plantas de templos y obras de ingeniería hidráulica; la arqueología y otras fuentes
nos proporcionan, además, una gran cantidad de información acerca de lo que una vez
existió. Desde aproximadamente el año 630 a.C., la arquitectura etrusca estuvo
fuertemente influenciada por la arquitectura griega que, a su vez, se desarrolló
durante el mismo periodo (Boëtius et al. 1978, p. 34; Izzet, V. 2007, pp. 20-21 para una
discusión sobre la importancia cultural etrusca en general); la arquitectura etrusca, a
su vez, influenció en la arquitectura romana, que en sus primeros siglos puede
considerarse simplemente como una variación regional de la arquitectura etrusca,
aunque cada vez más, desde aproximadamente el año 200 a.C., los romanos se
inspiraron más en la arquitectura griega, aunque conservando formas y elementos
etruscos en sus edificios. Los primeros poblados etruscos consistieron en cabañas
(principalmente de tapial y techo de cañamazo), en su mayoría de una sola habitación,
de planta circular, ovoide y en menor medida rectangular, cuya estructura y forma se
pueden deducir de los agujeros que dejaron en el suelo los postes de apoyo, así como
de la comparación con las urnas cinerarias de tipo “capanna” (cabaña) hechas de
cerámica o bronce. El vínculo entre los enterramientos y la arquitectura doméstica nos
permite seguir a esta última en sus principales modificaciones. Elementos de tipo
apotropaico decoraban el columen y los techos inclinados (Pianu, G. (app.) 1985, pp.
269-273). Una gran novedad, de origen griego, debió producirse a mediados del siglo
VIII a.C.: la introducción de los techos de terracota. Plinio narra (Nat. hist. XXXV, 152),
siguiendo a Demarato, de la entrada en territorio etrusco de artesanos de origen
griego que introdujeron nuevas técnicas de construcción, de manera similar a lo que se
dice que ocurrió en Corinto y Sición, a través de la obra de Butades. La historia de
Plinio está parcialmente confirmada por las excavaciones de Acquarossa para el
estrato fechado a finales del siglo VII a.C., donde se han hallado restos de techos de
tejas de terracota pintadas, acroterias y antefijas modeladas y pintadas con motivos
tomados del repertorio sub-geométrico griego y orientalizante (Östenberg, C. E. 1973).
El mismo tipo de decoración se atestigua en el conjunto del Periodo Orientalizante
(siglo VII a.C.) de Poggio Civitate, con una función tanto residencial (para el gobernante
local) como de culto y reunión comunitarios, con acroterias de arcilla recortadas
(Phillips & Nielsen 1994). La existencia de talleres formados por artesanos
especializados en diferentes técnicas, capaces de realizar obras complejas y completas,
está así atestiguada desde mediados del siglo VII a.C. (Pianu, G. (app.) 1985, pp. 269-
273). Las excavaciones en Acquarossa muestran, para finales del siglo VII a.C., junto
con otros tipos de viviendas, la distribución del interior de las casas en tres
habitaciones, reservadas para las clases sociales más altas. Las principales formas
monumentales de la arquitectura etrusca fueron los hábitats de la élite social (los
misteriosos “complejos monumentales”), los templos, las murallas que protegían las
ciudades y las tumbas de variado tipo; aparte del podio de algunos templos y algunos
cimientos de casas, solo los muros y las tumbas, por ser hechos principalmente de
piedra, han sobrevivido hasta hoy en cantidades notables. El estilo etrusco se
caracteriza principalmente por la transición de arcos de capas horizontales a arcos de
cuña redondeada de los que los etruscos hicieron un gran uso también en grandes
obras hidráulicas como en el caso de la Cloaca Maxima en Roma. Se sabe que los
etruscos importaron de Oriente y utilizaron en sus edificios el arco de medio punto, la
bóveda perfecta (se han hallado multitud de galerías subterráneas o criptas funerarias
como las de Corneto (Tarquinia), Volterra, Cerveteri, etc. que, a veces, tienen su
cubierta de falsa cúpula y revelan grandes reminiscencias egipcias y micénicas); desde
el arco se pasa después a las bóvedas y cúpulas, de las cuales los etruscos fueron los
primeros en usar en la Península Itálica (estos elementos arquitectónicos llegaron a los
romanos a través de los etruscos). En la arquitectura etrusca las columnas son sin
ranuras, con una base compuesta por un toro colocado sobre un pedestal; el capitel es
similar al dórico, con un equino (una especie de cojín debajo del ábaco) en el capitel
toscano, el perfil del equino tiende a asumir formas más elaboradas, con partes
cóncavas y convexas, muy bajo y un ábaco muy alto. La altura de las columnas era, por
lo general, de siete veces el diámetro de las mismas, con un arquitrabe parecido al
friso dórico, bajo y liso. El marco normalmente se compone de cimasa (una moldura
curvada y saliente, con forma de concha o garganta), una bandeja de goteo (una franja
vertical en voladizo, colocada sobre las mutulas, los dientes o los medallones situados
en la parte superior que sobresale de un entablamiento y que era utilizada para
recoger el agua de las lluvias que fluía de las gárgolas) y una parte de la cornisa con
perfil cóncavo. Las columnas, muy separadas entre sí, sostenían arquitrabes de madera
y un gran frontón triangular; los tímpanos y ornamentos externos estaban hechos de
terracota (Canella, R. 1914, pp. 39-40).

La arquitectura etrusca tuvo una gran influencia en el mundo romano, especialmente


en lo que se refiere a la forma de concebir las ciudades, la disposición y forma de los
templos, el uso del arco y la bóveda y la construcción de mausoleos.

La arquitectura etrusca, como en muchas otras de sus prácticas culturales, se


caracteriza por la integración de nuevos conocimientos previos, principalmente
procedentes de las culturas griega y oriental, y su asimilación, con modificaciones, para
posteriormente transmitirlas e integrarlas en el mundo romano, por lo que la
arquitectura etrusca es visible para nosotros a través de los restos originales que aún
se conservan o que se hallan integrados en construcciones más recientes, bien sean
romanas o pertenecientes al Renacimiento italiano. Algunos ejemplos de estas
construcciones las tenemos en:

 Muros ciclópeos (Vetulonia, Cortona, Roselle, Perugia, Fiesole, Orbetello,


Volterra).
 Puertas de ciudad (Porta all´Arco de Volterra, Porta Marzia en Perugia, Puerta
de Júpiter en Viterbo).
 Basamentos de teatros (Castelsecco).
 Basamentos de templos (Tarquinia, Veio, Fiesole, Volsinii, Orvieto).
 Grandes necrópolis (Banditaccia, Monterozzi, Crocifisso del Tufo, etc.).
 Frontones (Tarquinia, Pyrgi, Talamone).

A la cultura etrusca se le debe el orden toscano, generalmente considerado como una


adaptación en tierra italiana del orden dórico griego:

EL ORDEN TOSCANO (ORDO TUSCANICUS/ORDO TUSCANUS)

Los componentes del orden toscano son:

 Columna lisa, sin estrías y disminuida con catorce módulos, con su basa y
capitel.
 Capiteles más sencillos que los dóricos.
 Entablamiento más simple sin triglifos, mútulas, dentículos y “guttae”
(pequeñas proyecciones en forma de cono que repelen el agua y se usan cerca
de la parte superior del arquitrabe en el orden dórico) y de todo adorno que no
formara moldura lisa.
 Descanso de la columna sobre un pedestal que tiene de elevación una tercera
parte de aquella.
El Orden Toscano, una adaptación etrusca del orden dórico griego con modificaciones

No se conocen más que escasos restos de este orden, hallándose varios ejemplos en la
zona centro de Italia (en Vula y Alba Fucens) pero se conocen sus proporciones gracias
a la obra De architectura libri decem de Vitruvio quien, sin embargo, no lo incluyó
como orden arquitectónico propio junto a sus descripciones de los órdenes griegos
dórico, jónico y corintio; la clasificación como tal del orden toscano se menciona por
primera vez en las Etimologías de San Isidoro de Sevilla (556-636) y se refinó durante el
Renacimiento italiano.

TÉCNICAS

Algunas características de la técnica arquitectónica etrusca son:

 Arquitectura ceremonial emparejada (a menudo en ladrillos de barro).


 Arco de voladizo o arco completo (Perugia) que se distingue de los modelos
griegos seguidores de la utilización de líneas rectas para las realizaciones
monumentales.
 Arquitectura en platabanda para los templos: columna toscana del orden
etrusco denominado “toscano”.
 Pisos, vigas, techos a dos aguas, como lo demuestran los interiores de las
tumbas con simulación en piedra rememorando la vivienda etrusca.
II. MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN

II.1. TUFO

La piedra de tufo (toba) se caracteriza por una baja densidad de grano (los elementos
que la componen son generalmente inferiores a 4 mm), es lo que se denomina una
roca blanda y, por consiguiente, es de fácil extracción y trabajo. Sin embargo, esta
misma especificidad hace que este tipo de piedra sea particularmente soluble y friable.
Este material resulta de la acumulación de elementos volcano-sedimentarios
integrados entre sí, incluyendo en particular cenizas de tipo eruptivo (de forma
precisa, de orogénesis por consolidación de restos volcánicos, por lo que se trata de
toba cinerítica).

Bloque de toba (tufo) característica, un tipo de piedra de variados usos en el mundo


etrusco

Los exámenes estratigráficos y arqueológicos atestiguan que las canteras de donde se


extraía este tipo de piedra se concentran principalmente al sur de Etruria,
concretamente la toba etrusca está representada principalmente en el norte de la
actual región de Lazio, alrededor de la región de las montañas de Bolsena, con unas
características volcánicas, y en las inmediaciones del lago de Bolsena; pero también se
halla dentro de la llanura costera de la Maremma y en el noroeste de la región de
Umbría. Además, estos lugares de explotación de minerales observan igualmente una
proximidad, o incluso una adyacencia, a conjuntos urbanos etruscos, respectivamente,
se puede observar la asociación de las metrópolis etruscas de Orvieto (Velzna) y la
toba de la región del lago de Bolsena (macizo de Volsinii que consta de tres calderas,
Bolsena, Latera y Vepe, además de diecisiete conos de toba), este tipo de toba suele
presentar una coloración gris (Paillier, J.-M. 1985, pp. 899-922; 1987, pp. 529-534;
1997, pp. 47-50). Para las canteras de Umbría, Veio y Caisra (Caere), en el norte de
Lazio, la toba aparece con un cromatismo blanco o blanquecino, a veces veteado con
beige (Anziani, D. 1913, pp. 169-244); y en Tarquinia y para las explotaciones de toba
de la Maremma, la toba presenta tonalidades rojas y ocres (Jannot, J.-R. 1982, pp. 101-
135; Broise & Jolivet 1992, pp. 496-500; Pallottino, M. 1984, pp. 497-505). Estos
hallazgos sugieren una posible correlación entre el área del establecimiento de las
ciudades etruscas y las áreas cuyo subsuelo es rico en toba para proporcionar a las
ciudades el material de construcción, pero también para establecer instalaciones para
la producción y comercialización de bloques de toba en bruto o procesados (cortados)
para la realización de diferentes objetos como estatuas, bajorrelieves, etc. (Chemain,
J.-F. 2006, p. 25; Irollo, J.-M. 2010, p. 35). Esencialmente empleada e incorporada
como material de construcción de tipo monumental (pero también como material de
construcción para hábitat del tipo “villae”) en un contexto urbano, como el caso del
Muro Serviano o el templo de Júpiter en Roma, la toba etrusca también se trabajó en
un contexto funerario para la creación de infraestructuras como las tumbas de la
necrópolis del Crocifisso del Tufo que se halla en las cercanías de la ciudad etrusca de
Orvieto y que se fecha aproximadamente en el siglo VIII a.C. (Torelli, M. 1980; Boitani,
Cataldi & Pasquinucci, 1973; Bizarri, M. 1962, pp. 1-156) o en la necrópolis etrusca de
Sovana situada en la Etruria meridional.

La Tomba Ildebranda excavada enteramente en toba (necrópolis etrusca de Sovana)


(GR)

En menor medida, esta roca sedimento-volcánica también se empleó en la escultura,


por ejemplo en un vasto complejo sepulcral situado en Velathri (Irollo, J.-M. 2010, pp.
28, 29, 133), descubierto en el siglo XVII, y que puede ser fechado entre los siglos IV-I
a.C., esto es, durante el periodo que abarca el final del periodo clásico, el periodo
helenístico y la romanización de Etruria (350-50 a.C.) y donde se halló, in situ, un
bajorrelieve procedente de una tumba tallada y esculpida en la toba y que fue utilizado
para cubrir las paredes de dicha tumba. Estos variados campos de utilización dan
testimonio de la facilidad y plasticidad con la que los etruscos trabajaban la toba; por
otro lado, destaca la abundancia con la que están dotadas las tierras de Etruria y en
consecuencia, del interés económico que representaba su extracción y elaboración
(Irollo, J.-M. 2010, pp. 63, 64, 75).

II.2. PIEDRA CALCARENITICA (ARENISCA)

La piedra calcarenítica es un tipo de mineral que se forma a partir de un proceso de


sedimentación de compuestos arenosos de origen costero o marítimo. En Etruria, este
tipo de roca aparece principalmente en la orilla de la costa del Tirreno, y más
particularmente a lo largo de la zona norte de la llanura costera de Piombino. Como
resultado, la principal ciudad etrusca que se benefició del uso de este material pétreo
fue Fufluns (Populonia); esta última poseía el monopolio cuasi económico y comercial.

De color ocre, esta arenisca de grano fino, también denominada “panchina”, era
apreciada por los etruscos en particular para el desarrollo de las obras que requerían
una pátina relativa (Compatangelo-Soussignan, R. 2003, pp. 18-21; Gran-Aymerich, J. &
Prayon, F. 1999, pp. 530-543; Camporeale, S., Dessales, H. & Pizzo, A. 2010, pp. 153-
172). Además de sus cualidades de modelado en lo que respecta al diseño de objetos
de alto rendimiento artesanal, como las esculturas en bajorrelieve asociadas a
estructuras funerarias, la explotación e industrialización de la piedra calcarenítica,
encuentra su originalidad en el uso de complejas infraestructuras arquitectónicas
como los muros de carga, los cimientos y las bases que están hechos en su totalidad y
simultáneamente con la “panchina” etrusca. Como ejemplo notable podemos citar el
complejo funerario conocido como Necropoli delle Grotte, situada en Piombino
(provincia de Livorno) cuyas estructuras en forma de hábitat, construidas en el siglo
VIII a.C., fueron excavadas en el lado de un acantilado, y que durante los siglos IV y II
a.C. fueron remodeladas en forma de hipogeos funerarios, estos últimos aparecen en
forma de dos galerías con su eje mediano formado por los dromos.

Página anterior y arriba, dos vistas de las tumbas de la Necropoli delle Grotte
perteneciente al Parco Archeologico di Baratti e Populonia

II.3. PIEDRA FETIDA (CALIZA CLARA)

Por sus cualidades de modelado y flexibilidad, la denominada piedra fétida (su


característico olor se debería a las partículas de azufre presentes en la composición de
este tipo de piedra), una roca de tipo sedimentario-volcánico, muestra una importante
capacidad de ejecución. En la terminología propia de la escultura, y por sus
características mineralógicas, la piedra fétida se clasifica en las llamadas piedras
blandas (Bayet, J. 1974, pp. 546-547), como por ejemplo, la toba. Esta piedra sulfurosa
fue explotada y utilizada por los etruscos desde finales del siglo VII a.C. y comienzos del
siglo VI a.C. Dicha piedra se trabajaba en múltiples variedades y formas artesanales. El
corpus arqueológico etrusco constata dos grandes áreas industriales: por un lado, el
empleo arquitectónico mediante piedras talladas y arcos ensamblados; y por otro lado,
su uso en la artesanía funeraria, como cippi, urnas cinerarias y múltiples figurillas con
función de exvotos.
Urna funeraria etrusca realizada en pietra fetida procedente de Chiusi (520-500 a.C.)

Esfinge etrusca elaborada en pietra fetida procedente de Chiusi (siglo VI a.C.)


Cippo funerario etrusco elaborado en pietra fetida procedente de Chiusi (comienzos
del siglo V a.C.)

La extracción de la piedra fétida procede casi exclusivamente del territorio de la ciudad


etrusca de Clevsin (actual Chiusi); la piedra era extraída y transportada a través de las
montañas de Chianciano. Por otro lado, la difusión comercial de artefactos y sillares
fabricados con este material es significativa dentro de Italia y en el área protohistórica
del Mediterráneo; en consecuencia, la piedra fétida demostraría ser un activo
económico importante dentro de la industria etrusca, y más particularmente en la
ciudad-estado de Clevsin (Chiusi).

Cippo funerario etrusco elaborado en pietra fetida procedente de Chiusi (500-480 a.C.)

II.4. PIETRA SERENA

Al igual que la piedra arenaria, cuya composición y estructura mineral son similares, la
llamada “pietra serena” exhibe las características de la llamada “piedra fuerte”, es
decir, se trata de un material cuya consistencia revela una dureza significativa y
explícita. Dicha piedra posee un determinante de arenisca, cuyos componentes
minerales observan una naturaleza de mica-esquisto. La “piedra serena” posee un
tinte gris azulado. Dentro de la industria etrusca de la construcción, y por su notable
solidez, la “piedra serena” fue utilizada y dedicada particularmente a la construcción
de columnas (Defosse, P. 1980, p. 745) y, en menor medida, la piedra aparece también
tallada en bloques de piedra labrada incorporada a los muros perimetrales ya sea en
forma de elementos emparejados o como partes que constituyen un arco, o su forma
de elementos de base o incluso cimientos (Defosse, P. 1980, pp. 749, 751, 752, 783,
785). Sin embargo, los etruscos también utilizaron este tipo de piedra en relación con
el desarrollo y la elaboración de objetos hechos a mano de carácter funerario
especialmente recipientes de cremación y urnas que se asocian in situ con estructuras
de hipogeo o túmulos (Auguste, G. 1878, pp. 14-15; Cherici, A. 1995, p. 130).

Arriba, pietra serena característica, abajo, muro etrusco en pietra serena de Fiesole

Estas diferentes evidencias arqueológicas han sido halladas en Perugia y Fiesole para
edificios urbanos, y en Felzna, Aritim (Arezzo) y Clevsin para los elementos funerarios.
En el entorno geográfico etrusco, la extracción y producción de este tipo de piedra se
realizó principalmente en canteras que se hallan situadas alrededor de un
asentamiento urbano de tipo secundario cuya fundación y primera cimentación de
edificación están relacionadas con el periodo Villanoviano, cercanas a la actual
localidad toscana de Fiesole situada a unas decenas de kilómetros de Florencia. Esta
ciudad etrusca, de tamaño modesto, observa una situación espacial mediana con dos
polos principales; esto último se encuentra a medio camino entre Felzna en el norte y
Aritim en el sur. En esta perspectiva, todos los datos recopilados pueden sugerir o
definir una actividad para la “piedra serena” en torno al norte de Etruria teniendo a
Fiesole como un centro principal.

Estela etrusca con representación de sátiro elaborada en pietra serena (520-500 a.C.)

II.5. MÁRMOL

La producción arquitectónica y estatuaria etrusca atestigua el uso de tres tipos de


mármol: el mármol de Carrara, el mármol rojo de Volterra y el mármol de “Luna”. A
pesar de haber tenido un crecimiento significativo durante el periodo del Imperio
Romano, la explotación y producción del mármol de Carrara está atestiguada, sin
embargo, en una época tardía para el contexto de la industria etrusca. El mármol de
Carrara es un mármol blanco, a veces con un entrelazado cromático gris y tonalidades
de verde; este tipo de mármol se extrae del macizo alpino de los Apuanes (al noroeste
de la región de Toscana) y la principal ciudad que se benefició de este importante
recurso mineral fue la ciudad de Fufluna o Pufluna (Populonia) ubicada en los
alrededores de la localidad de Carrara.

Canteras de Carrara productoras de uno de los tipos de mármol más apreciados desde
la antigüedad

Por otro lado, la documentación arqueológica sobre los artefactos etruscos trabajados
en este tipo de mármol blanco, sigue siendo muy escasa, de hecho, aunque este tipo
de piedra procede del subsuelo Apuano-etrusco, la producción etrusca no puede
asegurarse. Por el contrario, los “marbo lunies”, de la colonia etrusca de Luna (ant.
Luni) situada al sureste de la actual Sarzana, en la Liguria, y el mármol rojo procedente
de Il Circeo, cerca del emplazamiento urbano de Cerveteri (la antigua Caisra), sí tienen
acreditada una operatividad etrusca.

II.6. ALABASTRO

La piedra de alabastro, notablemente mejor representada en materiales minerales de


uso artesanal que el mármol, posee un grano más grande, pero menos denso que el
mármol. Esta característica le confiere una plasticidad más sustancial que el mármol
(roca que también es metamórfica). Esto facilita el uso del alabastro, que afecta a su
tamaño, cincelado y pulido Sin embargo, en este material metamórfico, el calcio se
encuentra dentro de las capas sedimento-estratigráficas más profundas que en el caso
del mármol, para la explotación, de carácter industrial por parte de los etruscos, estos
datos presentan, por tanto, una desventaja significativa, además las canteras de
alabastro se concentran principalmente en la parte centro-occidental del territorio
etrusco. Desde esta perspectiva, y al contrario de los depósitos de mármol etrusco, se
puede definir una distribución espacial desequilibrada de las canteras de esta roca
blanda: la extracción del alabastro no muestra homogeneidad espacial dentro del
territorio etrusco. Estudios geológicos, apoyados en investigaciones arqueológicas,
atestiguan y confirman que las áreas de explotación de este mineral se ubican
precisamente alrededor del conjunto urbano de la antigua ciudad etrusca de Velathri
(Volterra) (Massa-Pairault, F.-H. 1975, pp. 213-286); de hecho, dada la multiplicidad de
evidencias sedimentario-arqueológicas alrededor y en el lugar de esta antigua ciudad
etrusca, es probable que esta última hiciera de la extracción y trabajo de la piedra de
alabastro, una de sus principales actividades económicas.

Urna cineraria etrusca en alabastro procedente de Volterra (ss. II-I a.C.) Musei Vaticani
Urna etrusca elaborada en alabastro procedente de Volterra, siglo III a.C. (Museo
Etrusco Guarnacci, Volterra)

A través de los numerosos exvotos pertenecientes al catálogo arqueológico etrusco, la


producción industrial de piedra de alabastro aparece muy clara y, esencialmente,
dentro del campo artesanal funerario; estos últimos generalmente tienen formas de
cippi (estelas de piedra en forma cuadrada o redonda que poseen a menudo
inscripciones), urnas cinerarias, bajorrelieves que adornan las tumbas o incluso objetos
funerarios de tipo estatuario que forman parte del ajuar. Sin embargo, se podría
objetar esta observación, de hecho, ciertos objetos desenterrados revelan que el
corpus de artesanía realizado en piedra sedimentario-metamórfica también se
extiende a la arquitectura y al urbanismo etrusco; así se han hallado elementos en
opus (losas, adoquines, ladrillos) incorporados y/o reutilizados dentro de estructuras
fortificadas, muros de carga e incluso muros funerarios. Estos artefactos de alabastro
hechos a mano aparecen como una forma de escombros o de piedra tallada con un
carácter rectilíneo in stricto sensu.

II.7. GRES

El gres, también denominado “pietra arenaria”, es un material de tipo sedimentario


con tonalidades cromáticas ocres que data del periodo Cuaternario y que se forma
principalmente a partir de la acumulación de componentes arenosos. Las areniscas de
Etruria donde se explota este tipo de piedra como las de Monte Tezio y Monte Malbe,
se distribuyen de forma particular en la región de Perugia, aunque la extracción de la
piedra arenaria también se produce en la periferia del territorio de la antigua ciudad
etrusca de Felzna (Bolonia); concretamente la industria y el comercio del gres ocupaba
la parte noreste de la Dodecápolis etrusca. La composición de este tipo de piedra le
confiere a la vez características de solidez propias de las piedras de construcción y
aptitudes para el acabado, características de las obras esculpidas mediante, por
ejemplo, la técnica de bajorrelieve. Diferentes elementos del corpus arqueológico
etrusco nos revelan así el uso de dicha piedra en dos formas: por un lado, como un
bloque cuadrado en pareado o utilizado en arcos de bóveda incorporados en
implementaciones arquitectónicas como los muros perimetrales fortificados en Felzna
y Perugia; por otro lado, como material necesario para la obra en tumbas, estatuillas y
ornamentaciones talladas.

III. TIPOS DE CONSTRUCCIÓN

Los tipos de construcción de los antiguos etruscos son muy variados, incluyendo
hábitats particulares, ciudades, puertas monumentales, murallas y templos, tumbas y
sistemas hidráulicos y de comunicación, de todos estos ejemplos solo quedan los
vestigios de los elementos construidos en materiales perdurables como la piedra, por
lo que muchas de las estructuras etruscas originales se han perdido, pero, gracias a la
arqueología hoy en día podemos hacernos una idea de cómo eran este tipo de
construcciones. Seguidamente veremos algunos de los más significativos incluyendo
algunos notables ejemplos.

III.1. EL HÁBITAT ETRUSCO

Al principio de su historia, las casas etruscas eran de estructura muy simple, similares a
las cabañas circulares fabricadas con tapial y cubiertas con ramas. Este modelo de
vivienda varió en el siglo VIII a.C., pasando las viviendas a ser de planta cuadrangular,
morfología que posteriormente heredó Roma. Las viviendas se construían en madera y
adobe y más tarde de morrillos de toba. Podían poseer hasta dos pisos. Las estructuras
de madera de las casas más ricas se protegían de la humedad por placas de terracota
pintada de colores vivos. Inicialmente, la clase aristocrática vivía en casas de tres
habitaciones, a veces precedidas de un pórtico que daba a un patio. Posteriormente se
construyeron grandes residencias (domus) con un patio central, según el estilo griego.
Alrededor del patio se construían las habitaciones; el patio poseía un impluvium en el
centro y la cubierta era a cuatro vertientes hacia el interior. Otra variedad era el
despluvium, con la cubierta con cuatro vertientes hacia el exterior. Por su parte, la
ciudad etrusca era de planta cuadrangular, dividida por cuadriculas y rodeada por una
muralla que poseía puertas principales de entrada que se abrían entre dos torreones
mediante arco de medio punto y que daban a las dos calles principales que se
cruzaban: la calle que se extendía de norte a sur llamada Cardo y la que cortaba
perpendicularmente a ésta por el medio llamada Decumano; probablemente esta
estructura de la ciudad etrusca sea heredera de los planos de campamentos militares.
El hábitat de los etruscos nos es conocido principalmente a través de los restos
arqueológicos de carácter funerario. La investigación arqueológica de necrópolis y
restos de centros habitados etruscos nos ha ido permitiendo conocer la planimetría y
arquitectura de las viviendas, la primera información se recopiló en las necrópolis y
mediante el estudio de tumbas con cámara y urnas funerarias. En efecto, en el interior
de las tumbas (especialmente las de Cerveteri, Chiusi y Tarquinia) se pueden observar
reproducciones de techos a dos aguas, puertas, ventanas, así como elementos
arquitectónicos y decorativos realizados en estuco, tallados en piedra o pintados.
Posteriormente, el estudio de las antiguas viviendas en Marzabotto ha hecho avanzar
en el conocimiento del hábitat etrusco durante periodo comprendido entre los siglos V
y IV a.C. Parece claro, debido a las evidencias obtenidas a partir de las tumbas más
ricas, que la élite etrusca vivía en una comodidad bastante espaciosa, pero hay poca
evidencia sobre cómo eran sus casas, aunque hay representaciones de mobiliario en
las pinturas tumbales. Las cámaras de las tumbas excavadas en la roca a menudo
forman conjuntos de “habitaciones”, algunas bastante grandes, que presumiblemente
se asemejan en parte a las casas con atrio de los etruscos acomodados (Boëthius et al.,
1978, pp. 75-89; Banti, L. 1973, pp. 27-28) Pocos restos de casas etruscas han
sobrevivido, donde quedan, hay bases de toba muy compactas, quizás con ladrillos de
barro en la parte superior, pero en algunos lugares las partes inferiores de las paredes
de toba sobreviven incluso en casas pequeñas. Un juego completo de cimientos
muestra una casa de 7,9 x 3,9 metros. En las granjas grandes, minas, canteras y quizás
en otros lugares donde se empleaba a mucho personal, los trabajadores vivían en
dormitorios. Un tipo de maquetas de casas, hechas de cerámica y, en ocasiones, de
bronce, denominadas “urnas de cabaña”, nos proporcionan algunas indicaciones
acerca de este tipo de construcciones.

Urna en forma de cabaña (urna a capanna) procedente de Montecucco


(Castelgandolfo) 900-850 a.C. fase Lazial II A. Musei Vaticani
Este tipo de urnas se utilizaron para contener cenizas de cremación y son
características de las culturas de Villanova y etrusca durante las primeras formas de
enterramiento, especialmente en las áreas del norte de Italia (Banti, L. 1973, p. 25;
Boëthius et al. 1978, pp. 26-27).

Urna en forma de cabaña (urna a capanna) siglo IX a.C. Museo Archeologico di


Pontecagnano

Las urnas de cabaña muestran un modelo convencional con un solo espacio interior,
suelen ser redondas o ligeramente ovaladas, a menudo con prominentes vigas de
madera colocadas en dos filas en el techo inclinado, que se cruzan en la cumbrera
central y se proyectan en el espacio en forma de “V”, estas proyecciones parecen
haber sido talladas o decoradas de alguna otra manera.

Las urnas tienen siempre una gran puerta cuadrada de acceso y, a veces, dos, y el
contorno de las ventanas en las paredes puede estar indicado por crestas o marcas en
la arcilla. Muy a menudo hay una ventana y una salida para el humo, encima de la
puerta, en el techo y en el extremo opuesto (Boëthius et al. 1978, pp. 26-27). Estas
viviendas estaban hechas de tierra y materiales orgánicos, utilizando ladrillos de barro
y bahareque; había hogares de piedra y quizás anillos de piedra en la base.

La Tomba dei Rilievi en la necrópolis de la Banditaccia (Cerveteri), sugiere que las


posesiones tales como herramientas y armas, a menudo se colgaban de las paredes
para almacenarlas. En el monte Palatino de Roma, la Casa Romuli (tugurium Romuli) se
conservó durante mucho tiempo y, cuando fue necesario, fue reconstruida a su
aspecto original. Se trataba de una cabaña hecha de postes de madera y vigas en el
techo, paredes de adobe y techo de paja (Richardson 1992, p. 74), un ejemplo típico de
las viviendas etruscas ordinarias (aunque este modelo se ha propuesto como el de una
cabaña campesina tradicional de los latinos, con una sola habitación, con techo de paja
y paredes de adobe, como las reproducidas en las urnas funerarias de la cultura Lazial
– c. 1000-600 a.C. -) (Cornell, T. J. 1995, p. 51; Vitruvio De arch. II.I.5) fuera de los
centros urbanos poblados; el lugar exacto donde se ubicaba esta cabaña no se ha
podido establecer con seguridad, pero en una localización propuesta se ha hallado el
círculo de sus agujeros para postes más uno central, cortados en el lecho rocoso de
toba, con un perímetro ovoide de 4,9 x 3,6 metros (se ha especulado que un “tugurium
Faustini” en el Palatino, registrado en la época de Constantino I, siglo IV d.C., era en
realidad la “Casa Romuli” que aún se conserva (Platner, S. B. 1929).
Reconstrucción de la “Casa Romuli” (Parco Archeologico del Colosseo)

Recreación de la zona de ubicación de la “Casa Romuli” en el Palatino (Parco


Archeologico del Colosseo) tal y como aparecería en su época original
La “Casa Romuli” en la actualidad, monte Palatino (Roma)

Aunque no existen datos cronológicos totalmente seguros sobre la evolución de las


casas comunes, extensos estudios y comprobaciones permiten establecer una
cronología aproximada de las distintas fases de los asentamientos etruscos:

PERIODO VILLANOVIANO

Se trata de los hábitats del primer periodo (finales del siglo IX a.C. – mediados del siglo
VIII a.C.). Este tipo de hábitat se reproduce en las urnas cinerarias conocidas como
urnas de cabaña (“capanna”) ya descritas más arriba. El hábitat es de estilo cabaña o
choza, su plano es reconocible por los agujeros destinados a alojar los postes de
apoyo, este tipo de estructuras se han hallado en excavaciones arqueológicas
realizadas en lugares como Luni, San Giovenale, Tarquinia, Veyes y el Palatino en
Roma. Su forma es redonda, ovalada y rara vez rectangular. El piso está excavado en la
roca y cubierto con tierra batida, los muros estaban hechos de arcilla compactada y
cubiertos con material vegetal tejido y la cubierta estaba hecha de plantas depositadas
en un techo a dos vertientes. El hábitat, por lo general, se componía de un solo espacio
con puertas de acceso, ventanas, fuego central y chimenea.

PERIODO ORIENTALIZANTE Y ARCAICO

Este tipo de hábitat se desarrolló entre mediados del siglo VII a.C. hasta la primera
mitad del siglo VI a.C. El hábitat, de planta rectangular, aparece con el inicio del hábitat
urbano. La Tomba della Capanna (Túmulo II), siglo VII a.C., en la necrópolis de la
Banditaccia (Cerveteri), es una de las primeras tumbas cuya disposición imita la casa de
los vivos, con sus elementos estructurales y arquitectónicos: techo de madera y paja a
dos aguas, viga central y bancos de piedra a lo largo de las paredes.

Tomba della Capanna (Túmulo II) Cerveteri, arriba, vista exterior, abajo plano del
interior del Túmulo
Una de las salas interiores de la Tomba della Capanna (Túmulo II) Cerveteri

Este tipo de hábitat apareció durante las excavaciones de Veio, San Giovenale,
Acquarossa, Murlo, Marzabotto y Rusellae. Las innovaciones técnicas y tipológicas más
destacables consisten en los materiales de construcción utilizados, la separación
interior en dos partes y el techo. Los cimientos son ahora hechos de bloques de piedra
y los muros de arcilla prensada o ladrillos de barro, mientras que el techo descansa
sobre un soporte de madera de doble pendiente y que está hecho de elementos
sólidos como tejas. Este tipo de hábitat se compone de dos habitaciones, la primera
cumple la función de antecámara, el hogar doméstico se halla en la segunda habitación
que constituye la sala de estar. El techo es de cadumen (una imponente viga central
que soporta el techo a dos aguas).

Durante el siglo VI a.C. el plan se vuelve más complejo, el hábitat se extiende


gradualmente en dos o tres habitaciones alineadas que constituyen la parte privada,
precedida por una amplia antesala que ocupa toda la parte delantera (Acquarossa,
Rusellae). Estos hábitats ofrecen una amplia gama de materiales y objetos de calidad
(terracota decorada) y requieren para su construcción de una mano de obra
especializada: carpinteros, decoradores, ceramistas. Este tipo de vivienda es la
expresión de un profundo cambio cultural con la aparición de una nueva clase
aristocrática, más rica y culturalmente más refinada. Este tipo de hábitat se halla
representado en las tumbas de la Banditaccia (Cerveteri).

LOS COMPLEJOS MONUMENTALES DE ACQUAROSSA Y POGGIO CIVITATE


“Complejo monumental” es un término utilizado para referirse a algunos grandes
conjuntos de edificios descubiertos hace relativamente poco tiempo por la
arqueología, aunque este término refleja todavía una falta de certeza acerca de su
función. Los dos ejemplos principales de este tipo de complejos son dos edificios
arcaicos, el de Acquarossa (zona F) y el de Poggio Civitate.

El yacimiento de Acquarossa (o Fosso Acqua Rossa) se halla cerca de la ciudad de


Viterbo. La zona ya estuvo habitada desde hace milenios, se han realizado hallazgos
esporádicos que van desde el Neolítico, el Eneolítico y las culturas de los Apeninos, con
un asentamiento de chozas antes de la presencia etrusca.

Vista aérea del complejo monumental de Acquarossa (Viterbo)

El nombre original de este complejo se desconoce aunque se han propuesto los


nombres de Frontac o, probablemente, Ferenth, el lugar fue destruido o bien por un
terremoto o bien por ataques de ciudades enemigas en torno a los años 550-500 a.C.
El rasgo más importante de este yacimiento lo constituyen los restos de numerosas
casas etruscas, principalmente de forma cuadrangular que, generalmente, constan de
tres habitaciones alineadas con o sin porche delantero, construidas con bloques de
toba reforzados con troncos de madera y que forman parte de un conjunto urbano de
naturaleza irregular.

Acquarossa (Viterbo) plano del edificio orientalizante, según M. Stradberg Oloffson et


alii. “Acquarossa”. In: S Stopponi (ed.) Case e palazzi, p. 56. Fig. 9. Milano, 1985.

Restos del edificio orientalizante de Acquarossa (Viterbo) en la actualidad


Existía un gran patio central bordeado al norte y al este por edificios porticados, con
columnatas de madera coronadas por capiteles peperinos. Dos series de habitaciones
ubicadas una al lado de la otra y dispuestas en ángulo recto daban al patio. El edificio
aparecía originalmente ricamente decorado, son notables las placas de arcilla que
cubrían las vigas del techo, hechas con moldes y representadas en bajorrelieves de
diversas formas; los temas mitológicos se alternan –Heracles frente al toro de Creta o
el león de Nemea- con escenas de convivencia y embriaguez dionisíaca, la mayor parte
de estas piezas se exponen en el Museo Archeologico Nazionale di Viterbo.

Ejemplos de lastras en terracota procedentes del complejo monumental orientalizante


de Acquarossa (Viterbo)
El conjunto monumental (zona F), que fue inicialmente considerado como un templo y
posteriormente como la residencia del gobernante y sede administrativa de la ciudad,
actualmente se cree que pudo realizar ambas funciones. Este conjunto monumental
fue excavado por el Instituto Sueco de Roma en las décadas de 1960 (el trabajo de
campo comenzó en 1967) y 1970 (las dos últimas campañas de excavación reales se
llevaron a cabo en 1975 y 1978), además, un conjunto similar a la Regia de Roma fue
excavado en el lugar. En octubre de 1989 se llevó a cabo un estudio menor alrededor
de la acrópolis, el objetivo era comprender el camino entre la necrópolis Tre Marie y el
asentamiento en la propia necrópolis, la investigación reveló la presencia de una
carretera siguiendo el arroyo Piscin de Polvera, durante el periodo etrusco y reveló que
el asentamiento etrusco se extendió sobre un área más grande de lo que se pensaba
anteriormente.

En cuanto a Poggio Civitate, este complejo se halla en una colina situada en la comuna
de Murlo (Siena) los primeros hallazgos en el lugar, realizados por de Dario Neri y
Ranuccio Bianchi Bandinelli, se remontan a 1920, desde entonces la excavación ha
tenido diferentes directores tales como Kyle M. Phillips, del Bryn Mawr College (1966-
1973), Erik Nielsen y Kyle M. Phillips (codirectores entre 1973-1981), Erik Nielsen,
presidente de la Universidad Franklin de Suiza (1973-2011), Erik Nielsen y Anthony
Tuck (codirectores entre 1997-2011) y Anthony Tuck, profesor de la Universidad de
Massachusetts Amherst (desde 1996 hasta el presente). La primera fase orientalizante
del asentamiento fue realizada alrededor del año 630 a.C., se trataba de un edificio de
más de 35 metros de largo por 8 metros de ancho, no poseía divisiones internas y
probablemente era de dos pisos, con la parte inferior utilizada como almacén tal y
como lo demuestran los restos de pithoi hallados enterrados en el piso.

Plano del complejo orientalizante de Poggio Civitate y lastra de terracota (Murlo)


Poggio Civitate (Murlo) techo del complejo orientalizante con gárgolas y lastra en
terracota de jinetes

Al llegar al edificio se hallan los restos de un taller artesanal que confirma la


producción local de cerámica arquitectónica, alfarería y otros objetos valiosos. Las dos
estructuras fueron destruidas por un incendio alrededor del año 600 a.C. Hacia el año
580 a.C., la residencia fue completamente reconstruida sobre los escombros del
edificio anterior, pero con una dimensiones mucho mayores.

Reconstrucción del segundo complejo de Poggio Civitate (Murlo)

Se trataba de un cuadrilátero de 60 metros orientado al sureste, en algunas de las


esquinas se hallaban cuatro habitaciones del mismo tamaño y características que
hacen pensar en torres o en todo caso servirían para guardar la estabilidad del
conjunto, estas habitaciones se hallaban cubiertas por unos 2.800 metros cuadrados
de tejas de terracota. Las habitaciones restantes del complejo, 18 en total, se abrían a
un patio interior caracterizado por arcadas en tres lados, en el cuarto lado había una
capilla que, con toda probabilidad, guardaba las imágenes de las divinidades tutelares
del lugar y existe la posibilidad de que un trono se hallase en la habitación principal. El
acroterio del conjunto se caracteriza por figuras de arcilla redondeadas que
representaban personajes sentados con tocados de ala ancha (incluido el denominado
“vaquero de Murlo”) y fantásticas figuras mitológicas.

El “vaquero de Murlo” del complejo monumental orientalizante de Poggio Civitate

El patio interior estaba decorado con placas de terracota que representaban escenas
de convivencia, carreras de caballos y escenas de caza. Uno de estos frisos muestra
una escena de banquete común en el arte de la Italia arcaica; la escena muestra a
cuatro sirvientes que atienden a los invitados que se hallan reclinados en lechos,
también aparecen perros de caza. Uno de los invitados toca la lira mientras un
recipiente para mezclar aparece representado situado en el centro de dos lechos. Otro
de los frisos representa a seres humanos y animales míticos, divinos o de existencia
real; también se representan procesiones, carreras de caballos y guerreros marchando
detrás de líderes que se hayan subidos a carros.

Lastras de terracota con escenas ceremoniales y de banquete procedentes del


complejo monumental orientalizante de Poggio Civitate (Murlo)

Algunas de las escenas muestran ceremonias y negocios en curso, en una de estas


escenas, una figura humana porta un lituus. Alrededor del año 525 a.C. el complejo fue
desmantelado y abandonado por los habitantes que, quizás, se trasladaron a otro
centro. Se construyó un terraplén de piedra y tierra para impedir el acceso al lugar. La
mayoría de los hallazgos interesantes se encontraron bajo la capa de escombros
resultante del derrumbe del edificio tras el incendio y mostró cómo los habitantes
estuvieron preparados para huir rápidamente, abandonando casi todos los objetos de
su vida cotidiana en el lugar. Parte del material recuperado se halla en Murlo, en el
Museo Etrusco “Antiquarium di Poggio Civitate” ubicado, desde 1988, en el antiguo
Palacio Episcopal.

Por tanto, podemos concluir que tanto el complejo de Acquarossa como el de Poggio
Civitate son construcciones del siglo VII a.C. (o puede que incluso anteriores). Ambos
eran complejos monumentales que poseían conjuntos de edificios alrededor de un
patio, que utilizaron la piedra, al menos en los cimientos, tejas y decoración elaborada
en terracota arquitectónica. El tamaño de estos complejos es excepcional para fecha
tan temprana. Una función obvia o, al menos posible, es la de viviendas de tipo
palaciego; otra función es la de edificios cívicos que fueron utilizados como lugares de
reunión y conmemoración para la comunidad. De estos complejos actualmente solo
quedan poco más que los cimientos de piedra, fragmentos de cerámica y otros objetos
diversos.

SIGLO V a.C. HASTA LA ÉPOCA ROMANA

Durante el siglo V a.C. aparecieron nuevas modificaciones (testimoniadas por los


hallazgos realizados en la antigua ciudad etrusca que se hallaba en los alrededores de
Marzabotto). Las viviendas, rigurosamente ortogonales, según el trazado del plan
hipodámico, poseían un desarrollo longitudinal a lo largo de un corredor bordeado por
tiendas de artesanía y almacenes que se abrían a un patio central descubierto y
toscamente cubierto de adoquines alrededor del cual se ubicaban las propias
viviendas. Sobre la construcción privada durante el periodo helenístico en Etruria
todavía falta información. Algunos hallazgo realizados en Rusellae, Bolsena, parecen
confirmar el desarrollo continuo del hábitat alrededor de un patio (en algunos casos,
pórticos). La relación entre el hábitat del atrio etrusco e itálico aún no se comprende
completamente, aunque compluvium, impluvium y tablinum son varias de las
contribuciones de la arquitectura etrusca a la romana, así como la separación de
estancias para los amos y los sirvientes. Varro (116-27 a.C.) atribuyó a los etruscos el
origen de este tipo de vivienda privada y que una especie de atrio de la domus romana
era llamado “tuscanicum” (etrusco). También la villa rústica y el latifundio se suceden a
las viviendas más pobres, donde antes trabajaban servidores o penestales.

Es posible que diferentes tipos de viviendas siguieran coexistiendo a lo largo del


tiempo; los materiales utilizados para su construcción pueden diferir en función de las
posibilidades económicas de las familias o en función de factores ambientales (Pianu,
G. (app.) 1985, pp. 277-278). De un tipo de casa, con patio central, del que existe algún
ejemplo en Marzabotto, tuvo que evolucionar la casa de tipo itálico de época romana,
descrita por Vitruvio, que tuvo fases experimentales halladas en la Tomba François en
Vulci y en el Hipogeo de los Volumnii en Perugia. Actualmente se estudian los tipos de
viviendas de épocas más recientes integrando los datos con los de las casas de
Pompeya que carecían de decoración plástica en los techos, ahora solo reservada para
los templos (Pianu, G. (app.) 1985, pp. 284-287).

Plano de distribución de una domus itálica de época romana

III.2. TEATROS

Aunque sabemos que el etrusco fue un pueblo amante de la música, la danza, los
espectáculos deportivos y atléticos y las celebraciones (muchas de ellas de tipo
religioso) y que este mundo festivo y conmemorativo influyó en la antigua Roma, como
por ejemplo los versos Fascennine (un tipo de poesía, procedente del sur de Etruria y
que posteriormente se convirtió en sátira y drama cómico romano) o los términos
latinos “histrio” que procede del etrusco “ister” con significado de “ejecutante,
intérprete, artista” o “persona” del etrusco “phersu” con significado de “máscara,
danzante enmascarado” y de donde procede nuestra palabra “persona”, muy poco
sabemos acerca de las construcciones etruscas asociadas con los espectáculos lúdicos.
Poco queda de los restos originales, hechos a menudo de materiales perecederos
(madera, ladrillo), a excepción del teatro etrusco de Castelsecco (Arezzo), situado en lo
alto de la colina de San Cornelio y datado hacia el siglo II a.C. Sin embargo, podemos
recomponer algunas de las características propias de los teatros etruscos:

 Estructura escalonada al aire libre y palcos privados.


 Cavea, orquesta y parodoi (pasillos que conectaban la orquesta con el exterior).
 Galerías técnicas o de retiro para los espectadores en caso de lluvia.
 Columnatas con vistas al paisaje.

Dos vistas aéreas de la zona arqueológica de Castelsecco (Arezzo) con el teatro etrusco
en la parte inferior
III.3. MUROS Y FORTIFICACIONES

Las ciudades etruscas, que a menudo se asentaban en las cimas de las colinas, se
comenzaron a amurallar aproximadamente desde el siglo VIII a.C., primeramente con
ladrillos de adobe y después, frecuentemente, con piedra, debido a que, incluso antes
de que Roma comenzara a anexionarse el territorio etrusco, la Península Itálica sufría
guerras frecuentes, encontrándose el mundo etrusco con enemigos al norte, como los
celtas y a una Roma expansionista al sur. En el siglo IV a.C. Volterra poseía dos
murallas, la segunda de ellas rodeaba toda la ciudad (Boëthius, A. 1978, pp. 66-68).
Estas murallas poseían un “agger” o terraplén y una fosa o zanja frente a la muralla.

Una sección de las murallas etruscas de Volterra, puede observarse un tramo de


bloques ciclópeos

La mampostería es, a menudo, de buena calidad, a veces formada por bloques


rectangulares en un sillar más bien tosco y a veces ciclópeo, hecho de grandes bloques
poligonales en parte trabajados para encajar entre sí; los huecos que podrían quedar
entre los bloques se rellenaban con piedras mucho más pequeñas. Las ciudades
etruscas poseían varias puertas por donde entraban y salían las mercancías y las
personas, entradas a las que en ocasiones se les daba forma de puertas de arco, dos de
los mayores ejemplos de este tipo de puertas se hallan en Volterra (Porta all´Arco) y en
Perugia (Porta Marzia, aunque aquí también se halla otra importante puerta etrusca
del siglo III a.C. conocida como Arco de Augusto, Porta Tezia o Porta Pulchra). En estos
ejemplos, como en muchos otros, los restos que se conservan proceden de un periodo
en el que algunas de estas ciudades estaban anexionadas o recibían la influencia de
Roma, pero parecen representar las tradiciones constructivas etruscas. Como ejemplos
de cintas murarias etruscas podemos citar aquí:

 Fiesole: del siglo IV a.C., construida en seco con grandes bloques cuadrados de
“pietra serena” local, dispuestos en filas regulares y alcanzando en algunos
lugares una altura de 5 metros y un espesor de base de 2,5 metros. Los muros
tuvieron una longitud de 2,5 kilómetros que rodeaban las colinas de San
Francesco y Sant´Apollinare sobre las que se extendía la ciudad etrusca.
 Orbetello: muralla del siglo V a.C.
 Cortona: muralla del siglo IV a.C., con una extensión de 3 kilómetros.
 Volterra: muralla del siglo IV a.C., con una extensión de 7 kilómetros, hecha de
“panchina” local, de grano fino y de color blanco, este tipo de piedra también
se utilizó para realizar urnas cinerarias, mampostería de edificios y
pavimentación de carreteras.
Página anterior y arriba, restos de la muralla etrusca de la ciudad de Fiesole

Restos de la muralla etrusca de la ciudad de Bolsena

PORTA ALL´ARCO Y PORTA MARZIA

La Porta all´Arco (Volterra) ha sido fechada en torno a los siglos IV-III a.C. y formaba
parte de los muros de la ciudad, su forma fue reformada durante la Edad Media
cuando la ciudad de Volterra se erigió como un municipio libre. Esta puerta constituía
el acceso principal a la ciudad desde el lado sur, mientras que otra puerta, la Porta
Diana (fechada entre los siglos III-II a.C.), lo hacía desde el lado norte. En comparación
con construcciones similares de otras ciudades, la Porta all´Arco se vio afectada en
menor medida por las modificaciones realizadas en época romana después de que esta
ciudad etrusca cayera bajo el dominio de Roma y, de hecho, todavía presenta hoy en
día la grandiosidad típica de las puertas de acceso etruscas.

La Porta all´Arco (arco exterior) una de las puertas de acceso a la ciudad etrusca de
Volterra

La puerta está construida de grandes bloques de toba superpuestos, el color vivo se


debe al uso de tres tipos diferentes de piedra: en los bloques que forman la mayor
parte de la estructura se empleó caliza arenisca amarilla, el arco está realizado en
piedra caliza gris y las tres cabezas esculpidas son de segalita rojiza. Como saliente
particular, en el frente externo, se observa el subrayado de los tres elementos
principales del arco (la piedra angular, y los dos niveles de contraventana) mediante
tres cabezas esculpidas (protomos), tal vez representando a Tinia (la divinidad principal
del panteón etrusco) y a Castor y Pollux, los protectores de la ciudad, aunque también
pudieran representar a la tríada principal de panteón etrusco: Tinia, Uni y Mnerva.
Otra hipótesis presentada es la que sostiene que podría tratarse de la emulación de la
costumbre oriental de exhibir las cabezas cortadas de los comandantes enemigos en
las murallas de la ciudad como una advertencia tácita ante cualquier intento de
agresión. Tanto el arco como las tres cabezas se encuadran en alteraciones posteriores
de la estructura original y podrían datarse en torno al siglo III a.C. La puerta posee dos
arcos, uno externo, con las tres cabezas descrito anteriormente, originalmente
defendido por un sistema de rastrillo que permitía un rápido cierre defensivo, y un
arco interno, enrejado por dos puertas.
Porta all´Arco (arco interior) una de las puertas de acceso a la ciudad etrusca de
Volterra

En esta imagen pueden verse con más detalle los tres protomos de la Porta all´Arco
La Porta Marzia (Perugia) data de la segunda mitad del siglo III a.C. y fue incorporada
en 1540 a los muros defensivos de la fortaleza de Rocca Paolina, para lo cual la antigua
puerta etrusca fue desmontada y reubicada a cuatro metros de su lugar original.

Porta Marzia de Perugia, en la imagen inferior pueden apreciarse mejor los detalles de
las esculturas

Construida en travertino, esta puerta posee un arco de medio punto enmarcado por
pilastras con capiteles con rosetón central rematado por una balaustrada marcada por
cuatro pilares de estilo italo-corintio de los que sobresalen cinco esculturas: en la parte
central dominan la escena Tinia, Castor y Pollux (las tres deidades protectoras de la
ciudad), flanqueadas por sus respectivos caballos en cada extremo. Otras dos cabezas,
quizás representaciones de las deidades tutelares de las puertas, se encuentran en los
triángulos que se hallan entre el arco y las pilastras. La piedra en la parte superior del
arco, ahora gastada, representa la cabeza de un caballo. La inscripción “Augusta
Perusia” se puede leer en el arquitrabe sobre el arco; en el marco superior está
grabada la inscripción “Colonia Vibia” como testimonio de ius coloniae otorgado por el
emperador romano Vibio Treboniano Gallo, de origen perugino. El nombre de la
puerta pudiera derivar del hecho de que había un templo de Marte cerca o del hecho
de que se llevaran a cabo juegos marciales cerca de la puerta, otra hipótesis muy
plausible, es que su nombre derive de Vibio Marso (de la antigua familia Vibi) que
restauró y embelleció la puerta en el siglo I d.C. bajo el reinado de Tiberio; Vibio Marso
también comenzó la construcción del anfiteatro situado debajo de la Porta Marzia (los
restos de este anfiteatro todavía son visibles debajo del Palazzo Vibi, hoy Palazzo della
Penna, los della Penna fueron los herederos de Vibi).

III.4. TEMPLOS

En los primeros tiempos de la civilización etrusca la veneración a las divinidades parece


haberse desarrollado en recintos al aire libre, delimitados pero no construidos; una vez
comenzada la actividad constructiva de templos, los sacrificios continuaron
realizándose fuera de los templos, al igual que ocurrió con los sacrificios en la antigua
Roma, los templos etruscos estaban situados fuera de las ciudades, en lugares
elevados. Desde finales del siglo VII a.C. algunos edificios comenzaron a caracterizarse
como lugares sagrados distintos del palacio del gobernante, por lo que fue, alrededor
del año 600 a.C., que los etruscos comenzaron a construir templos monumentales,
este hecho fue muy posiblemente influenciado por los griegos aunque se ha discutido
si estos edificios se desarrollaron esencialmente a partir de los modelos de casas
etruscas más grandes (Izzet, V. 2007). Puede establecerse que la tipología del templo
etrusco nació a principios del periodo arcaico (segundo cuarto del siglo VI a.C.) como
un espacio destinado a la conservación de la estatua de culto (los templos eran
considerados un lugar en el que reunirse para orar a las divinidades más que como una
morada de la divinidad, siendo muy frecuente el llevar ofrendas consistentes, por lo
general, en exvotos o bien animales para el sacrificio) y el mobiliario sagrado,
consolidándose como forma canónica a finales del mismo siglo (Torelli, M. 1985, p. 83).
A diferencia de los templos egipcios y griegos, que evolucionaron junto a la sociedad,
los templos etruscos permanecieron, con algunas variaciones, sustancialmente sin
cambios en el tiempo (Torelli, M. 1985, p. 227), desarrollando una tipología de
vivienda con tres habitaciones y transformando el atrio anterior en el pronaos
(Colonna, G. 1994). Podemos resumir la superficie de un templo etrusco de la siguiente
manera:

 Templo levantado sobre un podio con escalera.


 Orden toscano despejado, sin acanaladuras y con capitel sin ornamentación.
 El pórtico in antis con columnas; es la parte antecedente o pronaos, con ocho
columnas dispuestas en dos filas de cuatro. En ocasiones había columnas en los
laterales de la cámara interior (cella) pero en ningún caso en su parte trasera.
 La parte posterior, con una cella, que en algunas ocasiones se hacía triple,
poniendo de manifiesto la creencia etrusca en una tríada de divinidades y
dedicando cada cella a una divinidad en particular.
 Estructura adintelada, con cubierta a doble vertiente que es única para las tres
cellas, pese a que la central solía ser más ancha, diferenciándose del estilo
griego por la falta de krepis (crepidoma), la ausencia de proporciones, la triple
cella y la falta del pórtico trasero.
 Antefijas y acroterias.

El templo etrusco, levantado sobre un alto podio decorado con molduras opuestas,
cuya altura tiende a disminuir con el tiempo, era accesible a través de una escalera
frontal. Aparte de los ejemplos de planimetría más simples, con una sola cella
rectangular como en el templo más antiguo de Veio (Cristofani, M. 1978; Agustí Torres,
R. 2018b), es difícil distinguir los otros dos tipos más comunes, los de tres cellas y alae,
es decir, con una sola cella pero con dos pasillos laterales. La planta con una sola cella
podía ser con o sin columnas en la fachada, la planta con tripartición de la cella poseía
una doble hilera de columnas en el pronaos, en ausencia o presencia de una
prolongación de los muros laterales de la cella. En el templo de tipología alae, las alas
laterales podían estar cerradas por paredes o separadas de la cella solo por columnas
(tipología denominada períptero postico sinusoidal) (Torelli, M. 1985, p. 84). En el
santuario de Portonaccio (Veio), el templo de Mnerva poseía tres cellas, o una cella
con alae (Agustí Torres, R. 2018b). Otros ejemplos de un templo de tres cellas son el
templo de Belvedere en Orvieto y el templo A de Pyrgi (Santa Severa); el templo B de
Pyrgi (el más antiguo de los dos, siglo VI a.C.) y el templo de Satricum, dedicado a la
Mater Matuta (mediados del siglo VI a.C.) poseen una sola cella y perístasis (Colonna,
G. 1994).

Por lo general, solo el podio o plataforma de base usaba piedra, con las partes
superiores hechas de madera y terracota (aunque existe evidencia de que las columnas
del pórtico a veces eran realizadas en piedra como, por ejemplo, el templo de Veyes)
(Banti, L. 1973, pp. 31-32), lo que ha motivado que gran parte de la estructura de los
templos etruscos se haya perdido y hace que todavía sea mucho lo que desconocemos
de los templos etruscos. El único relato escrito de importancia sobre la arquitectura de
los templos etruscos es el de Vitruvio, De architectura libri decem, quien escribió un
tiempo después (15 a.C.) de que Roma absorbiera la civilización etrusca. Vitruvio
describe como planificar un “templo toscano” que parece ser de un estilo etrusco-
romano (tuscanicae dispositiones), templo de un tipo que quizás todavía a veces se
construía en su propia época, aunque la descripción de Vitruvio pudiera ser más bien
un intento por describir los edificios etruscos originales más que una descripción
exacta, no obstante, es muy posible que pudiera haber visto algún templo original.
Muchos de los aspectos descritos por Vitruvio se ajustan a lo que la arqueología puede
demostrar, pero otros no; en cualquier caso, está claro que los templos etruscos
aunque mantenían una disposición bastante canónica, también podían adoptar
variadas formas durante el periodo de aproximadamente cuatrocientos años en que
fueron construidos (Banti, L. 1973, pp. 31-32) como por ejemplo, el templo de
Talamonaccio que vio, entre la segunda mitad del siglo IV a.C. y la segunda mitad del
siglo I a.C. las primeras varias renovaciones, la última de las cuales implicó la inserción
del friso pedimental probablemente debido a la influencia de la cultura griega ahora
mediada por la sociedad romana, el espacio del frontón se cerraba con tablones de
madera a los que se clavaban placas con relieves sobresalientes (Pianu, G. (app.) 1985,
pp. 297-298), la introducción del friso que decora las paredes de la cella también data
del periodo helenístico, por lo que es conveniente establecer en qué momento se
hicieron renovaciones en los templos etruscos. No obstante todo esto, Vitruvio sigue
siendo el punto de partida inevitable para una descripción y un contraste de los
templos etruscos con sus equivalentes griegos y romanos.

Los rasgos que comparten los templos típicos etruscos y romanos, y que contrastan
con los griegos, comienzan con un enfoque fuertemente frontal, con gran énfasis en la
fachada frontal, menos en los laterales y muy poco en la parte trasera. Los podios
también suelen ser más altos y solo se puede ingresar en una sección del frente,
presentando una pared de plataforma en blanco en otro lugar. Puede que solo haya
columnas en el pórtico frontal. En los templos etruscos, más que en los romanos, el
pórtico es profundo y, a menudo representa, tal y como recomienda Vitruvio, la mitad
del área bajo el techo, con múltiples filas de columnas. Al menos en templos
posteriores, se encuentran versiones de capiteles griegos eólicos, jónicos y corintios,
así como el orden toscano principal (una versión etrusca del estilo dórico) en contra de
las convenciones griegas y romanas posteriores. La arquitectura etrusca compartía con
la arquitectura del antiguo Egipto el uso de grandes molduras tipo “cavetto” (una
moldura cóncava con un perfil curvo regular que forma parte de un círculo), aunque no
en la misma escala masiva. El cavetto tomó el lugar del “cymatium” griego (moldura
superior en la parte superior de la cornisa en el orden clásico que está hecha de una
moldura en forma de S, ya sea cyma recta o cyma reversa, combinando un cavetto
cóncavo con un óvolo convexo) en muchos templos, a menudo pintado con patrones
verticales de “lengua” (como en el templo reconstruido en el Museo Nazionale Etrusco
de Villa Giulia en Roma) y combinando con la distintiva “moldura etrusca redonda”, a
menudo pintada con escamas (Winter, Nancy A. 2012, pp. 61-67). Se han hallado
algunos modelos de templos hechos en cerámica y en representaciones en tumbas y
vasos cerámicos. Los restos de los elementos arquitectónicos hechos en terracota han
sobrevivido en importantes cantidades, y los museos, principalmente en Italia, poseen
buenas colecciones de antefijas pintadas de atractivas formas.

En los templos etruscos, Vitruvio especifica tres puertas y tres alae, una para cada una
de las principales deidades etruscas (Tinia, Uni y Mnerva), pero las evidencias
arqueológicas reflejan que esto no fue una norma, aunque existe. Las fuentes romanas
suelen atribuir a los etruscos el gusto por las tríadas en aspectos como el urbanismo
(como por ejemplo las tres puertas de las ciudades).

La orientación de los templos etruscos no era consistente y pudo ser determinada por
el augur en el momento de su fundación (Agustí Torres, R. 2021). Los exteriores de los
templos griegos y romanos originalmente estuvieron muy decorados y pintados con
llamativos colores especialmente el entablamiento y los techos, esto es aún más cierto
en los templos etruscos que estaban destinados a no verse más que de frente. Cuando
se utilizaba madera para las columnas, las bases y los capiteles, a menudo se hallaban
revestidos de terracota pintada (antepagmenta). El espacio del frontón permaneció
hueco, la decoración estuvo ausente o se limitó al revestimiento de algunas partes del
mismo (las terminaciones de la columna y los “mutuli”, es decir, la viga principal y las
vigas laterales), a través de placas a veces perfiladas. Todos los salientes del techo
estaban decorados, principalmente con elementos de terracota pintada en brillantes
colores, las acroterias podían ser estatuas de tamaño natural o elementos decorativos
como palmetas u otras decoraciones de tipo vegetal. Con frecuencia, había una hilera
de esculturas a lo largo de la cresta central del techo que iba más allá del grupo
acroterion sobre un frontón propio de los templos griegos y romanos. El Apolo de Veio
(santuario de Portonaccio) formaba parte de un grupo acroterion (Agustí Torres, R.
2018b), restos sustanciales pero fragmentarios de frontones esculpidos tardíos
sobreviven en museos, de hecho, más que de los templos griegos o romanos, esto es
en parte porque la terracota no era capaz de ser reciclada como lo era, por ejemplo, el
mármol. Los grupos de Luni y Talamone (ambos expuestos en Florencia) o el de Pyrgi
(Museo Nazionale Etrusco de Villa Giulia en Roma) se encuentran entre los más
impresionantes.

Elementos decorativos en terracota policromada del templo etrusco de Alatri


(reconstrucción). Jardines del Museo Nazionale Etrusco de Villa Giulia (Roma)

TEMPLO DEL BELVEDERE (ORVIETO)

El templo del Belvedere se halla situado cerca de Pozzo de San Patrizio, en Orvieto. Su
plano se asemeja mucho a la descripción canónica de los templos etrusco-itálicos
proporcionada por Vitruvio en su tratado De architectura libri decem. Este templo fue
descubierto por casualidad en 1828 durante la construcción de una carretera cercana.
Muy probablemente se construyó entre finales del siglo VI a.C. y principios del siglo V
a.C. y se mantuvo en uso hasta las primeras décadas del siglo III a.C. Actualmente son
visibles el podio, la escalinata de entrada, las bases de cuatro columnas y algunos
bloques perimetrales. Se desconoce a qué divinidad fue consagrado este templo, el
epígrafe pintado en una copa hallada en los alrededores del templo lleva el nombre de
Tinia, el dios principal del panteón etrusco, según otras hipótesis, entre las divinidades
veneradas en este templo también se encontraría el dios Suri (divinidad infernal y de la
adivinación). Detrás del templo se encontraba situada una construcción subterránea
revestida de cerámica, en la que se podría identificar un depósito de agua que estaría
destinada al uso ritual o, también, como un espacio destinado a particulares prácticas
de culto.
Vistas frontal y lateral del templo del Belvedere (Orvieto) construido a finales del siglo
VI a.C. comienzos del siglo V a.C. Actualmente son visibles el podio, la escalinata de
acceso, las bases de cuatro columnas y algunos bloques perimetrales
Dos antefijas en terracota policromada procedentes del templo etrusco del Belvedere
(Orvieto) siglos VI-V a.C. Museo Archeologico Nazionale di Orvieto
TEMPLO DE ARA DELLA REGINA (TARQUINIA)

El Ara della Regina, ubicado en el Pian de Cività, constituye uno de los hallazgos
arqueológicos más importantes de Tarquinia. En el lugar del templo se halla un
cenotafio construido en torno al siglo VI a.C. consistente en dos plataformas hechas de
bloques cuadrados que conmemora la figura de Tarconte, el fundador de Tarquinia.

Planos de planta de las cuatro fases constructivas del templo etrusco del Ara Della
Regina (Tarquinia). Vista aérea del templo del Ara della Regina.

El templo, en sí, data del siglo IV a.C. y se desconoce la identidad de la divinidad o


divinidades a quien/es estaba/n consagrado, pero recientes estudios sugieren la
identificación con la divinidad conocida como Artume (la Diana romana). Actualmente
es visible la base rectangular, construida en “macco” (un tipo de piedra caliza) y que
tiene unas dimensiones de 44 x 25 metros, el podio del templo, y lo que parece el
acceso a la cella interior del templo que está construida con bloques de nenfro (una
roca piroclástica propia de la zona). Los famosos Caballos Alados constituye uno de los
descubrimientos más importantes realizados en el lugar, se trata de una placa de
terracota que decoraba el frontón del templo y descubierta en 1938 durante los
trabajos de restauración realizados por el arqueólogo italiano Pietro Romanelli, en esta
placa aparecen representados dos caballos alados, encontrándose completamente
fragmentada se requirió un meticuloso trabajo de restauración para su reconstrucción.
Originalmente formaba un conjunto con otra placa que representaba un carro pero
que, lamentablemente, se ha perdido. Esta placa, datable entre finales del siglo V a.C.
y principios del siglo IV a.C. se conserva en el Museo Nazionale di Tarquinia.

Lastra en terracota de los caballos alados procedente del templo etrusco del Ara della
Regina (Tarquinia) Museo Nazionale di Tarquinia

SANTUARIO DE PORTONACCIO (VEIO)

Construido al comienzo del siglo VII a.C., la construcción del templo dedicado a la diosa
Mnerva se completó en torno a año 510 a.C., y la estructura final del santuario se
completó a mediados del siglo V a.C., a partir de este momento cesa toda la actividad
constructiva en el santuario de Portonaccio. El santuario consta de un templo, un
estanque para agua que era administrada por una serie de conductos subterráneos,
algunos de los cuales son actualmente visibles, y una plaza que termina en una gran
plataforma cuadrangular situada al este. El templo, de tipo toscano, de 18 metros
cuadrados estaba situado sobre un podio bajo constando de dos partes: un pronaos
con dos columnas a modo de fachada de 7 metros de profundidad, y una parte
posterior que poseía tres cellas de 9 metros de profundidad o, más probablemente,
una sola cella y dos alae o columnatas laterales.

Reconstrucción de la fachada del templo etrusco de Mnerva (Santuario de Portonaccio,


Veio) según G. Colonna & G. Foglia (1993)

Las columnas de 6 metros de altura, estaban hechas de toba revestida con estuco, así
como las paredes, que dentro del pronaos estuvieron decoradas con varias pinturas
realizadas sobre paneles de barro. El techo era de madera cubierto con terracota
policromada; la terracota poseía adornos de bronce y otros modelados a mano, entre
los cuales se encuentra una espléndida serie de acroteras con las cabezas de gorgonas,
ménades y sátiros. En 1916 fue descubierta aquí la famosa estatua de Apolo (Agustí
Torres, R. 2018b).
Dos antefijas de terracota policromada representando a ménades procedentes del
Santuario etrusco de Portonaccio (Veio). En la página anterior (debajo) un detalle de la
estatua a tamaño natural del Apolo del Santuario de Portonaccio
EL TEMPLO DE IOVIS OPTIMI MAXIMI CAPITOLINI

Incluyo una descripción de este templo romano debido a sus estrechas relaciones
tanto con los templos como con la arquitectura etrusca. El templo de Aedes Iovis
Optimi Maximi Capitolini fue el templo más importante de la antigua Roma, estaba
situado en la colina del Capitolio, rodeado por el Área Capitolina, un recinto donde se
exhibían numerosos santuarios, altares, estatuas y trofeos de victoria. El primer
edificio fue el templo grande más antiguo de Roma y estuvo dedicado a la Tríada
Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) y, como muchos templos en el centro de Italia,
compartía características con la arquitectura etrusca.

Reconstrucción aproximada del primer templo de Iovis Optimi Maximi Capitolini donde
puede observarse la clara influencia etrusca

Fue, según la tradición (Liv. Ab urb. 2,8), dedicado en el año 509 a.C., y en el año 83
a.C. fue destruido por un incendio; una reconstrucción de estilo griego se completó en
el año 69 a.C. Para el primer templo, las fuentes antiguas refieren que se trajeron
especialistas etruscos (incluido posiblemente el famoso Vulca) para trabajar en
diversos aspectos del edificio, incluidas la fabricación y pintura de los extensos
elementos de terracota o elementos superiores, como las antefijas (Stamper, J. 2005,
pp. 12-13). Se trata de la primera versión de templo de estilo etrusco más grande
registrada (Cristofani, M. 2016; Boëthius et al. 1978) y mucho más grande que otros
templos romanos durante siglos, las diversas reconstrucciones suelen mostrar aleros
muy anchos y una amplia columnata que se extiende a los lados, aunque no alrededor
de la parte trasera tal y como se hubiera hecho en un templo griego. En una imagen de
factura tosca procedente de un denario acuñado en el año 78 a.C. se muestra al
templo con solo cuatro columnas y una línea de techo muy transitada (la línea de
techo se utilizaba para describir las fascia, los plafones, antefijas y revestimientos que
forman la fachada inmediatamente por debajo del techo y los aleros de muchos
edificios y casas).

Denario del año 78 a.C. donde puede observarse la fachada del templo de Iovis Optimi
Maximi Capitolini con cuatro columnas

Planta del segundo templo de Iovis Optimi Maximi Capitolini realizada en el año 69 a.C.
y que sustituyó al templo original después del incendio del año 83 a.C.
Reconstrucción de la fachada del segundo templo de Iovis Optimi Maximi Capitolini

Sin embargo, su tamaño sigue siendo objeto de debate, según un testimonio de la


antigüedad, se ha afirmado que medía casi 60 x 60 metros, tamaño no muy lejano del
de los templos griegos más grandes (Boëthius et al. 1978, pp. 47-48), cualquiera que
fuese su tamaño, su influencia en otros templos romanos fue muy significativa y
duradera (Stamper, J. 2005).

FRONTÓN DEL TEMPLO A DE PYRGI Y FRONTÓN DE TALAMONE

El frontón del Templo A de Pyrgi (templo construido entre los años 470-460 a.C., de
planta toscana y dedicado a Heracles y a Thesan/Leucothea) es una obra en
altorrelieve de estilo arcaico tardío que estaba situado en la parte posterior del Templo
A. Este altorrelieve representa dos raros episodios de la saga de los Siete contra Tebas,
Capaneo fulminado y Tideo que golpea por la espalda al moribundo Melanipo,
provocando el disgusto de la diosa Atenea y la condena a seguir siendo mortal. En este
mismo templo, en la fachada, se hallaba otro altorrelieve de estilo clásico tardío que
representaba la protección ofrecida por parte de Heracles a la errante Leucothea junto
con el joven Palemón. También el Templo B de Pyrgi (más antiguo ya que fue
terminado sobre el año 510 a.C. y fue dedicado a la diosa Ilithia/Leucothea por
Thefarie Velianas, gobernante de Caere) poseía altorrelieves de estilo jónico pero
actualmente sólo se conservan restos muy fragmentados. Los restos de este frontón se
exhiben en el Museo Nazionale Etrusco de Villa Giulia en Roma.
Plano del conjunto arqueológico de Pyrgi, con los Templos A y B, el área C y el
santuario. Abajo, frontón del Templo A de Pyrgi (Museo Nazionale Etrusco de Villa
Giulia, Roma)
Restos del templo etrusco de Talamonaccio (GR), en la imagen inferior los restos del
frontón de Talamone

El frontón de Talamone es un raro ejemplo de frontón de terracota que data


aproximadamente del año 150 a.C., de estilo etrusco-helenístico, fue hallado a finales
del siglo XIX cerca de Talamone (GR) y constituía la parte frontal superior del antiguo
templo etrusco de Talamonaccio, un templo del siglo IV a.C. y ubicado en Poggio
Talamonaccio, en la comarca de Orbetello (GR), este templo se fundó en la época de
las últimas luchas entre las ciudades etruscas y Roma, siendo utilizado incluso después
de la conquista romana. El frontón de Talamone constituye la iconografía más
importante que nos ha llegado del mito de los Siete contra Tebas, ya que representa la
escena de la batalla final entre los hermanos Eteocles y Polynice, hijos de Edipo y
Yocasta, durante el asedio de la ciudad griega de Tebas. En el centro de la escena, los
cadáveres de los dos hermanos son transportados, mientras que en el final de la
escena se representa a otros héroes de la expedición.

III.5. TUMBAS Y NECRÓPOLIS

Emergiendo del suelo como pequeños templos y túmulos o excavadas en el subsuelo


como hipogeos, las tumbas etruscas presentan una disposición que se asemeja a los
hogares de los vivos, con dromos (pasillos), atrios (salas principales) y cámaras
funerarias de diferentes tipos, nichos y bancos de piedra que permiten la colocación de
los cuerpos vestidos de los difuntos o de urnas cinerarias conteniendo sus cenizas;
sarcófagos y ajuar funerario. Estas tumbas se excavaban en la roca propia del lugar, a
menudo roca blanda (toba, peperino, nenfro), estando decoradas con pinturas al
fresco y, a menudo, sin imprimación. Para la religión etrusca, el ser humano, débil e
insignificante en vida, necesitaba en el más allá un ambiente familiar en el que
transcurra su existencia después de la muerte, junto a sus objetos personales. Esto
explica el cuidado con el que construían sus tumbas y necrópolis, también el hecho de
que la pintura etrusca sea casi exclusivamente funeraria y que en las tumbas hayan
sido hallados ricos ajuares, algunos de ellos procedentes de las colonias griegas del sur
de Italia. Las paredes de las tumbas se pintaban con vivos colores que contrastaban
con la oscuridad, símbolo de la muerte; así, las tumbas etruscas constituyen una
fuente muy significativa, históricamente hablando, que permite conocer muchos
aspectos de la vida cotidiana y de las creencias y ritos populares que habría sido
imposible de conocer analizando exclusivamente los testimonios escritos.

Los etruscos de mayores recursos dejaron tumbas ricamente elaboradas, en su


mayoría agrupadas en grandes necrópolis situadas en las afueras de sus ciudades.
Estas tumbas estaban generosamente dotadas de ajuar funerario, especialmente
cerámica, que nos proporciona una buena parte de nuestra comprensión de la cultura
etrusca. Por lo general, en las regiones del sur de Etruria, donde la toba es muy
abundante, la cámara funeraria se excavó en la roca sólida por debajo del nivel del
suelo, algo relativamente fácil de hacer debido a la naturaleza blanda de este tipo de
piedra, pero, a menudo, había una estructura grande situada arriba. En otras regiones,
la construcción de la tumba se realizaba sobre el propio suelo. Algunas tumbas fueron
reutilizadas para realizar nuevos enterramientos de miembros de la misma familia
durante generaciones y, a menudo, se habrían visto llenas de sarcófagos y ajuar
funerario, muchos de los cuales han desaparecido debido a la acción de los
saqueadores de tumbas (tombaroli). Algunas tumbas tienen forma de edificios de
“dado”, a menudo colocadas en hileras como pequeñas casas; otras tumbas son en
forma de túmulo de base redonda con muros de contención hechos de piedra y
dotadas de escalera que conducen a las cámaras subterráneas. Ambos tipos de tumbas
se hayan simultáneamente en necrópolis como las de Monterozzi (Tarquinia) o La
Banditaccia (Cerveteri), esta última necrópolis, la más grande del Mediterráneo,
contiene alrededor de 6.000 tumbas. La tipología de las tumbas etruscas es variada
(Agustí Torres, R. 2018a) lo que refleja un desarrollo a lo largo del tiempo y diferencias
en las clases sociales.

Tumba a pozzeto (ss. X-VI a.C.)

Tumba de zanja (ss. VIII-V a.C.)

Tumba de cista (ss. VII-V a.C.)


Tumba de cámara (ss. VII-IV a.C.)

Tumba de túmulo (ss. VIII-V a.C.)

Tumba de edículo (ss. VI-V a.C.)

Tumba a dado (ss. VI-II a.C.)


Tumba de tholos (ss. VII-V a.C.)

Algunos tipos de tumbas reproducen claramente aspectos de las casas más ricas, con
varias cámaras conectadas, columnas con capiteles y techos con vigas excavadas en la
roca. Muchas de estas tumbas poseen pinturas al fresco que, aunque basadas en el
arte griego, presentan las claras características del arte etrusco, también se construían
con regularidad las denominadas “tumbas de útero”. La mayor conservación de las
tumbas etruscas, en comparación con las estructuras de tipo residencial, estaba
garantizada por su función; pensadas para tener una mayor duración, fueron
construidas con materiales no perecederos, en piedra o talladas en la roca, como
hemos apuntado más arriba. Los cambios en los rituales funerarios o en la estructura
socioeconómica de la población etrusca llevaron al desarrollo, a lo largo de los siglos,
de diferentes estructuras funerarias (Agustí Torres, R. 2018a).

Podría establecerse una clasificación de la arquitectura funeraria etrusca distinguiendo


tres tipos de tumbas: hipogeos, edículos y túmulos, estos tres tipos no son los únicos,
pero sí están entre los más representativos:

HIPOGEOS

Los hipogeos se excavaban enteramente bajo tierra o se construían en cavidades


naturales preexistentes, como grutas y cavernas. Estas tumbas constan, por lo general,
de una escalera de acceso (dromos) a través de la cual se accede al interior de la
tumba y a sus diferentes estancias. De ellos, uno de los más famosos es el Hipogeo de
los Volumnii.

HIPOGEO DE LOS VOLUMNII

Esta tumba data de la segunda mitad del siglo II a.C., y se halla situada en la zona de
Ponte San Giovanni, en la necrópolis del Palazzone (iniciada en torno a los siglos VI-V
a.C. y que consta de gran número de hipogeos) a las afuera de Perugia. Fue
descubierta en 1840 durante los trabajos de mejora de la Via Assisana que une Ponte
San Giovanni con Perugia a través de la localidad de Piscille. Se trata de la tumba de la
familia de Arunte Volumnio (etr. Arnth Veltimna Aules). A la tumba se accede a través
de un dromos inclinado que desciende algunos metros bajo la superficie, al final del
cual se halla la puerta de entrada a la tumba, seguidamente se encuentra un amplio
vestíbulo desde el que se accede a cuatro pequeñas cámaras laterales y a tres cámaras
centrales más grandes, una de ellas contenía las urnas con los restos principales de la
familia. La urna de Arnth Veltimna está hecha de travertino y por encima se halla la
representación del difunto reclinado sobre un triclinio. El Hipogeo de los Volumnii fue
utilizado hasta finales del siglo I.

Hipogeo de los Volumnii (necrópolis del Palazzone, Perugia) con el sarcófago de Arnth
Veltimna Aules

EDÍCULOS

Los edículos se construían enteramente fuera de la tierra, pretendiendo ser templos


en miniatura, pero que en la práctica eran muy parecidos a las habitaciones de los
primeros asentamientos etruscos. En la simbología etrusca, la forma de templete era
muy significativa ya que representaba el punto intermedio del viaje que el difunto
debía realizar de la vida a la muerte, una especie de última etapa de la vida terrenal.
Entre estos edículos cabe resaltar el Bronzetto dell´ Offerente, el mejor conservado de
ellos y que se encuentra en Populonia.

BRONZETTO DELL´OFFERENTE

Se trata del mejor ejemplo del tipo de tumba de edículo que se halla en la necrópolis
de Casone, en el Parco Archeologico di Baratti e Populonia en Piombino (LI),
perteneciente a la antigua ciudad etrusca de Populonia. Es una construcción del siglo
VI a.C. y perteneciente a una familia aristocrática del lugar. Esta tumba está realizada
en piedra arenisca del tipo “panchina livornese”, se trata de una estructura
fuertemente escuadrada con un característico techo de losas monolíticas inclinadas a
doble vertiente y originalmente decorada con antefijas de terracota y acroterias.

Tumba de edículo llamada Bronzetto dell´Offerente (Populonia)

TÚMULOS

Los túmulos deben su nombre al hecho de que, una vez ejecutada la tumba, ésta se
cubría con una acumulación de tierra, con el fin de crear una especie de colina
artificial. Cada una de estas tumbas se articula, a manera en los hipogeos, en diversas
cámaras sepulcrales de dimensiones proporcionales a la riqueza y notoriedad del
difunto o de su familia. Generalmente los túmulos son de forma circular y entre ellos
destacan el Túmulo Maroi, el Túmulo Polícromo, el Túmulo Mengarelli, el Túmulo
Moretti o el Túmulo del Colonello, entre otros. Todos estos túmulos son de tamaño
medio y se hallan en la necrópolis de la Banditaccia (Cerveteri).

TÚMULO MAROI

Este túmulo contiene tres sepulcros que reproducen las mismas características que
otros grandes túmulos de mediados del siglo VII a.C., rodeado de sencillas tumbas “a
dado”.

Exterior del Túmulo Maroi (necrópolis etrusca de la Banditaccia, Cerveteri) construido


en el siglo VII a.C.

TÚMULO MENGARELLI

Esta tumba, del siglo VII a.C., es la única que se encuentra en el interior de un gran
túmulo inacabado, consiste en un largo pasillo con dos celdas laterales que conducen a
un vestíbulo circular desde el que se abren dos salas laterales y dos salas posteriores.
En el techo de la última estancia aún se conserva el boceto preparatorio, a carboncillo,
que serviría posteriormente de guía para esculpir el relieve del marco de madera.
Algunos restos de pintura en los muros muestran temas vegetales y de animales. Esta
tumba pertenece a una fase más evolucionada que la Tomba della Capanna,
constituyendo un interesante ejemplo de gran casa articulada que sigue el esquema de
sencillas cabañas de épocas anteriores dentro de la arquitectura del mundo de los
vivos.
Arriba, vista exterior del Túmulo Mengarelli (siglo VII a.C.), abajo, vista de su interior.
Necrópolis etrusca de la Banditaccia, Cerveteri

TÚMULO POLÍCROMO

También del siglo VII a.C., sigue un esquema similar a las tumbas “a dado” de la
cercana Via dei Monti Ceriti (Banditaccia). El interior, al que se accede a través de un
breve corredor con dos salas laterales, está constituido por una estancia grande con
dos pilares centrales, pertenecientes a una intervención posterior en la tumba. El
techo plano presenta vigas paralelas que cubren las áreas laterales. Se ha conservado
muy poco de la decoración pictórica original de bandas rojas a lo largo de las paredes.
El nombre de este túmulo se debe a que fue construido con bloques completamente
dispuestos en hileras alternas de toba volcánica y “macco” (caliza de color más claro)
creando un efecto polícromo.

Arriba, vista exterior del Túmulo Polícromo (siglo VII a. C.), abajo, vista de su interior.
Necrópolis etrusca de la Banditaccia (Cerveteri)
TÚMULO DEL COLONELLO

Datado en la primera mitad del siglo VII a.C., es uno de los túmulos más grandes de la
necrópolis de Banditaccia (Cerveteri), y construido inicialmente para una sola tumba.
El tambor, excavado en la toba, presenta una rica decoración de molduras. Además de
la tumba más antigua, con un largo pasillo y una pequeña cámara funeraria con techo
cercano a doble vertiente, existen tres tumbas más que se construyeron dentro del
túmulo durante el siglo VI a.C.

Arriba, vista exterior del Túmulo del Colonello (siglo VII a.C.), abajo, vista de su interior.
Necrópolis etrusca de la Banditaccia (Cerveteri)
DESARROLLO

De una estructura de pasaje del pozo villanoviano, ligado al rito de la incineración, a la


tumba de cámara, destinada principalmente a la inhumación del cuerpo, a la del pozo
con urna cineraria, encerrado dentro de círculos de piedra, como las encontradas en
Vetulonia; para más tarde, la urna cineraria ser reemplazada por cajas destinadas al
entierro y reunidas dentro del mismo círculo de piedra (Pianu, G. (app.) 1985, pp. 315).
El concepto, ya villanoviano, de la supervivencia después de la muerte, llevó a la
elaboración de un ritual y de una tumba que permitía al difunto pasar al más allá en un
entorno familiar, junto con los objetos que habría poseído en vida. Las necrópolis
generalmente se ubicaban fuera de las murallas de la ciudad, a lo largo de las vías de
acceso a la ciudad misma y con orientación paralela al Cardo y al Decumano. Para la
representación monumental de la tumba durante el Periodo Orientalizante, se recurrió
a la falsa bóveda (tumba de tholos) o al sepulcro de cámara con tambor cilíndrico
coronado por un montículo de tierra. Las tumbas se dividieron en varias cámaras
funerarias de tamaño proporcional a la riqueza del difunto o de la familia. Las
decoraciones de las paredes en el interior mostraban escenas de la vida cotidiana o
escenas de prótesis con los honores fúnebres relacionados, además de la tradicional
puerta de acceso al inframundo pintada en la pared del fondo (Pianu, G. (app.) 1985, p.
322; Agustí Torres, R. 2018a). Ejemplos de la primera fase del desarrollo de la tumba
monumental etrusca en el siglo VII a.C., son los de Caere (Cerveteri), que incluye la
famosa Tomba Regolini-Galassi (Agustí Torres, R. 2018a). Esta tumba se divide en un
dromos y un atrio, sustancialmente un largo pasillo al final del cual se abre la cámara
funeraria principal que albergaba, además del cuerpo del difunto, un ajuar funerario
muy rico. Posteriormente, la tumba fue ampliada para albergar otros entierros de tipo
familiar, tanto de inhumación como de cremación, lo que demuestra la persistencia
paralela de ambos ritos funerarios. Cuando un nuevo cambio social relacionado con
una mayor concentración urbana llevó a la sustitución del poder absoluto del
gobernante por el de una oligarquía elitista a finales del siglo VII a.C., la tumba de
cámara, ahora de una tipología única para las clases sociales altas, se consolidó en
Caere en una forma similar a las de las residencias, con tres habitaciones y atrio, todo
ello al final del dromos. Las tumbas también tendieron, dotadas de valor simbólico, a
retomar estructuras que ya no se utilizaban en el ámbito civil pero que gozaban de
gran prestigio.

En Tarquinia, el plano de las tumbas no encontró forma canónica hasta la segunda


mitad del siglo VI a.C. aquí, como en general también en el norte de Etruria, no hubo
referencias a viviendas durante el Periodo Orientalizante, a excepción de Chiusi. En
Caere, el túmulo fue sustituido por la tumba cúbica en el segundo cuarto del siglo VI
a.C., tipología cuya estructura recuerda el nombre del difunto escrito en la entrada de
la tumba, con una fachada arquitectónicamente articulada al nivel de la calle, así como
la cámara interior; este tipo de tumbas se utilizó sobre todo en zonas de desarrollo
regular y uniforme, como en la necrópolis del Crocifisso del Tufo. La tradición de la
tumba rupestre, con la fachada tallada en toba, comenzó en Tuscania y en la zona de
Viterbo, mientras que en Populonia se establecieron tumbas santuario (edículos) cuyas
fachadas retomaron las formas del templo toscano. En el proceso de regularización y
estandarización de las tumbas también se incluyen los interiores de las mismas, que
fueron reducidos durante el siglo V a.C. a una única cámara funeraria; los pocos
ejemplos que destacaron en un sentido monumental fueron tomados tipológicamente
de las grandes tumbas del siglo IV a.C. Durante los siglos III y II a.C., los grandes
hipogeos de la nobleza se hicieron cada vez más raros generalmente consistiendo en
una única cámara cuadrangular con pilares centrales, hasta que enterramientos
similares en la zona sur de Etruria desaparecieron definitivamente con el traslado de la
aristocracia etrusca a Roma (Pianu, G. (app.) 1985, pp. 334-335).

NECRÓPOLIS DE LA BANDITACCIA (CERVETERI)

La necrópolis de Banditaccia pertenece a la antigua ciudad etrusca de Caisra


(Caere/Cerveteri), se halla situada en una colina tobácea al noroeste de la moderna
ciudad de Cerveteri, en la provincia de Roma. Esta necrópolis se extiende por una
superficie de unas 400 hectáreas y posee miles de enterramientos (la parte abierta y
vallada de la necrópolis, de acceso al público visitante, tiene solo 10 hectáreas y posee
unos 400 túmulos).

Vista aérea de una sección de la necrópolis etrusca de la Banditaccia (Cerveteri)

Estos enterramientos de la Banditaccia van desde el periodo villanoviano (siglo IX a.C.),


hasta el periodo helenístico (siglo III a.C.). El origen de esta necrópolis se halla en un
núcleo de tumbas villanovianas de incineración en forma de pozo para colocar las
urnas situadas en la zona de Cava della Pozzolana (siglos IX-VIII a.C.), otra zona de este
periodo es la Via dei Tumuletti Arcaici; el nombre Banditaccia deriva del hecho de que,
desde finales del siglo XIX, la zona fue “bandita”, es decir, alquilada por licitación
pública, por los terratenientes de Cerveteri en favor de la población local. Dada su
extensión, la necrópolis de Banditaccia es la necrópolis antigua más grande de toda la
zona mediterránea.

Plano de la necrópolis etrusca de la Banditaccia (Cerveteri)

Como hemos mencionado más arriba, los enterramientos más antiguos son de época
villanoviana que van desde el siglo IX a.C. hasta el siglo VIII a.C., y se caracterizan por la
forma de pozo, donde se depositaban las cenizas del difunto, o bien, por las fosas de
inhumación. Desde el siglo VII a.C., durante el Periodo Orientalizante, aparecen
grandes montículos, los enterramientos de túmulos se caracterizan por una estructura
construida en toba con planta circular que encierra una representación de la casa del
difunto completada con un dromos (corredor) para acceder a las distintas estancias. La
gran cantidad de detalles en el interior de estas tumbas nos ha permitido aprender
sobre las costumbres domésticas de los etruscos. A este periodo pertenecen, entre
otras, la Tomba della Capanna, el Túmulo Maroi y el Túmulo Mengarelli.

Durante el siglo V a.C., las tumbas de túmulo fueron reemplazadas por las tumbas “a
dado”, estas últimas consisten en una larga hilera de tumbas alineadas regularmente a
lo largo de vías funerarias. En la zona de la Banditaccia que puede ser visitada hay dos
de estas vías: la Via dei Monti Ceriti y la Via dei Monti della Tolfa, ambas datan del siglo
VI a.C. Los enterramientos más recientes son de los siglos IV y III a.C., es decir, del
periodo helenístico etrusco, el enterramiento más representativo de este periodo
pudiera ser la Tomba dei Rilievi, del siglo IV a.C., y que perteneció a la familia Matunas,
tal y como se indica en las inscripciones de dicha tumba. Su interior se ha conservado
en un estado particularmente bueno permitiendo observar también los frescos en las
paredes y en las columnas (por esta razón, esta es la única tumba de la Banditaccia que
no se puede visitar, pero su interior es visible a través de un panel de vidrio, debido a
la particular delicadeza de las pinturas).
Vía funeraria y tumbas de túmulo en la necrópolis etrusca de la Banditaccia
(Cerveteri). Patrimonio Mundial de la Humanidad
NECRÓPOLIS DE MONTEROZZI (TARQUINIA)

La necrópolis de Monterozzi contiene unas 6.000 tumbas, principalmente cavadas en


la roca (hipogeo), de las cuales se conocen 200 pintadas, es decir, un poco más del 2%,
las más antiguas de estas tumbas se remontan al siglo VII a.C.

Necrópolis de Monterozzi (Tarquinia), a las tumbas de hipogeo se accede a través de


las construcciones en forma de caseta

En su mayoría son tumbas de una cámara con bóveda a dos puentes y el borde
simulado en terracota a dos aguas pintado, con una sola habitación para la pareja de
difuntos. Estas pinturas murales de las tumbas de Monterozzi representan el núcleo
pictórico más conspicuo del arte etrusco y, al mismo tiempo, el documento más
grande de toda la pintura antigua de la Península Itálica antes de la época imperial
romana. Las cámaras funerarias, modeladas como si fueran el interior de las viviendas
de los vivos, tienen las paredes decoradas con pinturas al fresco realizadas sobre una
ligera capa de yeso, con escenas mágico-religiosas que representan banquetes
funerarios, bailarines, instrumentos musicales, malabaristas, paisajes, etc., en las que
si imprime un movimiento animado y armonioso y representadas en vivos e intensos
colores. A partir del siglo V a.C., figuras de demonios y divinidades se suman a las
escenas de despedida, acentuando lo monstruoso y lo patético. Entre las tumbas más
interesantes se encuentran la Tomba del Guerriero, la Tomba della Caccia e della
Pesca, la Tomba delle Leonesse, la Tomba degli Auguri, la Tomba dei Giocolieri, la
Tomba dei Leopardi, la Tomba dei Festoni, la Tomba del Barone, la Tomba dell´Orco o
la Tomba degli Scudi, entre muchas otras. Parte de las pinturas desprendidas de
algunas tumbas con el fin de preservarlas (Tomba delle Bighe, Tomba del Triclinio,
Tomba del Letto Funebre e della Nave) se conservan en el Museo Nazionale Etrusco de
Tarquinia. También proceden de esta necrópolis esculturas en relieve en piedra caliza
realizadas sobre losas o representando la figura del difunto tendida sobre el sarcófago,
entre otras destaca el sarcófago de piedra caliza de la Tomba dei Partunu, una
exquisita obra realizada en el periodo helenístico.

Tumba de los Leopardos (Tomba dei Leopardi), siglo V a.C., necrópolis etrusca de
Monterozzi (Tarquinia). En esta necrópolis se haya el corpus más extenso conocido de
antigua pintura etrusca. Patrimonio Mundial de la Humanidad
Diferentes pinturas de la Tumba de los Augures (Tomba degli Auguri), siglo VI a.C.,
necrópolis etrusca de Monterozzi (Tarquinia) donde aparecen representados atletas,
augures junto a la puerta de acceso al inframundo y el ritual etrusco del Phersu
Dama danzando de la Tumba de las Leonas (Tomba delle Leonesse), siglo VI a.C.,
Necrópolis etrusca de Monterozzi (Tarquinia)

Escena procedente de la Tumba del Barón (Tomba del Barone), siglo VI a.C., necrópolis
etrusca de Monterozzi (Tarquinia)
NECRÓPOLIS DEL CROCIFISSO DEL TUFO (ORVIETO)

La necrópolis del Crocifisso del Tufo se halla situada en la vertiente norte (la vertiente
sur la ocupa la necrópolis de Cannicella) del acantilado de la ciudad de Orvieto. Esta
necrópolis alcanzó su máxima extensión entre mediados del siglo VI a.C. y mediados
del siglo V a.C. La necrópolis debe su nombre a la imagen de un crucifijo grabado en la
toba dentro de una capilla de piedra excavada en la roca sobre la que se asienta la
ciudad. A diferencia de las necrópolis de Banditaccia y Monterozzi, en complejo del
Crocifisso del Tufo está formado por tumbas de cámara rectangular, de dimensiones
bastante homogéneas (3 x 2 metros). Las tumbas, más de 200, hechas de bloques de
toba, son de tipo “cámara” y generalmente están dispuestas a lo largo de una red de
calles sepulcrales que forman un trazado ortogonal. Las tumbas actualmente abiertas a
los visitantes, estaban destinadas en su mayoría a núcleos familiares simples. En el
momento del entierro, los cuerpos, incinerados o inhumados, fueron depositados en
las tumbas junto con un ajuar funerario compuesto por objetos que mostraban el rol
social que poseían los difuntos. Entre esos objetos se han hallado vasijas hechas de
bronce, terracota y bucchero. Los personajes masculinos solían ir acompañados de
lanzas, herramientas de hierro relacionadas con la cocción de la carne (morillos,
brochetas, parrillas, resortes); en cambio, los personajes femeninos, a menudo poseían
adornos, en ocasiones hechos de diferentes materiales preciosos. Muy numerosos son
los hallazgos de jarrones de tipo ático, con figuras negras y rojas, que demuestran la
disponibilidad económica de los difuntos.

En la mayoría de los casos, se desciende a las tumbas a través de tres escalones, en el


interior se hallan bancos apoyados contra la pared del fondo y en una de las paredes
laterales. Sobre estos bancos se depositaron los cuerpos y/o cenizas de los difuntos. El
ajuar funerario se colocó tanto en los bancos como en el suelo, pero algunos objetos
también podían colgarse de las paredes, tal y como lo documenta la presencia de
clavos de hierro.

Pagina anterior y arriba, diversas vistas de la necrópolis etrusca del Crocifisso del Tufo
(Orvieto)

El suelo de las cámaras era de toba o tierra batida, los techos son, por lo general, de
doble inclinación y están formados por bloques que se proyectan progresivamente
hacia el centro de la tumba. Se trata de pseudo tensiones, porque la estanqueidad
estática no estaba garantizada por los sillares de llave, sino por el suelo que se
acumulaba sobre estos bloques; para contener la tierra había una segunda cortina de
bloques que constituía también el muro perimetral del monumento. Cada tumba se
cerró con una lastra de piedra de toba y luego se rellenó con bloques del mismo
material. El nombre del difunto y de la familia a la que pertenecía suele estar grabado
en el arquitrabe de las puertas. Fuera de las tumbas, generalmente sobre el techo,
había piedras con la función de marcadores funerarios cuya forma indicaba el sexo de
la persona sepultada, lamentablemente no es posible especificar qué forma
correspondía a un género determinado.

III.6. RED DE CARRETERAS

Los etruscos establecieron una red de vías de comunicación en su territorio que,


posteriormente, sería utilizada por los romanos como es el caso de la Via Cassia; pero
quedan suficientes restos de vías etruscas que fueron obviadas para permitirnos
comprender el considerable sistema de vías de comunicación etrusco. Las vías o
carreteras no solo discurrían entre ciudades, sino que también se extendían hacia el
campo para poder permitir que los productos agrícolas se transportaran fácilmente
(Izzet, V. 2007, pp. 193-195). Si bien estas carreteras no estaban tan bien diseñadas
como las vías romanas, los etruscos realizaron considerables esfuerzos para crear una
red de carreteras que en las rutas principales podrían tener un ancho de 10,4 metros,
como es el caso de un tramo de 12 kilómetros que conectaba Caere (Cerveteri) con su
principal puerto, Pyrgi, y que fue construida en el siglo V a.C. Esta carretera poseía una
superficie hecha de grava, entre piedra de tufo y un canal central de drenaje (Izzet, V.
2007, p. 193).
Página anterior y arriba, dos aspectos de un tramo de las llamadas “vías cavadas“
etruscas

Las “vías cavadas” (Cavoni), que constaban de unos estrechos tramos que a menudo
atraviesan colinas, probablemente hayan cambiado poco desde la antigüedad etrusca;
además de conectar lugares, estos tramos pudieron tener una función defensiva en
tiempos de guerra. Su construcción pudo haber sido el resultado, principalmente, del
desgaste a través del lecho rocoso de tufo blando, por la circulación de vehículos con
ruedas de hierro que crearon surcos profundos que requerirían que la carretera fuera
recortada con frecuencia para ofrecer una superficie lisa. La datación de estas
carreteras solo puede deducirse por la de los asentamientos entre los que pasan y por
los objetos procedentes de las tumbas que se hallan en su cercanía. Durante los siglos
VII y VI a.C., se muestra actividad con objeto de reemplazar las carreteras anteriores,
solo aptas para la circulación de viajeros y animales de carga, por carreteras más
anchas y mejor diseñadas capaces de soportar vehículos con ruedas y utilizando rutas
más fáciles pero más largas a través de terreno montañoso (Izzet, V. 2007, p. 194). Por
otra parte, en el mundo etrusco, los puentes eran comunes, presumiblemente muchos
eran hechos de madera, pero algunos utilizaron piedra colocada debajo de una
superficie de madera.

III.7. HIDRÁULICA

El dominio de la hidráulica (excavación de pozos, canalización, regadío, drenaje de


aguas) por parte de los etruscos queda atestiguado, entre otros ejemplos, por el
colmatado y drenaje de zonas pantanosas como la Maremma, también Roma les debe
a los etruscos el drenaje de la zona insalubre y pantanosa donde posteriormente se
levantaría el Foro romano y la construcción de la Cloaca Maxima.
Plano de una cisterna etrusca en Perugia

Esta actividad de saneamiento de zonas insalubres fue muy importante para los
etruscos debido a varios factores entre ellos el combatir enfermedades como la
malaria y para aprovechar el potencial de los terrenos.

Recreación artística de una válvula de bronce etrusca. Museo Archeologico Civile


Chianciano Terme
Eran los arúspices quienes practicaban sus ritos de interpretación para determinar la
disposición de los canales de drenaje (cuniculi), la ubicación de las capas freáticas y la
perforación de pozos. En Etruria quedan testimonios de esta actividad en la forma de:

 Pozos verticales conectados a canales subterráneos que drenaban el agua a los


ríos cercanos.
 Riego de tierras áridas.
 Mejora de las zonas pantanosas (Maremma).
 Canales marinos que se conectaban entre el puerto exterior, la zona portuaria y
el resto de la costa (Gravisca, Pyrgi y Castrum Novum).
 Pozo etrusco (“Pozzo Etrusco”) en Perugia, de 37 metros de profundidad y 5,6
metros de diámetro.
 Cisterna delle Camerelle (Chianciano Terme).
 Rio Vicano (Viterbo): un arroyo artificial realizado por los etruscos quienes
perforaron la toba de la montaña para crear un pozo con una longitud cercana
a 100 metros para poder llegar al nivel del agua por debajo de su nivel
originario con objeto de mejorar la zona circundante.
 Regularización del río Po por desvío del curso de la Sagis (Porto di Magnavacca)
y canal de acceso al puerto hacia Spina y Adria, con forzamiento de la corriente
y dique de escolladura.

Todavía se conservan restos de puentes etruscos entre los cuales destaca el Ponte di
Vulci o “Ponte del Diavolo”, la parte más baja de este puente es de origen etrusco con
dos pilones hechos de bloques de toba roja que se levantan directamente sobre el
cauce del río Fiora, la parte superior de este puente, incluidos los arcos, es de época
romana, siglo I a.C. Los etruscos utilizaron la válvula hidráulica de bronce que era
conectada a tuberías de plomo.

Puente de origen etrusco llamado Puente de la Abadía o Puente del Diablo (Vulci)
CLOACA MAXIMA

Se trata de uno de los primeros sistemas de alcantarillado del mundo, construida


durante el periodo de la Monarquía romana por reyes de origen o procedencia
etrusca. Se utilizó para drenar los pantanos locales y eliminar los desechos de la ciudad
de Roma. Según una tradición, es posible que se construyera en torno al año 600 a.C.
por orden del rey Tarquinius Priscus, aunque otros autores (Liv. I, 38.6, 56.2; Dion. III,
67.5; IV, 44.1; Estrab. V, 3.8; Plin. Nat. hist. XXXVI, 10.4) la adjudican a Tarquinius
Superbus, el último rey de Roma y quien, según Livio (Ab urb. I, 56), llevó a cabo
trabajos subterráneos en el canal. La Cloaca Maxima fue construida originalmente
como un canal al aire libre, con el tiempo los romanos cubrieron el canal y lo
expandieron hasta convertirlo en un sistema de alcantarillado para la ciudad. El curso
de la Cloaca Maxima, propiamente dicha, comenzaba en el Argiletum (una calle entre
la Suburra y el Foro), donde recogía las aguas de los montes Esquilino, Viminal y
Quirinal, y fluía por el Foro y el Velabrum (el terreno que se encuentra entre la
vertiente noroeste del monte Palatino y el Capitolio) hasta el Tíber.

Plano que muestra el recorrido de la Cloaca Maxima en Roma


Dos vistas de la Cloaca Maxima (Roma) una extraordinaria obra de ingeniería civil de
origen etrusco
CONCLUSIÓN

Pese a ser una de las civilizaciones más desarrolladas y brillantes de la Península Itálica
en la antigüedad y extenderse en el tiempo por un periodo aproximado de 700 años,
los restos arquitectónicos etruscos aún visibles son relativamente escasos, en el caso
más específico de estructuras civiles y templos y en mucho menor grado en el caso de
tumbas, si los comparamos con los restos romanos, en parte porque las ciudades
etruscas fueron profundamente transformadas por la ocupación romana y por
adaptaciones posteriores, en parte por los materiales utilizados en su construcción a
menudo perecederos. Restos notables para la arquitectura etrusca lo constituyen los
hábitats, los templos y las tumbas, especialmente el interior de estas últimas,
conectadas al concepto de casa-tumba. Lo poco que se conoce de las ciudades
etruscas muestra, en un principio, un plan irregular, a excepción de Marzabotto;
aunque para el siglo IV a.C. ya aparece una planta regular (hipodamica) con calles
principales y plan cuadriculado. Notables son los casos de los conjuntos monumentales
orientalizantes y arcaicos de Acquarossa y Poggio Civitate. Estas ciudades fueron en
muchos casos rodeadas por cintas murarias hechas de grandes bloques de piedra. El
templo etrusco conservó durante mucho tiempo la estructura de madera atestiguada
también para la Grecia arcaica con revestimiento de placas de terracota, arte en el que
los etruscos fueron verdaderos maestros; de estos templos solo restan algunas partes
como el podio y la escalinata de acceso hechas de piedra, lo que nos permite conocer
algo de su estructura y proporciones. El orden toscano fue una aportación etrusca que,
aunque siendo una variación local del orden dórico griego, presenta unas claras
diferencias con este: columna con capitel dórico, equinus y ábaco, desprovista de
ranuras y provista de una base (ausente en la columna dórica). La riqueza de la pintura
tumbal etrusca nos proporciona una vívida visión, en muchos aspectos, de la vida
cotidiana de los etruscos, estas tumbas, en sus variadas formas de construcción
(hipogeos, túmulos, edículos), nos llenan algunas lagunas acerca de los hábitats de la
sociedad etrusca y de sus creencias. Los etruscos estuvieron muy vinculados a los
espectáculos deportivos y lúdicos, así como a las ceremonias religiosas, sin embargo es
muy poco lo que conocemos a este respecto en el ámbito arquitectónico de la
civilización etrusca. Las vías de comunicación entre las diferentes ciudades en el
ámbito territorial etrusco fueron también desarrolladas por ellos, así como las obras de
canalización, comunicación, drenaje y riego en el campo de la hidráulica. Siempre
utilizando materiales locales, los etruscos nos revelan, a través de los relativamente
escasos restos arquitectónicos conocidos hasta ahora, su gran nivel de desarrollo, su
sofisticación constructiva y su grandeza como civilización, una civilización que, aunque
absorbida por Roma, quien debe mucho a la cultura etrusca, se revela como una de las
más portentosas civilizaciones del mundo antiguo.
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