La - Arquitectura - Etrusca - Caracteristicas 1
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CONSTRUCCIÓN
I. CARACTERÍSTICAS
Esta arquitectura tuvo un periodo de desarrollo que va desde el siglo IX a.C. al siglo I
a.C., cuando la civilización romana, en plena expansión, finalmente absorbió a la
civilización etrusca. Los etruscos fueron considerados hábiles constructores en piedra,
madera y otros materiales utilizados para construir templos, casas, tumbas y murallas,
así como puentes y carreteras. Las estructuras cuyos vestigios han llegado hasta
nuestros días consisten principalmente en tumbas y murallas, pero hay también restos
de plantas de templos y obras de ingeniería hidráulica; la arqueología y otras fuentes
nos proporcionan, además, una gran cantidad de información acerca de lo que una vez
existió. Desde aproximadamente el año 630 a.C., la arquitectura etrusca estuvo
fuertemente influenciada por la arquitectura griega que, a su vez, se desarrolló
durante el mismo periodo (Boëtius et al. 1978, p. 34; Izzet, V. 2007, pp. 20-21 para una
discusión sobre la importancia cultural etrusca en general); la arquitectura etrusca, a
su vez, influenció en la arquitectura romana, que en sus primeros siglos puede
considerarse simplemente como una variación regional de la arquitectura etrusca,
aunque cada vez más, desde aproximadamente el año 200 a.C., los romanos se
inspiraron más en la arquitectura griega, aunque conservando formas y elementos
etruscos en sus edificios. Los primeros poblados etruscos consistieron en cabañas
(principalmente de tapial y techo de cañamazo), en su mayoría de una sola habitación,
de planta circular, ovoide y en menor medida rectangular, cuya estructura y forma se
pueden deducir de los agujeros que dejaron en el suelo los postes de apoyo, así como
de la comparación con las urnas cinerarias de tipo “capanna” (cabaña) hechas de
cerámica o bronce. El vínculo entre los enterramientos y la arquitectura doméstica nos
permite seguir a esta última en sus principales modificaciones. Elementos de tipo
apotropaico decoraban el columen y los techos inclinados (Pianu, G. (app.) 1985, pp.
269-273). Una gran novedad, de origen griego, debió producirse a mediados del siglo
VIII a.C.: la introducción de los techos de terracota. Plinio narra (Nat. hist. XXXV, 152),
siguiendo a Demarato, de la entrada en territorio etrusco de artesanos de origen
griego que introdujeron nuevas técnicas de construcción, de manera similar a lo que se
dice que ocurrió en Corinto y Sición, a través de la obra de Butades. La historia de
Plinio está parcialmente confirmada por las excavaciones de Acquarossa para el
estrato fechado a finales del siglo VII a.C., donde se han hallado restos de techos de
tejas de terracota pintadas, acroterias y antefijas modeladas y pintadas con motivos
tomados del repertorio sub-geométrico griego y orientalizante (Östenberg, C. E. 1973).
El mismo tipo de decoración se atestigua en el conjunto del Periodo Orientalizante
(siglo VII a.C.) de Poggio Civitate, con una función tanto residencial (para el gobernante
local) como de culto y reunión comunitarios, con acroterias de arcilla recortadas
(Phillips & Nielsen 1994). La existencia de talleres formados por artesanos
especializados en diferentes técnicas, capaces de realizar obras complejas y completas,
está así atestiguada desde mediados del siglo VII a.C. (Pianu, G. (app.) 1985, pp. 269-
273). Las excavaciones en Acquarossa muestran, para finales del siglo VII a.C., junto
con otros tipos de viviendas, la distribución del interior de las casas en tres
habitaciones, reservadas para las clases sociales más altas. Las principales formas
monumentales de la arquitectura etrusca fueron los hábitats de la élite social (los
misteriosos “complejos monumentales”), los templos, las murallas que protegían las
ciudades y las tumbas de variado tipo; aparte del podio de algunos templos y algunos
cimientos de casas, solo los muros y las tumbas, por ser hechos principalmente de
piedra, han sobrevivido hasta hoy en cantidades notables. El estilo etrusco se
caracteriza principalmente por la transición de arcos de capas horizontales a arcos de
cuña redondeada de los que los etruscos hicieron un gran uso también en grandes
obras hidráulicas como en el caso de la Cloaca Maxima en Roma. Se sabe que los
etruscos importaron de Oriente y utilizaron en sus edificios el arco de medio punto, la
bóveda perfecta (se han hallado multitud de galerías subterráneas o criptas funerarias
como las de Corneto (Tarquinia), Volterra, Cerveteri, etc. que, a veces, tienen su
cubierta de falsa cúpula y revelan grandes reminiscencias egipcias y micénicas); desde
el arco se pasa después a las bóvedas y cúpulas, de las cuales los etruscos fueron los
primeros en usar en la Península Itálica (estos elementos arquitectónicos llegaron a los
romanos a través de los etruscos). En la arquitectura etrusca las columnas son sin
ranuras, con una base compuesta por un toro colocado sobre un pedestal; el capitel es
similar al dórico, con un equino (una especie de cojín debajo del ábaco) en el capitel
toscano, el perfil del equino tiende a asumir formas más elaboradas, con partes
cóncavas y convexas, muy bajo y un ábaco muy alto. La altura de las columnas era, por
lo general, de siete veces el diámetro de las mismas, con un arquitrabe parecido al
friso dórico, bajo y liso. El marco normalmente se compone de cimasa (una moldura
curvada y saliente, con forma de concha o garganta), una bandeja de goteo (una franja
vertical en voladizo, colocada sobre las mutulas, los dientes o los medallones situados
en la parte superior que sobresale de un entablamiento y que era utilizada para
recoger el agua de las lluvias que fluía de las gárgolas) y una parte de la cornisa con
perfil cóncavo. Las columnas, muy separadas entre sí, sostenían arquitrabes de madera
y un gran frontón triangular; los tímpanos y ornamentos externos estaban hechos de
terracota (Canella, R. 1914, pp. 39-40).
Columna lisa, sin estrías y disminuida con catorce módulos, con su basa y
capitel.
Capiteles más sencillos que los dóricos.
Entablamiento más simple sin triglifos, mútulas, dentículos y “guttae”
(pequeñas proyecciones en forma de cono que repelen el agua y se usan cerca
de la parte superior del arquitrabe en el orden dórico) y de todo adorno que no
formara moldura lisa.
Descanso de la columna sobre un pedestal que tiene de elevación una tercera
parte de aquella.
El Orden Toscano, una adaptación etrusca del orden dórico griego con modificaciones
No se conocen más que escasos restos de este orden, hallándose varios ejemplos en la
zona centro de Italia (en Vula y Alba Fucens) pero se conocen sus proporciones gracias
a la obra De architectura libri decem de Vitruvio quien, sin embargo, no lo incluyó
como orden arquitectónico propio junto a sus descripciones de los órdenes griegos
dórico, jónico y corintio; la clasificación como tal del orden toscano se menciona por
primera vez en las Etimologías de San Isidoro de Sevilla (556-636) y se refinó durante el
Renacimiento italiano.
TÉCNICAS
II.1. TUFO
La piedra de tufo (toba) se caracteriza por una baja densidad de grano (los elementos
que la componen son generalmente inferiores a 4 mm), es lo que se denomina una
roca blanda y, por consiguiente, es de fácil extracción y trabajo. Sin embargo, esta
misma especificidad hace que este tipo de piedra sea particularmente soluble y friable.
Este material resulta de la acumulación de elementos volcano-sedimentarios
integrados entre sí, incluyendo en particular cenizas de tipo eruptivo (de forma
precisa, de orogénesis por consolidación de restos volcánicos, por lo que se trata de
toba cinerítica).
De color ocre, esta arenisca de grano fino, también denominada “panchina”, era
apreciada por los etruscos en particular para el desarrollo de las obras que requerían
una pátina relativa (Compatangelo-Soussignan, R. 2003, pp. 18-21; Gran-Aymerich, J. &
Prayon, F. 1999, pp. 530-543; Camporeale, S., Dessales, H. & Pizzo, A. 2010, pp. 153-
172). Además de sus cualidades de modelado en lo que respecta al diseño de objetos
de alto rendimiento artesanal, como las esculturas en bajorrelieve asociadas a
estructuras funerarias, la explotación e industrialización de la piedra calcarenítica,
encuentra su originalidad en el uso de complejas infraestructuras arquitectónicas
como los muros de carga, los cimientos y las bases que están hechos en su totalidad y
simultáneamente con la “panchina” etrusca. Como ejemplo notable podemos citar el
complejo funerario conocido como Necropoli delle Grotte, situada en Piombino
(provincia de Livorno) cuyas estructuras en forma de hábitat, construidas en el siglo
VIII a.C., fueron excavadas en el lado de un acantilado, y que durante los siglos IV y II
a.C. fueron remodeladas en forma de hipogeos funerarios, estos últimos aparecen en
forma de dos galerías con su eje mediano formado por los dromos.
Página anterior y arriba, dos vistas de las tumbas de la Necropoli delle Grotte
perteneciente al Parco Archeologico di Baratti e Populonia
Cippo funerario etrusco elaborado en pietra fetida procedente de Chiusi (500-480 a.C.)
Al igual que la piedra arenaria, cuya composición y estructura mineral son similares, la
llamada “pietra serena” exhibe las características de la llamada “piedra fuerte”, es
decir, se trata de un material cuya consistencia revela una dureza significativa y
explícita. Dicha piedra posee un determinante de arenisca, cuyos componentes
minerales observan una naturaleza de mica-esquisto. La “piedra serena” posee un
tinte gris azulado. Dentro de la industria etrusca de la construcción, y por su notable
solidez, la “piedra serena” fue utilizada y dedicada particularmente a la construcción
de columnas (Defosse, P. 1980, p. 745) y, en menor medida, la piedra aparece también
tallada en bloques de piedra labrada incorporada a los muros perimetrales ya sea en
forma de elementos emparejados o como partes que constituyen un arco, o su forma
de elementos de base o incluso cimientos (Defosse, P. 1980, pp. 749, 751, 752, 783,
785). Sin embargo, los etruscos también utilizaron este tipo de piedra en relación con
el desarrollo y la elaboración de objetos hechos a mano de carácter funerario
especialmente recipientes de cremación y urnas que se asocian in situ con estructuras
de hipogeo o túmulos (Auguste, G. 1878, pp. 14-15; Cherici, A. 1995, p. 130).
Arriba, pietra serena característica, abajo, muro etrusco en pietra serena de Fiesole
Estas diferentes evidencias arqueológicas han sido halladas en Perugia y Fiesole para
edificios urbanos, y en Felzna, Aritim (Arezzo) y Clevsin para los elementos funerarios.
En el entorno geográfico etrusco, la extracción y producción de este tipo de piedra se
realizó principalmente en canteras que se hallan situadas alrededor de un
asentamiento urbano de tipo secundario cuya fundación y primera cimentación de
edificación están relacionadas con el periodo Villanoviano, cercanas a la actual
localidad toscana de Fiesole situada a unas decenas de kilómetros de Florencia. Esta
ciudad etrusca, de tamaño modesto, observa una situación espacial mediana con dos
polos principales; esto último se encuentra a medio camino entre Felzna en el norte y
Aritim en el sur. En esta perspectiva, todos los datos recopilados pueden sugerir o
definir una actividad para la “piedra serena” en torno al norte de Etruria teniendo a
Fiesole como un centro principal.
Estela etrusca con representación de sátiro elaborada en pietra serena (520-500 a.C.)
II.5. MÁRMOL
Canteras de Carrara productoras de uno de los tipos de mármol más apreciados desde
la antigüedad
Por otro lado, la documentación arqueológica sobre los artefactos etruscos trabajados
en este tipo de mármol blanco, sigue siendo muy escasa, de hecho, aunque este tipo
de piedra procede del subsuelo Apuano-etrusco, la producción etrusca no puede
asegurarse. Por el contrario, los “marbo lunies”, de la colonia etrusca de Luna (ant.
Luni) situada al sureste de la actual Sarzana, en la Liguria, y el mármol rojo procedente
de Il Circeo, cerca del emplazamiento urbano de Cerveteri (la antigua Caisra), sí tienen
acreditada una operatividad etrusca.
II.6. ALABASTRO
Urna cineraria etrusca en alabastro procedente de Volterra (ss. II-I a.C.) Musei Vaticani
Urna etrusca elaborada en alabastro procedente de Volterra, siglo III a.C. (Museo
Etrusco Guarnacci, Volterra)
II.7. GRES
Los tipos de construcción de los antiguos etruscos son muy variados, incluyendo
hábitats particulares, ciudades, puertas monumentales, murallas y templos, tumbas y
sistemas hidráulicos y de comunicación, de todos estos ejemplos solo quedan los
vestigios de los elementos construidos en materiales perdurables como la piedra, por
lo que muchas de las estructuras etruscas originales se han perdido, pero, gracias a la
arqueología hoy en día podemos hacernos una idea de cómo eran este tipo de
construcciones. Seguidamente veremos algunos de los más significativos incluyendo
algunos notables ejemplos.
Al principio de su historia, las casas etruscas eran de estructura muy simple, similares a
las cabañas circulares fabricadas con tapial y cubiertas con ramas. Este modelo de
vivienda varió en el siglo VIII a.C., pasando las viviendas a ser de planta cuadrangular,
morfología que posteriormente heredó Roma. Las viviendas se construían en madera y
adobe y más tarde de morrillos de toba. Podían poseer hasta dos pisos. Las estructuras
de madera de las casas más ricas se protegían de la humedad por placas de terracota
pintada de colores vivos. Inicialmente, la clase aristocrática vivía en casas de tres
habitaciones, a veces precedidas de un pórtico que daba a un patio. Posteriormente se
construyeron grandes residencias (domus) con un patio central, según el estilo griego.
Alrededor del patio se construían las habitaciones; el patio poseía un impluvium en el
centro y la cubierta era a cuatro vertientes hacia el interior. Otra variedad era el
despluvium, con la cubierta con cuatro vertientes hacia el exterior. Por su parte, la
ciudad etrusca era de planta cuadrangular, dividida por cuadriculas y rodeada por una
muralla que poseía puertas principales de entrada que se abrían entre dos torreones
mediante arco de medio punto y que daban a las dos calles principales que se
cruzaban: la calle que se extendía de norte a sur llamada Cardo y la que cortaba
perpendicularmente a ésta por el medio llamada Decumano; probablemente esta
estructura de la ciudad etrusca sea heredera de los planos de campamentos militares.
El hábitat de los etruscos nos es conocido principalmente a través de los restos
arqueológicos de carácter funerario. La investigación arqueológica de necrópolis y
restos de centros habitados etruscos nos ha ido permitiendo conocer la planimetría y
arquitectura de las viviendas, la primera información se recopiló en las necrópolis y
mediante el estudio de tumbas con cámara y urnas funerarias. En efecto, en el interior
de las tumbas (especialmente las de Cerveteri, Chiusi y Tarquinia) se pueden observar
reproducciones de techos a dos aguas, puertas, ventanas, así como elementos
arquitectónicos y decorativos realizados en estuco, tallados en piedra o pintados.
Posteriormente, el estudio de las antiguas viviendas en Marzabotto ha hecho avanzar
en el conocimiento del hábitat etrusco durante periodo comprendido entre los siglos V
y IV a.C. Parece claro, debido a las evidencias obtenidas a partir de las tumbas más
ricas, que la élite etrusca vivía en una comodidad bastante espaciosa, pero hay poca
evidencia sobre cómo eran sus casas, aunque hay representaciones de mobiliario en
las pinturas tumbales. Las cámaras de las tumbas excavadas en la roca a menudo
forman conjuntos de “habitaciones”, algunas bastante grandes, que presumiblemente
se asemejan en parte a las casas con atrio de los etruscos acomodados (Boëthius et al.,
1978, pp. 75-89; Banti, L. 1973, pp. 27-28) Pocos restos de casas etruscas han
sobrevivido, donde quedan, hay bases de toba muy compactas, quizás con ladrillos de
barro en la parte superior, pero en algunos lugares las partes inferiores de las paredes
de toba sobreviven incluso en casas pequeñas. Un juego completo de cimientos
muestra una casa de 7,9 x 3,9 metros. En las granjas grandes, minas, canteras y quizás
en otros lugares donde se empleaba a mucho personal, los trabajadores vivían en
dormitorios. Un tipo de maquetas de casas, hechas de cerámica y, en ocasiones, de
bronce, denominadas “urnas de cabaña”, nos proporcionan algunas indicaciones
acerca de este tipo de construcciones.
Las urnas de cabaña muestran un modelo convencional con un solo espacio interior,
suelen ser redondas o ligeramente ovaladas, a menudo con prominentes vigas de
madera colocadas en dos filas en el techo inclinado, que se cruzan en la cumbrera
central y se proyectan en el espacio en forma de “V”, estas proyecciones parecen
haber sido talladas o decoradas de alguna otra manera.
Las urnas tienen siempre una gran puerta cuadrada de acceso y, a veces, dos, y el
contorno de las ventanas en las paredes puede estar indicado por crestas o marcas en
la arcilla. Muy a menudo hay una ventana y una salida para el humo, encima de la
puerta, en el techo y en el extremo opuesto (Boëthius et al. 1978, pp. 26-27). Estas
viviendas estaban hechas de tierra y materiales orgánicos, utilizando ladrillos de barro
y bahareque; había hogares de piedra y quizás anillos de piedra en la base.
PERIODO VILLANOVIANO
Se trata de los hábitats del primer periodo (finales del siglo IX a.C. – mediados del siglo
VIII a.C.). Este tipo de hábitat se reproduce en las urnas cinerarias conocidas como
urnas de cabaña (“capanna”) ya descritas más arriba. El hábitat es de estilo cabaña o
choza, su plano es reconocible por los agujeros destinados a alojar los postes de
apoyo, este tipo de estructuras se han hallado en excavaciones arqueológicas
realizadas en lugares como Luni, San Giovenale, Tarquinia, Veyes y el Palatino en
Roma. Su forma es redonda, ovalada y rara vez rectangular. El piso está excavado en la
roca y cubierto con tierra batida, los muros estaban hechos de arcilla compactada y
cubiertos con material vegetal tejido y la cubierta estaba hecha de plantas depositadas
en un techo a dos vertientes. El hábitat, por lo general, se componía de un solo espacio
con puertas de acceso, ventanas, fuego central y chimenea.
Este tipo de hábitat se desarrolló entre mediados del siglo VII a.C. hasta la primera
mitad del siglo VI a.C. El hábitat, de planta rectangular, aparece con el inicio del hábitat
urbano. La Tomba della Capanna (Túmulo II), siglo VII a.C., en la necrópolis de la
Banditaccia (Cerveteri), es una de las primeras tumbas cuya disposición imita la casa de
los vivos, con sus elementos estructurales y arquitectónicos: techo de madera y paja a
dos aguas, viga central y bancos de piedra a lo largo de las paredes.
Tomba della Capanna (Túmulo II) Cerveteri, arriba, vista exterior, abajo plano del
interior del Túmulo
Una de las salas interiores de la Tomba della Capanna (Túmulo II) Cerveteri
Este tipo de hábitat apareció durante las excavaciones de Veio, San Giovenale,
Acquarossa, Murlo, Marzabotto y Rusellae. Las innovaciones técnicas y tipológicas más
destacables consisten en los materiales de construcción utilizados, la separación
interior en dos partes y el techo. Los cimientos son ahora hechos de bloques de piedra
y los muros de arcilla prensada o ladrillos de barro, mientras que el techo descansa
sobre un soporte de madera de doble pendiente y que está hecho de elementos
sólidos como tejas. Este tipo de hábitat se compone de dos habitaciones, la primera
cumple la función de antecámara, el hogar doméstico se halla en la segunda habitación
que constituye la sala de estar. El techo es de cadumen (una imponente viga central
que soporta el techo a dos aguas).
En cuanto a Poggio Civitate, este complejo se halla en una colina situada en la comuna
de Murlo (Siena) los primeros hallazgos en el lugar, realizados por de Dario Neri y
Ranuccio Bianchi Bandinelli, se remontan a 1920, desde entonces la excavación ha
tenido diferentes directores tales como Kyle M. Phillips, del Bryn Mawr College (1966-
1973), Erik Nielsen y Kyle M. Phillips (codirectores entre 1973-1981), Erik Nielsen,
presidente de la Universidad Franklin de Suiza (1973-2011), Erik Nielsen y Anthony
Tuck (codirectores entre 1997-2011) y Anthony Tuck, profesor de la Universidad de
Massachusetts Amherst (desde 1996 hasta el presente). La primera fase orientalizante
del asentamiento fue realizada alrededor del año 630 a.C., se trataba de un edificio de
más de 35 metros de largo por 8 metros de ancho, no poseía divisiones internas y
probablemente era de dos pisos, con la parte inferior utilizada como almacén tal y
como lo demuestran los restos de pithoi hallados enterrados en el piso.
El patio interior estaba decorado con placas de terracota que representaban escenas
de convivencia, carreras de caballos y escenas de caza. Uno de estos frisos muestra
una escena de banquete común en el arte de la Italia arcaica; la escena muestra a
cuatro sirvientes que atienden a los invitados que se hallan reclinados en lechos,
también aparecen perros de caza. Uno de los invitados toca la lira mientras un
recipiente para mezclar aparece representado situado en el centro de dos lechos. Otro
de los frisos representa a seres humanos y animales míticos, divinos o de existencia
real; también se representan procesiones, carreras de caballos y guerreros marchando
detrás de líderes que se hayan subidos a carros.
Por tanto, podemos concluir que tanto el complejo de Acquarossa como el de Poggio
Civitate son construcciones del siglo VII a.C. (o puede que incluso anteriores). Ambos
eran complejos monumentales que poseían conjuntos de edificios alrededor de un
patio, que utilizaron la piedra, al menos en los cimientos, tejas y decoración elaborada
en terracota arquitectónica. El tamaño de estos complejos es excepcional para fecha
tan temprana. Una función obvia o, al menos posible, es la de viviendas de tipo
palaciego; otra función es la de edificios cívicos que fueron utilizados como lugares de
reunión y conmemoración para la comunidad. De estos complejos actualmente solo
quedan poco más que los cimientos de piedra, fragmentos de cerámica y otros objetos
diversos.
III.2. TEATROS
Aunque sabemos que el etrusco fue un pueblo amante de la música, la danza, los
espectáculos deportivos y atléticos y las celebraciones (muchas de ellas de tipo
religioso) y que este mundo festivo y conmemorativo influyó en la antigua Roma, como
por ejemplo los versos Fascennine (un tipo de poesía, procedente del sur de Etruria y
que posteriormente se convirtió en sátira y drama cómico romano) o los términos
latinos “histrio” que procede del etrusco “ister” con significado de “ejecutante,
intérprete, artista” o “persona” del etrusco “phersu” con significado de “máscara,
danzante enmascarado” y de donde procede nuestra palabra “persona”, muy poco
sabemos acerca de las construcciones etruscas asociadas con los espectáculos lúdicos.
Poco queda de los restos originales, hechos a menudo de materiales perecederos
(madera, ladrillo), a excepción del teatro etrusco de Castelsecco (Arezzo), situado en lo
alto de la colina de San Cornelio y datado hacia el siglo II a.C. Sin embargo, podemos
recomponer algunas de las características propias de los teatros etruscos:
Dos vistas aéreas de la zona arqueológica de Castelsecco (Arezzo) con el teatro etrusco
en la parte inferior
III.3. MUROS Y FORTIFICACIONES
Las ciudades etruscas, que a menudo se asentaban en las cimas de las colinas, se
comenzaron a amurallar aproximadamente desde el siglo VIII a.C., primeramente con
ladrillos de adobe y después, frecuentemente, con piedra, debido a que, incluso antes
de que Roma comenzara a anexionarse el territorio etrusco, la Península Itálica sufría
guerras frecuentes, encontrándose el mundo etrusco con enemigos al norte, como los
celtas y a una Roma expansionista al sur. En el siglo IV a.C. Volterra poseía dos
murallas, la segunda de ellas rodeaba toda la ciudad (Boëthius, A. 1978, pp. 66-68).
Estas murallas poseían un “agger” o terraplén y una fosa o zanja frente a la muralla.
Fiesole: del siglo IV a.C., construida en seco con grandes bloques cuadrados de
“pietra serena” local, dispuestos en filas regulares y alcanzando en algunos
lugares una altura de 5 metros y un espesor de base de 2,5 metros. Los muros
tuvieron una longitud de 2,5 kilómetros que rodeaban las colinas de San
Francesco y Sant´Apollinare sobre las que se extendía la ciudad etrusca.
Orbetello: muralla del siglo V a.C.
Cortona: muralla del siglo IV a.C., con una extensión de 3 kilómetros.
Volterra: muralla del siglo IV a.C., con una extensión de 7 kilómetros, hecha de
“panchina” local, de grano fino y de color blanco, este tipo de piedra también
se utilizó para realizar urnas cinerarias, mampostería de edificios y
pavimentación de carreteras.
Página anterior y arriba, restos de la muralla etrusca de la ciudad de Fiesole
La Porta all´Arco (Volterra) ha sido fechada en torno a los siglos IV-III a.C. y formaba
parte de los muros de la ciudad, su forma fue reformada durante la Edad Media
cuando la ciudad de Volterra se erigió como un municipio libre. Esta puerta constituía
el acceso principal a la ciudad desde el lado sur, mientras que otra puerta, la Porta
Diana (fechada entre los siglos III-II a.C.), lo hacía desde el lado norte. En comparación
con construcciones similares de otras ciudades, la Porta all´Arco se vio afectada en
menor medida por las modificaciones realizadas en época romana después de que esta
ciudad etrusca cayera bajo el dominio de Roma y, de hecho, todavía presenta hoy en
día la grandiosidad típica de las puertas de acceso etruscas.
La Porta all´Arco (arco exterior) una de las puertas de acceso a la ciudad etrusca de
Volterra
En esta imagen pueden verse con más detalle los tres protomos de la Porta all´Arco
La Porta Marzia (Perugia) data de la segunda mitad del siglo III a.C. y fue incorporada
en 1540 a los muros defensivos de la fortaleza de Rocca Paolina, para lo cual la antigua
puerta etrusca fue desmontada y reubicada a cuatro metros de su lugar original.
Porta Marzia de Perugia, en la imagen inferior pueden apreciarse mejor los detalles de
las esculturas
Construida en travertino, esta puerta posee un arco de medio punto enmarcado por
pilastras con capiteles con rosetón central rematado por una balaustrada marcada por
cuatro pilares de estilo italo-corintio de los que sobresalen cinco esculturas: en la parte
central dominan la escena Tinia, Castor y Pollux (las tres deidades protectoras de la
ciudad), flanqueadas por sus respectivos caballos en cada extremo. Otras dos cabezas,
quizás representaciones de las deidades tutelares de las puertas, se encuentran en los
triángulos que se hallan entre el arco y las pilastras. La piedra en la parte superior del
arco, ahora gastada, representa la cabeza de un caballo. La inscripción “Augusta
Perusia” se puede leer en el arquitrabe sobre el arco; en el marco superior está
grabada la inscripción “Colonia Vibia” como testimonio de ius coloniae otorgado por el
emperador romano Vibio Treboniano Gallo, de origen perugino. El nombre de la
puerta pudiera derivar del hecho de que había un templo de Marte cerca o del hecho
de que se llevaran a cabo juegos marciales cerca de la puerta, otra hipótesis muy
plausible, es que su nombre derive de Vibio Marso (de la antigua familia Vibi) que
restauró y embelleció la puerta en el siglo I d.C. bajo el reinado de Tiberio; Vibio Marso
también comenzó la construcción del anfiteatro situado debajo de la Porta Marzia (los
restos de este anfiteatro todavía son visibles debajo del Palazzo Vibi, hoy Palazzo della
Penna, los della Penna fueron los herederos de Vibi).
III.4. TEMPLOS
El templo etrusco, levantado sobre un alto podio decorado con molduras opuestas,
cuya altura tiende a disminuir con el tiempo, era accesible a través de una escalera
frontal. Aparte de los ejemplos de planimetría más simples, con una sola cella
rectangular como en el templo más antiguo de Veio (Cristofani, M. 1978; Agustí Torres,
R. 2018b), es difícil distinguir los otros dos tipos más comunes, los de tres cellas y alae,
es decir, con una sola cella pero con dos pasillos laterales. La planta con una sola cella
podía ser con o sin columnas en la fachada, la planta con tripartición de la cella poseía
una doble hilera de columnas en el pronaos, en ausencia o presencia de una
prolongación de los muros laterales de la cella. En el templo de tipología alae, las alas
laterales podían estar cerradas por paredes o separadas de la cella solo por columnas
(tipología denominada períptero postico sinusoidal) (Torelli, M. 1985, p. 84). En el
santuario de Portonaccio (Veio), el templo de Mnerva poseía tres cellas, o una cella
con alae (Agustí Torres, R. 2018b). Otros ejemplos de un templo de tres cellas son el
templo de Belvedere en Orvieto y el templo A de Pyrgi (Santa Severa); el templo B de
Pyrgi (el más antiguo de los dos, siglo VI a.C.) y el templo de Satricum, dedicado a la
Mater Matuta (mediados del siglo VI a.C.) poseen una sola cella y perístasis (Colonna,
G. 1994).
Por lo general, solo el podio o plataforma de base usaba piedra, con las partes
superiores hechas de madera y terracota (aunque existe evidencia de que las columnas
del pórtico a veces eran realizadas en piedra como, por ejemplo, el templo de Veyes)
(Banti, L. 1973, pp. 31-32), lo que ha motivado que gran parte de la estructura de los
templos etruscos se haya perdido y hace que todavía sea mucho lo que desconocemos
de los templos etruscos. El único relato escrito de importancia sobre la arquitectura de
los templos etruscos es el de Vitruvio, De architectura libri decem, quien escribió un
tiempo después (15 a.C.) de que Roma absorbiera la civilización etrusca. Vitruvio
describe como planificar un “templo toscano” que parece ser de un estilo etrusco-
romano (tuscanicae dispositiones), templo de un tipo que quizás todavía a veces se
construía en su propia época, aunque la descripción de Vitruvio pudiera ser más bien
un intento por describir los edificios etruscos originales más que una descripción
exacta, no obstante, es muy posible que pudiera haber visto algún templo original.
Muchos de los aspectos descritos por Vitruvio se ajustan a lo que la arqueología puede
demostrar, pero otros no; en cualquier caso, está claro que los templos etruscos
aunque mantenían una disposición bastante canónica, también podían adoptar
variadas formas durante el periodo de aproximadamente cuatrocientos años en que
fueron construidos (Banti, L. 1973, pp. 31-32) como por ejemplo, el templo de
Talamonaccio que vio, entre la segunda mitad del siglo IV a.C. y la segunda mitad del
siglo I a.C. las primeras varias renovaciones, la última de las cuales implicó la inserción
del friso pedimental probablemente debido a la influencia de la cultura griega ahora
mediada por la sociedad romana, el espacio del frontón se cerraba con tablones de
madera a los que se clavaban placas con relieves sobresalientes (Pianu, G. (app.) 1985,
pp. 297-298), la introducción del friso que decora las paredes de la cella también data
del periodo helenístico, por lo que es conveniente establecer en qué momento se
hicieron renovaciones en los templos etruscos. No obstante todo esto, Vitruvio sigue
siendo el punto de partida inevitable para una descripción y un contraste de los
templos etruscos con sus equivalentes griegos y romanos.
Los rasgos que comparten los templos típicos etruscos y romanos, y que contrastan
con los griegos, comienzan con un enfoque fuertemente frontal, con gran énfasis en la
fachada frontal, menos en los laterales y muy poco en la parte trasera. Los podios
también suelen ser más altos y solo se puede ingresar en una sección del frente,
presentando una pared de plataforma en blanco en otro lugar. Puede que solo haya
columnas en el pórtico frontal. En los templos etruscos, más que en los romanos, el
pórtico es profundo y, a menudo representa, tal y como recomienda Vitruvio, la mitad
del área bajo el techo, con múltiples filas de columnas. Al menos en templos
posteriores, se encuentran versiones de capiteles griegos eólicos, jónicos y corintios,
así como el orden toscano principal (una versión etrusca del estilo dórico) en contra de
las convenciones griegas y romanas posteriores. La arquitectura etrusca compartía con
la arquitectura del antiguo Egipto el uso de grandes molduras tipo “cavetto” (una
moldura cóncava con un perfil curvo regular que forma parte de un círculo), aunque no
en la misma escala masiva. El cavetto tomó el lugar del “cymatium” griego (moldura
superior en la parte superior de la cornisa en el orden clásico que está hecha de una
moldura en forma de S, ya sea cyma recta o cyma reversa, combinando un cavetto
cóncavo con un óvolo convexo) en muchos templos, a menudo pintado con patrones
verticales de “lengua” (como en el templo reconstruido en el Museo Nazionale Etrusco
de Villa Giulia en Roma) y combinando con la distintiva “moldura etrusca redonda”, a
menudo pintada con escamas (Winter, Nancy A. 2012, pp. 61-67). Se han hallado
algunos modelos de templos hechos en cerámica y en representaciones en tumbas y
vasos cerámicos. Los restos de los elementos arquitectónicos hechos en terracota han
sobrevivido en importantes cantidades, y los museos, principalmente en Italia, poseen
buenas colecciones de antefijas pintadas de atractivas formas.
En los templos etruscos, Vitruvio especifica tres puertas y tres alae, una para cada una
de las principales deidades etruscas (Tinia, Uni y Mnerva), pero las evidencias
arqueológicas reflejan que esto no fue una norma, aunque existe. Las fuentes romanas
suelen atribuir a los etruscos el gusto por las tríadas en aspectos como el urbanismo
(como por ejemplo las tres puertas de las ciudades).
La orientación de los templos etruscos no era consistente y pudo ser determinada por
el augur en el momento de su fundación (Agustí Torres, R. 2021). Los exteriores de los
templos griegos y romanos originalmente estuvieron muy decorados y pintados con
llamativos colores especialmente el entablamiento y los techos, esto es aún más cierto
en los templos etruscos que estaban destinados a no verse más que de frente. Cuando
se utilizaba madera para las columnas, las bases y los capiteles, a menudo se hallaban
revestidos de terracota pintada (antepagmenta). El espacio del frontón permaneció
hueco, la decoración estuvo ausente o se limitó al revestimiento de algunas partes del
mismo (las terminaciones de la columna y los “mutuli”, es decir, la viga principal y las
vigas laterales), a través de placas a veces perfiladas. Todos los salientes del techo
estaban decorados, principalmente con elementos de terracota pintada en brillantes
colores, las acroterias podían ser estatuas de tamaño natural o elementos decorativos
como palmetas u otras decoraciones de tipo vegetal. Con frecuencia, había una hilera
de esculturas a lo largo de la cresta central del techo que iba más allá del grupo
acroterion sobre un frontón propio de los templos griegos y romanos. El Apolo de Veio
(santuario de Portonaccio) formaba parte de un grupo acroterion (Agustí Torres, R.
2018b), restos sustanciales pero fragmentarios de frontones esculpidos tardíos
sobreviven en museos, de hecho, más que de los templos griegos o romanos, esto es
en parte porque la terracota no era capaz de ser reciclada como lo era, por ejemplo, el
mármol. Los grupos de Luni y Talamone (ambos expuestos en Florencia) o el de Pyrgi
(Museo Nazionale Etrusco de Villa Giulia en Roma) se encuentran entre los más
impresionantes.
El templo del Belvedere se halla situado cerca de Pozzo de San Patrizio, en Orvieto. Su
plano se asemeja mucho a la descripción canónica de los templos etrusco-itálicos
proporcionada por Vitruvio en su tratado De architectura libri decem. Este templo fue
descubierto por casualidad en 1828 durante la construcción de una carretera cercana.
Muy probablemente se construyó entre finales del siglo VI a.C. y principios del siglo V
a.C. y se mantuvo en uso hasta las primeras décadas del siglo III a.C. Actualmente son
visibles el podio, la escalinata de entrada, las bases de cuatro columnas y algunos
bloques perimetrales. Se desconoce a qué divinidad fue consagrado este templo, el
epígrafe pintado en una copa hallada en los alrededores del templo lleva el nombre de
Tinia, el dios principal del panteón etrusco, según otras hipótesis, entre las divinidades
veneradas en este templo también se encontraría el dios Suri (divinidad infernal y de la
adivinación). Detrás del templo se encontraba situada una construcción subterránea
revestida de cerámica, en la que se podría identificar un depósito de agua que estaría
destinada al uso ritual o, también, como un espacio destinado a particulares prácticas
de culto.
Vistas frontal y lateral del templo del Belvedere (Orvieto) construido a finales del siglo
VI a.C. comienzos del siglo V a.C. Actualmente son visibles el podio, la escalinata de
acceso, las bases de cuatro columnas y algunos bloques perimetrales
Dos antefijas en terracota policromada procedentes del templo etrusco del Belvedere
(Orvieto) siglos VI-V a.C. Museo Archeologico Nazionale di Orvieto
TEMPLO DE ARA DELLA REGINA (TARQUINIA)
El Ara della Regina, ubicado en el Pian de Cività, constituye uno de los hallazgos
arqueológicos más importantes de Tarquinia. En el lugar del templo se halla un
cenotafio construido en torno al siglo VI a.C. consistente en dos plataformas hechas de
bloques cuadrados que conmemora la figura de Tarconte, el fundador de Tarquinia.
Planos de planta de las cuatro fases constructivas del templo etrusco del Ara Della
Regina (Tarquinia). Vista aérea del templo del Ara della Regina.
Lastra en terracota de los caballos alados procedente del templo etrusco del Ara della
Regina (Tarquinia) Museo Nazionale di Tarquinia
Construido al comienzo del siglo VII a.C., la construcción del templo dedicado a la diosa
Mnerva se completó en torno a año 510 a.C., y la estructura final del santuario se
completó a mediados del siglo V a.C., a partir de este momento cesa toda la actividad
constructiva en el santuario de Portonaccio. El santuario consta de un templo, un
estanque para agua que era administrada por una serie de conductos subterráneos,
algunos de los cuales son actualmente visibles, y una plaza que termina en una gran
plataforma cuadrangular situada al este. El templo, de tipo toscano, de 18 metros
cuadrados estaba situado sobre un podio bajo constando de dos partes: un pronaos
con dos columnas a modo de fachada de 7 metros de profundidad, y una parte
posterior que poseía tres cellas de 9 metros de profundidad o, más probablemente,
una sola cella y dos alae o columnatas laterales.
Las columnas de 6 metros de altura, estaban hechas de toba revestida con estuco, así
como las paredes, que dentro del pronaos estuvieron decoradas con varias pinturas
realizadas sobre paneles de barro. El techo era de madera cubierto con terracota
policromada; la terracota poseía adornos de bronce y otros modelados a mano, entre
los cuales se encuentra una espléndida serie de acroteras con las cabezas de gorgonas,
ménades y sátiros. En 1916 fue descubierta aquí la famosa estatua de Apolo (Agustí
Torres, R. 2018b).
Dos antefijas de terracota policromada representando a ménades procedentes del
Santuario etrusco de Portonaccio (Veio). En la página anterior (debajo) un detalle de la
estatua a tamaño natural del Apolo del Santuario de Portonaccio
EL TEMPLO DE IOVIS OPTIMI MAXIMI CAPITOLINI
Incluyo una descripción de este templo romano debido a sus estrechas relaciones
tanto con los templos como con la arquitectura etrusca. El templo de Aedes Iovis
Optimi Maximi Capitolini fue el templo más importante de la antigua Roma, estaba
situado en la colina del Capitolio, rodeado por el Área Capitolina, un recinto donde se
exhibían numerosos santuarios, altares, estatuas y trofeos de victoria. El primer
edificio fue el templo grande más antiguo de Roma y estuvo dedicado a la Tríada
Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) y, como muchos templos en el centro de Italia,
compartía características con la arquitectura etrusca.
Reconstrucción aproximada del primer templo de Iovis Optimi Maximi Capitolini donde
puede observarse la clara influencia etrusca
Fue, según la tradición (Liv. Ab urb. 2,8), dedicado en el año 509 a.C., y en el año 83
a.C. fue destruido por un incendio; una reconstrucción de estilo griego se completó en
el año 69 a.C. Para el primer templo, las fuentes antiguas refieren que se trajeron
especialistas etruscos (incluido posiblemente el famoso Vulca) para trabajar en
diversos aspectos del edificio, incluidas la fabricación y pintura de los extensos
elementos de terracota o elementos superiores, como las antefijas (Stamper, J. 2005,
pp. 12-13). Se trata de la primera versión de templo de estilo etrusco más grande
registrada (Cristofani, M. 2016; Boëthius et al. 1978) y mucho más grande que otros
templos romanos durante siglos, las diversas reconstrucciones suelen mostrar aleros
muy anchos y una amplia columnata que se extiende a los lados, aunque no alrededor
de la parte trasera tal y como se hubiera hecho en un templo griego. En una imagen de
factura tosca procedente de un denario acuñado en el año 78 a.C. se muestra al
templo con solo cuatro columnas y una línea de techo muy transitada (la línea de
techo se utilizaba para describir las fascia, los plafones, antefijas y revestimientos que
forman la fachada inmediatamente por debajo del techo y los aleros de muchos
edificios y casas).
Denario del año 78 a.C. donde puede observarse la fachada del templo de Iovis Optimi
Maximi Capitolini con cuatro columnas
Planta del segundo templo de Iovis Optimi Maximi Capitolini realizada en el año 69 a.C.
y que sustituyó al templo original después del incendio del año 83 a.C.
Reconstrucción de la fachada del segundo templo de Iovis Optimi Maximi Capitolini
El frontón del Templo A de Pyrgi (templo construido entre los años 470-460 a.C., de
planta toscana y dedicado a Heracles y a Thesan/Leucothea) es una obra en
altorrelieve de estilo arcaico tardío que estaba situado en la parte posterior del Templo
A. Este altorrelieve representa dos raros episodios de la saga de los Siete contra Tebas,
Capaneo fulminado y Tideo que golpea por la espalda al moribundo Melanipo,
provocando el disgusto de la diosa Atenea y la condena a seguir siendo mortal. En este
mismo templo, en la fachada, se hallaba otro altorrelieve de estilo clásico tardío que
representaba la protección ofrecida por parte de Heracles a la errante Leucothea junto
con el joven Palemón. También el Templo B de Pyrgi (más antiguo ya que fue
terminado sobre el año 510 a.C. y fue dedicado a la diosa Ilithia/Leucothea por
Thefarie Velianas, gobernante de Caere) poseía altorrelieves de estilo jónico pero
actualmente sólo se conservan restos muy fragmentados. Los restos de este frontón se
exhiben en el Museo Nazionale Etrusco de Villa Giulia en Roma.
Plano del conjunto arqueológico de Pyrgi, con los Templos A y B, el área C y el
santuario. Abajo, frontón del Templo A de Pyrgi (Museo Nazionale Etrusco de Villa
Giulia, Roma)
Restos del templo etrusco de Talamonaccio (GR), en la imagen inferior los restos del
frontón de Talamone
Algunos tipos de tumbas reproducen claramente aspectos de las casas más ricas, con
varias cámaras conectadas, columnas con capiteles y techos con vigas excavadas en la
roca. Muchas de estas tumbas poseen pinturas al fresco que, aunque basadas en el
arte griego, presentan las claras características del arte etrusco, también se construían
con regularidad las denominadas “tumbas de útero”. La mayor conservación de las
tumbas etruscas, en comparación con las estructuras de tipo residencial, estaba
garantizada por su función; pensadas para tener una mayor duración, fueron
construidas con materiales no perecederos, en piedra o talladas en la roca, como
hemos apuntado más arriba. Los cambios en los rituales funerarios o en la estructura
socioeconómica de la población etrusca llevaron al desarrollo, a lo largo de los siglos,
de diferentes estructuras funerarias (Agustí Torres, R. 2018a).
HIPOGEOS
Esta tumba data de la segunda mitad del siglo II a.C., y se halla situada en la zona de
Ponte San Giovanni, en la necrópolis del Palazzone (iniciada en torno a los siglos VI-V
a.C. y que consta de gran número de hipogeos) a las afuera de Perugia. Fue
descubierta en 1840 durante los trabajos de mejora de la Via Assisana que une Ponte
San Giovanni con Perugia a través de la localidad de Piscille. Se trata de la tumba de la
familia de Arunte Volumnio (etr. Arnth Veltimna Aules). A la tumba se accede a través
de un dromos inclinado que desciende algunos metros bajo la superficie, al final del
cual se halla la puerta de entrada a la tumba, seguidamente se encuentra un amplio
vestíbulo desde el que se accede a cuatro pequeñas cámaras laterales y a tres cámaras
centrales más grandes, una de ellas contenía las urnas con los restos principales de la
familia. La urna de Arnth Veltimna está hecha de travertino y por encima se halla la
representación del difunto reclinado sobre un triclinio. El Hipogeo de los Volumnii fue
utilizado hasta finales del siglo I.
Hipogeo de los Volumnii (necrópolis del Palazzone, Perugia) con el sarcófago de Arnth
Veltimna Aules
EDÍCULOS
BRONZETTO DELL´OFFERENTE
Se trata del mejor ejemplo del tipo de tumba de edículo que se halla en la necrópolis
de Casone, en el Parco Archeologico di Baratti e Populonia en Piombino (LI),
perteneciente a la antigua ciudad etrusca de Populonia. Es una construcción del siglo
VI a.C. y perteneciente a una familia aristocrática del lugar. Esta tumba está realizada
en piedra arenisca del tipo “panchina livornese”, se trata de una estructura
fuertemente escuadrada con un característico techo de losas monolíticas inclinadas a
doble vertiente y originalmente decorada con antefijas de terracota y acroterias.
TÚMULOS
Los túmulos deben su nombre al hecho de que, una vez ejecutada la tumba, ésta se
cubría con una acumulación de tierra, con el fin de crear una especie de colina
artificial. Cada una de estas tumbas se articula, a manera en los hipogeos, en diversas
cámaras sepulcrales de dimensiones proporcionales a la riqueza y notoriedad del
difunto o de su familia. Generalmente los túmulos son de forma circular y entre ellos
destacan el Túmulo Maroi, el Túmulo Polícromo, el Túmulo Mengarelli, el Túmulo
Moretti o el Túmulo del Colonello, entre otros. Todos estos túmulos son de tamaño
medio y se hallan en la necrópolis de la Banditaccia (Cerveteri).
TÚMULO MAROI
Este túmulo contiene tres sepulcros que reproducen las mismas características que
otros grandes túmulos de mediados del siglo VII a.C., rodeado de sencillas tumbas “a
dado”.
TÚMULO MENGARELLI
Esta tumba, del siglo VII a.C., es la única que se encuentra en el interior de un gran
túmulo inacabado, consiste en un largo pasillo con dos celdas laterales que conducen a
un vestíbulo circular desde el que se abren dos salas laterales y dos salas posteriores.
En el techo de la última estancia aún se conserva el boceto preparatorio, a carboncillo,
que serviría posteriormente de guía para esculpir el relieve del marco de madera.
Algunos restos de pintura en los muros muestran temas vegetales y de animales. Esta
tumba pertenece a una fase más evolucionada que la Tomba della Capanna,
constituyendo un interesante ejemplo de gran casa articulada que sigue el esquema de
sencillas cabañas de épocas anteriores dentro de la arquitectura del mundo de los
vivos.
Arriba, vista exterior del Túmulo Mengarelli (siglo VII a.C.), abajo, vista de su interior.
Necrópolis etrusca de la Banditaccia, Cerveteri
TÚMULO POLÍCROMO
También del siglo VII a.C., sigue un esquema similar a las tumbas “a dado” de la
cercana Via dei Monti Ceriti (Banditaccia). El interior, al que se accede a través de un
breve corredor con dos salas laterales, está constituido por una estancia grande con
dos pilares centrales, pertenecientes a una intervención posterior en la tumba. El
techo plano presenta vigas paralelas que cubren las áreas laterales. Se ha conservado
muy poco de la decoración pictórica original de bandas rojas a lo largo de las paredes.
El nombre de este túmulo se debe a que fue construido con bloques completamente
dispuestos en hileras alternas de toba volcánica y “macco” (caliza de color más claro)
creando un efecto polícromo.
Arriba, vista exterior del Túmulo Polícromo (siglo VII a. C.), abajo, vista de su interior.
Necrópolis etrusca de la Banditaccia (Cerveteri)
TÚMULO DEL COLONELLO
Datado en la primera mitad del siglo VII a.C., es uno de los túmulos más grandes de la
necrópolis de Banditaccia (Cerveteri), y construido inicialmente para una sola tumba.
El tambor, excavado en la toba, presenta una rica decoración de molduras. Además de
la tumba más antigua, con un largo pasillo y una pequeña cámara funeraria con techo
cercano a doble vertiente, existen tres tumbas más que se construyeron dentro del
túmulo durante el siglo VI a.C.
Arriba, vista exterior del Túmulo del Colonello (siglo VII a.C.), abajo, vista de su interior.
Necrópolis etrusca de la Banditaccia (Cerveteri)
DESARROLLO
Como hemos mencionado más arriba, los enterramientos más antiguos son de época
villanoviana que van desde el siglo IX a.C. hasta el siglo VIII a.C., y se caracterizan por la
forma de pozo, donde se depositaban las cenizas del difunto, o bien, por las fosas de
inhumación. Desde el siglo VII a.C., durante el Periodo Orientalizante, aparecen
grandes montículos, los enterramientos de túmulos se caracterizan por una estructura
construida en toba con planta circular que encierra una representación de la casa del
difunto completada con un dromos (corredor) para acceder a las distintas estancias. La
gran cantidad de detalles en el interior de estas tumbas nos ha permitido aprender
sobre las costumbres domésticas de los etruscos. A este periodo pertenecen, entre
otras, la Tomba della Capanna, el Túmulo Maroi y el Túmulo Mengarelli.
Durante el siglo V a.C., las tumbas de túmulo fueron reemplazadas por las tumbas “a
dado”, estas últimas consisten en una larga hilera de tumbas alineadas regularmente a
lo largo de vías funerarias. En la zona de la Banditaccia que puede ser visitada hay dos
de estas vías: la Via dei Monti Ceriti y la Via dei Monti della Tolfa, ambas datan del siglo
VI a.C. Los enterramientos más recientes son de los siglos IV y III a.C., es decir, del
periodo helenístico etrusco, el enterramiento más representativo de este periodo
pudiera ser la Tomba dei Rilievi, del siglo IV a.C., y que perteneció a la familia Matunas,
tal y como se indica en las inscripciones de dicha tumba. Su interior se ha conservado
en un estado particularmente bueno permitiendo observar también los frescos en las
paredes y en las columnas (por esta razón, esta es la única tumba de la Banditaccia que
no se puede visitar, pero su interior es visible a través de un panel de vidrio, debido a
la particular delicadeza de las pinturas).
Vía funeraria y tumbas de túmulo en la necrópolis etrusca de la Banditaccia
(Cerveteri). Patrimonio Mundial de la Humanidad
NECRÓPOLIS DE MONTEROZZI (TARQUINIA)
En su mayoría son tumbas de una cámara con bóveda a dos puentes y el borde
simulado en terracota a dos aguas pintado, con una sola habitación para la pareja de
difuntos. Estas pinturas murales de las tumbas de Monterozzi representan el núcleo
pictórico más conspicuo del arte etrusco y, al mismo tiempo, el documento más
grande de toda la pintura antigua de la Península Itálica antes de la época imperial
romana. Las cámaras funerarias, modeladas como si fueran el interior de las viviendas
de los vivos, tienen las paredes decoradas con pinturas al fresco realizadas sobre una
ligera capa de yeso, con escenas mágico-religiosas que representan banquetes
funerarios, bailarines, instrumentos musicales, malabaristas, paisajes, etc., en las que
si imprime un movimiento animado y armonioso y representadas en vivos e intensos
colores. A partir del siglo V a.C., figuras de demonios y divinidades se suman a las
escenas de despedida, acentuando lo monstruoso y lo patético. Entre las tumbas más
interesantes se encuentran la Tomba del Guerriero, la Tomba della Caccia e della
Pesca, la Tomba delle Leonesse, la Tomba degli Auguri, la Tomba dei Giocolieri, la
Tomba dei Leopardi, la Tomba dei Festoni, la Tomba del Barone, la Tomba dell´Orco o
la Tomba degli Scudi, entre muchas otras. Parte de las pinturas desprendidas de
algunas tumbas con el fin de preservarlas (Tomba delle Bighe, Tomba del Triclinio,
Tomba del Letto Funebre e della Nave) se conservan en el Museo Nazionale Etrusco de
Tarquinia. También proceden de esta necrópolis esculturas en relieve en piedra caliza
realizadas sobre losas o representando la figura del difunto tendida sobre el sarcófago,
entre otras destaca el sarcófago de piedra caliza de la Tomba dei Partunu, una
exquisita obra realizada en el periodo helenístico.
Tumba de los Leopardos (Tomba dei Leopardi), siglo V a.C., necrópolis etrusca de
Monterozzi (Tarquinia). En esta necrópolis se haya el corpus más extenso conocido de
antigua pintura etrusca. Patrimonio Mundial de la Humanidad
Diferentes pinturas de la Tumba de los Augures (Tomba degli Auguri), siglo VI a.C.,
necrópolis etrusca de Monterozzi (Tarquinia) donde aparecen representados atletas,
augures junto a la puerta de acceso al inframundo y el ritual etrusco del Phersu
Dama danzando de la Tumba de las Leonas (Tomba delle Leonesse), siglo VI a.C.,
Necrópolis etrusca de Monterozzi (Tarquinia)
Escena procedente de la Tumba del Barón (Tomba del Barone), siglo VI a.C., necrópolis
etrusca de Monterozzi (Tarquinia)
NECRÓPOLIS DEL CROCIFISSO DEL TUFO (ORVIETO)
La necrópolis del Crocifisso del Tufo se halla situada en la vertiente norte (la vertiente
sur la ocupa la necrópolis de Cannicella) del acantilado de la ciudad de Orvieto. Esta
necrópolis alcanzó su máxima extensión entre mediados del siglo VI a.C. y mediados
del siglo V a.C. La necrópolis debe su nombre a la imagen de un crucifijo grabado en la
toba dentro de una capilla de piedra excavada en la roca sobre la que se asienta la
ciudad. A diferencia de las necrópolis de Banditaccia y Monterozzi, en complejo del
Crocifisso del Tufo está formado por tumbas de cámara rectangular, de dimensiones
bastante homogéneas (3 x 2 metros). Las tumbas, más de 200, hechas de bloques de
toba, son de tipo “cámara” y generalmente están dispuestas a lo largo de una red de
calles sepulcrales que forman un trazado ortogonal. Las tumbas actualmente abiertas a
los visitantes, estaban destinadas en su mayoría a núcleos familiares simples. En el
momento del entierro, los cuerpos, incinerados o inhumados, fueron depositados en
las tumbas junto con un ajuar funerario compuesto por objetos que mostraban el rol
social que poseían los difuntos. Entre esos objetos se han hallado vasijas hechas de
bronce, terracota y bucchero. Los personajes masculinos solían ir acompañados de
lanzas, herramientas de hierro relacionadas con la cocción de la carne (morillos,
brochetas, parrillas, resortes); en cambio, los personajes femeninos, a menudo poseían
adornos, en ocasiones hechos de diferentes materiales preciosos. Muy numerosos son
los hallazgos de jarrones de tipo ático, con figuras negras y rojas, que demuestran la
disponibilidad económica de los difuntos.
Pagina anterior y arriba, diversas vistas de la necrópolis etrusca del Crocifisso del Tufo
(Orvieto)
El suelo de las cámaras era de toba o tierra batida, los techos son, por lo general, de
doble inclinación y están formados por bloques que se proyectan progresivamente
hacia el centro de la tumba. Se trata de pseudo tensiones, porque la estanqueidad
estática no estaba garantizada por los sillares de llave, sino por el suelo que se
acumulaba sobre estos bloques; para contener la tierra había una segunda cortina de
bloques que constituía también el muro perimetral del monumento. Cada tumba se
cerró con una lastra de piedra de toba y luego se rellenó con bloques del mismo
material. El nombre del difunto y de la familia a la que pertenecía suele estar grabado
en el arquitrabe de las puertas. Fuera de las tumbas, generalmente sobre el techo,
había piedras con la función de marcadores funerarios cuya forma indicaba el sexo de
la persona sepultada, lamentablemente no es posible especificar qué forma
correspondía a un género determinado.
Las “vías cavadas” (Cavoni), que constaban de unos estrechos tramos que a menudo
atraviesan colinas, probablemente hayan cambiado poco desde la antigüedad etrusca;
además de conectar lugares, estos tramos pudieron tener una función defensiva en
tiempos de guerra. Su construcción pudo haber sido el resultado, principalmente, del
desgaste a través del lecho rocoso de tufo blando, por la circulación de vehículos con
ruedas de hierro que crearon surcos profundos que requerirían que la carretera fuera
recortada con frecuencia para ofrecer una superficie lisa. La datación de estas
carreteras solo puede deducirse por la de los asentamientos entre los que pasan y por
los objetos procedentes de las tumbas que se hallan en su cercanía. Durante los siglos
VII y VI a.C., se muestra actividad con objeto de reemplazar las carreteras anteriores,
solo aptas para la circulación de viajeros y animales de carga, por carreteras más
anchas y mejor diseñadas capaces de soportar vehículos con ruedas y utilizando rutas
más fáciles pero más largas a través de terreno montañoso (Izzet, V. 2007, p. 194). Por
otra parte, en el mundo etrusco, los puentes eran comunes, presumiblemente muchos
eran hechos de madera, pero algunos utilizaron piedra colocada debajo de una
superficie de madera.
III.7. HIDRÁULICA
Esta actividad de saneamiento de zonas insalubres fue muy importante para los
etruscos debido a varios factores entre ellos el combatir enfermedades como la
malaria y para aprovechar el potencial de los terrenos.
Todavía se conservan restos de puentes etruscos entre los cuales destaca el Ponte di
Vulci o “Ponte del Diavolo”, la parte más baja de este puente es de origen etrusco con
dos pilones hechos de bloques de toba roja que se levantan directamente sobre el
cauce del río Fiora, la parte superior de este puente, incluidos los arcos, es de época
romana, siglo I a.C. Los etruscos utilizaron la válvula hidráulica de bronce que era
conectada a tuberías de plomo.
Puente de origen etrusco llamado Puente de la Abadía o Puente del Diablo (Vulci)
CLOACA MAXIMA
Pese a ser una de las civilizaciones más desarrolladas y brillantes de la Península Itálica
en la antigüedad y extenderse en el tiempo por un periodo aproximado de 700 años,
los restos arquitectónicos etruscos aún visibles son relativamente escasos, en el caso
más específico de estructuras civiles y templos y en mucho menor grado en el caso de
tumbas, si los comparamos con los restos romanos, en parte porque las ciudades
etruscas fueron profundamente transformadas por la ocupación romana y por
adaptaciones posteriores, en parte por los materiales utilizados en su construcción a
menudo perecederos. Restos notables para la arquitectura etrusca lo constituyen los
hábitats, los templos y las tumbas, especialmente el interior de estas últimas,
conectadas al concepto de casa-tumba. Lo poco que se conoce de las ciudades
etruscas muestra, en un principio, un plan irregular, a excepción de Marzabotto;
aunque para el siglo IV a.C. ya aparece una planta regular (hipodamica) con calles
principales y plan cuadriculado. Notables son los casos de los conjuntos monumentales
orientalizantes y arcaicos de Acquarossa y Poggio Civitate. Estas ciudades fueron en
muchos casos rodeadas por cintas murarias hechas de grandes bloques de piedra. El
templo etrusco conservó durante mucho tiempo la estructura de madera atestiguada
también para la Grecia arcaica con revestimiento de placas de terracota, arte en el que
los etruscos fueron verdaderos maestros; de estos templos solo restan algunas partes
como el podio y la escalinata de acceso hechas de piedra, lo que nos permite conocer
algo de su estructura y proporciones. El orden toscano fue una aportación etrusca que,
aunque siendo una variación local del orden dórico griego, presenta unas claras
diferencias con este: columna con capitel dórico, equinus y ábaco, desprovista de
ranuras y provista de una base (ausente en la columna dórica). La riqueza de la pintura
tumbal etrusca nos proporciona una vívida visión, en muchos aspectos, de la vida
cotidiana de los etruscos, estas tumbas, en sus variadas formas de construcción
(hipogeos, túmulos, edículos), nos llenan algunas lagunas acerca de los hábitats de la
sociedad etrusca y de sus creencias. Los etruscos estuvieron muy vinculados a los
espectáculos deportivos y lúdicos, así como a las ceremonias religiosas, sin embargo es
muy poco lo que conocemos a este respecto en el ámbito arquitectónico de la
civilización etrusca. Las vías de comunicación entre las diferentes ciudades en el
ámbito territorial etrusco fueron también desarrolladas por ellos, así como las obras de
canalización, comunicación, drenaje y riego en el campo de la hidráulica. Siempre
utilizando materiales locales, los etruscos nos revelan, a través de los relativamente
escasos restos arquitectónicos conocidos hasta ahora, su gran nivel de desarrollo, su
sofisticación constructiva y su grandeza como civilización, una civilización que, aunque
absorbida por Roma, quien debe mucho a la cultura etrusca, se revela como una de las
más portentosas civilizaciones del mundo antiguo.
BIBLIOGRAFÍA
Ackerman, James S.
Anziani, D.
Auguste, Geffroy
Banti, Luisa
Bartoloni, Gilda
Bayet, Jean
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