El Teatro de Lorca

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EL TEATRO COMO ESPECTÁCULO TOTAL: F.

GARCÍA LORCA

La obra de Lorca se mueve entre la vanguardia y la tradición. Una tradición que


une lo netamente español con lo europeo y con el poso de las religiones arcaicas, tomando
modelos que enlazan con la Biblia o con la riqueza ancestral del folclore, lo que
proporciona al conjunto de su universo un valor mítico.
Toda la obra se mueve entre la realidad y el deseo; entre el ansia de libertad y la
frustración producida por la acción opresora de la sociedad.
El amor, un tema capital, de dimensiones cósmicas, justifica todas las opciones eróticas y
lleva a la mayor de las frustraciones cuando el deseo amoroso tropieza con la
incomprensión social. La presencia turbadora del sexo, tan constante en los poemas del
Romancero gitano, impregnará sus producciones teatrales. También aparece, a veces, el tema
de la esterilidad, presentada como una forma incompleta del amor. Los protagonistas de las
obras de Lorca son, con frecuencia, mujeres dominadas por amores imposibles,
condenadas a la soledad o a la muerte, que encarnan, en sus historias, la tragedia de una
humanidad rebosante de ansias vitales y condenada a la frustración producida por el paso
del tiempo, los yugos sociales o la muerte.
La muerte es otro de los grandes temas de la poesía y el teatro lorquianos, encarnada en
símbolos como el cuchillo, la luna o el pozo: el inmenso amor a la vida que siete el autor le
lleva a vivir con gran tensión entre ese sentimiento de plenitud y la amenaza de ruptura que
supone la muerte.
Lorca piensa que es el teatro el que se tiene que imponer al público y no los gustos
preestablecidos de éste, como venía ocurriendo durante años. Una de sus mayores
aportaciones fue restituir a la escena el poder evocador de la poesía, presente incluso en las
obras escritas en prosa. La riqueza expresiva de su lenguaje, abundante en metáforas
audaces, comparaciones y constantes referencias simbólicas, confiere a todas sus
producciones teatrales un hondo valor poético.
Lorca concibe el teatro como espectáculo total y cuida, además del texto, la forma de
actuar de los actores, la escenografía, la danza y la música.

En estrecha relación con la poesía surrealista de Poeta en Nueva York, están Así que pasen
cinco años (1930) y El público (1931), obras cargadas de simbolismo a las que Lorca
califica de comedias imposibles.
Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba suponen un intento de retorno
a la tragedia. Los personajes femeninos viven inmersos en un mundo sofocante y falto de
libertades.
En Yerma Lorca pone en escena el drama de una mujer condenada a la esterilidad que se
debate entre la fidelidad al marido y el ansia de colmar su anhelo de maternidad.
Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores es una comedia amarga, reflejo de la
vida de muchas mujeres de la burguesía provinciana de comienzos de siglo.
La obra cumbre del teatro de Lorca es La casa de Bernarda Alba, que fue escrita poco
antes de que fuera asesinado y que nunca llegó a ver representada. La obra, en tres actos y
concebida con claras connotaciones simbólicas, transcurre en un espacio cerrado en el que
viven Bernarda Alba, recién enviudada de su segundo marido, y sus cinco hijas, a las que
va a someter al aislamiento asfixiante de un luto exagerado. Bernarda encarna el principio
de autoridad, el orgullo de casta y el sentimiento más depurado de la honra. A este mundo
vivido continuamente en el interior de la casa, sembrado de odios, erotismo reprimido y
envidias, llegan los ecos del mundo exterior, de las pasiones vividas en libertad por las
gentes del pueblo, pero dañado también por la maledicencia y la obsesión por el qué dirán.

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