Los Caminos de Jemaja
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Yemayá
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Información religiosa
Patronazgo Reina del Mar, Representante de la Fertilidad, Protectora del Hogar y la Familia, de los
Barcos, los Pescadores.
Títulos y
reconocimientos[mostrar]
Celebrada en Ifé como hija de Olokun, la divinidad de los mares, esa estrecha conexión fue enaltecida en
el proceso de la diáspora africana resultando en una sobreposición de ambas en una misma figura como
manifestaciones de un mismo principio, siendo el motivo para la asociación de Yemayá con los mares en
el Nuevo Mundo. Con el sincretismo de otras divinidades y de influencias europeas, fue imbuida de
incontables atributos y poderes en una gran variedad de cultos. Su arquetipo maternal se consolidó
sobre todo como Madre de todos los Orishás. Yemayá, en las palabras de D. M. Zenicola, "representa el
poder progenitor femenino; es ella que nos hace nacer, divininad que es maternidad universal, la Madre
del Mundo".4
En Brasil considerado el orishá más popular festejado con fiestas públicas, desarrolló profunda influencia
en la cultura popular, música, literatura y en la religión, adquiriendo cada vez más una identidad
consolidada por el Nuevo Mundo, conforme puede ser observado a través de su representación por
diversos intelectuales, artistas y por el folclore que en su imagen reunieron las "tres razas". Figura en la
Dona Janaína una personalidad aparte, seductora, sirena de los mares noroccidentales, con cultos
populares simbólicos y accesibles que muchas veces no expresan necesariamente una liturgia. En esa
visión, según Bernardo, Yemayá "(...) es madre y esposa. Ella ama los hombres del mar y los protege.
Pero cuando los desea, ella los mata y los hace sus esposos en el fondo del mar".5
Nombre y Epítetos
"Yemayá", nombre que deriva de la contracción de la expresión en yoruba Yèyé omo ejá ("Madre cuyos
hijos son peces") o simplemente Yemọya en referencia a un río homónimo adorado en los primordios del
culto de esta Orisha.678 En Nigeria, Yemọya se pronuncia con el sonido de "djá" en la última sílaba.910
La versión hispana ampliamente más aceptada es la de Yemayá proveniente de la Santeria en Cuba.
También es conocida como Aleyo en la misma región de Egbado, Ayetoro, Igan y Okoto.11
En portugués es conocida por el nombre popular Dona Janaína a Mãe d'agua que tiene un origen más
complicado: diversas fuentes lo asocian a un origen indígena pero no lo identifican.1213 El diccionario
Houaiss registra la explicación de la composición del nombre por Olga Cacciatore como de origen
yoruba: iya, "madre" + naa, "que" + iyin, "honra".14
Yemayá en su gran variedad de cultos asume diversos epítetos. Sigue una lista incompleta, excluyéndose
también calidades y avatares (ver sección Calidades y Avatares): Ayaba ti gbe ibu omi, reina que vive en
la profundidad de las aguas;16 Ibu gba nyanri, regato que retiene la arena; Oloxum (Olosun), regato rojo;
Ibu Alaro, regato negro; Olimọ, dueña de la hoja de palmeira; Onilaiye, dueña del mundo;17 Onibode Iju,
guardiana de la floresta; madre de Minihun (Iya ominihun), en referencia los minihun que es el nombre
que se da a los niños que se cree concebidos gracias a Yemayá;18 Ayaba lomi lo, reina en el agua;19 Iyá
Ori, madre de la cabeza20 Reina del Mar, Sereia. Otras referencias como Aiucá o Princesa del Aioká
parecen corruptelas de Abeokuta, ciudad principal del culto de Yemayá, mientras María tendría origen
en el sincretismo religioso con la Virgen María.
Mito
Yemayá amamantando los Ibejis, inicio del siglo XX, Museo Afro Brasil.
Muchos atributos y códigos morales de Yemayá pueden ser verificados en sus cantigas y orikis,21 de
tradición oral entre los yorubas,22 sus itan o mitos y demás tradiciones también se preservaron del
mismo modo, estando según R. Ogunleye susceptibles a las limitaciones de la memoria y a la extinción
de saberes con la muerte quién los preservan.23 Con la pérdida de muchos de su culto durante las
guerras sufridas por el pueblo Egba, que resultaron en su migración hacia una nueva región, no es
asombroso que sus mitos originales sólo aludan al soporte de su culto en la nueva localidad, el río Ògùn
y no su predecesor como adelante verificamos.
Los primeros registros literarios de sus mitos así, como de algunos otros orishás, fueron perjudicados por
diversos equívocos. A. B. Ellis asocia una cosmología y génesis incestuoso influenciado por P. Baudin y
repetida diversas veces por autores como R. Y. Dennett, Stephen Septimus Farrow, Olumide Lucas y R. F.
Burton influenciados unos por los otros.24 P. Verger inicialmente influenciado por tales mitos ya alertaba
de que los mismos no eran más conocidos o posible de verificarse en la costa de África25 y
posteriormente concluye tratarse de una serie de equívocos y los rebate duramente en obras
posteriores.26 Esas influencias occidentales imprecisas que parecen haber adherido a la interpretación
de Yemayá así como de otras divinidades yorubas ya era alertada en 1772 por P. Labat, "que ciertas
informaciones fueron dadas por varios autores" y añadía: "pero tal vez no haya sido sino la opinión del
que las escribió primero y que los otros siguieron y copiaron sin le importar se estaban bien o apenas
fundadas".
Para S. Poli, aún la concepción de Yemayá que vislumbramos en la obra de Verger es una divinidad ya
sincrética, como podemos conferir en su asociación la Yewá y también Yeyemowo,2728 divinidad casada
con Obatalá. Tal confusión no es grave en su culto en Brasil por ejemplo, donde Yemayá se hizo en una
nueva interpretación esposa de Obatalá29 -una concepción de los mismos de Obatalá-, formando la
pareja esencial de la creación.30 Muchos autores, como L. Cabrera en su memorable explicación y
abordaje sobre Yemayá y Oshun, abordaron esa visión de la diáspora centrada en su nuevo contexto
social, cultural e histórico, como es el caso de Cuba en el análisis de la investigadora, no preocupándose
en un rescate propiamente a partir del origen.31
En el Nuevo Mundo, también se observa una moralización de su figura en asociación al sincretismo con
figuras del cristianismo, siendo que aún sus descripciones de formas generosas y senos generosos ya
ceden lugar a una versión más latinizada y blanca, cuando no en determinados momentos asume los
aspectos de la sensualidad en demasía por asociaciones a la figura europea de la sirena, o aún la Iara de
atributos ya cargados de la influencia de los colonizadores del Viejo Continente, como podemos verificar
en la Dona Janaína de la obra de Jorge Amado o de las canciones de Dorival Caymmi, o aún en el culto de
Lá Sirène o Mami Wata en el Caribe (ver sección Sincretismo).
Con todo esto, de los atributos que le son asociados en cualquier contexto o reinterpretación verificamos
su relación con las aguas y los peces, muy aunque esa pueda haber pasado de los ríos a los mares, como
observamos en Brasil y Cuba, en el primer escenario en sustitución de cultos de divinidades olvidadas en
el proceso de diáspora como lo de Olokun10 que fue sustituido en el panteón afro-brasileño por
Yemayá,32 o como en el segundo, el estrechamiento demasiado de esas dos divinidades de misma
familia, como observamos cuando en la figura de Yemayá Olokun33 explorada por Cabrera.34 Otra
asociación de Yemayá que se preservó es la fertilidade y maternidad que cómo demás atributos fuera
reforzada, al punto de haber se hecho madre de todos los orishás, o como en la visión de R. Prandi
ayudando personalmente Olodumaré en la construcción del mundo.
Orígenes
Ori Olokun (Cabeza de Olokun): este bronce del siglo XII presenta aspectos masculinos del Orishá. Museo
Británico.
Yemayá, en su culto original, es un orishá asociado a los ríos y desembocaduras, a la fertilidad femenina,
a la maternidad y primordialmente al proceso de génesis del Àiyé (mundo) y la continuidad de la vida
(emi). También es regente de la pesca, y de la plantación y cosecha de ñames.35 P. Verger, en su libro
Dieux d'Afrique, registra: "es el orishá de las aguas dulces y saladas de los Egba, una nación yoruba
establecida otrora en la región entre Ifé y Ibadan, donde existe aún el río Yemọya.36 Las guerras entre
naciones yorubas llevaron los Egba a emigrar en la dirección oeste, para Abeokuta, en el inicio del siglo
XIX. (...) El río Ògùn, que atraviesa la región, se hizo, a partir de entonces, la nueva vivida de Yemayá".37
Después de la guerra entre los egbás y los daomeanos, sobraron pocas personas de ese culto, con miras
a la dispersión o aún prisión de estos por los enemigos.11 Según R. Ogunleye, "No está claro si el río
Ogun precede Yemoja o se Yemoja trajo el río Ogun a existir para que ella pudiera crear un cuartel-
general como un asiento de su gobierno. Sea cuál sea el caso, el río Ogun ha venido a ser acepto por los
yorubas como el "cuartel-general" de Yemoja. De su trono allá, ella se manifiesta en cualquiera otro
cuerpo de agua".38 La referencia de la guerra y de la fuga de los egbas se refleja en su mitología.
Los principales relatos mitológicos de Yemayá se desarrollan con los orishás primordiales de la creación
yoruba del mundo. Evidenciándose en la segunda mitad del siglo XX un consenso entre autores de que
Yemayá es hija de la divinad soberana de los mares y océanos Olokun (esta última una divinad femenina
en Ifé y masculina en el Benín), siendo ese vínculo celebrado en la ciudad de Ifé, considerado como cuna
de la civilización yoruba.394041 R. Ogunleye alude su origen también a partir de Olodumare
(Olodumaré), divindade del orun.42 Si constata entonces como hija de la unión mitológica conturbada
de Olokun y Olorun y hermana de Ajé Shalunga.43 Olokun por su carácter inestable y destructivo fue
atada al fondo del océano en sus dominios después de una tentativa de diluvio fallida por Olorun,44 E. L.
Nacimiento menciona, al referirse al temor a los aspectos antisociales o negativos de los orishás
femeninos, "Yemayá, igualmente, representa en su aspecto peligroso la ira del mar, la esterilidad y la
locura". No obstante, es muy frecuente referencias a la naturaleza benéfica de Yemayá, L. Cabrera así
defiende: "Sin deformar esa definición encantadora y irrefutable, podemos imaginar Yemayá emanada
de Olokun, con su poder y sus riquezas, pero sin las características tremebundas que lo asocian más a la
muerte del que a la vida, como su manifestación femenina —Yemayá es muy maternal— y benéfica".45
En la cosmología y gênese de A. B. Ellis influenciada por P. Baudin es hija de la unión de Obatalá con
Oduduwa en una manifestación femenina.4647
P. Verger apunta su primera unión con Orunmila, el orishá de los secretos (esa unión es ampliamente
celebrada en el culto de ifá afro-cubano con diferentes itans registrados por L. Cabrera, pero es negada
por W. Abimbọla48), relación que poco duró una vez que Orunmila la expulsa y acusa de quebrar el ewo
que prohíbe el acceso de mujeres a los Odus y el manoseo de los objetos sagrados de Ifá.4950 L. Cabrera
registra: "Orunmilá tuvo que asistir a una reunión de dieciséis awós, convocada por Olofi. Ella quedó en
casa y a todos que iban a consultar su marido, en vez de decirles que esperaran su vuelta, ella hacía
pasar adelante y adivinaba para ellos. (...) cuando este volvió, todos le pedían quién Yemayá mirara para
ellos. Orunmilá explicaba que las mujeres no pueden jugar Ifá. Ellos iban aunque... y no volvían más".50
Posteriormente, Yemayá fue casada con Olofin Oduduwa creador del mundo y rey de Ifé, con la cual tuvo
diez hijos. Algunos de los nombres enigmáticos de sus hijos parecen corresponder a orishas. Verger
presenta dos ejemplos: "Òsùmàrè ègò béjirìn fonná diwó" (el arco iris que se desplaza con la lluvia y
guardia el fuego en sus puños), y "Arìrà gàgàgà tí í béjirìn túmò eji" (el trueno que se desplaza con la
lluvia y revela sus secretos).4939 Yemayá, cansada de la vivencia en la ciudad de Ifé gobernada por el
marido, se decide huir para el Oeste, para la "tierra del atardecer". Antes de vivir en el mundo, Yemayá
había recibido, de Olokun, siempre precavida pues "no se sabe jamás lo que puede acontecer mañana",
una vasija conteniendo un preparado mágico con la recomendación de que, si algún caso extremo se
sucediera, Yemayá lo quebrara en el suelo. Yemayá, que ya se había instalado en el atardecer de la
Tierra, fue sorprendida por el ejército de Olofin Oduduwa que estaba buscándola. En vez de dejarse
capturar, quebró la vasija con el preparado conforme las indicaciones que había recibido. El preparado
mágico, al tocar el suelo, hizo nacer, en el mismo lugar, un río que llevó Yemayá nuevamente para okun,
los océanos de Olokun donde fue acogida.49
Otro mito sugiere que fue casada con Okere, rey de Xaki, ciudad localizada al norte de Abeokuta.3951
Este mito parece complementar sus andanzas después de la fuga de su boda con Olofin Oduduwa. El
mito se inicia con Yemayá instalándose en Abeokuta que sería la tierra del atardecer del mito anterior, y
el desfecho mucho se asemeja, con la presencia de la vasija con el preparado mágico de Olokun. Yemayá
que "continuaba muy bonita", despertó el deseo de Okere que le propuso boda. La unión se sucedió con
tal que Okere en ninguna situación expusiera el tamaño de la inmensidad de sus senos al ridículo. Pero
Okere cierto día retorna ebrio para casa y tropieza con Yemayá que el recrimina, y este no teniendo
control de las facultades o emociones, grita ridicularizándole los senos. Yemayá huye en disparada
ofendida con el hecho de Okere, que le persigue. En su fuga, Yemayá tropieza quebrando la vasija que le
fue entregue y de ella nace el río que le ayudará a llegar hasta el mar. Okere no queriendo permitir la
fuga de la mujer se transforma en una colina que le barra el camino para cualquier dirección. Yemayá
una vez con su ruta hasta el océano bloqueada, clama por el más poderoso de sus hijos, Changó.5152
Así, Verger relata su desenlace: "(...)llegó Changó con su rayo. Se oyó entonces: Kakara rá rá rá ... Él había
lanzado su rayo sobre la colina Okere. Ella se abrió en dos y, suichchchch ... Yemayá se fue para el mar de
su madre Olokun. Y ahí quedó y se rechaza, desde entonces, a volver en Tierra".51
Detalle de la escultura Yemayá de Carybé, donde es posible notar orishás representados dentro de su
vientre, como Changó con su oxê y Oggun con su espada. Museo Afro-Brasileño, Salvador, Bahía.
Mucho de la interpretación de Yemayá y de su mitología se debe a sus primeros registros escritos como
se observa en P. Baudin y otros, su atributo de Madre de todos los orishás es oriundo del relato de su
unión con Aganjú, de la cual habría surgido el orishá Orungán, este último atraído por la madre habría
intentado poseerla en un momento de ausencia del padre. De la consumación del incesto o de la mera
tentativa de la misma, se sucedió una fuga de la parte de Yemayá, como en otros episodios, que
horrorizada cae sobre la tierra y de sus senos rasgados surgen dos lagos y se sucede así el parto colectivo
de diversos orishás, juntamente del Sol y de la Luna, sin embargo este relato posee serias inconsistencias
inclusive la mención la Olokun como el primero a nacer de ese parto siendo que la secuencia de
nacimientos varían de un autor a otro y los designios de los orishás citados.24 L. Cabrera al relatar este
mito a partir de testimonios de algunos santeros sobrepone en una misma figura dos divinidades
distinguidas, Yemayá y Iemu, su Yemayá-Yemu esposa de Olorun que después a través de un Obatalá,
Achupá, dio a la luz los orishás y los dos astros anteriormente citados, este abordaje es comparado por la
autora a otra versión obtenida de una informante en exilio de Yemayá casada con Aganju, que mucho se
asemeja al relato de los autores P. Baudin, A. B. Ellis, R. Y. Dennett, Stephen Septimus Farrow, Olumide
Lucas y R. F. Burton; Cabrera en nota lanza luz en cuanto a este mito tratarse de una variación del mito
de Iemu verdadera madre de Ogum y que el incesto habría sido practicado por este,53 el mismo es
afirmado por Natalia Bolívar Aróstegui y otros autores.54 e outros autores.5556
Verger, que no observa los relatos de A. B. Ellis en la costa de África, considera uno visión equivocada y
extravagante la de padre Baudin, y que sólo habría cruzado Atlántico a través de Ellis. El mismo registra:
"Durante la investigación que hice a partir de 1948 en los medios no letrados de estas regiones de África,
nunca encontré vestigios de las leyendas inventadas por Rev. Padre Baudin". Actualmente, R. Prandi, que
rechaza la visión de Verger, defiende que el mismo mito es de gran conocimiento por parte de los
practicantes del culto al orishá en Bahía, con la observación que los mismos no conservaron el nombre
de Orungán.57 La visión de Prandi ignora la influencia del acceso de religiosos a autores como Arthur
Ramos, fuertemente influenciado por T. J. Bowen y A. B. Ellis, y demás estudiosos que intentaron actuar
como bastiones de rescate del que creían ser la identidad de los negros ya perdida. Como destaca
Roberto Motta, el papel del antropólogo "se transforma en doctor de la fe, descubridor o inventor de la
tradición y de la memoria",58 esa aparición gradual del mito entre los devotos es reforzado con la
comparación de dos relatos de periodos distinguidos, por el relato de Nina Rodrigues en 1934: “Es de
creer que esta leyenda sea relativamente reciente y poco esparcida entre los nagós. Nuestros negros que
dirigen y se ocupan del culto yorubano, aún de los que estuvieron recientemente en África, de todo a
ignoran y algunos la contestan”,57 otra mención en cuanto al desconocimiento generalizado del mito,
pero su ya aparición es la investigación del escritor Jorge Amado que se utiliza de la metáfora de Yemayá
y Orungã para su libro Mar Muerto, el mismo relata: "No son muchos en el muelle los que saben de la
historia de Yemayá y de Orungán, su hijo".59
Otro atributo que le fue asociado fue el poder sobre las cabezas y por lo tanto sobre el destino. En la
creencia yoruba, los aspectos que los seres humanos viven en sus vidas son oriundos de la elección del
ori (cabeza) que aplica el destino. En esa tradición se cree que después de Obatalá modelar los seres,
Obatalá suministra la cabeza.60 En las palabras de Abimbọla, "Obatalá (otra existencia sobrenatural que
no es reconocida como divinidad) suministra el ori (cabeza) de su tienda de cabezas".61 S. Poli evidencia
que Obatalá"Es olvidado y descuidado y debido a esto ni siempre las cabezas salen buenas. Como
resultado de eso el común de la gente escogen por sí mismas las cabezas sin recurrir a Obatalá y acaban
así por escoger cabezas malas e inútiles", siendo debido a eso el motivo de ser necesarios rituales como
el Bori para establecer el equilibrio que el ori necesita.60 En Brasil la Yemayá fue atribuida la tarea del
mantenimiento de las cabezas, en especial en el procedimiento del Bori haciéndose a Iyá Ori ("Madre de
las Cabezas"), a cerca de eso R. Prandi nos explica: "Obatalá está olvidado en Brasil, habiendo sido
sustituido por Yemayá, la dueña de las cabezas, a quién se canta, en el xirê, cuando los iniciados tocan la
cabeza con las manos para acordar ese dominio, y en la ceremonia de sacrificio a la cabeza (Bori), rito
que precede la iniciación de aquella persona".62
Ilé Orí (casa de Orí), que contiene el Ìbọ Orí, asentamiento de la cabeza, representación dentro del culto
tradicional en Nigeria. En Brasil, un recipiente de vajilla que se usa como fundamento para hacer borí es
llamado de igbá orí (cabaça de orí).
Ritual para Ori al lado de una estatua de Yemayá en el candomblé, Ile Ase Ijino Ilu Orossi, Bahía, Brasil.
Sandra Medeiros Epega defiende el culto de Yemayá como Iyá Ori justificando el porqué de esa
atribución, ella relata:
"Cuando Yemoja vino del orun [mundo ancestral] para el aiye [planeta Tierra], al llegar descubrió que
cada orisha ya tenía su dominio en la tierra de los hombres, y nada había sobrado para ella. Se quejó con
Olodumare [dios creador], que dio a ella el deber de cuidar de la casa de su esposa Obatalá [reina de las
ropas blancas], de su comida, de su ropa, de sus hijos. Yemoja se rebeló. Ella no había venido del Orun
para el aiye para ser ama de casa y doméstica. Y tanto habló, tanto reclamó, que Obatalá fue quedando
perturbada, hasta que finalmente enloqueció. Al ver su esposa en ese estado, Yemoja pensó en la actitud
que Olodumare iría a tener con ella cuando llegara del Orun. Y buscó los mejores frutos, el aceite más
claro, el pez más fresco, el ñame más bueno, un arroz bien blanco, los mayores palomos blancos, la nuez
de kola más nueva, el mejor atare, ekuru acabado de cocinar, ori muy bueno, los igbin más claros,
orógbó blando, agua muy fría, y con eso trató la cabeza de Obatalá. Ella fue mejorando con los ebós, y
un día quedó completamente curada. Olodumare llegó del Orun para visitar a Obatalá. Habló a Yemoja
que había visto todo lo que había acontecido, y le dio la enhorabuena por haber curado tan bien la
cabeza de su esposa. De ahí en adelante, Yemoja iría a ayudar los hombres que hicieran malas elecciones
de ori [destino, fuerza vital], a mejorar sus cabezas, con una ofrenda determinada por el oráculo de Ifá, a
través de Orunmila [dios del destino de los hombres]".63
Curiosamente en Cuba donde no hay referencia la posesión de ese atributo por Yemayá, L. Cabrera
consigue rescatar el siguiente mito:
"En el comienzo del mundo, los orishás y hombres confabularon contra Yemayá, que entraba en la
tierra[...]. Olodumare dijo a Obatalá: 'Vaya a ver de que acusan a Yemayá'. Elegua, que oyó la orden
recibida por Obatalá, dijo a Yemayá: 'Consúltele con Ifá para que usted confunda todos sus enemigos.'
Yemayá siguió el consejo de Elegua, consultó Ifá y este indicó que ella hiciera un ebó (sacrificio) de
carnero. Obatalá llegó a Ilê Ifé, la aldea de los orishás y de los hombres y, mientras todos hablaban,
Yemayá salió del mar y avanzó hasta el grande Orishá, mostrándole la cabeza del carnero. Obatalá pensó:
'Es la única que tiene cabeza!', y confirmó su poder y grandeza".50
En otra versión, Yemayá se encuentra con Olodumare en la reunión por él impuesta a los orishas y le
regala con la cabeza de un carnero y este al percibir que ella era la única de los presentes a
homenajearlo dice: "Awoyó Orí dorí e". "Cabeza usted trae, cabeza usted será". La justificación del mito
sería que Yemayá es "cabeza que piensa por sí misma" y la autora no presenta mayores justificaciones
para entender la simbología, sin embargo R. Prandi y A. Vallado justifican ese relato como referencia de
la tutela de los oris por parte de Yemayá. L. Cabrera al escribir sobre un mito que menciona Yemayá
nuevamente casada con Aganju evidencia Obatalá como dueño de las cabezas, atributo que Aganju sin
éxito habría intentado tomar para sí.64
Olukunmi Omikemi Egbalade, sumo-sacerdote del culto la Yemayá en Ibadán, en entrevista, afirma no
sólo la función del orisha en formar las cabezas juntamente la Obatalá, como su papel de llevar agua
para cuidar de los recién nacidos modelados por el último. A. Apter al explorar el aspecto político de su
culto en Ayede, en especial en cuanto a descripción del ritual de la cabeza realizado por su alta
sacerdotisa, escribe: "Yemoja fructificando la cabeza representa el útero de la maternidad, la cabeza del
buen destino, la corona del rey, la integridad de la ciudad, incluso el cierre cosmológico del cielo y de la
tierra",65 lo que no es discrepante con la afirmativa de S. Epega, "(...)en el ritual de bori, Yemoja siempre
es saludada con la cantiga; 'Ori ori ire, Yemoja ori orire, Yemoja' (Cabeza cabeza buena, Yemoja coloca
buena suerte en la cabeza, Yemoja)", quedando evidente algún aspecto del orisha de la cabeza.63
Altar de Yemayá en templo en Trinidad (Cuba), con insignias del sol y de la luna.
Otro atributo o símbolo muy utilizado y presente en la interpretación de Yemayá es la luna. R. Prandi
relata que Yemayá habría creado la luna para salvar el sol de extinguirse, él registra:
"Orum, el Sol andaba exhausto. Desde la creación del mundo él no había dormido nunca. Brillaba sobre
la Tierra día y noche. Orum ya estaba a punto de extinguirse, de borrarse. Con su brillo eterno, Orum
maltrataba la Tierra. Él quemaba día después de día. Ya casi todo estaba calcinado y los humanos ya
morían todos. Los Orishás estaban preocupados y se reunieron para encontrar una salida. Fue Yemayá
quien trajo la solución. Ella había guardado bajo la falda algunos rayos de Sol. Ella proyectó sobre la
Tierra los rayos que había guardado y mandó que el Sol fuera descansar, para después brillar de nuevo.
Los débiles rayos de luz formaron otro astro. El Sol descansaría para recuperar sus fuerzas y mientras eso
reinaría Oxu, la Luna. Su luna fría refrescaría la Tierra y los seres humanos no perecerían en el calor. Así,
gracias a Yemayá, el Sol puede dormir. A La noche, las estrellas velan por su sueño, hasta que la
madrugada traiga otro día".
En su asociación a los mares, Yemayá a través de la luna y sus fases juntamente con la fuerza del viento,
que agita las aguas, controlaría las mareas. P. Iwashita al discutir el arquétipo de la maternidad y
femenino afirma que "Por su parte el más importante símbolo para a Anima es la luna, a causa de la
relación entre sus diferentes fases y el ciclo menstrual en la mujer". Azevedo Hijo en un análisis, justifica
que por sus "diversas fases, que describen el ciclo continuo de aniquilamento/regeneración, la luna se
hizo, a buen seguro, el símbolo mayor de las variaciones en el (del) tiempo(...) Correlacionada por lo
tanto con Yemayá, la luna representa aún la zona nocturna, inconsciente, obscura de la psique humana,
pulsões adormecidas, pero que reviven en los sueños, en las fantasías y en el deseo imposible, al
contrario del sol(...)".
Esa analogía entre la luna y los ciclos con aniquilamiento/regeneración, es notable en el mito registrado
por L. Cabrera que relata la venganza de Yemayá contra la humanidad que tendría conspirado contra su
primogénito, que fue sentenciado la muerte y ejecutado. Yemayá toma de ira (aquí consigue absorber las
características y el objetivo de Olokun, pero con gran éxito), habría destruido la primera humanidad,
habitando en ese mito lo contraste entre origen y destrucción.
Mito y Política
P. Verger, al discutir los aspectos políticos del culto de los orishás en la sociedad yoruba, relata: "El lugar
ocupado en la organización social por el Orishá puede ser muy diferente se trata de una ciudad donde se
yergue un palacio real, àáfin, ocupado por un rey, aládé, teniendo derecho a usar una corona, adé, con
franjas de perlas, ocultándole la faz o donde existe un palacio, ilê Olójá, la casa del señor del mercado de
una ciudad cuyo jefe es un balé que sólo tiene derecho a una corona más modesta llamada àkòró. En
esos dos casos, el Orishá contribuye para reforzar el poder del rey o del jefe. Ese Orishá está
prácticamente a su disposición para garantizar y defender la estabilidad y la continuidad de la dinastía y
la protección de sus súbditos". El orishá protector de una dinastía es ampliamente celebrado por la
misma, siendo sus festividades tanto una confirmación religiosa cuánto política, como por ejemplo, el
festival de Oshum por los soberanos de Osogbo.49 Acerca del aspecto político del culto de Yemayá, A.
Apter citando el festival de Ayede registra que su alta sacerdotisa que cuida de la cabeza del regente, es
quien habilita el individuo del rey y revitaliza su cuerpo político, "Como cualquier símbolo dominante,
ella abraza una extensión de significados que van desde bendiciones normativas y explícitas ('ella trae
niños y riqueza, él mantiene el rey saludable') para implícitas, temas prohibidos de división y de
derramamento de sangre, y es este último polo que es poderoso y profundo". Toda la integridad del
gobierno, de su legítima sucesión y de la autoridad del regente es dependiente del apoyo de Yemayá su
protectora y de sus sacerdotisas, que detiene del poder de deposição de su rey, así como del mal
destino, de ocasionar una división política y poner fin al equilibrio cósmico. "Tales temas negativos
raramente son expresados en público, pero ellos representan, sin embargo, un repertorio de
interpretaciones potenciales que, bajo ciertas condiciones, puede ser invocado para movilizar la
oposición contra el estatus quo. El profundo conocimiento del ritual real envuelve realmente el rey en el
sacrificio y renacimiento, en que sus iconos de poder personal y autoridad real son literalmente
desmontados y remontados por sacerdotes y sacerdotisas autorizados", concluye A. Apter.65 P. Verger
menciona que su cortejo en Ibará, "va a saludar las personas importantes del barrio, comenzando por
Olúbàrà, el rey de Ibará". Sobre esta aún estrecha relación entre el culto de Yemayá y la realeza de Ibará,
Omari-Tunkara registra: "Quedé sorpresa al notar el elevado respeto del rey para la tradicional Religión
yoruba y para la adoración de Yemọya, a pesar del hecho de que era educado occidentalmente y un
profeso, devoto cristiano".39 Todas esas menciones refuerzan la influencia de su culto sobre las regiones
de Abeokuta y sus dinastías.
Sobre el temor del poder de la ancestralidad femenina reverenciada en Yemayá, legitimada en su propia
mitología, Omari-Tunkara explica: "Existen varias referencias en la literatura sobre los yorubas en África
Occidental para el papel de Yemọya como Àjé o Iyami - nuestra madre (o bruja en el pensamiento
occidental). En consonancia con Peter Morton-Williams (1960), Yemọya es la madre de la hechicería. En
un estudio clásico, Dioses Negros y Reyes, Thompson cita dos sacerdotes de alto escalón que enfatizan la
estrecha conexión de Yemọya y Gelede, una sociedad dedicada a la apaciguar Iyami: 'Gelede' es la
adoración de Yemọya, diosa del mar y río. Las máscaras de Gèlèdé representan ella y sus descendientes
del sexo femenino, y 'Yemọya' es propietaria de Gélèdé'".39
Un itan de Ifá justifica esa conexión de Yemayá con la Sociedad Gelede. Ella no podía tener hijos y
consultó el Oráculo de Ifá, que la aconsejó a ofertar sacrificios y bailar con imágenes de madera en su
cabeza y tobilleras de metal en sus pies. Tras realizar este ritual, ella quedó embarazada. Su primer hijo
era un niño, apodado "Efe" (humorista); la máscara Efe enfatiza música y bromas a causa de la
personalidad de su homónimo. El fruto del segundo parto de Yemayá era una niña, apodada "Gelede"
porque ella era obesa como su madre. También como su madre, Gelede adoraba bailar. Tras tener se
casado, ni Gelede o la compañera de Efe podían tener hijos. El Oráculo de Ifá sugirió que intentaran el
mismo ritual que había trabajado con Yemayá. Tan listamente Efe y Gelede realizaron esta baila
ritualística- con imágenes de madera en sus cabezas y tobilleras de metal sobre sus pies- ellos
comenzaron a tener hijos. Esos rituales desarrollados en el Gelede de baila enmascarada fue perpetuada
por los descendientes de Efe y Gelede. Esta narrativa es una de las muchas historias que explica el origen
del Gelede.66
Otros Episodios
En algunos mitos, Yemayá habría sido mujer de Oggun,67 acompañándolo en sus incontables campañas
de guerra con porte del machete (obé), pero insatisfecha con su boda con el orisha de la guerra quiso
librarse de él. El mito registrado por L. Cabrera se inicia con la afirmativa que aquellos tiempos cuando
Ikú, la Muerte, llevaba la vida de alguien no le sepultaban el cuerpo, y Yemayá sabiendo de eso planeó
quitar provecho. Fingió tan bien las características y la rigidez de la muerte, que fue envuelta por el
marido que la llevó a los pies de Iroko, el gran árbol, conforme las costumbres. Apenas Oggun se retira
del local en luto, el amante de Yemayá surge para liberarla de las amarras del sudario, y ambos huyen
juntos.50
Pasado algún tiempo, Yemayá volvió a vender sus bollos, olelé y ekrú en el mercado al cual estaba
habituada. Achamadina su hija con Ogum, al visitar el mercado en cierta ocasión para comprar
productos ve a su madre vendiendo sus frituras como se estuviera viva, apoderada por el espanto corre
hasta el padre en su casa que no da credibilidad alguna a su relato, diciendo: "Su madre es Egungun".
Pasados algunos días, Achamadina retorna nuevamente al mercado, mientras Yemayá estaba distraída
con las tareas su hija la observó bien y de esa vez quedó totalmente engreída, su madre estaba viva, no
se trataba de un Egum. Yendo nuevamente al mercado, esta vez acompañada del padre Ogum que, entre
sorpresa y furia al se deparar con Yemayá viva, le arrastra por el brazo hasta la presencia de Olodumare,
que ordenó que, de aquel día en delante, los muertos serían sepultados en el seno de la tierra.50
Otras menciones relacionándola a la guerra le asocian un carácter implacable. En otro relato, habría
arrancado la cabeza de Oggun con un solo golpe de espada, una vez que éste demuestra un
comportamiento cobarde durante una campaña bélica no exitosa, asustándose durante el sueño incluso
con el ruido de sapos o las ranas.50
Hay un otro relato de infidelidad de Yemayá cuando casada con Ogum en la santería, teniendo por
amante Babalú Ayé. La implicación amorosa de ambos habría sido descubierta por los perros de Ogum,
siempre fieles.5068 En otras menciones, ambos están también casados,67 en Brasil sin embargo
evidenciandose un vínculo maternal entre Yemayá y Babalú Ayé, orishá de las enfermedades y de la cura,
que habría sido creado como hijo adoptivo por ella después de este haber sido abandonado por su
madre Nanán Baruqué, por haber nacido con el cuerpo cubierto de heridas.6970 Babalú Ayé perdonaría
la madre biológica más tarde, pero sin jamás abandonar Yemayá que lo creó.71 R. Prandi relata un mito
que justificaría el título de Obaluaiyê como Señor de las Perlas (Jeholu) y la posesión sobre este tesoro
como presente de Yemayá al hijo.62
Es también relatada una unión de Yemayá con Inle (Odé Inlé), orisha cazador de elefantes considerado
andrógino, que según Verger es adorado en un río homónimo en Ijexá.495067 Como, en Brasil, Inle se
confunde con Oshosi, como manifestaciones de un mismo principio y este último es considerado hijo de
Yemayá el asunto parece tabú, hasta verificar que Oshosi o Odé es de hecho hijo de Iyá Apáoká, y no de
la primera.72
Arquetipo
Eleguns en Manifestación de Yemayá en el candomblé, en el Ile Ase Ijino Ilu Orossi: a de verde es Asèssu
y a de azul, Assagbá.
Según R. Fonseca, el trato de los mitos yorubas en la concepción de arquetipo puede ayudar en la
interpretación de las plantillas sociales, históricos o místicos, que en ellos se evidencian. En la visión de
Omari-Tunkara, "muchos trazos de personalidades de las diosas están en conformidad con los atributos
míticos de Yemanjá y sus variantes y, por lo tanto, Yemanjá puede ser considerada un arquetipo". Ese
concepto se evidencia fuertemente en el análisis de los atributos de Yemayá por P. Iwashita, en su
comparación con otros símbolos maternos. S. Poli, enfocando en los patrones de comportamiento hace
una comparativa del código moral de Yeyemowo con Yemayá, y concluye que no es posible negar que se
puede observar "(...)que vemos mucho de mujeres que conocemos o aún de nuestras madres en este
mito", siendo que "Muy probablemente por ese motivo tenga se hecho tan popular y amado entre
nodos en la diáspora". Para A. Vallado, Yemayá representa el arquetipo de la mujer celosa y generosa. En
la interpretación de R. Fonseca, "Yemayá nos quiebre de un precioso arquetipo femenino: lo de la mujer-
madre, de aquella que concibe, alimenta y abriga sus hijos. Esta mujer es fecunda y, por ser
condescendiente y conciliadora, ella es sistemáticamente usurpada". En un análisis más profundo,
expone:
"La relación de Yemayá con los hombres, en las leyendas más antiguas, es a de distancia física. Ella está
siempre harta de los esposos, siempre huyendo de ellos o, como mínimo, ellos están ausentes. No hay
relatos ancestrales de amores ardientes y sensuales y sus compañeros aparecen sólo como los padres
materiales de sus hijos, aunque ella habitualmente conciba sola su prole. La relación de Yemayá con sus
compañeros es de la asociación, de amistad, de comunión y no de amor sexual. (...)En cuanto al último
elemento de las leyendas de Yemayá, podemos decir que los senos de la mujer contienen un doble
simbolismo. De entrada ellos representan el principio femenino, inequívocamente, la madre,
personificada en Yemayá. Por otro lado, los senos femeninos también materializan la protección, el
refugio, el lugar de reposo. En la ideología mortuaria yoruba, morir en las aguas significa regresar al
origen, al conforto y abrigo del cuerpo sagrado de la Madre. Durante los duros siglos de esclavitud
moderna, la imagen de la madre, a la cual los nagô imaginaban regresar después de la muerte, era a de
la Madre África, la cuna de la cultura yoruba".
Esa primera interpretación de los orishás a partir de la psicología analítica viene de P. Verger, que explora
la conexión del pueblo de santo a una identidad cultural definida por seres ancestrales, esa conexión
ocurre, en consonancia con R. Prandi, porque
"Los yorubas creen que hombres y mujeres descienden de los orishás, no teniendo, pues, un origen
único y común, como en el cristianismo. Cada uno hereda del orishá de que proveen sus marcas y
características, propensiones y deseos, todo como está relatado en los mitos. Los orishás viven en lucha
unos contra los otros, defienden sus gobiernos y buscan ampliar sus dominios, valiéndose de todos los
artificios y artimañas, de la intriga disimulada a la guerra abierta y sangrienta, de la conquista amorosa a
la traición. Los orishás se alegran y sufren, vencen y pierden, conquistan y son conquistados, aman y
odian. Los humanos son sólo copias difuminadas de los orishás de los cuales descienden".
"El retrato compuesto de Yemanjá es de una persona que es obstinado alternadamente, productiva,
inflexible, adaptativa, protectora, enamorada, corajuda, altiva, y a veces arrogante; posee un grande
sentido de posición y jerarquía de mando y respeto; es justa, pero formal; es una amiga dedicada y
frecuentemente coloca amistades para prueba; halla difícil perdonar una ofensa y raramente olvida el
error. (...)ES preocupada con los otros, es maternal, y seria. A pesar del hecho de que la vanidad no es un
trazo saliente caracterizando Yemanjá, sus iniciados [hijos] aman el lujo, la ostentación de textiles azul-y-
blanco o verde-mar, y joyas caras. Ellos prefieren estilos de vida suntuosos mismo cuando sus
circunstancias cotidianas no les permiten tal lujo".
Culto
Para R. Ogunleye, un punto importante para la comprensión del culto religión yoruba a Yemayá es la
observación en cuanto a su pureza moral y ritual. Su culto en Nigeria comprende diversas categorías,
como el diario (privado), regule (celebra días especiales que le son consagrados), especial, solicitado
mediante determinadas situaciones u ocurrencias y anual como sus festivales en Ibará y Ibadán.
Abeokuta a la distancia con río Ògùn al fondo, final del siglo XIX.
Igba yemanja en el terreiro de candomblé del Ile Ase Ijino Ilu Orossi, Brasil.
El culto diario o regular, es una práctica realizada por el devoto en su propia residencia en el santuario
particular. Consiste en prácticas en general simple, que pueden ocurrir en el rango de la mañana como
manera de desear buen día al orishá, y hacerle ofrendas como obis y con el mismo repartido conferir a
través de un simple ritual si la procedencia del día será o no buena. El culto regular tiende a ser más
elaborado que el primero, ocurriendo cada cinco días, incluye la visita al templo por parte de una
comunidad de devotos, con postre al santuario, ofrendas, sacrificios y otros ritos litúrgicos. Según R.
Ogunleye, "En este punto, el alta sacerdotisa (Iyaji) va a asumir, llevándolos en oración ritual para diosa.
Durante este tiempo, ella va a ofertar sacrificios a la diosa. Eso incluye maíz procesado (Egbo), harina de
feijão blanco (ekuru), caracoles, caña-de-azúcar, y nueces de pegamento. Tras eso, ella va a hacer
peticiones con los nombres de los fieles para el orishá. Enseguida, ellos se separaron y rematan la nuez
de pegamento (obi). Si todo esté bien por el presagio, todos quedan felices y todos ellos bailan en la
presencia de Yemoja"'.
El culto especial u ocasional puede ocurrir por los más diversos motivos, inclusive por solicitud de
Yemayá para una persona específica o familia. Sirve como base para personas que desean adentrar en
nuevos emprendimientos o iniciativas, para bendiciones a los niños, como también solicitar prosperidad,
victoria en causas o sobre enemigos y otra situación o adversidad en la vida. La última forma de culto es
el Odun Yemojá, la festividad anual, "Es una ocasión para regocijo y gratitud. lo que distingue adoración
durante el festival anual es el programa elaborado conectado con la celebración". Las personas vienen
en su mejor y dar su mejor. La celebración ocurre normalmente en el santuario de Yemoja. Las ofertas
son principalmente para acción de gracias, y las comidas constituyen una oportunidad para la comunión
entre la diosa y sus 'hijos'", explica Ogunleye.
Yemayá siendo una divinad que posee gran popularidad en Brasil y en Cuba es celebrada con grandes
fiestas públicas, entre las cuales se destacan el presente de Yemayá en la playa del Río Rojo en Bahía el
día 2 de febrero, y la fiesta el día 8 de diciembre juntamente las festividades de Nuestra Señora de la
Conceição en Brasil. En Cuba, sus festividades ocurren el día de Virgen de Regla, el 8 de septiembre.
Según Omari-Tunkara, "En Bahía, objetos de arte sacra, baila, rituales, y el trance son los medios
fundamentales utilizados para comulgar con los dioses y manipular el sagrado", Yemayá así como
muchos orishás es representada por diversos objetos, comidas, ritmos, y músicas. ES representada
materialmente en el candomblé y santeria por el Igba yemanja, P. Verger menciona "Su axé es asentado
sobre piedras marinas y conchas, guardadas en una porcelana azul (...) Le hacen ofrendas de carnero,
pato y platos preparados a la base de maíz blanco, aceite, sal y cebolla".
El punto culminante del culto al orishá ocurre con sus iaôs o eleguns mediante la posesión, donde
"Yemanjá se manifiesta en su adoxu o Olorishá (hayamos genéricos para todos los iniciados capaces de
experimentar el trance de la posesión). Una vez iniciado el proceso de transe, se entiende todos los
actos y comportamientos del elegun como siendo originados de su orishá. Según Rouget, "La posesión es
caracterizada por el hecho de que, durante el trance, el sujeto es entendido como ganador de una
diferente personalidad: a de la divinad, del espíritu, del genio o del ancestral - por el cual podemos usar
el término general 'divinad' - que toma posesión del sujeto, sustituyéndose a él, y actuando ahora en el
lugar del sujeto (...) por un periodo mayor o más pequeño, el sujeto se hace la propia divinad. Él es dios.
Podemos llamar esa posesión en el stricto sensu de la palabra".
Durante esos fenómenos, el orishá manifestado se presenta respondiendo corporalmente las canciones
que le son propias entonadas por dirigentes del culto, y siguiendo los ritmos que son de su preferencia,
portan objetos que le son característicos, además de emitir pequeños gritos Ilá que le identifican
conforme verificamos en el estudio de R. S. Barbara, siendo que Yemayá puede reír a las carcajadas o
gemir, como se estuviera llorando. Según Bastide, las bailas religiosas en la concepción africana
"constituyen la evocação de ciertos episodios de la historia de los dioses. Son fragmentos de mitos, y el
mito debe ser representado a la vez que hablado, para adquirir todo el poder evocador". Para R. S.
Barbara la función de la baila dentro de la ritualística del candomblé es múltiple, siendo mimética y
litúrgica, entendiendo cómo mimética el acto de imitar los movimientos típicos del orishás y litúrgica por
señalizar y suturar todos los momentos del ritual hasta la expresión y manifestación mística del orishá,
donde forma y contenido se unen en una única dimensión, el propio orishá.
Durante sus manifestaciones, acostumbra utilizar diversos objetos o herramientas en el color plata, entre
las cuales se destaca el adé (corona), abèbè (abanico de metal con o sin espejo), obé (espada, alfange o
cuchillo) entre otros.
Sincretismo
Yemayá, en la cultura de la diáspora, es, sobre todo, una divinidad sincrética, reuniendo, en sí, los
diferentes atributos de otros orishás femeninos de las aguas. Su figura envasada en el arquetipo de la
gran-Madre es promovida la gran-Diosa, en especial por el hecho de que, en Brasil, tratándose de la
divinad más adorada de Bahía, con gran prestigio popular, encuentra su par en Nuestra Señora de la
Concepción (en el Río Grande del Sur, Nuestra Señora de los Navegantes), o en concreto en Virgem
Maria, lo que, según Verger, habría ocasionado una equivalencia de peso dentro del panteón yoruba,
haciéndola la única del mismo con un sincretismo iconográfico acabado. Tal sincretismo ocurrió debido
al culto entusiasmado de los orishás disfrazados de santos del catolicismo por los esclavos en las
senzalas. La asimilación católica también se observa en Cuba con el culto de Virgen de Regla, sin
embargo vale resaltar que en tal mimetismo en que el orishá se camufló en una divinad católica el
mismo no se corrompió, en las palabras de Stella y M. Loddy, "Yemayá es Yemayá en Bahía, en Cuba o en
el más sincrético terreiro de umbanda". El mismo sincretismo es un aspecto distintivo de la cultura
brasileña hasta la actualidad. En Brasil, su culto también se confundió con el culto de la Madre-d'agua, la
Iara, lo que justifica su representación por veces como sereia. Esa asociación a la sereia contrasta
evidentemente con el lado maternal de Yemayá en la concepción africana, y en especial con Virgem
Maria por la demasiada sensualidade, pero no obstante también aparece en el Vodú de la Louisiana y
Vodú haitiano, donde Yemayá es asociada a la Allá Sirène y Mami Wata, espíritus de las aguas. Esa
aglutinação con tales divinidades evidencia-se en la afirmativa de S. Otero y T. Falola que "Yemayá y
Oxum forman parte de una red global de espíritus del agua que muchos estudiosos, especialmente
Henry John Drewal, trajeron bajo la égide Mami Wata. Sea en Sierra Leona, Congo, Togo, en Igbo en
Nigeria, [cómo] Lasiren en Haití, Santa Marta Dominadora en la República Dominicana (...)los espíritus
(divindades, energías, fuerzas cósmicas) comparten algunas semejanzas notables". En Candomblés de
Bahía Y. Caneiro confunde Yemayá con un nkisi del candomblé bantu Dandalunda, presentando esta
cómo uno de los nombres de la primera, esa identificación de las dos divindades acostumbra aparecer
con cierta frecuencia.
Calidades y avatares
Según A. Vallado, "calidad" es el término que designa las múltiples invocaciones o avatares de un mismo
orishá. También es, por veces, llamado de "camino", como observamos en la aclaración presentada por
L. Cabrera de que "no existe más del que una única Yemayá, una sólo, con siete caminos". Muchas de
esas calidades parecen tratarse de otras divinidades, como explora S. Poli, lo que también se apoya en Y.
Ramos con la tesis de asimilación de los orishás de pueblos subyugados al orishá patrono del pueblo
conquistador en conflictos en África. También puede ocurrir en referencia a una determinada localidad o
el segmento de un mismo orishá pero con pequeña diferenciación, lo que individualiza ese cómo siendo
una calidad.
Yemowô o Yeyemowo
En África, es mujer de Ojalá, siendo citada por Verger como siendo calidad de Yemayá. S. Poli, sin
embargo, a presenta como divinad distinguida.
Yemayá Assagbá
Assagbá (pron. Achabá), Iyásabáé, Ayabá o simplemente Sabá es de más vieja que fue casada con
Orunmilá y lo desafió, su palabra siempre es acatada por Ifá. Es considerada peligrosa, ella es manca y le
es característico utilizar de una correa de plata en el tobillo, es descrita por Verger como estando
siempre fiando algodón. Roger Bastide a confunde como calidad más nueva y la Ogunté credita lo porte
de más vieja.
Yemayá Asèssu
También conocida por Sessu, es muy voluntariosa y respeitable, siendo la mensajera de Olokun va en el
alcantarillado y letrinas, siendo particularmente muy seria. Presenta ciertos problemas psicológicos
como olvido. Recibe sus ofrendas en la compañía de los eguns, come pato.
Yemayá Ogunté
Es la que fue casada con Ògún Alagbedé o Alaguedé y madre de Èṣù, Ògún Akoro y Igbo. Vallado
menciona que, diferentemente de Sessu, ella no apacigua Ogum, participando de las guerras
directamente con él, conforme retratado en los mitos registrados por L. Cabrera. Poseyendo espíritu
guerrero, "es una temible amazona", violenta, muy severa y rencorosa. Se presenta como joven señora
con imponencia y aire desafiador, portando una espada. Vive en la mata virgen y le gusta bailar con un
majá (serpiente que vive en las matas en Cuba) envuelto en sus brazos. Respeitável hechicera, le
pertenecen los corales y la nácar. Debido a su conexión con Ogum, le gusta arroz con feijão negro, en vez
de arroz simple.
Festivales
Nigeria
Ibadan
En Ibadán capital del estado de Oyo permanecen cultos y celebraciones de Yemayá como diosa patrona,
siendo reverenciada en el antiguo templo conocido como Popo-Yemoja. En su cortejo anual se celebran
cuatro aspectos que para A. Folarin enfatizan la importancia del orishá y de su liturgia, "Ella simboliza el
poder de la maternidad y principios femenino, ella es la generadora del panteón del mundo yoruba;
escultura tradicional que describe ella generalmente muestra senos y cuadril voluptuosos, retratando
mujeres de poder y gracia. La segunda es la función sociológica que genera durante la época festiva. El
tercero es el fervor espiritual o cosmológico que aparece en la celebración. Generalmente, hay ese
sentimiento de transcendencia, abriendo el corazón y la mente para el más alto ser espiritual. La cuarta y
más importante es que ella es reverenciada muy así como una diosa de la fertilidad".
Su templo, construido con barro en consonancia con la arquitectura tradicional yoruba, es descrito por
A. Folarin como rodeado con una varanda de columnas de madera esculpidas y policromadas en vigor
stacatto, y sus paredes son decoradas con motivos de peces, helechos, lírios de agua, tartarugas y
caracoles. El cortejo que comprende tres días de esquinas y baila ha, como punto culminante, el
momento en que la estatua de Yemayá en madera es llevada en una notable procesión de su templo
Popo-Yemoja para el palacio real de Olubadan, donde ocurren bailas por algunos minutos, y la procesión
sigue para Oja-Oba donde una multitud en júbilo aguarda su llegada, entonando cánticos en honra del
orishá. A. Folarin también enaltece que la multitud tomada por la euforia grita y baila en honra de la
madre de todos con el saludo "Iyá Lo!".
Representaciones
En África, Yemayá es señora de trazos negros con formas bien evidenciadas y senos muy voluminosos,
por veces representada embarazada. R. F. Burton menciona: "Ella es representada por un pequeño ídolo
con la piel de amarillo. Tiene los cabellos azules, usa cuentas blancas y una ropa lustrada". P. Baudin y
otros autores también nos presentan la misma descripción. Omari-Tunkara es primorosa en su
descripción: "Sus imágenes contemporáneas son esculturas en madera pintada la esmalte que
generalmente retratan una mujer con senos muy grandes amamantando uno o más hijos y, muchas
veces cercada por otros niños. Las esculturas figuran el papel de Yemọya como madre cariñosa,
protectora, vigilante y agente de fertilidad. Un collar especial compuesto por varias vertientes de
pequeñas abalorios de cristal claro atadas por dos o tres cuentas mayores en rojo, blanco y azul
veneciano sirve como un símbolo de Yemọya en Ibara y está representado en las esculturas que se
conforman a lo grande para el cânone yoruba típico." S. Epega escribe: "Sus estatuas enfatizan el aspecto
de la maternidad. Ella es una mujer tranquila, con gran vientre túrgido, senos inmensos, pies bien
plantados en el suelo, poniendo las manos sobre niños". Esa iconografía, según Agbo Folarin, mucho se
asemeja a las representaciones de las tradicionales Máscaras-Epa de festejos tradicionales de Nigeria. No
hay menciones antiguas de su representación como pez de la cintura para bajo.
En Brasil en los ámbitos populares ocurrió una aproximación entre la figura africana y la sirena europea
blanca, con sus atributos de seducción y esquinas hechizantes, ya confundida con la Iara, la Madre
d'Agua. Hasta el séc. XIX encontramos representaciones de Yemayá en Bahía como una señora,
exponiendo sus grandes senos, no aludiendo en nada la figura mitológica de la sirena, sin embargo este
mismo siglo ya nos es posible reconocer representaciones que, funden los atributos del orishá con la
figura europea.
De esas representaciones, explica R. Antonio, "descendem los orishás de Carybé y Cravo júnior - aunque
Carybé que más interesante, en términos estéticos, sea el dibujante, señor del nanquim, conciso y
elegante, tendiendo a una especie de figurativo casi-abstracto. De otra parte, también el geometrismo
traídos por los esclavos - las formas abstractas conectadas directa o indirectamente a los cultos religiosos
- permanece vivo en la creación plástica brasileña." De la influencia de Angola tenemos también
atributos de Quianda, L. C. Cascudo critica: "Quianda es la sereia marítima. Vive en las aguas saladas
alrededor de Luanda y por toda orilla de Atlântico angoleño(...) Quianda es vista como una persona
humana, pez grande y brillante, sombra, o únicamente la presencia sensible pero invisible. Jamás como
vemos en el pêji de los candomblés de Bahía; mujer hasta la cintura, pez de la cinta para bajo, el desinat
in parpadeen mulier hermosa superne, de Horácio. Las sirenas angoleñas son siempre negras y las de
Bahía siempre blancas, rubias, de ojos azules, asombrosa reversión inexplicable para los descendientes
de africanos esclavos que pintaban de oscuro las imágenes de Santos católico preferidos".
Ese sincretismo de ideas y artístico que se observa por ejemplo en la escultura de Carybé, también es
bien visible en las representaciones de cualquier punto de Salvador, en oposición con la representación
distinguida de la umbanda, especialmente en los estados de la Región Sudeste de Brasil, que nos
presenta una mujer de piel blanca, con largos cabellos negros y lisos y ropa azul.
Refiriéndose a esa nueva manifestación de la figura de Yemayá, escribe Verger: "Ella es representada
como una especie de hada, con la piel color de alabastro, vestida en una larga túnica, bien amplia, de
muselina blanca con una larga cauda adornada de estrellas doradas; surgiendo de las aguas, con sus
largos cabellos negros al viento, coronada con una diadema hecha de perla, teniendo en lo alto una
estrella de mar. Rosas blancas y estrellas doradas, desprendidas de su cauda, flotan suavemente en el
marullo de las ondas. Yemayá aparece flaca y esbelta, con pequeños senos y el cuerpo imponentemente
curveado."
Algunos autores atribuyen que esa adaptación haya surgido del sincretismo religioso con la figura de
Nuestra Señora, ya que, para los baianos, Yemayá está conectada nuestra Señora de la Concepción. Esa
forma de representación persistió en especial con la teledramaturgia, como en la novela Puerto de los
Milagros, en que, en ningún momento, la figura de la Yemayá blanca, personaje que sutura
silenciosamente la trama, cede a alguna representación negra. La imagen de Yemayá totalmente blanca
vendría a atender la devoción de la umbanda, que, los últimos años, ha se esparcido por el territorio
nacional brasileño, introduciendo esa nueva percepción popular. T. Bernardo es bastante incisiva en su
investigación: "Monique Augras, en 1989, analiza la imagen de Yemayá que ya muestra haber sufrido un
proceso de moralización realizado por la umbanda. Más precisamente, esa expresión religiosa parece
dar señales de haber una transformación de la imagen de Yemayá en marcha. En 1991, Pedro Iwashita
publicó Maria y Yemayá: análisis de un sincretismo. Al estudiar las dos diosas, mostró que son dos faces
del mismo arquetipo. Sin embargo, probablemente para no parecer racista, no confronta Maria
directamente con Yemayá, pero interpone una tercera diosa, Ísis, la gran madre de Egipto antiguo,
distante de la realidad aquí tratada y, por lo tanto, figura neutra para el debate actual".
El degradado del "color de la piel" de los orishás "refleja la mezcla racial de la población que los adora y
el movimiento de 'abrasileiramento' de la religión". Otra interpretación de la concepción del orishá, más
radical en cuanto a la desvinculación entre el origen racial, de memoria de piel y los dioses, es aquella
que piensa los orishás como fuerzas de la naturaleza, apuntan M. Moura y J. B. Santos, y añaden, "En
esta concepción, Yemayá es el mar, Oxum los ríos, Ianza los vientos (...)", aquí hacen alusión a una nueva
concepción brasileña del orishá como divinad panteísta y no de culto ancestral, lo que justificaría la
pérdida de sus trazos étnicos.
Influencias
Yemayá, además de Bahía y de los candomblés, con las prácticas de su pueblo y su religiosidad, de los
temas de la vida ardua de litoral y del cotidiano de los pescadores, en el escenario de la música popular
brasileña, ya es presente en letras de canciones desde los primordios de la radiodifusión en algunos de
sus versos más líricos. Podemos citar ES Dulce Morir en el Mar (1943) y Quien viene para Riba del Mar
(1954) de Dorival Caymmi. Caymmi demuestra profunda devoción al orishá en Dos de Febrero (1957),
título que se refiere a su grande festejo en Bahía en la playa del Río Rojo, considerado por Jorge Amado
como el único que se podría considerar descendiente espiritual de Castro Alves, siendo mencionado en
la obra de alabanzas a este último como "Poeta de negros pescadores, de Yemayá y de los misterios
pobres de Bahía (...)". En Bahía de Todos-Santos, Jorge Amado nos revela más de la naturaleza de esa
relación de Caymmi con Yemayá: "La música religiosa del negro baiano, con sus promesas la dueña
Janaína, con sus supersticiones y su intimidad con los dioses, él la recuperó para nodos del abandono en
que estaba desapareciendo, abandono que no se explica como tanta cosa no se explica en Brasil. Muchas
de sus canciones son dedicadas la Yemayá, diosa de las aguas de Bahía, música de pescadores, de la
playa y del mar, canciones que forman la parte más poderosa y permanente de su obra, la mayor de toda
la música popular brasileña." R. Antonio abordando el contexto en torno a Yemayá de la primera mitad
del siglo XX, complementa: "(...) Caymmi, en la década de de 1930, cantando una canción para Yemayá.
En muchos lugares de Brasil y para muchas plateas, en aquella época, la canción sonó de modo algo
obscuro, no de todo comprensible. Había, allí, estrañeza, una faz no iluminada, misteriosa. Porque las
personas, sin dominar por completo la dimensión referencial del mensaje, no tenían como decodificarla
por completo. Pero, con el tiempo - con la creciente visibilidad de la cultura negromestiza (sic) en
nuestro país; con la entronización de los orishás en el mundo de la así llamada 'cultura superior' -, todo
cambió. La canción se hizo universalmente clara para los brasileños".
En el Afrosambas (1966), trabajo de Baden Powell y Vinícius de Moraes con regência y arreglo de César
Guerra-Pez, uno de los más representativos de la discográfica brasileña, que fue un divisor de aguas,
aparece, en Esquina de Yemayá, una de los diversos rangos que hacen alusiones la divinidades del
candomblé. El mismo año, es figura céntrica en Beiramar opuse 21b, del compositor Marlos Noble, ciclo
compuesto por tres canciones populares, dos de ellas conectadas directamente la Yemayá: Estrella del
Mar y Yemayá Ôtô. En la voz de Ely Camargo, considerada una de las más agradables y bien timbradas a
servicio de la música popular brasileña, fue reverenciada en Yemanjá (Paulo Ruschell) en el disco
Canciones de mi tierra - Volumen 4 (1964), y en Mamá Yemayá (Guerra-Pez) en el disco Otras Canciones
de Mi Tierra (1967).
En la voz de Clara Nunes, fue romanizada en Cuento de Arena (1974), música de Romildo Bastos y
Toninho Nacimiento, una entre tantas otras del cancionero popular brasileño que reverencian Yemayá.
En la telenovela brasileña Puerto de los Milagros (2001), es tema de apertura en la canción Caminos del
Mar, interpretada por Gal Costa.
Cine y Telenovela
Sus apariciones en el cine brasileño son dramáticas. Valle destaque la película Barravento (1962), dirigido
por Glauber Rocha, con su retractación crítica al misticismo religioso popular. La película retrata el papel
y los dilemas de una figura masculina escogida por Yemayá en una pequeña aldea de pescadores. Este
personaje emblemático debería seguir una vida célibe para no ofender a muy celosa divinad, viniendo la
felicidad y estabilidad del pequeño poblado a depender de esa relación. La película explora el aspecto
posesivo y vengativo del orishá, que causaría la muerte de la mujer que se acostara con su protegido. En
Noches de Yemayá (1971), la película dirigida por Milton Barragan alcanza un diálogo con la platéia a
partir de elementos bien sucedidos popularmente como misterio, erotismo y folclore, presenta un
personaje enigmático en una trama cercada por muertes, este arquetipo de femme fatale asociado la
figura de Yemayá en referencia a las sirenas mitológicas ya se evidenciaba en estudios como lo de Edson
Carneiro. En Espacio Sagrado, (1976) documental realizado en Bahía, el director Geraldo Sarno, que
presenta el candomblé y sus prácticas dentro del espacio sagrado, retrata el acto de una ofrenda la
Yemayá. En El Escogido de Yemayá (1978), con dirección de Jorge Durán, es invocada como intercesora
de una comunidad pobre a través de los terreros y su escogido, el Comandante Nelson, en el conflicto
contra Gangsters inmobiliarios. De este mismo año hay también lo cortometraje Día de Yemayá, dirigido
por Lula Oliveira. Valle destaque La Hija de Yemayá (1981) con dirección de Milton Barragan y la
actuación de Mary Terezinha como protagonista, donde Yemayá es representada a través del personaje
que se dice su hija, que resurge al final del largometraje para el marido y la hija en la playa.
En representaciones en minisséries podemos citar La Esquina de la Sereia (2013) con dirección de José
Luiz Villamarim y Ricardo Waddington, basado en el libro de mismo nombre de Nelson Motta.
Brasil
En Brasil, la orishá goza de gran popularidad entre los seguidores de religiones afro-brasileñas y hasta
por miembros de religiones distinguidas. En Salvador, ocurre anualmente, el día 2 de febrero, la mayor
fiesta del país en homenaje a la "Reina del Mar". La celebración envuelve miles de personas que,
vestidas de blanco, salen en procesión hasta el templo mor, localizado en el barrio Río Rojo, donde
depositan variedades de ofrendas, tales como espejos, bisuterías, comidas, perfumes y toda suerte de
agrados. Sin embargo, en la ciudad de Son Gonçalo, los festejos acontecen el día 10 de febrero.
Otra fiesta importante dedicada la Yemayá ocurre durante el pasaje de año en Río de Janeiro y en todo
litoral brasileño. Miles de personas comparecen y depositan en el mar, ofrendas para la divinad. La
celebración también incluye el tradicional "baño de pipoca" y las siete ondas que los fieles, o incluso
seguidores de otras religiones, jalan como forma de pedir suerte a la orishá. En la umbanda, es
considerada la divinad del mar.
El año de 2008, día 2 de febrero, la Fiesta de Yemayá de Río de Janeiro, en Bahía, coincidió con el
carnaval. Los desfiles de tríos eléctricos fueron desviados de la región hasta el fin de la tarde, para que
las dos fiestas acontecieran a la vez.
Antecediendo el año nuevo de 2008, devotos de la orishá de las aguas estuvieron en ese momento, con
sus plegarias dirigidas a uno rascacielos, en forma de un monolito negro, en la Playa del Leme, en
Copacabana, donde era costumbre, en el último minuto del año, surgir una cascada de fuego, en el tope
de ese monolito, iluminando el entorno así como las ofrendas. Todo réveillon, principalmente en la
ciudad de Río de Janeiro, en el barrio de Copacabana, miles de personas se reúnen para cantar y regalar
Yemayá, jugando presentes y rosas en el mar.
Además de la gran diversidad de nombres africanos por los cuales Yemayá es conocida, la forma
portuguesa Janaína también es utilizada, aunque en raras ocasiones. El apodo, creado durante la
esclavitud, fue la manera más blanda de "sincretismo" encontrada por los negros para la perpetuación
de sus cultos tradicionales sin la intervención de sus señores, que consideraban inadmisibles tales
"manifestaciones paganas" en sus propiedades. Aunque tal invocación haya caído en desuso, varias
composiciones de autoría popular fueron realizadas de forma a saludar la "Janaína del Mar" y como
canciones litúrgicas.
Por primera vez, en 2 de febrero de 2010, una escultura de una sirena negra, creada por el artista
plástico Washington Santana, fue escogida para representación de Yemayá en el grande y tradicional
presente de la fiesta del Río Rojo, en Salvador, en Bahía, en Brasil, en homenaje a África y a la religión
afrodescendente.
Fiestas
Una de las mayores fiestas ocurre en Río Grande, en el Río Grande del Sur, debido al sincretismo con
Nuestra Señora de los Navegantes. En el mismo estado, en Pelotas la imagen de Nuestra Señora de los
Navegantes va hasta el Puerto de Pelotas. Antes del cierre de la festividad católica acontece uno de los
momentos más marcantes de la fiesta de Nuestra Señora de los Navegantes en Pelotas, que en 2008
llegó a la 77.ª edición. Las embarcaciones paran y son recibidas por umbandistas que cargaban la imagen
de Yemayá, proporcionando un encuentro ecuménico asistido de la orilla por varias personas.
El día 8 de diciembre, otra fiesta es realizada a la riba-mar en Bahía: la Fiesta de Nuestra Señora de la
Conceição de la Playa. Ese día, 8 de diciembre, es dedicado a la padroeira de Bahía, Nuestra Señora de la
Conceição de la Playa, siendo festivo municipal en Salvador. También en esta fecha es realizado, en la
Piedra Agujereada, en el Monte Serrat, en Salvador, el presente de Yemayá, una manifestación popular
que tiene origen en la devoção de los pescadores locales a la Reina del Mar - también conocida como
Janaína.
En la capital de Paraíba, la ciudad de João Persona, el festivo municipal consagrado nuestra Señora de la
Conceição, 8 de diciembre, es el día de tradicional fiesta en homenaje la Yemayá. Todos los años, en la
Playa de Tambaú, se instala un escenario circule cercado de banderas y cintas azules y blancas alrededor
del cual se aglomeran fieles oriundos de varias partes del Estado y curiosos para asistir al desfile de los
orishás y, principalmente, de la homenajeada. Por la playa, se encuentran agujeros con velas, flores y
presentes. En 2008, según los organizadores de la fiesta, 100 mil personas comparecieron al local.
La tradicional Fiesta de Yemayá en la ciudad de Salvador, capital de Bahía, tiene lugar en la playa del Río
Rojo todo día 2 de febrero. En la misma fecha, Yemayá también es adorada en diversas otras playas
brasileñas, donde le son ofertadas velas y flores, lanzadas al mar en pequeños barcos artesanales.
La fiesta católica acontece en la Iglesia de Nuestra Señora de la Conceição de la Playa, en la Ciudad Baja,
mientras los terreiros de candomblé y umbanda hacen divisiones cercadas con cuerdas, cintas y flores en
las playas, delimitando espacio para las casas de santo que realizarán sus trabajos en la arena.
Porto Alegre
La Fiesta de Nuestra Señora de los Navegantes en Porto Alegre es la mayor fiesta religiosa de la ciudad
brasileña del sur de Brasil, y homenajea Nuestra Señora de los Navegantes y su sincretismo afro-
brasileño. Es realizada el día 2 de febrero de cada año desde 1870.
Originalmente, constaba de una procesión fluvial, con embarcaciones que singravam el Lago Guaíba
desde lo caes del puerto, llevando la imagen de la santa del Centro de la ciudad hasta la Iglesia de
Nuestra Señora de los Navegantes. Hoy, por determinación impeditiva de la Capitanía de los Puertos, la
procesión es terrestre, llevando la imagen desde la Iglesia de Nuestra Señora del Rosário, en el Centro de
la ciudad, hasta la Iglesia de Nuestra Señora de los Navegantes. Los organizadores de la fiesta consideran
que esta es la segunda mayor romaria religiosa del País, quedando atrás sólo del Círio de Nazaré
realizada en Belén del Pará. Con una gran participación popular tanto en la realización de la fiesta, como
en las conmemoraciones
Angola
En Angola, existe la creencia en la divindade que se llama Kianda, equivalente la Yemayá, protectora de
los pescadores y reina de las aguas. Se hace, todo año, la Fiesta de la Kianda en barrios costeros de
Luanda, y en la laguna del Ibendoa, en la provincia de Bengo.
Uruguay
En Montevideo, fieles se reúnen en la playa de Ramirez en el barrio Parque Rodó cada 2 de febrero para
celebrar el Día de Yemayá. Centenares de miles de personas se sientan a la espera del poner del sol antes
de lanzar pequeños barcos con ofrendas para el océano. En 2015, el gobierno uruguayo estimó que 100
000 personas visitaron la playa para las celebraciones. En Uruguay la presencia de esclavos
afrodescendientes fue muy fuerte. En 1787 el Cabildo de Montevideo mandó construir un lugar de
cuarentena para los esclavos que llegaban de África, conocido como Caserío de los Negros o Caserío de
Filipinas. Allí se tenía a las personas apresadas hasta su venta o muerte. Se dice que descansan en esas
tierras 70.000 víctimas del comercio esclavista.73
Cuba
Yemayá es un Osha de Cabecera el cual debe recibirse en la "ceremonia de Kari Osha" (hacer santo). No
importa cuál sea el ángel de la guarda de la persona.
En Cuba, Yemayá también tiene los colores azul y blanca, es una reina de Abeokutá. Su nombre proviene
del Yorùbá Yemòjá (Yeyé: madre – Omo: hijo - Eyá: Peces) es dueña de las aguas y el mar, fuente de toda
la vida, asume el nombre cristiano de La Virgen de Regla y forma parte de la santería como santa patrona
de los puertos de La Habana. Lydia Cabrera habla en siete nombres igualmente, especificando que sólo
una Yemayá existe, a la cual se llega por siete caminos. Su nombre indica el lugar donde ella se
encuentra.74
En la santería, se dice que todos son hijos de ella, es la Orisha de la maternidad, porque por 9 meses se
nada como peces en la placenta de la madre. Come siempre junto a Shangó, excepto Yemayá Okute que
come con Oggún.74
Sincretismo en Cuba
Mamá Umbo
Baluande
Sibi Kunambanga
Okandé Nboma
Mamá Kalunga
Pungo Kasimba
Mamá Umba
Nbambua Mamba
Nkita Iamasa
Baluande
Cuatro Vientos
Templo de Yemayá.
En Trinidad, localidad de Cuba se encuentra el Templo a la Orisha Yemaya, en este Templo cada año el 19
de marzo se realiza una fiesta con la participación de religiosos y creyentes para rendirle culto, tributo y
homenaje a la Deidad, considerando esta fecha como el inicio de la primavera, de la época de lluvia.
Yemayá Asesu.
Yemayá Awoyó.
Yemayá Akuará.
Yemayá Akere.
Yemayá Oro.
Yemayá Ataremawa.
Yemayá Yamase.
En la literatura
La diosa Yemayá aparece en numerosos episodios de la novela Esclava de la libertad (2022) del escritor
Ildefonso Falcones, constituyendo uno de los elementos fundamentales de la narración.
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Véase también
Yemayá en la Umbanda
Yemayá en el Batuque
Yemayá en el Xambá
Idioma yoruba
Mitología yoruba
Religiones afroamericanas
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