Las 8 Bienaventuranzas

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Las 8 bienaventuranzas (explicadas)

Las bienaventuranzas son:

1. Dichosos los pobres en espíritu,porque el reino de los cielos les pertenece.


2. Dichosos los que lloran, porque serán consolados.
3. Dichosos los humildes,porque recibirán la tierra como herencia.
4. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,porque serán saciados.
5. Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión.
6. Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.
7. Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
8. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos
les pertenece.

Las bienaventuranzas sirven de introducción al conocido Sermón del Monte que


Jesús pronunció frente a sus discípulos y a muchos de sus seguidores. El pasaje
bíblico se encuentra en Mateo 5:3-12. Bienaventurado significa “muy
privilegiado” o “dichoso”.

Resumen de qué significan: Por medio de las ocho bienaventuranzas, Jesús


describió cómo debe ser el carácter de sus discípulos y cuál es la recompensa que
ellos reciben o recibirán.

Cada una de las bienaventuranzas va dirigida a un grupo específico de personas


que está desarrollando la cualidad mencionada gracias a la obra del Espíritu Santo
en sus vidas. Y es precisamente de eso de lo que se trata: de desarrollar el
carácter que Dios desea ver en sus hijos. A cada grupo se le promete que recibirá
la bendición correspondiente.

1. Los pobres en espíritu

Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les


pertenece.
(Mateo 5:3)

Los primeros son los que reconocen su pobreza espiritual y que


necesitan a Dios como Salvador. Ellos van con un corazón humilde ante
la presencia de Dios para suplicar su misericordia y su perdón (ver Lucas
18:9-14). Es ahí donde comienza nuestro andar con Jesús: al reconocer
que no somos salvos por nuestros propios méritos, sino por medio de él,
por su gran misericordia y por su gracia.
El pobre en espíritu anhela reflejar el carácter de Jesús y que él sea
glorificado en su vida. Vive en humildad, sometido al señorío de Cristo.
Vemos que su recompensa, el reino de los cielos, le pertenece desde ya.
No tiene que esperar al futuro, ya puede vivir en la realidad del reino de
los cielos.

Jesús, al comenzar su ministerio terrenal, predicó: «Arrepiéntanse,


porque el reino de los cielos está cerca». El pobre en espíritu responde a
ese mensaje con un arrepentimiento genuino ante el Señor y recibe su
recompensa: ¡el reino de los cielos llega y transforma su vida!

2. Los que lloran

Dichosos los que lloran, porque serán consolados.


(Mateo 5:4)

Este grupo está muy relacionado con el primero. Habla de los que se
arrepienten y lloran profundamente por sus pecados, por la forma en que
sus acciones han ofendido a Dios y han causado una brecha entre ellos y
Dios. Una vez más, son personas que reconocen su necesidad de Jesús
y claman ante él con corazón contrito. Pablo habla de este sentir cuando
dice «La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que
lleva a la salvación…» (2 Corintios 7:10).

Es cierto que pasamos por situaciones tristes y difíciles en el transcurso


de la vida y Dios también trae consuelo y paz a nuestros corazones en
esos momentos. Pero la bienaventuranza es más bien para los que lloran
con dolor profundo por los pecados cometidos. ¡Ellos serán consolados!

¿Qué es el pecado y qué dice la Biblia sobre él?

3. Los humildes

Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia.


(Mateo 5:5)

Esta bienaventuranza hace referencia al Salmo 37:1-11. Allí se habla de


alguien que confía plenamente en Dios y no se deja llevar por las
actitudes de otros o por las injusticias que ve a su alrededor. El de
espíritu manso y humilde no reacciona impulsivamente ante las
situaciones, sino que espera con paciencia la dirección de Dios para
actuar de acuerdo con su voluntad.
La persona humilde o mansa sabe que Dios tiene todo el control, confía
en él y se aferra a él y a sus promesas. Es alguien que espera sin dudar,
con la confianza de que Dios cumple lo que dice y que su mover siempre
resulta en un bien para sus hijos. La recompensa para el humilde:
recibirá la tierra como herencia.

El significado bíblico de la humildad y sus características

4. Los que tienen hambre y sed de justicia

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán


saciados.
(Mateo 5:6)

Este grupo de personas anhela que haya justicia y que sea la justicia de
Dios la que se manifieste en la tierra. No es un deseo sin más: es una
gran fuerza y es por eso que buscan participar activamente para que
haya justicia. Se acercan a Dios en busca de su justicia no solo para
ellos sino también para las circunstancias que les rodean.

Reconocen que la verdadera justicia viene de Dios porque la han


experimentado en sus vidas. Han recibido su perdón y le siguen en
santidad y en obediencia. Saben que aun en medio de todo lo que
parece injusto en este mundo, Dios obrará tarde o temprano con su
justicia y esta certeza los impulsa. La promesa para ellos es que serán
saciados. Verán la manifestación de la justicia de Dios.

5. Los compasivos

Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión.


(Mateo 5:7)

El corazón transformado por el amor y el perdón de Dios mostrará


misericordia y compasión, se identificará con el dolor ajeno y se
compadecerá. Esto no quedará sin recompensa. El que muestre
compasión por los demás también recibirá compasión cuando la
necesite. Es como un bumerán.

¿Cómo se expresa la compasión? Siguiendo el ejemplo de Dios. Él nos


abrió el camino hacia la vida eterna a través de Jesús cuando aún
éramos pecadores (Romanos 5:8). Cuando somos compasivos,
tendemos la mano a los demás y les ayudamos a ser mejores personas e
hijos de Dios.

El compasivo se esfuerza en entender la situación de los otros sin ignorar


o dejar pasar los errores que hayan cometido. Les da las herramientas
necesarias para que descubran y usen el potencial que Dios ha puesto
en ellos. Mantiene los ojos fijos en lo que Dios quiere hacer y no en los
errores que las personas hayan cometido.

6. Los de corazón limpio

Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.


(Mateo 5:8)

Tener un corazón limpio es tener un corazón que se inclina hacia las


cosas que agradan a Dios. Quien tiene un corazón limpio busca la
santidad y no se deja contaminar por sentimientos o actitudes que
entristecen a Dios. Es puro el corazón que pertenece única y
exclusivamente a Dios, que no pone a nada ni a nadie más en el trono.
Dios es su Rey excelso, el que dicta y reina sobre cada sentimiento y
cada pensamiento. ¡Y es por eso que verá a Dios!

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar
santo? Solo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos
vanos ni jura por dioses falsos.
(Salmo 24:3-4)

7. Los que trabajan por la paz

Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados


hijos de Dios.
(Mateo 5:9)

Esta bienaventuranza es para los que trabajan activamente a favor de la


paz. No se refiere a los que viven en paz: puedo vivir en paz porque me
mantengo aislado de los demás o no me meto en la vida de nadie. Pero
eso no quiere decir que esté colaborando intencionalmente para que
haya paz, porque sé que forma parte de la misión que Dios me ha
encomendado.

La paz a la que se refiere es la paz interna, la de saber que somos hijos


de Dios, que hemos sido reconciliados con él por medio de la obra de
Jesús en la cruz. Para los pacificadores, su misión es reconciliar al
mundo con Dios, ayudarle a vivir en su paz. Ellos serán llamados hijos de
Dios porque expresan de una forma especial el corazón del Padre.

8. Los perseguidos por causa de la justicia

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino


de los cielos les pertenece.
(Mateo 5:10)

Son bienaventurados los que son perseguidos porque actúan a favor de


la justicia. Estas son las personas que no se quedan calladas cuando ven
que se maltrata a un indefenso. Son los que levantan su voz y actúan a
favor de los derechos de los que no se pueden defender porque saben
que cada vida tiene valor ante Dios. Trabajan en busca de soluciones
para que todos vivan en paz y reciban respeto.

A estos también, al igual que a los pobres en espíritu, les pertenece el


reino de los cielos. Desde ya disfrutan de su recompensa. ¿Por qué?
Porque el reino de los cielos se acerca cuando somos guiados por la
justicia que viene de Dios.

Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los
persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. Alégrense y
llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo.
Así también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes.
(Mateo 5:11-12)

Los que son perseguidos por causa del Evangelio tendrán una gran
recompensa en el cielo. Hoy día hay muchos hermanos que no tienen la
libertad de ir a reunirse como Iglesia o ni siquiera pueden tener la Biblia
en sus hogares. Son forzados a vivir su fe en solitario y con mucha
cautela. Muchos están en prisión; sufren aquí, pero serán
recompensados por la eternidad.

Debemos apoyarles en oración pidiendo a Dios que les fortalezca y que


ellos puedan sentir su paz en medio de las dificultades que enfrentan
diariamente.
Qué significa bienaventurado

Cuando leemos la palabra «bienaventurado» (o «dichoso», dependiendo


de la traducción), debemos darle el sentido de una persona muy
privilegiada. Las personas que menciona el pasaje bíblico son
bienaventuradas, dichosas, privilegiadas. No lo serán en el futuro, sino
que ya lo son.

La sociedad moderna considera dichosos a los que tienen recursos


materiales, una buena posición social o prestigio. Jesús nos da una
visión muy diferente sobre los que son verdaderamente dichosos o
bienaventurados.

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