Mayordomía de Reino
Mayordomía de Reino
Mayordomía de Reino
Colosenses 3:23
Esta capacidad delegada que llamamos mayordomía se establece desde
que Dios creó al hombre y la mujer (Gn 1:26-28) y adquiere su mayor expresión
con Adán y Eva en el Huerto de Edén (Gn 2:15). El ser humano debía cuidar y
administrar todo lo que Dios había puesto en sus manos. Esta tarea se ve
fatídicamente afectada con la caída a causa del pecado. Pero cuando viene
Jesús el Cristo, en Él se restaura el diseño original para el ser humano y
podemos, con la gracia del Espíritu Santo, cumplir con nuestro rol de
mayordomos o administradores.
Debemos considerar tres principios básicos al meditar en nuestra mayordomía.
1. Dios es dueño de todo. Nada es nuestro.
Sí. Esa es la verdad, aún para el que no cree. Todo es del Señor
Jesucristo. Es a Él a quien el Padre constituyó heredero y dueño de todo.
Leamos las siguientes citas bíblicas: Salmos 24:1, Col 1:16, He 1:1-4. Al
ser todo del Señor Jesucristo, entonces lo que tengo no es mío. Suena
fuerte y golpea nuestra naturaleza humana que ambiciona, codicia,
controla y se enorgullece fácilmente.
Reconocer a Jesús como El Señor es aceptar en mi corazón que Él es el
Soberano, el Amo, el Dueño de todo. Mi fe hace que yo camine rendido
ante Su Majestad y reconociendo su Soberanía sobre mi vida y todo
cuanto Él ha puesto en mis manos. No tiene que ver con un conocimiento
religioso, sino, la revelación de un principio eterno.
Entonces, ¿Algo es mío? ¿Y qué de mi familia, mi trabajo, mis dones, mis
talentos?
2. Nosotros somos Mayordomos suyos, responsables de cuidar y
administrar lo que le pertenece.
La vida de discípulos es de gran responsabilidad, pues debemos
administrar bien aquello que Dios nos ha encargado. Un administrador o
mayordomo (oikonomos) es uno que cuida lo que no es suyo, pero como
si lo fuera. En nuestra calidad de personas, discípulos, esposos, padres,
trabajadores, etc. Debemos ser hallados buenos administradores. Leamos
1 Co 4:1-2. Debe haber en nosotros un corazón servicial ante el Señor,
siguiendo así el modelo de Jesús (Fil 2:5-8).
Somos administradores de:
• Nuestro Cuerpo. (1 Co 6:19-20) Somos responsables de cuidar de
él para mantenerlo saludable, limpio. ¿Cómo nos alimentamos?
¿Tenemos una nutrición balanceada? ¿Dormimos lo suficiente?
¿Descansamos adecuadamente? ¿Cuidamos nuestro aseo personal y
nuestra presentación? ¿Cómo lo vestimos? Este cuidado involucra no
solo nuestro físico, sino también nuestra mente, nuestros
Iglesia Bautista Casa de Gloria, Galvarino 2270 Barrio Norte Concepción Chile
www.casadegloria.cl
pensamientos, nuestras emociones. Debemos mantener el templo
del Espíritu Santo en las mejores condiciones.
• El tiempo. Un pantalón viejo puedo reponerlo. Si se me incendia la
casa, puedo levantar otra. Pero el tiempo que pierdo, nadie puede
devolvérmelo excepto Dios. es muy importante cómo administro el
tiempo. ¿A qué hora me levanto? ¿Tengo una planificación de lo que
debo hacer? Quien no planifica, planifica para el desastre. No
planificar deriva en pérdidas de tiempo inevitables. ¿Cómo
organizo el día? ¿Cumplo con los horarios? La puntualidad honra a
Dios. Hay un enemigo del buen aprovechamiento del tiempo y es la
procrastinación, el hábito de postergar o retrasar actividades que
son importantes, sustituyéndolas por otras de menor relevancia.
Leamos Efesios 5:15-17. El apóstol nos exhorta a ser diligentes en
el uso del tiempo. Todos, sin excepción, contamos con la misma
cantidad de horas en un día. ¿Estoy aprovechando bien el tiempo?
(Col 4:5) ¿Debo hacer algunos ajustes?
• El Dinero. Raíz de todos los males es el amor al dinero... dicen Las
Escrituras. Claramente el dinero y las riquezas no son malas, sino
el amor a ellas. Hay quienes enseñan que el dinero es del diablo...
pero eso no es así; Todo es de Jesús nuestro Señor (Dt 8:18; 1 Cr
29:12). Es por eso que una actitud incorrecta ante el dinero, hará
que no administre sabiamente los recursos que el Padre coloque en
nuestras manos, sean estos muchos o pocos. Muchos tropiezan en
este aspecto de la mayordomía porque en sus corazones aún hay
avaricia y codicia. Gastan más de lo que reciben. Son mezquinos y
no comparten con los más necesitados. Por eso no tienen más. (Pr
11:24; Lc 6:38). El hombre y la mujer de fe hacen de Jesús su
tesoro, pues donde está su tesoro, allí estará su corazón (Mt
6:19-21) ¿Estoy contento con lo que tengo? ¿Me alcanza para
bendecir a otros y para compartir? Dios es quien cuida de nosotros
y cuando nos bendice, lo hace para que disfrutemos y
compartamos con el que tiene necesidad (2 Co 9:8; 1 Ti 6:17)
• La Familia. Quien entiende los diseños del Reino y el corazón del
Padre sabe que los hijos no son nuestros (Sal 127:3). Dios es quien
ha de gobernar sobre nuestras familias. Nosotros administramos.
¿Invierto cuidado en mi familia? ¿En mis hijos? ¿En mis nietos? Hay
personas que simplemente fluyen, se dejan llevar. No administran.
Por eso, les cuesta también asumir la responsabilidad sobre los
resultados cuando estos no son buenos (hijos dañados, con
adicciones, abusados, incrédulos, etc.). Lo mismo sucede con el
matrimonio; si no soy buen mayordomo y cuido responsablemente
la relación, la crisis se hará notar. Dios, como Padre, está muy
atento a nuestra vida familiar. Para Él es muy importante que
respondamos fielmente en la administración y cuidado de nuestro
“huerto”. No estamos solos en esta tarea; el amado Espíritu Santo
nos da la gracia necesaria para obedecer y honrar al Señor en esto.
Como es una tarea espiritual, aquello que el enemigo haya dañado
Iglesia Bautista Casa de Gloria, Galvarino 2270 Barrio Norte Concepción Chile
www.casadegloria.cl
por causa de mi descuido, Dios tiene el poder de restaurarlo. No
hay imposibles para Dios. mi familia; mi primera Iglesia.
• La Casa. En el diseño de Dios para la manifestación del Reino, la
Casa cumple una función muy importante. El término casa (oikos)
aparece más de 220 veces en el NT. (Templo solo 114 veces). Por
eso es que el lugar donde está el hogar debe ser reflejo de una
buena mayordomía. Donde hay tinieblas, hay desorden. En nuestra
casa, habitación en el caso de los solteros, ¿Se ve el Reino a través
del orden y la limpieza? Esto no tiene que ver con la cultura o con
pobreza o riqueza material, sino con una cosmovisión de la vida en
que sé que soy administrador de lo que tengo. Hay personas que no
logran diferenciar pobreza de suciedad. Se espera de los hijos de
Dios que sean ejemplo en todo, pues cuando Jesús viene a nuestra
vida trae orden. Mi casa ha de ser un palacio porque allí viven los
hijos del Rey. Bueno es de vez en cuando mirar el frontis de mi
casa, el patio, los clóset, los tapices de sillones, alfombras, etc.
¿Estoy acumulando cosas que no ocupo? Eso atrae un espíritu de
miseria y hace que se vea desorden en los espacios. ¿Puedo llevar
invitados a casa sin perder el testimonio? Es necesario entender
además la diferencia entre “Perfeccionismo” y “Excelencia”. El
primero es del diablo, el segundo es de Reino.
3. Dios nos pedirá cuentas de lo que hicimos con todo lo que ÉL depositó
en nuestras manos.
Recordemos la Parábola de los Talentos (Mt 25:14-30). Entendamos como
talento, no solo las habilidades o capacidades que el Padre nos da, sino,
todo aquello que Él espera que administremos sabia y responsablemente.
Saber que un día se me pedirá cuentas, debe hacerme más consiente de
mi calidad de mayordomo. No me mando solo. No puedo descuidar o mal
utilizar aquello que es de mi Dios y Señor. Él viene, y tendré que decir
qué he hecho. Esto lo ignoran los que viven para sí mismos, pero aun así
tendrán que rendir cuentas ante el Señor. Para los que hemos entendido
este principio, sabemos que todo lo que hacemos, lo hacemos para el
Señor. ¿Qué ha colocado el Señor en mis manos? Debo saber que lo
necesario para cumplir el propósito de Dios para mi vida, mi destino
profético, está en mis manos. Dios lo ha colocado ahí. Pensemos en esto,
Eva estaba en el interior de Adán y éste no tenía idea. Moisés tenía en
sus manos una vara y ese elemento es el que Dios usó para sacar a Israel
de Egipto. Capacidades, recursos, personas, tiempo, dones, etc. Todo eso
Dios lo ha puesto bajo mi mayordomía, a mi cuidado, con el fin de darme
un futuro y una esperanza conforme a sus propósitos eternos (Jer 29:11).
Es por eso que debo ser sabio para administrar todo lo que soy y tengo.
Hacerlo con gozo, sin queja. Con Fe en las promesas de nuestro Dios y
Padre. Sabiendo que se me pedirá un informe de lo que hice o dejé de
hacer. Si ese día fuese hoy ¿Qué diría a mi Señor?
Lucas 12:43
Iglesia Bautista Casa de Gloria, Galvarino 2270 Barrio Norte Concepción Chile
www.casadegloria.cl