Formatos de Desfiles

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Referencias

Los desfiles de prensa


Los desfiles de prensa se celebran en el contexto de las semanas de la moda o bien fuera
de calendario con la finalidad de dar a conocer a los medios la colección. Estos desfiles
se diseñan especialmente para los editores de prensa sentados en las primeras filas y
los fotógrafos, situados normalmente en un espacio reservado exclusivamente para
ellos al final de la pasarela; por lo tanto, es muy importante estudiar y concretar al
máximo la imagen que los medios de comunicación reproducirán del desfile.
En muchas ocasiones, estas imágenes pasan a formar parte de las piezas de
comunicación que la firma produce, tales como el website o el lookbook, un elemento
gráfico destinado a compradores y prensa con fotografías de todos los conjuntos que
conforman la colección. Estos desfiles generan una gran expectación: ¿Qué
supermodelo desfilará?, ¿quién se sentará en el front-row?, ¿qué tipo de música
elegirá?, se preguntan impacientes los editores de moda al abrir el sobre de la invitación.
Dentro de esta tipología de desfiles, podemos distinguir entre los desfiles de alta costura
y los desfiles de prêt-à-porter.

Los desfiles de alta costura


Los desfiles de alta costura dirigidos a la prensa se realizan exclusivamente en París.
Celebrados tradicionalmente a puerta cerrada, la llegada de Versace a la alta costura,
promovida por la propia Federación con la intención de dar un poco de aliento a un
sector un tanto estático, abrió el telón y sacó la colección de los salones para mostrarla
en lujosas localizaciones con un concepto de producción propio de otro tipo de
espectáculos tales como los conciertos, el teatro o la ópera. Lo más significativo de este
tipo de desfiles es su alto presupuesto, pues pueden llegar a costar un millón de euros.
La inversión normalmente se recupera gracias a la gran cobertura mediática que
generan este tipo de presentaciones.
La promoción conseguida a raíz del desfile no repercute de manera directa en la venta
de las prendas que allí se muestran, pero sí de manera indirecta en la de sus productos
de perfumería, gafas o bolsos a los que puede acceder el gran público. El propio Bernard
Arnault, director del grupo LVHM, ha reconocido públicamente la alta costura como una
pieza clave en el éxito de la marca Christian Dior. Por ello, su diseñador, John Galliano,
tiene carta blanca en sus desfiles, los cuales funcionan como un elemento de
comunicación que más que mostrar productos genera un estimulante diálogo entre la
prensa y la casa Dior.

Los desfiles de prêt-à-porter


Los desfiles de prêt-à-porter se diferencian de los de alta costura por el tipo de
colecciones que en ellos se muestran, compuestas por prendas que se producirán a gran
escala en tallas estándares y que podrán encontrarse seis meses más tarde en las tiendas
a pie de calle. Las colecciones de prêtà-porter son más asequibles que las de alta costura,
pero los costes generados por el desfile, la publicidad, el uso de materias primas de alta
calidad y una producción en serie, pero no en masa hacen que sus prendas se conviertan
en objetos caros pertenecientes en muchas ocasiones al sector del lujo. Gran parte de
los compradores no puede acceder a los desfiles y para obtener información más
detallada de las prendas no hay nada mejor que consultar Internet o hojear las
cabeceras de moda más respetadas.
Los desfiles de salón
Los desfiles de showroom o salón, con una puesta en escena más sobria que los de
prensa, van destinados a un público reducido, especialmente a los compradores,
quienes pueden apreciar de cerca las creaciones del diseñador y decidir que prendas de
la colección se quedarán para la próxima temporada. También se pueden dirigir a un
selecto grupo de la prensa.
Si bien los desfiles mediáticos han sido la tipología elegida por la mayoría de diseñadores
en los últimos años, con el auge de las precolecciones, algunas firmas han empezado a
organizar pequeños desfiles y presentaciones en el showroom. Este tipo de desfiles
entronca con las presentaciones que se hacían en los salones privados organizados
especialmente para ello en las casas de costura de los diseñadores más selectos.
En la actualidad, para las grandes firmas, hay clientes muy exclusivos y compradores
muy especiales que bien merecen un pase privado. Hedi Slimane, quien dio un gran
empujón a la notoriedad de la moda masculina desde su trabajo realizado en Dior
Homme, cuenta en una entrevista para Hintmag.com que, en sus inicios, cuando
acababa de aterrizar en YSL, desde la casa se le propuso hacer una pequeña
presentación de este tipo: «Fue un desfile con tan solo dos modelos para veinte
conjuntos en un salón francés del siglo XXVIII. Solo la mostramos a unas cinco personas,
entre las que se encontraban Suzy Menkes, Carine Roitfeld, Hamish Bowles, Jim Moore
de GQ y editores de Le Figaro. Resultó realmente bonito, realmente de alta costura. Fue
muy prudente que no empezara de inmediato con un gran desfile. Necesitaba tiempo
para desarrollarlo. Primero debía hacerles saber hacia dónde quería ir».

Los desfiles de celebridades


Los desfiles de celebridades se dirigen al cliente final, el cual, hojeando revistas de
sociedad o zapeando en la televisión, oye hablar de Dior, Balmain, Lanvin, Hussein
Chalayan e incluso Martin Margiela. Actrices, cantantes, aristócratas y políticos se
convierten en unos modelos de excepción que desfilan con suma profesionalidad en
cada una de sus apariciones públicas. Poses estudiadas y estilismos cuidados hasta el
último detalle para mostrar, ya sea encima de la larga alfombra roja o sorbiendo un té
por Sunset Boulevard, las últimas creaciones de los diseñadores. Las imágenes corren
como un reguero de pólvora y, en pocas horas, un diseñador desconocido puede estar
en boca de todos.

Los desfiles audiovisuales


En los últimos años, la pasarela abre una ventana a la cuarta dimensión y el soporte
audiovisual ha sido elegido por muchos diseñadores para complementar o vehicular la
presentación de una colección. Si bien esta elección representaba hace un tiempo una
apuesta arriesgada, actualmente es una alternativa económica, eficiente y aceptada por
la prensa. Pero las primeras veces son complicadas. Bandley Quinn explica en su libro
Techno Fashion que el diseñador Julian Roberts se encontró con todo tipo de
inconvenientes cuando decidió que quería mostrar su colección exclusivamente en
formato audiovisual a principios del año 2002. Roberts, familiarizado con el lenguaje
audiovisual y que desfilaba de manera habitual en la London Fashion Week, decidió que
quería hacer las cosas de otra manera: «Londres tiene la reputación de ser un lugar de
innovación, con mucha moda interesante. Pero los diseñadores siguen mostrando sus
colecciones exactamente igual que lo hacen en París, Nueva York o Milán. Necesitamos
algo más». Así que hizo un film sobre su nueva colección y decidió mostrarlo durante la
semana de la moda en lugar de hacer un desfile. Al no reconocer el British Fashion
Council las presentaciones audiovisuales como una presentación de moda legítima, no
lo tuvo fácil para lograr finalmente presentar la colección como él quería. Roberts
apuntaba que el coste inferior de este formato, así como una mayor flexibilidad en su
proyección, popularizaría su uso. Y no andaba nada equivocado.
Unos años más tarde, en una decisión sin precedentes en una casa de tal renombre,
Stefano Pilati decidió sustituir su desfile masculino de YSL por una presentación en
formato audiovisual que corrió a cargo de Colonel Blimp. El vídeo, un formato asociado
a los diseñadores más alternativos y que generaba reticencias entre la prensa más
convencional, se ha institucionalizado como género y hoy en día es habitual que las
firmas recurran a este formato para presentar sus piezas.

Los desfiles virtuales


Los desfiles virtuales se dirigen al consumidor final, a la prensa y a los compradores,
todos ellos sentados en la primera fila de su salón. Ya en 1996 el diseñador Walter Van
Beirendok imaginó una alternativa futurista a los desfiles tradicionales y lanzó su
colección en un CD interactivo, convirtiendo la pasarela en una experiencia virtual en la
que los modelos con looks futuristas se manejaban en un mundo virtual de imágenes
generadas por ordenador. En esa ocasión, el CD llegó a la lista habitual que hubiera
presenciado el desfile. Una década más tarde, concretamente en febrero de 2008, los
diseñadores Viktor and Rolf dan un paso más allá y presentan el primer desfile online de
la historia. El desfile fue considerado una «aproximación a lo que debería ser un desfile
en un futuro próximo» y los titulares rezaron que la democratización había llegado.
Durante algo más de catorce horas, la modelo Shalom Harlow lució para la grabación del
desfile veinte conjuntos encima de una larga pasarela ubicada en el salón de la casa
virtual de los diseñadores. Varias cámaras y varios pases mostraban las prendas con todo
detalle desde distintos ángulos. El resultado se condensó en un vídeo de siete minutos
que pudo verse en el sitio web de los diseñadores en una presentación a escala mundial
a la que pudieron acceder todos aquellos con conexión a Internet.
El 6 de octubre de 2009, Alexander McQueen, juntamente con la revista online
Showstudio, ofreció la retransmisión en directo de su desfile parisino a través de una
página web creada especialmente para la ocasión, permitiendo a todos sus seguidores
participar de tan especial evento. Días antes convocó a todos sus seguidores a través de
Twitter. La expectativa era creciente y el éxito de convocatoria fue tal que, debido a la
sobrecarga del servidor, solo unos poco pudieron gozar del espectáculo.

Desfiles inclusivos y de géneros


Dentro de los desfiles, independientemente de a quién estén dirigidos, se han dibujado
varios géneros a lo largo de los últimos años a través de los cuales el diseñador construye
su identidad al mismo tiempo que comunica un cierto estilo. La gran repercusión
mediática de alguno de ellos los ha convertido en plataformas a través de las cuales
algunos diseñadores, además de mostrar su colección, difunden mensajes de carácter
ideológico o personal.
Elegir un género u otro dependerá en gran medida del tipo de colección que se quiera
mostrar, de la pasarela que se elija para hacerlo, el presupuesto con el que se cuente,
así como del tipo de público al que dirigirse. En algunas ocasiones los géneros se
yuxtaponen y las variedades mutan y se difuminan en función de las necesidades
específicas.

El desfile clásico
Encima de una pasarela desnuda, las modelos desfilan mostrando con claridad las
prendas del diseñador iluminadas de manera concreta y objetiva al ritmo de una música
durante unos quince o veinte minutos. El único objetivo del diseñador es presentar la
colección de manera clara, sin mensajes adicionales que distraigan la atención del
comprador.
Dentro de este tipo de género, la novedad viene de elementos tales como la localización
y ubicación de la pasarela, el formato de esta misma (que puede ser cuadrada, circular
o doble), la elección de una iluminación específica y la incorporación de una banda
sonora que nos transmita un cierto tipo de emoción que encaje con el tipo de colección
que allí se muestra. La presentación se desarrolla dentro de los cánones clásicos: se
encienden las luces, la música empieza a sonar y las modelos desfilan una detrás de la
otra para detenerse al final de la pasarela, posar para que los fotógrafos capten con
precisión los conjuntos, dar media vuelta y desaparecer detrás del telón.
Cuando se han mostrado todas las prendas, cesa la música y se apagan los focos. Se
enciende de nuevo la luz y todas las modelos aparecen en fila seguidas del diseñador,
que sale para saludar y agradecer al público su presencia. Las prendas mostradas encima
de la pasarela son prácticamente las mismas que los compradores podrán encontrar en
su showroom. Calvin Klein, Donna Karan o Lacoste son marcas que optan por este tipo
de presentación clásica.

El desfile teatral
A mediados de los años noventa los desfiles se vuelven, tanto en París como en Londres,
puro espectáculo, en lo que algunos denominaron como the new performance. Los
diseñadores caen en la cuenta del gran valor comercial que genera el espectáculo para
atraer tanto a la prensa como a los compradores. La puesta en escena se teatraliza con
decorados propios de los espectáculos operísticos y la existencia de una cierta narrativa.
La finalidad principal es impresionar y seducir. Los desfiles del diseñador inglés John
Galliano son absolutamente teatrales. La seducción que ejerció con ellos desde sus
primeras presentaciones le permitió aumentar sus recursos y asentar el género, usando
cada vez más técnicas teatrales, tales como reemplazar la iluminación clásica de
pasarela por iluminación propia del teatro o coreografiar minuto a minuto cada uno de
los pasajes del desfile tres días antes de la presentación, dando directrices claras a las
modelos que, con un solo conjunto y sin cambiar de diseño durante todo el acto, además
de desfilar, actúan. La existencia de una narrativa con un hilo conductor permite
articular y dar sentido al desfile, que se elabora desde la salida a escena de la primera
modelo hasta un final cargado de emoción. El principio, nudo y desenlace de toda obra
de ficción se reproduce a pequeña escala durante los veinte minutos que puede llegar a
durar un desfile. En el desfile Suzy Sphinx, Galliano mostró a una escolar soñadora de
estilo punk amante del cine y el antiguo Egipto que, desde su Inglaterra natal, era
transportada de Egipto hasta Hollywood donde interpretaba a Cleopatra en una
película. Acompañando a esta digresión fantasiosa, la pasarela se convierte en escenario
y acoge espectaculares puestas en escena que dan sentido y credibilidad a las historias
que allí se cuentan.
En este tipo de desfiles muchas de las piezas que animan la presentación se producen
únicamente para el espectáculo y la colección que llega a los showrooms y tiendas es
menos espectacular y más llevable. A modo de ejemplo, uno de los vestidos más
impresionantes de Alexander McQueen, hecho de más de dos mil pequeños rectángulos
de cristal y que tardó en confeccionarse más de seis semanas, apareció menos de dos
minutos en la pasarela y después del desfile solo una versión de éste fue lucida una vez
en público, y lo hizo la cantante Björk en un concierto. En este caso el vestido cumplió
con creces su función: ser retratado por los fotógrafos, en la pasarela y en sofisticadas
producciones de moda, para convertirse en una imagen de identidad para el diseñador,
que permanece en la retina de quienes más adelante entran en una tienda y le
reconocen en la etiqueta de una de sus prendas.

El desfile conceptual
La moda conceptual y su puesta en escena, al igual que el arte conceptual, no se detiene
en las formas o en los materiales, sino en las ideas y los conceptos. A través de este tipo
de desfiles el diseñador presenta, comunica y cuestiona, invitando a los presentes a
reflexionar sobre ciertos aspectos o temas. Hussein Chalayan es un diseñador que
enfoca sus desfiles con códigos propios del arte conceptual, Claire Wilcox define sus
desfiles como «instalaciones de arte». Para Chalayan, el concepto es tan importante
como lo pueden ser las prendas, y sus presentaciones están cerca de la performance, si
no son ellas mismas una performance. Con sus desfiles, el diseñador invita a la gente a
pensar a cerca de la religión, el cuerpo o la posición de la mujer en la sociedad y este
tipo de reflexiones son vitales para su proceso creativo. El caso de Hussein Chalayan es
también interesante para ver que, si bien el diseñador construye sus piezas y desfiles
con un lenguaje cercano al arte, éste no hace arte ni goza de la libertad propia del arte.
Una de sus primeras presentaciones, en la que invitaba a reflexionar acerca del
significado y sentido del burka, causó gran controversia. El diseñador tuvo que moldear
y moderar su discurso para no herir sensibilidades. Lejos de debates ideológicos,
Chalayan sigue reflexionando sobre temas universales.
Martin Margiela es otro diseñador a quien le gustaba romper ideas preconcebidas y que
usaba la ropa y sus presentaciones como vehículo para expresarse. Sus primeros desfiles
se diferenciaban de las presentaciones convencionales en cuatro puntos básicos: sus
colecciones no eran nuevas cada temporada, sino que muchas veces se trataba de
redefiniciones de piezas antiguas, así como de prendas recicladas; muchos de sus
modelos no eran profesionales; seleccionaba localizaciones inusuales y rechazaba
cualquier tipo de noción de protagonismo, refiriéndose a sí mismo como parte de un
equipo, y en sus presentaciones, las expectativas del espectador se rompían
sistemáticamente, como cuando mostró la colección en la oscuridad más absoluta, rota
solo por los paraguas iluminados que acarreaban sus asistentes ataviados con abrigos
blancos. Es interesante observar que los planteamientos radicales y rompedores de sus
inicios han sido adoptados por otros diseñadores, pasando del ámbito de la novedad al
ámbito de la normalidad.
Diseñadores como las alemanas Bless, el trío estadounidense Three as Four o el belga
Bernhard Willhelm son otros nombres a destacar con un planteamiento conceptual
tanto en sus colecciones como en sus presentaciones. Aunque diseñadores como Marc
Jacobs, habituados a los desfiles más convencionales y con un método de trabajo más
bien referencial, sorprendió a todos con un divertido desfile conceptual para presentar
su colección primavera-verano 2008. En él Jacobs reflexionó sobre el paso del tiempo y
el orden de las cosas con un desfile al planteado en orden inverso: el primero en
aparecer fue él y a continuación las modelos. El orden de aparición de las prendas estaba
alterado y las prendas mostradas encima de la pasarela jugaban también con esta idea.

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