Formatos de Desfiles
Formatos de Desfiles
Formatos de Desfiles
El desfile clásico
Encima de una pasarela desnuda, las modelos desfilan mostrando con claridad las
prendas del diseñador iluminadas de manera concreta y objetiva al ritmo de una música
durante unos quince o veinte minutos. El único objetivo del diseñador es presentar la
colección de manera clara, sin mensajes adicionales que distraigan la atención del
comprador.
Dentro de este tipo de género, la novedad viene de elementos tales como la localización
y ubicación de la pasarela, el formato de esta misma (que puede ser cuadrada, circular
o doble), la elección de una iluminación específica y la incorporación de una banda
sonora que nos transmita un cierto tipo de emoción que encaje con el tipo de colección
que allí se muestra. La presentación se desarrolla dentro de los cánones clásicos: se
encienden las luces, la música empieza a sonar y las modelos desfilan una detrás de la
otra para detenerse al final de la pasarela, posar para que los fotógrafos capten con
precisión los conjuntos, dar media vuelta y desaparecer detrás del telón.
Cuando se han mostrado todas las prendas, cesa la música y se apagan los focos. Se
enciende de nuevo la luz y todas las modelos aparecen en fila seguidas del diseñador,
que sale para saludar y agradecer al público su presencia. Las prendas mostradas encima
de la pasarela son prácticamente las mismas que los compradores podrán encontrar en
su showroom. Calvin Klein, Donna Karan o Lacoste son marcas que optan por este tipo
de presentación clásica.
El desfile teatral
A mediados de los años noventa los desfiles se vuelven, tanto en París como en Londres,
puro espectáculo, en lo que algunos denominaron como the new performance. Los
diseñadores caen en la cuenta del gran valor comercial que genera el espectáculo para
atraer tanto a la prensa como a los compradores. La puesta en escena se teatraliza con
decorados propios de los espectáculos operísticos y la existencia de una cierta narrativa.
La finalidad principal es impresionar y seducir. Los desfiles del diseñador inglés John
Galliano son absolutamente teatrales. La seducción que ejerció con ellos desde sus
primeras presentaciones le permitió aumentar sus recursos y asentar el género, usando
cada vez más técnicas teatrales, tales como reemplazar la iluminación clásica de
pasarela por iluminación propia del teatro o coreografiar minuto a minuto cada uno de
los pasajes del desfile tres días antes de la presentación, dando directrices claras a las
modelos que, con un solo conjunto y sin cambiar de diseño durante todo el acto, además
de desfilar, actúan. La existencia de una narrativa con un hilo conductor permite
articular y dar sentido al desfile, que se elabora desde la salida a escena de la primera
modelo hasta un final cargado de emoción. El principio, nudo y desenlace de toda obra
de ficción se reproduce a pequeña escala durante los veinte minutos que puede llegar a
durar un desfile. En el desfile Suzy Sphinx, Galliano mostró a una escolar soñadora de
estilo punk amante del cine y el antiguo Egipto que, desde su Inglaterra natal, era
transportada de Egipto hasta Hollywood donde interpretaba a Cleopatra en una
película. Acompañando a esta digresión fantasiosa, la pasarela se convierte en escenario
y acoge espectaculares puestas en escena que dan sentido y credibilidad a las historias
que allí se cuentan.
En este tipo de desfiles muchas de las piezas que animan la presentación se producen
únicamente para el espectáculo y la colección que llega a los showrooms y tiendas es
menos espectacular y más llevable. A modo de ejemplo, uno de los vestidos más
impresionantes de Alexander McQueen, hecho de más de dos mil pequeños rectángulos
de cristal y que tardó en confeccionarse más de seis semanas, apareció menos de dos
minutos en la pasarela y después del desfile solo una versión de éste fue lucida una vez
en público, y lo hizo la cantante Björk en un concierto. En este caso el vestido cumplió
con creces su función: ser retratado por los fotógrafos, en la pasarela y en sofisticadas
producciones de moda, para convertirse en una imagen de identidad para el diseñador,
que permanece en la retina de quienes más adelante entran en una tienda y le
reconocen en la etiqueta de una de sus prendas.
El desfile conceptual
La moda conceptual y su puesta en escena, al igual que el arte conceptual, no se detiene
en las formas o en los materiales, sino en las ideas y los conceptos. A través de este tipo
de desfiles el diseñador presenta, comunica y cuestiona, invitando a los presentes a
reflexionar sobre ciertos aspectos o temas. Hussein Chalayan es un diseñador que
enfoca sus desfiles con códigos propios del arte conceptual, Claire Wilcox define sus
desfiles como «instalaciones de arte». Para Chalayan, el concepto es tan importante
como lo pueden ser las prendas, y sus presentaciones están cerca de la performance, si
no son ellas mismas una performance. Con sus desfiles, el diseñador invita a la gente a
pensar a cerca de la religión, el cuerpo o la posición de la mujer en la sociedad y este
tipo de reflexiones son vitales para su proceso creativo. El caso de Hussein Chalayan es
también interesante para ver que, si bien el diseñador construye sus piezas y desfiles
con un lenguaje cercano al arte, éste no hace arte ni goza de la libertad propia del arte.
Una de sus primeras presentaciones, en la que invitaba a reflexionar acerca del
significado y sentido del burka, causó gran controversia. El diseñador tuvo que moldear
y moderar su discurso para no herir sensibilidades. Lejos de debates ideológicos,
Chalayan sigue reflexionando sobre temas universales.
Martin Margiela es otro diseñador a quien le gustaba romper ideas preconcebidas y que
usaba la ropa y sus presentaciones como vehículo para expresarse. Sus primeros desfiles
se diferenciaban de las presentaciones convencionales en cuatro puntos básicos: sus
colecciones no eran nuevas cada temporada, sino que muchas veces se trataba de
redefiniciones de piezas antiguas, así como de prendas recicladas; muchos de sus
modelos no eran profesionales; seleccionaba localizaciones inusuales y rechazaba
cualquier tipo de noción de protagonismo, refiriéndose a sí mismo como parte de un
equipo, y en sus presentaciones, las expectativas del espectador se rompían
sistemáticamente, como cuando mostró la colección en la oscuridad más absoluta, rota
solo por los paraguas iluminados que acarreaban sus asistentes ataviados con abrigos
blancos. Es interesante observar que los planteamientos radicales y rompedores de sus
inicios han sido adoptados por otros diseñadores, pasando del ámbito de la novedad al
ámbito de la normalidad.
Diseñadores como las alemanas Bless, el trío estadounidense Three as Four o el belga
Bernhard Willhelm son otros nombres a destacar con un planteamiento conceptual
tanto en sus colecciones como en sus presentaciones. Aunque diseñadores como Marc
Jacobs, habituados a los desfiles más convencionales y con un método de trabajo más
bien referencial, sorprendió a todos con un divertido desfile conceptual para presentar
su colección primavera-verano 2008. En él Jacobs reflexionó sobre el paso del tiempo y
el orden de las cosas con un desfile al planteado en orden inverso: el primero en
aparecer fue él y a continuación las modelos. El orden de aparición de las prendas estaba
alterado y las prendas mostradas encima de la pasarela jugaban también con esta idea.