Impacto de Los C.F.C Investigacion

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COLEGIO DE BACHILLERES DE TABASCO PLANTEL NO.

IMPACTO DE LOS C.F.C. (CLOROFLUOROCARBONOS)


EN LA CAPA DE OZONO Y LAS POLÍTICAS
INTERNACIONALES PARA SU REGULACIÓN

ALUMNA:

ARIZON AIDEE GONZÁLEZ JIMÉNEZ

GRADO Y GRUPO: 3-H

TURNO: MATUTINO

FECHA: 13 DE SEPTIEMBRE DEL 2024


INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas, el impacto ambiental de los clorofluorocarbonos (CFC) ha
emergido como una de las principales preocupaciones globales en el ámbito de la
protección de la atmósfera. Los CFC, compuestos químicos ampliamente utilizados en
refrigeración, aire acondicionado y como propulsores en aerosoles, han sido identificados
como una de las principales causas del deterioro de la capa de ozono, una barrera esencial
para la vida en la Tierra que protege a nuestro planeta de la radiación ultravioleta dañina del
sol.
El agotamiento de la capa de ozono, impulsado por la emisión de CFC y otros
halógenos, ha desencadenado una serie de efectos adversos en el medio ambiente y la salud
humana, incluyendo el aumento de enfermedades relacionadas con la exposición a
radiación ultravioleta, la alteración de ecosistemas marinos y terrestres, y la reducción en la
productividad de cultivos. En respuesta a estos desafíos, la comunidad internacional ha
desarrollado y adoptado una serie de políticas y acuerdos destinados a mitigar el impacto de
los CFC y otros contaminantes similares.
Este proyecto metodológico tiene como objetivo analizar de manera exhaustiva el
impacto de los CFC en la capa de ozono y evaluar la efectividad de las políticas
internacionales implementadas para su regulación. A través de una revisión detallada de la
lectura científica y política, así como de la evaluación de datos realistas, se pretende
comprender las dinámicas del deterioro de la capa de ozono y el papel crucial de los
acuerdos globales, como el Protocolo de Montreal, en la reducción de la producción y el
consumo de estas sustancias nocivas.
El análisis de este proyecto se centrará en la confluencia entre la ciencia ambiental y
la política internacional, buscando ofrecer recomendaciones para la optimización de las
estrategias regulatorias y la promoción de alternativas sostenibles. A través de un enfoque
metodológico riguroso, se espera proporcionar una visión integral de los desafíos actuales y
futuros en la protección de la capa de ozono, y contribuir a la formulación de políticas más
efectivas para proteger nuestro entorno global.
Historia del uso industrial y comercial de los C.F.C.
Los clorofluorocarbonos (CFC) son compuestos químicos que revolucionaron la
industria y el comercio desde su desarrollo a principios del siglo XX. Su historia está
marcada por un rápido crecimiento en aplicaciones industriales y comerciales, seguido de
un cambio drástico en la percepción sobre sus efectos ambientales. A continuación, se
detalla su evolución en el contexto industrial y comercial:

Descubrimiento y Desarrollo

 1930s: Los CFC fueron descubiertos por el químico estadounidense Thomas


Midgley Jr. y sus colegas. Midgley buscaba desarrollar alternativas más seguras a
los refrigerantes tóxicos como el amoníaco, el dióxido de azufre y el cloroformo. El
resultado fue una nueva clase de compuestos no tóxicos y estables, ideales para una
variedad de aplicaciones.

 1930: Midgley y su equipo desarrollaron el primer CFC, conocido como CFC-12


(dicloro-difluorometano). Este compuesto mostró propiedades excelentes para su
uso en sistemas de refrigeración y aire acondicionado debido a su estabilidad
química y baja toxicidad.

Uso Industrial y Comercial

 Décadas de 1940 y 1950: Los CFC comenzaron a ser ampliamente utilizados en la


industria de refrigeración y aire acondicionado. Su uso se extendió a aplicaciones
comerciales, como en la fabricación de espumas y productos en aerosol. La
estabilidad de los CFC hizo que fueran ideales para estas aplicaciones, ya que no se
descomponían fácilmente y no eran corrosivos.

 1950s y 1960s: Los CFC se convirtieron en componentes clave en una variedad de


productos comerciales. Se emplearon en la producción de espumas plásticas (como
en los aislantes térmicos y embalajes), en aerosoles para productos de consumo y en
sistemas de refrigeración en industrias y hogares. Su capacidad para ser utilizados
como propulsores en aerosoles también contribuyó a su popularidad en productos
como desodorantes y limpiadores.

Conciencia Ambiental y Regulaciones

 1970s: Comenzaron a surgir las primeras evidencias científicas sobre el impacto de


los CFC en la capa de ozono. Investigaciones, incluyendo estudios realizados por el
químico Frank Sherwood Rowland y el físico Mario Molina, demostraron que los
CFC liberaban cloro en la estratosfera, lo que dañaba la capa de ozono que protege
la Tierra de la radiación ultravioleta perjudicial.

 1980s: La creciente preocupación sobre el agujero en la capa de ozono llevó a un


mayor enfoque en la regulación de los CFC. En 1985, el Informe de Viena sobre la
Capa de Ozono identificó el agotamiento de la capa de ozono como un problema
grave y global. Esto preparó el terreno para la adopción de medidas internacionales.

 1987: Se firmó el Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional diseñado para


reducir y eliminar gradualmente la producción y el uso de CFC y otros compuestos
que agotan la capa de ozono. Este acuerdo marcó un hito en la cooperación global
para enfrentar el cambio ambiental.

Transición y Alternativas

 1990s y 2000s: A medida que las regulaciones internacionales se volvieron más


estrictas, las industrias comenzaron a buscar y adoptar alternativas a los CFC.
Sustitutos como los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) y, posteriormente, los
hidrofluorocarbonos (HFC), fueron introducidos como opciones menos dañinas para
la capa de ozono. Aunque los HCFC fueron una mejora temporal, su impacto en el
calentamiento global también llevó a la búsqueda de alternativas aún más
sostenibles.

 2010s y en adelante: La implementación gradual del Protocolo de Montreal y sus


enmiendas, como el Protocolo de Kigali (2016), ha llevado a una reducción
significativa en el uso de CFC. La industria ha continuado desarrollando y
adoptando tecnologías que minimizan el impacto ambiental, enfocándose en
refrigerantes y materiales más ecológicos.

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (AIE, 2020) , “la refrigeración es


el uso final de más rápido crecimiento en los edificios, ya que su demanda de energía se
triplicó entre 1990 y 2018 cerca de 2 mil terawatts hora (TWh) de electricidad”. La AIE
añade que suele ser común que la gente adquiera sistemas de aire acondicionado nuevos
que son dos o tres veces menos eficientes. Ante esta problemática, señala que “se deben
establecer estándares para mejorar el rendimiento en más del 50 por ciento para 2030. Esto
ayudará a reducir el uso de energía y las emisiones del enfriamiento y limitará las adiciones
de capacidad requeridas para satisfacer la demanda pico de electricidad”.
Proceso químico de destrucción de la capa de ozono por los C.F.C.
Los clorofluorocarbonos (CFC) son compuestos químicos que, aunque diseñados
para ser estables y no tóxicos, tienen un impacto perjudicial en la capa de ozono. Este
proceso de destrucción ocurre en varias etapas clave en la atmósfera.

1. Liberación y Ascenso

Cuando se liberan al aire, los CFC son extremadamente estables, lo que significa
que no se descomponen fácilmente y pueden permanecer en la atmósfera durante muchos
años. Eventualmente, estos compuestos ascienden a la estratosfera, donde se encuentra la
capa de ozono.

2. Descomposición por Radiación UV

Una vez en la estratosfera, los CFC están expuestos a la radiación ultravioleta (UV)
del sol. Esta radiación tiene suficiente energía para romper los enlaces en los CFC,
liberando átomos de cloro. Según los investigadores Frank Sherwood Rowland y Mario
Molina, “los clorofluorocarbonos liberados en la estratosfera son descompuestos por la
radiación ultravioleta, liberando átomos de cloro” (Rowland & Molina, 1974).

3. Efecto del Cloro en el Ozono

Una vez liberado, el cloro actúa de manera destructiva en la capa de ozono. El cloro
es altamente reactivo y puede interactuar con las moléculas de ozono, que son esenciales
para bloquear la radiación UV dañina del sol. El cloro destruye estas moléculas de ozono,
lo que reduce la capacidad de la capa de ozono para proteger la Tierra.

4. Consecuencias Ambientales

La disminución de la capa de ozono permite que más radiación UV llegue a la


superficie de la Tierra. Esto tiene consecuencias graves, incluyendo un aumento en el
riesgo de cáncer de piel, cataratas oculares y daños a los ecosistemas marinos y terrestres.

La investigación de Rowland y Molina sobre los CFC ha sido fundamental para


entender este proceso y ha llevado a acciones internacionales para limitar y eliminar el uso
de estos compuestos. Como ellos señalaron, “el cloro liberado por los CFC en la
estratosfera cataliza la destrucción del ozono, lo que contribuye al debilitamiento de esta
capa protectora esencial para la vida en la Tierra” (Rowland & Molina, 1974).
Tabla 1

Compuestos que aportan cloro a la atmósfera.

Nota. Datos tomados del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales


(IDEAM, 2002).
Efectos ambientales y de salud derivados del agotamiento de la capa de
ozono.
El agotamiento de la capa de ozono tiene una serie de efectos significativos tanto
en el medio ambiente como en la salud humana. La capa de ozono, situada en la
estratosfera, actúa como un escudo natural que absorbe y filtra la mayor parte de la
radiación ultravioleta (UV) del sol. La reducción de esta capa aumenta la cantidad de
radiación UV que llega a la superficie terrestre, lo que conlleva una serie de consecuencias
perjudiciales.

Efectos Ambientales

1. Daños a los Ecosistemas Marinos: La radiación UV aumentada puede afectar


gravemente los ecosistemas marinos, particularmente el fitoplancton, que es la base
de la cadena alimentaria oceánica. La exposición excesiva a UV puede reducir la
capacidad del fitoplancton para realizar la fotosíntesis, lo que afecta la producción
de oxígeno y el equilibrio de los ecosistemas marinos. Según la organización
científica NOAA, “el aumento en los niveles de radiación UV puede reducir la
productividad del fitoplancton, impactando negativamente en toda la cadena
alimentaria marina” (NOAA, 2020).

2. Impacto en los Ecosistemas Terrestres: La radiación UV también afecta a las


plantas terrestres. Puede dañar los tejidos vegetales, reducir la tasa de fotosíntesis y
disminuir la productividad de los cultivos. Este impacto puede tener repercusiones
en la agricultura y en la seguridad alimentaria, ya que las plantas afectadas pueden
ser menos eficientes en la producción de alimentos.

3. Alteración de los Ciclos Biogeoquímicos: Los cambios en la radiación UV pueden


alterar los ciclos biogeoquímicos, incluyendo el ciclo del nitrógeno y del carbono.
Esto puede afectar la calidad del suelo y el crecimiento de las plantas, así como el
equilibrio general de los ecosistemas.

Efectos en la Salud Humana

1. Aumento de Cáncer de Piel: La exposición prolongada a niveles elevados de


radiación UV aumenta el riesgo de cáncer de piel, incluyendo melanoma y
carcinomas no melanoma. La radiación UV daña el ADN en las células de la piel, lo
que puede provocar mutaciones y, eventualmente, cáncer.
2. Cataratas Oculares: La radiación UV también puede dañar los ojos, llevando al
desarrollo de cataratas. Las cataratas son una opacidad en el cristalino del ojo que
puede llevar a la pérdida de visión y, en casos severos, a la ceguera.

3. Sistema Inmunológico: La exposición excesiva a la radiación UV puede suprimir


el sistema inmunológico, reduciendo la capacidad del cuerpo para combatir
infecciones y enfermedades. Esto puede hacer que las personas sean más
susceptibles a enfermedades infecciosas y ciertos tipos de cáncer.

Como señala el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), “el


aumento en la radiación UV debido al agotamiento de la capa de ozono puede tener efectos
graves en la salud humana, como el aumento en la incidencia de cáncer de piel y cataratas
oculares” (IPCC, 2018).
El protocolo de Montreal: Regulación y eliminación gradual de los C.F.C.
a nivel mundial.
El Protocolo de Montreal, adoptado en 1987, es uno de los acuerdos internacionales
más importantes en la historia de la protección ambiental. Su principal objetivo es la
regulación y eliminación gradual de los clorofluorocarbonos (CFC) y otros compuestos que
agotan la capa de ozono. Este tratado ha sido crucial para abordar el problema del agujero
en la capa de ozono y ha tenido un impacto significativo en la preservación del medio
ambiente.

Contexto y Adopción

El Protocolo de Montreal fue adoptado el 16 de septiembre de 1987 en Montreal,


Canadá, como respuesta a las crecientes preocupaciones sobre el impacto de los CFC y
otros productos químicos en la capa de ozono. Este tratado fue negociado bajo el auspicio
del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y es un ejemplo
de cooperación internacional para abordar un problema ambiental global.

Objetivos y Medidas

El Protocolo establece un marco para la reducción y eventual eliminación de sustancias


que agotan la capa de ozono. Los principales objetivos incluyen:

1. Reducción Gradual: Inicialmente, el Protocolo estableció metas para la reducción


gradual de la producción y consumo de CFC. Los países firmantes acordaron
reducir sus niveles de producción en un 50% para el año 2000 en comparación con
los niveles de 1986.

2. Eliminación Total: A medida que el conocimiento sobre los efectos de los CFC y
otros compuestos creció, el Protocolo se fortaleció. En 1992, la Enmienda de
Copenhague estableció un cronograma más agresivo para eliminar completamente
los CFC y otras sustancias dañinas para la capa de ozono para 2000 en los países
desarrollados y para 2010 en los países en desarrollo.

3. Sustitución de Alternativas: El Protocolo también fomenta la investigación y el


desarrollo de alternativas menos dañinas para los CFC, como los
hidroclorofluorocarbonos (HCFC) y los hidrofluorocarbonos (HFC), que, aunque
menos perjudiciales, también están sujetos a regulaciones adicionales debido a su
impacto en el cambio climático.

Impacto y Resultados
Desde su implementación, el Protocolo de Montreal ha tenido un impacto positivo
significativo:

1. Recuperación de la Capa de Ozono: Los niveles de CFC en la atmósfera han


disminuido drásticamente desde la adopción del Protocolo, y se ha observado una
recuperación lenta pero constante de la capa de ozono. Como destacó el Panel
Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), “el Protocolo de Montreal ha
logrado una reducción significativa en la concentración de CFC y ha contribuido a
la recuperación gradual de la capa de ozono”.

2. Beneficios Climáticos: Además de proteger la capa de ozono, el Protocolo ha


tenido beneficios adicionales para el clima, al reducir también los gases de efecto
invernadero asociados con los CFC.

3. Cooperación Internacional: El éxito del Protocolo de Montreal demuestra cómo la


cooperación internacional y los compromisos globales pueden abordar desafíos
ambientales complejos de manera efectiva.

Desafíos y Futuro

Aunque el Protocolo ha tenido éxito en la reducción de los CFC, se enfrentan nuevos


desafíos:

1. Sustitutos de los CFC: Algunos sustitutos de los CFC, como los HFC, tienen un
impacto significativo en el calentamiento global. Por ello, el Protocolo de Montreal
se ha modificado con enmiendas, como la Enmienda de Kigali de 2016, para
abordar también estos nuevos compuestos.

2. Cumplimiento y Aplicación: Asegurar que todos los países, especialmente los en


desarrollo, cumplan con los compromisos del Protocolo sigue siendo un desafío.
Alternativas sostenibles a los C.F.C. en la industria actual
En la búsqueda de soluciones más sostenibles para reemplazar los
clorofluorocarbonos (CFC) en la industria de refrigeración y aire acondicionado, se han
desarrollado varias alternativas que minimizan el impacto ambiental. Estas alternativas no
solo buscan reducir el daño a la capa de ozono, sino también disminuir el potencial de
calentamiento global (GWP) asociado con los refrigerantes tradicionales.

Alternativas Sostenibles:

1. Hidrofluorocarbonos (HFC)

o Ejemplos: HFC-134a, HFC-125.

o Característica: No afectan la capa de ozono, pero tienen un alto GWP.

2. Hidrofluoroolefinas (HFO)

o Ejemplo: HFO-1234yf.

o Característica: GWP significativamente más bajo y no daña la capa de


ozono.

3. Amoníaco (NH₃)

o Característica: Refrigerante natural con GWP de cero; requiere manejo


especial por su toxicidad.

4. Dióxido de Carbono (CO₂)

o Característica: Bajo GWP (1) y no daña la capa de ozono; requiere sistemas


a alta presión.

5. Hidrocarburos (HC)

o Ejemplos: Propano (R290), isobutano (R600a).

o Característica: Muy bajo GWP; inflamables, por lo que requieren


precauciones de seguridad.

6. Tecnologías de Refrigeración de Absorción y Adsorción

o Característica: Utilizan refrigerantes con bajo GWP o nulo; pueden tener


variaciones en eficiencia y costos.
Figura 1

Nota. La figura muestra las diferentes alternativas para la disminución de los C.F.C.
Fuente: ENGIE (2022).
Conclusión
El impacto de los clorofluorocarbonos (CFC) en la capa de ozono fue profundo y
preocupante. Estos compuestos, ampliamente utilizados en refrigeración, aire
acondicionado y productos de consumo, contribuyeron significativamente al deterioro de la
capa de ozono al liberarse en la atmósfera. Una vez allí, los CFC se descomponían bajo la
influencia de la radiación ultravioleta, liberando cloro que destruía las moléculas de ozono.
Este proceso aceleró el agotamiento de la capa de ozono, aumentando la exposición a la
radiación ultravioleta y poniendo en riesgo la vida en la Tierra.
La gravedad de este problema llevó a la comunidad internacional a tomar medidas
decisivas. En 1987, el Protocolo de Montreal marcó un hito al establecer un marco global
para la reducción y eliminación de los CFC y otros agentes agotadores del ozono. Este
acuerdo internacional fue fundamental en la disminución del uso de CFC, logrando una
reducción significativa de sus concentraciones atmosféricas y contribuyendo a la
recuperación progresiva de la capa de ozono. La colaboración global y el cumplimiento de
las normativas establecidas demostraron ser efectivos en la mitigación del daño ambiental
causado por los CFC.
A pesar de estos avances, la transición no estuvo exenta de desafíos. La eliminación
de los CFC reveló la necesidad de abordar el impacto de otros gases con potenciales de
calentamiento global (GWP) elevados. En respuesta, se desarrollaron y promovieron
alternativas más sostenibles. Los hidrofluoroolefinas (HFO) emergieron como una opción
prometedora con un GWP considerablemente más bajo que los refrigerantes tradicionales.
El dióxido de carbono (CO₂), aunque requiere sistemas de alta presión, también demostró
ser una alternativa con bajo GWP. Además, el uso de refrigerantes naturales como el
amoníaco y los hidrocarburos, junto con las tecnologías de refrigeración de absorción y
adsorción, ofreció soluciones adicionales para reducir el impacto ambiental de los sistemas
de refrigeración.
En resumen, la acción internacional frente a los CFC y la adopción de alternativas
sostenibles subrayan el éxito de la cooperación global en la protección ambiental. Las
políticas implementadas no solo han facilitado la recuperación de la capa de ozono, sino
que también han impulsado la transición hacia tecnologías más respetuosas con el clima.
Aunque persisten desafíos, especialmente relacionados con el GWP de nuevos
refrigerantes, el progreso logrado hasta ahora ofrece un modelo valioso para futuras
iniciativas en la protección del medio ambiente y la sostenibilidad industrial.

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