STC13123 2018

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LUIS ALONSO RICO PUERTA

Magistrado ponente

STC13123-2018
Radicación nº 11001-02-03-000-2018-02619-00
(Aprobado en Sala de diez de octubre de dos mil
dieciocho)

Bogotá, D.C., diez (10) de octubre de dos mil


dieciocho (2018).

Decide la Corte la acción de tutela promovida por


Néstor Eduardo Salcedo Camargo contra la Sala Civil
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá; trámite al que fueron vinculados el Juzgado
Cuarenta y Seis Civil del Circuito de esta ciudad y los
intervinientes en el juicio de resolución de promesa de
compraventa nº 2011-00581.

ANTECEDENTES

1. Obrando en nombre propio, el accionante reclama


la protección de los derechos fundamentales al acceso a
la administración de justicia, debido proceso, familia e
igualdad, supuestamente vulnerados por la autoridad
judicial acusada.
Radicación nº 11001-02-03-000-2018-02619-00

2. Manifiesta, en resumen, que mediante sentencia


de 22 de agosto de 2017 el Juzgado Cuarenta y Seis Civil
del Circuito de Bogotá dictó sentencia en la que negó las
pretensiones incoadas por Clemencia Rubio Bonilla (como
promitente vendedora) en contra suya y de Sol Carolina
Camacho Nieto, argumentando que la primera «incumplió
con su deber de saneamiento del inmueble (por la medida cautelar
instaurada) y tampoco se allanó a cumplir con la firma de la

escritura pública». Decisión que fue apelada por su


contraparte.

Afirma que en fallo de 22 de junio de 2018, el


Tribunal revocó la anterior decisión, declaró la nulidad
absoluta del contrato de promesa de compraventa y
ordenó las restituciones mutuas, lo que califica como una
vía de hecho, «no solo porque procedió a anular un contrato de
promesa de compraventa válido, sino también porque negó casi en
su totalidad el reconocimiento de mejoras…a pesar de que en el

expediente obraban diversas pruebas».

Expone que el ad-quem valoró un documento que


presentó su contraparte «y que claramente fue adulterado»,
ya que mientras en el anverso se autoriza la realización
de mejoras sin limitaciones, «en el reverso aparece el monto
máximo autorizado [$3’000.000] suscrito solamente por la

PROMITENTE VENDEDORA»; además, no se tuvo en cuenta el

momento del desembolso de un crédito «preaprobado»


como una condición lícita dentro de la promesa de
compraventa y omitió decretar pruebas de oficio.

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Radicación nº 11001-02-03-000-2018-02619-00

También denuncia que la convocada indicó que


dictaría el fallo por escrito, pero no indicó el sentido del
mismo, contraviniendo el numeral 5º del artículo 373 del
Código General del Proceso; igualmente, citó precedentes
que «no son pertinentes para el caso que convoca » y señaló «un
tiempo muy corto para la entrega del inmueble ».

Refiere que en la sentencia se dejó constancia de


una «supuesta incapacidad médica» de la Magistrada Nubia
Esperanza Sabogal Varón, que se desvirtúa con « la
certificación emitida por la Secretaria General de la Corte Suprema

de Justicia», lo que «enrarece y oscurece la sentencia emitida por

el Tribunal».

3. Pide, en consecuencia, que se revoque la


sentencia de segunda instancia y se confirme la de
primera o, en subsidio, que se dicte una nueva decisión
que tenga como válido el negocio jurídico o, se decreten
pruebas de oficio para establecer el valor de las mejoras
brindando un término prudencial para el desalojo « mínimo
6 meses» (f. 95 a 143, 172 a 175 y 184 a 186).

RESPUESTA DE LA ACCIONADA Y VINCULADOS

El Magistrado del Tribunal que actuó como ponente


de la decisión atacada dijo que negó una petición
posterior de aclaración y rechazó otra de « reconsideración»
tendientes a cuestionar las mejoras (f. 164).

CONSIDERACIONES
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Radicación nº 11001-02-03-000-2018-02619-00

1. Problema jurídico

Corresponde a la Corte establecer si la accionada


vulneró las garantías denunciadas por, (i) no indicar
durante la audiencia el sentido del fallo que dictaría por
escrito, (ii) revocar la sentencia dictada por el Juzgado
Cuarenta y Seis Civil del Circuito de Bogotá que negó las
pretensiones de la demanda de resolución de contrato de
promesa de compraventa presentada por Clemencia
Rubio Bonilla contra Néstor Eduardo Salcedo Camargo y
Sol Carolina Camacho para, en su lugar, decretar la
nulidad de dicho acto, «ante el incumplimiento del requisito
previsto en el numeral 3 del artículo 1611 » del Código Civil,

disponiendo las restituciones mutuas, (iii) reconocer


$3’000.000 por mejoras y, (iv) ordenar la restitución del
inmueble en 10 días.

2. Procedencia de la acción de tutela contra


providencias judiciales

La reiterada jurisprudencia de esta Corporación ha


sostenido, en línea de principio, que la tutela no es el
mecanismo idóneo para censurar decisiones de índole
judicial; sólo, excepcionalmente puede acudirse a esa
herramienta, en los casos en los que el funcionario
profiera alguna resolución «con ostensible desviación del sendero
normado, sin ecuanimidad y apoyado en el capricho o en la

subjetividad, a tal punto que estructure vía de hecho», y en el

entendido que el afectado concurra dentro de un término

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razonable a formular la queja, y de que «no disponga de


medios ordinarios y efectivos para lograrlo» (CSJ STC, 3 mar.

2011, rad. 00329-00, reiterada entre otras en STC4337-


2018, 5 abr. 2018, rad. 00250-01).

Recuérdese que cuando el juez profiere una decisión


trascendental en el proceso obedeciendo al capricho o a
la arbitrariedad, queda desconectado del ordenamiento
jurídico, tiende a causar agravio a alguno de los
intervinientes e incluso a la propia administración de
justicia, y en esas condiciones la vía excepcional resulta
idónea para conjurar o prevenir el perjuicio.

3. La inexistencia del defecto procesal


manifiesto

3.1. La deficiencia procesal denunciada refiere


principalmente a la infracción del inciso tercero del
numeral 5 del artículo 373 del Código General del
Proceso, a cuyo tenor: «Si no fuere posible dictar la sentencia
en forma oral, el juez deberá dejar constancia expresa de las
razones concretas e informar a la Sala Administrativa del Consejo
Superior de la Judicatura. En este evento, el juez deberá
anunciar el sentido de su fallo, con una breve exposición de sus
fundamentos, y emitir la decisión escrita dentro de los diez (10)

días siguientes…» (Resalta la Sala).

Para el análisis respectivo, en primer lugar, es


preciso destacar según lo acreditado, que en el presente
caso la Sala de Decisión Civil accionada durante la

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audiencia que tuvo lugar el 13 de junio de 2018 dispuso al


final, una vez escuchadas las alegaciones de las partes
que «(…) se les pone en conocimiento a las partes que este asunto
como ustedes lo pudieron advertir (…) ha sido estudiado
ampliamente por la Sala y escuchados los argumentos que se han
expuesto en la diligencia de hoy, los Magistrados asistentes
consideran pertinente profundizar en ciertos aspectos, razón por la
cual esta decisión se proferirá por escrito dentro de los 10 días
siguientes y no se anunciará el sentido del fallo precisamente
porque los puntos que se quieren resolver, que están en discusión,

nos impiden emitir esa orientación del fallo» (min 41:37).

Luego, el 22 de junio de 2018, se dictó la anunciada


sentencia escrita, en la cual se revocó la de primer grado
y se declaró la nulidad de la promesa de compraventa (ff.
78 a 110).

3.2. La situación advertida no conlleva el


desconocimiento del precepto normativo invocado, ya que
el Tribunal fue claro en exponer durante la audiencia que
escuchados los alegatos necesitaba profundizar en varios
temas para adoptar una determinación definitiva,
actuación de la que no se puede derivar una vulneración a
los principios como la seguridad jurídica y confianza
legítima en conexidad con el debido proceso.

3.3. Dada la esquemática introducida por el Código


General del Proceso a las especialidades de su ámbito de
aplicación, resulta innegable que las actuaciones deben
cumplirse «en forma oral, pública y en audiencias, salvo las que
expresamente se autorice realizar por escrito o estén amparadas

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por reserva» (art. 3), lo cual obliga a los jueces a pronunciar

sus fallos en la misma audiencia y de viva voz.


Sobre el particular esta Sala ha destacado: «la oralidad
se erige como postulado rector de la actual Codificación Procesal
Civil y demanda ser respetada con ímpetu dentro de los juicios de
esa especialidad, pues a través de ella se logrará la realización de
prerrogativas como la contradicción y defensa. Además, se busca
garantizarle a los administrados la facultad de ser oídos por los
funcionarios judiciales, cuestión que, al final, les impone a todos los
sujetos procesales intervenir con transparencia, fundamento de la

democracia participativa» (CSJ, STC17469-2017, 26 oct. rad.

02776-00).

En este orden, supuestos como los reglados por los


artículos 327 y 373 ibídem, exigen por vía de principio, el
pronunciamiento oral del fallo, sin solución de continuidad
respecto de las fases previas de la audiencia; deber
únicamente excluido por expresa previsión legal
particular.

Constituyen muestra de dichos eventos de


excepción: (i) la potestad de prórroga vertida en el inciso
segundo del numeral 5 del canon 373, conforme al cual
«Si fuere necesario podrá decretarse un receso hasta por dos (2)

horas para el pronunciamiento de la sentencia» ; (ii) la situación

de imposibilidad claramente justificada, que se contempla


en el inciso tercero ejusdem, aunque sin mayor desarrollo
conceptual.

A tono con lo sostenido, es igualmente prístino el


imperativo del Juez, en el segundo de los eventos
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reseñados, esto es, cuando «no fuere posible dictar la


sentencia en forma oral», de cumplir cada uno de los pasos

del derrotero previsto en la regla, particularmente


«anunciar el sentido de su fallo, con una breve exposición de sus

fundamentos», o en su defecto, exponer los motivos por los

cuales en el caso concreto dicha conducta le resulta


igualmente imposible, dadas las particularidades del caso
y a pesar de la diligente preparación logística y jurídica de
la sesión.

Lo último, en tanto es indiscutible que no pueden


avalarse líneas de interpretación que conciban previsiones
instrumentales que deban satisfacerse a toda costa y por
encima de cualquier consideración, esto es, desprovistas
de prudentes excepciones que le confieran razonabilidad
en su aplicación práctica.

3.4. Así mismo, es menester aclarar en la hipótesis


que se analiza o, cuando incluso se produce variación
entre lo anunciado en sede de audiencia y lo
ulteriormente fallado por escrito, que tales circunstancias
por sí solas no supondrían una automática vulneración de
las garantías de los justiciables con la consecuente
invalidación de la sentencia.

Ciertamente, ninguna pauta de procedimiento,


máxime una simplemente instrumental referida a la forma
de expresión de la voluntad decisoria, por más vínculo
que guarde con otras valiosas reglas técnicas que
orienten la actuación, está provista de la entidad de
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restringir o coartar al Juez y avocarlo a anunciar


necesariamente el sentido del veredicto o, a variar el que
inicialmente ha descubierto.

Admitir postura adversa sería tanto como ponderar


irreflexivamente la forma y desatender el expreso
mandato Constitucional que obliga a dar prevalencia al
derecho sustancial (art. 228), canon de interpretación que
incluso es anterior a la Carta Superior (canon 4 del Código
de Procedimiento Civil) y que en la actualidad enfatiza el
Código General del Proceso (precepto 11).

Al respecto, en criterio que prohíja esta Corporación,


la Corte Constitucional ha explicado:

«38. Del anterior recuento la Corte concluye que el principio


de prevalencia del derecho sustancial sobre las formas refiere
a que (i) la norma adjetiva debe buscar la garantía del
derecho sustancial y, por ende, no se puede convertir en una
barrera de efectividad de éste; (ii) la regulación procesal debe
propender por la realización de los derechos sustanciales al
suministrar una vía para la solución de controversias sobre los
mismos; y, (iii) el derecho adjetivo al cumplir una función
instrumental que no es un fin en sí mismo, debe ceñirse y
estar al servicio del derecho sustancial el cual se debe

privilegiar para proteger las garantías fundamentales.» (C-

193/16).

La experiencia del proceso penal a partir de la Ley


906 de 2004, ha enseñado que muy a pesar de la entidad
esencial de los derechos y garantías que allí se advierten

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en tensión, la alteración del sentido del fallo en la


sentencia definitiva es proceder que aunque excepcional
se ha reconocido necesario en determinados supuestos;
ello bajo rigurosos condicionamientos condensados en
doctrina jurisprudencial que desde ya se antela, no puede
trasladarse, sin más, a los demás contornos
jurisdiccionales (SP, 17 sep. 2007, rad. 27336; SP, 30 ene.
2008, rad. 28918; y SP12846-2015, 23 sep. 2015, rad.
40694).

No puede olvidarse que la anticipación del fallo, en


tanto excepción de la regla general de resolución oral e
inmediata, no es más que una medida sustituta o
subrogada del proceder prescrito por el legislador como
deseado, a fin de reducir el impacto que el aplazamiento
genera en los principios de concentración e inmediatez,
cuya máxima expresión procura realizar una sistemática
procesal preponderantemente oral.

3.5. No obstante la precedente reivindicación de los


preceptos legales relativos a la obligatoriedad de la
decisión oral y sus variables de excepción justificada, se
impone destacar que la desatención de los mismos no
está castigada con secuela procesal particular en el
estatuto general del proceso.

Se insiste, sin perjuicio del carácter vinculante de las


reglas objeto de análisis y su posible sanción en otros
escenarios, en el plano estrictamente procesal, es decir,
de la validez de los actos que integran la serie, no es
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posible predicar la existencia de disposición normativa


que permita restar eficacia a la actuación que entrañe
desconocimiento de las mismas.

Nótese que los enunciados normativos respectivos


adolecen de consecuencia jurídica invalidante particular,
efecto negativo que tampoco se contempla en las
disposiciones del régimen general de nulidades
procesales (arts. 132 a 138 C.G.P.), en tanto que ninguno
de los supuestos escrutados anteriormente es susceptible
de subsumirse en alguna de las causales taxativamente
tipificadas por el legislador en el canon 133 ibid, cuyo
parágrafo, por demás, es enfático en reafirmar tradicional
pauta conforme a la cual «Las demás irregularidades del
proceso se tendrán por subsanadas si no se impugnan

oportunamente por los mecanismos que este código establece».

Ahora, sin duda la hipótesis de invalidación más


relacionada con las actuales normas de expresión de la
sentencia es la condensada en el numeral 7, prevista para
«Cuando la sentencia se profiera por un juez distinto del que
escuchó los alegatos de conclusión o la sustentación del recurso de

apelación», pero como puede verse, simplemente se ocupa

de sancionar la ausencia de identidad personal entre el


funcionario que participa de la alegación y quien
interviene en la decisión, circunstancia claramente más
comprometedora de los principios del procedimiento oral
que aquellas que han venido ocupando la atención de la
Sala en este proveído.

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3.6. De otra parte, el estudio de los antecedentes de


la iniciativa legislativa que terminó en la promulgación de
la Ley 1564 de 2012, «Por medio de la cual se expide el Código
General del Proceso y se dictan otras disposiciones», conduce al

respaldo del criterio expuesto en tanto permite inferir la


ausencia de vocación sancionatoria para las
irregularidades relacionadas con las vigentes condiciones
para el pronunciamiento de la sentencia destinada a
dictarse en audiencia.

En efecto, la Comisión Redactora del Proyecto no


concibió la figura del pronunciamiento anticipado del
sentido del fallo, dado que en relación con el tema,
discutió la pertinencia de incluir un plazo para «ampliar la
motivación de la sentencia proferida en audiencia» , a propósito

del artículo «Términos para dictar las resoluciones judiciales»,


propuesta que finalmente fue descartada1.

Luego, el Proyecto de Ley 196 de 2011 Cámara, tenía


como versión inicial del numeral 5 del artículo 373 una
redacción del siguiente tenor: «En la misma audiencia el juez
dictará sentencia, si le fuere posible; en caso contrario la dictará

por escrito dentro de los cinco días siguientes»2, esto es, una

fórmula de mayor liberalidad para el fallador en punto de


la forma de expresión de su resolución definitiva, que por
ende no requería del establecimiento de controles
específicos.

1
Actas 23 y 24 de marzo 10 y 24 de 2004, disponibles en
http://www.icdp.org.co/descargas/Actas/
2
Gaceta del Congreso 119, 29 de marzo de 2011.
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Las modificaciones que determinaron el texto


definitivo actualmente en rigor, se incluyeron en el
trámite posterior con el objeto de impedir que la
sentencia escrita se convirtiera «en la regla general,

desnaturalizando el sistema mixto de predominio oral», tal cual se

manifestó en el Pliego de Modificaciones del Informe de


Ponencia para Primer Debate (num. 3.15)3 y se reafirmó
en las deliberaciones posteriores; pero sin que en forma
simultánea, en su ámbito de configuración, el legislador
previera elevar a la categoría de nulidad procesal la
desatención de los lineamientos respectivos.

3.7. De otra parte y en relación con la experiencia


del proceso penal y la línea jurisprudencial actualmente
consolidada que establece a la nulidad del proceso como
mecanismo procedente para remediar la alteración del
sentido del fallo anunciado en audiencia, es impostergable
señalar las razones por las cuales, como se anticipó, dicha
tesis no es de recibo en las actuaciones regidas por el
Código General del Proceso.

3.7.1. Por regla general, es inviable trasladar sin


los justos recaudos las figuras jurídicas concebidas en un
escenario particular a otro con estructura y finalidades
diversas, premisa que adquiere mayor significación
tratándose de las áreas penal y privado en general,
especialmente si la labor de selección e integración
normativa refiere a los regímenes sancionatorios.

3
Gaceta del Congreso 250, 11 de mayo de 2011.
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3.7.2. Es notable, desde una visión tanto material


como subjetiva, la mayor extensión, complejidad y
variedad de potenciales controversias reguladas por las
especialidades que conciernen al Código General del
Proceso (asuntos civiles, comercial, de familia, agrarios y
demás no previstos expresamente en otras leyes) 4,
respecto del más concreto –y no por ello en absoluto,
menos relevante y exigente- ámbito de la jurisdicción
penal que concierne puntualmente a «Las indagaciones,
investigaciones, imputaciones, acusaciones y juzgamientos por las

conductas previstas en la ley penal como delito» (canon 24,

C.P.P.).

La anterior circunstancia, evidenciable de forma


suficiente con la sola apreciación general de la cada vez
mayor normativa sustancial pertinente, tiene directa
incidencia en la inferior posibilidad real de los juzgadores
de concretar y definir los problemas jurídicos, o anticipar
con similar acierto el sentido integral de sus fallos.

3.7.3. A diferencia de lo acontecido en el Código


General del Proceso, donde el anuncio del sentido del fallo
tiene una aislada mención para un supuesto eventual y
excepcional, en el actual Código de Procedimiento Penal,
dicha actuación -contemplada principalmente en los
artículos 446 y 447-, es ordinaria y propia de la
sistemática habitual del trámite, razón por la cual de la
misma dependen múltiples efectos procesales de

4
Artículo 1º en concordancia con el canon 16 que prevé la denominada cláusula
general o residual de competencia.
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insuperable relevancia para todos los intervinientes, como


a continuación se condensa:

a) Determina, cuando es adverso al procesado y salvo


excepciones, la competencia del juez del
conocimiento para imponer penas y medidas de
seguridad (art. 40).

b) Habilita el ejercicio del incidente de reparación


integral «previa solicitud expresa de la víctima, o del fiscal o
del Ministerio Público a instancia de ella», cuando se declara

la responsabilidad penal del acusado (arts. 102 y


106).

c) Viabiliza distinta suerte de resoluciones en el acto


sobre la libertad del acusado, según se trate de
absolución o condena: captura inmediata;
postergación de la detención previa argumentación
suficiente; decreto de medida de seguridad apropiada
en caso de inimputabilidad, etc. (arts. 449 a 453).

Semejante trascendencia ha merecido que la Sala de


Casación Penal de esta Corte sostenga: «el anuncio del
sentido del fallo por parte del juez de conocimiento, una vez
finalizado el debate público oral, constituye un acto procesal
que forma parte de la estructura del debido proceso y vincula
al juzgador con la decisión adoptada en la sentencia, conformando

con esta una unidad temática inescindible”» (SP12846-

2015, 23 sep. 2015, rad. 40694).

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Los citados calificativos, de total recibo en el


escenario penal, innegablemente resultarían
desproporcionados e infundados en la sistemática propia
del Código General del Proceso; por tanto, no puede
admitirse criterio que pretenda conferir similar alcance o
significación.

3.7.4. El remedio procesal consolidado en


materia penal, se ha posibilitado por la naturaleza abierta
o amplia del régimen de «INEFICACIA DE LOS ACTOS
PROCESALES» allí establecido (arts. 455 a 458, Ley 906 de

2004), particularmente apreciable en su regla de «Nulidad


por violación a garantías fundamentales», vertida en el canon

457 ibidem, según el cual «Es causal de nulidad la violación del


derecho de defensa o del debido proceso en aspectos

sustanciales».

El anterior manejo legislativo de la sanción de


ineficacia procesal se diferencia en gran medida del
diseño prescrito por el Código General del Proceso –por
demás similar al condensado en el Código de
Procedimiento Civil-, donde la taxatividad exhibe notable
rigor y la especificidad conlleva a agotar los supuestos de
invalidación en eventos típicos y cerrados.

3.8. En definitiva, al margen del mérito de las


justificaciones expuestas por el Tribunal para abstenerse
de resolver en audiencia, no se evidencia una
irregularidad que deba ser sancionada por vía de la
nulidad procesal.
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Lo anterior, en lo absoluto supone patente para que


los funcionarios judiciales se aparten de los lineamientos
que obligan a dictar sentencias de viva voz en el marco de
la misma audiencia pública y con la mayor realización
posible de la inmediación y concentración procesal, pues
cierto es que la excepción no puede convertirse
infundadamente en la regla general, lo cual exige la
prudente previsión de las condiciones logísticas y de
preparación del caso, necesarias para agotar en su justa y
racional medida el objeto de la actuación.

4. El quórum de la decisión cuestionada

En cuanto al ataque que formula el promotor


consistente en que la Magistrada Nubia Esperanza
Sabogal Varón, integrante de la Sala de decisión, no
estuvo presente en la misma y tampoco suscribió la
sentencia escrita, cabe señalar que dicha situación no
configura un defecto procedimental que afecte la decisión
reprochada ya que, en todo caso, fue adoptada por la
mayoría.

Lo anterior, encuentra sustento en el artículo 54 de


la Ley 270 de 1996 que prevé, frente a las decisiones de
los cuerpos colegiados que: « Todas las decisiones que las
Corporaciones judiciales en pleno o cualquiera de sus salas o
secciones deban tomar, requerirán para su deliberación y decisión,

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de la asistencia y voto de la mayoría de los miembros de la


Corporación, sala o sección…Es obligación de todos los Magistrados
participar en la deliberación de los asuntos que deban ser fallados
por la Corporación en pleno y, en su caso, por la sala o la sección a
que pertenezcan, salvo cuando medie causa legal de impedimento
aceptada por la Corporación, enfermedad o calamidad doméstica
debidamente comprobadas, u otra razón legal que imponga
separación temporal del cargo. La violación sin justa causa de este

deber es causal de mala conducta».

Adicionalmente, en la audiencia celebrada el 13 de


junio de 2018 se dejó constancia que la funcionaria
mencionada se encontraba «CON EXCUSA MÉDICA» y ello se
corrobora con la certificación expedida por la Secretaría
de esta Corporación, aportada por el accionante obrante a
folio 179 en la que se indica que la Magistrada registra
«para el mes de junio, incapacidad por el término de cinco (5) días,

contados a partir del 11 del mismo mes »; de allí que no

suscribiera el fallo escrito de 22 de junio de 2018, al no


haber estado presente durante los alegatos de las partes.

En relación con el tema, la Sala expuso que: «…De otra


parte, en lo atañadero a la falencia atribuida por el censor a la
sentencia del Tribunal accionado por haber sido adoptada en Sala
dual y no impar, baste decir que dicho tópico carece de relevancia
constitucional, por cuanto si ello llegara a constituir irregularidad,
este mecanismo excepcional no se erige en vía idónea para
subsanarla, máxime si se tiene en cuenta que la decisión fue tomada
por la mayoría de los miembros de la sala accionada y en ese
sentido, prima facie, no advierte la Corte desconocimiento de los
artículos 54 y 56 de la Ley 270 de 2006 y demás disposiciones que

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regulan la materia» (STC de 29 de mayo de 2009, exp,

00788-00).

5. La razonabilidad de la decisión del Tribunal

Efectuado el análisis pertinente a los argumentos de


la queja constitucional y a las piezas procesales allegadas,
la Sala establece que la decisión que por esta senda se
cuestiona, no configura defecto específico de
procedibilidad con la fuerza suficiente para quebrantarla,
comoquiera que obedece a un criterio jurídicamente
razonable que impide la intervención del juez excepcional.

5.1. El ad-quem tuvo en cuenta para decretar la


nulidad de la promesa de compraventa que se incumplió
el requisito que prevé el numeral 3º del artículo 1611 del
Código Civil que prevé:
«Artículo 1611. La promesa de celebrar un contrato no
produce obligación alguna, salvo que concurran las
circunstancias siguientes:(…)

3a.) Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la


época en que ha de celebrarse el contrato».

Con base en la anterior norma la accionada expuso:


«(…) en cuanto al plazo o condición que fija la época del
perfeccionamiento del contrato prometido, es necesario evocar que
el artículo 1611 de la codificación civil lo establece como
presupuesto para la eficacia de la promesa de contrato, pues él
precisa la fecha en que ha de celebrarse el contrato ofrecido, la cual
debe estar plenamente determinada, en orden a que para su
cumplimento solo falte la entrega o el agotamiento de la
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solemnidad constitutiva – como reclama la ley –modalidades que


cumplen como función práctica –instrumental– establecer el día
cierto en que habrá de celebrarse el negocio prometido, aspecto
este de carácter principal que reclama que la singularidad pactada
con este fin sea apta para precisar la época de su cumplimento, que
para efectos de la validez de la promesa, consiste en señalar el día
preciso en el que debe celebrarse la convención prometida, pues
los demás significados generan perplejidad, esto es, cuando son
indeterminados, es decir, en la eventualidad que sea dudoso o
fortuito su acaecimiento porque no se ha precisado la data de su

ocurrencia» (f. 81).

Más adelante, la Corporación censurada indicó: «(…)


con relación al presupuesto que se estudia, como ya se expresó, las
partes establecieron para fijar la época de cumplimento del referido
negocio, que la escritura se extendería dentro de los cinco días
siguientes a que se realice la entrega del dinero por parte del
banco, en virtud de un crédito concedido respecto de otro inmueble
de la misma edificación, el apartamento 102, expresión que
aparentemente instaura un plazo final, sin embargo tal desembolso,
como detonante del conteo de los cinco días, deja en la completa
incertidumbre cuando se realizará, minando de raíz la certeza del
supuesto que de él pende, situación que se agrava porque no se
estableció un procedimiento para poner en conocimiento de la otra
parte el día en que el banco materializaría el desembolso como
pago parcial del precio, información de vital importancia para el

inicio de los días que hacían seguro, cierto y real el plazo »

Todo ello para concluir, respecto de este especifico


punto, que «(…) probada como está la trasgresión del numeral
tercero del artículo 1611 citado, la consecuencia que se impone es
que el contrato no produzca efectos, por haberse enervado la
fuente de derecho que daría lugar a pronunciamientos judiciales
sobre cumplimiento o responsabilidad, por lo que se procede de

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manera oficiosa a declarar que el contrato, en los términos de la


norma, no genera “obligación alguna”. Así mismo, se debe procurar
que las cosas vuelvan a la situación de hecho existente para el
momento de la materialización del conato de negocio, cometido

que se logra con la imposición de las restituciones mutuas » (f. 85).

Entonces, a diferencia de lo manifestado por el


accionante en el escrito inicial, la autoridad querellada sí
se pronunció expresamente sobre la inexistencia de un
plazo o condición e indicó las razones por las que no tenía
en cuenta la mención que se hizo en el contrato al
desembolso del crédito como momento a partir del cual
se contabilizaría el término para la suscripción de la
escritura pública.

5.2. En cuanto al reconocimiento que se hizo por


mejoras, el Tribunal se apegó a los elementos
demostrativos recaudados y a la literalidad del
documento aportado al proceso que las cuantificó en un
máximo de $3’000.000, exponiendo que «(…) no hay lugar al
reconocimiento e mejoras adicionales en la medida que, a pesar de
que el perito signó, junto con los demandados, un documento en
donde se indica que se relacionan “mejoras realizadas con sus
anexos”, de la concreción de las mismas no existe prueba, pues
sobre el particular ningún esfuerzo probatorio desplegaron los
accionados, quienes, además de no exorar categóricamente en la
contestación la atestación de la optimización del fundo, se limitaron
a enunciar, de manera tangencial, que habían hecho adecuaciones
sin indicar su valor o forma de apreciación, al paso de alegar que la
parte demandante, en documento del 9 de junio de 2007, “acepta y
convalida la comunicación que contiene la descripción de las
mejoras necesarias que se van a efectuar sin señalar las partes un

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monto máximo para efectuarlas”, aseveración que no se acompasa


con el texto de ese pliego, en la medida que allí se plasmó la
anuencia para el acondicionamiento de la heredad “sin exceder los
tres millones de pesos ($3’000.000) moneda corriente y sin

modificaciones en los planos de construcción » (f. 89).

5.3. Sobre el plazo en que debía surtirse la entrega


del predio, el ad-quem indicó que el monto total
resultante a favor de la demandante por $20’496.849 « (…)
deberá pagarse dentro de los 10 días siguientes a esta sentencia,

lapso en el que igualmente se deberá restituir el inmueble »,

término que para la Sala no resulta arbitrario y, por el


contrario, es razonable para que el accionante desocupe
el bien.

Conforme a lo que acaba de verse, la motivación y la


conclusión adoptada por la autoridad accionada, no
determina una vía de hecho susceptible de enmendarse
por esta senda, en tanto realizó una valoración que la
llevó a la determinación atacada, lo que descarta defecto
sustantivo, fáctico o de otra índole que amerite la
intervención del juez excepcional.

En tales condiciones, se ha dicho que mientras las


providencias cuestionadas no revelen arbitrariedad o
desmesura, no es posible conceder la tutela, pues la sola
divergencia conceptual no es fuente de la demanda de
amparo, porque aunque se comparta o no la
hermenéutica utilizada por el juzgador: «(…) ello no
descalifica su decisión ni la convierte en caprichosa y con entidad
suficiente de configurar vía de hecho, la reseñada providencia
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consigna, en suma, un criterio interpretativo de los hechos y de las


pruebas coherente que, como tal, debe ser respetado, aunque éste
pueda ser susceptible de otra exégesis; es decir, para expresarlo
brevemente: aunque la Sala pudiera discrepar de la tesis admitida
por los juzgadores de instancia accionados, esa disonancia no es

motivo para calificar como absurda la referida sentencia» (CSJ STC

18 de marzo de 2010, exp. 00367-00, reiterada entre


otras en STC2293-2018, 22 feb. 2018, rad. 2017-00427-
01).

De igual modo esta Corporación ha sostenido que en


tales condiciones no es posible conceder la tutela ya que
ésta no fue prevista: «para desquiciar providencias judiciales
con apoyo en la diferencia de opinión de aquéllos a quienes fueron
adversas, obrar en contrario equivaldría al desconocimiento de los
principios de autonomía e independencia que inspiran la función
pública de administrar justicia y conllevaría a erosionar el régimen
de jurisdicción y competencias previstas en el ordenamiento jurídico
a través del ejercicio espurio de una facultad constitucional, al que

exhorta el promotor de este amparo» (CSJ STC, 15 feb. 2011,

rad. 01404-01, reiterada entre otras en STC6059-2018, 10


may. 2018, rad. 00667-01, y STC8553-2018, 5 jul. 2018,
rad. 00124-01).

En este orden, la Corte observa que los


razonamientos contenidos en la decisión cuestionada
hacen parte de los principios de autonomía e
independencia judicial e inhiben al fallador constitucional
para inmiscuirse en el asunto imponiendo una
determinada tesis sustituyendo al funcionario de
conocimiento como si la tutela fuera un mecanismo

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alternativo y no, como ciertamente lo es, un instrumento


excepcional y residual.

6. Conclusiones

6.1 La supuesta irregularidad alegada por no haberse


indicado durante la audiencia de segunda instancia el
sentido del fallo que se dictaría por escrito no tiene la
virtud suficiente para afectar la validez del trámite surtido
o invalidar el pronunciamiento de fondo que dirimió la
segunda instancia.

6.2. La providencia cuestionada no constituye


desafuero susceptible de corrección por esta excepcional
vía y lo pretendido por el querellante es anteponer su
propio criterio al de la autoridad accionada, finalidad que
resulta ajena a la de la acción de tutela.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en
nombre de la República de Colombia y por autoridad de la
ley NIEGA el amparo incoado a través de la acción de
tutela referenciada.

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Comuníquese lo aquí resuelto a las partes por el


medio más expedito y, en caso de no ser impugnado el
fallo, remítanse las presentes diligencias a la Corte
Constitucional para que asuma lo de su cargo.

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO


Presidente de Sala

MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

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ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

(Hoja de firmas corresponde al asunto nº 11001-02-03-000-2018-02619-


00)

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