Infesta Dominguez (2003a)
Infesta Dominguez (2003a)
Infesta Dominguez (2003a)
Introducción
En la Argentina, hasta el presente, la mayor parte de la investigación sobre la conducta reproductiva y las
relaciones de género se ha centrado básicamente en las mujeres. Los estudios que incorporan la perspectiva masculina se
focalizan fundamentalmente en la población adolescente. Hoy es poco lo que se conoce sobre qué mueve a los varones
adultos a interesarse o no por un embarazo no deseado o a preocuparse o no por contraer y/o transmitir a ETS a su pareja.
El presente trabajo tiene la intención de acercar algunas respuestas a los interrogantes planteados más arriba.
Con tal objetivo, en esta ocasión, se intenta dar cuenta de las carreras sexuales y reproductivas de varones residentes
en el Area Metropolitana de Buenos Aires pertenecientes a dos estratos socioeconómicos (bajo y medio-alto) que se
encuentran en dos momentos diferentes de su ciclo reproductivo. Específicamente, se trata de comprender las
conductas y actitudes de estos varones en relación con el uso de métodos anticonceptivos a la luz de sus carreras
sexuales y reproductivas.
El concepto de carrera permite no sólo describir los cambios en las conductas anticonceptivas de los varones
a lo largo del tiempo, sino también comprender los mismos a partir de los cambios operados tanto en las
representaciones y motivaciones de los varones en relación con el uso de métodos anticonceptivos, como en las
relaciones de parejas. Así, el interés de este trabajo se centra no sólo en dar cuenta de cómo y cuándo los hombres
utilizan métodos anticonceptivos sino también en indagar las motivaciones que llevan a que los varones usen o no
usen anticonceptivos, o que elijan algunos métodos y descarten otros a lo largo del tiempo. En este sentido, se
analizaron, en particular, las motivaciones relacionadas con: a) la relación emocional con su pareja; b) la preocupación
de los hombres por la salud reproductiva propia y por la de su pareja sexual; c) el deseo de aceptar o evitar la
responsabilidad de tener hijos. También se analizaron las representaciones de los varones relacionadas con las
posibles interferencias en el goce y la dinámica sexual atribuidas al uso de métodos anticonceptivos.
Metodología
La estrategia metodológica de la investigación fue cualitativa, desarrollándose en dos etapas, a las que
correspondieron dos técnicas de recolección de datos: en la primera etapa se realizaron grupos focales, en tanto que en
la segunda se recurrió a la técnica de entrevista en profundidad. El presente trabajo se propone centrar la atención en
los principales hallazgos obtenidos en la segunda etapa de la investigación.
El universo de estudio de la investigación en cuestión quedó conformado por los varones residentes en el
Area Metropolitana de Buenos Airesii comprendidos entre los 25 y 35 años y entre los 45 a 55 años, pertenecientes a
dos estratos socioeconómicos: bajo y medio-alto. La delimitación del universo en función de las mencionadas
características de la población (edad y estrato socioeconómico) se fundamentó en los siguientes criterios: 1) Los dos
tramos de edad seleccionados permiten analizar las conductas, actitudes, representaciones y motivaciones de varones
que se encuentran en diferentes momentos de su ciclo sexual y reproductivo, y 2) La pertenencia a diferentes estratos
socioeconómicos determina el acceso diferencial a los recursos materiales y a la información circulante en la sociedad
lo cual establece diferencias en el comportamiento reproductivo de las personas. A fin de analizar el impacto del
estrato socioeconómico sobre las conductas de los hombres, se decidió trabajar con dos estratos claramente
diferenciados entre sí, siendo uno de ellos el estrato bajo por la situación de mayor vulnerabilidad que es dado esperar
en los varones pertenecientes al mismo. Para identificar el estrato socioeconómico se utilizaron los siguientes
indicadores (que toman en cuenta tanto los aspectos estrictamente económicos como aquellos de tipo cultural
vinculados a los primeros): a) nivel educativo; b) ocupación actual o última ocupación; c) categoría ocupacional en la
ocupación actual o en la última ocupación tenida.
Dada la naturaleza de la aproximación teórico-metodológica de la investigación, se trabajó con una muestra
intencional de treinta y ocho hombres con las características del universo mencionado más arriba. El tamaño final de
la muestra quedó determinado por la saturación teórica (Glaser y Strauss, 1967) de las principales categorías
consideradas.
El análisis de los datos obtenidos en las entrevistas en profundidad fue realizado de acuerdo al método de
comparación constante de análisis cualitativo (Glaser y Strauss, 1967).
Aspectos conceptuales
Como ya se señaló, en este trabajo se trata de comprender las conductas y actitudes de estos varones en
relación con el uso de métodos anticonceptivos a la luz de sus carreras sexuales y reproductivas. Estas últimas fueron
abordadas a partir del concepto de "carrera" definido por Goffman (1992), quién utiliza el mismo para referirse a
“... cualquier trayectoria social recorrida por cualquier persona en el curso de su vida. La perspectiva
adoptada es la de la historia natural: se desatienden los resultados singulares para atenerse a los cambios
básicos y comunes que se operan, a través del tiempo, en todos los miembros de una categoría social,
aunque ocurran independientemente unos de otros. De una carrera así concebida, no cabe afirmar que
sea brillante o mediocre: tanto puede ser un éxito como un fracaso... Una de las ventajas del concepto
de carrera consiste en su ambivalencia: por un lado, se relaciona con asuntos subjetivos tan íntimos y
preciosos como la imagen del yo y el sentimiento de identidad, por el otro, se refiere a una posición
formal, a relaciones jurídicas y a un estilo de vida y forma parte de un complejo institucional accesible
al público" (Goffman, 1992:133).
Algunos autores sostienen que el concepto de carrera impone mucho orden a las vidas de las personas en
tanto que éstas vivencian sus experiencias de un modo más caótico e inestable de lo que aquel concepto deja entrever
(King, 1993; en Ekins, 1998). Por tal motivo, conviene señalar que las fases que describen las distintas carreras de los
hombres en lo que respecta el uso de métodos anticonceptivos no remiten a secuencias fijas y etapas a través de las
cuales ellos se mueven a lo largo de su vida. Más bien, es la minoría la que recorre todas las fases descriptas. De
igual modo, la mayoría de los hombres recorrerá circularmente sólo partes de las fases identificadas en cada tipo de
carrera. Los hombres pueden detenerse en puntos diferentes y para períodos diferentes, en ocasiones diferentes.
Más allá de las aclaraciones realizadas precedentemente respecto del concepto de carrera, las diferencias
existentes en los comportamientos y motivaciones de los hombres entrevistados no hicieron posible identificar un
único tipo de carrera. En forma similar a lo que le sucedió a Ekins (1998) en su investigación sobre los varones que
visten ropas del sexo opuesto, en el presente estudio se estableció que las diferencias antes mencionadas no podrían
encuadrarse dentro del rango de “variaciones” esperables en cada fase de una carrera. Así, el material analizado
reveló la existencia de distintos “tipos” de carreras, los cuales se presentan a continuación. En cada uno de dichos
“tipos” se subrayan los aspectos comunes encontrados entre los entrevistados que permitieron construir el tipo puro,
pero también se señalan las variaciones que es posible encontrar al interior del mismo, las cuales no alteran lo esencial
del tipo de carrera descripto. Muchas de estas variaciones son atribuibles a la edad y el nivel socioeconómico de los
hombres entrevistados.
El concepto de carrera permitió no sólo describir los cambios en las conductas anticonceptivas de los varones
a lo largo del tiempo, sino también comprender los mismos a partir de las modificaciones operadas en las
representaciones y motivaciones de los varones en relación con los métodos anticonceptivos y las relaciones de
parejas. Esto es así por la estrecha relación existente entre representaciones y motivaciones, por un lado, y
comportamientos, por el otro.
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Conductas de cuidado de la salud sexual y reproductiva: una visión desde las carreras
sexuales y reproductivas de los varones
Este tipo de carrera caracteriza a varios de los entrevistados de 45 a 55 años de estrato socioeconómico bajo y
solo a algunos de los varones de igual edad del estrato medio-alto. No se observó este tipo de carrera en ninguno de
los hombres jóvenes (25 a 35 años) de los dos estratos socioeconómicos entrevistados.
Desde que se iniciaron sexualmente hasta el momento en que se realizan las entrevistas, los hombres que
responden a este tipo de carrera nunca usaron preservativo ni ningún otro MAC a excepción del ritmo.
Antes de casarse no usaron ningún tipo de método anticonceptivo porque, según ellos mismos informan,
tenían relaciones sexuales con “mujeres sanas”. En relación con este punto, hay que señalar que, habitualmente, ellos
no sabían si las mujeres con las que salían usaban o no algún tipo de MAC.
La primer unión se produce a edades muy tempranas (en la adolescencia y nunca después de los 23 años) y
con esta pareja tienen hijos también a edades muy tempranas, siendo muchas veces padres adolescentes. Algunos de
estos hombres aún continúan conviviendo con su primer pareja en tanto que otros, en cambio, se han separado de la
misma (en varios casos, de estrato bajo, fueron abandonados por sus mujeres quedándose ellos a cargo de los hijos) y
han vuelto a constituir una pareja estable con la que frecuentemente también tienen hijos.
Entre los varones de estrato socioeconómico bajo y medio-alto que siguen esta carrera existen algunas
diferencias en cuanto al número de hijos tenidos. En general, los varones del estrato socioeconómico bajo que
responden a este tipo carrera suelen tener más hijos que los hombres del estrato medio alto. Los varones de ambos
estratos coinciden en sostener que todos sus hijos fueron producto de embarazos planeados pero, en realidad, ellos
suministran información que hace suponer que, por lo menos, no siempre fue así. En varios casos, los hombres
utilizan la expresión “embarazos planeados” como sinónimo de “embarazos queridos”, a las cuales, en ambos casos,
atribuyen el significado de "embarazos/hijos no rechazados". En general, sus hijos fueron concebidos en relaciones
estables y sólo en algunos casos tienen, además, hijos nacidos en relaciones ocasionales.
Con su/s esposa/s ellos tampoco usan/ron preservativo. Esporádicamente, ellas tomaron pastillas
anticonceptivas pero las suspendieron al poco tiempo de iniciar el tratamiento ante la manifestación de algún síntoma
asociado a la ingesta de las mismas. A partir de ese momento, de utilizar algún MAC, al único método al que recurren
es al ritmo.
No usan preservativo porque les parece que “no es natural”, “no están acostumbrados”, “no les gusta”. Estas
respuestas llaman la atención si se tiene en cuenta que estos hombres nunca usaron preservativo y, por lo tanto, no
tienen elementos para comparar y establecer diferencias entre la experiencia de tener relaciones sexuales con y sin
preservativo. Así, las conductas de riesgo de estos hombres pueden atribuirse básicamente a dos factores. Por un lado,
la preocupación por el cuidado de su salud reproductiva y la de sus parejas sexuales está supeditada a otros factores
más valorados por ellos. Anteponen el logro del máximo placer al cuidado de la salud, si esto último implica una
renuncia -aunque sea en parte- al primero. Además, el uso de anticonceptivos entra dentro de la órbita de los
comportamientos medicalizados (racionales, que se basan en la utilización de elementos extraños al organismo y la
naturaleza) y como tales, a estos hombres les resulta difícil compatibilizar los mismos con las conductas sexuales que
se inscriben dentro del mundo de los impulsos (la "naturaleza"). De aquí la denominación que dimos a este tipo de
carrera.
Por otro lado, la ausencia de conductas preventivas en estos hombres también se debe a que ellos no se
perciben a sí mismos como sujetos expuestos al riesgo de contraer SIDA. En esta última percepción incide la propia
concepción de los varones sobre los factores que evidencian la presencia o ausencia de enfermedad: estos hombres
parecen desconocer la fase asintomática de la enfermedad. Ellos no pueden contagiarse una enfermedad si la persona
con la que tienen relaciones sexuales no la posee, lo cual, ellos consideran que es siempre evidente a sus ojos. Si se
tiene en cuenta esto último, se podría decir que, desde su propia perspectiva, estos hombres consideran que sí adoptan
conductas de cuidado ya que, a modo de prevención, toman el recaudo de salir con “mujeres sanas”. Si bien algunas
conductas propias o de su pareja revelan un intento de planificación familiar, la prevención no adquiere carácter
sistemático y queda relegada a un segundo plano, luego de aspiraciones asociadas a lograr la máxima satisfacción
sexual –como ya señalamos oportunamente- y evitar la medicalización de su comportamiento reproductivo. En este
sentido, un entrevistado sintetiza en pocas palabras las actitudes y conductas de estos varones:
“El consejo de mi padre era que usara preservativo... Al principio a uno le parecía que había que
cuidarse siempre... después uno ve que no le pasa nada y el preservativo es antinatural y te quita
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sensación.... pero es higiénico, ¿no?... [Con mi mujer] nunca tuvimos ningún cuidado. Ella es muy
metódica en eso y sabía en que momento podía quedar embarazada o no. Cuando decidimos buscar el
hijo, no se cuidó y bueno... nos cuidábamos por las fechas y bueno... con decirte que por no cuidarnos
quedó embarazada del más chiquito a los 42 años... no lo buscábamos y bueno...” (Leonardo, 52 años,
estrato socioeconómico medio-alto)
En relación con el aborto, es posible identificar dos posiciones diferentes entre los hombres que responden a
este tipo de carrera. Algunos hombres no están de acuerdo con recurrir al aborto siempre que se produce un embarazo
no planeado a raíz de no haber tomado los recaudos necesarios para evitar el mismo, pero aceptan el mismo en
algunos casos, por ejemplo, cuando la madre y/o el padre no pueden mantener económicamente al hijo o ya tienen
muchos hijos y no desean aumentar el tamaño de la familia (lo cual, en general, está relacionado con el factor
anterior). Otros hombres, están absolutamente en contra del aborto.
Este tipo de carrera fue seguido por entrevistados de ambos grupos de edad y estratos socioeconómicos, pero
su presencia tuvo mayor predominio entre los varones más jóvenes de ambos estratos que entre los de 45 a 55 años.
Durante la adolescencia, estos hombres, cuando tenían relaciones sexuales, habitualmente no adoptaban
ningún tipo de cuidado. En el caso de los varones de 45 a 55 años de ambos estratos, algunas veces usaban
preservativo o recurrían a procedimientos tales como “lavarse rápido”, siempre con la finalidad de evitar
enfermedades tales como la sífilis, gonorrea, etc. Si tenemos en cuenta que ellos comenzaron su actividad sexual a
mediados de la década del ´60 o, a más tardar, en los primeros años de la década del ´70, resulta comprensible que el
SIDA no constituyera una preocupación para ellos. Si bien la situación respecto del SIDA era muy diferente en el
momento en el que los varones del grupo de 25 a 35 años que siguen este tipo de carrera eran adolescentes, éstos no
tuvieron conductas muy diferentes a las de sus congéneres de mayor edad. En este caso, habitualmente no adoptaban
ningún tipo de cuidado por desconocimiento no sólo de la existencia del SIDA sino también, en muchos casos, del
resto de las ETS. Sólo excepcionalmente los hombres que recorren esta carrera –tanto los más jóvenes como los de
mayor edad de ambos estratos socioeconómicos- utilizaron algún MAC (específicamente, preservativo o coito
interruptus) durante su adolescencia con la intención de prevenir un embarazo no planeado: cuando se trató de
relaciones sexuales con una pareja estable, situación poco frecuente en la adolescencia de estos hombres.
En la medida que transcurre el tiempo y estos hombres toman conocimiento de la existencia del SIDA,
cambian las motivaciones que los impulsa a utilizar preservativo: a partir del momento en que tienen información
sobre el SIDA y los riesgos del mismo, cuando recurren al preservativo lo hacen, fundamentalmente, con la intención
de evitar contraer dicha enfermedad. En algunos casos, el cambio de conducta se da luego de haber tenido una
experiencia personal vinculada a las ETS, ya sea por haber adquirido una de ellas o por haber seguido de cerca el
proceso de alguna persona de su entorno que contrajo ETS/SIDA. Sin embargo, aún en esta fase, la utilización del
preservativo sólo queda circunscripta a los encuentros sexuales con parejas ocasionales. Pero, aún en estos casos, si el
hombre “conoce” a la mujer con la que tiene un encuentro sexual ocasional, tampoco utiliza preservativo. El
“conocimiento” al que se aluden estos hombres es el vinculado a aquellas conductas sexuales de sus compañeras que
ellos consideran riesgosas y que parecen circunscribirse a conductas que ellos calificarían como promiscuas. En este
sentido, para estos varones la utilización del preservativo se limitaría a aquellos encuentros sexuales con mujeres que
tienen o tuvieron múltiples parejas sexuales. Así, se muestran más preocupados por conocer las conductas sexuales de
sus compañeras que por saber si las mismas fueron o no acompañadas de prácticas preventivas. Sin embargo, en caso
de no contar con tal información, para estos hombres es suficiente “conocer” a la familia de sus parejas sexuales
(“saber que vienen de un hogar bien constituido", "de una familia normal”, según sus propias palabras) lo cual parece
constituir para ellos un aval respecto del estado de salud de ellas (es decir, las mujeres provenientes de hogares “bien
constituidos” son sanas y con ellas no existe riesgo de contagio de ETS/SIDA). Asimismo, el consumo de drogas por
parte de su compañera sexual es otro aspecto que, para algunos de estos hombres, es importante a la hora de establecer
el riesgo al que se exponen en una relación sexual. De este modo, las conductas preventivas del “moralista sexual”
estarán determinadas por su conocimiento sobre los aspectos de la conducta de su pareja que mencionamos
precedentemente, los cuales suelen ser evaluados por el entrevistado desde una doble moral sexual.
En cambio, cuando se trata de parejas estables, estos hombres tienen, algunas veces, conductas de cuidado
pero -a diferencia de lo que sucede con sus parejas ocasionales- las mismas están dirigidas a evitar un embarazo no
planeado. En estos casos, el uso del método recae, generalmente, en la mujer que recurre, predominantemente, a
pastillas anticonceptivas (especialmente, en los casos del estrato medio alto) y, en menor medida, a otros métodos
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tales como el ritmo y la ligadura de trompas (particularmente, en el estrato bajo). Si la mujer no utiliza ningún MAC,
los varones más jóvenes (25 a 35 años) de ambos estratos socioeconómicos recurren, a veces, al coito interruptus para
evitar embarazos no planeados.
Esta diferenciación en cuanto a las conductas preventivas que los varones adoptan en la edad adulta en
función de si sus relaciones sexuales son con parejas estables u ocasionales se observa más notablemente entre los
hombres de 45 a 55 años y, dentro de éstos, entre los que pertenecen al estrato socioeconómico bajo. En el caso de los
varones de 25 a 35 años es frecuente que no tengan parejas ocasionales: en general suelen tener parejas estables
aunque, en algunos casos, ellas finalicen al poco tiempo de haberse formado. Es por ello que, en estos casos, la
preocupación predominante de estos jóvenes es el embarazo más que las ETS y el SIDA.
Así, se puede decir que las motivaciones que pueden llevar al hombre a utilizar preservativo tienen que ver
exclusivamente con la prevención de ETS/SIDA. Sin embargo, estos hombres también suelen coincidir en que el
preservativo disminuye el placer sexual pues “quita sensación” ya que “es como un guante”. Este parece ser el
principal motivo que lleva a estos hombres a no ser sistemáticos con la prevención de ETS/SIDA, aún cuando esto
constituye un motivo de preocupación para ellos.
En general, estos hombres tienen su primer unión a edades tempranas. Algunos de ellos se casan con mujeres
que ya estuvieron unidas y tienen hijos de esa relación previa. En algunos casos, esta primera unión de los hombres
dura hasta la actualidad. En otros, la primera unión dura muy pocos años y luego de un breve período en que
permanecen solos, en general, vuelven a contraer matrimonio. En esta segunda unión -que es la actual al momento de
la entrevista- llevan muchos años de convivencia. En todos estos casos, la conducta y la motivación de los hombres no
cambia, es similar a la que tenían con sus novias. Es decir, las conductas de cuidado, cuando existen, tienen por
objetivo evitar un embarazo no planeado y son fundamentalmente responsabilidad de la mujer. Ellas toman pastillas
o, eventualmente, recurren al ritmo. Suelen tener varios hijos (cinco o seis, en la mayoría de los casos) y algunos de
estos sin haber sido planeados, lo cual pone en evidencia la falta de sistematicidad en el uso de MAC y el
desconocimiento sobre el funcionamiento adecuado y/o el grado de confiabilidad de los mismos. Luego de haber
tenido varios hijos, es posible que las parejas de estos hombres recurran a la ligadura de trompas con el fin de
controlar la fecundidad.
En relación con el aborto, los hombres de 45 a 55 años de ambos estratos socioeconómicos así como los de
25-35 años de estrato bajo que siguen este tipo de carrera suelen estar absolutamente en contra del mismo. En el
mejor de los casos, algunos de ellos pueden aceptar el aborto sólo en casos excepcionales tales como violación de la
madre, riesgo de muerte de la madre o malformaciones congénitas del feto. Sin embargo, es importante señalar que,
entre los hombres que manifestaron estar en contra de la práctica del aborto, algunos de ellos (hombres de 45 a 55
años del estrato medio-alto) recurrieron al mismo cuando se enfrentaron con embarazos no planeados. Sólo los
varones de 25 a 35 años del estrato medio alto mostraron una actitud más permisiva frente al aborto a pesar de no
haber recurrido nunca a dicha práctica.
En síntesis, los hombres que siguen este tipo de carrera se caracterizan por su interés en la prevención del
SIDA, cuando tienen relaciones ocasionales con parejas sobre las que desconocen su historia sexual y por el
embarazo, cuando se trata de parejas estables. Sin embargo, en ambos casos, los indicios (haber tenido enfermedades
de transmisión sexual y/o embarazos no planeados es frecuente entre estos hombres) señalan que su preocupación no
los lleva a tener conductas sistemáticas de cuidado ni en uno ni en otro caso.
Este tipo de carrera guarda similitudes importantes con la descripta precedentemente (Tipo 2) en lo que
respecta a las conductas de cuidado implementadas por los hombres y sus parejas en la fase actual de la carrera. Sin
embargo, existen diferencias importantes en las fases iniciales entre los hombres que siguen uno y otro tipo de carrera,
las cuales residen no tanto en las conductas mismas sino más bien en las diferentes motivaciones que en uno y otro
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caso llevan a los varones adoptar conductas similares. Este tipo de carrera sólo se pudo observar entre los hombres de
ambos grupos de edad pertenecientes al estrato socioeconómico bajo.
Durante la adolescencia, cuando estos hombres tenían relaciones sexuales algunas veces usaban preservativo
pero -a diferencia de lo que sucede con los varones cuya carrera se encuadra en el Tipo 2- esto tenía por finalidad la
prevención de embarazos no planeados. En relación con estos últimos, la preocupación parece estar específicamente
vinculada con la posibilidad de tener embarazos fuera de una relación estable formal (es decir, una relación estable de
convivencia o con la que existan, al menos, planes de convivir). En estos casos, la motivación que lleva a los hombres
a tener conductas preventivas no está vinculada a los problemas que puede acarrear un embarazo no planeado para la
salud física y emocional de ambos miembros de la pareja sino más bien con las dificultades que, a raíz de un
embarazo, ellos pueden tener con las familias de las mujeres con las que salen y con las cuales no tienen intención de
convivir y formar una familia. El MAC elegido para el cuidado es el preservativo porque “es el método que está al
alcance de un adolescente”, expresión con la que los hombres caracterizan al preservativo como el método más
conocido (en algunos casos, el único conocido) y el de mayor accesibilidad (“se puede comprar hasta en un kiosco y a
cualquier hora” y “es el único que no requiere ir al médico”) para un adolescente. El SIDA y las otras ETS no
constituían un motivo de preocupación para ellos durante esta etapa de sus vidas.
Estos hombres suelen tener su primer unión a edades muy tempranas; en algunos casos, siendo aún
adolescentes. Durante los primeros años de concretada la primera unión, ellos no utilizan ningún MAC ya que, en
este nuevo contexto, desaparecen las preocupaciones que, en la fase anterior, los impulsaba a utilizar preservativo.
Sus compañeras tampoco utilizan ningún tipo de MAC. En relación con los motivos que llevan a los hombres a no
utilizar MAC durante esta fase, resultan muy ilustrativas las palabras de Roberto, uno de los hombres entrevistados.
Para estos hombres, las conductas de riesgo no reflejan necesariamente desinterés por el bienestar psicofísico de su
pareja sexual y el suyo propio. En estos casos, los MAC suelen ser percibidos por los varones como una barrera que
los separa de la persona que quieren, impidiendo que, en la relación sexual, no haya una entrega total hacia la otra
persona. Desde esta perspectiva, el amor hacia la pareja es el que lleva a eliminar todos las “barreras” que pudieran
representar alguna distancia entre ambos integrantes. Las consecuencias que esta conducta puede generar en la salud
física y emocional de los miembros de la pareja –como, por ejemplo, las derivadas, de un embarazo no planeado-
constituyen efectos no deseados que, o bien no pudieron ser previstos o que, de serlo, fueron relegados a un segundo
lugar de importancia luego de la meta principal de lograr la máxima entrega posible en la relación sexual.
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En relación con el aborto, estos hombres suelen estar en contra de recurrir al mismo en caso de producirse un
embarazo no planeado. Sólo los varones más jóvenes aceptan que el aborto en algunas situaciones límites como, por
ejemplo, en los casos en que el embarazo sea resultado de una violación o cuando la mujer se encuentra sola y sin
recursos emocionales y/o materiales para enfrentar la crianza de un hijo.
En síntesis, estos hombres usarán preservativo cuando deseen evitar problemas que, si bien no involucran la
salud, tienen su origen en la falta de conductas de cuidado de la misma. Se trata de problemas más bien de índole
“social” como, por ejemplo, los que tendrían con la familia de una mujer a la dejaran embarazada. También
utilizarán preservativo cuando, habiéndose ya generado situaciones no deseadas (como la que sucede cuando el
tamaño real de familia no coincide con el tamaño deseado para la misma) y/o conflictivas originadas también en la
falta de prevención, intenten no empeorar las mismas. En este caso se trataría de una suerte de conducta “reparadora”.
Sólo excepcionalmente (en la fase actual y con parejas ocasionales) estos hombres usaran preservativo con la finalidad
de evitar contraer ETS/SIDA.
Este tipo de carrera se observó en varios de los hombres entrevistados del grupo de 45 a 55 años de ambos
estratos socioeconómicos. En cambio, entre los más jóvenes, sólo dos del estrato bajo y ninguno del estrato medio-
alto siguió este tipo de carrera.
Las fases de esta carrera guardan muchas similitudes con las que caracterizan al Tipo 2, descripto
oportunamente. Sin embargo, entre ambos tipos de carrera existen tres diferencias muy importantes que, justamente,
avalan la existencia de los mismos como tipos diferentes y no como versiones de una misma carrera, a saber: 1) el
grado de sistematicidad y efectividad en el uso preservativo; 2) la posición de los hombres respecto del grado de
interferencia del preservativo en la dinámica y el placer sexual; y 3) el proceso de toma de decisiones por el cual los
hombres usan preservativo con sus parejas estables, así como el papel de la mujer en lo que respecta a la utilización de
MAC.
La secuencia de fases en la carrera es bastante similar a la detallada para el Tipo 2. Se observan algunas
diferencias en las primeras fases según el estrato socioeconómico al que pertenezcan los hombres. Cuando comienzan
su vida sexual, los hombres de 45 a 55 años del estrato bajo no adoptan conductas de cuidado, situación que cambia
en el momento en que toman conocimiento de la existencia del SIDA -lo cual suele suceder ya avanzada su juventud-
a partir de lo cual comienzan a usar preservativos. En cambio, los varones de 25 a 35 años del mismo estrato
socioeconómico, suelen comenzar a utilizar profilácticos muy tempranamente en su adolescencia. En ambos casos,
cuando utilizan preservativo con las parejas ocasionales lo hacen para evitar contraer SIDA y con sus parejas estables
recurren a dicho método para prevenir los embarazos no planeados –en este último caso, a veces también recurren al
coito interruptus.
A diferencia de los varones del estrato socioeconómico bajo, los que pertenecen al estrato medio-alto suelen
utilizar preservativos desde su adolescencia pero con la intención de evitar embarazos no planeados. Sin embargo,
estas diferencias que se observan en cuanto a las conductas preventivas entre los hombres de diferentes estratos
socioeconómicos se explica por el hecho que, en tanto los varones del estrato medio alto generalmente se inician
sexualmente con una novia –con la cual, además, muchas veces se casan, sus congéneres del estrato bajo suelen
iniciarse con parejas ocasionales. Es decir que, en ambos estratos socioeconómicos predomina la misma lógica: con
las parejas estables, estos varones utilizan preservativo con la intención de prevenir los embarazos no planeados y con
las parejas ocasionales recurren a dicho método pero con la intención de evitar contraer SIDA y/o ETS.
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H: Con mi mujer siempre hablamos mucho y... nos hicimos los exámenes antes de casarnos. No
teníamos ningún problema y seguimos sin tener problema... Usábamos preservativo para no tener
chicos... eso fue hasta el tercer año de casado y después de los embarazos volvíamos a usarlo.
E: ¿Nunca cambió de método?
H: En una época ella tomó pastillas... Pero le salieron unas manchas en el cuerpo, fuimos al médico y
era por las pastillas... Después no las tomó más... Las manchas desaparecieron después, con el tiempo.
E: ¿Quién decidió el uso del preservativo?
H: Los dos... después de dejar el método de las pastillas.
E: ¿Para usted, el uso de métodos anticonceptivos reduce el placer sexual?
H: No, no (silencio).
E: ¿Y el preservativo?
H: No, tampoco... Hay gente que quizás dice que se desconcentra... Pero para mí, no." (Héctor, 47 años,
estrato socioeconómico bajo)
La elección del preservativo durante la adolescencia como método de prevención del embarazo no planeado
tiene su explicación en el hecho de que el mismo constituye para estos hombres el método de mayor accesibilidad. En
cambio, estos hombres argumentan que, en fases posteriores, la elección del preservativo como método de control de
la fecundidad se encuentra, en general, vinculada a cuestiones de “comodidad personal” o al hecho de considerarlo
“más seguro” que otros métodos. Sin embargo, en la última fase, estos varones utilizan el preservativo con mayor
frecuencia y efectividad que los hombres que responden a la carrera Tipo 2. Esta diferencia puede deberse, en gran
parte, al hecho de que los varones de este tipo de carrera -a diferencia de los que responden al Tipo 2- consideran, en
general, que el preservativo no reduce el placer sexual.
Estos varones suelen unirse por primera vez antes de los 25 años y continúan conviviendo con esta pareja al
momento de la entrevista. Es decir que, en el caso de los entrevistados de 45 a 55 años, se trata de parejas que están
unidas desde hace 20 o más años. Sin perjuicio de lo señalado más arriba respecto del uso de preservativo en la
última fase de la carrera -y esta es la principal diferencia con el Tipo 2- las mujeres con las cuales estos hombres
forman relaciones estables suelen utilizar también algún tipo de MAC con la finalidad de prevenir el embarazo no
planeado (preferentemente, ritmo y/o DIU). De este modo, la utilización del preservativo por parte del hombre es
resultado de una estrategia elaborada en forma conjunta por la pareja a fin de evitar embarazos no planeados, la que
contempla, alternativamente, el uso de métodos anticonceptivos femeninos y masculinos. Por ejemplo, como lo
muestran los testimonios de Oscar y Héctor, en algunos casos el varón utiliza preservativo porque su mujer ha tenido
que interrumpir la toma de pastillas anticonceptivas ante algún inconveniente con las mismas. Así, cuando se trata de
una pareja estable, la elección del MAC a ser adoptado para el cuidado de la pareja surge como resultado diálogo
entre ambos miembros de la misma. La alternancia entre métodos se produce como una respuesta a las cambiantes
necesidades y condiciones de salud de los dos miembros de la pareja.
En relación con el aborto, los hombres que siguen este tipo de carrera suelen estar absolutamente en contra
del mismo. Algunos de ellos aceptan el aborto sólo en casos donde la vida de la madre corre peligro.
Este es un tipo de carrera que se detectó exclusivamente entre los entrevistados de estrato socioeconómico
medio-alto y, dentro de éstos, específicamente entre los hombres de 45 a 55 años. Ninguno de los entrevistados de ese
grupo de edad pertenecientes al estrato socioeconómico bajo siguió este tipo de carrera y, entre los más jóvenes, sólo
un entrevistado de 25 a 35 años del estrato medio-alto hizo lo propio.
En la adolescencia tienen su primer relación sexual con mujeres adultas (generalmente, una prostituta o bien
con una mujer conocida -vecina, amiga de la familia, etc.), que habitualmente no vuelven a frecuentar. Desde su
iniciación sexual hasta el momento en que contraen matrimonio, estos varones -a diferencia de lo que sucede con los
hombres que siguen otro tipo de carrera- suelen tener varias parejas, las cuales en algunos casos pueden durar pocos
meses y, en otros, pueden prolongarse por años. Estas diferencias en cuanto a la duración de las parejas no reflejan
necesariamente, en el caso de estos hombres, un compromiso diferente con sus compañeras. Una prueba de ello es
que, tanto en el caso de relaciones breves como en aquellas de larga duración, suelen referirse a las mismas en
términos de "noviazgo".
Los varones señalan que, durante esta fase, adoptaban conductas de cuidado casi exclusivamente para evitar
el embarazo ya que "en esa época aún no existía el SIDA", argumento incluso utilizado por el entrevistado del grupo
más joven que siguió esta carrera. El resto de las enfermedades de transmisión sexual no suelen ser mencionadas por
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estos varones y cuando sí lo son, aparecen en su discurso como un peligro muy lejano, algo de lo que ellos casi están
exentos. Esta representación está asociada a otra que considera el tener una pareja estable como una forma de
prevención de ETS. La forma en que estas representaciones inciden en las conductas de los hombres puede
comprenderse si se toma en cuenta una característica distintiva de estos varones (y que comparten sólo con los
hombres que responden al Tipo 6 de carrera): tienen relaciones sexuales en el marco de parejas estables (sean éstas de
corta o larga duración), las cuales se basan, además, en valores tales como la fidelidad. Por este motivo, estos
hombres no se consideran expuestos al riesgo de contraer ETS. Sólo muy excepcionalmente suelen mantener
encuentros sexuales con parejas ocasionales o con prostitutas y, en estos casos, ellos utilizan preservativo.
Ellos sostienen que, en esta etapa, optaban por el preservativo porque es el que conocían o tenían a su
alcance. Excepcionalmente podían no usar preservativo pero, en estos casos, la decisión era tomada en conjunto con
su pareja y pasa a ser ella la que utiliza algún método anticonceptivo. Esta se puede decir que es una de las
características distintiva de los varones que siguen este tipo de carrera y que los diferencia de los hombres que
responden al Tipo 4iii: ya en esta fase inicial la prevención es un tema que es abordado y discutido en la pareja aunque
más no sea con la finalidad de negociar cuál de los dos miembros de la pareja será el que utiliza el método
anticonceptivo. Es decir, estos varones manifiestan tempranamente interés por la adopción de conductas preventivas
y asumen las mismas como una cuestión que hace a la pareja, razón por la cual la responsabilidad del cuidado es de
ambos y es indistinto quién asume el uso del método en tanto el mismo resulte efectivo. Este último aspecto,
obviamente, está estrechamente vinculado al hecho de que la preocupación del hombre se centra en la prevención de
embarazos no planeados y no así de las ETS. En estos entrevistados no se pudieron detectar resistencias serias en lo
que respecta a la utilización del preservativo -de hecho, lo usan en muchas oportunidades-, independientemente de que
consideren que el mismo reduce o no el placer sexual (se observaron varones con posiciones en los dos sentidos
señalados). Sin embargo, si la mujer muestra predisposición o intención de ser ella la que utilice un método
anticonceptivo y, además, ellos se sienten seguros de que ella lo utilizará y que el mismo es eficaz, es evidente que
declinan con gusto la opción de utilizar preservativo. Pero si sus compañeras manifiestan que no están utilizando un
método anticonceptivo o, directamente, que prefieren que sean ellos quienes adopten precauciones, estos varones
aceptan la situación sin manifestar una clara oposición o intención de persuadirlas de lo contrario. De aquí el nombre
que asignamos a este tipo de carrera.
“E: Después de esa primera experiencia [sexual] y hasta su casamiento, ¿usted tuvo otras parejas?
J: Sí, cualquier cantidad, tuve parejas y un montón de otras... ahí sí que salía con una, con otra, con tres
en algunos momentos, pero todas amigas muy buenas y de muy buena familia. Tuve algunas novias de
medio año, de un año. Me fui a Europa, después volví y me casé.
E: Y a lo largo de su vida sexual, ¿usted tomó algún cuidado?
J: Sí, me cuidaba. Yo les decía `o tomás la pildorita o si no me lo decís y descarrilamos en el camino`...
Ellas en general tomaban la pildorita... todas las mujeres tienen algo, o la pildorita o otra cosa.
E: ¿Usted sabía que ellas se cuidaban?
J: Sí, yo no hacía nada hasta que no sabía...
E: ¿Y cuando estaba de novio con su mujer usó algún método?
J: No, ella tomaba la pildorita y listo.
..........................................................................................................................................................
E: ¿Y cómo decidieron esto de tomar la pastilla?
J: Nos pusimos de acuerdo... pero yo hago lo que la mujer quiera, soy un caballero en eso.
E: ¿Y si la mujer quiere que usted use preservativo?
J: Lo acepto también, hay que hacer lo que la mujer quiera, hay que ser caballero, no hay que ser
machista".
E: ¿Para usted, el uso de métodos anticonceptivos disminuye el placer?
J: No me gusta, para mí disminuye el placer el preservativo." (Juan, 46 años, estrato socioeconómico
medio-alto)
Los hombres que siguen este tipo de carrera suelen contraer matrimonio después de los 25 años (es decir a
una edad mayor que los hombres que siguen las otros tipos de carreras mencionadas hasta aquí). En esta fase, los
varones también muestran preocupación por prevenir el embarazo no planeado más no así por el SIDA y el resto de
las ETS por motivos similares a los que permiten comprender en la etapa anterior sus conductas preventivas y/o de
riesgo. También en esta etapa la elección del método es resultado de la negociación con la pareja y es frecuente que
utilicen preservativo alternadamente con métodos femeninos. Sin embargo, ahora también es frecuente que, en el
momento de elegir el método a utilizar, soliciten asesoramiento médico. Esto hace que los varones junto con sus
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compañeras se informen de la existencia de otros métodos que hasta el momento desconocían. Así, las parejas utilizan
otros métodos a los que antes no recurrían y, a la hora de elegir, los métodos femeninos (especialmente aquellos
denominados "modernos" como el DIU) comienzan a gozar de una mayor preferencia que el preservativo por
considerarlos más seguros y/o más cómodos. También, en la medida que deciden dar por finalizado el ciclo
reproductivo, estas parejas se inclinan por métodos anticonceptivos con efectos prácticamente irreversibles como la
ligadura de trompas. Si bien esta última fase tiene características similares a la descripta en el Tipo 4 de carrera, existe
una diferencia fundamental entre ambas en relación con el tipo de métodos utilizados por las compañeras de los
varones en uno y otro caso.
Todos estos hombres tienen hijos (en un rango que va de uno a cinco), frutos de una pareja estable con la que
conviven y -en la mayoría de los casos- son resultado de embarazos planeados. Sólo en dos casos, los entrevistados
declararon tener hijos no planeados. En uno de ellos se trató del menor de los cinco hijos del entrevistado que nació en
un momento cercano a la menopausia de su esposa. En el otro caso, se trató de un embarazo no planeado producto de
una relación ocasional que el entrevistado tuvo en el período que medió entre sus dos matrimonios. Este último
embarazo terminó en aborto de común acuerdo por haberse producido en el contexto de una pareja ocasional.
En lo que respecta a las actitudes de los hombres hacia el aborto, se observan posiciones muy variadas:
algunos hombres están absolutamente en contra del aborto porque lo consideran un crimen; otros, no están a favor del
aborto pero admiten excepciones, por ejemplo, en los casos en que el embarazo fue producto de una violación o
cuando existen malformaciones congénitas del feto. Finalmente, también es posible encontrar hombres que tienen una
actitud más permisiva frente al aborto y no admiten el mismo únicamente en situaciones excepcionales como las
mencionadas anteriormente. Para estos hombres, el hecho de que los padres no quieran o no puedan tener el hijo es
un motivo que permitiría justificar el aborto; no así, en cambio, el temor de la mujer o de la pareja a tener que
enfrentar la reacción de sus padres al enterarse del embarazo. Es interesante señalar que aquellos entrevistados que
tienen actitudes más tolerantes con el aborto son también los que adoptan más sistemáticamente medidas preventivas
del embarazo no planeado, tienen menos hijos y recurren, incluso, a métodos anticonceptivos irreversibles como la
ligadura de trompas. En contraposición, aquellos hombres que están absolutamente en contra de la práctica del
aborto si bien, en general, utilizan métodos anticonceptivos, son los que más conductas de riesgo han asumido entre
los entrevistados que responden a este tipo de carrera sexual y reproductiva.
Como en el tipo anterior, esta carrera se detectó exclusivamente entre los entrevistados de estrato
socioeconómico medio-alto. Pero en tanto el Tipo 5 se encontraba entre los hombres de 45 a 55 años de dicho estrato,
el tipo al que ahora nos referiremos sólo es posible observarlo entre los varones que tienen 25 a 35 años. Además, el
Tipo 6 de carrera es una de las dos que más predominaron entre los entrevistados jóvenes del estrato medio-alto.
Los hombres que siguen los Tipos 5 y 6 de carrera presentan una característica que los diferencian
marcadamente del resto de las carreras descriptas: estos varones tienen relaciones sexuales en el marco de parejas
estables (sean éstas de corta o larga duración) a las que siempre se refieren en términos de "noviazgo" y sólo muy
excepcionalmente estos hombres suelen mantener encuentros sexuales con parejas ocasionales. En relación con este
último aspecto, los varones que siguen el Tipo 6 presentan, además, una característica que no se observa en ninguno
de los otros tipos de carrera: cuando manifiestan tener "relaciones ocasionales" se refieren a sus compañeras sexuales
como "amigas" (es decir mujeres con las que tenían una relación previa a producirse el encuentro sexual) con las que
"ocasionalmente" mantienen relaciones sexuales sin que por esto se modifique el vínculo previamente existente con
ellas. Este tipo de relaciones ocasionales se diferencia marcadamente de las que refieren los hombres que siguen otro
tipo de carrera, los cuales denominan de esa forma a las relaciones sexuales que tienen con mujeres que conocen
ocasionalmente, con las que: a) no establecen ningún tipo de vínculo que no sea el sexual y el mismo tiene una corta
duración (además, en algunos casos, este vínculo está signado, además, por el pago ya que puede tratarse de relación
con una prostituta) y b) tienen unos pocos encuentros sexuales (en muchos casos, sólo se trata de un único encuentro
sexual con cada compañera ocasional). También es importante señalar que los varones que siguen el Tipo 6 de carrera
no mantienen relaciones sexuales con prostitutas (situación bastante frecuente en otros tipos de carrera, incluso,
aunque de forma excepcional, en el Tipo 5), excepción hecha de la primera relación sexual.
Las fases de esta carrera también guardan muchas similitudes con las que caracterizan al Tipo 5, descripto
oportunamente. Sin embargo, entre ambos tipos de carrera existen algunas diferencias fundamentales que, justamente,
avalan la existencia de los mismos como tipos diferentes y no como versiones de una misma carrera, a saber: 1) estos
varones suelen iniciarse con pares - no con mujeres adultas, como en el caso anterior- y, en muchas oportunidades,
ellas son sus novias; 2) siempre tienen relaciones sexuales protegidas; 3) adoptan conductas de cuidado como forma
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de prevención tanto de los embarazos no planeados como de las ETS y el SIDA, independientemente del tipo de
vínculo que tengan con su pareja sexual; 4) el método que siempre utilizan es el preservativo aunque muchas veces su
compañera también utiliza algún método anticonceptivo femenino Al respecto, varios de estos entrevistados
manifestaron que "nunca" tuvieron relaciones sexuales sin preservativo; 5) la utilización del preservativo y de
métodos femeninos no se produce en forma alternada sino simultánea. Están convencidos que la prevención es una
responsabilidad compartida entre ambos miembros de la pareja que debe verse reflejada en las acciones de ambos,
razón por la cual cada miembro de la pareja debe utilizar algún método anticonceptivo. Sólo después del matrimonio
es común que estos varones y sus parejas utilicen el preservativo en forma alternada con otros métodos tales como la
píldora y el DIU; y 6) algunos varones consideran que el preservativo disminuye el placer y otros, que no es así pero,
ambos, coinciden en que las ventajas que acarrea su uso son mayores que las desventajas de no usarlo.
Eventualmente, prefieren sacrificar una porción de placer en beneficio de su salud y la de su pareja. En todos los
casos, la decisión de utilizar preservativo -y, en términos más generales, la de decidir utilizar un método
anticonceptivo y seleccionar el mismo- es resultado de un proceso consciente en el que el hombre analiza el tema
desde una lógica de costo-beneficio. Como consecuencia de este análisis, el preservativo es el método elegido por los
varones porque es el que mejor resuelve la ecuación practicidad-seguridad.
Las diferencias observadas entre los varones que siguen este tipo de carrera y los que responden al Tipo 5, sin
dudas, están determinadas básicamente por la edad de unos y otros, es decir, por el hecho de pertenecer a generaciones
que se iniciaron sexualmente en momentos históricos sociales muy diferentes y a las que, por lo tanto, la aparición del
SIDA marcó de forma muy diferente en lo que respecta a sus conductas sexuales y reproductivas.
En relación con el aborto, estos varones suelen estar en contra de su práctica pero lo aceptan en casos
excepcionales (ej.: cuando el embarazo es producto de una violación que sufrió la madre). A diferencia de lo que se
observó en varones que siguieron otros tipos de carreras (en los que los más reacios a la práctica del aborto eran los
que asumían más frecuentemente conductas de riesgo), en este caso se manifiestan en contra del aborto hombres que
siempre tienen conductas preventivas del embarazo no planeado.
Reflexiones finales
A diferencia de los resultados que arroja el estudio de Zamberlin (2000), los comportamientos y
motivaciones de los hombres entrevistados en la investigación cuyos resultados se presentan aquí, no hicieron posible
identificar un único tipo de carrera. Se estableció que las diferencias observadas en los comportamientos y
motivaciones de los hombres no podrían encuadrarse dentro del rango de “variaciones” esperables en cada fase de una
carrera. Sin lugar a dudas, el factor al que se atribuyen las principales diferencias encontradas entre los hombres
entrevistados es la edad de los mismos: en tanto los varones del grupo de 25 a 35 años se habían iniciado luego de la
aparición del SIDA o, en el peor de los casos, apenas un poco antes de conocerse la existencia de dicha enfermedad, el
grupo de los hombres de 45 a 55 años vivieron su adolescencia y parte de su juventud sin el condicionante que la
existencia del SIDA generó en la vida sexual de las personas. Como consecuencia de esto, entre los hombres que
utilizan preservativo, la formación de conductas preventivas surgió más tempranamente en el grupo de hombres más
jóvenes que en los varones del grupo de mayor edad. Se observa que entre los varones pertenecientes a diferentes
grupos etarios existen diferencias marcadas aún entre los pertenecientes al mismo estrato socioeconómico, las cuales
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quedan especialmente reflejadas en el hecho de que los tipos de carrera que predominan en un grupo etario no son los
mismos que predominan en el otro. Más allá de esto, el estrato socioeconómico al que pertenecen los hombres
también permite explicar algunas diferencias importantes observadas en los comportamientos y motivaciones de los
entrevistados. Cuando se comparan los varones de distinto estrato socioeconómico pero igual grupo etario se observan
algunas coincidencias: tanto entre los varones de estrato bajo como los del medio-alto que tienen entre 25 a 35 años se
encontraron casos en los que el uso de métodos anticonceptivos responde al Tipo 2 de carrera; en forma similar, entre
los hombres de estrato bajo y medio-alto de 45 a 55 años es posible detectar el Tipo 4. Sin embargo, es importante
señalar que aún entre los hombres de la misma edad y del mismo nivel socioeconómico se encontraron diferencias
que, en algunos casos, son más importantes que las que determinan los dos factores mencionados en primer término.
Comparando los seis tipos de carrera descriptos, se desprenden algunas conclusiones que merecen ser
destacadas, a saber:
a) En todos los tipos de carrera, la primera relación sexual de los hombres tuvo lugar en su adolescencia con una
mujer adulta. En algunos casos, el varón -o, eventualmente, un grupo de pares del mismo- tuvo la iniciativa sexual ya
que esa primera relación tuvo lugar con una prostituta. Pero en otros casos, fue la mujer quién tuvo la iniciativa
sexual, tratándose en estos casos de una vecina, amiga o conocida del entrevistado. El Tipo 6 de carrera se diferencia
del resto justamente por esta característica: los hombres que siguen este tipo de carrera suelen iniciarse con una mujer
de su edad que, habitualmente, es su novia. Sin embargo, algunos pocos entrevistados cuyas carreras se encuadran
dentro del Tipo 6 presentan una variación con respecto al mismo: se iniciaron con mujeres adultas en situaciones
similares a las descriptas en los otros tipos de carrera. Esta coincidencia llama la atención sobre la importancia de las
condiciones en las que tiene lugar la iniciación sexual de los varones.
b) El Tipo 6 que, da cuenta de las carreras de los hombres que podríamos denominar "prolijos" en lo que respecta a la
implementación de prácticas preventivas del embarazo no planeado y las ETS/SIDA, se encuentra exclusivamente
entre los varones de 25 a 35 años de estrato socioeconómico medio-alto.
c) El aborto fue el tema en torno al cual resultó casi imposible establecer patrones de conducta y actitudes distintivos
de cada tipo de carrera. Sin embargo, sí fue posible detectar una tendencia general. Los hombres que mostraron
actitudes más permisivas respecto de las prácticas abortivas son aquellos que implementan conductas de cuidado
sistemáticamente y cuya carrera se encuadra en el Tipo 6. En los restantes tipos de carreras, los hombres
predominantemente se manifestaron en contra del aborto. En estos casos, además, se observó que aquellos varones
más reacios a las prácticas abortivas suelen ser, a la vez, los que más se caracterizan por tener conductas de riesgo a lo
largo de su carrera sexual y reproductiva.
Bibliografía
Ekins, Richard 1998 (1997) Male Femaling: a grounded theory approach to cross-dressing and sex-changing (Londres:
Routledge).
Glaser, Barney y Strauss, Anselm 1967 (1967) The discovery of grounded theory: strategies for qualitative research
(New York: Aldine Publishing Company).
Goffman, Erving 1992 (1961) Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales (Buenos Aires:
Amorrortu Editores).
Zamberlin, Nina 2000 (2000) "La otra mitad. Un estudio sobre la participación masculina en el control de la
fecundidad", en Gogna, Mónica (compiladora) Feminidades y masculinidades. Estudios sobre salud reproductiva y
sexualidad en Argentina, Chile y Colombia (Buenos Aires: CEDES).
Notas
∗
Lic. en Sociología (Universidad de Buenos Aires - UBA). Alumna de Doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras
de la UBA. Actualmente se desempeña como Profesora Regular Adjunta en la Cátedra de Metodología de la
Investigación e Investigadora en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires).
11
i
El presente trabajo presenta resultados de la investigación “Comenzando a descifrar el misterio: el compromiso del
varón en la salud reproductiva”, la cual se realizó en el Centro de Estudios de Población (CENEP) bajo la dirección de
la autora de este artículo. Esta investigación fue financiada por la Task Force for Social Science Research on
Reproductive Health de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
ii
Capital Federal y partidos del conurbano bonaerense.
iii
En los hombres cuya carrera se encuadra en el Tipo 4 también es posible observar estas conductas pero las mismas
recién aparecen en estadios más tardíos de su carrera.
iv
Las negritas son nuestras.
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