Articulo Desarrollo Humano Lectura 1

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El Impacto de la Adversidad Durante la

Infancia Sobre el Desarrollo de los Niños


Lo que sucede en la infancia temprana puede importar a lo largo de la vida. Para manejar
exitosamente el futuro de nuestra sociedad, debemos reconocer los problemas y abordarlos antes de
que empeoren. Las investigaciones sobre la biología del estrés durante la infancia temprana
muestran cómo adversidades mayores, como la pobreza extrema, el abuso o la negligencia pueden
debilitar la arquitectura del cerebro en desarrollo y poner al sistema de respuesta al estrés en
permanente alerta. La ciencia muestra también que proporcionar relaciones estables, receptivas,
enriquecedoras y propicias durante los primeros años de vida puede prevenir o incluso revertir los
efectos perjudiciales del estrés temprano, con beneficios duraderos para el aprendizaje, el
comportamiento y la salud.

1. Las experiencias tempranas influyen en el cerebro en desarrollo.

La actividad cerebral puede medirse en impulsos eléctricos. Aquí, los colores “cálidos”
como el rojo o el naranja indican una actividad mayor y cada columna muestra un
diferente tipo de actividad cerebral. Los niños pequeños institucionalizados en
condiciones precarias presentan una actividad mucho menor que la esperada.
Desde el periodo prenatal y durante los primeros años de vida, el cerebro humano
experimenta su crecimiento más rápido y las experiencias tempranas determinan si su
arquitectura será robusta o frágil. Durante los periodos sensibles del desarrollo temprano,
los circuitos del cerebro están más abiertos a la influencia de las experiencias externas,
para bien o para mal. Durante estos periodos sensibles, el desarrollo emocional y
cognitivo saludable es modelado por la interacción receptiva y confiable con los adultos,
mientras que la adversidad crónica o extrema puede interrumpir el desarrollo normal del
cerebro. Por ejemplo, los niños a los que poco después de nacer se deja en orfanatos
con condiciones de negligencia severa, muestran una actividad cerebral dramáticamente
disminuida, comparados con los niños que nunca estuvieron en entornos institucionales.

2. El estrés crónico puede ser tóxico para los cerebros en desarrollo.

Aprender a lidiar con la adversidad es una parte importante del desarrollo saludable del
niño. Cuando nos sentimos amenazados, nuestros cuerpos activan una variedad de
respuestas fisiológicas, incluyendo incrementos en el ritmo cardiaco, la presión arterial y
las hormonas del estrés tales como el cortisol. Cuando un niño pequeño está protegido
por relaciones de apoyo con los adultos, aprende a enfrentar los desafíos diarios y su
sistema de respuesta al estrés regresa diariamente a su punto de partida. Los científicos
llaman a esto estrés positivo. El estrés tolerable se produce cuando se presentan
dificultades más serias, como la pérdida de un ser querido, un desastre natural o una
lesión traumática, y éstas son amortiguadas por adultos afectuosos que ayudan a los
niños a adaptarse, lo que mitiga los efectos potencialmente perjudiciales de los niveles
anormales de hormonas del estrés. Cuando se presentan experiencias adversas fuertes,
frecuentes o prolongadas como la pobreza extrema o el abuso reiterado y el niño las
enfrenta sin el apoyo de los adultos, el estrés se vuelve tóxico porque el exceso de
cortisol perturba los circuitos del cerebro en desarrollo.

3. Una adversidad temprana significativa puede conducir a problemas a lo largo de la


vida.
El estrés tóxico experimentado temprano en la vida y los precipitantes comunes del estrés
tóxico —como la pobreza, el abuso o la negligencia, la exposición a la violencia, el abuso
de sustancias por parte de los padres o enfermedades mentales de ellos— pueden
producir un daño acumulativo en la salud física y mental y del individuo. En la medida en
que existan más experiencias adversas durante la infancia, habrá una mayor probabilidad
de retrasos en el desarrollo y de otros problemas. Los adultos que cuando niños
experimentaron más adversidad son también los que tienen mayores probabilidades de
experimentar problemas de salud, como alcoholismo, depresión, enfermedades cardíacas
y diabetes.

4. La intervención temprana puede prevenir las consecuencias de la adversidad


temprana.
La investigación demuestra que las intervenciones tardías tienen menos probabilidades
de éxito y, en algunos casos, son ineficaces. Por ejemplo, un grupo de niños que
experimentó negligencia extrema y fue ubicado en familias sustitutas receptivas antes de
los dos años de edad experimentó mayores incrementos en su coeficiente intelectual y su
actividad cerebral y sus relaciones de apego se volvieron más normales que sus
compañeros que fueron ubicados en este mismo tipo de hogares después de los dos
años. Aunque no hay una “edad mágica” para la intervención, es claro, en la mayoría de
los casos, que intervenir lo más pronto posible es mucho más efectivo que esperar.

5. Las relaciones estables y afectuosas son esenciales para el desarrollo saludable.


Los niños se desarrollan en un entorno de relaciones que comienza en el hogar e incluye
a los miembros de la familia extendida, los proveedores de cuidado y educación, y los
miembros de la comunidad. Los estudios en la materia demuestran
que los bebés que tienen relaciones seguras y confiables con los padres o con los
cuidadores no parentales experimentan una mínima activación de la hormona del estrés
cuando se sienten atemorizados por algún acontecimiento extraño, y que aquellos que
tienen relaciones inseguras experimentan una activación significativa del sistema de
respuesta al estrés. Numerosos estudios científicos apoyan estas conclusiones:
proporcionar relaciones receptivas y de apoyo lo antes posible en la vida puede prevenir
o revertir los efectos nocivos del estrés tóxico.

6. Implicaciones de Política
o Los principios básicos de la neurociencia indican que proporcionar
condiciones positivas de apoyo para el desarrollo de la infancia temprana
resulta más efectivo y menos costoso que atender las consecuencias de la
adversidad temprana más tarde en la vida. Las políticas y programas que con
la mayor prontitud identifican y apoyan a los niños y familias más en riesgo de
experimentar estrés tóxico reducirán o vitarán la necesidad de que ellos
requieran más delante de programas de apoyo y recuperación, más costosos
y menos eficaces.
o Desde el embarazo y hasta la primera infancia, todos los entornos en los
cuales los niños viven y aprenden, y la calidad de sus relaciones con los
adultos y los cuidadores, tienen un impacto significativo sobre su desarrollo
cognitivo, emocional y social. Una amplia gama de políticas, incluyendo
aquellas dirigidas al cuidado y educación temprana, los servicios de
protección de la infancia, la salud mental de los adultos, el apoyo económico
para las familias y muchas otras áreas, pueden promover los entornos
seguros y de apoyo, y las relaciones estables y afectuosas que los niños
necesitan.

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