Raul Manda Una Monea
Raul Manda Una Monea
Raul Manda Una Monea
En todos estos casos, cumpliendo el actor con los requisitos para optar a pena sustitutiva, en tanto
no ostenta anotaciones penales pretéritas, la disposición reprochada del artículo 1°, inciso
segundo de la Ley N° 18.216, le denegará al juez la posibilidad de su eventual concesión, cuestión
que califica, también, como un trato diferenciado con los condenados por otros delitos que, de
igual forma, atentan contra el bien jurídico orden público, como sucede respecto a los casos que
enuncia, contemplados en la Ley N° 20.000.
De la misma forma, las diferencias de trato que significan las normas en cuestión, contrastadas con
la Constitución Política, no son idóneas para alcanzar la finalidad que ha previsto el legislador. El
actor comenta 8 que en el ámbito penal, el requisito de idoneidad exige que tanto el injusto como
la consecuencia jurídica sean aptos para alcanzar la protección del bien jurídico o los fines de la
pena, en que esta última, conforme los fines del constituyente, puede ser resocializadora de la
persona, esto es, lograr con la sanción la rehabilitación del autor; o, buscando la prevención
general, intimidar en la comisión de delito en la población con una pena. A este respecto, el
requirente señala que, a nivel comparado, es la reinserción social el fin primordial entregado a las
penas. Si bien no es reconocido explícitamente en la Constitución chilena, ello puede entenderse
incorporado en nuestro ordenamiento ya que, en virtud del artículo 5°, inciso segundo del Texto
Fundamental, es aplicable en nuestro país la disposición del artículo 5.6 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, que consagra dicho fin a la sanción penal, cuestión que se
enlaza con lo prescrito en el artículo 1° de la Carta Política, en tanto sólo la reinserción social es
compatible con la idea de dignidad humana y con una concepción del Estado en que éste se
encuentre al servicio de la persona humana, valores reconocidos por el constituyente.
En segundo término, el requirente sostiene que, conforme el artículo 19, numeral 3°, inciso sexto
de la Constitución Política, las normas reprochadas contravienen el derecho de toda persona a
obtener igual protección de la ley en el ejercicio de sus derechos, que la Carta Fundamental
mandató al legislador, al delegar a éste establecer las garantías de un procedimiento y una
investigación racional y justa. En esta formulación, el actor sostiene que no resulta cumplida dicha
finalidad si el juez penal(juez natural) ve cercenada su capacidad jurisdiccional de 9 actuar con
justicia conforme las características de cada caso y del sujeto penalmente responsable.
Que, son principios limitadores del ius puniendi los siguientes: principio de legalidad, principio de
exclusiva protección de bienes penales o de ofensividad, principio de intervención mínima o ultima
ratio, principio de proporcionalidad, principio de culpabilidad, principio de responsabilidad
subjetiva y principio de humanidad.
Que se ha señalado que “la idea del principio de proporcionalidad se encuentra determinada, en
cuanto a su expresión en el sistema penal, en la matriz de la prohibición de exceso, que se justifica
con criterios de lógica y de justicia material. Este principio postula la proporcionalidad de la
amenaza penal al daño social causado por el hecho (concepto vinculado 19 al bien jurídico
lesionado o amenazado) y de la pena impuesta en concreto a la medida de culpabilidad del hechor
(Sergio Politoff Lifschitz, Derecho Penal, Tomo I, Conosur Editores, Santiago de Chile, 2001, p.20)”;
El subprincipio de necesidad exige que la medida restrictiva sea indispensable para la conservación
de un derecho y no sea posible de ser sustituida por otra medida igualmente eficaz pero menos
gravosa. En el fondo la exigibilidad es que la norma jurídica emanada del legislador sea
imprescindible para asegurar la vigencia o ejercicio de un derecho o bien jurídico constitucional,
debiendo restringir otro en el menor grado posible cuando no existe otra alternativa posible,
escogiendo siempre el mal menor, el medio menos restrictivo, todo ello sin afectar el contenido
esencial de los derechos constitucionalmente protegidos.
Por último, la proporcionalidad en sentido estricto implica ponderar, en una relación costo-
beneficio, las 22 ventajas o desventajas resultantes para las personas de los medios utilizados por
el legislador para obtener los fines perseguidos por la norma constitucional. Se ponderan los daños
que se causan con la adopción de la medida versus los resultados que serán alcanzados, en otras
palabras, ponderar las desventajas de los medios en relación a las ventajas del fin a obtener. De
esta manera el legislador debe siempre utilizar medios adecuados y que no sean
desproporcionados.” (Sentencia Corte Suprema, de 4 de agosto de 2009, Rol 5043-2009);
Que, siendo el principio de culpabilidad uno de los principios fundamentales del Derecho Penal y
constituyendo una exigencia absoluta que debe encontrar su correspondiente base constitucional,
el artículo 19, N° 3°, de la Carta Fundamental, al decir que “la ley no podrá presumir de derecho la
responsabilidad penal”, está consolidando el principio de “dignidad humana”, en la medida que, en
un sentido amplio, bajo la expresión “Principio de Culpabilidad” pueden incluirse diferentes límites
del ius puniendi, que tienen de común exigir, como presupuestos de la pena, que pueda “culparse”
a quien la sufra del hecho que la motiva. En sentido procesal, sólo es “culpable” quien no es
“inocente”, y la enervación de la “presunción de inocencia” – una garantía constitucional
fundamental proclamada en el artículo 19, N° 3°, incisos octavo y final, de la Constitución –
requiere la prueba de la “culpabilidad” del imputado, que en este sentido incluye la prueba de
todos los elementos del delito. En Derecho Penal material el principio de culpabilidad tiene un
sentido más restringido, puesto que no se refiere a la 23 necesidad de la lesión típica, pero en su
sentido amplio comprende diversas exigencias que condicionan la posibilidad de “culpar” a alguien
de dicha lesión. (Santiago Mir Puig, Bases Constitucionales del Derecho Penal, Editorial Iustel,
Madrid, España, 3011, págs.125- 126) (STC roles N°s 2744 y STC 2954). En resumen, “el principio de
culpabilidad” tiene un alcance limitador, en la dirección de exigir la concurrencia de todos aquellos
presupuestos que permiten “culpar”, esto es, imputar a alguien el daño del delito, y tales
presupuestos afectan a todas las categorías del concepto de delito” (STC Rol N° 2744; STC Rol N°
2953 y STC Rol N° 2954);
la doctrina ha explicitado: “lo que prohíbe el principio constitucional -de culpabilidades que el
legislador se adelante a presumir de derecho la responsabilidad y con ello impida al imputado o
procesado demostrar su inocencia por los medios de prueba que le franquea la ley, y que,
consecuentemente, se altere el peso de la prueba, liberándose de ésta al autor, de modo que se
convierta en incontrarrestable el juicio de reproche que supone la declaración de culpabilidad”
(Alejandro Silva Bascuñán, Tratado de Derecho Constitucional, Tomo XI, Editorial Jurídica de Chile,
2006, p. 160).
El “principio de intervención mínima” o “última ratio” implica por su parte, que la utilización de la
herramienta penal actúa en subsidio, cuando las demás sanciones fallen. La pena procede cuando
no existan otras sanciones adecuadas y siempre que la pena sea necesaria para preservar el orden
social.
Por último, el “principio de humanidad” significa que la dignidad humana impone límites a la
acción del Estado, lo cual proviene de la consideración del sujeto receptor, normalmente la
persona humana, a la cual se impone una sanción. Aun los sujetos condenados a una pena tienen
derechos que han de respetarse. Su base constitucional está en el artículo 19, N° 1°, inciso tercero,
de la Carta Fundamental (definiciones bosquejadas a partir del libro “Manual práctico de
aplicación de la pena”, autores Tatiana Vargas Pinto en colaboración de Rodrigo Guerra Espinosa,
Edit. Thomson Reuters, 2014, p. 28 y ss.);
hay que considerar que para la Constitución, la libertad personal tiene un valor preeminente y, por
lo tanto, cualquier limitación a ella ha de considerarse como extrema ratio. En consecuencia, la
sanción penal sólo puede adoptarse si el bien lesionado por la acción criminal tiene un valor
semejante al sacrificado, esto es, la libertad personal; en otros términos, esto implica que el ilícito
penal ha de concretarse en una significativa lesión de un valor constitucionalmente relevante.”
(Juan Bustos Ramírez, Introducción al derecho penal, Edit. Ediar-ConoSur Ltda., Chile, 1989, p.
203);
Que el “humanismo (Principio de Humanidad) como corriente que intenta preservar las cualidades
esenciales del hombre ha dejado su huella mucho más allá del marco penitenciario y ha inspirado
numerosos pasajes de los modelos contemporáneos de la política criminal. La desaparición de las
penas corporales, de la cadena perpetua y de la pena capital, así como los límites máximos de la
duración de las penas y la paulatina disminución de éstas responde esencialmente a razones
humanitarias” (Borja Mapelli Caffarena, Las consecuencias jurídicas del delito, Ed. Thomson y
Civitas, Cuarta Edición, Navarra, España, 2005, p. 41), por lo que debe vincularse con el principio
pro hominis que informa todo el sistema constitucional chileno, asentado en el respeto de la
dignidad humana: asimismo, en relación con el problema de los límites en la aplicación de la
sanción penal existe la posibilidad de excederse y cuando es el Estado quien tiene la potestad del
ius puniendi, deben evitarse los excesos
sostuvimos -en el apartado anterior- que los límites de la política criminal estatal se fundan en el
principio de la dignidad humana, en el consecuente humanitarismo penal, en el deber de
promoción y respeto de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana, sea que
sean establecidos por la Constitución (artículos 19, numerales 1°, 7° y 26° de la Constitución) como
por los tratados internacionales que estén vigentes 52 y ratificados en Chile. Por lo mismo, cabe
examinar estas consideraciones en el orden externo;
Que a nadie escapa la idea de que la privación de libertad constituye una de las medidas más
gravosas que puede sufrir una persona. No solo por la privación de libertad misma sino que por la
estigmatización que viene añadida a las penas penales y que, habitualmente, no está presente en
las sanciones administrativas. Por lo mismo, los tratados internacionales establecen criterios
objetivos, obligaciones estatales y finalidades de sentido a la pena de privación de libertad;
Que esta preocupación por la privación de libertad ha implicado que la comunidad internacional
ponga el acento en las alternativas al cumplimiento de las penas sobre la base de criterios
sustitutivos de la misma. En esa línea, respecto a las penas alternativas o sustitutivas, el sistema
universal de derechos humanos ha reconocido las “Normas mínimas de las Naciones Unidas sobre
las medidas no privativas de libertad”, mejor conocidas como Reglas de Tokio, establecen que “las
medidas no privativas de la libertad serán utilizadas de acuerdo con el principio de mínima
intervención” (regla 2.6). Asimismo, que “la introducción, definición y aplicación de medidas no
privativas de la libertad estarán prescritas por la Ley” (regla 3.1). Y, por último, que “la selección de
una medida no privativa de la libertad se basará en los criterios establecidos con respecto al tipo y
gravedad del delito, la personalidad y los antecedentes del delincuente, los objetivos de la condena
y los derechos de las víctimas”
Que para el sistema regional de derechos humanos están los Principios y Prácticas sobre Personas
Privadas de Libertad en donde se especifican el uso de medidas alternativas o sustitutivas de la
libertad en el punto III.4 bajo las siguientes consideraciones: “4. Medidas alternativas o sustitutivas
a la privación de libertad. Los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos
deberán 54 incorporar, por disposición de la ley, una serie de medidas alternativas o sustitutivas a
la privación de libertad, en cuya aplicación se deberán tomar en cuenta los estándares
internacionales sobre derechos humanos en la materia. Al aplicarse las medidas alternativas o
sustitutivas a la privación de libertad, los Estados Miembros deberán promover la participación de
la sociedad y de la familia, a fin de complementar la intervención del Estado, y deberán proveer los
recursos necesarios y apropiados para garantizar su disponibilidad y eficacia”;