El Laicismo

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El Laicismo se puede entender, en términos generales, como la conquista o

la emancipación por parte de una sociedad de toda tutela religiosa. Desde un


punto de vista político la Laicidad, significa la ruptura de la sumisión y del control
de las instituciones socio-políticas con respeto del marco de las instituciones
religiosas llevado a cabo en occidente. El Laicismo, entonces va a estar ligado
inexorablemente a la noción de modernidad y a su acontecimiento político mas
destacado: La Revolución Francesa. Es conveniente recordar que antes de la
Modernidad, el simbolismo cristiano era la matriz de significación central que daba
sentido a la totalidad de la vida social, la cúspide que nutría de significación a las
diferentes esferas de la sociedad. Ahora bien, la irrupción histórica de la burguesía
como clase social ascendente cambiaria sustancialmente esta situación. La
burguesía, especialmente la francesa abanderada del laicismo, buscaría
quebrantar esta matriz de significación central legitimadora de las posiciones de
poder detentadas por el clero y la nobleza en la antigua sociedad estamental
característica del antiguo régimen pre moderno. En este sentido, el Laicismo es
una ideología propiamente burguesa, con un ideario filosófico, donde se exaltarán
valores ilustrados como la autonomía y libertad del individuo de sus ataduras a los
dogmas, a las supersticiones, a la ignorancia, representados en su conjunto por el
papel atribuido hasta entonces a la religión. Así pues, la modernidad occidental
está en contra abiertamente con lo religioso, dando lugar al conocido proceso de
descristianización operado en occidente. Así, el fin último del laicismo es
conseguir una sociedad donde el individuo pueda desarrollar su libertad sin ningún
tipo de coacción o imperativo externo.

Por otra parte, según Carlos Abrigo (2016), la Laicidad es el respeto mutuo
entre la religión y el Estado, mientras que el Laicismo, elude el tema religioso, es
decir ignora lo religioso en una sociedad. Así mismo, define a lo denominado
Laico, como todo aquello relacionado con la palabra “laos” que significa pueblo, lo
que implica que la iglesia católica consagra a toda aquella persona que pertenece
a la iglesia, elevándolo a la calidad de sacerdocio universal, pero que no cumple
funciones dentro del ámbito del sacerdocio consagrado (Concilio Vaticano
Segundo, 1959). Sin embargo, los términos Laicidad y Laicismo, suelen ser
términos que se confunden o generan errores de interpretación por el hecho de
que la laicidad, defendida por el laicismo, adquirió un carácter combativo y
anticlerical en particular en los países de tradición latina, aproximadamente entre
1850 y 1950. Así mismo, un Estado laico, es aquel que tiene por obligación el
preservar la libertad de conciencia frente a cualquier amenaza que atente contra la
misma. Esta obligación surge de la convicción de que nadie puede ser obligado a
creer en algo por la fuerza, siendo entonces necesario respetar las creencias de
cada quien. Lo anterior es resultado, entre otras cuestiones, del proceso de
pluralidad religiosa y de la necesidad de construir un Estado que garantice a todos
los ciudadanos la posibilidad de creer o no creer. A pesar de esto, existen muchos
Estados que no son formalmente laicos, pero establecen políticas públicas ajenas
a la normativa doctrinal de las Iglesias y sustentan su legitimidad más en la
soberanía popular que en cualquier forma de consagración eclesiástica. Países
como Dinamarca o Noruega, que tienen Iglesias nacionales, como la luterana (y
cuyos ministros de culto son considerados funcionarios del Estado), son sin
embargo laicos en la medida que sus formas de legitimación política son
esencialmente democráticas y adoptan políticas públicas ajenas a la moral de la
propia Iglesia oficial.

Por otra parte, para la iglesia católica, el laicismo es el dominio del Estado
sobre las manifestaciones religiosas, sobre todo las populares. Le incomoda la
racionalidad y la búsqueda de explicaciones dentro del mundo natural, como algo
contrapuesto a la revelación divina, que constituye el alfa y el omega de todas las
causas y de los efectos. Además, entiende que el laicismo consiste en prescindir
de la afirmación de la existencia de Dios como referencia central de la propia
conciencia. Se da por supuesto que tal afirmación es incompatible con una
mentalidad moderna verdaderamente científica. En la actual mentalidad laicista, el
valor supremo es el de la libertad, y con la libertad el progreso, y como resultado
del progreso el bienestar material. Esto implica, según la concepción católica que
lo que es malo hoy, puede ser bueno mañana. No hay una fuente de moralidad
objetiva, ni universal, ni estable. La única fuente objetiva de moralidad y de los
criterios de actuación es la propia libertad, el propio gusto, el bienestar personal de
cada momento. Y en una perspectiva social, la única fuente y el único criterio
objetivo de moralidad es lo que democráticamente decidan los representantes del
pueblo, en cada momento. Ellos son los representantes, la conciencia activa de
una sociedad autosuficiente y dueña de sí misma, sin referencias a ningún Ser
superior ni a ninguna moral objetiva, que pueda limitar la amplitud y la variedad de
sus libres decisiones (Monseñor Sebastián Aguilar, 2008).

En este sentido, es importante mencionar, que no siempre la laicidad ha


tenido un carácter esencialmente tolerante, arreligioso, aconfesional, o
antirreligioso, basado en la separación de lo político y de lo religioso, de lo estatal
y de lo perteneciente al ámbito religioso. En efecto, en determinados momentos
históricos y en ciertos lugares, tanto en algunos países europeos como en
América, el laicismo tuvo un carácter antirreligioso, generalmente anticatólico, una
actitud determinantemente militante contra lo religioso y en especial contra la
Iglesia católica. Esta situación no puede hoy desconocerse ni olvidarse. Pero este
carácter no ha sido inalterable, ni ha permanecido incambiado. El laicismo, por el
contrario, ha ido evolucionando hasta llegar a ser hoy una posición, basada en la
Constitución o en la ley, construida en base al reconocimiento de la separación
necesaria y de la independencia del Estado de la Iglesia (de todas las iglesias), de
lo político y de lo religioso y del reconocimiento de la integral y completa libertad
religiosa y, en consecuencia, de la plena libertad de cultos (Gros, s.f).

La masonería es laicista, al no ser considerada una religión ni un sustituto


de ella. No impone ni recomienda ninguna fe o la falta de ella. Así pues, un masón
(hombre o mujer), puede profesar la religión que desee o sin entrar en
contradicción con los principios masónicos.

Al ser la libertad absoluta de conciencia un principio fundamental del


laicismo, no se contrapone con los propios principios masónicos. Como también la
laicidad que intenta liberar al ciudadano de todo lo que aliena o pervierte el
pensamiento, especialmente las creencias ancestrales, los prejuicios, las ideas
preconcebidas, los dogmas, las ideologías opresoras, las presiones de orden
cultural, económico, social, político o religioso, trata de desarrollar en el ser
humano, en el cuadro de una formación intelectual, moral y cívica permanente, el
espíritu crítico, así como el sentido de la solidaridad y de la fraternidad. La
masonería respeta excesivamente a los creyentes y a las iglesias, defiende su
derecho y su deber a su autogestión y autofinanciación, para que, en plena
libertad puedan desarrollar sus actividades sin injerencias externas.

La Institución Francmasónica ha sido una de las asociaciones que, en


mayor o menor medida, ha configurado las sociedades civiles en muchas partes
del mundo en sus periodos históricos. Su mayor presencia la hemos percibido en
los periodos de mayor respeto a las libertades ciudadanas; sin embargo, en
épocas absolutistas, la presencia social de la masonería es prácticamente
imperceptible. Igualmente, esa misma situación se ha visto en países
tradicionalmente liberales como, Estados Unidos, Inglaterra o Francia, pero han
sido prácticamente erradicadas en países con sistemas comunistas, por un lado y
por las dictaduras de Derecha por el otro.

La razón principal del auge o la caída de nuestra augusta orden, es su


origen tolerante y, por tanto, reacia a todo tipo de totalitarismos.

Por su naturaleza iniciática y discreta y su vocación universalista y libre en


todos los tiempos y países, la masonería se ha movido desde sus orígenes en el
borde de la sociabilidad legítima y patentada. Ello ha llevado a las obediencias
autoproclamadas, o de orientación teóricamente más neutra, a desempeñar en
realidad un papel político que está siendo reconsiderado y valorado por la actual
historiografía social y cultural desde perspectivas fecundas y muy alejadas de las
tradicionales visiones acríticas.

Desde tal perspectiva, los talleres masónicos han sido reconocidos como
genuinas escuelas de formación de élites democráticas y constituyen un capítulo
tan importante como ignorado de nuestra cultura política. Además, la masonería
ha mostrado un sobresaliente interés hacia la enseñanza, llegando con frecuencia
a reducir las grandes cuestiones sociales a un problema educacional. Dentro del
marco ético-jurídico laicista, la reflexión sobre la acción formativo-democrática de
la masonería se centra con intensidad creciente en educar para la paz.
Frente a ello, la Masonería aspira a que la fraternidad reine entre todos los
hombres, mujeres y pueblos. Cree que ninguna diferencia por razones de raza,
religión o concepciones políticas, sociales o filosóficas, debe ser suficiente para
que los seres humanos no posean y practiquen, en toda su amplitud, los
sentimientos fraternales. El amor y respeto a la Patria, dentro de un marco de
solidaridad, es idea sagrada para todo masón. Lograr que sus miembros sean
cada vez más perfectos, es la meta ideal de la Orden, particularmente en
momentos en que la paz y la seguridad se encuentran en peligro.

Es todo mis VV HH

Bibliografía
- LAICISMO, RELIGIÓN Y MASONERÍA. Extraído en:
http://www.masoneria.es/laicismo-religion-y-masoneria/
- GROS, H (s. f.) El laicismo Hoy. Crisis y Actualidad. Revista al tema del
hombre. Extraído en:
http://www.chasque.net/frontpage/relacion/0604/laicismo.htm
- LESSA, A (2013). Por qué Uruguay es el país más laico de América. El
País. España. Extraído en:
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/24/actualidad/
1372102813_597752.htm
- Carretero P. Ángel. El Laicismo ¿una religión metamorfoseada? Nómadas.
Revista Crítica de ciencias Sociales y Jurídicas. 15 (2007.1) pp. 239-248.
- https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2014/07/27/las-batallas-del-
laicismo-en-el-chile-del-siglo-xxi/

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