Fallos Reglamentos

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Delfino con Prefectura marítima

La ley 3445 de 1896 había puesto la policía de los mares, ríos, canales y puertos sometidos a la
jurisdicción nacional a cargo exclusivo de la Prefectura Nacional de Puertos y esta institución
dictó en 1908 el reglamento de puertos. Su artículo 43 establecía: “Es prohibido a los buques
arrojar al agua o tierra en el interior del puerto objeto alguno, sea cual fuere su especie, peso,
dimensiones o calidad”, y castigaba esa infracción con multa.

La prefectura general de puertos impuso al agente del buque la multa prevista y éste
interpuso recurso extraordinario sosteniendo que el decreto se hallaba en pugna con los
artículos 18, 67 incs. 11, 12 y el art. 28 de la Constitución Nacional.

La Corte estableció la constitucionalidad de la sanción estableciendo como principio general


que: “el Congreso no puede delegar en el Poder Ejecutivo o en otro departamento de la
administración ninguna de las atribuciones o poderes que le han sido expresa o implícitamente
conferidos.”.

La Corte en aquellas causas que fueron llevadas a su conocimiento, frente a la imposibilidad de


la vigencia del reglamento delegado, elaboró el standard de la “ delegación impropia”, y la
tuvo por constitucionalmente válida en cuanto consideró que no era una transferencia lisa y
llana de la competencia legislativa propia y exclusiva del Congreso a favor del Poder ejecutivo,
sino una habilitación especial que aquel hacía para que el poder administrador reglamentara
una ley de marco genérico.

La Corte dijo también que: “no existe propiamente delegación sino cuando una autoridad
investida de un poder determinado hace pasar el ejercicio de ese poder a otra autoridad o
persona descargándolo sobre ella”; y aclaró que: “Existe una distinción fundamental entre la
delegación del poder para hacer una ley y la de conferir cierta autoridad al Poder Ejecutivo o a
un cuerpo administrativo, a fin de reglar los pormenores y detalles necesarios para la ejecución
de aquella. Lo primero no puede hacerse, lo segundo es permitido”.

La Corte ha buscado en sucesivas intervenciones dejar sentado que la delegación propiamente


dicha no era admitida en nuestro ordenamiento jurídico desde que resulta inconstitucional, y
que solo cabría admitir la que se calificó como delegación impropia.

La Corte determinó que el Poder Ejecutivo estaba habilitado para reglamentar (establecer una
multa) si la ley determinaba los límites dentro de los cuales debía hacerlo. Pero basó dicha
facultad en el actual artículo 99, inciso 2, de la CN. Sostuvo, a su vez, que es muy difícil
discernir entre el núcleo y el complemento de las materias.

Aquí existe una distinción fundamental entre la delegación del poder de hacer la ley y la de
conferir cierta autoridad al Poder Ejecutivo a fin de reglar los pormenores y detalles necesarios
para la ejecución de aquella. Lo primero no puede hacerse, lo segundo sí».

Peralta Luis Con Ministerio de economía (1990)

Hubo una crisis económica, y el PE dictó un DNU para combatirla, mediante el cual se limitaba
la devolución de la suma de 1.000.000 australes, abonándose el excedente en bonos. (Antes de
la reforma constitucional).
Peralta quería declarar inconstitucional el DNU y sus normas consecuentes, además del pago
íntegro del capital adeudado más intereses y costas.

Luis Peralta y otros interpusieron acción de amparo contra esta medida a fin de proteger
sus ahorros, caso que llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

La importancia de este fallo radica en haber reconocido al Poder Ejecutivo amplias facultades
para legislar en situaciones de emergencia, con fundamentos sumamente endebles y que
merecieran la crítica generalizada del espectro político y de la doctrina.

La corte sostuvo que los derechos constitucionales no son absolutos y están limitados, como
surge del art. 14 de la CN. El derecho de propiedad que los actores consideran vulnerado es
también un derecho no absoluto y por consiguiente no está eximido de limitación.

El fallo sostiene que los decretos de necesidad y urgencia son válidos en la medida en que
se comunique su dictado al Congreso y éste no se expida en contrario. Agrega la corte que la
emergencia económica obliga a interpretar la Constitución para adecuarla a circunstancias
impensadas por los constituyentes. Sostiene la Corte que el decreto de necesidad y urgencia
no ha violado el principio de igualdad porque: Lo realizado es equivalente a una devaluación
de la moneda, que afecta a todos y que el Gobierno resuelve por los fundamentos técnicos
que él conoce; que existe una correlativa capacidad económica de todos aquellos que han
depositado tales importantes sumas de dinero.

Sigue afirmando que la norma del Poder Ejecutivo es razonable porque los medios arbitrados
no parecen desmedidos con relación a la finalidad que persiguen, ni son, en sustancia,
novedosos.

La Corte deja sin efecto la sentencia de Cámara y rechaza la demanda en tanto señala la
validez constitucional del decreto porque había mediado una situación de grave riesgo social
frente a la cual existía la necesidad de medidas súbditas del tipo de las instrumentadas en
aquel decreto. Este caso constituyó la convalidación jurisprudencial de los DNU y un control
judicial de la emergencia, ya que la Corte lo examinó y la calificó.

Fallo Verrocchi con Poder Ejecutivo (1999)

El Poder Ejecutivo dictó los DNU N.º. 770/96 y 771/96 mediante los cuáles suprimió
asignaciones familiares a los trabajadores cuyas remuneraciones superaran los $1.000.
Afectado por la medida, Verrocchi presentó una acción de amparo aduciendo
de inconstitucionalidad los mencionados decretos por resultar violatorios de la garantía de
protección integral de la familia, reconocida en el Art. 14 bis de la Constitución Nacional.

El actor alegó además que el decreto no estaba fundado en una situación de necesidad y
urgencia. El amparo resultó procedente tanto en primera como en segunda instancia, por lo
que el fisco interpuso recurso extraordinario federal.

La Corte Suprema confirmó la inconstitucionalidad de los decretos impugnados, disponiendo


que el Poder Ejecutivo no estaba facultado para dictar disposiciones de carácter legislativo.
Agregó que para que fuera procedente la emisión de los decretos de necesidad y urgencia
debían concurrir algunas de las circunstancias excepcionales a saber: que el Congreso no
pudiera reunirse por razones de fuerza mayor o que la situación que requiriera solución
legislativa fuera de tal urgencia que no permitiera aguardar el dictado de una ley por el
Congreso, causales que no se encontraban en el presente caso.

Este fallo sienta el carácter excepcional de los decretos de necesidad y urgencia, y la función
de contralor constitucional por parte de la Corte Suprema de Justicia de los actos de gobierno.

También, consideró que corresponde al Poder Judicial el control de constitucionalidad sobre


las condiciones bajo las cuales se admite esa facultad excepcional que constituye las actuales
exigencias constitucionales para su ejercicio. Y agregó que cabe concluir en la invalidez de los
decretos cuestionados en el caso debido a que no ha existido ninguna de las circunstancias
fácticas que la norma constitucional describe con rigor de vocabulario.

Selcro (2003)

Hubo un decreto por el cual el PE fijaba las tasas de la IGJ (cuestión impositiva). Se busca
declarar la inconstitucionalidad del segundo párrafo del Art. 59 Ley 25.237 que delegaba en el
PE la facultad de establecer valores para determinar las tasas a percibir por l IGJ.

El PE tiene vedado establecer tributos aún por vía extraordinaria de los DNU, toda vez que el
art 99. 3 prohíbe de forma terminante emitir disposiciones de materia tributaria. La Corte
concuerda con el procurador en tanto se prohíbe al PE el establecimiento de impuestos,
contribuciones y tasas, y agrega que es inválida la delegación legislativa en este asunto.

Resulta inválida la delegación legislativa efectuada por el artículo 59 de la ley 25737, en tanto
autoriza a la jefatura de gabinete de ministros a fijar valores o escalas para determinar el
importe de tasas sin fijar límites para el ejercicio de esa atribución. Ni un decreto del poder
ejecutivo ni una decisión del jefe de gabinete de ministros pueden crear válidamente una
carga tributaria y no pueden caber dudas de que los aspectos sustanciales del derecho
tributario no caben como materias que la constitución nacional autorice para la delegación
legislativa.

Se declara formalmente procedente el recurso extraordinario y se confirma la sentencia


apelada en tanto a la inconstitucionalidad del art. 59 de la ley 25237.

Mouviel (1957)

Mouviel y otros fueron arrestados y condenados a pena de 30 días por infracción de edictos
policiales sobre desórdenes y escándalos. Se busca la inconstitucionalidad de los edictos, en
tanto estos fueron dictados en exceso de las facultades reglamentarias del PE.

No se puede delegar en el PE la total configuración de los delitos ni la libre elección de penas;


este poder puede reglamentar, pero cuidando siempre de no alterar su espíritu. En este caso
es inválido porque la emisión de edictos para reprimir actos implica más que reglamentar, e
importa legislar en materia prohibida para el PE.

Se revoca la sentencia apelada en cuanto a la aplicación de las multas (no se aplican).

Cochia (1993)
El sindicato hace amparo contra el Estado nacional para que declaren inconstitucional un
decreto que sentían que había cercenado sus derechos (14bis) que aseguran al trabajador
condiciones dignas de labor por la modificación de un convenio colectivo.

“Este tribunal, en sus distintas integraciones, ha admitido la posibilidad de que la ley modifique
circunstancial y excepcionalmente el contenido de los contratos siempre que no se altere la
"sustancia" de los derechos en ellos intercambiados” relacionado con el considerando 8 “en
aquellas situaciones de grave crisis o de necesidad pública, que obligan al Congreso a la
adopción de medidas tendientes a salvaguardar los intereses generales: el órgano legislativo
puede, sin violar ni suprimir las garantías que protegen los derechos patrimoniales, sancionar
la legislación indispensable para armonizar los derechos y garantías individuales con las
conveniencias generales, de manera de impedir que los derechos amparados por esas
garantías corran el riesgo de convertirse en ilusorios por un proceso de desarticulación de la
economía estatal, el que, además y frente a la grave situación de perturbación social que
genera, se manifiesta con capacidad suficiente para dañar a la comunidad nacional toda,
donde le indica al poder legislativo que tiene que efectuar una legislación acerca del órgano
que va a controlar los decretos.

“El decreto en cuestión es, entonces, una norma reglamentaria, que ejecuta la ley en las
materias queridas por el Congreso y que encuentra su fundamento constitucional en el juego
armónico de los arts. 67, inc. 28 --competencia del Congreso para atribuir competencias al
Ejecutivo-- y 86, inc. 2° de la Constitución Nacional: competencia del Ejecutivo para llevar a
cabo la competencia que le fue atribuida por el Congreso.”

Se revocó parcialmente la sentencia de acuerdo con la habilitación constitucional del estado


para intervenir en la ejecución de convenciones colectivas vigentes y homologadas y se la
confirma conforme en cuanto se declara que el Art. 36 y su correlación con el Art. 35, inc. K del
decreto 817/92 es inconstitucional.

Estableció la corte que se podían distinguir dos tipos de reglamentos ejecutivos:

a) los adjetivos, que tienen por objeto regular detalles y pormenores de la ley y

b) los sustantivos, que tienen por objeto regular la aplicación de la ley, pero en la sustancia
misma del objeto y finalidad por ella definidos, convirtiéndose en una norma reglamentaria
que ejecuta la ley en materias queridas por el congreso.

Consideró que el decreto había sido válidamente emitido en su carácter de reglamento de


ejecución sustantivo del programa de gobierno del congreso. Así se incorpora en 1994 el art 76
que prohíbe la delegación legislativa, salvo en materias determinadas de administración o de
emergencia pública, con plazo fijado para su ejercicio y dentro de las bases de la delegación
que el congreso establezca.

Consumidores Argentinos con Poder Ejecutivo (2010)

Asociación de defensa de los consumidores argentinos promueve acción de amparo contra el


PE para que se declare la inconstitucionalidad de un DNU que modificaba sustancialmente la
Ley 20.091 de seguros porque beneficiaba a las aseguradoras frente a los consumidores, el
espíritu propio de esa ley.
Se concluye en la invalidez del decreto, por cuanto no han existido las circunstancias fácticas
del Art. 99 inc. 3 CN. Se declara admisible el recurso extraordinario y se confirma la sentencia
apelada.

El tribunal ratificó que le corresponde al Poder Judicial evaluar los presupuestos fácticos que
justifican el dictado de un DNU. El fallo reafirma que la constitución no habilita a elegir
discrecionalmente entre la sanción de una ley y un DNU.

Fontevechia. Ministerio de relaciones exteriores.

Menem ve lesionado su derecho a la intimidad y demanda a editorial perfil, quien es


condenado civilmente a resarcir al expresidente (en fallo anterior). Se eleva el caso a la CIDH,
por violación de derecho a libertad de expresión.

Se busca que se cumpla con el fallo de la CIDH, que encontró responsable al Estado. Y deje sin
efecto la sentencia que dictó la CSJN que encontró civilmente responsable a la Editorial.

No corresponde hacer lugar a lo solicitado por la Secretaría de DDHH de la nación, pero lo


dicho hasta aquí no implica negar carácter vinculante a las decisiones de la CIDH, sino que la
obligatoriedad debe circunscribirse a aquella materia sobre la cual tiene materia el tribunal
internacional (y no es la de revocar una sentencia de CSJN).

La corte en el fallo Simón había establecido que los fallos de la CIDH son obligatorios para el
Estado; pero esta no es una cuarta instancia. Aquel que va a litigar al tribunal internacional
tiene dos problemas: primero ganar el caso, y segundo que la sentencia se condiga con el
derecho interno, porque si no, no se cumple, se le saco fuerza al sistema interamericano. Fue
una cuestión teórica más que práctica, pero crea un problema para el precedente. Se complica
lo establecido en el fallo Simón, porque en las fuentes se excluyó del bloque de
constitucionalidad al sistema de controversias interamericano, se lo disminuyó.

La corte sostuvo que las sentencias de la corte interamericana de derechos humanos son
obligatorias siempre que sean dictadas por el tribunal en el marco de sus competencias; el
sistema interamericano es subsidiario, es necesario agotar los recursos internos con carácter
previo y no constituye una cuarta instancia más en los casos tratados por las cortes nacionales.
El hecho de dejar sin efecto la sentencia dictada por la corte nacional en el caso Menem
supone reconocer a la corte IDH como una cuarta instancia en un proceso que no tiene
continuidad con el proceso originario y desconoce el texto convencional. En tal caso, se violaría
el articulo 27 en tanto este reconoce a la corte nacional como órgano supremo. Este articulo
esta reafirmado por la reforma constitucional de 1994 al definir que los tratados
internacionales sobre derechos humanos no derogan articulo alguno de la primera parte de la
constitución.

Fallo Colegio Público de abogados

La Cámara, al confirmar la sentencia de primera instancia, hizo lugar a la acción de amparo


promovida por el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y declaró que quienes
ejercen la abogacía en favor del Estado Nacional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires están
obligados a cumplir con la ley 23.187 — que ordena la instalación y funciones del referido
Colegio— , al considerar inválidos los artículos 3° y 5° del decreto 1204/2001 en la medida que
pretenden relevar a los abogados del Estado de la obligación de inscribirse en la matrícula y de
pagar el derecho fijo establecido por el art. 51 de la ley mencionada.

Contra ese pronunciamiento la demandada interpuso recurso extraordinario, cuestionando la


legitimación de la actora y, en cuanto al fondo del asunto, solicitó la revocación del fallo
sosteniendo que la ley 23.187 se refiere sólo a la abogacía privada y, por otra parte, que el
decreto en cuestión es válido al haber sido dictado en uso de las atribuciones legislativas que
delegó el Congreso en el Presidente en el art. 1° de la ley 25.414. Concedido el remedio
federal, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, por mayoría, confirmó la sentencia apelada.

La Corte consideró y trató las dos líneas argumentativas centrales del Estados en sus
presentaciones judiciales. En primer término, el Estado sostuvo que la ley 23.187 se refiere
sólo al ejercicio profesional privado, mientras que el decreto impugnado (1204/2001)
reglamentó el ejercicio de la abogacía pública. Además y en segundo término, el Estado adujo
que, de todos modos, el decreto impugnado es válido por haberse dictado en ejercicio de las
facultades delegadas por la ley 25.414.

El Tribunal adujo que el texto constitucional refleja claramente que la Convención


Constituyente de 1994 mantuvo el principio contrario al ejercicio de las facultades legislativas
por el Presidente.

El tribunal afirmó que el ejercicio de la abogacía ha sido materia reglada por el Congreso y
no distingue entre abogacía pública y privada. En consecuencia no se trata de una materia
cuya regulación sea una facultad propia y exclusiva del Presidente.

La Corte analizó si el decreto puede estar justificado dentro del marco de las facultades
delegadas en el Poder Ejecutivo por el art. 1° inc. F de la ley 25.414. Al respecto los jueces
dijeron que el art. 76 de la CN establece tres requisitos básicos que deben reunir los decretos
delegados:

1. Limitarse a materias determinadas de administración o de emergencia pública

2. Haber sido dictados dentro del plazo fijado

3. Respetar las bases de la delegación establecidas por el Congreso

El tribunal sostuvo que el decreto 1204/01 es una disposición de carácter legislativo dictada
fuera de las bases de delegación aprobadas por el Congreso y por tanto violatorio de la
prohibición establecida en el art. 99 inciso 3 de la CN.

Los artículos 3º y 5º del decreto 1204/01 -en la medida que pretenden relevar a los abogados
del Estado de la obligación de inscribirse en la matrícula que la ley 23.187 pone a cargo de la
entidad y de pagar el derecho fijo establecido por su artículo 51-, no encuadran en la
delegación legislativa dispuesta mediante la ley 25.414-Emergencia Pública-, pues ninguno de
ellos dispone la derogación de una norma específica, sino la aprobación, para los abogados del
Estado, de todo un régimen alternativo e incompatible con el establecido en la ley 23.187,
relevando a dichos profesionales del cumplimiento de sendos deberes hacia el colegio- aporte
y matriculación- que son propios y sólo afectan a la administración pública de manera
indirecta.

El tribunal sostuvo que frente a las delegaciones extremadamente amplias e imprecisas, el juez
tiene dos caminos: anular la ley delegante o interpretar muy restrictivamente su alcance. A
mayor imprecisión, menor alcance tendrá la competencia legislativa que podrá el ejecutivo
ejercer válidamente.

Fallo Camaronera Patagónica

La corte señaló que el derecho establecido por la resolución es por su naturaleza un tributo.
Sostuvo que el principio de reserva de la ley en materia tributaria tampoco cede en caso de
que se actúe mediante la delegación legislativa prevista en el artículo 76 de la constitución
nacional.

Resulta admisible que el congreso atribuya al poder ejecutivo ciertas facultades circunscriptas
al aspecto cuantitativo de la obligación tributaria, es decir, autoriza a elevar o disminuir
alícuotas aplicables, siempre y cuando, para el ejercicio de dicha atribución, se fijen pautas y
limites precisos mediante una clara política legislativa.

Sin perjuicio de la nulidad de la resolución 11/2002, la corte declaró que la ley posterior 25645
si es eficaz en relación con los hechos acaecidos después de su entrada en vigor, aunque
carece de eficacia para convalidar retroactivamente una norma que adolece de nulidad
absoluta e insanable.

Fallo Despachante de Aduanas con Poder Ejecutivo

Un grupo aduanero promovió acción de amparo con el objeto de impugnar un decreto por
medio del cual el Poder Ejecutivo se excedió en su ámbito de los reglamentos de ejecución.

El juez de primera instancia rechazó la acción de amparo. Para así decidir, dijo que no surge de
las normas impugnadas "una ilegalidad o arbitrariedad manifiesta que habilite la procedencia
de la vía del amparo.

La Cámara Nacional de Apelaciones en Contencioso Administrativo Federal (Sala ID) revocó la


sentencia de primera instancia, declaró la nulidad del decreto 1160/96 y de la resolución
3491196.

La invalidez del decreto no se configura necesariamente porque su texto sea distinto al de la


ley objeto de reglamentación, sino porque aquél es contrario al espíritu y a los fundamentos
de la ley en sentido formal.

El decreto 1160/96 supone un exceso reglamentario alterando el artículo 37 del código


aduanero.

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