Rudolf Steiner

Cmo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores? Condiciones

En todo hombre duermen facultades que le permiten adquirir conocimientos en los mundos superiores. El mstico, el gnstico, el tesofo, siempre han hablado de un mundo anmico y de un mundo espiritual, tan reales para ellos como el que ven nuestros ojos fsicos y toca nuestra mano. Al escucharlos puede uno decirse en cada momento a s mismo: "estas experiencias yo tambin puedo tenerlas si desarrollo ciertas fuerzas que hasta ahora duermen an en m". El problema consiste en saber qu se debe hacer para desarrollar estas facultades latentes. Para ello pueden nicamente dar las instrucciones quienes ya poseen tales fuerzas. Desde que existe el gnero humano ha existido siempre una enseanza mediante la cual los hombres dotados de facultades superiores han dado sus indicaciones a quienes aspiraban a tenerlas. Esta enseanza se ha denominado enseanza oculta, y la instruccin recibida ha sido llamada instruccin de la ciencia oculta. Tal denominacin provoca, por su naturaleza, malentendidos: podra uno sentirse tentado a creer que los que se dedican a esta enseanza pretenden aparecer como una clase de hombres privilegiados que arbitrariamente rehusan comunicar su saber a sus semejantes: quiz se llegue a pensar que tras ese saber no hay nada importante , pues uno podra pensar que si se tratara de un autntico conocimiento, no habra necesidad de ocultarlo como misterio, sino, al contrario, se podra publicarlo para que la humanidad entera recibiese sus beneficios. Los iniciados en la naturaleza de la sabidura oculta de ninguna manera se asombran que los no iniciados piensen as, pues slo pueden comprender en qu consiste el misterio de la iniciacin quienes, hasta cierto grado, han recibido la iniciacin en los misterios superiores de la existencia. Ahora puede surgir la pregunta: si esto es as, cmo puede el no iniciado tomar inters alguno en la as llamada ciencia oculta? Cmo y porqu habra de buscar algo de cuya naturaleza no puede formarse ninguna idea? Semejante pregunta se basa en una idea que completamente errnea de la verdadera naturaleza del conocimiento oculto, pues en realidad el caso de la ciencia oculta no es otro que aquel de todos los conocimientos y capacidades del hombre. Este saber oculto no es, para el hombre comn, un misterio por otra razn que lo es el saber escribir para quien no lo ha aprendido. Y As como cualquier persona puede aprender a escribir si emplea los mtodos adecuados, as tambin todo hombre puede llegar a ser discpulo, y hasta maestro de la ciencia oculta, si busca los caminos apropiados. Slo en un aspecto difieren aqu las condiciones de las del saber y de las capacidades exteriores: puede alguien, por su pobreza material o por las condiciones culturales del ambiente en que naci, no tenga la posibilidad de aprender a escribir; en cambio, para la adquisicin del saber y de las facultades de los mundos superiores, no hay obstculo que se oponga a quien los busque sinceramente. Muchos creen que es necesario buscar en un lugar determinado a los maestros del conocimiento superior para recibir sus instrucciones. Al respecto, dos cosas son ciertas; la primera es que quien aspire seriamente al saber superior, no escatimar esfuerzo alguno ni retroceder ante ningn obstculo para encontrar al iniciado que le inicie en los misterios superiores del universo. Por otra parte, el discpulo puede estar seguro de que la iniciacin llegar a l de todos modos, si tiene efectivamente el afn serio y sincero de alcanzar el conocimiento. Existe una ley natural entre todos los iniciados que les impone no denegar a nadie el conocimiento que le corresponda merecidamente. Pero hay otra ley, tan natural como la primera, que establece que a nadie se le debe entregar la menor parte del conocimiento si carece de mtodos para recibirlo. Y el iniciado es tanto ms perfecto cuanto ms estrictamente observe estas dos leyes. El lazo espiritual que une a todos los iniciados no pertenece al mundo exterior, pero esas dos leyes constituyen los broches que mantienen unidas las partes de ese enlazamiento. Podras vivir en ntima amistad con un iniciado; podras poseer todo su corazn y afecto, pero no te confiara sus conocimientos secretos hasta que estuvieses maduro para recibirlos. Podras congraciarte con l, torturarle; nada le inducir a revelarte cosa alguna cuando l sabe que no te lo debe decir porque tu grado de evolucin no te permite acoger en el alma, como es debido, este secreto. Minuciosamente precisados hllanse los caminos que el hombre debe recorrer para adquirir la madurez que le

permita recibir el conocimiento superior. El derrotero que ha de seguir ha sido trazado con escritura indeleble, eterna, en los mundos espirituales, donde los iniciados guardan los secretos superiores. En los tiempos antiguos que precedieron a nuestra "historia", los templos del Espritu eran fsicamente visibles. En nuestos das, por haberse distanciado tanto nuestra vida de lo espiritual, estos templos no existen en el mundo perceptible al ojo fsico, si bien existen por doquiera espiritualmente, y aquel que los busque podr encontrarlos. Slo en su propia alma hallar el hombre los medios para que se le abran los labios de un iniciado; debe desarrollar en s mismo determinadas cualidades hasta cierto grado de elevacin, para poder participar de los sublimes tesoros del espritu. Para comenzar debe de haber una cierta disposicin fundamental del alma. El investigador de la ciencia oculta la llama el sendero de la veneracin, de la devocin a la verdad y el conocimiento. Slo aquel que tenga esa disposicin fundamental puede llegar a ser discpulo de la ciencia oculta. Quien tenga experiencia en este dominio sabe qu disposiciones se observan, desde la infancia, en aquellos que ms adelante llegarn a ser discpulos. Existen nios que elevan la mirada con respeto reverencial a ciertas personas; sienten por ellas un respeto profundamente arraigado en su corazn, que les impide todo pensamiento de crtica u oposicin. Tales nios, al llegar a la adolescencia, se sienten felices al levantar su ojos a algo digno de veneracin. De las filas de estos nios provienen muchos discpulos de la ciencia oculta. Si una vez te has detenido ante la puerta de una persona a quien veneras, y has sentido en esta tu primera visita, algo como un temor reverencial al mover el pestillo para entrar en el recinto que para t es un "lugar sagrado"; entonces has experimentado un sentimiento que puede ser el germen para tu futuro discipulado en la ciencia oculta. Es una bendicin para todo adolescente poseer semenjante sentimiento como una predisposicin, y no se crea que pueda ser germen de sumisin o esclavitud. La devocin del nio hacia una persona, se transforma, ms tarde, en devocin hacia la verdad y el conocimiento. Por experiencia se sabe que los hombres que han aprendido a venerar donde la veneracin est en su lugar, son los mismos que saben actuar sin humillarse; y la veneracin siempre est en su lugar, cuando surge de las profundidades del corazn humano. Si no cultivamos en nuestro interior el homdo sentimiento de que existe un mundo ms elevado que nosotros mismos, nunca alcanzaremos la fuerza de desarrollarnos hacia un nivel superior. El iniciado ha conquistado la capacidad de alzar la cabeza hacia las cumbres del conocimiento, porque supo sumergir su corazn en las profundidades de la veneracin y de la devocin. La cumbre del espritu no se alcanza sino a travs del portal de la devocin. Slo puedes adquirir el verdadero conocimiento si has aprendido a apreciarlo. Es cierto que el hombre tiene derecho a abrir los ojos a la luz, pero este derecho lo debe conquistar primero. En la vida espiritual existen leyes como en la vida material. Si frotamos una varilla de vidrio con una substancia adecuada, aquella se electriza, es decir, cobra el poder de atraer pequeos objetos. Este fenmeno corresponde a una ley natural asaz conocida por todo aquel que tenga nociones de fsica. De la misma manera sa sabe, si se conocen los principios de la ciencia oculta, que todo sentimiento de verdadera devocin cultivado en el alma desarrolla una fuerza que, tarde o temprano, har progresar al hombre en el campo del conocimiento. Quien se halle dotado de estos sentimientos de devocin o tenga la fortuna de que una educacin apropiada se los haya inculcado, se encontrar en posesin de un valioso tesoro cuando ms tarde busque acceso a los conocimientos superiores. En cambio, el que no aporte esta preparacin encontrar dificultades desde sus primeros pasos en el sendero del conocimiento, si no se esfuerza decididamente, por medio de la autoeducacin, en desarrollar en s mismo los sentimientos de devocin. En nuestos tiempos es particularmente importante prestar la debida atencin a este punto. Nuestra civilizacin se inclina ms bien a criticar, juzgar y condenar, y tiende poco a la devocin, a la veneracin abnegada. Hasta los jvenes critican mucho ms de lo que veneran con abnegacin. Empero, toda crtica, todo juicio condenatorio, ahuyentan del alma las fuerzas que le permiten llegar al conocimiento superior, en el mismo grado que la veneracin abnegada las desarrolla. Al decir esto no queremos acusar a nuestra civilizacin; no se trata aqu de criticarla, pues debemos la grandeza de nuestra cultura precisamente a la crtica, al juicio humano consciente de s mismo y al lema de ensayar y probarlo todo y retener lo mejor. Jams el hombre habra alcanzado la ciencia, la industria, el intercambio, y la legislacin de nuestra poca, si no se hubiera servido de la crtica, aplicando en todas las cosas el patrn de su juicio. Mas lo que hemos ganado as en el dominio de la cultura externa, tuvimos que pagarlo con una prdida correspondiente del conocimiento superior y de la vida espiritual. Hay que destacar que en el saber superior no se trata de la veneracin a las personas, sino a la verdad y al conocimiento. Sin embargo, hay una cosa que se debe tener presente, esto es, que al hombre sumergido enteramente en la civilizacin superficial contempornea le es muy difcil alcanzar el conocimiento de los mundos superiores; slo lo lograr trabajando intensamente sobre s mismo. En los tiempos en que las condiciones de la vida material eran sencillas, el progreso espiritual era ms fcil de lograr. Lo venerable y lo digno de admiracin se destacaban ms del resto de la civilizacin. En una poca de crtica, los ideales son envilecidos; otros sentimientos ocupan el lugar del respeto, de la veneracin, de la adoracin y de la admiracin. Nuestra poca reprime cada vez ms estos sentimientos de modo que slo en grado muy reducido pueden cultivarse en el hombre a travs de la vida cotidiana.

El que busque el conocimiento superior deber suscitar esos sentimientos en s mismo, infudirlos en su alma. Esto no es posible por medio del estudio, sino por la vida misma. Por consiguiente, quien quiere llegar al discipulado deber desarrollar, por rigurosa educacin de s mismo, los sentimientos de devocin. En todo lo que le rodea y en sus experiencias, deber buscar lo que pueda infundirle sentimientos de admiracin y reverencia. Si me encuentro con una persona y critico sus debilidades, me despojo de mi fuerza cognoscitiva superior, pero si trato de contemplar con afecto sus buenas cualidades, acumulo tal fuerza. El discipulo debe estar siempre atento a observar estas indicaciones. Los investigadores de la ciencia oculta saben por experiencia cuntas fuerzas deben a la actitud de considerar siempre el lado bueno de las cosas, abstenindose de todo juicio censurista. Pero esta actitud no debe limitarse a reglas externas para la vida, sino que debe compenetrar los ms ntimo de nuestra alma. Depende de cada uno el lograr perfeccionarse y, paso a paso transformarse a s mismo. Pero esta transformacin ha de producirse en lo ms ntimo de su ser, en su vida pensante. No basta con demostrar respeto a un ser en mi actitud exterior; el respeto debe vivir en mis pensamientos. El discipulo ha de comenzar, pues, por enraizar la devocin en su vida pensante, reparar en los sentimientos de falta de respeto o menosprecio que puedan existir en su conciencia, y esforzarse verdaderamente en cultivar en s mismo pensamientos de verdadera devocin. Cada momento en que nos disponemos a reconocer conscientemente lo que ne nosotros existe de juicios desfavorables, censuristas o crticos con respecto al mundo y a la vida: cada uno de esos momentos nos acerca al conocimiento superior. Y nos elevamos rpidamente si en tales momentos impregnamos nuestra conciencia tan slo de pensamientos de admiracin, de estima y de veneracin hacia el mundo y la vida. Quien tenga experiencia en estas cosas sabe que en tales instantes se despiertan en el hombre fuerzas que, de lo contrario permaneceran latentes. De ese modo, se le abren al hombre los ojos espirituales; empieza a percibir cosas en torno suyo que antes no vea; comienza a comprender que anteriormente slo se haba percatado de una parte del mundo circundante. Toda persona que sale a su encuentro le presenta un aspecto totalmente nuevo. Naturalmente que esta regla para la vida no basta para que l pueda percibir, por ejemplo, lo que se describe como el aura humana; para ello se necesita una enseanza ms elevada; pero l puede elevarse precisamente hasta ella, si antes ha pasado por una rigurosa disciplina de la devocin. Silenciosamente, inadvertida por el mundo exterior, se efecta la entrada del discpulo en el "sendero del cococimiento". Ningn cambio se observa en l; cumple con su deberes como antes y sigue ocupndose de su quehaceres como siempre. La transfomacin tiene lugar solamente en lo ntimo de su alma, a resguardo de toda mirada. Al principio, la disposicin fundamental de devocin a todo lo verdaderamente venerable resplandece sobre su vida interior. Este sentimiento dominante constituye el centro de toda su vida anmica. As como el sol da vida con sus rayos a todo lo viviente, de igual modo la veneracin vivifica todos los sentimientos en el alma del discpulo. Al principio, no ser fcil creer que sentimientos tales como la veneracin, el respeto, etc., tengan algo que ver con la bsqueda del conocimiento. Esto se debe a la propensin de considerar el conocimiento como una facultad aparte, sin relacin con lo dems que sucede en la vida del alma. Quien piense as no tiene en cuenta que es el alma la que ejercita la facultad cognoscitiva; para ella los sentimientos son lo que para el cuerpo son las substancias nutritivas. El cuerpo cesara en su funcin, si le diramos piedras en vez de pan; algo parecido ocurre con el alma. Las substancias nutritivas que la hacen sana y vigorosa, sobre todo para la actividad cognoscitiva, son la veneracin, la estima, la devocin. La desestima, la antipata, el menosprecio frente a lo digno de aprecio, dan por resultado la paralizacin y extincin de la actividad cognoscitiva. Para el investigador espiritual este hecho se hace evidente en el aura humana. El alma que adquiere sentimientos de veneracin y devocin provoca un cambio en su aura. Ciertos colores espirituales que pueden calificarse de rojo amarillento o rojo parduzo, desaparecen y son reemplazados por otros de color rojo azulado. As nace la facultad cognoscitiva que se vuelve receptiva para hechos en torno suyo de los que antes no tenia la menor idea. La veneracin despierta en el alma una fuerza de simpata mediante la cual atraemos cualidades de los seres que nos rodean, cualidades que, de lo contrario, permaneceran ocultas. Lo que puede alcanzarse por la devocin se vuelve an ms efectivo si otro sentimiento la acompaa. Este consiste en que el discpulo aprenda a entregarse cada vez menos a las impresiones del mundo exterior y a desarrollar, en cambio, una vida interior activa. El que se apresura por tener nuevas impresiones exteriores y busca siempre la "distraccin", no encontrar el camino de la ciencia oculta. El discpulo no deber insensibilizarse a las impresiones del mundo externo, sino que lo profundo de su vida le indicar la forma en que debe entregarse a estas impresiones. La persona de ntimos sentimientos y nimo profundo experimenta de una manera distinta del hombre insensible, el paseo por una hermosa regin montaosa. Slo nuestras experiencias internas nos develan las bellezas del mundo externo. por ejemplo, alguien hace un viaje por mar y pocas vivencias internas enriquecen su alma; en cambio, otro percibir el lenguaje eterno del Espritu csmico; a l se le revelan los misterios de la creacin. Debemos haber aprendido a vivir ntimamente con nuestros propios sentimientos y representaciones para poder establecer relaciones substanciales con el mundo externo. El mundo circundante nos habla de la majestad divina en todos sus fenmenos,

pero es necesario haber experimentado lo divino en la propia alma para descubrirlo en el mundo que nos rodea. El discpulo deber reservar momentos de su vida para ensimismarse en quietud y en soledad, mas no para abandonarse a los asuntos de su propio yo, pues esto producira efectos contrarios a los deseados, sino para volver a vivenciar en su alma, con toda quietud, lo experimentado en el mundo exterior. Las flores, los animales y cada una de sus propias acciones, le revelarn en tales instantes secretos jams imaginados. As se preparar para recibir con otros ojos nuevas impresiones del mundo exterior. Quien slo quiere gozar de mltiples sensaciones, insensibiliza su facultad de conocer; en cambio, si depus del goce permite que ste le revele algo, cultivar y educar su facultad de conocer. Con este objeto, deber acostumbrarse, no precisamente a vivir con el simple reflejo del goce, sino renunciando a nuevos goces, a transmutar lo experimentado en el goce mediante la concentracin interior. Aqu deber el discpulo sortear un grave y peligroso escollo, puesto que, en vez de trabajar realmente sobre s mismo, puede caer en la actitud contraria de querer agotar el goce. No hay que desestimar las inmensas fuentes de error que se abren aqu para el discpulo, pues debe buscar su camino por entre mltiples seductores de su alma. Todos ellos quieren endurecer su "Yo"; aprisionarlo en s mismo; l, por el contrario, debe abrirlo al mundo. Sin duda, el tiene que buscar el goce, puesto que slo por su medio puede acercrcele el mundo exterior. Si el discpulo se insensibiliza al goce, viene a ser como una planta que se encontrar imposibilitada de extraer de la tierra las substancias nutritivas. Empero, si se detiene en el goce, se encierra dentro de s. Significar algo para s mismo y nada para el mundo. Por intensos que sean entonces su vida para s mismo y el cultivo de su "Yo", el mundo lo rechaza; l est muerto para ste. El verdadero discpulo considera el goce slo como instrumento de perfeccionarse para el bien del mundo. El goce es para l como un mensajero que le informa respecto del mundo, pero despus de haber recibido la enseanza del goce, sigue adelante a realizar su trabajo. Aprende, no para acumular conocimientos como su tesoro personal, sino para emplear lo aprendido al servicio del mundo. En toda ciencia oculta existe un principio que nadie debe transgredir si quiere alcanzar un determinado objetivo, y toda enseanza oculta lo debe grabar en el nimo del discpulo. Este principio dice as: Todo conocimiento que busques meramente para aumentar tu propio saber y para acumular tesoros personales, te desviar del sendero; pero todo conocimiento que busques para madurar en el empeo del ennoblecimiento humano y de la evolucin del mundo, te har progresar un paso ms. Esta ley exige una observancia inexorable. Nadie puede considerarse discpulo de la ciencia oculta, sin haber hecho de esta ley la norma de su vida. brevemente puede resumirse esta verdad de la enseanza espiritual como sigue: Toda idea que para no se convierta en ideal, apaga una fuerza en tu alma; toda idea, en cambio, que se convierte en ideal crea en tu ser fuerzas vitales.