Info Barracas
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Puentes
El Riachuelo es desde la historia de Barracas uno de los principales aspectos que fue
problematizado por los actores que intervienen en el barrio y en la agenda pública.
Aunque sus habitantes se mudaran a la zona norte de la Ciudad, el Río continuaba siendo
el canal idóneo para las transacciones y producciones mercantiles de entonces, y por esta
razón, el 27 de marzo de 1791, se inauguraba el primer puente que unía ambas costas y
facilitaba el tráfico en un territorio común. La conexión de ambas riberas, a la altura de las
calles Montes de Oca, en Capital, y Ameghino, en Avellaneda, tenía su aprobación del
Cabildo desde febrero de 1779, pero a solicitud de los vecinos recién pudo verse la obra
terminada casi veinte años después. El puente fue proyectado por el brigadier portugués
José Custódio de Sá e Faria y contemplaba su factura en piedra, cal y ladrillos; sin
embargo, la ejecución fue realizada por un vecino del lugar, Juan Gutiérrez Gálvez, a la
sazón administrador de las canoas que cruzaban el Riachuelo. De esta manera Barracas
acompañaba el crecimiento y la pujanza económica que sostenía la Ciudad de Buenos
Aires hacia fines del siglo XIX y la configuraba como un distrito de conexión importante
entre la capital y la provincia de Buenos Aires.
Estructuras
Hay quienes caracterizan al espacio del actual barrio como un barrio de extramuros. Desde
la perspectiva habitacional en Barracas alternaban viviendas modestas con los ranchos y
los hornos de ladrillo y de teja, los galpones de frutos del país y las barracas y tahonas.
Sumado a las características geográficas, terrenos anegadizos y pantanosos la escasa
presencia de intervención por parte de los organismos públicos sobre el espacio territorial,
incidió en la escasa formación de grupos compactos de población en este espacio. Quienes
habitaban estas tierras, además de algunas casas de veraneo de ciertas familias patricias,
eran los trabajadores de la zona que, aunque escasos, comenzaban a configurar el sector
social que poblaría desde entonces el barrio.
En el barrio de Barracas se realizaron dos ediciones de Casa Foa. En 2005 se eligió
una fábrica textil sobre el pasaje Lanín, que se transformó en un edificio de lofts y oficinas
conocido como Barracas Central. En 2006, Casa FOA se instala en el edificio Canale frente
al Parque Lezama. La fábrica Canale funcionó hasta el año 2000. Hoy es conocida como
Palacio Lezama y es un edificio de oficinas.
La zona se revitaliza con la transformación de la fábrica Bagley en un edificio de doscientas
cincuenta viviendas inteligentes llamado MOCA. El edificio de Fabril Financiera tomó el
nombre de Central Park y la fachada fue intervenida por el artista plástico Pérez Celis. Allí
conviven talleres de artistas, oficinas y comercios. Las plantas de Química Estrella, el diario
La Razón y medias París también se reconvirtieron en viviendas y oficinas.
El edificio de Alpargatas se está transformando en un complejo de viviendas, oficinas y
locales comerciales. Mientras otro edificio que tenía la compañía pasó a formar parte de
organismos del Poder Judicial. El antiguo edificio de la yerbatera Cruz de Malta se ha
restaurado conservando sus fachadas y es uno de los edificios verdes de la ciudad.
Utilizado como sede del banco HSBC, obtuvo la medalla de oro en edificios LEED,
certificación que establece el ahorro de energía y menor contaminación del medio ambiente.
Se destaca por sus terrazas verdes. Barracas siempre tuvo una importante zona residencial
sobre la avenida Montes de Oca que ha comenzado a ser ampliada gracias a la
reconversión y restauración de estos esqueletos industriales. El barrio siempre ofreció una
amplia red de transporte, la cercanía al centro y grandes espacios verdes, que lo convierten
en un espacio preferencial de la Ciudad.
CMD
El Centro Metropolitano de Diseño (CMD), institución dependiente en la actualidad de la
Subsecretaría de Desarrollo Económico del Ministerio de Modernización, Innovación y
Tecnología la ciudad, se instaló en 2001 en el ex-Mercado del Pescado, un antiguo mercado
ubicado al sudoeste del barrio, que desde 2013 es núcleo del Distrito de Diseño (DD).
Además de su función declarada de promoción de una industria estratégica, el CMD es un
actor central en el cambio de imagen de un área que los locales denominan como “Barracas
al fondo”, devaluada en términos inmobiliario y escasamente demandada por el mercado
inmobiliario por su distancia al centro, por la presencia de talleres y depósitos, por la
cercanía de la Villa 21-24 y el Riachuelo, y por las restricciones a la construcción en altura
(Scillamá, 2014). Este rol se vio potenciado por la creación del DD, un área dentro de la cual
las empresas vinculadas al diseño obtienen exenciones impositivas y líneas de crédito
preferenciales. Como contrapartida, el gobierno local se compromete a invertir en
infraestructura y seguridad. Si en otras áreas del barrio más cercanas al centro porteño, son
los actores directamente vinculados al negocio inmobiliario los que desplazan las fronteras
para hacer de Barracas un barrio deseable o visitable (como “Barracas dulce” o “Barracas
outlets”), cuando lo que está en juego es volver atractivo un sector que promete escasa
rentabilidad como “Barracas al fondo”, serán los poderes públicos los que asuman esa tarea
ligada al empresarialismo urbano (Harvey, 1989). En este marco, la cultura, el arte y el
patrimonio serán movilizados por la gestión del CMD como herramientas de conversión de
la degradación urbana en algo atractivo, como productores de representaciones de un lugar
que visibilizan y transforman a la vez. A diferencia de otros procesos de cambio urbano
donde se recurre al arte y al patrimonio, aquí la intervención no está impulsada por actores
ligados al campo del arte, ni por residentes dispuestos a invertir su capital social y cultural
en la producción de formas de distinción, ni por institutos de gobierno especializados en
áreas de cultura, sino por una institución gubernamental ligada al desarrollo económico. El
antiguo Mercado posee actualmente un nivel de protección cautelar y forma parte, desde
2007, del Área de Protección Histórica N°7. Esto muestra un desplazamiento respecto de
los alcances y la relevancia otorgada a lo patrimonial. El edificio que fuera calificado como
“testimonio de un pasado pero [sin] demasiada importancia histórica” por el arquitecto
Slautsky en 1985, es considerado hoy en día por los promotores del CMD como una “ciudad
usina creativa” basada en una “estética neo-industrial”, con una “fachada histórica”,
implantada en un área con “valor patrimonial” (Becerra et al., 2013), aspectos que permiten
proyectar dicha imagen hacia afuera del barrio y hacia otros grupos sociales más allá de los
residentes. Sin embargo, la patrimonialización del edificio es sólo un aspecto del rol del
CMD-DD en el cambio de imagen del sudoeste de Barracas: este proceso se completa con
la puesta en circulación de imágenes del pasado, del presente y del futuro del barrio, del
lugar del diseño, la cultura y el patrimonio en el espacio urbano, y de los sujetos implicados
en la actual “transformación”.
Del pasado fabril al presente creativo: El pasado fabril del barrio aparece como fundamento
de los nuevos usos del suelo ligados a las “industrias creativas”, permitiendo establecer una
continuidad no conflictiva entre la producción manufacturera y la basada en la “innovación” y
la “creatividad” que se intenta instalar en la zona: “La revitalización del barrio de Barracas a
través de la promoción del diseño se orienta a mantener el perfil industrial pero dotándolo
de creatividad e innovación” (Becerra et al., 2013: 24). La desindustrialización y posterior
reconversión de usos del suelo aparecen como procesos de “diálogo” armónico entre lo
viejo y lo nuevo. Lo fabril queda definitivamente relegado a un tiempo pretérito, mientras lo
“creativo” es asumido como su heredero.
El diseño como creador de sentido urbano: El diseño aparece aquí como una disciplina
vinculada al urbanismo y la arquitectura, cuya especificidad radicaría en su capacidad
de dotar de sentido a espacios urbanos que carecerían de él o que lo habrían perdido.
A diferencia del punto anterior, el pasado fabril emerge ahora como un muro gris que es
necesario cubrir con color, en un sentido similar al visto en
el caso de Central Park. Esta representación del color y el diseño como operadores de la
revitalización del área aparece especialmente en torno de las iniciativas y certámenes de
muralismo realizadas en los alrededores del CMD.
Los “vecinos” como protagonistas del cambio urbano: En las intervenciones y los eventos
analizados aparece asimismo el “vecino”, categoría genérica que interpela a un sujeto
identificado con el barrio, llamado a “protagonizar” su “renacimiento”. Ahora bien, esta
participación se encuentra restringida a la elección de colores y formas sobre un espacio
urbano estetizado y festivo, que aparece despojado de conflicto. Esta interpelación a los
sujetos como “vecinos” se apoya en la apropiación de fechas de valor simbólico local, como
el día de Barracas (30 de agosto)