Relatoría Sección 8
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Facultad de Filosofía
Seminario: La Filosofía moral de David Hume
Angela María Calvo
Candelaria Abello
2 de mayo de 2024
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Hume identifica, dentro de las cualidades inmediatamente agradables a la elocuencia, el genio,
el sentido común, el razonamiento, entre otros.
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La conversación y el teatro del mundo
La conversación nos habla, entre otras cosas, del carácter teatral de la filosofía
moral de Hume. Aquí, los actores morales deben prestar total atención a los
sentimientos de placer o desagrado que generen en los espectadores, como si se
encontraran en el espectáculo.
Al igual que en el teatro, donde los actores deben ponerse una máscara para
interpretar un personaje, en espacios de sociabilidad, también se requiere de cierta
moderación del carácter para velar por el respeto, como sucede cuando se esconde el
desagrado hacia una persona u opinión, cuando hay desgano pero, dado al compromiso,
hay que mostrarse alegre y amable, o incluso cuando se quiere dar una opinión radical o
controversial pero es neutralizada al momento de expresarla a los otros. Este
ocultamiento, el decoro, el disfraz, y el cómo queremos ser percibidos harán parte de la
construcción del rol que cada persona busca interpretar a nivel social, generando así un
juego de expectativas en el que esperamos ser agradables para la sociedad. Es
importante señalar que el disfraz no tiene como fin interacciones basadas en la falsedad
y la hipocresía, sino en construir un ambiente donde sea posible un intercambio libre y
respetuoso de distintas opiniones, cuidandonos de no incomodar o dañar a los demás.
Hay todo un arte en el saber conversar: cuándo y cómo iniciar una conversación,
hacia qué temas dirigirla, cuáles son las preguntas adecuadas para lograr interés y
participación, de qué forma debemos reaccionar, cuándo debemos hablar y cuándo
callar. Si se manejan oportunamente estos factores, y se cuenta con un afortunado
espíritu del diálogo, el actor será inmediatamente agradable para los espectadores,
ganando mérito y estima. No obstante, con la misma inmediatez con la que se puede ser
agradable, también se puede ser desagrable, y este es el caso de ciertos personajes,
como por el ejemplo aquel que busca acaparar completamente la conversación sin temor
a interrumpir o los llamados “embusteros inofensivos” que optan por exagerar sus
anécdotas y contar todo tipo de falsedades. Pues las ficciones sólo son admitidas en
situaciones donde la verdad no es importante, como sucede por ejemplo en la narración
de cuentos humorísticos.
La agudeza e ingeniosidad
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Las cualidades de sociabilidad, o del “saber convivir”, forman una parte
importante del mérito personal y son consideradas de alta estima por el resto, en este
caso la ingeniosidad y la agudeza son muy bien recibidas. En los países donde las
personas no se ven con frecuencia en ámbitos sociales y prefieren una vida más privada
y distante, estas cualidades se deben fortalecer en ámbitos más pequeños y estables,
como la familia o un pequeño círculo social. Y en cambio, en países donde se aprecian
los grandes espacios sociales, se aprecian otro tipo de cualidades, cómo el saber temer
una charla ligera, o el tener temas divertidos e interesantes a la hora de conversar. Para
ser una buena compañía nos servirá expresarnos con cierto dinamismo y astucia según
la circunstancia en la que nos encontremos, para ello es ideal contar con Agudeza e
Ingeniosidad. Cualquier persona que perciba a través del gusto o del sentimiento tales
cualidades las reconocerá con alegría.
La modestia
Hume sostiene que los seres humanos tienden con mayor fácilidad a
sobrevalorarse, así que por su escasez, la modestia se considera una cualidad especial,
además de ser inmediatamente agrdable. Pues demuestra el buen sentido, significa el
pudor o la delicadeza con la que nos dirigimos a los demás, demuestra que nos importan
los sentimientos del otro, que no queremos hacer daño y cierto recelo hacia la censura.
El cultivo de esta cualidad será especialmente beneficiosa en los jóvenes, ya que
promueve una buena actitud al aprendizaje constante, recordándoles que siempre es
posible una mejora y que los logros no son motivo de arrogancia.
Ahora bien, aunque es beneficioso contar con esta cualidad, no por ello se debe
dejar de lado “un noble orgullo y fuerza de espíritu”, ya que nos será útil en situaciones
de opresión o calumnia. El carácter de Sócrates, es un gran ejemplo, puesto que actuó
durante toda su vida con modestia, pero también se defendió con firmeza cuando la
situación lo ameritaba.
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El deseo de fama, la decencia y la limpieza
En primer lugar, el deseo de fama nos alienta a contar con una buena reputación,
impulsándonos a tener una noble disposición hacia los demás y a fortalecer cualidades
como la atención, la ayuda y la servicialidad. Es habitual que nos queramos ver
presentables para asistir a una reunión social y lleguemos dispuestos a tener buenas
conversaciones y a ser amables. Sin embargo, la vanidad no será bien recibida, pues
“Parece consistir, principalmente, en exhibir sin moderación nuestras ventajas, honores
y logros y en buscar de modo tan impertinente y descarado el elogio y la admiración,
que ello resulta ofensivo para los demás y atenta contra su secreta vanidad y ambición.”
(M 8.11, SBN 265). La necesidad de reafirmar constantemente que somosqueridos y
venerados, como si esto no fuera posible, tan sólo demuestra inseguridad y
desesperación por ser validado.
En segundo lugar, “La decencia, o un debido respeto a la edad, al sexo, al
carácter y a la posición social, puede ser clasificada entre las cualidades que son
inmediatamente agradables para otros y que, por eso mismo, adquieren alabanza y
aprobación.” (M 8.12, SBN 266). Comprendo que Hume se refiere al “respeto” por las
normas que debemos seguir según lo que somos, de la misma forma en la que un adulto
debe actuar como un adulto y no como un niño; un hombre debe actuar como un
hombre y no como una mujer, es decir de forma afeminada. Se debe actuar según sus
respectivos roles, de lo contrario se verá contradictorio, feo.
Por último, la limpieza también es una virtud importante pues nos habla de
cuidado y afecto, siendo inmediatamente agradable; en cambio la falta de limpieza se
considera un “vicio menor”, siendo inmediatamente desagradable para los demás. En
esta distinción podemos observar claramente el origen de las distinciones morales,
puesto que nos alejaremos o rechazaremos aquello que se nos hace desagradable, y
aprobamos aquello que nos es agradable.
Para finalizar, comprendemos que hay una belleza que todas las cualidades
agradables comparten, normalmente nos es sencillo rastrear y justificar el origen de esta
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belleza en cada una de las cualidades, sin embargo, siempre hay una belleza que se
escapa de nuestra explicación, que agrada al espectador pero le es inexplicable “Hay
una manera, una gracia, una desenvoltura, una gentileza, un no sé qué, que algunos
hombres poseen y otros no, que es algo muy diferente de la belleza y pulcritud externa,
y que sin embargo se apodera de nuestro afecto casi con la misma fuerza.” (M 8.14,
SBN 267). Esta virtud constituye una parte importante del mérito personal, la podemos
notar en los demás gracias a nuestro gusto y al sentimiento.
Por último, es fundamental que tengamos cierta claridad en los actos que
censuramos o alabamos en la vida social para contar con un buen juicio. Pues de la
misma forma en la que distinguimos entre la belleza y la fealdad, debemos aprender a
distinguir entre aquello que es agradable y desagradable para el otro, es decir, debemos
refinar nuestro gusto. Este juicio interno es una suerte de facultad, un cierto olfato que
nos permite percibir la belleza y la deformidad en el mundo, una sensibilidad que
también puede llevarnos a percibir belleza y fealdad en las acciones o en los caracteres
de las personas, sin embargo, este razonamiento está lejos de ser explicable en teorías de
la razón. El desarrollo del buen gusto nos permite no solo ser buenos espectadores;
perceptivos y observadores, sino también que tales distinciones y matices nos sirvan al
momento de ser buenos actores morales.
Bibliografía
Hume, D. (2014). Investigación sobre los principios de la moral. Madrid: Alianza Editorial.
persona de David Hume. Roma: Pontificia Università della Santa Croce.
Calvo, A. (1994). Simpatía y espectaculo en la moral de David Hume. Bogotá: Universitas
Philosophica.
Urrea, A. (1999). Gusto y civilización en David Hume. Bogotá: Universitas Philosophica.