Fallo Macro
Fallo Macro
Fallo Macro
CONSIDERANDO
1.- Que por sentencia n° 388 de fecha 12 de diciembre de 2023, la Sra. Juez
Civil y Comercial Común de la Iª Nominación del Centro Judicial de Concepción, resolvió
no hacer lugar a la acción de nulidad interpuesta por la letrada Ana Isabel Irarrázaval,
apoderada de S. B. L., en contra del Banco Macro SA; declaró abstracto el pronunciamiento
respecto de la reestructuración de la deuda de la actora; desestimó las excepciones de
prescripción liberatoria y falta de legitimación activa interpuestas por Banco Macro SA; hizo
lugar a la demanda de daños y perjuicios instaurada por S. B. L. y R. A. L. en contra de
Banco Macro SA, y en consecuencia, condenó a la demandada a abonar a S. B. L. la suma
de $1.841.858, y a R. A. L. la suma de $1.600.000, con más intereses la tasa activa cartera
general (préstamos) nominal anual vencida a 30 días que fija el Banco de la Nación
Argentina, desde la fecha de constitución en mora – carta documento del 20/2/2018 - y
hasta su efectivo pago, haciendo constar que dichas sumas deberán ser abonadas en el
plazo de 10 días de quedar firme la resolutiva. En materia de costas, respecto del proceso
de nulidad, las impuso a la parte actora vencida, y respecto del proceso sobre daños y
perjuicios acumulado al presente, al demandado Banco Macro SA, en virtud del principio
objetivo de la derrota en juicio (art. 61 del CPCCT).
2.- El letrado Esteban M. Padilla apoderado de Banco Macro SA interpuso
recurso de apelación y expresó agravios contra la sentencia referida en fecha 1/2/2024, los
que fueron contestados por la parte actora en fecha 19/2/2024 según historia del SAE
(18/2/2024 según reporte del SAE).
Apeló también la parte actora en fecha 1/2/2024, recurso que fue contestado
por el letrado Esteban Padilla, por Banco Macro, en fecha 26/2/2024.
2.-1.- Recurso del Banco Macro SA:
Señaló que le causan agravios los puntos III, IV y V de la sentencia de apelada
en cuanto condenó a su mandante al pago de indemnizaciones en favor de la parte actora,
más costas del proceso de daños y perjuicios.
Luego de exponer los antecedentes del caso, indicó como primer agravio el
rechazo de la excepción de prescripción.
Adujo que al deducir la excepción referida consideró como fecha de inicio del
plazo de prescripción, el día 4/7/2018, correspondiente a la fecha del último préstamo
otorgado por su mandante a la actora y que la Sra. Juez a quo coincidió con dicha fecha,
pero entendió que la acción de amparo y el planteo de nulidad de los préstamos
interrumpieron el plazo de la prescripción de la acción por daños, lo que le causa agravio
en tanto en esos procesos no se reclamaron daños y perjuicios y por lo tanto no
interrumpieron el plazo de prescripción. Destacó que para que tuvieran ese efecto, debían
contener una petición concreta y precisa de daños lo que no ocurre en la especie, así como
que el Sr. R. A. L., ni siquiera fue parte en esos procesos, por lo que alegó que en relación
a su reclamo por daño moral jamás existió un proceso que interrumpiera el curso de la
prescripción. Acentuó que desde el 4/7/2018 los actores ya tenían certeza de la existencia
de los supuestos daños por los préstamos contraídos, siendo entonces desde ese momento
en que comenzó a correr el plazo de prescripción para la interposición de la acción de daños
y perjuicios, por lo cual, habiendo transcurrido más de tres años desde esa fecha a la fecha
de interposición de la demanda, la acción se encuentra prescripta (art. 2561, CCyCN).
En segundo término, se agravió por el rechazo de la excepción de prescripción
respecto al reclamo de daños de R. A. L.. Indicó que el reclamo del actor R. A. es
independiente del de su madre y que las acciones iniciadas por ésta en contra del Banco,
jamás podrían interrumpir el curso de la prescripción del reclamo deducido por su hijo, quien
no es parte en el proceso de nulidad ni en la acción de amparo, lo que no fue advertido por
la Sentenciante. Manifestó que R. A. inició la demanda cumplido el plazo de prescripción, y
no existe causal alguna de interrupción o suspensión del curso de la misma, por lo que
solicitó que se revoque la sentencia en ese punto y que se haga lugar a la excepción de
prescripción en relación con dicha acción.
En tercer lugar, se agravió por el rechazo de la excepción de falta de
legitimación activa.
Expresó que R. A. L. no era cliente del banco, y no existía relación de consumo
alguna con él. Refirió en tal sentido que el fundamento de la sentencia está dado en el
carácter alimentario del sueldo de la actora S. B. L.. Se preguntó respecto de quién estaba
obligado a cumplir con los derechos esenciales del niño, si era su madre o la entidad
demandada, para responder que, sin dudas, la madre era la obligada. Añadió que en autos
no existe prueba alguna sobre el daño sufrido por R. A. L. y resaltó que en algunos casos
los daños directos fueron rechazados por falta de prueba y en otros por considerar que el
reclamo es “extrapatrimonial”. Puntualizó que la sentencia rechazó los daños “directos” e
“indirectos” reclamados por la actora S. B. L. respecto de su hijo, por lo que razonó que, si
no hubo daño directo o patrimonial en relación con R. A., tampoco existe daño moral que
se le haya causado. Afirmó que la sentencia condena al Banco a resarcir un daño moral, o
extrapatrimonial en favor de R. A., lo cual es contrario a derecho, y que el fundamento para
la condena, esto es, que “indirectamente” la afectación del sueldo de la Sra. L. repercutió
en el desarrollo de las actividades de R. A. como ser vestimenta, alimentación, deporte,
esparcimiento. Lo que no se ha demostrado.
Expresó que no existe sustento jurídico para la condena de daño moral, la
cual ha sido impuesta contrariando lo previsto en el art. 1741 CCyCN que expresamente se
encuentra vedada, con una interpretación ilegítima en el sentido de que el Banco Macro
SA, sería obligado a cumplir con las obligaciones alimentarias del menor R. A., por lo que
solicitó que se revoque la condena por daño moral respecto del damnificado indirecto.
Señaló a continuación que le agravia la sentencia en cuanto ordena a su
mandante que asuma las costas de los procesos iniciados en contra de la actora. Dijo que
la sentencia -en otra interpretación arbitraria e incongruente de los hechos planteados y las
pruebas producidas en autos- condenó al pago de las costas de los procesos iniciados por
distintos acreedores a la actora. Puntualizó que su mandante no intervino en ninguno de
esos procesos, ni en sus contrataciones, que desconoce cuál fue el motivo de los préstamos
solicitados y el destino del dinero. Relató que la lógica de la sentencia es la siguiente: “Mi
mandante debitó las cuotas de los préstamos en sumas que superaban el 20% del salario
de la actora, en consecuencia, la Sra. L. tuvo que financiar su estándar de vida recurriendo
a otros financistas, y como no pagó esos nuevos créditos y al haberse iniciado juicios, el
Banco debe asumir las costas de estos procesos”. Opinó que el esfuerzo en la
argumentación expuesta no logra unir el nexo causal entre los hechos que se plantean y
los daños que se condena resarcir al Banco; sostuvo que la actora no practicó ninguna
prueba que acredite que los débitos – contratados y autorizados con el Banco -, la hayan
conducido a obtener otros préstamos, todo lo cual fue expresado al contestar la demanda,
y fue demostrado en la etapa probatoria. Consideró que la actora tenía un nivel de vida que
no guardaba relación con sus ingresos, y que ese déficit entre sus ingresos y sus gastos,
la sentencia, sin fundamento alguno, dispuso de manera absurda que lo pague el banco al
ordenar cubrir las costas de otros procesos judiciales, por lo que solicitó que se revoque
también la sentencia en este punto.
En quinto lugar, se agravió por la condena por daño moral y el elevado monto
fijado en la sentencia de primera instancia de $1.600.000 a favor de cada actor. Afirmó que
su mandante se tuvo que defender de afirmaciones falsas, en particular de la postura de la
actora respecto a que no había contratado con el Banco; y en tal sentido recordó que la
actora negó la firma en los contratos y se tuvo que practicar pericial caligráfica para acreditar
la falsedad de sus dichos, por lo que el reclamo por daño moral partía de premisas que no
son ciertas y sin embargo a pesar de haber rechazado los procesos de nulidad, se condenó
al Banco a pagar la suma antes referida a cada actor por este rubro, lo cual no guarda
relación con los hechos debatidos en esos procesos. Señaló que no se ha valorado la
conducta irresponsable de la actora, quién tomó una gran cantidad de préstamos con
distintas entidades, por lo que la afección en el espíritu reconoce como causa determinante
el sobreendeudamiento irresponsable de la Señora L., quien teniendo en cuenta su
formación docente no es una “consumidora vulnerable” que no haya podido comprender el
alcance de sus actos (art. 1725, CCyCN).
Afirmó que el débito efectuado por la entidad bancaria de la cuenta sueldo de
la actora por sumas superiores al 20% de sus haberes, es consecuencia del
sobreendeudamiento de la Sra. L., sin que esos débitos tengan un nexo adecuado de
causalidad con la afectación en el espíritu que dice haber sufrido. Destacó que no hay
norma alguna que establezca un límite del 20% de débito para la devolución de préstamos,
sino que ese límite ha sido una creación jurisprudencial y no legal como se dijo en la
resolución; que el tope legal ha sido previsto para embargos y no para débitos
consensuados como acontece en el caso de autos. Expuso que su mandante con
autorización de la actora debitó las cuotas de los contratos de préstamos que la Sra. Juez
consideró válidos y sin ninguna cláusula abusiva, por lo que no resulta razonable la
interpretación de que el Banco tuvo “un trato indiferente, desaprensivo y sobre todo
violatorio de derechos amparados incluso, en nuestra carta magna por parte del banco
accionado hacia la actora, esto se evidencia en los descuentos que superan de una manera
abusiva el 20% permitido por ley, llegando a afectar el 90% de lo depositado por el
empleador de la actora en su cuenta sueldo”. Mencionó que el dinero debitado por el Banco,
fue en virtud de los préstamos solicitados por la actora y del consumo de su tarjeta, es decir,
es dinero que utilizó la actora; que en el caso de la tarjeta de crédito, debe tenerse en
cuenta que se trata de un medio de pago, es el dinero que prestó el Banco para pagar los
consumos de la actora, que son los que dice que “no pudo realizar para ella y su hijo”, por
responsabilidad del Banco. Indicó que la sentencia en este punto dice: “Por lo tanto se
observa que el préstamo solicitado por la actora en el mes de diciembre de 2017, fue
efectivamente imputado al pago de su deuda en las tarjetas de crédito de su titularidad”.
Advirtió que no corresponde condenar al Banco al pago de un daño moral por haber actuado
conforme lo pactado y cumpliendo sus obligaciones; que los contratos son válidos, y si
ninguna de sus cláusulas fue declarada inválida o nula, no resulta justo condenar al Banco
al pago de una suma de dinero por daño moral, y menos en un monto que no guarda
relación alguna con los hechos debatidos en autos.
Refirió que ninguna prueba que se haya producido en los presentes autos del
daño moral que el Banco debe reparar, todo lo contrario, se demostró la falsedad de los
planteos de la actora, que con mala fe procesal negó su firma y no concurrió a la pericial
caligráfica para sostener su postura. La misma sentencia consideró esa circunstancia y no
obstante ello condenó al Banco al pago de este rubro premiando a la actora por su
conducta. Sostuvo que la actora generó desgaste procesal y económico, que se tuvo que
ofrecer pruebas periciales por el sólo hecho de que la Sra. L. no dijo la verdad en contra de
todos los principios procesales de buena fe y colaboración. Adujo que los mismos montos
reclamados por la actora como daños “directos” e “indirectos” (gastos de colegios privados,
estudios médicos, viajes de egresados, cuotas de rugby, viajes de Rugby, salidas
recreativas, etc.) evidencian lo absurdo de sus pretensiones, ya que estos gastos que se
vio privada – ella y R. A. -, debían relacionarse con los ingresos y la verdad es que con los
mismos no guardan relación alguna.
Finalmente expresó que se equivoca la Sentenciante cuando entiende que la
afectación ha sido del 90% del salario, sin advertir que la actora tenía otra cuenta en donde
acreditaba haberes (la nº 24800052/1) conforme surge de los resúmenes que se adjuntaron
en el expediente 360/18 (acción de amparo). Ese expediente digitalizado y ofrecido como
prueba por ambas partes demuestra que la afectación no fue del 90% de los ingresos de la
actora y fue reconocido por la propia actora L. cuando a fs. 539 vta., manifestó que en la
cuenta 24800052/1 del Banco percibía ingresos como docente y por sus tareas en escuela
privada. Tampoco advirtió la a quo que conforme surge de fs. 303 de ese expediente; la
Caja Popular de Ahorros de Tucumán en agosto de 2017 otorgó 2 préstamos a la actora y
que los mismos se abonaban mediante cesión de haberes, es decir, aclaró, que el sueldo
de la actora antes de ingresar a la cuenta del Banco ya se veía afectado por esos dos
préstamos contraídos en la Caja Popular y que si se observan los recibos de haberes de la
actora se puede observar que ese salario desde agosto de 2017 se vio afectado por esos
préstamos, cuestión no valorada por la Sra. Juez a quo.
Corrido el traslado de ley, contestó los agravios la letrada Ana Isabel
Irarrázaval, por la parte actora, quien solicitó el rechazo de todos y cada uno de los agravios
formulados por la parte demandada, con costas, por los argumentos vertidos en su
presentación a la que me remito por razones de brevedad.
2.- 2.- Recurso de la parte actora:
La letrada Ana Isabel Irarrázaval, por la actora S. B. L. expresó como primer
agravio el hecho de que no se tomaran en cuenta las normas básicas de contratación, como
la Ley de Defensa del Consumidor, arts. 14 bis, 17 y 19 de la CN incurriendo en grandes
omisiones y recortes de forma arbitraria, lo que llevó a que en el juicio de las nulidades de
las operaciones y luego en el reclamo de daños y perjuicios, la Sentenciante no analizara
las peticiones por completo. Conforme a ello requirió que se realice la incorporación
normativa al análisis de los siguientes puntos:
A) En la demanda de declaración de nulidad. Expresó que la operación de
préstamo personal está viciada; que el perjuicio comenzó con el primer préstamo, y luego
el segundo se sumó al caos económico, pues si con el primero no le alcanzaba para pagar,
el segundo ocasionó más aumento en monto, cuotas y año de cierre; y las cataratas de
préstamos con la destrucción del sueldo súper-observable, el abuso absoluto por parte de
la entidad bancaria. Señaló que los elementos del contrato fueron viciados por el Banco: El
consentimiento, objeto, comprensión y asesoramiento. Que la protección del salario es
inexistente en el análisis de nulidad de los préstamos. Reclamó que el Juez no trató los
hechos como sucedieron y que es importante, pero no suficiente invocar la Ley Defensa del
Consumidor, sino que debió incluir los deberes del banco, los derechos de la clienta al
salario y su carácter alimentario. Resaltó que, en el escrito de demanda de nulidad, Punto
V, dijo: “Fundo la presente acción en virtud del art. 275 y ss. CPCCT. Principio General de
contratación, Titulo II Contratos en general art. 957, art. 958 y ss. Libertad de Contratación.
art. 959 efecto vinculante, 961 Buena Fe y demás arts. 1386 forma de los contratos
bancarios. Concordantes. Violación Ley de Defensa del Consumidor. Vicios de los Actos
Jurídicos. Sección 1, art. 332. Lesión”.
B) En la demanda por daños y perjuicios le agravia que hayan sido
desestimados casi en su totalidad. En tal sentido afirmó que la sentencia no tomó en cuenta
la operación del primer préstamo personal, que es el comienzo del perjuicio, por los débitos
exorbitantes; que ofreció como prueba el juicio de amparo; que se invocó la violación al
salario y su protección desde la primera demanda, que fue para ponerle un freno al banco,
por lo que es necesario tratar el préstamo personal de julio de 2017, su causa - efecto y
consecuencia y por ello el reclamo de nulidad y daños y perjuicios. Alegó que la sentencia
de fecha 26/3/2019 tomó en cuenta la CN y se debió continuar resolviendo otros daños
causados a los que no se hizo lugar porque faltó análisis adecuado, por lo que solicitó que
se incluyan las normas y analicen los hechos, haciéndose lugar al agravio, a fin de ser
debidamente tratadas.
Como segundo agravio, expresó que las pretensiones de la actora no fueron
tomadas en su totalidad. Que en el punto II solicitó “se declare la nulidad y
reestructuración…”, por lo que está mal incluida la pretensión de la actora en los siguientes
hechos: A) Con respecto a la nulidad, señaló que hay grandes omisiones, desórdenes y
errores, que se modificó la realidad, causando grave perjuicios. Explicó que el pedido de
nulidad fue solicitado desde el primer préstamo, de acuerdo al contrato fue en fecha
7/7/2017 (60 cuotas) $180.000, con débitos $7.536,12 pues desde allí, no tenía capacidad
de pago la actora con respecto a la financiación realizada por el banco; que la actora
cobraba $17.319,95 (pagaba Visa $13.246,32), cuota de financiación por contrato. Por lo
que, aclaró, que lo que la actora debía pagar con la habilitación del primer préstamo
superaba su sueldo y era de imposible cumplimiento. Siguió diciendo que, en el segundo
préstamo en fecha 22/12/2017 (de 72 cuotas) $60.000, con débitos de $7.402,78 (primer
vencimiento en 5/2/2018) el banco lo llamó reestructuración y estableció el monto, que pagó
a la tarjeta Visa, mediante el sistema bancario y mediante engaño, sin que la tarjeta Visa la
haya notificado por la deuda. Señaló que fue el primer préstamo que debió haber sido
cancelado o directamente no haberse otorgado con la financiación realizada, pero que el
banco la indujo a cancelar la tarjeta de todas maneras. Que así fue que el banco se quedó
con su gran negocio, el primer préstamo y además la financiación, a costa del
endeudamiento de la actora. Sostuvo que no conforme con semejante desastre financiero-
económico, el banco sostuvo y le habilitó todas las cataratas de préstamos posteriores, con
una conducta violatoria de las normas contractuales, desleal y de mala fe (art. 729 CCyCN).
Relató que todas las operaciones de préstamos, tienen en común el mal
financiamiento, la falta de cuidado y previsión, acerca de que la actora no tenía capacidad
de pago, era la parte débil y confió en la entidad (art. 1386 CCyCN). Denunció que no le
fue entregada una copia; que no tuvo control; que fue adjuntado el resumen bancario con
la información recibida. Que reclamó los daños y perjuicios que entiende son consecuencia
de dichas operaciones bancarias, pero que la sentencia salteó el primer préstamo y luego
el segundo fue incluido, pero lo analizó incorrectamente.
Destacó que solicitó que se declare la nulidad desde el primer préstamo; que
se comprobó con la boleta de sueldo, el contrato y resúmenes del banco, que el demandado
violó las condiciones legales del mismos, hubo vicios en la contratación: Ese vicio, al haber
existido en el primer préstamo, generó un efecto cascada hacia los demás préstamos, que
fueron otorgados irresponsablemente manteniendo el estado de endeudamiento. Alegó que
el banco ocultó los efectos que padecería la clienta con la financiación, que era previsible
que no le alcanzaría su sueldo para pagar las cuotas, establecidas por el banco y desde allí
no se puede sostener el consentimiento libre, ya que desde allí se la endeudó. Luego
acentuó que vino la reestructuración, que el banco la indujo, acorde a la situación, a sacar
ese préstamo cuando lo que se debió haber cancelado era, ese primer préstamo y no la
tarjeta. Que de allí vino la catarata de préstamos. Destacó que ese era el orden que a la
sentencia le faltó analizar.
Que en la demanda se desarrollaron los motivos y las distintas operaciones,
transcribiendo lo pertinente de ella y sostuvo que es desde la primera operación que el
banco lesionó a la actora económicamente de manera irrecuperable (de acuerdo al informe
del oficio BNA). Por otro lado, destacó que basta con observar que la demanda indicó un
monto diferente a lo que sostuvo el banco y al adjuntar el contrato el banco recién en el
proceso de nulidad- nunca antes-, para saber que: no hubo buena información; no hubo,
entendimiento; no fue otorgado una copia del contrato; la clienta, actuó confiando en la
entidad bancaria, parte dominante de la relación. Que por ello sacó el préstamo, que estuvo
habilitada para pagar, que debió ser acorde a su boleta de sueldo. Refirió que la sentencia,
en mirada selecta, aseguró que dicha operación fue tomada, lo que le causa perjuicio, por
cuanto el banco sabía cuánto cobraba, fechas y, sin embargo, financió y financió, préstamo
que era impagable para la clienta (art. 735 del CCyCN). Señaló que la sentencian continuó
diciendo que los préstamos fueron solicitados por la accionante, afirmación que le causa
agravios porque no analizó que el banco no se comportó profesionalmente con el primer
préstamo, que el banco habilitó sin el mínimo cuidado de causar perjuicio y empobreció a
la clienta, trabajadora, mamá.
Refirió que le agravia la sentencia que incurre en contradicciones, errores de
interpretación y mezclas, por lo que rechaza los rubros indemnizatorios casi en su totalidad.
Solicitó se haga lugar al agravio con el debido tratamiento.
En tercer lugar, afirmó que le agravia la Sentencia en el punto III por completo,
en concordancia con los agravios anteriores porque excluyó y omitió valorar pruebas.
Destacó que en la sentencia se dijo “...la actora presenta una serie de documentos, los que
consisten en: resúmenes de su cuenta sueldo, que son resúmenes bancarios – donde se
encuentran los préstamos posteriores al mes de septiembre del año 2017, 2018 y 2019;
boletas de sueldo desde agosto del año 2017 y del año 2018; cartas documentos de fechas
17/2/2018, 23/2/2018, 4/1/2019 y 7/5/2019 que demuestran el intercambio epistolar entre
las partes; resúmenes de la tarjeta de crédito Visa Gold y Visa Classic. De esta documental
surgen los descuentos efectivamente realizados por el banco de la cuenta sueldo de su
titularidad, imputados tanto a mutuos comerciales como a débitos por consumo de tarjeta
de crédito que administra el accionado”. Destacó que faltó valorar el monto de lo que
cobraba la actora al otorgársele el primer préstamo, que se adjuntó boleta de sueldo, el
importe y el carácter de lo que pagaba la clienta según informe bancario con lapicera negra;
así como los contratos, (adjuntados recién en el proceso de nulidad de las operaciones)
donde se establecieron las cuotas, fechas, que la clienta respondía con su sueldo, con lo
que se probó que no se encontraba en condiciones para recibir el primer préstamo, acorde
a la financiación y, en consecuencia, tampoco debió habilitarse los otros préstamos, por lo
que solicitó que se declare la nulidad de dichas operaciones. Opinó que ante la postura del
banco, se debió analizar el consentimiento viciado por el engaño y ocultamiento, pero que
aún con el consentimiento, el sueldo era insuficiente, por lo que, sostuvo, el Banco es
responsable de las operaciones efectuadas.
Reiteró que está probado que la actora en el 2017 cobraba $17.319,95 entre
ambas boletas de sueldo y tenía como obligación de pago -por otro producto de la misma
entidad bancaria, la tarjeta Visa, reconocido en la sentencia de amparo-, por la suma de
$13.246,32 (resumen de fecha 20/12/2017, donde la empleada del banco le explicó a la
clienta y le anotó con lapicera negra, dichos valores y a qué obedecen los débitos) y que
no le alcanzaría su sueldo para responder a la financiación impuesta. Adujo que al
autorizarle el banco el préstamo de $100.000 en 60 cuotas de $7.536,12, ello era de
imposible cumplimiento ya que no podía responder a la cuota del préstamo, lo que es
inconstitucional (art.19 CN), por lo que el banco debe correr con los riesgos creados por él.
Enfatizó que el banco fue por más, y mediante engaño, le autorizó el segundo
préstamo - reestructuración, para cubrir la deuda de $13.246,32 con la tarjeta, lo que implicó
otra mentira ya que luego vinieron las cataratas de préstamos, otorgados a la clienta en las
condiciones de endeudamiento económico que se encontraba en situación irrecuperable
como lo define el Banco Central de la República Argentina, al contestar el oficio.
Solicitó que se incorporen las pruebas y se declare la nulidad de las
operaciones bancarias y que se incluya las epistolares cursadas entre las partes en donde
la actora le reclamó al banco en aquel momento para que revea su situación crediticia y/o
financiera a fin de que se le restablezca su sueldo y cuyo contenido transcribió (carta
documento del correo argentino nº 861374944 de fecha 20/2/2018 y carta documento OCA
nº 00584849 de fecha 23/2/2018; carta documento correo argentino n° 861374944 de fecha
20/2/2018).
Sostuvo que no se analizó en la sentencia, que sobre los pedidos de informes
sobre el monto de los sueldos y aguinaldos percibidos por la actora, S. B. L. desde el mes
de enero del año 2013 hasta el día 24/5/2023: el Superior Gobierno de la Provincia -
Ministerio de Educación, Escuelas Secundarias (en el juicio de daños y perjuicios –
expediente nº 387/21. CPD nº 6) informó un haber escaso y altas retenciones en el 2017
en especial en los meses noviembre y diciembre en adelante; que no fue diligenciado el
oficio a la “Escuela de Comercio República de Panamá”; que la AFIP-DGI, dijo que dicha
información se encuentra amparada por el Instituto del Secreto Fiscal, art. 101, Ley 11.683,
y que con los oficios a la Mueblería (CPD n° 4) no quedó probado que las compras fueron
efectivamente entregadas a la actora.
Refirió que todo el análisis realizado en la sentencia sobre el juicio de amparo,
por el que se probó el daño y perjuicio causado, surge errado y parcial ya que no tuvo en
cuenta que esas operaciones forman parte del medio al final de la cadena de préstamos;
por lo que: 1) La sentencia analiza la catarata de préstamos que fueron otorgados con fecha
posterior al primer préstamo, que es la operación que causa del endeudamiento. 2) Que es
desde ese primer préstamo, como así también el segundo préstamo, no pudo cancelarlos
porque los tiempos entre una y otra operación fueron demasiado escuetos y estaba
endeudada desde el primero; en cuanto a la pericia expresó que al hacer referencia a la
mitad y final de la seguidilla de préstamos mal otorgados, el trabajo encomendado al perito
fue parcializado, por lo que no pudo aportar una realidad completa, sino un pedazo último
de la cuestión en análisis, que ya adolecía de vicios, por lo que la prueba es deficiente.
Indicó que para responder a todos los préstamos tenía su sueldo, con monto
determinado, y quien realizaba la financiación y otorgamiento sobre ese sueldo era el
banco, por lo que solicitó la nulidad de las operaciones.
Luego de transcribir los fundamentos del fallo impugnado respecto de que la
pericia es clara en cuanto a que el préstamo solicitado por la actora en el mes de diciembre
de 2017 fue efectivamente imputado al pago de su deuda en las tarjetas de crédito de su
titularidad, por lo que desestimó la nulidad de las operaciones reclamada, manifestó que la
tarjeta tenía pocos consumos, que sus pagos se realizaban al día; que manipulando y
abusando de su necesidad, el banco la hizo dar de baja a la tarjeta y le otorgó el segundo
préstamo cuando el banco debió cancelar el primero y así evitaba el daño. Que recién allí
la Sentencia observa que existió el segundo préstamo pero que no fue como lo considera
ya que no fue “tan solo” tomado, sino que fue inducido a sacarlo, en un pésimo
asesoramiento del banco. Relató que en ese momento – al 12/12/2017 - le descontaban
todo su sueldo a raíz del primer préstamo para cancelar la tarjeta Visa. Que no era el
problema de la clienta sino del banco, un negocio irresponsable a costa de la clienta y sin
ninguna posibilidad de sacarla de la deuda.
Se agravió en cuanto la Sentenciante declaró abstracta la retención indebida
resuelta mediante el proceso de amparo toda vez que los juicios ejecutivos que fueron
iniciados en contra de la actora, por los débitos del 90% del sueldo son los daños y
perjuicios ocasionados y por ello solicitó que se hagan lugar a las indemnizaciones, incluyan
las pruebas y los derechos violados.
Como cuarto agravio explicó que el Juez a quo modificó, desconoció y mezcló
los rubros indemnizatorios solicitados en la demanda, desestimando rubros completos, aún
probados, por lo que solicitó que se incorpore la demanda de daños y perjuicios en forma
correcta. En tal sentido afirmó que la Sentencia resolvió que los actores reclamaron como
rubros indemnizables: Daños y perjuicios: daño directo: en virtud de que el banco la sometió
a la necesidad de pedir préstamos para vivir, sin poder pagar, fue demandada en varios
juicios ejecutivos, pero que no analizó que fue el banco quien la sometió a la necesidad de
pedir préstamos; resaltó que es injusto y arbitrario, porque el ser demandada
ejecutivamente, trae aparejada deudas completas, no puede salvar el capital como lo hace
la sentencia, la falta de disposición del dinero en el momento, que no tenía para cubrir las
necesidades básicas de vida, malestar, y el sometimiento a la falta del dinero y poniéndola
en carácter de deudora, no fue su culpa. Que el capital demandado, tampoco la sacó del
estado de endeudamiento y forma parte del daño, por la suma de pesos de cada una de las
demandas, ya que tuvo que afrontar juicios sin abogados, por la carencia económica en la
cual se encontraba que abarca todo el monto de la demanda ejecutiva, sin discriminaciones
de capital, intereses y gastos. Expresó que el juez minimizó, desconoció y recortó los daños
ocasionados, ya que no pudo disponer de su sueldo en tiempo y forma por decisión
irresponsable del banco. Señaló que la sentencia debió guardar el orden de los rubros
conforme fueron pedidos. Transcribió seguidamente en detalle los rubros tal cual fueron
expuestos en la demanda de daños y perjuicios, así como las pruebas allí producidas a fin
de su acreditación.
Siguiendo el orden expuesto en la demanda sobre el reclamo de daños y
perjuicio, que transcribió, dijo en relación al daño directo:
Como el banco le descontó todo el sueldo sin que supiera el motivo, le hizo
perder la posibilidad de operarse de la vista, y sin la posibilidad de tratamiento especial,
refirió que la sentencia arbitrariamente rechazó el rubro indemnizatorio. Que en el CPA n°
2) Informativa, del juicio de daños, el instituto del Dr. Zandivar contestó y con ello probó
que la actora, tenía padecimientos visuales, necesitaba realizar una cirugía, que en el 2017
no se realizó, ni en ningún otro año posterior y debe evaluarse si es posible realizarse.
Solicitó que se haga lugar a este rubro indemnizatorio por, la suma del valor del 1° préstamo
($180.000) con más el perjuicio probado por la falta atención y tratamiento, medicamentos
y deterioro visuales que conlleva la falta de tratamiento. Indicó que se solicitó y se reclamó
en la demanda de daños y perjuicios. Punto IV. Daño directo. Ítems B) la suma de pesos
quinientos mil ($500.000) por cada año de perjuicios. Desde 2017 a la actualidad.
Con referencia a la reestructuración, por el préstamo del 22/12/2017 de
$60.000,00, de 72 cuotas, que fue para pagar la tarjeta visa, que no se debía, y le generó
a la actora, otra deuda fuera de los límites legales, con falta de capacidad de pago y con
engaño, solicitó que se haga lugar a la indemnización por el valor de $60.000.
Por el reclamo por la retención abusiva del 20% del sueldo ($265.121,19),
desde fecha 1/7/2017 hasta 23/4/2020, ítem respaldado por el juicio del amparo, solicitó en
el juicio de daños las consecuencias de la retención indebida; que en el punto F) detalló
cada uno de los juicios que no pudo pagar, por lo que solicitó las devoluciones de todos los
juicios desde, capital, intereses y gastos, incluyendo honorarios profesionales.
En el escrito de demanda, reclamó porque el banco dejó a la actora, sin tarjeta
de crédito, desde diciembre de 2017 hasta la fecha de la demanda y continúa sin poder
gozar de los beneficios de la tarjeta, por lo que inició el juicio de nulidad en el que solicitó
que se levante la condición de deudora, pero aún, no se le hizo lugar. Afirmó que la
sentencia no consideró que la privación y/o exclusión misma es el daño que se reclama es
ilegal. Dijo que reclamó la suma de $60.000, por cada año de prohibiciones, por lo que
desde 2017 al 2024 suma $480.000. Señaló que la sentencia le agravia porque dijo que si
bien se prueba que el banco accionado dio de baja las dos tarjetas de titularidad de la
actora, no obra prueba de los beneficios que dijo que se vio privada. Refirió que el perjuicio,
es la prohibición misma, de derecho al uso de la tarjeta de crédito y que se agrava el daño
al estar endeudada la actora, no le fue posible obtener ninguna tarjeta, desde la baja del
banco Macro; que en el CPD n° 6 se acreditó, con los resúmenes de la tarjeta que los gastos
de la actora, nunca fueron exorbitantes, y que las compras que efectuaba, eran para cubrir
las necesidades del hogar. Afirmó que la actora, no era una compradora compulsiva, ni
gastaba más allá de lo que podía pagar. Afirmó que el banco le causó grandes problemas,
para enfrentar los gastos del hogar; la sometió a comprar al contado a sabiendas, que
estaba sin gozar del sueldo; la Sentencia admite que: la Actora solía manejarse con tarjeta.
Señaló que con la prueba Informativa CPA2 de la actora se acreditó que no tuvo tarjeta,
desde 22 de dic 2017 momento de crisis total y hasta la actualidad, como se informó en
fecha 29/5/2023, por Banco De Galicia y Buenos Aires SAU; contestación de fecha
30/5/2023 de Rapicuotas, que dijo que no emite tarjetas de créditos, y en relación a la Sra.
S. B. L. le fue otorgado un préstamo el cual se encuentra en estado "cancelado" no
poseyendo deuda alguna en la actualidad; responde realizado en fecha 30/5/2023 por el
Banco HSBC en el sentido de que no registra, ni registró cuentas y/o productos activos en
la entidad; en fecha 1/6/2023, contestó BNRA en el sentido de que no registró ninguna clase
de productos en ese Banco por el período solicitado y que no es pasible de créditos, puesto
que se registra en situación 5 Irrecuperable en el BCRA en dos Entidades Financieras al
mes de Marzo/23”; que con la prueba de la demandada se acreditó que, la única que la
tiene endeudada es el Banco Macro SA. También (CPD5. Expte. 387/21). Indicó que en
fecha 28/6/2023 contestó oficio. Agregó que en fecha 1/6/2023 contestó Comafi Compañía
Financiera Argentina SA en el sentido de que la accionante no fue ni es titular de tarjetas
de crédito con su mandante; que en fecha 6/6/2023, contestó Sánchez Celina. Tarjeta Su
Crédito. Valle Fértil diciendo que la actora no es titular de tarjetas de crédito en esta entidad
desde la fecha indicada (año 2018) y que, en el supuesto de una evaluación crediticia, de
acuerdo a sus antecedentes en el BCRA Central del Deudores, al informarse situación 5
por dos entidades financieras (Banco Macro SA, luego Créditos al Río SA) no podría
acceder a préstamos en esa empresa; que en fecha 31/7/2023, contestó Banco Columbia
diciendo que a la fecha de esa respuesta no fue cliente de esta entidad ni tampoco lo es en
la actualidad. Señaló que la gran mayoría, de los oficios fueron contestados, en el mismo
sentido, que la actora no gozó del beneficio de tener tarjeta de créditos. Por lo probado,
solicitó que se haga lugar al rubro indemnizatorio, por el total del daño con actualización.
Continuó diciendo que como el banco la sometió a la necesidad de pedir
préstamos para vivir, fue demandada de varios juicios ejecutivos, y al no poder defenderse,
resultó embargada en juicios radicados en los tribunales de Concepción: en las
nominaciones de la Iº y IIº (SAE) en los que se detallan de los montos de capital y embargos,
Así: -En fecha 1/6/2018 se inició el juicio: “Gonzales Patricio Hernán c/ L. S. B. s/ Cobro
ejecutivo” nº 255/18, en Documentos y Locaciones de la Ia Nom., por cobro de un pagaré
por la suma de pesos $50.000, con más gastos intereses y costas; se embargaron en fecha
26/6/2018, la suma de $50.000 con más $10.000 de acrecidas, cuyo descuento acreditó
con oficio nº 640/1051 de fecha 21/9/2018, y en el que se inició incidente de ejecución de
honorarios por la suma de $13.000 con más acrecidas $3.900, librándose embargo por
decreto de fecha 5/2/2020, que comenzó desde octubre de 2018/diciembre de 2019. Del
informe de fecha 7/7/2020 del Ministerio de Educación, surge que habiendo otros embargos
comenzará a embargarse desde junio de 2021. Requirió que se haga lugar a lo peticionado
por la suma de $76.900, con actualización, pues el daño se debió a la retención indebida
del banco. En fecha 5/12/2018 se inició el juicio “Nadal Mario Rafael c/ L. S. B. s/ Cobro
ejecutivo. Expte nº 1663/18, en Documento y Locaciones de la IIa Nom, por un pagaré de
pesos $100.000, con vencimiento el 3/12/2017, más honorarios, gastos intereses y costas.
Por oficio nº 846 en fecha 1/8/2019 se trabó embargo por $100.000 más $30.000 de
acrecidas, conforme informe de contadores planilla de gastos por la suma de $153.958,00
al 8/2/2021. Requirió que se haga lugar al reclamo por $283.958. con más la actualización.
En el CPD n°3, en fecha 23/5/2023 de juicio de daños se adjuntan datos vinculados del
pagaré. Agregó que en el juicio “Nacul Víctor Miguel c/L. S. B. s/ Cobro ejecutivo. Expte nº
1126/18, radicado en Documentos y Locaciones de la IIa Nom. Se reclamó por un pagaré
por la suma de pesos $50.000, con vencimiento en fecha 27/9/2018 con más honorarios,
por la suma de pesos $6.500, más gastos intereses y costas. Dijo que en el CPD n° 3, en
fecha 23/5/2023 se adjuntaron datos vinculados del pagaré. Reclamó la suma de
$324.521,19 suma provisoria, faltando calcular punto C, quedando para planilla definitiva
con más gastos e intereses. Requirió que se haga lugar a todo el rubro probado
$381.021,19 con más actualización, es decir (el valor de la demanda – capital, intereses,
honorarios y planilla). Que también en fecha 22/10/2019 se inició el juicio: “Sala Mario
Adrián c/ L. S. B. s/Cobro Ejecutivo”. Expte. 727/19, en Documentos y Locaciones de la IIa
Nom., por un, pagaré de fecha 28/02/2020 por $180.000, en el que recayó sentencia el
28/2/2020, en trámite vía plataforma SAE, dijo que la actora, fue sometida a la ejecución y
sin defensa legal, ocasionado por las retenciones indebidas del banco, impidieron la misma.
Señaló que su valor está determinado en $180.000; que por sentencia de fecha 18/5/2023
se resolvió no hacer lugar a la ejecución seguido por el actor Sr. Mario Adrián Salas en
contra de la parte demandada S. B. L., por la suma de $180.000. y se declaró inhábil como
título ejecutivo, el pagaré sin protesto, el pagaré base de la ejecución con costas al actor
vencido y se regularon honorarios al letrado Gustavo Adolfo Rosales por $100.000. Que
también se inició el juicio “García Nelson Sebastián c/ L. S. B. S/ Cobro Ejecutivo”. Expte
n° 5341/21. Documento y Locaciones de la Ia Nom., en el centro judicial de San Miguel de
Tucumán, por un pagaré de $51.000 (CPD n° 3 del juicio de daños), que acredita en fecha
14/6/2023 que se dictó sentencia de trance y remate por honorarios firmes de fecha
9/5/2022 por $62.000 más intereses tasa activa. Indicó la recurrente que le agravia la
sentencia, que no hizo lugar al rubro por el capital de la ejecución sin tener en cuenta que
la retención indebida causó el perjuicio de enfrentar los juicios ejecutivos, sin defensa.
Requirió que se haga lugar al reclamo por $113.000 más intereses tasa activa.
Explicó que también la sentencia le agravia, cuando no hace lugar al reclamo
por el capital base de cada acción, al decir que ello no puede proceder, ya que resolver lo
contrario implicaría un enriquecimiento sin causa a favor de la actora, ya que ésta dispuso
de dichas sumas de dinero en sus gastos particulares, detallando la suma por la que dio
procedencia por cada cobro ejecutivo. Solicitó la recurrente que se haga lugar a todos los
rubros, por los montos que se demandó y acreditó la actora.
En relación a los daños indirectos, dijo que le agravia la sentencia en el punto
de B. Daño indirecto, que rechazó el reclamo del juicio “Credil SRL c/ L. S. B. s/ Cobro
Ejecutivo” nº 141/17, del juzgado de Documentos y Locaciones de la IIIa Nom…, por ser
una deuda anterior. Indicó que la sentencia no consideró, que es una obligación, que debía
responder, por el saldo dentro del período del 2017 octubre y en adelante, y no tenía para
pagar la suma de $6.056 con más intereses y costas y honorarios por la suma de $6.300 y
3/3/2020, por el embargo por la suma de $1.158,47 con más la suma de $630 por acrecidas
($14.144,47 con más actualización); refirió que en la demanda dijo que la actora tenía otras
obligaciones con la empresa Credil SRL, pues necesitaba disponer del dinero efectivo, para
continuar pagando, y lo acreditó en el CPD n° 3, en fecha 24/5/2023, en donde se informó
que en 5/4/2021 se inició incidente de ejecución de honorarios por la suma de $2.530 de
capital más acrecidas por la suma de $759, por lo que arroja como suma favorable a
incorporar en las indemnizaciones de $3.289, que la sentencia omitió. Solicitó que se haga
lugar al rubro por la suma de $17.433,47.
En quinto lugar se agravió respecto del daño moral otorgado a la actora ya
que la sentencia reconoce la situación de sobreendeudamiento que pasó, pero que sin
embargo dejó de analizar el endeudamiento por lo que sostuvo que la sentencia es
contradictoria.
Se agravió seguidamente en cuanto se rechazaron los rubros directos e
indirectos respecto del actor R. A.. Requirió que se tenga en cuenta que en el escrito de
demanda se dijo: “Daño indirecto: en esparcimiento - deporte. Solicito indemnización por
las privaciones en los periodos desde agosto de 2017 a dic de 2021, pasaron 51 meses.
De necesidades sin desarrollarse libremente, pues en todo deporte es necesario cubrir
gastos de movilidad, vestimenta adecuada y alimentación. Que su mamá, no tenía para
proporcionarle a diario el dinero en efectivo. R. realizaba deporte rugby desde los 4 años y
tuvo que dejar de ir al club Huirapuca en esta ciudad de Concepción. Acompaño fotos.
Además, sin tener posibilidades de salir a ningún espectáculo, ni confitería, reuniones entre
amigos en fin toda salida implica movilidad, vestimenta adecuada y llevar para gastar. Si
contamos 4 salidas mínimas al mes sea por deporte y/o esparcimiento con $3.000 x 4
(salidas) = $12.000 x 51 meses = $612.000. Con más ropa $300.000. Por cada año. De
privaciones.” Solicitó que se haga lugar al presente agravios, con los rubros y sumas de
pesos reclamadas, por perjuicio a favor de R. A. L., que fueron arbitrariamente denegadas.
Como séptimo agravio expresó que la sentencia impuso las costas de manera
injusta como consecuencia de la falta de análisis, por lo que solicitó que se reparen los
enormes agravios cometidos y se corrijan consecuentemente las costas.
En octavo lugar expresó que le agravia en el punto 2) de la sentencia cuando
declaró abstracto el pronunciamiento respecto de la reestructuración de la deuda de la
actora, pues debió resolver daños y perjuicios, causados por los débitos exorbitantes, por
no haber podido disponer de su sueldo, el único medio de vida, y no lo hizo íntegramente.
Adujo que por la reestructuración (2do préstamo) por un error de interpretación, aun
habiendo sido reconocido por la sentencia de amparo que existió perjuicio, la sentencia
arbitrariamente no hizo lugar al capital. Solicitó que se haga lugar al agravio completamente,
vale decir con el capital, porque excluirlo, modifica el daño y perjuicio sufrido injustamente
y ello es arbitrario.
Finalmente expresó que la sentencia en los considerandos y resolución es
arbitraria e incurre en omisiones y contradicciones ya que se acumularon ambos procesos
a fin de evitar un fallo contradictorio, pero los recortó y los modificó en perjuicio de la actora,
no expidiéndose sobre la aptitud y responsabilidad del banco en cuanto a la primera
operación y el engaño y otro endeudamiento en la segunda operación, es decir, no hizo el
análisis de la nulidad. Solicitó que se trate la nulidad de las operaciones planteadas.
2.- 3.- a) Contestación de agravios
En fecha 26/2/2024 contestó los agravios de la parte actora el Dr. Padilla, por
la parte demandada, quien expresó – respecto del primer agravio – que se plantean
afirmaciones dogmáticas, transcripción de párrafos de la sentencia y de la demanda, sin
explicar cuáles serían los vicios que contienen los préstamos para la procedencia de su
demanda. Indicó que en la demanda de nulidad fue categórica al expresar “no saqué
préstamos en el banco, no tengo tarjetas”; “no existió tales gastos con tarjeta”, “el préstamo
fue dado sin condiciones claras”, “hubo mala fe”, “solicito la nulidad de las operaciones
bancarias primer préstamo y reestructuración”, “como así también de las otras operaciones
subsiguiente de menor valor que tampoco realicé”. Que al contestar la demanda, se
detallaron cada uno de los préstamos, se acompañó la documentación correspondiente en
cada caso, luego en la etapa probatoria se ofrecieron pruebas pericial caligráfica y pericial
contable, que acreditaron en detalle cada una de operaciones de mutuo y tarjeta de crédito
de la parte actora. La sentencia, al contrario de lo planteado en ese agravio, realizó un
pormenorizado análisis de cada una de las operaciones, de las periciales y fue contundente
al concluir que: “de la documental mencionada, y en especial de la pericia contable y
caligráfica que no fueran objeto de impugnación, conforme se señaló, surge que la actora
ha celebrado con el banco accionado, una serie de contratos denominados mutuo o
empréstito comercial, bajo la modalidad de adhesión, que se perfeccionaron tanto por el
consentimiento de la Sra. L., exteriorizado a través de la firma de las solicitudes de su puño
y letra, y el posterior depósito del dinero por parte de la entidad accionada, en la cuenta
sueldo de la misma”. Señaló que la actora no sólo no aportó ni una sola prueba que
conduzca a concluir que los contratos son nulos, sino que tampoco impugnó las periciales
caligráficas y contables que demostraron la existencia de los contratos; que consintió los
dictámenes presentados que son los que demuestran el correcto accionar de mi mandante;
y que si alguna duda queda, es importante tener presente lo prescripto por el art. 36, de la
LDC.
Afirmó que de la lectura de los contratos de mutuos presentados puede
concluirse que cumplen con todos los requisitos del artículo citado; que la forma de pago,
mediante débito en cuenta, es utilizado por todos los bancos, que es un mecanismo común
y sencillo, y que las circunstancias que plantea la actora respecto del monto debitado que
fue objeto del amparo, no tiene relación alguna, o no justifica de ninguna manera la
pretensión de nulidad de los préstamos bancarios. Dijo que la actora debió demostrar que
existen vicios en los contratos o en alguna de sus cláusulas para lograr la nulidad de las
operaciones, lo cual lejos estuvo de ocurrir en este caso al prestar conformidad con los
dictámenes presentados que no hicieron más que demostrar su expresa voluntad de
contratar con el banco. Expresó que es curioso que el fundamento de la demanda de daños
es que la actora “no tuvo acceso a crédito”, “ni pudo aprovechar promociones con tarjeta
de crédito”, es decir a seguir endeudándose, que es lo que le reclama al banco para fundar
su nulidad (prácticamente que la obligó a endeudarse).
En relación al segundo agravio y tercer agravio refirió la actora que no tenía
capacidad de pago desde el primer préstamo; que ella misma describió que esa
incapacidad de pago era una consecuencia de sus consumos con la tarjeta de crédito; que
tanto en el proceso de amparo, como en el juicio de daños y perjuicios. Señaló que, lo que
se cuestiona, es el porcentaje de los débitos realizados por el banco, pero ello, no tiene
como consecuencia la nulidad de los préstamos, ya que para ello debió demostrar el vicio
de los mismos, o de las cláusulas que se incumplen del art. 36 de la LDC. Consideró
inexplicable la pretensión respecto de la nulidad del primer préstamo, ya que la
circunstancia del monto a pagar con su tarjeta de crédito, dependía exclusivamente de sus
consumos; que la tarjeta es medio de pago, por el cual se difiere el pago de un consumo
hasta el cierre mensual y su vencimiento, la composición del saldo de la tarjeta de crédito
surge de los propios consumos de la actora. Manifestó que es falso que “no obtuvo copia
de los contratos”, cuando en todos los contratos puede leerse arriba de la firma de la actora
- con pericial caligráfica que lo ratifica, no impugnada de la que surge que “El solicitante
deja expresa constancia de que ha recibido un ejemplar de la presente debidamente
intervenido por el banco”, por lo que solicitó el rechazo del agravio.
Refirió que la actora llevaba un estándar de vida que no coincidía con sus
ingresos, lo cual se demostró con las pruebas practicadas, ya que la Sra. L. 1) no pagó los
préstamos del banco (luego de dictada la sentencia de amparo), 2) no pagó a los demás
acreedores y no obstante ello, 3) no podía cumplir con sus obligaciones alimentarias con
su hijo R. A. L.. Destacó que este proceso no es de repetición de pago, ni una acción de
regreso, sino un proceso de daños y estos deben ser probados; que en autos no se
demostraron los daños pretendidos, y en especial en los juicios, no existe nexo causal entre
los hechos reclamados y la actuación del banco por debitar en un porcentaje mayor al que
contrató la Sra. al momento del otorgamiento de los préstamos. Indicó que la calificación
“5”, no es por los débitos de su mandante sino que su situación como deudora fue
provocada por el no pago de las obligaciones asumidas, por lo que si los contratos son
válidos, si la deuda es legítima, si la misma no está pagada, no existe motivo alguno para
la procedencia de los daños que pretende. Sostuvo que la actora no le pagó al banco, no
le pagó a sus acreedores y no cumplió con sus obligaciones alimentarias con R. A. y
pretende que el banco “pague” todos estos créditos tomados, gastados y no pagados.
Afirmó que los daños que reclama la actora debían probarse y no lo hizo.
Asimismo, respecto del agravio sobre las costas, se preguntó que, más allá del principio
objetivo de la derrota, cuál sería el motivo por el cual apartarse del principio general, cuando
el fundamento de su demanda es que no contrató con el banco, que no era su firma, que
los contratos son nulos y no produjo prueba para acreditar su pretensión, consintiendo las
pruebas periciales practicadas que acreditan los contratos y la deuda.
2.- 4.- Elevados los autos a esta alzada, se corrió vista a la Sra. Fiscal de
Cámara quien en su dictamen en fecha 19/3/2024 se pronunció por el rechazo de los
recursos planteados y la confirmación de la sentencia apelada.
3.- Concretamente la parte actora cuestionó la falta de tratamiento de las
cuestiones planteadas en la demanda, en particular, la nulidad de las operaciones de
préstamo bancario de fechas 7/7/2017 y 22/12/2017, así como la procedencia y
cuantificación de todos los rubros reclamados en la demanda de daños y perjuicios, y las
costas. Por su parte el demandado se agravió por el rechazo de la excepción de falta de
legitimación activa respecto de R. A. L.; el rechazo de la excepción de prescripción, y la
condena indemnizatoria por los rubros declarados procedentes.
Sin perjuicio del tratamiento integral que se realizará sobre las cuestiones que
son objeto de recurso, cabe recordar que los jueces no están obligados a analizar todas y
cada una de las pruebas aportadas al expediente, ni todos y cada uno de los argumentos
de las partes, sino tan solo los que se consideren suficientes y decisivos para decidir el
caso (CSJN, fallos: 258:304; 262:222; 265:301; 272:225; Loutayf Ranea Roberto G. "El
recurso ordinario de apelación en el proceso civil", t. 2 p. 310/313, Astrea, 2ª ed. act. y amp.,
Bs. As. 2009).
4.- Antecedentes relevantes de la cuestión a resolver:
a) Demanda de nulidad: En fecha 29/7/2021 la Sra. S. B. L., interpuso
demanda en contra del Banco Macro SA, con el objeto de que se declare la nulidad de las
operaciones bancarias de descuentos con el código 370, así como su reintegro, que
responden al siguiente detalle: nº 861682 por un préstamo de $100.000 en 60 cuotas a
partir del mes de agosto de 2017; nº 0918786, en carácter de anticipo, con débitos desde
el 3/4/2018, de 12 cuotas de $956,57 (resumen del periodo 3/4/2018); n° 1235087 con
débitos desde el 5/3/2018, de 48 cuotas de $717,98; n° 1235197, con débitos desde
3/4/2018, en 48 cuotas de $470,04; n° 1236598, con débitos desde el mes de junio de 2018
- según resumen del mes de agosto -, de 48 cuotas de $719,46; n° 1237296, con débito
desde fecha 13/8/2018 por 36 cuotas de $439,02. Solicitó la declaración de nulidad de todas
las operaciones realizadas desde el 1/8/2017 hasta la fecha, con más los correspondientes
reintegros, intereses, gastos y costas.
Reclamó asimismo la reestructuración de la operación n° 864429 por la suma
de $59.400, de fecha 22 de diciembre de 2017, con los débitos que comenzaron en fecha
6/2/2018, así como su reintegro.
Al exponer los hechos manifestó que es clienta del Banco Macro SA; que
como titular de dos cuentas obtuvo un préstamo por el valor de $100.000 en el año 2017,
que comenzaron los descuentos, pero en fecha 1 agosto del 2017 se hizo insostenible su
situación económica porque los débitos bancarios le tomaban todo el sueldo, situación que
duró hasta la fecha 4/2/2019 donde le comunicaron mediante carta documento que cesaban
los débitos debiendo ir a pagar por ventanilla de préstamos personales. Luego, por carta
documento de Andreani recibida en fecha 7/5/2019, la entidad bancaria le hizo conocer
siete operaciones con montos específicos por compras, las que tienen relación directa con
el informe bancario de fecha 3/1/2019 que la institución le brindó cuando fue a averiguar
más datos sobre las cuentas. Explicó que el problema comenzó cuando adquirió el
préstamo de $100.000 para operarse de la vista (lo que no sucedió) y terminó endeudada
al principio del pago del préstamo manifestando que “nunca entendí que este préstamo me
traería tantos problemas en mi vida, como la de mi familia, que me dejaría sin sueldo”, que
el 7/11/2017 su sueldo era de cero pesos.
Relató que en fecha 20/2/2018 remitió por Correo Argentino carta documento
n° 861374944, en la que comunicó al banco el grave daño ocasionado a su parte al no
brindarle información y asesoramiento necesario, ocultándole datos, “con el agravante de
no contar con mi vista en estado saludable. Perdí la oportunidad de operarme. Solicito se
revean las 2 cuentas de las cuales soy titular nº 0800781470/5 y nº 24800052/1.Tuve tarjeta
Visa. En la entidad bancaria me asesoraron darle de baja por supuesta deuda (pues no sé
cómo llegué a deber tanto, no tuve el control oportuno, adecuado ni correspondiente) y
reestructurar mis cuentas, pudiendo disponer de mi sueldo que en esa oportunidad tenía
cero pesos, mes noviembre y diciembre de 2017, fue la única solución que me brindó el
banco, por lo que tuve que acceder, obligadamente encontrándome totalmente
desesperada. A la fecha tengo según el sistema bancario deudas en la tarjeta Mastercard
y Visa, ambas dadas de baja por Mí. En el mes de febrero de 2018 cobré $3.712,23.
Continúo sin tener control debido de las cuentas y sin poder decidir sobre mis
remuneraciones. Intimo al Banco del Tucumán S.A, a un plazo de 48 hrs., revierta mi
situación crediticia y/o financiera, a fin de que se me restablezca Mi sueldo, no puedo vivir
así, Soy Mamá”.
Expuso que el banco contestó por otra carta documento n° 861374944 en
fecha 26 de febrero, afirmando que no poseía deuda provenientes de las tarjetas de créditos
en tanto las que poseía fueron dadas de baja desde el 2/2/2018; que ello no fue cierto ya
que la cancelación no fue instantánea, cuando debió serlo. Que ello refleja el dominio y la
manipulación del Banco. Agregó que en esa carta documento también el banco reconoció
que se debitan de la cuenta sueldo n° 800781470/5 que es la cuenta con problema de
descuentos altísimos y así la otra cuenta (n° 24800052/1), que en realidad se percibe el
100%, por la sencilla razón que solo aparece en el sistema bancario, pero no tiene el Banco
posibilidad de disposición. Que asimismo, el banco expresó “No obstante lo expuesto, con
el ánimo de evacuar vuestras inquietudes le invitamos a presentarse por ante nuestra Casa
Central de calle San Martín nº 721 de esta ciudad, en horario bancario", lo que consideró
malicioso, ya que le informan que le retenían el sueldo, pero la invitan a presentarse en San
Miguel de Tucumán para conseguir información cuando su saldo era de $0.
Afirmó que no sacó préstamo en el banco, que no tiene tarjetas, ni margen del
sueldo para que el banco pueda reevaluar la posibilidad de emitir un préstamo, y si lo hizo,
lo desconoce; que no obtuvo ningún beneficio, sino todo lo contrario; que en agosto del
2017, cuando los débitos fueron insostenibles, el banco no le informó que se debía al
reciente préstamo, pues lo hubiera cancelado inmediatamente, que no le dieron el derecho
a decidir, y le dijeron que los débitos eran por los gastos de la tarjeta Visa, desviándola de
la verdadera causa.
Continuó relatando que no podía reclamar de forma directa y urgente con la
tarjeta y que entonces el banco le ofreció como “única solución" para contar con algo de
dinero en la cuenta, la reestructuración, previo a dar de baja la tarjeta – trámite que podía
hacer desde Concepción - y que así lo hizo. Pero que, al realizar la reestructuración, quedó
sin la posibilidad de reclamar porque al darle de baja ya no había registro como cliente de
Visa. Advirtió que luego, comparando entre los resúmenes de la tarjeta y controlando los
gastos, se dio cuenta de que el banco no la asesoró ni le informó correctamente que el
débito fue por el reciente préstamo realizado por la institución; que además le generó otra
nueva cuenta, la reestructuración de fecha 22/12/2017 con número de operación 864429,
de 72 cuotas nuevas por un monto de $2.531,11 + 955,81 = $3.486,92 (acorde al informe
bancario de fecha 3/1/20191), multiplicado asciende a más del doble ($251.058,24), más
intereses y así todas las operaciones, bajo circunstancias de necesidad y urgencia, sin las
condiciones legales, ni aclarar monto de la cuota, si las mismas serían fijas o no y el interés,
sin cumplir con la única condición pactada que era la disponibilidad del dinero que debería
haber tenido.
Señaló que las operaciones bancarias con el código 370, deben declararse
inválidas por ser un verdadero atropello como clienta, que la empleada del banco le indicó
con lápiz en el resumen de fecha 3/1/2019 que el total de descuentos en ese mes de enero
ascendían a la suma de $21.844.52. Refirió que no tenía esa capacidad de pago y que el
banco jamás debió maltratarla de esta manera, por lo que inició acción de amparo, y no
obtuvo más préstamos con la entidad, porque no le quedaba margen de su sueldo que
ascendía a $17.452,65 aproximadamente y se le descontaba todo; y no tenía tarjeta, así
que le fue imposible obtenerlos. Pero que sin embargo, en el informe figuran operaciones
de compra, que desconoce y por los que fue demandada en muchos juicios ejecutivos.
Explicó a continuación un detalle de las operaciones bancarias respecto del
préstamo y la reestructuración antes mencionadas, cuya nulidad requirió, indicando que
responsabiliza al banco por la mala información, porque no adeudaba $60.000 a la tarjeta
a la que no tendría que haberle dado de baja, por lo que solicitó el reintegro de los débitos
de la tarjeta que se detallan en el resumen de fecha 3/1/2019, los que transcribió.
Luego de efectuar un detalle de los haberes percibidos y los descuentos
efectuados en su cuenta a partir del mes de agosto de 2017 y hasta julio de 2018, concluyó:
“… Tal como se demuestra en cada mes, no existió tales gastos de tarjeta y el préstamo
fue dado sin las condiciones claras y sin la debida información, en base a ello se induce a
otros préstamos y /o cuentas, luego aparecen en los resúmenes y tardé mucho en entender
de dónde venían tantos descuentos. Son adjudicados por la institución. Es notoria, la
ganancia económica que pretendió adquirir el banco y sin justificación, con todas las cuotas
e intereses desmedidos, en mi total perjuicio. Los descuentos fueron de todos los rubros:
sueldo básico, incentivos, ticket, aguinaldo, y aumentos en general. Hubo y hay mala fe,
abuso de posición de dominio. Solicitó la nulidad de las operaciones bancarias del primer
préstamo y reestructuración. Como así también de las otras operaciones subsiguientes de
menor valor que tampoco realice. Solicito el reintegro de las mismas por la falta de
cumplimiento e inobservancia de las normas legales…”.
Citó las normas que consideró aplicable al caso (arts. 332, 957, 958, 1386 y
1387 del CCyCN y art. 275 y ss. CPCCT).
Hizo reserva del caso federal.
b) Contestación de demanda de Banco Macro SA.
En fecha 1/2/2022 contestó la demanda el letrado Esteban M. Padilla, en el
carácter de apoderado de Banco Macro SA, quien negó los hechos expuestos en el escrito
de demanda que no fueran expresamente reconocidos por su parte.
Al dar su versión de los hechos indicó debe tenerse presente que la actora no
reclamó al Banco indemnización alguna, ni aplicación de sanción de daño punitivo, ni
condena de daño moral, razón por la cual, lo que debe resolverse es la validez o nulidad de
los mutuos otorgados por el Banco y planteada por la parte actora. Sostuvo que la verdad
de los hechos difiere de la expuesta por la actora.
Expresó que la actora tomó préstamos con su mandante y dichos préstamos
fueron acreditados en su cuenta. Señaló en tal sentido que de la documentación que
acompañó surge que la actora tomó siete préstamos entre el año 2017 y 2018, según el
siguiente detalle:
a.- Préstamo personal de fecha 7 de julio del 2017, operación nº 6080104765,
por la suma de $180.000; el que debía ser reintegrado en 60 cuotas con una tasa nominal
anual del 36%. Indicó que es errada la afirmación de la actora sobre este préstamo, ya que
el capital otorgado no fue de $100.000.
b.- Préstamo personal de fecha 22 de diciembre del 2017, Operación nº
6080105006, por la suma de $60.000, el que debía ser reintegrado en 72 cuotas mensuales
consecutivas con una tasa nominal anual del 39%. Que este préstamo se solicitó para
cancelar la deuda de dos tarjetas de crédito, lo cual efectivamente se realizó. Afirmó que la
actora es titular de tres tarjetas de crédito administradas por el Banco, dos de las cuales
corresponden a tarjetas Visa: 1) TC Visa – Número de cuenta 8001001116, en el resumen
con vencimiento en el mes de febrero de 2018, puede observarse reflejado el pago de la
suma de $ 11.360,36, realizado en el mes de diciembre de 2017, con el cual se canceló la
tarjeta y se da de baja la misma. 2) TC Visa: Número de cuenta 799023815. Que en el
resumen con vencimiento en el mes de febrero de 2018 puede verse reflejado el pago de
la suma de $46.701,37, realizado en el mes de diciembre de 2017, con el cual se canceló
la tarjeta y se da de baja la misma. Destacó que en el escrito de demanda presentado en
los autos “L. S. B. c/ Banco Macro SA s/ Amparo”, Expte. nº 360/18, que tramita ante este
Juzgado de la IIa Nominación, la propia actora reconoció el destino de dicho préstamo.
c.- Préstamo personal de fecha 1 de marzo del 2018; operación nº
6120082926, por la suma de $22.222,22, que corresponde a un préstamo personal
RapiCompras que debía ser reintegrado en 48 cuotas mensuales con una tasa del 39%
nominal anual. Manifestó que esos fondos fueron utilizados por la actora para la compra de
muebles en su lugar, cuyo nombre es “Mueblería Broal”.
d.- Préstamo personal de fecha 8 de marzo del 2018, operación nº
6120082938, por la suma de $7.575,76, que corresponde a un préstamo personal
RapiCompras que debía ser reintegrado en 48 cuotas mensuales con un interés del 39%
nominal anual. Refirió que dicho préstamo fue utilizado para la compra de un sillón en un
local denominado “Mueblería Broal”.
e.- Préstamo personal de fecha 5 de abril del 2018, operación nº
20186000933859, por la suma de $8.000, que corresponde a un préstamo Pronto Cash que
debía ser reintegrado en 12 cuotas mensuales, destacando que esos préstamos Pronto
Cash son créditos personales que se obtienen por cajero automático, en un procedimiento
muy sencillo y la principal ventaja es la rapidez de su otorgamiento. Adjuntó detalle del
préstamo y acreditación en la cuenta de la actora.
f.- Préstamo personal de fecha 18 de mayo del 2018, operación nº
6120082976, por la suma de $17.171,72, que corresponde a un préstamo personal Rapi
Compras que debía ser reintegrado en 48 cuotas mensuales con un interés del 41%
nominal anual. Indicó que dicho préstamo fue utilizado para la compra de un teléfono celular
Samsung y un colchón, conforme surge de la factura n° 0001-00000037 emitida por
Brodersen Lucas Alberto.
g.- Préstamo personal de fecha 4 de julio del 2018, operación nº 6120083009,
por la suma de $7.575,76, que corresponde a un préstamo personal Rapi Compras que
debía ser reintegrado en 36 cuotas mensuales con una tasa del 44% nominal anual. Afirmó
que dicho préstamo fue utilizado para la compra de un teléfono celular conforme surge de
la factura n° 0001-00000160.
Hizo constar en cada caso que acompañó el contrato con la firma inserta de
la actora en la documentación del préstamo y la autorización para debitar en su cuenta; que
asimismo, la actora solicitó esos préstamos, los que fueron otorgados con las respectivas
condiciones para su devolución y que de ninguna manera fue obligada a tomarlos, ni a que
se le debiten en forma automática, sino que contrariamente, fue la actora quien solicitó que
se le debitaran las cuotas de la cuenta sueldo, así como que en los préstamos del mutuo
autorizó a debitar de la cuenta el monto de las cuotas acordadas. Afirmó que, en
consecuencia, no puede pretender que dichos préstamos se declaren nulos y muchos
menos que se le reintegren los fondos debitados; que los planteos son en términos
“generales”, sin manifestar dónde se produjo el error o engaño por parte del banco, lo cual
imposibilita la procedencia de la demanda. Citó jurisprudencia que entiende aplicable al
caso.
Expresó que el objeto de la demanda es que se declare la nulidad de los
préstamos otorgados en algunos casos, y en otros se solicita la refinanciación de las
operaciones. Que en el primer caso, la demanda es infundada, porque se solicita la nulidad
sin expresar cuál es el vicio que adolecen los préstamos recibidos por la actora y que todas
las operaciones fueron realizadas conforme a la normativa consumeril, en especial al art.
36 de la LDC respecto de los plazos, tasas de interés, montos de cuotas y demás
información constan en los mutuos otorgados y tampoco la demanda plantea cuales son
los vicios para ser al menos analizados en su responde.
Indicó que, al resolverse el presente caso, debe tenerse presente el amparo
iniciado por la parte actora y que ofrece como prueba también, donde se hizo lugar a la
acción iniciada reclamando que no se realicen débitos en un porcentaje mayor al 20% sobre
sus haberes; que luego de dictada sentencia, su parte debió restituir las sumas retenidas
en cumplimiento del fallo, y que al día de la fecha modifican la deuda de la parte actora por
los reintegros realizados, por lo que los estados de deuda que se informan con la
documentación acompañada pueden variar.
Solicitó finalmente que se rechace la demanda en su contra, con costas a la
actora, e hizo reserva del caso federal.
c) Demanda de daños. Por decreto de fecha 7/11/2023 dictado en los autos
caratulados “L. S. B. vs. Banco Macro SA s/ Daños y perjuicios” – expediente nº 387/21,
que tramitó por ante el Juzgado Civil y Comercial Común de la IIIª Nominación de este
Centro Judicial, se dispuso su acumulación a los presentes autos.
De las constancias del expediente mencionado surge que en fecha 23/9/2022
R. A. L., con el patrocinio letrado de la Dra. Ana Isabel Irarrázaval, quien a su vez se
apersonó como apoderada de S. B. L., iniciaron acción de daños y perjuicios en contra del
Banco Macro SA. Relataron que la Sra. L. es docente y vive con su hijo; que en agosto del
2017 cobraba un sueldo total de $17.319,95; que solicitó información en distintas
oportunidades a la entidad bancaria y no la obtuvo de forma completa, clara, precisa, ni
asesoramiento adecuado; que el banco le debitó todo el sueldo automáticamente, es decir
con disponibilidad $0,00 en su cuenta n° 800781470/5 en los días 7, 10, 13, 16 y 30 del
mes noviembre de 2017 y en los días 12 y 14 en el mes de diciembre, y que acompaña
resúmenes bancarios. Expuso que el banco le descontaba con códigos 370 el préstamo de
$100.000 solicitado para poder operarse, y otros descuentos con código 195, que supone
que es el descuento de la tarjeta de crédito. Afirmó que no hay causa para dejar una cuenta
sueldo en $0.
Narró los hechos en idénticos términos a los expuestos en la demanda de
nulidad antes transcriptos. Afirmó que el banco la obligó a recurrir a la justicia por los débitos
exagerados de su cuenta sueldo, esto es, por encima del 20% permitido por Decreto Ley
6754/43 (ratificado por Ley 13.894), ocurridos desde fecha 1/7/2017, mediante los autos “L.
S. B. c/ Banco del Tucumán SA s/ Amparo” - expediente n° 360/18. Refirió que mediante
sentencia n° 89 fecha 26 marzo 2019, se ordenó a la demandada a que se abstenga de
retener los ingresos mensuales de la actora, por las sumas que excedan del 20% de los
haberes que mensualmente le deposita su empleador y le ordenó a reintegrar a la Sra. L.
las sumas de dinero que excedían del referido porcentaje por los periodos mensuales que
van desde agosto de 2017, con más los intereses según lo considerado. Indicó que ello dio
lugar a la Sentencia n° 12 de fecha 10/2/2020, por la cual se aprobó la planilla de
actualización realizada por el Cuerpo de Asesores Contables que asciende a la suma de
$265.121,19 y que luego el banco informó al juzgado que cesaron los descuentos.
Expuso que mediante carta documento de correo argentino n° 861374944 de
fecha 20 de febrero de 2018 hizo conocer al banco que tenía un hijo; pero que no pudo
hacer que la institución deponga su postura de continuar con los débitos exagerados,
llevándola a ella y a su familia a vivir carencias básicas; que tuvo que pedir préstamos para
comer y educar a su hijo y, que aun así, no pudo evitar los daños. Afirmó que R. perdió el
colegio por no poder pagarlo, que pidió el pase a otra escuela mediante mediación judicial;
que en plena adolescencia perdió toda posibilidad de vivir adecuadamente y que el perjuicio
fue en comida, vestimenta, esparcimiento, educación, actividad deportiva y fuero íntimo y
social.
Reclamó los siguientes rubros indemnizatorios:
Daño Directo: a) En virtud de que el banco le descontó todo el sueldo que en
ese momento era de $17.319,95 en los meses de noviembre, diciembre de 2017,
desconociendo el motivo y viendo frustrada su operación de la vista ya que tuvo que detener
la programación de la cirugía; por lo que debió solicitar un préstamo por $100.000, al quedar
sin dinero en noviembre de 2017. Expresó que el banco la sometió a la necesidad de pedir
préstamos para vivir; que no pudo pagarlos, que fue demandada por juicios ejecutivos, y al
no poder defenderse resultó embargada. Realizó el detalle de tales juicios que se
corresponde con el detalle efectuado en el juicio de nulidad, al que me remito. Consideró
que todo ello es responsabilidad directa del banco, por lo que solicitó que se le restablezca
su situación a agosto 2017, es decir, que el banco responda con el pago de las deudas de
los juicios ejecutivos del Centro Judicial de Concepción y Tucumán con más gastos e
intereses en cada uno de ellos.
b) Afirmó que el préstamo del año 2017 lo necesitaba para operarse, pues el
banco la frustró al dejarla en cero pesos su cuenta e inducirla a errar con la reestructuración.
Que debía estar con tratamiento permanente hasta su cirugía y cuidados especiales porque
quedaba sin lubricación, su pérdida visual era progresiva, el banco lo sabía al estar
incorporado a la demanda de amparo, pero que el banco no hizo nada al respecto. Solicitó
que se restablezca el daño en el valor de una operación actual de su vista y los
padecimientos - falta de cuidados y tratamientos, y la pérdida visual por el tiempo
transcurrido. Señaló que quedó sujeto a pedir informe médico pero que el valor de
operación era de pesos $100.000, con más los padecimientos visuales, la falta de atención
médica y tratamiento, deterioros en su visión, reclamando la suma de pesos $500.000 por
cada año, desde diciembre 2017.
c) Por la pérdida de las tarjetas afirmó que pasaron privaciones, no pudiendo
gozar de las compras con descuentos y/o beneficios que otorgan las tarjetas, desde el día
22/12/2017, reclamando por este concepto la suma de $60.000 por cada año de
prohibiciones.
Daños Indirectos.
Señaló que en la época en que el Banco la dejó sin dinero para disponer de
su sueldo, tenía otras obligaciones contraídas con la empresa Credil SRL, y necesitaba el
dinero en efectivo para continuar pagando. Que cesó en el pago y la demandaron por el
saldo deudor de $6.056 (autos caratulados “Credil SRL c/ L. S. B. s/ Cobro ejecutivo”
expediente nº 141/17), correspondiente a un pagaré de $18.168, con más intereses, costas
y honorarios por la suma de $6.300; y el 3/3/2020, se le embargó por la suma de $1.158,47
con más la suma de $630 por acrecidas. Solicitó en consecuencia que el demandado
restablezca a su condición anterior a agosto de 2017, y se haga cargo del juicio en capital,
intereses gastos y honorarios profesionales.
Daños Directos ocasionados a su hijo R. A. L.:
Sostuvo que su hijo se encontraba cursando el primer año de la secundaria
en el Colegio de la Consolación de esta ciudad de Concepción, y que no pudo pagar con
regularidad las cuotas en el año 2018, por los débitos ya expresados. Que su deuda era
desde marzo del 2018 y alcanzó la suma de $24.764,00, lo que le ocasionó perder los años
lectivos 2018 y 2019 ya que los profesores no podían aprobarlo si no tenía pagada la cuota;
que luego no lo dejaban rendir y finalmente terminó en mediación judicial solicitada en fecha
1/4/2019 por la retención del pase del colegio quien le exigía previamente el pago total.
Relató que en su nueva escuela, Instituto San Luis Gonzaga, con el pase a destiempo, poco
pudo hacer y perdió el año lectivo 2019 y 2020, modalidad acelerada, turno noche, y que
en ese año 2022 cursa el primer año. Manifestó que ello trajo como consecuencia la ruptura
abrupta, injusta y vergonzosa que tuvo que pasar con sus compañeros al no poder continuar
por falta de dinero el ciclo escolar de 4 años consecutivos, y que el banco es responsable
ya que nunca más tendrá la certificación con éxito, viaje de egresados, su festejo con
amigos y compañeros, por lo que reclamó por este concepto la suma de $2.500.000.00.
Reclamó también daño indirecto ocasionado a su hijo en esparcimiento y
deporte, por las privaciones en los periodos desde agosto de 2017 a diciembre de 2021.
Refirió que pasaron 51 meses de necesidades sin desarrollarse libremente, pues en todo
deporte es necesario cubrir gastos de movilidad, vestimenta adecuada y alimentación; que
R. jugaba al rugby desde los 4 años y tuvo que dejar, sin tener posibilidades de salir a
ningún espectáculo, ni confitería, reuniones entre amigos ya que toda salida implica
movilidad, vestimenta adecuada y dinero. Conforme a ello calculó 4 salidas mínimas al mes
por deporte y/o esparcimiento de $3.000 = $12.000 x 51 meses = $612.000, a lo que sumó
– por vestimenta - la suma de $300.000 por cada año de privaciones.
Igualmente peticionó daño moral por ambos actores.
Relataron el profundo dolor y desesperación de no poder llevar adelante su
hogar con los gastos básicos, no encontrar solución a los innumerables gastos cotidianos
y su responsabilidad como madre, trabajadora, clienta, sintiendo maltrato del medio, que
vivió la humillación y degradación pues quedaba como mentirosa y mala persona,
perdiendo su calidad de vida. Que se sumaron situaciones tristes con la restructuración en
fecha 22 de diciembre de 2017, fecha clave, ya que la fiesta de fin de año hace un aumento
de gastos por los festejos; que su derecho como trabajadora a pasarla bien, gozando y
disponiendo de su sueldo se vio privada en ese ciclo y en el periodo 2018, 2019 y 2020,
que los llenaron de tristeza al ser un adolescente que no estaba acostumbrado a pasar
necesidades se veía con carencia, debía limitar su alimentación, educación, esparcimiento,
deporte, causando perjuicio y daño en su salud mental y física, del que el banco es
responsable. Por lo expuesto solicitó la suma de $1.600.000 para cada uno de los actores.
En fecha 6/12/2022 contestó el Dr. Esteban M. Padilla, apoderado de Banco
Macro, requiriendo el rechazo de la demanda con costas. Seguidamente, negó los hechos
y el derecho invocados por la parte actora que no fueran reconocidos por su parte.
Sostuvo que la verdad de los hechos difiere con lo planteado por los actores.
Que la demanda iniciada por S. y R. L. no explican cuál es la relación entre los hechos
sucedidos - los préstamos otorgados por el Banco - , los supuestos daños y la
indemnización que reclaman; que la actora S. L. es una frecuente tomadora de préstamos,
no solo con el Banco, sino que como lo expresó en su escrito de demanda, también con
acreedores privados como Credil, Créditos Al Río, etc., y que su parte le otorgó muchas
financiaciones, conforme se acreditó en los dos procesos iniciados por la actora, por lo que
es imposible relacionar la pretensión de la actora y de su hijo, con quien su parte además,
no tiene relación alguna.
Expresó que la actora es cliente del banco por su condición de empleada
pública - docente - tomó préstamos con el banco y no los pagó. Que la circunstancia de
haber obtenido una sentencia que ordenó al banco abstenerse de debitar un porcentaje
mayor al cual se obligó la actora tomar los préstamos, de ninguna manera puede implicar
que los préstamos no existen y las deudas de la Sra. desaparezcan, como lo afirmó en su
demanda. Que la demanda, da por sentado que las deudas no existen y por ello deduce,
que el banco debe pagar sus deudas, su estándar de vida, sus obligaciones como
alimentante de R. L., su operación de ojos, sus tratamientos médicos, etc. Que existe una
evidente inconsistencia entre los ingresos que manifiesta la actora, y el estándar de vida
que menciona en su escrito, y esto no puede ser reclamado al Banco.
Detalló los préstamos que la actora tomó con el banco en idénticos términos
que los expresados al contestar la demanda de nulidad, antes transcriptos, a los que me
remito. Que luego de otorgados los préstamos detallados, la actora obtuvo sentencia por la
cual se ordenó a su parte debitar un porcentaje mayor al 20% de su sueldo como empleada
pública, lo cual, una vez cumplido tuvo como consecuencia que la actora cayó en mora en
todos los productos adeudados, ya que no pagó ni un solo peso más luego que cesaron los
débitos ordenados en el amparo iniciado. Que al día de la fecha, este es el tercer juicio
iniciado en contra del Banco Macro SA por la Sra. L.: el primero el amparo por el cual se le
dejaron de debitar las cuotas; el segundo que se encuentra en trámite, persiguiendo la
nulidad de los préstamos; y este juicio, reclamando el pago de todas sus deudas desde el
año 2017 en adelante, es decir, pretende, además de no pagar las deudas, que su parte se
haga cargo de pagar todas sus deudas y juicios, gastos de su hijo de colegio, deportes,
sociales, más el daño moral.
Solicitó el rechazo de los rubros indemnizatorios solicitados por la actora,
dedujo excepción de falta de legitimación activa respecto del actor R. L. y finalmente ofreció
prueba y solicitó el rechazo de la demanda, con costas. en igual fecha amplió la
contestación de demanda, y dedujo excepción de fondo de prescripción por los
fundamentos allí explicitados.
Corrido el traslado de ley, en fecha 20/12/2022 la actora contestó las
excepciones planteadas solicitando el rechazo de las mismas con costas.
e) En los considerandos de la sentencia apelada, el Sr. Juez de primera
instancia manifestó en primer lugar que la Ley 24.240 resulta plenamente aplicable al caso
toda vez que la Sra. S. B. L. es cliente del Banco Macro SA, y por lo tanto consumidora
como destinataria final por poseer una cuenta sueldo en la que se le acreditan sus haberes,
y la entidad bancaria de manera profesional comercializa el servicio contratado (mutuo
comercial).
Expresó a continuación que la parte actora solicitó que se declare la nulidad y
reestructuración de las operaciones bancarias arriba detalladas y su reintegro; y mediante
los autos acumulados al presente, reclamó daños y perjuicios que entiende son
consecuencia de dichas operaciones bancarias.
A los fines de analizar la procedencia de su pretensión, la Sra. Juez a quo tuvo
en cuenta la documentación presentada por la actora, de donde surgen los descuentos
efectuados en su cuenta sueldo e imputados tanto a mutuos comerciales como a débitos
por consumo de tarjeta de crédito que administra el accionado. Tuvo en cuenta asimismo
que en el expediente caratulado “L. S. B. c/ Banco del Tucumán SA s/ Amparo” surge que
en fecha 26/3/2019 se dictó resolución mediante la cual se ordenó a la demandada a que
se abstenga de retener sumas superiores al 20% de los ingresos mensuales de la actora y
a reintegrar a la Sra. L. las sumas de dinero indebidamente descontadas en exceso del
porcentaje referido y por los periodos mensuales que correspondan desde agosto de 2017,
con más intereses, monto que debía ser determinado en base a planilla que debía practicar
la parte actora. En fecha 10/02/2020, se aprobó la planilla realizada por el cuerpo de
asesores contables por la suma de $265.121,19, la que fue retirada por la Sra. L. en fecha
23/4/2020.
Valoró seguidamente la documentación acompañada por el Banco
consistente en 4 formularios “Rapi compra. Solicitud de préstamo personal”, de fechas:
04/07/2018 por la suma de $7.575,76 y 09/05/2018 por la suma de $17.171,72, ambos para
acreditar al comercio “Mueblería Alberdi, sucursal Juan Bautista Alberdi”; del 08/02/2018,
por la suma de $22.222,22 y del 21/02/2018, por la suma de $ 7.575,76, ambos para
acreditar al comercio “Mueblería Broal”, sucursal Juan Bautista Alberdi. 2 formularios
“Solicitud de préstamo personal. Cartera de Consumo.” De fechas 7/7/2017 y 22/12/2017,
por la suma de $180.000 (60 cuotas) y $60.000 (72 cuotas), respectivamente. Resúmenes
de cuenta sueldo de la actora de los periodos desde el 3/7/2017 al 2/7/2018; resúmenes de
cuenta de la tarjeta Visa Classic desde el mes de octubre de 2017 hasta el mes de enero
del 2018; asimismo adjunta resumen de la cuenta sueldo de la actora, a partir del 3/7/2017
por un año; tabla de amortización de los créditos descriptos precedentemente; y el contrato
de emisión de tarjeta de crédito. Destacó que los contratos de mutuo comercial celebrados
entre las partes cuentan con la firma de la actora en cada uno de ellos (firma que fue objeto
de prueba pericial caligráfica); de los resúmenes de cuenta surgen los descuentos
realizados por la entidad accionada a la actora, y también se observan los consumos de la
actora en las tarjetas de crédito que administra el banco; así como el detalle de las cuotas
y montos a pagar por cada préstamo.
En relación a la prueba producida en autos, tuvo en cuenta especialmente la
prueba pericial contable que no fue objeto de impugnación, en la que el perito detalló los
préstamos bancarios solicitados por la actora, los movimientos de acreditación y modo de
entrega de los fondos, así como su imputación de dichos préstamos a los saldos adeudados
por la actora por gastos de tarjetas de crédito emitidas por el banco. También valoró la
prueba pericial caligráfica ofrecida por la demandada, cuyo informe no fue objeto de
impugnación, de la que surge que las firmas insertas en las solicitudes de préstamos de
fechas 8/2/2018, 4/7/2018, 9/5/2018 y 21/2/2018 son de puño y letra de la actora. La pericial
caligráfica ofrecida por la accionante no se produjo por su incomparecencia.
Por lo expuesto, a la luz de lo normado por los arts. 971, 978, 957, 288 y 314
del CCCN, y conforme la documental agregada en autos, la pericia contable y caligráfica
que no fueran objeto de impugnación, concluyó que la actora ha celebrado con el banco
accionado una serie de contratos denominados mutuo o empréstito comercial, bajo la
modalidad de adhesión, que se perfeccionaron tanto por el consentimiento de la Sra. L.,
exteriorizado a través de la firma de las solicitudes de su puño y letra, y el posterior depósito
del dinero por parte de la entidad accionada, en la cuenta sueldo de la misma. Afirmó que
dichos préstamos son: fecha: 7/7/2017- n° de solicitud 536558- tipo de solicitud: solicitud
de préstamo personal- $180.000,00, cuotas: 60; fecha: 22/12/2017 – nº de solicitud 592151
- tipo de solicitud: solicitud de préstamo personal- $60.000, cuotas: 72; fecha: 8/2/2018- nº
de solicitud 1092 - tipo de solicitud: Rapi compra: solicitud de préstamo personal- $
22.222,22, cuotas: 48; fecha: 21/2/2018- n° de solicitud 1382 - tipo de solicitud: Rapi
compra: solicitud de préstamo personal- $7.575,75, cuotas: 48; fecha: 9/5/2018- n° de
solicitud 4455 - tipo de solicitud: Rapi compra: solicitud de préstamo personal- $17.171,72,
cuotas: 48; fecha: 4/7/2018- n° de solicitud 6722 - tipo de solicitud: Rapi compra: solicitud
de préstamo personal- $7.575,75, cuotas: 36. También se puede observar en el resumen
bancario del mes de febrero del año 2018, que el día 27/2/2018, obra una acreditación en
cuenta de la actora por un préstamo de “Pronto Cash”, por el importe de $8.000.
Que en relación a que el banco indujo a la actora a error al hacerle otorgar un
crédito para saldar las deudas de la tarjeta de crédito, consideró que la pericia contable es
clara en cuanto describe de manera precisa los montos adeudados por la Sra. L. en las
tarjetas de su titularidad, previo al otorgamiento del préstamo tomado en el mes de
diciembre de 2018, así como cuál era el consumo que debía pagar en el mes siguiente, el
pago realizado una vez tomado dicho préstamo y por último deja sentado cuál fue el saldo
posterior al pago. Detalló a continuación que: respecto de la tarjeta finalizada en 2637, el
saldo del mes anterior al pago (diciembre de 2017) era de $25.791,69, y los consumos
(cuota a vencer en enero de 18) era de $18.869,80, mediante el préstamo se pagó
$46.701,37, impuestos varios (enero 2018) $207,62, y el saldo posterior al pago (enero 18),
era de $1.832,26; en cuanto a la tarjeta finalizada en 7093, el saldo del mes anterior al pago
(diciembre de 2017) era de $9.215,18, que los consumos (cuotas a vencer enero 18) eran
de $2.034,77, y se pagó con el préstamo $11.360,36, impuestos varios (enero 2018)
$20,35; y el saldo posterior al pago (enero 18) era de -$90,06. Así, destacó que el préstamo
solicitado por la actora en el mes de diciembre de 2017, fue efectivamente imputado al pago
de su deuda en las tarjetas de crédito de su titularidad, por lo que en consonancia con lo
dictaminado por el Sr. Fiscal Civil, estimó que no corresponde declarar la nulidad de las
operaciones bancarias referidas, ya que las mismas fueron realizadas por la actora con su
consentimiento y el dinero fue depositado efectivamente en su cuenta sueldo.
Respecto de la reestructuración de la operación n° 864429, es decir, el
préstamo tomado por la actora en fecha 22/12/2017, así como de las demás operaciones
bancarias; atento a lo resuelto en el expediente “L. S. B. c/ Banco del Tucumán SA s/
Amparo”, consideró abstracto expedirse sobre una cuestión ya resuelta.
Sin perjuicio de ello, la Sentenciante entendió que no puede soslayarse que
existió un trato indiferente, desaprensivo y sobre todo violatorio de derechos amparados en
nuestra carta magna por parte del banco accionado hacia la actora, lo que se evidencia en
los descuentos que superaban de manera abusiva el 20% permitido por ley, llegando a
afectar el 90% de lo depositado por el empleador de la actora en su cuenta sueldo, el que
reviste carácter alimentario y goza de protección y tutela constitucional, convencional (art.
42, 14 bis y 75 inc 22 CN y cc), asimismo del estatuto protectorio del consumidor (LDC art.
1, 3, 37 y 38), del CCyC e incluso del Decreto Nacional 6754/1943 ratificado por Ley 13.894
(art 1 y 2) que declara expresamente inembargable el sueldo, pudiendo afectar el mismo
para afrontar obligaciones que se hayan asumido hasta el 20% de la remuneración
mensual; dichos descuentos excesivos surgen de los informes bancarios acompañados por
la propia entidad accionada, a partir del mes de agosto del año 2017 y hasta el dictado de
la sentencia de fecha 26/3/2019 en el expediente de amparo iniciado por la actora. Expresó
que la actuación del banco importó una afectación del derecho al trato digno del cliente (art.
42 de la CN y art. 8 bis LDC), pues los sucesivos reclamos de cese y reintegro fueron
desatendidos, mediante cartas documentos adjuntadas por ambas partes, sometiendo a su
cliente a un penoso derrotero, que se traduce en el inicio de tres expedientes judiciales, a
fin de hacer valer sus derechos.
Concluyó entonces que estando acreditada la autoría y responsabilidad del
banco respecto de los descuentos en proporciones excesivas sobre los haberes de la Sra.
L., dejándola durante un año y casi seis meses en una situación de despojo económico, ya
que percibía proporciones ínfimas de su salario como docente, corresponde hacer lugar a
la pretensión de los actores en relación a la demanda de daños y perjuicios.
Previo al tratamiento de los rubros indemnizatorios requeridos, resolvió las
excepciones planteadas por el accionado.
Excepción de prescripción: señaló la Sra. Juez a quo que la actora tomó con
el banco accionado un último préstamo en fecha 4 de julio del 2018, según la documental
adjuntada en autos, a partir del cual comienza el cómputo de la prescripción de la acción
de daños y perjuicios. Que en virtud de la inconducta del banco al realizar los descuentos
excesivos, la actora inició en fecha 3/7/2018, el auto caratulado “L. S. B. c/ Banco Macro
S.A. s/ Amparo”, en el cual solicitó el cese de los descuentos que exceden lo autorizado por
ley y el reintegro de lo retenido por el banco que supere ese tope de ley (20%); que en
23/6/2021 inició los presentes autos, en el que requiere la nulidad de las operaciones
bancarias detalladas en acápites precedentes y su reestructuración; y por último inició en
fecha 18/10/21 el expediente caratulado “L. S. B. y L. R. A. c/ Banco Macro SA s/ Daños y
Perjuicios” que se acumuló al presente, donde solicitó los daños y perjuicios que considera
que los excesivos descuentos le ocasionaron a la misma. Que en razón de ello no se
encuentran cumplidos los tres años requeridos para que opere la prescripción liberatoria,
ya que tanto la acción de amparo como la presente acción de nulidad, operan como actos
interruptivos de la prescripción, por lo que corresponde, siempre teniendo presente el
principio pro homine y pro consumidor, no hacer lugar a la excepción de prescripción de la
acción opuesta por la demandada; ya que desde la fecha 04/07/18 (último préstamo) hasta
el día 23/6/2021 (inicio del presente proceso) no se encuentra cumplido el plazo
referenciado. Aclaró que aún cuando se entendiera que la Ley de Defensa del Consumidor
no se aplica al caso de autos, igualmente resulta aplicable el plazo de prescripción trienal
del art. 2561 CCyCN a la acción de daños y perjuicios derivada del accionar del banco. Ya
que el Código Civil y Comercial unificó el plazo de prescripción de la acción de
responsabilidad civil cualquiera sea su origen, salvo las excepciones que consagra en el
art. 2562 CCyCN, entre las cuales no se enumera el caso de autos.
Excepción de falta de legitimación activa. El accionado manifestó que se
encuentra obligado a plantear defensa de fondo de falta de legitimación activa, ya que el
Sr. R. L. no es cliente del banco ni posee relación de consumo con aquel y que todos los
daños invocados en la demanda, son por supuestas necesidades que el niño pasó como
consecuencia de la situación de su madre con entidades financieras, acreedores privados,
etc., pero no por hecho alguno del Banco.
La Sentenciante consideró que la presente excepción no resulta procedente
atento a que al resolver la cuestión de fondo se indicó que la actora L. sufrió descuentos
indebidos en su cuenta sueldo, la que como se expresó, tiene carácter alimentario, tanto
para la actora como para su familia, y en especial respecto de su hijo R. A., ya que el mismo
al momento del hecho era menor de edad y por ende dependiente de su madre respecto
de su alimentación y gastos esenciales. Por lo que al estar indirectamente comprometidos
los derechos esenciales del niño, y teniendo en consideración que las sumas de dinero que
perciben sus progenitores inciden directamente en la vida y el bienestar de estos, atento al
carácter alimentario que tienen los sueldos, y habiendo cumplido su mayoría de edad en el
transcurso del proceso, se encuentra legitimado para actuar.
Respecto de los rubros reclamados hizo lugar al daño directo por la suma de
$241.858. Daño moral por la suma de $1.600.000 a favor de la Sra. S. B. L. y de $1.600.000
a favor de su hijo R. A. L..
Desestimó el reclamo de la suma de $500.000 por gastos de cirugía y
tratamientos por patologías oculares, atento a la orfandad probatoria. Desestimó el reclamo
de $50.000 por cada año a raíz de las privaciones y prohibiciones por la baja de las tarjetas
de crédito, no pudiendo gozar de las compras con descuentos y/o beneficios que otorgan
las tarjetas, desde el día 22 de diciembre de 2017, por resultar improcedente. Desestimó
el reclamo de daño indirecto a causa de no poder disponer de dinero para afrontar otras
obligaciones con la empresa Credil SRL que dio lugar al juicio los autos caratulado “Credil
SRL c/ L. S. B. s/ Cobro Ejecutivo” n° 141/17, atento a que el mismo fue iniciado con
anterioridad a los préstamos denunciados por la actora como generadores de los daños
indemnizatorios que reclama. Desestimó el reclamo por daño directo respecto del actor R.
L., por la suma de $2.500.000 con base en que su madre no pudo pagar con regularidad
las cuotas del colegio en el año 2018, lo que le ocasionó la pérdida de los años lectivos por
los periodos 2018 y 2019; la retención del pase del colegio el ingreso a destiempo a su
nueva escuela, Instituto San Luis Gonzaga con la pérdida de los años lectivos 2019 y 2020,
modalidad acelerada, atento a la orfandad probatoria. En relación al reclamo por daño
indirecto fundado en que la actora no contó con dinero para solventar los gastos de su hijo
relacionados al deporte, movilidad, vestimenta adecuada y alimentación, el Sr. Juez a quo
consideró que dicho reclamo integra el reclamo por daño moral donde fue valorado.
Dispuso que a los rubros indemnizatorios declarados procedentes se le
aplique un interés según la tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida
a 30 días que fija el Banco de la Nación Argentina, desde la fecha de constitución en mora
-20/2/2018 fecha de CD - y hasta su efectivo pago.
Las costas de los presentes autos (s/ nulidad), las impuso a la parte actora
vencida; y respecto del proceso acumulado al presente (s/ daños y perjuicios) las impuso
al demandado Banco Macro SA, en virtud del principio objetivo de la derrota en juicio (art.
61 del CPCCT).
5.- A los fines del tratamiento de las cuestiones planteadas por las partes,
analizaré en primer término el planteo relativo a la nulidad de las operaciones bancarias de
fecha 7/7/2017 y 22/12/2017 y subsiguientes y que fue el objeto de estos autos (expediente
nº 203/21). Seguidamente trataré los agravios expuestos por el letrado apoderado del
banco demandado, respecto del rechazo de las excepciones de falta de legitimación activa
de R. L. y de prescripción en el proceso de daños y perjuicios (expte. nº 387/21, acumulado
al de nulidad), para concluir con el análisis de los agravios formulados tanto por la parte
actora como por el demandado, dirigidos a impugnar la procedencia y cuantía de los rubros
reclamados por la parte actora y las costas.
5.- a) De la lectura del memorial de agravios presentado por la actora se
advierte que el argumento central está dirigido a cuestionar la validez de las operatorias
comerciales celebradas por la Sra. L. con el banco accionado en fechas 7/7/2017,
22/12/2017, 8/2/2018, 21/2/2018, 9/5/2018 y 4/7/2018. Sostuvo la recurrente en tal sentido
que en la demanda por nulidad señaló que la operación de préstamo personal está viciada
y que el perjuicio comenzó con el primer préstamo, y luego el segundo se sumó al caos
económico en cuanto a monto, cuotas y año de cierre; y a las cataratas de préstamos, con
una destrucción del sueldo y abuso por parte de la entidad bancaria. Alegó que los
elementos del contrato fueron viciados por el Banco (en cuanto al consentimiento, objeto,
comprensión y asesoramiento) y que el Juez no trató los hechos como sucedieron toda vez
que la Ley Defensa del Consumidor es importante pero no suficiente, sino que debió incluir
los deberes del banco, los derechos de la clienta al salario y su carácter alimentario.
Previo al análisis del caso siguiendo a José W. Tobías que: “Se ha destacado
en ocasiones el rol limitado que en la práctica jurisprudencial tienen los tradicionales vicios
de la voluntad como causa de invalidez del negocio jurídico. Probablemente, una de las
causas resida en el peso de la tradición jurídica, cuyo origen puede encontrarse en la
doctrina decimonónica que, muy apegada al pacta sunt servanda, interpreta con estrictez
todo supuesto que pudiera alterar la estabilidad de los negocios y la seguridad jurídica. Sin
embargo, el acrecentamiento de las exigencias de buena fe –en particular la ampliación del
ámbito del deber de información-, la desigualdad entre las partes y su diversa aptitud
negociadora, y las modernas técnicas negociales y de comunicación –especialmente los
penetrantes medios publicitarios- plantean el interrogante acerca de la conveniencia de
nuevos análisis (…) La teoría del negocio jurídico oscila desde antaño entre dos polos
opuestos: la tutela de la voluntad y la tutela de la confianza o la apariencia. El tema, en
efecto, no puede pensarse con referencia exclusiva a la voluntad viciada, sino con relación
a los límites puestos por el legislador a la relevancia de los vicios en vista de los intereses
del destinatario de la declaración (…) la dificultad del tema no reside solo en el interrogante
acerca de la conveniencia de extender el ámbito de vigencia los vicios de la voluntad, sino
también en balancearlos intereses del declarante con los del destinatario: los primeros
apuntan a que la voluntad manifestada se corresponda con la real intención, mientras que
los segundos aspiran a vincular al destinatario con lo declarado en vista de la confianza que
ello le ha generado. Esta tensión entre intereses diversos se presenta más claramente en
el vicio de error, aunque también es perceptible en los de dolo e intimidación…” (cfr. José
W. Tobías, Tratado de Derecho Civil, Parte General, Tomo III, ed. Thomson Reuters –La
Ley, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2018, p.263/265). Agrega el mismo autor, sobre
las particularidades de la teoría del error, que su relevancia, como causal de anulación del
acto, se realiza examinando los intereses que se encuentran en juego a la luz de la
pretensión del errante de desligarse y la pretensión de la otra parte o del destinatario de la
declaración de mantener sus efectos. Así señala el autor al que sigo que “la indicada tensión
impone alejarse de los postulados de una pura teoría de los vicios de la voluntad para
solucionarla y recurrir en vez a definiciones que aporten una justa solución a los intereses
involucrados. Son pautas que los ordenamientos jurídicos computan y no siempre resuelven
de la misma manera: a) la ponderación de la diligencia con que actuó el errante. De ahí la
distinción entre error excusable y error inexcusable y sus consecuencias en algunos
derechos positivos; b) la ponderación de la actuación y diligencia del destinatario de la
declaración del errante. De ahí la distinción entre error reconocible y no reconocible y su
impacto de la regulación de algunos ordenamientos jurídicos…” (cfr. Tobías, ob. cit.p. 268).
El CCyCN en el artículo “Error de hecho”, prescribe: “El error de hecho
esencial vicia la voluntad y causa la nulidad del acto. Si el acto es bilateral o unilateral
recepticio, el error debe, además, ser reconocible por el destinatario para causar la nulidad”.
Y el art. 266 sobre el “Error reconocible”, dice: “El error es reconocible cuando el destinatario
de la declaración lo pudo conocer según la naturaleza del acto, las circunstancias de
persona, tiempo y lugar”. Vale decir, que, en principio –sin perjuicio de supuestos
especiales, que no vienen al caso- el error de hecho como causa de nulidad debe ser
esencial y ya no requiere que sea excusable, sin embargo, si el acto es bilateral o unilateral
recepticio, el error debe, además, ser reconocible por el destinatario.
Por ello, como dice Tobías “la anulación del acto ya no depende de la
diligencia que sea dable requerir al errante, sino de la que es requerible al destinatario de
la declaración. Si éste, actuando con debida diligencia pudo y debió advertir el error, queda
alcanzado por la acción de invalidez del errante. En caso contrario, el negocio conserva su
validez (pese a la voluntad viciada) en aras de la protección de la confianza del destinatario
de la declaración” (Tobías, ob. cit. p. 274). También señala Tobías que “Lo cierto es que no
es preciso en absoluto que el error haya sido reconocido, sino que solo es necesario que
se hubiera podido reconocer (…). Las afirmaciones precedentes comportan la carga para
el destinatario de la declaración de investigar en lo posible la existencia de un error del
declarante y en caso de advertirlo, la existencia del deber jurídico de comunicarlo al errante
según la norma de buena fe…” (Tobías, ob. cit.p. 289).
Resulta ilustrativa la tendencia legislativa sobre la materia, que surge del
“Anteproyecto de ley de Defensa Del Consumidor” del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos; Ministerio de la Producción y Trabajo, Publicado en: Sup. Especial Comentarios
al Anteproyecto de LDC , 901, Cita: TR LALEY AR/DOC/677/2019, que en el capítulo 10,
bajo el título: “Crédito para el consumo y tutela frente al sobreendeudamiento. Obligaciones
cambiarias conexas”, que aun no siendo ley, sirve de orientación para la resolución del
presente caso.
Ahora bien, surge de las constancias de autos, que al interponer la acción
declarativa de nulidad (expediente nº 203/21) la actora solicitó la nulidad y el reintegro de
todas las operaciones bancarias con código 370, en particular, la Operación nº 861682, por
la suma de $100.000, debitados en 60 cuotas (cfr. resumen bancario periodo 1/9/2017),
indicando que los débitos comenzaron un mes antes, en agosto de 2017, que el monto de
débito $7.425,32 (informe bancario de fecha 3/1/2019) producto plan sueldo; así como de
la reestructuración efectuada mediante la operación nº 864429, de $59.400, de fecha 22 de
diciembre de 2017 con descuentos de 72 cuotas a partir del 6/2/2018 y los débitos
realizados (con número de código 370). Solicitó asimismo que se declare la nulidad de
todas las otras operaciones nº 918786 en carácter de anticipo que le debitaron desde
3/4/2018, en 12 cuotas, resumen del periodo 3/4/2018, por $956,57; nº 1235087,
comenzaron a debitarle en fecha 5/3/2018, 48 cuotas de $717,98; nº 1235197, debitan
desde 3/4/2018, 48 cuotas de $470,04; nº 1236598, debitan desde el mes de junio de 2018
— según resumen del mes de agosto. Aparece en fecha 13/8/2018, tercer débito por 48
cuotas de $719,46; nº 12 37296, se debita desde fecha 13/8/2018 por 36 cuotas de $439,02
que aparecen en el resumen durante ese periodo y hasta la fecha. Solicitó el reintegro y la
declaración la nulidad de todas otras operaciones, realizadas en esos periodos desde
1/8/2017 hasta la fecha, con más los correspondientes intereses, gastos y costas.
Al exponer los hechos manifestó: “Saqué un préstamo por valor de $100.000
en el año 2017 en el Banco del Tucumán SA, comenzaron los descuentos, pero en fecha 1
agosto del 2017 se hizo insostenible mi situación económica porque los débitos bancarios
me tomaban todo el sueldo y esta situación duró hasta la fecha 4/2/2019 donde me
comunican mediante carta documento OCA que cesaron los débitos, haciéndome saber
que tengo ir a pagar por ventanilla préstamos personales (…) El problema se origina que
fui a sacar un préstamo para operarme de la vista y no solo nunca me pude operar sino que
termine endeudada al comienzo del pago de dicho préstamo de $100.000 de capital. No
fue debidamente acordado, y es así porque nunca entendí que este préstamo me traería
tantos problemas en mi vida, como en la de Mi Familia que me dejaría sin sueldo. Como
me ocurrió el 7 de noviembre del 2017. Mi sueldo era de cero pesos”. Relató que en fecha
20/2/2018, por Correo Argentino envió carta documento n° 861374944 en donde hizo
conocer su situación al banco y solicitó que se revea y revierta su situación financiera con
el reintegro de sus remuneraciones, obteniendo como respuesta la carta documento de
fecha 26/2/2018 en la que el banco le informa que no poseía deuda, cuando en realidad no
era cierto y que la cancelación no fue instantánea, cuando debió serlo. Explicó que, en
agosto del 2017, cuando los débitos fueron insostenibles, el banco no le informó que se
debía al reciente préstamo pues lo hubiera cancelado inmediatamente, sin que le hubieran
dado el derecho a decidir, que en 7 noviembre del 2017 su saldo en la cuenta era $0.-00;
que le ofrecieron como única solución para solucionar más rápido, dar de baja la tarjeta y
la restructuración de la deuda pero que al hacerlo quedó sin la posibilidad de reclamar, al
darle de baja como cliente de Visa. Indicó que el banco la manipuló al solo fin de obtener
grandes ventajas económicas; que se sentía atrapada y estresada porque no iba a lograr
solucionar el problema de aquellas deudas que supuestamente tenía con la tarjeta. Alegó
mala información proporcionada por el banco, mala fe, y abuso de posición y solicitó el
reintegro de las sumas por la falta de cumplimiento e inobservancia de las normas legales
(arts. 332, 1386, 1387 y cc del CCyCN).
Es decir que la recurrente no desconoció las operaciones celebradas con el
banco, sino que reclamó su nulidad, argumentando que no fue debidamente informada, y
por lo tanto considera que no hubo consentimiento.
Ahora bien, como se expuso en los antecedentes, la Sentenciante analizó la
prueba documental acompañada por las partes, así como el informe pericial caligráfico
donde se concluyó que la firma inserta en las solicitudes pertenecen a la Sra. L.; y el informe
pericial (no impugnado) realizado por el CPN Nicolás Ruiz conforme a los puntos de pericia
propuestos por la demandada (oferente de la prueba), en donde se efectuó un detalle de
los movimientos efectuados en la cuenta sueldo de la Sra. L. (mediante los resúmenes de
cuenta adjuntados) consignándose fecha de solicitud, número de operación, tipo de crédito,
monto y número de cuotas a pagar, informe que concuerda con la documentación obrante
en autos de donde puede advertirse que los préstamos cuya nulidad reclama la actora – el
primero de fecha 7/7/2017 (por la suma de $180.000 y el segundo de fecha 22/12/2017 por
la suma de $60.000) - fueron instrumentados mediante las respectivas Solicitudes de
Préstamo suscriptas por la recurrente en donde se consignó monto de los mismos, número
de cuotas pactadas, fecha en que se debita cada cuota, interés aplicable, acordándose
como forma de pago el débito automático de la caja de ahorro. Del contrato con el banco
surge además que el préstamo debía ser devuelto en cuotas mensuales y consecutivas,
descontadas de la cuenta sueldo y se estableció que el capital del préstamo, junto con el
interés compensatorio, sería reembolsado mediante el sistema de amortización
denominado “Sistema Francés”. Todo lo cual no fue negado por la recurrente quien
reconoció haber tomado esos préstamos.
Cabe señalar que de acuerdo a las pautas generales de las solicitudes
firmadas por la Sra. L. no se advierte – ni fue motivo de reclamo por la actora - que la
composición de los importes, intereses pactados y retenciones por gastos que se detallan
en la liquidaciones de las cuotas mensuales resulten por sí mismos excesivos o abusivos,
o que las condiciones establecidas en aquella época por el mercado financiero hayan sido
más favorables que las acordadas por el banco demandado, por lo que deberíamos estar
a los términos de las mismas (art. 218 inc. 7 Cód. Com y arts. 3 y 37 Ley 24240). Todo ello
en el entendimiento que la invalidez que alude el art. 36 Ley 24240 debe ser interpretada
como “nulidad del instrumento”, rigiéndose la operación por las disposiciones usos y
prácticas más favorables al consumidor (J.M Farina Defensa del consumidor y del usuario
p 334-335) sin que -como precedentemente dijera - se acreditara o reclamara en autos esa
circunstancia.
No obstante ello, se advierte que la Solicitud de Préstamo suscripta por la
actora, no consigna el monto total financiado del préstamo (inciso c, del art. 36 LDC), ni el
monto de las cuotas a debitarse (art. 36, inciso g, de LDC) en ninguna de las solicitudes
acompañadas así como tampoco que la entidad bancaria estaba autorizada a efectuar los
descuentos mediante débito automático por sumas superiores al 20% de las sumas
depositadas por cualquier concepto en la cuenta sueldo de la actora, observándose que
asiste razón a la apelante cuando manifiesta que en algunos momentos llegó a quedar la
cuenta en saldo cero, todo lo cual configura para un evidente déficit de información sobre
las operaciones que estaba realizando, toda vez que resulta razonable pensar que de haber
conocido la indisponibilidad futura de casi la totalidad de sus haberes, hubiera valorado con
mejor criterio la opción de solicitar futuros créditos. Y no obsta a esta conclusión el hecho
de que la Sra. L. percibía también otros haberes en una cuenta distinta, toda vez que como
ella misma expresó – y surge de la documentación acompañada – entre todos los sueldos
cobraba una suma cercana a los $17.000 (equivalente a dos salarios mínimos a esa fecha)
con descuentos que superaban los $13.000, dejándola prácticamente sin recursos.
Vale decir, que ante el error de la accionante, quien nunca pudo imaginarse
que la cuenta sueldo quedara reducida a la nada, el Banco no le advirtió sobre los alcances
del compromiso patrimonial derivado de la operatoria, en consideración de los recursos
existentes para afrontarlos; ni evaluó los antecedentes crediticios y la solvencia patrimonial
del accionante para evitar decisiones que la llevaron al sobreendeudamiento, incumpliendo
con el Principio de préstamo responsable, lo que llevó a la accionante a tomar decisiones
que de otro modo no hubiera tomado o se lo haría en otras condiciones si estuviese
plenamente informada ingresando en una situación de endeudamiento no sostenible
colocándola en situación crítica en cuanto a su subsistencia.
Cabe tener presente que el art. 36 de la LDC, impone al proveedor, bajo pena
de nulidad, el deber de incluir un contenido informativo mínimo en los instrumentos que
formalicen operaciones financieras para consumo y de crédito para el consumo, con el fin
de proteger al usuario de tales servicios. Si bien podría interpretarse, prima facie, que la
información sobre las condiciones generales del contrato fue en mayor parte satisfecha, sin
embargo, resulta claro la actora no tuvo claridad para comprender que las mismas sumas
otorgadas en préstamos serían absorbidas por deudas ya contraídas y que el banco
además descontaría la cuota mensual pactada por cada uno de los créditos obtenidos, lo
que implicó absorber casi el total de lo percibido en concepto de haberes por varios meses.
Luego, en la solicitud de préstamo – o reestructuración de deuda - de fecha
22/12/2017 (que la recurrente llama el segundo préstamo) se hizo constar que la suma de
$60.000, a pagar en 60 cuotas mensuales, con una tasa de interés del 39% con sistema
francés, se otorgaría a los fines de reestructurar la deuda mantenida por la actora con la
tarjeta Visa emitida por el Banco Macro (contrato suscripto en marzo de 2017) tampoco
indica (a pesar de que el formulario de adhesión contiene un casillero a los fines de
consignar esa información) cuál sería el monto de la cuota a debitarse por este concepto,
así como tampoco consta que la Sra. L. hubiera entendido que a esta cuota se sumaría el
descuento por el préstamo anterior. Todo ello puede observarse de las planillas anexas
acompañadas por el demandado al contestar la demanda, donde se consignan los montos
descontados cada mes y el origen de la deuda, que contiene la firma del gerente de la
entidad bancaria, mas no así la de la actora.
En este segundo caso se observa además que el banco mediante el formulario
“Requerimiento de Excepción Clientes de Plan Sueldo – Banca Individuos” de fecha
22/12/2017 en la referencia “Identificación de la excepción requerida” se hizo constar – bajo
el título “datos del cliente - Cantidad de situaciones irregulares en la Central de Deudores,
superior a las admitidas del titular o cotitular”: Cuantificación y descripción: 2 situaciones
irregulares (trae libre deuda de una). Luego en el ítem número 9: “% de afectación de
ingresos” se indicó “solicitud préstamo personal para reestructuración tarjeta de crédito”.
Finalmente se consignó, bajo el título “Otros motivos de excepción no tipificados: Se solicita
excepción para otorgar préstamos de $60,000 para cancelar deuda de 2 tarjetas de crédito
Visa por $58.061,73. Quedaría con un préstamo vigente, se darían de baja las tarjetas de
crédito y se mantendría paquete, dando de baja el acuerdo de $500 que tenía. El préstamo
sería a 72 cuotas a TNA 39%. La señora presenta dos situaciones irregulares en el Banco
Central de la República Argentina, una en Valle Fértil SA, y la otra en tarjetas Cuyanas SA,
de esta última presenta Libre Deuda encuadrando en la norma de esta forma”. Este
formulario da cuenta de que el banco conocía la situación de la Sra. L. e igualmente otorgó
otros préstamos, destacándose que se trata de un formulario interno, no firmado por la
actora, sino solamente por el gerente ejecutivo de la entidad bancaria. Y tal como refirió la
recurrente, no se acreditó que en ningún caso se le suministrara una copia de los contratos
o solicitudes de préstamos, al que pudiera consultar sobre las condiciones del préstamo,
intereses y plazo de contratación.
Se hizo sentir culpable a la consumidora, y se la obligó a optar por la
reestructuración para cancelar las tarjetas, sin margen a su favor induciéndola al consumo
a crédito, aun conociendo las necesidades concretas de la consumidora y sobre su
capacidad de reembolso, restando relevancia, a los fines del otorgamiento del crédito a los
ingresos mensuales de la accionante, condición laboral, registros de antecedentes
crediticios, etcétera.
Como se ha señalado “no puede soslayarse que no solo el deudor, sino
también el acreedor debe obrar con cuidado, previsión y según las exigencias de la buena
fe, art. 729, Cód. Civ. y Com. Es conveniente recordar, que el mandato constitucional de
protección de los derechos del consumidor y de sus intereses económicos, art. 42 CN, no
es compatible con la concesión de crédito de forma compulsiva y bajo condiciones
usurarias; todo lo cual exige medidas de prevención del sobreendeudamiento y de los
efectos sistémicos de la concesión de préstamos irresponsables, así como un régimen de
responsabilidad que contenga sanciones, además de administrativas, de derecho privado”
(cfr. : El crédito para el consumo y tutela frente al sobreendeudamiento en el Anteproyecto
de Ley de Defensa del Consumidor. La regulación de obligaciones cambiarias conexas.
Autor: Junyet Bas, Francisco Publicado en: Sup. Especial Comentarios al Anteproyecto de
LDC, 437. Cita: TR LALEY AR/DOC/628/2019).
Cabe recordar que el CCyCN introdujo el principio de sociabilidad de los
derechos en el título preliminar: "Todos los derechos deben ser ejercidos de buena fe" (art.
9), y "la ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraría
los fines del ordenamiento jurídico o el que excede los límites impuestos por la buena fe, la
moral y las buenas costumbres" (art. 10). Al estar en el título introductorio, tienen la
categoría de principios generales de todo el sistema.
Como es sabido, el derecho de información, uno de los pilares fundamentales
en que se asienta la tutela del consumidor, se encuentra consagrado en el artículo 42 de la
Constitución Nacional, y encuentra su correlato en el deber de información impuesto a los
proveedores de bienes y servicios por la LDC (arts. 4 y 36). Con la sanción del Código Civil
y Comercial de la Nación, el deber de información se agudizó y profundizó en los “contratos
bancarios” con consumidores y usuarios (conf. art. 1384/1389 CCCN). Respecto del deber
de información en cabeza del proveedor del crédito, se ha dicho que “La imposición legal
de este deber de información persigue una concreta finalidad, cual es, acortar las
distancias, las desigualdades estructurales que existen entre los extremos de la relación.
En particular, en la etapa precontractual, la obligación de informar procura resguardar el
consentimiento en sentido amplio, un consentimiento auténtico, un consentimiento pleno y
reflexivo, un consentimiento lúcido. Es el momento en que el consumidor debería conocer
el producto que se le ofrece (en el caso, la operatoria financiera de que se trate) y las
condiciones de contratación, para así evaluar ventajas y desventajas, comparar productos,
considerar riesgos, hacer previsiones adecuadas, etc” (Japaze, María Belén, “Crédito para
operaciones de consumo. Actividad publicitaria, información y deber de asesoramiento”, LL
AR/DOC/3457/2018). El art. 1387 del Código fondal impone un deber de información
agravado en cabeza del proveedor, al establecer que “Antes de vincular contractualmente
al consumidor, el banco debe proveer información suficiente para que el cliente pueda
confrontar las distintas ofertas de crédito existentes en el sistema, publicadas por el Banco
Central de la República Argentina”. Calificada doctrina sostiene que “Como fuera que se
interprete esta obligación, lo que es indudable es que el art. 1387 Cód. Civ. y Com.
establece una exigencia adicional en materia de operaciones bancarias que no está
presente en otros contratos de consumo. Desde mi punto de vista, el deber de información
no trae aparejado necesariamente el de consejo a menos que exista expresa disposición
legal al respecto (como sucede con el precepto mencionado del Cód. Civ. y Com.) o que
esa obligación se desprenda de modo claro de la naturaleza misma del contrato a celebrar”
(Chamatrópulos, Demetrio A., “Impacto del Código Civil y Comercial en la regulación del
deber de información vigente en las relaciones de consumo (más algunos aspectos
adicionales…), LL AR/DOC/3860/2016). El Dr. Pablo Heredia afirma que esta obligación de
información precontractual tiene una justificación jurídica que se desgrana en cinco
vertientes: 1) por el conocido desequilibrio negocial de las partes, donde la entidad impone
en forma unilateral todos o casi todos los contenidos contractuales; 2) por la complejidad
que tienen algunos productos o servicios financieros; 3) por el riesgo que esos mismos
productos o servicios financieros pueden tener; 4) por la existencia en el mercado de
productos o servicios bancarios ofrecidos en condiciones similares, lo que hace necesario
que el cliente tenga los medios y la oportunidad para realizar una adecuada comparación
de las distintas ofertas; 5) porque responde a una exigencia de buena fe que impone a las
entidades bancarias el deber de asesorar y advertir al cliente acerca de todos aquellos
aspectos aptos para excluir su error o confusión. A su turno, en cuanto a su justificación
económica, el mencionado autor sostiene que la obligación bancaria de información
precontractual responde a la necesidad de “dar un adecuado funcionamiento al mercado
en términos de transparencia y competitividad, que permita tomar decisiones razonadas
(…) Ciertamente, la prestación de información tiene costos para los bancos, pero ellos son
muy inferiores a los que deberían pagar los clientes por recabarla si no hubiera disposición
normativa que impusiera su suministro a título de obligación precontractual” (Heredia,
Pablo, “La información precontractual bancaria”, LL AR/DOC/3794/2016) En dicho marco,
asume relevancia el art. 1389 del CCCN, en tanto establece que “Son nulos los contratos
de crédito que no contienen información relativa al tipo y partes del contrato, el importe total
del financiamiento, el costo financiero total y las condiciones de desembolso y reembolso”.
Se advierte que –tal como lo regula el art. 36 de la LDC- el importe total del financiamiento
es reputado por el legislador como un elemento esencial del contrato…” (CCDL, Sala 3,
sent: 278 del 23/11/2021).
Tiene dicho la Corte de la provincia que “informar es hacer saber lo que es
importante, resultando tal todo dato que pueda alterar la base del negocio, de modo que si
se conociera no se contrataría, o se lo haría en otras condiciones. La información es un
elemento imprescindible para restablecer el equilibrio entre las partes -tratantes primero y
contratantes después-, debiendo considerarse que tal equilibrio es el principio sobre el que
se asienta la autonomía de la voluntad, que es elemento esencial del consentimiento eficaz.
Por ello resulta fundamental que la información sea veraz, detallada, eficaz, suficiente,
cierta e inteligible” (CSJTuc, sentencia nº 921 del 2/10/2009).
Conforme ha señalado este Tribunal, en antecedente similar, que “La
Constitución Nacional en el artículo 42 establece que "los consumidores tienen derecho, en
la relación de consumo, a la protección de la salud, seguridad e intereses e intereses
económicos”. Por su parte, la Ley de Defensa del Consumidor, la cual es de orden público,
preceptúa en el art. 4: “Información. El proveedor está obligado a suministrar al consumidor
en forma cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las características esenciales de
los bienes y servicios que provee, y las condiciones de su comercialización. La información
debe ser siempre gratuita para el consumidor y proporcionada en soporte físico, con
claridad necesaria que permita su comprensión. Sólo se podrá suplantar la comunicación
en soporte físico si el consumidor o usuario optase de forma expresa por utilizar cualquier
otro medio alternativo de comunicación que el proveedor ponga a disposición”. Asimismo,
el art. 8 dispone: “Trato digno. Prácticas abusivas. Los proveedores deberán garantizar
condiciones de atención y trato digno y equitativo a los consumidores y usuarios. Deberán
abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los consumidores en situaciones
vergonzantes, vejatorias o intimidatorias (…) El artículo 36 de la norma reza: "En las
operaciones financieras para consumo y en las de crédito para el consumo deberá
consignarse de modo claro al consumidor o usuario, bajo pena de nulidad: a) La descripción
del bien o servicio objeto de la compra o contratación, para los casos de adquisición de
bienes o servicios; b) El precio al contado, sólo para los casos de operaciones de crédito
para adquisición de bienes o servicios; c) El importe a desembolsar inicialmente -de existir-
y el monto financiado; d) La tasa de interés efectiva anual; e) El total de los intereses a
pagar o el costo financiero total; f) El sistema de amortización del capital y cancelación de
los intereses; g) La cantidad, periodicidad y monto de los pagos a realizar; h) Los gastos
extras, seguros o adicionales, si los hubiere. Cuando el proveedor omitiera incluir alguno
de estos datos en el documento que corresponda, el consumidor tendrá derecho a
demandar la nulidad del contrato o de una o más cláusulas. (...) El Banco Central de la
República Argentina adoptará las medidas conducentes para que las entidades sometidas
a su jurisdicción cumplan, en las operaciones a que refiere el presente artículo, con lo
indicado en la presente ley”. Por su parte, los contratos bancarios se encuentran regulados
en el Título IV, Capítulo 12 del Código Civil y Comercial de la Nación (CCyCN), que prevé
un parágrafo especial para los contratos con consumidores y usuarios, de donde surge
expresamente que "las disposiciones relativas a los contratos de consumo son aplicables a
los contratos bancarios de conformidad con lo dispuesto en el artículo 1093" (art. 1384, ss.
y ccdtes.). A su vez, el contrato de préstamo se encuentra establecido en el artículo 1408
del citado cuerpo normativo, en los siguientes términos: "El préstamo bancario es el contrato
por el cual el banco se compromete a entregar una suma de dinero obligándose el
prestatario a su devolución y al pago de los intereses en la moneda de la misma especie,
conforme con lo pactado". Resulta de importancia traer a colación el deber de obrar de
buena fe contenido en el artículo 9 del CCyCN y que "la ley no ampara el ejercicio abusivo
de los derechos" (art. 10 CCy CN). Sumado a ello, ha de considerarse que el Banco Central
de la República Argentina, en su carácter de regulador del funcionamiento de los bancos
comerciales, en los términos del artículo 21 de la Ley n° 21526, emitió varias
comunicaciones, mediante las cuales, entre otras reglas, se enumeran las obligaciones de
las entidades bancarias en miras a garantizar la efectiva protección de los intereses
económicos de los usuarios en operaciones de servicios financieros. La Comunicación "A"
6175 que, en lo que aquí importa, refiere que "al momento del otorgamiento de
financiaciones a personas humanas, se deberá tener especial atención a la relación
cuota/ingreso de manera de que el deudor pueda afrontar posibles incrementos en el
importe de las cuotas sin afectar su capacidad de pago, teniendo en cuenta que sus
ingresos pueden no seguir la evolución de la Unidad de Valor Adquisitivo actualizable por
'CER' ('UVA') ni la del 'CVS'". También la Comunicación "A" 6080, que establece similares
previsiones respecto de otras variables de ajuste. Finalmente, la Comunicación "A" 7156
que establece que "los usuarios de servicios financieros tienen derecho, en la relación de
consumo respectiva, a: la protección de su seguridad e intereses económicos; recibir
información adecuada y veraz acerca de los términos y condiciones de los servicios que
contraten, así como copia de los instrumentos que suscriban; la libertad de elección; y
condiciones de trato equitativo y digno. Los sujetos obligados deberán adoptar las acciones
necesarias para garantizar estos derechos a todos los actuales y potenciales usuarios de
los servicios que ofrecen y prestan, de manera de asegurarles condiciones igualitarias de
acceso a tales servicios”. Por último, no hemos de soslayar que las Directrices de las
Naciones Unidas para la Protección del Consumidor (cfme. Resolución n° 70/186 de la AG,
22/12/2015) establecen, en su parte pertinente, que "los Estados Miembros deben, según
proceda, establecer o fomentar: a) Políticas para la regulación y la aplicación efectiva de
las normas en el ámbito de la protección del consumidor de servicios financieros (...) f) La
actuación responsable de los proveedores de servicios financieros y sus agentes
autorizados, en particular en lo que respecta a la concesión responsable de préstamos y la
venta de productos que se ajusten a las necesidades y los medios del consumidor (…)” (art.
66). Como corolario del marco normativo referido anteriormente, y atento a que corresponde
que la pretensión de la actora sea analizada desde el prisma protectorio que brinda el
derecho de los consumidores y usuarios no puede desconocerse que la propia Ley n°
24.240 establece, a lo largo de su articulado, que en caso de duda se estará a la
interpretación que más beneficie al consumidor o usuario (arts. 3, 25, 37) y que el Código
Civil y Comercial de la Nación dispone en el art. 1094: “Interpretación y prelación normativa.
Las normas que regulan las relaciones de consumo deben ser aplicadas e interpretadas
conforme con el principio de protección del consumidor y el de acceso al consumo
sustentable. En caso de duda sobre la interpretación de este Código o las leyes especiales,
prevalece la más favorable al consumo”. Sobre el particular, nuestro Máximo Tribunal
sostuvo que "este principio protectorio juega un rol fundamental en el marco de los contratos
de consumo donde, es preciso destacar, el consumidor se encuentra en una posición de
subordinación estructural (...) Es por ello que con el fin de preservar la equidad y el equilibrio
en estos contratos, la legislación contempla previsiones tuitivas en su favor en aras de
afianzar esta protección preferencial de raigambre constitucional" (CSJN, en autos
"Prevención, Asesoramiento y Defensa del Consumidor -PADEC- c/ Bank Boston NA s/
Sumarísimo", recurso de hecho. sentencia del 14 de marzo de 2017; ver considerando 6°).
A su vez, en lo que atañe a relaciones de consumo con entidades bancarias, la Corte refirió
que "esta tutela especial se acentúa aún más en los contratos bancarios celebrados con
consumidores y usuarios, donde, del otro lado de la relación jurídica, se encuentra una
entidad bancaria, profesional en la intermediación financiera y cuya finalidad es obtener un
rédito en su actividad. Estos contratos, debido a su celebración mediante la adhesión a
condiciones generales predispuestas, provocan un contexto propicio para las cláusulas y
prácticas abusivas. Por ello aquí, tanto la legislación como el control judicial juegan un papel
preponderante para hacer operativo el derecho previsto en el art. 42 de la Constitución
Nacional" (autos 'PADEC c/ Bank Boston, op. cit., considerando 7°) (Sentencia nº 219 del
22/9/2021, Expediente nº 160/21).
Cabe destacar asimismo que la recurrente obtuvo por parte del banco, aparte
de aquellos dos primeros (de fechas 7/7/2017 y 22/12/2017) otros cuatro préstamos más:
de fecha 8/2/2018, nº 1092 de $22.222,22; de fecha 21/2/2018 nº 1382 por $7.575,76; de
fecha 9/5/2018, nº 4455 por $17.171,72 y de fecha 4/7/2018, nº 6722 por $7.575,76; es
decir, todos dentro de los siete meses posteriores a los primeros. Tampoco pasa
desapercibido que ya en el mes de febrero de 2018 la actora remitió al banco dos cartas
documentos donde le hizo conocer su apremiante situación y solicitó la restitución de sus
haberes, que fueron respondidas por el demandado desconociendo la información allí
expresada, explicando las operaciones realizadas por el banco para concluir “No obstante,
lo expuesto, con el ánimo de evacuar vuestras inquietudes le invitamos a presentarse por
ante nuestra Casa Central de calle San Martín n° 721 de esta ciudad, en Horario bancario.
Caso contrario iniciaré acciones legales correspondientes”. Es decir, para aclarar su estado
por deudas contraídas en la sucursal de su domicilio, se le requirió trasladarse a la ciudad
de San Miguel de Tucumán, haciendo más difícil su situación y la posibilidad de obtener
una respuesta favorable. Es así que en fecha 4/7/2018 (igual fecha a la del otorgamiento
del último préstamo) la Sra. L. inició el proceso de amparo a los fines de que el banco se
abstenga de continuar descontando sumas superiores al 20% de sus haberes, lo que fue
concedido mediante sentencia n° 89 fecha 26 marzo 2019, la que se encuentra firme.
En tal sentido considero que al momento de contraer los préstamos ante la
entidad bancaria, la actora ya poseía otros créditos que se le descontaba de la misma
cuenta sueldo, por lo que el banco conocía esta situación y de igual manera otorgó el
crédito, dejando a la Sra. L. en un estado de extrema vulnerabilidad. El banco tenía acceso
a los movimientos de su cuenta sueldo (y como el mismo accionado reconoció, conocía
también los descuentos que se le realizaban por los préstamos obtenidos con la Caja
Popular de Ahorros por ejemplo, y los consumos de tarjeta de crédito); además de conocer
la reglamentación y disposiciones que rigen para el otorgamiento de estos créditos, todo lo
cual no lo relevaba de efectuar una evaluación que, ajustada a la situación de la actora, le
permitiera advertir las dificultades en la que ésta habría de encontrarse a la hora de
cancelarlos. Y ello es así, con mayor razón, cuando, pese al limitado ingreso que recibía la
Sra. L., la entidad le otorgó sucesivos créditos a efectos de que ella pudiera superar las
dificultades en las que había quedado colocada a raíz del primero de esos préstamos,
sabiendo o debiendo saber que ello – en lugar de ser la solución a su endeudamiento -
complicaría aún más su situación.
Lo expresado surge evidente además de la solicitud de préstamo adjuntada
por el demandado (del 22/12/2017), del informe pericial (no cuestionado por las partes) en
donde se evidencia que el segundo préstamo le fue otorgado a la actora a efectos de que
ella pudiera cancelar deudas contraídas con la tarjeta de crédito, incluso anteriores al primer
préstamo, descontándose ambas cuotas, junto a otros débitos que se le efectuaban a la
actora por préstamos otorgados por otras entidades financieras, como bien lo destacó el
banco accionado en sus agravios. Y si bien es cierto que la actora contrajo numerosas
deudas no solo con el banco aquí demandado (y que motivaron incluso acciones judiciales
en su contra), ello, lejos de liberar a la entidad bancaria, tiene como contrapartida el efecto
de demostrar que el demandado tuvo a su alcance elementos suficientes para detectar la
imposibilidad de pago en la que se encontraba la actora y la enorme dificultad en que
quedaría a la hora de cancelar los créditos que le fueron igualmente concedidos,
amparados en el débito que mes a mes realizaba. Es que no puede desconocerse que las
entidades financieras se encuentran obligadas a investigar la capacidad de pago de sus
clientes, como modo de tutelar su propia cartera de créditos que es el activo principal que
tienen. Pero, por otra parte, ello no le permite desentenderse del carácter alimentario del
salario al momento de realizar el análisis para su otorgamiento. De ello deduzco, que lo
alegado por la actora respecto de su apremiante situación financiera no pudo ser
desconocida por el banco y que, si lo fue, él no puede alegarlo sin aceptar su propio
incumplimiento de reglas que no se inspiran solamente en el buen funcionamiento de una
entidad aislada, sino en la de todo el sistema.
La Corte de la provincia tiene dicho que “… el sobreendeudamiento del
consumidor es un fenómeno multicausal complejo y que la concurrencia de factores
desencadenantes revela frecuentemente responsabilidades plurales y diversas, que no
deben ser soslayadas (Japaze, Belén, Sobreendeudamiento del consumidor. Remedios
preventivos y de saneamiento, p. 38 a 43 y 46). Aun cuando se suele distinguir el
sobreendeudamiento activo -donde el consumidor se adeuda en exceso, al contraer más
obligaciones de las que puede afrontar con los recursos disponibles- del
sobreendeudamiento pasivo -que se desencadena por acontecimientos sobrevenidos al
nacimiento de las obligaciones asumidas y por causas no imputables al sujeto afectado-
calificada doctrina sostiene que esa clasificación binaria simplifica indebidamente el
esquema causal, sin reparar que el consumidor cae, con mucha frecuencia, en esa
situación de exceso de deuda por una retroalimentación entre ambos subtipos (Anchaval,
Hugo, Insolvencia del consumidor, p. 65). El principio de préstamo responsable inspira
directivas de actuación para las partes, pero especialmente para aquellos que en el
mercado ofrecen financiamiento para la adquisición de bienes o la contratación de servicios.
La doctrina coincide en sostener que el aludido principio se traduce en obligaciones
concretas de cumplimiento necesario para los dadores de crédito, entre las que cabe
destacar, el deber de indagar acerca de las necesidades concretas del consumidor y sobre
su capacidad de reembolso; asesorar y aconsejar adecuadamente la toma del empréstito
o la financiación, conforme las opciones disponibles; advertir sobre los alcances del
compromiso patrimonial derivado de la operatoria; evaluar los antecedentes crediticios y la
solvencia patrimonial del consumidor y decidir fundadamente el otorgamiento o la
denegatoria del crédito (cfr. Hernández, Carlos A. - Japaze, Belén - Ossola, Federico A. -
Sozzo, Gonzalo - Stiglitz, Gabriel A., “Hacia el Código de Defensa del Consumidor”, La Ley
15/03/2021, 1, AR/DOC/592/2021). La evaluación de la situación patrimonial del
consumidor se lleva a cabo en el interés prioritario de la entidad crediticia que decidirá la
concesión del crédito y las condiciones del mismo en función del riesgo que, conforme su
perfil y estrategia empresarial, esté dispuesta a afrontar. Y aun cuando debieran ser los
más interesados en el otorgamiento de préstamos responsables -pues se exponen a tener
que asumir en primera persona la eventualidad del impago- la realidad demuestra que,
acudiendo a mecanismos diversos, los bancos logran su externalización, convirtiendo el
riesgo individual en riesgo sistémico, cuyos costes serán en definitiva soportados por el
conjunto social (Japaze, Belén, Economías domésticas en crisis. Sobreendeudamiento de
los consumidores y sus familias, E-Book, Thomson Reuters-La Ley 2021). Con razón se
advierte sobre la “existencia de un mercado de préstamos de alto riesgo, donde no se valora
adecuadamente la capacidad de reembolso del deudor” pues “ello es compensado con altas
tasas de interés, que permiten a distribuir las pérdidas derivadas de los incumplimientos
con el costo del crédito que pagan el resto de los usuarios del servicio” (cfr. Sánchez
Cannavó, Sebastián I., “Responsabilidad del concedente de crédito por
sobreendeudamiento del consumidor”, LL 2019-A, 692). Y de allí que al evaluar las causas
del fenómeno “más allá de la culpabilidad o no del deudor, se debe analizar también el
grado de responsabilidad de la entidad de crédito por la concesión previsible e incluso
deliberada y negligente de créditos de alto riesgo” (Sánchez Cannavó, Sebastián I.,
“Responsabilidad del concedente de crédito por sobreendeudamiento del consumidor”, cit.;
ver asimismo, Juan, Daniel A., “Una propuesta para disminuir el sobreendeudamiento”,
Suplemento Actualidad, 21/07/2015, 1, AR/DOC/4425/2014 ). En línea con lo expresado,
la Comisión 8 de las XXIV° Jornadas Nacionales de Derecho Civil, dejó establecido que
“Los proveedores de crédito están obligados a evaluar la capacidad de pago y solvencia
del deudor” y que “respecto del proveedor de crédito debe merituarse especialmente su
proceder abusivo o engañoso al tiempo de la concesión de financiamiento. Su
incumplimiento genera responsabilidad objetiva” (Conclusiones, apartado II.1 y II.4). Siendo
la morosidad y la insolvencia riesgos típicos de la actividad, incumbe principalmente a los
profesionales del crédito prevenirse frente a estas situaciones, sea mediante la adopción
de precauciones que reduzcan el margen de esas contingencias, o bien asumiendo su
internalización. Persuade la idea de que sólo haciendo a los acreedores parcialmente
responsables del sobreendeudamiento del consumidor, se los incentivará a
comportamientos serios, implicados con los intereses de todos los partícipes de la
operatoria (Trujillo Díez, Iván J., El sobreendeudamiento de los consumidores, p. 22). Se
insiste en la idea de que “la concesión abusiva del crédito al consumo debe ser merituada
como factor generador o facilitador de la insolvencia al momento de imputar
responsabilidades y al de distribuir las pérdidas” (cfr. Kemelmajer de Carlucci, Aída, “El
sobreendeudamiento del consumidor y la respuesta del legislador francés”, Academia
Nacional de Derecho 2008 (junio), 1, AR/DOC/1618/2009). En el contexto descripto, la
conclusión según la cual los daños eventualmente padecidos tienen como “causa
determinante el sobreendeudamiento irresponsable del actor”, no puede sostenerse”
(CSJT, Expte. nº 583/18, Sentencia nº 892 de fecha 26/7/2022).
La afectación del 90% del salario del dependiente para la satisfacción de sus
deudas es violatoria de derechos reconocidos por la Constitución Nacional, aunque su
desempeño lo sea en el ámbito privado. Es que, con independencia de las autorizaciones
invocadas por la entidad financiera, insertas en cláusulas predispuestas por ella en el
contrato de adhesión suscripto por la actora, resulta claramente abusivo que por esta vía
se la prive de percibir la casi totalidad de sus haberes y las asignaciones familiares, en
razón de los débitos imputados al pago de las cuotas de los préstamos que debe restituir.
Es decisivo advertir que se trata de una cuenta sueldo, cuya apertura obedeció
específicamente a la percepción de los haberes de la Sra. L., depositados mensualmente.
Según ha sido dicho, la facultad contractual del banco de debitar todo o parte de lo
adeudado de las cuentas corrientes u otras cuentas del solicitante, será atendible en la
medida en que no se traten de cuentas sueldo. Razones de humanidad, de asistencia y de
cohesión familiar así lo imponen (cfr. CCCC, Sala 1, sentencia nº 197 del 6/5/2003, autos
sobre amparo). Al respecto se ha advertido que "El sistema de pago automático es utilizado
sin ningún tipo de limitación para la cartera de clientes compuesta por empleados públicos
y jubilados, constituyendo uno de los aspectos principales generadores del
sobreendeudamiento, puesto que promueve tanto la concesión irrestricta como la toma
abusiva de créditos". Y que "Esta práctica atenta contra el principio protectorio de base
constitucional que nutre al derecho del consumo. La estructural posición de debilidad del
consumidor impone que estas relaciones jurídicas sean revisadas. Desde la perspectiva
protectoria resulta inadmisible que una relación jurídica “libremente pactada” afecte los
derechos básicos del consumidor." (Cf. González Masanés, Pablo, "Sobreendeudamiento
del Consumidor-Empleado Público. Una tutela anterior y por fuera del Derecho Concursal",
Estudios de Derecho Empresario ISSN 2346-9404). Es preciso conectar esta problemática
con el estatuto de la persona y sus derechos fundamentales. En esa dirección, y a propósito
de una ejecución hipotecaria, se pronunció la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(“Rinaldi Franciso vs/ Guzmán, Toledo, ejecución hipotecaria). En dicha oportunidad el Alto
Tribunal advirtió que una ejecución sin límites de lo pactado afectaría gravemente la
existencia de la persona del deudor y su grupo familiar y los conduciría a la exclusión social;
y que si bien la lógica económica de los contratos admite que el incumplidor sea excluido
del mercado, ello encuentra una barrera cuando se trata de las personas. Asimismo destacó
que todos los individuos tienen derechos fundamentales con un contenido mínimo para
desplegar plenamente su valor eminente como agentes morales autónomos, que
constituyen la base de la dignidad humana, que los derechos vinculados al acceso a bienes
primarios entran en esta categoría y deben ser tutelados, y que la Constitución Nacional al
tutelar a los consumidores, obliga a sostener una interpretación coherente del principio
protectorio, que en el caso se refiere, concretamente al problema del sobreendeudamiento
(CS Rinaldi Francisco vs/ Guzmán, Toledo, ejecución hipotecaria sentencia del 15/3/2007,
La Ley 2007-B, 415). Analizando este antecedente advierte Japaze que el estándar de
protección del consumidor sobreendeudado establecido por la Corte a partir de un conflicto
particular entre el acreedor de un mutuo hipotecario y su deudor, se potencia cuando se
trata de gestionar la crisis creciente de sectores vulnerables en situación de
sobreendeudamiento. Ello así, continúa la autora citada, porque el acceso a los bienes
esenciales no puede ser negado a la persona humana sin compromiso de su dignidad, del
derecho a la vida con calidad, a la salud en su más amplio sentido, a su integridad (Japaze
Belén, Sobreendeudamiento del Consumidor. Remedios preventivos y de saneamiento, p.
161, Bibliotex, Tucumán, 2017). En el ámbito de la operatoria de crédito, la entidad
financiera es el profesional experto, y quien maneja la operatoria. Diseña el producto,
identifica el segmento al que apunta y se fijar metas de colocación. “Parece incuestionable
que las entidades crediticias deben consultar, indagar y finalmente evaluar la solvencia del
potencial cocontratante para concluir sobre su efectiva capacidad de reembolso y
cumplimiento. Y esta evaluación se lleva a cabo en el interés prioritario del agente
financiero”. Al indagar sobre los antecedentes crediticios del consumidor, la entidad acceder
a la información que permita establecer un cuadro de situación: empréstitos acordados,
naturaleza de los mismos, nivel de endeudamiento, comportamiento crediticio etc. (Japaze
p. 201/202 y 205) (CCCC, Sala 2, sentencia nº 128 de fecha 15/7/2020). El banco presta
un servicio profesional, y por su condición de experto es quien estaba en mejores
condiciones de evaluar la capacidad de pago de la deudora, pese a lo cual otorgó a la Sra.
L. préstamos cuyo reembolso habría de afectar, razonablemente, un elevado porcentaje de
sus salarios, cuyo monto tampoco podía ignorar, puesto que es la institución a través de la
cual la actora percibe sus haberes. No está en debate la existencia de los préstamos que
la actora admite haber tomado, como tampoco niega que autorizó los débitos en su cuenta
sueldo. Sin embargo, la autonomía privada y la protección a los intereses del acreedor
ceden cuando se advierte violación a garantías constitucionales, como sucede en el caso
de autos.
Las operaciones activas que realizan los bancos, especialmente el
otorgamiento de préstamos, y con mayor énfasis aún, los créditos que se otorgan en el
marco de la denominada cartera de consumo, a personas humanas que resultan ser
consumidores de servicios financieros (hipervulnerables o no) deben ser concretadas en el
marco de la ley, las comunicaciones reglamentarias del BCRA y muy especialmente,
teniendo en cuenta que el Banco es un profesional en la materia crediticia. El art. 1725 del
CCyCN (2) establece: -Valoración de la conducta. Cuanto mayor sea el deber de obrar con
prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la
valoración de la previsibilidad de las consecuencias. Para valorar la conducta no se toma
en cuenta la condición especial o la facultad intelectual de una persona determinada, a no
ser en los contratos que suponen una confianza especial entre las partes. En esos casos,
se estima el grado de responsabilidad, por la condición especial del agente. No cabe duda
alguna, nadie en la actualidad lo cuestiona, que las entidades financieras como tales,
asumen una responsabilidad profesional, agravada en el desarrollo de sus funciones, y
especialmente entre otras, al momento de otorgar asistencias financieras a terceros. Ello
por cuanto son sujetos altamente profesionalizados, cuentan con autorización del BCRA
para funcionar como tales (art. 7 LEF (3)) deben tener capitales mínimos, existen normas
que establecen condiciones al momento de otorgar préstamos, especialmente se encuentra
regulada en la comunicación del BCRA «A» 7593 de fecha 1 de setiembre de 2022, cuyo
texto ordenado se encuentra en la Comunicación del BCRA «A» 7645 de fecha 25 de
noviembre de 2022 que regula la protección de los usuarios de servicios financieros, etc.
Es así que cada préstamo merece una consideración particular, atendiendo a
la solvencia del deudor, sus antecedentes, ingresos, patrimonio, y muy especialmente, a su
condición de consumidor y educación financiera. En algunos casos, la cuestión será más
sencilla, estandarizada, y no ofrecerá mayores dificultades. Pero en otros, la entidad deberá
obrar con suma cautela, dado que es un profesional en la materia, y debe tender a informar
al prestatario sobre las consecuencias del endeudamiento, evaluar su capacidad de pago,
la fuente de sus ingresos, e incluso la imagen de solvencia que a partir del préstamo a
otorgar, puede transmitir a terceros también acreedores del cliente del Banco. En efecto, la
entidad financiera no obró con el cuidado y la atención que debería haber tenido
considerando la calidad de su deudor; no le brindó un trato digno, abusó de posición
dominante, no explicitó debidamente al tomador las consecuencias que le traería contraer
este tipo de deudas, lo cual ante un deudor consumidor sino hipervulnerable que puede
devenir en ese estado, resulta necesario e imperioso. Nuestra jurisprudencia, así lo viene
sosteniendo, en mérito a las consideraciones que hemos señalado, y que refieren a la
responsabilidad profesional de la entidad financiera. Entre otros: -el ejercicio, que se estimó
abusivo de la facultad acordada con el cliente para efectuar débitos de su caja de ahorro,
donde se le depositaba su remuneración, en el caso, se debitó el total de dicho salario para
imputarlo al pago de una deuda por tarjeta de crédito- (Cámara Nacional Civil Sala G
11.4.2012, Brizuela Diego Antonio c. Banco Río S.A. s. Daños y Perjuicios).
Por lo expuesto, a diferencia de lo resuelto, estimo que se encuentra
acreditado el error de hecho esencial de la Sra. L. al momento de contratar con el banco, y
que siendo el acto bilateral recepticio, y atento a que la anulación del acto ya no depende
de la diligencia que sea dable requerir al errante, sino de la que es requerible al destinatario
de la declaración y que éste actuando con debida diligencia pudo y debió advertir el error,
es que interpreto que queda alcanzado por la acción de invalidez del errante, en todas las
operaciones bancarias cuya nulidad se solicita.
En ese sentido, el último párrafo del artículo 37 LDC establece que “En caso
en que el oferente viole el deber de buena fe en la etapa previa a la conclusión del contrato
o en su celebración o transgreda el deber de información o la legislación de defensa de la
competencia o de lealtad comercial, el consumidor tendrá derecho a demandar la nulidad
del contrato o la de una o más cláusulas. Cuando el juez declare la nulidad parcial,
simultáneamente integrará el contrato, si ello fuera necesario”.
Así se ha expresado que “la acción de nulidad prevista en el art. 37 aligera los
presupuestos y requisitos de la acción de nulidad tradicional, cualquiera fuera ésta. A tenor
de la norma citada, no es necesario indagar acerca de la efectiva afectación de la voluntad
del consumidor o usuario, que para el legislador se presume. Se trata de una solución legal
que armoniza con el fundamento y la finalidad de la obligación de informar impuesta al
proveedor de bienes y servicios” (cfr. Japaze, El deber de información, en Manual de
Derecho del Consumidor, Rusconi-coordinador, p. 220).
A su vez, el art. 1389, CCyCN sobre “Información en contratos de crédito”,
prescribe: “Son nulos los contratos de crédito que no contienen información relativa al tipo
y partes del contrato, el importe total del financiamiento, el costo financiero total y las
condiciones de desembolso y reembolso”. Como señala María Valentina Aicega y Osvaldo
R. Gómez Leo: “Prima facie, lo previsto en el artículo resulta de toda claridad: son nulos los
contratos bancarios celebrados con consumidores en los que se omita indicar la información
consignada en el artículo (tipo y partes del contrato, el importe total del financiamiento, el
costo financiero total y las condiciones de desembolso y reembolso). De la norma se
desprendería que la sanción de nulidad prevista es total ("son nulos los contratos")”. “Sin
embargo, a poco de analizar las consecuencias que traería aparejado lo que presuntamente
la norma establece con claridad, se concluye que existe un problema axiológico, una
discordancia entre lo que su literalidad dice y los pretendidos efectos tuitivos del régimen
en el que se enmarca. En efecto, si se aceptara que la consecuencia del incumplimiento
del banco - decimos del banco porque es quien determina en contenido del acuerdo y el
consumidor solo adhiere al mismo - es, necesariamente, la nulidad total del contrato, habría
que aceptar que su pronunciamiento obligará a las partes a restituirse mutuamente lo que
han recibido en virtud del contrato (art. 390 del Código Civil y Comercial). Teniendo en
cuenta que la norma en análisis regula sobre los contratos de crédito celebrados con
consumidores, el cliente debería restituir al banco los fondos recibidos con motivo del
contrato declarado nulo, lo que en la mayoría de los casos le resultará perjudicial. Como se
observa, la declaración de nulidad del contrato conspira contra los intereses del propio
consumidor”.
“Considerando la situación planteada, entendemos que la interpretación del
art. 1389 debe realizarse teniendo especialmente en cuenta su finalidad tuitiva y el principio
de conservación de los contratos, integrándolo con los arts. 389 del Código Civil y Comercial
y 36 de la ley 24.240, texto según ley 26.361. De esta manera, se concluirá que el
consumidor puede solicitar la declaración de nulidad del contrato o la de solo alguna de sus
cláusulas, según le resulte más conveniente.”
“A efectos del análisis que venimos realizando, cabe recordar que durante la
vigencia del texto original del art. 36 de la ley 24.240 se planteó el mismo problema antes
expuesto, ya que dicha norma también fijaba datos mínimos que debían consignarse en los
contratos de consumo que instrumenten operaciones de crédito, estableciendo que ello era
"bajo pena de nulidad", sin contemplar expresamente la posibilidad de solicitar la
declaración de nulidad parcial, de una o varias de las cláusulas”.
“Ante este texto legal, la doctrina interpretó que "la sanción para el supuesto
de infracción a la imposición legal es —conforme lo previsto en el texto legal— la nulidad.
En este sentido, la norma resulta ambigua e imprecisa, déficit que urge ser subsanado. El
art. 36 señala que los datos mencionados deben consignarse bajo pena de nulidad, pero
no explicita los alcances de la sanción referida. Podría pensarse que el incumplimiento de
la carga informativa impuesta al agente financiero o su cumplimiento parcial acarrearía la
nulidad del contrato de crédito, solución que en muchos supuestos sería perjudicial para los
intereses del consumidor. Desde otra perspectiva, la infracción a la carga legal impuesta
por el art. 36 habilitaría al consumidor a plantear la nulidad total o parcial del contrato, sea
por vía de acción o de excepción, y en su caso, el juez integrará el contrato recurriendo al
tipo contractual correspondiente (legal o consuetudinario) desde un enfoque contextual".”
“Recogiendo las críticas que había recibido el texto original del citado art. 36,
la ley 26.361 lo modificó, previendo expresamente el derecho del consumidor a solicitar la
nulidad del contrato o de una o más cláusulas. También se estableció que, cuando el juez
declare la nulidad parcial, simultáneamente integrará el contrato, si ello fuera necesario”.
“En el mismo sentido, el art. 389, in fine, Código Civil y Comercial, dispone
que cuando el juez declare la nulidad parcial, en caso de ser necesario, debe integrar el
acto de acuerdo con su naturaleza y los intereses que razonablemente puedan
considerarse perseguidos por las partes.”
“En síntesis, entendemos que el art. 1389 no debe ser interpretado
aisladamente, sino en forma armoniosa e integrado con el art. 36 de la ley 24.240 (texto
según ley 26.361) y con el art. 389, Código Civil y Comercial. De esta forma, habrá que
entender que los contratos bancarios celebrados con consumidores, en lo que se hubiese
omitido indicar la información relativa al tipo y partes del contrato, el importe total del
financiamiento, el costo financiero total y las condiciones de desembolso y reembolso,
podrán ser declarados total o parcialmente nulos. La nulidad podrá ser planteada por el
consumidor, tanto por acción como por excepción (art. 383, Código Civil y Comercial).
Cuando el juez declare la nulidad parcial del contrato, simultáneamente deberá integrar el
contrato, si ello fuese necesario. (Cfr.: Código Civil y Comercial comentado - Tratado
exegético, Jorge Horacio Alterini Director general- María Valentina Aicega Osvaldo R.
Gómez LeoLuis F. P. Leiva Fernández Directores del tomo- Tomo VII Artículos 1378 a 1707
Contratos en particular - Ignacio E. Alterini -Coordinador).”
Cabe agregar que para un supuesto como el caso de autos, no existe una
disposición como la del art. 1000 del CCyCN que exime del deber de restituir lo perseguido
a la persona incapaz o con capacidad restringida que hubiera contratado con un persona
capaz, con la excepción de aquello en cuanto se hubiere enriquecido.
Ahora bien, en el caso de autos, cabe tener presente, que de la demanda de
amparo surge la actora reconoció que tomó los préstamos y para qué fines (tampoco
desconoce los consumos mediante las tarjetas de crédito), pero denunció que la entidad
bancaria asumió una actitud abusiva, de aprovechamiento que la condenó a la pobreza y
desamparo suyo y de su familia, por lo que solicitó el cese definitivo de los descuentos y el
reintegro de los montos debitados por encima del 20% legal con más gastos e intereses.
También fue expuesto en la sentencia allí dictada, donde se dijo: “No está en debate la
existencia de los préstamos que la actora admite haber tomado, como tampoco niega que
autorizó los débitos en su cuenta sueldo…”. Pero no obstante ello, esa falta al deber de
información a la accionante respecto de cuánto se le descontarían mensualmente o de que
contaba con la posibilidad de elegir otra forma de pago, sumado a la ausencia total de
valoración acerca de su capacidad de pago, sí importa una actitud desprensiva generadora
de responsabilidad por parte de la entidad bancaria y la necesidad de reparar los daños
que la indisponibilidad del sueldo le ocasionó, los que serán materia de análisis más
adelante. Existe consenso en sostener que son las innegables asimetrías entre los sujetos
de la relación de consumo, las que justifican admitir la debilidad, vulnerabilidad o
hiposuficiencia del consumidor respecto del proveedor de bienes y servicios (Lorenzetti,
Ricardo L., Consumidores, p. 24, 39 y sgtes.). Con contundencia se sostiene que “todos los
consumidores son estructuralmente vulnerables” (Barocelli, Sebastián, “Comentarios a la
Resolución 139/2020 de la Secretaría de Comercio Interior”, ADLA 2020-7, 19,
AR/DOC2115/2020) y que “dicha vulnerabilidad, al ser estructural, implica una presunción
iure et de iure, que no acepta declinación o prueba en contrario en hipótesis alguna”
(Barocelli, Sebastián, “Hacia la construcción de la categoría de consumidores
hipervulnerables”, en Consumidores Hipervulnerables, p. 12). El autor citado pone de
resalto que la vulnerabilidad es un presupuesto que el Derecho reconoce como merecedor
de la tutela in abstracto, sin atender a ninguna situación particular a la hora de su
configuración” y sin perjuicio de que “cuando, en concreto, exista alguna situación personal
diferenciada de hiposuficiencia, dará lugar a la hipervulnerabilidad” y a la tutela reforzada
(ob. cit., p. 13).
Cabe señalar que la actora recurrente, además de solicitar la nulidad total de
todas las operaciones de préstamos celebrados tanto en el año 2017 como en 2018, solicitó
su “reintegro, intereses, gastos y costas” lo que resulta improcedente toda vez que las
sumas otorgadas en préstamo fueron efectivamente percibidas por la actora (acreditadas
en su cuenta sueldo conforme surge de la documentación obrante en autos y el informe
pericial contable). Asimismo debe destacarse que por sentencia de fecha 26/3/2019
(dictada en el proceso de amparo) se dispuso el cese de los débitos efectuados por todas
las cuotas de préstamos y deudas de tarjeta de crédito que superen el 20% de los haberes
de la actora que mensualmente le deposite su empleador, por sus deudas con la entidad
demandada y ordenó el reintegro de los montos percibidos en exceso de ese porcentaje
por la entidad bancaria, desde la fecha del primer descuento, esto es, a partir del 1/8/2017
y hasta el último descuento realizado, con más intereses desde que los mismos fueron
debitados y hasta su efectivo reintegro a la tasa activa cartera general (préstamos) nominal
anual vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina, por lo que interpreto que
debe declararse sólo la nulidad parcial de tales contratos, dejando subsistente el capital
que la accionante deberá restituir al banco y anulando los intereses convenidos y demás
accesorios.
5.- b) Agravio del Banco Macro SA respecto de la legitimación activa del Sr.
L.: El demandado cuestionó la legitimación del hijo de la Sra. L. para reclamar en autos
argumentando que no era cliente del banco, y que no existía relación de consumo alguna
con él; así como que el fundamento del Sentenciante para rechazar la excepción fue que
los descuentos sufridos por la Sra. L. tienen carácter alimentario, tanto para la actora como
para su familia, y en especial respecto de su hijo R. A., que era menor de edad y
dependiente de su madre.
El agravio no resulta procedente. En efecto, y como se viene señalando, el
derecho del consumidor surge ante la necesidad de brindar un resguardo especial a
aquellos que protagonizan o transitan una relación de consumo, ante la evidente
desigualdad en la que se encuentran frente a un proveedor profesional de bienes o
servicios. Esta inequidad se refleja en el aspecto técnico y económico, todo lo cual tiende
a desvirtuar los términos de la relación negocial en perjuicio del consumidor. En la primera
parte, el art. 1 de la LDC dice: “Objeto. Consumidor. Equiparación. La presente ley tiene por
objeto la defensa del consumidor o usuario. Se considera consumidor a la persona física o
jurídica que adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios como
destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social. Queda equiparado al
consumidor quien, sin ser parte de una relación de consumo como consecuencia o en
ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios, en forma gratuita u onerosa, como
destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social.
Como se ha señalado, “El consumidor es calificado en función del destino que
le asigna a los bienes o servicios de que dispone, por lo que resulta indistinto que el uso o
la utilización de bienes y servicios se efectúe a título personal o familiar”, siempre que sea
para uso privado, razón por la que el sujeto protegido es aquél que actúa “como destinatario
final o de su grupo familiar o social” (Cfr.: Javier H. Wajntraub, “Régimen jurídico del
consumidor comentado. Ley 24.240 de Defensa del consumidor. Últimas reformas (incluye
ley 27.266) Normas del Código Civil y Comercial de la Nación”. Ed. Rubinzal Culzoni, Santa
FE, 2020, p. 18).
No deben confundirse los términos "consumidor" y "cliente". El cliente es
"cualquier sujeto colocado en situación de demanda en un vínculo convencional con el
oferente, sin importar la finalidad perseguida al establecer la relación contractual"; y el
consumidor final es quien destina la utilización de las cosas o servicios a fines privados.
Las leyes de defensa del consumidor no hacen referencia a aquél sino que protegen a éste.
(Humphreys, Ethel - Tanzi, Silvia Y. “El consumidor en el marco de la globalización”
Publicado en: La Ley Online).
La Sra. Fiscal de Cámara Civil sobre falta de legitimación activa, de R. A. L.
por no ser cliente del banco, es decir, que no existía relación de consumo alguna, señaló
en criterio que comparto que: “las Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las
Personas en Condición de Vulnerabilidad (a las que adhirió la CSJT mediante Acordada
515/13), contemplan a los NNyA como sujetos vulnerables (Reglas 3, 4 y 5), y coloca en
cabeza de Jueces, Fiscales y Defensores (Regla 23) el deber de promover las condiciones
necesarias para que la tutela judicial de los derechos reconocidos por el ordenamiento sea
efectiva, adoptando aquellas medidas que mejor se adapten a cada condición de
vulnerabilidad (Regla 25)” y agregó que “El reclamo indemnizatorio de la actora se justifica
en los intereses que se revelan en conflicto, estando involucrados intereses de un menor
de edad. En el caso está comprometido el interés superior del niño de raigambre
constitucional. La Convención Americana sobre Derechos Humanos contiene, entre los
deberes estatales y los derechos tutelados, la protección del niño y de la familia, concebida
como el elemento natural y sustancial de la sociedad, que debe ser resguardado por ésta y
por el Estado (arts. 17.1). En este marco, advierto que el interés del niño involucrado, en
su carácter de tal, y en cuanto consumidor, se ha visto perjudicado por la reducción del
salario de la madre, y atento al carácter alimentario que tienen los sueldos, resulta evidente
que repercutió en la vida del menor” y concluyó al respecto señalando que “corresponde
rechazar también este argumento recursivo de la actora”.
Asimismo, en el juicio de daños obra dictamen de fecha 28 de febrero de 2023
de la Defensoría NNAYCR II Nominación respecto de la excepción de falta de legitimación
activa, señalando que debe desestimarse. Dijo que debe adoptarse un criterio amplio de
aplicación del plexo normativo proteccional de las infancias y tener en cuenta que las sumas
dinerarias que perciban sus progenitores o representantes legales les afectan directamente
ya que las mismas tienen carácter alimentario. Sumado a lo manifestado, la Sra. S. B. L. es
madre de R., conforme surge del acta de nacimiento obrante en el expediente digital.
En autos, no caben dudas de que R. A. L. cuando era menor, fue afectado por
la reducción del salario de su madre, y atento al carácter alimentario que tienen los sueldos,
resulta evidente que repercutió en su vida. No cabe dudas que es un consumidor que
integra el grupo familiar de la accionante que, precisamente, es su madre, y que el daño
ocasionado a la titular de la cuenta que se vio privada de disponer en gran medida y por un
tiempo extenso de sus haberes, el cual – como refirió el Juez a quo – tiene carácter
alimentario y resulta vital para la subsistencia de la actora y de su grupo familiar - se
enmarca en una relación de consumo, y por lo tanto, cuenta con legitimación para accionar
– junto a la solicitante del préstamo contra la entidad bancaria por los daños y perjuicios
sufridos.
5.- c) Agravios del demandado Banco Macro SA por el rechazo de la
excepción de prescripción de la acción: La entidad demandada cuestionó la conclusión del
Sentenciante respecto de que la acción de amparo y el planteo de nulidad de los préstamos
interrumpieron el plazo de la prescripción de la acción por daños, lo que consideró
inadecuado toda vez que en esos procesos no se reclamaron daños y perjuicios y por lo
tanto no pudieron interrumpir el plazo de prescripción. Destacó que para que tuvieran ese
efecto, debían contener una petición concreta y precisa de daños ocasionados, lo que no
ocurrió en la especie. Asimismo, destacó que el Sr. R. A. L. no fue parte en esos procesos,
por lo que alegó que en relación a su reclamo por daño moral jamás existió un proceso que
interrumpiera el curso de la prescripción.
Cabe señalar en primer lugar que al momento de valorar la procedencia de la
excepción que se trata, el Juez a quo señaló que, en materia de prescripción de las acciones
derivadas de una relación de consumo, como la que aquí se trata, la actual redacción del
art. 50, Ley 24.240, dispone que en su artículo 50 que las sanciones emergentes de la
presente ley prescriben en el término de tres (3) años. Y que aun cuando se entendiera que
la Ley de Defensa del Consumidor no se aplica al caso de autos, igualmente resultaría de
aplicación el plazo de prescripción trienal del art. 2561 del CCyCN referida a la acción de
daños y perjuicios derivada del accionar del banco, que el Código Civil y Comercial unificó
el plazo de prescripción de la acción de responsabilidad civil cualquiera sea su origen, salvo
las excepciones que consagra en el art. 2562, CCyCN, entre las cuales no se enumera el
caso de autos. Dicha valoración acerca del plazo, no fue materia de agravios por el
apelante.
La sentencia de primera instancia estimó que el momento a partir del cual se
computa el inicio del plazo de prescripción es la fecha del último préstamo solicitado por la
Sra. L., esto es, el día 4/7/2018. Conforme a ello, expresó que en un primer momento la
actora inició el auto caratulado “L. S. B. c/ Banco Macro SA s/ Amparo”, en fecha 3/7/2018,
a fin de que cesen los descuentos superiores al 20% autorizado por la ley y el reintegro de
lo retenido por el banco; que en fecha 23/6/2021 inició los presentes autos a fin de que se
declare la nulidad de las operaciones bancarias detalladas precedentemente y en fecha
18/10/2021 inició demanda por daños y perjuicios, que se acumuló a los presentes autos,
concluyendo que desde la fecha inicial y hasta la interposición de la demanda de nulidad el
día 23/6/2021 no se encuentra cumplido el plazo referenciado.
Ahora bien, al analizarse la normativa aplicable al caso resulta definitorio para
la suerte del recurso, advertir que el art. 50 de la LDC (según Ley 26.361) cuenta con sus
propias causales de interrupción de la prescripción, siendo pertinente destacar la referida
al inicio de las actuaciones judiciales, la cual, cuando ocurre, impacta de manera directa en
el cómputo del plazo de prescripción mencionado. La interrupción de la prescripción "es el
acto por antonomasia que demuestra la actividad del interesado en que su derecho no caiga
en desuso; es considerado también como un acto típicamente conservatorio del derecho;
un acto contrario a la prescripción, que tiene un efecto tan fuerte que, dice la doctrina,
confiere a la prescripción una 'nueva vida activa" (López Herrera, Edgardo, "Tratado de la
Prescripción Liberatoria", 2ª ed., Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2009, p. 219). A modo
general, puede decirse que, dentro de las causales de interrupción de la prescripción
existen algunas que pueden ser instantáneas, mientras que otras se extienden en el tiempo
(cfr. Parellada, Carlos, "Comentario al art. 2545 del Cód. Civ. y Com.", en Lorenzetti,
Ricardo L. (dir.), "Código Civil y Comercial de la Nación Comentado", Rubinzal-Culzoni,
Buenos Aires, 2014, T. XI, p. 300). En sentido coincidente, se ha explicado que "existen
causales interruptivas instantáneas y otras que se prolongan en el tiempo. Estas últimas
postergan el cómputo del nuevo plazo hasta una vez que cesa el hecho o acto que la
motivó" (Benavente, Maria Isabel, "Comentario al art. 2544", en Bueres, Alberto J., "Código
Civil y Comercial de la Nación y normas complementarias. Análisis doctrinal y
jurisprudencial", Hammurabi, Buenos Aires, 2017, T. VI, p. 63). Así, una de las causales por
excelencia con efectos que se extienden en el tiempo es la "interrupción por petición
judicial", prevista en el art. 2546 del Cód. Civ. y Com., cuya duración se aclara en el artículo
siguiente. En efecto, el art. 2547 dispone: "Duración de los efectos. Los efectos interruptivos
del curso de la prescripción permanecen hasta que deviene firme la resolución que pone
fin a la cuestión, con autoridad de cosa juzgada formal. La interrupción del curso de la
prescripción se tiene por no sucedida si se desiste del proceso o caduca la instancia". Es
decir que en el caso aludido la interrupción se prolonga, pues activa o abre un proceso legal
que se desarrollará a lo largo del tiempo.
Considero que en autos, también operó como interrupción del plazo de
prescripción el pronunciamiento judicial firme dictado en el proceso de amparo ya que como
ha señalado la Corte de la provincia: “Conforme coincide destacada doctrina, en
consonancia con la jurisprudencia, en que desde antiguo se ha afirmado que en principio,
el momento a partir del cual comienza a contarse el plazo prescriptivo de la acción
indemnizatoria por responsabilidad es el de la ocurrencia del hecho dañoso generador de
los perjuicios que se intenta reparar (Trigo Represas, Félix A., “La prescripción liberatoria
de la acción por daños provenientes de las relaciones de vecindad”, La Ley, 2008-D, 49/50;
Messina de Estrella Gutiérrez, Graciela, “Código Civil y normas complementarias. Análisis
doctrinario y jurisprudencial. Alberto J. Bueres: Dirección - Elena I. Highton: Coordinación”,
T. 6B, pág. 884/886, Bs.As., Edit. Hammurabi, 2001; Borda, Guillermo A., “Tratado de
Derecho Civil. Obligaciones”, 9º edic., T. II, pág. 84/86, Bs.As., Edit. La Ley, 2008; CSJNac.,
22/06/1956, “Buenos Aires, la Provincia c. Gobierno de la Nación s/cobro de pesos por
daños y perjuicios”, Fallos: 235:145); salvo que la víctima ignorase la existencia del hecho,
en cuyo caso la prescripción sólo habría de empezar a correr desde que tomara
conocimiento de ello, siempre y cuando esa ignorancia no provenga de una negligencia
culpable de su parte. El conocimiento del evento dañoso –ha señalado reiteradamente el
máximo tribunal federal- no requiere noticia subjetiva y rigurosa, sino más bien una
razonable posibilidad de información. “En definitiva, en efecto, la prescripción no puede
sujetarse a la discreción del acreedor, supliendo incluso su negligencia” (CSJNac., Fallos:
256:87, 259:261, 293:347, 304:1872; 307:821). Con respecto a los daños que demoran en
manifestarse, o directamente no se producen sino tiempo después de ocurrido el suceso
dañoso la doctrina judicial ha considerado como hito temporal a partir del cual comienza a
correr la prescripción liberatoria al momento de la producción efectiva del daño. Es decir,
que cuando el perjuicio se produce con posterioridad, entonces empieza el curso de la
prescripción desde que ocurren las consecuencias dañosas. En sentido coincidente la Corte
Suprema de Justicia de la Nación resolvió “Que el inicio del curso de la prescripción debe
ubicarse en el momento a partir del cual la responsabilidad existe y ha nacido la
consiguiente acción para hacerla valer (conf. art. 3958, Cód. Civil). Como regla general, ello
acontece cuando sucede el hecho que origina la responsabilidad; pero, excepcionalmente,
si el daño aparece después, la acción resarcitoria no nace hasta ese segundo momento
pues no hay resarcimiento si el daño es inexistente” (CSJNac., Fallos: 320:2289). En otros
supuestos, cuando los perjuicios pudieran presentar un proceso de duración prolongada o
indefinida, la prescripción empieza a correr cuando sea cierto y susceptible de apreciación
el daño futuro. En el caso de autos, a partir de la sentencia dictada en el proceso de amparo,
la actora tuvo la certeza de la existencia de daños por los indebidos descuentos efectuados
por el banco y su derecho a la reparación por tales daños, siendo desde ese momento en
que comienza a correr el plazo de la prescripción para la interposición de la acción de daños
y perjuicios, independientemente del cumplimiento o no por parte de la demandada vencida
en aquel proceso de amparo”
Cabe mencionar además que los efectos de la defectuosa información acerca
de los montos que efectivamente iban a debitarse de la cuenta sueldo comenzó a hacerse
evidente a partir de agosto de 2017 y se agudizaron con el segundo préstamo otorgado en
diciembre del mismo año y los subsiguientes otorgados en el año 2018, destacándose que
el último de esos préstamos (Rapi Compra) fue acreditado en la cuenta de la actora el
mismo día del inicio del proceso de amparo (4/7/2018). Ello evidencia el desconocimiento
y la necesidad que padecía la actora. Es decir, el hecho provocador del perjuicio fueron los
sucesivos préstamos (y consiguientes débitos) que comprometieron la casi totalidad de los
haberes de la actora, circunstancia que dio al inicio de la acción de amparo, en donde quedó
demostrada la veracidad del reclamo de la recurrente, mediante la sentencia que hizo lugar
al amparo y ordenó la restitución de las sumas debitadas. En consecuencia, a partir de allí
la parte actora tuvo la certeza de la existencia de daños, siendo desde ese momento en
que comienza a correr el plazo de la prescripción para la interposición de la acción de daños
y perjuicios, independientemente del cumplimiento de la demandada vencida en aquel
proceso.
Luego, y como valoró la Sra. Juez a quo, desde el otorgamiento del último
préstamo en 4/7/2018, hasta el inicio de la presente acción declarativa de nulidad (fecha
23/6/2021) que opera como acto interruptivo de la prescripción, ya que la actora hizo valer
sus derechos en contra del banco accionado, no se encuentran cumplidos los tres años
requeridos por la ley para que opere la prescripción liberatoria planteada.
En relación a la excepción de prescripción operada respecto del Sr. R. L.,
estimo que resulta aplicable igual solución. Cabe señalar que la titular de la cuenta y quien
estaba habilitada para reclamar al banco y solicitar el cese de los débitos era la Sra. S. L.,
mientras que su hijo R. L., durante todo ese periodo que abarca desde la solicitud de los
préstamos, los débitos excesivos y el inicio de la acción de amparo, era menor de edad,
cumpliendo recién la mayoría en el transcurso del proceso de daños y perjuicios. Por otra
parte, la Sra. S. L. en todo momento hizo conocer a la entidad bancaria – tanto al remitir las
cartas documentos como al iniciar el proceso de amparo – de su condición de “mamá” y la
necesidad que tenía de ocuparse de la subsistencia de su hijo, quien estaba a su cargo,
con ,o que hacía conocer su actuación como representante legal del menor (art. 358,
CCyCN). Por lo que cabe admitir que el inicio de la acción de amparo iniciada por la Sra. L.
interrumpió también el plazo de prescripción para su hijo menor de edad. No debe
soslayarse que - como se dijo más arriba -, el grupo familiar es también considerado un
consumidor que en el caso sufrió los daños del accionar del banco y en ese carácter de
damnificado indirecto cuyos derechos fueron invocados desde el principio de los reclamos
efectuados por la Sra. L. en nombre de su hijo. Por lo que tampoco resulta procedente el
agravio tendiente a que se declare prescripta la acción para el coactor R..
6.- Responsabilidad del banco:
El factor de atribución de responsabilidad del banco en el cumplimiento de sus
obligaciones y por el cual la entidad bancaria debe responder, tiene que ver con la omisión
de aquellas diligencias que exige la naturaleza de la obligación y corresponden a las
circunstancias de las personas, de tiempo y del lugar, en cualquiera de sus
manifestaciones: negligencia, imprudencia, impericia o inobservancia de los reglamentos
(art. 1724 CCyCN y art. 40 bis LDC). Conforme se ha señalado “La eximente de
responsabilidad fundada en el hecho de la víctima debe ser fehacientemente acreditada por
quien la invoca, y tener eficacia causal para liberar al sindicado como responsable. En esa
dirección se ha señalado que para asignarle virtualidad eximente, el hecho atribuido al
consumidor debe ser “causalmente relevante”, a la vez que es preciso que el proveedor no
se halle obligado a prevenir y neutralizar los daños, pues de lo contrario ellos “pasan a
formar parte directamente del riesgo empresario”, en esa área de producción y
comercialización de bienes y servicios (Chamatrópulos, Demetrio A., Estatuto del
Consumidor Comentado, T. II, p. 898 y 899). La decisión de conceder un préstamo o
financiamiento para operaciones de consumo se resuelve luego de que el profesional de la
actividad -la entidad bancaria- indaga acerca de las necesidades concretas del interesado,
los recursos disponibles y su capacidad de reembolso; evalúa los antecedentes crediticios;
considera el volumen de deuda ya contraída y pendiente de cumplimiento; informa sobre
las opciones de financiación y su adecuación a los requerimientos del consumidor; aconseja
y asesora; y advierte sobre el alcance del compromiso derivado de la operatoria. Es que
precisamente la constatación de un proceder apartado de tales directivas de actuación,
puede comprometer la responsabilidad de las entidades de crédito por la situación de
sobreendeudamiento que están impuestas de prevenir, adoptando medidas razonables
para evitarla o disminuir su magnitud (Cf. CSJTuc., sentencia n° 892/2022 del 26/7/2022,
citada en el punto 1).
En autos, se probó debidamente el accionar negligente de entidad la
demandada y debe responder por los daños causados con su proceder al accionante. Allí
radica el fundamento de la responsabilidad asignada por no haber actuado con la diligencia
y profesionalidad que le era exigible.
Ahora bien, los alcances de la reparación obligan a realizar un análisis
respecto del daño causado y pese a que nuestro derecho sustantivo no lo define
expresamente, debe conceptuarse en sentido amplio como la lesión a intereses amparados
por el ordenamiento jurídico, cuyo trascendido se evidencia en la minoración de valores
económicos (daño patrimonial) o en alteraciones desfavorables en el espíritu (daño moral).
Así, para que el daño sea resarcible debe ser cierto porque, de lo contrario, tendría lugar
un enriquecimiento sin causa, a expensas del responsable —en el caso la entidad
bancaria—. Además, este daño, debe ser propio o personal del reclamante y estar
vinculado causalmente con el hecho generador de aquél. Así, para que nazca el deber de
reparar el daño causado al otro deben quedar suficientemente acreditados sus elementos
comunes: antijuridicidad, daño, relación de causalidad entre el daño y el hecho, y los
factores de atribución legal de responsabilidad.
6.- a) Rubros reclamados
La parte actora se agravió por la valoración en la sentencia respecto de los
rubros reclamados. Manifestó que el Juez a quo modificó, desconoció y mezcló los rubros
indemnizatorios solicitados en la demanda, desestimando rubros completos, aún probados,
por lo que solicitó que se incorpore la demanda de daños y perjuicios en forma correcta.
Por su parte, el demandado se agravió respecto de los rubros declarados procedentes y su
cuantía. En particular objetó la procedencia del daño moral concedido a R. L., y la condena
de las costas en los procesos en que fue demandada S. B. L..
Ahora bien, de la demanda de daños y perjuicios surge que los actores
reclamaron en los siguientes términos: 1.- A) El banco, la hizo perder la posibilidad de
operarse de la vista, sacando un el préstamo por $100.000, al quedar sin dinero en
noviembre de 2017 (…) B) Con referencia a la reestructuración. En fecha 22 de diciembre
del 2017. Que es el Gran Préstamo de $60.000,00. De 72 cuotas. Le descontaron operación
864429 desde fecha 6/2/2018; C) Se le retuvo abusivamente el 20% del sueldo, la suma de
pesos $265.121,19, desde fecha 1/7/2017 hasta 23/4/2020. E) El banco la dejó a la actora
sin tarjeta de crédito, desde agosto de 2017 hasta la fecha de la presente demanda. Que
continúa sin poder gozar los beneficios de una tarjeta. Dio lugar a otra acción judicial que
la Sra. L. tuvo que iniciar carátula: “L. S. B. C/ Banco Macro SA s/ Acción declarativa de
nulidad” – expte. n° 203/21 (…) F) El banco la sometió a la necesidad de pedir préstamos
para vivir”. Enumeró a continuación los procesos ejecutivos iniciados en su contra y
expresó: “En los puntos A, C, D (sic) y el punto F en sí mismo. Son las consecuencias de
los distintos obstáculos sufridos. El banco es responsable directo. Solicito se le restablezca
la situación de deudas en la justicia de la actora anterior a fecha agosto 2017, es decir, que
el banco responda con el pago de las deudas de los juicios ejecutivos del centro judicial de
Concepción y Tucumán con más gastos e intereses en cada uno de ellos. Que se detallaron.
Debiendo hacerse un cálculo de todos los juicios en el momento oportuno. Solicito se
cancele lo que falta en cada juicio y la retribución de lo que ya le embargaron y le continúan
embargando en cada uno de ellos. Que se detallaron”.
Seguidamente expresó: “B) El préstamo del 2017, lo necesitaba para
operarse, pues el banco la frustró al dejarla en cero pesos su cuenta e inducirla a errar con
la reestructuración. Debía estar con tratamiento permanente hasta la operación y cuidados
especiales porque quedaba sin lubricación, su pérdida visual era progresiva, el banco lo
sabía al estar incorporado a la demanda de amparo – pues, aun así, nunca lo logró. El
banco, no hizo nada al respecto. Por lo que solicito que se restablezca el daño en el valor
de una operación actual de su vista y los padecimientos – falta de cuidados y tratamientos,
y la perdida visual por el tiempo transcurrido. Queda sujeto a pedir informe médico al
momento de responder. Sin embargo, indicó que el valor de operación era pesos cien mil
($100.000), con más los padecimientos visuales, la falta de atención médica y tratamiento.
Deterioros en su visión. Se reclama la suma de pesos quinientos mil ($500.000) por cada
año. Desde diciembre 2017. E) La pérdida de las tarjetas. Los actores pasaron privaciones
y prohibiciones, no pudiendo gozar de las compras con descuentos y/o beneficios que
otorgan las tarjetas. Desde el día 22 de diciembre de 2017. Se reclama la suma de pesos
cincuenta mil ($60.000) por cada año de prohibiciones” (sic).
2.- Daños Indirectos: Afirmó que en la época en la que el banco la deja sin
dinero para disponer de su sueldo, la Sra. S. tenía otras obligaciones con la empresa Credil
SRL, pues necesitaba con urgencia disponer del dinero efectivo, para continuar pagando.
Cesó en el pago y la demandaron por el saldo, en los autos caratulados: Credil SRL c/ L.
S. B. s/ Cobro Ejecutivo - nº 141/17 Para responder por un pagaré por la suma de $18.168,
habiendo sido notificada el 25/8/2017 de la ejecución seguida en su contra por el saldo
deudor de $6.056 con más intereses y costas. Honorarios por la suma de $6.300. Se ordena
embargar en fecha 12/4/2018 hasta cubrir la suma de $6.056 correspondiente al capital
reclamado, con más la suma de $6.300 calculada por acrecidas y 3/3/2020. Embargo por
la suma de $1.158,47 con más la suma de $630 por acrecidas. Solicito que el demandado
en autos, le restablezca a su condición anterior a agosto de 2017. Es decir, se haga cargo
del juicio en capital, intereses gastos y honorarios profesionales. Por su responsabilidad
absoluta.
3. Daño directo ocasionado a R. A. L.: destacó que se encontraba cursando
el 1º año de la secundaria en el Colegio de La Consolación de esta ciudad de Concepción
que era un buen alumno, que su mamá no pudo pagar con regularidad las cuotas en el año
2018 y terminó adeudando $24.764,00, ocasionando la pérdida de los años lectivos 2018 y
2019 y los inconvenientes detallados en los antecedentes. Reclamó por este concepto la
suma de $2.500.000.
4. Daño indirecto ocasionado a R. L.: por las privaciones de esparcimiento y
deporte (también detalladas con anterioridad) en los periodos desde agosto de 2017 a
diciembre de 2021 (51 meses) sin tener posibilidades de salir a ningún espectáculo, ni
confitería, reuniones entre amigos lo que conlleva movilidad, vestimenta adecuada y llevar
para gastar. Realizó el siguiente cálculo: 4 salidas mínimas al mes sea por deporte y/o
esparcimiento con $3.000 x 4 (salidas) = $12.000 x 51 meses = $612.000. Con más ropa
$300.000 por cada año de privaciones.
5. Daño moral por ambos actores: reclamó la suma de $1.600.000 para cada
uno.
A los fines de un tratamiento adecuado de los rubros solicitados, analizaré
cada uno de ellos en el orden propuesto.
6.- a) 1.- Reclamo por las “consecuencias de los distintos obstáculos sufridos”
a partir de los préstamos otorgados y la baja de la tarjeta de crédito que dieron lugar a los
juicios iniciados en su contra. Solicitó que el banco responda con el pago de las deudas de
los juicios ejecutivos, con más gastos e intereses “debiendo hacerse un cálculo de todos
los juicios en el momento oportuno” y que “se cancele lo que falta en cada juicio y la
retribución de lo que ya le embargaron y le continúan embargando en cada uno de ellos”.
Al resolver este reclamo, la Sra. Juez a quo expresó que de las constancias
de los expedientes iniciados contra la Sra. L. se observa que la actora tomó una serie de
préstamos (distintos a los que aquí se tratan), en fechas posteriores a los descuentos
excesivos efectuados por el banco accionado, donde se le retenía incluso hasta el 90% de
sus haberes en reiterados meses, lo que llevó a que no fueran abonados en tiempo y forma,
dando lugar a juicios ejecutivos. El Sentenciante consideró además que tales préstamos
fueron tomados para su subsistencia y la de su hijo menor, atento a que no disponía de la
totalidad de su sueldo como docente y de otra forma le sería imposible llevar una vida digna.
Destacó el informe del Banco Nación de fecha 1/6/2023 en el que se indica que la actora
no es pasible de créditos puesto que se registra en situación 5 irrecuperable en el BCRA.
Conforme a ello estimó prudente que el banco demandado responda por los
intereses, costas y gastos judiciales que se generaron como consecuencia de los juicios
ejecutivos iniciados en contra de la actora, pero no así respecto del capital otorgado en
cada préstamo, atento a que lo contrario implicaría un enriquecimiento sin causa a favor de
la actora. Es así que luego de discriminar los montos que corresponden a cada uno de los
juicios iniciados en su contra (“González Patricio Hernán c/ L. S. B. s/ Cobro Ejecutivo”
Expte. n° 255/18; “Nadal Mario Rafael c/ L. S. B. s/ Cobro Ejecutivo”, Expte. n° 1663/18;
Nacul Víctor Miguel c/ L. S. B. s/ Cobro Ejecutivo. Expte n° 1126/18; “Sala Mario Adrián c/
L. S. B. s/Cobro Ejecutivo”. Expte. 727/19 y “García Nelson Sebastián c/ L. S. B. s/ Cobro
Ejecutivo”. Expte. n° 5341/2) declaró procedente el reclamo por este rubro en la suma de
$241.858.
Comparto los fundamentos dados por la Sra. Juez de primera instancia toda
vez que la devolución del capital ya percibido por la actora (además de los intereses, gastos
y costas originados por los juicios referidos) no significa restablecer su situación a su estado
anterior, ni obrar con justicia, sino que importaría un enriquecimiento indebido, lesivo del
derecho de propiedad del proveedor sancionado.
6.- a) 2.- La Sra. L. reclamó reclama la suma de $500.000 por cada año a
partir de diciembre 2017 en concepto de daños sufridos como consecuencia de no haber
podido realizarse una cirugía en sus ojos atento a una patología que le demandada
tratamientos, cuidados especiales por pérdida progresiva de la visión. Por tal motivo solicitó
que se restablezca el daño en el valor de una operación actual de su vista y los
padecimientos, dejando sujeta su demostración al informe médico agregado en autos.
En la resolución impugnada, la Sentenciante desestimó este rubro con
fundamento en que la accionante “adjuntó certificado médico emitido por el Dr. Carlos
Gordillo, médico oftalmólogo, donde éste consigna dificultad para ver en ambos ojos.
Antecedentes de cirugía de estrabismo en dos oportunidades. Malestar por sequedad en
ambos ojos (...) diagnóstico: estrabismo, OD astigmatismo, OZ hipermetropía. Ojo seco, de
fecha 12/12/2016 y un estudio de fecha 21/9/2017. Ahora bien, con dichos documentos, la
actora si bien prueba que padece de patologías que afectan su visión, no prueba la
operación que manifiesta se debía realizar, ni gasto alguno al respecto. Por ello y atento a
la orfandad probatoria, entiendo que este rubro no puede prosperar”.
De las constancias de autos surge que los certificados referidos por la Juez a
quo fueron acompañados por la actora con la demanda de daños y perjuicios. En el mismo
expediente, la Sra. S. L. ofreció prueba informativa a fin de que se oficie al “Instituto
Zandivar. De Microcirugía Oftalmológica SRL ubicado en calle Congreso n° 347 SMT a los
fines de que emitan información sobre el siguiente cuestionario: ¿Si (L. S. B.) fue atendida
alguna vez?, fechas, por qué médicos, diagnóstico médico, ¿si hubo cirugía? En caso de
haber sido atendida, que el Dr. la vuelva a atender y realice un nuevo diagnóstico y que
indique si ¿necesito y/o necesita cirugía?, ¿cuál, en qué consiste?, si puede ¿determina el
monto de la misma con más gastos o una aproximación?, ¿Hubo y hay riesgos, ¿cuáles y
si influyó el tiempo transcurrido, sin practicarse la misma, en caso de haber sido
necesaria?”.
En fecha 17/5/2023 se libró el oficio en los términos solicitados y en fecha
3/7/2023 la recurrente adjuntó una nota sin membrete, firmada por el Dr. Carlos Gordillo,
de fecha 30/6/2023 en el que se informó: “Paciente examinada desde mayo de 2015.
Realizó controles periódicos durante los años 2015/2016, por malestar en los ojos. En el
año 2017 no se hizo cirugía. Paciente con antecedentes de dos cirugías de estrabismo.
Antecedentes de sequedad ocular, queratitis y a repetición. Dificultad para ver en ambos
ojos con reacciones de intolerancia al uso de lentes de contacto, Agudeza visual OD -1/10
016/10. Se indica lentes de contacto especiales bajo supervisión de especialista en la
ciudad de Mendoza. Por su patología, se indica medicación local permanente en ambos
ojos. Se indica consulta con especialista en estrabismo para evaluar posibilidad quirúrgica”.
En ambos informes médicos se describen las patologías padecidas por la Sra.
L. desde hace muchos años, así como que se encuentra en tratamiento. No obstante ello,
no surge de los elementos de prueba acompañados una relación de causalidad entre la
solicitud de los préstamos solicitados y la realización de la cirugía aconsejada por el
profesional. Tampoco surge que la cirugía haya estado ya programada, ni el costo de la
misma, ni se determinó un agravamiento de su condición por el tiempo transcurrido como
lo invocó la recurrente. La Corte de la provincia ha señalado en este sentido que:
“Ciertamente, el art. 53 de la LDC dispone en su tercer párrafo que los proveedores deberán
aportar al proceso todos los elementos de prueba que obren en su poder, conforme a las
características del bien o servicio, prestando la colaboración necesaria para el
esclarecimiento de la cuestión debatida en el juicio; directiva que no importa “la inversión
de la carga de la prueba, sino un deber agravado…en cabeza del proveedor de bienes o
servicios” (Sáenz, Luis R. J., “Distribución de la carga de la prueba en las relaciones de
consumo”, LL 2015-C, 512; RCyS 2015-XII, 47; asimismo, Sáenz, Luis R. J.-Silva, Rodrigo,
en Picasso, Sebastián-Vázquez Ferreyra, Roberto (Dir.), Ley de Defensa del Consumidor
Comentada, T. I, pág. 664 y sgtes.; citados en CSJT, sentencia N° 485 del 18/4/2018,
“Alperovich, Leonor Noemí vs. Citybank N.A. y otros s/ Daños y perjuicios”). Sáenz refuerza
esta idea expresando que “… el consumidor no está exento de actividad probatoria, pues
(…) tendrá que ofrecer y producir la prueba que sustente su derecho, conforme a lo
dispuesto en los ordenamientos adjetivos” (op. cit.). En sentido concordante, se ha dicho
que si bien el art. 53 de la LDC “se ha hecho cargo de las dificultades probatorias que puede
enfrentar el consumidor como contratante no profesional, no lo releva de introducir algún
medio de comprobación idóneo para justificar la posición que asuma en el pleito (ya que)
aquí no se desplazan los principios generales en materia de carga de la prueba, sino que
se intenta complementar la aplicación de las reglas tradicionales, colocando la carga de
probar, en cabeza de aquel que se encuentra en mejor situación de hacerlo” (CSJTuc. -
Sala Civil y Penal “Smael Luis Alberto vs. Piazza SRL y otro s/ daños y perjuicios” -
sentencia nº 818 del 26/10/2020).
Conforme a ello, comparto los fundamentos del fallo apelado en cuanto a que
la orfandad probatoria hace improcedente el presente reclamo, sin que los agravios vertidos
hayan logrado refutar lo expuesto ni aportado nuevos elementos que permita modificar lo
resuelto.
6.- a) 3.- La actora reclamó la suma de $60.000 por cada año de prohibiciones
por las privaciones que pasaron al no poder hacer uso de las tarjetas de crédito dadas de
baja; es decir, no poder gozar de las compras con descuentos y/o beneficios que otorgan,
desde el día 22 de dic 2017.
Al respecto la Excma. Corte Suprema de Justicia - Sala Civil Y Penal En
sentencia n° 1531 del 6/10/2017 dijo en voto del Dr. Estofan: “Resulta oportuno recordar
que la pérdida de la chance, como rubro integrativo del daño patrimonial reclamado, exige
para su procedencia, la concurrencia de los presupuestos generales del daño resarcible, y
en especial, aquellos que definen la particular naturaleza del perjuicio que se invoca. En tal
sentido se ha decidido que: “En materia de daños, al lado de lo actual y lo futuro, de lo cierto
y de lo incierto, se presentan situaciones en que el comportamiento antijurídico ha
interferido en el curso normal de los acontecimientos de modo que no puede saberse si el
afectado habría obtenido o no cierta ventaja o evitado cierta pérdida y se ha considerado
que en esta concurrencia de factores pasados y futuros, necesarios y contingentes, media
indiscutiblemente una consecuencia actual y cierta, y es que a raíz del acto imputable, se
ha perdido una chance, una oportunidad o probabilidad, por lo que debe reconocerse
derecho a exigir su reparación...” (CNCiv., Sala G, 21/12/1981 en autos “Almonacid, Miguel
H. vs. Debora, S.R.L. Centro Médico y otra”, LL 1982-D-477). Se habla de “chance” cuando
existe la oportunidad con visos de razonabilidad o fundabilidad, de lograr una ventaja o
evitar una pérdida. La frustración de esa probabilidad, imputable a otro, engendra un
perjuicio resarcible. Lo indemnizable no es el beneficio mismo, sino la probabilidad de
lograrlo, sin que sea posible conocer si ésta se habría realizado. Esta se encuentra a mitad
de camino entre el daño cierto y eventual, en tal hipótesis “para un determinado sujeto había
probabilidades a favor y probabilidades en contra de obtener cierta ventaja patrimonial, pero
un hecho cometido por un tercero le ha impedido tener la oportunidad de participar en la
definición de esas probabilidades, el presupuesto fundamental es que quede en ignorancia
total el resultado que la misma habría tenido”. La pérdida de posibilidades puede ser
productiva o afectiva. (Zavala de González, Matilde, Daño a las Personas, en Resarcimiento
de Daños 2ª, Edit. Hammurabi, pág. 441). En el caso de consumidores con “firma afectada”
esa pérdida de posibilidades tanto en lo productivo como en afectivo luce evidente,
encontrándose en la generalidad de los casos imposibilitado de obtener un crédito de
cualquier tipo, efectuar la apertura de una cuenta bancaria, acceder como usuario de una
tarjeta de crédito, etc., resultando dificultoso para el afectado probar acabadamente la
existencia y medida de esa daño por la posibilidad perdida. En sentido coincidente, se dijo
que “La chance implica una probabilidad suficiente de beneficio económico futuro, que
integra las facultades de actuar del sujeto y que se ve frustrada por el responsable,
convirtiéndose así en un daño actual resarcible. Privar de esa esperanza al sujeto conlleva
daño, aun cuando puede ser dificultoso estimar la medida de ese daño, porque lo perdido,
lo frustrado, en realidad es la chance y no el beneficio esperado como tal. La chance deber
ser apreciada judicialmente según el mayor o menor grado de probabilidad de convertirse
en cierta, no pudiendo identificarse nunca con el beneficio perdido.” (CNCom, sala A,
14.11.85, JA 1986-II-642)”.
Por lo expuesto, atento a que fue calificada en situación 5, irrecuperable en el
BCRA en dos entidades financieras, el rubro debe ser reconocido en el 50% de lo solicitado,
es decir, en la suma de $30.000 por cada año de prohibiciones con más intereses la tasa
activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a 30 días que fija el Banco de la
Nación Argentina, desde la fecha de su devengamiento y hasta su efectivo pago.
6.- a) 4.- Daño Indirecto a S. L.: explicó la recurrente que en el tiempo en que
el banco la dejó sin poder disponer de su sueldo, no pudo cumplir con obligaciones
contraídas con la empresa Credil SRL, pues necesitaba con urgencia disponer del dinero
efectivo para continuar pagando y fue demandada en los autos caratulados: Credil SRL c/
L. S. B. s/ Cobro Ejecutivo - nº 141/17 habiendo sido notificada el 25/8/2017 de la ejecución
seguida en su contra, por lo que solicitó que el banco restablezca su condición anterior a
agosto de 2017 y se haga cargo del juicio en capital, intereses gastos y honorarios
profesionales.
Al resolver, la Sra. Juez de primera instancia expresó que “De las constancias
de dicho juicio, consultado por el sistema SAE, tenemos que el mismo fue iniciado por la
empresa Credil SA en fecha 22/3/2017, por la suma de $6.056 en concepto de capital;
entonces de ello surge que se trata de un juicio con fecha de inicio anterior a los préstamos
denunciados por la actora como generadores de los daños indemnizatorios que reclama.
Por ello, no puede proceder lo solicitado por este concepto, ya que fueron gastos judiciales
que ya se encontraban configurados y por los que la parte accionada no debe responder”.
En sus agravios la actora luego de reiterar lo expuesto en la demanda, alegó
que en el cuaderno de prueba nº 3 del demandado, en fecha 24/5/2023 se informó: “…d)
Se encuentra saldada la planilla de liquidación. -En 5/4/2021 se inició incidente de ejecución
de honorarios por la suma de $2.530 de capital más acrecidas por la suma de $759 por la
Dra. Guerrero Gabriela Estefanía”, por lo que se debe sumar a las indemnizaciones la suma
de $17.433,47 omitida en la sentencia.
Como puede advertirse, la recurrente no se hace cargo del fundamento central
por el que se desestimó este rubro, cual es que tanto el origen de la deuda como el inicio
de la ejecución efectuado por Credil, sucedieron con anterioridad a los préstamos
solicitados por la Sra. S. L. por lo que no puede atribuirse relación alguna a dicha demanda
con su posterior endeudamiento y falta de pago, no debiendo el banco accionado responder
por los montos debidos por la recurrente a la firma antes referida, razón por que el agravio
tampoco puede prosperar.
6.- a) 5.- Daño directo ocasionado a R. A. L.:
Destacó que su hijo se encontraba cursando el 1º año de la secundaria en el
Colegio de La Consolación de esta ciudad de Concepción y que era un buen alumno, que
su mamá no pudo pagar con regularidad las cuotas en el año 2018 y terminó adeudando
$24.764,00, ocasionando la pérdida de los años lectivos 2018 y 2019 y los inconvenientes
detallados en los antecedentes. Reclamó por este concepto la suma de $2.500.000.
La Sra. juez de primera instancia, al analizar este rubro indicó que “no consta
en autos que el actor cambió de escuela, que se le haya retenido el pase y que haya perdido
los años de cursado a los que se refiere por la causa que en este juicio ocupa, por lo que
atento a la falta de prueba corresponde no hacer lugar a lo solicitado”.
En sus agravios la recurrente denunció que el rubro fuera desestimado por
falta de prueba toda vez que en el proceso de daños (cuaderno de prueba nº 2 del actor)
ofreció prueba informativa solicitando que se oficie al Colegio Ntra. Sra. de la Consolación
y al Instituto San Luis Gonzaga a fin de que se de conformidad a los puntos allí propuestos;
pero que en la primera audiencia celebrada el 16/5/2023, el Sr. Juez de primera instancia
al proveer las pruebas ofrecidas por las partes, expuso en lo pertinente: “La parte actora:
2) Informativa: El Sr. Juez considera que los hechos que se intentan demostrar mediante
esta prueba informativa en referencia al punto A) B) y E), no son hechos contradichos y los
considera sobreabundantes”. Por lo que solicitó que se haga lugar íntegramente al rubro.
Ahora bien, asiste razón a la recurrente en cuanto a que no se trata de
orfandad probatoria o no producción de la prueba imputable a su parte, sino de una
valoración efectuada por el Juez acerca de una cuestión que consideró no controvertida por
las partes. No obstante ello, se advierte también que habiendo sido negado por la
demandada los hechos invocados por la actora, así como la relación causal entre el daño
invocado y el accionar del banco, la recurrente pudo oponerse a lo proveído e insistir en la
producción de la prueba.
Por otra parte, los distintos contratiempos que relata que tuvo que pasar su
hijo, que implicó cambios de colegio y la pérdida de períodos lectivos, no constituye un daño
patrimonial autónomo, sino que el actor se vio afectado en su esfera extrapatrimonial, al ver
truncada la posibilidad de continuar estudiando en el colegio al que asistía hasta ese
momento, dejar su grupo de amigos para comenzar un derrotero por otros colegios hasta
terminar sus estudios en un colegio nocturno según indicó, todo lo cual implicó transitar por
situaciones de angustia e incertidumbres que razonablemente produjeron alteraciones de
ánimo. Por ello considero que la procedencia del presente rubro integra el reclamo del daño
moral, no correspondiendo otorgar una indemnización separada.
6.- a) 6.- Daño indirecto ocasionado a R. L.: por las privaciones de
esparcimiento y deporte (también detalladas con anterioridad) en los periodos desde agosto
de 2017 a diciembre de 2021 (51 meses) sin tener posibilidades de salir a ningún
espectáculo, ni confitería, reuniones entre amigos lo que conlleva movilidad, vestimenta
adecuada y llevar para gastar. Realizó el siguiente cálculo: 4 salidas mínimas al mes sea
por deporte y/o esparcimiento con $3.000 x 4 (salidas) = $12.000 x 51 meses = $612.000.
Con más ropa $300.000 por cada año de privaciones.
En este caso, la Sra. Juez a quo consideró que lo solicitado por el actor integra
el daño moral y lo valoró al otorgar dicho rubro. Tratándose de una situación similar a la
referida en el acápite anterior, comparto lo resuelto en la resolución impugnada, respecto
de que el reclamo por este concepto es integrativo del daño moral.
6.- a) 7.- Daño moral por ambos actores: Tanto la parte actora, como la
demandada se agraviaron por la indemnización otorgada en concepto de daño moral. La
primera expresó que la sentencia “reconoció la situación de sobreendeudamiento que pasó,
pero que sin embargo dejó de analizar dicho endeudamiento por lo que es contradictoria”;
mientras que el accionado alegó que no existe sustento jurídico para la condena de daño
moral respecto de R. L., cuyo otorgamiento consideró que contraría lo previsto en el art.
1741 CCCN donde expresamente se encuentra vedado, con una interpretación ilegítima en
el sentido de que el Banco Macro SA sería obligado a cumplir con las obligaciones
alimentarias del menor R. A., por lo que solicitó que se revoque la condena por daño moral
respecto del damnificado indirecto. Consideró asimismo elevada la suma otorgada a S. L..
La Sra. Vocal Dra. María José Posse dijo: Que por estar de acuerdo con los
fundamentos del voto de la Sra. Vocal preopinante, vota en idéntico sentido.
RESUELVE
I.- NO HACER LUGAR al recurso de apelación deducido por el letrado
Esteban M. Padilla apoderado de Banco Macro SA en fecha 1/2/2024, contra de la
sentencia n° 388 de fecha 12 de diciembre de 2023 dictada por la Sra. Juez en lo Civil y
Comercial Común de la Iª Nominación, conforme se considera.
II.- HACER LUGAR PARCIALMENTE al recurso de apelación interpuesto por
la Sra. S. B. L., DNI n° ..., a través de su letrada apoderada Ana Isabel Irarrazabal, en contra
de la sentencia n° 388 de fecha 12 de diciembre de 2023 dictada por la Sra. Juez en lo Civil
y Comercial Común de la Iª Nominación, la que se revoca parcialmente. En consecuencia
y dictando sustitutiva, se RESUELVE: “I.- HACER LUGAR PARCIALMENTE a la acción de
nulidad interpuesta, DECLARANDO la nulidad parcial de los contratos de fechas 7/7/2017,
solicitud n° 536558 por $180.000,; 22/12/2017, solicitud n° 592151 por $60.000; de fecha
15/2/2018, solicitud n° 1092 por $22.222,22; de fecha 23/2/2018 solicitud nº 1382 por
$7.575,76; de fecha 10/5/2018, solicitud nº 4455 por $17.171,72 y de fecha 6/7/2018,
solicitud nº 6722 por $7.575,76, acreditados todos en la cuenta 800781470/5, dejando
subsistente sólo el capital que la accionante deberá restituir al banco y anulando los
intereses convenidos y demás accesorios, conforme se considera. II.- NO HACER LUGAR
a las excepciones de prescripción liberatoria y falta de legitimación activa interpuestas por
Banco Macro SA, conforme se considera. III.- HACER LUGAR a la demanda de daños y
perjuicios instaurada por la Sra. S. B. L. y R. A. L., en contra de Banco Macro SA. Por lo
considerado condeno a la demandada a abonar a la actora S. B. L. la suma de $1.841.858,
y al actor R. A. L., la suma de $1.600.000, con más la actualización referida en el punto. IV.
Dichas sumas deberán ser abonadas en el plazo de 10 días de quedar firme la presente
resolutiva. V. HACER LUGAR lugar en concepto de chance por no uso de las tarjetas de
crédito dadas de baja en la suma de $30.000 por cada año desde 2017 al 2024, con más
los intereses considerados. IV.- COSTAS: Se imponen por ambos procesos (acción
declarativa de nulidad y daños y perjuicios) al demandado vencido, conforme se considera
(art. 61 del CPCCT”, conforme se considera.
III.- TENER por introducida la Cuestión Federal planteada en los términos del
art. 14 de la Ley 48, la accionante y por los demandados.
IV.- HONORARIOS, oportunamente.
HAGASE SABER
Firman digitalmente:
Dra. Mirtha Inés Ibáñez de Córdoba
Dra. María José Posse
FIRMADO DIGITALMENTE
Certificado Digital:
CN=IBAÑEZ Mirtha Ines, C=AR, SERIALNUMBER=CUIL 27142255516, Fecha:03/07/2024;CN=POSSE Maria Jose, C=AR, SERIALNUMBER=CUIL
27130674513, Fecha:03/07/2024;CN=CISNEROS Maria Virginia, C=AR, SERIALNUMBER=CUIL 27355189347, Fecha:03/07/2024;
La autenticidad e integridad del texto puede ser comprobada en el sitio oficial delPoder Judicial de Tucumán https://www.justucuman.gov.ar