Entrevista Con Darwin.
Entrevista Con Darwin.
Entrevista Con Darwin.
-. ¿Todo bien?
-. Oye papi.
-. Dime.
-. No, no veo ninguna, pero estoy seguro que tu las ves todas.
-. Papá siempre fue el cariñoso entre los dos, no digo que mamá no
me quisiera, solo que su forma de demostrar ese cariño era muy
diferente. Recuerdo bien eso en mis cumpleaños, mamá se
encargaba de organizarlos, asegurarse de que todo estuviera en
orden, y papá los animaba mejor que cualquier payaso, incluso
cuando nos mudamos a México.
-. Nunca los había visto fuera de fotos, mamá me decía que me iban
a visitar para mi cumpleaños número ocho, pero fue en esos meses
cuando mi abuela enfermó. Y bueno, nosotros tres ya estábamos
en camino a la Metrópolis, la joya de la nación y la ciudad más
congestionada que he visto en mi vida: La CDMX. La casa de los
abuelos era de dos pisos, olía a café y menta, llena de plantas y con
cuadros de tulipanes, en las paredes había fotos de muchísima
gente que no conocía, ahí crecí durante mucho, mucho tiempo.
-. Y díganos ¿Qué fue de su abuela? Lamentamos lo
intrusiva de la pregunta, pero deseamos conocer
los detalles precisos.
-. ¿Papá?
-. ¿Ella?
-. Si.
-. Sobra decir que todos en la familia estábamos devastados, papá y
mi abuelo no pudieron comer por días, nunca los vi tan tristes. Pero,
después del funeral y del entierro empezaron a sanar.
-. ¿Yo?
-. Un poco.
-. Cambiaremos nuestro tema de conversación, pues
tenemos especial interés en este ¿Como obtuviste
tus poderes?
-. Perdón, pero es que eres igual que tu papá cuando tenía tu edad
¿Qué me dices si buscamos un motel y descansamos por hoy?
Estoy seguro que mañana llegaremos a la playa.
-. Gracias.
Después de pedir su deseo el joven se dio cuenta que la
presunta estrella fugaz empezaba a aumentar en tamaño,
y su brilló crecía al mismo tiempo. En cuestión de
segundos se dió cuenta que estaba presenciando un
meteorito ingresar a la atmósfera, y aún mejor, acababa
de caer enfrente del motel, rompiendo la tranquilidad de
la noche al igual que el suelo donde aterrizó. Consumido
por la curiosidad corrió hacía la zona de impacto,
ignorando el sentido común y los consejos de su familia.
Al llegar con la roca espacial se deslizó hacía ella, era tan
grande como una rueda de trailer, viéndola con ojos de
asombro, notando como brillaba incluso en el suelo. Una
luz verde que parpadea y reacciona a su presencia, como
si fuera una respiración. Viendo a sus alrededores se dió
cuenta que no había nadie más, nadie se daría cuenta si
lo tocaba un segundo. Con algo de temor la tocó con su
dedo, dándose cuenta que no pasaba nada aparte de
sentir una pequeña calidez en la punta de su índice. Con
esa información puso su palma entera, cerrando los ojos
al creer que se quemaría, pero solo era la misma calidez,
agarrando valor puso su otra mano, sonriendo como un
niño al darse cuenta que tenía entre sus dedos un
asteroide. Su abuelo estaría muriendo de felicidad al
darse cuenta de ello, podría ir con un montón de
astrónomos y enseñarles esa maravilla, sería genial, sus
papás tal vez dejarían de pelear para centrarse en la
asombrosa roca espacial.
Fue entonces cuando empezó a sentir como aumentaba su
temperatura, dejaba de ser una calidez hogareña para
convertirse en una molestia, y pronto, un dolor punzante.
Intentó despegar sus manos, pero parecían soldadas a la
superficie, por más que jalara no podía despegarlas, y con
terror se dió cuenta como el brillo del meteorito se estaba
propagando a sus brazos al igual que la sensación de
calor. Hizo un gran esfuerzo para escapar, pero solo logró
arrastrar la roca, sintiendo como la sensación enfermiza
se esparcía cada vez más por su cuerpo, llegando a su
pecho, bajando hacía sus piernas, escalando su garganta,
impidiendo que pudiera gritar por la abrumadora
sensación. Creía que todo estaba perdido, pero su tercer
intentó fue exitoso, quitando sus manos de la roca y
corriendo como un animal herido de regreso a la
habitación.
Se sentía débil, agotado, como si acabara de hacer un
ejercicio tremendo, peor aún, su cuerpo se sentía
diferente, como si estuviera en otra piel, sin embargo,
siguió avanzando con pasos mareados, cayendo al suelo,
arrastrándose con dificultad. No se quería detener, pero
en el momento que el calor abrumó su cabeza, se quedó
quieto en el suelo, con la mirada perdida.
-. NO DUERMAS.
-. No, Benito. Mi final está cerca, y he hecho paz con ello ¿Sabes por
qué? Viví. Mi primera emoción fue negación, luego sentí rabia, luego
intenté negociar con mi propia mortalidad, antes de poder aceptar
la realidad una terrible tristeza se apoderó de mí, es por eso que
tardé tanto en decirles a ti y a tu padre acerca de mi condición. Creí
que sería mejor si no supieran, pero no es el caso ¿O si?
-. ¡PAPÁ!
-. Así que, descubrí que podía cambiar de forma. Llamé a unos
vecinos, y al reconocer mi voz llamaron a una ambulancia. Intenté
acompañarlo, pero el metal se fundía con mi toque, así que tuve
que esperar en la lluvia durante horas, hasta que me avisaron que
mi viejo estaba en buena salud. Mientras intentaba dormir pude
volver a mi forma normal, fue igual de doloroso que convertirme en
un Pyronita y estaba desnudo en medio de la calle, pero volvía a ser
un humano. Y eso me tranquilizó, no quería ser un monstruo de
fuego durante toda mi vida.
-. ¿Cómo te sientes?
-. Nunca me “curo”, pero si llegó con este bonito traje. No tengo idea
de cómo lo consiguió, pero sí sé que el dinero en su cuenta bancaria
desapareció unos días antes de que me lo enseñara.
-. Afirmativo.
Sin decir nada más se dio medía vuelta y caminó fuera del
set. Desapareciendo por completo de la vista del robot, quien
no tenía idea de como terminar la grabación, por lo que solo
se vio su rostro desconcertado por las ultimas palabras del
hombre antes de que pasara a una pantalla en negro.
Finalizando así, la entrevista con Darwin.