2024 Modernizacion Nacional Experticia Transnacional

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Modernización nacional, experticia transnacional

Itinerarios de los becarios en ciencias agrícolas


de la Fundación Rockefeller en México,
1940-1980

Diana Alejandra Méndez Rojas

Méndez Rojas, D. (2024). Modernización nacional, experticia


transnacional. Itinerarios de los becarios en ciencias agrícolas
de la Fundación Rockefeller en México, 1940-1980.
Instituto Mora; Instituto Nacional de Estudios
Históricos de las Revoluciones de México.
doi: https://doi.org/10.59950/IM.79

Esta obra está bajo una licencia internacional


Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0.
cip. instituto mora. biblioteca ernesto de la torre villar
Nombres: Méndez Rojas, Diana Alejandra
Título: Modernización nacional, experticia transnacional: itinerarios de los be-
carios en ciencias agrícolas de la Fundación Rockefeller en México, 1940-1980/
Diana Alejandra Méndez Rojas.
Descripción: Primera edición | Ciudad de México: Instituto de Investigaciones
Dr. José María Luis Mora : Instituto Nacional de Estudios Históricos de las
Revoluciones de México, 2024 | Serie: Colección Historia. Serie Internacional.
Palabras clave: México | Estados Unidos | Fundación Rockefeller | Agricultura
| Intercambios académicos | Ciencias agrícolas | Profesionalización agronómica |
Estudiantes becarios | Cooperación institucional | Revolución Verde | Siglo XX |
Clasificación: DEWEY 333.00144 MEN.m | LC S530 M6

Imgen de portada: Diego Rivera, “Atardecer en Acapulco”, 1956, D. R. © 2023


Banco de México, Fiduciario en el Fideicomiso Museos Diego Rivera y Frida Kahlo.
Av. 5 de Mayo No. 20, col. Centro, alc. Cuahutémoc, c. p. 06000, Ciudad de México.
“REPRODUCCIÓN AUTORIZADA POR EL INSTITUTO NACIONAL DE
BELLAS ARTES Y LITERATURA, 2023.”

Este libro fue evaluado por el Consejo Editorial del Instituto Mora y se sometió al proceso
de dictaminación en sistema doble ciego siendo aprobado para su publicación.

Primera edición electrónica, 2024

D. R. © Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora


Calle Plaza Valentín Gómez Farías 12, San Juan Mixcoac, 03730, Ciudad de México
Conozca nuestro catálogo en <www.mora.edu.mx>
ISBN: 978-607-8953-38-7 PDF

D.R. © Instituto Nacional de Estudios Históricos


de las Revoluciones de México (inehrm), Plaza del Carmen núm. 27, Colonia
San Ángel, C. P. 01000, Alcaldía Álvaro Obregón, Ciudad de México.
www.inehrm.gob.mx
ISBN: 978-607-549-491-3 PDF

Impreso en México
Printed in Mexico
ÍNDICE

Lista de abreviaturas 9

Agradecimientos11

Prólogo18

Introducción25

PRIMERA PARTE. MODERNIZACIÓN Y EXPERTICIA

Capítulo 1. El pacto modernizador de la agricultura mexicana  35


La batalla por la producción 37
Lo que la política separa, la técnica lo une: el gremio
agronómico mexicano 47
La Fundación Rockefeller y el Programa Agrícola Mexicano 56
Consideraciones finales 61

Capítulo 2. La Oficina de Estudios Especiales: un laboratorio


de experticia de la revolución verde 63
Aterrizando en México: conformación del staff de la oee66
El tiempo de los pasantes: mexicanos en la oee71
El norte del sur: latinoamericanos en México 77
Experiencia formativa en la oee82
Encuentros y desencuentros en el día a día 89
Maíz y experticia transnacional 94
Consideraciones finales 102
SEGUNDA PARTE. BECAS Y VIAJES

Capítulo 3. Perfil de los becarios Rockefeller y asignación de las becas 105


¿Quiénes fueron los becarios Rockefeller? 109
Paideia agronómica 120
Asignación de las becas 128
El caso de Takeo Ángel Kato Yamakake
y la investigación citológica 141
Consideraciones finales 152

Capítulo 4. Experiencias de estudio en el extranjero 154


Cuando la vida es el estudio 158
Mexicanos en Ohio 172
Bajo el sol de California 183
La elección de un destino 184
El campus, el diploma y la familia 191
Consideraciones finales 201

TERCERA PARTE. VEREDAS DE UN GREMIO RENOVADO

Capítulo 5. El Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas


¿Nacionalizando la revolución verde? 204
Creación del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas 206
Esquema de funcionamiento del inia213
Nacionalizar para internacionalizar 222
La llegada de las banderas rojinegras 226
Consideraciones finales 231

Capítulo 6. Crisis y rearticulación 233


El Plan Chapingo 235
Movilizaciones estudiantiles 245
Debate público 254
Consideraciones finales 260

Conclusiones261

Anexo. Listado de los becarios en ciencias agrícolas


de la Fundación Rockefeller en México 268
Lista de referencias 282

Índice de gráficas, cuadros, mapa e imágenes 307

Sobre la autora 309


Para María Elena, mi madre y mejor amiga.
Para Jaime, mi amor y compañero.
LISTA DE ABREVIATURAS

cimmyt Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo.


Conacyt Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
ddt Dicloro Difenil Tricloroetano.
ena Escuela Nacional de Agricultura.
fao Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura.
fr Fundación Rockefeller.
ian Instituto Agropecuario Nacional.
iia Instituto de Investigaciones Agrícolas.
iica Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas.
incap Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá.
inia Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas.
inif Instituto Nacional de Investigaciones Forestales.
ipn Instituto Politécnico Nacional.
itesm Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
las Liga de Agrónomos Socialistas.
oea Organización de los Estados Americanos.
oee Oficina de Estudios Especiales.
oii Oficina de Investigaciones Industriales.
pccmm Programa Cooperativo Centroamericano para
el Mejoramiento del Maíz.
pcm Partido Comunista Mexicano.
pib Producto Interno Bruto.
pimm Programa Interamericano de Mejoramiento de Maíz.
sam Sociedad Agronómica Mexicana.

9
10 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

scida Servicio Cooperativo Interamericano de Agricultura.


stiinia Sindicato de Trabajadores e Investigadores del Instituto
Nacional de Investigaciones Agrícolas.
unam Universidad Nacional Autónoma de México.
usda Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.
AGRADECIMIENTOS

Colocar el punto final a una investigación requiere paciencia, cons-


tancia y apoyo, pues las ideas y motivaciones individuales se entrecruzan
con las compartidas con amistades y colegas de distintas geografías y va-
riadas disciplinas. Fue el caso de este libro, que en una versión previa se
elaboró como tesis dentro del programa de doctorado en Historia Moderna
y Contemporánea del Instituto Mora. En las siguientes páginas, deseo dejar
constancia de mi aprecio a todos los que me brindaron un cálido acom-
pañamiento durante la realización de esta indagación. Primeramente,
agradezco a mi asesor, José Alfredo Pureco Ornelas, por su dirección a
lo largo de mi formación como doctora. Su constancia alentó el desarrollo
de mis ideas y me brindó certidumbre para construir esta investigación en
un entorno de franco diálogo y confianza. Ha sido un privilegio contar
con su mentoría a lo largo de estos años.
A mis lectores, Sebastián Rivera Mir y Adriana Minor García, agra-
dezco su gentileza por aceptar emprender este viaje conmigo y permitirme
aprender de su experiencia. Sus propositivos cuestionamientos, certeras crí-
ticas y finos comentarios fueron un impulso para direccionar mis plantea-
mientos y mantener el esfuerzo por responder a sus exigencias. Aprecio la
generosidad con que abrigaron la realización de este proyecto desde nues-
tra primera conversación en el marco del coloquio internacional Trazando
las Fronteras del Conocimiento. Historias del Intercambio Académico en
México, Latinoamérica y Estados Unidos, en el Siglo XX, convocado por
El Colegio Mexiquense. Se han convertido en positivas influencias en la
escritura de esta obra y en la labor investigativa fuera de ella.

11
12 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

El Instituto Mora fue el centro que me permitió completar mis estu-


dios de posgrado. Me siento dichosa y orgullosa por haberme integrado a
su comunidad, de la que recibí innumerables gestos de respaldo y gocé de
inmejorables condiciones para dedicarme a estudiar. Es por ello que debo un
reconocimiento a mis profesores, Matilde Souto Mantecón, Cristina Sacris-
tán, María del Carmen Collado, Guillermina del Valle Pavón, Laura Suárez
de la Torre, Luis Jáuregui Frías y Rodrigo Laguarda. Por otra parte, los pro-
gramas de intercambio académico del Instituto me brindaron la oportunidad
de aprender sobre la perspectiva de la historia cultural en un curso dictado
por Dominique Kalifa, quien desafortunadamente ya no se encuentra entre
nosotros. Si bien mi investigación no recorre los senderos de esta particular
mirada, la maestría expositiva de Dominique dejó huella en mi entendimien-
to sobre la labor de los historiadores y, por ello, le estoy agradecida. La
dedicación y compromiso de las y los profesores del Instituto Mora permi-
tieron hacer de este ciclo doctoral uno de genuino aprendizaje y formación.
También dejo constancia de mi especial reconocimiento a Enriqueta
Quiroz Muñoz y a Gerardo Gurza Lavalle por su impecable gestión como coordi-
nadores del programa de Doctorado en Historia Moderna y Contemporánea.
Su integridad al frente de esta responsabilidad fue clave para la resolución
de los retos que redireccionaron las investigaciones del programa, entre los cua-
les la pandemia fue uno de los más importantes. De igual forma, agradezco a
Berenice Cortés por todas las gestiones que agilizó desde la coordinación, así
como al personal de biblioteca, servicios escolares, del área editorial, y en
general del núcleo administrativo, por su capaz labor.
En las aulas del Instituto conocí a personas entrañables a quienes deseo
seguir encontrando en nuestro ejercicio profesional, mis compañeros de gene-
ración: Lourdes Bautista Hernández, Viridiana Camacho Pánfilo, Jessica Mén-
dez Mercado, Janet Tejeda Ruiz, Diego Antonio Franco de los Reyes, Diego
Emiliano Bautista Páez, Giovanni Pérez Uriarte y Edgar Bueno Hurtado. Su
solidaridad y entusiasmo hicieron de este un camino inolvidable. De for-
ma particular, agradezco a Diego Antonio y a Diego Emiliano por permitirme
aprender de sus investigaciones y compartir sus múltiples y originales intereses.
Por fuera del Instituto, la bondad de apreciados colegas enriqueció mi
perspectiva con sus pensadas preguntas, recomendaciones y un desintere-
sado apoyo en mi desarrollo académico. Me refiero a Viridiana Hernández
Fernández, Angélica Márquez Osuna, Lorena Campuzano Duque, Helen
Anne Curry, Rachel Grace Newman, Mónica Toussaint Ribot, Perla Va-
lero, Paola Prieto Mejía, Misael Martínez Ranero, Pedro Sergio Urquijo
AGRADECIMIENTOS13

Torres, Wilson Picado Umaña, Timothy W. Lorek, Daniel Emilio Rojas,


Fernando Quesada, Gerardo Martínez Delgado, Hernán G. H. Taboada,
Vinicio Calderón Blanco, Juan de la Fuente Hernández y Juan Luis Del-
gado. Nuestros intercambios nutrieron los capítulos que hoy conforman este
libro, beneficiándose de su experticia en los distintos tópicos por los que atra-
viesa. A Miguel García Valladares le agradezco su auxilio en la preparación
de algunas de las gráficas que sustentan este trabajo, y a Paola Gutiérrez
Aranda, su esmerada lectura que pulió la redacción final de este documento.
Allende nuestro continente tuve la fortuna de integrarme a un equipo
entusiasta y fraterno, junto con quienes he aprendido a estudiar la movi-
lidad internacional para explicar procesos globales, transnacionales, nacio-
nales, regionales y locales. Agradezco al grupo de investigación Rockefeller
Fellows as Heralds of Globalization (1920s-1970s) su dedicación y constan-
cia para la concreción de nuestras metas individuales y colectivas. Grupo coor-
dinado por Ludovic Tournès e integrado por Thomas David, Davide Ro-
dogno, Yi-Tang Lin, Pierre-Yves Saunier, Mathilde Sigalas, Hannah Tyler,
Caroline Montebello, Ahmad Fahoum, Anton Tarradellas, Joshua Thew y
Steven Piguet. Colaborar con ustedes ha sido una de mis mayores alegrías
y satisfacciones académicas, pues el diálogo generado a partir de nuestro
seminario interno me abrió perspectivas para pensar los itinerarios de los
actores centrales de esta indagación –los becarios Rockefeller– en un hori-
zonte más amplio y mejor articulado.1
Este libro trata de individuos con experiencias y metas propias. Ha-
blar de ellos como los actores principales fue posible gracias a los testimonios
de los protagonistas de esta investigación. Agradezco, así, a Takeo Ángel
Kato Yamakake, Antonio Turrent Fernández, Daniel Téliz Ortiz, Heliodoro
Díaz, Jesús Jasso Mata, Josúe Kohashi Shibata, Luis Alberto Elías Barra-
gán, Miguel Caballero Deloya, Enrique Cárdenas Molina (hijo de Fran-
cisco Cárdenas) y Juan Luis Fuentes Fumagalli (hijo de Alejandro Fuentes
Orozco), por la confianza al compartirme sus memorias. Nuestras conver-
1
“Beyond our continent, I was fortunate to be joining an enthusiastic and friendly team with
whom I have learned to study international movements to explain global, transnational, national,
regional, and local processes. I thank the research group Rockefeller Fellows as Heralds of Global-
ization (1920s-1970s), their dedication and resolve to our individual and collective goals’ comple-
tion. Group coordinated by Ludovic Tournès and formed by Thomas David, Davide Rodogno,
Yi-Tang Lin, Pierre- Yves Saunier, Mathilde Sigalas, Hannah Tyler, Caroline Montebello, Ahmad
Fahoum, Anton Tarradellas, Joshua Thew and Steven Piguet. Working with you all has been one of
my biggest academic joys and satisfactions, since the dialogue generated from our seminar opened
new perspectives that made me think about the itineraries of the key actors in this research –the
Rockefeller Fellows– on a broader and better-articulated horizon.”
14 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

saciones fueron una fuente de inspiración constante para presentarlos como


partícipes activos de uno de los capítulos más relevantes en la historia del
intercambio académico entre México, Estados Unidos y América Latina.
En el último tramo de este periodo me he nutrido del trabajo colabo-
rativo entre pares, es por ello que expreso mi agradecimiento a mis compañeros
cocoordinadores del Seminario Interinstitucional sobre Revolución Verde
en sus dos ciclos: América Latina, Debates, Perspectivas e Interdisciplina
(2021-2022) y Una Mirada Global 80 Años Después (2022-2023). Me refie-
ro a Netzahualcóyotl Luis Gutiérrez Núñez, José Alfredo Pureco Ornelas,
Pedro Sergio Urquijo Torres, Timothy W. Lorek y Antonio Chamorro. Me
acompañará en adelante la confianza que me confirió su reconocimiento
para emprender junto con ustedes la organización de estas actividades que
institucionalmente contaron con el auspicio del Centro de Investigaciones
en Geografía Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México
(unam), del Instituto Mora y de El Colegio Mexiquense.
Durante su preparación, el manuscrito que hoy conforma este libro
tuvo la fortuna de converger en distintos y originales espacios académi-
cos, todos ellos de gran nivel y de un compromiso ejemplar en sus labores.
Es por ello que deseo agradecer a los coordinadores de los seminarios de
investigación que me permitieron presentar avances de distintos capítulos. A
Matilde Souto Mantecón, coordinadora del Seminario de Historia Global
e Interconectada, auspiciado por el Instituto Mora. A Aimer Granados,
Kenya Bello, Sebastián Rivera Mir y Regina Tapia, coordinadores del se-
minario Usos de lo Impreso en América Latina, patrocinado por el Cole-
gio de Estudios Latinoamericanos de la unam, la Universidad Autónoma
Metropolitana-Cuajimalpa y El Colegio Mexiquense. A Salvador Álvarez
y Alejandro Tortolero Villaseñor, coordinadores del Seminario Interinstitu-
cional de Historia Agraria Mexicana, apoyado por la Universidad Autónoma
Metropolitana-Iztapalapa y El Colegio de Michoacán. A Ariadna Acevedo
Rodrigo, Carlos Escalante Fernández, Amalia Nivón y Eugenia Roldán,
coordinadores del Seminario Interinstitucional de Historia de la Educación
y la Investigación Científica. Saberes y Prácticas, apadrinado por el Centro
de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacio-
nal, la Universidad Pedagógica Nacional y El Colegio Mexiquense. Los es-
pacios de debate que sostienen permitieron que mi investigación se enrique-
ciera al recibir una retroalimentación especializada. En la recta final de esta
acometida editorial, recibí dos generosas invitaciones para comentar aspectos
centrales de las propuestas que sustentan mi investigación, por lo que me
AGRADECIMIENTOS15

interesa dejar constancia de mi agradecimiento al equipo de Macrohistoria y


mundo actual, conformado por Andrea Torrealba, Michelle Lacoste y Santiago
Forero, por permitirme formar parte del ciclo virtual Macrohistoria y América
Latina. Conectando espacios; así como a Diana Lizbeth Méndez Medina,
quien me convidó a dialogar con alumnos de la Universidad Autónoma de
Baja California. A Diana reconozco el productivo intercambio que hemos
formado a partir de la feliz coincidencia que es ser homónimas.
Además de los referidos seminarios, los progresos de este libro fueron
presentados en proyectos estudiantiles impulsados por otros doctorantes
comprometidos con la generación de espacios de discusión horizontal e
interinstitucional. Agradezco, entonces, a los doctorantes de la Humboldt
Universitat Zu Berlin y la Freie Universitat, quienes organizaron la Fifth
Berlin international global history student conference en 2019 y, muy parti-
cularmente, a Alina Rodríguez. Asimismo, doy cuenta de mi gratitud a los
doctorantes del Instituto Mora, la Universidad Iberoamericana, El Colegio de
México y la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, por el auspi-
cio, en 2019, del II Coloquio de Doctorantes en Historia; proyecto al que
me integré como organizadora en 2020. En el mismo sentido, agradezco a
Angélica Aguirre (Universidad de Cornell), a Alejandro Guardado (Univer-
sidad Emory) y a Noe Pliego Campos (Universidad de Notre Dame), por la
oportunidad de presentar uno de mis capítulos en el seminario Last Friday,
durante el ciclo inaugural 2021-2022.
También agradezco el respaldo que me confirieron las instancias que
becaron, financiaron y reconocieron esta investigación a lo largo de su reali-
zación. Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) por becarme
los cuatro años del programa de Doctorado en Historia Moderna y Contem-
poránea, y por otorgarme una beca mixta que me permitió completar una
estancia de investigación en la Universidad de California en Berkeley du-
rante 2019. Estadía que realicé bajo la dirección de Ivonne del Valle, cuyo
acompañamiento hizo de mi visita una experiencia provechosa. Agradezco al
Rockefeller Archive Center por otorgarme, en 2019, un Research Grant
Stipend que me permitió visitar sus colecciones en Nueva York, confiriéndome,
además, la oportunidad de interactuar con una vibrante comunidad acadé-
mica. De forma particular, doy cuenta de mi gratitud a Bethany Antos,
quien me condujo a través de los acervos de este vasto repositorio y me
brindó auxilio en la localización de información clave. Agradezco a la Socie-
dad Latinoamericana y Caribeña de Historia Ambiental por la beca que me
permitió presentar mi trabajo en la IV Escuela de Posgrados, celebrada en
16 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

la Universidad de Stanford en 2019; esta reunión me permitió relacionarme


con brillantes historiadores ambientales que al paso del tiempo se han conver-
tido en amigos muy preciados, importantes referentes intelectuales y certeros
soportes, entre quienes destaco a Pedro Sergio Urquijo Torres y a Reynaldo
de los Reyes Patiño. Recalco mi reconocimiento a Mikael Wolfe y a Claudia
Leal, los organizadores de este encuentro. A la Secretaría de Relaciones
Exteriores de México agradezco la beca de investigación que me permitió
visitar la Colección Latinoamericana Nettie Lee Benson de la Universidad
de Texas en Austin, durante 2022. Un viaje muy afortunado para comple-
tar el capitulado, que además tuve el agrado de compartir con mi amiga y
compañera becaria Mayra Jocelin Martínez Martínez.
También agradezco a la Latin American Studies Association (lasa)
por otorgar, en 2022, una mención honorable a mi proyecto doctoral en el
certamen Charles A. Hale for Mexican History a la excelencia en investigación
histórica; su distinción me brindó ánimo para la consecución de las metas
trazadas. El encuentro lasa 2022 también fue significativo por propiciar el
intercambio con investigadores interesados en abrir diálogo a propósito de
la revolución verde. Mención especial merece Horacio Mackinlay, Gabriela
Soto Laveaga, Timothy W. Lorek, Netzahualcóyotl Luis Gutiérrez Núñez y
Viridiana Hernández Fernández. A Horacio remarco mi gratitud por ser mi
guía en lasa. A la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación agradezco
la mención honorífica que confirieron a esta indagación en el certamen de
tesis convocado en 2022; ha sido en verdad alentador recibir esta distinción
en un campo de investigación con una sólida tradición en nuestro país. Asi-
mismo, agradezco al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revo-
luciones de México (inehrm), por asignar una mención honorífica a mi tesis
en los Premios en Investigación Histórica en la categoría Salvador Azuela
sobre la revolución y posrevolución mexicanas, en la convocatoria 2022;
además de significar un gran orgullo por la rigurosidad de la comunidad
intelectual que sustenta esta institución, esta distinción permitió que este li-
bro se presentara a manera de una coedición entre el Instituto Mora y el
inehrm, logrando con ello que la edición circule en canales más amplios
y llegue a los lectores que hoy leen estas páginas.
Este libro fue concluido en el comienzo de mi actividad investigativa al
cobijo de dos instituciones a quienes también deseo expresar mi deuda. En
primer lugar, al Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista que,
recién graduada, me permitió incorporarme en agosto de 2022 como investi-
gadora asociada, responsabilizándome del nodo Movimientos campesinos y
AGRADECIMIENTOS17

otras economías, en el marco de un proyecto financiado por el Conacyt.


En el desarrollo de mis actividades logré establecer una valiosa colabora-
ción con Víctor Hugo Pacheco Chávez –director ejecutivo–, Fernanda Isabel
González Carbajal y Miguel Ángel Gorostieta –investigadores del centro–; ateso-
ro sus valiosas enseñanzas y su camaradería en el resguardo y promoción de
la memoria del pueblo de México. En segundo lugar, agradezco al Centro
de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la unam, por reci-
birme en el marco de una estancia posdoctoral en marzo de 2023, permi-
tiéndome con ello abrir un nuevo sendero investigativo en mi trayectoria, al
adentrarme a la historia de Guatemala y retornar a los orígenes latinoameri-
canistas en los que recibí mi primera formación. Esto no habría sido posible
sin la diligente guía de Mario Vázquez Olivera, quien aceptó ser mi tutor para
brindarme certeros consejos, dedicar amenas horas al diálogo y permitirme
conocer el campo de su especialidad: la historia de Chiapas y Centroamérica.
Finalmente, agradezco a mi familia y soporte, por arroparme con su
cariño y hacer de esta una etapa plena y feliz. A María Elena Rojas Herrera,
por la vida y los sueños que nos unen. A Citlali Rojas Pedroza, por el gran
ejemplo que representa su disciplina y buen corazón. Y a Jaime Ortega Rey-
na, por su amor, entrega y abrazo.
Al presentar este trabajo, deseo corresponder la generosidad que todos
ustedes me brindaron en mi tiempo como estudiante y, aún más importante, en
el comienzo de mi trayectoria como investigadora. Asimismo, espero retribuir
la valiosa formación que he recibido del sector público mexicano y refrendar
mi compromiso por continuar aprendiendo y dialogando en común. En mi
propósito por explicar momentos de un intenso periodo de la formación
institucional mexicana y la incorporación de becas en los planes nacionales,
alberga la convicción de que, al fortalecer nuestras dependencias y definir las
prioridades para el bien de las mayorías, lograremos hacer que el acceso a la
educación y las becas sea universal y sin fines patrimonialistas, para con ello
contribuir a hacer de la ciencia practicada en México una de primer nivel.
PRÓLOGO

Los libros de historia de México que refieren el periodo que va de la se-


gunda guerra mundial al arribo del neoliberalismo, generalmente hablan, por
un lado, de la etapa final de reconstrucción de instituciones posterior al
periodo revolucionario y, por el otro, acerca de lo que un escritor famoso dio
en llamar hace algún tiempo “nuestra caída en la modernidad”. Esos poco más
de 40 años han sido tiempos de cambios vertiginosos de los cuales la histo-
riografía apenas ha podido tomar registro y eso, acaso, sólo sobre eventos
y procesos grandes. Uno de esos procesos, considerablemente atendido por
la literatura histórica, ha sido la construcción del régimen político, cuasi mo-
nolítico y presidencialista, de partido hegemónico que encabezó el Revoluciona-
rio Institucional y que se sustentó gracias a la presencia de sus tres sectores
sociales (campesino, obrero y popular). Por otra parte, en el ámbito econó-
mico, la historiografía posó su mirada en el despunte notable que adquirió
la economía mexicana merced a una ingeniosa combinación de Estado y
mercado que se materializó en los llamados subperiodos del modelo de “sus-
titución de importaciones”, del “Desarrollo Estabilizador” y del “milagro
económico mexicano”. Este periodo de referencia también fue el del origen y
desarrollo de movimientos sociales importantes que sirvieron para definir las
coordenadas bajo las cuales México llegaría al siglo xxi, a partir de expresio-
nes tales como los movimientos estudiantiles y gremiales de los años sesenta,
los movimientos armados urbanos y campesinos de la década siguiente y,
en general, el surgimiento de una conciencia cívica de las clases medias que
intentó minar la fuerza de aquel régimen.
Como hija de esa historiografía tradicional, altamente centrada en los
temas políticos, económicos y sociales, en los últimos años ha surgido una

18
PRÓLOGO 19

forma distinta de mirar aquel periodo del México moderno o, quizá sea
más exacto decirlo, posmoderno, cuyos temas predilectos son los derechos
humanos, la salud, la alimentación, el deporte, el medioambiente, la tec-
nología y la educación, entre muchos otros ingeniosos temas. Las nuevas
generaciones de historiadores van fijando su mirada en áreas que poco a
poco nos ofrecen una imagen distinta de cómo México se ha transformado,
no sólo a partir de las macroestructuras, sino a partir de cambios relativa-
mente menudos, pero que, en lo acumulativo, confrontan consigo misma
a la sociedad mexicana, por un lado, rural y tradicional todavía de los años
cuarenta, con otra, muy transformada, de aspiraciones cosmopolitas y mo-
dernas, ya en la antesala del siglo xxi. En este sentido, no me ha dejado de
sorprender el desarrollo de temas como la historia de la aviación civil y co-
mercial en México; la introducción del gas en lugar del uso de leña como fuente
de energía en los hogares urbanos; el vuelco en los hábitos de las familias
hacia la alimentación basada en productos procesados, y, consiguientemen-
te, el desarrollo de la industria alimenticia; la manera como entraron el
refrigerador y, en general, los electrodomésticos en el hogar; y, finalmente,
también está la historia de los medios masivos de comunicación, la radio,
la televisión. En suma, me parece que son enormes las posibilidades de esta
nueva historiografía del nuevo siglo pasado.
Considero que es dentro de esta renovada historiografía en la que
deberíamos inscribir el texto de Diana Méndez, Modernización nacional, exper-
ticia transnacional; una investigación hecha con minuciosidad, detalle y rigor
metodológico que adquirió la debida madurez que da el transcurrir de los
años; acaso desde 2014 o 2015, cuando, como estudiante de licenciatura,
había expresado su interés por el estudio del mecenazgo que significó la Fun-
dación Rockefeller para el desarrollo de la agricultura latinoamericana. Esta
predilección se dio merced al propio proceso formativo de la autora en las
aulas de la Universidad Nacional Autónoma de México y luego del Insti-
tuto Mora; en ese mismo paso, Diana Méndez recorrió inte lectualmente el
itinerario del latinoamericanismo que luego la llevó por la historiografía. En
las páginas que siguen se nota con buena definición la confluencia ingeniosa
que ha hecho ella de ámbitos disciplinares como la historia de la ciencia, de
la agronomía, de la cooperación internacional, la historia institucional de la
educación y, finalmente, de la matriz que engloba todo y que es la cultura,
pero eso sí, todo arropado dentro del manto de la agricultura, el cultivo del campo.
A menudo, las historias de la agricultura han centrado su atención en
fenómenos muy tangibles, tales como los procesos de ingeniería aplicados a
20 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

los suelos; a la maquinaria e implementos de trabajo; al intento de dominar


condiciones determinantes como el clima; al manejo de técnicas para do-
mesticar el agua y llevarla a los cultivos; al mejor control de enfermedades
o plagas y a mejorar los volúmenes de producción por los métodos que
fueren o, en otro caso, a reducir los riesgos en que incurren los cultivadores.
En resumen, las historias tradicionales de la agricultura se han enfocado
principalmente en eso que, sumado hoy, llamamos agronomía y que, a mi
juicio, no es otra cosa que una rama específica de la historia de la tecno-
logía, inscrita a su vez dentro de otra rama más general que es la historia
económica. Pero este, como veremos enseguida, no es el caso del libro que
ahora se comenta a manera de prólogo.
El libro de Diana Méndez, si bien reflexiona en torno al problema téc-
nico que enfrenta el desarrollo de la agricultura en México en la segunda
mitad del siglo xx, lo problematiza desde una perspectiva novedosa y muy
original: la tecnología no vale por sí misma, lo hace a partir de los agentes
que la crean, la poseen y la difunden. Por consiguiente, el punto central a
tomarse en consideración reside en el entramado de personajes, de agentes,
de contextos y de instituciones que la hacen posible o que, en otro caso,
la inhiben o le ponen trabas. Por esta razón, aunque Modernización nacional,
experticia transnacional es una historia de la profesionalización de la disciplina
agronómica en México, es ante todo una investigación en la que el acento
está puesto en los estudiantes becarios que se formaron en Estados Unidos
y que de allá trajeron conocimientos nuevos y los difundieron; es la histo-
ria de la cooperación institucional entre el gobierno mexicano y la iniciativa
estadunidense mediante las fundaciones privadas, léase específicamente la de
la Fundación Rockefeller. Por eso, en estas páginas, más que acentuar la mirada
en tal o cual innovación técnica ocurrida en la agronomía mexicana, el mayor
aporte está en las personas, en las instituciones y en los procesos que sirvie-
ron para que la agricultura mexicana diera el salto tecnológico que hoy se
nota en centros de investigación especializados como el Centro Internacio-
nal de Mejoramiento de Maíz y el Trigo (cimmyt), así como en laboratorios
diseminados en distintas universidades de agronomía del país y en la
Universidad Autónoma Chapingo.
Los becarios, como si se tratara de agentes polinizadores, en los
años en que pudieron gozar de movilidad, llevaron y trajeron el néctar de
las ideas. Ideas para transformar escuelas, para crear nuevos laboratorios y,
en fin, para diseñar pedagogías que acercaran a los cultivadores tradicionales
con los innovadores métodos. Por lo mismo, esta investigación posee un
PRÓLOGO 21

rasgo distintivo adicional: no es una historia atrapada en el contexto de las


fronteras nacionales; habla de lo que los estudiantes, algunos jóvenes, pero
otros no tanto, hicieron en México y en Estados Unidos. Habla también de
los que llegaron desde distintos países latinoamericanos a México para reto-
mar ideas. Es la historia en la que México, mediante sus estudiantes, sirvió
como correa de transmisión para la difusión de innovaciones en mejora-
miento genético de cereales y cultivos básicos para otras latitudes, en aquello
que al paso de una o dos décadas comenzó a llamarse revolución verde.
A la autora del libro le gusta decir que su investigación se trata de una
historia transnacional, y ciertamente lo es. ¿Bajo qué antecedentes históricos
debe comprenderse el proceso de envío de becarios mexicanos y latinoame-
ricanos hacia Estados Unidos? Es decir, ¿bajo qué premisas ocurrió la mo-
dernización de la agricultura y la movilización de la experticia que señala
Diana Méndez en esta investigación? A mi juicio, deberían considerarse al
menos tres elementos contextuales. Uno, la tendencia expansiva que asoma-
ban algunas de las grandes firmas multinacionales al final del siglo xix con
su idea de la filantropía privada atada a menudo, pero no necesariamente, a
la diplomacia estadunidense. Dos, el escenario mexicano de reconstrucción
posrevolucionaria. Y tres, los esfuerzos previos hacia la institucionalización de
la carrera de agronomía. Quisiera abundar brevemente sobre cada uno de
estos elementos que permitirán, en mi opinión, hacer una mejor lectura del
problema planteado por Diana Méndez en esta obra.
El fuerte crecimiento de corporaciones transnacionales con tenden-
cias oligopólicas, exitosas en sectores estratégicos para los procesos de in-
dustrialización de finales del siglo xix, tales como el petróleo o el acero (la
Standard Oil o la United States Steel Corporation), llevó a que sus exce-
dentes económicos, más allá de ser canalizados al también pujante sector
financiero, hayan conducido a sus directores y mayores accionistas a mirar
hacia terrenos menos materiales o impregnados de algún tipo de idealismo.
De esta manera podría explicarse el desarrollo de la llamada filantropía
científica desarrollada por personajes como John D. Rockefeller o Andrew
Carnegie a finales del siglo xix e inicios del xx, cuando pensaban en la “pro-
moción del bienestar humano a lo largo de mundo” y apelaban a un “evan-
gelio de la riqueza”. Con toda proporción guardada, estos personajes del
mundo moderno bien podrían parecerse a los renacentistas Médici florenti-
nos o a los Fugger alemanes de hace casi cuatro siglos. Su perspectiva acer-
ca del mundo rebasaba el ámbito de toda frontera político-administrativa, y
por ello sus proyectos aspiraban a ser de una bondad humanista universal.
22 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Consiguientemente, estas personalidades fundaron en Estados Unidos y


poco a poco despúes en distintas partes del mundo: universidades, hospi-
tales e iglesias; crearon fondos para el estudio científico de las poblaciones
humanas (eugenesia), la biología de plantas, la embriología y la geofísica;
y también, gracias a ellos, se creó una cruzada en contra de enfermedades tro-
picales en el mundo. Asimismo, fueron promotores de hábitos novedosos en la
sociedad a partir de los descubrimientos en materia de salubridad, tales como el
uso generalizado del calzado o de letrinas para así erradicar enfermedades,
sobre todo en países pobres. A partir del campo de la salud, ya para
finales de la década de los años veinte, la Fundación Rockefeller incursionó
además en la cooperación internacional, estableciendo contactos con diver-
sos gobiernos mediante negociaciones por intereses mutuos, y gracias a los
cuales abrió oficinas en diversos países, México entre ellos.
El trinomio salud-nutrición-alimentación fue el que acaso en Mé-
xico tuvo sus mayores atractivos, tanto para la Fundación Rockefeller
como para el gobierno mexicano. El maíz, en tanto objeto de estudio,
era un asunto tentador por las implicaciones que tendría en términos de
rendimientos para México, y eso era algo que interesaba mucho a los
presidentes-empresarios del llamado grupo Sonora (Obregón, Calles y De
la Huerta), quienes deseaban, ya desde mediados de los años veinte, dar
por liquidada la reforma agraria revolucionaria y habían gozado de las
mieles de las ganancias agrícolas con el cultivo del algodón y el trigo en
sus terrenos del valle del río Yaqui; pero, por otra parte, también era de
implicaciones interesantes para el proyecto de la Rockefeller en buena
parte de América Central y Sudamérica. Los acercamientos comenzaron
por los canales oficiales, pero incluso en forma paralela a ellos, pues, como
es sabido, por lo menos hasta 1927, México no restableció relaciones di-
plomáticas con Estados Unidos, tanto por las empresas afectadas por la
aplicación del artículo 27 constitucional (una de ellas, por cierto, la Stan-
dard Oil, de Rockefeller) como por el tema de la suspensión de pagos
por el servicio de la deuda desde 1913. Sin embargo, tímidamente, los
acercamientos se fueron dando de tal manera que México logró incorpo-
rarse al mundo de la cooperación internacional basada en el quid pro quo
entre gobiernos, fundaciones como la Rockefeller e instituciones educa-
tivas, ello aun significando un aparente contrapunto con el discurso na-
cionalista y con la de la idea de desarrollo extensivo para el campo que
fue revitalizada con la reforma agraria del cardenismo. Aun con ello, la
idea del modelo de desarrollo rural intensivo entró por un resquicio de
PRÓLOGO 23

la reconstrucción posrevolucionaria, justamente a partir de los gobiernos


poscardenistas, periodo en que inicia la investigación de Diana Méndez.
Antes de los viajes hechos por estudiantes mexicanos y latinoame-
ricanos con fines de especialización en las ciencias agrícolas y que fueron
auspiciados por la Fundación Rockefeller, el proceso de profesionalización de
la agronomía, por lo menos desde el punto de vista institucional, produjo
algunos proyectos y esfuerzos que Diana Méndez menciona en esta investi-
gación, aunque aquí los recapitulamos sólo para referencia pronta del lector.
En 1854 se fundó la Escuela Nacional de Agricultura en lo que fue el antiguo
convento dominico de San Jacinto en San Ángel, ciudad de México; sin em-
bargo, luego de 69 años, en 1923, bajo la presidencia del general Obregón,
esta se trasladó a la hacienda de Chapingo en Texcoco, Estado de México,
donde, desde 1974, se encuentra la sede de su institución continuadora, la
Universidad Autónoma Chapingo. En forma paralela, en 1905, el presidente
Porfirio Díaz concesionó en el norte del país a los hermanos Rómulo y
Numa Pompilio Escobar Zerman la instalación de la Escuela Particular de
Agricultura de Ciudad Juárez, Chihuahua, luego Escuela Superior de Agricul-
tura Hermanos Escobar, fundamentalmente una escuela privada, concebida
para la preparación de las elites rurales pero que, sorteando los vaivenes
del siglo xx, y finalmente adscrita a la Universidad Autónoma de Ciudad
Juárez, no logró superar el siglo y cerró sus puertas en 1996. Por último,
en marzo de 1923, exactamente hace 100 años, se fundó en la hacienda de
Buenavista, Saltillo, Coahuila, con el capital privado de sus benefactores
(Antonio y Trinidad Narro Rodríguez, hacendados ya para entonces falle-
cidos), la Escuela Regional de Agricultura Antonio Narro, la cual, también
en medio de diversas vicisitudes, ha logrado trascender el siglo xx y en la
actualidad cuenta con presencia en La Laguna y en Cintalapa, Chiapas,
con lo que se ha ganado el nombre oficial de Universidad Autónoma Agra-
ria Antonio Narro. Por supuesto que en el camino que transcurre a lo largo
del siglo xx surgieron departamentos, facultades e institutos con orientación
hacia las ciencias agrícolas dentro de las diversas universidades estatales de
México, y también de instituciones privadas como el Instituto Tecnológico
de Estudios Superiores de Monterrey, pero aquí la intención era resaltar
aquellas instituciones que nacieron especializadas en la disciplina. En el
devenir de estas escuelas, así como en la aparición de otras instituciones
como el ya mencionado cimmyt, los becarios Rockefeller jugaron un papel
muy importante, como lo habrá de descubrir el lector que ahora tiene este
trabajo en sus manos.
24 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Para mi fortuna, he tenido el agrado de conocer la evolución de esta


investigación desde que era apenas un proyecto. Sé cómo fue cambiando y
cómo se fortaleció hasta adquirir la forma que hoy se presenta al público.
En fin, me congratula mucho que estas páginas se vuelvan del conocimien-
to general, y que también sean ideas para que nuevos becarios, y bajo otros
patronazgos, tanto federales como privados, fortalezcan el propósito de re-
novar la historiografía sobre el campo mexicano.

José Alfredo Pureco Ornelas


San Juan Mixcoac, febrero de 2023
INTRODUCCIÓN

Entre 1940 y 1980, México recibió el Programa de Becas en ciencias


agrícolas por parte de la Fundación Rockefeller (fr). El propósito de este
libro es responder, a través del estudio de los itinerarios de los beneficia-
dos por estas becas, ¿cuál fue el papel del intercambio académico en la
modernización agrícola?, ¿cuáles fueron las cualidades de los expertos que
impulsaron la revolución verde? y ¿qué relación existió entre este proceso
y la profesionalización de las ciencias agrícolas? Para responder estas in-
terrogantes, en esta investigación examino las condiciones de recepción y
apropiación del Programa de Becas, siguiendo tres etapas de las trayectorias
de 214 mexicanos: la fase previa a la asignación de la beca, el periodo como
estudiantes en Estados Unidos y su actividad profesional en México, tras la
culminación de su formación.1 Así, se atiende a las dinámicas que favorecie-
ron su movilidad, retorno y reinserción laboral,2 junto con la configuración
de un perfil como expertos transnacionales.

1
El abordaje de largo alcance para reconstruir los itinerarios sociales, intelectuales y profe-
sionales de los becarios lo retomo de la propuesta metodológica de Ludovic Tournès y Giles Scott-
Smith (Global exchanges, 2018), mi aporte es explicar los derroteros que vinculan a este grupo con la
revolución verde y la profesionalización de las ciencias agrícolas.
2
El énfasis por comprender los viajes promovidos a través del intercambio académico como
procesos que involucran un retorno y el establecimiento de vínculos de corto, mediano o largo pla-
zos, sean de corte institucional, cultural o político, lo recupero de la propuesta de Sebastián Rivera
Mir (“Presentación”, 2021), quien piensa las relaciones intralatinoamericanas. Mi contribución es
aclarar la manera en que el retorno de estos individuos se afincó en la construcción de un perfil
como expertos transnacionales, cuya continua renovación no sólo brindó sustento al intercambio
entre México y Estados Unidos, sino que gestó condiciones para que México se vinculara con Amé-
rica Latina y otras regiones del mundo.

25
26 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Esta indagación aporta al estudio de la modernización agrícola al destacar


la centralidad del intercambio académico. Para ello, se relacionaron los itinera-
rios de los becarios con procesos ocurridos en un periodo en el que se tendió
a concluir la Reforma Agraria, entendida como reparto y dotación masiva del
factor tierra, para pasar a una concepción, ya no extensiva sino intensiva, del
proceso de cambio agrosocial que se cimentó en el desarrollo de las capacida-
des tecnológicas y humanas; así fue como la ciencia y la educación adquirieron
un papel principal. La formación de estos individuos resultó relevante porque
incrementó el número de especialistas dedicados a las tareas modernizadoras,
pues antes de 1960, México no contaba con posgrados en ciencias agrícolas.
El arco temporal de esta investigación recorre desde 1940 hasta 1980,
intervalo que corresponde con los años de asignación de las becas. En el primer
caso, se relaciona la actividad profesional de los becarios con la constitución
de la revolución verde como un fenómeno transnacional vinculado con la se-
gunda guerra mundial y la guerra fría. En el segundo, se muestra que, en el
cénit del Desarrollo Estabilizador, la experticia de este grupo sustentó los es-
fuerzos gubernamentales por “nacionalizar” la revolución verde, es decir, por
colocar al país en el centro de la narrativa sobre los desarrollos productivos.3
Esta investigación propone que el flujo estudiantil y los vínculos trans-
nacionales fueron las formas sociales específicas que permitieron movilizar
la revolución verde desde las instancias intelectuales en Estados Unidos4 y
convertir a México en un laboratorio de experticia hacia América Latina.5 El
primer tipo de experticia generado por este proceso se fundó en conocimien-
tos, habilidades y relaciones, sin otorgar mayor aprecio a las cualificaciones
formales. Mientras que un segundo tipo de experticia encontró su legiti-
midad en la posesión de títulos a nivel posgrado. Los becarios mexicanos
transitaron por una o ambas fases al poner en relación sus estudios con

3
La perspectiva de analizar las trayectorias transnacionales de los estudiantes mexicanos en
su relación con la formación estatal mexicana la retomo del trabajo de Rachel Newman (“Transna-
tional ambitions”, 2019), quien estudia la migración estudiantil de México hacia Estados Unidos en
el siglo xx. El enfoque de esta obra se distingue del de la autora al centrar la atención en un campo
disciplinar: las ciencias agrícolas.
4
La propuesta de examinar las formas sociales específicas, a través de las cuales el conocimiento
se moviliza, la retomo de Christophe Charle, Jürgen Schriewer y Peter Wagner (Redes intelectuales, 2006).
Mi investigación aborda puntualmente el entramado entre México, Estados Unidos y América Latina.
5
La idea del laboratorio de experticia la retomo de Andra Chastain y Timothy W. Lorek
(Itineraries of Expertise, 2020, p. 11), quienes la proponen para identificar las principales geografías
atravesadas por los itinerarios de expertos durante la guerra fría en América Latina; mi proposición
resalta el espacio específico que permitió a México tornarse en un laboratorio de experticia de la re-
volución verde: la Oficina de Estudios Especiales.
INTRODUCCIÓN 27

el proyecto modernizador y la profesionalización de la agronomía, a través


de espacios específicos como la Oficina de Estudios Especiales (oee) o el
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (inia).6 No se trató de la
apertura a procesos migratorios permanentes para individuos altamente ca-
lificados, sino de la constitución de activos para la creación de capacidades
endógenas, que se vio favorecida por la cualidad de mediadores de los indivi-
duos entre instancias académicas mexicanas, estadunidenses y latinoamericanas.7
El intercambio académico se desenvolvió tanto en la esfera transnacional
–espacio donde los encuentros que cruzan fronteras toman sitio–8 como en
la nacional; existiendo, así, una dependencia entre ambas. Fue este marco
el que permitió la asociación entre diversos actores a ambos lados de la
frontera, entre ellos: profesionales, científicos, gubernamentales, filantrópi-
cos y educativos, quienes dedicaron recursos sociales, económicos y culturales,
tiempo y energía, para el establecimiento, mantenimiento y uso de cone-
xiones.9 Desde la historia transnacional, se propone que el encuentro a
distintas escalas permitió la movilización de intereses, es decir, “la direc-
cionalidad y coordinación de diversos actores a diferentes niveles (individual,
institucional, nacional, gubernamental y regional)”.10 El flujo de movilización
diseminó ideas y proyectos asociados a la revolución verde en dimensiones
que no habrían sido alcanzadas por individuos o instituciones aisladas; aunque
el alcance de sus intereses específicos dependió de su capacidad de gestión y
cuota de poder.11 Estos hallazgos constituyen un aporte a la historia de la
revolución verde, al ampliar sus narrativas y cuestionar la centralidad ex-
clusiva de agencias estadunidenses como la fr.

6
El llamado a relacionar la actividad de los individuos transnacionales con agencias estatales
para la construcción de instituciones y consolidar su campo académico lo retomo del trabajo de
Rivera (“Latin American”, 2019), quien lo aplica al estudio de la experiencia de los emigrados lati-
noamericanos a México durante el cardenismo. Esta indagación sitúa la tendencia en un periodo
distinto al del análisis del autor y, por tanto, realiza adecuaciones contextuales.
7
La invitación a relacionar el intercambio académico y el desarrollo de capacidades endóge-
nas lo retomo de Lucas Luchilo y Jean-Baptiste Meyer. Luchilo, “Introducción”, 2011, y Meyer, “La
sociología de las diásporas”, 2011.
8
La noción de esfera transnacional la retomo de Davide Rodogno, Bernhard Struck y Jacob Vogel
(Shaping the trasnational, 2014, pp. 2-3), quienes la desarrollan para el estudio de expertos y redes de la elite euro-
pea. Este volumen contextualiza la esfera transnacional en la escala México-Estados Unidos-América Latina.
9
Los elementos constitutivos de una red transnacional de expertos los retomo de la defini-
ción genérica que ofrece Pierre-Yves Saunier (“Circulations, connexions”, 2004), y los adapto para
explicar el nodo que conformaron los mexicanos becados por la fr.
10
Minor, Cruzar fronteras, 2019, p. 31.
11
El énfasis en las relaciones de poder en el seguimiento de formas de circulación del conoci-
miento lo retomo del posicionamiento de Chris Bayly et al. (“ahr Conversation”, 2006) y lo adecuo
para el caso mexicano.
28 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Por revolución verde se alude a un proceso de cambio tecnológico


acelerado que se propuso incrementar los rendimientos por unidad de super-
ficie en las agriculturas del Tercer Mundo, a través de la adopción de fertili-
zantes e insumos químicos de origen industrial, de variedades de cultivo
de alto rendimiento o de alta respuesta, y maquinaria para las labores de
cultivo y cosecha.12 Lo que a la postre significó una modificación profunda
al metabolismo social y natural, es decir, una subsunción formal y real
del proceso productivo que sostiene las dietas actuales. Al igual que toda
revolución contemporánea, la verde se desenvolvió en el cruce y rein-
vención de fronteras,13 entre ellas, las del conocimiento, pues existió una
franca intención por convertirla en un modelo estandarizado para la moderni-
zación.14 Esta investigación demuestra que la revolución verde es también
un entramado de relaciones y vínculos, formales e informales, que a partir
de procesos formativos, el encuentro entre pares, la movilidad académica y
el quehacer científico, ha otorgado validez al conocimiento y la experticia de
sus practicantes. Es a razón de lo anterior, que el estudio de las experiencias
individuales y colectivas cobró relevancia.
La persistencia de la revolución verde en el conflictivo escenario de la
guerra fría no puede eludir su función ideológico-política como iniciativa
de contención de las revoluciones rojas y la instrumentalización de la edu-
cación superior como promotora de la paz internacional, desde el punto de
vista de Occidente. En efecto, la primera mención pública del término se dio
en 1968 por parte de William S. Gaud, responsable de la Agencia para el
Desarrollo Internacional de los Estados Unidos, quien afirmó que la revolución
verde era una estrategia de contención de las revoluciones de filiación comu-
nista. Si bien esta fue la primera mención oficial, el concepto comenzó a ser
utilizado en el medio académico desde la década de 1950.15 En el decenio de
1940, los actores involucrados se refirieron a su actividad como una revolu-
ción agrícola o intelectual, y en años posteriores –cuando la denominación
se popularizó–, reflexionaron sobre su trayectoria y muchos la asumieron como

12
Picado, “Revolución verde”, 2021.
13
Sobre el carácter transnacional de las revoluciones contemporáneas, véase Anderson, Bajo
tres banderas, 2014.
14
La observación sobre la centralidad de los procesos de estandarización en el encuentro me-
diado por redes la retomo del análisis de John Krige (How Knowledge, 2019, p. 14), quien reflexiona
sobre la escritura de la historia transnacional de la ciencia y la tecnología. El aporte de este estudio
es aplicarlo al trascurso de la revolución verde.
15
Para leer en detalle sobre el origen y popularización del término revolución verde, véase
Picado, “Breve historia”, 2011.
INTRODUCCIÓN 29

parte de la revolución verde.16 Esta es, por tanto, la razón para incorporar
la designación pese al riesgo del anacronismo.
Los planteamientos hasta aquí expuestos encuentran su núcleo en
el debate en torno a la modernización, en el que se conjuga la acción del
Estado-nación con los itinerarios de un conjunto de actores cuyos trayec-
tos lo excedieron: los becarios. Así, sostiene que, conocer quiénes y cómo
gestionaron la modernización, enriquece la comprensión de los proce-
sos de cambio agrario y permite entender el papel del conocimiento y su
acreditación para la generación de cambios sociales. Esto quiere decir que
el puntual examen de la labor de estos actores posibilitó clarificar las pautas
del ejercicio de la agronomía en México.
Esta obra converge con distintas líneas historiográficas. En primer lu-
gar, se dialoga con los trabajos sobre la modernización agrícola y la revo-
lución verde, destacando aquellos que han reflexionado desde el espacio
mexicano o latinoamericano;17 con la meta de contrapuntear las cualidades
específicas de nuestro país. En segundo orden, se analizan los estudios que se
abocan al examen de las redes transnacionales de intelectuales, del conoci-
miento científico y su experticia;18 a partir de lo cual, se busca contrastar la

16
La obra del mexicano Pedro Reyes Castañeda –ex becario de la fr– es ejemplo del mane-
jo de la denominación. Véase Reyes, Historia de la agricultura, 1981.
17
Los principales: Cleaver Jr., “Contradicciones de la revolución”, 1973; Fatemi, “La revo-
lución verde”, 1973; Meeropol, “La revolución verde”, 1973; Esteva, La batalla en el México, 1980;
Hewitt, La modernización de la agricultura, 1982; Fitzgerald, “Exporting American”, 1986; Fuente et al.,
La investigación agrícola, 1990; Jiménez, “La Fundación Rockefeller”, 1990; Calderón, “La formación
de profesionales”, 1993; Cueto, Missionaries of science, 1994; Cotter, “The Rockefeller Foundation’s”,
1994; Olea, “La introducción del maíz”, 1997; Barkin, Batt y DeWalt, Alimentos versus, 1991; Olea,
“One century”, 2002; Aboites, Una mirada diferente, 2002; Matchett, “Untold Innovation”, 2002;
Cotter, Troubled harvest, 2003; Ortoll, “Orígenes de un proyecto”, 2003; Carey, “Guatemala’s green”,
2009; Cullather, The hungry world, 2010; Picado, “Conexiones de la revolución”, 2012; Aboites,
Semillas, negocio, 2012; Picado, “Las buenas semillas”, 2013; Caire-Pérez, “A different shade”, 2016;
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017; Olsson, Agrarian crossings, 2017; Kumar et al., “Roundtable:
new”, 2017; Boyer, “El discurso del hambre”, 2018; Quesada, “Desidia estatal”, 2018; Méndez,
“El Programa Cooperativo”, 2018; Soto, “Largo dislocare”, 2018; Cerutti, “Trigo y revolución”,
2019; Méndez, “Maize and the Green”, 2019; Lorek, “Developing paradise”, 2019; Moore, “The
aesthetics of the Green”, 2019; Funes, Nuestro viaje, 2019; Gutiérrez, “Entre lo inesperado”, 2020;
Kent, “De Chapingo a Sonora”, 2020; Cuvi, “Expertos, agrobraceros”, 2020; Fernández, Bertomeu
y Schifter, “Adopción y producción”, 2020; Wagner, “Las huellas ambientales”, 2020; Soto, “The
socialist origins” 2020; Gutiérrez, “Forjando las mentes”, 2020; Martocci, Con los pies en el surco, 2020;
Sibaja y Álvarez, “De las semillas criollas”, 2021; Sibaja, “La estación agrícola”, 2021; Méndez, “Los
libros del maíz”, 2021; Chamorro, “El iniap y la modernización”, 2021; Soto, “Beyond Borlaug’s”,
2021; Fenzi, “Provincializing the Green”, 2022; Porter, “Making the Coast”, 2022, y Gutiérrez,
Méndez, Pureco y Urquijo, La revolución verde, [en prensa].
18
De forma particular: Pita, Redes intelectuales, 2016; Melgar, Redes e imaginario, 2018; Krige,
How knowledge, 2019, y Chastain y Lorek, Itineraries of expertise, 2020.
30 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

manera en que se conformó el perfil de los becarios Rockefeller. En tercer


orden, se discuten las investigaciones que indagan con perspectiva histórica
y educativa las distintas formas del intercambio académico desde y hacia
México en el siglo xx,19 para entender qué diferenció la experiencia de estos
becarios respecto a otros contingentes de estudiantes. En cuarto orden, se
debate con los trabajos sobre la filantropía Rockefeller y sus becarios; particu-
larmente se hace énfasis en los escritos que configuran los derroteros del
Programa de Becas como un problema de investigación particular,20 ya que
este libro contribuye al estudio del programa desde las ciencias agrícolas.
Esta extensa revisión bibliográfica corroboró la originalidad de la te-
mática que aquí se aborda, la pertinencia del enfoque y su integración a un
campo de investigación con un futuro promisorio y en expansión. Se trata
del primer estudio que busca comprender los itinerarios de este conjunto de
individuos y relacionarlos con la modernización del agro y la profesionali-
zación de la agronomía. Por ello, se optó por la perspectiva de la historia
transnacional, un mirador adecuado para seguir procesos históricos que
se construyen en el cruce de fronteras y a actores que se definen en las
mismas.21 Cada capítulo incorpora una introducción con una discusión his-
toriográfica particular que parte de los materiales aquí referidos.
Las fuentes documentales de esta investigación corresponden con los
itinerarios de los mexicanos, para lo que se consultaron archivos y bibliote-
cas en México y Estados Unidos. En México, la revisión documental inclu-
yó al Archivo General de la Nación, al Centro de Estudios del Movimiento
Obrero y Socialista A. C., el Archivo Histórico de la Universidad Nacional
Autónoma de México, la Hemeroteca Nacional de México, la Biblioteca Mi-

19
En especial: Bazant, “Estudiantes mexicanos”, 1987; Taracena, “La Asociación General”,
1989; Ai Camp, Mexico´s mandarins, 2002; Babb, Proyecto: México, 2003; Bazant, “Estudiantes y pro-
fesores”, 2008; Rivera, “La experiencia de los centroamericanos”, 2012; Rivera, Militantes de la iz-
quierda, 2018; Rivera, “El intercambio académico”, 2018; Calderón, “El águila al sur”, 2019; Rivera,
“Latin American”, 2019; Minor, Cruzar fronteras, 2019; Newman, “Transnational ambitions”, 2019;
Calderón, “Soy muy pobre”, 2020; Newman, “Pensar el intercambio”, 2020; Rivera, “Profesores
chilenos”, 2021, y Calderón, “Los médicos costarricenses”, 2021.
20
Los más destacados: Fleck, “Long-term consequences”, 2000; Tournès, “The Rockefeller
Foundation”, 2013; Quesada, “The Rockefeller Foundation”, 2013; Korndörfer, “Analysis of the
work”, 2014; Lin, David y Rodogno, “Fellowships programs”, 2018; Saunier, “Wedges and webs”,
2018; Syga-Dubois, “Managing scientific”, 2018; Minor, “The Rockefeller Foundation”, 2019; New-
man, “Transnational ambitions”, 2019; Barany, “Rockefeller bureaucracy”, 2019; Barany, “The
officer’s three”, 2019; Lorek, “Strange priest”, 2020; Quesada, “La Fundación Rockefeller”, 2020;
Méndez, “La agricultura como puente”, 2021, y Heinz, Korndörfer y De Brum, “The Rockefeller
Foundation”, 2022.
21
Saunier, Transnational history, 2013.
INTRODUCCIÓN 31

guel Lerdo de Tejada y los fondos reservados de la Biblioteca Central de El


Colegio de Postgraduados y del Archivo General Agrario. En Estados Unidos,
el trabajo documental comprendió al Rockefeller Archive Center, los archi-
vos universitarios de la Universidad de California en los campus de Berkeley y
Davis, las colecciones especiales de la Universidad Estatal de Carolina del Nor‑
te y de la Universidad Estatal de Ohio, la Colección Latinoamericana Nettie
Lee Benson de la Universidad de Texas en Austin y la New York Public Li-
brary. De forma complementaria se recuperó material proveniente del Centro
de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, ubicado en Guatemala. De
estos acervos, se consultó documentación oficial, informes administrativos,
reportes, cartas, fotografías, récords académicos, memorias, prensa, bibliogra-
fía especializada y escritos científicos preparados por los mexicanos.
Además de los registros documentales, se realizaron once entrevistas
guiadas por la metodología de la historia oral a exbecarios y a sus hijos.22 In-
sumos que fueron indispensables para conocer sus experiencias y valoraciones
a propósito de su etapa como becarios y su participación en la moderniza-
ción de la agricultura mexicana desde el paradigma constituido por la revolución
verde.23 También se contribuyó a la conformación de la base de datos Rocke-
feller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organiza-
tions (1914-1970).24 En este sentido, el proceso de realización de esta investi-
gación constituye un aporte material al estudio del intercambio académico y
la modernización desde la creación de fuentes e instrumentos que recuperan
la memoria de los exbecarios y sistematizan información sobre sus trayectos.
Esta obra se conforma de seis capítulos agrupados en tres partes. Cada
una entrelaza la temporalidad de la vida de los individuos, el desarrollo
del gremio agronómico, la política nacional y los ritmos de la revolución
verde. La primera parte, que corresponde a los capítulos 1 y 2, explica
el vínculo entre modernización y experticia a partir del abordaje de las cir-
cunstancias en que se conformó un pacto dirigido a la innovación y formación
avanzada de cuadros. Se considera el contexto de la segunda guerra mundial,
que permitió la confluencia de intereses entre la política económica del go-
bierno mexicano, el gremio agronómico y la filantropía científica de la fr,
la cual se expresó en la creación del Programa Agrícola Mexicano en 1941

22
Véase el listado en la sección de bibliografía.
23
Me remito a las directrices expuestas por Graciela de Garay y Jorge Aceves. Garay, La historia
con micrófono, 1994, y Aceves, Historia oral, 2012.
24
Para conocer más sobre este instrumento y mi participación visítese el sitio <https://rockfe-
llows.hypotheses.org/>.
32 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

y de la oee en 1943. La oee posibilitó que México se convirtiera en un


laboratorio de experticia para la revolución verde, es decir, en un espacio
de creación de conocimiento ligado a un proyecto educativo que unió el
trabajo de campo y de laboratorio, sobre todo en la investigación aplicada
al maíz. Aunque el eje de la argumentación se centra en los mexicanos y su
relación con Estados Unidos, también se abordó el proceso formativo
de latinoamericanos en México; lo cual otorga a la investigación una doble di-
mensión sobre el estudio de la movilidad continental: de México a Estados
Unidos y de América Latina a México. Así, remarco la centralidad del
país para la movilización de prácticas y saberes que otorgaron impulso a
la propagación de la revolución verde.
La segunda parte, que comprende los capítulos 3 y 4, explica el pro-
ceso de otorgamiento de las becas y la realización de los viajes de estudio
entre las décadas de 1940 y 1970. Para ello, se analizó el perfil social de
los becarios atendiendo a sus trayectorias previas, las cuales constituyen
un panorama sobre la conformación de las ciencias agrícolas en México y
la integración de grupos minoritarios representados por mujeres, extranje-
ros y profesionales de la medicina veterinaria, la química, la biología y la
bibliotecología. También se recuperaron sus experiencias de estudio en el
extranjero, un registro poco conocido en la historia del intercambio acadé-
mico. De esta manera, se integraron el marco colectivo y las directrices ge-
nerales con las historias familiares e individuales. Con especial atención se
abordaron las vivencias de los alumnos de entomología de la Universidad
Estatal de Ohio y de la Universidad de California, principal centro receptor
de los mexicanos. El seguimiento a su etapa como becarios se relacionó con
la conformación o renovación de su estatuto como expertos.
La tercera parte, contenida en los capítulos 5 y 6, da continuidad
a las trayectorias profesionales de los becarios a su retorno a México,
momento crucial para el despliegue y validación de su experticia en
el medio científico y social. De este modo, se estudia el papel de los exbe-
carios en la conformación del inia, dependencia gubernamental que inci-
dió en la dimensión científica de la revolución verde y buscó nacionalizarla
bajo el argumento de contar con el número y calidad necesaria de personal
técnico para lograr que México se convirtiera, por méritos propios, en un
referente para la “lucha mundial contra el hambre”. Si bien el inia aglutinó
una labor destacada en la investigación y enseñanza, a nivel nacional y en
dirección de Asia, África y Medio Oriente, la realización de sus propósitos
encontró límites asociados a cambios científicos, gremiales y laborales.
INTRODUCCIÓN 33

Este libro culmina exponiendo las derivas que abrió el Plan Chapin-
go, última iniciativa que buscó compatibilizar la revolución verde con una
dirección estatal de las ciencias agrícolas en su conjunto, al reunir la inves-
tigación, la enseñanza y el extensionismo. Aspiración que, no obstante, fue
cuestionada por distintos sectores del gremio. Se explica que la emergencia
de las protestas estudiantiles en las escuelas de agronomía del año 1967
fueron un factor decisivo para el desgaste de la iniciativa gubernamental
que sólo fue cumplida de manera parcial. El caso del inia y del Plan Cha-
pingo muestran, a distinta escala, el agotamiento de un modelo de moder-
nización que otorgó sustento a la experticia de los becarios Rockefeller, por
lo que se asistió al cierre de un ciclo.
PRIMERA PARTE.
MODERNIZACIÓN Y EXPERTICIA
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR
DE LA AGRICULTURA MEXICANA

La primera parte de esta obra examina el marco general que posibilitó


la identificación entre el avance de la modernización agrícola y la generación
de experticia para su realización en el largo plazo. Este capítulo explica las
condiciones que permitieron la convergencia entre la planeación económica
nacional, el gremio agronómico y la Fundación Rockefeller (fr), para impul-
sar un proceso de modernización de la agricultura que tomó forma a partir
de la firma del Programa Agrícola Mexicano en 1941 y la creación de la Ofi-
cina de Estudios Especiales (oee) en 1943. Así, propone que los intereses
específicos de cada sector sellaron el pacto modernizador de la agricultura
mexicana, que asumió el desarrollo de las capacidades tecnológicas junto con
el de las capacidades humanas, a través del intercambio académico con Estados
Unidos. Más que una irrupción, el Programa Agrícola Mexicano dinamizó
preocupaciones previamente arraigadas y debatidas por los agrónomos. Su
novedad estribó en los términos del agrupamiento de los actores involucra-
dos, que colocó en el liderazgo a los estadunidenses.
Desde 1940, el gobierno mexicano priorizó el incremento de la pro-
ductividad por sobre otras demandas y remarcó la incorporación de la
agronomía como una profesión de Estado. Al aliento de esta iniciativa,
los agrónomos afirmaron su interés por profesionalizar sus prácticas, es
decir, por integrar plenamente la dimensión técnico-científica, al tiempo que
ampliaron sus oportunidades formativas a nivel posgrado, ya que México
no contaba con instituciones de este tipo. Por su parte, la fr contribuyó al
emplazamiento de una campaña diplomática que, mediante la oferta de
asistencia técnica, otorgó preeminencia a un modelo agronómico compati-
ble con los intereses de la industria maicera estadunidense, correlacionados

35
36 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

con centros académicos especializados en la materia. Las prácticas asocia-


das a este modelo se conocen como revolución verde y se caracterizan por
hacer énfasis en el incremento de los rendimientos agrícolas a través del
fomento al monocultivo, la inclusión de semillas híbridas, maquinaria, insu-
mos químicos y la estandarización del conocimiento agronómico.
La acentuación de estos elementos permite mostrar que los intereses
particulares de estos actores lograron movilizarse internacionalmente como
consecuencia de la coordinación de esfuerzos. Esto quiere decir que su reu-
nión amplificó su capacidad de acción que no habrían alcanzado de manera
aislada. Asimismo, se expone que la concreción de sus metas dependió de su
gestión e incidencia. El contexto en que los actores movilizaron sus intereses fue
marcado por dos procesos independientes, aunque coincidentes: el giro mo-
dernizador de la economía mexicana, que tomó como uno de sus principales
motores la actividad agropecuaria, y la irrupción de los conflictos internaciona-
les, que culminaron con la segunda guerra mundial y exigieron una redefi-
nición de los términos de la relación entre México y Estados Unidos.
Autores como Deborah Fitzgerald, Adolfo Olea Franco, Joseph Co-
tter, Gustavo Esteva, Karin Matchett, Netzahualcóyotl Gutiérrez y Tore
Olsson han explicado el surgimiento del Programa Agrícola Mexicano a
partir del despliegue de los intereses geopolíticos de Estados Unidos en Mé-
xico, de la acción de un régimen político proclive a la colaboración con
organizaciones estadunidenses –como la fr–, de la ambición de compañías
semilleras extranjeras por incidir en el cultivo del maíz y de la existencia
de una tradición de colaboración científica entre ambas naciones.1 Por su
parte, Gabriela Soto Laveaga ha demostrado que la presencia de asis-
tencia técnica extranjera no fue nueva, sino la continuación de iniciativas
agrícolas de base socialista que buscaban transformar la vida rural a través
de la ciencia, es decir, en relación con procesos de innovación en el campo
mexicano.2 La propuesta de este capítulo se beneficia de estas contribucio-
nes y se distingue de ellas, al hacer énfasis en la redefinición del papel de
la ciencia agrícola y sus expertos con el otorgamiento de becas internacio-
nales. Para ello, se retoma la definición de Cynthia Hewitt, según la cual,
la modernización indica un proceso de reorganización dentro de grupos o

1
Fitzgerald, “Exporting American”, 1986; Olea, “One century”, 2002; Cotter, “The Rocke-
feller Foundation’s”, 1994; Esteva, La batalla en el México, 1980; Matchett, Untold innovation, 2002;
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017, y Olsson, Agrarian crossings, 2017.
2
La historiadora se remite, en concreto, al caso de Pandurang Khankhoje. Véase Soto,
“The socialist origins”, 2020.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 37

sociedades dedicados, de manera directa o indirecta, voluntaria o involun-


tariamente, al esfuerzo de incrementar el dominio sobre el medioambiente
físico recurriendo a nuevos instrumentos y métodos.3
El capítulo se encuentra dividido en tres secciones. La primera da se-
guimiento a los posicionamientos del gobierno mexicano a través de su política
económica y planeación agropecuaria, en el marco de la economía de guerra y
la reformulación de la alianza con Estados Unidos. La segunda abor-
da las reacciones del gremio agronómico frente a los cambios en la legislación
agraria –junto con las concepciones sobre el contenido social de la mo-
dernización– de parte de dos de sus principales agrupaciones: la Sociedad
Agronómica Mexicana (sam) y la Liga de Agrónomos Socialistas (las). La
tercera sección se dedica a establecer los parámetros de incidencia internacio-
nal de la fr a partir de su vinculación con la diplomacia estadunidense. El
capítulo culmina en 1943, cuando se creó la oee, institución responsable de
llevar a cumplimiento los acuerdos del Programa Agrícola Mexicano.
Las fuentes documentales provienen, principalmente, del Archivo
General de la Nación, del Centro de Estudios del Movimiento Obrero y
Socialista, del Rockefeller Archive Center y la Bancroft Library. Asimis-
mo, se incluye prensa localizada en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada
y la Hemeroteca Nacional de México.

LA BATALLA POR LA PRODUCCIÓN

A partir de 1940, el Estado mexicano se impuso la tarea de modernizar la


agricultura como eje de un amplio proyecto de fomento al crecimiento econó-
mico a través de la industrialización. Esta estrategia derivó del ánimo por
recuperar la economía nacional de los efectos de la crisis de 1937-1938,
aprovechando la coyuntura que abrió el inicio de la confrontación bélica en
Europa en 1939, que a la postre devino en la segunda guerra mundial, e
impactó a la economía mexicana al aumentar la demanda de mercancías y
afectar los precios relativos de bienes y servicios.4 De manera que la econo-
mía nacional se vinculó con el contexto bélico desde aquellos años.
La política agropecuaria del sexenio de Manuel Ávila Camacho
(1940-1946) buscó aumentar el abasto nacional de alimentos y materias

3
Hewitt, La modernización de la agricultura, 1982, p. 11.
4
Cárdenas, “La economía mexicana”, 2012, p. 249.
38 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

primas, apoyándose en la creación de variedades híbridas de maíz y trigo, la


experimentación con pasturas, la mecanización de las tareas agrícolas y la cons-
trucción de grandes obras de irrigación que geográficamente se encontraban
concentradas en el norte del país, región en la que las condiciones orográficas
propiciaron la unión del uso de maquinaria y el riego automatizado en
terrenos sin declive.5 Con estas medidas se buscó aumentar la producción de
los comestibles necesarios para una población en constante crecimiento,
en proceso de urbanización y, desde 1941, inscrita en un contexto de guerra;
además de ofrecer materias primas para la expansión de la industria6 y las expor-
taciones, particularmente de azúcar, henequén y algodón. La tasa promedio de
crecimiento del producto agrícola fue de 3.5%, resultado de un mayor ren-
dimiento por hectárea, pues la superficie cultivada creció sólo 0.6 por ciento.7
Estas directrices tienen sus antecedentes en el último periodo del sexe-
nio de Lázaro Cárdenas (1934-1940), cuando se hizo énfasis en la inversión
en obras de infraestructura, en la experimentación agrícola y la enseñanza ru-
ral. Lo que implicó que se ralentizara el reparto ejidal, pues se asumió que
la asignación de tierras debía conjugarse con conocimientos y medios
que aumentaran su productividad.8 Lo anterior quiere decir que, en cuanto a
política agropecuaria se refiere, entre el último periodo del cardenismo y el
inicio del sexenio de Ávila Camacho, puede trazarse un eje de continuidad
modernizante,9 el cual limitó el avance de la Reforma Agraria y la educa-
ción socialista en beneficio de las relaciones gubernamentales con los empre-
sarios. También se buscó ofrecer certidumbre y frenar la salida de capitales10
para favorecer la inversión foránea directa que hasta 1945 alcanzó la
suma de 147 900 000 dólares.11 En conjunto, estos elementos renovaron
una alianza entre el sector público y privado que potenció la productividad
y el crecimiento económico.12

5
Fujigaki, La agricultura. Siglos, 2004, p. 123.
6
Ibid., p. 119.
7
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 325.
8
Wolfe, Watering the revolution, 2017.
9
Sirva de ejemplo el largo proceso de nacionalización de las aguas mexicanas y la edificación
de grandes proyectos de irrigación que caracterizaron al periodo. La investigación de Mikael Wolfe
(Watering the revolution, 2017) ha mostrado la continuidad en la inversión en las obras de irrigación,
y sugiere que la nacionalización de los recursos hídricos marcó el ritmo de la Reforma Agraria. Su
argumento se apoya en el análisis entre la relación de la planeación de la presa “El Palmito” en la La-
guna y el reparto de tierras tras las huelgas impulsadas por una alianza obrero-campesina en 1936.
10
Babb, Proyecto: México, 2003, p. 109.
11
Cárdenas, El largo curso, 2015, p. 503.
12
Ibid., p. 25.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 39

Esta visión sobre la economía fue incentivada por el contexto de la


segunda guerra mundial y la entrada de Estados Unidos al conflicto en 1941
–tras el ataque japonés a Pearl Harbor– y de México en 1942 –después del
hundimiento alemán del buque petrolero Potrero del Llano–;13 hechos que situa-
ron a ambos países en el bando de los Aliados —Gran Bretaña, la Unión
Soviética y Francia–, confrontando a los países del Eje, conformado por
Alemania, Italia y Japón. Este alineamiento hizo que México y Estados
Unidos aceleraran la renovación de su relación bilateral y zanjaran los con-
flictos previos. Las negociaciones habían dado inicio en 1940, a razón de
presiones externas de los bloques beligerantes que buscaban controlar la
venta de petróleo mexicano y el interés estadunidense por mediar el co-
mercio. Acciones que animaron resistencias internas de los sectores más
radicales en México,14 entre ellos, los intelectuales agrupados en el sema-
nario Combate, quienes, durante 1941, denunciaron sistemáticamente lo que
consideraron eran retrocesos de la revolución.15 No obstante, estos posicio-
namientos fueron sobrepasados rápidamente por el ritmo de los aconteci-
mientos mundiales que tejió una amplia alianza de unidad nacional y una
renovada posición antifascista.
El ascenso al poder de Ávila Camacho fue determinante para los efectos
del acercamiento estadunidense, pues su gobierno se caracterizó desde el
principio por buscar un equilibrio político entre los remanentes del cardenis-
mo y los grupos conservadores; lo que permitió que se resolvieran algunos
problemas de relevancia, entre ellos, la suspensión de pagos a la deuda
externa16 y diversas reclamaciones por indemnizaciones, siendo las más
importantes las de compañías petroleras de capital estadunidense que fueron
afectadas por la nacionalización de la industria en 1938. Esta disposición tie-
ne sus antecedentes en la Constitución de 1917, que mediante el artículo 27
determinó que los recursos del suelo y subsuelo eran propiedad de la nación.
Bajo este contexto se firmaron dos acuerdos: el primero, en 1942,
fue el “Suárez- Lamont”, que renegoció la deuda pública directa de México –a
49 600 000 dólares– y permitió la apertura de una nueva línea crediticia,17
capaz de contribuir a paliar los efectos del déficit. El segundo, celebrado
en 1943, fue un acuerdo que logró poner fin al conflicto petrolero, al acordar

13
Avella y Hernández, “La comercialización de petróleo”, 2018, p. 1731.
14
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 10.
15
“Se quiere entregar el petróleo”, Combate, año 1, núm. 8, 24 de febrero de 1941.
16
Cárdenas, “La economía mexicana”, 2012, p. 250.
17
Cárdenas, El largo curso, 2015, p. 504.
40 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

que México indemnizara a las compañías que no habían recibido una res-
titución, por la suma total de 50 000 000 de dólares a pagarse en varias
anualidades hasta 1947. Si bien la Standard Oil Company –propiedad ma-
yoritaria de la familia Rockefeller– aceptó el pago, fue la que, con mayor
ahínco, mostró su inconformidad al acusar al gobierno estadunidense de
no salvaguardar los intereses de las compañías que extendían su actividad
comercial en el extranjero.18 Lo importante para México fue que este acuerdo
no cedió ante la demanda de que se incluyera al pago las propiedades físicas y
las reservas del subsuelo.19 Otra indemnización que se aprobó fue el pago de
40 000 000 de dólares como finiquito por las afectaciones que había generado la
etapa armada de la revolución mexicana a las haciendas de estadunidenses.20
Además de ello, se crearon cuatro nuevos tratados de cooperación
que sumaron al posicionamiento geoestratégico estadunidense. El primero,
firmado en 1942, fundó la Comisión México-Norteamericana de De-
fensa Conjunta, cuyas actividades combinaron tareas de defensa, abasteci-
miento y crédito militar.21 El representante estadunidense fue el general J.
L. de Witt, mientras que el mexicano fue el expresidente Cárdenas, bajo el
cargo de comandante de la Región Militar del Pacífico.22 Lo más destacado
de esta Comisión fueron las acciones coordinadas para el resguardo de
California y Baja California, espacios clave por su conexión hacia el Pacífico.
También se permitió que aviones militares en vuelo a Panamá se detuvie-
ran en bases mexicanas;23 no obstante, se restringió la presencia de militares
en el territorio.24 La contribución mexicana no significó una participación
activa en los frentes de guerra, pues consistió en facilitar internamente las
medidas de defensa hemisférica.25
El segundo tratado dio paso al surgimiento del Programa Bracero,
destinado a la movilización de trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos
para suplir la falta de empleados agrícolas ocasionada por el enrolamien-
to militar de los jóvenes, oleadas de migración a las urbes y la reclusión de
agricultores de origen japonés en campos de concentración.26 El programa

18
Meyer, México y los Estados, 1972, p. 457.
19
Cárdenas, El largo curso, 2015, p. 503.
20
Ibid.
21
Ibid., pp. 126-127.
22
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 124.
23
Meyer, México y los Estados, 1972, p. 447.
24
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 126.
25
Ojeda, Alcances y límites, 1976, p. 29.
26
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 248.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 41

inició en 1942, fue renovado temporalmente en 1946 y llevado a término en


1947. Años más tarde, se renegoció y, tras la adopción de la Ley Pública
78 en Estados Unidos, arrancó un nuevo ciclo entre 1951 y 1964, para culmi-
nar de forma definitiva.27 La migración propiciada por el Programa Bracero
fue de tipo circular, es decir, una migración temporal y con objetivos econó-
micos de carácter laboral agrícola, aunque también manual e industrial. Se
trató de grupos conformados, en su mayoría, por varones comprometidos
con las autoridades migratorias a volver a México cuando expirara su con-
trato.28 Hasta el año de 1943 se habían admitido de forma legal a 56 301
braceros, casi todos provenientes de los estados del Bajío mexicano.29 Este
programa generó reticencias entre algunos sectores, pues se consideraba
que dejaba sin garantía laboral la producción nacional.30 Lo cierto es que se
constituyó en una fuente de ingresos gracias a las remesas.
El tercer tratado, estipulado a finales de 1942, fue de carácter comer-
cial y dio origen a la Comisión México-Americana de Cooperación Eco-
nómica; documento que permitió a México asegurar un mercado para los
productos que no podían circular por los canales habituales –suspendidos por
la guerra– y garantizar el abasto de mercancías que no se producían nacio-
nalmente.31 Por su parte, Estados Unidos certificó el flujo de materiales
estratégicos, con lo que se evitó que estos fueran ofertados a las potencias del
Eje. Los recursos más codiciados fueron los minerales; además del petróleo,
se contaba al cobre, el plomo, el zinc, el cadmio, el grafito, el manganeso, el
mercurio, el molibdeno y el tungsteno.32 Seguidos por los productos agrícolas
con aplicaciones bélicas; por ejemplo la abacá, la quinina, el caucho,
el guayule, las oleaginosas tropicales y las plantas útiles en la elaboración
de insecticidas.33 La urgencia era mayor, pues su producción internacional
había disminuido su volumen por el avance de la guerra y, en particular,
por la expansión japonesa en las costas del Pacífico.34 Así, bajo la cláusula
de la nación más favorecida, se acordó que México disminuyera las tarifas
arancelarias de cientos de artículos como la leche en polvo, la manteca, el
tabaco, los refrigeradores, los cosméticos, los ventiladores, los tractores y

27
Vézina, Diplomacia migratoria, 2017, p. 14.
28
Ibid.
29
Ibid., p. 20.
30
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 176.
31
Ibid., p. 155.
32
Ibid., p. 156.
33
Picado, “En busca de la genética”, 2012, pp. 110-112.
34
Kent, “De Chapingo a Sonora”, 2020.
42 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

las llantas.35 Estados Unidos hizo lo propio con la industria petrolera, la


ganadería, la minería, la industria cervecera y la plata labrada.36
El cuarto tratado correspondió al sector agropecuario. En 1943 se
acordó la formación de la Comisión México-Americana de Agricultura,
mediante la cual los estadunidenses se comprometieron a adquirir toda la pro-
ducción exportable de hule, guayule, henequén, garbanzo, ixtle, chicle,
piña, cera de candelilla, plátano, sal y pescado. En el marco de este acuerdo,
Ávila Camacho dirigió un discurso a los mexicanos en el que expresó
que la incorporación del país a la guerra demandaba llevar adelante la
“gran batalla de la producción”; indicó que los agricultores debían mul-
tiplicar sus trabajos y cultivos, pues durante la guerra el arado y la pala eran
tan indispensables como las ametralladoras o los aviones.37 Sentenció
así, que no había que esperar a “que la sangre fecunde lo que no fertilizó a
tiempo el esfuerzo del sembrador”.38
Esta retórica fue retomada en los planes de movilización agrícola di-
rigidos a organizar la producción de guerra hasta 1945, bajo el principio
de “contribuir a la seguridad de América en el orden y el trabajo”.39 En
términos generales, los planes buscaron obtener más cosechas en menos su-
perficie cultivada, es decir, intensificar la producción. Su artífice fue Marte
R. Gómez, secretario de Agricultura y Fomento, quien creía que la fórmula
para la “paz social” entre el proletariado y los industriales se albergaba en
el avance de “la revolución industrial” como etapa “lógicamente” subsecuente
a la “revolución agraria”,40 es decir, al reparto de tierras. Gómez, origina-
rio de Tamaulipas, fue un agrónomo formado en la Escuela Nacional de
Agricultura (ena) y perteneció a la generación que interrumpió sus estudios
para ser parte de las filas del zapatismo en Morelos; ya en la posguerra,
inició una actividad política destacada que lo llevó a ser director de la ena
de 1923 a 1924,41 y gobernador de su estado natal en 1936, cargo desde
el que impulsó la formación de cooperativas agrícolas especializadas en el
cultivo de azúcar.42 Gómez combinó su actividad política con el acerca-
miento a una compañía estadunidense dedicada a la venta de bombas de

35
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 160.
36
Ibid., p. 161.
37
Ibid.
38
Ibid., p. 103.
39
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017, p. 151.
40
Chávez, La cuestión agraria, s. a., s. p.
41
Palacios, Los directores de la Escuela, 1999, p. 110.
42
Olsson, Agrarian crossings, 2017, p. 135.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 43

perforación para la creación de pozos, tecnología que fue introducida en


La Laguna para asentar el cultivo a base de riego, sobre todo el de algo-
dón.43 Para la década de 1940, el perfil de Gómez conjugaba una trayectoria
revolucionaria con intereses empresariales; lo primero fue debido a su juventud
ligada al zapatismo y a la inclusión de los agrónomos a las filas revolu-
cionarias en el contexto de la Reforma Agraria; lo segundo, por mantener
intereses comerciales con los estadunidenses.
Como resultado de los acuerdos económicos, militares y comerciales,
así como de los planes de movilización agrícola, se logró mantener el abasto
de materias primas y de bienes de capital entre México y Estados Unidos.44
Las importaciones totales entre 1939 y 1942 aumentaron de 128 200 000
a 172 200 000 dólares.45 Por su parte, las exportaciones hacia el mercado es-
tadunidense pasaron de 101 600 000 a 271 600 000 dólares hasta 1945.46
Entre estos recursos, la exportación de minerales cedió su preponderancia a
los productos agropecuarios que crecieron hacia el final de la guerra 21.4%,
y, en menor medida, a las manufacturas.47 Durante la guerra, 90% del in-
tercambio comercial de México se estableció con Estados Unidos.48 La
misma importancia tuvieron los efectos de la política migratoria y del Pro-
grama Bracero, pues la disposición de mano de obra generó un provecho
sustancial para la agricultura estadunidense –sobre todo en California–, y
junto con ello la autosuficiencia alimentaria.49
Aunque conectados, el sector agropecuario de México y el de Esta-
dos Unidos se desenvolvieron de forma desigual. Así, mientras que en Estados
Unidos se garantizó el abasto, en México escasearon productos agrícolas; en
parte, debido a que la maquinaria y los créditos se dirigieron hacia la
agricultura de guerra, que era mucho más rentable. En efecto, la falta de
refacciones y la negativa de Estados Unidos para incrementar su envío con-
dujo a México a la pérdida de rendimientos en cultivos básicos desde 1941,
llegando a su clímax en 1943, cuando una parte sustancial de las cosechas

43
Para leer en detalle, véase Wolfe, Watering the revolution, 2017, p. 175.
44
Cárdenas, “La economía mexicana”, 2012, p. 250.
45
Cárdenas, El largo curso, 2015, p. 502.
46
Ibid., p. 499.
47
Ibid., p. 500.
48
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 154.
49
Ibid., p. 18.
44 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

de trigo y maíz se perdieron;50 a lo que se sumó un ciclo de fluctuaciones


pluviales que generó sequías en zonas productoras clave, como el Bajío.51
De la misma forma, la siembra de productos de consumo interno fue
afectada por reformas a las leyes, que contribuyeron a desacelerar el repar-
to agrario y generar una concentración productiva, entre las que figuraron
la división de ejidos en parcelas individuales, la expedición de certificados de
derechos agrarios y la ampliación de las tareas de la Oficina de la Peque-
ña Propiedad, creada durante el cardenismo.52 Le siguieron, en 1942,
la estipulación de la extensión mínima de 100 hectáreas de riego para la
pequeña propiedad y 800 para las de monte;53 así como la inafectabi-
lidad de predios de 300 hectáreas para las plantaciones de coco, hule, vid,
olivo, quina, vainilla, plátano, caña de azúcar, café, cacao, árboles frutales
y henequén. Se protegió a la pequeña propiedad, incluso en los casos en
que se adolecía de fallas en su titulación, si se comprobaba la posesión y
explotación durante cinco años consecutivos;54 en forma análoga, se amplió
la inafectabilidad ganadera hasta para 500 cabezas de ganado mayor.55
El apoyo oficial a la producción de bienes con mercados en el exterior
fue prácticamente irrestricto y actuó en prejuicio del ejido. De esta forma,
el agrarismo perdió “la batalla” por gestionar la producción de guerra y
retener la centralidad política.56 En efecto, “el control de la producción quedó
fundamentalmente en manos de los empresarios y muy poco en manos
de ejidatarios”.57 Además de ello, la preferencia por incorporar a la pe-
queña propiedad a la producción bélica y de abasto interno la colocó en
situación privilegiada para acceder a las obras de riego. Así, el reparto de
tierras ejidales avanzó a condición de que se le otorgaran tierras menos favo-
recidas por el temporal o el riego.58
Los redactores del semanario Combate –Narciso Bassols, Manuel Mesa
Andraca y Víctor Manuel Villaseñor– fueron, desde 1940, severamente crí-
ticos de la actuación de Gómez y su planeación agropecuaria. Según su
punto de vista, la Secretaría de Agricultura y Fomento debía desentenderse

50
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 176.
51
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017.
52
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 304.
53
Chávez, La cuestión agraria, s. a., s. p.
54
Torres, Historia de la revolución, 1979, p. 304, y Chávez, La cuestión agraria, s. a., s. p.
55
Chávez, La cuestión agraria, s. a., s. p.
56
Peña y Morales, Historia de la cuestión, 1989, p. 19.
57
Ibid.
58
Ibid., p. 21.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 45

de “falsas necesidades nacionales, hijas de tendencias bélicas absurdas, o de


retrógrada noción social”,59 por su actuación en prejuicio del ejido. Añadían
que insistir en los intentos por hacer de México una potencia militar y una
fortaleza continental, “inexpugnable por el oriente y el poniente, pero abier-
ta de norte a sur sin restricción alguna; habrá que esperar en efecto varios
años, como lo prevé el secretario de Agricultura, para que la economía de
los campesinos [mejore]”.60 Sus opiniones eran relevantes a razón de su
prestigio político e intelectual, sin embargo, no fueron del dominio público. La
imagen 1 representa a Gómez durante una gira en Yucatán, para atender
un conflicto relacionado con la tenencia de la tierra dedicada a la produc-
ción de henequén, materia prima para la elaboración de cuerdas y pieza
fundamental de la economía de guerra.
Abandonado el ejido como unidad productiva, agudizados los proble-
mas de abasto nacional y manteniendo los compromisos comerciales con
Estados Unidos, las autoridades mexicanas decidieron afianzar el giro indus-
trializante hacia el desarrollo de capacidades tecnológicas, el cual partió de
la convicción de hacer converger las inversiones pública y privada. Este era,
precisamente, el esquema de financiamiento industrial afincado en Estados
Unidos.61 De esta forma, se hizo énfasis en el desarrollo de la investigación
científica aplicada a los productos de consumo interno y de exportación.62
Se partió del principio de que el gobierno debía actuar como un catalizador
para que la industria privada asumiera parte de los gastos, bajo el supuesto de
que los fines de las pesquisas servirían a ambos intereses. El gobierno debía ser
el primero en invertir para habituar al sector a la contratación de los servicios
técnicos y de investigación del Estado,63 lo que a la postre podría redituar
en un cofinanciamiento.
Bajo estos lineamientos se crearon nuevas instituciones dedicadas a
la investigación. Una de ellas fue la Oficina de Investigaciones Industriales
(oii), fundada por el Banco de México en 1941, a la que en 1944 se adhirió
la Armour Research Foundation. La oii dirigió sus esfuerzos a la creación
de patentes en los sectores industrial, metalúrgico y en el procesamiento de
alimentos.64 Para el avance de sus tareas, la oii se propuso desarrollar las

59
“Un viaje más a Yucatán”, Combate, año 1, núm. 13, 31 de marzo de 1941.
60
Ibid.
61
Peña y Morales, Historia de la cuestión, 1989, p. 21.
62
Gómez-Galvarriato, “La construcción del milagro”, 2020, p. 1259.
63
Ibid., p. 1268.
64
Ibid.
46 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Imagen 1. Cartón de “Chon”.


Fuente: José Chávez Morado. “Un viaje más a Yucatán”, Combate, año 1, núm. 13, 31 de
marzo de 1941.

capacidades tecnológicas junto con las capacidades humanas, para lo que


se sirvió de la extensión de becas para la formación avanzada de mexicanos en
el extranjero. Los apoyos fueron conferidos por el Banco de México y la
Armour Research Foundation. Debido al contexto bélico, los alumnos se
dirigieron a centros académicos en Estados Unidos, convirtiéndose así
en un país intelectualmente prioritario para la modernización. A partir
de esta década la formación avanzada de cuadros en el extranjero se
convirtió en un índice del grado de modernización del país.
Aunque la formación de mexicanos en Estados Unidos no era algo
nuevo, las condiciones imperantes marcaron a este periodo de forma par-
ticular. Rachel Newman señala que, entre 1940 y 1965, el número de estu-
diantes migrantes a Estados Unidos creció de forma significativa, gracias a la
renovación de las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos.65
La suma total se estima en poco más de 1 000 personas, muchas más que en

65
Newman, “Transnational ambitions”, 2019, p. 28.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 47

los 25 años precedentes.66 Newman agrega que el flujo de becarios de Mé-


xico hacia Estados Unidos respondió a una política migratoria que marcó
diferencia entre los “cerebros” y los “brazos”, es decir, entre la intelectua-
lidad y el trabajo manual.67

LO QUE LA POLÍTICA SEPARA, LA TÉCNICA LO UNE:


EL GREMIO AGRONÓMICO MEXICANO

Para llevar adelante los planes modernizadores, el gobierno mexicano


requirió renovar sus vínculos con el gremio agronómico, cimentando una
alianza de beneficio recíproco. Al comienzo de la década de 1930, se cal-
cula que había 500 agrónomos activos;68 sin existir datos precisos, puede
suponerse que, al inicio de la segunda guerra mundial, la cifra aumentó
a 800, esto si se toma en consideración el ritmo de titulación de las princi-
pales escuelas del país.69 Sobre la convergencia del gobierno y los agróno-
mos, son elocuentes las palabras de Ávila Camacho, quien, al dirigirse a la
Sociedad Agronómica Mexicana (sam), indicó que deseaba contar con el
apoyo: “Del grupo de técnicos, conformado por los agrónomos, cuya prepa-
ración profesional, experiencia y convicciones –probadas durante sus años
de servicio en favor de la Reforma Agraria y del movimiento agrícola de
la patria– les capacitan excepcionalmente para seguir ejerciendo una decidida
influencia en el punto medular de la agronomía.”70
Ávila Camacho esperaba que el gremio contribuyera a la armoniza-
ción de los diversos actores de la explotación agrícola: los ejidatarios, los
pequeños y grandes propietarios, el gobierno y los empresarios.71 Insistía en
que, si bien el mundo se encontraba deprimido por la guerra, el país atrave-
saba un momento de singular unión dirigido hacia el crecimiento económi-
co y la creación de instituciones agrícolas.72 Los agrónomos agrupados en la
sam respondieron al presidente en términos favorables. En 1943, por ejem-

66
Ibid., p. 6.
67
Newman, “Pensar el intercambio”, 2020.
68
Fernández, Los agrónomos, 1933.
69
Al respecto, véase el capítulo 3 de este libro.
70
Ávila, Discurso a los agrónomos, 1941. Fragmentos de este discurso aparecieron en Tricolor como
una manera de dar cuenta sobre el debate abierto entre el presidente y Eduardo Villaseñor, a pro-
pósito de la unidad nacional. “Respuesta a Villaseñor”, Tricolor, núm. 10, 21 de mayo de 1945.
71
Ibid.
72
Ibid.
48 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

plo, señalaron, durante uno de sus encuentros anuales: “Los agrónomos


recogemos, conmovidos, señor Presidente, su demostración de confianza y
simpatía para nuestro gremio. Le ofrecemos a usted que en el lugar más apar-
tado en donde trabaje un compañero nuestro, habrá un leal colaborador
y amigo de usted y un soldado del trabajo. La Sociedad Agronómica Mexi-
cana no olvidará nunca la confianza que usted ha depositado en ella”.73
La desición de Ávila Camacho de dirigirse a la sam no fue fortuita,
pues representaba a la porción del gremio más afín a la agricultura capi-
talista. La sam se fundó en 1921 en la ciudad de México por iniciativa de
Jesús M. Garza, egresado de la Escuela Particular de Agricultura “Hermanos
Escobar”, en Ciudad Juárez, y de la ena. Su patrocinador fue el presi-
dente Álvaro Obregón (1920-1924), quien integró a Garza al Estado Mayor
Presidencial. Otras figuras que respaldaron la conformación de la sociedad
fueron: A. J. Villarreal –secretario de Agricultura y Fomento–, E. Estrada
–secretario de Guerra y Marina– y Luis N. Rubalcaba –subsecretario
de Industria y Comercio.74 Entre sus afiliados más connotados estaban
Francisco García Robledo, Juan de Dios Bojórquez de León, Gonza-
lo Robles, Justino Martínez Tagle, Edmundo Taboada, Emilio Gutiérrez
Roldán y Waldo Soberón.75
Esta agrupación se propuso reunir y encauzar todas las fuerzas cul-
turales en materia agronómica para contribuir al mejoramiento del sector,
además de ejercer una acción orgánica gremial tendente al perfecciona-
miento de la carrera y la defensa de sus intereses profesionales.76 Asimismo,
se procuró establecer relaciones con los intereses extranjeros dirigidos
a la agricultura y la agronomía.77 A estos principios hace alusión el nombre
extenso de la sociedad: Liga de Solidaridad Intelectual para el Triunfo
de la Agricultura Nacional.78
La sam se fundó en un periodo marcado por la intensificación de la
agricultura empresarial en el noroeste mexicano, durante el cual los buró-

73
“Gratitud de los agrónomos”, El Nacional, 28 de julio de 1943.
74
Acta constitutiva y estatutos de la Sociedad Agronómica Nacional, 1921, Archivo General
de la Nación (en adelante agn), fondo Julián Rodríguez Adame, caja 5.
75
Sociedad Agronómica Mexicana, Algunas publicaciones, 1943.
76
Acta constitutiva y estatutos de la Sociedad Agronómica Nacional, 1921, en agn, fondo
Julián Rodríguez Adame, caja 5.
77
Dr. J. George Harrar, Ceremonia de condecoración, Embajada de México, Washington D.
C., 10 de marzo de 1980. agn, fondo Julián Rodríguez Adame, caja 5.
78
Acta constitutiva y estatutos de la Sociedad Agronómica Nacional, 1921, en agn, fondo
Julián Rodríguez Adame, caja 5.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 49

cratas solían combinar su oficio público con labores comerciales;79 por lo


que los orígenes de la sam se encuentran ligados a la esfera gubernamental y
comercial.80 En efecto, la profesión agronómica se fundió progresivamen-
te con el programa agrarista del régimen posrevolucionario y favoreció el
acceso de sus practicantes a puestos de importancia.81 Uno de ellos fue la
dirección de la ena, sitio en el que, gracias a la gestión de Martínez Tagle,
se instauró el lema: “explotar la tierra no al hombre”;82 que el día de hoy
persiste como: “enseñar la explotación de la tierra, no la del hombre”.
Durante el sexenio de Ávila Camacho, el liderazgo de la sam –cuya
membresía se estimaba en 300–83 se expresó en la figura de Gómez, tanto
por ser el secretario de Agricultura y Fomento como por haber sido uno de
sus fundadores.84 Gómez creía que “la modernización de la agricultura re-
presentaba la única manera de consolidar la Reforma Agraria impulsada por
la Revolución y de hacer coincidir el camino de la libertad y la justicia con
el del progreso”,85 por lo que procuró desplazar las discusiones en torno
al reparto agrario y las modificaciones al Código Agrario que afectaban el
régimen de propiedad. Lo que, a la postre, contribuyó al emplazamiento de
un nuevo latifundismo tecnificado.
Los principios y actividades de la sam despertaron elogios y críticas.
En el primer caso, burócratas como Fernando Foglio Miramontes –jefe del
Departamento Agrario– insistieron en que ningún otro grupo social de
profesionistas era más importante para los propósitos de unidad nacional
que los agrónomos de la sam,86 pues ponían su acción y entusiasmo a dispo-
sición de los campesinos.87 En el segundo caso, personas ajenas al gremio, pero
interesadas en el sector agropecuario, se expresaron en la prensa nacional.
Por ejemplo, en 1943, el ingeniero y geógrafo Jorge L. Tamayo señaló que la
actividad de los agrónomos debía ser analizada y vigilada cuidadosamente,88
pues, a su juicio, los asociados de la sam por momentos asumían actitudes

79
Bórquez, Los agrónomos de México, 1959.
80
Ibid.
81
Kent, “De Chapingo a Sonora”, 2020.
82
Jorge I. Tamayo, “La evolución de los agrónomos”, Novedades, 17 de agosto de 1943, y Pala-
cios, Los directores de la escuela, 1999, p. 106.
83
“Unidad, acción y entusiasmo”, El Nacional, 5 de febrero de 1944.
84
Acta constitutiva y estatutos de la Sociedad Agronómica Nacional, 1921, en agn, fondo
Julián Rodríguez Adame, caja 5.
85
Kent, “De Chapingo a Sonora”, 2020.
86
“Unidad, acción y entusiasmo”, El Nacional, 5 de febrero de 1944.
87
Ibid.
88
Jorge I. Tamayo, “La evolución de los agrónomos”, Novedades, 17 de agosto de 1943.
50 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

presuntuosas y ambiciosas, dejando a un lado su deber para con la técnica.89


Tamayo hacía hincapié en la valía de los agrónomos, pues “más hondo el
surco, más hondo el destino”.90 En tono más severo, la periodista Concha de
Villarreal señaló, en 1945, que la sam se había dedicado a la política ense-
ñoreada y tenía en desbandada a los agrónomos que no estaban dispuestos
a someterse a la directiva poco democrática; víctimas algunos de encarcela-
mientos temporales bajo cargos infundados.91
El posicionamiento político de la sam contrastó con el ideario de otra
parte del gremio perteneciente a la Liga de Agrónomos Socialistas (las);
organización constituida en la ciudad de México en 1935, que se pronunció
por la destrucción del latifundio, la transformación de la técnica agrícola y
en favor del ejido de explotación colectiva de la tierra, como medio para
llegar a la supresión de la propiedad privada de la misma y a la socialización
de los medios de producción.92 Su pensamiento, de cuño marxista y nacio-
nalista revolucionario, se vigorizó durante el sexenio cardenista, cuya polí-
tica de masas –tendente a la incorporación de las grandes organizaciones al
Estado– dio empuje al avance de la Reforma Agraria y la estipulación de la
educación socialista. Acciones que abrieron brecha para el pronunciamien-
to político apoyado en postulados socialistas, comunistas y, en general, de
reivindicación social.93 Al culminar el sexenio cardenista, la las se mantuvo
firme en su posición de realizar la socialización completa de la tierra en
un entorno adverso a su proposición y, si bien, acompañó al gobierno de
Ávila Camacho, sus militantes hacían notar la tendencia gubernamental
hacia la moderación frente al latifundio.94
Bajo el lema “ni ejido, ni propiedad privada, haciendas sin hacendados”,95
la las buscó incidir en el diseño de los planes de Reforma Agraria y su relación
con la modernización. Para los agrónomos socialistas, mantener los rendimien-
tos agrícolas bajo la forma de propiedad colectiva significaba la consolidación de

89
Ibid.
90
Ibid.
91
Concha de Villarreal, “La Sociedad Agronómica Mexicana solo ha hecho política en sus 25
años de existencia”, Excélsior, 28 de mayo de 1945.
92
Liga de Agrónomos Socialistas, Bases generales y estatutos, México, 1935, en Centro de Estudios
del Movimiento Obrero y Socialista (en adelante cemos), colección Liga de Agrónomos Socialistas,
caja 1. Para leer en detalle sobre la actividad de esta agrupación, véase Méndez y De la Fuente,
Haciendas sin hacendados, 2023.
93
Carr, La izquierda mexicana, 1996.
94
“El Congreso Revolucionario de Derecho Agrario”, Guion agrario, época 2, núm. 9, enero de 1946.
95
Liga de Agrónomos Socialistas, Bases generales y estatutos, México, 1935, en cemos, colección
Liga de Agrónomos Socialistas, caja 1.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 51

la meta revolucionaria iniciada en 1910, la cual buscaba encaminar la des-


integración del latifundio hacia sus fines verdaderamente sociales;96 es decir,
dotar a los campesinos de los conocimientos y medios que les permitieran
hacer próspera a la nación sin fragmentar las unidades productivas.97 Ade-
más de ello, el trabajo en las “haciendas sin hacendados” debía fundarse en
procesos organizativos entre obreros y campesinos, pues esta era la clave
que permitiría que las “haciendas” devinieran en centros industriales.98
Entre sus militantes más connotados estuvieron Alejandro Arellano
Belloc, Alberto López Fuentes, Manuel Mesa Andraca, Alfredo Rico, Igna-
cio Malo Álvarez, Diego Mancilla, Julián Rodríguez Adame, Ignacio Figue-
roa, Bernardo Arrieta Alarcón, Emilio López Zamora, Edmundo Flores,
Rodolfo Manilla, Raimundo Mier Boone, Manuel Marcué Pardiñas y Ra-
món Fernández y Fernández.99 Su membresía fue más acotada que la de
la sam, por exigir requisitos muy puntuales, como el ser ateo, no mantener
ningún vínculo con empresas y no emplear personas para trabajar la tierra,
ya que, de acuerdo con sus principios, constituía una forma de explotación
de clase.100 Su máxima afiliación se estima en 70 individuos.101
Uno de los agrónomos que con mayor ahínco expresó su opinión so-
bre los cambios a la legislación agraria y el papel de los profesionales de la
agricultura fue Marcué Pardiñas, quien señaló que la fuerza de las circuns-
tancias condujo a la comunidad científica y campesina del país “hasta
la decadencia revolcada en cienos de corrupción, de carencia de principios
y abdicación voluntaria del prestigio y el influjo sobre los problemas de la
vida rural mexicana”.102 Asimismo, reclamaba sobre el enmudecimiento del
gremio ante los peores atentados cometidos contra la Reforma Agraria.103
Por su parte, Mesa Andraca indicó que entre la comunidad, el ejido y
la propiedad privada (pequeña propiedad) no había una distinción sutil, sino
una oposición irreductible, por lo que proponía consolidar el sistema eji-
dal como base del nuevo orden agrario y la prosperidad económica, siem-

96
Marco Antonio Durán, Los sofismas de la Reforma Agraria, México, 1939, en cemos, colección
Liga de Agrónomos Socialistas, caja 1.
97
Bernardo Arrieta Alarcón, “La enseñanza agrícola para los campesinos de México”, en Liga
de Agrónomos Socialistas, Ponencias que presenta la Liga de Agrónomos Socialistas ante el Congreso de la
Unificación Proletaria (ctm), México, 1936, en cemos, colección Liga de Agrónomos Socialistas, caja 1.
98
Méndez, “La cooperación obrero-campesina”, 2021.
99
Directorio, en cemos, colección Liga de Agrónomos Socialistas, caja 1.
100
Méndez, “La cooperación obrero-campesina”, 2021.
101
Directorio, en cemos, colección Liga de Agrónomos Socialistas, caja 1.
102
Pardiñas, El Ateneo Nacional, 1954, pp. 35-36.
103
Ibid.
52 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

pre y cuando su trabajo fuera colectivizado.104 En una línea similar, aunque


sin ser agrónomo, se expresó el abogado Bassols –colaborador de la las y
redactor del Código Agrario de 1927–,105 quien sentenció que los cambios
a la legislación “no permitían abrigar ya la menor duda: o hay un plan
siniestro encaminado a dar muerte a la obra agraria de la Revolución; o es
tan grande la ignorancia y la incapacidad de quienes vienen inspirando
y poniendo en vigor las medidas del gobierno en materia de ejidos”.106
A pesar de las diferencias centrales en torno a la tenencia de la tierra y
su relación con la modernización, científicamente los agrónomos mexica-
nos coincidían en que el desarrollo tecnológico era la opción idónea para
aumentar el abasto nacional y de exportación. Los de la sam al servicio de
la “pequeña propiedad” y los de la las por la colectivización del trabajo en
unidades productivas, que no disgregaran la organicidad de las haciendas.
Los miembros de la sam, por ejemplo, mencionaban que constituiría
un triste error “abandonar la tabla de salvación de nuestra economía, que
es la producción agraria mejorada y multiplicada, para retroceder al infecun-
do e injusto latifundismo”,107 “resbalando por confusiones animadas por
críticas dirigidas a la situación de desabasto y el incremento de precios”.108 Se
agregaba que México no podía “ser una torre de marfil de precios bajos y
moneda escasa dentro del actual panorama universal, [pues] la realidad es
que estamos en guerra y resentimos sus repercusiones”.109 Se asumió, sin
reserva, que México entraba en una nueva etapa agrícola, sustentada en los
estudios técnicos y científicos; ya que en una extensión tan grande de te-
rritorio “con variaciones tan múltiples respecto de localización, de compo-
sición química del suelo, de formación geológica; todos los sistemas de
explotación agrícola pueden y deben convivir, excepto el de la explotación
del hombre por el hombre”.110 José Merino Fernández –secretario general de
la sam– expresó, en 1945, que el pasado sólo debía importar como lección,
e instigaba al gremio a recorrer la senda del progreso: “debemos concreta-

104
Manuel Mesa Andraca, “El problema de Yucatán”, El Machete, núm. 488, 15 de agosto de
1937; Manuel Mesa Andraca, “El agrarismo en marcha”, El Machete, núm. 492, septiembre de 1937;
Fuente y González, Pensamiento agrario, 2019, p. 90.
105
Narciso Bassols, “Toda la tierra, y pronto”, El Machete, núm. 499, noviembre de 1937. Se
trata de una nota que sintetiza el contenido político del Código preparado por Bassols en 1927, a
encargo del entonces presidente Plutarco Elías Calles. La aplicación del Código fue de tres meses.
106
“¡Alerta campesinos!”, Combate, año 1, núm. 6, 10 de febrero de 1941.
107
“El agrarismo ha triunfado”, El Nacional, 28 de julio de 1943.
108
Ibid.
109
Ibid.
110
“Castillos en el aire”, Excélsior, 28 de julio de 1943.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 53

mente pensar en trabajar la tierra con toda la técnica y con todo [el] cariño,
que sienta nuestros cuidados y estímulos, pues ella es pródiga y paga al
hombre con creces sus esfuerzos y sacrificios”.111
De parte de la las, Mesa Andraca concluyó que el desarrollo agrícola del
país no era posible sin “el combate y erradicación de las plagas y enferme-
dades agrícolas, que merman las cosechas y los ganados y demeritan la
calidad de los productos”112 y, sobre todo, a partir del “perfeccionamiento de
los procedimientos de cultivo, con el empleo de maquinaria agrícola, con el
uso de abonos y mejoradores, y la selección de las variedades de plantas
cultivadas”.113 En una línea de continuidad, Durán escribió que: “en el pro-
greso agrícola juega un papel importante la técnica. Esto puede parecer una
verdad de Perogrullo, porque nadie puede imaginarse el progreso de la agri-
cultura sin aplicaciones cada vez más intensas de recursos técnicos”.114 Agregó
que la producción y utilización de estos insumos escapaban a las posibilida-
des del individuo aislado, en tanto que “solamente el Estado puede atacar
estos problemas a través de una serie de medidas muy diversas, como un servicio
a la colectividad”. La iniciativa privada podía colaborar, pero dado que su
participación no sería desinteresada, había que tomarla con cautela.115
Los agrónomos socialistas coincidían en que el desarrollo de semillas
híbridas –por técnicas mendelianas y en grandes lapsos–116 era lo apropiado
para aumentar el abasto nacional y de exportación, y reclamaban que hasta
1936 no hubieran sido creadas variedades prematuras que pudieran crecer
y rendir frutos en tiempo oportuno para librarse de las heladas en la zona del
Altiplano.117 Ramón Fernández y Fernández apuntaba que México tenía
una experimentación agrícola en “pañales”, a pesar de que habían existido
intentos serios y bien orientados.118
Entre ellos, aludía a los trabajos conducidos por el agrónomo de ori-
gen indio y nacionalizado mexicano, Pandurang Khankhoje, quien desde
el Instituto Biotécnico había desarrollado experimentos genéticos relaciona-

111
“La Sociedad Agronómica Mexicana dio ayer la fórmula de progreso nacional”, Excélsior, 30
de marzo de 1947.
112
Mesa, “El problema agrario”, 1946.
113
Ibid.
114
Durán, “Del agrarismo a la revolución”, 1946.
115
Ibid.
116
Liga de Agrónomos Socialistas, Boletín de informaciones, 1939, p. 18.
117
Arrieta, “La enseñanza agrícola”, 1936, p. 30.
118
Liga de Agrónomos Socialistas, Boletín de informaciones, 1939, p. 18.
54 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

dos con el maíz, el teozintle (ancestro silvestre del maíz), la soya119 y el trigo.
La dificultad de abrevar los aportes de Khankhoje estribaba en que no se
preservaban sus líneas, pues el gremio no estaba habituado al manteni-
miento de las colecciones en bancos de semillas; las de maíz, por ejemplo,
debían sembrarse regularmente para no perder su fertilidad.120 Fernández y
Fernández lamentó, de forma particular, la irreparable pérdida de tres variedades
de trigo121 y de otras tantas de maíz (véase imagen 2). Khankhoje adhería
ideas socialistas y nacionalistas,122 razón por la cual mantenía colaboración con
la las, aunque nunca se incorporó a esta;123 además de ser amigo del secretario
Gómez. Por todo lo anterior, no estuvo exento de polémicas y censuras,
como lo refleja el rechazo del Partido Comunista Mexicano (pcm) a su figura.124
Mesa Andraca, por su parte, resumía la posición de los agrónomos so-
cialistas al señalar que, sin una investigación agrícola que acompañara a
un sistema ejidal de explotación colectiva, la labor del agrónomo que-
daba en la “situación que se colocaría un pintor en un país de ciegos”.125
Con contundencia, se apreciaba la dimensión científica de la agronomía como
una aproximación al conocimiento de la naturaleza. En una línea similar,
Durán expresó: “el hecho de ser seres vivos las plantas, pone al agrónomo en
un plano muy difícil como técnico, pues desconocido como es el principio
de la vida, todo aquel que tienda a encauzarla, deberá hacerlo a base de
tanteos, expuesto siempre a las desconcertantes sorpresas que le reservan
los seres vivientes, en sus reacciones imprevistas”.126
Por todas estas razones, para la sam y la las, la labor del Instituto
Biotécnico resultaba fundamental, en tanto sede de la investigación agrícola
en avanzada. Este instituto fue creado en 1934 como parte del programa de
modernización y reforma del gobierno cardenista, y se constituyó mediante el
financiamiento de 100 profesionistas encabezados por el biólogo comunis-
ta Enrique Beltrán, exbecario de la Fundación Guggenheim.127 La planilla
del Instituto se unió para impulsar la investigación en diversas áreas de las

Kent, “De Chapingo a Sonora”, 2020, pp. 395-396.


119

Curry, Endangered maize, 2022.


120
121
Liga de Agrónomos Socialistas, Boletín de informaciones, 1939, p. 19.
122
Para leer en detalle sobre el itinerario e ideario de Khankhoje, véase Soto, “Largo dislocare”,
2018 y “The socialist origins”, 2020, y Kent, “De Chapingo a Sonora”, 2020.
123
Directorio, en cemos, colección Liga de Agrónomos Socialistas, caja 1.
124
“P. Khankhoje, fuera de la internacional comunista”, El Machete, núm. 199, 30 de mayo de 1931.
125
Mesa, “Historia y finalidad”, 1936, p. 13.
126
Durán, “La enseñanza agrícola”, 1936, p. 28.
127
Olea, “One century”, 2002, p. 498; Bravo y Álvarez, La biología nacionalista, 2019.
Imagen 2. Cortes transversales de “Maíz Granada”, una variedad trabajada por Pandurang
Khankhoje.
Fuente: Fotografía de Tina Modotti, 1928. secretaría de cultura-inah-sinafo f.n.-mex.
Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
56 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

ciencias y las actividades productivas, en las que se incluía la agronomía, la


veterinaria y la biología.128
El área de fitomejoramiento sobresalió gracias a las labores de
Khankhoje, Edmundo Taboada y Eduardo Limón, quienes se formaron en
Estados Unidos. Khankhoje en la Universidad de California y la Universi-
dad Estatal de Washington,129 Taboada en la Universidad de Cornell y Li-
món en la Universidad Estatal de Iowa.130 Taboada y Limón desempeñaron
tareas de experimentación genética sirviéndose de la colección del Instituto
que contenía: cítricos, café, henequén, trigo, maíz, arroz, frijoles, chicharos,
lechuga, fresa, plátano, piña, chile, tomate, algodón, tabaco, palmas, orquí-
deas, dalias, alfalfa y claveles;131 además de programas de mejoramiento de
maíz en La Huerta, Michoacán y en León, Guanajuato.132
La diversidad de estas labores corrobora que en México existía una
tradición en investigación genética que era valorada por los agrónomos y
que se había construido por profesionistas formados en Estados Unidos.
En favor de la construcción de estos itinerarios pesaron dos factores:
que México no contara con programas de maestría o doctorado en las cien-
cias agrícolas y la condición de colindancia geográfica que facilitó el despla-
zamiento de estos individuos. Previo a la revolución mexicana, un sector
de los agrónomos se había formado en Francia o bajo la influencia de la
academia francesa a través de conexiones de distinto tipo; además de contar
con vínculos con escuelas de otras regiones.133

LA FUNDACIÓN ROCKEFELLER
Y EL PROGRAMA AGRÍCOLA MEXICANO

De forma paralela y complementaria a la firma de tratados militares, co-


merciales y migratorios entre Estados Unidos y México –así como de las
reformas legislativas al Código Agrario– se extendieron las políticas de
diplomacia cultural que el gobierno estadunidense diseñó para el forta-
lecimiento de las relaciones interamericanas durante la segunda guerra

Kent, “De Chapingo a Sonora”, 2020.


128

Soto, “The socialist origins”, 2020.


129
130
Olea, “One century”, 2002. Para leer sobre la trayectoria internacional de Taboada, véase Soto,
“Beyond Borlaug’s”, 2021. Sobre la vida de Limón, véase Gutiérrez, “Forjando las mentes”, 2020.
131
Kent, “De Chapingo a Sonora”, 2020.
132
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017, p. 156.
133
Al respecto, véase Cotter y Osborne, “Agronomía afrancesada”, 1996; Olea, “One century”, 2002.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 57

mundial. Esta clase de diplomacia se distinguió de la tradicional al estar


dirigida a grupos poblacionales específicos, jóvenes, mujeres, profesionis-
tas, y no sólo a los Estados.134
El sello distintivo de las campañas interamericanas fue promover la uni-
dad hemisférica –primero, para contener el avance del nazismo y, después, del
comunismo– desde la suposición de que los países latinoamericanos, unidos por
la geografía y un pasado compartido, tenían intereses en común y estaban
“destinados” a trabajar juntos bajo el liderazgo de Estados Unidos.135 Esta
visión se apoyó en la retórica de la cooperación y entendimiento recíprocos,
así como en la valorización e invención de las formas de la cultura estaduniden-
se, dirigidas a la opinión pública extranjera para ofrecer una imagen positiva
del país y garantizar la aceptación de su creciente papel internacional.136
Estos programas no deben ser englobados bajo el término “poder suave”
–acuñado por el politólogo Joseph Nye–, pues resulta fundamental reconocer
que el poder es inseparable de la coerción, de manera que el consentimiento de
los países que trabaron relación con Estados Unidos emergió en un con-
texto de relaciones asimétricas.137 La dominación que alentó esta diplomacia
“no fue resultado de una imposición externa, sino de tipo relacional”,138
pues ambas partes tenían intereses, aunque estos no eran similares. En sínte-
sis, la denominación de relaciones interamericanas remite al vínculo entre las
repúblicas americanas desde la gestión y legitimación estadunidense.139
En el desenvolvimiento de las relaciones interamericanas la fr ocupó un
destacado sitio. Establecida en 1913, por John D. Rockefeller, bajo el lema
“hacia el bienestar de la humanidad”,140 esta institución operó a través de
seis divisiones principales: Salud Internacional, Ciencias Médicas, Ciencias
Naturales, Ciencias Agrícolas, Ciencias Sociales y Humanidades. Desde un
comienzo, las actividades médicas y agrícolas ganaron prioridad, así,
en 1914, la fr inició un programa de asistencia técnica en China; seguido por
planes rurales en el sur de Estados Unidos y en Europa durante el periodo de
entreguerras; sobre todo, en el programa de alivio a Bélgica coordinado
por Herbert Hoover, en 1917. Estas experiencias permitieron que la fr
estableciera una relación entre el abasto alimentario y la paz internacional,

134
Cramer y Prutsch, ¡Américas unidas!, 2012, p. 19.
135
Ibid., p. 20.
136
Tournès, Américanisation: une histoire, 2020.
137
Ibid.
138
Ibid., p. 209.
139
Cándida, Improvised continent, 2017, p. 4.
140
The Rockefeller Foundation, A condensed record, 1963.
58 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

que asumió que el problema del suplemento alimenticio era un tema que debía
ser resuelto por los científicos y diplomáticos.141 Se sostuvo, entonces, que
la producción de alimentos y el crecimiento poblacional eran variables con-
trolables, por lo que el progreso era el balance de ambas.142
Así, la fr inscribió su búsqueda por la construcción de la unidad he-
misférica en el emplazamiento de un combate contra el hambre mundial, ya
que, desde su visión, podía generar inestabilidad en el orden internacional
y animar el avance de las revoluciones comunistas como respuesta
a la escasez.143 Con esta enmienda, la fr buscó apoyar una modernización
controlada y compatible con la consolidación de una posición prominente
para Estados Unidos en áreas geoestratégicas como la agricultura.144 Si
bien sus planes guardaron estrecha relación con la política exterior, prevale-
ció la visión de la fr, una agencia autónoma145 que no promovió la caridad,
sino la filantropía científica. Thomas David y Ludovic Tournès definen a la
filantropía científica como un modelo cuyo objetivo no es tratar los proble-
mas sociales –como el desabasto alimentario o las epidemias– a través de
la caridad, sino mediante el análisis científico para determinar sus causas y
desarrollar soluciones técnicas aplicables a gran escala.146
A sugerencia del vicepresidente de Estados Unidos, Henry A. Wallace,
y del embajador estadunidense, Josephus Daniels, el director de la fr, Ray-
mond B. Fosdick presentó una propuesta al gobierno mexicano para iniciar
un programa de colaboración técnica en materia de agricultura. Wallace,
Daniels y Fosdick mantenían el interés de contribuir a posicionar a su país
en la geopolítica continental, siendo México un territorio primordial. Cada
uno sostenía aspiraciones específicas. Wallace era dueño de una de las prin-
cipales compañías semilleras de maíz híbrido en el Medio Oeste, Pionner
Hi-Bred Company, por lo que deseaba enlazar la producción maicera de
México y Estados Unidos.147 Por su parte, Daniels consideraba que el sur
estadunidense y México mantenían similitudes profundas referentes a los
problemas de tenencia de la tierra y la tecnificación, por lo que asumía
que la colaboración de ambos países redundaría en la pacificación de los
conflictos internos, es decir, en desplazar las demandas de reparto en favor

141
Cullather, The hungry world, 2010, p. 15.
142
Ibid.
143
Ibid.
144
Berman, The influence of the carnegie, 1983, p. 60.
145
Kiger, Philanthropists & foundation, 2008, p. xi.
146
David y Tournès, “Introduction. Les philanthropies”, 2014, p. 8.
147
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017, p. 149.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 59

de la intensificación agrícola.148 Finalmente, Fosdick anhelaba consolidar la


internacionalización de la fr; posicionándola como una organización de
avanzada en el subcontinente.149
El responsable de negociar el contenido y los términos del acuerdo fue
Gómez, secretario de Agricultura y Fomento, quien insistió en que el país
no sólo requería incrementar la producción genéticamente, como proponía
la fr, sino también controlar las royas, mejorar la fertilidad de los suelos150
y la formación técnica de los agrónomos,151 quienes, a falta de escuelas de
posgrado en México, sólo podrían obtener sus maestrías y doctorados en el
extranjero.152 Exigió, además, que se hiciera énfasis en los cultivos de con-
sumo interno, sobre todo del maíz. Mediante este acuerdo, Gómez aspiraba
a completar la revolución agrícola iniciada en la década de 1920,153 posicio-
nar en sitio privilegiado a la sam y profesionalizar el ejercicio del gremio al
dirigir recursos a la capacitación de los estudiantes.
Por su parte, la fr envió una comisión de expertos para realizar una
inspección para diagnosticar las condiciones geográficas, biológicas y cientí-
ficas de México. Esta comisión estuvo conformada por Elvin C. Stakman
–fitopatólogo de la Universidad de Minnesota–, Richard Bradfield –exper-
to en suelos de la Universidad de Cornell– y Paul C. Mangelsdorf –gene-
tista vegetal de la Universidad de Texas A&M. Durante el verano de 1941,
recorrieron el país en automóvil y se contactaron con los especialistas
de las principales escuelas de agronomía. Al término de su recorrido, validaron
la pertinencia de la iniciativa de la fr;154 aducieron que México tenía las
condiciones indispensables para desarrollar un proyecto de esta magnitud:
recursos biológicos y un número suficiente de agrónomos capacitados a
nivel básico para iniciar labores conjuntas. Stakman y Mangelsdorf estaban
familiarizados con el territorio mexicano, pues previamente habían hecho
viajes científicos con motivo del estudio de las royas (hongos que atacan los
cultivos) y la diversidad del maíz, campos de su especialidad.

148
Olsson, Agrarian crossings, 2017.
149
Méndez, “El Programa Cooperativo”, 2018.
150
Harrar, Programa Agrícola, 1957, p. 9.
151
Entrevista a Elvin C. Stakman, realizada por Pauline Madow, Nueva York, abril de 1971,
Rockefeller Archive Center (en adelante rac), Rockefeller Foundation (en adelante rf) Collection, Re-
cord Group (en adelante rg), 3, caja 10.
152
Sobre la reiteración de la preminencia del papel de los agrónomos en la visión de Gómez,
véase el capítulo 6 de este libro.
153
Harrar, Programa Agrícola, 1957, p. 9.
154
Fosdick, La historia de la Fundación, 1957, p. 72.
60 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

A finales de ese año se firmó un acuerdo entre la Secretaría de Agricul-


tura y Fomento y la fr para fundar el Programa Agrícola Mexicano, bajo los
principios de incentivar la investigación para incrementar los rendimien-
tos por unidad de superficie y brindar facilidades para que jóvenes mexicanos se
formaran a un nivel avanzado mediante el Programa de Becas de la fr.
Las autoridades mexicanas aceptaron que los científicos que liderarían las
actividades serían los contratados por la fr y que los mexicanos que se
sumaran trabajarían bajo su dirección; de manera que no se planteó una
colaboración activa con los científicos del Instituto Biotécnico. También
se enfatizó que la fr no se involucraría en promover cambios en los regí-
menes de tenencia de la tierra por su condición de institución extranjera,
concentrándose en la aplicación de la ciencia.155 Para el sostenimiento de las
actividades se estipuló un cofinanciamiento con una participación mayori-
taria de la fr, y para ejecutarlas se creó, en febrero de 1943, la Oficina de
Estudios Especiales, un organismo semiautónomo administrado por la fr
y separado de la Secretaría.
El entusiasmo de las autoridades por el Programa Agrícola Mexicano
no fue compartido por Carl O. Sauer –geógrafo culturalista de la Univer-
sidad de California–, quien también fue contratado por la fr para realizar
una exploración diagnóstica independiente. Para Sauer, la promoción
de una agricultura científica hacia América Latina constituía un peligro
para la diversidad biológica de los cultivos y no debía ser alentada.156 De
concretarse, generaría la preminencia de tipos experimentales, tal y como había
ocurrido en el Corn Belt estadunidense, en donde imperaban las variedades
híbridas de maíz, lo que llevó a la extinción de las semillas nativas;157 re-
sultado de las medidas adoptadas durante el New Deal, que permitieron
incrementar la productividad disminuyendo la superficie de cultivo e incor-
porando la tecnificación.158 La preocupación de Sauer era acertada, ya que
el maíz constituía el principal aliciente comercial para establecer el Progra-
ma, debido a que, en el contexto de la segunda guerra mundial, Estados
Unidos despuntó como uno de los mayores exportadores.159

155
Entrevista a Elvin C. Stakman, realizada por Pauline Madow, Nueva York, abril de 1971,
rac, rf, rg, 3, caja 10.
156
Curry, Endangered maize, 2022.
157
Carta de Carl Sauer a Edgar Anderson, del 14 de noviembre de 1942, Bancroft Library (en
adelante bc-uc) Carl Ortwin Sauer Papers, banc mss 77/170c, caja 6.
158
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017, p. 160.
159
Ibid., p. 149.
CAPÍTULO 1. EL PACTO MODERNIZADOR DE LA AGRICULTURA MEXICANA 61

Sauer fue explícito al decir que no compartía la política de buena ve-


cindad aplicada a la agricultura y afirmó que no haría nada “voluntaria
o intencionalmente, para destruir este patrimonio cultural inconmensu-
rablemente valioso de estos países tratando de reemplazar estas cosas con
artículos de nuestra propia agricultura”.160 Añadió que no era sabio operar
“en términos de preferencias comerciales del momento, para tirar al descarte
formas de plantas que se han desarrollado a lo largo de innumerables años
para adaptarse a otros entornos físicos y culturales”.161 Los planteamientos de
Sauer revelan disonancias en el interior de la comunidad científica estadu-
nidense asociada con la fr, postulados que además resultaron anticipatorios
de la erosión genética que generaría la revolución verde; sin embargo, sus
críticas no tuvieron mayor incidencia en el curso de los acontecimientos.

CONSIDERACIONES FINALES

Este capítulo ha mostrado el encuentro de tres actores que, en el contexto


de la segunda guerra mundial, confluyeron con intereses particulares en
el emplazamiento de un proyecto de modernización agrícola en México.
Mediante un vigoroso énfasis a la industrialización y una relación renovada
con Estados Unidos, el gobierno mexicano priorizó la economía de guerra an-
tes que el abasto nacional y desechó al ejido como una opción viable para
el crecimiento económico a largo plazo. Frente a estos sucesos, el gremio
agronómico dividió sus posturas. La sam entregó su lealtad a la agricultura
comercial y la lógica de la productividad a cambio de ascender en la estruc-
tura gubernamental, obtener mayores ingresos y aumentar la visibilidad del
gremio. Por su parte, la las otorgó un apoyo crítico al ejido, concentrando sus
argumentos en la necesidad de la colectivización del trabajo y la mejora téc-
nica de los procesos productivos; las diferencias entre estos sectores fueron
ante todo políticas y no técnicas. Finalmente, la fr, al cobijo de la diplomacia
cultural estadunidense, promovió un convenio con el gobierno mexica-
no para el desarrollo de la investigación agrícola destinada al aumento
de la productividad y la formación avanzada de agrónomos mexicanos;
esto último, gracias a la insistencia del secretario Gómez. El acuerdo se fir-

160
Carta de Carl O. Sauer a John C. Floyd, del 19 de noviembre de 1943, en bc-uc, Carl Ortwin
Sauer Papers, banc mss 77/170c, caja 4.
161
Ibid.
62 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

mó en 1941 bajo el nombre de Programa Agrícola Mexicano y desde 1943


fue articulado por la oee, una dependencia semiautónoma administrada
por el staff de la fr. Este programa, más que un punto de arranque, fue
la culminación de preocupaciones fundadas desde la década de 1930, rela-
cionadas a la tecnificación del campo y el incremento de la productividad.
Pese a sus distintos intereses, los tres actores pactaron –de forma tácita–
que el futuro de la agricultura mexicana se construyera desde la experimen-
tación con semillas, el desarrollo de las capacidades tecnológicas del país y
las capacidades humanas de los agrónomos, mediante el Programa de Becas
de la fr. El ambicioso proyecto buscó transformar desde la raíz a la agri-
cultura mexicana, generando un profundo impacto a largo plazo entre
amplios sectores de la sociedad. Una de sus consecuencias inmediatas fue la
modificación del lugar, función y sentido de la agronomía como una disciplina
científica en permanente contacto con un sector vital de la economía.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS
ESPECIALES: UN LABORATORIO DE
EXPERTICIA DE LA REVOLUCIÓN VERDE

Este capítulo explica la actividad educativa que llevó a cabo la Oficina


de Estudios Especiales (oee), creada en 1943, para poner en marcha las tareas
del Programa Agrícola Mexicano. Para ello, se da seguimiento a las prác-
ticas destinadas a la generación de conocimiento entre los agentes asociados: el
staff de la fr y el estudiantado conformado por mexicanos y otros latinoa-
mericanos. Se propone que la labor formativa de la oee permitió a México con-
vertirse en un laboratorio de experticia, es decir, en un “sitio fértil no sólo
para la aplicación de experticia sino también para su generación”.1
Las cualidades de México, representadas en este espacio, permitieron,
bajo condiciones concretas, que algunos individuos –tanto estadunidenses
como latinoamericanos– se convirtieran en actores transnacionales, esto es, en per-
sonas cuya movilidad los capacitó para crear y articular conexiones que cruzaron
fronteras nacionales.2 A partir de estos vínculos, la ciencia producida en la oee se mo-
vilizó a través del ámbito latinoamericano. El posterior consumo de estos sabe-
res dependió del estatuto de expertos de los individuos que lo impulsaron.
Esta aproximación se distingue de las líneas de reflexión de la historio-
grafía sobre la revolución verde en dos sentidos: en lo temático y en las di-
rectrices analíticas. Respecto al ámbito temático, examina cuestiones que no

1
La idea del laboratorio de experticia la retomo de Andra Chastain y Timothy W. Lorek,
quienes la proponen para identificar las principales geografías atravesadas por los itinerarios de
expertos durante la guerra fría en América Latina (Itineraries of expertise, 2020, p. 11). Otros puntos que
los autores reconocen son el Caribe, Colombia y Chile. La presente investigación se diferencia de la
de Chastain y Lorek, al puntualizar el estudio en una instancia específica que inició sus actividades
durante la segunda guerra mundial.
2
Esta definición la recupero de Adriana Minor (Cruzar fronteras, 2019, p. 14), quien la desarro-
lla para estudiar la trayectoria del físico mexicano Manuel Sandoval Vallarta.

63
64 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

han sido desarrolladas con anterioridad en otros escritos, cuyas preguntas


de investigación no requerían profundizar acerca de la dimensión educativa.
Si bien la mayoría de los autores ha apuntado la relevancia de la oee como un
espacio dispuesto para un tipo particular de aprendizaje, ningún estudio ha-
bía reconstruido el mecanismo a través del cual esta meta se concretó, ni
detallado la cotidianidad de la experiencia educativa.3 Tampoco se había
indagado en el papel específico de la movilidad internacional de estudian-
tes para el desarrollo de las actividades de la oee, ni reconocido la crucial
participación de otros latinoamericanos. Los historiadores que más se apro-
ximaron a la temática del presente capítulo son Deborah Fitzgerald, Joseph
Cotter, Adolfo Olea Franco, Wilson Picado, Netzahualcóyotl Gutiérrez y,
desde los estudios de la migración estudiantil mexicana, Rachel Newman.4
En el ámbito analítico, el capítulo sugiere matices para dos de las inter-
pretaciones fundantes de la historiografía sobre la revolución verde en Mé-
xico. La primera corresponde a Fitzgerald, quien, en la década de 1980, sos-
tuvo que el programa que vinculó a la fr con el gobierno mexicano se afirmó
en una intención difusa por “exportar” la estructura institucional y la base
ideológica de la agricultura estadunidense. Y en particular, las directrices del
land-grant university system, que cohesionó las actividades de las estaciones
experimentales, los colegios agrícolas estatales, el servicio de extensión
y la investigación pública y privada. Fitzgerald plantea que, en Estados Uni-
dos, los farmers más beneficiados por este sistema fueron los más cercanos
a la agricultura empresarial, mientras que, en México, el aprovechamiento
correspondió a los agricultores de los sectores marcadamente “americaniza-
dos” en sus procedimientos.5 La segunda interpretación es la de Cotter, quien,
a inicios de la década del 2000, apuntó que el Programa Agrícola Mexicano
generó un “encuentro intercultural” de prácticas agrícolas entre estadu-
nidenses y mexicanos. Su investigación expone algunos puntos en los que la
reunión permitió un entendimiento cabal y otros en los que las brechas no pudie-
ron ser salvadas. Agrega que, pese a la existencia de críticas y resistencia por
parte de algunos individuos, el tono general de la relación entre la oee y las
instancias mexicanas fue la de un respaldo constante a su modelo científico.6

3
Quienes han resaltado más este punto son: Hewitt, La modernización de la agricultura, 1982; Cullather,
The hungry world, 2010; Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017, y Lorek, “Developing paradise”, 2019.
4
Fitzgerald, “Exporting American”, 1986; Olea, “One century”, 2002; Cotter, “The Roc-
kefeller Foundation’s”, 1994; Picado, “Conexiones de la revolución”, 2012; Gutiérrez, “Cambio
agrario”, 2017, y Newman, “Transnational ambitions”, 2019.
5
Fitzgerald, “Exporting American”, 1986.
6
Cotter, “The Rockefeller Foundation’s”, 1994.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 65

En este capítulo se argumenta que el esquema de las funciones educa-


tivas de la oee no encaja plenamente con los principios de exportación o
encuentro, pues es más cercana a la noción de generación, es decir, a la co-
producción del conocimiento. Como proceso educativo existió una función
activa tanto del staff de la fr como de los estudiantes. No hubo, así, una
parte poseedora del conocimiento frente a otra vacía y acríticamente dispues-
ta a recibirlo. Precisamente, la noción de laboratorio de experticia remite a
la potencialización de experiencias, habilidades e ideas para la producción
de conocimiento, que pretende ser válido en cualquier lugar en función de su
universalidad.7 Ahora bien, lo relevante es que las condiciones del proceso de
producción del conocimiento fueron las que hicieron posible que el mismo
se movilizara a otros espacios, deslocalizando, así, el sitio de su generación. No se
trató de conocimientos “suspendidos”, sino de conocimientos ligados a re-
laciones que los validaban. Desenvolviéndose, además, en una estructura
marcadamente jerárquica en la que el staff de la fr tomó el liderazgo y nego-
ció con condiciones específicas.
Este capítulo se encuentra dividido en cinco secciones. La primera,
aborda el proceso de llegada del staff a la oee y relaciona algunos elementos de
su perfil grupal con la noción de expertos transnacionales. La segunda y la ter-
cera, explican quiénes fueron los estudiantes de la oee, refiere las circuns-
tancias que permitieron la reunión de un estudiantado diverso y expone
sus condicionantes como pasantes o becarios. La cuarta, recupera el carácter
formativo de la oee, una experiencia educativa de tipo informal que com-
binó el trabajo de campo y de laboratorio, en un enfoque que privilegió la
actividad práctica. La quinta, y última sección, ejemplifica la generación de
experticia transnacional de la oee a través del seguimiento de la actividad
del Comité de Preservación de Variedades Indígenas de Maíz; una empresa
continental dedicada a la recopilación, clasificación y preservación de
la diversidad biológica del grano.
Las fuentes documentales provienen en su mayoría del Rockefeller Ar-
chive Center, sitio en el que fueron consultados diversos tipos de materia-
les generados por la acción de la fr en México, entre los que destacan entrevis-
tas a miembros del staff de la División de Agricultura. También se retoman
entrevistas realizadas por El Colegio de Postgraduados en la serie Las ciencias
agrícolas mexicanas y sus protagonistas. Asimismo, se incluyen testimonios recopila-
dos, a través de entrevistas realizadas para esta investigación, a exbecarios de

7
Vetter, “Field and laboratory”, 2015.
66 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

la fr. En menor medida, el texto se ha fundamentado con documentación


de la Bancroft Library de la Universidad de California. Y de prensa consul-
tada en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, la Hemeroteca Nacional de
México y el Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica. Además,
se ha realizado la consulta de la base de datos Rockefeller Fellows. Individual
Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organizations (1914-1970).

ATERRIZANDO EN MÉXICO:
CONFORMACIÓN DEL STAFF DE LA OEE

La oee fue una institución semiautónoma, responsable de cumplir las metas


del Programa Agrícola Mexicano, dirigido a aumentar las capacidades tec-
nológicas y humanas del país. Estos principios estructuraron la actividad
de la oee en dos ejes. El primero fue la generación de proyectos de inves-
tigación que permitieran incrementar la producción agrícola y el abasto
alimenticio. Se recurrió al fitomejoramiento para la generación de nuevas líneas
de semillas: maíz, trigo y frijol; también a la prueba de especies provenien-
tes de otras regiones, el estudio aplicado de suelos y de patología animal de
ganado mayor. Durante los primeros años, el trabajo en suelos y granos
concentró los mayores esfuerzos y recursos. Los resultados más sobresa-
lientes, en términos de rendimientos, se reportaron en el trigo cultivado por
empresarios. A partir de 1950, se acentuó el interés por la diversificación y se
sumaron las pesquisas en torno a hortalizas y vegetales, tanto de interés ali-
menticio como comercial. Lo pecuario quedó relegado, entre otros motivos,
a causa de la propagación de la fiebre aftosa ocurrida en 1947; circunstancia
que direccionó los trabajos hacia el mejoramiento de forrajes y razas.8
El segundo eje fue un proyecto educativo informal dirigido a la pro-
fesionalización de agrónomos mexicanos y latinoamericanos, a través de
un sistema de pasantías y estancias becadas. En este esquema, los alumnos
admitidos se formaron bajo la dirección del staff, prepararon sus tesis de licen-
ciatura y fueron partícipes de las tareas de campo y laboratorio. Aquellos que
mostraron aptitudes en el área de investigación fueron considerados para
obtener un estipendio de la fr que, posteriormente, les permitió completar

8
El progreso detallado de las líneas de investigación de la oee se encuentra en Gutiérrez,
“Cambio agrario”, 2017. Para leer en detalle sobre el avance de estas tareas en maíz y trigo, véase
Hewitt, La modernización de la agricultura, 1982, y Matchett, Untold innovation, 2002.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 67

estudios superiores en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos.9 La


formación académica y la promoción a la movilidad internacional fueron
actividades constantes a lo largo de todo el periodo de funcionamiento de
la oee y se aceleró en la década de 1950, cuando el centro comenzó a re-
cibir más alumnos latinoamericanos. Aunque la trama educativa tuvo una
interdependencia directa con las tareas de investigación, su alcance rebasó las
metas iniciales de la oee y dio pauta a la internacionalización de la revolu-
ción verde a nivel continental.
A iniciativa de la fr, se acordó que la oee fuera cofinanciada por esta
institución y el gobierno mexicano, quedando en manos del staff la direc-
ción del centro. Los salarios de los estadunidenses fueron pagados por la fr
y los correspondientes a los mexicanos fueron asumidos por la Secretaría
de Agricultura y Fomento (saf), bajo el estatuto de comisionados. El staff
construyó su liderazgo mediante la administración de los recursos econó-
micos y la organización del personal en una estructura marcadamente jerár-
quica. En su máxima expansión, el staff se conformó por 21 estadunidenses
apoyados por 100 mexicanos.10
La narrativa producida por la fr sostiene que los científicos adscritos
a la División de Agricultura que participaron en los programas internacio-
nales –como el mexicano– se distinguieron por tener un récord académi-
co destacado, registrar actividades docentes y de investigación,11 y encarnar
un espíritu “misionero” que les hizo preferir un peregrinaje en favor del
“bienestar de la humanidad”, por sobre las comodidades que les hubiese
brindado la vida universitaria.12 Desde esta visión, la fr recompensaba a
aquellos que mostraban disciplina y desprendimiento personal al aceptar
trabajar en sitios que retaban sus capacidades por lo distinto, inhóspito o inse-
guro, pues estos eran los espacios que mayores esfuerzos demandaban para
ser modernizados. Así, los empleados más valiosos para la fr eran aquellos
dispuestos a viajar, a asumir papeles directivos y a aprender idiomas, aun-
que sin mimetizarse con los nuevos entornos, ya que debían fungir como
embajadores de la cultura estadunidense.

9
“El Programa Agrícola Mexicano y la Fundación Rockefeller”, El Nacional, 7 de diciembre de 1950.
10
Olea, “One century”, 2002, p. 551.
11
Armando Cevallos Jr., “Medio siglo de vida. Historia de la Fundación Rockefeller”, El Uni-
versal, 8 de septiembre de 1963.
12
Entrevista a Elvin C. Stakman, realizada por Pauline Madow, Nueva York, abril de 1971, en Roc-
kefeller Archive Center (en adelante rac), Rockefeller Foundation (en adelante rf) Collection,
Record Group (en adelante rg) 13, caja 10.
68 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Para separar las prácticas del staff de la narrativa oficial, aquí se propo-
ne caracterizarlo como un conjunto de expertos transnacionales, destacando
algunos elementos relacionados con su movilidad y capacidad para crear
y articular conexiones que cruzaron fronteras nacionales.13 Su identidad se
conformó tanto por su trayectoria académica y profesional como por sus
viajes y encuentro con la fr, que les permitió posicionarse en la oee e in-
cidir en la creación de vínculos transnacionales. Fue crucial que la fr, su
empleadora, validara su conocimiento especializado a pesar de que algunos
no poseían títulos específicos en los campos disciplinares en los que se des-
empeñaron. El staff en México, como el resto de la burocracia Rockefeller,
generó un marco híbrido de contactos que combinó prácticas formales e
informales dirigidas a generar confianza y direccionar las dinámicas de la
labor científica profesional según la agenda de la fr.14
En primera instancia, el grupo se conformó por los individuos que en
1941 viajaron en la comisión exploratoria que estimó la viabilidad del Pro-
grama Agrícola Mexicano. Estos fueron: Elvin C. Stakman –fitopatólogo de
la Universidad de Minnesota–, Richard Bradfield –experto en suelos de la
Universidad de Cornell– y Paul C. Mangelsdorf –genetista vegetal de la Uni-
versidad de Texas A&M. Todos ellos con trayectorias estudiantiles y docen-
tes en centros académicos pertenecientes al land-grant university system, cuyo
principio rector fue conectar la investigación universitaria con la industria
estatal y nacional bajo un esquema de reciprocidad en el financiamiento y
posesión de patentes. En consecuencia, este sistema marcó su experiencia
y fue referente para el diseño de la oee. Ahora bien, debido a que el sistema
mexicano difería ampliamente del estadunidense, pues no conectaba la ense-
ñanza e investigación agrícola con la industria, fue preciso construir un nuevo
modelo que se desenvolviera en un contexto de baja competitividad en la
posesión de patentes; muestra de ello es que la oee decidiera no generar nin-
guna.15 Esta circunstancia matiza la idea de la “exportación” de un modelo.
La fr ofreció a Stakman la dirección de la oee, pero este la rechazó en
favor de su exalumno J. George Harrar –fitopatólogo de la Universidad Estatal
de Washington–, argumentando compromisos académicos y de consultoría

13
Minor, Cruzar fronteras, 2019, p. 14.
14
Las directrices sobre las prácticas de la burocracia Rockefeller las cito de Michael Barany,
quien desglosa su propuesta a partir de sus estudios sobre los expertos y becarios en el campo de las
matemáticas. Barany, “Rockefeller bureaucracy”, 2019, pp. 781, 793.
15
El debate científico y económico sobre la generación de patentes es reconstruido con detalle
por Netzahualcóyotl Gutiérrez, en “Cambio agrario”, 2017.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 69

pública y empresarial. En efecto, Stakman contaba con una trayectoria sóli-


da generando recomendaciones para el Departamento de Agricultura de los
Estados Unidos (usda) en diversos puntos de América Latina y visitando
las plantaciones de la compañía Firestone en Liberia.16
Además de sus credenciales académicas, Harrar tenía experiencia tra-
bajando en América Latina, pues, entre 1929 y 1933, enseñó en el Depar-
tamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.17
Periodo que le permitió tratar con estudiantes latinoamericanos, familiarizar-
se con algunas de sus costumbres y aprender el idioma español. La isla era
un importante centro de intercambio agronómico entre Estados Unidos y
el subcontinente,18 relevante para los estudiantes que no contaban con pro-
gramas universitarios en agronomía en sus respectivos países, entre ellos,
los centroamericanos y venezolanos.19
Al momento de recibir la invitación para dirigir la oee, Harrar era jefe
del Departamento de Patología Vegetal en Washington, una posición deco-
rosa que decidió abandonar, posiblemente, al considerar que su trabajo en
México le brindaría aún mejores perspectivas profesionales.20 Como director,
Harrar fue el responsable de seleccionar al resto del staff que se estableció
en México en compañía de sus familias nucleares. Algunos de los miembros
más destacados de la oee a lo largo de sus 18 años de funcionamiento fueron:
Edwin J. Wellhausen –especialista en maíz–, Norman E. Borlaug –fitopa-
tólogo–, William Colwell –especialista en suelos–, John J. Mckelvey –ento-
mólogo económico–, Lewis M. Roberts –especialista en maíz–, John S. Nie-
derhauser –especialista en papas–, Jesse P. Perry –especialista en bosques–,
Douglas Barnes –especialista en entomología–, Reggie J. Laird –especialista
en suelos–, Robert D. Osler –especialista en genética–, John A. Pino –especialis-
ta en zoología–, Neil B. MacLellan –fotógrafo dedicado a las comunicaciones
científicas– y Dorothy Parker –botánica que asumió las tareas de biblioteco-
logía especializada y única mujer del personal enviado por la fr.

16
Entrevista a Elvin C. Stakman, realizada por Pauline Madow, Nueva York, abril de 1971, en
rac, rf, rg 13, caja 10.
17
Lorek, “Developing paradise”, 2019, p. 254.
18
Para leer en detalle sobre esta cuestión, y en particular acerca de la relación de Puerto Rico
con la agricultura colombiana, véase Lorek, “Developing paradise”, 2019, “Strange priest”, 2020, y
“The Puerto Rican”, 2020.
19
Ruiz, Tras el fuego, 1997.
20
Entrevista a J. George Harrar, realizada por William C. Cobb, Nueva York, junio de 1970,
en rac, rf, rg 13, caja 4.
70 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

La forma en que Harrar los contactó fue diversa. Algunos eran conoci-
dos, mientras que otros fueron seleccionados gracias a recomendaciones.
En el caso de los vínculos previos, destaca la relación profesor-alumno.
Stakman fue profesor de Harrar y Borlaug, Mangelsdorg de Roberts, y
Harrar de McKelvey.21 En el plano de las recomendaciones, se priorizó la
incorporación de individuos que en su trayectoria tuviesen antecedentes
de trabajo en los estados del sur estadunidense. Apoyada en la experiencia de
los programas agrícolas de la Junta de Educación General, la filantropía
Rockefeller asumió que esta región y México eran semejantes en sus pro-
blemáticas sociales, económicas y agrícolas; siendo los aspectos más notorios
la búsqueda de la diversificación y la tensión política animada por el reparto
agrario.22 De esta manera, se anticipó que el bagaje del staff redundaría en su
sensibilización respecto al contexto mexicano. Harrar y Wellhausen tenían
experiencia en Virginia, mientras que Roberts y Mangelsdorf en Texas.23
Al staff también se sumaron personas contactadas por Harrar en giras
destinadas a este propósito, como fue el caso de Parker, quien durante un
evento académico logró entablar amistad con Harrar y su esposa Geor-
getta, quienes la invitaron a unirse a la oee. Parker renunció a su trabajo en
Universidad de Notre Dame, aceptó la oferta de Harrar, quizá por contar
con un mejor salario, y en 1945 emprendió el viaje a México, conduciendo
desde California en la compañía de Georgetta y sus hijos, George viajó por
separado.24 Esta forma de reclutamiento es signo del valor que la burocracia
Rockefeller confirió a las entrevistas y encuentros directos para la conforma-
ción de su planilla. La identificación personal fue un elemento de peso.
Durante los primeros años del programa, los miembros del staff osci-
laban entre los 30 años, lo que los ubicó generacionalmente en un marco
de experiencias compartidas. Una de las más importantes fue la crisis de
1929 y las políticas de reactivación económica del New Deal, en particular,
las dirigidas a la agricultura. Muestra de ello es la trayectoria de Perry, quien

21
Fitzgerald, “Exporting American”, 1986, p. 78.
22
Tore Olsson explora con detalle las similitudes entre los lineamientos de los programas rurales
de la Junta de Educación General y el desarrollo de los primeros diez años del Programa Agrícola
Mexicano. De ellas, destaca la implementación de las prácticas demostrativas asociadas al servicio
de extensión. Olsson, Agrarian crossings, 2017. Los trabajos de la Junta permitieron la reunión de la filan-
tropía Rockefeller y el servicio de extensión.
23
Entrevista a Richard Bradfield, realizada por William C. Cobb, Nueva York, 30 de noviem-
bre de 1966, en rac, rf, rg 13, caja 15.
24
Entrevista a Dorothy Parker, realizada por William C. Cobb, Nueva York, abril de 1967, en
rac, rf, rg 13, caja 21.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 71

durante los años más severos de la gran depresión suspendió sus estudios
y migró de Carolina del Norte a Nueva York para emplearse como acomo-
dador en un teatro en Broadway. Poco después, se convirtió en cadete de
la United Fruit Company abordo de un navío que transportaba pasajeros y
bananos entre San Francisco, el canal de Panamá y Puerto Limón, en Costa
Rica. Este trabajo le permitió familiarizarse con el español y acercarse a las
condiciones de la agricultura de exportación; años más tarde se desempeñó
en otros oficios, entre ellos, como empacador de fruta en California, junto con
migrantes mexicanos y filipinos.25 La entrada de Estados Unidos a la segunda
guerra mundial, en 1941, generó otro marco de experiencias compartidas.
Perry se enlistó en la Marina, Mac Lellan en el cuerpo aéreo, donde sirvió
en Europa, y, con el rango de capitán, Roberts pilotó un bombardero.26
El conflicto bélico internacional propició que México y Estados Uni-
dos renovaran su relación bilateral mediante acuerdos específicos. De Estados
Unidos a México se trasladaron militares y manufacturas, mientras que de
México a Estados Unidos se movilizaron materias primas y trabajadores
agrícolas, “los brazos” de la agricultura californiana. La extensa frontera,
real e imaginaria, se volvió un espacio poroso que permitió el cruce de in-
dividuos, mercancías e ideas cruciales para la economía de guerra. En este
contexto, los miembros del staff que cruzaron la frontera hacia México no
lo hicieron a título individual, sino con el respaldo de la fr, que validó sus
conocimientos y habilidades que los presentó como los profesionales idó-
neos para manejar la oee. Aunque algunos ya contaban con experiencias
internacionales, su trabajo en México fue el comienzo de su actividad como
generadores de conexiones transnacionales.

EL TIEMPO DE LOS PASANTES: MEXICANOS EN LA OEE

Desde su creación, la oee se albergó en las instalaciones de la saf en el


exconvento de San Jacinto, al poniente de la ciudad de México. En este edificio
coexistieron distintas dependencias, entre ellas la Dirección de Agricultura
y la sede mexicana del usda. La proximidad permitió algunas colabo-

25
Entrevista a Jesse P. Perry, realizada por William C. Cobb, Nueva York, febrero y marzo de
1967, en rac, rf, rg 13, caja 21.
26
Entrevista a Neil B. Mac Lellan, realizada por William C. Cobb, ciudad de México, 7 de octubre
de 1966, en rac, rf, rg 13, caja 18; Stakman, Bradfield y Mangelsdorf, Campaigns against, 1967, p. 41.
72 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

raciones; por ejemplo se autorizó que el personal de la oee utilizara los


laboratorios de la Dirección.27
Esta clase de convivencia alentó el encuentro entre el staff y los po-
tenciales candidatos a pasantes en la oee. Así, en 1943, por iniciativa propia y
con conocimiento del acuerdo sobre las pasantías, José Rodríguez Vallejo
abordó a un investigador del staff en el laboratorio y se propuso como cola-
borador de la oee. Tras una entrevista, el agrónomo logró su cometido.28
Rodríguez, de 23 años, era egresado de la Escuela Nacional de Agricultura
(ena) y se desempeñaba como patólogo en la saf. ¿Qué motivos pudieron
impulsarlo a tomar la decisión de integrarse a la oee? Se pueden sugerir
algunas hipótesis: un interés personal por formarse a un nivel más avanza-
do, la perspectiva de obtener un mejor empleo al término de su pasantía, la
ambición por obtener una beca de la fr que le permitiera estudiar un posgra-
do en el extranjero o la búsqueda de un aumento en sus ingresos, pues
en la oee recibiría un salario competitivo. En cualquier caso, Rodríguez se
convirtió en el primer pasante de la oee y, en 1944, en el primero en ob-
tener una beca de la fr para optar por el grado de m. s. en la Universidad
de Minnesota. A su retorno a México asumió la dirección de una estación
experimental ligada a la oee.29
Al paso de los años, el sistema de pasantías creció. Hasta 1945 se
habían integrado 24 alumnos.30 La mayoría eran agrónomos egresados
de la ena o de la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro en Salti-
llo. También comenzaron a reclutarse personas de otras disciplinas como
química y biología, provenientes del Instituto Politécnico Nacional (ipn) y
la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Para 1950, la saf
había comisionado a un total de 79 jóvenes para instruirse en la oee.31 Los
registros sobre este alumnado no son precisos; sin embargo, la revisión
de diversos grupos documentales del Rockefeller Archive Center permite

27
Entrevista a Dorothy Parker, realizada por William C. Cobb, Nueva York, abril de 1967, en
rac, rf, rg 13, caja 21.
28
Stakman, Bradfield y Mangelsdorf, Campaigns against, 1967, p. 183.
29
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
30
Stakman, Bradfield y Mangelsdorf, Campaigns against, 1967, p. 184.
31
“El Programa Agrícola Mexicano y la Fundación Rockefeller”, El Nacional, 7 de diciembre de 1950.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 73

proponer una cifra estimada de 300, entre 1943 y 1961.32 De ellos, 111
mexicanos obtuvieron una beca para formarse en el extranjero.33
El arribo de los estudiantes se dio por distintas vías, ya fuera por ini-
ciativa personal, como en el caso de Rodríguez, por instrucciones de la saf,
por recomendaciones de otros científicos o pasantes y, por supuesto, por
invitaciones individuales de parte del staff. En sentido estricto, no exis-
tió un proceso de admisión ni transparencia en los criterios de aceptación.
Respecto a los méritos académicos o profesionales, podía llegar a pesar la
simpatía de algún superior, que apostaba por su formación para engrosar
la planilla de alguna de las dependencias. Para varios, la pasantía significó
una promesa de empleo fuera de la oee.
La experiencia del mexicano Dieter Enkerlin Schallenmueller demues-
tra la informalidad en el ingreso a la oee. En 1948, Schallenmueller estaba
a punto de graduarse como biólogo en la unam, colaboraba en el Instituto
de Biología y dictaba clases en el bachillerato de la misma universidad.
Uno de sus colegas y profesores, el doctor Manuel Chavarría, al conocer
su interés en la entomología, le sugirió acercarse al usda en México, pues
sabía que estaban contratando personal. Chavarría llevó a su amigo a entre-
vistarse con Bill Stone, quien, a pesar de su cordialidad, les informó que ya
no tenía vacantes, pero les recomendó “tocar la siguiente puerta” donde se
encontraba la oee. Tras una entrevista con Harrar y McKelvey, se convino
la incorporación de Schallenmueller para el siguiente año. Schallenmueller,
de ascendencia alemana, no encontró obstáculos para relacionarse con el
staff a pesar del contexto de posguerra, y en 1951, recibió una beca de la fr
para obtener el grado de m. s. en Universidad de Cornell y una segunda
beca, en 1957, para alcanzar su phd en la Universidad de Texas A&M.
Durante su tiempo en la oee, Schallenmueller promovió la incorpora-
ción de algunos de sus colegas biólogos, entre ellos Manuel Rojas, Paulino
Rojas y Rodolfo Félix. También propició la llegada de sus colegas Berta de
Buen de Gambos y Ana María de Buen de Biagi, de nacionalidad española,
quienes fueron comisionadas para la preparación de la colección de insectos del

32
rac, rf, rg 1.1, Series 300, cajas 1-6; rac, rf, rg 16, cajas 1-5.
33
El hecho de que los pasantes recibieran un pago ha llevado a algunos historiadores a clasi-
ficarlos como becarios de la fr, pero no todos tuvieron este estatuto. Esta confusión fue generada
por el propio staff, que en el libro Campaings against hunger –editado en 1967–, afirmó que en la oee se
habían formado 500 estudiantes. Stakman, Bradfield y Mangelsdorf, Campaigns against, 1967, p. 184.
Parte de estas incongruencias fueron planteadas por Adolfo Olea Franco. Olea, “One century”, 2002.
74 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

área de entomología y apoyaron la realización de tareas experimentales


para la emisión de recomendaciones sobre el control de plagas.34
Otro caso que da cuenta de la pluralidad de itinerarios que reunió a
los pasantes en la oee y el sinuoso camino para obtener una beca es el de Evan-
gelina Villegas Moreno, químico-bióloga del ipn, quien se unió a la oee en 1949,
beneficiada por la recomendación de uno de sus profesores que la presentó
al staff.35 Aunque el interés de Villegas era trabajar en el laboratorio para abor-
dar temas relacionados con la alimentación y la toxicología, se le ofreció la-
borar en la biblioteca de la oee bajo la dirección de Parker. Años más tarde,
como empleada del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, recibió
dos becas de la fr que le permitieron completar sus posgrados. La primera,
en 1961, para estudiar en la Universidad Estatal de Kansas y, la segunda, en
1964, para enrolarse en la Universidad Estatal de Dakota del Norte.36
Si bien los casos de Schallenmueller y Villegas son apenas ilustrativos
de un entramado diverso de vínculos que cohesionaron al núcleo de pa-
santes, permiten mostrar algunos elementos que enriquecen la mirada sobre
la cuestión. Por ejemplo, pese a que las pasantías fueron en su mayoría otor-
gadas a agrónomos, este no fue el único grupo disciplinar presente en la
oee, sumado a que la iniciativa personal jugó un papel central para alcanzar
sus metas profesionales. Respecto al trabajo de las mujeres, esta información
plantea que las labores de investigación en la oee reservaron lugares específi-
cos como la biblioteca y el laboratorio; aunque sobre este punto, se requiere
una indagación particular y profunda.
La interacción de la oee con el resto de las dependencias instaladas
en San Jacinto también generó tensiones. Fue el caso de la rivalidad entre la
biblioteca de la Dirección de Agricultura y la de la oee. A decir de Parker,
la biblioteca de la Dirección tenía material de importancia para el trabajo básico
en taxonomía, botánica, entomología y ecología, pero este no se encon-

34
Los nombres completos y la evidencia de su participación en las tareas experimentales fue-
ron localizados en la nota de agradecimiento que Douglas Barnes –entomólogo de la oee– dirigió a
ambas mujeres en su estudio sobre las chicharritas. Barnes, Biología, ecología, 1954; entrevista a Dieter
Enkerlin Schallenmueller, realizada por William C. Cobb, Monterrey, enero de 1967, en rac, rf
Collection, rg 13, caja 23.
35
Entrevista a Evangelina Villegas Moreno, realizada por Eduardo Casas Díaz y María de los
Ángeles Hernández, Estado de México, abril de 2006. Casas, Martínez e Infante, Las ciencias agrícolas,
vol. 2, 2011.
36
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 75

traba ordenado bajo algún sistema de catalogación científica,37 por lo que


se propuso para clasificarla, arguyendo que, de esta forma, se volvería útil
para la investigación, propuesta que, sin embargo, fue rechazada. Parker
explicaba que la principal resistencia se debía a que la biblioteca38 estaba
administrada por personas que no tenían ninguna formación en biblioteco-
logía, aunque ella misma no la tenía, pues era botánica. Si bien esto no resta
mérito a los conocimientos de Parker, es evidencia de la manera en que la fr
avaló la experticia transnacional de su personal.
Parker y el resto del staff tenían la ambición de que la biblioteca de la oee
se convirtiera en la primera “verdaderamente científica” de América Latina,
de acuerdo con sus criterios. Por ello, desarrollaron un trabajo minucioso en
la curaduría de las colecciones, procurando que estas estuvieran a la vanguar-
dia de las discusiones científicas internacionales, por lo que se priorizó la im-
portación de libros y revistas estadunidenses.39 A grandes rasgos, las labores
de la biblioteca se abocaron a hacer de esta el repositorio de una colección
“viva”, es decir, con utilidad y pertinencia para las investigaciones de la oee.40
No sólo se invirtió en su mantenimiento y clasificación, también se inició un
sistema de comunicaciones científicas dirigido a la preparación de documen-
tos de referencia, en su mayoría bibliografías, que permitían a los interesados
conocer los materiales que podían ser solicitados –en microfilm o impresos– a
otros centros en el extranjero.41 Además, la biblioteca se dedicó a la edición de los
impresos, como informes, boletines y folletos, que el Programa Agrícola Mexi-
cano distribuyó para difundir sus labores; para lo cual, la biblioteca usó el
laboratorio de fotografía perteneciente al mismo edificio.42
A estas actividades se sumó la educación de los usuarios de la biblioteca,
a quienes se instruía en las normas del ordenamiento, las reglas de consulta y
la manera correcta de referir los textos solicitados. Entre los principales usua-
rios estaban los pasantes que preparaban sus tesis de licenciatura, estudiantes
de la ena, funcionarios mexicanos, personal del usda, e incluso científicos que

37
Entrevista a Dorothy Parker, realizada por William C. Cobb, Nueva York, abril de 1967, en
rac, rf, rg 13, caja 21.
38
Ibid.
39
En otro escrito analizo el papel de la conformación de bibliotecas especializadas y la educa-
ción superior de bibliotecarios en el avance de la revolución verde en América Latina. Méndez y
Urquijo, “Guardianes del conocimiento”, [en prensa].
40
Ibid.
41
Ibid.
42
“El Programa Agrícola Mexicano y la Fundación Rockefeller”, El Nacional, 21 de septiembre de 1950.
Imagen 1. Biblioteca de la oee en 1952. A la izquierda se encuentra Dorothy Parker.
Al fondo se observa a dos usuarios de la biblioteca.
Fuente: rac, rf, Photographs, series 100-1000, caja 92, folder 1841. © Cortesía del Rockefeller Archive Center.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 77

estaban de paso por el país;43 como fue el caso de Wilson Popenoe –director de la
Escuela Agrícola Panamericana– y de otras personalidades del medio agronómi-
co como John Hawkes, Donovan Correll, Carl O. Sauer y Marjorie Whiting.44
La imagen 1 muestra las instalaciones de la biblioteca de la oee; se pueden
observar los papeles que la fr buscó representar en la construcción de la
fotografía: a las mujeres a cargo de la biblioteca y a los hombres leyendo.
El punto máximo de las tensiones en San Jacinto llegó en 1953, cuan-
do la oee tuvo que mudarse de manera apresurada ante la amenaza de los es-
tudiantes de la Escuela Normal de incendiar el exconvento –donde también
se alojaba la Normal–, bajo la exigencia de que ellos requerían áreas para sus
dormitorios, por lo que debían retirarse las otras dependencias. El nuevo domi-
cilio de la oee se estableció en la zona vecina de San Cosme; sin embargo, en
este espacio sólo duró tres años, pues el edificio en que se alojaron tenía fa-
llas estructurales y mostraba signos de posible derrumbe, condición que, de
nueva cuenta, hizo que se mudaran con premura. La tercera sede de la oee,
definitiva hasta su cierre, fue una casa en la colonia Juárez, precisamente en
el número 40 de la calle Londres.

EL NORTE DEL SUR: LATINOAMERICANOS EN MÉXICO

La biblioteca, como sitio de investigación, fue muy relevante para las ta-
reas de la oee.45 Muestra de ello es que el primer becario latinoamericano
se desempeñó en este espacio. Se trató del colombiano Emilio Antonio Yé-
pez Yépez, quien arribó a la ciudad de México en 1948 para estudiar linea-
mientos sobre la organización y manejo de bibliotecas –bajo la dirección de
Parker. Yépez era profesor en la Facultad de Agronomía de la Universidad
Nacional de Colombia en Medellín, sitio en el que se esperaba que pusiera en
práctica sus nuevos conocimientos.46 Es significativo que el primer becario
latinoamericano en México fuera un colombiano y llegara a finales de la
década de 1940, ya que este país fue el segundo en establecer un programa de
colaboración agrícola con la fr, acercamiento que se intensificó en aquel

43
Ibid.
44
Entrevista a Dorothy Parker, realizada por William C. Cobb, Nueva York, abril de 1967, en
rac, rf, rg 13, caja 21.
45
La importancia de la biblioteca como espacio de profesionalización de las ciencias agrícolas
fue reiterada en el marco del Plan Chapingo; al respecto véase el capítulo 6 de este libro.
46
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
78 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

año. El Programa Agrícola Colombiano, creado en 1950, siguió algunas de


las pautas del Programa Agrícola Mexicano, aceleró la internacionalización
de la revolución verde en el subcontinente y fue marcado por la trama
modernizante de la guerra fría.47 El programa, en actividad hasta 1964, tuvo su
equivalente institucional a la oee, bajo el nombre de Oficina de Investigacio-
nes Especiales y recibió becarios Rockefeller de otros países latinoamericanos
para formarse técnicamente. Al igual que en el caso mexicano, los progra-
mas en bibliotecología ganaron importancia en Colombia, ejemplo de ello
es el establecimiento de un convenio en 1956 entre la fr y la Universidad
de Antioquia para la creación de una escuela especializada en esta materia.48
A partir de 1950, y hasta su cierre en 1961, la oee fue un importante
centro de formación para becarios latinoamericanos en México. Esta vía
de circulación académica se configuró a partir de tres elementos asociados
a la guerra fría. El primero corresponde a las relaciones internacionales. Por
un lado, se efectuó el fortalecimiento de los vínculos bilaterales entre
México y Estados Unidos, que convirtió al primero en la correa de transmi-
sión de la política interamericana hacia la región, alentada por el interés en
contener el avance del comunismo. México asumió un papel relevante en las
negociaciones latinoamericanas, logrando que su apoyo al interamericanis-
mo se tradujera en el fortalecimiento de su liderazgo regional.49 Esto favo-
reció la llegada de estudiantes a México, sobre todo aquellos provenientes
de Centroamérica, Perú y Colombia, sitios de interés para el gobierno. Su
traslado se favoreció por la extensión del sistema universitario.
El segundo elemento remite al énfasis que los proyectos agrícolas ad-
quirieron para la fr durante la guerra fría y la correspondencia entre sus
planteamientos y el gobierno mexicano. La fr afirmó la interpretación de que
existía una relación entre la “sobrepoblación”, la escasez y la beligerancia; es
decir, que las revoluciones comunistas se generarían en los sitios azotados por
distinta clase de carencias.50 Estos posicionamientos se tornaron en un mo-
tivo propagandístico, dirigido a alentar la recepción de estudiantes latinoa-
mericanos en la oee. La prensa mexicana fue receptiva a este discurso que
asoció el aumento de la producción alimenticia, la cooperación internacional
y la filantropía al mantenimiento de la paz. Así, se publicaron notas inéditas o

47
Para leer en detalle al respecto, véase Lorek, “Developing paradise”, 2019.
48
Actions, University of Antioquia, Medellín, Colombia, en rac, Dorothy Parker Papers,
series 1, subseries 1.4, caja 7, folder 42.
49
Palacios y Covarruvias, Historia de las relaciones, 2011.
50
Cullather, The hungry world, 2010.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 79

traducciones de escritos estadunidenses que remarcaron la trascendencia de


los logros de la oee en el desarrollo de nuevas opciones productivas que,
bien encauzadas, podrían llegar a repercutir en otras regiones.51 Este fue el caso
de una traducción de 1950 en El Nacional de una nota aparecida en The New
York Times, que sentenció que “la producción alimenticia de México podrá en
fecha cercana servir a numerosas naciones del mundo”.52
El tercer elemento fue la inclinación de los gobiernos latinoamerica-
nos por implementar planes modernizadores, fundados en la capacitación
avanzada de sus cuerpos técnicos en el extranjero.53 En esta línea destacó Bra-
sil, que desde la década de 1940 dio un importante impulso a la moderni-
zación agrícola orientada a la diversificación de su producción. Para Brasil y
otras naciones, México era preferible como destino académico, pues sus condicio-
nes geográficas y culturales eran más cercanas que las del mundo anglosajón.54
Además de ello, representaba un menor costo para los gastos complementarios.
La selección de los candidatos fue un proceso conjunto entre la fr
y los distintos gobiernos latinoamericanos, aunque la decisión final recayó
en el staff.55 Puesto que no existió una convocatoria abierta, se estipuló que los as-
pirantes debían pertenecer al sector público en el área de enseñanza o de
investigación agrícola. Los directivos fueron los responsables de presentar a los
potenciales becarios y asegurar un empleo o ascenso a su retorno; aque-
llos que presentaron una carta corroborando un respaldo institucional
se vieron favorecidos.56 El proceso de selección fue demandante, pues la
fr y los respectivos gobiernos esperaban que los beneficiados regresaran y
mantuvieran un alto desempeño en sus funciones.57 Esta fue la expectativa
a la que los becarios se ajustaron en mayor o menor medida. La gráfica 1
muestra el número de beneficiarios por país entre 1948 y 1961.

51
“Esfuerzo mancomunado a fin de alimentar mejor al pueblo”, El Nacional, 18 de abril de
1950; “El Programa Agrícola de México hará subir el nivel de su economía”, El Dictamen, 8 de mayo
de 1950; Filiberto Gómez González, “La Fundación Rockefeller”, El Dictamen, 13 de noviembre de 1951.
52
“La producción alimenticia de México servirá pronto a muchas naciones”, El Nacional, 17 de
marzo de 1950.
53
Esta apreciación la tomo del trabajo de Humberto Ruiz, quien se expresa a propósito del
caso venezolano. Ruiz, Tras el fuego, 1997, p. 13.
54
Da Cunha, “Cultivando el Estado”, 2021.
55
Para conocer con detalle las pautas formales e informales del proceso de selección, véase el
capítulo 3 de este libro.
56
Carta de John J. McKelvey a O. L. Nimms, 15 de marzo de 1955, rac, rf, rg 1.1, series 300,
caja 2, folder 8.
57
Entrevista a Jesse P. Perry, realizada por William C. Cobb, Nueva York, febrero y marzo de
1967, en rac, rf, rg 13, caja 21.
80 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Gráfica 1. Nacionalidad de los becarios de la fr en la oee, 1948-1961


92 personas

Brasil 33
Perú 16
Bolivia 12
Chile 4
Colombia 4
Nicaragua 4
Costa Rica 4
Argentina 3
Panamá 3
Ecuador 2
Honduras 2
Paraguay 2
Guatemala 2
Venezuela 1
Fuente: elaboración propia con información obtenida de la base de datos Rockefeller Fellows.
Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organizations (1914-1970). Se añadieron dos
individuos, cuya presencia en México y condición de becarios se corroboró mediante entrevistas y
la revisión de documentos del rac.
Un artículo de El Nacional informa que, hasta 1950, habían llegado a la oee doce colombianos
y tres guatemaltecos, no obstante, no se incluyen los nombres y no se indica que fuesen becarios de
la fr. La inconsistencia en la información se debe al flujo continuo de personas fuera y dentro del
programa de becas. “El Programa Agrícola Mexicano y la Fundación Rockefeller”, El Nacional, 7 de
diciembre de 1950.

A diferencia de los mexicanos, la mayoría de los becarios latinoame-


ricanos ya había completado sus estudios superiores a nivel técnico o li-
cenciatura. Sin embargo, algunos llegaron siendo pasantes de licenciatura
y durante su tiempo en la oee recopilaron datos para la preparación de
sus tesis; tal como lo hizo el colombiano Roberto Astrálaga –del Ministe-
rio de Agricultura y Ganadería–, quien colaboró entre 1948 y 1949 en la
sección de maíz.58 En general, los latinoamericanos se habían desempeñado

58
Carta de Eduardo Mejía Vélez a J. George Harrar del 18 de noviembre de 1948, en rac,
rf, rg 6, series sg 13, caja 4, folder 38; carta de J. George Harrar a Jorge Ortiz Méndez del 1 de
diciembre de 1949, en rac, rf, rg 6, series sg 13, caja 4, folder 38.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 81

previamente como profesores de nivel medio y superior, en los servicios de


extensión de reforma agraria y en instituciones de crédito.59
Como becarios, recibieron una cuota mensual de 1 000 pesos mexicanos
a los que podía sumarse un bono de 500 pesos si viajaban en compañía de
su familia. Este fue el caso del brasileño Edivaldo Sobral de Goes –del Instituto
Agronómico del Oeste–, quien, en 1957, viajó para estudiar suelos; lo acompañó su
esposa, y en enero de 1958, nació su primer hijo en la ciudad de México.60
Los becarios de la fr no fueron los únicos latinoamericanos que se for-
maron en la oee.61 A partir de distintas rutas se sumaron otros; algunos
fueron auspiciados por sus respectivos gobiernos y por dependencias inter-
nacionales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura (fao) y el Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá
(incap). Este último recibió financiamiento de la Oficina Sanitaria Pa-
namericana y de la Fundación Kellogg para enviar a un guatemalteco,
un hondureño y un salvadoreño a estudiar en la oee, con la perspectiva de
adherirlos a la planilla del incap.62
Algunos más se movilizaron con sus propios recursos y bajo una ini-
ciativa absolutamente personal, como el nicaragüense Enrique Baltodano
Ramírez, quien en 1955 llegó a la oee –entonces bajo la dirección de We-
llhausen– afirmando ser beneficiario de una beca de la fr a través del Mi-
nisterio de Agricultura de Nicaragua. Aunque Wellhausen no tenía noticia
de tal designación, permitió a Baltodano colaborar en la sección de maíz,
siempre y cuando él mismo solventara los gastos de su sostenimiento.63
La historia de Baltodano permite pensar que la oee comenzaba a ser cono-
cida en la región como un sitio que permitía la construcción de oportuni-
dades transnacionales y una plataforma para alcanzar objetivos personales.
En otras palabras, México comenzó a posicionarse como un laboratorio de
experticia para la revolución verde.
No todos los pasantes y becarios de la oee buscaban estudiar en el
extranjero, y entre quienes sí lo deseaban no todos cumplieron su aspira-
ción de obtener un estipendio para viajar a Estados Unidos. Resalta el caso del

59
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
60
Ibid.
61
La documentación del Rockefeller Archive Center sugiere la presencia de extranjeros prove-
nientes de otras regiones en Asia y África; este tema requiere investigarse puntualmente.
62
“El Programa Agrícola Mexicano y la Fundación Rockefeller”, El Nacional, 7 de diciembre de 1950.
63
Carta de Edwin de J. Wellhausen a J. George Harrar del 14 de febrero de 1957, en rac, rf,
rg 10.1, series 313 E, caja 163, folder 2521.
82 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

boliviano Jorge Ayala Zambrano, quien trabajó sobre asuntos pecuarios


junto con Pino, quien concluyó que “a pesar de que Ayala ha sido muy de-
dicado a los proyectos de investigación y ha estado ansioso por aprender, no
ha mostrado la chispa que nosotros buscamos”.64 Para otros de estos alum-
nos, su experiencia en México les permitió obtener la esperada beca años
más tarde, cuando las labores de la fr se extendieron a sus respectivos paí-
ses, lo que los convirtió en la punta de lanza de la revolución verde. Algu-
nos de los programas de la fr que emplearon a egresados de la oee fueron:
el Programa Agrícola Colombiano (1950-1964), el Programa Cooperativo
Centroamericano para el Mejoramiento del Maíz (1954-1963) y el Progra-
ma Agrícola Chileno (1955-1970).
Estos intercambios dejan ver que la experiencia mexicana comenzó
a internacionalizarse a través de la movilidad auspiciada por el Programa
de Becas de la fr;65 sin embargo, este no fue un fin en sí mismo, sino sólo
una parte orgánica destinada a dinamizar los proyectos de la organización.66
En este caso, el objetivo fue ampliar una red de contactos que permitiera
que los nuevos programas se desarrollaran rápidamente y no tuvieran que
transitar por una fase educativa prolongada, como en el caso del oee.
Se esperaba que la formación que estas personas obtuvieran en México
les permitiera incorporarse a los nuevos proyectos de la fr en sus respectivos
países. Este fue un propósito principal de la fr y no un objetivo del
gobierno mexicano, aunque las instituciones mexicanas fueron las que per-
mitieron el ingreso de los estudiantes extranjeros.

EXPERIENCIA FORMATIVA EN LA OEE

A pesar de que la sede principal de la oee se instaló en la capital del país,


sus actividades se extendieron de forma progresiva por distintas áreas del terri-
torio. Se operó bajo el principio de que el progreso más rápido se obtendría
a través del mayor número de ensayos regionales. Se consideraba que todo
México “era una planta piloto para determinar el comportamiento de las

64
Ibid.
65
Mi apreciación, fundada en el seguimiento a las formas del intercambio académico, es coin-
cidente con la de Lorek, quien señala que México se convirtió en un centro de entrenamiento
bilateral, similar al caso de Puerto Rico. Lorek, “Developing paradise”, 2019, p. 260.
66
Lin, David y Rodogno, “Fellowships programs”, 2018.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 83

nuevas variedades bajo diversas condiciones de suelo y clima”.67 Esto se


hizo posible a través de las estaciones experimentales que la saf le permitió
establecer o reactivar. En menor medida, la oee también realizó trabajos en esta-
ciones estatales, en propiedades privadas y en centros, como la Escuela Supe-
rior de Agricultura Antonio Narro y el Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Monterrey. Las principales se nombran a continuación:
• Mesa central: estación experimental El Horno, Estado de México.
• Bajío: estación experimental La Cal Grande, Guanajuato.
• Zonas tropicales: estación experimental de Cotaxtla, Veracruz.
• Pacífico-Noroeste: estación experimental de Ciudad Obregón, Sonora.68
La ampliación geográfica de las labores de la oee incidió en sus pro-
yectos de investigación y enseñanza; también creó un estrecho vínculo
entre el trabajo de campo y el de laboratorio. La reunión de estas prácti-
cas convirtió a la oee en un espacio de validación del conocimiento asociado
a la revolución verde, accesible a un grupo específico. Aunque las ciencias
agrícolas mexicanas contaban con una importante trayectoria en las labores
de campo y laboratorio, en términos generales, la enseñanza superior prescin-
día de su inclusión;69 de manera que el enfoque de la oee fue particular-
mente atractivo para los egresados que deseaban ampliar sus conocimientos
y para los directivos que buscaban emplear personal diestro en campo y
laboratorio.70 Elementos que otorgaron centralidad a la actividad de la oee.
Uno de los trabajos que mejor ejemplifica el enlace entre el campo y el
laboratorio es el del fitomejoramiento por técnicas mendelianas, perspectiva
dominante en la oee y piedra angular de la revolución verde. El desarro-
llo de nuevas líneas de semillas híbridas consistió en la intervención de la
reproducción sexual de las plantas y su exposición con otras variedades.
La necesidad de incluir la mayor cantidad de diversidad biológica posible
demandó la recolección constante de muestras de maíz, mediante la rea-
lización de expediciones científicas, es decir, trabajo de campo. Una vez
reunido el material, era analizado en el laboratorio a nivel morfológico y
citogenético para establecer su linaje, potenciales cualidades y usos. Estos
factores permitían ponderar su viabilidad para determinadas mezclas. Los re-
sultados no sólo dependían de la carga genética del maíz, pues también

67
Armando Cevallos Jr., “Medio siglo de vida. Historia de la Fundación Rockefeller”, El Uni-
versal, 8 de septiembre de 1963.
68
Harrar, Programa agrícola, 1957.
69
Olea, “One century”, 2002.
70
“La Fundación Rockefeller y los problemas agrícolas de México”, El Dictamen, 2 de julio de 1952.
84 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

influía el lugar de su siembra y la adaptación de las razas a condiciones específi-


cas de clima y altura. A razón de lo cual los cultivos experimentales requerían
ser probados en múltiples regiones. Así, la investigación aplicada al maíz
generó un circuito de complementariedad constante entre el campo y el
laboratorio, la investigación y la enseñanza.
El trabajo de campo fue impulsado por la posibilidad de viajar en
automóvil, pues brindó autonomía en la selección de itinerarios y tiempos
de traslado, antes guiados por las rutas y horarios de otros medios de
transporte colectivo. En las décadas precedentes, la exploración botánica
se había realizado utilizando vagones de ferrocarriles nacionales conver-
tidos en centros de recolección itinerante.71 El automóvil transformó
la exploración agrícola y se convirtió en un instrumento central para la
investigación, la que sólo dependió de la existencia de caminos adecuados. Los
vehículos libraron al staff de la constante vigilancia del gobierno mexicano y
les otorgó libertad para elegir las fechas de sus viajes y las comitivas. Para
algunos de los internos de la oee, estos largos trayectos fueron los primeros
que completaron en automóvil e influyeron en su percepción del territorio.72
Si bien los coches se convirtieron en el medio principal de desplazamiento, de
forma complementaria, se mantuvieron los viajes en avión, tren y caballo.73
La automovilidad permitió que la oee se convirtiera en un facilitador
de expediciones para extranjeros con intereses científicos en el territorio
mexicano, las cuales estaban dirigidas a la recolección de especímenes vege-
tales y animales. Numerosos profesionales recurrieron a los servicios de la
oee y la asistencia de sus internos para la realización de trabajos de campo.
Estos encuentros sirvieron para que algunos jóvenes pasantes conocieran
a académicos que, impresionados por su desempeño técnico, personalidad
o conocimientos teóricos, aceptaron convertirse en sus tutores, si la fr
les otorgaba una beca para estudiar un posgrado bajo su dirección. Esto
quiere decir que el trabajo de campo tuvo un peso importante en la
constitución de las rutas de movilidad internacional y que, en términos de
las relaciones jerárquicas, reprodujo la alineación del laboratorio con los
estadunidenses en la cúspide.74

71
Kent, “De Chapingo a Sonora”, 2020.
72
Entrevista a Dieter Enkerlin Schallenmueller, realizada por William C. Cobb, Monterrey,
enero de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 23.
73
Armando Cevallos Jr., “Medio siglo de vida. Historia de la Fundación Rockefeller”, El Uni-
versal, 8 de septiembre de 1963.
74
Vetter, “Field and laboratory”, 2015.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 85

Los pasantes y becarios fueron incorporados al trabajo de campo y


laboratorio mediante un programa educativo de tipo informal que carecía de
un currículo preestablecido, sesiones escolarizadas, evaluaciones definidas,
presentación de trabajos escritos y no otorgaba títulos o diplomas. El siste-
ma de enseñanza funcionó a manera de un mentorazgo en el que los miem-
bros del staff asumieron el papel de mentor y los estudiantes el de aprendices.
Como si se tratara de un oficio, los alumnos se familiarizaron, según las pautas de
quienes los guiaban, con aspectos teóricos y prácticos en distintas especialidades,
entre ellas: agronomía, genética, botánica, pomología, patología, entomología,
suelos, veterinaria, biología, química, economía agrícola, comunicaciones
científicas y bibliotecología especializada en agricultura. Cada científico podía
asumir la enseñanza de hasta nueve internos, cuya estancia en la oee osciló
entre un par de meses y un año. El staff aseguraba que este tipo de enseñanza
se distinguía de otros espacios, pues no confinaba a los alumnos a un campo
exclusivo,75 por lo que se permitía la colaboración con diferentes tutores.
Si bien no existieron clases formales, se establecieron seminarios saba-
tinos en la sede central, destinados a la explicación de contenidos teóricos
por parte del staff y exposiciones asignadas al estudiantado que se encontra-
ba preparando su tesis de licenciatura. Estas presentaciones debían estar in-
formadas por la consulta de los materiales de la biblioteca, en la expectativa
de que referenciaran las novedades bibliográficas del tema en cuestión. Este
fue el caso del mexicano Eduardo Casas Díaz, quien preparó su diserta-
ción en ingeniería bajo el título “Herencia de tres caracteres morfológicos
en frijol y su relación con la obtención de variedades puras”. El escrito fue
defendido en 1958 y, a decir de Casas, constituyó una de las principales
ventajas de su paso por la oee.76
Pese a que el programa de la oee no incluía la enseñanza formal del
inglés, este era un requisito para aquellos que buscaban obtener una beca
para estudiar en Estados Unidos. Se alentó a los interesados a que tomaran
clases en el Instituto Mexicano-Norteamericano de Relaciones Culturales o
en otros centros de su elección. Los programas del Instituto tenían la virtud
de adherirse a la concepción del mutuo entendimiento y estar dirigidos es-
pecíficamente a personas que deseaban estudiar en Estados Unidos a través

75
Carta de John J. McKelvey a Carlos Socias Schlottfeldt del 16 de noviembre de 1954, en rac,
rf, rg 1.1, series 300, caja 2, folder 8.
76
Entrevista a Eduardo Casas, realizada por Said Infante Gil, s. f. Casas, Infante y Martínez,
Las ciencias agrícolas, vol. 5, 2014.
86 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

de una beca;77 esta fue, por ejemplo, la elección de Antonio Turrent Fernández
y Josué Kohashi Shibata.78 Estos cursos tenían un carácter intensivo, es decir,
con lecciones tres veces por semana durante tres meses.79 Para quienes no
fue posible inscribirse en el Instituto, quedaba la opción de pagar clases
particulares o apoyarse con el ejemplar del “Método Cortina para estudiar
sin profesor”,80 disponible en la biblioteca.81 Aquellos que poseían bases del
idioma se vieron favorecidos al optar por esta vía, entre ellos, los egresados
de la ena que durante sus años de licenciatura recibieron cursos generales. A
pesar de la invitación a estudiar formalmente el idioma, el staff no delegaba
la evaluación en las boletas de los alumnos, pues priorizó el seguimiento que
ellos mismos hacían durante las actividades cotidianas, en las que podían co-
municarse en español o en inglés. La valoración directa era más apreciada
que la realizada por otras dependencias.82
El staff asumía que la combinación de conocimientos teóricos y técni-
cos brindaba una mejor formación al implicar a los alumnos en todas las
fases del trabajo. De igual modo, la participación en las actividades manua-
les sirvió para generar un tipo de interacción que reforzó la jerarquía
impuesta por el staff. Para los estadunidenses, era una opinión generali-
zada que los pasantes no querían “ensuciarse las manos”, pues considera-
ban que su profesión les hacía merecedores de condiciones de trabajo favo-
rables.83 Esta apreciación es coincidente con lo dicho por Antonio Turrent
Fernández –egresado de la ena y pasante de la oee bajo la tutoría de Reggie
J. Laird–, quien señaló:

77
“Seminario de la lengua inglesa”, El Nacional, 25 de julio de 1943.
78
Entrevista a Antonio Turrent Fernández, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 18 de
mayo de 2020, a través de Skype; entrevista a Josué Kohashi Shibata, realizada por Diana Alejandra
Méndez Rojas, 7 de junio de 2020, mediante un cuestionario escrito.
79
“Es creado un seminario para estudio del inglés”, El Universal, 30 de julio de 1943.
80
El método fue creado por el español Rafael Díez de la Cortina, fundador en 1882 del Cortina
Institute of Languages en Nueva York y autor de obras didácticas de enseñanza de idiomas, entre
ellos, el inglés. El método estandarizado consiste en 20 lecciones autodidactas con un sistema de
articulación basado en equivalencias españolas. A la fecha, el método continúa en uso. Bibliote-
ca Virtual de la Filología Española, en <https://www.bvfe.es/es/autor/9623-diez-de-la-cortina-rafael.
html>. [Consulta: 27 de julio de 2021.]
81
Excerpt from Minute of Staff Meeting, 28 de noviembre de 1955, en rac, rf, rg 1.1, series
300, caja 2, folder 8.
82
Newman, “Transnational ambitions”, 2019.
83
Entrevista a J. George Harrar, realizada por William C. Cobb, Nueva York, junio de 1970,
en rac, rf, rg 13, caja 4.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 87

A nosotros los agrónomos, nos formaron con la idea de que los profesionistas no
debíamos meternos al lodo, que estábamos ahí para decir lo que otros tenían
que hacer. Ese es un concepto que teníamos en Chapingo, a pesar de que te-
níamos una sensación de responsabilidad, pues nuestra educación fue pública
(con recursos públicos) se nos orientaba al servicio, desde un punto de vista de
arriba, para explicarle a los productores cómo hacer lo bueno.84

En concreto, para impulsar los conocimientos técnicos, se animó a los


estudiantes a desarrollar habilidades en el desbroce de tierras y el mante-
nimiento de vehículos, sobre todo tractores. La imagen 2 muestra el taller
principal de la oee, en el que siete hombres realizan tareas de limpieza y
reparación. La arquitectura sugiere que se localizaba en las instalaciones de
San Jacinto. Destacan a la izquierda los calendarios con fotografías de mujeres
y al centro un altar religioso, objetos que hasta hoy persisten en los ta-
lleres mecánicos. La fotografía escenifica la manera en que las disciplinas
agronómicas se configuraron como espacios casi exclusivos de los varones y,
por tanto, sitios de exhibición de la masculinidad.
El staff asumía que el sistema de enseñanza de la oee permitía solven-
tar la que consideraban era la mayor limitante de la instrucción agrícola
en México: la falta de programas de posgrado. Esto a pesar de que el país
contaba con una larga trayectoria en instrucción agrícola a nivel licenciatu-
ra, que se remonta al siglo xix, y tres escuelas dedicadas a la transmisión
de estos conocimientos –la ena, la Escuela Superior de Agricultura Antonio
Narro y la Escuela Particular de Agricultura “Hermanos Escobar”. Los di-
rectivos de la oee llegaron a considerar que las pasantías equivalían a los
estudios de maestría y propusieron a la saf y a la ena que otorgaran algún
documento que validara este programa; no obstante, estas instancias decli-
naron la propuesta,85 probablemente para limitar la capacidad de gestión de
la oee. El primer centro de estudios de posgrado en ciencias agronómicas
en México fue El Colegio de Postgraduados, fundado en 1959.86

84
Entrevista a Antonio Turrent Fernández, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 18
de mayo de 2020, a través de Skype.
85
Entrevista a J. George Harrar, realizada por William C. Cobb, Nueva York, junio de 1970,
en rac, rf, rg 13, caja 4.
86
Desde la década de 1940 existían en el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (Tu-
rrialba, Costa Rica) cursos de maestría en ciencias agrícolas; sin embargo, estos programas eran de
corta duración, de entre tres y cuatro meses, por lo que el título no tenía validez internacional.
Alle, “Dos casos”, 1966, p. 120.
Imagen 2. Centro de reparación de tractores y vehículos perteneciente a la oee.
Fuente: rac, rf, Photographs, series 100-1000, caja 91, folder 1824. © Cortesía del Rockefeller Archive Center.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 89

Encuentros y desencuentros en el día a día

A pesar de que existía cierto compañerismo entre el alumnado de la oee,


también emergieron rivalidades; sobre todo, entre los mexicanos y el resto
de los latinoamericanos, pues los primeros se sentían “superiores” porque
asumían que la formación mexicana poseía mayor calidad debido a la anti-
güedad de la ena y su prolongado plan de estudios de siete años.87 También
pesaban, en ellos, ideas nacionalistas que cuestionaban la pertinencia de
abrir la instrucción a latinoamericanos, cuando era el gobierno mexicano
quien subsidiaba parte de los gastos de la oee. El staff buscó limitar el
efecto de estas desavenencias al fortalecer una estructura jerárquica que
igualó a todos los pasantes, mostrando sus limitaciones comunes y enfati-
zando que todos –sin distinción de sus títulos– debían convertirse en excelentes
“técnicos”, capaces de dar solución a los retos de la modernización agrícola.
El núcleo que mayor contrapeso hizo al grupo mexicano fue el brasile-
ño; para ellos, la organización de la oee colocaba en desventaja a los extran-
jeros, por la actitud vertical del staff y el desmedido orgullo de los mexicanos.
En 1955, los brasileños encabezaron la redacción de una carta colectiva
–signada por los alumnos foráneos y algunos mexicanos– dirigida a la di-
rectiva de la División de Agricultura de la fr en Nueva York para solicitar
que se les entregara un reglamento que les permitiera conocer sus derechos
y obligaciones.88 Sostenían que “dicho conocimiento además de facilitar un
mutuo entendimiento, ayudaría a formular planes concretos de trabajo para
los becados, y estimularía el afán de conocimientos y superación”.89 Aun-
que esta acción colectiva generó revuelo dentro de la oee, no tuvo mayor
efecto en la forma de trabajo. Las críticas fueron interpretadas por el staff
como signo de la falta de acomodo de los brasileños, por la diferencia
de idioma y su desagrado por México. Esta experiencia muestra los límites del
internacionalismo científico que la fr buscó promover, las reticencias a
la implantación de una estructura jerárquica y la iniciativa de los estudian-
tes para dar a conocer su punto de vista.
Por supuesto que las desavenencias no fueron un asunto exclusivo del
contingente brasileño. Ejemplo de ello es el caso del colombiano Enrique de
Rojas Peña –del Ministerio de Agricultura–, quien llegó a la oee en 1951 y

87
Minutes, rac, rf, rg 1.1, series 300, caja 3.
88
Carta colectiva del 25 de junio de 1955, en rac, rf, rg 1.1, series 300, caja 2, folder 8.
89
Ibid.
90 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

sobre el que Harry M. Miller –director asociado de la fr– señaló que, du-
rante los diez meses que llevaba en su estadía, nunca se había integrado al
espíritu de la oee, no aceptaba participar en el trabajo de campo e intentaba
dejar claro a todos los agrónomos que él era un “sabio”.90 Miller sentenció
que la presencia continua de Rojas “era mala para la moral de los jóvenes
estudiantes y debía serle solicitada su renuncia”.91 Es significativo que fuese
Miller quien emitiera esta recomendación, pues, como director asociado,
tenía bajo su cargo el programa de Ciencias Naturales de la fr en América
Latina y entre 1932 y 1934 había fungido como administrador del programa de
becas en Europa, experiencia que lo avalaba en el manejo de los estipendios bajo
criterios formales e informales.92 La actitud de Rojas es evidencia de la falta
de maleabilidad del estudiantado que se sirvió de recursos distintos para
construir su experiencia.
La cotidianidad da cuenta de las prácticas informales que, además de
aderezar la convivencia, favoreció la generación de vínculos entre profesores
y alumnos, en particular a la usanza estadunidense. Destacó la organización
anual de un picnic que incluía un juego de softball entre el staff y los latinoa-
mericanos. El staff ganaba de forma constante, favorecido por la destreza de
Harrar, quién fue atleta en sus años de estudiante. Los latinoamericanos ven-
cieron en 1949,93 aunque el softball no era un deporte popular en la región, y
sigue sin serlo. Otra estrategia fue alentar a que los estudiantes convidaran
a sus mentores y sus esposas a cenar para permitirles conocer de cerca su vida
familiar; un elemento clave para el otorgamiento de una beca. El origen de
algunas de estas prácticas se encontraba en el corazón mismo de la fr, pues
realizaban actividades similares entre sus colaboradores en Nueva York.94
Algunos alumnos sintieron una lealtad tan profunda con la oee que
consideraban a sus mentores como parte de la familia. Por ejemplo, Daniel
Téliz considera a Niederhauser su segundo padre, debido a sus enseñanzas.

90
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Or-
ganizations (1914-1970).
91
Ibid.
92
Para leer sobre la trayectoria de Miller junto a la fr en América Latina, véase Barany, “The
officer’s three names”, 2019; “Rockefeller Bureaucracy”, 2019, y Lorek, “Developing paradise”, 2019.
93
Olea, “One century”, 2002, p. 562.
94
Entrevista a Leonard A. Manuel, realizada por William Cobb, Nueva York, 13 de junio de
1966, en rac, rf, rg 13, caja 18.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 91

Para Téliz, la oee fue, sin duda, un asunto de familia, pues su hermano
mayor, Moisés Téliz, compartió con él la condición de pasante y becario.95
Otros tantos, y por iniciativa propia, estuvieron dispuestos a defender
la imagen de la oee frente a sus detractores. Fue el caso del mexicano Rafael
Padilla Aranda, quien, en 1961, mediante una carta a la revista Siempre!, res-
pondió al líder sindicalista Vicente Lombardo Toledano, quien poco antes ha-
bía publicado una nota en el mismo medio bajo el título “Un grave atentado
a la investigación científica en México”, en la que sentenció que la llegada
de la fr a México constituía una “página bochornosa del desarrollo cien-
tífico”, pues, a su parecer, esta colaboración se regía exclusivamente bajo
los intereses estadunidenses y relegó los avances en el desarrollo de hí-
bridos de maíz alcanzados por los agrónomos mexicanos del Instituto de
Investigaciones Agrícolas.96 Lombardo Toledano ridiculizó la desventajosa
posición de los mexicanos, refiriendo que el staff incurría en prácticas de se-
gregación frente a los “nativos”, creando baños para su uso personal y des-
tinando vehículos exclusivos, en similitud a lo hecho por sus conciudadanos
en zonas como el canal de Panamá.97 Padilla, en su escrito “En defensa de
la fr”, rechazando el señalamiento de Lombardo Toledano, argumentó que
era una mentira, y prueba de ello era que: “los mexicanos no sólo usamos
los mismos baños y vehículos del personal norteamericano, sino que aún en
ocasiones cuando hay necesidad de viajar compartimos el mismo cuarto de
dormir”. Su proclama cierra señalando que la oee ha significado “un gran
aliento para la juventud mexicana, estudiosa y progresista”.98
La opinión de Padilla coincide con la del tamaulipeco Jorge Bello Ló-
pez –presidente de la sociedad de alumnos de la ena–, quien, en 1950,
señaló que “la supremacía” del agro mexicano dependía de instituciones
extranjeras como la fr, que decididamente invertían en sus mejoras.99 Sin
menoscabo de estos aportes, Bello agregó que “era un dolor en el alma” que
instituciones extranjeras laboraran por el bien de la agricultura nacional
con mayores recursos económicos que las autoridades mexicanas.100 Estos
ejemplos dejan constancia de las críticas desde posiciones que reivindicaban

95
Entrevista a Daniel Téliz, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 1 de junio de 2020,
mediante un cuestionario escrito.
96
Vicente Lombardo Toledano, “Un grave atentado a la investigación científica en México”,
Siempre!, núm. 393, 4 de enero de 1961.
97
Ibid.
98
Rafael Padilla Aranda, en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 195, folder 2947.
99
Carlos Roman Celis, “Qué opina la nueva generación”, Mañana, 14 de enero de 1950.
100
Ibid.
92 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

la soberanía como el elemento fundamental de la política, de una percep-


ción positiva por parte de los estudiantes beneficiados por la presencia de la
fr y la oee, al igual que de sus implicaciones para la constitución de metas
nacionales y nacionalistas.
En el plano de la sociabilidad asociada a las prácticas científicas, es
ilustrativa la historia de la camioneta Tongolele. Perry menciona que este
vehículo marca Pontiac era uno de los principales de la oee, y a ini-
ciativa de los internos se convino en nombrarlo como la conocida vedet-
te, Tongolele, que para los agrónomos mexicanos representaba el ideal de una
mujer atractiva y para los estadunidenses era el equivalente a una “estrella
del escenario y de la pantalla”.101 La elección del nombre se justificó con
la similitud que encontraban entre los temblores de la camioneta, dañada
por andar en terracería y los movimientos de la bailarina en escena.102 A
mediados del siglo xx fue común que los instrumentos científicos adopta-
ran una personificación femenina, evidencia de la preponderante presencia
masculina y las formas en que se cosificaba a la mujer.103 Asimismo, la
historia de la camioneta es expresiva de un signo de época marcado
por el crecimiento de la vida urbana nocturna, la presencia femenina en
ella y su difusión en los periódicos; por lo que no es casual que se conozca a
este fenómeno como Tongolelismo.104 Los vehículos eran centrales para el trabajo
de campo y la convivencia. Otra muestra de esta doble función la ofrece la
trayectoria de Parker, pues tejió una amistad importante con la antropóloga
Isabel Kelly, junto con quien realizó en automóvil viajes de trabajo y turis-
mo por el territorio nacional.105 Que dos científicas condujeran, expresa otra
de las transformaciones del periodo en el que un determinado sector de las
mujeres se colocaba al frente del volante.
En el registro de lo cotidiano son significativas las experiencias de los
miembros del staff y sus familias, que buscaron acomodo en un entorno
ajeno a muchas de sus costumbres y adoptaron otras. Este fue el caso de
Harrar, quien se hizo aficionado a las corridas de toros y seguidor de Ar-

101
Entrevista a Jesse P. Perry, realizada por William C. Cobb, Nueva York, febrero y marzo
1967, en rac, rf, rg 13, caja 21.
102
Ibid.
103
Minor (“El acelerador Van”, 2018 ) refiere esta práctica para el caso de la física en México y
la personificación de aceleradores de partículas.
104
Pulido, El mapa rojo, 2016.
105
Entrevista a Dorothy Parker, realizada por William C. Cobb, Nueva York, abril de 1967, en
rac, rf, rg 13, caja 21.
Imagen 3. Cena en honor de visitantes a la oee. Subiendo por la derecha, en sentido contrario a las agujas del reloj: 1. Señora Betty Niederhauser, 2.
Doctor L. M. Roberts, 3. Señora Vivian Wellhausen, 4. Señor Mortier Barrus, 5. Señora. Pitner, 6. Doctor Edwin Wellhausen, 7. Dorothy Parker, 8. Doctor
John McKelvey, 9. Earlene Atchison, 10. Doctor W. G. Downs, 11. Señora Borlaug, 12. Doctor Arthur Smith, 13. Señora Bradfield, 14. Doctor John Nieder-
hauser, 15. Señora Roberts, 16. No identificado, 17. Señora Barrus, 18. Doctor John Pitner, 19. Señora Georgetta Harrar, 20. Doctor Paul Mangelsdorf, 21.
Señora Downs, 22. Doctor Richard Bradfield, 23. Señora McKelvey, 24. Doctor Norman Borlaug, 25. Señora Smith. George Harrar no pudo asistir debido
a una infección de tifoidea.
Fuente: Club Universitario, 1948. rac, rf, Photographs, series 100-1000, caja 92, folder 1841. © Cortesía del Rockefeller Archive Center.
94 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

millita, del “Cachorro de Querétaro”, Paco Gorráez, Silverio y Manolete.106


La imagen 3 muestra la existencia de espacios de sociabilidad por fuera de las
dinámicas de investigación. Se trata de una cena convocada en 1948 en el
Club Universitario con motivo de la visita de algunos colegas. La fotografía
deja ver que en esta clase de convivencia se involucró a las parejas del staff,
aunque no a los estudiantes de la oee.
En paralelo a la necesidad de aprender español, la responsabilidad de
inscribir a sus hijos en escuelas mexicanas y elegir un vecindario, las esposas
encontraron sus propios espacios de sociabilidad. Uno de ellos fue el icóni-
co Sanborns de los azulejos –en el centro histórico de la ciudad de México–,
único sitio en el que, a decir de Vivian Wellhausen, era realmente segura
la ingesta de alimentos, permitiéndose, incluso, tomar un helado.107 Estas
historias muestran la plasticidad de las vivencias que los asociados a la oee
experimentaron junto con las responsabilidades laborales y académicas.

MAÍZ Y EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Debido a la preponderancia económica del maíz en Estados Unidos, la fr


se fijó el objetivo de contribuir con este sector mediante las pesquisas de la
oee. Mangelsdorf fue uno de los científicos con una línea definida al respecto
y, desde la campaña exploratoria de 1941, puso su atención en la reco-
lección de diversos ejemplares que observó en su itinerario. Por lo que al
iniciar las labores de la oee, en 1943, impulsó la creación de un banco
de semillas para el almacenamiento del maíz. Esta iniciativa fue parte de
las tareas educativas de la oee y permitió a algunos alumnos constituir-
se como expertos transnacionales, es decir, en individuos con habilidades,
conocimientos y vínculos específicos para adherirse a redes especializadas
y propiciar intercambios por sobre las fronteras.
El manejo del banco recayó en Wellhausen, otro especialista en
maíz,108 quien incorporó a este espacio a su grupo de pasantes y becarios.
También participaron científicos mexicanos, empleados en la oee, con
trayectoria en la exploración botánica; como fue el caso de Efraím Hernán-

106
“Ha cambiado México en una forma sensible”, El Universal, 28 de febrero de 1963.
107
Entrevista a Vivian S. Wellhausen, realizada por William Cobb, ciudad de México, 4 de octu-
bre de 1966, en rac, rf, rg 13, caja 25.
108
Entrevista a Edwin J. Wellhausen, realizada por William Cobb, ciudad de México, junio de
1966, en rac, rf, rg 13, caja 25.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 95

dez Xolocotzi, quien obtuvo su ingeniería en la Universidad de Cornell,


durante sus años como emigrante, y fue empleado del usda en México.109
El staff y sus colaboradores propiciaron el intercambio de la sección de
maíz de la oee con redes especializadas. Mangelsdorf estableció canales
de comunicación con los estudios sobre el origen y diversidad genética del
maíz que impulsó junto con Edgar Anderson –botánico del Jardín Botáni-
co de Missouri–, Carl O. Sauer –geógrafo culturalista de la Universidad
de California– y Hugh Cutler –botánico de la Universidad de Wiscon-
sin–, quienes previamente habían realizado trabajo de campo en México
de tipo arqueológico y botánico, enriquecido por la contribución de ar-
queólogos y antropólogos, como fue el caso de Kelly.110 A partir de estos
trabajos, Anderson propuso un sistema de clasificación racial para el maíz,
cuya difusión fue apoyada por Cutler.111
Entre 1948 y 1949, la oee procesó las 2 000 muestras del banco,
muchas de las cuales fueron sembradas con fines experimentales; así co-
menzó un “gran ensayo” de fitomejoramiento.112 Una vez concluida la fase
de análisis, se inició la elaboración del volumen Razas de maíz en México,
su origen, características y distribución, publicado en 1951 por la Secretaría de
Agricultura y Ganadería en colaboración con la fr;113 el material fue escrito
por Wellhausen, Roberts y Hernández Xolocotzi. A esta edición le siguió
una en inglés, realizada por la Universidad de Harvard en 1952, que otorgó
visibilidad a los resultados, sobre todo a los que confirmaban que el maíz
contaba con un denso pasado en México.114 Así, se remarcó la centralidad
del país para la indagación sobre su origen y diversificación.
Por lo tanto, el impreso se convirtió en parte fundacional de los tra-
bajos del Comité de Preservación de Variedades Indígenas de Maíz, un pro-
yecto que amplificó el trabajo realizado en México y selló la incorporación
de la oee a la resolución de las interrogantes sobre la conformación de las

109
Personal History and application for a Fellowship 10.1, series 323, caja 188, folder 2857.
110
Carta de Carl Sauer a Edgar Anderson, 10 de octubre de 1941, Carl Ortwin Sauer Papers,
banc mss 77/170c, caja 6; Carta de Edgar Anderson a Carl Sauer, 13 de octubre de 1941, Carl Ort-
win Sauer Papers banc mss 77/170c, caja 6; Carta de Edgar Anderson a Carl Sauer, 22 de diciembre
de 1948, en banc mss 77/170c, caja 6.
111
El concepto de raza permite distinguir poblaciones que comparten características en común,
tanto de orden morfológico como genético, las cuales se mantienen a través de la reproducción pan-
míctica (al azar) y en la ocupación de un área definida. Anderson y Cutler, Races of Zea, 1942.
112
Armando Cevallos Jr., “Medio siglo de vida. Historia de la Fundación Rockefeller”, El Uni-
versal, 8 de septiembre de 1963.
113
Wellhausen, Roberts y Hernández, Razas del maíz, 1951.
114
Wellhausen, Roberts y Hernández, Races of maize, 1952.
96 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

razas del grano. Este Comité fue creado en 1951 por la National Academy
of Sciences del National Research Council de los Estados Unidos, a ini-
ciativa del brasileño Friedrich G. Brieger, director del Departamento de
Genética de la Escola Superior de Agricultura Luiz de Queiroz y exbecario
Rockefeller.115 El principal objetivo del proyecto fue evitar la extinción
de variedades nativas de interés científico y comercial, consideradas en ries-
go ante la extensión del cultivo con híbridos.116
Este plan se ejecutó mediante dos acciones: la creación de bancos de
germoplasma y la edición de una serie de publicaciones que replicaron el
esquema del volumen mexicano bajo el título Races of maize. De esta for-
ma, el Comité asumió la complementariedad entre la preservación, clasificación
y experimentación, junto con la unión de las motivaciones científicas y co-
merciales. En sus propósitos, el Comité contó con la colaboración de instancias
articuladoras del intercambio científico regional, entre ellas, la Technical Coope-
ration Administration, la Office of Inter-American Affairs y la fr.
El financiamiento asignado al Comité por el National Research Council
se destinó al establecimiento de tres centros de recolección que cubrieron
la mayor parte del continente, estos fueron: la ena (asociada al Programa
Agrícola Mexicano), la estación experimental Tulio Ospina, en Medellín
(asociada al Programa Agrícola Colombiano) y la Escola Luiz de Queiroz
en Piracicaba (adscrita a la Universidad de Sao Paulo). Cada uno de estos cen-
tros almacenó de forma exclusiva las semillas que le correspondió recolectar,
sin duplicar las muestras de otros centros. Adicionalmente, se integró una
colección parcial en la sede del usda en Maryland.
La recolección concluyó en junio de 1954, con un estimado de 10 000
muestras, cuya distribución fue la siguiente: 4 185 colecciones en México,
3 374 colecciones en Colombia, 763 colecciones en Brasil y 281 colecciones
en Estados Unidos.117 Estas recopilaciones –las primeras de amplio alcance
geográfico– aseguraron la materia prima para la experimentación científica

115
Personal History and Application for a Fellowship, en rac, rf, rg 10.1, series 305, caja 71,
folder 1399. Personal History Record Submitted in Connection with Application for a Fellowship.
International Education Board, en rac, International Education Board, series 1, subseries 3, caja 45,
folder 660.
116
National Academy of Sciences- National Research Council- Committee for the Preservation
of Indigenous Strains of Maize-Proposal for a Grant Research, en rac, rf, rg 6.13, series 1.1, caja
12, folder 142.
117
National Academy of Sciences- National Research Council- Committee for the Preservation
of Indigenous Strains of Maize-Proposal for a Grant Research, en rac, rf, rg 6.13, series 1.1, caja
12, folder 142.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 97

mediante el proceso de hibridación, mientras que su posterior examen


en la serie Races of maize apuntaló el conocimiento sobre la diversidad. Estos
volúmenes se dedicaron a la clasificación de los tipos en parámetros taxo-
nómicos, botánicos y genéticos. Entre 1957 y 1963 se editaron monografías
para los casos de Cuba, Colombia, Centroamérica, Brasil, Bolivia, el Cari-
be, Chile, Perú, Ecuador y Venezuela.118
Tanto en la fase de recolección como en la de clasificación, los pasan-
tes y becarios de la oee se involucraron activamente; aportaron sus cono-
cimientos teóricos y prácticos, al igual que sus aptitudes personales. La fr
validó y respaldó su experticia en el medio internacional nombrándolos
“exploradores botánicos”. Para los administradores del Comité era muy
importante que la recopilación estuviera a cargo de latinoamericanos, pues
coincidían en que el factor fundamental para acometer la tarea era la capaci-
dad de los individuos para internarse en el territorio –en ocasiones durante
varios meses– y negociar el intercambio con los pobladores indígenas. En
algunos casos, mediados por agrónomos, religiosos, terratenientes o agentes
de misiones agrícolas. Se entendía que los estadunidenses no contaban con
la imagen requerida para tal función.
Debido a que el maíz es un cultivo doméstico, el proceso de recolección
de semillas fue también un examen antropológico y etnográfico de sus usos
tradicionales. Esta cuestión generó debate, pues mientras algunos considera-
ban útiles los conocimientos indígenas en la toma de muestras, otros mani-
festaron su rechazo. Lo que subyacía en esta discusión era la asimilación o
negación de la interdependencia entre el maíz y el saber de sus cultivadores,
y de la reproducción de ambos como conjunto. Helen Curry menciona que
el Comité no podía pensar en el maíz “indígena” sin los pueblos indígenas y,
sin embargo, tenía que hacerlo para lograr su objetivo a largo plazo: conser-
var ese maíz a perpetuidad sin la ayuda de sus cultivadores.119

118
Los trabajos de Helen Curry abordan el estudio de las labores del Comité en una perspectiva
amplia que las vincula con un patrón que fue replicado en otras regiones y con diferentes cultivos
durante la segunda mitad del siglo xx. Véase Curry, “Breeding uniformity”, 2017, “From wor-
king collections”, 2017, Endangered maize, 2022. En otros escritos recupero la trayectoria del Comité
haciendo énfasis en la complementariedad entre la fase de recopilación y clasificación del maíz,
refiriendo los lineamientos para la exploración botánica, la constitución de los bancos de semillas y
la edición de la serie Races of maize. Véase Méndez, “Los libros del maíz”, 2021 y “Recolectar, preser-
var”, 2022. Por su parte, Curry problematiza la concepción de la serie editorial analizando la intersección
de la taxonomía vegetal (aplicada al maíz) con la ciencia racial. Véase Curry, “Taxonomy, race”, 2021.
119
Curry, “Taxonomy, race”, 2021, p. 13.
98 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Los exploradores botánicos debían hacer coincidir sus jornadas con el


momento de la cosecha, pues esta era la única forma de obtener muestras
de mazorcas frescas y viables para su almacenamiento; por lo cual, debían
ser cautos en la planeación de sus visitas, lo que dependía de las comunica-
ciones previas que establecían con los agrónomos o funcionarios locales. Su
presupuesto de viaje contemplaba la contratación de asistentes, por lo que
contaron con el auxilio de lugareños, generalmente estudiantes de agrono-
mía. Las experiencias de los recolectores difieren por sus habilidades, por su
conocimiento del territorio y la estructura institucional con la que se encon-
traron. Dos de los casos más representativos corresponden a dos exalum-
nos de Wellhausen en la oee, quienes llegaron a México becados por la fr.
El costarricense Alfredo Carballo Quirós fue encomendado para ob-
tener maíces de Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Honduras y El Salva-
dor. En sus funciones, Carballo encontró apoyo en las redes del Instituto
Interamericano de Ciencias Agrícolas en Turrialba, Costa Rica; no obstante,
tuvo serias dificultades para establecer contactos en algunas zonas, cuya
población era recelosa de sus semillas, eventualidad que logró sortear
gracias a la intermediación de religiosos que contaban con la confianza
de los pobladores. La creatividad de Carballo para la resolución de esta y
otras dificultades, fue recompensada por la fr al designarlo como coordina-
dor del Programa Cooperativo Centroamericano para el Mejoramiento del
Maíz (pccmm), que inició en 1954.120
Bajo este cargo, Carballo obtuvo dos becas más de la fr para reali-
zar sus estudios de maestría y doctorado en Estados Unidos.121 Recibió su
segunda beca para estudiar en la Universidad Estatal de Iowa y la tercera
para dirigirse a la Universidad Estatal de Carolina del Norte. Durante am-
bas estancias se especializó en la experimentación con maíz, sobre todo en el
manejo de híbridos de doble cruza, estériles para una segunda siembra. En
un primer momento, Carballo se entusiasmó con la promoción acelerada
de la educación de posgrado en ciencias agronómicas en América Latina y
con las virtudes de los híbridos para aumentar la productividad. Sin em-
bargo, para la década de 1960, su visión se tornó severamente crítica sobre
la pertinencia de los lineamientos de la revolución verde para enfrentar los
retos de la agricultura en países con escasos recursos para la inversión

120
Personal History and Application for a Fellowship in Agricultural Sciences, rac, rf, rg 10.1,
series 313 E, caja 163, folder 2520.
121
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 99

científica, como los centroamericanos. Fue enfático en que la región no re-


quería de especialistas refinados, sino de personas con amplia formación en
diversos campos del conocimiento, ya que las nóminas no podían pagar los
salarios de un gran número de profesionistas.122 Puede decirse que Carballo
hacía referencia a un tipo particular de experto, el cual era preferible frente
a los posgraduados. Por ello, animó a que el pccmm incrementara la línea
de trabajo con híbridos simples, es decir, fértiles para una segunda siembra,
empleando material recolectado in situ y proveniente del canje internacio-
nal. Consideraba que estos se adaptaban mejor a las necesidades locales,
tanto económicas como sociales e intelectuales.123
El guatemalteco Alejandro Fuentes Orozco fue el responsable de re-
colectar muestras de maíz en su país natal, uno de los sitios con mayor
diversidad. Se le encomendó esta tarea por considerarlo un hombre ca-
paz de reconocer los diversos tipos de maíz; su experiencia se apoyaba en el
conocimiento de la geografía guatemalteca por pertenecer al Servicio Coo-
perativo Interamericano de Agricultura (scida), financiado por el usda y la
fr. Fuentes encaró el reto de construir una colección de maíz en un país
en el que el cultivo del grano se distribuía en una accidentada topografía
serrana, marcando notables diferencias por su siembra a distintas alturas y
en diferentes climas. Para sus recorridos se sirvió del uso de un Jeep que ha-
bía sido del ejército estadunidense, mientras que otra parte de su itinerario
lo cubrió a lomo de mula o a pie. Los especímenes más valiosos fueron los
recolectados en las tierras altas de los departamentos de San Marcos, Quet-
zaltenango y El Quiché. El técnico se familiarizó con los métodos de selec-
ción y preservación de los mayas, quienes tenían su propio tipo de “bancos
de semillas”, es decir, reservas tradicionales. Con ellos negoció el intercam-
bio o venta de las muestras, tanto de semillas como de plantas enteras.124
Reservó, además, por iniciativa propia, un juego de semillas para confor-
mar el primer banco de este tipo en el Instituto Agropecuario Nacional

122
Carta de Alfredo Carballo a Kenneth Wernimont, 27 de febrero de 1961, en rac, rf, rg 10.1,
series 313 E, caja 163, folder 2520.
123
En otro documento puntualizo la trayectoria académica y profesional de Carballo en el mar-
co del avance de la revolución verde en Costa Rica. Véase Méndez, “¿Técnicos o especialistas?”, 2020.
124
Entrevista a Juan Luis Fuentes Fumagalli, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 24
de junio de 2020, a través de Zoom; Entrevista a Juan Luis Fuentes Fumagalli, realizada por Diana
Alejandra Méndez Rojas, 11 de septiembre de 2020, a través de Zoom.
100 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

(ian);125 sitio en el que también colaboraba en trabajos relacionados con la


experimentación con trigo.126
Al final de la fase de recopilación, Fuentes colaboró como coautor
en la preparación del volumen Races of maize in Central America, junto con
Wellhausen y Antonio Hernández, que se publicó en 1957 y su traducción
al español en el año siguiente.127 Así, Fuentes logró redondear su contri-
bución al Comité, tanto en el trabajo de campo como en el de laboratorio y
análisis. Fuentes y Hernández Xolocotzi fueron los únicos latinoamericanos
que participaron como recolectores y coautores de los libros. Este es un
hecho relevante, ya que la autoría fue motivo de disputas y negociaciones en
las que más de uno se sintió con derecho a inscribir su nombre; sumado a que
la estructura jerárquica del Comité favoreció a los estadunidenses en la
autoría principal. Mientras que Hernández Xolocotzi era un miembro desta-
cado de la oee por su experiencia y estudios en Cornell, Fuentes solamente
tenía el título de perito Agrícola, un diploma técnico que era la máxima for-
mación ofrecida en Guatemala. Esta disparidad corrobora el potencial de
la oee para generar un tipo particular de experto que no requería de títulos
o diplomas académicos avanzados para que su conocimiento fuera validado
internacionalmente, pues primaba el respaldo de la fr.
La imagen 4 da cuenta de la representación que la fr hizo del proceso
de análisis de las mazorcas. Se colocó al estadunidense guiando la discusión y
alrededor de él a los latinoamericanos. La incómoda posición de los indivi-
duos indica que se trata de un montaje dirigido a mostrar “a ras de suelo”
el binomio trabajo de campo-laboratorio. En el extremo derecho se observa
a Fuentes cotejando las observaciones con sus registros.
A juicio del staff de la fr, Fuentes mostró destreza para cumplir con
sus tareas, por lo que fue premiado como representante por Guatemala del
pccmm, fue delegado de la sección de maíz del scida128 y, posteriormente,
representante del ian.129 En 1960, Fuentes recibió la oferta de una beca del
gobierno guatemalteco para completar sus estudios en el Colegio de Agri-

125
“Importante conferencia del ian a Clubs de Occidente”, El Imparcial, 19 de noviembre de
1959, Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (en adelante cirma), fondo Diario
El Imparcial.
126
Johnston, et al., Mejoramiento del cultivo, 1951.
127
Wellhausen, Fuentes y Hernández, Races of maize, 1957 y Razas del maíz, 1958.
128
“Visitas y mesas redondas”, El Imparcial, 15 de diciembre de 1956, en cirma, fondo diario
El Imparcial.
129
“La Rockefeller cooperará con el ian en Guatemala”, El Imparcial, 28 de septiembre de 1959,
en cirma, fondo Diario El Imparcial.
Imagen 4. Miembros del Comité de Preservación de Variedades Indígenas de Maíz examinando una colección de maíz nativo en la ena.
Alejandro Fuentes Orozco se encuentra en el extremo derecho, México, 1958.
Fuente: The Rockefeller Foundation, Annual report, 1958. © Cortesía del Rockefeller Archive Center.
102 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

cultura y Artes Mecánicas de la Universidad de Puerto Rico en la sede de


Mayagüez; tras lo cual recibió el título de ingeniero agrónomo, después del
cual fue postulado por el mismo gobierno para obtener una nueva beca de
la fr que le permitiera viajar a México para optar por el grado de maestro
en Ciencias en el programa de El Colegio de Postgraduados.130 Al culminar su
formación, retornó a Guatemala para continuar con sus funciones en el ian.
Las tareas del Comité permitieron crear un acervo continental de maíz y
establecer internacionalmente el sistema de catalogación del grano a través
de la noción de raza, el cual sigue en uso. Los impulsores del proyecto eran
conscientes de los efectos que estas labores tendrían en el influjo de la discu-
sión en torno al cereal, lo que les aseguraba una posición privilegiada
en un escenario global que, científicamente, se apoyaba cada vez más en el
maíz. Las actividades del Comité, junto con otras empresas, contribuyeron
en el largo plazo a la deslocalización de la naturaleza, desde los campos
de cultivo hacia los laboratorios y bancos.131 Así, el Comité favoreció
un extractivismo que mercantilizó el conocimiento ancestral del maíz. En esta
trama, México –como espacio geográfico y académico– tuvo relevancia en el
consumo y la generación de conocimiento científico al que aportaron los
expertos formados en la oee.

CONSIDERACIONES FINALES

A lo largo de este capítulo se trazó una visión panorámica de la actividad


educativa de la oee. Se explicó que, entre 1943 y 1948, el interés formativo
respondió a la necesidad de capacitar a un número creciente de mexicanos
para participar en el proceso de modernización de la agricultura nacional.
A partir del inicio de la guerra fría, y hasta el cierre de la oee en 1961, el
objetivo pedagógico de la fr se amplió para integrar a becarios latinoameri-
canos que apoyaran la internacionalización de la revolución verde en la re-
gión. Si bien esta no fue una meta del gobierno mexicano, sus instituciones
apoyaron el ingreso de los extranjeros, pues actuó una concepción amplia
del posicionamiento diplomático en el subcontinente.

130
En otra publicación relaciono la trayectoria de Fuentes con la del resto de guatemaltecos
becados por la fr para estudiar ciencias agronómicas en México, y doy seguimiento a las circunstan-
cias de su retorno a Guatemala en conexión con el despliegue de la revolución verde. Véase Méndez,
“La agricultura como puente”, 2021.
131
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017, p. 165.
CAPÍTULO 2. LA OFICINA DE ESTUDIOS ESPECIALES 103

México, a través de la oee, logró constituirse como un laboratorio de


experticia para la revolución verde, gracias a la reunión del staff de la fr, los
pasantes mexicanos y el estudiantado latinoamericano, quienes, mediante
una estructura jerárquica que posicionó a los estadunidenses en el lideraz-
go, capitalizaron sus saberes, experiencias y habilidades para la producción
de conocimiento agronómico, la demarcación de prácticas y estándares,
la creación de colecciones, el sostenimiento de roles, mecanismos de exhibi-
ción y confiabilidad en su actividad y, por supuesto, un modelo formativo.
A esto se sumaron las condiciones materiales y ambientales de México que
favorecieron el trabajo de campo y laboratorio, refrendando su lugar en
el centro de los intereses científicos internacionales; por ejemplo en la inda-
gación sobre el origen y diversidad del maíz.
Tal como se ha planteado, las cualidades de la oee y su participación
en proyectos a escala continental permitieron que algunos individuos, tanto
estadunidenses como latinoamericanos, se convirtieran en actores transna-
cionales, bajo el auspicio y respaldo de la fr. Para la gran mayoría, la oee
fue el sitio que les permitió sumar una vivencia internacional a su trayecto-
ria o la puerta de entrada para la colaboración con redes especializadas. Los ex-
pertos egresados de la oee apoyaron su posición en conocimientos teóricos,
el desarrollo de habilidades y redes de contactos, sin que fuese importante
la posesión de títulos avanzados.
La oee concluyó su ciclo en 1961, cuando la fr evaluó que su presencia
ya no era necesaria, pues existían cuadros mexicanos capaces de conducir la
modernización agrícola siguiendo los principios de la revolución verde y en
conexión con diversas dependencias estadunidenses. Por parte del gobierno
mexicano, este diagnóstico correspondió con la decisión de nacionalizar la
revolución verde, fusionando la oee con el Instituto de Investigaciones Agríco-
las (iia) para conformar el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas
(inia). La planilla del inia integró a un sector de egresados de la oee, quienes
también fueron beneficiados por una beca de la fr que les permitió estudiar
un posgrado en el extranjero, de manera que su movilidad académica inter-
nacional fue definitoria en la constitución de la nueva dependencia.
SEGUNDA PARTE.
BECAS Y VIAJES
CAPÍTULO 3. PERFIL DE LOS BECARIOS
ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS

La segunda parte de este libro se concentra en reconstruir el proceso


de otorgamiento de las becas y la realización de viajes internacionales con
fines formativos, para ello se privilegia el registro de las experiencias que
permite dar seguimiento a los itinerarios de los individuos. Consecuente-
mente, en este capítulo se exponen los rasgos comunes que favorecieron la
conformación del grupo de becarios, compuesto por 214 individuos, relacio-
nando las cualidades de su perfil con la asignación de la beca, la elección
de la especialidad de sus estudios y su destino académico. Se explica que el
entramado de vínculos previos, el desarrollo de aptitudes para la investigación
y un empleo en dependencias públicas, asociadas al Programa Agrícola Mexi-
cano, fueron los principales factores que les permitieron obtener una
beca. La primera de ellas se aprobó en 1944 y la última en 1970, intervalo
que marca el periodo de análisis.
El estudio de los perfiles de los becarios Rockefeller ha sido atendido
por especialistas interesados en la historia del intercambio académico, la
historia transnacional y la historia de la filantropía. Los trabajos de Yi-Tang
Lin, Thomas David, Davide Rodogno y Christian Fleck, sobresalen por ser
comprensivos del heterogéneo conglomerado y el mecanismo de funciona-
miento del programa. Lin, David y Rodogno proponen que el Programa de
Becas fue una parte orgánica de la fr, dirigida a impulsar proyectos interna-
cionales y no un fin en sí mismo, pues se consideraba que las becas confor-
maban un “capital humano” que podía ser dirigido a objetivos específicos.1
Las trayectorias de los becarios en Ciencias Agrícolas en México coinciden

1
Lin, David y Rodogno, “Fellowships programs”, 2018.

105
106 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

con el planteamiento general de estos autores, pues sus donaciones fueron


aprobadas con la meta de fortalecer las labores del Programa Agrícola
Mexicano; sin embargo, el proceso de recepción de las becas por parte de
los estudiantes y sus posteriores actividades excedieron este objetivo inicial.
En 1913, la fr otorgó sus primeros estipendios escolares, pero fue
hasta 1917 cuando se creó el Programa de Becas que benefició a un estimado
de 10 000 estudiantes, académicos y científicos de todo el mundo, quienes
recibieron apoyo económico para completar actividades profesionales des-
tinadas al aprendizaje o a la investigación,2 hasta el cierre progresivo iniciado
en la década de 1970. Buena parte de ellos tenían una relación profesional
o laboral con programas auspiciados por la fr. La división porcentual de
los estipendios por campos disciplinares puede estimarse de la siguiente forma:
33% para saneamiento público, principalmente en el control de epidemias, 18%
para ciencias médicas, 17% para ciencias naturales y agronomía, 14% para
enfermería, 12% para ciencias sociales y 6% para humanidades.3
Por su parte, la indagación de Fleck se dedica a establecer la rela-
ción de los perfiles con dos dinámicas: la fuga de cerebros y el fortalecimiento
de las comunidades científicas nacionales; a las que considera como “las
consecuencias de largo plazo de las becas de corta duración”.4 Aunque el
escrito de Fleck parte de un análisis general, puntualiza sus proposiciones
siguiendo los itinerarios de los becarios en ciencias sociales originarios
de los países hablantes del alemán: Alemania, Austria y Suiza. En diálogo con
los planteamientos de Fleck, en las siguientes páginas se explica que, en el
caso mexicano, el Programa de Becas contribuyó al fortalecimiento del gremio
agronómico y sus comunidades científicas, a través de la conformación de
un nodo en una red transnacional de expertos. Asimismo, se aclara que esta
tendencia fue direccionada desde el proceso de selección de los estudiantes.
Si bien no existe un perfil único del becario Rockefeller y su diversidad
se construye a partir de las nacionalidades y disciplinas, se identifican paralelis-
mos ligados a dinámicas regionales configuradas por modelos económicos o
conflictos bélicos.5 A razón de lo cual se realizó una revisión puntual de los
escritos que abordan casos latinoamericanos, los cuales coinciden en que el

2
Tournès y Scott-Smith, Global exchanges, 2018.
3
Estimaciones preliminares fundamentadas en la consulta de la base de datos Rockefeller
Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organizations (1914-1970).
4
Fleck, “Long-term consequences”, 2000.
5
Ibid., Tournès, “The Rockefeller Foundation”, 2013; Lin, David y Rodogno, “Fellowships
programs”, 2018; Saunier, “Wedges and webs”, 2018, y Syga-Dubois, “Managing scientific”, 2018.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 107

ritmo de asignación de las becas y sus campos de estudio se correspondieron


con la renovación de los vínculos entre Estados Unidos y el subcontinente
durante la segunda guerra mundial y las políticas desarrollistas impulsadas
en la década de 1960.6 Entre estas investigaciones merecen especial mención
aquellas que consideran los perfiles asociados a las ciencias agrícolas, por ser
valiosos referentes para contrapuntear las proposiciones de este capítulo: de
Fernando Quesada para Chile, de Carolina Da Cunha para Brasil, de Timothy
W. Lorek para Colombia y México, y las tesis doctorales de Adolfo Olea Fran-
co y Rachel Newman.7 El perfil propuesto en este capítulo se distingue de
los trabajos de Olea y Newman, al considerar un mayor número de elementos y
relacionarlos con el proceso de asignación de la beca, la elección de los temas
de estudio y los centros académicos. Junto con estas investigaciones, se con-
sideran los propios hallazgos que resultaron del examen del perfil y la trayectoria
de los costarricenses y guatemaltecos becados por la fr en las ciencias agrícolas.8
Asimismo, se consideran las propuestas de Flavio M. Heinz, Ana
Paula Korndörfer y Cristiano Enrique de Brum respecto al desarrollo de
las Latin American scholarships del programa Rockefeller en agricultura.9 A
diferencia de los autores, en las siguientes páginas no se realiza un exa-
men sobre la tipología de los estipendios (scholarships, fellowships y Latin American
scholarships) debido a que el exhaustivo trabajo de archivo corroboró que
este enfoque, para el caso mexicano, no arroja información relevante para
comprender las trayectorias de los individuos. La tipología de las becas
respondió más a intereses administrativos y propagandísticos de la fr que
a planes claramente definidos en cuanto a su funcionamiento o la existencia
de fronteras claras entre una y otra. Sin importar el tipo de beca, los mexi-
canos construyeron sus itinerarios siguiendo pautas similares, pues los
montos económicos fueron los mismos, al igual que las oportunidades de
obtener un posgrado. A pesar de ello, persistía la idea de que las fellowships
eran los estipendios más prestigiosos.
En otro sentido, Pierre-Yves Saunier reflexiona sobre las posibilida-
des que ofrecen las fuentes documentales del Rockefeller Archive Center
para examinar los perfiles de los becarios y crear instrumentos tales como

6
Quesada, “The Rockefeller Foundation”, 2013; Korndörfer, “Analysis of the work”, 2014;
Minor, “The Rockefeller Foundation”, 2019; Newman, “Transnational ambitions”, 2019, y “Rocke-
feller bureaucracy”, 2019, y “The officer’s three”, 2019.
7
Quesada, “La Fundación Rockefeller”, 2020; Da Cunha, “Cultivando el Estado”, 2021; Lorek,
Making the Green, 2023; Olea, “One century”, 2002, y Newman, “Transnational ambitions”, 2019.
8
Méndez, “El Programa Cooperativo”, 2018, y “La agricultura como puente”, 2021.
9
Heinz, Korndörfer y De Brum, “The Rockefeller Foundation”, 2022.
108 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

directorios y bases de datos. Saunier propone que, entre la documentación,


las recorder cards son, pese a las inconsistencias inherentes a todo material con
una función de origen administrativo, los recursos más adecuados para la re-
construcción de los perfiles por la uniformidad de los datos que contienen.10
Estas fichas fueron hechas para registrar el progreso de los becarios de
una forma resumida y evitar que los administradores tuvieran que recurrir
frecuentemente a los expedientes en extenso. Las fichas son el recurso más
certero para el estudio de los perfiles, pues muchos estudiantes no tuvieron
un expediente individual o este fue desechado durante depuraciones docu-
mentales de la fr antes de la creación de su archivo histórico.
En seguimiento a estas consideraciones, la reconstrucción del perfil de
los becarios se fundamenta en la base de datos Rockefeller Fellows. Indi-
vidual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organizations (1914-1970),
que tiene como corpus documental las recorder cards. A partir de esta he-
rramienta se ha construido un listado propio en el que se incorporaron
criterios de filtración para analizar las características compartidas por los es-
tudiantes. Si bien este recurso ofrece valiosa información sobre el sexo, la
nacionalidad, el origen geográfico, la edad, el estado civil y sus estudios
previos, carece de información sobre sus trayectorias familiares e indicios
sobre su ámbito social. Para ampliar estos aspectos, se realizó una revisión
bibliográfica y hemerográfica para indagar rasgos de su experiencia estu-
diantil antes de la obtención de la beca. Este ejercicio se conjugó con la
consulta de expedientes individuales y la realización de entrevistas.
Este capítulo se divide en tres secciones. La primera aborda los rasgos
constitutivos del perfil de los becarios. La segunda enlaza este perfil con el
proceso de otorgamiento de la beca y su destino académico. La tercera pun-
tualiza el proceso de asignación de la beca junto con la elección de un tema
de estudio, a través del caso de Takeo Ángel Kato Yamakake, quien se espe-
cializó en citogenética del maíz. La elección de este individuo responde a un
doble propósito. Por una parte, permite dar continuidad al manejo del
banco de semillas conformado en la Oficina de Estudios Especiales (oee),
que en 1961 pasó al Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (inia)
y la Escuela Nacional de Agricultura (ena). Por otra, posibilita hacer un
uso extenso de la entrevista realizada a este agrónomo.11

Saunier, “History 5*7”, [inédito].


10

Entrevista a Takeo Ángel Kato Yamakake, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 4 de
11

noviembre de 2021, El Colegio de Postgraduados, Estado de México.


CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 109

¿QUIÉNES FUERON LOS BECARIOS ROCKEFELLER?

En seguimiento a los acuerdos del Programa Agrícola Mexicano, la fr becó


a 214 personas en el área de ciencias agrícolas, quienes recibieron 284 becas;
algunos tuvieron dos estipendios12 (para conocer el listado, véase el anexo
al final de esta obra). Del total de los becados, 210 fueron hombres y cua-
tro mujeres. Estas cuatro estudiantes fueron María Meléndez de la Garza
Schroeder –becada para enrolarse en la Universidad de Minnesota Twin
Cities–, Aline Shunemann-Hofer de Aluja –becada para estudiar en la Uni-
versidad de Pensilvania–, Blanca Estela Miyamoto Matsumoto –becada
para matricularse en la Universidad Católica de America– y Evangeli-
na Villegas Moreno –becada para formarse en Universidad Estatal de
Kansas y la Universidad de Cornell.13
La limitada presencia de las mujeres se explica por el alto grado de
masculinización de las ciencias agrícolas en México. La carrera de Inge-
niero Agrónomo en la ena –principal escuela de esta disciplina– estuvo
reservada para los hombres hasta el año de 1971, cuando se graduó la
primera alumna: Hilda Susana Azpiroz Rivero.14 Entre los argumentos que
sostenían el veto a las mujeres, se anteponía que la instrucción era milita-
rizada y los alumnos se mantenían internados;15 circunstancias que, según
los cánones de la época, eran desfavorables para la inclusión femenina y
demandaban adecuaciones de importancia.16 Pese a estas circunstancias,
la primera en obtener su título como agrónoma en México fue María Elena
Jiménez Lozano, quien en 1952 egresó de la Escuela Superior de Agricultu-
ra Antonio Narro, en Saltillo.17 Se trató, no obstante, de un caso excepcional.

12
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
13
Ibid.
14
Zapata, López y Galindo, “Las agrónomas y en el mercado”, 2000, p. 57.
15
El régimen militarizado se mantuvo hasta 1969, aunque contó con breves periodos de excepción.
Fernández, Chapingo hace 50, 1976.
16
En 1954, el Colegio de Ingenieros Agrónomos de México (Directorio agronómico, 1954, p. 425)
indicó que, en 1935, se realizó un ensayo en la Escuela Nacional de Agricultura para la inclusión de
mujeres. Se refiere la inscripción de 15 alumnas, sobre las que se menciona que no culminaron sus
estudios. El mismo Colegio señala que no existían razones de fondo para que la agronomía no fuera
accesible a las mujeres, en similitud a lo hecho en la ingeniería civil o la arquitectura. Categóricamente
rechazaban que hubiera impedimentos de capacidades físicas para el ejercicio profesional o debido a
la ubicación de las escuelas de agronomía, todas ellas convenientemente comunicadas.
17
Tras su graduación en Saltillo, Jiménez completó estudios de extensión agrícola en Puerto
Rico, Estados Unidos y Costa Rica, con el auspicio de una beca conferida por el Punto iv. “Agróno-
ma”, Tiempo, 1949; María Valdés Ramírez, “La mujer mexicana en la ciencia”, Crónica, 24 de febrero de
2016, en: <https://www.cronica.com.mx/notas-la_mujer_mexicana_en_la_ciencia-946726-2016.html>
110 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

La escasa inclusión de mujeres mexicanas al Programa de Becas de la fr en


ciencias agrícolas coincide con lo observado para los casos de Guatema-
la, Costa Rica, Colombia, Chile y Brasil, lo que sugiere que este rasgo es
expresión de una tendencia regional.18 Esta situación contrasta con lo
experimentado en Estados Unidos y algunos países de Europa, donde las
mujeres accedieron a los posgrados en agricultura desde inicios del siglo xx.
Por esta serie de elementos, las mujeres que se convirtieron en becarias
Rockefeller en esta rama del conocimiento provenían de carreras distintas
a la agronomía: Shunemann-Hofer era médica veterinaria por la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México (unam), Miyamoto era bibliotecóloga
por la unam, mientras que Meléndez y Villegas eran biólogas por el Institu-
to Politécnico Nacional (ipn).19 Shunemann-Hofer intentó inscribirse en la
ena para estudiar agronomía, pero al negársele el ingreso, se matriculó en
la unam en 1943.20 No resulta extraño que al verse imposibilitada para es-
tudiar agronomía, decidiera formarse como veterinaria, pues, en México, estas
carreras se desarrollaban conjuntamente y, en algunos periodos, se encontraron
unificadas.21 Shunemann-Hofer se graduó en 1948 como la mejor alumna de
su generación y recibió una beca de la unam que le permitió realizar un
viaje de estudio a Zurich y Londres.22
A pesar de ser bióloga, Villegas se incorporó para atender las bi-
bliotecas de la oee y el inia; este último absorbió el acervo de la oee
después de 1961.23 Por su parte, Miyamoto se integró como asistente de la
biblioteca del inia.24 Fue a través de este Instituto que Villegas y Miyamoto
recibieron sus becas: Villegas para obtener la maestría y el doctorado en

[Consulta: 15 de noviembre de 2021], y Colegio de Ingenieros Agrónomos de México, Directorio


agronómico, 1954, p. 147.
18
Al respecto, véase Quesada, “La Fundación Rockefeller”, 2020; Lorek, “Strange priest”, 2020;
Da Cunha, “Cultivando el Estado” 2021; Olea, “One century”, 2002; Newman, “Transnational
ambitions”, 2019; Méndez, “El Programa Cooperativo”, 2018, y “La agricultura como puente”, 2021.
19
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
20
Gobierno de México, “Participa senasica en homenaje a pionera del bienestar animal en
México”, en <https://www.gob.mx/senasica/prensa/participa-senasica-en-homenaje-a-pionera-del-
bienestar-animal-en-mexico> [Consulta: 2 de noviembre de 2021.]
21
Véase Fernández, Chapingo hace 50, 1976.
22
Personal History and Application, en Rockefeller Archive Center (en adelante rac), Rocke-
feller Foundation (en adelante rf) Collection, Record Group (en adelante rg) 10.1, series 323, caja
177, folder 2731; Shunemann-Hofer, “Informe de la señorita”, 1949.
23
Entrevista a Dorothy Parker, realizada por William C. Cobb, Nueva York, abril de 1967, en
rac, rf, rg 13, caja 21.
24
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 111

1961 y 1964, y Miyamoto para completar su maestría en 1964. Meléndez y


Shunemann-Hofer no tuvieron una presencia constante en estas dependen-
cias, pues su centro de empleo era otro; Shunemann-Hofer era profesora
de histología en la carrera de Medicina Veterinaria de la unam y Meléndez
era laboratorista de la Dirección General de Agricultura. Su proceso de
admisión al Programa de Becas fue gestionado por el staff debido a que sus
estudios se vincularon con el cumplimento de las metas de la oee y el inia.
Meléndez hizo uso de su beca en 1946 y Schunemann-Hofer en 1960,
ambas para obtener el grado de maestría.25
Emma Zapata, Josefina López y Rosa Galindo sugieren que la revolución
verde abrió una coyuntura que permitió que las mujeres accedieran al
campo educativo y profesional de las ciencias agrícolas debido el aumento
en la demanda de personal capacitado.26 Aunque fueron pocas las que obtu-
vieron una beca, se contó con la participación de más mujeres en las tareas
asociadas al Programa Agrícola Mexicano. Una revisión pormenorizada de
esta cuestión podría fortalecer la propuesta de Zapata, López y Galindo,
pues la evidencia apunta a que la revolución verde en México sí contribuyó a
la inclusión femenina en este ámbito.
Entre los 214 becarios, cuatro no nacieron en México: Shunemann-
Hofer nació en Alemania; Rodolfo Santamaría Playá, en España y fue beca-
do para estudiar en la Universidad Estatal de California; Emil Arias Luján
nació en Estados Unidos y fue becado para asistir a la Universidad Estatal
de Iowa, y Juan Donald Vega Gutiérrez, originario de Nicaragua y becado
para educarse en la Universidad Estatal de Utah.27 Shunemann-Hofer y
Santamaría se naturalizaron mexicanos, mientras que Arias y Vega man-
tuvieron su nacionalidad de nacimiento.
Los cuatro obtuvieron su licenciatura en instituciones mexicanas.
Shunemann-Hofer y Arias en Medicina Veterinaria en la unam, y Santa-
maría y Vega en Agronomía en la ena y el Instituto Tecnológico y de Estu-
dios Superiores de Monterrey (itesm), respectivamente. Shunemann-Hofer
completó sus estudios básicos en Suiza y llegó a México en 1942; su padre
radicaba en el país desde 1939 y laboraba como gerente general de la

25
Ibid.
26
Zapata, López y Galindo, “Las agrónomas y el mercado”, 2000, p. 57.
27
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
112 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

sede de la farmacéutica suiza Sandoz.28 Santamaría se estableció en Mé-


xico como refugiado de la guerra civil española, gracias a la apertura del
gobierno cardenista para recibir a estos contingentes.29 Ingresó en 1941 a
la ena, junto con otro refugiado español, y ambos fueron becados por este
centro.30 Se desconocen las circunstancias precisas de la llegada de Arias y
Vega; sin embargo, no sorprende que siendo extranjeros decidieran estu-
diar en México, pues esta fue una opción recurrente.31 La elección de Arias
por formarse como veterinario pudo ser animada por el carácter público de
la unam. Por su parte, es probable que Vega, quien se formó en una insti-
tución privada, recibiera el beneficio de una beca de su país de origen para
completar sus estudios. Entre los países centroamericanos fue común becar
a jóvenes interesados en obtener el título de Ingeniero Agrónomo en México,
pues las carreras profesionales del istmo no contaban con todas las espe-
cialidades.32 En la década de 1960, la fr también becó a centroamericanos
para formarse en México a nivel posgrado en el itesm.33
Del resto de becarios puede decirse que la distribución geográfica de los
sitios de su nacimiento abarcó prácticamente a todos los estados de la re-
pública mexicana y que estos no se concentraron en las capitales estatales, lo
que sugiere un arraigo familiar al ámbito rural (véase mapa 1). Los estados
con el mayor número de nacimientos fueron el Distrito Federal, Coahuila,
Veracruz, Durango, Jalisco y Michoacán. Exceptuando a la capital del país,
el resto de los estados se corresponde con los sitios de intensa actividad
agrícola-pecuaria, lo que permite deducir que sus familias mantenían lazos
con este ámbito de la economía, ya fuese como campesinos, ejidatarios, ran-
cheros, ganaderos o comerciantes de este género de productos.

28
Aline Shunemann-Hofer de Aluja, Curriculum Vitae, en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja
177, folder 2731.
29
Entrevista a Rodolfo Santamaría, realizada por Dolores Pla, en el Archivo de la Palabra de
la ciudad de México, los días 13, 14, 15, 18, 20, 25 y 26 de febrero de 1980.
30
Santamaría señala que, en aquel tiempo, había estudiantes extranjeros provenientes de Nica-
ragua, Ecuador, Bolivia, Panamá y Venezuela. Rodolfo Santamaría, entrevista citada. Por su parte,
el Colegio de Ingenieros Agrónomos de México (Directorio agronómico, 1954, p. 442) indica que hasta
1954 se habían formado en el país estudiantes provenientes de Costa Rica, España, Panamá, Haití,
Nicaragua, Chile, Ecuador, Francia, Alemania y Estados Unidos. Se agregó que varios de ellos se
mantuvieron en México tras sus estudios, empleándose en dependencias gubernamentales.
31
Sobre la interrelación del exilio, la organización política y los estudios profesionales de lati-
noamericanos en México durante la década de 1920, véase Rivera, Militantes de la izquierda, 2018.
32
Vinicio Calderón ha estudiado el derrotero de la migración estudiantil de Costa Rica a México
para formarse en la ena durante el decenio de 1920. Véase Calderón, “El águila al sur”, 2019.
33
Sobre la experiencia guatemalteca, véase Méndez, “La agricultura como puente”, 2021.
Mapa 1. Lugar de nacimiento de los becarios mexicanos

Fuente: elaboración propia con la ayuda de Miguel García Valladares. Información obtenida de la base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organi-
zations (1914-1970).
114 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Aunque resultaría erróneo afirmar que se trató de una condición ge-


neralizada en el grupo, algunas trayectorias muestran una correspondencia
entre el medio rural, la actividad agropecuaria y una inclinación por for-
marse como profesionales de las ciencias agrícolas; sirvan de ejemplo tres
casos. El primer becario de la fr, José Rodríguez Vallejo, nació y creció en
San Juan del Río, Querétaro, sitio en el que su padre se ganaba la vida como
comerciante de productos agrícolas. Colaborando en esta actividad, Rodrí-
guez, desde temprana edad, tuvo una amplia relación con los productores
del campo y perfiló su interés para estudiar agronomía en la ena.34 En aquel
tiempo, el ciclo formativo era de siete años, los primeros tres correspondían
a la instrucción preparatoria y los cuatro restantes a la especialidad.
En 1943, completó su formación en la ena, ingresó como pasante a la oee
y, en 1944, recibió una beca de la fr para cursar estudios avanzados en
la Universidad de Minnesota Twin Cities.35
Un segundo ejemplo es el de Jesús Moncada de la Fuente, originario
de Saltillo, quien fue criado en el seno de una familia dedicada al cultivo de
trigo de temporal en la zona aledaña a Saltillo: Arteaga, Coahuila y Navi-
dad, Nuevo León. Desde niño participó en las tareas agrícolas y persisten
en su memoria alegres recuerdos de la época de trilla, cuando, como resul-
tado del ingreso económico, se realizaban bautizos y otras celebraciones.
Fue decisión de su familia que se formara como agrónomo en el itesm y
en 1961 se convirtió en el primer egresado de la maestría con la especiali-
dad en suelos de El Colegio de Postgraduados.36 Al año siguiente, recibió
una beca de la fr para estudiar su doctorado en la Universidad Estatal
de Carolina del Norte.37
Un tercer caso es el de Antonio Turrent Fernández, hijo de un ganade-
ro dedicado a la venta de leche en San Andrés Tuxtla, Veracruz, su tierra
natal. A decir de Turrent, fue su padre quien lo introdujo de forma prácti-
ca en la agronomía, lo que lo llevó a abandonar la idea de estudiar Derecho
o Medicina en la unam o el ipn, para formarse como agrónomo en la ena,

34
Infante, García y Ocampo, “José Rodríguez”, 2018, p. 67.
35
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
36
Entrevista a Jesús Moncada de la Fuente, realizada por Leobardo Jiménez, 1984. Casas, Martínez
e Infante, Las ciencias agrícolas, 2011, p. 84.
37
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 115

escuela de la que egresó en 1959.38 Al igual que Moncada, completó su maes-


tría en El Colegio de Postgraduados y, en 1964, fue acreedor de una beca de
la fr para estudiar su doctorado en la Universidad Estatal de Iowa.39
Un contraejemplo lo representa Alejandro Ortega Corona, originario
del Distrito Federal. De acuerdo con su testimonio, su padre fue un indí-
gena perteneciente a una familia arraigada en la zona lacustre de Xochimilco,
junto con quienes cultivó en el tradicional sistema de chinampas hasta
el estallido de la revolución mexicana, cuando decidió luchar en el ban-
do zapatista. Al término del conflicto, estudió por un tiempo la carrera de
Medicina en la unam. Por su parte, la madre de Ortega, de ascendencia
francesa, se encontraba avecindada junto con su familia en la ciudad de
Guadalajara, Jalisco, y migró a la capital del país al casarse.40 Influido por
su padre, Ortega decidió estudiar la carrera de Biología en la unam, de
donde se graduó en 1953. Recibió dos becas de la oee para obtener sus pos-
grados en la Universidad Estatal de Ohio en 1953 y 1957.41 La trayectoria
de Ortega muestra importantes matices: que no todo nacido en el estrecho
medio urbano fue ajeno a la actividad agropecuaria, que la ocupación del
padre no fue decisiva en la vocación de los hijos, y que la oferta educativa
del Distrito Federal abrió diversas oportunidades profesionales.
La distribución geográfica de los sitios de nacimiento de los indivi-
duos revela un proceso de migración interna que los llevó a abandonar su
residencia inicial hacia los estados que concentraban la enseñanza a nivel
universitario. Al respecto, es elocuente el caso de Luis Alberto Elías Barragán.
Nacido en Tepic, Nayarit, Elías pasó su infancia y adolescencia en Sinaloa y
Sonora. De este último, menciona que el poblado que habitaba no contaba
con secundaria ni preparatoria, razón por la cual cursó sus estudios secun-
darios en el municipio sonorense de Santa Ana. Al culminar con este ciclo,
realizó los trámites para ingresar a la ena, debido a que un sobrino de su
padre, egresado de esta escuela, lo animó a elegir este centro. El joven Elías pre-
sentó el examen de admisión en 1954 e ingresó a la ena en la generación

38
Entrevista a Antonio Turrent Fernández, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 18
de mayo de 2020, a través de Skype.
39
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970). Para conocer las experiencias de Turrent en el extranjero, véase el
capítulo 4 de este libro.
40
Entrevista a Alejandro Ortega Corona, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
4 y 6 de enero de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 16.
41
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
116 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

de 1955, a la edad de quince años.42 Además de la recomendación, Elías


reconoce que no eligió estudiar agronomía por una gran vocación, sino
porque la educación superior en su estado se limitaba a la Universidad
de Sonora y no contaba con alguna carrera de su interés. A través del inia,
Elías recibió una beca en 1965 para estudiar su maestría en la Universidad
Estatal de Kansas que, gracias a su sobresaliente récord académico, le fue
renovada para obtener el grado de doctor, de donde se graduó en 1968.43
La gráfica 1 muestra las instituciones en las que los becarios completa-
ron sus estudios de licenciatura. Las primeras posiciones las ocupan la ena,
la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro, la unam, el itesm, la Es-
cuela Particular de Agricultura “Hermanos Escobar” y el ipn; estas concentra-
ron a la mayor parte del estudiantado en el Estado de México, Coahuila, el
Distrito Federal, Nuevo León y Chihuahua.
Esta distribución se inscribió en un contexto determinado. Entre 1920
y 1970, el alumnado del nivel superior creció exponencialmente en México,
al pasar de una matrícula de 22 906 individuos en 1922, a 271 275 estu-
diantes en 1970, según la Secretaría de Educación Pública.44 En el cuadro
general de la población estudiantil de 1966, el Distrito Federal albergó la
mayor proporción, con 115 523 inscritos.45
Además de ello, las instituciones en las que se formaron los becarios con-
centraron un porcentaje significativo del estudiantado nacional. Contando a
las escuelas de nivel bachillerato, en 1966 la unam tenía 78 094 alumnos y el
ipn 23 889.46 A diferencia de estos grandes centros educativos, las escuelas de
agronomía no se concentraron en el Distrito Federal o en grandes ciudades,
por la necesidad de contar con terrenos extensos para las funciones educa-
tivas. Esta fue una de las razones que justificaron el traslado de la ena, en
1923, del exconvento de San Jacinto, en la ciudad de México, a la exha-
cienda jesuita de Chapingo, en la zona oriente del Estado de México.47
No se conocen datos precisos sobre la matrícula de la escuela, pero
las memorias de tres agrónomos ofrecen algunos indicios. De acuerdo con
Marte R. Gómez, quien ingresó a la ena en 1909, su generación se conformó

42
Entrevista a Luis Alberto Elías Barragán, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 9 de
septiembre de 2020, a través de llamada telefónica.
43
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
44
Solana, Cardiel y Bolaños, Historia de la educación, 2001, pp. 598-599.
45
Ibid.
46
Pensado, Rebel Mexico, 2013, p. 29.
47
Bazant, “La enseñanza agrícola”, 1983, p. 383.
Gráfica 1. Institución de egreso de estudios de licenciatura
214 personas

Escuela Nacional de Agricultura / Chapingo, Estado de México 81


Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro / Saltillo, Coahuila 58
Universidad Nacional Autónoma de México / Distrito Federal 31
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey / Monterrey, Nuevo León 17
Escuela Particular de Agricultura “Hermanos Escobar” / Ciudad Juárez, Chihuahua 11
Instituto Politécnico Nacional / Distrito Federal 8
Universidad de Sonora / Hermosillo, Sonora 1
Universidad de Nuevo León / Monterrey, Nuevo León 1
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo / Morelia, Michoacán 1
No especificada 1
No aplica 1
Universidad de Nueva York / Nueva York, Nueva York 1
Universidad del Estado de Louisiana / Baton Rouge, Louisiana 1
Universidad de Cornell / Ithaca, Nueva York 1
Fuente: elaboración propia con información de la base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organi-
zations (1914-1970).
118 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

por 200 estudiantes.48 Edmundo Flores, perteneciente a la generación de


1934, refrenda la cifra de 200 alumnos, y una fotografía de su graduación
sugiere la presencia de 64 individuos.49 Por su parte, Alfonso Porfirio Her-
nández, de la generación de 1939, señala que esta fue compuesta por 51
graduados.50 La discrepancia entre las cifras de ingreso y egreso se debe,
entre otros factores, a que, al reprobar una materia, los alumnos de la ena
perdían la beca que los eximía del pago de sus colegiaturas y manutención,
mientras que, con dos materias reprobadas, eran expulsados. A partir
de esta merma, Gómez clasifica a los alumnos así: los que entraron, “los
destripados” y los que concluyeron.51 El escrito de Gómez incluye una fo-
tografía del estudiantado de la ena en 1943, en la que se contabilizan a 334
individuos,52 dato que permite estimar el número de alumnos del centro.
Se carece de cifras sobre la población estudiantil del resto de las es-
cuelas agrícolas, pero un informe de la fr señala que, en 1952, la Escuela
Particular de Agricultura “Hermanos Escobar” tenía 420 inscritos, suma si-
milar a la de la ena, mientras que la Escuela Superior de Agricultura Antonio
Narro tenía una matrícula considerablemente menor.53 Olea señala que, en
la década de 1960, el número de estudiantes en la ena osciló entre 600 y
700.54 Las ponderaciones más finas, aunque parciales, las ofrece el Colegio
de Ingenieros Agrónomos de México,55 que destaca que, de 1900 a 1954,
se titularon en el país 1 774 agrónomos y se formaron 1 527 pasantes. A
la ena corresponden 981 titulados y 573 pasantes, a la Escuela Particular de
Agricultura “Hermanos Escobar” 627 titulados y 561 pasantes, y a la Escuela
Superior de Agricultura Antonio Narro, 136 titulados y 393 pasantes.56
Tal como sugiere la institución de egreso, la mayoría se graduó con el título
de ingeniero Agrónomo, concretamente 168 hombres (véase gráfica 2). En
representación disciplinar siguen a la agronomía los títulos de Médico

48
Gómez, Episodios de la vida, 1976, p. 25.
49
Flores, Historias de Edmundo, 1983.
50
Hernández, Remembranzas de Chapingo, 1964.
51
Gómes, Episodios de la vida, 1976, p. 25.
52
Ibid., anexo fotográfico.
53
Report of the Visit to Agricultural School in C. Juárez, Chihuahua, México, by Paul C.
Duffield, en rac, rf, rg 6, series s. g. 13, caja 19, folder 208.
54
Olea, “One century”, 2002, pp. 379-380.
55
El Colegio se estableció en 1953 con el objetivo de apoyar la sistematización del ejercicio
de los agrónomos de acuerdo con las pautas sancionadas por la Ley Reglamentaria de Profesiones de
1944. Para ello se inició con el registro de los agrónomos activos en el país. Colegio de Ingenieros
Agrónomos de México, Directorio agronómico, 1954.
56
Ibid., p. 432.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 119

Gráfica 2. Título de estudios de licenciatura de los becarios


214 personas

Ingeniero Agrónomo 168


Médico Veterinario y Zootecnista 23
Licenciado en Biología 6
Licenciado en Química 4
Licenciado en Derecho 1
Licenciado en Bibliotecología 1
No especificado 10
No aplica 1
Fuente: elaboración propia con información de la base de datos Rockefeller Fellows.
Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organizations (1914-1970).

Veterinario y Zootecnista, licenciado en Biología y licenciado en Quími-


ca. Estas tres carreras eran impartidas en la unam y en el ipn. Existen dos
casos de profesiones únicas. El primero es el de Ramón Nadurille Téllez,
quien se graduó como licenciado en Derecho por la unam y obtuvo en
1962 un estipendio de la fr para estudiar en la Universidad de Rutgers y
especializarse en el área de bibliotecología para dirigir la biblioteca de la
ena.57 El segundo es el de Miyamoto, quien se licenció en bibliotecolo-
gía por la unam,58 y tras sus estudios en Estados Unidos, mantuvo su
empleo como bibliotecaria del inia.59 Otro caso que merece mención es el
de Gilberto Díaz Santana, bibliotecario asistente del acervo de la Dirección
General de Agricultura, quien, pese a no tener estudios de licenciatura,
fue beneficiado en 1962 por una beca para formarse de manera avanzada en
el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (iica) en Turrialba, Costa
Rica.60 La elección de este centro respondió, por una parte, a la ausencia de
un título universitario que permitiera que Díaz viajara a Estados Unidos, y

57
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
58
Miyamoto completó su instrucción en el nivel medio superior en la misma universidad, en el
plantel No. 1 de la Escuela Nacional Preparatoria y contó, además, con una beca. Archivo Histórico
de la Universidad Nacional Autónoma de México (ah-unam), fondo Universidad Nacional,
caja 772, exps. 4543-4557.
59
Ibid.
60
Ibid.
120 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

por otra, a la especialización que el iica estaba consolidando en el área de


comunicaciones científicas y bibliotecología agrícola.
Con distintos propósitos, algunos historiadores han propuesto que los
estudiantes universitarios en el México de la segunda mitad del siglo xx y
los acreedores a becas para formarse en el extranjero pertenecen a las clases
medias, entre ellos, Olea, Cotter, Pensado y Newman.61 Sus observaciones se
fundamentan en la ocupación de los padres, la de los propios individuos y
el nivel de ingresos; indicadores que según Ezequiel Adamovsky, actúan
performativamente en los estudios sobre la clase media.62 Los datos de los
que se disponen en esta investigación no permiten seguir la proposición
de estos autores, pues se carece de elementos que demuestren ampliamente
que los becarios de la fr compartían un “tipo de existencia” observable a
nivel objetivo y subjetivo; criterio con que Gino Germani define la posibili-
dad de una clase intermedia entre la empresarial y la trabajadora.63
Aunque su condición de becarios los unifica como grupo, este rasgo no
los distingue como clase de otros grupos estudiantiles, y su condición social
no fue conceptualizada como una clase intermedia entre una posición supe-
rior y otra inferior.64 A pesar de ello, es importante decir que la trama de la
modernización agrícola colocó a estos individuos en condiciones propicias
para otorgar relevancia a su práctica profesional, a través del nodo que
conformaron en la red transnacional de expertos dedicada a la profesiona-
lización de las ciencias agrícolas y la propagación de la revolución verde.

Paideia agronómica

La preponderancia numérica de los agrónomos justifica referir algunos ele-


mentos que marcaron su experiencia educativa. La ena, fundada el 22
de febrero de 1854, fue reformada en la década de 1920, destinando su
instrucción “exclusivamente a los hijos de los proletarios y de preferencia
a los de extracción campesina”; para 1943, el énfasis en la exclusividad

61
Olea, “One century”, 2002; Cotter, Troubled harvest, 2003; Pensado, Rebel Mexico, 2013, y
Newman, “Transnational ambitions”, 2019.
62
Adamovsky, “Clase media”, 2014, pp. 132-133.
63
Germani, “La clase media”, 1942.
64
En esta investigación se retoman los indicadores propuestos por Adamovsky (“Clase media”,
2014, p. 135) para tomar la existencia de una clase media como un objeto de estudio, argumentando
las razones por las que el grupo de estudio no hace parte de esta línea de investigación.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 121

transitó a la “preferencia por los hijos de los proletarios”.65 El régimen mi-


litarizado de la instrucción fue un eje que definió una parte sustancial de la
cotidianidad estudiantil, que comenzaba por horarios estrictos y actividad fí-
sica. Distintos testimonios dan cuenta de que la oferta deportiva era amplia
e incluía: equitación, natación, atletismo, futbol soccer, futbol americano y
beisbol.66 Los registros sugieren que la variedad deportiva fue un aliciente
que animó el ingreso de nuevos alumnos con inclinación a la práctica ama-
teur, pues la escuela respaldaba su participación en competencias nacionales
e internacionales. Para otros, este atractivo no se relacionó con una ambición
deportiva, sino con la novedad de la actividad. Daniel Téliz Ortiz, originario del
Distrito Federal, reconoce que su interés por ingresar a Chapingo se resumió a
la oportunidad de montar a caballo, pues quedó cautivado con las demostra-
ciones ecuestres que presenció a los catorce años, poco antes de ingresar
su solicitud; entre las que recuerda el salto de obstáculos, “la parada india”
y las “pirámides humanas”. Téliz perteneció a la generación de 1953.67
Por otra parte, el carácter militarizado justificó prácticas de disciplina que
incluyeron castigos físicos y humillación pública.68 Esta circunstancia generó
un ambiente propicio para que las “novatadas” a los de nuevo ingreso es-
calaran en su escarnio. Téliz relata que, durante todo el primer año, los “nue-
vos” eran rapados frecuentemente para mantenerlos “pelones” y debían
obedecer las órdenes de los veteranos, que incluían hacer sus deberes o
mandados. Además de ello, señala que los alumnos mayores se divertían
haciendo “fiestas” en las que los actores eran los “pelones” y que algunas
bromas se basaban en golpes que herían sus cuerpos y dignidad; aunque
reconoce que, al paso del tiempo, algunas bromas llegaban a tornarse diver-
tidas.69 Una anécdota suya es elocuente sobre este punto:

Recuerdo que una tarde, después de la comida, un veterano me llamó a su


cuarto: –Pelón acabo de comer y requiero de una siesta (Yo me pregunté en
silencio: ¿y yo qué?)– Y para dormir necesito oír el sonido de un pollito,

65
Fernández, Chapingo hace 50, 1976, pp. 150-151.
66
Hernández, Remembranzas de Chapingo, 1964; Fernández, Chapingo hace 50, 1976; Gómez, Epi-
sodios de la vida, 1976, y Flores, Historias de Edmundo, 1983.
67
Egresó de la ena en 1959, completó una pasantía en el inia y recibió una beca en 1961 para
obtener su maestría en la Universidad de California (véase el capítulo 4 de este libro). Entrevista a Daniel
Téliz Ortiz, realizada por Said Infante. Casas, Infante y Martínez, Las ciencias agrícolas, 2013, p. 152.
68
Fernández, Chapingo hace 50, 1976, y Calderón, “El águila al sur”, 2019.
69
Entrevista a Daniel Téliz Ortiz, realizada por Said Infante. Casas, Infante y Martínez, Las
ciencias agrícolas, 2013, p. 153.
122 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

así que métase debajo de mi cama y cánteme como lo haría un pollito. A mis
quince años me estaba cambiando la voz, pero empecé a piar. El veterano,
molesto, se asomó y me gritó: –¡Así no canta un pollito, más agudo! Y cambié mi
piar a un agudo mayor. Cuando oí su respiración relajada dejé de piar, pero como
a los cinco segundos me gritó: –¡Sígale pinche pelón! Y pio, pio, pio le seguí.70

La severidad del régimen encontraba su punto de fuga en la celebra-


ción anual de la “Quema del libro”, ocasión en la que los “noveles” perci-
bían una última tunda y la aprobación de los veteranos para recibir a los
nuevos “pelones”. Se hacía un desfile con rituales de “iniciación” que varia-
ron de generación en generación; también se organizaban eventos a los
que se invitaba a los padres de familia, como las exhibiciones deportivas.71 La
recepción culminaba con una cena de gala. Las coyunturas internacionales
fueron incorporadas en esta celebración a partir de la algarabía y los disfra-
ces. La imagen 1 corresponde a una “Quema del libro” de la década de 1930
signada por la invasión de Italia a Etiopía y el avance del fascismo en Europa.
En lo académico, es oportuno decir que varios estudiantes fueron a su
vez alumnos de otros becarios, antes de que alguno obtuviera el estipendio.
Dos individuos que se desempeñaron por más tiempo como docentes en la
ena fueron Efraím Hernández Xolocotzi72 –becado para estudiar en la Uni-
versidad de Harvard– y José María de la Puente –becado para la Universi-
dad Estatal de California.73 Jesús Jasso Mata fue alumno de ambos, mantuvo
contacto con ellos después de su graduación en 1960 y recuerda con estima
sus enseñanzas. En 1964, Jasso recibió una beca, a través del Instituto Nacio-
nal de Investigaciones Forestales, para estudiar en la Universidad Estatal de
Carolina del Norte.74 Téliz rememora que Hernández era muy reconocido
por su sapiencia y excelencia como profesor, pero también era temido por ser
muy estricto y sarcástico.75 Por su parte, Turrent recuerda que el ser alumno

70
Ibid.
71
Hernández, Remembranzas de Chapingo, 1964.
72
Para leer más sobre la trascendencia de este individuo, véanse los capítulos 2, 5 y 6 de este libro.
73
Ibid.
74
Entrevista a Jesús Jasso Mata, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 6 de febrero de
2021, mediante cuestionario escrito.
75
Entrevista a Daniel Téliz Ortiz, realizada por Said Infante. Casas, Infante y Martínez, Las
ciencias agrícolas, 2013, p. 152.
Imagen 1. Quema del libro en la década de 1930 en la ena. Los “noveles” participan disfrazados de etíopes, italianos y mujeres. Se
contó con la representación de Benito Mussolini, de Haile Selassie y de Mahatma Gandhi; la inclusión de este último probablemen-
te se explique por sus posicionamientos respecto al papel de los ingleses en el segunda guerra mundial.
Fuente: Hernández, Remembranzas de Chapingo, 1964.
124 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

de Hernández Xolocotzi dejó huella en su formación y le brindó la oportuni-


dad de ganar elementos para la elección de su especialidad: fitotecnia.76
La ena era la única escuela de agronomía a nivel federal y su financia-
miento provenía de la Secretaría de Agricultura y Fomento. El resto de las
escuelas, de carácter estatal o regional, tenían un financiamiento mixto con
recursos de gobiernos estatales, subsidios del gobierno federal y aportes de
mecenas y filántropos locales. Por lo que, si bien existían becas para algunos
estudiantes, en cuanto al cobro de colegiaturas, la mayoría tenía un carácter
privado. Aunque distintas en su manutención, algunas de las escuelas reto-
maron rasgos del modelo de la ena en su diseño, en algunos casos, debido
a que fueron fundadas por sus egresados. Una de ellas fue la Escuela Par-
ticular de Agricultura “Hermanos Escobar”, fundada en 1906 en Ciudad
Juárez por los hermanos Rómulo y Numa Escobar, quienes se recibieron
como ingenieros de la ena cuando esta aún se encontraba en San Jacinto.
Rómulo llegó a ser director de la ena entre 1907 y 1909.77
La emulación de la ena de parte de la escuela en Ciudad Juárez fue paten-
te en la elección de la fecha para su inauguración –el 22 de febrero de 1906–,
el diseño arquitectónico de su campus –similar al exconvento de San Jacinto–,
sus planes de estudio y la instauración de un internado.78 Por supuesto,
la escuela también tuvo rasgos propios, entre ellos destacan: que el plan de es-
tudios tenía la duración de cinco años y no de siete como en la ena y que
sus labores de enseñanza se vincularon con el naciente sistema de estaciones
experimentales del estado de Chihuahua.79 Debido a que la escuela requería
sufragar parte de sus gastos operativos, los estudiantes colaboraban permanen-
temente en el cultivo o crianza de animales destinados a la venta. Esta
circunstancia generó que la instrucción tuviera un carácter marcadamente
práctico. Otro rasgo que destaca de esta institución es que su cercanía con la
frontera México-Estados Unidos le permitió, durante la década de 1930,
iniciar un intercambio con el Colegio A & M de Nuevo México para la capa-
citación del profesorado, el préstamo de libros y materiales audiovisuales.80
Al comenzar el decenio de 1950, su población estudiantil se estimó en 420
individuos, de los cuales 75% provenía de Chihuahua y 25% del resto de la

76
Entrevista a Antonio Turrent Fernández, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 18
de mayo de 2020, a través de Skype.
77
Palacios, Los directores de la escuela, 1999, p. 84.
78
Celis, “Movimiento estudiantil”, 2018, p. 51.
79
Ibid., p. 50.
80
Report of the Visit to Agricultural School in C. Juárez, Chihuahua, México, by Paul C.
Duffield, en rac, rf, rg 6, series s. g. 13, caja 19, folder 208.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 125

república.81 Los alumnos locales, en general, eran hijos de rancheros y gana-


deros, mientras que los “cebolleros”, como se les conocía a los estudiantes
foráneos, eran casi siempre hijos de campesinos, razón que los constituía
como el principal grupo de becados.82 De los once individuos egresados de
esta escuela que recibieron una beca de la fr, nueve provenían de otras en-
tidades y dos habían nacido en Chihuahua,83 lo que sugiere que se trató
de estudiantes pensionados durante sus años de licenciatura. Los origina-
rios de Chihuahua fueron: Uriel Maldonado Amaya y Ernesto de las Casas
Aguirre, egresados en 1955 y 1957, respectivamente. Maldonado recibió en
1969 una beca, a través del inia, para obtener su doctorado en la Universi-
dad Estatal de Dakota del Norte. Por su parte, De las Casas fue acreedor a
una beca en 1959, tras una pasantía en la oee, para completar estudios de
maestría en la Universidad de Minnesota.84
Otra institución educativa localizada al norte del país fue la Escue-
la Superior de Agricultura Antonio Narro. Este centro se estableció en la
exhacienda de Bellavista el 6 de marzo de 1923, en las cercanías de la ciu-
dad de Saltillo; gracias al patrimonio legado por el agrónomo y filántropo
saltillense Antonio Narro, quien estudió en Europa y Estados Unidos.85 Al
igual que la escuela de Ciudad Juárez, este centro estableció un programa
de cinco años con un sistema de internado y mantuvo una colaboración
estrecha con el Colegio A & M de Nuevo México; algunos de sus profesores
fueron egresados de esta universidad.86 De manera similar a la ena, se dio
prioridad a la práctica deportiva –sobre todo al futbol americano–87 y se in-
corporó un régimen de entrenamiento militarizado, aunque por tratarse de
una escuela particular, este fue de carácter instructivo. Para 1938, esta
institución contaba con 180 estudiantes,88 algunos internados y otros exter-
nos. Entre los internos había alumnos becados, generalmente originarios de
Coahuila. A inicios de la década de 1950 se inauguraron dormitorios
para 110 estudiantes, lo que sugiere que la mayoría de los alumnos estaban

81
Ibid.
82
Celis, “Movimiento estudiantil”, 2017, p. 69.
83
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
84
Ibid.
85
Medina, “Antonio Narro”, 2018, pp. 59, 64.
86
Ibid.
87
Pérez, Crónica del football, 2018, p. 4.
88
Olea, “One century”, 2002, p. 422.
126 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

internados.89 Para 1959, 946 estudiantes habían completado cursos y 495


habían obtenido el título de ingeniero agrónomo.90
Esta escuela era una de las pocas opciones educativas a nivel profesio-
nal en Coahuila, circunstancia que la convertía en una opción atractiva para
aquellos que deseaban estudiar sin migrar. Este fue el caso de Francisco
Cárdenas Ramos, originario de Saltillo, quien ingresó a ella por elección
de sus padres, pues vieron en la disposición de becas la posibilidad de que su
hijo desarrollara una profesión y se mantuviera en el estado.91 El padre de
Cárdenas, de nombre Francisco Cárdenas Gutiérrez, se dedicaba al comer-
cio y, a través de su ascendencia materna, tenía relación con negocios mineros
y vínculos familiares con Eulalio Gutiérrez Ortiz,92 quien fue presidente
provisional de México entre 1914 y 1915, designado por la Soberana Con-
vención de Aguascalientes, resultado de la unidad de los ejércitos campesinos. El
joven Cárdenas ingresó al internado en 1944 y se graduó en 1948, cumplió
una pasantía en la oee y obtuvo dos estipendios para sus posgrados: en
1952 en la Universidad Estatal de Colorado y en 1958 en la Universidad
Estatal de Michigan.93
Después de la ena, la escuela de Saltillo fue la institución que más pa-
santes envió a la oee y, de ellos, 58 obtuvieron becas para estudiar en el ex-
tranjero.94 La directiva de la escuela seleccionaba a los alumnos con mejor
promedio para postularlos al staff de la fr, lo que quiere decir que, bajo este
criterio, hacían una preselección. No obstante, el staff no siempre se decidió
por los alumnos con promedios más altos. Así ocurrió con la generación
32, conformada por 26 estudiantes que culminaron sus cursos en junio de
1958. Entre los cinco individuos propuestos por el director, la fr aceptó a
dos: Armando vi Campos Vela con el promedio más alto de 85.5 y Arnoldo
Amaya Celis con 77.1, quien ocupaba la sexta posición.95 Tras concluir su
pasantía, ambos fueron becados para estudiar en Estados Unidos: a través de la
oee, Campos fue dirigido en 1961 a la Universidad de Wisconsin y, desde

89
Ibid., p. 423.
90
Ibid., p. 427.
91
Entrevista a Enrique Cárdenas Molina (hijo de Francisco Cárdenas), realizada por Diana
Alejandra Méndez Rojas, 3 de noviembre de 2021, a través de llamada telefónica.
92
Ibid.
93
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
94
Ibid.
95
Promedios de los alumnos de la 32 generación, junio de 1958, en rac, rf, rg 6, series s. g.
13, caja 19, folder 209.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 127

el inia, Amaya fue a la Universidad Estatal de Dakota del Norte en 1962.96


Con una segunda beca, reiteraron su formación en estas universidades para
obtener su doctorado en 1964 y 1967, respectivamente.97
En una trayectoria distinta a la descrita para las escuelas de agricul-
tura, el itesm fue fundado por empresarios liderados por Eugenio Garza
Sada –heredero de la cervecería Cuauhtémoc Moctezuma– en el año de
1943, como una institución de carácter privado. Entre los miembros del pa-
tronato se encontraban Francisco G. Sada y Plutarco Elías Calles Chacón,98
descendientes del fundador y de Plutarco Elías Calles, presidente de Méxi-
co de 1924 a 1928. La Escuela de Agricultura y Ganadería fue establecida
en 1948. La relevancia de su fundación radica en que constituyó el ingreso
de la instrucción agrícola al medio universitario; el resto de las escuelas de
agricultura obtuvieron este estatuto hasta la década de 1970.
El primer director fue Leonel Robles, egresado de la ena en 1943, pasan-
te de la oee en 1945 y becario de la fr en la Universidad de Minnesota, en la
que obtuvo su maestría.99 La primera generación de agrónomos del itesm
se conformó por 42 estudiantes, la mayoría de ellos provenientes de los
estados norteños; su plan de estudios fue de seis años para obtener el título
de ingeniero agrónomo.100 La vocación empresarial de la escuela explica
que algunos de los becarios Rockefeller que egresaron de este centro se
especializaran en áreas de oportunidad para la actividad agropecuaria,
como la ganadería intensiva. Este fue el caso de Mario Ferrer Fernández,
originario del Distrito Federal, quien egresó en 1956, cumplió una pasan-
tía en la oee en 1958 y recibió una beca de la fr para formarse en la Uni-
versidad Estatal de Luisiana, donde obtuvo el grado de maestro en 1960,
con la especialidad en forrajes. En 1964, como empleado del inia, recibió
una segunda beca para matricularse en la Universidad Purdue y obtener su
doctorado en el manejo de pasturas.101

96
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
97
Ibid.
98
Folleto, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, en rac, rf, rg 1.2,
series 300, caja 41.
99
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
100
Olea, “One century”, 2002, pp. 447-448.
101
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
128 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Para 1958, la escuela del itesm tenía 180 alumnos, quienes pagaban
2 000 pesos por semestre, y 19 profesores de tiempo completo, quince de
ellos con estudios en el extranjero.102 Entre ellos se cuenta a becarios de la fr:
José Luis Puertas Dávila –egresado de la ena–, quien en 1950 fue a la Univer-
sidad de Cornell; Manuel Rojas Garcidueñas –egresado de la unam–, quien
en 1954 fue a la Universidad de Minnesota; Jaime Leal Díaz –egresado del
itesm–, quien en 1956 fue a la Universidad de California en Davis; Efraím
Hernández Xolocotzi –egresado de la Universidad de Cornell–, quien en
1956 fue a la Universidad de Harvard, y Homero Gaona Rodríguez –egre-
sado de la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro–, quien en 1964
fue a la Universidad de Texas A&M.103 La escuela del itesm se convirtió en
un receptor importante de los becarios que se desempeñaron como docentes;
también postuló candidatos para que recibieran becas dirigidas al fortaleci-
miento de este programa de carácter privado y vinculado a la agroindustria.

ASIGNACIÓN DE LAS BECAS

La narrativa oficial de la fr sostiene que el Programa Agrícola Mexicano


fue el cimiento de una “revolución intelectual” que transformó la visión
de la agricultura y el papel de los especialistas en el diseño de la política
agrícola.104 Esta denominación tiene una carga semántica importante. Por
un lado, hace explícito el asentamiento geopolítico de la revolución verde
en la segunda guerra mundial y la guerra fría, por otro, se dirige a generar
la impresión de que se trató de un emplazamiento exitoso. Esta investi-
gación no suscribe esta proposición, aunque recupera la designación para
exponer el mecanismo de internacionalización del Programa de Becas.
De acuerdo con la fr, esta “revolución intelectual” se completó y pro-
pagó en fases, ensayadas por vez primera en territorio mexicano y retoma-
das en los programas establecidos en Colombia, Centroamérica, Chile y
la India.105 Su avance no sólo dependió del aliento financiero o la solidez
de las instituciones, pues fue decisivo el impulso de las personas que encar-

Olea, “One century”, 2002, pp. 458-459.


102

Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed


103

Organizations (1914-1970).
104
Al respecto, véase Stakman, Bradfield y Mangelsdorf, Campaigns against, 1967.
105
Entrevista a Elvin C. Stakman, realizada por Pauline Madow, Nueva York, abril de 1971, en
rac, rf, rg 13, caja 10, vol. 6.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 129

naron este proceso y se comprometieron con su prosecución: los becarios.


Desarrollando el discurso oficial de la fr e idealizando el papel de los es-
tudiantes, Jesse P. Perry –director del Programa de Becas– afirmó que “el
becario debía causar una explosión, pues sino brindaba esa clase de brillo,
de iniciativa y conducción, entonces sólo se mantenía la capacidad de que
algo ocurriera, pero nada pasaría hasta que esta persona lo pusiera en mar-
cha; así, la medida del éxito fue la calidad de cada persona”.106
Al respecto, Perry señaló que era crucial entrenar a los “mejores”
y generar condiciones para que fueran capaces de poner en movimiento
su “chispa” y compartirla con otros jóvenes, asumiendo los problemas
con sus mentes y ambas manos.107 Aunque ensalzado, el planteamiento de
Perry es claro en cuanto a que señala que el Programa no buscaba otorgar
estipendios exclusivamente por méritos individuales, sino por la potencial
contribución de su formación profesional en la concreción de metas
nacionales e internacionales.
Para el caso concreto de las ciencias agrícolas en México, los estipen-
dios encaminaron a los estudiantes hacia centros académicos en el extranjero,
con el compromiso de retornar a trabajar en los planes del Programa Agrícola
Mexicano, argumentando que esto les permitiría retribuir el beneficio de sus
estudios y poner a disposición sus conocimientos y habilidades.108 Así,
se procuró facilitar un fenómeno migratorio de tipo circular, es decir, de ida
y vuelta.109 Para los administradores, resultaba grave que los estudiantes
contravinieran este principio, pues anulaba las metas del programa; por
ello, se servían de distintas medidas para fomentar el regreso, y una de las
más efectiva fue la promesa de un empleo o ascenso. Para esto contaban con
la colaboración de los empleadores, quienes coincidían en el interés por el
retorno de los estudiantes, pues valoraban su educación como un factor
de fortalecimiento institucional; sin embargo, no existía un compromiso
formal para que los becarios cumplieran este acuerdo, ni una penalización
económica que sancionara su conducta en caso de no hacerlo. Fleck sugiere
que, en la práctica, el principio de retorno encubría otros intereses de la
fr, entre ellos, el de contribuir al posicionamiento de Estados Unidos

106
Entrevista a Jesse P. Perry, realizada por William C. Cobb, Nueva York, febrero y marzo de
1967, en rac, rf, rg, 13, caja 21.
107
Ibid.
108
Entrevista a Elvin C. Stakman, realizada por Pauline Madow, Nueva York, abril de 1971, en
rac, rf, rg 13, caja 10, vol. 6.
109
Newman, “Transnational ambitions”, 2019.
130 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

como centro académico internacional, mediante la atracción temporal de


profesionistas extranjeros.110
La postulación y selección de los candidatos fue un proceso conjun-
to entre el staff de la fr y los funcionarios mexicanos, aunque la decisión
final sobre la aprobación, el tipo de beca y el centro de estudios recayó en
los administradores del Programa de Becas. Desde su creación en 1917, el
Programa operó como una sección de cada una de las divisiones de la fr.
Fue hasta 1964 que la administración se centralizó en una oficina particular,
dirigida por Perry.111 Hasta entonces, la confirmación de los estipendios de
los mexicanos fue responsabilidad de J. George Harrar y su asistente Ken-
neth Wernimont. Harrar tenía un claro conocimiento de la operatividad
de la oee y su staff, pues fue su director entre 1943 y 1951. Posición que
abandonó cuando fue nombrado director adjunto de la División de Agricul-
tura durante cuatro años, para luego hacerse cargo de la dirección de 1955 a
1959. Durante dos años, Harrar ocupó la vicepresidencia de la fr112 y llegó
a asumir la presidencia de 1961 a 1972, momento de su retiro.
La evaluación de los aspirantes era lenta y minuciosa –podía demorar-
se años–, ya que se buscaba recabar indicios, de primera mano, que permitieran
anticipar si el postulante alcanzaría notoriedad en sus estudios y en su poste-
rior desempeño laboral. Sin excepción, todos los candidatos debían tener
alguna relación con las actividades del Programa Agrícola Mexicano, ya fuera
como pasantes o empleados de la oee o el inia, como alumno o profesor
de alguna escuela asociada a estas dependencias, o bien, como trabajador de
la Secretaría de Agricultura y Fomento en alguna de las unidades que cola-
boraba con las tareas del programa.113 En general, la participación de los
directivos mexicanos fue postular a los candidatos y asegurar un empleo a
su retorno, pues la fr no recibía candidaturas individuales.
No existía una convocatoria pública para la asignación de las becas,
por lo que las solicitudes podían presentarse en cualquier momento del año.
El proceso de gestión iniciaba cuando un miembro del staff, o el empleador
del candidato, enviaba una carta a las oficinas de la fr en México en la que-
manifestaba el interés del individuo por obtener una beca. En este centro

Fleck, “Long-term consequences”, 2000, p. 77.


110

Entrevista a Jesse P. Perry, realizada por William C. Cobb, Nueva York, febrero y marzo de
111

1967, en rac, rf, rg 13, caja 21.


112
Entrevista a J. George Harrar, realizada por William C. Cobb, Nueva York, junio 1970, en
rac, rf, rg 13, caja 4.
113
J. G. Harrar, “Rockefeller Foundation Scholarships”, en rac, rf, rg 1.1, series 300, caja 2,
folder 10.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 131

se corroboraba que la persona señalada tuviera relación con el Programa


Agrícola Mexicano, si esto era así, se enviaba un formato de solicitud en el
que se debía incluir: la información personal básica, una fotografía indivi-
dual, indicar si el postulante había recibido con anterioridad alguna beca,
referir brevemente su récord académico y profesional, dar cuenta del cono-
cimiento de otros idiomas, señalar el campo de interés y la universidad en
la que pretendía formarse. El formulario era firmado por el postulante y dos
personas que lo recomendaban, generalmente miembros del staff. Además
de ello, la mayoría de los candidatos anexaba una carta de recomendación del
secretario de Agricultura y Fomento o del director del inia, como prueba
del respaldo con el que contaban.114
Tras la evaluación de la solicitud se programaba una entrevista para
valorar las actitudes del aspirante. Las entrevistas combinaban prácticas
formales e informales.115 En el aspecto formal se procuraba que el entrevistador
tuviera un alto cargo en la burocracia de la fr, por lo que la mayoría de las
entrevistas fueron realizadas por Harrar y Perry. En el aspecto informal,
se procuraba realizar las entrevistas en los espacios de trabajo de los postu-
lantes, como laboratorios, salones de clase, bibliotecas o los propios campos
de cultivo, pues se deseaba observar el desenvolvimiento de los individuos en
su medio y, de ser posible, tener una impresión sobre el tipo de relación que
mantenían con sus colegas.
Si la entrevista era favorable, la beca era aprobada. La fecha de inicio
del estipendio se establecía haciendo coincidir tres aspectos: la disposi-
ción de los fondos anuales, la aceptación de la universidad y la posibilidad
de que el becario pudiera ausentarse sin afectar el desarrollo de las tareas del
Programa Agrícola Mexicano. La dificultad de empatar estos elementos
hizo que algunos procesos se demoraran varios años.116 Algunos candidatos
buscaron recortar estos plazos contactando previamente a las universidades
y estableciendo comunicación con quien deseaban fuera su tutor, para ello con-
taron con la guía del propio staff, que les sugirió presentar en su solicitud la
carta de aceptación del programa de su interés.
El candidato ideal era aquel que equilibraba cualidades personales y
profesionales. Se estimaban, en primer orden, las aptitudes de liderazgo,
evidencias de dedicación al trabajo y cualidades que se asociaban con

114
Ibid.
115
Para leer en detalle sobre este aspecto véase, Barany, “Rockefeller bureaucracy”, 2019.
116
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
132 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

la posibilidad de alcanzar el éxito científico, tales como: disciplina, iniciativa y


creatividad. Era bien valorada la ambición de obtener prestigio y aspirar
a premios y reconocimientos dentro de su disciplina, aunque también se
buscaba una disposición plena para el trabajo práctico.117 En opinión de la fr,
estas capacidades se encontraban con mayor facilidad en personas a las
que se les consideraba maduras en lo personal y profesional, es decir, con
familia propia, experiencia laboral en su campo de interés y con una clara
disposición para viajar individualmente o acompañados de su familia.118
En los hechos, el proceso de selección continuamente se flexibilizó, pues
los candidatos que reunían los requisitos mínimos, como un adecuado co-
nocimiento del inglés y un conveniente récord académico, eran escasos y
persistía el interés por engrosar la nómina del Programa Agrícola Mexicano.
Debido a lo cual se abrieron oportunidades para quienes mostraban inge-
nio o gozaban de la confianza de sus superiores, pues se consideraba que
esto favorecería su reinserción laboral. Como es de suponerse, la evalua-
ción de las solicitudes entre hombres y mujeres difería en algunos detalles; el
más importante es que se consideraba que las mujeres jóvenes y solteras
constituían una inversión riesgosa, pues al no tener una trayectoria sólida en
investigación, podían abandonar su proyecto académico para casarse y for-
mar una familia.119 También se consideraba que las casadas encontrarían
limitaciones para realizar un viaje al extranjero, pues su pareja difícilmente
abandonaría su empleo para acompañarlas. Por estas razones, el proceso
de selección de las becarias fue más exigente y hubo menos solicitudes.
No existe información suficiente sobre los candidatos rechazados,
por lo que no es posible estimar su número ni ofrecer hipótesis sobre las razo-
nes por las cuales se les negó la beca, pero la evidencia documental sugiere
que el principal filtro fue la entrevista. Se conoce un poco más sobre las becas
canceladas. Existe constancia de once estipendios rescindidos antes de
que los individuos comenzaran su viaje, tanto por decisión de la fr como
de los propios solicitantes. Las principales causas fueron: enfermedades
propias o de relativos, decesos familiares y el cambio de empleo a institucio-

117
Entrevista a J. George Harrar, realizada por William C. Cobb, Nueva York, junio de 1970,
en rac, rf Collection, rg 13, caja 4; Entrevista a Jesse P. Perry, realizada por William C. Cobb, Nue-
va York, febrero y marzo de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 21.
118
Entrevista a Jesse P. Perry, realizada por William C. Cobb, Nueva York, febrero y marzo de
1967, en rac, rf, rg 13, caja 21.
119
Ibid.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 133

nes no asociadas al Programa Agrícola Mexicano.120 En algunos casos la


beca fue cancelada después del inicio de los estudios, por ejemplo, debi-
do al abandono del programa como ocurrió una vez en la Universidad de
Cornell, caso que fue acelerado por un bajo desempeño académico.121 Los
estipendios cancelados y rescindidos no fueron contabilizados en el total de
becarios considerados en esta investigación.
La gráfica 3 muestra la institución de empleo de los individuos al
momento de obtener la beca, las primeras posiciones las ocupan las insti-
tuciones núcleo del Programa Agrícola Mexicano: la oee y el inia con 111
y 64 estipendios, respectivamente. El resto de las dependencias mantenían
vínculos de colaboración con alguno de los proyectos del programa en la
rama agrícola, pecuaria o forestal, tanto en las tareas de investigación como
en las de enseñanza. Con el argumento de fortalecer los programas acadé-
micos dedicados a las ciencias agrícolas, se otorgaron becas a profesores
adscritos a la ena, El Colegio de Postgraduados y al itesm, sobre todo
después de la apertura de los programas de posgrado en 1960.
Las becas fueron otorgadas entre las décadas de 1940 y 1970. La
primera se aprobó en junio de 1944 y correspondió a José Rodríguez
Vallejo, quien estudió en la Universidad de Minnesota, la última se aprobó
en septiembre de 1970 y fue asignada a Heliodoro Díaz, quien la cursó en
la Universidad de Wisconsin.122 En la década de 1960 se asignó la mayoría
de las becas, con un total de 146 (véase gráfica 4). La concentración en
este decenio se debe al crecimiento del presupuesto asignado al Programa
de Becas, la creación del inia y la diversificación de la revolución verde, que
requería la formación de especialistas en ramos distintos al fitomejoramien-
to, tales como la horticultura y la pomología. El envío de los estudiantes al
extranjero se hizo de forma escalonada y no conformando contingentes; en
pocos casos los becarios coincidieron con otro mexicano en el mismo pro-
grama o centro. La razón para no enviar a los estudiantes juntos era man-
tener la continuidad en los trabajos del Programa Agrícola Mexicano sin la
disrupción que generaría la salida de varios empleados. La dosificación del
envío también tenía la intención de que los becarios pudieran “pagar” con

120
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
121
Ibid.
122
Ibid; Entrevista a Heliodoro Díaz, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 20 de mayo
de 2020, a través de llamada telefónica.
Gráfica 3. Institución de empleo al momento de recibir la beca, 1944-1970
284 estipendios

Oficina de Estudios Especiales / Distrito Federal 111


Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas / Distrito Federal 64
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey / Monterrey, Nuevo León 20
Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias / Toluca, Estado de México 20
Secretaría de Agricultura y Ganadería / Distrito Federal 17
Escuela Nacional de Agricultura / Chapingo, Estado de México 17
Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo / Texcoco, Estado de México 7
Universidad Nacional Autónoma de México / Distrito Federal 6
El Colegio de Postgraduados / Chapingo, Estado de México 5
Instituto para el Mejoramiento de la Producción de Caña de Azúcar / Distrito Federal 4
Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro / Saltillo, Coahuila 4
Universidad de Sonora / Hermosillo, Sonora 2
Escuela Particular de Agricultura “Hermanos Escobar” / Ciudad Juárez, Chihuahua 1
Comisión Nacional de Irrigación / Distrito Federal 1
Instituto Nacional de Investigaciones Forestales / Distrito Federal 1
No especificada 4
Fuente: elaboración propia con información de la base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 135

Gráfica 4. Rango de aprobación de las becas por década


284 estipendios

Década de 1940 27
Década de 1950 107
Década de 1960 146
Década de 1970 4
Fuente: elaboración propia con información de la base de datos Rockefeller Fellows.
Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organizations (1914-1970).

Gráfica 5. Rangos de edad al momento de obtener


la beca, 1944-1970
284 estipendios

Entre 20 y 29 174
Entre 30 y 39 102
Entre 40 y 49 8
Fuente: elaboración propia con información de la base de datos Rockefeller Fe-
llows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organizations (1914-1970).

su servicio el beneficio de la beca antes de solicitar un segundo estipendio;


generalmente transcurrían cinco años entre cada apoyo.123
A la fr le correspondió cubrir el pago de las matrículas de los progra-
mas académicos y la manutención de los becarios, a quienes asignó la cantidad
de 250 dólares mensuales, más 150 si estaban casados o tenían dependien-
tes económicos.124 En algunos casos, los empleadores permitieron que el
becario mantuviera su sueldo íntegro o parcial, e incluso otras becas; estas
facilidades pretendían cimentar el compromiso del alumno para con su cen-
tro de trabajo. El monto asignado era suficiente para vivir con decoro, y puede
decirse que, en general, los becarios no padecieron presiones económicas.
El rango de edad de los estudiantes al momento de obtener la beca
se ubica marcadamente entre los 20 y 29 años con 174 individuos (véase

Para ahondar sobre esta cuestión, véase el capítulo 4 de este libro.


123

Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed


124

Organizations (1914-1970).
136 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

gráfica 5). Este hallazgo coincide con lo dicho por Newman, quien sostiene
que uno de los rasgos que caracterizó la migración estudiantil de México
a Estados Unidos en el siglo xx fue la juventud.125 Los becarios más jóve-
nes, con 22 años, fueron Alejandro Ortega Corona –quien en 1953 fue a
la Universidad Estatal de Ohio–, Fernando Walls Armijo –quien en 1953
fue a Universidad de Harvard–, Edmundo Dávila Guzmán –quien en 1959 fue
a la Universidad de Minnesota–, Rafael Padilla Aranda –quien en 1959 fue a la
Universidad de Massachusetts– y Miguel Caballero Deloya –quien en 1963
fue a la Universidad Estatal de Carolina del Norte. Los mayores, con 44
años, fueron Ricardo León Manzo –quien en 1961 viajó a la Universidad
de California en Davis– y Pablo Velásquez Gallardo –quien en 1964 viajó
a la Universidad de Columbia.126
La mayoría de los individuos se encontraban casados al momento
de obtener la beca y otros precipitaron su matrimonio –con la venia de la
fr– para viajar junto con sus parejas. En total, 183 becas fueron asig-
nadas a personas casadas y 101 a solteras.127 El aliento a la conformación
de familias se debe a la creencia de que el matrimonio generaría un mayor
compromiso por parte del estudiante por llevar a buen término su progra-
ma y que los lazos familiares de la pareja alentarían el retorno a México.128
Implícitamente, se asumía que las esposas serían amas de casa y no tendrían
dificultades para viajar. De las cuatro becarias, Miyamoto y Villegas
eran solteras, mientras que Meléndez y Shunemann-Hofer eran casadas.129
La experiencia de Shunemann-Hofer demuestra que, para el caso de
las mujeres, el estado civil no sólo fue una limitante, sino también un recur-
so para moldear su experiencia de acuerdo con sus intereses. Al momento
de recibir su beca, Shunemann-Hofer era madre de tres niños y tenía 39
años (véase imagen 2). Ella se desempeñaba como profesora en la carrera de
Medicina Veterinaria en la unam y paralelamente colaboraba en el desa-
rrollo del programa de manejo de ganado en la oee; razón por la cual fue
considerada para el estipendio. En su solicitud indicó que deseaba obtener
una maestría en la especialidad de patología en la Universidad de Pensilvania

Newman, “Transnational ambitions”, 2019.


125

Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed


126

Organizations (1914-1970).
127
Ibid.
128
Entrevista a Elvin C. Stakman, realizada por Pauline Madow, Nueva York, abril de 1971, en
rac, rf, rg 13, caja 10, vol. 6.
129
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 137

Imagen 2. Fotografía que acompaña la solicitud de beca de Aline Shunemann-Hofer de Aluja, quien
recibió su estipendio en 1960 a los 39 años.
Fuente: rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 177, folder 2731. © Cortesía del Rockefeller Ar-
chive Center.

y expresó que su elección se fundamentaba en la calidad académica del


centro y en el hecho de que su esposo, José Ramón Aluja, trabajaba y estu-
diaba un posgrado en el mismo estado, por lo que la beca les permitiría
reunirse.130 A decir del propio staff, su sobresaliente desempeño como colabo-
radora fue el factor decisivo para otorgarle la beca, a lo que se sumó su
dominio del idioma inglés.131

130
Personal History and Application, en rac, rf Collection, rg 10.1, series 323, caja 177, folder
2731; carta de R. W. Richardson a Kenneth Wernimont del 9 de agosto de 1960, en rac, rf, rg 10.1,
series 323, caja 177, folder 2731.
131
Excerpt from Kenneth Wernimont Diary, junio 29 de 1960, en rac, rf, rg 10.1, series 323,
caja 177, folder 2731; Carta de R. W. Richardson a Kenneth Wernimont del 20 de junio de 1961,
en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 177, folder 2731.
138 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Al ser aprobada su pensión, Shunemann-Hofer solicitó a la fr que le


brindaran facilidades para realizar su estadía en compañía de sus tres hijos
y las dos niñeras mexicanas que los cuidaban, argumentó que su presencia
era imprescindible para que su desempeño fuera óptimo;132 y aunque esto
constituía una anomalía en los lineamientos del Programa de Becas, la fr
accedió. Por su parte, la unam le permitió mantener íntegro su salario du-
rante su tiempo en el extranjero.133 Shunemann-Hofer inició sus estudios
en noviembre de 1960 y obtuvo su grado en octubre de 1961; su tutor, John
T. McGrath, evaluó como “excelente” su trabajo.134 Las facilidades que esta
alumna recibió no sólo expresan la alta estima que el staff sentía por su
labor, sino que el Programa de Becas también era un espacio abierto
para la negociación, y que aquellos con iniciativa y capital social lograron
incidir en las condiciones que rigieron su tiempo como becarios.
Para la fr, no fue imprescindible que los becarios obtuvieran títulos
de posgrado, pues se priorizó la adquisición de conocimientos, el desarrollo de
habilidades y la generación de contactos. De esta forma, se decidió que la
oportunidad de defender una tesis de investigación sería algo que se afir-
maría en el curso de sus estudios y no la meta de su estadía en el extranjero.
Por esta razón, los becarios fueron inscritos en programas que los forma-
ban de manera avanzada, y sólo en el caso de que sus tutores indicaran
que contaban con aptitudes suficientes para optar por un posgrado, se les
concedía la posibilidad de prepararse en ese sentido. Para los estudiantes y
las autoridades mexicanas, la obtención del título sí era relevante porque
posicionaba al individuo en condición ventajosa para ascender a cargos
directivos y porque se asumía que la incorporación de maestros y docto-
res repercutiría en la profesionalización de las instituciones. La mayoría de
los estipendios duraron entre 13 y 24 meses, tiempo requerido para la ob-
tención de una maestría. Aquellos que permanecieron entre 25 y 48 meses
fueron, en general, los que obtuvieron un doctorado, y los que estuvieron
más de 49 meses en el extranjero obtuvieron una maestría y un doctorado
sin una pausa de retorno a México (véase gráfica 6).
Los destinos académicos se ubicaron de forma contundente en Esta-
dos Unidos, salvo algunas excepciones: Óscar Brauer Herrera se trasladó

132
Carta de Aline Schunemann-Hofer de Aluja a Kenneth Wernimont del 1 de mayo de 1961,
en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 177, folder 2731.
133
Personal History and Application, en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 177, folder 2731.
134
Report on Fellow or Scholar in the Agricultural Sciences, en rac, rf Collection, rg 10.1, series
323, caja 177, folder 2731.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 139

Gráfica 6. Rango de duración de las becas en meses, 1944-1970


284 estipendios

Entre 1 y 12 31
Entre 13 y 24 153
Entre 25 y 36 69
Entre 37 y 48 26
Entre 49 y 60 3
No se tienen datos 2

Fuente: elaboración propia con información de la base de datos Rockefeller Fellows.


Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organizations (1914-1970).

en 1960 a la Universidad de Gotinga en Alemania; Gilberto Díaz Santana


viajó en 1962 al iica en Costa Rica; Óscar Villarreal Quiroga se desplazó en
1965 a la Universidad de Queensland en Australia; Alfredo García Sánchez
partió en 1955 a la Universidad de Manitoba en Canadá, al igual que Mar-
co Antonio Quiñones Leyva en 1966 y 1969, mientras que David Arroyo
Ramos se inscribió en 1968 en la Universidad Nacional de Colombia135
(véase la gráfica 7). Salvador Merigo Jane no viajó a un centro académico,
pues en 1946 recibió la beca para capacitarse en el Servicio de Conserva-
ción de Suelos en Temple, Texas, mientras que Federico Castilla Chacón se
adhirió al Programa Agrícola Colombiano en 1951.136
Las instituciones fueron elegidas siguiendo las redes de contactos pro-
fesionales y académicas de la fr y los miembros del staff de la oee, que
privilegiaron centros pertenecientes al land grant university system. La Uni-
versidad de California fue el principal centro educativo de los mexicanos
con 46 estipendios; además de su modelo educativo, su preminencia se debió a
vínculos entre el Colegio de Agricultura y la fr, y el interés de la Secretaría de
Agricultura y Fomento por el modelo californiano de diversificación agríco-
la. Las siguientes posiciones las ocupan la Universidad de Cornell, la Uni-
versidad Estatal de Iowa, la Universidad de Minnesota y la Universidad de
Texas A&M. Instancias desde las que se graduaron o laboraron miembros

135
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
136
Ibid.
Gráfica 7. Institución receptora de los becarios, 1944-1970
284 estipendios

Universidad de California / Berkeley, Davis, Riverside, California 46


Universidad de Cornell / Ithaca, Nueva York 23
Universidad de Wisconsin / Madison, Wisconsin 22
Universidad de Minnesota / St. Paul, Minnesota 22
Universidad Estatal de Iowa / Ames, Iowa 18
Universidad Purdue / Lafayette, Indiana 15
Universidad Estatal de Dakota del Norte / Fargo, Dakota del Norte 12
Universidad de Nebraska / Lincoln, Nebraska 10
Universidad Estatal de Carolina del Norte / Raleigh, Carolina del Norte 10
Universidad Estatal de Kansas / Manhattan, Kansas 10
Universidad de Texas A&M / College Station, Texas 9
Universidad Estatal de Michigan / East Lansing, Michigan 7
Universidad de Illinois / Urbana, Illinois 6
Universidad Estatal de Pensilvania / University Park, Pensilvania 6
Universidad Estatal de Ohio / Columbus, Ohio 6
Universidad Estatal de Oklahoma / Stillwater, Oklahoma 5
Universidad de Harvard / Cambridge, Massachussetts 5
Universidad Estatal de Utah / Logan, Utah 4
Universidad Estatal de Colorado / Fort Collins, Colorado 4
Universidad de Massachusetts / Amherst, Massachusetts 3
Universidad de Manitoba / Winnipeg, Canadá 3
Universidad de Florida / Gainesville, Florida 3
Universidad Estatal de Luisiana / Baton Rouge, Luisiana 3
Universidad Católica de América / Washington, D. C. 3
Universidad de Virginia Occidental / Morgantown, Virginia Occidental 2
Universidad de Misuri / Columbia, Misuri 2
Universidad de Maryland / College Park, Maryland 2
Universidad de Hawái / Honolulú, Hawái 2
Universidad Estatal de Oregón / Corvallis, Oregón 2
Universidad Estatal de Misisipi / State College, Misisipi 2
Universidad Estatal de Washington / Pullman, Washington 2
Universidad de Texas / Richardson, Texas 1
Universidad de Tennessee / Knoxville, Tennessee 1
Universidad de Pensilvania /Filadelfia, Pensilvania 1
Universidad de Maine / Orono, Maine 1
Universidad de Idaho / Moscow, Idaho 1
Universidad de Georgia / Athens, Georgia 1
Universidad de Gotinga / Gotinga, Alemania 1
Universidad Nacional de Colombia / Bogotá, Colombia 1
Servicio de Conservación de Suelos / Temple, Texas 1
Universidad Rutgers / New Brunswick, Nueva Jersey 1
Programa Agrícola Colombiano / Bogotá, Colombia 1
Jardín Botánico de Misuri / San Luis, Misuri 1
Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas / Turrialba, Costa Rica 1
Universidad de Columbia / Nueva York, Nueva York 1
Universidad de Queensland / Santa Lucía, Australia 1

Durante el periodo de estudio, algunas instituciones de educación superior se reformaron y pasaron de ser Colegios
Estatales a Universidades Estatales, en la gráfica se han agrupado estos casos bajo el nombre Universidad Estatal, se trata
de las Universidades Estatales de Dakota del Norte, Carolina del Norte, Kansas, Michigan, Pensilvania, Utah, Colorado,
Luisiana, Oregón, Ohio, Oklahoma, Misisipi, Iowa y Washington. Fuente: elaboración propia con información de la base de
datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organizations (1914-1970).
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 141

del staff: Edwin J. Wellhausen, Elvin Stackman, Norman Borlaug, Richard


Bradfield y Paul C. Mangelsdorf.
En general, los becarios tuvieron pocas posibilidades para seleccionar
sus destinos académicos, pues sus aspiraciones eran dirigidas por el staff;
no obstante, al igual que otros elementos, la decisión final del centro de
estudios era un terreno de negociación. Así lo corrobora el caso de Brauer,
quien solicitó dirigirse a la Universidad de Gotinga para obtener su doctorado;
alegó que, gracias a su ascendencia alemana, tenía un conocimiento avan-
zado del idioma y podía desempeñarse adecuadamente.137 La fr accedió a
esta petición, porque tomó en consideración la previa demostración de sus
capacidades, pues Brauer había recibido una beca para realizar su maestría en
la Universidad de California en Davis, de donde se graduó en 1956.
En Gotinga, Brauer defendió una tesis sobre la hibridación del chile Cap-
sicum annuum L y obtuvo el grado en 1962.138

EL CASO DE TAKEO ÁNGEL KATO YAMAKAKE Y LA


INVESTIGACIÓN CITOLÓGICA

Takeo Ángel Kato Yamakake nació el 7 de febrero de 1932 en Culiacancito,


Sinaloa. Su familia paterna, originaria de Japón, migró en los albores del
siglo xx a la ciudad de Los Ángeles, California, sitio en el que su padre,
Moisés Kato, se desempeñó como agricultor, aprovechando la formación
que recibió en su país natal. Al independizarse, se mudó a Pasadena
donde adquirió una granja y se reunió con su esposa nipona Nobuko
Yamakake. Después de vivir un tiempo entre Sonora y Japón, la familia
instaló su domicilio, a inicios de la década de 1930, en Culiacancito, y
se dedicaron al cultivo de hortalizas, garbanzo y arroz, para comerciali-
zarlos en Estados Unidos.139
El comienzo de la segunda guerra mundial y la vigilancia a las comu-
nidades japonesas, italianas y alemanas en México hizo que se trasladaran a
la capital del país, donde fueron registrados ante la autoridad migratoria y se les

137
Ibid; Entrevista a Elvin C. Stakman, realizada por Pauline Madow, Nueva York, abril de
1971, en rac, rf, rg 13, caja 10.
138
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
139
Entrevista a Takeo Ángel Kato Yamakake, realizada por Said Infante Gil, s. f. Casas, Infante
y Martínez, Las ciencias agrícolas, vol. 4, 2013.
142 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

obligó a fijar su residencia para restringir su movilidad.140 En la ciudad de


México, los Kato compartieron vivienda con otra familia japonesa, pues los
costos de los traslados y la sobrevivencia de los extranjeros dependieron de
las redes familiares y comunitarias. A lo cual le siguieron mudanzas a Pue-
bla y Jalisco. En Tlaquepaque, Moisés fue contratado como administrador
en la compañía de producción de flores y plantas ornamentales, propiedad
de Jesús González Gallo y un empresario japonés de apellido Matsumoto.141
Kato refiere que decidió presentar el examen de admisión a la ena
por la vocación que la profesión de su padre despertó en él.142 Tuvo éxito
en su solicitud y en 1950 inició sus cursos. Desde el inicio tuvo la intención
de formarse en la especialidad de fitotecnia para volver a Tlaquepaque y
trabajar junto con su padre, pero este plan se frustró con la muerte de este
en 1952. Kato aprobó la totalidad de las materias del plan de estudios en
1956. Siguiendo su curiosidad por informarse sobre los recientes avances
del campo de la agronomía y perfilar un tema de investigación en fitotec-
nia, se acercó al seminario sabatino de la oee y se convirtió en un asistente
regular. Este inicial encuentro, sin embargo, no propició una colaboración
directa con el staff ni encaminó la preparación de su disertación.143
Interesado en adquirir experiencia y elegir un tema de tesis, en 1958,
Kato se empleó como asistente de investigación en el área de fitotecnia de
la ena. A mediados de 1959 abandonó esta posición por considerar que su
trabajo no le brindaba las oportunidades que él esperaba para el desarrollo
de sus habilidades, ni le permitía ampliar sus conocimientos; a lo cual
se sumaron desavenencias personales con el jefe del Departamento.144 A
finales de ese mismo año, Kato fue contactado por Czeslawa Prywer, su
anterior profesora de botánica, quien sabía que se encontraba desempleado,
y promovió el encuentro entre él y Edwin J. Wellhausen, director de la oee y
experto en genética del maíz. La gestión de Prywer no fue fortuita, pues ella
ocupó un lugar central en la investigación genética del periodo.

140
En consonancia con las disposiciones de Estados Unidos, el presidente Manuel Ávila Ca-
macho ordenó que los inmigrantes de naciones “enemigas” fueran apartados de sus residencias en
zonas fronterizas, costas y lugares con instalaciones e infraestructura estratégicas para ser traslada-
dos al interior del país. Los japoneses fueron los primeros en recibir esta orden y su concentración
se estima en 1500 individuos. Yankelevich, Los otros. Raza, 2019, pp. 120-122.
141
Takeo Ángel Kato Yamakake, entrevista citada. Casas, Infante y Martínez, Las ciencias agrícolas, vol. 4, 2013.
142
Ibid.
143
Takeo Ángel Kato Yamakake, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 4 de noviembre
de 2021, El Colegio de Postgraduados, Estado de México.
144
Entrevista a Takeo Ángel Kato Yamakake, entrevista citada. Casas, Infante y Martínez, Las
ciencias agrícolas, vol. 4, 2013.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 143

Prywer se formó como agrónoma en la Escuela Principal de Agricul-


tura de Varsovia y trabajó como tal hasta 1939, cuando Polonia fue ocupada
por las fuerzas alemanas y soviéticas. Fue enviada a Siberia, donde laboró en
los invernaderos;145 en 1941, cuando los soviéticos se sumaron al bando
de los aliados, fue liberada. En ese contexto, Prywer formó parte de la or-
ganización de un orfanato itinerante conducido hasta Bombay, desde donde
fue trasladado un contingente de polacos a Los Ángeles, resultado de un
acuerdo entre el gobierno estadunidense y el polaco en el exilio. Por solici-
tud de Franklin D. Roosevelt, Manuel Ávila Camacho aprobó el ingreso de
1 500 polacos a México, se trató en su mayoría de niños y mujeres cuyos
gastos fueron sufragados por el gobierno estadunidense y las comunidades
polacas de aquel país.146 México les brindó asilo en el campo Santa Rosa,
ubicado a las afueras de León, Guanajuato, que después fue conocido como
“la pequeña Polonia”.147 Tras colaborar en el programa de mejoramiento de
maíz del Instituto de Investigaciones Agrícolas, dirigido por Eduardo
Limón, Prywer se trasladó en 1945 a la ena. Favorecida por la gestión del se-
cretario de Agricultura y Fomento, Marte R. Gómez, quien también solicitó
el cambio de su estatus migratorio,148 pues los refugiados de nacionalidad
polaca no podían dedicarse a actividades que significaran competencia para los
mexicanos.149 La historia de Prywer demuestra que la formación de la exper-
ticia agrícola en México se fortaleció de itinerarios nada lineales, marcados por
las desventuras de la época y el azar de ciertos encuentros.
La reunión de Wellhausen y Kato se dio en la coyuntura del cierre
de la oee y la apertura del inia, que fue planeada desde 1959 y concretada
en 1961. En este marco, Wellhausen propuso a Kato colaborar en el
arranque del Programa Interamericano de Mejoramiento de Maíz (pimm);
proyecto que absorbió la línea de investigación en maíz de la oee, y aunque
se albergó en un laboratorio de la ena, fue financiado por la fr.150 La meta de
este programa fue dar continuidad al trabajo de clasificación del maíz a partir

145
Reyes, Ortiz y Ocampo, “Czeslawa Prywer”, 2007, pp. 38-39.
146
Yankelevich, Los otros. Raza, 2019, p. 123.
147
Los refugiados residieron en este espacio hasta 1947, cuando las instalaciones fueron cerra-
das. La mayoría se trasladó a Estados Unidos, mientras que unos pocos se dirigieron a la ciudad de
México o permanecieron en León y Guanajuato. Zack y Carreño, “La pequeña Polonia en México:
historia de refugio y hospitalidad (1943-1947)”, en <https://embamex.sre.gob.mx/polonia/index.
php/la-historia-de-los-ninos-de-santa-rosa/16-sin-categoria/45-la-pequena-polonia-en-mexico>, [con-
sulta: 25 de noviembre de 202.]; Yankelevich, Los otros. Raza, 2019, p. 124.
148
Casas, Martínez e Infante, “Czezlawa Prywer”, 2011.
149
Yankelevich, Los otros. Raza, 2019, p. 123.
150
The Rockefeller Foundation, Program in the Agricultural, 1965.
144 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

de la colaboración de la oee con el Comité de Preservación de Variedades


Indígenas de Maíz, de la década de 1950.151 Este proyecto recopiló la diversi-
dad del maíz del continente americano en bancos de germoplasma y realizó
la serie editorial Races of maize, que dio a conocer los avances en la clasificación
taxonómica, morfológica y genética del cereal. Se trató de un análisis exterior
fundamentado en la descripción y medición de las mazorcas y granos.
El segundo paso que asumió el pimm fue hacer un análisis interior del
maíz a partir de métodos que permitieran observar, con el uso del microsco-
pio, sus cromosomas, es decir, un análisis citogenético. Este estudio investiga
las implicaciones genéticas de la estructura y comportamiento de los cromo-
somas, y sus orígenes se remontan a las primeras décadas del siglo xx. Se es-
peraban datos concluyentes sobre el origen y parentesco de las distintas razas,
conocimientos que se consideraban necesarios para la creación de nuevos
híbridos. En su desarrollo científico, el maíz cumplió un papel central que fue
alentado por la publicación, en 1953, del modelo de doble hélice del adn, por
James Watson y Francis Crick, que animó el interés por describir con detalle
los cromosomas de distintas especies y su interrelación.152
Kato reconoce que aceptó trabajar en el pimm por dos razones: su de-
sempleo y un genuino interés por usar un microscopio. Sus tareas, sin
embargo, no lo mantuvieron exclusivamente en el laboratorio, ya que tam-
bién le fue asignada la siembra de maíz en el campo experimental de
Tepalcingo en Morelos, administrado por la Comisión Nacional del Maíz.
Puesto que el análisis citológico depende de la fijación, es decir, recolección
de espigas de las mazorcas del maíz, Kato tuvo que aprender a cultivarlo
e intervenir su reproducción para evitar la contaminación de otras varie-
dades. Las semillas que utilizó provenían de la colección formada por el
Comité en la oee, la cual fue seccionada después de su disolución: una parte
quedó en la ena y otra pasó al inia.153 También se sembró material nativo
enviado desde Estados Unidos.
Por solicitud de Wellhausen, Prywer viajó a Morelos para mostrar a
Kato la manera de hacer las fijaciones y, de vuelta a Chapingo, le enseñó
a hacer las preparaciones para observar la meiosis en el microscopio.154 Las
espigas eran conservadas en frascos en una mezcla de tres partes de alco-

151
Véase el capítulo 2 de este libro.
152
Herrera, “La citogenética molecular”, 2007.
153
Takeo Ángel Kato Yamakake, entrevista citada.
154
Takeo Ángel Kato Yamakake, entrevista citada. Casas, Infante y Martínez, Las ciencias
agrícolas, 2013, vol 4.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 145

hol etílico al 95% y una parte de ácido acético glacial; después de dos días la
fijación se cambiaba a alcohol al 70% y se congelaba.155 Para su observación,
las espigas eran maceradas y aplastadas para extraer las anteras que eran
coloreadas con aceto carmín; se analizaban en el microscopio con un por-
taobjetos, y si se encontraban en la fase adecuada, se realizaba una disección,
se añadía colorante de hierro, se calentaba con una lámpara de alcohol hasta
eliminar el líquido en exceso y se sellaban las orillas del cubreobjetos con
cera.156 Kato alternó el trabajo de campo y laboratorio entre 1960 y 1961,
y prácticamente fue el único responsable de completar estas tareas. Fue un
trabajo muy lento, pues era difícil encontrar las espigas indicadas y completar
el proceso de preparación de las muestras que sólo eran temporales.157
A finales de ese año, llegó a México otro colaborador del pimm, Albert
E. Longley, profesor retirado del Instituto Tecnológico de California y reco-
nocido especialista en la citogenética del maíz.158 Por decisión de Wellhausen,
Longley se dedicó a capacitar a Kato en la identificación de cromosomas
paquiténicos y en la interpretación de resultados durante seis meses, para
lo cual se utilizó el material recopilado previamente. Con base en estas ob-
servaciones, Kato preparó la tesis que le permitió recibirse como ingeniero
Agrónomo en la ena en 1961, para la cual contó con la asesoría de Ramón
Covarrubias Celis, quien era profesor de genética en el recientemente
fundado Colegio de Postgraduados y receptor de una beca de la fr, en
1956, que le permitió obtener su maestría en genética vegetal en la Universidad
de Nebraska.159 Kato dedicó su investigación a su familia y escuela; también
expresó su agradecimiento por las enseñanzas de Wellhausen, Longley y Prywer.
La tesis de Kato se tituló “Morfología cromosómica de algunas ra-
zas primitivas de maíz de México, Centro y Sudamérica”, y en ella exami-
nó con detalle muestras de las razas Nal-tel, Chapalote, Pollo, Pira, Palomero
Toluqueño, Confite Morocho, Confite Puntiagudo, Pisinkalla, Pisinkalla-
Pororo, Pororo, Canguil y Enano.160 La disertación puso a prueba algunas
conclusiones del Comité y del volumen Razas del maíz en México. De
las razas seleccionadas, el Comité había concluido que eran “primitivas”,
es decir, muy antiguas y que ocupaban posiciones clave en el linaje del maíz

155
Kato, “Morfología cromosómica”, 1961, p. 11.
156
Ibid., p. 15.
157
Takeo Ángel Kato Yamakake, entrevista citada.
158
Uno de sus trabajos más reconocidos es Longley, “Supernumerary chromosomes”, 1927.
159
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
160
Kato, “Morfología cromosómica”, 1961.
146 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

moderno. Mientras que el volumen Razas del maíz en México, publicado en


1951 por Wellhausen, Lewis M. Roberts y Efraím Hernández Xolocotizi,
había propuesto que las razas Palomero Toluqueño, Arrocillo, Chapalote
y Nal-tel eran descendientes directos de un maíz silvestre distinto al teocintle.161
En contraste, la investigación de Kato concluyó que la estructura de los
nudos cromosómicos de las razas examinadas sugería que no eran tan “pri-
mitivas”; su observación se fundamentaba en la amplia variación de la posi-
ción de los nudos y en el número de estos en los diez cromosomas del maíz
(véase imagen 3). Este resultado dejaba abierta la interrogante sobre si el
indicio de mayor antigüedad recaía en la presencia de muchos nudos o si,
como planteaba Wellhausen, las razas más primitivas tenían pocos nudos.162
Hasta este punto, la trayectoria de Kato le permitió formarse como un
experto de la citología del maíz, resultado de las capacitaciones y enseñanzas
que recibió de Prywer, Wellhausen y Longley, así como de la experiencia que
adquirió en campo y en laboratorio. Su estatuto como experto también
se apoyó en su incorporación al nodo mexicano de la red transnacional de-
dicada a la propagación de la revolución verde y a una red de contactos es-
pecializada en citología. Mientras que los exploradores botánicos del Co-
mité lograron ocupar una posición central, gracias a su conocimiento del
territorio y sus habilidades para gestionar el intercambio de maíz, Kato
afirmó su pertenencia a partir de la dedicación de un recurso escaso para el
resto de los investigadores: el tiempo. La preparación de las muestras era
un proceso sumamente lento y, a decir de él mismo, había días en que
no lograba fijar una sola espiga.163
Una vez que Kato se graduó, recibió la propuesta de Wellhausen para
estudiar un posgrado en Estados Unidos con el beneficio de una beca y el
compromiso de preparar una tesis que extendiera el trabajo de investigación
del pimm. Al ingresar la postulación y ser aprobada la beca, Kato se enteró
que Wellhausen tenía el propósito de concentrar en un mismo centro a todos
los colaboradores del pimm mediante el Programa de Becas; el destino de
su elección fue el Departamento de Genética de la Universidad Estatal
de Carolina del Norte.164 Además de Kato, los alumnos que llegaron a Raleigh
en 1962 fueron Almiro Blumenschein y Warton Monteiro, de Brasil, Julio
Safont, de Argentina y Yasuo Ohta, de Japón.

161
Wellhausen, Roberts y Hernández, Razas de maíz, 1951.
162
Kato, “Morfología cromosómica”, 1961, p. 34.
163
Takeo Ángel Kato Yamakake, entrevista citada.
164
Ibid.
Imagen 3. Representación de algunos tipos de nudos heterocigotos en la tesis de Takeo Ángel Kato
Yamakake.
Fuente: Kato, “Morfología cromosómica”, 1961.
148 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Sin embargo, los únicos que elaboraron una disertación relacionada con
el pimm fueron Kato y Blumenschein. A Kato correspondió el estudio
citológico de maíces provenientes de México, Centroamérica y el Caribe,
y se graduó en 1964 con la tutoría principal de L. L. Phillips.165 Blumenschein
participó en las actividades del Comité, recolectando maíz y analizándolo
morfológicamente en la obra Races of maize in Brazil and other eastern coun-
tries, publicada en 1957 junto con otros autores.166 Blumenschein fue el úni-
co que atravesó el largo proceso de investigación, desde las expediciones
botánicas hasta el análisis citológico para la obtención de un posgrado
en Estados Unidos.167 De forma similar a Kato, trabajó fijando espigas de
maíz y sembrando muestras del banco de semillas de Piracicaba, Brasil.
Durante su estancia en Raleigh, Kato y Blumenschein analizaron conjunta-
mente las espigas del material que llevaron a Estados Unidos. Para esta
tarea tuvieron la guía de Barbara McClintock, especialista en el estudio
cromosómico del maíz y colaboradora del pimm, quien codirigió sus tesis
(véase imagen 4).
McClintock, de nacionalidad estadunidense, se doctoró como botá-
nica en la Universidad de Cornell y, siendo investigadora de la Institución
Carnegie, asesoró a la fr en los programas dirigidos al estudio del origen
del maíz en la oee, el Comité y el pimm. Además de ello, recibió financia-
miento de esta organización para realizar una expedición de recolección
de maíz en la década de 1950. De manera paralela a la indagación sobre el
origen del maíz, McClintock desarrolló sus proposiciones sobre la existencia
de elementos móviles en la masa genética, conocidos posteriormente como
transfosones. Su hallazgo fue clave para el desarrollo de la citogenética, pues
anteriormente se consideraba que los genes eran estáticos. Aunque publicó
sus primeras ideas en la década de 1950, la validez de su trabajo tardó varios
decenios en ser reconocida a cabalidad. En 1983 recibió el premio nobel de
Fisiología y Medicina por su investigación; convirtiéndose así en la primera
mujer en recibir este galardón de forma individual.168 Kato recuerda que,
a pesar de que Wellhausen, Prywer, Longley y Phillips eran interlocutores

165
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
166
Brieger et al., Races of maize, 1957.
167
Véase Méndez, “Los libros del maíz”, 2021.
168
Comfort, The tangled field, 2003.
Imagen 4. Equipo de trabajo del Programa Interamericano de Mejoramiento de Maíz. De izquierda a derecha: Almiro Blu-
menschein, Takeo Ángel Kato Yamakake y Barbara McClintock.
Fuente: American Philosophical Society (aph), Islandora Repository, Graphics Collection, Barbara McClintock Papers,
Mss.Ms.Coll.79.
150 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

de McClintock y siguieron de cerca su investigación, no respaldaban sus


proposiciones sobre los genes móviles.169
A su retorno a México, en 1964, Kato continuó su trabajo del pimm en
las oficinas de la ena hasta 1969, cuando el programa fue trasladado al Cen-
tro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (cimmyt) y desapareció
al incorporarse a la línea de investigación del maíz de centro. Abandonó este
empleo a inicios de la década de 1970 y fue contratado en El Colegio de Post-
graduados, lugar en el que laboró hasta 2022.170 En 1972 viajó a la Universidad
de Massachusetts para realizar sus estudios doctorales con una beca D. F. Jones
y una donación del Funk Bros International Inc.; para entonces, el progra-
ma de la fr se conducía a su fin. Se graduó en 1975 con una tesis que con-
trapuntea la citología del maíz y el teocintle. Su asesor fue W. C. Gallinat, a
quien conoció en 1971 durante una expedición científica que Kato guió en
la cuenca del Río Balsas, destinada a la recolección de semillas de teocintle;
a aquel viaje también asistió George Beadle, genetista retirado que recibió
el premio nobel de Fisiología y Medicina en 1958, junto con Edward Laurie
y Joshua Lederberg, en reconocimiento a sus hallazgos sobre el vínculo de
los cromosomas y las reacciones enzimáticas. Gallinat y Beadle fueron los
gestores de los apoyos que recibió Kato, a decir de él mismo, fue debido a la grata
impresión que generó en ellos durante esa expedición.171
Resultado de sus estudios de posgrado en Estados Unidos, Kato con-
solidó un estatuto de experto como investigador, y mantuvo colaboración
con McClintock y Blumenschein, junto con quienes publicó, en 1981, un li-
bro en el que se dieron a conocer sus hallazgos respecto a la citología del
maíz, cuyo objetivo era explicar su origen y diversificación. Esta obra fue
editada, gracias a la gestión de Kato, por El Colegio de Postgraduados
bajo el título: Chromosome constitution of races of maize. Its significance in the interpreta-
tion of relationship between races and varieties in the Americas,172 que posteriormente
se publicó en español. En este escrito, los autores desarrollan una versión
de la teoría multicéntrica que propone que el maíz se originó del teocintle
en cinco centros, cuatro en México y uno en Guatemala.
McClintock preparó la versión en inglés y a Kato correspondió la edi-
ción en español, la participación de Blumenschein fue marginal, pues para
entonces se desempeñaba en otra especialidad en Brasil. Para esta tarea, Kato

169
Takeo Ángel Kato Yamakake, entrevista citada.
170
Ibid.
171
Ibid.
172
McClintock, Kato y Blumenschein, Chromosome constitution, 1981.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 151

contó con el auxilio del costarricense Alfredo Carballo Quirós, colega


suyo en el Colegio, egresado de la oee, exbecario de la fr y recolector
del Comité en Centroamérica. Al igual que Kato, Carballo era especialista
en maíz –aunque desde el fitomejoramiento– y egresó de la Universidad
Estatal de Carolina del Norte.
Aunque Chromosome constitution sintetiza los resultados de casi dos décadas
de trabajo en el pimm, ni el cimmyt ni la fr tuvieron interés en publicarlo. Sólo
Wellhausen mostró apoyo a la realización del proyecto, pero a manera
de inclinación científica personal antes que institucional.173 El abandono del
proyecto puede tener una doble explicación, por una parte, que la investiga-
ción citogenética tradicional fuera relegada por la citogenética molecular,
por otra, que los avances en la ingeniería genética hicieron que desentrañar el
origen del maíz no fuera relevante para su manipulación. Aunque la fr
fue una de las instituciones que más recursos movilizó para esclarecer la
constitución del maíz, su motivación declinó en la antesala de la creación
de los primeros transgénicos. La fr cerró su oficina en México en 1983.
Investigaciones filogenéticas y arqueológicas recientes coinciden en
que el ancestro silvestre del maíz es el teocintle y que su presencia fue re-
levante en el centro de la cuenca del Río Balsas, cerca del valle de Iguala,
en el estado de Guerrero, en México, donde ocurrió su domesticación hace
aproximadamente 9 000 años.174 La investigación citogenética del maíz per-
siste como un campo de interés científico, pues la identificación del número
y posición de los nudos cromosómicos continúa aportando al conocimien-
to del genoma vegetal; sin embargo, ha sido relegado y prácticamente aban-
donado para la explicación del origen y diversidad del grano.175
A pesar de ello, Kato reivindicaba la validez de este enfoque para
explicar el pasado del maíz; su estudio más reciente, en coautoría, fue publica-
do en 2016, y se dedica al estudio de las razas Chalqueño, Cónico y Cónico
Norteño.176 El citogenetista reconoció que, en México, cada vez hay menos
estudiantes interesados en esta temática, por lo que anticipó que esta línea
de indagación se extinguirá en los próximos años. El desinterés por esta perspec-
tiva se debe, fundamentalmente, a la necesidad de suponer que el maíz tenga
distintos puntos de domesticación, lo que a su vez implica poner en duda

173
Takeo Ángel Kato Yamakake, entrevista citada.
174
Véase Matsuoka et al., “A single domestication”, 2002, y Ranere et al., “The cultural and
chronological”, 2009.
175
Orozco, “Maize diversity”, 2014.
176
Kato et al., Origen de tres razas, 2016.
152 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

que el sitio de su primera domesticación sea la cuenca del Río Balsas, cuestión
sobre la que impera el consenso. Las investigaciones de Kato, conjuntas e
individuales, ocupan un importante sitio entre los científicos que prosiguen el
estudio citogenético y los historiadores que indagan las derivas de la investiga-
ción aplicada al maíz.177

CONSIDERACIONES FINALES

En este capítulo se han esbozado los principales elementos que constitu-


yen el perfil del becario Rockefeller. Puede decirse que, aunque existen ten-
dencias y coincidencias visibles, como la predominancia del género mascu-
lino, la nacionalidad mexicana, un origen rural y la formación profesional
en agronomía, la revisión de las excepciones a estas categorías hace pa-
tente una heterogeneidad que no permite generalizar sin perder la riqueza
que confiere la diversidad del grupo. En su lugar, se asume esta variedad
como evidencia de la pluralidad de los perfiles asociados a las ciencias
agrícolas en México durante las décadas intermedias del siglo xx; resultado,
entre otros factores, del engrosamiento del sistema de enseñanza público y
la existencia de diferentes clases de becas. Así, se revela una valiosa parti-
cipación de mujeres, extranjeros, citadinos y profesionales de la medicina
veterinaria, biología, química y bibliotecología.
También se han expuesto las relaciones que se encuentran entre las
cualidades de su perfil con el proceso de otorgamiento de la beca y su
destino académico. Se ha mencionado que, a pesar de que la fr construyó
una narrativa idealizada sobre las cualidades y el papel de los becarios, el
proceso real de asignación de los estipendios constantemente flexibilizó
sus principios. Se propone que demostrar aptitudes o interés para la in-
vestigación y contar con un empleo en dependencias ligadas al Programa
Agrícola Mexicano, fueron los principales factores que permitieron a los
mexicanos obtener una beca. A pesar de que los destinos académicos fue-
ron direccionados por el staff mediante diversas estrategias, algunos becarios
procuraron adaptar las pautas según sus propósitos y deseos; negociaban
la posibilidad de ir a un centro académico que empatara con sus intereses
personales, o bien, gestionaban condiciones favorables para el viaje de
acuerdo con sus circunstancias. La documentación sugiere que las peti-

177
La pieza más citada en ambos sentidos es Kato et al., Origen y diversificación, 2009.
CAPÍTULO 3. PERFIL DEL BECARIO ROCKEFELLER Y ASIGNACIÓN DE LAS BECAS 153

ciones especiales fueron más bien anómalas y la mayoría de los estudiantes


se ajustaron a las normas básicas.
El caso de Kato permitió profundizar en la relación entre la obtención
de una beca y la selección de un tema de investigación. El seguimiento de su
trayectoria inicial al encuentro del staff y la obtención del estipendio permite
puntualizar algunos elementos de la experiencia general de los becarios.
Primero, pone en relieve que, en condiciones específicas, el periodo forma-
tivo de estos individuos –bajo el mentorazgo o dirección del staff– comenzó
antes de que la beca fuera asignada, fase preparatoria que les permitió conver-
tirse en un prospecto de beca. Segundo, que la elección de la especialidad de
sus estudios se relacionó con su integración a un programa específico, en
este caso el pimm; hecho que corrobora el planteamiento de que el Programa
de Becas operó como una parte orgánica del resto de iniciativas de la fr.
Tercero, que la especialidad de sus estudios, en este caso la citogenética,
abrió la oportunidad para adquirir el estatuto de experto e insertarse en
la red transnacional dedicada a la propagación de la revolución verde y a
una red de contactos especializada. La red correspondiente a la citogené-
tica puede considerarse, de acuerdo con lo descrito, en expansión y consolida-
ción hasta la década de 1970. Cuarto, que el contexto de guerra, posguerra
y guerra fría favoreció el encuentro de diversas nacionalidades a través del
Programa de Becas. Para el caso de Kato, resulta evidente que sus vínculos
académicos y profesionales más fructíferos se dieron con extranjeros, a lo
que se suma la consideración sobre su ascendencia japonesa.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN
EL EXTRANJERO

El objetivo de este capítulo es reconstruir el tono general de las ex-


periencias de los 214 mexicanos que fueron becados por la Fundación
Rockefeller (fr) para realizar estudios avanzados o de posgrado en el ex-
tranjero, en alguna de las disciplinas asociadas a las ciencias agronómicas.
De esta forma, se analizan los principales elementos que configuraron su
estadía, entre ellos, el acompañamiento de su familia nuclear, el dominio
de nuevos idiomas, el entorno social, la presencia o no de otros latinoameri-
canos, la relación con sus tutores (asesores), así como el respaldo financiero
y el seguimiento administrativo por parte de la fr.
A través de las vivencias del grupo de estudiantes en la Universidad Esta-
tal de Ohio y la Universidad de California, este capítulo profundiza sobre
algunos de los pormenores de la vida universitaria a la que se inscribie-
ron los becados, tales como las evaluaciones, la selección de sus problemas
de investigación, la participación en actividades extracurriculares y su
ausencia en las movilizaciones estudiantiles que caracterizaron al periodo. Se
propone que la Universidad Estatal de Ohio fue un centro privilegiado para
la formación de entomólogos mexicanos, gracias a los aportes del profeso-
rado en la clasificación taxonómica. Por su parte, la Universidad de Califor-
nia fue el principal destino académico de los becarios debido a un fuerte
afianzamiento del land-grant university system, que generó una expectativa
en la fr y en los directivos de las dependencias agrícolas mexicanas res-
pecto a lo que el estudiantado podría aprender y retomar a su retorno.
Se muestra que esta perspectiva se configuró a través de dos coinci-
dencias: vínculos preexistentes entre la fr y la Universidad de California, y
el interés mexicano ante la diversificación que presentaba la agricultura ca-

154
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  155

liforniana. Aunque el centro de la narración lo constituyen las experiencias


de los mexicanos que se formaron en Estados Unidos, se incluyen referen-
cias a casos situados en otros países que pertenecen al mismo entramado.
Este capítulo comprende un periodo que inicia en 1944, fecha en que el
primer mexicano se condujo al extranjero, y concluye en 1980, año en que
los últimos becarios retornaron.
En la indagación específica sobre los programas de becas, el periodo
que corresponde a la realización de los estudios con el uso del estipen-
dio, generalmente es un punto ciego que pasa por alto el examen de las
experiencias; de manera que, dar cuenta de ellas, enriquece la comprensión
de las dinámicas de los programas internacionales, tal como han señalado
Ludovic Tournès y Gilles Scott-Smith.1 Retomando la proposición de Se-
bastián Rivera Mir para estudiar el intercambio académico desde las expe-
riencias de los sujetos, la argumentación del capítulo se dirige a la recons-
trucción de un fragmento de las trayectorias individuales con la intención
de penetrar en los intereses, las negociaciones y los límites que enfrentaron.2
Resulta oportuno remarcar que, bajo este contexto, los intercambios acadé-
micos resultaron en prácticas que no se caracterizaron por la reciprocidad
de los elementos movilizados de un lugar a otro, más bien estuvieron basados
en los desequilibrios, en las asimetrías entre los sistemas educativos y la
búsqueda de objetivos que rebasaron los procesos pedagógicos.3 En el caso
aquí analizado, se priorizó la construcción de contactos y la transferencia de
conocimientos y prácticas antes que la obtención de títulos de posgrado o la
preparación de tesis que son el resultado de largos procesos investigativos.
El registro de las experiencias permite arrojar luces acerca de las pau-
tas de densificación de la red transnacional de expertos a la que se integraron
los mexicanos mediante el Programa de Becas de la fr. En las siguientes
páginas, se aclara que, aunque algunos estudiantes habían iniciado contacto
con el staff de la fr como internos en la Oficina de Estudios Especiales (oee),
su estatuto como becarios en el extranjero afianzó su interrelación. Asimis-
mo, se explica que los tutores de los mexicanos mantenían lazos propios con la
fr o intereses científicos en México, de manera que la cercanía de los alumnos
con sus mentores afincó aún más su pertenencia a la red. Algunos candida-
tos llegaron a conocer a sus tutores en México antes de obtener la beca, lo

1
Tournès y Scott-Smith, Global exchanges, 2018.
2
Realizo una paráfrasis de la proposición de Rivera en la que se resaltan los elementos coin-
cidentes con el tema de investigación. Rivera, “Introducción”, 2020, p. 10.
3
Kramer, “It’s the world our campus”, 2009, y Rivera, “Introducción”, 2020, p. 10.
156 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

que facilitó el inicio de los trámites para tener acceso al estipendio, tanto por
iniciativa del aspirante como por recomendación directa de los académicos.
Dentro de la historiografía del intercambio académico y de los progra-
mas de becas, el estudio de las experiencias de los individuos es un tema que
recientemente ha comenzado a ser explorado.4 A la fecha, existen trabajos
que han indagado este registro de la movilidad, tanto de mexicanos en el
exterior como de extranjeros en México.5 Este capítulo dialoga con esta línea
de investigación, en particular con la tesis doctoral de Rachel Newman, quien
combina la mirada del intercambio académico con la de la migración para
abordar la movilidad de estudiantes mexicanos hacia Estados Unidos a lo
largo del siglo xx, uno de los contingentes más numerosos de habla hispana
en aquel país.6 La investigación de Newman incluye a los becarios Rocke-
feller como parte del grupo que se desplazó a Estados Unidos con fines
académicos y considera a todas las áreas del conocimiento. La perspectiva
de este trabajo se distingue porque el foco es un campo disciplinar espe-
cífico –las ciencias agrícolas– y porque puntualiza las experiencias de los
individuos en dos centros académicos, la Universidad Estatal de Ohio
y la Universidad de California.
Otra línea de análisis que ha tocado el tema de la movilidad académi-
ca de mexicanos hacia Estados Unidos es la del estudio de las elites ligadas
al poder, todo ello con la intención de medir el impacto que generó en el
funcionamiento interno de la sociedad su formación en universidades de
primer nivel, sobre todo durante el ascenso del neoliberalismo. En esta ver-
tiente sobresalen los minuciosos estudios de Sarah Babb y Roderic Ai Camp.
Babb se ocupó del caso de los economistas; mientras que Ai Camp se enfo-
có en el examen de los perfiles políticos, intelectuales, empresarios, militares
y clérigos que pasaron por Estados Unidos y otros centros hegemónicos.7
Este capítulo se distancia de los enfoques de Babb y Ai Camp por tres ra-
zones: primero, porque los becarios mexicanos en ciencias agronómicas no

4
Tournès y Scott-Smith, Global exchanges, 2018.
5
Entre los escritos que reflexionan sobre las vivencias de mexicanos en el exterior, destaco los
de: Bazant, “Estudiantes mexicanos”, 1987, y “Estudiantes y profesores”, 2008; Taracena, “La Aso-
ciación General”, 1989; Minor, Cruzar fronteras, 2019; Newman, “Transnational ambitions”, 2019,
y “Pensar el intercambio”, 2020. Entre las investigaciones que recuperan las experiencias de lati-
noamericanos estudiando o investigando en México resalto las de: Rivera, “La experiencia de los
centroamericanos”, 2012, Militantes de la izquierda, 2018, “El intercambio académico”, 2018, “Latin
American”, 2019, “Profesores chilenos en busca”, 2021; Calderón, “El águila al sur”, 2019, “Soy
muy pobre”, 2020, “Los médicos costarricenses”, 2021; Méndez, “La agricultura como puente”, 2021.
6
Newman, “Transnational ambitions”, 2019.
7
Babb, Proyecto: México, 2003 (primera edición en inglés en 2001); Ai Camp, Mexico´s mandarins, 2002.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  157

formaron parte de las altas esferas de la elite; segundo, porque este libro no busca
destacar a los personajes de mayor visibilidad política o fama científica, sino
al conjunto; y tercero, porque la investigación no se propone medir el impacto del
Programa de Becas, sino explicar las condiciones de su recepción.
Las fuentes documentales de este capítulo provienen de archivos
localizados en Estados Unidos. Del Rockefeller Archive Center, se han reto-
mado tres tipos de materiales: los expedientes individuales de los becarios,
los registros del staff dedicado a la administración del Programa de Becas y
entrevistas del proyecto de historia oral de la División de Agricultura. Por
parte de la Universidad de California se incluye documentación albergada
en la Biblioteca Bancroft y la Biblioteca Shields. La búsqueda de indicios
sobre el paso de los mexicanos en California fue una tarea difícil pues, al
igual que en la mayoría de los archivos universitarios, no se resguardaron
datos particulares de los estudiantes. Por lo tanto, se procedió a la lectura
de escritos abocados al tratamiento de temáticas generales de la vida univer-
sitaria. Pese a estas dificultades, se recuperaron fuentes de interés y valor.
En menor medida, este capítulo también se ha afianzado con documentación
hallada en el Centro de Investigación de Colecciones Especiales de la Uni-
versidad Estatal de Carolina del Norte y de la Universidad Estatal de Ohio.
Otras fuentes de este capítulo son los testimonios recopilados a través de
entrevistas realizadas para esta investigación y de las conducidas por El
Colegio de Postgraduados en la serie Las ciencias agrícolas mexicanas y sus prota-
gonistas. Asimismo, se recurrió a la consulta de la base de datos Rockefeller
Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organizations
(1914-1970). La lectura conjunta de estos materiales ha permitido recupe-
rar el carácter experiencial del trayecto de los mexicanos en el exterior.
Este capítulo se encuentra dividido en tres secciones. La primera re-
construye las experiencias generales de los mexicanos en el extranjero. Y
pese a que la mayoría de las vivencias se desarrollaron en Estados Unidos,
se incluye un caso afincado en Australia, por considerarse representativo de la
heterogeneidad de las mismas. La segunda sección puntualiza el proceso
formativo de dos estudiantes del área de entomología en la Universidad Es-
tatal de Ohio. Aunque Ohio no fue uno de los principales destinos académi-
cos de los becarios, se ha incluido esta sección debido a que esta área fue una
de las más dinámicas de la revolución verde y de la actividad posterior de
los graduados, por lo que explicar las condiciones en las que completaron
sus estudios, permite conectar su trayectoria como estudiantes y profesio-
nistas. La tercera sección profundiza en el acercamiento a las vivencias de
158 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

los alumnos matriculados en la Universidad de California, principal polo


de atracción de los mexicanos.

CUANDO LA VIDA ES EL ESTUDIO

Como parte de la normatividad interna, la fr enviaba a los becarios de


todos los campos disciplinares, provenientes de cualquier país, junto con su
carta de aprobación del estipendio, un folleto titulado Information for Fellows
& Scholars, el cual resumía los derechos y obligaciones de los beneficiados.8
Este impreso estándar informaba a los individuos que, en el aspecto eco-
nómico, la fr asumiría el pago de las matrículas universitarias, los gastos
escolares y la manutención de ellos y sus familias. La fr alentaba el acom-
pañamiento familiar bajo el supuesto de que si los alumnos viajaban junto
con sus parejas, se reducían las posibilidades de que formaran vínculos
sólidos en el extranjero que los alentaran a no regresar a México.
Los becarios del área de ciencias agrícolas tenían asignado un presu-
puesto máximo de 300 000 dólares por persona.9 De esta suma, el mayor
gasto correspondía a las matrículas que fueron liquidadas directamente
por la fr sin la intermediación de los estudiantes. En los registros indivi-
duales existen indicios que permiten suponer que algunas universidades exi-
mieron a la fr del pago de las colegiaturas con la intermediación del De-
partamento de Estado.10 Los gastos escolares por los que la fr respondió
incluyeron: clases de inglés, el pago de prácticas de campo, la compra de
equipo de laboratorio e instrumentos de medición, el servicio de mecano-
grafía para el manuscrito de tesis y la impresión de los ejemplares.11 A pesar
de lo recurrente de las solicitudes, la fr no aprobó la compra de libros.
La cuota mensual de manutención tuvo variaciones, pero la cifra más
constante fue la de 250 dólares mensuales más 150 si el becario tenía familia.
A esto se agregaba un complemento menor por cada hijo nacido durante
la beca, con un máximo de cuatro hijos; a partir del quinto, ya no se asignaba
más dinero. Para los nacimientos se designó una cantidad fija de 400 dólares

8
La última versión de este folleto se editó en septiembre de 1968. Information for Fellows and
Scholars, en Rockefeller Archive Center (en adelante rac), Rockefeller Foundation (en adelante rf)
Collection, Record Group (en adelante rg) 1.2, series 100, caja 33, folder 247.
9
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
10
Expedientes individuales, en rac, rf, rg 10.1, series 323.
11
Information for Fellows and Scholars, en rac, rf, rg 1.2, series 100, caja 33, folder 247.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  159

para cubrir las cuentas hospitalarias. Haciendo uso de un fondo eti-


quetado para emergencias, la fr respondió al llamado de los becarios ante
accidentes, urgencias médicas y contingencias de diversos tipos. Asimismo,
se efectuaron pagos para el traslado entre México y su sitio de estudios de ida
y vuelta. A su retorno, los alumnos contaban con una cuota de 100 dólares
para el pago de equipaje extra o el envío de objetos grandes, como electro-
domésticos, a través de paquetería.12
La fr se deslindó de las responsabilidades relativas a la compra y po-
sesión de automóviles. Fue común que los alumnos adquirieran vehículos y
procurasen volver con ellos a México. Aunque los coches eran especialmen-
te útiles para aquellos que viajaban con su familia, los solteros tenían mayores
posibilidades para sufragar los gastos por su posesión. Así lo demuestra el
caso de Antonio Turrent Fernández –empleado del Instituto Nacional de
Investigaciones Agrícolas (inia)–, quien decidió rentar un apartamento com-
partido para poder adquirir un auto durante sus estudios de posgrado, que
completó entre 1964 y 1968 en la Universidad Estatal de Iowa. Otro elemento
significativo sobre las vivencias de este individuo fue que, al ser egresado de
la Escuela Nacional de Agricultura (ena) y El Colegio de Postgraduados,
no había estudiado en entornos marcadamente mixtos, de manera que le
fue significativo tener compañeras mujeres en Iowa; resultó que contrajo
matrimonio con una de sus colegas que provenía de otro programa: Martha
Ellen Thompson Henderson, hija de un farmer de Iowa.13
La fr fue la responsable de gestionar, a través del Consulado Ge-
neral, las visas de estudio de los alumnos y sus acompañantes; para lo que
solicitaba el envío por correspondencia de los pasaportes y otros documentos
probatorios de su identidad. El tipo de visa que se les otorgó a los estudian-
tes fue la de exchange visitor, en el marco de la sección 201 de la Ley Pública
402 de la normativa del Acta de Información e Intercambio Cultural de los
Estados Unidos, documento que daba el derecho a dos entradas al país.14 A
los acompañantes les correspondía la visa B2, con la que tenían la posibili-
dad de entrar múltiples veces.15 Es posible que la activa participación de la
fr en la gestión del visado favoreciera que los estudiantes mexicanos no
fueran retenidos por los censores de la política de inmigración del macartis-

12
Ibid.
13
Entrevista a Antonio Turrent Fernández, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas,
18 de mayo de 2020, a través de Skype.
14
Information for Fellows and Scholars, en rac, rf, rg 1.2, series 100, caja 33, folder 247.
15
Ibid.
160 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

mo en la década de 1950. El Programa de Becas de la fr tenía la aprobación


especial del Departamento de Estado, que le permitió financiar la visita de
extranjeros con el número de registro P-29.16
El visado de los becarios estaba pensado para que salieran del país hasta
el término de sus estudios; lo que sirvió para que se cumpliera el propósito
de la fr respecto a mantener a los alumnos en el sitio de sus estudios de
forma constante, incluso en los periodos vacacionales. Además de restringir
la movilidad de los individuos, los visados no permitían que los becarios
o sus acompañantes, generalmente esposas, tuvieran un empleo formal en
Estados Unidos. Sin embargo, la fr avalaba que los familiares se incorpora-
ran en tareas de voluntariado o trabajos menores que no requirieran cambiar el
estatus de su visa. Esta operatividad limitó a las cónyuges para dedicarse a
actividades profesionales, no obstante, cómo se verá en el segundo apartado,
no fue una barrera infranqueable.
Para quienes completaron estudios avanzados, la estadía promedio
fue de un año, para aquellos que optaron por una maestría, de uno a dos años,
y para quienes obtuvieron el doctorado, la estancia fue de tres. Aunque el
rango habitual de los doctorados en Estados Unidos era de cuatro a cinco
años, la fr solicitó a las universidades que los becarios completaran sus
estudios en sólo tres para acelerar su retorno a México; sin duda, esto au-
mentó la presión y carga de trabajo de los alumnos.
Los becarios eran responsables de buscar y elegir el espacio que renta-
rían durante su estancia en el extranjero, generalmente un departamento. La fr
no se involucraba en este proceso debido a que, como los estudiantes gene-
ralmente viajaban con su familia, la selección del vecindario y la disposición
del espacio interior de su vivienda debía responder a sus necesidades particulares.
Las mujeres que viajaron sin acompañantes fueron alentadas a ocu-
par los dormitorios de la universidad, tanto por cuestiones de recato moral
como por seguridad. La experiencia de Blanca Estela Miyamoto Matsu-
moto clarifica este punto. Como empleada del inia y egresada de la licen-
ciatura en Bibliotecología de la Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico (unam), recibió en 1964 una beca para obtener el grado de maestra
en Ciencias, en la que se especializó en Bibliotecología Agrícola por parte
de la Universidad Católica de América en Washington,17 que le facilitó

Ibid.
16

Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed


17

Organizations (1914-1970).
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  161

un espacio en el dormitorio universitario. Si bien esta opción de hospedaje


parecía la más decorosa, el sitio fue asaltado en 1965 y Miyamoto perdió
sus posesiones más valiosas. Decidió escribir a Jesse P. Perry, responsable del
Programa de Becas, contándole lo sucedido y solicitando el reembolso del
valor de los objetos sustraídos, entre ellos una cámara fotográfica Canon
F 1.2, una cámara de filmar Motor Zum EEE-Canon, una máquina de
escribir portátil marca Remington Rand, un reloj Omega de oro, tres abrigos
de lana, varias prendas de vestir de cachemira y otros efectos personales que
sumaban la cantidad de 1 427 dólares.18 La fr accedió a reintegrar parte
del valor calculado. Además de reiterar el respaldo económico de la fr,
este episodio muestra el acceso que algunos alumnos tuvieron a objetos de
lujo. La imagen 1 muestra a Miyamoto, una mujer joven nacida en México
de ascendencia japonesa.
Para aquellos becarios cuyo conocimiento del inglés requería ser me-
jorado, la fr amplió su estipendio permitiéndoles viajar a Estados Unidos, al-
gunos meses antes del inicio de sus cursos, para tomar lecciones en centros
especializados en la enseñanza a extranjeros.19 El criterio para decidir si un
alumno debía o no pasar por estos cursos combinó la iniciativa del becario,
la recomendación del staff o la sugerencia del tutor. En aquel periodo, el
uso de pruebas estandarizadas del idioma y las certificaciones internacio-
nales aún no se generalizaban, por lo que no era un requisito universal
presentar algún documento probatorio. A causa de esto, las universidades
no siempre tenían evidencias claras sobre el dominio del inglés de los can-
didatos y se veían en la necesidad de confiar cuando la fr aseguraba que el
estudiante tenía un manejo aceptable del inglés.
La principal institución que ofreció dichos cursos de inglés fue la es-
cuela de idiomas de la Universidad de Michigan en Ann Arbor. Su duración
era variable, pero como mínimo se exigía que los estudiantes pasaran un mes
profundizando en el idioma. Los mexicanos debían permanecer en este
centro sin la compañía de su familia nuclear, en el entendido de que esta
medida les brindaría mejores condiciones para dominar el inglés; por tan-
to, quienes decidían viajar a Estados Unidos con su familia, sólo se reunían
con ellos en el sitio donde se localizaba la institución en la que desarrolla-
rían sus estudios avanzados o de posgrado. Si bien los cursos de inglés no

18
Carta de Blanca Miyamoto a Jesse P. Perry, 24 de noviembre de 1965, en rac, rf, rg 1.2,
series 323, caja 192, folder 2910.
19
Para leer sobre la formación inicial en el manejo de la lengua inglesa, véase el capítulo 2
de este libro.
Imagen 1. Blanca Estela Miyamoto Matsumoto en 1963, a los 22 años de edad.
Fuente: rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 192, folder 2910. © Cortesía del Rockefeller Ar-
chive Center.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  163

lograron subsanar todas las necesidades de los becarios, les permitió ganar
confianza para expresarse. Así lo afirmó Pedro Reyes Castañeda –egresado
de la ena y pasante en la oee–, quien indicó que al salir de México sabía
muy poco inglés, pero gracias a su estadía de ocho semanas en Ann Arbor,
“se soltó” para hablar y llegó mejor preparado a la Universidad Estatal
de Iowa. Reyes egresó de esta escuela en 1957 con el título de maestro en
Ciencias, donde se especializó en el cultivo del maíz bajo la tutoría de Geor-
ge A. Sprague, quien dirigió de forma simultánea a otros siete becarios
Rockefeller provenientes de Colombia, Costa Rica, Brasil y Puerto Rico.20
Sprague fue un científico muy apreciado por la fr, porque fue pionero en la
aplicación de la teoría cuantitativa en los estudios genéticos de población,
que paulatinamente se convirtió en una línea relevante para la creación de sin-
téticos e híbridos de doble cruza de maíz en el contexto de la revolución verde.21
En la víspera de su viaje, algunos de los becarios se casaron con el de-
seo de iniciar su estadía en el extranjero junto a su pareja. Este fue el caso
de Oscar Villarreal Quiroga –egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Monterrey (itesm) y empleado del Centro Nacional de In-
vestigaciones Pecuarias–, quien contrajo nupcias con su prometida, Le-
ticia Guerra Paz.22 En agosto de 1965, Villarreal y su esposa iniciaron su
largo recorrido hacia Australia, siguiendo la ruta México-Los Ángeles-Las
Vegas-San Francisco-Honolulu-Sidney-Brisbane. En Brisbane se enroló en
la Universidad de Queensland, en donde, con la tutoría de E. J. Britten,
obtuvo el título de maestro en Ciencias en 1967.
Villarreal realizó sus estudios en Brisbane debido a que la fr asumió
que el entorno tropical le permitiría aprender los procesos de evaluación
de pasturas en condiciones similares a las del estado de Veracruz, sitio que
se consideraba con el mayor potencial para la extensión de forrajes en
México.23 Sumado a esta consideración, Britten tuvo la oportunidad de
conocer personalmente a Villarreal durante uno de sus viajes científicos a
México y le compartió su interés por guiar sus estudios porque valoraba

20
Entrevista a Pedro Reyes Castañeda, realizada por William C. Cobb, Monterrey, México,
17 de enero de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 16.
21
Para leer sobre la relación de Sprague y el costarricense Alfredo Carballo Quirós –uno de
los becarios Rockefeller bajo su tutoría–, véase Méndez, “¿Técnicos o especialistas?”, 2020. Sobre el
papel de los genetistas cuantitativos en la revolución verde, véase Matchett, Untold innovation, 2002.
22
Carta de Evangelina de la Parra a Susan A. Storch, del 10 de mayo de 1965, en rac, rf
Collection, rg 10.1, series 323, caja 202, folder 3036.
23
Carta de E. J. Britten a Jesse P. Perry, 22 de junio de 1967, en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja
202, folder 3036.
164 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

el potencial de sus habilidades.24 En aquel periodo, Australia era conside-


rado un sitio de prestigio para el estudio de pasturas tropicales, gracias a
un enfoque que priorizaba la investigación práctica antes que una fuerte
carga curricular teórica.25
La experiencia familiar de los Villarreal en Brisbane fue marcada por
la singularidad de ser la única familia mexicana avecindada en la ciudad.26
Consecuentemente, su primogénito, nacido el 29 de mayo de 1966, se convir-
tió en el primer mexicano en llegar al mundo en Brisbane. El nacimiento de
Little Oscar –como fue traducido el apelativo Oscarito– fue merecedor de una
nota en el diario The Sunday Mail.27 La entrevistadora, Betty Paterson repor-
tó las ideas de crianza de la madre, a quien le interesaba mostrar los con-
trastes entre las costumbres mexicanas y las australianas. Guerra resumió
las diferencias describiendo que, en México, el cuidado de los bebés no era
una tarea exclusiva de la madre, pues generalmente se contrataba a niñeras;
hecho que discrepaba de Australia, donde percibía que había un menor núme-
ro de niñeras y, por tanto, las madres cuidaban a sus hijos la mayor parte
del tiempo. Sin embargo, afirmó que tenía la intención de cuidar a su hijo al
estilo australiano y que lo mismo haría si llegase a tener más descendencia.28
Si bien es cierto que la percepción de Guerra respecto a la crianza de los niños
mexicanos distaba de reflejar la realidad de un país diverso, es interesante
por dos razones; primero, por señalar una apertura cultural frente a las
costumbres australianas y, segundo, por brindar un indicio sobre el elevado
estándar de vida que ella y su esposo disfrutaban en Monterrey.
Por su parte, Villarreal señaló que le sorprendía el grado de involucra-
miento de los padres australianos en el cuidado de los niños y en las tareas
domésticas –como el mantenimiento del jardín–, pues contrastaba con la
poca iniciativa de los mexicanos.29 La imagen 2 corresponde a la fotografía que
acompañó la entrevista a los Villarreal, en donde destaca la formalidad de su
vestimenta y la centralidad de la madre y el hijo por sobre la presencia del padre.

24
Excerpt from Lewis M. Roberts Diary, 2 de junio de 1965, en rac, rf, rg 10.1, series 323,
caja 202, folder 3036.
25
Carta de E. J. Britten a Jesse P. Perry, 22 de junio de 1967, en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja
202, folder 3036.
26
Carta de Oscar Villarreal a John A. Pino, del 27 de septiembre de 1966, en rac, rf, rg 10.1,
series 323, caja 202, folder 3036.
27
Betty Patterson, “Brisbane´s Mexican Baby”, The Sunday Mail, 25 de septiembre de 1966, en
rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 202, folder 3036.
28
Ibid.
29
Ibid.
Imagen 2. Familia Villarreal en 1966. De izquierda a derecha: Leticia Guerra Paz, de 19
años, Oscar Villarreal Guerra, de 4 meses, y Oscar Villarreal Quiroga, de 25 años.
Fuente: Betty Patterson, “Brisbane´s Mexican Baby”, The Sunday Mail, 25 de septiembre de
1966, en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 202, folder 3036. © Cortesía del Rockefeller Archive Center.
166 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Para algunos becarios, la lejanía geográfica generó agobio y preocu-


pación ante la posibilidad de caer en el olvido de sus empleadores y perder
su puesto de trabajo previsto, pues consideraban que su prolongada estadía
en el extranjero podía significar su reemplazo o la cancelación del ascenso
prometido. Era una opinión generalizada que optar por una beca en el ex-
tranjero conllevaba el riesgo de perder el favor de sus superiores. Esta clase
de preocupaciones no fueron exclusivas de los estudiantes, por el contrario,
también estuvieron presentes en las comunicaciones de los empleadores y
miembros del staff de la fr, quienes se ocuparon de persuadir a los becarios
para que retornaran a México para ocupar su puesto anticipado. Las estra-
tegias fueron diversas y apelaron a distintos valores, entre los cuales el
honor fue el más recurrente.
Así lo constata la misiva que John A. Pino –miembro del staff– envió,
en abril de 1966, a los becarios adscritos al Instituto Nacional de Investiga-
ciones Pecuarias,30 en la que enfatizó su consternación respecto de que uno
de sus compañeros, después de completar dos años de estudios en el
extranjero, declinó su posición y se había empleado en otra dependencia.
Para Pino, este era un acto que mostraba la falta de honor del individuo,
por lo que remarcó a los estudiantes que, al recibir la beca, habían acep-
tado el deber moral de contribuir al crecimiento de la institución a la que
se comprometían a volver sin afanes de negociación, pues habían asumido
“el privilegio de avanzar profesionalmente a cambio del privilegio de ser-
vir a su país con sus capacidades profesionales”.31 Agregaba que ningún
documento escrito podía conllevar mayor responsabilidad que su propia
palabra y que esta responsabilidad los ponía en deuda con sus colegas,
su institución y su país.32
Por supuesto, los becarios reaccionaron al llamado, siguiendo su inter-
pretación del honor y el deber. Así lo muestra la respuesta de Villarreal,
quien manifestó su molestia al enterarse de que existía duda sobre sus
convicciones e integridad. En réplica a las inquisiciones de Pino, apuntó:
“como usted mismo dice, ningún documento escrito puede acarrear una
obligación tan grande como lo es nuestra propia palabra de honor; yo le

30
Se trató de Carlos Arellano, Emil Arias, Edsel Bixler, Eduardo Cabello, Manuel Cuca, José
Luis Escrivá, Eliseo Hernández, Héctor Merino, Marcial Velasco y Oscar Villarreal. De esta misiva
se marcó copia a J. P. Perry, Ned Raun y Eduardo Rivera. Carta de John A. Pino a diez becarios,
abril de 1966, rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 202, folder 3036.
31
Carta de John A. Pino a diez becarios, abril de 1966, en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 202,
folder 3036.
32
Ibid.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  167

aseguro que no todas las personas piensan en la misma forma en que hizo
el Ing. Valadez y que en particular yo tengo los pantalones bien puestos
como para cumplir con mis obligaciones.”33
Según se observa, los llamamientos al deber, el honor y la responsabi-
lidad fueron recursos retóricos que sirvieron tanto para presionar el retorno
de los becarios como para la defensa de quienes no se consideraban mere-
cedores de aquellos recordatorios. La opinión de los administradores de las
becas sobre el necesario retorno de los estudiantes era compartida por
el Colegio de Ingenieros Agrónomos de México, que señalaba que si bien
las particulares condiciones de la agricultura mexicana atraían estudiantes
a formarse en el país, al tiempo que animaba la movilidad internacional
de los mexicanos, era imprescindible que estos se reinsertaran laboralmente
en las dependencias gubernamentales en el campo de sus especialidades,
pues faltaban agrónomos de acuerdo con la extensión aprovechable para la
agricultura y las metas del gremio.34
Los administradores del Programa de Becas realizaron un seguimiento
puntual de los alumnos. Sobre esto dan cuenta las entrevistas que Jesse P.
Perry y sus asociados –entre ellos Bob Fischelis y Mary Jane Blanton– rea-
lizaron anualmente a los becarios en su centro de estudio. El propósito de
estos encuentros era informarse sobre “el calibre de sus profesores, man-
tenerse al tanto de las personas con las que trabajaban, saber si las univer-
sidades eran adecuadas para los alumnos extranjeros, si había problemas,
falta de interés, si estaban perdidos en sus cursos y todo lo demás”.35 De
estas evaluaciones dependía la renovación anual de la beca. Salvo casos ex-
traordinarios, las notas en los diarios del staff reportaron los resultados con
un máximo de tres palabras, por ejemplo: very poor, fair, good, in good shape,
excelellent o similares. Por lo general, estas entrevistas duraban 45 minutos
y se realizaban de forma continua.
Pongamos por caso el registro de entrevistas que Perry realizó entre el
7 y 9 de noviembre de 1961 en la Universidad de Cornell. Su programación
muestra que los tres días inició su tarea a las nueve de la mañana y concluyó a
las cinco de la tarde. Conversó con un total de 28 personas, entre los cuales
se encontraban los mexicanos Jesús de la Fuente Villarreal y Rodolfo

33
Carta de Oscar Villarreal a John A. Pino, 5 de mayo de 1966, en rac, rf, rg 10.1, series 323,
caja 202, folder 3036.
34
Colegio de Ingenieros Agrónomos de México, Directorio Agronómico, 1954, pp. 418-419, 442.
35
Entrevista a Jesse P. Perry, realizada por William C. Cobb, Nueva York, febrero y marzo
1967, en rac, rf, rg 13, caja 21.
168 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Chena, acreedores a la evaluación good.36 De la Fuente completó su pos-


grado en Entomología en 1963 y Chena obtuvo su posgrado en Extensión
Agrícola en 1964.37 Entre los entrevistados de aquella visita figuran alumnos
de distintas naciones del continente y de otras regiones de Asia y África.
Destaca el nombre del vietnamita Duong Van Minh, quien obtuvo el grado de
maestro en Ciencias en Ingeniería Agrícola en 1962 y se rehusó a volver a
Vietnam debido a la guerra. Aunque la fr insistió por todos los medios que
retornara a su país de origen, Minh permaneció hasta lograr su naturaliza-
ción como estadunidense, lo cual se vio favorecido por contraer nupcias con
una mujer de aquella nacionalidad. También sobresale el nombre de Haile
Selassie Belay, etíope que completó su phd en Economía y Vida Rural en
1964 y volvió a Etiopía para desempeñarse como profesor asociado de
la Universidad de Adis Abeba y como representante de su país en la Or-
ganización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(fao).38 Estos personajes ejemplifican la heterogeneidad del estudiantado
que fue becado por la fr para formarse en Cornell, además, dan cuenta de
las múltiples nacionalidades con las que convivieron los mexicanos.
Josué Kohashi Shibata, otro alumno becado en Cornell, especializado
en cultivo vegetal, refiere que al final de la jornada de entrevistas el Departa-
mento de Alumnos Extranjeros organizaba una cena para convidar al perso-
nal de la fr y los becarios como acto de cierre del encuentro. Debido a que
estos eventos coincidían con las fechas de exámenes finales, Kohashi señala
que él y sus compañeros asumían que formaba parte de las obligaciones
a cumplir, por lo que no faltaban.39 Esta clase de actividades eran recurren-
tes en centros con una población extranjera importante y menos frecuente
en centros con una comunidad homogénea.
La renovación o la asignación de una nueva beca también dependía
de las misivas que los tutores enviaban a la fr indicando si el estudiante me-
recía o requería mayor capacitación. Ahora bien, el papel de los tutores en
la construcción de la experiencia de los becarios no se limitó a guiar sus
estudios y labores de investigación, pues instruidos por la política de la fr,
apoyaron la inmersión social de sus alumnos en las pautas culturales locales.

36
Interviews, november 7 - november 9, Cornell University, Ithaca, New York, en rac, rf, rg
1.2, series Jesse P. Perry, caja 370.
37
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
38
Ibid.
39
Entrevista a Josué Kohashi Shibata, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 7 de junio
de 2020, cuestionario escrito.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  169

Por tal motivo, fue común que los estudiantes recibieran invitaciones para
cenar en el hogar de sus mentores, en compañía de sus respectivas parejas.
Dicha convivencia buscaba afianzar el vínculo profesor-alumno y reforzar su
entendimiento y apego a las formas de sociabilidad imperantes. Si bien este
recurso mostró ser efectivo, no siempre fue sencillo acoplarse al intercambio.
De ello dejó constancia Bruce J. Zobel –tutor de Miguel Caballero
Deloya en la Universidad Estatal de Carolina del Norte–, quien asentó en
su diario que la convivencia con su alumno le había mostrado lo difícil de
las “relaciones públicas” entre diferentes culturas. Refirió que durante una
cena en su casa en el año de 1965, organizada para convidar a Caballero y
al ecuatoriano Miguel de la Torre, quien se encontraba de intercambio en la
universidad, él y su esposa –Barbara– se sintieron sumamente incómodos
cuando sus invitados iniciaron una acalorada discusión sobre cuál familia
tenía un linaje más puro y qué español era el mejor.40 A decir de Zobel, este
episodio hizo que él y Barbara juraran no volver a invitar a dos estudiantes
latinoamericanos al mismo tiempo.41
Cabe destacar que Zobel y Caballero se conocieron en México en el
marco de una campaña de recolección de germoplasma forestal que Zo-
bel lideró en 1964 en estrecha comunicación con el staff de la fr. Esta ex-
pedición permitió que algunos mexicanos adscritos al Instituto Nacional
de Investigaciones Forestales (inif) mostraran sus habilidades para trepar
árboles en busca de las muestras y dieran a conocer su disposición para
estudiar un posgrado en el extranjero. Zobel se interesó en la formación de
dos individuos –el convidado a la cena y Jesús Jasso Mata– y respaldó sus
solicitudes de beca a la fr.42
A pesar de ello, las autoridades del inif decidieron que Caballero op-
tara por una beca de la fr y Jasso por una de la Organización de los Estados
Americanos (oea). Los recursos fueron aprobados y ambos se trasladaron a
Carolina del Norte. Después de unos meses, Jasso señaló que su estipendio
era insuficiente para su adecuada manutención y pidió a sus empleadores que
solicitaran una beca a la fr. Argumentaba que le resultaba inexplicable

40
Mexico Summary, University Archives, Special Collections, North Carolina State University
(en adelante ua-sc-ncsu), Bruce Zobel Papers, mc 00259, caja 375, folder 14.
41
Mexico Summary, ua-sc-ncsu, Bruce Zobel Papers, mc 00259, caja 375, folder 14.
42
Entrevista a Miguel Caballero Deloya, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 21 de
agosto de 2020, a través de Zoom; Entrevista a Jesús Jasso Mata, realizada por Diana Alejandra
Méndez Rojas, 6 de febrero de 2021, mediante un cuestionario escrito.
170 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

que siendo casado y teniendo hijos, lo enviasen con una beca de menor
monto. El apoyo de la fr le fue concedido.43
En 1966, Caballero y Jasso obtuvieron su grado de maestros en Cien-
cias en la línea de genética forestal y retornaron a México para ocupar sus
posiciones en el inif.44 Zobel y sus alumnos mantuvieron estrecha colaboración
durante los siguientes años, sobre todo a partir de la década de 1970, cuando
Zobel se afirmó como una autoridad en el mejoramiento genético de bos-
ques tropicales y promotor de la creación de posgrados especializados en la
temática, como ocurrió en El Colegio de Postgraduados.
Para otros becarios, la integración a la cotidianidad estudiantil y a las formas
de convivencia dentro del campus fue más amable, pese a las brechas que percibían
entre las instancias mexicanas y las estadunidenses. En palabras de Turrent:

Mis amigos sudamericanos, brasileños y uruguayos, tenían una formación


profesional académica más amplia que la mía como agrónomo en México.
Ellos habían estudiado la carrera de agronomía en una universidad, yo en una
escuela de agricultura. Yo no me imaginaba, más que en las películas, que hu-
biera otras experiencias. Todo esto me ayudó a darle valor y entender lo que
ellos estaban diciendo y haciendo. Entonces tomé la decisión de que, de lunes
a viernes, iba a trabajar como chino; esos chinos y esos japoneses lo dejan a uno
pasmado por su disciplina, viven nada más para eso día y noche, ¿a qué se
debe?, debe ser a la formación que tienen desde chiquitos. Ese tipo de disciplina
como que a nosotros los latinos nos choca y hasta nos hace daño. Entonces,
yo decidí que los sábados y los domingos eran para nada de libros, que aque-
llo lo iba yo a resolver de lunes a viernes, pero que sábado y domingo me iba yo
a dedicar a otras cosas, la vida social, los eventos que había en la misma
universidad y a los que uno podía asistir, a lo que lo podía uno acercar a la cul-
tura norteamericana; todas esas cosas las empecé a practicar en ese tiempo.45

Sin duda, la posibilidad de coincidir con otros connacionales o latinoa-


mericanos resultó una grata oportunidad para los mexicanos en términos
de sociabilidad; de ello deja constancia Kohashi, de ascendencia japonesa:

43
Entrevista a Jesús Jasso Mata, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 6 de febrero de 2021,
mediante un cuestionario escrito.
44
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
45
Entrevista a Antonio Turrent Fernández, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas,
18 de mayo de 2020, a través de Skype.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  171

Recuerdo que un fin de semana, en el estacionamiento de la universidad,


un señor estaba dirigiéndose a su pequeño hijo en español. Me acerqué a esta
persona y le pregunté si era latinoamericano, a la vez que me identifiqué. Se
trataba de un estudiante chileno profesor de una universidad de Chile, que
se mostró muy complacido de conocerme. Me invitó a cenar a su casa, y
conocí a su esposa. La amistad con esa familia perdura hasta la fecha. Quizás
el caso contrario no se hubiera dado (a menos que él me hubiera escuchado
hablar en español), de otra suerte me tomaría por ser de nacionalidad japone-
sa, como él mismo me dijo.46

Durante sus estudios, los becarios fueron alentados para participar


en congresos y reuniones especializadas, pues la fr entendía que este tipo
de encuentros eran espacios idóneos para establecer contactos. En 1964,
los mexicanos Pablo Velázquez Gallardo y Ramón Nadurille fueron apoya-
dos para asistir a la conferencia anual de la International Association of
American Libraries and Documentalist, que se realizó en Washington D.
C. en el mes de octubre. Dorothy Parker, su mentora en la fr, indicó que
su participación “era extremadamente importante para las futuras relaciones
de la biblioteca de Chapingo”, es decir, la principal de la ena.47 Además, du-
rante su viaje de regreso al término de sus estudios, los becarios tuvieron
la oportunidad de hacer paradas en ruta para conocer diferentes centros y
entrevistarse con especialistas en determinadas materias. Esta era una prác-
tica común entre los becarios Rockefeller y, en general, fue alentada tanto
por los administradores como por los tutores, quienes consideraban que es-
tas visitas eran el cierre idóneo de su estancia en el extranjero, ya que les
brindaba la oportunidad de conocer personalmente sitios desde los que podrían
establecer nuevos intercambios. De camino a México, Velázquez, quien egresó
de Columbia, visitó el Colegio Barnard, el Colegio Douglas, la Universidad
Rutgers, la biblioteca Lamont, Downstate Medical Library y la Bliblioteca
Médica Albert Einstein en el estado de Nueva York, además de otros cen-
tros en Washington y Minnesota.48

46
Entrevista a Josué Kohashi Shibata, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 7 de junio
de 2020, mediante un cuestionario escrito.
47
Interviews of dp, Saturday, april 4, 1964, en rac, rf, rg 1.2, series 323, caja 192, folder 2910.
Sobre el papel de Parker, véase el capítulo 2 de este libro.
48
rac, Recorder Card, rf, rg 10.1, subseries 2, caja 1.
172 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

MEXICANOS EN OHIO

La buena relación académica entre alumnos y tutores, junto con la coinci-


dencia en los intereses de investigación, significó para algunos mexicanos la
posibilidad de obtener una segunda beca que les permitiera retornar al mis-
mo sitio. La fr respaldaba esta iniciativa, pues priorizaba la especialización
en una línea temática antes que la construcción de un perfil diversificado.
Así, se asumía que su regreso a un espacio conocido podría consolidar su
incursión a un grupo de investigación y volverlos diestros en un campo
específico. Además, algunos mexicanos buscaron formarse en una misma
universidad, debido al gusto por el entorno social, el clima o la presencia de
amigos y familiares. Una de las disciplinas que mejor ejemplifica la con-
junción entre motivaciones académicas y personales para insistir en un des-
tino conocido fue la entomología; expresada en los casos de José Guevara
Calderón y Alejandro Ortega Corona, formados en la Universidad Estatal
de Ohio entre 1948 y 1960.
La entomología se dedica al estudio científico de los insectos y abar-
ca su taxonomía, evolución, ecología, conservación y comportamiento. La
importancia de esta rama radica en atender al grupo de animales más am-
plio y diverso, pues las especies formalmente descritas rebasan el millón.
La interacción entre los insectos y los humanos ha sido particularmente
trascendente en dos vías: la transmisión de enfermedades que toman a los
insectos como vectores, como el dengue, el paludismo y la malaria, y
la invasión de cultivos destinados a la alimentación. Para los agrónomos,
el conocimiento y manejo de los insectos resulta primordial, pues su ines-
perada llegada a los sembradíos puede marcar la diferencia entre una cose-
cha exitosa y la pérdida de los rendimientos; a lo que debe agregarse el gasto
energético y económico que supone el control de los insectos y la demanda
de una adecuada planeación presupuestal y procedimental.49 A pesar de los
riesgos que suponen los insectos para la actividad agrícola, lo cierto es que su
presencia es fundamental para el equilibro de los ecosistemas y adecuado desa-
rrollo vegetal; la actividad polinizadora de las abejas es un excelente ejemplo.
En México, los cultivos históricamente más invadidos por los insectos han
sido: algodón, caña de azúcar, tabaco, tomate, papa, melón, maíz y frijoles.50

49
Enkerlin, “Entomología agrícola”, 1967, p. 240.
50
Ibid., p. 242.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  173

En la posrevolución, la enseñanza de la entomología se asentó ligada a


la zoología.51 La Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro fue la pri-
mera institución en ofertar cursos de entomología agrícola en 1923.52 Le
siguieron, en 1932, la Escuela Particular de Agricultura “Hermanos Es-
cobar”, en 1935 la ena y en 1948 el itesm. En aquel periodo también se
establecieron cursos en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (encb)
del Instituto Politécnico Nacional (ipn) y en la Facultad de Ciencias de la
unam.53 Los programas a nivel maestría iniciaron en 1959 en El Colegio
de Postgraduados y el itesm.54 La ausencia de cursos de posgrado antes de
esta fecha explica la decisión de la fr y las autoridades mexicanas de enviar
alumnos a formarse en esta área en el extranjero.
El Departamento de Entomología y Zoología de la Universidad Esta-
tal de Ohio se presentó como una opción idónea para la educación de los
mexicanos, debido a los avances que su profesorado había realizado en
la clasificación de insectos, punto de partida para explicar la naturaleza
de las especies y comprender su interrelación con los cultivos. Además, este
centro hizo énfasis en la práctica de la entomología económica asociada a
un enfoque químico por sobre el control biológico en la infestación de mo-
nocultivos, que por ser ecosistemas empobrecidos, son más susceptibles de ser
atacados por especies que devienen en plagas. Desde finales del siglo xix,
en Estados Unidos pervivían los dos enfoques, pero durante el auge de la
revolución verde dominó el de los agrotóxicos, favorecido por la asociación
con empresas especializadas en la formulación de insumos específicos.55 El
manejo químico se dirigió a la búsqueda del insecticida “perfecto” para
aniquilar a los insectos afectando su sistema nervioso central, es decir, de-
sarrollando una solución estandarizada aplicable, al menos en principio,
a cualquier espacio. Por su parte, el control biológico se dedicó a introducir
especies y patógenos que, en el contexto del monocultivo, pudieran conver-
tirse en depredadores de las plagas sin afectar el desarrollo de las plantas, y
que generara un menor impacto en los entornos y en la salud de los traba-

51
Michán y Llorente, “Hacia una historia”, 2002.
52
Ortega, Halffter y Enkerlin, “Problemas actuales”, 1965.
53
Ibid.
54
Los autores proponen que el curso de entomología en El Colegio de Postgraduados inició
en 1958, aunque la institución se formalizó hasta 1959, por lo que pongo este año como fecha de
apertura del programa. Ibid.
55
Uno de los precursores de este enfoque fue Herbert Osborn, presidente del Departamento
de Zoología y Entomología de la Universidad Estatal de Ohio. Gutiérrez, “El pulgón amarillo”, [en
prensa]. Para leer ampliamente sobre los distintos enfoques, véase Palladino, Entomology, ecology, 1996.
174 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

jadores agrícolas.56 En suma, la formación en Ohio enlazaba el estudio de


la biología y la fisiología de los insectos para identificar sus debilidades y la
prueba de insecticidas que buscaba la fórmula y dosis precisas para su co-
mercialización. Esta circunstancia direccionó la formación de los becarios
y su posterior práctica profesional.
El Departamento se creó en 1874 y se mantuvo en funciones hasta
1968, cuando fue disuelto debido a un reordenamiento de la universidad
en academias.57 Para la década de 1940, el Departamento contaba con 4 410
alumnos a nivel licenciatura, por su parte, el número de estudiantes de
posgrado tuvo un mínimo de 42 inscritos y un máximo de 97. De ellos, la
mayoría correspondía a la especialidad de entomología. Los otros campos
de especialización eran zoología, genética y conservación.58
El primer becario mexicano en formarse en Ohio fue Guevara, origina-
rio de Zaragoza, Coahuila, cuyos padres se dedicaban a la agricultura. Como
pasante de la ena,59 Guevara cumplió un ciclo formativo de dos años en la
oee bajo la tutoría compartida de Norman Borlaug –especialista en trigo y
frijol–, Edwin J. Wellhausen –especialista en maíz– y John McKelvey –espe-
cialista en entomología. Con la guía de Borlaug, Guevara inició un proyec-
to de tesis que consistía en medir la susceptibilidad de frijoles experimentales
a distinta clase de insectos. A pesar de su entusiasmo y dedicación, su plan de
titulación se frustró debido a que, durante una visita al campo El Horno, en
compañía de Borlaug, un remolino levantó las matas de frijol del lote experi-
mental y se llevó las hojas de la libreta de campo.60 Ante esta trágica situación,
Guevara emprendió una nueva investigación bajo la dirección de McKelvey,
quien logró convertirse en su disertación bajo el título “Pruebas y observacio-
nes preliminares sobre el picudo del ejote”;61 el “picudo” es un tipo de insecto
que ataca a las vainas tiernas del ejote e impide su maduración.
Consciente del reiterado interés de Guevara por la entomología y
por obtener un posgrado en Estados Unidos, McKelvey lo recomendó en
1948 para una beca de la fr que le permitiera estudiar entomología econó-
mica en Ohio, para que se enfocara en el estudio de las plagas que afectan

Ibid.
56

DeLong, A brief history, 1968, p. 1.


57
58
Ibid., p. 46.
59
Entrevista a José Guevara Calderón, realizada por William C. Cobb, ciudad de México, 10
de octubre de 1966, en rac, rf, rg 13, caja 16.
60
Entrevista a José Guevara Calderón, realizada por Eduardo Casas, diciembre de 2006, y
Casas y Martínez, Las ciencias agrícolas, vol. 3, 2012.
61
Sandoval, Lista de tesis, 1970, p. 93.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  175

a los cultivos de interés comercial, es decir, en el examen de especies que


pueden representar un potencial riesgo para la actividad agrícola. Al
momento de presentar su solicitud, Guevara había asumido la jefatura
del campo experimental El Horno, ubicado en las inmediaciones de la ena,
lugar en el que también se desempeñaba como profesor de entomología.62
Debido a que la oferta de cursos de este tipo era escasa, se alentaba a que
los jóvenes profesionistas incursionaran en su enseñanza. Para 1965, se es-
timaba la presencia de 30 docentes dedicados a la impartición de cursos
de entomología;63 se puede suponer que para finales de la década de 1940
existían muy pocos profesores de esta rama.
La beca de Guevara fue aprobada y ese mismo año se trasladó a
Ohio. En el ciclo en que se inscribió, se registraron 42 alumnos que se
especializaron en entomología.64 Guevara fue el primer mexicano en llegar
al Departamento y fue tutorado por Dwight M. DeLong, especialista en el
estudio de las “chicharritas”, insectos cicadélidos, y sus efectos en cultivos
como la papa y el frijol. DeLong se había formado como entomólogo en Ohio
y era miembro del Departamento desde 1914. Siguiendo su pasión por
los insectos, DeLong había construido –mediante numerosas exploraciones
científicas– una extensa colección de chicharritas provenientes de diferen-
tes puntos, entre ellos México. En vista de que una parte sustancial aún no
estaba clasificada, DeLong propuso a Guevara completar esta tarea para
los especímenes recolectados en México.65
El joven agrónomo se abocó a esta actividad siguiendo el sistema de
clasificación que DeLong había desarrollado y se fundamentaba en distin-
guir especies de “chicharritas” mediante la observación de los genitales
de los machos. En su tiempo, la propuesta de DeLong fue ampliamente
valorada en el medio científico, y parte de sus aportes continúan en uso. En
la curaduría de la colección, Guevara tuvo el apoyo de su esposa María del
Carmen, quien dibujó a plumilla la anatomía de los pequeños insectos. Él arre-
glaba la genitalia de las “chicharritas” en una solución con glicerina y les
colocaba vidrios para que no se movieran, y ella los dibujaba a escala con el
uso de una cuadrícula. El proceso cerraba cuando él hacía la descripción

62
Ibid.
63
Ortega, Halffter y Enkerlin, “Problemas actuales”, 1965.
64
DeLong, A brief history, 1968, p. 46.
65
José Guevara Calderón, entrevista citada. Casas y Martínez, Las ciencias agrícolas, vol. 3, 2012.
176 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

de la especie.66 Como gesto de agradecimiento a esta labor, DeLong nom-


bró a una de las especies como los Guevara: Dalbulus guevarai.67
Las colecciones de insectos son un recurso fundamental para la ento-
mología debido a que sirven de referencia para los estudios de revisión y
depósito de los especímenes en los que se basan dichos hallazgos, es decir,
como evidencia. De igual modo, los ejemplares sirven de base para futuros
trabajos y son consultados reiteradamente.68 La gran colección de in-
sectos del Departamento se conformó mediante la donación de colecciones
preparadas por investigadores del centro, por donaciones externas y mediante
la compra. Así, la colección de “chicharritas”, reunida por DeLong, se in-
tegró a la colección general del Departamento. Además de las colecciones
de insectos, la universidad mantenía colecciones de vertebrados, anfibios y
reptiles, aves, huevos, esqueletos, mamíferos, nemátodos, crustáceos y molus-
cos, bivalvos, artrópodos, arácnidos, ácaros, insectos inmaduros, coleópteros,
dípteros, homópteros, lepidópteros, ortópteros, odonatos y mallophagos.69
Además de curar la colección de “chicharritas”, Guevara participó en
la evaluación en campo de insecticidas experimentales de distintas compañías
que aún no se encontraban registrados para su venta, con la meta de medir
su impacto en el control de plagas. La mayoría de ellos se relacionó con
el uso del Dicloro Difenil Tricloroetano (ddt), cuyo redescubrimiento, en la
década de 1940, alentó su aplicación intensiva como insecticida sanitario y
agrícola. A decir de Dieter Enkerlin, exbecario de la fr, este suceso significó
un parteaguas en la historia de la entomología, pues inauguró la creencia de
que se aproximaba “el juicio final de los insectos”,70 y junto con él, la preemi-
nencia del enfoque químico por sobre el del control biológico.
La tesis de Guevara se enfocó en el estudio de la infestación en cam-
po y la biología de las chicharritas en el cultivo del frijol; obtuvo el grado de
maestro en Ciencias en 1949 y retornó a su posición como jefe del campo
experimental El Horno.71 En dicho cargo, Guevara evaluó la viabilidad
de algunos de los proyectos de investigación propuestos para el centro y,
paralelamente, llevó a cabo su propia indagación en el desarrollo de varie-

Ibid.
66

Ibid.
67
68
DeLong, A brief history, 1968, p. 71.
69
Ibid., pp. 73-82.
70
Enkerlin, “Entomología agrícola”, 1967, p. 247.
71
Entrevista a José Guevara Calderón, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
10 de octubre de 1966, en rac, rf, rg 13, caja 16.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  177

dades de ejotes resistentes al “picudo” y algunas especies de moscas. De


igual modo, reanudó sus clases de entomología en la ena.72
En el ejercicio de estas funciones, Guevara mantuvo contacto con De-
Long, con quien intercambiaba datos experimentales.73 Además de ello, el
vínculo estudiante-mentor permitió que DeLong se convirtiera en un cola-
borador cercano de la oee, enviando materiales de investigación, visitando
el centro durante sus expediciones en México, realizando cursos cortos
de capacitación a los pasantes en técnicas de recolección de insectos y fija-
ción de muestras, y comprometiéndose a recibir más becarios bajo su
dirección en Ohio.74
En 1955, siete años después de su retorno, y gracias a la mediación de
McKelvey y el respaldo de DeLong, Guevara presentó una nueva solicitud
de beca para regresar a Ohio. Además de las razones académicas, Guevara
enfatizó en sus gestiones que le interesaba viajar de nueva cuenta a Colum-
bus debido a que él y su esposa habían gozado de un buen trato y creado
entrañables amistades con familias ligadas a la universidad. Agregó que
sus allegados en Columbus en todo momento se habían mostrado res-
petuosos, aunque curiosos, frente a las costumbres mexicanas, y tanto él
como su familia, habían tenido la oportunidad de intercambiar con estu-
diantes y profesores impresiones sobre acontecimientos en México, tanto de
tipo cultural como profesional.75
En su opinión, en las universidades del norte estadunidense era bien
aceptada la presencia de alumnos extranjeros, incluyendo a los latinoame-
ricanos.76 Ohio se encontraba menos permeado por el conflicto racial y
las prácticas de segregación de los estados del sur; no constituía un destino
principal para la migración estacional de mexicanos que se empleaban en

72
Ibid.
73
Carta de José Guevara Calderón a Dwight M. DeLong, 27 de enero de 1950, University
Archives, Special Collections, Ohio State University (en adelante ua-sp-osu), Dwight M. DeLong
Papers; Carta de José Guevara Calderón a Dwight M. DeLong, 26 de diciembre de 1950, en
ua-sp-osu, Dwight M. DeLong Papers; Carta de Dwight M. DeLong a José Guevara Calderón, 29
de enero de 1951, en ua-sp-osu, Dwight M. DeLong Papers.
74
Carta de John McKelvey a Dwight M. DeLong, 16 de febrero de 1950, en ua-sp-osu, Dwight
M. DeLong Papers; Carta de Douglas Barnes a Dwight M. DeLong, 13 de febrero de 1954, en
ua-sp-osu, Dwight M. DeLong Papers; Carta de Dwight M. DeLong a Douglas Barnes, 3 de marzo
de 1954, en ua-sp-osu, Dwight M. DeLong Papers.
75
Entrevista a José Guevara Calderón, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
10 de octubre de 1966, en rac, rf, rg 13, caja 16; Carta de José Guevara Calderón a Dwight M.
DeLong del 27 de enero de 1950, en ua-sp-osu, Dwight M. DeLong Papers.
76
Entrevista a José Guevara Calderón, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
10 de octubre de 1966, en rac, rf, rg 13, caja 16.
178 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

los campos agrícolas, razón por la cual las tensiones migratorias entre estaduni-
denses y mexicanos eran menos marcadas. Estas condiciones redundaron en
una atmósfera más propicia para la integración de los mexicanos y su creación de
vínculos. En contraste, Newman señala que, en el estado de Texas, los mexi-
canos sufrieron algún tipo de discriminación a causa de su nacionalidad.77
La solicitud de Guevara fue aprobada y ese mismo año él y su es-
posa viajaron a Columbus. Gracias a la intervención de DeLong, quien de
nueva cuenta fue su tutor, las autoridades universitarias aceptaron que la
propuesta doctoral retomara los datos recabados por Guevara en México,
con la condición de que uniera su argumentación a trabajos desarrollados
en Estados Unidos.78 Esta facilidad significó una anomalía dentro de los linea-
mientos del Departamento de Entomología y Zoología, lo que evidencia
que DeLong era un miembro apreciado en su comunidad. A la fecha, en
Ohio, se recuerda a DeLong como uno de los miembros más destacados de la
institución, entre cuyas distinciones se cuenta el haber sido el segundo
en recibir el Distinguished Teaching Award en el año de 1962.79
Guevara obtuvo el phd en 1957 con una tesis relacionada con el es-
tudio de variedades de frijol resistentes al “picudo” de la vaina y al gusano
de la semilla. A su regreso a México fue nombrado director del Centro de
Investigaciones Agrícolas Tropicales en Veracruz, anteriormente Campo
Experimental Cotaxtla, lo que significó un ascenso respecto a su anterior
puesto. Con dicho cargo publicó diversos artículos científicos en inglés y
español, algunos de ellos en coautoría con su mentor. Guevara cumplió
la regla general de la fr, según la cual, todo aquel que deseara obtener un
segundo estipendio debía permanecer por algunos años en México para
“pagar” con su servicio el beneficio de la beca.
Alejandro Ortega Corona fue otro de los mexicanos que se formó
como entomólogo en Ohio. Ortega, originario del Distrito Federal, comple-
tó el plan de estudios de la carrera de Biología en la unam en el año de 1952
e ingresó como pasante a la oee. Bajo la tutoría de McKelvey, preparó su
tesis titulada “Biología y control del ácaro del maíz” y se licenció en 1954.
Con la intersección de su tutor, Ortega obtuvo una beca de la fr para viajar
a Ohio ese mismo año, con la expectativa de obtener el grado de maestro
en Ciencias y retornar a la oee. Ya en el Departamento de Entomología y

Newman, “Transnational ambitions”, 2019, p. 203.


77

Entrevista a José Guevara Calderón, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
78

10 de octubre de 1966, en rac, rf, rg 13, caja 16.


79
Dwight M. DeLong, en <research.osu.edu/dwight-m-delong> [Consulta: 15 de octubre de 2021.]
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  179

Zoología, Ortega fue asignado como tutorado de DeLong, a quien conoció


durante un curso que dictó en la oee.80 No obstante, debido a la carga de
trabajo que su asesor tuvo en aquel periodo, su tesis de maestría la desarrolló
con la guía de Sam Ritstich, profesor responsable de realizar pruebas de pes-
ticidas para la Olin Mathieson, parte de los Laboratorios Squibb. Así, la investi-
gación de Ortega se enfocó en el examen de técnicas de laboratorio para la
evaluación de insecticidas aplicables a cucarachas y otros insectos que infes-
tan granos almacenados. Además de ello, completó 45 horas de créditos.81
A su retorno a México, en 1954, fue comisionado por la oee para con-
tribuir en la fundación del Campo Experimental de Cotaxtla en Veracruz,
que inició actividades en 1955. A partir de entonces, se desempeñó como
entomólogo del campo y enfocó sus investigaciones al estudio de las plagas que
atacan los cultivos tropicales básicos y de exportación, entre ellos: el man-
go, la piña, los cítricos y los pastos introducidos. En menor medida, indagó
sobre el control de las garrapatas en vacunos.82 Cumpliendo estas tareas,
fue postulado por el staff para una segunda beca que le permitiera volver a
Ohio y obtener su doctorado; el estipendio fue aprobado en 1957.
Una década más tarde, en 1967, William C. Cobb –responsable del
programa de historia oral de la División de Agricultura de la fr– confesó a
Ortega, que durante el intervalo en el que esperó por su segunda beca y se
desempeñó en Cotaxtla, fue bien apreciado por Henry Allen Moe –secreta-
rio ejecutivo de la Fundación Guggenheim–, durante una de sus visitas por
invitación de la fr. Cobb refirió que Moe, después de escuchar a Ortega ex-
poner un tema en una visita de campo, le indicó a George J. Harrar –miem-
bro del staff– que Ortega era un hombre muy brillante y sentenció que, si la
fr era inteligente, debía otorgarle una beca, a lo que Harrar respondió que
Ortega ya había recibido un estipendio y estaba próximo a recibir un segundo.
La referencia del entrevistador no es clara en el origen de su información,
aunque probablemente la anécdota le fue narrada por Harrar durante una
de sus entrevistas. En cualquier caso, el relato muestra los contactos que

80
Carta de Douglas Barnes a Dwight M. DeLong, 13 de febrero de 1954, en ua-sp-osu, Dwight
M. DeLong Papers.
81
Entrevista a Alejandro Ortega Corona, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
4 y 6 de enero de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 16. Entrevista a Alejandro Ortega Corona, realizada
por Said Infante, 2014. Casas, Infante y Martínez, Las ciencias agrícolas, 2014, vol. 5.
82
Entrevista a Alejandro Ortega Corona, realizada por Said Infante, 2014. Casas, Infante y
Martínez, Las ciencias agrícolas, 2014, vol. 5.
180 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

existieron entre los programas de becas de dos de las instituciones filantró-


picas que más invirtieron en la movilidad académica regional.83
En 1957, Ortega retornó a Ohio y, de nueva cuenta, fue asignado para
trabajar con DeLong. Con su guía, elaboró un plan de estudios que conju-
gó 90 horas de cursos y estipuló que su labor de investigación se realizaría
en la estación experimental del estado de Ohio, en Wooster. Las clases se
dividieron en el Departamento de Entomología y Zoología, Agronomía,
Bioquímica y Patología Vegetal. El tema de su investigación consistió en
analizar la relación entre el nivel de fertilidad del suelo y la resistencia
del maíz a Ostrinia nubilalis larvae.84
Ortega expresó que, además de disfrutar de un agradable ambiente
universitario, su estancia en Wooster le permitió convivir con farmers, quienes
le dieron la impresión de ser cordiales y amistosos, lo hacían sentir que era
bienvenido y lo invitaban a escuchar algunas de sus reuniones e, incluso, lo
convidaban a compartir el lunch.85 Además de las observaciones dedicadas
a su tesis, Ortega se desempeñó como asistente de investigación de Claude
Nieswander y Charles Triplejorn en el manejo de huertos de manzanas,
ciruelas y duraznos. Para seguir el reglamento de la fr, realizó esta labor sin
percibir un ingreso económico.86 Resulta valiosa su apreciación respecto a que
la realización de sus estudios en Estados Unidos implicó un sacrificio eco-
nómico y material, pues ambos desplazamientos le impidieron mantener un
espacio fijo en México, e incluso contrajo deudas.87
Durante sus dos estancias en Ohio, estuvo acompañado de su esposa,
Lucía González. Al igual que su pareja, González estudió la carrera de Biología
en la unam.88 Durante su primera visita a Columbus, González preparó
dibujos para la colección de “chicharritas” de DeLong, al parecer, de una
forma remunerada. Gracias a su formación, poseía los conocimientos y habilida-
des necesarias para esta actividad. Es significativo que, tanto María del Carmen
como Lucía, realizaron dibujos que aportaron al proceso de clasificación de
la colección de insectos conformada por DeLong. Además de participar de esta
actividad, González consiguió ser voluntaria en un hospital en el área de pre-

83
Entrevista a Alejandro Ortega Corona, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
4 y 6 de enero de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 16.
84
Ibid.
85
Ibid.
86
Alejandro Ortega Corona, entrevista citada. Casas, Infante y Martínez, Las ciencias agrícolas, 2014, vol. 5.
87
Ibid.
88
Entrevista a Alejandro Ortega Corona, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
4 y 6 de enero de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 16.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  181

paración de biopsias humanas para la observación del cáncer, actividad que,


según el testimonio de su compañero, realizó por placer y el deseo de apren-
der. Adicionalmente, tomó cursos de inglés en un programa especial de la
universidad para las esposas de los alumnos extranjeros.89
Durante su segunda visita a Ohio, siendo madre de una niña pequeña y
en espera de una segunda, González optó por no involucrarse en actividades
académicas. En cambio, su visita fue marcada por la noticia, en 1958, de que
sus padres habían sufrido un accidente automovilístico en un viaje de Aca-
pulco a la ciudad de México; en aquellos años, el puerto de Acapulco era un
centro turístico limitado a clases medias y altas. Ante esta tragedia, González
retornó junto con sus dos hijas a la ciudad de México y, en misivas conjun-
tas, ella y su esposo solicitaron a la fr que pagaran su viaje de regreso, que
adelantaran el depósito de su beca mensual y enviaran el cheque a la di-
rección de la familia en México. La fr aceptó la solicitud y respaldó dicha
decisión. Aunque con lesiones de gravedad, los padres de González salvaron
la vida y se recuperaron; sirva apuntar que eran dueños de la fábrica de líquido
para encendedor Super-X.90 A su retorno a México, en 1960, González fue
contratada por algunos años como profesora y responsable de laboratorio en
uno de los planteles de la Escuela Nacional Preparatoria de la unam.91
Las vivencias de González muestran dos aspectos relevantes de la
experiencia de las esposas de los becarios. Por un lado, deja entrever que
para aquellas mujeres que contaban con estudios profesionales o interés por
obtener un empleo remunerado, la decisión de acompañar a sus cónyuges al
extranjero significó la postergación o cancelación de sus objetivos, pues
priorizaron la construcción de la carrera profesional de ellos. Por otro lado,
la historia de González evidencia el alcance del respaldo financiero que la
fr llegó a asumir ante las emergencias por solicitud de las esposas. Existía un
canal de comunicación abierto entre el staff y las personas que rodea-
ban a los becarios al que podían recurrir en situaciones de emergencia o
con peticiones especiales.

89
Ibid.
90
Excerpt of Kenneth Wernimont Diary, Place: New York, Date: June 17, 1958, Telephone
conversation, en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 194, folder 2937; Carta de Alejandro Ortega Co-
rona a Richard H. Kale, 24 de junio de 1958, en rac, rf, rg 10.1, series 323, caja 194, folder 2937;
Carta de Lucía González a Kenneth Wernimont, 15 de julio de 1958, en rac, rf, rg 10.1, series 323,
caja 194, folder 2937.
91
Entrevista a Alejandro Ortega Corona, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
4 y 6 de enero de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 16.
182 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Una vez en México, Ortega fue transferido de la oee al inia, durante


su proceso de constitución.92 Al igual que otros becarios que experimenta-
ron esta transformación institucional, Ortega se vio favorecido por sus estu-
dios doctorales y logró posicionarse adecuadamente en el nuevo contexto
laboral. Así lo corrobora su nombramiento como jefe del Departamento de
Entomología, que ocupó hasta 1966. Desde este puesto, apoyó la candidatu-
ra de varios mexicanos que deseaban estudiar en Estados Unidos con una beca
de la fr, algunos de ellos en la especialidad de Entomología. En esta posición,
Ortega se convirtió en mentor de Elías, quien reconoce que su gestión fue clave
para obtener el estipendio que le permitió estudiar en Estados Unidos.93
Además de ello, Ortega consiguió contratos para que el inia probara
insecticidas de las compañías Shell y American Cyanamid, antes de que estos
salieran a la venta.94 Los resultados de estas pruebas se entregaron de forma
confidencial a las compañías, pero en los casos en que su implementación in-
volucró la solución de problemas más amplios en una región determinada,
se autorizó la publicación de recomendaciones que revelaban parcialmente
los resultados. A decir de Ortega, este fue el caso de las directrices emitidas so-
bre el manejo de cocoteros en la costa guerrerense, después de que un ciclón
devastara gran parte de la zona productiva en 1962. En aquella coyuntura, el
inia asesoró a los cultivadores en distintos aspectos que incluía, entre ellos,
el ajuste de las dosis de insecticidas.95 Esta integración de oficios públicos y
privados se dirigió a dos propósitos: diversificar los fondos de financiamien-
to y posicionar al inia en el centro de la investigación agrícola en México.
A partir de 1967, Ortega se empleó en el Centro Internacional de
Mejoramiento de Maíz y Trigo (cimmyt), una dependencia creada en 1963 y
formalizada en 1966, que fue administrada por la fr durante sus prime-
ros años.96 A pesar de localizarse en territorio mexicano, el cimmyt operó
desde sus inicios de forma autónoma y recibió financiamiento de organis-
mos internacionales. Su creación abrió un nuevo ciclo de movilidad,
y algunos especialistas abandonaron sus cargos en instancias públicas para
asentarse en este centro. Ortega, por ejemplo, se mantuvo en el cimmyt por

92
Respecto de este proceso, véase el capítulo 5 de este libro.
93
Entrevista a Luis Alberto Elías Barragán, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas,
9 de septiembre de 2020, a través de llamada telefónica.
94
Entrevista a Alejandro Ortega Corona, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
4 y 6 de enero de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 16.
95
Ibid.
96
Alejandro Ortega Corona, entrevista citada. Casas, Infante y Martínez, Las ciencias agrícolas,
vol. 5, 2014; Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, cimmyt´s 20th Anniversary, 1987.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  183

más de dos décadas y, desde este espacio, dio continuidad a su colaboración


con DeLong.97 Su desplazamiento es muestra de la manera en que las co-
yunturas institucionales y la obtención de grados avanzados actuaron en favor
del ascenso laboral de algunos de los becarios.
Los itinerarios de Guevara y Ortega ilustran cuatro aspectos. En pri-
mer lugar, dejan ver el escalonamiento del envío de becarios al extranjero,
pues no coincidieron en Ohio. En segundo lugar, ejemplifican las pautas
a través de las cuales algunos becarios de la fr lograron consolidar su for-
mación académica en un campo disciplinar, en este caso en la entomología.
En tercer lugar, sus vivencias dan cuenta de lo perdurables que fueron
algunos de los lazos académicos que se tejieron entre los estudiantes y sus tuto-
res, en este caso entre Guevara y Ortega con DeLong. En cuarto lugar, las
trayectorias de estos individuos evidencian la forma en que una segunda
beca les facilitó el ascenso a puestos de mayor responsabilidad en el área de
investigación y administración al poseer el phd. Estos casos confirman
que el grupo de mexicanos que obtuvo becas para optar por posgrados en el
extranjero conformó una segunda oleada de expertos que, a diferencia de
la generación formada exclusivamente en la oee, sustentó su experticia en títulos
avanzados que les facilitaron consolidar su trayectoria profesional. A este gru-
po le favoreció el hecho de que hubiera pocos posgraduados en el país. En
entomología se calcula la presencia de quince maestros y 17 doctores en 1965.98

BAJO EL SOL DE CALIFORNIA

El grupo californiano se distingue del resto de becarios en cinco aspectos


principales. Primero, fue el contingente más numeroso que asistió a una mis-
ma universidad, con un total de 46 becas (entregadas a 41 personas), que
equivalen al 21.4% del total de 214 sujetos.99 De estos individuos, varios tu-
vieron otra beca de la fr para estudiar en otra universidad –antes o después
de California–, lo que demuestra lo relevante que fue este grupo. Segundo,
se trata de un colectivo compuesto exclusivamente por hombres, con un
rango de edad entre 23 y 44 años, donde la edad promedio fue de 28 años.

97
Carta de Dwight M. DeLong a Alejandro Ortega Corona, 3 de marzo de 1970, en ua-sp-osu,
Dwight M. DeLong Papers.
98
Ortega, Halffter y Enkerlin, “Problemas actuales”, 1965.
99
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
184 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Destaca que la mayoría de estos alumnos (25) eran casados y, de ellos, 21 te-
nían hijos o los tuvieron durante su estancia en California. En estos casos, sus
familias nucleares los acompañaron durante su estadía en el extranjero. Ter-
cero, el intervalo de sus estudios, de 1947 a 1972, los ubica, prácticamente, de
principio a fin en la existencia del Programa de Becas en México. Cuarto, to-
dos se encontraban laborando en instancias asociadas al Programa Agrícola
Mexicano. En el área de investigación, sobresalen las adscripciones a la oee y
el inia; mientras que en la enseñanza, la pertenencia a la ena, El Colegio de
Postgraduados y el itesm.100 Quinto, todos los becarios retornaron a México
y, en general, se emplearon en los sitios reservados para ellos.
Alfonso Cortés Iturbe fue el primer mexicano que llegó becado por la
fr a la Universidad de California para estudiar entomología en el campus
de Davis, en el año de 1947. Por su parte, Manuel Anaya Garduño fue el
último becario en egresar del campus, en Davis, al recibir su phd en Suelos
y nutrición vegetal en 1972. 101

La elección de un destino

Para entender cuál fue el entorno académico que albergó a los 41 mexica-
nos –31 en el campus de Davis, seis en Riverside, tres en Berkeley, uno en
Los Ángeles– y comprender por qué la fr, los directivos de las dependen-
cias agrícolas mexicanas y los estudiantes convergieron en la elección de
la Universidad de California es necesario explicar brevemente la trayecto-
ria del Colegio de Agricultura.
La universidad fue fundada en 1868, apenas unos años después de
que California se constituyera como estado y se integrara a la Unión en 1850.
A esto le antecedió su separación del territorio mexicano, en 1848, resul-
tado de la guerra entre México y Estados Unidos, iniciada en 1847, y la
guerra de secesión, que culminó con el triunfo de los unionistas sobre los esta-
dos separatistas en 1865. Como primera universidad estatal, asumió
la responsabilidad de apoyar las actividades económicas más sobresalientes,
en el entendido de que estas redituarían a su financiamiento. Así, los pri-
meros centros en fundarse fueron el Colegio de Agricultura y el Colegio
de Minería, que ocuparon los edificios inaugurales del campus principal

100
Ibid.
101
Ibid.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  185

que se estableció en Berkeley.102 Pese a que la fiebre del oro en California vivió
sus años más intensos entre 1847 y 1855, en la década de 1860 la actividad
minera continuaba siendo altamente redituable, lo que apoyó la expansión
de la universidad, gracias a las donaciones de mineros interesados en la
promoción de las investigaciones realizadas en Berkeley.
El Colegio de Agricultura se dedicó a apoyar la diversificación de
la producción con fines comerciales, para solventar la dependencia en el
algodón, trigo y arroz.103 La convicción de que la ciencia agronómica ob-
tendría grandes logros era tal, que en su edificio principal se plasmaron en
bajo relieve granos, legumbres, vegetales y frutas. Asumiendo que la ciencia
vencería los límites impuestos por la naturaleza, se incluyeron las figuras
en primer plano de una mano de plátanos y una piña, cultivos que por su
adaptación a las zonas tropicales, no crecerían con facilidad en California.104
A partir de la década de 1920, el impulso diversificador comenzó a
despuntar a través de la especialización en la siembra de naranja, nuez, uva,
jitomate y aguacate.105 La fórmula californiana coordinó la exploración botá-
nica para obtener material genético útil en el desarrollo de nuevas variedades,
la colaboración con empresas para la siembra y prueba de líneas, el procesa-
miento de los cultivos para ofertarlos envasados o enlatados y, finalmente, la
persuasión para animar el consumo local de nuevas mercancías. Esta última
fue responsabilidad del área de economía doméstica que realizaba estudios
con amas de casa, proponiéndoles novedosas recetas o la compra de plati-
llos elaborados con los productos en ascenso.106 Este fue el caso del puré de
tomate (jitomate) que, en sus diversas presentaciones, se adhirió al concepto
de fast food, y del aguacate, que en su recepción comercial en California fue
ofertado como un manjar para acompañar cenas elegantes.107
Otro elemento que marcó el ascenso del Colegio de Agricultura fue
su colaboración con el Departamento de Agricultura (usda) –creado en
1862– para el ejercicio del presupuesto destinado a la extensión agrícola,
es decir, a las labores de difusión con los farmers y el manejo de las estacio-

102
Pelfrey, A brief history, 2004, pp. 6-8.
103
Ibid.
104
Entrevista a Claude B. Hutchison, realizada por Willa Klug Baum, 1961, Berkeley, California,
en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University of California, ms13 c1, Call Number,
banc mss c-d 4046.
105
Sobre el caso del aguacate, véase Hernández, “Guacamole ecosystems”, 2021.
106
Clippings, en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University of California, Call
Number: cu-20, caja 31.
107
Hernández, “Guacamole ecosystems”, 2021.
186 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

nes experimentales, estatales y federales.108 Esta unión se sustentó en los


principios del Land Grant College Act, según los cuales se debía promover
el subsidio federal a la investigación agrícola en los colegios, sin que la edu-
cación quedara en manos de la administración federal.109 A este modelo
se le conoció, a partir de la década de 1940, como land-grant university system, que
hace alusión a la convergencia de la academia, la industria y la extensión
agrícola. El patrón de desarrollo del Colegio de Agricultura de la Universi-
dad de California fue seguido por otros centros como la Universidad de
Misuri, la Universidad de Cornell, la Universidad de Minnesota, la Univer-
sidad de Wisconsin y la Universidad de Illinois.110 Caso contrario fueron
las experiencias del Colegio Estatal de Iowa y el Colegio Estatal de Carolina
del Norte, que no se vincularon con una universidad, convirtiéndose
más tarde en universidades.111
En 1906, la Universidad de California adquirió 779 acres de la gran-
ja del entonces fallecido Jerome C. Davis, en el valle de Sacramento, para
establecer un nuevo campus que fue conocido, desde entonces, como el de
Davis.112 Para 1909, la directiva del Colegio de Agricultura decidió dividir
la instrucción entre Berkeley y Davis, en consideración a las necesidades
materiales de la enseñanza. El poblado de Berkeley –ubicado en al área de la
Bahía de San Francisco– no resultaba adecuado para las pruebas experi-
mentales debido a que sus suelos eran muy secos y poco representativos de
la región. Eran más propicios los terrenos en Davis, una zona de marcada
vocación agrícola. Durante la década de 1920, la separación física del Cole-
gio del campus principal animó iniciativas para desligar a Davis de la univer-
sidad y convertirlo en un sitio de instrucción general, mucho más accesible
para los farmers. La universidad se resistió a estos intentos y la solución
que encontró para afianzar la unidad fue avanzar en la profesionalización, es
decir, en la especialización y la oferta de cursos de posgrado. Desde enton-
ces, Davis se convirtió en el centro agrícola de la universidad.

108
A Sustaining Comradeship. The Story of the University of California Cooperative Extension, 1913-1988,
en bc-uc, Call Number: 308m ax h 1988.
109
Peterson y Baldwin, “La evolución de los land”, 1966, p. 62.
110
Entrevista a Claude B. Hutchison, realizada por Willa Klug Baum, 1961, Berkeley,
California, en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University of California, ms13 c1, Call
Number, banc mss c-d 4046.
111
Ibid.
112
“Davis: The First 50 Years”, Cal-Aggie Alumni Section, Shields Library, University of California
(en adelante sl-uc), Cal Aggie Alumni Association Collection, caja 2: 9. Call Number: ar-072.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  187

Sobre esta transformación son elocuentes las palabras de Claude B.


Hutchison –decano del Colegio de Agricultura en Berkeley entre 1930 y
1952–, quien afirmó: “puedes tener una gran universidad sin un Colegio de
Agricultura, por ejemplo, Harvard, Yale, Columbia, Johns Hopkins, Stan-
ford, pero no puedes tener un gran Colegio de Agricultura sin una
gran universidad”.113 Para Hutchison, había sido acertada la decisión de
establecer el trabajo en Davis desde bases científicas y no en un formato empí-
rico, como, en su opinión, se había desarrollado previamente.114 El avance
de la profesionalización significó la disminución de los programas que no
otorgaran títulos hasta su supresión y la imposición de que los profesores
contaran con un phd.115 Estas medidas cambiaron paulatinamente la confor-
mación del estudiantado, que pasó de estar compuesto mayoritariamente
por los hijos de los farmers, a ser ocupado por un nuevo tipo de profesionis-
tas encaminados a desempeñarse en la agroindustria.
La visión profesionalizante de Hutchison se definió, según su propio
testimonio, durante su cargo como director asociado de Educación Agríco-
la de la Junta de Educación Internacional para Europa entre 1924 y 1928,
fue a partir de 1926 que asumió el cargo de director.116 La Junta fue una
agencia filantrópica de la familia Rockefeller creada en 1923, desde la que
se otorgaron donaciones y becas a universidades en distintas áreas, entre ellas
las ciencias agronómicas. En esta empresa, Hutchison fue invitado por Al-
bert R. Mann –director de la División de Agricultura–, a quien conoció
cuando trabajó como profesor en la Universidad de Cornell. La misión
específica de Hutchison durante sus años en Europa fue recabar informa-
ción respecto de la enseñanza agrícola en el viejo continente e identificar
lineamientos que pudieran ser replicados en Estados Unidos, pues se bus-
caba el relevo de Europa en la investigación agrícola, y particularmente, de
Alemania, principal referente en la instrucción avanzada. En este sentido,
se aventajó durante la posguerra, periodo que coincidió con el momento en
que las ciencias agronómicas ganaron su reconocimiento en el mundo

113
Entrevista a Claude B. Hutchison, realizada por Willa Klug Baum, 1961, Berkeley, California,
en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University of California, ms13 c1, Call Number,
banc mss c-d 4046.
114
Ibid.
115
Por supuesto, existieron excepciones; una de ellas fue el Programa de Incorporación de
Veteranos de la segunda guerra mundial. Minute of December 6-7, Berkeley Campus, “Board of
admissions and relations with schools”, Academic Senate, bc-uc, ms13 c1, Call Number, cu-9.01.
116
Entrevista a Claude B. Hutchison, realizada por Willa Klug Baum, 1961, Berkeley, California, en bc-
uc, Records of the College of Agriculture, University of California, ms13 c1, Call Number, banc mss c-d 4046.
188 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

académico. Otra de las labores en las que colaboró Hutchison fue en la selec-
ción de becarios europeos para estudiar en Estados Unidos, así como en la
evaluación de solicitudes de donaciones institucionales, entre ellas la de
la Universidad de Sofía en Bulgaria.117
La presencia de Hutchison al frente del Colegio de Agricultura mues-
tra el alto perfil de la relación de este centro con la filantropía Rockefeller,
lo que facilitó la llegada de los becarios mexicanos. Además de ello, la fr
tenía relaciones con la universidad, pues había hecho con antelación una
importante donación al campus de Berkeley para el equipamiento del
laboratorio de radiación, el cual brindó fama al centro en el área de física
de altas energías durante la década de 1940.118
Los vínculos entre el Colegio de Agricultura y la filantropía también
se expresaron en los perfiles académicos de los profesores. Sobresalen algu-
nos nombres que tuvieron financiamiento de la fr, entre ellos: el patólogo
William C. Snyder, quien visitó Europa y Japón en una gira académica en
la década de 1950 y Robert M. Hagan, especialista en irrigación, quien fue
consultor de la fr en Filipinas y la India en la década de 1960.119 Estos pro-
fesores fueron tutores de Jorge Galindo Alonso y Ramón Fernández Gonzá-
lez, respectivamente.120 Otros docentes que guiaron el trabajo de los mexicanos
fueron becados para realizar investigación en los programas Fullbright y
Guggenheim. Fue el caso de Robert W. Allard, tutor de Salvador Miranda
Colín en Davis.121 Estos datos muestran una relación de cercanía entre
la filantropía y el Colegio de Agricultura en tres niveles: la dirección, el
profesorado y el alumnado, lo que constituyó un primer aliciente para la
selección de este centro.

117
La Universidad de Sofia buscaba especializar la enseñanza en agricultura y fue apoyada con
135 000 dólares para la construcción de un edificio independiente para la Facultad de Agronomía.
Lo irónico, indica Hutchison, fue que durante la segunda guerra mundial, el edificio fue ocupado
por los alemanes y derribado por un miembro del Colegio de Agricultura de la Universidad de
California. Se trató de Percy M. Barr, del Departamento de Bosques, quien era miembro de las
fuerzas áreas en la estación de Berra, Italia. Entrevista a Claude B. Hutchison, realizada por Willa
Klug Baum, 1961, Berkeley, California, en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University
of California, ms13 c1, Call Number, banc mss c-d 4046.
118
Geiger, Research and relevant, 1993, p. 76.
119
Clippings, William C. Snyder, en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University
of California, Call Number: cu-20, caja 31: 44; Clippings, Robert M. Hagan, bc-uc, Records of the
College of Agriculture, University of California, Call Number: cu-20, Box 30: 39.
120
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
121
Clippings, Robert W. Allard, en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University
of California, Call Number: cu-20, caja 29: 2.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  189

Además de los lazos con la filantropía, una segunda razón para que
la fr dirigiera a los mexicanos a la Universidad de California fue su alta calidad
académica y apertura al estudiantado internacional. Desde 1940, la uni-
versidad logró posicionarse como uno de los principales centros acadé-
micos en Estados Unidos, gracias a la ampliación de su infraestructura en
diversos campus, a su creciente matrícula, a sus relativamente bajas colegiatu-
ras y su remarcable nivel profesional122 en áreas como la ingeniería y la
agronomía. Elementos que favorecieron su proyección y la internacionali-
zación de su estudiantado, interesado en formarse en sectores claves
para la modernización.
Una tercera razón la otorgó la convicción compartida por los titulares de
las dependencias mexicanas y los aspirantes de que el land-grant university system
californiano era un modelo del cual México podía abrevar,123 aunque no en el
sentido de que se replicaran o copiaran sus lineamientos, pues se reconocía
que en México el sector agropecuario se encontraba lejos de aquellos ni-
veles de competitividad. Así, se apostó por aprehender dos de las ideas
fundantes de aquel sistema: el desarrollo de nuevas variedades de hor-
talizas adaptadas a condiciones específicas y el control de los vectores que
generaban sus padecimientos. Entre las décadas de 1940 y 1970, los estados
considerados con mayores perspectivas para este propósito fueron Sonora,
Sinaloa, Veracruz y Guerrero. Para los aspirantes, la posibilidad de espe-
cializarse en el manejo de hortalizas y control de plagas resultaba atractiva
porque les podía abrir opciones de empleo en el sector público y en el pri-
vado.124 Ejemplo de la convergencia entre la postura de la fr y los directivos
mexicanos es la síntesis preparada por Perry de las entrevistas al aspirante
José Antonio Laborde Cancino –empleado del inia en la estación experimen-
tal de Culiacán, Sinaloa– y a José Guevara Calderón –exbecario de la fr en la
Universidad Estatal de Ohio, director del inia y patrocinador de Laborde:

L[aborde] no es solo un individuo inteligente y capaz, sino también uno con


una personalidad encantadora. Desde su graduación en Saltillo [Escuela Su-
perior de Agricultura Antonio Narro] ha estado trabajando con el inia en
el Programa de Mejoramiento de Cultivos Vegetales en Sinaloa. G[uevara]
considera que con un mayor entrenamiento L[aborde] brindará un verdadero

122
Thellin, “California and the colleges”, 1977, p. 156.
123
Robles, “Aplicación del concepto”, 1966.
124
Entrevista a Daniel Téliz Ortíz, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 1 de junio
de 2020, mediante cuestionario escrito.
190 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

liderazgo en el mejoramiento de la producción industrial de cultivos vegetales


en el Noroeste del Pacífico. Debe ir a California donde podrá ver por sí mismo
la producción vegetal en su esplendor.125

Laborde completó su phd en 1969 y desarrolló una tesis en genética


sobre los procesos de transmisión del pigmento rojo en chiles, el cual fue
considerado por su asesor, Paul G. Smith, como un tema de aplicación di-
recta a los problemas de la agricultura mexicana.126
Aunque es cierto que la horticultura fue una de las principales líneas
de investigación de los académicos de la Universidad de California, sería un
error asumir que sus trabajos se limitaron a este campo. Otras vetas de
investigación informan sobre su originalidad y el tono de época de la investi-
gación científica. Ray F. Smith se ocupó varios años en indagar los usos
del ddt en cultivos para consumo humano.127 Perry Stout exploró el uso de
radioisótopos para mejorar el contenido nutricional en vegetales.128 Mientras
que Frank T. Bingham experimentó los usos de la energía nuclear en la agricul-
tura para la desalinización del agua marina, dentro del programa Átomos
de Paz;129 una iniciativa del gobierno de Dwight Eisenhower dirigida a la
promoción de usos pacíficos de la energía nuclear en los países en desa-
rrollo, apoyada en programas de intercambio académico.130 Este proyec-
to permitió a Bingham establecer una colaboración con la Fundación Ford
en Alejandría, Egipto.131 Aunque los estudiantes mexicanos no se sumaron
a estas pesquisas, la cercanía con sus tutores les permitió familiarizarse
con estas actividades.

125
José Antonio Laborde Cancino, Fellowships on Agricultural Sciences, en rac, rf, rg 10.1,
subserie 2, caja 1.
126
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
127
Clippings, Ray F. Smith, en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University of California,
Call Number: cu-20, caja 31: 42.
128
Clippings, Perry Stout, en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University of California,
Call Number: cu-20, caja 31: 52.
129
Clippings, Frank T. Bingham, en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University of
California, Call Number: cu-20, caja 29:20.
130
Brawner y Lucas, International students, 2007, pp. 136-137.
131
Clippings, Frank T. Bingham, en bc-uc, Records of the College of Agriculture, University of
California, Call Number: cu-20, caja 29:20.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  191

El campus, el diploma y la familia

Al igual que en el resto de los centros académicos en Estados Unidos, los


becarios de la fr que fueron admitidos en la Universidad de California co-
menzaron sus programas con el estatuto de “alumnos en estudios avanzados”.
Este tipo de inscripción les otorgaba el derecho de estudiar durante algunos
meses y obtener un diploma que acreditara su paso por la universidad o
persistir y optar por un grado académico tras la defensa de una tesis de inves-
tigación. Esto explica por qué el proceso de admisión era relativamente sen-
cillo, pues la universidad no contraía mayores compromisos con el alumno.
Para la fr no era prioritario que los becarios obtuvieran un título
avanzado, aunque alentaba a que los estudiantes permanecieran el tiem-
po suficiente para conseguir una maestría o doctorado, siempre y cuando los
tutores dejaran constancia de su respaldo para esta opción. La evidencia
documental sugiere que para la fr resultaba más importante que los estudiantes
adquirieran nuevos conocimientos y habilidades que sirvieran a sus propó-
sitos, para lo cual los títulos no resultaban indispensables. Por el contra-
rio, para los mexicanos, la oportunidad de obtener el grado de maestro en
Ciencias o el de phd era un tema crucial, pues eran conscientes de que esto
les otorgaría una distinción a su retorno a México. La disparidad en la
apreciación del valor de un título entre la fr y los becarios muestra que
esta segunda generación de mexicanos que se benefició de la filantropía
Rockefeller procuró construir su prestigio profesional apoyándose en la po-
sesión de un documento formal.
De los 41 estudiantes con 46 becas, inscritos en la Universidad de Ca-
lifornia, 21 recibieron la acreditación de maestro en Ciencias y 17 la de phd.
Siete alumnos no obtuvieron un grado, y sólo en un caso, la beca se suspen-
dió después de un año.132 Se trató de Alfredo Echegaray Alemán –profe-
sor de la ena–, quien arribó a Davis en 1962. Tras los primeros meses, su
tutor F. E. Broadbent, emitió lo siguiente:

En mi opinión, E[chegaray] no tiene lo necesario para realizar un trabajo de


posgrado. Él trabaja bien con una supervisión cercana y es atento en sus ac-
tividades, pero parece incapaz de desarrollar ideas por su cuenta y seguir
un proyecto que demanda iniciativa propia. Él siempre ha querido que le

132
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
192 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

digamos exactamente qué es lo que tiene que hacer, aunque hemos intentado
persuadirlo de que tenga iniciativa propia. Considero que E[chegaray] se des-
empeñará bien como un técnico con tareas bien definidas, pero no como un
científico en un nivel profesional.133

Desde el comienzo de la estancia del mexicano, su tutor reportó que


tenía dificultades y consideró que sólo se mantendría como alumno en estudios
avanzados; no obstante, meses más tarde, comunicó a la fr que el becario
había remontado en sus notas y el manejo del inglés, por lo que pidió que
fuera considerado como candidato al doctorado. Por motivos que no son
claros, este individuo volvió a tener complicaciones y se le canceló la beca
definitivamente.134 A manera de hipótesis, puede pensarse que Echegaray
eligiera seguir las instrucciones de sus profesores como estrategia para per-
manecer en California, es decir, que desde su visión anticipara que esta forma
de proceder le permitiría granjearse la consideración de sus evaluadores.
Sea cual fuera la situación, esta historia deja ver que las pautas para tener
“éxito” como becario no estaban preestablecidas y dependían de la creativi-
dad y de elementos contingentes.
Un caso que contrasta con la experiencia de Echegaray es el de Da-
niel Téliz Ortiz –egresado de la oee y empleado en el área de fitopatología del
inia–, quien, en 1961, recibió una beca para inscribirse en Davis, con la idea
de obtener el grado de maestría. En este centro, su tutor inicial fue Lysle
Leach –jefe del Departamento de Fitopatología–, quien reportó continua-
mente su excelente desempeño, que correspondía con sus calificaciones so-
bresalientes.135 Por tal motivo, solicitó a la fr que le permitiera permanecer en
Davis el tiempo suficiente para obtener la maestría y el doctorado de forma
ininterrumpida. Aunque la fr procuraba que los estudiantes volvieran a Mé-
xico antes de solicitar una nueva beca, cedió ante la insistencia de Leach, del
becario y el respaldo del inia. Así, Téliz permaneció en Davis cinco años con-
secutivos.136 Este beneficio sólo fue accesible para unos cuantos estudiantes.
El esquema de estudio que se propuso para el agrónomo lo llevó a de-
sarrollar su tema de tesis bajo la dirección conjunta de Raymond Grogan y
W. B. Hewitt, reconocidos científicos de la nematología, rama que estudia los
nemátodos (lombrices que atacan los cultivos y sus frutos). Hewitt gozaba

133
Ibid.
134
Ibid.
135
Ibid.
136
Ibid.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  193

de gran prestigio por ser el descubridor de los nemátodos como vectores de


virus en plantas. A la fecha, su trabajo sigue siendo referido. Junto con Gro-
gan y Hewitt, el alumno desarrolló una disertación sobre la transmisión por
nemátodos de cepas de virus de manchas en tomate y tabaco. El aprecio
de los académicos por su pupilo fue confirmado por John S. Niederhauser
–uno de los mentores del mexicano en su paso por la oee–, quien, durante
una visita a Davis, reportó a Perry que Leach y Grogan se expresaron fina-
mente sobre el futuro de este becario y el de Santiago Delgado, otro de los
becarios mexicanos que se especializó en nematología.137 A su retorno, Téliz
ocupó distintos puestos y llegó a convertirse en director administrativo del
inia en la década de 1970.
Aunque es claro que Téliz fue bien recibido por sus tutores en Davis
y que mostró aptitudes para la investigación, su paso por la Universidad de
California no estuvo exento de retos académicos, uno de ellos fue la obliga-
toriedad de aprobar dos idiomas distintos al inglés. Este era uno de los requi-
sitos más arraigados en el Colegio de Agricultura y fue una de las pruebas
más demandantes que tuvieron que pasar los becarios mexicanos que
optaron por un grado. Entre las opciones de acreditación se ofrecía francés,
alemán y ruso. El español no podía contar como un segundo idioma, por
ser la lengua natal de los alumnos. Por su elocuencia, a continuación, se in-
cluye el testimonio de este estudiante, del cual se respeta su redacción, que
además de clarificar su experiencia aprendiendo nuevos idiomas, muestra
diversos aspectos de su vida familiar y académica:

Para presentar el examen predoctoral, teníamos que aprobar dos idiomas


diferentes al propio y al inglés… El examen era de comprensión escrita, no de
conversación… Yo seleccioné francés y alemán. El francés lo aprobé sin di-
ficultad, por su gran parecido al español en su redacción escrita… Pero el
alemán??…estaba en chino!!! Llevé 2 cursos intensivos en Davis… y en las
2 últimas semanas previas al día del examen, todas las noches (hasta las 3-4
de la madrugada) estuve traduciendo artículos… al final de una hora medía
cuántas palabras había traducido… y comprendía que estaba lejos del mínimo
para tener esperanza de aprobar… Pero ya estaba inscrito para presentar el
examen… y consciente de mis pocas probabilidades de aprobarlo… lo pre-
senté, con la confianza de poder repetir la presentación cuantas veces fuera

137
Carta de John S. Niederhauser a Jesse P. Perry, 21 de febrero de 1966, en rac, rf, rg 10.1,
series 323, caja 183, folder 2799.
194 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

necesario… Pero había que aprobarlo ineludiblemente… (había paisanos y no


paisanos que llevaban más de 2 años y no podían presentar su examen doctoral por
este pre requisito. Un compañero de fitopatología finalmente cambió el alemán
POR EL RUSO… pero este finalmente lo aprobó después de 2 intentos)
La noche previa a mi examen, regresé a dormir más temprano (2 de
la mañana) para estar fresco durante el examen… Y como a las 4 de la mañana
mi esposa me despertó –Nos tenemos que ir al hospital… tengo los dolores
cada 10 minutos… y esto es signo seguro… Yo le dije… Espérate… Deja que
presente mi examen de alemán y después tendrás todos los hijos que quie-
ras!! Pues salimos hacia Woodland en Davis no había hospital-maternidad,
tardamos como 20 min de carretera. La enfermera la revisó y coincidió en
que el parto era inminente… Como a las 7:30 la enfermera la revisó y dijo…
ya voy a llamar al doctor… ahora sí ya salga pues voy a llevar a la señora a
la sala de labor... al despedirnos, mi adorada esposa, notó mi nerviosismo y
preocupación y me dijo… ¿Por qué no vas a presentar tu examen de alemán
y regresas a mediodía?… yo aquí estoy bien atendida… Así verás también a
Rosalía, nuestra primera hija de un año que habíamos dejado encargada con
Juanito… (Juanito era mi compañero de casa dúplex en Davis, mi compañero
de cuarto durante 5 años (de 3° a 7°) en Chapingo, mi hermano de la vida,
cuya esposa, Eunice, no estaba en Davis, pues se había ido a Jalapa a esperar el
nacimiento de su 2ª hija… Me pareció bien la propuesta, me despedí de ella, y
me encaminé hacia la salida del hospital… en las escaleras ---- y si se presenta
alguna emergencia??? ¡¡a calacas el examen de alemán!! Me regresé a la sala
de espera, tomé el teléfono y me comuniqué con el profesor de alemán… NI
SE LE OCURRA!!!! Usted quédese allá con su esposa!!! Usted tiene que
estar ahí… El examen??? Lo puede presentar mañana o la próxima semana
o ya veremos!!! Pero quédese allá…
A las 9:10 nació Mabel, mi segunda hija… Después de medio día regresé
a Davis para atender a mi hija Rosalía e informar a mi vieja (mi amigo Juanito)
(“vieja” nos decimos mutuamente los compañeros de cuarto en Chapingo)…
Eran como las 13:30 a mi regreso, pasé por una de las puertas de acceso a la
UCD… Y me metí!!! para platicar con el profesor de alemán y agradecerle
lo que me dijo y acordar para cuándo mi examen… Pues qué bueno que todo salió
bien en el hospital y tal como le dije, váyase a descansar y el examen lo puede
presentar mañana, la próxima semana o si quiere en este momento… Y tomó
mi examen y lo agitó con su mano… yo no me sentía cansado o con sueño…
y me dije –pues si me van a reprobar mañana…! De una vez!!! Y me llevé el
examen y leí el título del artículo por traducir…
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  195

ORALE!!! Sí estoy soñando!!!! Me pellizqué la mano, el título del ar-


tículo por traducir (ya en inglés o español) decía: “Transmisión del virus del
mosaico de la frambuesa por el nemátodo Xiphinema diversicaudatum”... similar
a mi tema de tesis!!!, de la que ya había leído el 98% de la literatura mundial!!!!
NO, NO ESTOY SOÑANDO, concluí… y empecé a traducir el artículo… y
si no lo entendía fielmente, me imaginaba lo que decía, y así fui traduciendo…
hasta que llegué a un párrafo como de 15 renglones, que me parecía escrito
en hebreo… recuerdo que estudié alemán en un libro que decía: “las 12
reglas de Pollard para traducir el idioma alemán”… apliqué una por una las
12 reglas y el párrafo seguía en hebreo…. Terminé de traducir el resto y
regresé a mi párrafo problema… Entre todos los renglones había 2 palabras
que entendí: Oostenbrink y extracción… “me imaginé” tal vez describen que
los nemátodos fueron extraídos del suelo por el método Oostenbrink (que sí
conocía) y como el tiempo apremiaba hice a un lado el artículo por traducir y
escribí… “los nemátodos fueron extraídos del suelo por el método de Oosten-
brink que consiste en: y zaz zaz, describí en qué consistía ese método… estaba
terminando cuando el profesor se acercó y me dijo… ¡! Tiempo Daniel! Por
favor entrégame tu examen… doblé mi hoja y se la entregué… Fuimos en
bola, los estudiantes que habíamos presentado el examen de alemán a enterar-
nos del resultado, llegamos a la oficina del profesor y nos dijo…. Pues veo
que el examen estuvo muy difícil… TODOS REPROBARON… A todos se
nos abrió el piso y pelamos chicos ojos… y terminó… menos el mexicano…
Daniel fue el único que aprobó …yo contuve mi grito al ver la cara de mis
compañeros… cualquiera de ellos sabía más alemán que yo… y volvieron a
reprobar!!!!… La noticia corrió rápidamente en fitopatología y entre la colo-
nia latina y de mexicanos… Mis paisanos fueron en la noche a felicitarme…
uno de ellos dijo… ¡Mabel tu hija trajo su torta bajo el brazo!!...Y sí… una
gran y feliz torta… Y eso representa cada uno de nuestros tres hijos.138

Este testimonio muestra con claridad el entramado de experiencias de los


becarios mexicanos en la Universidad de California. Por un lado, informa
sobre las dificultades de la vida académica y en particular de la aprobación

138
He recuperado el escrito manteniendo la redacción que el entrevistado me envió a través
de internet. Me parece importante respetar su escritura porque transmite con nitidez el tono de su
experiencia. La entrevista a Téliz fue mixta, conversamos vía telefónica y me solicitó enviarle el cues-
tionario con mis preguntas. El 1 de junio de 2020 me mandó el escrito y posteriormente volvimos
a conversar vía telefónica. Entrevista a Daniel Téliz Ortíz, realizada por Diana Alejandra Méndez
Rojas, 1 de junio de 2020, mediante cuestionario escrito.
196 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

de los idiomas y, por otro, muestra la manera en que los alumnos equili-
braron sus responsabilidades académicas con la vida familiar. Asimismo, la
vivencia del mexicano permite acercarse a las historias de las esposas, en
particular de aquellas que se convirtieron en madres alejadas de su familia
extensa. Por otra parte, la narración muestra uno de los elementos centrales de la
vida cotidiana de los estudiantes extranjeros: las redes de apoyo de sus con-
nacionales o colegas. En este caso, se trató del acompañamiento de Javier
Cervantes Romo, amigo y colega, quien también se especializó en patología
vegetal con una beca de la fr.139
Además de la relación con sus tutores y la vida familiar, las experiencias
del grupo californiano fueron circundadas por cinco aspectos del ambiente
estudiantil que a continuación se refieren. El primero concierne al manejo del
inglés. Debido a que la universidad estipuló la obligatoriedad de que los
estudiantes extranjeros realizaran exámenes diagnósticos de inglés y com-
pletaran cursos previos a los posgrados desde 1946, los mexicanos llegaron
antes de que se iniciaran las clases para cubrir los cursos preparatorios en el
Instituto de Idiomas de Berkeley o en la Universidad de Illinois; lo que
facilitó su periodo de adaptación.
Un segundo aspecto se vincula con las organizaciones estudiantiles. El
campus en Davis contaba con la California Aggi Alumni Association per-
teneciente a la California Alumni Association la organización estudiantil más
grande de la universidad. Esta organización se creó en 1959 y se destinó a
promover el avance de la universidad y del campus de Davis en particular,
mediante el fomento de la buena voluntad entre sus miembros, que con-
templaba a los alumnos y profesores.140 Aunque no existe un listado de los
afiliados, hay evidencia de que los mexicanos en Davis se sumaron a esta
organización que gestionaba la mayor parte de las actividades sociales.
Ahora bien, debido a que los becarios se encontraban realizando estu-
dios avanzados o de posgrado, es probable que no dedicaran tanto tiempo a las
actividades convocadas por la asociación. La imagen 3, perteneciente a una
de las páginas del California Aggie, el diario de la asociación, da cuenta de
la incorporación de los mexicanos Rodolfo Chena-González y Jaime Leal al
capítulo Sigma XI dentro de una asociación científica de estudiantes. Esta

139
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
140
“Aggie Alumni Foundation is Formed at Davis”, en sl-uc, Cal Aggie Alumni Association
Collection, caja 2: 2, Call Number: ar-072; “Articles of Association of the California Aggie Alumni
Association”, en sl-uc, Cal Aggie Alumni Association Collection, caja 2: 3, Call Number: ar-072.
Imagen 3. Página del California Aggie, vol. 56, núm. 33, 23 de mayo de 1957.
Fuente: Newspaper Collection LD 781 D45 C3. Archives and Special Collections, UC Davis Library.
198 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

publicación se dedicó a promocionar las actividades de la asociación y tam-


bién a informar sobre acontecimientos de interés a escala local y nacional.
El tercer aspecto que influyó el tránsito de los mexicanos tiene rela-
ción con la heterogeneidad de su matrícula. Desde la década de 1950,
la Universidad de California se convirtió en el centro educativo de Estados
Unidos con el mayor número de estudiantes extranjeros, donde el campus de
Davis fue el punto de máxima concentración.141 En 1960, el censo del alum-
nado extranjero en Estados Unidos sumó un total de 48 486 individuos,
de los cuales 1 918 se encontraban en la Universidad de California, número
que ubicó al centro por encima de la Universidad de Nueva York y la Uni-
versidad de Minnesota.142 En el conteo general, predominan estudiantes de
nacionalidad canadiense (5 679), china (4 546), india (3 772), iraní (2 507)
y coreana (2 474); mientras que entre los latinoamericanos sobresalen los
mexicanos (1 352), venezolanos (1 126) y cubanos (936).143
Las minutas del Board of Admissions and Relations with School de la
universidad ofrecen cifras que permiten aproximar las pautas de crecimiento
del alumnado extranjero. La minuta de Berkeley, del 6 y 7 de diciembre de 1946,
refiere que la demanda para realizar el examen de inglés por parte de los
estudiantes extranjeros –centralizado en el campus principal– se estaba in-
crementando, razón por la cual se presenta un balance que indica que, hasta
1946, la mayoría de pruebas las habían presentado alumnos de las naciona-
lidades: china (68), iraní (31), turca (25), salvadoreña (24), brasileña (19),
palestina (19), boliviana (19), peruana (19), colombiana (20), islandesa (18)
y mexicana (17).144 El resto de nacionalidades latinoamericanas fueron:
panameña (14), chilena (13), argentina (9), costarricense (8), nicaragüense
(4),145 cubana (4), ecuatoriana (4), guatemalteca (3), paraguaya (2), haitiana
(1), hondureña (1) y uruguaya (1).146 Por su parte, las principales escuelas

141
“The College, the University and the Foreign Student”, en sl-uc, Office of the Chancellor
Records, caja 47, Call Number: ar-023; “Report of the Foreign Student Advisor”, en sl-uc, Office
of the Chancellor Records, caja 47, Call Number: ar-023.
142
Brawner y Lucas, International students, 2007, p. 152.
143
Ibid., p. 151.
144
Board of Admissions and Relations with School Minutes, Call Number: CU-9.01, vol. 4-10.
145
Uno de los cuatro nicaragüenses contabilizados pudo ser Luis Anastasio Somoza, quien en
1942 completó dos semestres de estudio en agronomía en el campus de Davis y a la postre se afirmó
como el iniciador de una dinastía dictatorial en su país natal. sl-uc, Cal Aggie Alumni Association
Collection, caja 2: 9, Call Number: ar-072.
146
Board of Admissions and Relations with School Minutes, en bl-uc, Call Number: cu-9.01, vol. 4-10.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  199

a las que planeaban inscribirse los extranjeros fueron: Colegio de Letras y


Ciencia (133), Ingeniería (120) y Agricultura (66).147
La diversidad poblacional animó a la universidad a organizar campañas
destinadas a propiciar el entendimiento cultural.148 Una de las actividades de
integración más recurrentes fueron los bailes, así lo constata un repor-
taje del diario The Union, que publicitó un festín organizado en 1964 con
auspicio de The Concord Group (véase imagen 4). Se destaca que este evento
no siguió una política de segregación racial e incluyó la presencia de niños.
Existe evidencia que permite suponer que los mexicanos becados por la fr
participaron en estos eventos, aunque, de nueva cuenta, quizá no de una
forma tan frecuente debido a su carga de trabajo.
El cuarto aspecto que permeó en la experiencia de los mexicanos fue
su encuentro con becarios de otros programas. Entre el alumnado del cam-
pus, en Davis, un alto porcentaje correspondía a becados por diferentes
instancias. Además de la fr, se registró la presencia de los programas de
las fundaciones Kellogg y Ford, del Fullbrigh y del African Scholarship
Program. Así como de organizaciones públicas y privadas como African
American Institute, Agency for International Development, Asiatic Petro-
leum Corporation, Mobil Oil Company de Nigeria, Pan American Union,
United Arab Republic Cultural & Education Bureau, International Atomic
Energy Comission y la oea.149 De entre esta variedad, se encontró evidencia
de que beneficiados por el African Scholarship Program, creado en Estados
Unidos, convivieron con los mexicanos en el Colegio de Agricultura, es
probable que compartieran cursos y trabajaran con los mismos tutores.150
El quinto aspecto que marcó el paso de los mexicanos por California
fue la intensa movilización estudiantil. Entre 1960 y 1970, la universidad
se convirtió en escenario de múltiples protestas, la más conocida fue “la
revuelta de Berkeley”, nombre con el que se conoció al Free Speech Mo-
vement, que abogó por la libertad política. Las protestas en Davis se con-
centraron entre los años 1969 y 1972, y se emplazaron en oposición a la
guerra de Vietnam y la intervención estadunidense en el Sudeste asiático.
Entre las acciones más representativas destacó el reiterado bloqueo a la línea

147
Ibid.
148
Clippings, en sl-uc, Office of the Chancellor Records, caja 47, Call Number: ar-023.
149
International Students, Fall semester 1963, en sl-uc, Office of the Chancellor Records,
caja 47, Call Number: ar-023.
150
Para leer en detalle sobre el African Scholarship Program, véase Tarradellas, “A glorious
future”, 2021.
Imagen 4. Fotografía de The Union, 4 de mayo de 1961.
Fuente: sl-uc, Office of the Chancellor Records, caja 47, call number: ar-023. © Cortesía del Rockefeller Archive Center.
CAPÍTULO 4. EXPERIENCIAS DE ESTUDIO EN EL EXTRANJERO  201

del Southern Pacific Rail.151 Las fuentes no permiten establecer si los be-
carios participaron en estas actividades, aunque lo más probable es que no
lo hicieran pues, además de que el grueso de los estudiantes movilizados
pertenecían a los programas de licenciatura, la dirección del Colegio de
Agricultura censuraba estas actitudes.152 Si bien las protestas tenían un
objetivo pacifista, por momentos escalaron a enfrentamientos con la po-
licía. Estos hechos, sin embargo, no pudieron pasar desapercibidos para los
mexicanos. Es de suponer que, aun cuando simpatizaran con los objetivos ge-
nerales, los becarios decidieran no participar en las protestas, debido a que
estas solían tomar un tono marcadamente político en contra de autoridades
locales, de los grandes partidos –demócratas y republicanos– y, en general,
asumir un discurso que problematizaba desde lo “americano”. Newman se-
ñala que su indagación documental no le permitió encontrar evidencia de que los
mexicanos se involucraran activamente en protestas políticas en los cen-
tros educativos estadunidenses,153 un hallazgo coincidente con este capítulo.
De igual manera, las fuentes escritas y orales dejan ver que los becarios
no sostuvieron relaciones o vínculos con organizaciones de migrantes em-
pleados en trabajos manuales. Un aspecto que Newman analiza para el con-
junto de estudiantes mexicanos en Estados Unidos, sobre el cual señala que
responde al efecto de una política migratoria diferenciada y a la discrimina-
ción que sufrían los braceros, misma que buscaban esquivar los alumnos.154

CONSIDERACIONES FINALES

Como se ha mostrado en este capítulo, el viaje físico de los mexicanos por


el espacio geográfico fue también un movimiento transversal por el espa-
cio social que selló de principio a fin su experiencia. Así, se ha descrito el
tono general de su vida en el extranjero, puntualizando la manera en que
su cotidianidad como estudiantes de posgrado y mexicanos fue influencia-
da por las políticas del Programa de Becas de la fr y por las condiciones
que encontraron en los centros educativos que los recibieron. Junto con

151
Clippings, en sl-uc, University of California, Davis, College of Agriculture Records, caja 3:
3,10, Call Number: ar-95.
152
“Extension Where the Action is”, J. B. Kendrick, en bc-uc, Records of the College of Agri-
culture, University of California, Call Number: cu-20, caja 30: 68.
153
Newman, “Transnational ambitions”, 2019.
154
Ibid. Véase también Newman, “Pensar el intercambio”, 2020.
202 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

esto, se ha enfatizado que los alumnos y sus familias encontraron la manera


de construir su experiencia colectiva e individual según sus preferencias.
Aunque existieron dificultades inherentes a todo proceso migratorio y de
educación superior, puede decirse que los mexicanos gozaron de estabili-
dad económica, llegando incluso a experimentar ciertos lujos.
En México, el respaldo decidido de la fr y de sus superiores reforzó
la vinculación entre los estudiantes y sus prospectivas laborales. Mediante
distintas acciones, se fomentó el regreso organizado de los estudiantes al
terminar sus estudios. Para ello, los actores involucrados establecieron una
relación fundada en una serie de obligaciones morales, económicas y laborales
que justificaron el otorgamiento de la beca.
La formación que los mexicanos recibieron en el Departamento de
Entomología y Zoología de la Universidad Estatal de Ohio deja en eviden-
cia la preminencia de la construcción de un perfil profesional especializado
y su correlato con el ascenso laboral de los individuos. Por su parte, el
destacado caso de la Universidad de California muestra que tenía conexio-
nes de importancia con la fr, que era uno de los centros académicos más
consolidados y abiertos a la recepción de alumnos extranjeros, y que los
lineamientos del land-grant university system fueron un aliciente común que
atrajo al staff, a las autoridades mexicanas y a los becarios.
Los vínculos que algunos de los alumnos lograron tejer y mantener
con sus tutores fueron un factor determinante que les permitió apostar por
una nueva beca, integrarse a grupos de investigación y, si el tutor era cercano
a la fr, reforzar sus lazos con esta institución. De esta manera, el grupo de
mexicanos que obtuvo becas para optar por títulos de posgrado en el extran-
jero conformó una segunda generación de expertos que, a diferencia de la
previa, formada exclusivamente en la oee, sustentó su experticia en títulos
avanzados que les facilitó consolidar su trayectoria profesional en las distin-
tas ramas de las ciencias agronómicas. Sin embargo, su movilidad no generó
apertura a la “fuga de cerebros”, sino a la constitución de activos para la crea-
ción de capacidades endógenas, favorecida por la cualidad de mediadores de
los individuos entre las instancias académicas mexicanas y estadunidenses.155

155
Sobre el desarrollo de capacidades endógenas, véase Luchilo, “Introducción”, 2011, y Meyer,
“La sociología de las diásporas”, 2011.
TERCERA PARTE.
VEREDAS DE UN GREMIO RENOVADO
CAPÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL
DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS
¿NACIONALIZANDO LA REVOLUCIÓN
VERDE?

La tercera parte de este libro puntualiza las veredas que la revolución


verde abrió para el gremio agronómico a partir de la década de 1960 y la
manera en que los exbecarios se integraron a ellas durante su reinserción
profesional en México. De manera particular, este capítulo analiza el desempe-
ño de los exbecarios en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas
(inia) para brindar continuidad al estudio de sus trayectorias. Se propone que
su contratación inicial y su posterior retirada respondió a dos visiones so-
bre la nacionalización de la revolución verde. La primera, proveniente de la
directiva de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, buscó capitalizar y
proyectar los alcances del fitomejoramiento a partir de las cualificaciones de
los mexicanos formados en Estados Unidos. La segunda, derivada de un
sector de empleados del inia, cuestionó la permanencia de los exbecarios
por haber sido formados en el extranjero y, de acuerdo con su valoración,
no priorizar los intereses nacionales sino los estadunidenses. Este capítulo
examina un periodo que va desde la creación del inia en 1961, resultado de
la fusión de la Oficina de Estudios Especiales (oee) y el Instituto de Investi-
gaciones Agrícolas (iia), hasta la década de 1970, cuando arrancó un proce-
so de reestructuración en respuesta a la organización sindical del Instituto.
Atendiendo a los planteamientos de Randall Collins, para quien la
interacción de grupos específicos genera “rituales” a partir de emociones,
se argumenta que la emoción que en un primer momento permeó al gremio
adscrito al inia fue la de convertirse en los gestores del proceso moderniza-
dor. Esta emoción se sustentó en su irremplazable función mediadora entre
la estructura del Estado y los agricultores. Así, la estrategia que los movilizó
fue la de capitalizar su formación en el extranjero para obtener prestigio,

204
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 205

autoridad y mejores condiciones materiales para reproducir su vida.1 Exis-


tió, pues, una yuxtaposición entre la preexistente red transnacional de ex-
pertos abocada a la propagación de la revolución verde y una red laboral.2
La fundación del inia y el ejercicio profesional del grupo favoreció la
densificación de sus vínculos previos –como pasantes de la oee o estudiantes
en el extranjero– y les permitió posicionarse en condiciones ventajosas;
sin embargo, hacia el inicio de la década de 1970, su perfil de expertos, sus-
tentado en títulos avanzados, encontró su límite para sostenerse como grupo
al interior del Instituto.
Aunque no existe un estudio específico sobre el inia, fragmentos de
su historia han sido incorporados en investigaciones dedicadas a explicar
el proceso de modernización de la agricultura mexicana. Un primer gru-
po de autores trazó un eje temporal que inicia con la creación de la oee y
culmina con el emplazamiento del inia como principal derrotero de la revo-
lución verde en México. Destacan los trabajos de Gustavo Esteva, Cynthia
Hewitt de Alcántara, Adolfo Olea Franco, Gilberto Aboites, Karin Matchett
y Netzahualcóyotl Gutiérrez.3 Por su parte, Juan de la Fuente Hernández,
María Luisa Jiménez Esquerra, Margarita González Huerta, Rodolfo Cor-
tés del Moral y Rafael Ortega Pazcka proponen que el inicio de la década
de 1960 marcó un cambio profundo en el papel del Estado mexicano
en la investigación agrícola, claramente diferenciado de la experiencia de la
oee.4 Este capítulo incorpora estos trabajos y, desde el seguimiento de las
trayectorias de los exbecarios, plantea que estos individuos son el puente
que permite conciliar ambos ejes narrativos, es decir, entender al inia como
la condensación del trabajo realizado en la oee, a la vez que el catalizador
de profundas transformaciones acontecidas en el siguiente periodo.
El capítulo se encuentra dividido en tres partes. En la primera se ex-
ponen las condiciones de creación del inia junto con las líneas rectoras de
su funcionamiento, para lo cual se contextualiza su surgimiento en el marco
de la política económica del periodo: el Desarrollo Estabilizador. Se explica
que la presencia de los exbecarios que poseían títulos de posgrado fue el

1
Collins, Cadenas de rituales, 2009. A propósito de los usos del capital social y “la energía
emocional” desde los planteamientos de Collins, véase Lozares, “Valores, campos”, 2003, y Beltrán,
“Randall Collins”, 2010.
2
Sobre la yuxtaposición o convergencia de redes, véase Melgar, Redes e imaginario, 2018.
3
Esteva, La batalla en el México, 1980; Hewitt, La modernización de la agricultura, 1982; Olea, “One
century”, 2002, y Aboites, Una mirada diferente, 2002; Matchett, Untold Innovation, 2002; Gutiérrez,
“Cambio agrario”, 2017.
4
Fuente et al., La investigación agrícola, 1990.
206 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

factor clave en el proceso de constitución del Instituto, y que su creación


respondió al ánimo gubernamental por nacionalizar la revolución verde
desde las altas esferas de la burocracia. En la segunda parte se esboza el
marco de actividades del Instituto, de las que se destacan dos dimensio-
nes de acción: un enfoque de trabajo regionalizado y el mantenimiento de
iniciativas dirigidas a la internacionalización de la revolución verde. En la
tercera parte se explica que el proceso de reestructuración del inia, iniciado
en la década de 1970, a raíz de protestas internas y huelgas dirigidas a ob-
tener mejores condiciones de empleo, avivó posicionamientos nacionalistas
que cuestionaron la presencia de los agrónomos formados en el extranjero,
llegando a presionar su salida.
Para la escritura de este capítulo, la revisión documental se centró en
el Rockefeller Archive Center, el Archivo General de la Nación, la Heme-
roteca Nacional de México, la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, la Bi-
blioteca del Archivo General Agrario, y la Biblioteca Central de El Colegio
de Postgraduados. En estos repositorios fue posible acceder a documentos
relativos al funcionamiento del Instituto y a los impresos que produjo.

CREACIÓN DEL INSTITUTO NACIONAL


DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS

El inicio del sexenio de Adolfo López Mateos (1958-1964) fue marcado por
la instauración de una renovada política económica que al paso del tiempo
fue conceptualizada como Desarrollo Estabilizador.5 Se trató de un programa
dirigido al mantenimiento de la estabilidad macroeconómica, bajo el supues-
to de que esto generaría un desarrollo económico y social sostenido. Su ideó-
logo principal fue Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda y Crédito Pú-
blico durante las administraciones de López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz
(1964-1970).6 Este modelo se caracterizó por procurar estabilidad en los pre-
cios y el tipo de cambio, como estrategia para favorecer el ahorro y su canaliza-
ción hacia actividades productivas. Otro aspecto relevante fue el control de la

5
Ortiz Mena (El Desarrollo Estabilizador, 1998, p. 9) señala que esta denominación fue utilizada
por vez primera en el estudio que presentó sobre el desarrollo económico de México en las reunio-
nes anuales del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, celebradas en Washington en
septiembre de 1969. A ello, siguió una publicación por Nacional Financiera.
6
En la elaboración de esta propuesta, Ortiz Mena contó con la colaboración de su hermano
Raúl Ortiz Mena —director de Crédito en la Secretaría de Hacienda— y de Alonso Aguilar —asesor
de Raúl. Ibid., pp. 40-41.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 207

política fiscal, que buscó una adecuada relación entre los gastos y egresos
del sector público para regular el déficit.7 Durante su implementación, el
Desarrollo Estabilizador permitió que el Producto Interno Bruto (pib) cre-
ciera entre 6 y 7% anual y que el déficit representara el 2% promedio del
pib, un monto bajo en los rangos del país.8
En materia de agricultura, el Desarrollo Estabilizador se propuso au-
mentar el abasto nacional de granos básicos;9 para lo cual, el 6 de diciembre
de 1960 se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto presidencial
que sancionó la creación del inia como una dependencia de la Secretaría de
Agricultura y Ganadería. Se indicó, además, que instalaría su sede en la
Escuela Nacional de Agricultura (ena) e integraría a la oee y al iia. Los
firmantes del decreto fueron López Mateos, Ortiz Mena, Julián Rodríguez
Adame –secretario de Agricultura y Ganadería– y Eduardo Bustamante
–secretario del Patrimonio Nacional.10 Las resoluciones del documento en-
traron en vigor el 1 de enero de 1961.
El emplazamiento del inia generó la reunión de las dos principales ins-
tituciones de investigación agrícola en el país. La oee fue fundada en 1943
como una dependencia semiautónoma cofinanciada y administrada por la
Fundación Rockefeller (fr) en el marco del Programa Agrícola Mexicano;11
mientras que el iia fue creado en 1947 como la división de investigación
de la Secretaría de Agricultura y Fomento que absorbió al otrora Instituto
Biotécnico. Si bien las instituciones mantuvieron colaboración en algunos
programas, como los dedicados al maíz, en general, se mantuvieron traba-
jando de forma separada; así, creció una rivalidad entre los directivos por
el predominio en la gestión del ramo.12 Al momento de la fusión, la oee era
dirigida por Ralph W. Richardson y el iia por Edmundo Taboada.
El decreto presidencial justificó la creación del inia con base en dos
elementos principales. En primer lugar, se reiteró la necesidad de hacer efi-
ciente la investigación científica en términos de la administración de recursos
técnicos y económicos, lo que indicaba que no existían razones de peso para
mantener separados los programas de la oee y el iia.13 En segundo lugar,

7
Ortiz, El desarrollo estabilizador, 1998, p. 42.
8
Reynolds, “¿Por qué el desarrollo?”, 1977, p. 1006, y Solís, “La realidad económica”, 1982.
9
Ortiz, El desarrollo estabilizador, 1998, p. 172.
10
Decreto presidencial, en Rockefeller Archive Center (en adelante rac), Rockefeller Foundation
(en adelante rf) Collection, Record Group (en adelante rg) 6, series s. g. 13, caja 28, folder 312.
11
Para leer más al respecto, véase el capítulo 2 de este libro.
12
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017.
13
Decreto presidencial, en rac, rf, rg 6, series s. g. 13, caja 28, folder 312.
208 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

se afirmó que, al convertirse en la principal institución de investigación agrícola


en el país, el nuevo Instituto debía concentrar al personal técnico y auxiliar,
junto con la administración de los laboratorios, centros regionales y campos
experimentales. Para ello, se dispuso que todos los bienes muebles, inmuebles,
archivos, bancos de semillas, enseres, presupuestos, subsidios y demás bienes
y disponibilidades de que se gozara en la oee y el iia, pasarían al inia.14
Si bien se enfatizó en la concentración de recursos humanos para el
adecuado funcionamiento del inia, el decreto presidencial no incorporó
disposiciones sobre la manera en que se reorganizarían las respectivas plan-
tillas de los centros. La falta de indicaciones puntuales hizo que las resolu-
ciones en torno a esta cuestión y otros aspectos recayeran en el secretario
Rodríguez Adame. Fue por instrucciones suyas que se organizó una gira
destinada a que Richardson, Taboada y el subsecretario de Agricultura y
Ganadería, Jesús Patiño Navarrete, valoraran el estado de las unidades dis-
persas por todo el país y, con fundamento en este diagnóstico, hicieran
una planificación para el proceso de integración de la oee y el iia.15
En uso del privilegio para la toma de resoluciones, Rodríguez deci-
dió que los profesionistas formados en el extranjero mediante el Progra-
ma de Becas de la fr asumieran la responsabilidad del manejo del nuevo
Instituto.16 Consideró que esto aportaría a la nacionalización de la investi-
gación agrícola mexicana, al posicionar a los exbecarios en relevo de los
estadunidenses.17 Su determinación coincidió con la del staff de la oee y, en
particular, con los planteamientos de Richardson, quien desde mediados
de la década de 1950 comunicó que el número de mexicanos formados a
nivel posgrado permitía perfilar el cierre de la oee, pues consideraba que
brindarían continuidad a las tareas de investigación.18
Además de expresar certidumbre por delegar responsabilidades a los
mexicanos formados bajo su auspicio, el interés del staff por el relevo
institucional se afincó en su búsqueda por internacionalizar la experiencia
mexicana; intención que cristalizó en la narrativa del documental Harvest, pro-
ducido por la misma fr.19 En efecto, en aquellos años, la fr financiaba y

14
Ibid.
15
Entrevista a Julián Rodríguez Adame, realizada por Leobardo Jiménez, 1984. El Colegio de
Potsgraduados, Las ciencias agrícolas, vol. 1, 1984.
16
Julián Rodríguez Adame, entrevista citada.
17
Ibid.
18
The Rockefeller Foundation, Annual Report, 1955, Annual Report, 1957, y Annual Report, 1958.
19
Sobre el peso de esta narrativa, sus implicaciones y la manufactura del documental, véase
Soto, “The socialist origins”, 2020, y Méndez, “Cine, modernización”, 2021.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 209

administraba el Programa Agrícola Colombiano, el Programa Cooperativo


Centroamericano para el Mejoramiento del Maíz, el Programa Agrícola Chi-
leno y se encontraba en proceso de consolidación del Programa Agrícola
Indio, por lo que buscó disminuir sus contribuciones financieras a México
y retirar parte de su staff para conducirlo a otros países.
La coincidencia entre Rodríguez y la fr fue relevante porque contribu-
yó a asentar un elemento que definió al experto agrícola del periodo: la po-
sesión de títulos avanzados. En consecuencia, la incorporación de personal
altamente calificado se tradujo como signo del grado de profesionalización
de las dependencias agrícolas que, a partir de entonces, asumieron como
un indicador de su progreso el número de posgraduados en su planilla.
Por estas razones, a la gira de inspección se sumaron dos exbecarios, lo
que convirtió al viaje en un proceso de selección de los candidatos a ocupar
la dirección del Instituto, ellos fueron: Nicolás Sánchez Durón, propuesto por
Richardson, y Rodolfo Peregrina Robles, sugerido por Taboada. Ambos eran
egresados de la ena, habían cumplido una pasantía en la oee, obtenido su
maestría y doctorado en la Universidad de Cornell y su especialidad era so-
bre el estudio de los suelos. Sánchez tenía 37 años y Peregrina 40. Sus perfiles
profesionales eran prácticamente idénticos, pero había dos elementos que dis-
tinguían a Peregrina: logró su doctorado con una beca del Banco de México
y, además de laborar en la oee, había trabajado entre 1949 y 1952 en el iia.20
Aunque Richardson insistió en las virtudes de Sánchez, enfatizó su co-
nocimiento técnico y sus capacidades administrativas, Rodríguez decidió que
fuera Peregrina el nuevo director, bajo el argumento de que era un gesto
positivo poner en el puesto a alguien que hubiera laborado en ambas depen-
dencias; resolución que ubicó a Sánchez en la subdirección. Richardson, sin
embargo, no estaba dispuesto a ceder la dirección a Peregrina y negoció ser el
codirector del inia, arguyendo que desde esta posición apoyaría la etapa de
transición y el ajuste del personal mexicano. Rodríguez accedió a esta peti-
ción y Richardson abandonó el cargo cuando Sánchez sucedió a Peregrina.
El testimonio de Richardson sugiere que, más que tener una reserva
personal hacia Peregrina en cuanto científico o individuo, su reticencia se
afincó en el apoyo que este recibió de Taboada,21 con quien la fr tenía roces

20
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed Organiza-
tions (1914-1970); Personal History and Application, en rac, rf, rg 6, series s.g 13, caja 28, folder 309.
21
Entrevista a Ralph W. Richardson, realizada por William C. Cobb, Nueva York, diciembre
1966 a marzo de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 23.
210 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

desde la década de 1940 por sus posturas antiestadunidenses.22 Como


consecuencia de la codirección entre Peregrina y Richardson se incorporaron
miembros del staff de la fr como asesores de los responsables de cada
programa, por lo que, en principio, no hubo un cambio radical del mando,
sino un reajuste de las posiciones. Avanzada la década de 1960, la ma-
yoría del staff se retiró de México.
En la coyuntura de la creación del inia, Taboada fue contratado como
asesor de Rodríguez en el área de investigación agrícola. Se trató de una salida
decorosa en reconocimiento al prestigio de este agrónomo, forjado a lo
largo de tres décadas de trabajo.23 Además de ser miembro fundador del
iia, Taboada contribuyó a la creación de la primera red de campos expe-
rimentales a nivel nacional en la década de 1940, lo que lo dotaba de una
imagen sólida frente a las distintas generaciones de agrónomos del perio-
do.24 La posición conciliadora de Rodríguez puede explicarse a partir de
su trayectoria, la cual le había permitido relacionarse con distintos sectores
del gremio antes de ser secretario de Agricultura y Ganadería. Se formó
como ingeniero agrónomo en la Escuela Particular de Agricultura “Herma-
nos Escobar”, participó en el proceso de deslinde de tierras auspiciado por
la Comisión Nacional Agraria, fue miembro de la Sociedad Agronómica
Mexicana, militó en la Liga de Agrónomos Socialistas, fue gerente del Ban-
co Nacional de Crédito Ejidal, diputado federal y senador de la república.25
Posteriormente, en el sexenio de López Mateos, se convirtió en embajador de
México en Japón, embajador concurrente en Taiwán, Paquistán y Corea
del Sur, y consultor del Banco Interamericano de Desarrollo.26 Su interés
científico, gremial y político se mantuvo inamovible en el sector algodonero.
Decidida la dirección, la negociación del resto de los puestos no generó
mayor debate, aunque existieron inconformidades remarcables por parte del
personal del iia, pues la intención de relegarlos fue patente.27 Richardson,

22
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017.
23
Julián Rodríguez Adame, entrevista citada. El Colegio de Postgraduados, Las ciencias agrícolas,
1984; Entrevista a Ralph W. Richardson, realizada por William C. Cobb, Nueva York, diciembre
1966 a marzo de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 23.
24
Entrevista a Edmundo Taboada, realizada por Leobardo Jiménez, 1984. Casas y Martínez,
Las ciencias agrícolas, 2011.
25
Curriculum Vitae, en en Archivo General de la Nación (en edelante agn), fondo Julián Rodrí-
guez Adame, caja 1; Carta de Ignacio Figueroa a Julián Rodríguez Adame, 31 de octubre de 1923, en
agn, fondo Julián Rodríguez Adame, caja 5; Diversas publicaciones, en Centros de Estudio del Movi-
miento Obrero y Socialista A. C. (en adelante cemos), colección Liga de Agrónomos Socialistas, caja 1.
26
Comercio Exterior, “Julián Rodríguez”, 1989.
27
Fuente, Jiménez, González, Cortés y Ortega, La investigación agrícola, 1990.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 211

Peregrina y Patiño crearon un listado con 26 posiciones principales y asigna-


ron la mayoría de ellas a los exbecarios. Para el caso de aquellas en las que no
se tenía un especialista, se acordó la postulación de candidatos para el Progra-
ma de Becas. La disposición final integró a diez individuos pertenecientes a la
oee, de los cuales, salvo Richardson, todos eran exbecarios. De parte del iia
se sumaron ocho personas y otros ocho cargos fueron pospuestos a la espera
de entrenar a un especialista (véase cuadro 1). No se conoce información so-
bre el número y cualificaciones del personal del iia, pero, por lo menos, dos
de las figuras líderes sí tenían experiencias de estudio en Estados Unidos: Ta-
boada en la Universidad de Cornell y Eduardo Limón, en la Universidad Es-
tatal de Iowa.28 Al momento de la fusión, Limón había cambiado de empleo.
La mayoría de los jefes departamentales tenían doctorado y su ori-
gen mayoritario era la oee. Los investigadores incorporados desde el iia
tenían licenciatura y maestría. Llama la atención que el responsable del
Programa de Maíz y Sorgos, Gilberto Palacios de la Rosa, fuera una persona
del iia que solamente tenía licenciatura, pues estos cultivos fueron prioridad
para el trabajo de la oee, sitio en el que también había colaborado.29 Pala-
cios era un agrónomo de gran prestigio por sus trabajos en maíz y tenía
valiosas conexiones en el gremio que le permitieron ocupar la dirección de
la ena en 1964. El complemento de esta explicación puede encontrarse en
el hecho de que un número significativo de personal mexicano y extranjero
capacitado en este grano se desplazó al Centro Internacional de Mejora-
miento de Maíz y Trigo (cimmyt).
Aunque es innegable que la oportunidad de ocupar un puesto direc-
tivo o una jefatura fue motivo de alegría para algunos de los exbecarios,
debido al prestigio e ingresos económicos que esto les confirió, sus testimo-
nios también expresan falta de motivación para asumir posiciones adminis-
trativas que los distanciarían de las tareas de investigación, pues este era el
horizonte laboral que se habían fijado a través de sus estudios profesionales.
En esto coincidieron Alejandro Ortega Corona, José Guevara Calderón
y Francisco Cárdenas quienes señalaron que su producción científica de-
cayó en beneficio del cumplimento de sus tareas administrativas.30 Ortega y

28
Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017.
29
Véase Roberts et al., Rocamex V-21, 1949.
30
Entrevista a Alejandro Ortega Corona, realizada por William C. Cobb, ciudad de México,
4 y 6 de enero de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 16; entrevista a Alejandro Ortega Corona, realizada
por Said Infante, 2014. Casas, Infante y Martínez, Las ciencias agrícolas, 2014, vol. 5; entrevista a José
Guevara Calderón, realizada por William C. Cobb, ciudad de México, 10 de octubre de 1966, en
Cuadro 1. Empleados del inia

Estudios
Nombre Origen Dirección / Jefatura académicos

Rodolfo Peregrina Robles oee Director General Doctorado


Ralph W. Richardson oee Director General Doctorado
Nicolás Sánchez Durón oee Subdirector General Doctorado
Basilio Rojas iia Departamento de Biometría Doctorado
Por entrenarse Departamento de Botánica
Gilberto Palacios de la Rosa iia Departamento de Maíz y Sorgos Licenciatura
Ignacio Narváez Morales oee Departamento de Trigo y Cereales Doctorado
Alfonso Crispín Medina oee Departamento de Frijol Doctorado
Eduardo Álvarez Luna oee Departamento de Horticultura Doctorado
Javier Cervantes Romo oee Departamento de Papa Doctorado
Ricardo León Manso oee Departamento de Oleaginosas Licenciatura
Arturo Sánchez Durón iia Departamento de Forrajes Maestría
Luis Equihua Hernández iia Departamento de Algodón Licenciatura
Por entrenarse Departamento de Fruticultura
Rodolfo Moreno Dahme iia Departamento de Suelos Doctorado
Por entrenarse Departamento de Laboratorios Químicos
Por entrenarse Departamento de Ingeniería Agrícola
Alejandro Ortega Corona oee Departamento de Entomología Doctorado
Antonio E. Rodríguez iia Departamento de Fitopatología Doctorado
Por entrenarse Departamento de Fisiología Vegetal
Por entrenarse Departamento de Plantas Desérticas
Por entrenarse Departamento de Economía Agrícola
Alfonso Contreras Arías iia Departamento de Meteorología y Clima Licenciatura
Por entrenarse Departamento de Cultivos Tropicales
Federico B. Navarrete iia Departamento de Caña de Azúcar Maestría
Rodolfo Chena González oee Departamento de Divulgación Técnica Doctorado
Fuente: elaboración propia con base en datos obtenidos de Personnel, en rac, rf, rg 6, series s. g. 13, caja 28, folder 311.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 213

Calderón obtuvieron sus grados de maestría y doctorado en el Departa-


mento de Entomología en la Universidad Estatal de Ohio,31 y se relevaron
en la dirección del programa de entomología del iia. Por su parte, Cárdenas
se formó en técnicas de mejoramiento del frijol en la Universida Estatal de
Michigan y llegó a ocupar la dirección del inia.32

ESQUEMA DE FUNCIONAMIENTO DEL INIA

El inia se fundó el 18 de febrero de 1961, día en que el presidente López Ma-


teos inauguró en las instalaciones de la ena el laboratorio de química Marte
R. Gómez, en honor del desempeño que tuvo como secretario de Agricultura
y Fomento durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho, desde donde fue el
responsable de negociar la creación del Programa Agrícola Mexicano.33 A este
evento acudieron las autoridades de las dependencias agrícolas, el personal del
naciente Instituto y personalidades del medio agronómico. En el acta constitu-
tiva figuran las firmas de algunos exbecarios, entre ellos, las de Efraím Hernán-
dez Xolocotzi, Ortega Corona, Eduardo Álvarez Luna, y Cárdenas. También se
integraron las de científicos de renombre como Czeslawa Prywer.34
El inia arrancó con un presupuesto de 26 000 000 de pesos asignados
por el gobierno federal y 8 000 000 conferidos por la fr.35 Se estipuló que
su financiamiento se manejaría mediante un fideicomiso del Banco Agríco-
la. Para 1963, los fondos federales sumaron 35 000 000 y la fr ingresó
2 800 000 pesos, y en 1970 la distribución fue de 51 000 000 a 4 400 000
pesos.36 La disminución en el financiamiento otorgado por la fr al inia
fue causada en beneficio del cimmyt. Esta institución se fundó en 1963
y se formalizó en 1966, como parte del apoyo a la investigación agrícola

rac, rf, rg 13, caja 16; entrevista a José Guevara Calderón, realizada por Eduardo Casas, diciembre
de 2006. Casas y Martínez, Las ciencias agrícolas, 2011, vol. 3.
31
Al respecto, véase el capítulo 4 de este libro.
32
Entrevista a Enrique Cárdenas Molina (hijo de Francisco Cárdenas), realizada por Diana
Alejandra Méndez Rojas, 3 de noviembre de 2021, a través de llamada telefónica.
33
En seguimiento a este honor, Gómez fue informado directamente por Rodríguez sobre los pro-
gresos del nuevo Instituto y fue involucrado en las reflexiones en torno a su porvenir. Carta de Marte
R. Gómez a Julián Rodríguez Adame, 7 de julio de 1962. Gómez, Vida política, 1994, pp. 443-444.
34
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, “Esto es el inia”, 1973.
35
Hewitt, La modernización de la agricultura, 1982.
36
Eduardo Álvarez Luna y Rodolfo Moreno Dahme, “The Future of Agricultural Research
for Food Production Strategies in the Humid Tropics of Mexico”, en agn, fondo Julián Rodríguez
Adame, caja 1.
214 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

que otorgó el Desarrollo Estabilizador a través del Consejo Nacional de


la Investigación y de la Enseñanza Agrícola Superior; cofinanciado por el
Banco Interamericano de Desarrollo,37 la fr y la Fundación Ford. De forma
paralela, la fr mantuvo donaciones a centros educativos como la ena.38
El Instituto comenzó sus actividades en 1961 con una planilla com-
puesta por 147 científicos, de los cuales 20 poseían el grado de doctor y
catorce el de maestría; trece de ellos se ubicaron en posiciones directivas. El
personal asumió la administración de 30 estaciones experimentales repar-
tidas en las zonas agronómicas más representativas de la república mexi-
cana.39 Estas unidades fueron coordinadas por cinco centros regionales:
Centro de Investigaciones Agrícolas del Noroeste (con núcleo organizati-
vo en Ciudad Obregón, Sonora), Centro de Investigaciones Agrícolas del
Noroeste (con núcleo organizativo en Torreón, Coahuila), Centro de In-
vestigaciones Agrícolas de El Bajío (con núcleo organizativo en El Roque,
Guanajuato), Centro de Investigaciones Agrícolas de Las Huastecas (con
núcleo organizativo en la ciudad de Valles, San Luis Potosí) y el Centro de
Investigaciones Agrícolas del Suroeste (sin núcleo organizativo definido).40
El Instituto tuvo una extensión geográfica vasta que rebasó el territorio
cubierto por las dependencias que le precedieron.
Además de cumplir con la agenda trazada por la Secretaría de Agricul-
tura y Ganadería, la directiva fundacional del inia procuró que sus servicios
fueran contratados por empresas.41 La integración de oficios públicos y pri-
vados se dirigía a dos propósitos: diversificar los fondos de financiamien-
to y posicionar al inia en el centro de la investigación agrícola en México.
Esta aspiración se fundó en el land-grant university system estadunidense, un
modelo que conectaba la financiación de la investigación pública, privada y
universitaria. La adaptación de este esquema al contexto mexicano y, parti-
cularmente, al inia, encontró limitaciones importantes, entre las que puede
mencionarse una baja competitividad para ciertos sectores, como el del maíz

37
Ortiz, El Desarrollo Estabilizador, 1998, p. 185.
38
“La Fundación Rockefeller nos financia”, El Nacional, 17 de agosto de 1961; “Fuerte donati-
vo para veterinaria”, Excélsior, 19 de julio de 1962.
39
Eduardo Álvarez Luna y Rodolfo Moreno Dahme, “The Future of Agricultural Research
for Food Production Strategies in the Humid Tropics of Mexico”, en agn, fondo Julián Rodríguez
Adame, caja 1.
40
Carta de Jesús Patiño Navarrete a Ralph W. Richardson, 28 de enero de 1960, en rac, rf, rg
6, series s. g. 13, caja 28, folder 313.
41
Entrevista a Ralph W. Richardson, realizada por William C. Cobb, Nueva York, diciembre
de 1966 a marzo de 1967, en rac, rf, rg 13, caja 23.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 215

y los insecticidas, y la separación entre la investigación y enseñanza agríco-


la, cuya brecha buscó ser atajada a partir de 1965 por el Plan Chapingo.
Un segundo rasgo distintivo del sistema de investigación del Instituto fue
su regionalización. De manera reiterada se buscó adaptar la nueva tecnolo-
gía –como las semillas experimentales– a condiciones ambientales específi-
cas, cuyas recomendaciones de uso consideraban los patrones culturales de
los agricultores.42 El enfoque regional tiene sus antecedentes en la oee y el
iia, aunque cada dependencia manejó el tema de forma distinta. La oee
asumió que el diseño de las semillas híbridas y reutilizables, no estériles,
debía ajustarse a las características del área en cuestión, pero no dedicó
esfuerzos importantes al arraigo del mensaje en zonas específicas, pues en el
acuerdo fundante del Programa Agrícola Mexicano esta tarea fue asignada a la
Secretaría de Agricultura y Fomento, que, a su vez, creó dependencias dedicadas
a la promoción y venta de semillas, como la Comisión Nacional del Maíz,
y priorizó las semillas estériles para crear un mercado y movilizar intereses
clientelares.43 Por su parte, el programa de fitomejoramiento del iia que pro-
dujo semillas híbridas y reutilizables, hizo énfasis en la adecuación de las
simientes para el cultivo por parte de campesinos y ejidatarios, donde se
tomaron en cuenta aspectos regionales como el índice pluvial y la altitud,
factores que influían en el régimen de la agricultura de temporal y la
inversión requerida en fertilizantes y maquinaria.44
El enfoque regionalizado para el maíz fue prioridad para el inia; sin
embargo, no logró su máximo objetivo, que era contribuir al mantenimien-
to de la autosuficiencia nacional del cereal, alcanzada a inicios de la década
de 1960, pues el crecimiento de la economía maicera se encontró limitado por
otros factores, como la caída de su rentabilidad y el progresivo tránsito de
un esquema de extensión de la superficie de cultivo a uno de intensifica-
ción, mediante la inclusión de maquinaria, que resultó inaccesible a mini-
fundistas y ejidatarios.45 A pesar de ello, el inia mantuvo su trabajo en maíz y
otros granos como el trigo, el sorgo y la soya.
Otros aportes del inia a la investigación agrícola se dieron en los forrajes
y cultivos especializados, algunos de los cuales se dirigían a la exportación,

42
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, Adelantos de la ciencia, 1968.
43
Olsson, Agrarian crossings, 2017.
44
Esteva, La batalla en el México, 1980; Hewitt, La modernización de la agricultura, 1982; Matchett,
Untold innovation, 2002; Aboites, Una mirada diferente, 2002; Gutiérrez, “Cambio agrario”, 2017, y
“Una historia transnacional”, [en prensa].
45
Ávila y Moncada, Breve historia, 2014.
216 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

por lo que se procuraba que su cultivo se adaptara a zonas específicas de


la república.46 En el caso de los suelos, se intensificaron estudios para diag-
nosticar la pertinencia de introducir fertilizantes inorgánicos –como nitró-
geno y fósforo– para regiones productoras de maíz y trigo.47 Otro medio
para “mejorar” los suelos fueron los abonos verdes, plantas incorporadas
en el ciclo de rotación de cultivos que proporcionan nitrógeno y material
orgánico. Las pruebas principales se realizaron con tréboles, alfalfa, soya,
frijol y chícharos, que fueron intercalados en el cultivo de cereales.48 El
énfasis puesto en los abonos verdes respondió, en parte, a que estos eran
la especialidad de Peregrina, quien condujo experimentos relativos en su
paso por la oee y, con ello, demostró sus ventajas frente al sulfato de
amonio para la siembra de maíz y trigo, ya que reportaba mayores rendi-
mientos con menor inversión en fertilización.49
A esta etapa de trabajo del inia puede considerársele como una de di-
versificación de la revolución verde en México, pues desde supuestos cientí-
ficos similares, como el desarrollo de híbridos y su acompañamiento con
dosis específicas de químicos, extendió su incidencia hacia cultivos que no
habían sido atendidos de forma puntual por la oee, entre ellos el garbanzo, la
caña de azúcar, la alfalfa, las papas y la cebada.50
Debido al doble interés por acercarse al sector privado y arraigar el
enfoque regional en la investigación, el Instituto hizo que las comunica-
ciones técnicas y científicas adquirieran especial relevancia, pues se consi-
deró que eran el medio idóneo para hacer visible la actividad del centro
y crear una demanda de información.51 La responsabilidad de esta labor
recayó en el Departamento de Divulgación Técnica, a cargo de Rodolfo
Chena González, quien era maestro por la Universidad de California
y doctor por la Universidad de Cornell en el área de extensión agrícola.52
Chena contó con la asesoría inicial de Delbert T. Myren, miembro del

46
Regino Díaz Redondo, “Donativo de la Rockefeller para investigación aquí”, Excélsior, 27
de junio de 1963.
47
Armando Cevallos Jr., “Fundación Rockefeller. Instituto de Investigaciones Agrícolas”,
El Universal, 15 de septiembre de 1963.
48
Ibid.
49
“Los abonos verdes darán mayor rendimiento agrícola”, El Informador, 23 de octubre de 1953.
50
Veáse, por ejemplo Álvarez y Garatuza, Culiacán 1, una nueva, 1963; Marino, Navarro y Nar-
váez, Cómo producir cebada, 1961, y Sánchez y Ramírez, La producción de semilla, 1963.
51
Entrevista a Delbert T. Myren, realizada por William C. Cobb, ciudad de México, junio 23
de 1966, en rac, rf, rg 13, caja 19.
52
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 217

staff de la fr, quien tuvo a su cargo el análogo Departamento en la oee,


lo que facilitó que el inia diera continuidad a los proyectos preexisten-
tes. A diferencia de la oee, el inia no tuvo un departamento dedicado
al extensionismo porque se asumió que las comunicaciones científicas
integraban todas las dimensiones de la interacción con los agricultores.
Esta circunstancia convirtió a los exbecarios en vectores del conocimiento
asociado a la revolución verde, quienes desde el estatuto de “técnicos” se
tornaron en el puente que conectó a la investigación y a la divulgación, esto
es, a la política estatal y a los agricultores.
Las tareas de comunicación también transformaron la dimensión
científica de la revolución verde pues hicieron de esta un medio divulga-
tivo y educativo que favoreció la profesionalización de sus practicantes al
otorgar ritmo a la difusión de sus hallazgos y alentar la publicación de sus
resultados en parámetros estandarizados. El hecho de que los principios de
la revolución verde no fueran arraigados a un método o escuela específica
fue un factor que favoreció su propagación.
La organización de días de campo en los centros regionales y estacio-
nes experimentales fue una actividad permanente desde la creación del inia
y constituyó el núcleo de las labores de divulgación, pues favorecía el inter-
cambio de información directa entre los agricultores y los investigadores.53
Por esta razón, se hizo obligatorio que todo el personal, sin importar su ran-
go, fuera parte de estas actividades de manera regular. Los días de campo
también fueron un espacio formativo para los trabajadores y estudiantes que se
acercaban a las funciones de investigación por vez primera. Estas reuniones
se celebraban en momentos específicos de los ciclos agrícolas y se procura-
ba que el tema a tratar tuviera aplicación inmediata con la siembra, control,
cosecha, almacenaje o comercialización. Como mínimo se realizaba una
reunión anual por cada estación y centro.
El fundamento técnico de los días de campo fueron las prácticas demos-
trativas, un esquema de trabajo desarrollado en Estados Unidos desde finales
del siglo xix, que tomó vigor gracias a la gestión de Seaman Asahel Knapp
a inicios del siglo xx, y fue retomado por científicos en México a inicios de
la siguiente centuria; potencializándose a partir de la creación del Programa
Agrícola Mexicano. Como su nombre lo sugiere, las prácticas demostrativas
buscaban hacer evidentes los efectos de la incorporación de la nueva tecno-
logía mediante el contraste, así, se ubicaron surcos experimentales junto a

53
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, Plan de divulgación, 1969.
218 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

otros cultivados de forma tradicional, con el objetivo de visualizar las dife-


rencias entre uno y otro. A esto se sumaba la participación de agricultores
“líderes”, quienes eran identificados por los extensionistas e invitados para
participar en la siembra de nuevas semillas con renovados criterios, con el
fin de que su ejemplo persuadiera a sus vecinos.54
Además de exhibir los surcos experimentales, los días de campo integra-
ban charlas en las que se repartían impresos, se proyectaban películas, se rea-
lizaban juegos deportivos, se organizaban bailes y se convidaban alimentos.
De manera discreta, se compartían bebidas alcohólicas para animar a la asisten-
cia.55 El día de campo yuxtaponía los elementos técnicos del “cultivo” con una
dimensión afectiva. Era, además, el momento en que agricultores con distintas
identidades podían llegar a encontrarse e interactuar con científicos, admi-
nistradores e incluso políticos y empresarios locales; estos últimos llegaron
a hacer contribuciones económicas para la realización de estos encuentros.
El inia también colaboró con la preparación de días de campo ligados
a proyectos gubernamentales específicos, como fue el caso de los organiza-
dos en 1965 en el marco de una campaña de extensionismo impulsada por
la Secretaría de Agricultura y Ganadería, destinada a la promoción de
prácticas asociadas a la revolución verde. Así, por ejemplo, se convocó a
reuniones dedicadas a la presentación de los progresos institucionales en el
“mejoramiento genético” de los cultivos, el uso de semillas experimentales
y el control de plagas y epidemias en concordancia con la especialización
productiva de cada región.56 Estos encuentros se celebraron en Ciudad
Obregón, Sonora; Los Mochis, Sinaloa; Culiacán, Sinaloa; Delicias, Chi-
huahua; El Roque, Guanajuato; El Horno, Estado de México; El Pabellón,
Aguascalientes, y el Hule del Palmar, Veracruz.57 Al convocarse a los días
de campo, se estimaba que la asistencia podría ser de poco más de 2 000
campesinos y ejidatarios por locación.58
La transmisión de estos conocimientos no siempre resultaba según
las predicciones, pues los productores tenían razones para no seguir las
directrices al pie de la letra; de lo cual deja constancia el exbecario Helio-
doro Díaz, quien sostiene:

Cline, “The life and work”, 1936, y Méndez, “El Programa Cooperativo”, 2018.
54

Entrevista a J. George Harrar, realizada por William C. Cobb, Nueva York, junio de 1970,
55

en rac, rf, rg 13, caja 4.


56
“Demostraciones agrícolas de la sag en varias zonas del país”, El Nacional, 19 de febrero de 1965.
57
Ibid., “Demostraciones agrícolas en Delicias y Chapingo”, El Nacional, 4 de septiembre de 1965.
58
Ibid.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 219

Al preguntarle a los productores, que habían recibido la carta en donde se


les indicaba qué hacer en sus parcelas, si habían aplicado esas recomenda-
ciones, encontramos que ninguno de ellos había adoptado la recomendación
que se les daba. La razón es que no habían entendido exactamente el lenguaje
empírico que se les daba con el lenguaje de cartas de resultados. Entonces al-
gún componente estaba faltando para que los agricultores adoptaran esas
recomendaciones y hacía falta la asesoría de un extensionista. O sea que no
es suficiente con hacerles disponibles a los productores una recomendación
apropiada para sus condiciones, si no que se requiere la asesoría de un exten-
sionista para que adopten esas prácticas.59

Las exposiciones de los días de campo fueron acompañadas con carte-


les preparados con dibujos y esquemas hechos a mano, por considerarse los
medios más adecuados para comunicar las recomendaciones a los agricul-
tores, quienes, se presumía, podían ser analfabetos. Además, se anticipaba la
presencia de niños o adolescentes que acompañaban a sus padres. La ima-
gen 1 presenta un día de campo realizado en la estación experimental El
Horno, en el año de 1961, donde asistieron alrededor de 1 400 agricultores
provenientes del Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala.60 Se observa a
un técnico ofreciendo una explicación sobre distintas plagas, entre ellas las
“chicharritas” y el “picudo” del ejote. Los carteles representan las afectacio-
nes que estas especies generan sobre las hojas de las plantas, se expone así
la biología de los insectos a un nivel de descripción básico. Generalmente,
después de estas presentaciones se repartía un folleto a cada asistente para
que orientara su posterior práctica.
El rodaje de películas agrícolas educativas fue otra estrategia de comu-
nicación y una de las más costosas. La creación de estos materiales se con-
virtió en un eje central de las actividades del inia, pues se consideró que era
un medio técnico adecuado para la promoción de la nueva tecnología en-
tre segmentos poblacionales más amplios.61 Se asumió que el medio era el
mensaje y que el discurso modernizador de la revolución verde encontraba
en las cintas de 16mm un cauce adecuado, pues “una imagen enseña más

59
Entrevista a Heliodoro Díaz, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 20 de mayo de
2020, a través de llamada telefónica.
60
Día de demostración en El Horno, Texcoco, Estado de México, Agricultura Técnica en México,
núm. 10, verano, 1961.
61
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, Adelantos en la investigación, 1960.
Imagen 1. Día de demostración en El Horno, Texcoco, Estado de México, 1961.
Fuente: Agricultura Técnica en México, núm. 10, verano, 1961.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 221

que mil palabras”.62 Estos materiales fueron la síntesis de las formas moder-
nas de la comunicación, que incluían la cualidad de entretener. Entre los
títulos de las producciones destacan: Proteja su cosecha (Blanco y negro, trece
minutos), El huerto familiar (A colores, trece minutos), El cultivo del frijol (A colo-
res, 17 minutos) y Así como siembres cosecharás (Blanco y negro, trece minutos).63
La elaboración de publicaciones dirigidas a agricultores y profesionistas
de la agronomía fue la pinza de cierre de las tareas de divulgación científica del
inia. Los impresos tenían un carácter nacional o de aplicación regional64 que
se presentaban en diversos formatos, los más recurrentes eran folletos técnicos,
folletos de divulgación, folletos misceláneos, circulares regionales, hojas desple-
gables, boletines, publicaciones especiales y revistas.65 De estas últimas, la
más relevante fue Agricultura Técnica en México, que a la fecha sigue editán-
dose bajo el nombre de Revista Mexicana de Ciencias Agrícolas. Este impreso
inició como parte del programa de divulgación técnica de la oee. Su primer
número se imprimió en julio de 1955 y, con una periodicidad variable, se publica-
ron nueve números hasta el verano de 1959; a partir del décimo, el proyecto edi-
torial pasó al inia, y hasta 1970 editó quince volúmenes con un tiraje que
llegó a alcanzar los 7 000 ejemplares.66 El grueso de su comunidad lectora
se conformó por investigadores o catedráticos, seguidos de extensionistas,
vendedores de productos agropecuarios, personal adscrito a servicios agríco-
las especializados y, en la última posición, por agricultores y ganaderos.67
Uno de los rasgos característicos de esta revista fue el acompañamiento
gráfico. Mientras que para los materiales utilizados en los días de campo las
ilustraciones fueron el medio más común, para la revista, el recurso privile-
giado fue la fotografía técnica. Este soporte se dirigió para mostrar a
los lectores, mediante el contraste, los beneficios de una adecuada selección
de semillas y un correcto sistema de cultivo y control. Su inclusión no es
casual, pues la imagen en la ciencia es utilizada por los investigadores para
documentar, registrar y representar la realidad; razones por las cuales es con-
siderada un elemento de trabajo para comunicar.68

62
Películas agrícolas educativas de 16mm con sonido, en rac, rf, rg 6, series s.g 13, caja 28,
folder 306.
63
Ibid., Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, Cinemateca agropecuaria, 1966.
64
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, Plan de divulgación, 1969.
65
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, Adelantos de la ciencia, 1968.
66
Ibid.
67
Ibid.
68
Sangerman, Navarro y Schwentesius, “Colección de 63”, 2019.
222 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

En efecto, las representaciones sobre el manejo de padecimientos cum-


plían la función de educar al lector respecto a la taxonomía de los insectos y
la forma de los hongos o bacterias, responsables de las afectaciones a los cul-
tivos. Ejemplo de esta clase de contraste es el collage de la imágen 2 tomada
de un artículo escrito por Rafael Padilla Aranda y Ortega Corona, titulado:
“Algunas observaciones sobre la biología y el combate de la palomilla de la
papa Gnorimoschema operculellal, en el Bajío.”69 De este título y su aproximación
destacan tres cuestiones. La primera es el énfasis al arraigo regional del
estudio. La segunda es la extensión al ámbito agrícola del discurso bélico
imperante durante la guerra fría, cuando la revolución verde declaró el
“combate” a las enfermedades y padecimientos vegetales. La tercera es la de-
cisión de representar pedagógicamente las etapas de identificación de la
presencia de la palomilla, junto con el proceso de degeneración del cultivo
y la gestación del insecto. Mediante la fotografía técnica se presenta a la
palomilla en todas sus dimensiones observables, estableciendo una secuen-
cia de procesos que ocurren a lo largo del tiempo.

Nacionalizar para internacionalizar

Además de los proyectos de investigación, el inia retomó las tareas dirigidas


a la internacionalización de la revolución verde. De esta forma se mantu-
vo el sistema de pasantías para mexicanos, auspiciado por la Secretaría de
Agricultura y Ganadería, y la capacitación de extranjeros, financiados por
el Programa de Becas de la fr. Existieron, no obstante, dos importantes
diferencias respecto al esquema de la oee. La primera fue que los pasan-
tes se formaron con la guía de los exbecarios mexicanos y no con la del
staff de la fr. La segunda fue que el énfasis en la formación de latinoame-
ricanos cedió en favor de la inclusión de individuos provenientes de Asia,
Medio Oriente y África.70
Los registros de que se dispone no son precisos, por lo que no es posi-
ble ofrecer un estimado del número de personas capacitadas en el inia. Sin
embargo, los indicios con que se cuenta permiten aseverar que fue un nú-

Padilla y Ortega, “Algunas observaciones”, 1964.


69

Sobre el énfasis de conectar con estas regiones, véase el capítulo 6 de este libro y la lógica del
70

Plan Chapingo.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 223

Imagen 2. Biología de la palomilla de la papa Gnorimoschema operculellal, tomada del artículo


“Algunas observaciones sobre la biología y el combate de la palomilla de la papa Gnorimoschema
operculellal, en el Bajío”.
Fuente: revista Agricultura Técnica en México, año 2, núm. 4, 1964.

mero menor al correspondiente a la oee.71 Una nota de prensa del año de


1963 informa que durante el cierre de cursos del inia se habían formado
diez extranjeros que durante seis meses se especializaron en el mejoramien-
to genético de cereales básicos.72
Los graduados que recibieron su diploma de manos del secretario
Rodríguez fueron: Alimayehu Wodogeneh de Etiopía, Sodettin Demiroz de
Turquía, Behnoz Sadri de Irán, Mohamed Rannodan Driak de Libia, Mo-
hibul Hog e Yllias Tunio de Paquistán, Armando N. Yambao de Filipinas,
Kiami Behzay de Chipre, Selim Sohrawardi de Iraq y Mohamed Wogdez
Alí Shukorny de Egipto.73 Asimismo, se sabe que la fr redirigió recursos
a instituciones internacionales para que científicos y estudiantes viajaran a
México y recibieran instrucción. Así, por ejemplo, en 1965 se reportó la do-
nación de 171 500 dólares a la Organización de las Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura con intención de que individuos de Medio
Oriente se formaran en México y Colombia.74
Fundada en esta clase de acciones, la prensa mexicana remarcó los
aportes de la fr para el impulso del Programa Agrícola Indio, a partir del
intercambio con México y Colombia, y de su colaboración para la extensión

71
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
72
Armando Cevallos Jr., “Fundación Rockefeller. Instituto de Investigaciones Agrícolas”,
El Universal, 15 de septiembre de 1963.
73
Ibid.
74
“Donativo de Rockefeller que impulsará el agro en México”, Novedades, 2 de junio de 1965.
224 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

de “las conquistas técnicas” a otros puntos de Asia y África.75 Así, se asumió


la retórica del “combate al hambre y la miseria global” mediante la
promoción de dietas basadas en altos niveles de granos, enfatizando que
México, y más precisamente el inia, se había convertido en un centro de
capacitación para extranjeros.76 En una entrevista para Novedades, George J.
Harrar –presidente de la fr– resumió el sentido de los programas de asis-
tencia técnica dirigidos a la alimentación en los siguientes términos: “en ali-
mentación, no establecemos comedores ni damos comida a los necesitados:
patrocinamos programas de investigación para que los países produzcan
más alimento para su pueblo.”77 Con esta idea, Harrar denotó uno de los
principios de la fr, hacer llegar la técnica al ámbito productivo.
Para algunos funcionarios de la Secretaría de Agricultura y Ganade-
ría, como Armando Cevallos Jr., era claro que México había sido el primer
campo de experimentación e investigación agrícola de la fr y que el “éxito”
alcanzado le había permitido extender sus labores hacia el resto de América
Latina y el mundo, con su “mano amiga y fraterna que se tiende en benefi-
cio del hombre sin importar color o credo”.78 Tampoco dudaba que México
había sido el propulsor de la carrera de miembros del staff de la fr, sobre
todo de Harrar –primer director de la oee–, quien había llegado a ocupar la
presidencia de la fr.79 A esta idea se sumó el periodista Daniel Ramos Nava,
quien señaló que Harrar pasó de ser el movilizador de una montaña de dóla-
res a ser el presidente de la montaña.80 Cevallos ofrece un balance general:

En sus orígenes, el programa [Agrícola Mexicano] era visto con cierta des-
confianza por nuestros hombres del campo. No fueron pocos quienes pensa-
ron que ‘los gringos traen algo con nosotros’; afortunadamente, con el tiem-

75
“Gran obra de la Fundación Rockefeller”, El Nacional, 25 de febrero de 1962; “Donativos por
$121.595, 812.00 de la Fundación Rockefeller en 1961”, El Universal, 24 de febrero de 1962; “Arribó
a México presidente de la Fundación Rockefeller”, El Universal, 24 de febrero de 1963.
76
Armando Cevallos Jr., “Fundación Rockefeller. Instituto de Investigaciones Agrícolas”,
El Universal, 15 de septiembre de 1963.
77
Daniel Ramos Nava, “Montaña de dólares para el bien de la humanidad”, Novedades, 22 de
marzo de 1965.
78
Armando Cevallos Jr., “La Fundación Rockefeller. La nueva época agrícola mexicana”,
El Universal, 22 de septiembre de 1963.
79
Ibid.
80
Daniel Ramos Nava, “Montaña de dólares para el bien de la humanidad”, Novedades, 22 de
marzo de 1965.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 225

po se han visto germinar todas las semillas que se sembraron en aquellos


aciagos años y ahora se obtienen sus frutos de forma definitiva.81

Ramos Nava agregó que el inia era conducido por técnicos y científi-
cos mexicanos preparados a nivel posgrado por el Programa de Becas de la
fr, quienes “marcharon con orgullo al extranjero a dar a conocer las técnicas
avanzadas que aprendieron en su patria”.82 Su sentencia deja clara su valo-
ración positiva sobre el grado de profesionalización de la práctica agrícola en
México, la cual tampoco estuvo exenta de críticas.
Otra vía por la que se mantuvo el intercambio internacional fue el
envío de materiales –como semillas e impresos– y el viaje de mexicanos a
sitios como Paquistán y Polonia; estos últimos fueron visitados por los ex-
becarios Ignacio Narváez y Javier Cervantes Romo.83 La fr también abrió
oportunidades laborales para algunos exbecarios adscritos al inia en sus
programas en el extranjero. Algunos de ellos aceptaron, como Narváez,
quien ocupó una posición en el Programa Agrícola Indio, gracias al doctora-
do que cursó en la Universidad Purdue y su investigación dedicada al trigo.84
Otros declinaron, como fue el caso de Luis Alberto Elías Barragán, a
quien se le ofreció un puesto en el Instituto de Agricultura Tropical de Tai-
landia para colaborar en el programa de control de insectos que afectaban
al maíz, campo de especialidad de sus estudios doctorales en la Universidad
Estatal de Kansas.85 Elías considera que su negativa de viajar a Tailandia
hizo que sus oportunidades de desarrollo profesional en el inia se vieran
limitadas, por lo que decidió emplearse en el sector privado; primero en la
filial de Laboratorios Lilly, en México, y, después, en la distribuidora Ca-
terpillar del noroeste. 86 El agrónomo sugiere que la fr esperaba de él
una lealtad absoluta y, al no encontrarla, se acortaron las posibilidades para
su ascenso profesional. No obstante, señala:

81
Armando Cevallos Jr., “La Fundación Rockefeller. La nueva época agrícola mexicana”,
El Universal, 22 de septiembre de 1963.
82
Ibid.
83
The Accelerated Wheat Improvement Program in West Pakistan by Ignacio Narváez Mo-
rales, febrero de 1969, en agn, fondo Julián Rodríguez Adame, caja 12; Informe del viaje a Polonia
del doctor Javier Cervantes Romo y el ingeniero Manuel Villarreal González, en agn, fondo Julián
Rodríguez Adame, caja 12.
84
Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970).
85
Ibid.
86
Entrevista a Luis Alberto Elías Barragán, realizada por Diana Alejandra Méndez Rojas, 9 de
septiembre de 2020, a través de llamada telefónica.
226 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

La única manera en que pude seguir mi carrera académica fue con ayuda de la
Fundación Rockefeller. Nunca me pusieron condiciones, en el sentido de
que no me dijeron que al terminar mis estudios tenía que trabajar en un lugar
en específico o desarrollar una actividad en concreto. Cuando menos, yo no
me enteré de nada por el estilo, por eso, cuando regresé con el doctorado y
trabajé con el inia, se me hizo un paso lógico. Cuando me salí de la investiga-
ción oficial, para dedicarme a la investigación privada, tampoco hubo ningún
obstáculo o señalamiento de que no podía hacer eso. La ayuda que recibí, para
decirlo en otras palabras, fue sin condiciones, y eso es algo que agradezco, por-
que de otra manera yo no hubiera tenido recursos para seguir estudiando.87

LA LLEGADA DE LAS BANDERAS ROJINEGRAS

A partir de 1971, el presupuesto del inia creció significativamente, como re-


sultado de las políticas agropecuarias implementadas por el gobierno de Luis
Echeverría Álvarez. Al inicio del sexenio se asignaron 56 000 000 de pesos
y en el último año se entregaron 350 000 000.88 La mayor disponibilidad de
fondos y la politización de los empleados con la lucha independiente hizo
que el Sindicato de Trabajadores e Investigadores del inia (stiinia) empla-
zara cuatro demandas: 1) la celebración de contrato colectivo de trabajo, 2)
el reconocimiento de antigüedad con fines de jubilación, 3) el aumento de
40% en los salarios, y 4) la paridad en Asamblea y Consejo Consultivo.89
Estas exigencias buscaron cerrar las brechas entre los investigadores fun-
dadores (los exbecarios) y los de posterior contratación; la prensa reportó
una diferencia salarial de entre 800 a 2 000 pesos mensuales.90
La negativa de las autoridades de resolver las demandas y la tentativa
al cese de 200 investigadores y trabajadores animó la decisión del sindicato
de llamar a un paro de actividades efectivo en septiembre de 1975, que, tras
35 días y el respaldo solidario de otras instituciones, como la Universidad

87
Ibid.
88
Eduardo Álvarez Luna y Rodolfo Moreno Dahme, “The Future of Agricultural Research
for Food Production Strategies in the Humid Tropics of Mexico”, en agn, fondo Julián Rodríguez
Adame, caja 1.
89
“De la sucesión a la represión. Intervención del ejército en la huelga del inia”, Punto Crítico,
año iv, núm. 32, segunda quincena de octubre de 1975.
90
“Pérdidas por el paro de actividades en 17 campos experimentales del inia”, El Nacional, 21
de septiembre de 1975.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 227

Autónoma Chapingo, logró sus demandas.91 La imagen 3 muestra el tendi-


do de mantas de parte de la adeprofena, muy probablemente se trataba de
la Asociación de Profesores de la ena, como apoyo al paro del inia. Ahora
bien, el triunfo del sindicato no estuvo exento de la acción del ejército,
que a los 28 días de huelga desalojó algunas instalaciones,92 “justificando”
su presencia por carácter ilegal de la misma y por la cuantiosa pérdida de
inversión que generó por la desatención de los experimentos. El director
Cárdenas valuó las perdidas en 40 000 000 de pesos.93 El 1 de octubre, en una
acción coordinada, diversos contingentes de militares entraron en seis cam-
pos experimentales del inia; se trató de los localizados en Tecamachalco,
Puebla; Zacatepec y Progreso, en Morelos; Caleras, Zacatecas y Sierra
de Chihuahua y Villa de Constitución, Baja California. El mismo día en que
grupos de soldados se apostaron en otros tres campos: La Huerta, en Jalisco;
Las Huastecas, en Tamaulipas y Culiacán, en Sinaloa.94
El discurso que cohesionó las acciones del sindicato sostenía que el
inia requería modificarse y cambiar su enfoque, pues servía para los inte-
reses extranjeros y estaba en manos de técnicos que mantenían el interven-
cionismo a razón de su formación en Estados Unidos.95 Así, se denunció que el
Instituto dedicaba amplios recursos materiales y humanos a la generación
de directrices para el uso de productos comerciales como los fertilizantes, y
al desarrollo exclusivo de semillas de cultivo de uso empresarial. A esto
se agregó el reclamo de que, si bien el inia había surgido como una insti-
tución de corte nacionalista con la que se buscaba romper la dependencia
con el extranjero en materia de investigación agrícola, “nunca desarrolló
políticas de investigación distintas a las llevadas a cabo por los técnicos de
la Rockefeller Foundation”.96 Los señalamientos no eran casuales, pues
los responsables de participar en las negociaciones con el sindicato fueron

91
“La investigación agrícola en México no satisface las necesidades de las mayorías”, El Na-
cional, 14 de septiembre de 1975; Salvador López Esqueda, “Pérdidas por el paro de actividades en
17 campos experimentales del inia”, El Nacional, 21 de septiembre de 1975; “El sindicato del inia
levantó la huelga en 29 campos experimentales”, El Nacional, 6 de octubre de 1975.
92
“De la sucesión a la represión. Intervención del ejército en la huelga del inia”, Punto Crítico,
año iv, núm. 32, segunda quincena de octubre de 1975.
93
“Pérdidas por huelga”, Excélsior, 26 de septiembre de 1975.
94
“De la sucesión a la represión. Intervención del ejército en la huelga del inia”, Punto Crítico,
año iv, núm. 32, segunda quincena de octubre de 1975.
95
Ibid.
96
Ibid.
Imagen 3. Mantas de apoyo a la huelga del inia, 1975.
Fuente: “De la sucesión a la represión. Intervención del ejército en la huelga del inia”, Punto Crítico, año. iv, núm. 39, segunda
quincena de octubre, 1975.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 229

Cárdenas –director general– y Óscar Brauer Herrera –secretario de Agri-


cultura y Ganadería–, ambos exbecarios de la fr.97
En una entrevista para el periódico Excelsior, Brauer –graduado de la
Universidad de California y la Universidad de Gotinga– respondió a los
señalamientos hechos por el sindicato del inia en los siguientes términos:

A mí y a muchos otros técnicos mexicanos se nos acusa de estar vendidos a


Estados Unidos, por el hecho de haber estudiado allá. Creo que eso es lo más
injusto. Si se tiene que conocer la forma de hacer las cosas mejor, no importa, en
realidad, en donde se estudie. La ciencia es universal y uno puede aplicarla
correctamente en beneficio de su país, no importa que la preparación se
haya adquirido en el extranjero.98

A pesar de estas réplicas, la crítica escaló al debate legislativo. En voz


de Héctor Ramírez Cuéllar, entonces diputado del Partido Popular Socialis-
ta, se acusó a Brauer de ser “agente directo de la Fundación Rockefeller”.99 Este
cuestionamiento hizo eco de la temprana censura hecha en 1961 por Lombardo
Toledano en el marco de creación del inia.100 El líder político argumentó que
la interferencia de la fr era un “grave atentado a la investigación científica”,
en la medida en que desplazaba a los expertos interesados en atender los pro-
blemas nacionales.101 Con fino conocimiento de la historia de la investigación
nacional, Toledano afirmó que el trabajo realizado por Limón y Taboada
en el Instituto Biotécnico en nada desmerecía en comparación a lo realizado
por la oee. Llegó incluso a cuestionar la pertinencia de haber invertido en
aquella empresa.102 Para él, resultaba claro que el horizonte científico era el
mismo, pero su ejecución se ponía al servicio de variados intereses.103
Además de la brecha laboral, los sindicalizados del inia exigieron li-
bertades para la investigación, pues a juicio de una nueva generación de
agrónomos, la disciplina debía pluralizar sus fuentes epistemológicas y sus

97
“A la opinión pública, al Dr. Oscar Brauer Herrera, al Dr. Francisco Cárdenas Ramos”,
El Nacional, 10 de septiembre de 1975.
98
“No hay intervencionismo extranjero en la investigación agrícola, señala Oscar Brauer”,
Excelsior, 6 de enero de 1976.
99
“Acusan a Oscar Brauer de ser agente de la Fundación Rockefeller y de agitar en Chapingo”,
El Universal, 24 de diciembre de 1977.
100
Vicente Lombardo Toledano, “Un grave atentado a la investigación científica en México”,
Siempre!, núm. 393, 4 de enero, 1961.
101
Ibid.
102
Ibid.
103
Ibid.
230 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

prácticas. De manera que a la intensa movilización, se sumó la emergencia


de nuevas escuelas de pensamiento agronómico, en cuyo centro se ubicaron
las técnicas tradicionales de la agricultura, el cuestionamiento al uso acrítico
de los paquetes tecnológicos y una consideración del agrónomo como un in-
terlocutor con las demandas campesinas.104 En este proceso, el nombre del
exbecario Hernández Xolocotzi fue referido como fuente de inspiración
de la agroecología moderna, opuesta a los principios de la revolución verde.105
A través de su ejercicio profesional, ligado a la oee, al itesm y al inia, Hernán-
dez Xolocotzi, docente de la ena, construyó un perfil que logró conciliar
sus vínculos con la fr, a partir de su formación en la Universidad de Harvard,
y su cercanía con la revolución verde, mediante una reinterpretación de
los lineamientos de recolección, análisis y experimentación de semillas na-
tivas, como el maíz.106 Su caso es, quizá, el único que logró moverse entre dos
visiones que antagonizaban; a su favor actuó ser uno de los agrónomos de
mayor prestigio en México y maestro en la ena de varios de los exbecarios.
En definitiva, la acción sindical marcó el inicio de una serie de reestructu-
raciones que en 1977 llevaron al inia a eliminar los programas especializados
en cultivos y los departamentos orientados disciplinariamente, reemplazándo-
los por programas multidisciplinarios.107 Se trató de una pauta marcadamente
distinta al esquema con el que había funcionado desde su creación,108 que per-
mitió que las líneas de investigación dejaran de estar asociadas a los individuos.
El crecimiento del inia, aparejado al proceso de sindicalización, hizo
que los posgraduados perdieran la centralidad de la que habían gozado en
sus inicios. Si en un principio la posesión de títulos obtenidos en el extran-
jero fue su condición de inserción, a la vuelta de quince años, este factor
representó una desventaja y se convirtió en blanco de los ataques hacia
sus posiciones directivas.
El contexto para la instrucción agrícola superior también era distinto,
pues los programas de El Colegio de Postgraduados y del Instituto Tecno-
lógico y de Estudios Superiores de Monterrey (itesm) habían formado a los
primeros maestros y doctores en ciencias agrícolas en México. Además de

Calderón, “La formación de profesionales”, 1993, p. 163; Curry, Endangered Maize, 2022.
104

Ibid., p. 47.
105
106
Sobre la trayectoria general de Hernández, véase Caire-Pérez, “A Different Shade”, 2016;
Curry, endangered maize, 2022.
107
Eduardo Álvarez Luna y Rodolfo Moreno Dahme, “The Future of Agricultural Research
for Food Production Strategies in the Humid Tropics of Mexico”, en agn, fondo Julián Rodríguez
Adame, caja 1.
108
Ibid.
CAP´ÍTULO 5. EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES AGRÍCOLAS 231

ello, el sistema de becas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Co-


nacyt), fundado en 1970, amplió las posibilidades para estudiar posgrados
en el extranjero, lo que multiplicó el número de especialistas.
En definitiva, la coyuntura imperante hizo que la posesión de tí-
tulos avanzados no fuera más la pieza clave para la negociación de una
posición privilegiada para los exbecarios. Lo que sumado a la opinión impe-
rante respecto a los intereses de los agrónomos formados en el extranjero,
impulsó a un número importante de exbecarios a abandonar el inia para
emplearse en el sector privado, el cimmyt o El Colegio de Postgraduados,
sitios en los que se encontraban laborando otros de sus colegas becarios que
gestionaron su inserción, con lo que mantuvieron así la red laboral.

CONSIDERACIONES FINALES

En la primera parte de este capítulo, dedicada a explicar las condiciones de


creación del inia en 1961, se aclaró que los exbecarios de la fr lograron
una inserción favorable gracias a los títulos que ostentaban y a su perte-
nencia a una red transnacional de expertos dedicada a la propagación de
la revolución verde. La capitalización de su perfil y trayectoria les permitió
ocupar posiciones directivas en el naciente Instituto, hasta que las reestruc-
turaciones, derivadas de la movilización sindical de los trabajadores del
inia en 1975, develaron fuertes críticas al núcleo fundador, en virtud de su
proximidad a los organismos internacionales y su formación en Estados
Unidos. Este acelerado cambio es reflejo del proceso de politización y pro-
fesionalización de la investigación y enseñanza en el sector agropecuario
que oscureció la preminencia del grupo de becarios que fundamentaban su
prestigio en títulos avanzados.
En el emplazamiento del inia, la presencia de los exbecarios generó la
idea de que el proyecto iniciado en la oee llegaría a nacionalizarse, al asumir
la administración directa los mexicanos; sin embargo, el proceso de negocia-
ción entre la Secretaría de Agricultura y Ganadería y la fr evidenció que el staff
no estaba dispuesto a ceder la dirección a Peregrina, un candidato que no
tuvo su beneplácito, y fue el motivo por el que se gestó una codirección con
Richardson. Esta circunstancia menguó el alcance de la convocada nacio-
nalización, que, además, fue mediada por la renovación de un cofinancia-
miento que recayó en las autoridades mexicanas. Ahora bien, el secretario
de Agricultura y Ganadería, Rodríguez Adame, se ocupó de apropiar para
232 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

México el impulso de la revolución verde hacia el exterior. Esto último re-


sulta relevante en las discusiones contemporáneas sobre las narrativas aso-
ciadas a los orígenes y expansión de la revolución verde. En términos ma-
teriales y administrativos, la anhelada nacionalización fue acotada, mientras
que en el discurso internacional, la revolución verde se mexicanizó.
En el aspecto técnico, el afán de los exbecarios por hacer visibles las in-
novaciones tecnológicas del inia y posicionarlas en el escenario nacional, incidió
en sus “rituales de interacción” y transformó las prácticas científicas asociadas
a la revolución verde en México. Así, se afincó una relación laboral en la
que su práctica científica y administrativa se condujo a ser transmitida
mediante días de campo, la preparación de películas educativas y la edición
de la revista Agricultura Técnica en México. De manera que el mensaje asociado
a la revolución verde modificó su dimensión científica, al convertirla en un
instrumento educativo y de divulgación que favoreció la profesionalización
de sus practicantes y remarcó el lugar de los técnicos como mediadores
entre la política estatal y los agricultores.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN

Este capítulo de cierre presenta el desarrollo del Plan Chapingo en


relación con los cambios científicos y políticos experimentados por distintos
sectores del gremio agronómico que, en sentido general, cuestionaron la perti-
nencia del modelo agronómico e ideológico que brindó sustento a la revolución
verde. El Plan Chapingo, fundado en 1965, fue una iniciativa gubernamental
que buscó llevar a su culminación el proceso de profesionalización e integra-
ción de la investigación y enseñanza agrícola iniciado en la década de 1940, y
sumar a plenitud su vinculación con las tareas de extensión. Los impulsores del
Plan Chapingo marcaron un eje de continuidad entre la meta de incrementar
la productividad del agro, el fomento a la capacitación de los agrónomos
–planteadas al inicio del Programa Agrícola Mexicano– y la coordinación de
los tres rubros base del sector agropecuario. El objetivo planteado se realizó
parcialmente, pues una serie de problemáticas asomaron en el horizonte.
En concordancia con lo expuesto en el capítulo precedente, relativo al
agotamiento del espacio social que validó la experticia de los exbecarios en el
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (inia), en las siguientes pá-
ginas se aborda un proceso que, a través del Plan Chapingo, revela el límite
que encontró la revolución verde como eje aglutinador de la modernización
del campo mexicano. Así, se redondea el cénit de un proceso de intensa
transformación de las prácticas de la agronomía en México que convirtió
a los exbecarios Rockefeller en los mediadores entre las instancias mexi-
canas y los estadunidenses para movilizar la revolución verde. Mientras
la experiencia del inia muestra una escala institucional, el Plan Chapingo
devela un proceso que permeó al conjunto del gremio.

233
234 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

En efecto, el contexto político-social de la década de 1960 propició


que el Plan Chapingo no fuera bien recibido, por el contrario, la coyuntura
fue aprovechada por sectores del gremio, como los profesores y estudian-
tes de las escuelas de agronomía, para emplazar demandas vinculadas a la
federalización de la instrucción o al reconocimiento de la autonomía universita-
ria. Al respecto, el Plan Chapingo fue atravesado, a nivel internacional por
la guerra fría y, a escala nacional, por un creciente descontento social
frente al autoritarismo, que tuvo una de sus principales manifestaciones
en el movimiento estudiantil de 1968.
La actividad de los mexicanos becados por la fr contribuyó al desplie-
gue del Plan Chapingo a partir de su pertenencia a una red transnacional
de expertos, su perfil de mediadores del intercambio educativo, técnico
y científico con Estados Unidos y su integración profesional a dependencias
clave del sector agropecuario. Sin embargo, los senderos abiertos por la
irrupción del Plan Chapingo situaron al grupo de exbecarios en un proceso
de disgregación y reposicionamiento laboral, particularmente tangible en la
salida del núcleo arraigado en el inia y, más tarde, con la separación de
El Colegio de Postgraduados de la Escuela Nacional de Agricultura (ena).
De esta forma, se propone que, si bien el Plan Chapingo buscó consolidar
el proceso de profesionalización que justificó la formación en el extranjero
de este sector, el contexto impidió que estos individuos mantuvieran posiciones
prominentes en la gestión de la investigación pública, logrando afincarse en el
ámbito educativo. Se generó, así, un agotamiento paulatino del nodo que
este grupo había forjado, el cual correspondió con los cambios en la polí-
tica económica nacional que progresivamente relegó al sector agropecuario.
Este capítulo se divide en tres secciones. La primera da cuenta del ori-
gen, objetivos y desarrollo del Plan Chapingo, con lo que se puntualiza el
efecto en la separación de El Colegio de Postgraduados de la ena, por ser
una de las acciones con repercusiones directas para los exbecarios. La segunda
da seguimiento a las movilizaciones estudiantiles de las escuelas de agrono-
mía entre 1967 y 1968, uno de los caminos por los que transitó el influjo del
Plan Chapingo y expresa el calado de las transformaciones de la época.
Finalmente, la tercera sección recupera el debate público que el avance
de la profesionalización del gremio generó, dividiendo posturas entre los
que dirigieron severas críticas a la cantidad y calidad de los agróno-
mos mexicanos formados al abrigo de la revolución verde y aquellos que
abogaron por su compromiso social.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 235

La indagación bibliográfica mostró que no existe un estudio puntual y


exhaustivo respecto del Plan Chapingo, aunque este es referido en la ma-
yoría de los trabajos que se proponen evaluar el curso de la modernización
agrícola, de la profesionalización de la agronomía o explicar el estallido de las
movilizaciones en las escuelas de agronomía. Entre los estudiosos del tema,
destaca el libro conjunto de Juan de la Fuente Hernández, María Luisa Jimé-
nez Esquerra, Margarita González Huerta, Rodolfo Cortés del Moral y Ra-
fael Ortega Pazcka; el trabajo de Adrián Lozano Toledano y Marco Antonio
Anaya; la colaboración de Hiram Núñez Gutiérrez, Rosaura Reyes Canchola
y Jorge Ocampo Ledesma, así como las contribuciones individuales de Sergio
Eugenio Paz, Alicia de los Ríos, Matthew Caire-Pérez, Aquiles Celis y del
mencionado De la Fuente.1 Se retoman sus aportes y, con base en la revi-
sión de fuentes primarias, este capítulo contribuye a la comprensión del Plan
Chapingo; el cual se pone en relación con la revolución verde, y parte del
reconocimiento de un eje de continuidad entre su emplazamiento y las metas
iniciales del Programa Agrícola Mexicano. Se integra material documental y
hemerográfico proveniente del Archivo General de la Nación, la Hemeroteca
Nacional de México y la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada.

EL PLAN CHAPINGO

El decreto emitido por el presidente Adolfo López Mateos, en diciembre


de 1960, que sancionó la creación del inia, también dio pauta a la forma-
ción del Consejo Nacional de Educación Agrícola Superior, dirigido a la in-
tegración de la investigación y la enseñanza agrícola en el país. Sus primeras
acciones apoyaron la financiación del Centro Internacional de Mejoramiento
de Maíz y Trigo (cimmyt), una institución de carácter privado que, desde su
fundación en 1963, y formalización en 1966, fue administrada y financiada
por la fr, y tuvo donaciones complementarias del gobierno mexicano, que
también asumió el compromiso de aportar terrenos para su actividad y com-
partir los resultados más sobresalientes de sus investigaciones en materia de

1
Fuente et al., La investigación agrícola, 1990; Calderón, “La formación de profesionales”, 1993;
Paz, “La transformación de la Escuela”, 1999; Lozano y Anaya, “El Plan Chapingo”, 2002; Núñez,
Reyes y Ocampo, La huelga nacional, 2008; Fuente, Contra viento y marea, 2016; Ríos, “La huelga de 1967”,
2016; Caire-Pérez, “A different shade”, 2016; Celis, “Movimiento estudiantil”, 2018; Núñez, Ocam-
po y Reyes, Chapingo y el movimiento, 2018, y Núñez, “Siempre hay razones”, 2018.
236 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

agricultura.2 Fue especialmente importante la cesión de la mitad del banco


de germoplasma de maíz, conformado por la Oficina de Estudios Especiales
(oee), manteniendo el resto de la colección en las instalaciones de la ena.
En 1963, la fr destinó al cimmyt 12 500 000 pesos,3 una suma que
superó el monto de las donaciones conferidas por la misma organización
al inia. Este gesto revela la prioridad que el nuevo centro adquirió en los
planes agrícolas de la fr dirigidos a la promoción de instituciones de ca-
rácter internacional. En el marco de este cuantioso estipendio, el secretario
de Agricultura y Ganadería, Julián Rodríguez Adame, señaló, durante un
evento público, que el fortalecimiento del cimmyt era una consecuencia
“lógica” del adelanto científico de la agricultura mexicana que colocaba al
régimen de López Mateos como el mayor impulsor científico al desarrollo
agropecuario.4 Por consiguiente, México podía ser considerado como el
promotor de un proyecto capaz de ser emulado por otras naciones, lo que
se lograría a través de intercambios liderados por el país, dirigidos a hacer
llegar el beneficio de su experiencia de colaboración con la fr a países con
deficiencias productivas en trigo y maíz. Para entonces, la prioridad no fue
ya el fomento a las relaciones entre México y el resto de América Latina,
como lo había sido en las décadas de 1940 y 1950 a través de la oee, sino el
encuentro con países de Asia y Medio Oriente y, particularmente, con India y
Paquistán.5 Se asumió, con plenitud, que la experticia mexicana constituía
un potencial aporte a la “campaña contra el hambre en el mundo”6 y que
el intercambio académico en la forma de becas financiadas por el gobierno
mexicano o la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura fortalecería la solidaridad internacional, pues “ni la ciencia
ni la experiencia deben tener fronteras”.7

2
“Donativo de la Fundación Rockefeller al Centro de Mejoramiento de Maíz y Trigo”,
El Nacional, 29 de octubre de 1963.
3
Ibid.
4
Ibid.
5
“50 millones donan Rockefeller y Ford para el centro agrícola en Chapingo”, Excélsior, 29 de
noviembre de 1965; Higinio Moreno, “Tendrá México mejores cosechas de maíz y trigo”, Novedades,
19 de abril de 1966. Gabriela Soto Laveaga desarrolla una investigación de largo aliento sobre los
vínculos entre México y la India, véase al respecto Soto, “Beyond Borlaug’s”, 2021.
6
“John D. Rockefeller III con Gil Preciado. Elogio a los trabajos de México en el mejora-
miento de semillas básicas”, El Nacional, 23 de mayo de 1967; Juan José Morales, “La ciencia en los
sesenta”, Espejo, 1 de septiembre de 1969; “cimmyt reunión anual”, El Porvenir, 10 de octubre de
1970, “Llamado al mundo a abolir el espectro del hambre”, El Porvenir, 17 de noviembre de 1970.
7
Presidencia de la República, Plan Chapingo, 1967.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 237

Los planteamientos y gestión de Rodríguez sentaron las bases hacia el


final del sexenio para que su sucesor, Juan Gil Preciado, promulgara el Plan
Chapingo en el segundo año de gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, es decir,
en 1965.8 Desde sus orígenes, este proyecto se fijó la ambiciosa meta de
unificar a la “santísima trinidad” de la agricultura, es decir, a la investiga-
ción, la enseñanza y el extensionismo. El sustento de esta aspiración fue,
por un lado, asentar una relación de dependencia entre el sector público y
el privado y, por otro, enlazar a largo plazo el desarrollo de las capacidades
tecnológicas junto con las humanas de los agrónomos,9 lo que se lograría
generando reciprocidad en el financiamiento público y privado, y co-
nectando la enseñanza con las tareas de investigación aplicada. Primero se
renovaría la infraestructura y, como resultado de los nuevos entornos,
las relaciones se modificarían.10
Las metas del Plan Chapingo encontraron apoyo en la política agrope-
cuaria del Desarrollo Estabilizador, iniciada por López Mateos y continuada
por Díaz Ordaz, que en este periodo pretendió corregir los desequilibrios
observables en el desempeño del sector mediante la formación de recursos
técnicos. Esta opción, sin embargo, no tenía una incidencia inmediata ni co-
rrelación con uno de los principales problemas del momento: la desacelera-
ción del ritmo de las exportaciones de café y algodón, que perdieron terreno
en un mercado cada vez más saturado. Preludio de una crisis que sacudió a
México durante la siguiente década.11 A pesar de que el Desarrollo Estabiliza-
dor pretendió aumentar la producción y productividad de los cultivos básicos
–maíz, frijol y trigo– e incrementar la oferta de los productos exportables para
multiplicar las divisas del país,12 la modernización del campo mostró signos
de un acentuado crecimiento desigual en la década de 1960, porque se favo-
reció a los productos más valorados en el medio internacional.
Congruente con la meta de ofrecer soluciones técnicas a los problemas
del sector agropecuario, mediante la acción coordinada de la investigación,
enseñanza y extensión, el Plan Chapingo se fijó cuatro pasos. El primero
fue preparar profesionistas en el número y con la capacidad requerida para
educar jóvenes agrónomos, investigadores y divulgadores en posibilidad de

8
Fuente et al., La investigación agrícola, 1990.
9
Ibid.
10
Lozano y Anaya, “El Plan Chapingo”, 2002. Para leer sobre el diseño arquitectónico en el
marco de la revolución verde, véase Moore, “The aesthetics of the Green”, 2019
11
Ávila y Moncada, Breve historia, 2014.
12
Ortiz, El desarrollo estabilizador, 1998, p. 43.
238 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

poner la agricultura nacional “al nivel de los países más adelantados”.13 Se


buscó concretar esta idea a través de la creación de infraestructura educativa
que permitiera que “hubiera más y mejores agrónomos”,14 “debidamente for-
mados en la técnica” y aptos para desempeñar su profesión justamente en el me-
dio rural.15 En la década de 1950, existía un estimado de 3 000 agrónomos
y para 1976 se alcanzó la cifra de poco más de 13 000, en parte, gracias al
Plan Chapingo.16 El segundo paso consistió en coordinar a escala nacio-
nal la enseñanza agrícola superior, brindando asistencia técnica a todas las
escuelas y facultades en que se impartía. El tercero fue mejorar las insta-
laciones y laboratorios del inia, de la ena y El Colegio de Postgraduados,
considerados los centros prioritarios de la actividad del sector. El cuarto
buscó mejorar la eficacia del trabajo de los extensionistas agrícolas para llevar
a los campesinos, agricultores y ejidatarios del país, los adelantos de la ciencia
y la técnica para aumentar la producción.17 En conjunto, estos pasos debían
“contribuir a la elevación del nivel de vida de la clase rural del país”,18
una prioridad del Desarrollo Estabilizador, que pretendió poner al servi-
cio de los productores los conocimientos de los agrónomos.
La decisión de financiar la formación de los agrónomos no fue fortui-
ta, pues se trataba de un gremio que había alcanzado su integración a la
estructura del Estado a partir del ánimo modernizador iniciado en 1940.19 De
acuerdo con el posicionamiento estatal, los agrónomos eran los adalides
del progreso nacional y los intelectuales capaces de dar consecución a
la revolución mexicana por la vía del conocimiento. Así, se refrendó lo
planteado por el secretario Marte R. Gómez al inicio del Programa Agrícola
Mexicano, respecto a que los técnicos debían encarar la conciliación de la pers-
pectiva agrarista y la revolución agronómica. La centralidad de la técnica era

13
“Entrega las primeras obras del Plan Chapingo”, Mañana, 4 de marzo de 1967.
14
Calderón, “La formación de profesionales”, 1993, p. 17.
15
Demetrio López Agantangelo, “Plan Chapingo: Despertar la vocación del agrónomo”,
El Nacional, 17 de julio de 1965.
16
Calderón, “La formación de profesionales”, 1993, pp. 1-2; Colegio de Ingenieros Agróno-
mos de México, Directorio agronómico, 1954, p. 418. Con motivo del centenario de fundación de la
Escuela Nacional de Agronomía, celebrado en 1954, el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Méxi-
co emprendió la conformación del primer Directorio agronómico nacional dirigido a registrar a la mayor
parte del gremio. Se completaron las fichas de 1 102 individuos que, de acuerdo con sus cálculos,
representaba 40% de un total de 3 000 agrónomos, sumando tanto a graduados como a pasantes.
17
“Entrega las primeras obras del Plan Chapingo”, Mañana, 4 de marzo de 1967.
18
“Inauguró el titular de la sag la i etapa del Plan Chapingo”, El Nacional, 19 de enero de 1965.
19
Cotter, Troubled harvest, 2003.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 239

indiscutible y adquirió su forma institucional a partir del Plan Chapingo.


Entonces, no sorprende que Gómez fuera convocado como asesor técnico.20
La firma de los acuerdos iniciales del Plan Chapingo se efectuó el 19 de
enero de 1965, cuando Gil Preciado asumió, en representación de la Secre-
taría de Agricultura y Ganadería, los compromisos con las constructoras
seleccionadas para llevar a cabo el primer ciclo de edificación.21 Además de
ello, se estipuló la creación del Centro Nacional de Enseñanza, Investiga-
ción y Extensión Agrícola, responsable de brindar estructura al proyecto
que tomó como su sede principal a la ena, desde la cual coordinó las tareas
de extensión, apoyándose en el Centro de Investigaciones Agrícolas del Ba-
jío y el Centro de Investigación Agrícola y de Industria Animal del Sureste,
pertenecientes al inia. A la firma de estos acuerdos acudieron los directivos
de las escuelas de agricultura, representantes de la fr y la Fundación Ford,
Darío L. Arrieta Mateos –secretario general de la Sociedad Agronómica
Mexicana y presidente de El Colegio de Ingenieros Agrónomos de México–
y Mario O. Mendívil –del Banco Interamericano de Desarrollo.22
El Plan Chapingo fue oficialmente inaugurado el 18 de abril de 1965
en la ena. Los responsables de oficializar la ceremonia fueron Díaz Ordaz,
Gil Preciado, Óscar Brauer –director de El Colegio de Postgraduados y ex-
becario de la fr–, Gilberto Palacios de la Rosa –director de la ena y exem-
pleado del inia–, José Rodríguez Vallejo –coordinador del Plan Chapingo
y exbecario de la fr– y Marcos Ramírez Genel –exdirector de la ena y
exbecario de la fr. Tras los discursos, se dio el banderazo a la construcción
de las oficinas del Centro Nacional de Enseñanza e Investigación y Exten-
sión Agrícola y de nuevas instalaciones para los alumnos y profesores, entre
las que se incluyó: la ampliación de las unidades de enseñanza de Bosques,
Industria y Economía, la urbanización de la colonia de profesores y un
tanque elevado para agua potable.23
Esta fase constructiva que sometió a concurso a 18 empresas, siendo
las seleccionadas la Constructora Sada Rangel S. A., Construcciones, Con-
ducciones y Pavimentos, y Pavimentos y General de Construcción,24 se

20
Al respecto, véase la correspondencia reunida en Gómez, Vida política, 1978.
21
“Inauguró el titular de la sag la i etapa del Plan Chapingo”, El Nacional, 19 de enero de 1965.
22
Ibid.
23
Presidencia de la República, Plan Chapingo, 1967; Comercio Exterior, “Julián Rodríguez”,
1989; “Está en marcha la primera fase del Plan Chapingo”, El Nacional, 4 de mayo de 1965; “Aten-
ción constante a los problemas rurales”, El Nacional, 22 de agosto de 1965.
24
“Construcción de los edificios para integrar el Plan Chapingo”, El Nacional, 6 de junio de
1965; “Gil Preciado firmó contratos de obras del Plan Chapingo”, El Nacional, 4 de agosto de 1965.
240 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

concluyó en enero de 1967 y fue inaugurada el 22 de febrero por Gustavo


Díaz Ordaz, quien además develó una placa con la leyenda “Todo profe-
sionista que aspira a un grado académico superior, aprende para ser mejor,
investiga para mejor saber y sabe mejor hacer.”25 La celebración por la
apertura de estas edificaciones se dio en un periodo en el que otras obras de
relevancia se completaron, tales como el tercer tramo del anillo periférico,
la refinería 18 de Marzo y el Hospital Central de Petróleos Mexicanos en la
ciudad de México, ejemplos del proclamado “desarrollo con paz social”.26
El cierre de esta etapa dio paso a una segunda fase dedicada a la trans-
formación del Departamento de Agricultura Tropical en la Escuela Supe-
rior de Agricultura Tropical, ubicada en Chontalpa, Tabasco; destinada
tanto a cultivos tropicales de cacao, plátano y coco, como al reemplazo de
especies criollas de ganado vacuno por “razas mejoradas”.27 Al igual
que el Departamento, la escuela se mantuvo bajo la dirección de la ena y se
enlazó con las estaciones experimentales de Puyacatengo, Tabasco; Cotaxt-
la, Veracruz; Cayal, Campeche y Rosario Izapa, Chiapas.28
Hasta este punto, el Plan Chapingo se apegaba a la proyección inicial de
crear una amplia infraestructura, en cuya materialización fundaba un ideal
modernizante.29 Su financiamiento fue vasto y contó con tres tipos de ingresos:
presupuesto del gobierno federal, préstamos de instituciones financieras in-
ternacionales, y donaciones de organizaciones filantrópicas, entre ellas, la fr.
La mayor inversión correspondió al gobierno federal (véase cuadro 1).
No es extraño que la fr otorgara financiamiento al Plan Chapingo,
pues respondía a las metas trazadas originalmente por el Programa Agrícola
Mexicano. Así lo corrobora una misiva enviada por J. George Harrar –pre-
sidente de la fr– a Rodríguez Adame, previo a la inauguración oficial del
Plan Chapingo. En ella, Harrar expresa su reconocimiento a la gestión
del agrónomo mexicano en la concepción de la iniciativa y lamenta que no
ocupara él la Secretaría de Agricultura y Ganadería para cosechar los frutos
de su labor.30 Rodríguez coincidía con Harrar en que el Plan Chapingo era

25
“Entrega las primeras obras del Plan Chapingo”, Mañana, 4 de marzo de 1967.
26
“Desarrollo con paz social”, Mañana, 9 de septiembre de 1967.
27
Presidencia de la República, Plan Chapingo, 1967; “John D. Rockefeller III con Gil Preciado.
Elogio a los trabajos de México en el mejoramiento de semillas básicas”, El Nacional, 23 de mayo de
1967; “Amplio programa agropecuario será desarrollado en Tabasco”, El Nacional, 4 de enero de 1965.
28
“Amplio programa agropecuario será desarrollado en Tabasco”, El Nacional, 4 de enero de 1965.
29
Núñez, “Remembranza: rebelión”, 2008, p. 74.
30
Carta de J. George Harrar a Julián Rodríguez Adame, 6 de enero de 1965, en Archivo Ge-
neral de la Nación (en adelante agn), fondo Julián Rodríguez Adame, caja 1.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 241

Cuadro 1. Montos asignados al Plan Chapingo

Institución Monto

Gobierno federal 36 065 273.93


Banco Interamericano de Desarrollo (préstamo) 26 250 000.00
Agencia para el Desarrollo Internacional (préstamo) 25 000 000.00
Fundación Rockefeller (donación) 16 250 000.00
Fundación Ford (donación) 14 375 000.00
Fondo Especial Naciones Unidas (donación) 19 454 500.00
Total 137 394 773.93
Fuente: elaboración propia con datos obtenidos de Presidencia de la República, Plan Cha-
pingo, 1967.

una continuidad del programa fundante de la revolución verde y, tiempo


después, lo expresó en los siguientes términos: “la revolución verde fue
originada por las buenas semillas de progenie mexicana, inmunes a las plagas
que más atacan a la producción, y rinden mejores cosechas. El Plan Cha-
pingo fue otro fruto del ambiente técnico”31 dirigido a “educar, investigar y di-
fundir, para, con ello, integrar racionalmente funciones, ahorrar recursos
económicos y humanos, y llevar al medio rural las tecnologías adecuadas”.32
El papel de los científicos fue reconocido por ambos, pero en distintos
sentidos. Harrar indicó que la producción agropecuaria de México había
aumentado sustancialmente gracias a la dirección administrativa y científi-
ca de los estadunidenses.33 Mientras que Rodríguez recalcó que, si bien el
Programa Agrícola Mexicano había brindado importantes logros en el área
de investigación y desarrollo de nuevas variedades de maíz y trigo, el mayor
beneficio para el país lo constituía la formación y orientación de los jóvenes
que apoyaron el despliegue de la revolución verde en México.34 De acuerdo
con su diagnóstico, los mayores logros se expresaron durante la presidencia
de López Mateos y su conducción en la Secretaría de Agricultura y Ga-

31
Ibid.
32
Discurso de Julián Rodríguez Adame del 22 de febrero de 1988 en El Colegio de Postgraduados,
Montecillos, Texcoco, en agn, fondo Julián Rodríguez Adame, caja 1.
33
“50 millones donan Rockefeller y Ford para el centro agrícola en Chapingo”, Excélsior, 29
de noviembre de 1965.
34
Dr. J. George Harrar, Ceremonia de condecoración, Embajada de México, Washington D.
C., 10 de marzo de 1980, en agn, fondo Julián Rodríguez Adame, caja 5.
242 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

nadería, cuando se alcanzó la autosuficiencia de algunos cultivos como el


maíz.35 Aunque esta no se mantuvo en el largo plazo.
Rodríguez fue más lejos cuando señaló que “con las ruedas de su propia
revolución verde en marcha”, al inicio de la década de 1980,36 México
había abierto sus puertas al mundo, compartiendo sus semillas, tecnología,
experticia y facilidades educativas a todos los interesados. Siendo los acuerdos
más importantes, los celebrados con India y Paquistán. Así, el exsecretario deja-
ba claro que el gobierno mexicano estaba muy orgulloso de que la revolución
verde se hubiera originado en México y se extendiera en dirección de Asia.37
En un tono similar, Jack Hood Vaughn, subsecretario de Estado de
Asuntos Interamericanos de Estados Unidos y coordinador de Alianza para
el Progreso, indicó a Rodríguez Vallejo, durante una visita a la ena en 1965,
que no tenía duda de que el Plan Chapingo traería como consecuencia in-
mediata la modernización definitiva de la agricultura mexicana y que esta
sería una acción muy indicada para alcanzar las metas agrícolas que
la nación se había fijado.38 Añadía que era destacable que el entrenamiento
de los jóvenes mexicanos estaba de acuerdo con las más avanzadas técnicas
agrícolas.39 En conjunto, su valoración reflejaba el optimismo que primaba
en las altas esferas respecto de la ejecución de la iniciativa.
Respecto a las labores de enseñanza, el Plan Chapingo apoyó la crea-
ción de centros –como el de Chontalpa– o edificios especializados, pri-
mordiales para la integración de esta área con la investigación y el exten-
sionismo. La edificación de la Biblioteca Central de la ena, a cargo de la
Constructora Sada Rangel S. A, fue uno de los proyectos más importantes.40
Este centro fue el primero en la escuela en conformar un acervo general
que, en primer término, se nutrió de los medios recopilados por la oee, que
incluían:41 libros, revistas, carteles, folletos, fotografías y películas.42 A decir

35
Ibid.
36
Ibid.
37
En un sentido equivalente se expresó previamente Octavio Paz, como embajador de México
en la India, al reconocer tempranamente el valor de la narrativa y la importancia de pronunciar el
lugar de México en el medio internacional. Véase al respecto Soto, “Beyond Borlaug’s”, 2021.
38
“El subsecretario de Estado Jack H. Vaughn llegó anoche”, El Nacional, 20 de agosto de 1965;
“Atención constante a los problemas rurales”, El Nacional, 22 de agosto de 1965.
39
“Elogia Hood Vaughn el desarrollo en México”, El Nacional, 23 de agosto de 1965.
40
“Gil Preciado firmó contratos de obras del Plan Chapingo”, El Nacional, 4 de agosto de 1965.
41
Sobre el proceso de conformación de esta colección, véase el capítulo 2 de este libro.
42
Entrevista a Dorothy Parker, realizada por William C. Cobb, New York, abril de 1967,
en Rockefeller Archive Center (en adelante rac), Rockefeller Foundation (en adelante rf)
Collection, Record Group (en adelante rg) 13, caja 21.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 243

de los promotores del Plan Chapingo, el material impreso de la bibliote-


ca era reflejo “del conocimiento acumulado por el hombre en las ciencias
agrícolas”,43 pues contenía la mayor parte de las revistas relacionadas con
esta rama, así como colecciones especializadas que provenían de otros paí-
ses. Se vaticinó que sus instalaciones ayudarían a los científicos que trabaja-
ban en las ciencias básicas, y a quienes se dedicaban a problemas aplicados,
hecho que permitiría evitar la duplicación de estudios.44
Para la creación de puentes entre la investigación y el extensionismo,
el Plan Chapingo se apoyó en el inia, que colaboró con la preparación de
días de campo y otorgó facilidades a través de la red nacional de estaciones
experimentales que administraba.45 Sin embargo, al ser el cuarto paso, se avan-
zó poco en la diseminación de los conocimientos técnicos. A la postre, esta
brecha dio sustento a las críticas dirigidas a la función social de los agrónomos
y a la pertinencia del Plan Chapingo para la atención de las problemáticas ru-
rales. En síntesis, el Plan concentró sus recursos materiales y humanos en la
creación de infraestructura y no en la modificación de las relaciones entre los
actores asociados a la investigación, enseñanza o extensión.
A pesar de estas evidentes limitaciones, la directiva asociada al Plan
Chapingo confirió distinciones en 1970 a Nicolás Sánchez Durón –director
general del inia y exbecario Rockefeller–, Óscar Brauer Herrera –director del
Centro de Investigaciones Agrícolas de Sinaloa y exbecario Rockefeller– y
a Edmundo Taboada Ramírez –asesor técnico de la Secretaría de Agricul-
tura y Ganadería–, por considerar que sus esfuerzos en la consecución de
metas gubernamentales lograban colocar a México en una posición prepon-
derante.46 El responsable de homenajear a los agrónomos fue Ricardo Acosta
–subsecretario de Agricultura y Ganadería–, quien tuvo el apoyo de la Frater-
nidad Chapingo, presidida por Rolando W. de Lassé.47 Las trayectorias de
los agrónomos elogiados fueron síntesis del transcurso de la investigación
agrícola entre las décadas de 1940 y 1970, pues incluían experiencias en la
oee, el iia, el inia y estudios superiores en el extranjero.
Pese a los festejos y elogios oficiales, hubo tensiones y fricciones al in-
terior de las comunidades académicas que desconfiaron del Plan Chapingo,

43
“Está en marcha la primera fase del Plan Chapingo”, El Nacional, 4 de mayo de 1965.
44
Ibid.
45
Ibid., Presidencia de la República, Plan Chapingo, 1967.
46
“El actual régimen ha dado fuerte impulso al desarrollo de las ciencias agronómicas”,
El Nacional, 30 de agosto de 1970.
47
Ibid.
244 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

entre otros motivos, por la presencia de la fr y de científicos asociados


a esta organización, como los exbecarios. En términos generales, existió
resistencia ante lo que algunos grupos consideraron era el refrendo de pri-
vilegios a grupos proestadunidenses en detrimento de una democratización
de la administración institucional. En aquellos años, el Plan Chapingo llegó
a caracterizarse como un “tentáculo imperialista dentro de la ena”;48 co-
yuntura que brindó fortaleza a posturas nacionalistas que confrontaron al
grupo inscrito en el Plan.
A decir de Lozano Toledano y Anaya Pérez, el Plan Chapingo fracasó
por tres motivos: 1) no logró unificar los tres componentes que pretendía:
investigación, enseñanza y extensión, debido a concentrarse en la creación
de inmuebles; 2) las movilizaciones estudiantiles dificultaron su realiza-
ción y contribuyeron a la separación de dependencias anteriormente ar-
ticuladas; 3) tuvo una función burocrática y de dirección centralizada que
impidió su flexibilidad.49
Por su parte, Calderón Arozqueta asocia la frustración del Plan Cha-
pingo a la emergencia de un sector de los agrónomos que buscó pluralizar
la disciplina y que cuestionaba el modelo de desarrollo existente, es decir, el
correspondiente a la revolución verde.50 Indica que, paralelo al Plan Cha-
pingo, aconteció una reflexión autocrítica que puso en el centro el papel de los
agrónomos frente al mundo campesino.51 Lo que al paso del tiempo abrió la
vía a una visión crítica de la modernización que abogó por el rescate de la agricul-
tura tradicional y de la antaña solidaridad con las movilizaciones campesinas.52
En efecto, lejos de unificar la investigación, la enseñanza y la exten-
sión, el Plan Chapingo contribuyó a la disgregación institucional; sin duda,
una consecuencia inesperada para sus impulsores. Uno de los casos más
palpables fue el de la instrucción a nivel licenciatura y posgrado en Chapin-
go, completada a partir de la separación de El Colegio de Postgraduados
de la ena. Para mediados de la década de 1960, el Colegio era el princi-
pal centro de formación a nivel maestría en el área de ciencias agrícolas
del país, tenía una planta conformada por 30 profesores para un promedio

48
Paz, “La transformación de la escuela”, 1999, p. 17.
49
Lozano y Anaya, “El Plan Chapingo”, 2002, p. 482.
50
Calderón, “La formación de profesionales”, 1993, p. 92.
51
Ibid.
52
Ibid.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 245

de 120 alumnos, en su mayoría mexicanos, pero también provenientes de


otras partes de América Latina, como los países centroamericanos.53
Aunque el Plan Chapingo destinó recursos para la creación de un
campus específico para el Colegio a pocos kilómetros de distancia, no buscó
separar su administración de la ena, bajo el principio de mantener una
coordinación institucional. Pese a ello, la distancia física animó la indepen-
dencia institucional del Colegio, en el marco de un agitado ambiente de
confrontación entre grupos políticos que aspiraban a convertir a la ena
en universidad y controlar autónomamente su presupuesto.54 Esto se concre-
tó en 1976, cuando la ena adoptó el nombre de Universidad Autónoma
Chapingo y El Colegio de Postgraduados fue separado oficialmente. Tras
estos cambios, los exbecarios quedaron concentrados mayoritariamente en el
Colegio, a razón de sus cualificaciones como maestros y doctores y de la
vocación del centro en la formación de investigadores.
Si bien es cierto que la idea original del Plan Chapingo no se cumplió,
su impulso animó la participación pública de estudiantes y de miembros
del gremio interesados en la renovación del proceso formativo de los inge-
nieros en la ena; siendo una de sus expresiones más relevantes el fin del
régimen militarizado y el inicio de la instrucción civil que, al seno de la nueva
institución, construyó un discurso radicalizado. Esta convergencia aconte-
ció en un momento muy específico de la historia nacional que aceleró el
descontento de sectores vinculados con el mundo universitario. La década de
1970 detonó un conjunto de conflictos ubicados en las universidades de Si-
naloa, Guerrero, Puebla, Nuevo León y el Distrito Federal, y su cénit fue
la huelga de 1977, convocada por académicos en la Universidad Nacional
Autónoma de México (unam) y neutralizada por la fuerza policial.

MOVILIZACIONES ESTUDIANTILES

Los alumnos de las escuelas de agricultura no escaparon a los conflictos po-


líticos asociados a la escalada global de la guerra fría ni a los procesos locales
en busca de la ampliación de la democracia política y social. El trayecto de
su politización fue variado y mantuvo semejanzas con otras experiencias.
Para la mayoría de ellos, la década de 1960 fue crucial por el despertar

53
Presidencia de la República, Plan Chapingo, 1967.
54
Palacios y Ocampo, “Los agrónomos en el desarrollo”, s. a.
246 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

de fuerzas sociales y políticas que alentaron la movilización del conjunto so-


cial y, en especial, del estudiante como sujeto con reivindicaciones propias.55
Este periodo fue permeado por el influjo de la revolución cubana, las protestas
en contra de la guerra en Vietnam y el cuestionamiento de los valores aso-
ciados al conservadurismo en las experiencias sexuales o los roles entre
géneros. Así, los estudiantes de las escuelas de agricultura encontraron sus
formas de expresión, de organización y representación.56 Al considerar la
concatenación de hechos y la manera en que algunos actores institucio-
nales reaccionaron frente a sus inquietudes, es factible imaginar que fue
la movilización estudiantil la que llevó a un punto de quiebre los ánimos
unificadores del Plan Chapingo.
En el periodo precedente, la mayor parte de los conflictos que involucra-
ron a estos estudiantes se dirimió por cuestiones exclusivamente adminis-
trativas, como la calidad de los internados, de los comedores y la realiza-
ción de prácticas.57 Un momento importante y que ameritó, por primera
ocasión, una reflexión por parte del exsecretario Gómez, fue la demanda de
la Sociedad de Alumnos de la ena por su autonomía, que comenzó a ser explo-
rada en 1962, cuando una comisión de estudiantes lo visitó para exponer
su malestar ante la administración de la institución. Gómez escribió que se
manifestó en contra de la idea de la autonomía, pues “la Escuela Nacional
de Agricultura en 1962 no puede parecerse a la de la Universidad Nacio-
nal de México en 1929”.58 Ante la respuesta de sus argumentos, conclu-
yó: “me dieron la impresión de que tienen la idea [de la autonomía] muy
arraigada”.59 Algo similar sucedió en 1964, cuando, en su calidad de asesor
del Plan Chapingo, aceptó la tajante descalificación de la Secretaría de Agri-
cultura respecto a que los promotores de la movilización “eran los menos
respetables”; indicó que no podía dudarlo porque siempre ocurre así.60
Hasta este momento, era común que las demandas fueran canaliza-
das en forma de solicitudes y de búsqueda de personajes relevantes en el
gremio que fungieran como puente con el gobierno; lo que cambió a raíz de
la protesta iniciada en 1967 en la Escuela Particular de Agricultura “Hermanos

55
Pensado, Rebel Mexico, 2013.
56
Ríos, “La huelga de 1967”, 2016.
57
Ibid. Para leer sobre la politización y expresión del alumnado de la ena y sus posicionamien-
tos respecto al Plan Chapingo, véase Caire-Pérez, “A different shade”, 2016.
58
Gómez, Episodios de la vida, 1976, p. 305.
59
Ibid.
60
Ibid., p. 307. Para leer con detalle sobre las desfavorables opiniones gubernamentales hacia
los estudiantes, véase Martínez, “El tránsito hacia la enemistad”, [inédito].
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 247

Escobar”, pues se ensayó una huelga con pretensión de ser extendida a


otros centros educativos. El punto de partida fue que los estudiantes soli-
citaron la federalización de la escuela, es decir, que fuera administrada por
el gobierno federal. Fundamentaron su demanda en la denuncia de malas
condiciones materiales e intelectuales para su formación.61
De acuerdo con las memorias de algunos participantes y los reportes
de prensa asociada al Partido Comunista Mexicano (pcm), a pesar de que
la escuela recibía un fuerte financiamiento gubernamental, era, en reali-
dad, una empresa familiar que se beneficiaba de la apropiación gratuita del
trabajo de los estudiantes. La Voz de México informó que la escuela perci-
bía mensualmente, por concepto de colegiaturas, 350 pesos por estudiante,
lo que, de acuerdo con sus estimaciones, equivalía a 2 500 000 pesos; a
esta cifra se sumaban 4 700 000 pesos de parte de la Secretaría de Agricul-
tura y Ganadería.62 En este escenario el titular de la secretaría, Gil Preciado,
refirió a los huelguistas:

¡Federalización no!, y menos de una escuela particular, ¿qué tiene que ver el
Gobierno con los hermanos Escobar, y si una escuela particular marcha
bien o mal? Entonces va a tener que intervenir el gobierno en todos los
aspectos de la vida económica del país. Ustedes van a ser profesionistas,
ustedes van a sustituirnos en todos los puestos de mando, pero para eso se requiere
preparación, que se sigue a base de grandes esfuerzos y a base de extraordinarias
y diversas posibilidades que la vida ofrece a cada quien. Querer todo es fácil,
creer que una huelga es capaz de conmover a un gobierno, y una huelga de
estudiantes particulares, están muy equivocados. Nosotros seguiremos dando
un subsidio a los Escobar, mientras, podemos garantizar que se van a mejorar
las condiciones de la escuela.63

A diferencia de los conflictos en el Instituto Politécnico Nacional (ipn)


o la unam, en la escuela de Ciudad Juárez se percibía con mayor fuerza
una contradicción entre el carácter público y el privado. Además de ello,
la movilización aconteció en un momento delicado de la vida política en el
norte del país, pues dos años antes, en Chihuahua, se había desarrollado la
primera guerrilla moderna en México que intentó asaltar el Cuartel Made-

61
Celis, “Movimiento estudiantil”, 2018.
62
“Gil Preciado amenaza a los estudiantes de agronomía de Ciudad Juárez- Levantan la huelga
o los reprimimos”, La Voz de México, 4 de junio de 1967, núm. 1885.
63
Ibid.
248 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

ra, acción que culminó trágicamente.64 Y fue sucedida por la movilización


de los normalistas, que dejó claro un importante proceso de politización de
la juventud de aquel estado.
El movimiento estudiantil que inició en la escuela “Hermanos Esco-
bar” otorgó identidad generacional a los estudiantes de agronomía de aquel
periodo y recibió muestras de solidaridad de diversos centros educativos,
las más importantes fueron las hechas por el alumnado de la ena,65 princi-
pal centro formativo del ramo. La Sociedad de Alumnos comisionó a Ra-
fael Ortega Paczka y a José Luis Pérez, “El Turco”, como sus representan-
tes en Ciudad Juárez.66 Estos signos identitarios estuvieron marcados por
una profunda desconfianza hacia el gobierno y los agrónomos que fungían
como sus emisarios. Así, se inició una rápida politización que encontró eco
en algunos grupos militantes preexistentes. En la ena fue patente, durante el
movimiento de 1968, la presencia de grupos vinculados tanto a la Liga Co-
munista Espartaco67 como a la Juventud Comunista por la vía de la Central
Nacional de Estudiantes Democráticos, una organización que revitalizó la
presencia de los comunistas en las escuelas de educación media y superior,
cuyas acciones han sido señaladas como verdaderos hitos en la constitución
del estudiante como un sujeto político.68
El estudiantado de la escuela “Hermanos Escobar” alcanzó su come-
tido en 1967, cuando el gobierno federal estipuló la incorporación de la
escuela a la Universidad Autónoma de Chihuahua; institución que mante-
nía un proceso organizativo dirigido a mejorar sus condiciones materiales
y económicas.69 Las consecuencias de la emergencia de este movimiento
fueron asumidas desde las distintas posiciones políticas que circulaban. Por
ejemplo, el exsecretario Gómez afirmó que era un despropósito que la
huelga se extendiera hacia la ena, pues sus “estudiantes [eran los] mejor
tratados de la Tierra”.70 Desde su perspectiva, la movilización era produci-
da por una célula de agitadores que conducía al deterioro de la autoridad y
al aumento de la soberbia de los estudiantes. Asimismo, escribió que: “de pro-
longarse el estado imperante, [quizá] convenga usar la fuerza pública para

Vargas, Madera rebelde, 2015.


64

Ríos, “La huelga de 1967”, 2016.


65
66
Ortega, “Recuerdos del Movimiento”, 2008, p. 28.
67
Una de sus ramas, dirigida por Aquiles Córdova, dio forma a la organización Antorcha Campesina.
68
Jardón, Travesía a Ítaca, 2008, y Celis, “Movimiento estudiantil”, 2018.
69
Ríos, “La huelga de 1967”, 2016; “Huelga en la Universidad de Chihuahua”, La Voz de México,
14 de mayo de 1967, núm. 1882.
70
Gómez, Episodios de la vida, 1976, p. 312.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 249

obligar a los alumnos a retroceder”.71 El punto esencial para el agrónomo


era que la huelga se había extendido sin demandas propias y ocupaba espacios
como los de El Colegio de Postgraduados, lo que mostraba la fragilidad
ante la emergencia de las movilizaciones, pues el conjunto de las institucio-
nes había paralizado sus actividades. Frente a esta perspectiva, la prensa
comunista de la época celebraba que un “centro anteriormente mercantil”
fuera incorporado a la Universidad Autónoma de Chihuahua, gracias a la
intensa movilización estudiantil.72 De igual forma, el también agrónomo Ma-
nuel Marcué Pardiñas, en el editorial de la revista Política, celebró la victoria
estudiantil, la solidaridad de otras escuelas, y se burló de los reclamos del
secretario de Agricultura respecto a la “ingratitud” de los estudiantes de la
ena.73 Además, destacó que un sector de los agrónomos asociados al Colegio
Nacional había coincidido con la movilización.
Esta experiencia victoriosa influyó decisivamente en los alumnos de
la ena y propició su vinculación con el movimiento de 1968. Si bien la par-
ticipación de los “chapingueros” fue tangencial, se mantuvieron constantes
de principio a fin. Fue una de las escuelas que firmó el pliego petitorio y
conformó el Consejo Nacional de Huelga. Un cálculo sugiere que, de 1 000
estudiantes inscritos en la ena, sólo participaron alrededor de 100.74 Los
“chapingueros” se unieron a las grandes movilizaciones de aquel emblemá-
tico año, participaron en las brigadas informativas y fueron responsables de
la agitación en la zona oriente de la ciudad de México.75 Cabe mencionar
que uno de los principales dirigentes de ena, Luis Tomás Cervantes Cabeza
de Vaca, se convirtió en una figura pública durante la década de 1970,
cuando asumió el cargo como responsable de relaciones campesinas del
Partido Mexicano de los Trabajadores, fundado por Heberto Castillo en
1974.76 La imagen 1 muestra al contingente “chapinguero” junto a los lide-
res estudiantiles. Resalta la presencia del joven –casi un niño– Víctor Suárez
Herrera, hoy subsecretario de Agricultura y Desarrollo Rural.
Según el recuento de los estudiantes de la ena, sólo dos fueron encarce-
lados en la época posterior al movimiento, y aunque recibieron amenazas en
la forma de órdenes de aprehensión, en general, el balance de la represión fue

71
Ibid., p. 314.
72
La Voz de México, núm. 1892, p. 3.
73
“Victoria estudiantil”, Política, núm. 172, julio de 1967.
74
Núñez, Ocampo y Reyes, Chapingo y el Movimiento, 2018.
75
Estrada, “1968 en la memoria”, 2018.
76
Santiago, pmt: la difícil, 1987.
Imagen 1. Contingente de “chapingueros” en las movilizaciones de 1968.
Fuente: Herrera, “Mis recuerdos”, 2018. Fotografía del autor.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 251

menor, comparado con otras instituciones.77 Pese a ello, los profesores ma-
nifestaron su apoyo a los estudiantes por lo menos en dos cartas públicas
aparecidas en el diario El Día y reproducidas en la revista del pcm Historia y
Sociedad (véase imagen 2).78 Entre los firmantes resaltan los nombres de los
exbecarios de la fr: Daniel Téliz Ortiz, formado en la Universidad de Cali-
fornia y la Universidad de Cornell; el de Joaquín Ortiz Cereceres, formado
en la Universidad Estatal de Iowa; y el del hermano de Daniel, Moisés Téliz
Ortiz, formado en las Universidades de Wisconsin y Cornell.
El trabajo de reconstrucción histórica respecto de la participación de
los estudiantes de las escuelas de agricultura en las movilizaciones de 1967 y
1968, junto con sus posteriores implicaciones, se encuentra en una fase inicial,
pero los testimonios de los actores sugieren que a partir de estos procesos
dio comienzo una significativa transformación de las instituciones. Hiram
Núñez señala la consonancia de estos cambios con los principios del
Plan Chapingo, que brindaron la posibilidad de convertir a la ena en una
institución de educación superior moderna:

En ese ambiente de rechazo a las formas despóticas y dictatoriales, al or-


den impuesto verticalmente, empezó a extinguirse lo que quedaba de dis-
ciplina militar. Se pudo constatar, entonces, cómo a lo largo de la huelga
sostenida en el año pasado, sin recibir más órdenes que las emanadas de las
asambleas permanentes los huelguistas, se hicieron cargo de tareas de
limpieza, cuidado de invernaderos, laboratorios, granja, cocina, comedor, y
de todas las instalaciones dentro del casco de Chapingo […] Aprendieron
entonces que cierto orden tiene sentido sólo cuando lo asume con plena
conciencia una comunidad autogobernada y ocupada en tareas de su
interés […] Las prácticas de iniciación a la fraternidad estudiantil propias de
cuarteles, las novatadas, aplicadas con diferentes grados de crueldad, pero
siempre estúpidas, indigna en cualquier caso –ya no se diga en el de una
institución educativa– habían perdido defensores a lo largo de los últimos
años, y ahora hacían mayoría aquellos que en los hechos se apartaban de
esa tradición y quienes abiertamente se oponían a que continuara. En

77
Herrera, “Mis recuerdos”, 2018.
78
El diario El Día puede ser considerado parte del pensamiento de “izquierda” del Partido
Revolucionario Institucional (pri). Fue creado y dirigido por Enrique Ramírez y Ramírez, quien en
su juventud perteneció al pcm y, en las décadas de 1940 y 1950, fue cercano a Vicente Lombardo
Toledano y fundador del Partido Popular. Historia y Sociedad fue la primer revista marxista moderna
en México, establecida por Enrique Semo. A pesar de pertenecer al partido, su línea editorial fue
independiente de las discusiones partidarias. Ortega, “Forzar la memoria”, 2018.
Imagen 2. Carta a la opinión pública de profesores de la Escuela Nacional de Agricultura, 1968.
Fuente: suplemento núm. 5 de la revista Historia y Sociedad, México, 1968.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 253

consecuencia, perdió interés apegarse a la disciplina militar, pues además


quitaba tiempo y entorpecía el desarrollo de la conciencia crítica indispensable
en todo centro de formación intelectual.79

La opinión de Núñez coincide con la de Ortega, para quien la existen-


cia de las novatadas fue un factor de estancamiento para el desarrollo de la
ena que logró ser superado gracias a la gestión de la Sociedad de Alumnos
de Chapingo.80 La valoración de Ortega respecto de la escalada en la incon-
formidad estudiantil señala que, en un periodo marcado por el Desarrollo
Estabilizador, el Plan Chapingo y la revolución verde, el alumnado optó por
rebelarse ante las autoridades con la intención de hacer un “México más
justo”.81 En sentido similar, Rafael Calderón Arozqueta, otro militante de
las movilizaciones de 1967, indica que el cuestionamiento hacia el Plan Cha-
pingo y la revolución verde no sólo involucró a los alumnos, sino también a un
sector de profesores que no sentía afinidad con los ideales planteados por
la centralización de la investigación, la enseñanza y el extensionismo.82
En resumen, el Plan Chapingo constituyó una paradoja en el marco
del movimiento estudiantil de 1968, pues, pese a representar la decisión del
Estado mexicano por modernizar la enseñanza agrícola y coordinarla con
sus áreas de incidencia, su emplazamiento favoreció que una porción sig-
nificativa de la comunidad agronómica asumiera una postura crítica o ad-
versa al propio gobierno. El gremio no cuestionó la pertinencia de reunir
a la investigación, a la enseñanza y el extensionismo, sino la verticalidad y
centralización de los lineamientos del Plan Chapingo, pues algunos secto-
res buscaban democratizar la instrucción universitaria. Muestra de estos
cambios es que, tras las movilizaciones de estos años, el presidente de la
república o el secretario de Agricultura en turno dejaron de ser los respon-
sables de la inauguración de cursos en la ena.
Puede señalarse que el Plan Chapingo era consecuente con las ideas
provenientes del cénit de la “ideología de la revolución mexicana”, en don-
de el Estado garantizaba una fuerte inversión y flujo de recursos hacia el
conjunto de la sociedad a cambio de lealtad política; situación que ya no era
sostenible en la década de 1960, cuando la hegemonía del grupo gobernan-
te comenzó a erosionarse. La historiografía ha señalado que esta época es

79
Núñez, “Siempre hay razones”, 2018, p. 81.
80
Ortega, “Recuerdos del Movimiento”, 2008, pp. 28-30.
81
Ibid., p. 36.
82
Calderón, sin título, 2008, p. 40.
254 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

la de la emergencia de la noción de “independencia” frente al Estado y, a su


manera, la confrontación entre sectores de estudiantes y profesores respondía
a esta noción. De tal forma que el Plan Chapingo, si bien tuvo una presencia
material, su alcance ideológico y simbólico fue más bien limitado. En térmi-
nos globales, el proceso dejó ver el declive de un Estado que buscó centralizar
y comandar la “santísima trinidad”, es decir, el agotamiento de un modelo
que no pudo responder a nuevas corrientes y perspectivas más plurales.

DEBATE PÚBLICO

Durante la segunda mitad del siglo xx, el devenir y la prospectiva del


gremio agronómico ocupó espacios en la discusión pública de la prensa
mexicana. La certeza de que su presencia era necesaria para el desarrollo
del campo mexicano en sus diversas dimensiones, estuvo acompañada por
un constante llamado a la crítica y autocrítica. La agronomía como profe-
sión y el agrónomo como individuo estuvieron, en repetidas ocasiones, en
tela de juicio; lo cual se emplazó por la vía de los discursos de los agróno-
mos ocupando espacios de decisión gubernamental –como el de Rodríguez
Adame–83, por las reuniones de las asociaciones de agrónomos –egresados
y estudiantes– y por la emisión de discursos en ceremonias oficiales. En
este ambiente, la llegada del Plan Chapingo y su horizonte profesionalizan-
te animó el debate. A continuación, se refieren algunas temáticas que dan
cuenta del conjunto de las discusiones antes y después del Plan Chapingo,
es decir, en el periodo que va de 1950 a 1980.
Una de las críticas más recurrentes al agrónomo como individuo de-
nunciaba que se había retraído de los grandes problemas nacionales, op-
tando por una salida fácil, aunque dudosa, para el progreso social, que
consistía en alejarse del trabajo práctico del campo y afincarse en la ciu-
dad. En 1956 se habló, por ejemplo, de los “agrónomos de estuche”, que
sólo conocían el campo cuando lo sobrevolaban en aviones en misiones
turísticas. Para desacreditarlos, se ironizó diciendo que se habían vuelto
personajes elegantes cuyo principal medio de transporte era el automóvil,
en el que iban “vestidos a la inglesa y pulcramente manicureados”.84

83
“Balanza agrícola. La función del agrónomo”, El Universal, 13 de abril de 1959.
84
“El Nuevo agrónomo”, El Universal, 7 de marzo de 1956.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 255

También se argumentó que algunos de los agrónomos se habían vuel-


to verdaderos políticos, hecho que aplazó las labores para los que fueron
educados en favor de sus propias carreras.85 Rodríguez Adame, al inau-
gurar los cursos de la ena en 1959, señaló que el tiempo de aquellos que
actuaban con ambigüedades tenía que llegar a su fin, pues los agrónomos
no podían estar más tiempo alejados de la vida cotidiana del campo.86
Otros calificativos utilizados para describir a estos profesionales fue-
ron los de “agrónomos de escritorio”, “agrónomos de banqueta” y “técni-
cos de oficina”.87 El contenido de estas descalificaciones variaba, pues se
hacía un severo juicio a su sobreconcentración en ciudades y a su conver-
sión en “pequeños propietarios” al hacerse presentes en el medio rural.88
En un ejercicio introspectivo, profesores de la ena confesaron que el gremio se
dirigía a la formación de “servidores de pudientes”.89 En un tono similar, el
senador de la república por Chihuahua, Luis L. León, exsecretario de Agri-
cultura e Industria en el gobierno de Plutarco Elías Calles, señaló que
los médicos veterinarios en México “se dedicaban a curar perros de soltero-
nas y velar el sueño de los caballos de los ricos”, y que la mayoría de los
ingenieros agrónomos jamás se habían dedicado a las tareas del campo,
puesto que se ocupaban en cosas totalmente distintas.90 En el escalón más
bajo de las denominaciones estuvo quien los calificó como “agentes de ven-
tas de insecticidas”, consecuencia del poco incentivo a la profesión y de
los bajos salarios que percibían.91
En contraste, se incorporaron al debate imágenes idealizadas de los
agrónomos. Se habló de la necesidad de “agrónomos de piel tostada”,92 de
“buenos agrónomos”93 y de “agrónomos que trabajasen el surco”.94 En
la valoración positiva que se hizo del deber ser del agrónomo, privó la idea
de que ellos eran la “cúpula de la técnica”,95 es decir, que eran el eslabón

85
“Revolución y técnica”, Novedades, 3 de agosto de 1956.
86
“Balanza agrícola. La función del agrónomo”, El Universal, 13 de abril de 1959.
87
“Los agrónomos mexicanos no deben ser técnicos de oficina”, El Universal, 28 de octubre de 1978.
88
“En ciudades, la mayoría de los 15, 000 agrónomos de México”, Excélsior, 6 de junio de 1977.
89
“Los agrónomos, preparados para servir pudientes”, Excélsior, 22 de julio de 1974.
90
Gabriel Antonio Menéndez, “¿Dónde están nuestros agrónomos?”, El Porvenir, 5 de mayo de 1970.
91
“Los agrónomos convertidos en agentes de ventas de insecticidas: Álvarez”, El Universal, 8 de
febrero de 1979.
92
“El nuevo agrónomo”, El Universal, 7 de marzo de 1956.
93
“El agricultor necesita el asesoramiento del buen agrónomo”, Excélsior, 15 de enero de 1956.
94
“Los agrónomos deben trabajar en los surcos y no en un escritorio”, El Universal, 8 de
octubre de 1980.
95
“Responsabilidad de agrónomos en la productividad del campo”, Excélsior, 24 de febrero de 1978.
256 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

necesario para que las prácticas agrícolas se modificaran en favor de la producti-


vidad en el campo. Desde este planteamiento se señaló que: “los agrónomos
tienen en sus manos la prosperidad del campo, el aumento de la producción
agrícola y el beneficio creciente de quienes cultivan nuestras tierras”.96
Los argumentos en favor de la transformación de la enseñanza y prácti-
ca de la agronomía transitaron por los lugares comunes asociados a la justicia
social y los deberes impuestos por la revolución mexicana y el privilegio
de la ciencia, el desarrollo y el progreso, pues se insistía en que su tarea
era llevar la técnica a los agricultores y campesinos.97 Estos planteamientos
aparecieron de forma constante en los discursos de las organizaciones de agró-
nomos, en los dichos de figuras representativas del gremio, como Enrique
Marcué Pardiñas,98 y en los discursos de presidentes como José López Porti-
llo, quien animó a los agrónomos a cumplir su deber en términos de justicia
y eficiencia, y alejándose del lucro y la ambición.99
Por la potencia de sus posicionamientos, merece especial mención lo
dicho en los congresos estudiantiles de agronomía a nivel nacional y latino-
americano, que sesionaron en México en 1965 gracias a la organización de la
Sociedad de Alumnos de la ena, que tuvo el apoyo de funcionarios de la mis-
ma institución y de la Secretaría de Agricultura y Ganadería.100 Los objeti-
vos generales fueron abordar aspectos técnicos de la profesión, y analizar
los problemas comunes de las naciones latinoamericanas, con el propósito
de conformar un frente común para encontrar soluciones prácticas a dichos
retos.101 En sus intercambios, los estudiantes criticaron con ahínco al latifun-
dio, pues una parte significativa del subcontinente aún no había experimen-
tado ningún tipo de reforma agraria.102 Además, se denunció la actividad

96
“Revolución y técnica”, Novedades, 3 de agosto de 1956.
97
“La noble cosa de los agrónomos”, El Nacional, 10 de mayo de 1967.
98
“No sólo capacitarse sino ir a donde el país los necesita”, El Nacional, 11 de agosto de 1980;
“Agrónomos deben ir al campo: Marcué Pardiñas”, Excélsior, 13 de septiembre de 1981.
99
“Responsabilidad del agrónomo en el progreso del campesino”, El Nacional, 22 de abril de
1978; “Descansa en los agrónomos la responsabilidad del campo”, El Nacional, 28 de agosto de 1978.
100
“Congreso de estudiantes de agronomía”, El Nacional, 31 de agosto de 1965; “Todo listo para el
congreso de estudiantes de agronomía”, El Nacional, 28 de octubre de 1965; “Mejor nivel de vida
en el medio rural. Principal acuerdo de la reunión de futuros agrónomos”, El Nacional, 26 de
septiembre de 1965.
101
“Congreso de estudiantes de agronomía”, El Nacional, 31 de agosto de 1965.
102
“Condenan el latifundismo los estudiantes de Latinoamérica”, El Universal, 22 de septiembre
de 1965; “El Congreso Latinoamericano de alumnos de agronomía condena el latifundismo”,
El Nacional, 22 de septiembre de 1965.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 257

complaciente del gremio frente a la explotación de los campesinos.103


Así, durante la inauguración del Segundo Congreso Latinoamericano de
Estudiantes de Agronomía, que reunió a las delegaciones de Colombia,
Perú, Venezuela, Ecuador, Brasil, Nicaragua, Guatemala, Cuba, El Salvador
y Panamá, el brasileño Mario A. Machado Arantes expresó que “los estu-
diantes de agronomía no deben permanecer estáticos ante el sufrimiento de
los hombres del campo y sí luchar incansablemente en sus respectivos paí-
ses porque exista una política agraria justa y humana”.104
Las reuniones de estudiantes latinoamericanos mostraron un inusita-
do radicalismo político que se acompañó de la autocrítica en el caso mexicano.
Pese al desgaste de la ideología de la revolución mexicana, la denuncia al
latifundio se empalmó con los viejos ideales que el gobierno mexicano en
turno decía representar, lo que explica la presencia de autoridades en estas
reuniones; por ejemplo de académicos como Palacios de la Rosa y de fun-
cionarios como Brauer,105 además de la activa participación de científicos
del inia, quienes brindaron recorridos guiados por el campo experimental
El Horno.106 Es sintomático, sin embargo, que estos encuentros ocurrieran
en los albores de las grandes revueltas estudiantiles a nivel global y de
la escalada de conflictos en el caso de las escuelas de agricultura.
La convocatoria de los alumnos tuvo su correlato con encuentros in-
ternacionales con la participación de profesores en eventos como cursos de
verano y conferencias. Así, por ejemplo, previo a los primeros encuentros
de 1965, el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización y el Cen-
tro de Economía Agrícola de El Colegio de Postgraduados organizaron
un curso de verano en la ena, gestionado por el anteriormente agrónomo
socialista Ramón Fernández y Fernández, dedicado a la tenencia de la tierra
y a las políticas agrarias comparadas.107 Se tuvo la participación de conferen-
cistas mexicanos y extranjeros, de estos últimos sobresale la presencia de
expertos provenientes de Estados Unidos y Francia.108 A lo que siguió un

103
“Lucharán los alumnos de agronomía por una política agraria más justa”, El Nacional,
18 de septiembre de 1965.
104
Ibid.
105
Ibid.
106
“Los estudiantes latinoamericanos de agronomía visitaron Chapingo”, El Nacional,
23 de septiembre de 1965.
107
“Curso de verano en la Escuela de Agricultura de Chapingo desde el 23”, El Nacional, 4 de
junio de 1965; “Se iniciará en Chapingo un curso de verano sobre tenencia de la tierra”, El Nacional,
17 de junio de 1965; “Esfuerzos del gobierno para resolver el problema agrario”, El Nacional, 24
de junio de 1965.
108
“Curso de verano en la Escuela de Agricultura de Chapingo desde el 23”, El Nacional, 4 de junio de 1965.
258 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

curso breve sobre clasificación de plantas impartido por el británico Ken-


neth S. Dodds del Instituto John Innes, auspiciado por la ena.109 Antes que
Dodds, sus connacionales T. R. E. Southwood y P. E. Burt dictaron cursos
sobre zoología y entomología dirigidos a la aplicación de insecticidas y
fungicidas.110 En paralelo a estas actividades, la ena fue anfitriona de la
visita de una comitiva de estudiantes peruanos liderados por Máximo Ur-
bina Gutiérrez, catedrático decano de la Universidad Agraria del Norte de
Lambayeque, quienes estaban interesados en conocer a fondo las pautas
organizativas de la escuela;111 así como de Mathias M. Ngobi, ministro de
Agricultura y Cooperativas de Uganda.112 Existió cierta reciprocidad en es-
tos intercambios, pues poco después de la llegada de los peruanos, un grupo
de estudiantes de la ena formados en Zootecnia emprendieron una gira por
Sudamérica para conocer otras prácticas de enseñanza e investigación.113
Estas experiencias muestran que, si bien el gobierno mexicano buscaba posi-
cionar sus intercambios agronómicos con Asia y Medio Oriente, sectores
del gremio continuaban apostando por su vinculación con otras regiones.
Una última temática que permeó las discusiones alrededor del gremio
agronómico fue la de su escasez. En 1955 se señaló la situación deficitaria
en la que se encontraba su preparación, en la que se mencionaba que en el
país existían 3 000 de ellos y sólo dos mujeres.114 Ellas eran María Elena
Jiménez Lozano –egresada de la Escuela Superior de Agricultura Antonio
Narro– y Nelva Concha Huidobro de Trujillo –de origen chileno, egresada
de la Universidad de Chile y especialista en genética.115 Además de ello, se
reconoció que México había sido parte de la formación de muchos agró-
nomos de otras nacionalidades.116 Se arguyó que el problema de la falta de
agrónomos estaba en vías de solución y se celebró la presencia de la fr y
su Programa de Becas, que otorgó la oportunidad de ampliar la formación
de estos profesionistas.117 En la década de 1960, este argumento transitó
hacia el reconocimiento de que lo que hacía falta eran técnicos, pues el cam-

109
“Destacado investigador británico imparte cursillo en Chapingo”, El Nacional, 13 de agosto de 1965.
110
Ibid.
111
“Elogia las instalaciones de Chapingo un catedrático peruano que ayer las visitó”, El Nacio-
nal, 8 de agosto de 1965.
112
“Visitó Chapingo el Ministro de Uganda, Mathias M. Ngobi”, El Nacional, 27 de enero de 1965.
113
“Estudiantes de Zootecnia inician gira”, El Nacional, 14 de septiembre de 1965.
114
“Faltan agrónomos para impulsar el progreso agrícola de nuestro país”, El Universal, 13 de febrero de 1955.
115
Colegio de Ingenieros Agrónomos de México, Directorio Agronómico, 1954, pp. 139, 424.
116
“Faltan agrónomos para impulsar el progreso agrícola de nuestro país”, El Universal, 13 de febrero de 1955.
117
“Más de un millón de dólares destinados a incrementar estudios agronómicos”, El Universal,
19 de febrero de 1956.
CAPÍTULO 6. CRISIS Y REARTICULACIÓN 259

po demandaba su labor en diversas temáticas, como la irrigación, el cultivo y


el uso de fertilizantes.118 Se señaló que el agrónomo era importante por
su manejo de la técnica, y por ello se le consideró el corazón del proceso
de modernización de las prácticas agrícolas.
Hacia la década de 1970, en un tono más pesimista, se calculó que
la escasez de agrónomos se superaría en catorce años, pese a la existencia
de 16 escuelas dedicadas a su enseñanza y poco más de 5 000 estudiantes
matriculados.119 Según las estimaciones de aquel momento, se contaba
con un aproximado de 6 000 profesionistas; mismos que, de acuerdo con
Emilio Gutiérrez Roldán, director de la Productora Nacional de Semi-
llas, eran insuficientes para atender los 24 000 ejidos del país que, según
su apreciación, requerían al menos dos agrónomos cada uno.120 Algunos
años antes, las cifras oficiales mostraron que apenas 1.7% del total de
estudiantes universitarios estaba en esta rama.121 Entonces, Palacios de la
Rosa agregó que no sólo debía incrementarse el número de ingenieros,
sino también el de posgraduados, para lo cual refrendaba su beneplácito
para la formación de mexicanos en países donde la técnica era “más avan-
zada”, mediante el aprovechamiento de becas ofrecidas por las fundacio-
nes Ford y Rockefeller y del gobierno de Israel.122
Estas fueron las tendencias generales sobre las que discurrió el deba-
te en torno a la profesión agronómica. Puede decirse que se reconoció la
valía de su formación y la importancia de su acción para la resolución de
los grandes problemas nacionales, es decir, en el desarrollo productivo y el
progreso social en favor de la justicia. Esto último podía empatar con el dis-
curso de la revolución mexicana o ser usado como argumento en contra del
gobierno, tal como circuló en una nota que reseñó un documento generado
por profesores de Chapingo.123 Lo relevante es que la función social del
agrónomo no estaba en duda. También se observa un señalamiento cons-
tante al número y calidad de los agrónomos, problemas que, a decir de los
redactores anónimos de las notas, no encontraron solución con la extensión
del sistema universitario y la profesionalización de la disciplina.

118
“Urgen técnicos en nuestros campos”, El Universal, 27 de julio de 1960; “Se necesitan en todo
el país técnicos agrícolas capacitados”, El Universal, 19 de junio de 1965.
119
“Llevará tiempo resolver el problema de la escasez de agrónomos en el país”, El Universal, 13
de noviembre de 1973; Mata, La formación del agrónomo, 1992, p. 38.
120
“Reclaman miles de agrónomos el campo de México”, El Porvenir, 29 de agosto de 1970.
121
“Urgen más agrónomos”, El Universal, 23 de octubre de 1968.
122
Gabriel Antonio Menéndez, “¿Dónde están nuestros agrónomos?”, El Porvenir, 5 de mayo de 1970.
123
“Los agrónomos, preparados para servir pudientes”, Excélsior, 22 de julio de 1974.
260 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

CONSIDERACIONES FINALES

El recorrido realizado en estas páginas enmarca los procesos abordados


en el resto del capitulado a partir de la conflictividad social que afectó di-
rectamente a los estudiantes de agronomía y a las instituciones en las que
esta disciplina se desarrolló. Como se ha expuesto, el gremio no estuvo al
margen de la crisis social ocurrida a finales de la década de 1960 y participó
activamente en algunos de los procesos más importantes de la vida política
del país. El Plan Chapingo fue un intento fallido por consolidar un proce-
so profesionalizante que se encontró con una crisis acumulada a lo largo
del tiempo, que hizo incompatibles las metas gubernamentales y gremiales,
llegando al punto de cuestionar la exclusividad del marco científico de la re-
volución verde. Aunque la profesionalización de la disciplina era un anhelo
compartido por los actores asociados al medio agropecuario, el momento de
su emplazamiento se entrecruzó con procesos más amplios que limitaron su
incidencia y, junto con ello, la de los exbecarios de la fr.
La frustración de los esfuerzos profesionalizantes encarnados en el
Plan Chapingo no significó un deterioro de la calidad de vida de los
exbecarios, pues ellos lograron acomodo en otros espacios dedicados fun-
damentalmente a la enseñanza, tanto en el sector privado como en el públi-
co, sin la necesidad de migrar del país; lo que quiere decir que se mantuvo
su incorporación para el desarrollo de capacidades endógenas y no se propi-
ció la fuga de cerebros. Ahora bien, la década de 1970 abrió un proceso de
transformación de la disciplina que pasó de ser una profesión de Estado
a una liberal, por lo que el perfil del profesionista comenzó a responder a
las exigencias del mercado antes que a la concreción de metas del desarrollo
nacional. Al calor de las reformas neoliberales, algunos grupos exigieron
la “privatización de la agronomía”, es decir, el otorgamiento de facilidades
para vincularse con el sector privado y no exclusivamente con el Estado.
Así se llegó al final de un ciclo en el que los intereses específicos del gremio
y el Estado fueron directamente coincidentes.
CONCLUSIONES

A lo largo de este libro se ha dado seguimiento a las trayectorias


de los becarios en ciencias agrícolas de la Fundación Rockefeller (fr) en
México, antes, durante y después de recibir los estipendios que les per-
mitieron formarse en niveles superiores en el extranjero y, más tarde, rein-
sertarse laboralmente. Se ha explicado que el influjo de la segunda guerra
mundial propició una renovación de las relaciones bilaterales entre México
y Estados Unidos, lo cual brindó un marco de movilización científica en
el que el gobierno mexicano, el gremio agronómico y la fr sumaron esfuer-
zos para el desarrollo de las capacidades de los técnicos mexicanos, como
correlato del desarrollo de las capacidades tecnológicas demandadas por la
modernización del campo. Así, se emplazó un pacto modernizador que estabi-
lizó canales para el intercambio académico entre ambos países, mismos que
fueron aprovechados de formas diferenciadas por los actores asociados: las
autoridades agrarias mexicanas, los directivos y científicos de la fr y los 214
individuos que se convirtieron en becarios.
En conjunto, los vínculos establecidos desde la fundación del Programa
Agrícola Mexicano en 1941, la creación de la Oficina de Estudios Especiales
(oee) en 1943 y su fusión con el Instituto de Investigaciones Agrícolas (iia)
para el emplazamiento del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas
(inia) en 1961, posibilitaron la articulación de un nodo mexicano en una
red transnacional de expertos dedicada a la modernización, la propagación
internacional de la revolución verde y la profesionalización de las ciencias
agrícolas. Estos procesos permitieron que México emergiera como un labo-
ratorio de experticia y que los becarios se convirtieran en mediadores entre
las instancias académicas mexicanas, estadunidenses y latinoamericanas. Su

261
262 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

identificación se construyó a partir de dedicar recursos sociales, económicos


y culturales, tiempo y energía, al establecimiento, mantenimiento y uso
de conexiones. De forma tal que su integración habilitó condiciones para
que los becarios forjaran un perfil de expertos transnacionales.
Un primer tipo de experticia se fundó en conocimientos, habilidades
y relaciones, sin depender de cualificaciones formales. Mientras que un se-
gundo tipo encontró su legitimidad en la posesión de títulos de posgrado
otorgados por universidades extranjeras. Los becarios mexicanos transitaron
por una o ambas fases, al poner en relación sus estudios con el proyecto mo-
dernizador y la profesionalización de la agronomía. Se explica, además, que
el marco institucional que gestionó la formación de los jóvenes, se caracterizó
por la contingencia y lo casuístico, y no por la existencia de lineamientos rígi-
dos ni predominancia burocrática, pues, en todo momento, se privilegiaron
las relaciones personales. Esto es válido tanto para las dependencias mexica-
nas como para la fr y algunas universidades estadunidenses. Presentar la ex-
posición puntual de estos mecanismos, requirió completar un análisis centra-
do en lo cotidiano y en el carácter de las vivencias individuales y colectivas.
El ciclo modernizador de la agricultura y la consiguiente profesionali-
zación de las disciplinas asociadas perdió vigor cuando el modelo desarro-
llista comenzó a mostrar signos de crisis en la década de 1960. A pesar de
ello, en 1965, se formuló el Plan Chapingo, una última propuesta que buscó
consolidar los objetivos trazados en la década de 1940: el incremento de la
producción, la eficiencia productiva y la formación avanzada en agronomía;
además de añadir la vinculación plena entre la enseñanza, la investigación y
el extensionismo. Sus alcances fueron limitados, pues coincidieron con movi-
lizaciones políticas de diverso tipo que cuestionaron el paradigma dominante
de la revolución verde a nivel gremial, sindical, estudiantil y científico; así
como con la verticalidad de la administración de las instituciones de investiga-
ción y enseñanza. En efecto, México logró constituirse como un laboratorio
de experticia para la revolución verde, al costo de establecer relaciones mar-
cadamente jerárquicas entre los actores asociados (véase imagen 1).
A partir de ese momento, la perspectiva del gremio se pluralizó abierta-
mente, dando el banderazo de salida para otras vertientes, como la agroeco-
logía y la etnobotánica. Amén de ello, este proceso convergió con la pérdida
de capacidad del Estado para dirigir la investigación agronómica, lo que abrió
la puerta para la inserción de los individuos en un mercado más amplio que
excedió el espacio que el gobierno reservó para ellos. El Plan Chapingo, últi-
mo gran proyecto de conducción estatal sobre la investigación, fue el blanco
CONCLUSIONES 263

Imagen 1. Logotipo del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas.


Fuente: Agricultura Técnica en México, núm. 10, 1961.

del cuestionamiento de los estudiantes y profesores que iniciaron una lenta


transición institucional que incluyó la separación de El Colegio de Postgra-
duados de la Escuela Nacional de Agricultura, la transformación de esta en
la Universidad Autónoma Chapingo y la posterior pérdida de centralidad
del gremio en el delineado de la política agraria. Esto fue evidente en el
ocaso de personajes como Marte R. Gómez o Julián Rodríguez Adame,
quienes, además, dejaron constancia de su franco rechazo hacia el activismo
estudiantil de la década de 1960.
Esta coyuntura incidió en los espacios de reconocimiento de la ex-
perticia de los exbecarios que progresivamente deslegitimó a los científicos
formados en Estados Unidos, ya que sus críticos arengaron que servían
a los intereses empresariales y no a los actores del campo mexicano. De
este modo, el perfil de los exbecarios encontró un límite que los relegó de
la centralidad de que habían gozado en las décadas anteriores e impulsó a
algunos a reinventar sus paradigmas ante los acontecimientos; proceso en
264 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

el que dieron muestra de su capacidad de autocrítica, reflexión y originali-


dad. Por todo lo anterior, este libro sostiene que el estudio de la movilidad
estudiantil, a través de los programas de becas internacionales, constituye
un mirador adecuado para seguir los distintos usos del conocimiento y su
validación para la generación de cambios sociales. Muestra también que la
educación superior, como un elemento asociado al capital simbólico, se
transforma al paso del tiempo, pues el cuestionamiento sobre el origen de la
formación de los exbecarios correspondió con la ampliación de las visiones
al interior del gremio y con la emergencia de corrientes de pensamiento
que, aunque minoritarias, se asociaron con la aspiración de los agrónomos
por asumir un lugar social distinto.
En el estudio histórico del intercambio académico, esta investigación
revela que el flujo estudiantil y los vínculos transnacionales fueron las for-
mas sociales específicas que permitieron movilizar a la revolución verde
desde las instancias intelectuales en Estados Unidos y convertir a México
en un laboratorio de experticia hacia América Latina. Dichas conexiones
se expresaron en la aceptación a la incorporación profesional de los cien-
tíficos de la fr en México, en la formación local de mexicanos y extranje-
ros en la oee y el inia, el intercambio de materiales impresos, semillas y
técnicas, a escala regional y continental, así como en la transformación de
la dimensión científica de la revolución verde, que condujo sus prácticas
a ser mostradas por la vía de días de campo, exposiciones, publicaciones,
películas e informes. México, como laboratorio de experticia, configuró
conocimientos, prácticas, jerarquías, asimetrías, estándares, publicaciones,
colecciones, bancos de semillas y un modelo formativo que asoció el traba-
jo de campo y el de laboratorio. Las investigaciones ligadas al maíz fueron
las más ambiciosas y perdurables en el ámbito científico y social. A este
desarrollo contribuyeron las experiencias de los estudiantes mexicanos en
Estados Unidos, pues consolidaron la preeminencia de México como sitio
de interés científico en ambos lados de la frontera.
Abandonar la idea de evaluar el impacto del Programa de Becas permi-
tió concentrar el análisis en los patrones de apropiación de este. Así, se argu-
menta que los itinerarios de los beneficiados por un programa de becas deben
ser explicados a partir de su recepción y no exclusivamente desde su filosofía
o metas, pues su arraigo responde a circunstancias particulares que favore-
cen la circulación de personas y sus ideas, cuyo movimiento los transforma.
De este modo, la investigación ofrece un modelo para estudiar el desarrollo
de otros programas de becas internacionales, sobre todo de aquellos que,
CONCLUSIONES 265

desprendidos de la filantropía, tomaron como inspiración al Rockefeller;


entre ellos, el Guggenheim y el Ford. Este libro registra la asimilación del
programa en ciencias agrícolas en distintos niveles: en lo individual, recupera
el interés por la construcción de una carrera profesional, en lo institucional,
devela que las dependencias agrícolas –como el inia– sustentaron su grado de
profesionalización a partir de la incorporación de un mayor número de pos-
graduados, y, finalmente, en lo gubernamental, se da cuenta de la manera en
que los secretarios de Agricultura –como Gómez y Rodríguez– anunciaron
decididamente que la revolución verde era una creación de la fr y el gobier-
no mexicano, cuya nacionalización ponía en condiciones favorables a México
para compartir su experticia, conocimientos y semillas.
Las autoridades establecieron una clara correspondencia entre los ob-
jetivos de la revolución mexicana y los de la revolución verde; a la primera
correspondió el reparto de tierras como realización de la justicia social,
mientras que a la segunda, la incorporación plena de la técnica, necesaria
para dar rienda al potencial del campo. Para 1980, la unidad de este bino-
mio fue severamente criticada por una porción del gremio que apostó por
la recuperación de prácticas tradicionales y saberes comunitarios como otras
formas técnicas de incidir en la producción. A partir de entonces, la revolu-
ción verde se desenvolvió en paralelo a la difusión de la agroecología y la
etnobotánica. Aunque coetáneas, la lógica de los paquetes industriales caló
hondo y se mantuvo como hegemónica.
Si bien esta investigación ataja un núcleo fundamental de las relacio-
nes sociales creadas durante la expansión de la revolución verde y la profe-
sionalización disciplinar, centrar el examen al grupo de becarios y, en general,
a los vínculos profesionales a niveles avanzados, generó un punto ciego para
observar con nitidez las implicaciones de la construcción de la experticia frente
a otros agentes del campo, como campesinos, ejidatarios y pequeños pro-
ductores. Queda pendiente un examen panorámico de estos encuentros
para ahondar en la explicación sobre la recepción de la revolución verde a
escala local y sus implicaciones en el largo plazo; sobre esta cuestión existen
algunos estudios regionales.1 Asimismo, falta una revisión sistemática de ar-
chivos mexicanos que brinden información sobre las dependencias adyacentes
a las estudiadas en esta obra, es decir, del Instituto Biotécnico y el iia. Cum-

1
Los más relevantes: González, Respuesta campesina, 1990; Olea, “La introducción del
maíz”, 1997; Porter, “Making the coast”, 2022; Gutiérrez, “El pulgón amarillo”, [en evalua-
ción]; Hernández, “Las otras revoluciones”, [en evaluación].
266 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

plir esta tarea permitiría contrapuntear finamente las prácticas entre estas
instituciones, la oee, el inia y el Centro Internacional de Mejoramiento
de Maíz y Trigo, además de esclarecer si sus diferencias respondieron a
un paradigma científico o a un posicionamiento político. Los hallazgos de este
libro sugieren que se trata de una mezcla. También resta explicar el desempeño
de los exbecarios en otras instituciones o áreas, cuestión importante para
enriquecer la comprensión de los procesos aquí abordados.
Junto con estas preocupaciones, es necesario revisar con particular
atención las dinámicas de intercambio escolar y académico promovidas
desde el inia con países de Asia, África y Medio Oriente. Si bien en un
principio el vínculo construido por la experticia de la oee se dirigió ha-
cia América Latina, para la década de 1960, México buscó preservar su
espacio en la génesis de la revolución verde y extendió su participación
hacia otros continentes. Esta investigación esboza las pautas generales de
estos encuentros, que partieron de la convicción del gobierno mexicano
por hacer de la revolución verde una creación nacional de la que otras
latitudes podían abrevar. Para cumplir con este propósito, sería relevante
la inclusión de documentación migratoria que acredite la llegada formal de
estos extranjeros al país; este tipo de materiales no se remitió en esta inves-
tigación por contarse con un grupo documental sólido y la base de datos
Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970), útiles para dar seguimiento a los mexicanos en
Estados Unidos y a los latinoamericanos en México. Debido a que las becas
para los originarios de otros continentes fueron conferidas por el gobierno
mexicano e instituciones diversas, los mencionados recursos no contienen
información homogénea para explicar en detalle sus trayectos.
Más allá de la dimensión histórica, el intercambio académico sigue
siendo un tema de nuestro tiempo. A lo largo del siglo xx, su principal alicien-
te fue la formación de expertos en áreas en las que no se tenía una importante
acumulación de recursos humanos y técnicos; sin embargo, una vez consoli-
dadas las instituciones nacionales, el intercambio renueva su pertinencia para
ampliar las veredas de producción del conocimiento en los distintos campos
del saber. En el mundo moderno no se puede pensar que las naciones se bastan
a sí mismas, pues el diálogo y cruce de perspectivas es permanente.
Las múltiples veredas de la revolución verde merecen ser exploradas
a plenitud por las implicaciones que mantienen en el presente, entre ellas: la
construcción de currículos académicos, el mantenimiento en el uso del pa-
quete tecnológico que se le asocia –maquinaria, fertilizantes e insecticidas– y
CONCLUSIONES 267

las consecuencias ambientales que su generalización provoca, las cuales son


palpables en la contaminación de los campos, la erosión genética vegetal y el
envenenamiento de los productores. Este libro ha buscado aportar, a partir del
rescate de la centralidad que el intercambio académico tuvo para la difusión
acelerada de sus principios. Finalmente, es adecuado añadir que en este año,
2023, se cumple el 80 aniversario de fundación de la oee, ocasión que demanda
una conmemoración crítica y propositiva sobre su herencia.
ANEXO.
LISTADO DE LOS BECARIOS EN CIENCIAS
AGRÍCOLAS DE LA FUNDACIÓN
ROCKEFELLER EN MÉXICO

Esta tabla contiene los nombres de las personas que recibieron una
beca de la Fundación Rockefeller en México para formarse en vinculación al
área de ciencias agrícolas. Se trató de 214 individuos con 284 becas; algunos
obtuvieron dos estipendios. La información proviene de la base de datos
Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefeller-endowed
Organizations (1914-1970). El criterio de filtración responde a una concep-
ción amplia de las ciencias agrícolas que no se limita a la agronomía e incluye
a la medicina veterinaria, la química, la biología y la bibliotecología especializa-
da en agricultura. El año de aprobación de la beca generalmente, pero no siem-
pre, corresponde con el momento de inicio de sus estudios en el extranjero.

268
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Aburto Márquez, Sergio 1954 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos


Acosta Carreón, Aristeo 1957 Universidad de Misuri Estados Unidos
Acosta Carreón, Aristeo 1952 Universidad de Nebraska Estados Unidos
Agramont Cota, Félix 1947 Jardín Botánico de Misuri Estados Unidos
Aguilar Yepez, Samuel 1957 Universidad de Cornell Estados Unidos
Aguilera Amezcua, Augusto 1959 Universidad de Illinois Estados Unidos
Aguilera Amezcua, Augusto 1957 Universidad Estatal de Pensilvania Estados Unidos
Aguilera Herrera, Nicolás 1951 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Agundis, Omar 1958 Universidad Estatal de Ohio Estados Unidos
Agundis, Omar 1963 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Alcalá De Stefano, Maximino Arturo 1970 Universidad Estatal de Oregón Estados Unidos
Álvarez Luna, Eduardo 1957 Universidad de Cornell Estados Unidos
Álvarez Luna, Eduardo 1953 Universidad de California Estados Unidos
Álvarez Valadez, Salvador 1963 Universidad Purdue Estados Unidos
Amaya Celis, Alfonso Arnoldo 1962 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Amaya Celis, Alfonso Arnoldo 1967 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Anaya Garduño, Manuel 1969 Universidad de California Estados Unidos
Andrade, Francisco Jacinto 1960 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Ángeles Arrieta, Hermilo Hugo 1958 Universidad de Nebraska Estados Unidos
Ángeles Arrieta, Hermilo Hugo 1962 Universidad de California Estados Unidos
Angli, José Soto 1961 Universidad Purdue Estados Unidos
Arellano Sota, Carlos 1965 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Arias Lujan, Emil 1965 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Arroyo Ramos, David 1968 Universidad Nacional de Colombia Colombia


Arvizu Rosales, Zeferino 1957 Universidad Estatal de Utah Estados Unidos
Barriga Solorio, Celio 1957 Universidad Estatal de Michigan Estados Unidos
Barriga Solorio, Celio 1964 Universidad Estatal de Misisipi Estados Unidos
Bixler, Edsel George 1960 Universidad de Maryland Estados Unidos
Bixler, Edsel George 1964 Universidad Estatal de Michigan Estados Unidos
Brambila De la Mora, Sergio 1962 Universidad de California Estados Unidos
Brauer Herrera, Oscar 1960 Universidad de Gotinga Alemania
Brauer Herrera, Oscar 1954 Universidad de California Estados Unidos
Bravo J., Francisco O. 1968 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Breceda, Miguel Ángel 1951 Universidad de California Estados Unidos
Bucio Alanís, Lauro 1954 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Caballero Deloya, Miguel 1963 Universidad Estatal de Carolina del Norte Estados Unidos
Cabello Frías, Eduardo 1964 Universidad de Cornell Estados Unidos
Campos Tierrafria, Alfredo 1948 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Campos Tierrafria, Alfredo 1954 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Campos Vela, Armando VI 1961 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Campos Vela, Armando VI 1963 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Canales López, Horacio 1955 Universidad de Maine Estados Unidos
Cárdenas Ramos, Francisco 1958 Universidad Estatal de Michigan Estados Unidos
Cárdenas Ramos, Francisco 1952 Universidad Estatal de Colorado Estados Unidos
Carmona Ruiz, Gildardo 1961 Universidad de Tennessee Estados Unidos
Carrillo Sánchez, José Luis 1960 Universidad Estatal de Oregón Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Carrillo Sánchez, José Luis 1963 Universidad de California Estados Unidos


Casas Diaz, Eduardo 1963 Universidad Estatal de Carolina del Norte Estados Unidos
Casas Diaz, Eduardo 1959 Universidad Estatal de Carolina del Norte Estados Unidos
Casas Pérez, Manuel 1963 Universidad de Nebraska Estados Unidos
Castilla Chacón, Federico 1951 Programa Agrícola Colombiano Colombia
Castro Estrada, Rubén 1953 Universidad de Texas A&M Estados Unidos
Castro Gil, Mario 1964 Universidad de Nebraska Estados Unidos
Cervantes Romo, Javier 1957 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Cervantes Romo, Javier 1950 Universidad de California Estados Unidos
Chan, Ricardo Moreno 1959 Universidad Estatal de Michigan Estados Unidos
Chávez Ruiz, Sabino 1958 Universidad Estatal de Oklahoma Estados Unidos
Chávez Ruiz, Sabino 1963 Universidad Purdue Estados Unidos
Chena González, Rodolfo 1960 Universidad de Cornell Estados Unidos
Chena González, Rodolfo 1956 Universidad de California Estados Unidos
Coronel Torres, Fernando 1962 Universidad Estatal de Ohio Estados Unidos
Correa Girón, Eduardo Pablo 1966 Universidad de Texas Estados Unidos
Cortés Iturbe, Alfonso 1947 Universidad de California Estados Unidos
Cota Agramont, Oscar 1962 Universidad de Nebraska Estados Unidos
Covarrubias Celis, Ramón 1956 Universidad de Nebraska Estados Unidos
Crispín Medina, Alfonso 1957 Universidad de California Estados Unidos
Crispín Medina, Alfonso 1954 Universidad de Idaho Estados Unidos
Cuca García, Manuel 1958 Universidad Estatal de Washington Estados Unidos
Cuca García, Manuel 1963 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Dávila Guzmán, Edmundo 1959 Universidad de Minnesota Estados Unidos


De Alba Flores, Gabino 1961 Universidad de Texas A&M Estados Unidos
De Alba Flores, Gabino 1958 Universidad Purdue Estados Unidos
De la Fuente Villarreal, Jesús Mario 1956 Universidad de Cornell Estados Unidos
De la Fuente Villarreal, Jesús Mario 1960 Universidad de Cornell Estados Unidos
De la Garza Cabello, José Alberto 1963 Universidad Estatal de Michigan Estados Unidos
De la Puente Espinosa, José María 1949 Universidad de California Estados Unidos
De las Casas Aguirre, Ernesto 1959 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Delgado Sánchez, Santiago 1958 Universidad de California Estados Unidos
Delgado Sánchez, Santiago 1963 Universidad de California Estados Unidos
Díaz Castro, Gabriel 1963 Universidad Estatal de Kansas Estados Unidos
Díaz Santana, Gilberto 1962 Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas Costa Rica
Díaz, Heliodoro 1970 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Echegaray Alemán, Alfredo 1962 Universidad de California Estados Unidos
Elías Barragán, Luis Alberto 1965 Universidad Estatal de Kansas Estados Unidos
Enkerlin Schallenmueller, Dieter 1950 Universidad de Cornell Estados Unidos
Enkerlin Schallenmueller, Dieter 1954 Universidad de Texas A&M Estados Unidos
Escriva Soto, José Luis Francisco 1965 Universidad de Texas A&M Estados Unidos
Esparza Borges, Heberto 1964 Universidad de California Estados Unidos
Espino Tejeda, Silvestre 1958 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Félix Valdés, Luis Carlos 1946 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Fernández González, Ramón 1957 Universidad de California Estados Unidos
Fernández González, Ramón 1963 Universidad de California Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Ferrer Fernández, Mario 1958 Universidad Estatal de Luisiana Estados Unidos


Ferrer Fernández, Mario 1964 Universidad Purdue Estados Unidos
Flores Cáceres, Silverio 1961 Universidad Estatal de Luisiana Estados Unidos
Flores Cáceres, Silverio 1957 Universidad Estatal de Luisiana Estados Unidos
Flores Reyes, Isaías P. 1957 Universidad de California Estados Unidos
Flores Reyes, Isaías P. 1962 Universidad Estatal de Pensilvania Estados Unidos
Fuentes Fuentes, Santiago 1962 Universidad de California Estados Unidos
Galindo Alonso, Jorge 1960 Universidad de California Estados Unidos
Galindo Alonso, Jorge 1956 Universidad de Virginia Occidental Estados Unidos
Gallardo Pichardo, Lauro 1954 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Gamboa Domínguez, Carlos Alejandro 1967 Universidad Católica de América Estados Unidos
Gaona Rodríguez, Homero 1957 Universidad de Cornell Estados Unidos
Gaona Rodríguez, Homero 1964 Universidad Texas A&M Estados Unidos
García Lagos, Ricardo 1963 Universidad de California Estados Unidos
García Martell, Celso 1963 Universidad de Hawái Estados Unidos
García Sánchez, Alfredo 1960 Universidad Estatal de Kansas Estados Unidos
García Sánchez, Alfredo 1955 Universidad de Manitoba Canadá
Garza Chapa, Raúl 1963 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Garza Falcón, Eduardo R. 1958 Universidad Estatal de Colorado Estados Unidos
Garza Montemayor, Antonio 1958 Universidad de Georgia Estados Unidos
Garza Treviño, Ricardo 1961 Universidad Purdue Estados Unidos
Garza Treviño, Ricardo 1958 Universidad de California Estados Unidos
Gil Flores, Javier 1958 Universidad Purdue Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Gil Flores, Javier 1963 Universidad Purdue Estados Unidos


Godoy Calleros, Ramón Javier 1970 Universidad Estatal de Colorado Estados Unidos
González Alanís, Martín H. 1960 Universidad Estatal de Utah Estados Unidos
González Sierra, Gustavo 1948 Universidad de California Estados Unidos
Granados Reynaud, Gonzalo 1963 Universidad Estatal de Kansas Estados Unidos
Guerrero Sandoval, Daniel 1959 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Guevara Calderón, José 1955 Universidad Estatal de Ohio Estados Unidos
Guevara Calderón, José 1948 Universidad Estatal de Ohio Estados Unidos
Hernández Baumgarten, Eliseo Manuel 1964 Universidad de California Estados Unidos
Hernández Bravo, Guillermo 1959 Universidad Estatal de Pensilvania Estados Unidos
Hernández Bravo, Guillermo 1965 Universidad de California Estados Unidos
Hernández Flores, Alfonso 1951 Universidad de California Estados Unidos
Hernández Hernández, Horacio 1964 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Hernández Hernández, Horacio 1969 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Hernández Xolocotzi, Efraím 1956 Universidad de Harvard Estados Unidos
Hernández Xolocotzi, Efraím 1947 Universidad de Harvard Estados Unidos
Hidalgo Arrecillas, Raúl 1959 Universidad de Texas A&M Estados Unidos
Hidalgo Mendoza, Marco Antonio 1963 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Iruegas Evaristo, Andrés Alfredo 1967 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Jasso Mata, Jesús 1965 Universidad Estatal de Carolina del Norte Estados Unidos
Jiménez Sánchez, Leobardo 1960 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Kato Yamakake, Takeo Ángel 1962 Universidad Estatal de Carolina del Norte Estados Unidos
Kohashi Shibata, Josué 1961 Universidad de Harvard Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Kohashi Shibata, Josué 1957 Universidad de Cornell Estados Unidos


Laborde Cancino, José Antonio 1965 Universidad de California Estados Unidos
Lazo de la Vega, José Luis 1955 Universidad de Texas A&M Estados Unidos
Leal Díaz, Jaime 1956 Universidad de California Estados Unidos
Leal Díaz, Jaime 1960 Universidad de California Estados Unidos
León Gallegos, Héctor Manuel 1964 Universidad Purdue Estados Unidos
León Manzo, Ricardo 1961 Universidad de California Estados Unidos
León Ochoa, Horacio 1962 Universidad Estatal de Michigan Estados Unidos
López Frías, Luis César 1960 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Loredo Goytortua, Joaquín 1945 Universidad de Cornell Estados Unidos
Maldonado Amaya, Uriel 1969 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Manjarrez Hernández, Antonio 1954 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Marino Ambrosio, Antonio 1963 Universidad de Harvard Estados Unidos
Marino Ambrosio, Antonio 1946 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Márquez Mayaudon, Carlos 1958 Universidad Estatal de Colorado Estados Unidos
Márquez Sánchez, Fidel 1962 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Márquez Sánchez, Fidel 1966 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Martínez Medina, Lorenzo 1949 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Martínez Salazar, Eugenio 1960 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Martínez Salazar, Eugenio 1956 Universidad Estatal de Michigan Estados Unidos
Martínez, Gregorio 1960 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Mathieu Veillard, Jean Mario 1959 Universidad de Illinois Estados Unidos
Mathieu Veillard, Jean Mario 1963 Universidad de Illinois Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Meléndez de la Garza Schroeder, María de 1946 Universidad de Minnesota Estados Unidos


Merigo Jane, Salvador 1946 Servicio de Conservación de Suelos Estados Unidos
Merino Irigoyen, Rubén 1961 Universidad Estatal de Pensilvania Estados Unidos
Merino Zúñiga, Héctor 1964 Universidad Estatal de Oklahoma Estados Unidos
Michel Castañeda, Juan Manuel 1952 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Miranda Colín, Salvador 1961 Universidad de California Estados Unidos
Miyamoto Matsumoto, Blanca Estela 1964 Universidad Católica de América Estados Unidos
Molina Galán, José Domingo 1965 Universidad Estatal de Carolina del Norte Estados Unidos
Moncada de la Fuente, Jesús 1962 Universidad Estatal de Carolina del Norte Estados Unidos
Montes Gutiérrez, Hermilo 1959 Universidad Estatal de Carolina del Norte Estados Unidos
Morales Ramos, Daniel 1959 Universidad de Cornell Estados Unidos
Moreno Martínez, Ernesto 1966 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Morilla González, Antonio 1969 Universidad de Texas A&M Estados Unidos
Muñoz Flores, Ignacio 1962 Universidad de California Estados Unidos
Muñoz Garza, Juan Manuel 1960 Universidad de Nebraska Estados Unidos
Muñoz Garza, Juan Manuel 1957 Universidad de Nebraska Estados Unidos
Muñoz, José Mauricio 1947 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Murillo Peralta, Gabriel 1950 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Nadurille Téllez, Ramón 1962 Universidad Rutgers Estados Unidos
Narváez Morales, Ignacio 1949 Universidad Estatal de Kansas Estados Unidos
Narváez Morales, Ignacio 1954 Universidad Purdue Estados Unidos
Navarro Franco, Manuel 1960 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Navarro Franco, Manuel 1965 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Nieto Hatem, Jorge 1960 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos


Nieto Hatem, Jorge 1956 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Nieto, Víctor 1960 Universidad de California Estados Unidos
Núñez Escobar, Roberto 1959 Universidad de California Estados Unidos
Núñez Escobar, Roberto 1964 Universidad Estatal de Carolina del Norte Estados Unidos
Olmos Barrera, Gil 1961 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Ortega Andapia, Alfonso Carlos 1961 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Ortega Cantero, Benjamín 1945 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Ortega Castro, Jacobo 1958 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Ortega Castro, Jacobo 1956 Universidad Estatal de Oklahoma Estados Unidos
Ortega Corona, Alejandro 1957 Universidad Estatal de Ohio Estados Unidos
Ortega Corona, Alejandro 1953 Universidad Estatal de Ohio Estados Unidos
Ortega Torres, Enrique 1956 Universidad de Illinois Estados Unidos
Ortega Torres, Enrique 1948 Universidad Estatal de Misisipi Estados Unidos
Ortiz Cereceres, Joaquín 1961 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Ortiz Cereceres, Joaquín 1965 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Pacheco Mendívil, Francisco 1957 Universidad de Illinois Estados Unidos
Pacheco Mendívil, Francisco 1952 Universidad de Massachusetts Estados Unidos
Padilla Aranda, Rafael 1959 Universidad de Massachusetts Estados Unidos
Padilla González, Everardo 1967 Universidad de Florida Estados Unidos
Palacios Avilés, Raúl 1947 Universidad Estatal de Kansas Estados Unidos
Patiño Méndez, Graciano 1960 Universidad de California Estados Unidos
Patiño Méndez, Graciano 1956 Universidad de Maryland Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Peregrina Robles, Rodolfo Plinio 1946 Universidad de Cornell Estados Unidos


Pérez Rincón, Rubén 1957 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Pérez Ugalde, Gelacio 1961 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Pérez Ugalde, Gelacio 1966 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Pineda, Reynaldo Luis 1961 Universidad de Hawái Estados Unidos
Puente Berumen, Jesús Armando 1965 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Puente Flores, Fidencio 1958 Universidad Estatal de Oklahoma Estados Unidos
Puente Flores, Fidencio 1962 Universidad Estatal de Carolina del Norte Estados Unidos
Puertas Fabila, José Luis 1950 Universidad de Cornell Estados Unidos
Quilantan Villarreal, Leodegario 1965 Universidad Purdue Estados Unidos
Quintana Rodríguez, Rodolfo 1956 Universidad Estatal de Kansas Estados Unidos
Quiñones Leyva, Marco Antonio 1966 Universidad de Manitoba Canadá
Quiñones Leyva, Marco Antonio 1969 Universidad de Manitoba Canadá
Ramírez Genel, Marcos 1955 Universidad de Cornell Estados Unidos
Ramírez Genel, Marcos 1950 Universidad de Cornell Estados Unidos
Ramírez Paz, Félix 1960 Universidad Purdue Estados Unidos
Reta P., Gustavo 1961 Universidad Purdue Estados Unidos
Reyes Castañeda, Pedro 1956 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Rivera Camarena, Jorge Enrique 1956 Universidad Estatal de Washington Estados Unidos
Rivera Camarena, Jorge Enrique 1960 Universidad de Florida Estados Unidos
Rivera Cruz, Eduardo 1961 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Robles Gutiérrez, Leonel 1945 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Rodríguez García, Ariel 1957 Universidad de Cornell Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Rodríguez Valdés, Antonio Eliseo 1957 Universidad Purdue Estados Unidos


Rodríguez Valdés, Antonio Eliseo 1953 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Rodríguez Vallejo, José 1944 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Rojas Garcidueñas, Manuel 1954 Universidad de Minnesota Estados Unidos
Romero Cova, Sebastián 1959 Universidad de Virginia Occidental Estados Unidos
Romero Cova, Sebastián 1964 Universidad de California Estados Unidos
Romo Garza, Carlos 1949 Universidad de Misuri Estados Unidos
Rosado Espinosa, Humberto 1948 Universidad de Illinois Estados Unidos
Rosado Espinosa, Humberto 1954 Universidad de Cornell Estados Unidos
Ruanova Hernández, Alfonso 1957 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Ruíz Díaz, Roberto 1966 Universidad Purdue Estados Unidos
Sánchez Carrillo, Federico A. 1969 Universidad de Cornell Estados Unidos
Sánchez Durón, Arturo 1957 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Sánchez Durón, Nicolás 1947 Universidad de Cornell Estados Unidos
Sánchez Durón, Nicolás 1952 Universidad de Cornell Estados Unidos
Santamaría, Rodolfo 1949 Universidad de California Estados Unidos
Serrano Palencia, José Luis 1961 Universidad de Nebraska Estados Unidos
Servín Sevilla, Leopoldo Francisco 1954 Universidad Estatal de Pensilvania Estados Unidos
Shimada Miyasaka, Armando 1967 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Shuneman-Hofer de Aluja, Aline 1960 Universidad de Pensilvania Estados Unidos
Sifuentes Aguilar, Juan Antonio 1956 Universidad Estatal de Kansas Estados Unidos
Sifuentes Aguilar, Juan Antonio 1960 Universidad Estatal de Kansas Estados Unidos
Silos, José S. 1959 Universidad de Cornell Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Solana Martagón, Pedro 1961 Universidad de Wisconsin Estados Unidos


Teliz Ortíz, Daniel 1961 Universidad de California Estados Unidos
Teliz Ortíz, Moisés 1957 Universidad de Cornell Estados Unidos
Teliz Ortíz, Moisés 1960 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Terrrazas Loyola, José 1947 Universidad de Massachusetts Estados Unidos
Tijerina Menchaca, Artemio 1966 Universidad Estatal de Pensilvania Estados Unidos
Torres Bernal, Carlos 1965 Universidad de Wisconsin Estados Unidos
Torres Bernal, Carlos 1970 Universidad de California Estados Unidos
Turrent Fernández, Antonio 1964 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Valenzuela Robles, Gilberto 1966 Universidad Estatal de Utah Estados Unidos
Vázquez González, José Trinidad 1959 Universidad de California Estados Unidos
Vázquez González, José Trinidad 1964 Universidad de California Estados Unidos
Vázquez Guillén, Gregorio 1961 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Vázquez Guillén, Gregorio 1956 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Vázquez Mancinas, Felipe 1963 Universidad de California Estados Unidos
Vega Gutiérrez, Juan Donald 1969 Universidad Estatal de Utah Estados Unidos
Vela Cárdenas, Mario 1965 Universidad Estatal de Iowa Estados Unidos
Velasco Molina, Hugo Alejo 1962 Universidad de Texas A&M Estados Unidos
Velasco, Marcial 1960 Universidad Estatal de Oklahoma Estados Unidos
Velasco, Marcial 1963 Universidad de California Estados Unidos
Velásquez Gallardo, Pablo 1964 Universidad de Columbia Estados Unidos
Vélez, Joel Rodríguez 1969 Universidad de Florida Estados Unidos
Villanueva Barradas, Juan Rigoberto 1962 Universidad de California Estados Unidos
Año de
Nombre aprobación Institución receptora País

Villanueva Barradas, Juan Rigoberto 1964 Universidad de California Estados Unidos


Villarreal Quiroga, Oscar 1965 Universidad de Queensland Australia
Villegas Moreno, Evangelina 1961 Universidad Estatal de Kansas Estados Unidos
Villegas Moreno, Evangelina 1964 Universidad Estatal de Dakota del Norte Estados Unidos
Villegas Soto, Mariano 1945 Universidad de Cornell Estados Unidos
Walls Armijo, Fernando 1953 Universidad de Harvard Estados Unidos
Wing Martínez, Marco Antonio 1959 Universidad de Nebraska Estados Unidos
Zertuche Ríos, Raúl Fernando 1967 Universidad Católica de América Estados Unidos
LISTA DE REFERENCIAS

ARCHIVOS

agn Archivo General de la Nación, Ciudad de México.


ah-unam Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma
de México, Ciudad de México.
aph American Philosophical Society, Pensilvania, Estados Unidos.
bc-uc Bancroft Library, Universidad de California, Berkeley,
Estados Unidos.
cemos Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista
A. C., Ciudad de México.
cirma Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica,
Antigua, Guatemala.
rac Rockefeller Archive Center, Nueva York, Estados Unidos.
sl-uc Shields Library, Universidad de California, Davis, Estados
Unidos.
ua-sc-ncsu University Archives, Special Collections, Universidad Esta-
tal de Carolina del Norte; Raleigh, Estados Unidos.
ua-sp-osu University Archives, Special Collections, Universidad Esta-
tal de Ohio; Columbus, Estados Unidos.

BIBLIOTECAS Y HEMEROTECAS

Bancroft Library, Universidad de California, Berkeley, Estados Unidos.


Biblioteca Central de El Colegio de Postgraduados, Texcoco, Estado de México.

282
FUENTES CONSULTADAS 283

Biblioteca Central de la Universidad Autónoma Chapingo, Texcoco, Estado


de México.
Biblioteca del Archivo General Agrario, Ciudad de México.
Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, Ciudad de México.
Colección Latinoamericana Nettie Lee Benson, Universidad de Texas,
Austin Estados Unidos.
Hemeroteca Nacional de México, Ciudad de México.
New York Public Library, Nueva York, Estados Unidos.
Shields Library, Universidad de California, Davis, Estados Unidos.

BASE DE DATOS

Base de datos Rockefeller Fellows. Individual Mobility Awards at Rockefe-


ller-endowed Organizations (1914-1970). Publicación: 2023. Para cono-
cer más sobre este instrumento, véase https://rockfellows.hypotheses.org/.

HEMEROGRAFÍA

Agricultura Técnica en México, México.


California Aggie, Estados Unidos.
Combate, México.
Crónica, México.
El Dictamen, México.
El Imparcial, Guatemala.
El Informador, México.
El Machete, México.
El Nacional, México.
El Porvenir, México.
El Universal, México.
Espejo, México.
Excélsior, México.
Guion Agrario, México.
Historia y Sociedad, México.
La Voz de México, México.
Mañana, México.
Novedades, México.
284 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Política, México.
Problemas Agrícolas e Industriales de México, México.
Punto Crítico, México.
Siempre!, México.
The Sunday Mail, Australia.
The Union, Estados Unidos.
Tiempo, México.
Tricolor, México.

ENTREVISTAS

Entrevista a Takeo Ángel Kato Yamakake, realizada por Diana Alejandra


Méndez Rojas, 4 de noviembre de 2021, El Colegio de Postgraduados,
Estado de México.
Entrevista a Antonio Turrent Fernández, realizada por Diana Alejandra
Méndez Rojas, 18 de mayo de 2020, a través de Skype.
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ÍNDICE DE GRÁFICAS, CUADROS, MAPA E IMÁGENES

CAPÍTULO 1
Imagen 1. Cartón de “Chon”.  46
Imagen 2. Cortes transversales de “Maíz Granada”, una variedad trabajada por
Pandurang Khankhoje. 55

CAPÍTULO 2
Imagen 1. Biblioteca de la oee en 1952.  76
Gráfica 1. Nacionalidad de los becarios de la fr en la oee, 1948-1961. 80
Imagen 2. Centro de reparación de tractores y vehículos perteneciente a la oee. 88
Imagen 3. Cena en honor de visitantes a la oee.  93
Imagen 4. Miembros del Comité de Preservación de Variedades Indígenas de Maíz
examinando una colección de maíz nativo en la ena.  101

CAPÍTULO 3
Mapa 1. Lugar de nacimiento de los becarios mexicanos. 113
Gráfica 1. Institución de egreso de estudios de licenciatura. 117
Gráfica 2. Título de estudios de licenciatura de los becarios. 119
Imagen 1. Quema del libro en la década de 1930 en la ena.  123
Gráfica 3. Institución de empleo al momento de recibir la beca, 1944-1970. 134
Gráfica 4. Rango de aprobación de las becas por década. 135
Gráfica 5. Rangos de edad al momento de obtener la beca, 1944-1970. 135
Imagen 2. Fotografía que acompaña la solicitud de beca de Aline Shunemann-
Hofer de Aluja, quien recibió su estipendio en 1960 a los 39 años.  137
Gráfica 6. Rango de duración de las becas en meses, 1944-1970. 139
Gráfica 7. Institución receptora de los becarios, 1944-1970. 140

307
308 MODERNIZACIÓN NACIONAL, EXPERTICIA TRANSNACIONAL

Imagen 3. Representación de algunos tipos de nudos heterocigotos


en la tesis de Takeo Ángel Kato Yamakake.  147
Imagen 4. Equipo de trabajo del Programa Interamericano
de Mejoramiento de Maíz.  149

CAPÍTULO 4
Imagen 1. Blanca Estela Miyamoto Matsumoto en 1963,
a los 22 años de edad.  162
Imagen 2. Familia Villarreal en 1966.  165
Imagen 3. Página del California Aggie, vol. 56, núm. 33, 23 de mayo de 1957. 197
Imagen 4. Fotografía de The Union, 4 de mayo de 1961. 200

CAPÍTULO 5
Cuadro 1. Empleados del inia. 212
Imagen 1. Día de demostración en El Horno, Texcoco,
Estado de México, 1961.  220
Imagen 2. Biología de la palomilla de la papa Gnorimoschema operculellal.223
Imagen 3. Mantas de apoyo a la huelga del inia, 1975.  228

CAPÍTULO 6
Cuadro 1. Montos asignados al Plan Chapingo. 241
Imagen 1. Contingente de “chapingueros” en las movilizaciones de 1968.  250
Imagen 2. Carta a la opinión pública de profesores de la Escuela Nacional
de Agricultura, 1968.  252

CAPÍTULO 7
Imagen 1. Logotipo del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas.  263
SOBRE LA AUTORA

Diana Alejandra Méndez Rojas

Es investigadora posdoctoral del Centro de Investigaciones sobre América


Latina y el Caribe de la unam; doctora en Historia Moderna y Contemporá-
nea por el Instituto Mora; miembro del Sistema Nacional de Investigadores,
nivel 1. Integrante de la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana y
Caribeña de Historia Ambiental y del Comité Ejecutivo de la Agricultural
History Society. Forma parte del Consejo Editorial de Oficio. Revista de Historia
e Interdisciplina, de la Universidad de Guanajuato. Sus investigaciones han sido
reconocidas y financiadas por el Rockefeller Archive Center, la Latin Ameri-
can Studies Association (en dos ocasiones), la Agricultural History Society, la
American Society for Environmental History, la Secretaría de Relaciones Ex-
teriores, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de
México y la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación.

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Modernización nacional, experticia transnacional: itinerarios de los becarios
en ciencias agrícolas de la Fundación Rockefeller en México, 1940-1980.
Edición realizada a cargo de la Subdirección de Publicaciones
del Instituto Mora. En ella participaron:
corrección de estilo, Claudia Nava;
corrección de pruebas, Omar Campa y Estela García;
diseño de portada, Natalia Rojas;
formación de páginas, Brenda Ocampo;
cuidado de la edición, Claudia Nava y Natalia Macías.

Fecha de aparición en formato PDF


el 24 de mayo de 2024.

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