Tema 4.4
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EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS AMERICANAS. EL
LEGADO ESPAÑOL EN AMÉRICA
LA INDEPENDENCIA DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA
A principios del siglo XIX y después de tres siglos de dominación colonial, los territorios
españoles en América alcanzaron su independencia, con excepción de Cuba y Puerto Rico,
que lo harán en 1898.
El movimiento revolucionario se inició al igual que en España, en 1808, como consecuencia del
vacío de poder producido por la invasión napoleónica. En América se formaron juntas que,
como en España, simbolizaban la resistencia política y tomaban sus propias decisiones ante la
ausencia de autoridad de una metrópoli que a su vez había sido invadida.
1.- La madurez alcanzada por la mayoría de los pueblos iberoamericanos, simbolizada en los
criollos, que eran americanos de origen español que habían configurado una burguesía local
con ansias de prosperar, de liberarse del mercado exclusivo impuesto por España y de obtener
el control político de los virreinatos españoles. En este grupo se va creando una conciencia
emancipadora.
2.- La crisis del régimen político en la metrópoli, con la ya mencionada crisis de autoridad, junto
con sus abusos y negligencia respecto a la cuestión colonial que tuvo el posterior reinado de
Fernando VII, incapaz de controlar el ya imparable proceso de independencia.
3.- La relación de los criollos con los centros políticos y culturales liberales de Europa y
América, de donde recibieron Influencia del pensamiento liberal.
5.- El ejemplo previo que había supuesto la independencia de Estados Unidos, en 1776.
Para España:
Desde el punto de vista político, la pérdida de gran parte del imperio americano confirmaba a
España como una potencia de segundo orden tras su pérdida de la hegemonía en Europa a
principios del siglo anterior.
Para América:
Concluida la independencia, los criollos se encuentran con la necesidad de sentar las bases de
un nuevo orden político. Bolívar, simultáneamente a las campañas militares, había intentado
dotar de instituciones estables a los nuevos Estados. Intentó la confederación de Estados
americanos en torno a la Gran Colombia (Colombia, Ecuador y Venezuela), para lo que
convocó a todos los delegados de las nuevas naciones, incluso a EE.UU., a la Conferencia de
Panamá (1826), pero dicha Conferencia se disolvió sin haber obtenido ningún resultado, ya que
los nuevos territorios fueron incapaces de superar los intereses particulares. La divergencia de
criterios sobre unidad e igualdad de razas, las disputas territoriales y otros conflictos,
provocaron la progresiva fragmentación de los antiguos virreinatos españoles en nuevos
Estados independientes.
La realidad fue que de manera progresiva pero imparable, el viejo colonialismo español irá
siendo relevado en Latinoamérica por un neocolonialismo estadounidense a finales del siglo
XIX y a lo largo del siglo XX.
Los más de trescientos años de presencia española en América dejaron una influencia decisiva
sobre el territorio y sus habitantes, cuya manifestación cultural más evidente fue la presencia
de la lengua española, un puente de comunicación entre el viejo y el nuevo mundo en la
actualidad. Pero también es cierto que la presencia española interrumpió la evolución de un
modelo cultural, político y económico autóctono y América se tuvo a los nuevos patrones
impuestos por la metrópoli.
Por otro lado, desde el punto de vista religioso, la labor de una intensa evangelización,
impulsada desde la Corona española y protagonizada por la presencia de numerosas órdenes
religiosas, con especial protagonismo de los jesuitas, impuso la fe católica entre las
poblaciones americanas. La religión, que en ocasiones había dado cobertura justificadora y
legitimidad para el dominio español durante la conquista y ocupación, también se convertirá en
un instrumento de liberación en el futuro por su papel de denuncia ante las situaciones de
pobreza y desigualdad social que persisten hoy en día.
Desde el punto de vista político, el incipiente régimen liberal español, iniciado con la
Constitución de Cádiz, dejó su huella en América al tratar de integrar a sus poblaciones en el
nuevo sistema constitucional. La vuelta del absolutismo a España y la independencia
americana frustraron este proceso, pero determinó los objetivos políticos de los líderes de la
independencia, al querer dotar a sus nuevos Estados de regímenes liberales, que sin embargo
terminaron derivando, en la práctica, en regímenes oligárquicos en manos de minorías
poderosas. La futura inestabilidad política en la antigua América española, con frecuentes
intervenciones militares en la vida política, será otra herencia española.