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Política y Cultura

ISSN: 0188-7742
[email protected]
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad
Xochimilco
México

Cid Capetillo, Ileana


Más sobre el debate acerca de la globalización
Política y Cultura, núm. 15, primavera, 2001, p. 0
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26701504

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Más sobre el debate acerca de la globalización

Más sobre el debate acerca de la globalizació


Ileana Cid Capetil

La comprensión de lo que ocurre hoy en el mundo plantea un reto al individuo


particular, a la sociedad y, lo que nos incumbe directamente, a la disciplina de
Relaciones Internacionales. En este texto se discute específicamente este últim
nivel, puesto que se constata que aún persiste un agitado debate respecto a la
naturaleza, conceptualización y teorización sobre la realidad presente en estos
albores del siglo xxi. Esa realidad es la globalización.

Introducción

En los últimos años del siglo pasado, o quizá en las dos más recientes décadas,
tanto en la literatura como en los foros de discusión académica y en los discurs
políticos dos temas se delinearon como dominantes: el del fin de la Guerra Fría
el de la constitución –o drástica manifestación– de la globalización. Finalmente
ambos, por amalgamiento histórico, se presentaron de tal manera que se llegaro
a confundir en uno solo. Sin embargo, el primero, desde mi muy particular
perspectiva, se subsume en el segundo, puesto que el desarrollo de los procesos
que tendían a la formación de la política global se producen en el contexto del
capitalismo desde que se delinean los rasgos principales de su crisis en la décad
de los setenta, la cual lo obliga a su readaptación, de suerte que el agotamiento
del modelo del “socialismo real” se empata, a finales de la siguiente década, co
esa situación, por lo que sus seguidores nacionales, al abandonarlo, se vieron
arrastrados por el torrente de la economía de “libre mercado” que poco se pare
a la del siglo XIX y que, por el contrario, tenía una connotación histórica muy
particular en la globalización.
Una de la primeras cuestiones que saltan al abordar este tema en cualquiera de
tres foros antes enunciados, es la de la visión maniquea que divide a la socieda
entre aquéllos que no sólo la aceptan sino que la perciben como la oportunidad
más atractiva y prometedora que se le pueda presentar al mundo en el momento
actual (“globalifílicos”) y quienes, en el extremo opuesto, la visualizan como u
Más sobre el debate acerca de la globalización

acción voluntariamente ejecutada por el círculo más estrecho de los detentador


del poder con el objetivo de fortalecer las condiciones que le permitan afianzar
a expensas de las mayorías desprotegidas e inermes ante sus embates, por lo qu
esta política es el peligro más inmediato pudiendo ser desmantelada mediante u
acción concertada (“globalifóbicos”).
La segunda cuestión que conviene revisar es la que plantea que la novedad, en
cuanto a la presencia de la globalización, no es cierta, puesto que si la
entendemos como un proceso éste se inicia por lo menos hace cinco siglos
cuando la extensión de la sociedad europea por el resto del mundo provoca la
diseminación del capitalismo por todo el planeta, entendido como el “globo”. E
este sentido, el término en uso es totalmente incorrecto puesto que debe ser
entendido como “mundialización”, la cual se ha desarrollado en un continuum
desde que Enrique el Navegante promueve las expediciones portuguesas, a las
cuales sucederán las de Cristóbal Colón, financiado por la Corona española, qu
llevan al conocimiento de América y de nuevas rutas para llegar a puntos
distantes de Asia y África. La incorrección, se dice, deriva también del hecho d
estar utilizando un término de uso común en un idioma ajeno al nuestro –el
inglés– en el cual tiene sentido pero que al traducirse literalmente a nuestra
lengua constituye un anglicismo “chocante”.
En una perspectiva más realista y, diríamos, objetiva, considero que frente a la
primera cuestión no conviene ni interesa adoptar una postura de aceptación
(idolátrica), ni tampoco de rechazo a ultranza. La globalización está presente y
tiene condiciones objetivas que nos obligan a estudiarla y entenderla incluso pa
definir y adoptar una línea de acción congruente y eficaz, y esto es válido tanto
para quienes nos ubicamos en la academia como para quienes tienen una prácti
política pública o privada, gubernamental o social.
Y, de cara a la segunda cuestión planteada, me parece que deberíamos precisar
conjunto de planteamientos analíticos que demuestren que en esas afirmacione
se incurre en equívocos que deben ser superados para permitir el avance en la
discusión en la teoría de Relaciones Internacionales.
Por principio, coincido con Wolfgang Marschall cuando señala que la
[1]
globalización es una etapa más del capitalismo, esto es: desde que este mod
de producción surge en Europa a finales del siglo XV, ha atravesado una serie
Más sobre el debate acerca de la globalización

[2]
etapas que están contenidas en ciclos de largo, medio y corto plazo, en los
cuales se producen fenómenos, procesos y hechos históricos producto de la
acción de los sujetos, actores o agentes que los conducen a través de estructura
instituciones o instrumentos, los cuales están racionalizados de acuerdo con su
intereses y/o necesidades en un momento histórico determinado. La versatilida
con que se manifiestan, las máscaras con que se ocultan, la complejidad de
interrelacionamiento de los sujetos, procesos y estructuras producto de la
multiplicidad de combinaciones que pueden armar, tienden a nublar la visión p
percibirlos en sus connotaciones más esenciales y, por lo tanto, a explicarlos.
Para facilitar el análisis, parto de la diferenciación de tres grandes etapas del
desarrollo del capitalismo a fin de llegar a demostrar que la globalización sí ex
y que tiene un conjunto de características que la diferencian de las etapas que l
precedieron pero que la hicieron posible. La precisión de esas etapas radicará e
nuestra capacidad de distinguir entre mundialización, internacionalización y
globalización, como momentos específicos en la evolución del capitalismo, y q
lo que las distancia básicamente radica en la manera en que se produce el ciclo
acumulación y reproducción del capital. De ahí que rechacemos la idea de que
mundialización caracteriza a todo el larguísimo historial del capitalismo, de
donde se pretende derivar la conclusión de que la globalización ni es nueva ni
tiene que recibir esta denominación. En este sentido, nos apoyamos en la idea d
Antonio Truyol y Serra, quien señala que de ninguna manera “debemos incurri
en el error metódico de confundir la parte con el todo, una fase evolutiva con la
[3]
totalidad del fenómeno”, de tal suerte que las etapas previas a la conformaci
de la globalización pueden “parecerse” o contener algunos de sus elementos, p
están armadas o construidas sobre base, cualitativamente distintas, lo que nos
obliga a reconocerlas como diferentes aunque inseparables pues, históricament
una ha conducido a la otra.

La mundialización

La primera etapa de desarrollo del capitalismo corresponde a la de


mundialización, la cual se distingue en que la forma básica de acumulación del
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capital radica en la riqueza que se obtiene de la propiedad y explotación de la


tierra y del uso de los metales. Históricamente corresponde al proceso de
expansión de la sociedad europea a raíz del descubrimiento, la conquista y la
colonización de territorios extra-europeos, en los cuales se introducirán las
formas de vida, trabajo, culturales y sociales propias de las metrópolis que
detentan la capacidad de imponer su propia visión en la conducción de las
relaciones entre las comunidades interactuantes y que están políticamente
diferenciadas por la incipiente formación de los Estados-nación, aunque no com
una forma generalizada de organización de las diversas sociedades que particip
Debemos decir que lo que caracteriza a esta etapa es la función predominante d
las actividades de carácter primario para la acumulación de la riqueza, de ahí q
la división en clases sociales dominantes y dominadas se vea personificada ent
el terrateniente, en el hacendado o aun en el landlord que sustenta su poder
económico en la extensa propiedad de la tierra, y entre la explotación de un
trabajador –campesino– demasiado arraigado al trabajo agrario lo cual, dicho s
de paso, aún proporciona a toda sociedad un altísimo componente rural.
El espacio en el que se realizan las actividades de intercambio y distribución es
del mercado mundial, al cual le corresponden una serie de superestructuras que
empiezan a delinear el complejo aparato que todavía está en proceso primitivo
estructuración y que, a lo largo de todo lo avanzado en la larga historia del
capitalismo, no va a “cuajar” en un gobierno mundial, puesto que la naturaleza
los componentes esenciales de este espacio ampliado deriva del carácter
irrenunciable de la soberanía y del monopolio legal y legítimo de la violencia.
En los últimos cinco siglos, la humanidad ha estado inmersa en una etapa
histórica a la que se conoce como modernidad. Este largo periodo se inicia en l
segunda mitad del siglo XV y tiene como característica fundamental estar
determinado por la influencia europea en todo el mundo. Los elementos que
definen a esta etapa de la historia del hombre tienen, sin duda, una raíz europea
Si queremos entender este periodo es necesario que ubiquemos tres elementos
que no son producto de la casualidad sino que pertenecen a la Historia. El
primero de ellos es que la huella del hombre europeo se extenderá por todo el
planeta; el segundo se realiza cuando las fuerzas del capitalismo, en su etapa
mercantilista, se empiezan a delinear, y el tercero es que esta expansión va
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acompañada de una concepción religiosa (la católica).


Como resultado tenemos que la faz de la Tierra tiene cambios numerosos y mu
importantes. Para citar sólo algunos, podríamos mencionar que el efecto
demográfico tiene connotaciones revolucionarias. El hombre europeo,
antropológicamente hablando, se extiende por todo el mundo rompiendo con la
barreras territoriales que las fronteras de su continente le habían impuesto, y no
solamente va a poblar otras lejanas y distintas tierras sino que, además, va a
modificar las características raciales de la mayor parte de los grupos humanos q
encuentra –sea a través de un proceso de mestizaje, sea a través del exterminio
desalojo o el enclaustramiento–.
Por otra parte, cuando arriba a otras regiones, lo hace con toda una carga cultur
de lenguaje, pensamiento, organización, vestido, estilos y formas de trabajo, de
hábitos cotidianos que, por efecto de demostración o por imposición, arraigan e
los nuevos territorios y en sus pobladores.
En los libros de texto es muy común que al estudiar el “encuentro de los dos
mundos” se haga una amplia referencia a los productos que Europa introdujo e
América y aquéllos que las culturas americanas aportaron a Europa y al mundo
Pero lo que no se señala es que estos segundos van a ser redefinidos, utilizados
consumidos e incluso producidos, desde la nueva lógica que poco a poco van
imponiendo los incipientes capitalistas europeos, blancos y católicos.
Al iniciar el siglo XVI los mundos que hasta entonces habían permanecido
cerrados, desconociendo la existencia de los demás, se vinculan y, por primera
vez, en su sentido humano, de acción del hombre, el mundo se planetariza,
alcanza toda la redondez de su existencia como globo terráqueo. Pero aparece
también un fenómeno que impone características únicas a la organización
mundial: los territorios recientemente descubiertos por los europeos son
incorporados bajo el sistema colonial.
Esta primera etapa marca el proceso de mundialización, sus efectos se traducen
en la existencia de un mercado mundial y, por lo tanto, del intercambio
intercontinental de bienes y productos. Se define una división internacional del
trabajo que es prácticamente dicotómica, los imperios europeos abastecen al re
del mundo de bienes manufacturados y las colonias aportan las materias prima
para extender la producción y los metales que generan la riqueza monetaria.
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Pero no debemos aquí soslayar la importancia que adquiere el derecho de gente


primero en la escuela española y después en la holandesa, que sientan las bases
del derecho internacional que, como superestructura fundamental de carácter
internacional, va a experimentar hasta nuestros días una evolución muy
interesante tanto por cómo va ampliando y complejizando las áreas, procesos y
fenómenos internacionales que regula (y la manera como lo hace) como por la
naturaleza de los entes que va incluyendo como sujetos de su normatividad.
Los componentes estatales de esta incipiente sociedad internacional (que funci
más bien como un mercado mundial) son muy reducidos en número. Se destac
aquellos países europeos que habían logrado su unificación nacional muy
tempranamente (Francia, España, Inglaterra), a los que se les suma Portugal (q
ya tiene un imperio colonial configurado); el resto del continente está contenid
en una “unidad” de corte imperial cobijada por el Sacro Imperio. Pero de todas
maneras, en las postrimerías de esta etapa, ya se percibe el cambio drástico que
significa el paso de una polis a una cosmópolis; es decir, hay un cambio de
conciencia de una ampliación de los espacios limitados de la ciudad, a la que
están muy acostumbrados los europeos, a una “ciudad mundial”. La visión
cosmopolita ya refleja la concepción de una política que se realiza a nivel del
cosmos, de la Tierra.

La internacionalización

A partir de 1648, con la paz de Westfalia, se inicia el proceso de


internacionalización que va a ser incentivado por la revolución industrial del si
XVII, pero que sólo va a alcanzar su plena realización en el XIX y principios d
XX. Se señala 1648 como un parteaguas histórico, porque marca el nacimiento
del Estado-nación como gran y primordial actor de las relaciones internacional
El Tratado de Westfalia marca el surgimiento de un grupo de países centrales q
van a dominar el mundo desde estas fechas hasta el inicio del siglo XIX: Austr
Rusia, Prusia, Inglaterra, y las Provincias Unidas (Holanda y Bélgica). Lo
interesante es que los países occidentales (Inglaterra, Francia y las Provincias
Unidas) iniciaron un desarrollo propiamente capitalista con un especial aliento
la empresa privada lo que facilitó la emergencia de compañías comerciales y
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bancos; mientras que los del este (Prusia y Rusia) regresaron a las prácticas
feudales.
Pero no hay que olvidar que entre esa fecha y la primera mitad del siglo XIX e
fenómeno es exclusivamente europeo, y no es sino con las independencias de l
colonias americanas cuando rebasa sus fronteras continentales y empieza su
reproducción por todo el mundo. Para finalizar su plena internacionalización, e
la segunda mitad del mismo siglo se produce una serie de transformaciones que
darán cuenta de una novedosa forma de reproducción del capitalismo: la
revolución del mercado mediante ya no sólo el intercambio de mercancías y de
bienes, sino la inversión de capitales. Consiguientemente, se produce una
rearticulación de la división internacional del trabajo. Todo ello se desarrolla e
medio de conflictos y pugnas que preparan el escenario para la historia del sigl
XX.
Lo que se subraya como elemento cualitativo que determina a esta etapa del
desarrollo del capitalismo es que la reproducción de la riqueza, del capital, se
asienta básicamente en la actividades de carácter secundario; es decir, es la
industrialización la que le imprime su novedosa naturaleza a la sociedad que
sigue siendo capitalista pero que funciona de otra manera.
Digamos que en este periodo se produce una ampliación extensiva de la socied
internacional, caracterizada por el incremento en el número de participantes de
pleno derecho una vez que logran superar la barrera impuesta por su
reconocimiento como estados, el cual les es otorgado por los miembros
preexistentes. Como dijo Jacques Hutzinger, en este contexto histórico se cons
una tendencia hacia la universalización del Estado-nación, la cual plasma con
mayor fuerza que nunca antes la “fragmentación permanente de la humanidad
[4]
sociedades distintas y rivales, y el desarrollo continuo del sistema estatal”.
Es decir que dos hechos distintivos de esta etapa son, por una parte, la
multiplicación numérica de los participantes o actores de la sociedad
internacional, extendidos por todo el mundo como producto, primero, de la
incorporación de América, pero poco después por importantes regiones de Asia
África; y, por la otra, que la manera organizativa de los nuevos actores también
la del Estado-nación, y es precisamente esta institución la que es reconocida
como el actor prioritario de las relaciones internacionales, hecho con el cual
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coinciden la mayor parte de los enfoques tradicionales de la disciplina que se


encarga de estudiarlas.
Así, es interesante notar que en las que pueden ser consideradas como las
principales conferencias internacionales que se producen entre los siglos XIX y
XX esas afirmaciones quedan empíricamente demostradas con los datos que
consignamos a continuación:

[5]
· en el Congreso de Viena participan un total de 23 estados, la
totalidad de los cuales son europeos, quizá por ello sólo tratan asuntos
europeos;
· a la Primera Conferencia para la Paz de La Haya, en 1899,
concurrieron, 28 estados, entre los que sólo había dos americanos (Esta
Unidos y México);
· en la Segunda Conferencia para la Paz, de 1907, se sumaron 44
estados, pero aquí ya encontramos 18 americanos y tres asiáticos (Japón
Persia y Siam);
· los miembros originarios de la Sociedad de Naciones, es decir
aquéllos que firmaron el Tratado de Versalles, fueron 32, de los cuales
eran europeos, 13 americanos, cinco asiáticos, dos africanos y dos de
Oceanía, claro que a éstos deben sumarse por lo menos otros 72 que se
adhirieron después;
· en la Conferencia de San Francisco, de donde surgió la ONU,
fueron 50 los países firmantes de la Carta constitutiva de esta organizac
internacional, la cual cuenta a la fecha con 189 miembros de todo el
mundo, organizados bajo la figura del Estado-nación a pesar de que su
forma de gobierno pueda ser muy variada.

Pero lo que me interesa enfatizar en este periodo es que el ámbito en que se


realizan las relaciones internacionales ha rebasado con mucho la figura del
mercado mundial para alcanzar la forma de sociedad internacional, la cual
contiene a aquél como uno de sus elementos, importante por cierto, pero no
único. Si la manera como se genera la reproducción del capital está asentada en
industrialización, es decir en el desarrollo de las actividades secundarias de la
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economía, entonces no debe extrañarnos que el sector de la burguesía que dirig


domina desde todos los reductos del poder es aquélla que se encuentra vinculad
con las empresas monopólicas que se imponen y controlan la parte más dinámi
y productiva del comercio internacional. Las innovaciones de carácter
tecnológico ya alcanzan proporciones impresionantes y la capacidad de
producción guiadas por los ideales de Henry Ford permiten una importante
expansión del comercio y, por lo tanto, un aliciente para la economía. Cierto qu
ésta no está exenta de problemas que por periodos se agravan al extremo –com
en la crisis de 1929 a 1933, que fue precedida por las de 1873 y 1900-1903–, p
su capacidad de readaptación nos permite constatar que el capitalismo todavía
tiene grandes posibilidades de reproducción por la vía de la revolución de las
[6]
fuerzas productivas. Evidentemente las relaciones sociales no sólo no se
modifican sino que se polarizan, y entonces el proletariado hace su aparición e
movimientos que inciden en la historia a lo largo de los siglos XIX y XX.
La nueva división internacional del trabajo, como lo constató en su momento la
Teoría de la Dependencia y la del Imperialismo, abre aún más la brecha entre
países ricos y países pobres. Aunque a veces se pierda la perspectiva en el anál
(a tal grado que no se percibe con claridad que la separación entre poseedores y
desposeídos es más vertical que horizontal), la riqueza en los países del “Terce
Mundo”, “subdesarrollado” o “del Sur”, llega a tener condiciones que les
permiten competir con sus similares de la otra parte del mundo.
Suponíamos entonces que las relaciones internacionales habían alcanzado sus
múltiples determinaciones al incluir las de tipo político, económico y social en
espacio mundializado, pero lo que yo percibo es que en la etapa de la
industrialización se agotan las posibilidades de extender el capitalismo por lo q
se inicia un periodo de explotación intensiva, con lo cual se advierte –en sus
manifestaciones más evidentes– el agotamiento de las estructuras que había
hábilmente armado y la necesidad de sustituirlas por otras que sean más eficace
en las nuevas condiciones que se están dando.
Desde mi punto de vista, esto explica la agitación internacional que se produce
como consecuencia del “fracaso” de las instituciones que se habían creado en l
segunda mitad del siglo XX. Pero no es que hubieran fracasado, funcionaron m
eficientemente en las condiciones en las cuales surgieron, pero esas condicione
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empezaron a cambiar cuando el capitalismo internacional entró en una fase de


reproducción de la riqueza con base en las actividades de carácter terciario, es
decir, los servicios que son el sustento de la globalización.
Sigue siendo el capitalismo que evoluciona del mercantilismo y de la
industrialización y que aunque arriba a un estadio de su desarrollo que le impo
nuevas condiciones, no deja de contener en su esencia las contradicciones que
son inherentes.

La globalización

Los drásticos cambios, ya evidentes con toda su fuerza cuando el mundo está a
punto de entrar en el tercer milenio, conmocionan a la sociedad y, de manera
destacada a las ciencias sociales. El fuerte golpe que éstas reciben se explica po
dos razones: 1) porque es en la sociedad (tanto en la nacional como en la
internacional), que es el objeto de estudio de estas ciencias, donde se reciben la
consecuencias del comportamiento de la naturaleza (cambio climático,
desertificación, desastres naturales, en fin, todos los problemas del medio
ambiente que hoy nos preocupan tanto), pero que no sólo son producto de la
evolución misma, espontánea, de la naturaleza sino de la acumulación y contin
manipulación que de ella ha hecho y hace el hombre (la sociedad); y 2) porque
en la misma sociedad en donde impactan los cambios de la ciencia y la tecnolo
que, nuevamente, ella realiza, aunque una vez producidos la asombren y, en
ocasiones, hasta la horroricen (transformación genética –que, por otra parte, ha
sido la obsesión de científicos y de literatos, por lo que extraña la admiración q
genera ahora que se hace posible–, clonación, comunicación a distancia vía
electrónica, con sus aspectos positivos en la información, la educación y la
cultura, y con sus aspectos negativos).
Así , en la frontera del siglo XX y el XXI nos encontramos con que el mundo h
cambiado con respecto a toda su historia anterior, aunque lo que se percibe de
manera más contundente es con respecto a la historia reciente de los últimos 55
años que estuvieron marcados por la Guerra Fría. Durante la década de los
noventa la identificación de esta nueva sociedad se realiza a través de la
denominación de “posguerra fría”, pero este nombre alude al periodo de corto
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plazo que recién se cerraba lo que da una visión de alcance limitado. Por ello a
mismo tiempo que se empieza a recurrir a la figura de era “posindustrial” (la cu
me parece más adecuada porque alude al cierre de un periodo del capitalismo e
el cual la base de la economía se encuentra apostada en la producción industria
la manera en que se trabaja, se produce y se intercambia) va a incidir
profundamente en la organización de la sociedad, tanto en un sentido político
como en uno social. Las crisis que acompañan a este fin de una era capitalista s
producen con gran fuerza en el curso de la década de los setenta y se prolongan
con diferentes connotaciones hasta el cierre del siglo XX y del tercer milenio:
crisis del petróleo, monetaria, de hegemonías, de la deuda externa, de valores,
etcétera.
La incertidumbre que generan los cambios, tanto por su naturaleza como por la
velocidad con que se van sucediendo, conduce a cuestionamientos propios
prácticamente de toda la actividad reflexiva del hombre y de la sociedad: en las
ciencias como en las artes, en la cultura como en la ética. Y la discusión que se
abre da cauce a dos corrientes (la posmodernidad y la globalización) que, aunq
se abocan a problemáticas aparentemente distintas, en realidad están
interconectadas y forman parte de la misma necesidad de encontrar respuestas
las interrogantes que, como hidra de mil cabezas, se multiplican cada vez que s
corta (o se responde) a una.
En el debate sobre la confrontación entre modernidad (en proceso de superació
y posmodernidad (como pensamiento que tiende a sustituir a aquélla), la pregu
inicial es “¿Estamos en verdad más allá de la era moderna, realmente de una
época (digamos) posindustrial?” Las respuestas se buscan desde los ámbitos m
diversos: la arquitectura, la escultura, el discurso feminista, la sociología, las
[7]
comunicaciones y muchos más. Pero aunque la discusión que se ha generad
alrededor de este relevante tema en las ciencias sociales ha sido de gran riquez
interés, no es nuestro objetivo detenernos en él sino precisamente en la otra
corriente, es decir, la que se refiere a la globalización.
Como ya se señaló, en esta nueva etapa de desarrollo del capitalismo se recono
que la característica más destacada que marca al mundo es la globalización.
Aunque aún hay mucha discusión respecto a la conceptualización, se puede dec
que una de sus determinaciones esenciales es que la producción, comercializac
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y distribución de bienes y servicios se da de una manera más dinámica y


estandarizada. Sobresale en este proceso la preeminencia que adquiere el tránsi
de los servicios, los capitales y las personas en un sentido trasnacional. Tenemo
así, que la economía encuentra en las actividades terciarias su motor, es decir, e
sector que le imprime mayor dinamismo. Dentro de los servicios, los que se
refieren a comunicaciones y financieros suelen ser ubicados en un nivel de
importancia prioritario. De cualquier manera, lo que muchos autores resaltan
como novedoso de esta etapa es el “achicamiento del mundo”, de ahí que, por
ejemplo, Marshall McLuhan hable de una “aldea global”, pero lo que nosotros
percibimos es, antes que nada, una nueva división del trabajo que, como verem
más adelante, se presenta aún más polarizada.
Uno de los efectos que, para fines del análisis de relaciones internacionales,
interesa subrayar es que el tema que de entrada se somete a revisión es el
referente al carácter y participación de los actores y/o sujetos internacionales, e
los cuales el Estado es el primero en sujetarse a una feroz crítica. Las razones d
ello son variadas pero principalmente se encuentran en el hecho de que en la
etapa previa esta institución había tenido un protagonismo, un espacio de acció
un conjunto de capacidades de gran alcance pero, al arribar a la etapa de
agotamiento de la industrialización y, por lo tanto, de la internacionalización,
empieza a dar muestras de una preocupante incapacidad para adaptarse a los
cambios y atender las demandas más apremiantes de la sociedad; además,
contemporáneamente se incrementa el protagonismo de otros actores que, en la
perspectiva de numerosos analistas, tienden a ganarle terreno al Estado, casi en
una relación de suma cero. Entre estos actores, que incluso son visualizados co
[8]
“nuevos”, se reconocen a las empresas trasnacionales, a los organismos
internacionales y, privilegiadamente, a las organizaciones no gubernamentales
como a otros movimientos de carácter social, por ejemplo, los migratorios,
nacionalistas, de minorías étnicas, sexuales, religiosos, etcétera.
Como ya se anotó, el debate de la globalización ha dividido a la sociedad, a los
políticos y a los académicos en dos grupos extremos, hay quienes piensan que
efectos son positivos (benignos) y quienes sostienen que son negativos
(malignos), pero lo que identifica a ambos grupos es la creencia de que la
globalización siempre es externa y que se le ha impuesto exógenamente al
Más sobre el debate acerca de la globalización

Estado.
Asimismo, se reconoce que este novedoso proceso provoca la tendencia a
polarizar a la sociedad y a la economía; en un extremo se ubican los ganadores
absolutos y en el otro los que sólo aportan pero no reciben ganancia alguna. La
lógica que se impone es la del mercado y ahí es donde se definen las posicione
oportunidades para acceder a las redes de comunicación o de trabajo, a los estil
de vida y a la seguridad de las identidades culturales: “Más que homogeneizar
condición humana, la anulación tecnológica de las distancias tempo/espaciales
[9]
tienden a polarizarlas”. Y esto se percibe tanto en los ámbitos global como e
los regionales y en el local. “La extendida noción de ‘globalización’ alude
simultáneamente a la homogeneidad de las fuerzas globalizantes y a la
[10]
heterogeneidad de sus expresiones y efectos”.
Ian Clark señala, respecto al tema de la presencia del Estado en la globalizació
que “los estados, al mismo tiempo, actúan para mitigar los efectos de la
globalización y, aunque disparejamente, se reconstituyen a sí mismos para
adecuarse al nuevo mundo que ellos han ayudado a crear. La globalización es l
que los estados han hecho de ella, pero también tienen que pagar el precio. Ta
dinámica política, con su potencial de retiro y reversa, es altamente impredecib
en sus manifestaciones futuras. Lo cual es válido para la visible volatilidad den
de los estados individuales como dentro de grupos de estados, tales como los q
[11]
son visualizados como los ‘perdedores’ en el Sur”.
El mismo autor continúa su análisis, muy en la línea de lo que han sido las
preocupaciones centrales de las corrientes tradicionales de la disciplina
(mainstream), y señala que si bien la globalización contiene un alto grado de
heterogeneidad en su esencia social, esto sólo es posible en el contexto de la
universalización de las relaciones de poder. Y reconoce asimismo que el
problema se deriva de la ausencia de un control que se imponga sobre las
tendencias desordenadas del mismo proceso. De hecho, su principal conclusión
que el Estado ha sido incapaz de imponer cierto orden en las tendencias
polarizantes de la globalización, pero que ésta, como las relaciones
internacionales que le preceden, es susceptible de ser guiada por la política.
Este planteamiento nos conduce a reflexionar sobre un factor incidente que no
Más sobre el debate acerca de la globalización

habíamos señalado y que se refiere al hecho de que la globalización y el


neoliberalismo son contemporáneos y que, en este esquema, el Estado asume u
posición aparentemente marginal procurando que sea la empresa y la lógica, qu
la guía, las que definan la naturaleza de la interrelación que se produce entre lo
participantes privilegiados de esta realidad globalizada.
Cuando subrayamos que la marginación del Estado es aparente tenemos en me
que esta institución aún tiene muchas e importantes tareas que realizar, como
indican Flores Olea y Mariña Flores:

Los estados nacionales continúan siendo responsables de la estabilidad


la moneda para asegurar una mínima fluidez de los ciclos del capital en
mercado interno. Para ello requieren vigilar y regular –en mayor o men
medida, según el grado de autonomía monetaria que conserven– los
movimientos internacionales del capital por sus potenciales efectos
desestabilizadores, a fin de tomar contramedidas que disminuyan la
gravedad de los posibles quebrantos que puedan sufrir las economías
nacionales. Además, los estados nacionales siguen encargados de
garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo asalariada explotable
el capital, así como las condiciones en las que se lleva a cabo esa
explotación; deben efectuar inversiones sociales mínimas orientadas a
mitigar los efectos más agudos de la pobreza, lo mismo que inversiones
infraestructura para apoyar las actividades del capital. La organización
política estatal sigue siendo responsable del tratamiento y control de los
movimientos sociales de distinta índole, y en general del mantenimiento
de la estabilidad política adecuada para la valorización del capital en lo
[12]
distintos países.

Por esas razones, entre otras, resulta muy dudoso que el Estado esté realmente
entrando a una etapa de obsolescencia y que la globalización lo conduzca a un
empequeñecimiento al reducirle los espacios de actuación y restarle las tareas q
sólo él puede cumplir. De ahí que el planteamiento de los autores sea impecabl
“Aun cuando en el proceso de globalización capitalista el Estado ha visto
limitadas varias de sus atribuciones y facultades tradicionales, es previsible que
Más sobre el debate acerca de la globalización

prevalecerá como el ámbito central de las decisiones políticas y económicas y


como pivote de la acumulación y de la mundialización capitalista impulsada po
[13]
las decisiones y acciones de los estados concretos y de sus gobiernos.”
La discusión se debe llevar, entonces, al nivel de los gobiernos que son, en últi
instancia, los que interpretan –aplican, mediante cauces diversos– y generan lo
instrumentos para cumplir con las tareas básicas del Estado: seguridad,
administración de los recursos y bienestar de la población. Me parece que
estamos frente a la vieja alternativa entre la “mano invisible” y la participación
del Estado en la economía y, en este periodo, los gobiernos, deseosos de
participar en la globalización, han optado mayoritariamente por la fórmula libe
Por otra parte, el distanciamiento o la brecha que separa a los sectores de la
sociedad que se benefician de aquellos que no reciben beneficio alguno es una
característica inherente al capitalismo; sin embargo, se puede constatar con
facilidad que conforme evoluciona y se complejiza este modo de producción, l
distancias y la profundidad tienden a ampliarse. De ahí que el afianzamiento de
globalización, agravando las diferencias sociales, se produzca en un contexto d
violencia social, nacional, que en los últimos tiempos ha adoptado las formas d
luchas interétnicas, movimientos migratorios, desintegraciones nacionales y, m
recientemente, manifestaciones globalifóbicas que estallan en el lugar y en el
momento de la realización de las principales conferencias y cumbres
internacionales.
La globalización es producto de la revolución de las fuerzas productivas; es el
desarrollo de la ciencia y de la técnica aplicada a la producción que la hace
posible. Ese es un avance espectacular de la humanidad, las posibilidades que
abre son infinitas y prometedoras. Donde el embudo se angosta es en la
[14]
distribución de la riqueza, es decir en la capacidad de consumo y, por tanto
de acceso a los bienes que genera y a los beneficios que promete.
La conclusión a la que pretendo llegar es que el capitalismo evoluciona a partir
sus etapas primarias (el mercantilismo y la industrialización), que arriba a un
estadio de su desarrollo que le impone nuevas condiciones pero que no deja de
contener en su esencia las contradicciones que le son inherentes desde su inicio
Por otra parte, para efectos de la teoría de Relaciones Internacionales es
Más sobre el debate acerca de la globalización

[15]
interesante anotar que, de acuerdo con Robert H. Jackson, hay una serie de
condiciones que enmarcan obligatoriamente la comprensión de las relaciones
internacionales en un contexto de globalización, entre las cuales, las más
destacadas son las siguientes:

1. Hay una notable ausencia de cultura común en la base de la


sociedad internacional global, la cual a las más grandes civilizaciones y
culturas. Eventualmente se podría pensar que los valores de libre merca
derechos humanos, democracia liberal y la vigencia del derecho brindan
ese sustento cultural, sin embargo, se debe recordar que un número
considerable de estados que sustentan culturas no-occidentales rechazan
esos valores y normas por considerarlos ajenos a su propia concepción.
2. Si el pacto global va a contar con apoyo en el futuro, éste
dependerá de que sus normas y valores centrales atiendan a los interese
preocupaciones de la vasta mayoría de los miembros de la sociedad
internacional. Para tal fin se requerirá de que establezca una sana distan
con los valores y normas de una cultura particular, incluyendo la
Occidental, para encontrar una justa correspondencia y equilibrio entre
conjunto de culturas que coexisten en el mundo.
3. Uno de los elementos que distinguen a la sociedad global es el d
la diversidad que ha conducido a un pluralismo internacional basado en
agrupaciones de estados, tales como la del Sudeste de Asia, la de Europ
Occidental, la de América Latina, la de África, cada una de las cuales se
ubica en una región geográfica y sus integrantes tienen afinidades
culturales y una vida económica interconectada. Para adecuarse
exitosamente a este pluralismo regional-cultural, el pacto global debe
evitar encumbrarse con normas y valores extraños, provenientes de una
cultura particular, especialmente la Occidental.
4. A partir de 1945 se ha fortalecido el respeto a las fronteras
internacionales, pues se reconoce que la sociedad internacional está
integrada por unidades soberanas basadas en la autodeterminación. Esto
ha impedido que los estados poderosos se animen a realizar guerras de
agresión tendientes al control de territorios de otros estados más débiles
Más sobre el debate acerca de la globalización

Sin embargo, ello ha creado una barrera para la formación de nuevas


jurisdicciones prohibiendo el reacomodo de ciertas jurisdicciones
territoriales de la sociedad internacional en respuesta al cambio de las
identidades socio-políticas y las subsecuentes demandas de
autodeterminación nacional, como se pudo ver en los casos de Croacia
Bosnia-Herzegovina.
5. La doctrina de no intervención ha creado una inversión del
tradicional dilema de seguridad en muchos estados, particularmente en
poscoloniales y en los poscomunistas. Hoy en ellos la amenaza a su
seguridad proviene sobre todo del interior: el patrón de estado de guerra
prevaleciente es interno más que internacional.
6. La presente sociedad internacional global aunque está basada en
formal igualdad soberana del Estado, de hecho tiene desigualdades
sustanciales entre sus miembros, especialmente entre los ricos integrant
de la OCDE y los empobrecidos estados de Asia y África.
7. La sociedad internacional global puede estar evolucionando a un
sociedad mundial, tanto organizacional como normativamente, la cual
difiere en algunos aspectos importantes de las sociedades internacionale
previas. Esta implica normas cosmopolitas, tales como derechos human
normas globales, el renacimiento de las minorías, un creciente
protagonismo de las organizaciones no gubernamentales, entre otros.
8. Finalmente, esta tendencia de la sociedad internacional, en su
evolución hacia una sociedad mundial, despierta importantes preguntas
sobre la continuidad de la primacía de la soberanía estatal. Baste con
señalar, a manera de conclusión, que ésta ha sido uno de los elementos
característicos de la sociedad internacional en los últimos 350 años. Sin
embargo, la soberanía estatal no es una institución estática. Por el
contrario, es una institución dinámica y continúa evolucionando, como
ha hecho en el pasado.

Me parece que, para cerrar estas reflexiones que pretenden contribuir al debate
sobre la globalización, las precisiones de Jackson permiten esquematizar algun
de los problemas que hoy más preocupan a los estudiosos de las relaciones
Más sobre el debate acerca de la globalización

internacionales y, si bien ese autor no llega a ahondar en el aspecto esencial qu


da vida y razón a la globalización –la manera como hoy se reproduce el capital
basado en el sector terciario–, sí da cuenta de fenómenos que están vigentes en
contexto global del siglo XXI y que merecen una consideración especial.

* Profesora Asociada del Centro de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias


Políticas y Sociales, UNAM
[1]
Dice el autor: “La globalización […] desde mi puntos de vista no es otra cosa que la más
reciente fase del capitalismo vuelto salvaje.” Wolfgang Marschall. “Hacer la vida menos injust
Una comparación de las formas de distribución de la riqueza”, en Ileana Cid (comp.). Diversid
cultural, economía y política: Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México, 2001
[2]
Con respecto a la periodización de relaciones internacionales véase Rafael Calduch Cerver
“Capítulo 1. Concepto y método de las relaciones internacionales”, en Rafael Calduch Cervera
Relaciones Internacionales: Ediciones Ciencias Sociales, 1991, pp. 19-41. Aunque es necesari
señalar que aquí yo percibo el largo plazo con connotaciones definitivamente más amplias que
que Calduch señala y que, desde mi punto de vista, impiden visualizar procesos de alcance
secular.
[3]
Antonio Truyol y Serra. Fundamentos de derecho internacional público: Editorial F. Beix,
Barcelona, 1955, pp. 113-115, citado en Ismael Moreno Pino. La diplomacia: aspectos teórico
prácticos de su ejercicio profesional: Secretaría de Relaciones Exteriores, México, 1996, p. 62
[4]
Jacques Hutzinger. “L’Universalization de l’Etat-nation”, en Ileana Cid Capetillo (comp.).
Lecturas básicas para introducción al estudio de Relaciones Internacionales: FCPyS, UNAM
México, 1999, p. 205 (traducción libre).
[5]
Si se cuenta a la Confederación Germánica como una, aunque sabemos que agrupaba a 38
estados confederados.
[6]
La participación de la industria bélica y de la espacial ha sido objeto de múltiples e
interesantes estudios, y una reseña de su importancia, por más breve que fuera, rebasaría los
objetivos de este texto.
[7]
Por citar sólo un ejemplo, véase Hal Foster, J. Habermas, J. Braudillard, et al. La
posmodernidad. Traduc. Jordi Fibla: Kairós, México, 1988.
[8]
Mi postura al respecto la planteo en “La discusión sobre los actores en el escenario
internacional”, Política y Cultura, núm. 10, Departamento de Política y Cultura, UAM-X,
México, verano de 1998, pp. 47-60.
[9]
(Bauman 1998:18) Citado en Ian Clark. Globalization and International Relations Theory:
Más sobre el debate acerca de la globalización

Oxford University Press, Nueva York, 1999, p. 168 (traducción libre).


[10]
Ibidem, pp. 168 s.
[11]
Ibidem, p. 169.
[12]
Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores. Crítica de la globalidad y liberación en
nuestro tiempo: FCE, México, 1999, p. 266.
[13]
Ibidem, p. 265.
[14]
Este punto se vincula con los problemas de trabajo y salario que son precisamente los que
están siendo atendidos adecuadamente por la globalización.
[15]
Robert H. Jackson. “The Evolution of International Society”, en John Baylis y Steve Sm
The Globalization of World Politics: Oxford University Press, Londres, 1997, pp. 33-48.

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