HUSSERL - Invitación A La Fenomenología
HUSSERL - Invitación A La Fenomenología
HUSSERL - Invitación A La Fenomenología
Invitación a la fenomenología
Introducción de Reyes Mate
Paidós I.C.E.|U.A.B.
Pensamiento Contemporáneo 21
Edmund Husserl
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Invitación a la fenomenología
Ediciones Paidós
I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona
Barcelona - Buenos Aires - Móxieo
Título original:
A. Der Rncyclopädia Britannica Artikel, publicado en
Phenomenologische Psychologie, Vorlessungen
Sommersemester 1925. Husserliana (Edmund Husserl
Gesammelte Werke), Band IX.
B. Die Krisis des europäischen Menschentums und die
Philosophie. Publicado en alemán por Martinus Nijhoff,
Publishers, B.V.
C. Die Philosophie als menschheitliche Selbstbesinnung,
Selbstverwirklichung der Vernunft.
Publicado en alemán por Marinus Nijhoff, Publishers, B.V.
Traducción de:
A. Antonio Zirión.
B. Peter Baader.
C. Elsa Tabernic.
Cubierta de Eskenazi & Asociados
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La propuesta de Husserl
La respuesta de Husserl es su Fenomenología
transcendental. En el escrito «La filosofía como
autorrealización de la humanidad» se dan sugeren-
tes informaciones sobre este sistema. Dice ahí que
el propósito de todo filósofo es alcanzar una cien
cia universal del mundo, un saber de saberes. ¿Es
un objetivo alcanzable? La experiencia tanto per
sonal como comunitaria muestra lo relativo y pro
visional de nuestros conocimientos. Pero Husserl
no se corta: ¿acaso no posee el hombre razón, un
lenguaje, una capacidad de argumentar? Podría-1
mos pensar que la pregunta por la idea total de ver
dad es una ingeniosa invención del filósofo a sa
biendas de que esa pretensión carece de un sentido
en sí misma. Seguro que es una invención del hom
bre, lo que nada tiene de peyorativo, muy al con
trario, puesto que es un descubrimiento que en sí
mismo eleva al hombre a un horizonte hasta aho
22 INVITACIÓN A LA FENOMENOLOGIA
7. El problema trascendental
Al sentido esencial del problema trascendental
pertenece su universalidad, en la cual pone en cues
tión al mundo y a todas las ciencias que lo explo
ran. El problema surge en una vuelta general de
aquella « a c t i t u d n a t u r a l » en la cual permanecen
tanto la vida cotidiana en su totalidad como las
ciencias positivas. En esta actitud el mundo es para
nosotros el universo de las realidades [real] que
existe de modo comprensible de suyo, pre-dado
constantemente en un incuestionable estar ahí de
lante. Es así el campo general de nuestras activi
dades prácticas y teóricas. Tan pronto como el in
terés teórico abandona esta actitud natural y, en
un giro general de la mirada, se dirige hacia la vida
de la conciencia, e n l a c u a l el mundo es para no
sotros precisamente «el» mundo, el que está ahí de
lante para nosotros, estamos en una nueva situa
ción cognoscitiva. Todo sentido que tiene para
nosotros (de esto nos percatamos ahora), su senti
do general indeterminado así como el sentido que
se va determinando conforme a las singularidades
reales [real], es un sentido consciente en la interio
ridad de nuestra propia vida perceptiva, represen
tativa, pensante, valorativa, y un sentido que se for
ma en nuestra génesis subjetiva; toda validez de ser
se lleva a cabo en nosotros mismos, toda eviden
EL ARTICULO «FENOMENOLOGIA» 53
cia de la experiencia y de la teoría que fundamen
te esa validez está viva en nosotros y nos motiva
habitualmente sin cesar. Esto concierne al mundo
en toda determinación, incluso en la comprensible
de suyo de que lo que le pertenece es como es « e n
sí y p o r sí» independientemente de que yo o quien
quiera sea o no por acaso consciente de ello. Pero
una vez que el mundo en esta universalidad plena
ha sido referido a la subjetividad de la conciencia,
en cuya vida de conciencia se presenta precisamen
te como «el» mundo con su sentido respectivo, en
tonces su modo de ser en su totalidad cobra una
dimensión de incomprensibilidad o de cuestiona-
bilidad. Este «presentarse», este ser-para-nosotros
del mundo en cuanto mundo que sólo subjetiva
mente alcanza validez y es llevado y por llevar a
la evidencia fundamentada, requiere esclareci
miento. El percatarse por primera vez de la refe
rencia del mundo a la conciencia, no nos da a en
tender, en su vacía generalidad, c ó m o la múltiple
vida de conciencia, apenas entrevista y hundién
dose de nuevo en la oscuridad, puede producir ta
les obras, cómo hace, por decirlo así, para que en
su inmanencia algo pueda presentarse c o m o exis
tente en sí, y no sólo como algo presunto, sino como
algo que se acredita en la experiencia concordan
te. Manifiestamente el problema se traslada a toda
clase de mundos «ideales» y su «ser-en-sí» (por
ejemplo, el de los números puros o el de las «ver
dades en sí»). La incomprensibilidad afecta de ma
nera particularmente sensible a n u e s t r a misma
especie de ser. Nosotros (en lo individual y en co-
54 INVITACIÓN A LA FENOMENOLOGIA
9. La reducción fenomenológica-trascendental y la
apariencia trascendental de duplicación
¿Seremos «nosotros», pues, dobles, psicológi
camente, en cuanto nosotros, hombres, algo que
está ahí delante en el mundo, sujetos de una vida
anímica y, al mismo tiempo, trascendentalmente,
en cuanto los sujetos de una vida trascendental
constituyente del mundo? Esta duplicidad se aclara
mediante una exposición evidente. La subjetividad
anímica, el «yo» y «nosotros» del habla cotidiana
concretamente concebidos, son experimentados en
F.L ARTICULO «FENOMENOLOGIA. 59
su peculiaridad psíquica pura mediante el méto
do de la reducción fenomenológica:psicológica. En
su modalidad eidètica, éste crea la base para la psi
cología puramente fenomenològica. La subjetivi
dad trascendental por la que se pregunta en el pro
blema trascendental y que está presupuesta en él
como base de ser, no es otra que, nuevamente «yo
mismo» y «nosotros mismos», pero no como los
que nos encontramos en la actitud natural de la co-
tidianeidad y de la ciencia positiva, apercibidos
coijno fragmentos integrantes del mundo objetivo
[ob] que para nosotros está ahí delante: más bien
como sujetos de la vida de conciencia e n la cual
ésta y toda cosa que esté ahí delante —para «no
sotros»— se «hace» por medio de ciertas apercep
ciones. Como hombres, ahí delante en el mundo
anímica y corporalmente, nosotros somos para «no
sotros»; somos algo que aparece en una vida inten
cional muy variada, en «nuestra» vida e n la q u e
esto que está ahí delante se hace «para nosotros»
aperceptivamente con todo su contenido de senti
do. El yo y nosotros de ahí delante (apercibido) pre
supone un yo y nosotros (que apercibe) pa r a quien
aquél está ahí delante pero que no está a su vez ahí
delante en el mismo sentido. A esta subjetividad
trascendental tenemos acceso directo por medio de
una experiencia trascendental. Así como la expe
riencia anímica requiere un método reductivo para
alcanzar la pureza, así lo requiere también la tras
cendental.
Queremos aquí proceder de tal modo que intro
duzcamos la « r e d u c c i ó n t r a s c e n d e n t a l » como u n
60 INVITACION A LA FENOMENOLOGIA
II
Mas ahora debemos prestar atención a los ma
lentendidos y escrúpulos seguramente muy apre
miantes que, según mi opinión, derivan su fuerza
sugestiva de los prejuicios de moda y de sus fra
seologías.
Lo que aquí ha sido expuesto, ¿no es una reha
bilitación precisamente en nuestro tiempo muy
poco oportuna del racionalismo, de la rebuscada
ilustración, del intelectualismo que se pierde en
teorías divorciadas de la realidad, con sus conse
cuencias necesariamente desastrosas, de la huera
manía cultural, del esnobismo intelectualista? ¿No
significa esto querer volver otra vez al error fatal
de que la ciencia hace sabio al hombre, que la cien
cia está llamada a crear una genuina humanidad
feliz y dueña de su destino? ¿Quién tomará aún en
serio hoy en día tales pensamientos?
Esta objeción por cierto está relativamente jus
tificada para el estado de evolución europeo del si
glo xvn hasta fines del siglo xix. Pero no alcanza
al sentido propio de mi exposición. Me parece que
yo, el presunto reaccionario, soy mucho más radi
cal y mucho más revolucionario que los que actual
mente se muestran tan radicales en sus palabras.
También yo estoy convencido de que la crisis
LA FILOSOFÍA EN LA CRISIS EUROPEA 111
europea radica en una aberración del racionalis
mo. Mas esto no autoriza a creer que la racionali
dad como tal es perjudicial o que en la totalidad
de la existencia humana sólo posee una significa
ción subalterna. La racionalidad, ciertamente, en
aquel sentido elevado y auténtico (y sólo de éste ha
blamos), en el sentido originario que le dieron los
griegos y que se convirtió en el ideal del período
clásico de la filosofía griega, necesitaba todavía de
muchas reflexiones esclarecedoras, pero es ella la
llamada a dirigir el desenvolvimiento de la huma
nidad hacia la madurez. Por otra parte, admitimos
gustosamente (y el idealismo alemán ya hace mu
cho nos ha precedido en esta idea) que la forma evo
lutiva que tomó la ratio como racionalismo del pe
ríodo de la ilustración, había sido una aberración,
si bien, de todos modos, una aberración explicable.
La razón es un título vasto. El hombre según la
buena y vieja definición, es el ser viviente racio
nal, y en este sentido amplio también el negro pa-
púa es hombre y no animal. También él tiene sus
fines y procede reflexivamente, sopesando las po
sibilidades prácticas. Las obras y los métodos, a
medida que surgen, van formando la tradición, y,
pueden siempre ser comprendidos de nuevo en su
racionalidad. Pero así como el hombre e incluso el
negro papúa representan un nuevo escalón zooló
gico frente al animal, así la razón filosófica repre
senta un nuevo escalón en la humanidad y en su
razón. Mas el escalón de la existencia humana y de
las normas ideales para tareas infinitas, el escalón
de la existencia sub specie aeterni, sólo es posible
112 INVITACIÓN A LA FENOMENOLOGÍA
ÍII
Sinteticemos la idea fundamental de nuestra ex
posición: La «crisis de la existencia europea», tan
LA FILOSOFIA EN LA CRISIS EUROPEA 127
discutida actualmente y que se documenta en in
numerables síntomas de la desintegración de la
vida, no es un destino oscuro, no es una fatalidad
impenetrable, sino que resulta comprensible y pe
netrable a la mirada sobre el fondo de la teleolo
gía de la historia europea que la filosofía es capaz
de poner al descubierto. Pero esta comprensión de
pende de que previamente se aprehenda el fenóme
no de «Europa» en su núcleo esencial. Para poder
entender la anormalidad de la «crisis» actual, de
bimos poner de relieve el concepto de Europa como
la teleología histórica de fines de razón infinitos;
debimos mostrar cómo nació el «mundo» europeo
de ideas de la razón, es decir, del espíritu de la fi
losofía. La «crisis» entonces pudo esclarecerse
como el fracaso aparente del racionalismo. La ra
zón del fracaso de una cultura racional no se ha
lla, empero —como ya se ha dicho—, en la esencia
del mismo racionalismo, sino únicamente en su
«enajenamiento», en su absorción dentro del «na
turalismo» y el «objetivismo».
La crisis de la existencia europea tiene solamen
te dos salidas: o la decadencia de Europa en un dis-
tanciamiento de su propio sentido racional de la
vida, el hundimiento en la hostilidad al espíritu y
en la barbarie, o el renacimiento de Europa por el
espíritu de la filosofía mediante un heroísmo de
la razón que triunfe definitivamente sobre el natu
ralismo. El peligro más grande que amenaza a
Europa es el cansancio. Luchemos contra este pe
ligro de los peligros como «buenos europeos» con
aquella valentía que no se arredra ni siquiera ante
128 INVITACIÓN A l.A FENOMENOLOGIA
que todo ser y cualquiera que sea el sentido del ser. Este proyecto
de una ciencia universal sigue siendo como una intuición oculta
en toda filosofía, desde que el conocimiento de sí y la ciencia se
realizan en la existencia humana como actividad especial; esta in
tención no se revela antes que la filosofía haya accedido a su senti
do propio y auténtico, a su sentido erigido en tema propio, y que
ella no haya postulado el verdadero fundamento apodíctico que le
permite —y, por lo mismo, permite a la humanidad— comprenderse
a sí misma. Entonces termina la yuxtaposición de actividades es
peciales, de formas culturales especiales —ciencia, arte, economía,
etc.—, de ciencias especiales —matemáticas, ciencias de la natura
leza, biología, psicología, ética, epistemología, etc. Y si la objetiva
ción se persigue según modos y grados —así se objetiva el hombre
en la naturaleza espacio-temporal—, hay una única ciencia que abar
ca todo, una única filosofía, un único conocimiento universal: es
la autorreflexión universal, la comprensión actuante de si mismo;
en ella, la razón hundida, replegada sobre si misma, accede al ran
go de razón, de razón que se comprende y se regula a sí misma.
LA FILOSOFIA COMO AUTORREFLEXIÓN 137
tre persona individual y comunidad, gracias a su
solidaridad inmediata y mediata en todas las líneas
de intereses: ellas son solidarias en la concordan
cia como en la discordancia, y en la necesidad de
no realizar plenamente la razón de la persona ais
lada, sino como razón de la persona en comunidad
(y recíprocamente).
La ciencia que dispone de un fundamento uni
versal y apodíctico y que a su vez proporciona tal
fundamento, surge de ahí como la función huma
na necesariamente más alta: como lo he dicho, su
función es permitir a la humanidad desarrollarse
hasta el plano de la aLitonomía personal, de la auto
nomía humana de irradiación universal. Ésa es la
idea: la idea que engendra el impulso vital afecta
do del más alto grado de humanidad.
La filosofía no es, por consiguiente, otra cosa,
de parte a parte, que el racionalismo diversificán
dose él mismo según los diferentes planos en que
se despliegan intención y cumplimiento; ella es la
ratio en su movimiento incesante de autoaclara-
ción, a partir de la primera irrupción de la filoso
fía en una humanidad cuya razón, no obstante in
nata, había permanecido hasta entonces totalmente
inaccesible a sí misma,-sumergida en la confusión
y en la noche.
En su estadio inicial, la filosofía griega es como
una aurora; es la luz inicial que difunde la prime
ra concepción epistemológica en que «el ente» es
comprendido como lo total, como el mundo del
ente; es luego, siguiendo de cerca esta primera con
cepción, y a favor de una conversión subjetiva de
138 INVITACIÓN A LA FENOMENOLOGÍA