DÍA 8 Espejo

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DÍA 8

Ama a tu niña interior:


primera parte

Hoy vas a ver a través del adulto que se refleja

en el espejo y a conocer a tu niño interior.

Hoy es un día muy importante en tu trabajo del espejo. Dame la mano y

acerquémonos a tu espejo. Mírate fijamente a los ojos. Ve más allá del

adulto que se refleja en el espejo y saluda a tu niño interior.

No importa tu edad; en tu interior hay un niño pequeño que necesita

amor y aceptación. Si eres una mujer, por muy autosuficiente que seas,

también tienes una niña en tu interior que es muy tierna y que necesita

ayuda. Si eres un hombre, por muy autosuficiente que seas, también tienes

un niño en tu interior que anhela atención y afecto.

Cuando te miras al espejo, ¿ves a tu niño interior? ¿Es feliz? ¿Qué está

intentando decirte ese niño?

En tu interior están todas tus edades: en tu consciencia y en tu memoria.

Cuando eras pequeño y algo iba mal, pensabas que era porque había algo

e n ti que no estaba bien. Los niños llegan a la conclusión de que si

pudieran hacerlo todo bien, sus padres les amarían y no les castigarían.

Normalmente, nos desconectamos o desintonizamos alrededor de los

cinco años. Tomamos esa decisión porque pensamos que somos malos y

que no queremos saber nada más de ese niño.

En nuestro interior también hay un padre o una madre. Y en la mayoría

de las personas, ese padre o esa madre interiores están regañando a ese

niño o niña interior casi continuamente. Si escuchas tu diálogo interior,

oirás esas reprimendas. Podrás oír a esa figura de autoridad diciéndote que

lo estás haciendo mal o que no eres lo bastante bueno.

Hace mucho tiempo, cuando éramos pequeños, nos declaramos la guerra

y empezamos a criticarnos como lo hacían nuestros padres: Eres estúpido.


No eres lo bastante bueno. No haces nada bien. Estas críticas constantes

se convirtieron en un hábito. Ahora que somos adultos, la mayoría

ignoramos por completo a nuestro niño interior o lo menospreciamos de la

misma manera que lo hicimos en el pasado. Seguimos repitiendo este

patrón una y otra vez.

Cada vez que estás asustado, date cuenta de que es tu niño interior el

que tiene miedo. El adulto no tiene miedo, sin embargo, se ha

desconectado y no está presente para ayudar al niño. El adulto y el niño

han de entablar una relación.

¿Cómo puedes conectar con tu niño interior? El primer paso es conocer a

tu niño interior a través de tu trabajo con el espejo. ¿Quién es ese niño?

¿Por qué es desgraciado? ¿Qué puedes hacer para que se sienta a salvo,

seguro y amado?

Coméntale todo lo que haces. Sé que te puede parecer una tontería,

pero funciona. Hazle saber a tu niño interior que pase lo que pase, nunca

le darás la espalda ni le abandonarás, que siempre estarás con él y que

siempre le amarás.

Lo único que desea tu niño interior es que le hagas caso, sentirse seguro

y amado. Si puedes dedicar unos minutos al día para conectar con esa

personita, tu vida mejorará considerablemente.

Afirma: Estoy dispuesto a amar y a aceptar a mi niño interior.

Ejercicio del trabajo del espejo para el día 8

1. Busca una foto de cuando tenías cinco años. Pégala en el espejo

de tu cuarto de baño.

2. Mira la foto durante unos minutos. ¿Qué ves? ¿Ves a un niño

feliz? ¿A un niño desdichado?

3. Habla con tu niño interior en el espejo. Puedes mirar la foto o

incluso mirarte a los ojos, lo que te resulte más cómodo. Si de


pequeño te llamaban con algún apodo o diminutivo, úsalo para

hablar con tu niño interior. Sentarte delante del espejo es muy

útil, porque si estás de pie, en cuanto empiezan a salir

emociones fuertes, puedes sentir la tentación de marcharte. Así

que siéntate, hazte con un paquete de pañuelos desechables y

empieza a hablar.

4. Abre tu corazón y comparte tus sentimientos más íntimos.

5. Cuando termines, repite estas afirmaciones: Te amo, cariño.

Estoy aquí por si me necesitas. Estás a salvo.

El poder está dentro de ti:


Tu ejercicio del diario para el día 8

1. Para esta práctica necesitarás lápices para colorear, colores de

cera o rotuladores.

2. Utiliza tu mano no dominante, es decir, aquella con la que no

escribes, haz un dibujo de ti mismo de pequeño. ¡Sé creativo!

3. Pega tu dibujo en el espejo del cuarto de baño.

4. Mira el dibujo y empieza a hablar con tu niño interior.

5. Hazle las siguientes preguntas a tu niño interior y escribe las

respuestas en tu diario: ¿Qué es lo que te gusta? ¿Qué es lo que

no te gusta? ¿Que es lo que te asusta? ¿Qué necesitas? ¿Qué

puedo hacer para que seas feliz?

6. Cierra los ojos y dedica unos minutos a reflexionar sobre lo que

has aprendido acerca de tu niño interior.

Tu pensamiento del corazón para el día 8:

Abrazo amorosamente a mi niño interior

Cuida de tu niño interior. Es el niño asustado. Es el niño que sufre. Es el

niño que no sabe lo que ha de hacer.

Está presente con tu niño. Abrázalo, ámalo y haz todo lo que puedas
para cubrir sus necesidades. Asegúrate de que tu niño sabe que, pase lo

que pase, siempre estarás con él. Nunca le darás la espalda ni lo

abandonarás. Siempre amarás a ese niño.

Déjate ir y relájate

Respira hondo y cierra los ojos. Vuelve a respirar hondo y relaja todo tu

cuerpo. Lleva tu atención a los dedos de los pies y permite que se relajen

por completo. Ahora relaja los empeines, los talones y los tobillos. Siente

lo mucho que te pesan los pies. Nota cómo esta relajación va ascendiendo

por tus pantorrillas y llega a tus rodillas. Sigue moviendo este calor y

relajación hacia tus muslos, siente cómo pesan.

Ahora nota cómo se relajan tus caderas y tus glúteos. Relaja la cintura y

observa el tranquilo movimiento de tu pecho, expandiéndose por tus

clavículas y tus hombros. Relaja tus brazos. Relaja los codos. Relaja los

antebrazos, las muñecas y las manos. Deja que salgan todas tus tensiones

a través de las yemas de tus dedos. Relaja el cuello, la mandíbula, las

mejillas y los músculos alrededor de los ojos. Relaja la frente y el cuero

cabelludo. Déjate ir, déjate ir, déjate ir. Relájate.

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